“La historia tuvo un detonante muy personal, básicamente el inicio me sucedió. Fui a Matamoros con mis padres unos meses antes del Covid y salieron a caminar. Los cité en el Café París y se tardaron en llegar. Al regreso, en la carretera, bromeaba con ellos y les dije: ‘¿Qué les digo a mis hermanos si se me pierden en Matamoros?’. Al momento supe que tenía una historia. Ya después fue negar la historia que se me había ocurrido originalmente y buscar las historias que la más lógica no me permitía ver”. Antonio Ramos Revillas
[Una entrevista con Antonio Ramos Revillas, autor de Playa Bagdad, en esta edición]
Antonio Ramos Revillas, autor de Playa Bagdad.
La Gualdra No.
Alberto Huerta cumplió 80 años el pasado 13 de enero. Durante varios años fue colaborador gualdreño y eso nos permitió leer semanalmente lo más reciente de su producción literaria. Hace algún tiempo que decidió dejar sus redes sociales, dejó también de venir semanalmente a Zacatecas y nos dejó de compartir sus cuentos. Lo extrañamos desde entonces, pero sabemos que se encuentra bien en su casa de Jerez, Zacatecas; eso lo sabemos porque eventualmente hay quien, de entre sus muchos alumnos y amigos, va hasta allá a preguntar por él y nos trae de regreso noticias suyas.
Alberto es un referente no sólo para quienes hacen teatro en Zacatecas, sino para quienes han sido parte de sus talleres literarios, para quienes lo han leído y han tenido la fortuna de convivir con él. Entre sus alumnos se encuentran Joseangel Rendón y Bernardo Araujo, ellos son quienes idearon hace un par de semanas, un homenaje para celebrar acá las 8 décadas de vida de este artista a quien se le recuerda constantemente. La celebración fue en el centro histórico, arriba de la Librería Zacatecas, y desde ahí se transmitió para que Huerta pudiera verlo en FB. Se hizo lectura de varios fragmentos de su libro Ojalá estuvieras aquí y de algunos otros de sus cuentos, hubo música, teatro y una plática muy amena. Ojalá que lo haya visto, para que fuera testigo de cómo se le quiere en esta su tierra.
El sábado pasado, Joseangel Rendón, me compartió el nuevo número de Tiempo de Zacatecas, la revista que dirige desde hace tiempo también. En esta ocasión está dedicada a Alberto Huerta y en la portada aparece él en tres fotografías: la más grande es un retrato en sepia de hace algunos años, en donde aparece de cuerpo entero, mirando fijamente a la cámara; en otra aparece con algunos integrantes del grupo de teatro La Ciénega y en la tercera está él en un evento del Festival Cultural Zacatecas 2014.
En las 32 páginas de la revista se puede leer el siguiente contenido: Bibliografía de Alberto Huerta; “Conocer a Alberto Huerta”, por Joseangel Rendón; "Las obsesiones narrativas de Alberto Huerta”, un condensado del ensayo de Arturo Trejo Villafuerte; “Ojalá estuvie-
ras aquí. O la memoria de nuestros ideales perdidos”, por Miguel Tonatiuh Ortega. En la sección “La tortilla cuadrada”, un cuento de Joseangel Rendón dedicado a Alberto Huerta; “Los tres prepos”, cuento de Marielena Bañuelos; “Hoy conocí a un escritor”, relato de Ezau Luévano; y en la sección de Poesía participan Arturo González Salas, Karla Paulina Hernández Medina -Poly- y Joseangel Rendón. Casi al finalizar hay una sección en donde se habla de “Los 5 mejores libros de Alberto Huerta” y una nota periodística de Susana Dora Díaz en la que relata en qué consistió el homenaje mencionado. Noé Germán Rendón Jara cierra con “El dramaturgo”, un texto en el que afirma, entre otras cosas, que “Huerta es, sin que nadie lo haya superado, el teatrista más prolífico, más constante y con mayor rigor que haya trabajado para la Universidad Autónoma de Zacatecas. Nadie ha vuelto a realizar temporadas de manera regular como él lo hizo por tantos años”.1
La revista digital está en circulación y puede ser consultada en la página de FB de Tiempo de Zacatecas,2 y próximamente podrá leerse en su versión impresa. Por lo pronto, debo agradecer a su director por la invitación que me hizo para participar en el homenaje a nuestro querido amigo Alberto. El texto leído en esa ocasión también está incluido en la revista.
