La Gualdra 653

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El pasado 17 de enero se inauguraron tres exposiciones en el Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez: “Las metáforas del viajero”, de José de Jesús Olivares; “Cambio climático, lo vital y lo mortecino”, del Colectivo Minotauro Azul; y “Diálogos con la tierra”, de Rubén Rivera Sánchez. Las dos primeras muestras permanecerán en exhibición hasta antes del inicio de Semana Santa y la de escultura hasta mediados de año.

[Más de las exposiciones en páginas centrales]

La Gualdra No.

Acabo de ver tres películas que están nominadas para los premios Oscar y quiero compartir aquí algunas impresiones sobre ellas. De las tres hemos hablado desde el año pasado, gracias a que Carlos Belmonte y Sergi Ramos asistieron al Festival de Cannes y a que Adolfo Núñez es un gran cinéfilo que nos mantiene informados periódicamente. La primera película que vi es Flow, una película animada dirigida por Gints Zilbalodis, originario de Letonia, y de la que Adolfo nos habla también en esta edición; el filme está nominado al Oscar en dos categorías: Mejor película de animación y Mejor Película extranjera. Es una belleza en todos los sentidos; narra la historia de un gatito que, tras una inundación inexplicable, tiene que huir de donde vivía para salvarse; en el camino se encuentra con otros animales con los que termina por formar un grupo muy sui géneris que hace lo posible por permanecer unido para enfrentar la furia del agua y poder sobrevivir. Hay una escena en particular que me impactó, la de la “trascendencia” de uno de los integrantes del grupo, el ave secretario, en presencia del gatito -quien lo acompaña hasta el final-, es una escena cargada de significado y está perfectamente diseñada para hacer reflexionar al espectador sobre la vida, la muerte y, muy especialmente, sobre la lealtad. Lo que más me gustó es que los personajes de la película no están humanizados y, sin embargo, puede notarse en su comportamiento, una clara idea sobre la importancia de hacer comunidad.

La segunda película que vi fue Anora, ganadora de la Palma de Oro en Cannes, y de la que Francisco González Quijano hace una reseña en esta Gualdra, y a la que se refiere como “un anticuento de hadas honesto y divertido”. La película está dirigida por Sean Baker y tiene seis nominaciones al Oscar: Mejor Película; Mejor Actriz: Mikey Madison; Mejor Director: Sean Baker; Mejor Actor de Reparto: Yura Borisov; Mejor guion original: Sean Baker; y Mejor Montaje: Sean Baker. La historia gira en torno al matrimonio entre un hijo de un multimillonario ruso y una stripper, contratada originalmente para que lo acompañara durante una semana y a quien propone casarse con él en Las Vegas; cuando los padres del recién casado se enteran via-

jan desde Rusia a Estados Unidos para deshacer ese matrimonio. La trama se desarrolla justo entre el aviso de que los padres llegarán al día siguiente y los momentos cuando arriban. Las actuaciones son muy buenas y Yura Borisov sería un gran merecedor del premio al que está nominado.

La tercera, y la más polémica de las tres películas que vi, es Emilia Pérez, de Jacques Audiard. Fue ganadora del Premio del Jurado en el Festival de Cannes y desde ahí ha ido acumulando una serie de premios muy importantes. Está nominada a 13 premios Oscar y eso generó más controversia todavía. La película me gustó, no tengo reparo alguno en afirmarlo; llegué al cine desprovista lo más que pude de prejuicios -porque las notas en su contra han sido muchas y me atrevo a decir que en algunas ocasiones las han hecho sin siquiera verla-, y salí muy contenta de ahí. Quizá lo más importante sería tomar en cuenta que Emilia Pérez es una película de ficción, no es un documental ni una cinta biográfica; en ese sentido, la historia ficticia está muy bien contada y no veo por qué como mexicanos debemos sentirnos “ofendidos porque se toca el tema del narcotráfico”, en serio. Debo admitir que pese a no ser muy asidua ni al teatro ni al cine musical, las partes musicales -sobre todo las coreografías- están muy bien logradas; incluso hasta cuando en algunas ocasiones las actrices desafinan me parece que es intencional. Por lo demás, creo que vale la pena que se den la oportunidad de verla y que juzguen ustedes mismos si les gusta o no, en todo caso cualquiera de las dos posturas será válida. Les recomiendo también que vean la “respuesta” mexicana, que a manera de una sátira muy divertida presenta Camila D. Aurora en YouTube,i y que nos muestra con creatividad y frescura que no hay que tomar las cosas tan a pecho. Emilia Pérez fue la gran ganadora en los Premios Lumières 2025 la semana pasada, y de eso nos habla Carlos Belmonte en esta edición.

Que disfrute su lectura.

Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com

en: https://youtu.be/iLT4v3mkrvk?si=hxjqNnh6jketBGtF

Contenido

Por

en el

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Carmen Lira Saade Dir. General

Raymundo Cárdenas Vargas Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx

Jánea Estrada Lazarín Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com

Sandra Andrade Diseño Editorial

Juan Carlos Villegas Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com

Deleitarse con Suplicio
Jorge Márquez
Tres exposiciones
Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez Por La Gualdra
Radio y rock en América Latina: Olivia Luna y Ruido Blanco Por José Natarén
Flow, de Gints Zilbalodis Por Adolfo Núñez J.
Anora: un anticuento de hadas honesto y divertido Por Francisco González Quijano
Desayuno en Tiffany’s, mon ku Emilia Pérez: la gran ganadora de los