Alberto Huerta publicó más de un centenar de cuentos en La Gualdra durante el tiempo que estuvo colaborando con nosotros. Todos están en línea en la página de La Jornada Zacatecas. Ojalá que encontremos la manera de reunirlos para poder publicarlos algún día, con la autorización de su autor, a quien nuevamente mandamos un abrazo grande por sus 80 años de vida.
Que disfrute su lectura.
Contenido
Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com
1 Tiempo de Zacatecas, No. 125, 3 de febrero 2025, Zacatecas, Zac., p. 31. En: https://www.facebook.com/tiempozacatecas.mx
2 Ver Tiempo de Zacatecas, la revista en su versión digital en: https://www.facebook.com/tiempozacatecas.mx
7
8 6 4 5
La Gualdra
Las muchas vidas de las Otras crónicas marcianas Por Vianney Carrera
Antonio Ramos Revillas y su Playa Bagdad Por Jánea Estrada Lazarín
La operación Justo Armas en la literatura Por Víctor Manuel Chávez Ríos
Desayuno en Tiffany’s, mon ku No habrá Cineteca Fresnillo Por Carlos Belmonte Grey
Anora, de Sean Baker Por Adolfo Núñez J.
Las muchas vidas de las Otras crónicas marcianas
6 Por Vianney Carrera
Otras crónicas marcianas.
Desde los 12 años, Ray Bradbury supo que iba a ser inmortal cuando un mago definió su destino. Según contaba, en 1932 durante una feria ambulante conoció a Mr. Eléctrico, un ilusionista que desafiaba la vida cuando demostraba ante el mundo que era inmune a la silla eléctrica.
Después de un acto, mientras el joven Ray lo veía fascinado, el mago sacó una espada chispeante con la que proclamaba su victoria y escogía al futuro autor de Crónicas marcianas entre la multitud de niños: “¡Vive para siempre!”, le dijo. Desde entonces, el pequeño comenzó a escribir, porque entendió que ésa era la única manera de ser inmortal.
En 1949, cuando él tenía 29 años, un editor de Nueva York le propuso recopilar y publicar los cuentos sobre Marte que había escrito anteriormente, algunos de ellos dados a conocer en revistas.
Tras una extensa revisión de casi dos años, el libro contó las maravillas del planeta rojo y cómo los humanos comenzaron a habitarlo, a través de textos cronológicos. El autor escribió algunos relatos “puentes”, a sugerencia de su compilador, para que la obra pudiera fluir más natural. El resto es historia. En los años posteriores a su publicación en 1950, Crónicas marcianas se convirtió en una de los títulos emblemáticos del autor.
Ray Bradbury nacido en 1920 en Waukegan, Illinois, Estados Unidos, es uno de los escritores más relevantes del Siglo XX. Su obra incluye clásicos como Fahrenheit 451, El hombre ilustrado, y El país de octubre, entre 30 obras más. Más de 70 años después, el editor, traductor y amigo personal de Bradbury, Marcial Souto, dio a conocer otra narrativa de Marte, sólo que ahora con 10 historias tanto en inglés como en español. La editorial española, Zorro Rojo, publicó en 2022 Otras crónicas marcianas, un libro que también fue ilustrado por David de las Heras. Algunos de los cuentos recopilados formaron parte de la selección original y otros fueron escritos después de la publicación de Fahrenheit 451.
Otras crónicas marcianas, así como su nombre lo dice, narra los viajes de los humanos que ahora se quedaron en Marte. Sin embargo, Bradbury da voz a diversas entidades, a los “otros” marcianos que tienen vida de diferentes consistencias tanto físicas como oníricas, que comunican que el planeta nunca fue dejado por sus habitantes. El libro consta de 10 relatos, los cuales en su gran mayoría, continúan desde la perspectiva humana, así como en el libro original. Asimismo, también están narrados en primera o tercera persona.
Similar a Crónicas marcianas, estos textos sugieren con guiños sutiles, que los habitantes de Marte sí existen, existieron, y al mismo tiempo, lo
siguen haciendo de tres maneras diferentes. Por un lado, se encuentra referencia a un tipo de espíritus, ya que en algunos textos se habla de entidades que vivieron en el planeta rojo y aún recuerdan que poseían cuerpo físico. Incluso, estas entidades tienen la capacidad de adentrarse en la mente de los humanos y lograr cambios físicos en su entorno, moldeando los sentimientos, deseos, ilusiones para que los terrícolas hagan acciones impensables.
Luego, existen los supervivientes, aquéllos que vivieron después de la extinción de su raza. Así como en Crónicas marcianas se habla de que los humanos trajeron la viruela. Bradbury retrata a estos seres como unos solitarios, sin embargo, al mismo tiempo sientes curiosidad de cómo son y viven los humanos. Los marcianos, al igual que en el libro de 1950, son de piel morena con ojos amarillos.
Y por último, Bradbury cuenta sobre la metamorfosis de los humanos que decidieron quedarse en Marte. Ellos, junto con sus familias y vecinos de las colonias que hicieron, comienzan poco a poco a adquirir características de los primeros marcianos. En Otras crónicas marcianas, los colonos que llegan de la Tierra y no quisieron irse después del comienzo de la guerra nuclear, empiezan primero a pensar como si fueran originarios del planeta rojo; luego su mente juega con ellos a tal grado que olvidan su lenguaje y al final, ni siquie-
ra recuerdan que hayan sido humanos. Este último aspecto, así como en Crónicas marcianas, también aparece la constante perspectiva humana a través de los textos. Aunque no se tengan expediciones ni fechas como en los cuentos del libro original, éstos van en orden cronológico, pero para un “lector humano”, por así decirlo; ya que existen situaciones que transcurren entre un espacio a otro del tiempo, pero del “tiempo marciano”, porque éste transcurre diferente para los personajes humanos.
Otras cosas que también coinciden es que los integrantes de la raza humana siguen siendo los principales actores. Se sabe más de Marte por ellos, que por los mismos marcianos.
Esta recopilación, que estuvo por muchas décadas oculta, además de contar las otras historias que se quedaron atrás, resuelve muchos “por qués” planteados en la obra de 1950 desde un principio.
Sin embargo, tanto las Crónicas marcianas, como Otras crónicas marcianas, aunque transcurren en un mismo mundo y en una misma línea temática y temporal, son dos obras distintas que por sí solas despiertan en el lector diferentes sentimientos.
No es lo mismo el primer viaje a Marte sin conocerlo, que vivir la experiencia de una segunda expedición con mucha más tecnología y conocimiento del planeta. Aunque uno nunca sabe lo que se encontrará.
Ciencia Ficción
Antonio Ramos Revillas y su Playa Bagdad
6 Por Jánea Estrada Lazarín
Antonio Ramos Revillas nació en Monterrey, en 1977; estudió Letras Españolas en la Universidad Autónoma de Nuevo León, en donde obtuvo, en 2015, el Premio a las Artes UANL en la categoría de artes literarias por su trayectoria como creador. Tiene más de 20 libros, entre ellos se encuentran los de cuento: Todos los días atrás, Dejaré esta calle, Sola no puedo y Habitaciones calladas; novelas como El cantante de muertos y Los últimos hijos; y varios libros de literatura infantil y juvenil como Los cazadores de pájaros, Reptiles bajo mi cama, El barco maya, Puppy Love y La guarida de las lechuzas, El norteño mágico, entre otros.
Por su producción literaria ha sido merecedor de reconocimientos como el Premio de Literatura Joven Universitaria (1997, 1998 y 1999); Premio Nuevo León de Literatura, 2003; Premio Nacional de Cuento Joven Julio Torri, 2005; Premio Nacional de Cuento Salvador Gallardo Dávalos, 2007; Premio de Literatura Juan B. Tijerina, 2007; Premio Nacional de Cuento Mano de Obra, 2007; Premio Fundación Cuatro gatos, 2014; Premio International Latino Book Award, 2014; Premio The White Ravens de la Biblioteca de la Juventud, 2014; Selección del Banco del Libro de Venezuela, 2014; y en 2015 fue seleccionado por el Hay Festival, el British Council y el Conaculta como uno de escritores menores de 40 más importantes de México. Ha sido integrante del Sistema Nacional de Creadores de Arte y becario del Centro Mexicano de Escritores y de la Fundación para las Letras Mexicanas. Su nueva novela es Playa Bagdad, publicada por Alfaguara en 2024, y sobre ella conversamos con él.
Jánea Estrada Lazarín: Playa Bagdad es la historia que cuenta en un inicio cómo Marcelo pierde a sus padres en la ciudad de Matamoros, Tamaulipas, y tras buscarlos desesperadamente decide hablar con su hermano para comunicarle que no los encuentra. “Cuando uno dice adiós nunca sabe qué significa”, dices en un momento en la novela, y pienso que, de alguna manera, esta es una historia de adioses, de despedidas… Antonio Ramos Revillas: Esa frase que mencionas es una que, quien ha leído la novela, suele remarcarme con interés. Me parece que sí, Playa Bagdad es una novela que tiene el símbolo del adiós, aunque, para poderlo decir bien, se debe realizar un examen general de la historia a la que le dices adiós, de los vínculos que se han decidido separar. Suelo darle, desde hace años, buscar sinónimos para las palabras que son violentas, pero que puede tener una palabra pare-
cida más hospitalaria. En este caso, digo separar y no cortar, o intento decir, recuperar la historia para examinarla y poder decir nos hemos visto mucho, este adiós es otra forma de seguir viéndonos.
JEL: “Desaparecer” en el contexto actual tiene muchas veces que ver con la acción involuntaria de no estar más en un lugar, de no ser localizado; pero no siempre es así. Hay quienes desaparecen por voluntad propia. En todo caso, planteas en la novela muchas aristas que tienen que ver con la ausencia de personas en determinado momento. Playa Bagdad se relaciona con los adioses, pero también con las ausencias… ¿es así?
ARR: Yo lo asociaría con la voluntad de ser otro, en otro sitio. De, en esta vida, poder tomar las decisiones para salirnos de una historia para enlazarnos en otra. Y más que por miedo, por cansancio y derrota.
JEL: Sobre el hecho de que la trama se desarrolle en Matamoros, y dadas las circunstancias de inseguridad que se viven en ciudades fronterizas, la historia de la desaparición de los padres se vuelve más tensa todavía. La descripción que haces sobre Matamoros y su Playa Bagdad nos acerca a los lectores porque ya no son tan “lejanos” a lo que conocemos, a lo que vivimos, en términos de violencia y miedo en otras partes del país y las “ciudades perdidas” cada vez son más también.
ARR: Y al mismo tiempo, es una broma. Me refiero a que contar una historia sobre desapariciones en una ciudad fronteriza me servía para esconder el verdadero motivo de la novela. Pude así reforzar, en la primera parte de la novela, una idea o un tipo de novela en quienes la leían hasta el giro de trama. Pero mientras eso ocurre, me gusta pensar que quien lea la novela puede ver Matamoros y la Playa Bagdad
con toda su crudeza, belleza, soledad y empuje norteño.
JEL: Playa Bagdad también aborda el tema de las relaciones familiares, concretamente cómo es que dos hermanos han construido su propia historia; plantea las diferencias entre ellos y la manera en que las circunstancias construyen y destruyen vínculos. Llevar la misma sangre define el apellido en primera instancia, pero tú nos planteas algo que tiene que ver con la condición humana…
ARR: Sí, creo que el primer laboratorio social ocurre en esos años importantes en los que más allá de compartir sangre, compartes una serie de creencias con la que conformas tu primer cuerpo de ideas y de formas de vivir la vida. Los hermanos se constituyen como nuestra primera verdad ante el mundo y también nuestra primera gran decepción en muchos casos. De eso va la novela también: de cómo
Antonio Ramos Revillas
me desenvuelvo de mi hermano, de cómo me decepciona y cómo yo también lo decepciono a él.
JEL: También pones en la mesa el asunto de la salud mental, algo de lo que poco se habla y por lo mismo poco se trata también…
ARR: Está puesto ahí, como una forma de ocultar también parte de la historia de la novela. A menudo me han dicho, desde que Playa Bagdad fue publicada, que en el fondo tampoco plantea eso la novela, sino que es acaso otro giro para llevar al lector a un personaje, Marcelo, de quien en el fondo nunca sabemos nada, porque no habla él, y su verdadero mensaje para su hermano.
JEL: Me gustó mucho la novela, Antonio, sobre todo porque logras con tu narrativa, emocionar al lector al punto de no querer soltarla hasta terminar de leerla. ¿Nos puedes hablar del proceso de escritura? Sobre cómo surge la idea, en qué
momento de tu vida, sobre el proceso de re-lectura y revisión una vez terminada…
ARR: La historia tuvo un detonante muy personal, básicamente el inicio me sucedió. Fui a Matamoros con mis padres unos meses antes del Covid y salieron a caminar. Los cité en el Café París y se tardaron en llegar. Al regreso, en la carretera, bromeaba con ellos y les dije: “¿Qué les digo a mis hermanos si se me pierden en Matamoros?”. Al momento supe que tenía una historia. Ya después fue negar la historia que se me había ocurrido originalmente y buscar las historias que la más lógica no me permitía ver.
JEL: Alguna vez, hace algunos años, Eduardo Campech -promotor de lectura- me dijo que una de las recomendaciones más frecuentes que hacía, sobre todo a grupos de jóvenes, es que leyeran algunos de tus libros y que esa estrategia casi nunca le fallaba para que continua-
ran leyendo; seguí su recomendación e hice lo mismo con mis alumnos y puedo dar fe de que funciona. ¿Tienes en mente algún nuevo libro enfocado a este tipo de público?
ARR: El buen Eduardo Campech siempre fue muy generoso con mis libros. Qué bueno que lo citas, porque es necesario que el público sepa que en Zacatecas existió un promotor de lectura de primera línea en él: un lector entusiasta, entregado, original y fiel. Sobre tu pregunta, escribo un par de novelas en este momento: por decir escribo es que sólo que las estoy pensando, pero ya casi las termino de imaginar y me pondré a escribirlas.
JEL: Has sido también, en algún momento, formador de promotores de lectura y ahora director editorial en la UANL. ¿Nos puedes hablar de estas experiencias?
ARR: Son tan distintas entre sí. Como formador de promotores de lectura tuve acceso a las mejores
personas de este país: gente entusiasta que ama los libros, pero sobre todo ama lo que los libros pueden hacer en la comunidad. Viajé por todo el país llevando, ahora sí, que palabras para que los otros me compartieran las suyas y fue muy provechoso. Ahora, como director de la editorial de la UANL, cargo que llevo con la confianza de mi rector y del secretario de extensión y cultura de nuestra universidad, el camino es casi el mismo: pero ahora lo que me permiten llevar es el nombre de la universidad y de los libros que hacemos.
JEL: Para finalizar, ¿podrías decirnos qué planes tienes para este año que recién inicia?
ARR: La verdad es que no tengo planes, pero he estado leyendo mucho, como hace años no lo hacía. Ése es mi plan: leer mucho y disfrutarlo, ojalá sea un año apacible y sin sorpresas.
Playa Bagdad, de Antonio Ramos Revillas
Para adquirir Playa Bagdad:
La operación Justo Armas en la literatura
Libros
Maximiliano de Habsburgo murió fusilado el 19 de abril de 1867, con ello la historia de México cerró el capítulo concerniente al Segundo Imperio, inició la restauración de la República pero también ese día surgió la leyenda de la operación Justo Armas. Esta posible o no ficción da cuenta de la confabulación de los verdugos del emperador y su reo de muerte, en ella se asegura que Maximiliano no fue fusilado, en su lugar debió fusilarse al asistente personal del monarca quien tenía su complexión y apariencia muy similar al austriaco, a pesar de ser mexicano.
La leyenda surge por el secretismo en la ceremonia de fusilamiento, con el argumento que los masones no se pueden asesinar entre sí, Maximiliano y Juárez eran masones y por tanto el Presidente Mexicano debió haber perdonado la vida del austriaco a cambio de que se perdiera en el anonimato y no volviera a presentarse públicamente ni en México ni en Europa. Existe un personaje en la república centroamericana de El Salvador, de nombre Justo Armas, se trata de un inmigrante austriaco que llegó a esa región en 1874, vivió como comerciante desde entonces hasta su muerte en 1936 y enterrado en el panteón local. De ser el Archiduque de Austria tendría 104 años al momento de fallecer.
En ese mismo tiempo surge la leyenda queretana de Leonarda Martínez mejor conocida como La Carambada, una bandolera que se convierte en dama de sociedad y se casa con José Joaquín Rodríguez, un militar de alto rango del ejército conservador de Maximiliano. Según el relato, esta mujer en su lecho de muerte confesó haber envenenado al presidente Benito Juárez.
La escritora Mónica Hernández conjunta estas dos leyendas y otras más que circularon en los pasillos del gabinete gubernamental del oaxaqueño con sus ministros liberales decimonónicos y las relaciones que guardaban entre el líder y sus correligionarios republicanos, para ofrecernos una novela histórica que oscila entre las revueltas de México en el siglo XIX, desde la invasión norteamericana en 1847 hasta la muerte de Benito Juárez en el Palacio Nacional.
La novela se titula La asesina de Juárez, ésta es su tercera novela y la más reciente, en ella se narra con gran amenidad la génesis de la bandolera y su transformación en dama de sociedad de la alta esfera de la ciudad de Querétaro, su labor como dama de compañía de Carlota Amalia, sus
acciones de espionaje para el bando conservador, su amor apasionado por José Joaquín, sus ruegos a Juárez para que liberara a su esposo, su asistencia al embalsamamiento del supuesto emperador y por supuesto, el plan para envenenar al Benemérito de las Américas.
La novela tiene la habilidad de sujetar el interés del lector desde la primera página, logra a través de una verosimilitud bien cimentada una serie de supuestos que resultan muy atractivos en su creación literaria, pero entre ficción y ficción se asoma. Por eso no deje de leer esta apasionante novela histórica.
6 Por Víctor Manuel Chávez Ríos
La asesina de Juárez, de Mónica Hernández
Desayuno en Tiffany’s, mon ku No habrá Cineteca Fresnillo
6 Por Carlos Belmonte Grey
Esta semana haremos un paréntesis en nuestros comentarios fílmicos para dar espacio a un comentario político. No tendrán Cineteca los fresnillenses, al menos así lo ha sentenciado el actual presidente municipal de Fresnillo Javier Torres.
En los últimos días de enero se supo que Torres decidió utilizar las instalaciones, recientemente concluidas, destinadas al proyecto de Cineteca, para albergar las oficinas del agua potable. Debe ser que en el centro de Fresnillo no hay más edificios disponibles, que hay tanta gente peleándose por ir a vivir y abrir negocios en esa ciudad que los costos de alquiler están por los cielos -espero que se note el tono irónico-.
El proyecto de tener una Cineteca Fresnillo lo inició el entonces presidente municipal José Haro, durante su trienio 2016-2018. El proyecto tuvo el apoyo de Alejandro Pelayo, director de la Cineteca Nacional; y el entusiasmo de Gabriela Marcial, directora de
la Cineteca Zacatecas. La primera etapa, y de ahí también lo increíble del proyecto, fue construir un edificio expresamente para albergar la Cineteca. De normal, se alquila algún viejo edificio, se parcha y remodela para proyectar películas con algún videoproyector e improvisar un cuarto para de oficina; así se rescatan casonas viejas y se bautizan como centros culturales. Aquí no, aquí era un edificio Cineteca.
Luego tocó el turno en la presidencia a Saúl Monreal: se terminó la obra física, pero nunca le metió energía para equiparla y arrancar el funcionamiento. Llegó el actual presidente, quien en su campaña prometió terminar el proyecto, porque claro, en las campañas políticas el único elemento que sirve para consensuar opiniones y es casi inatacable, es el impulso a la cultura.
En ese contexto, la palabra cultura se ha convertido en la receta mágica que cura los males sociales. Pero, ya en la práctica aplicar y echar a andar
las prácticas culturales no es tan fácil, porque ignorantemente muchos políticos siguen pensando que la cultura es una práctica de buena voluntad y caridad intelectual -la cultura gratis y democrática, al alcance de todos, para parafrasear los sobreentendidos políticos-.
Torres argumentó que no tiene dinero para terminar y se defiende echando la culpa al anterior presidente y a la comunidad artística que no reclamó antes sino hasta ahora. Intenté hablar por teléfono con Torres para una entrevista, le escribí a Faby Gurrola, jefa de comunicación social, pero no se pudo. Imagino que está desbordado de trabajo y tiene pocas ganas de explicar su demagogia. Una lástima el analfabetismo cultural de los cuerpos políticos zacatecanos; una lástima el fin de un proyecto auténtico, porque esas instalaciones, si es que alguna vez regresan a cumplir su misión original, estarán seguramente en pésimo estado.
Opinión
Edificio originalmente destinado para que fuera la Cineteca Fresnillo
Anora, de Sean Baker
6Por Adolfo Núñez J.
Anora o Ani (Mikey Madison) como se hace llamar entre sus conocidos, es una estríper de 23 años que trabaja en un bar nocturno de Nueva York. Ella vive en un pequeño departamento que alquila de manera compartida y se gana la vida haciendo bailes privados para diferentes clientes cada noche. En una ocasión, el dueño del local le ordena a Ani que atienda a Ivan, también conocido como Vanya (Mark Eydelshteyn), un despreocupado joven de 21 años, hijo de un multimillonario ruso. Días después de este encuentro, Vanya contrata a la chica para que sea su escort durante siete días.
Dicha semana concluirá, luego de varias noches de alcohol, drogas y festejo, en un viaje a Las Vegas; sitio donde Vanya, embriagado por la emoción del momento y en un acto de rebeldía hacia sus padres, le propondrá matrimonio a Ani. Ella acepta y de inmediato renuncia a su trabajo. Todo parece marchar bien, hasta que los padres del joven se enteran de lo que hizo y deciden tomar cartas en el asunto, por lo que enviarán a un grupo de “matones” bastante torpes para manejar la situación.
En el cine de Sean Baker existe una interesante y contradictoria dualidad, marcada por cierta actitud positiva y hasta optimista en el carácter de sus protagonistas, que se contrapone a los contextos desfavorecedores en los que a menudo se desenvuelven. Con un estilo naturalista, el cineasta tiene un especial interés por retra-
tar, de la manera más descarnada y honesta posible, ese Estados Unidos desangelado e imperfecto, repleto de carencias y adicciones, que contradice por completo la noción del sueño americano y los ideales de la llamada “tierra de oportunidades”.
Con todo, no importa lo agobiantes que sean los escenarios en los que se encuentren sus personajes, éstos siempre hallarán motivos para levantarse todos los días y tratar de salir adelante, incluso si tienen que engañar a otras personas o a sí mismos. Esta dicotomía se encuentra presente en filmes del cineasta como Starlet (2012), Tangerine (2015), The Florida Project (2017) y Red Rocket (2021). Con un interés por retratar de manera digna el trabajo sexual y en analizar las diferencias y contradicciones en las clases sociales, el cineasta encuentra en Anora (2024) la oportunidad de mostrar su notable talento con la puesta en cámara, en la escritura de diálogos punzantes y el manejo de actores.
En esta ocasión el realizador apuesta por una interesante mezcla entre el drama intimista y la comedia de enredos, comandada por un protagónico inmejorable a cargo de Mikey Madison. El resultado es un relato de tono desinhibido y ritmo frenético que se ubica a medio camino entre Le notti di Cabiria (1957) de Federico Fellini, After hours (1985) de Martin Scorsese y Uncut gems (2019) de los hermanos Safdie.
El filme hila su narrativa a partir de diferentes situaciones, algunas lleva-
das hasta el límite del absurdo, que van escalando a manera de efecto dominó, en una historia a contrarreloj que produce una tensión palpable y un intenso sentido de urgencia. Anora, en su incansable lucha para mantener su matrimonio con Vanya, se acaba volviendo, durante breves momentos de la cinta, un personaje secundario más, como un recordatorio para el propio espectador de que, en el enorme engranaje del sistema capitalista sólo se es una pieza más, sin autonomía ni identidad.
En ese sentido, Anora es, a pesar de todo, una historia sobre el humanismo, la empatía y el cariño que la propia protagonista termina por encontrar en el rincón más inesperado de su viaje. Ante el abrumador peso de sobrevivir en la era moderna, luego de pelear e insultar hasta el cansancio, quizá lo más valioso, al final del día, es ese llanto catártico que nos muestre vulnerables frente a alguien con la capacidad de sentir lo mismo, como concluye Baker en el devastador desenlace de su cinta.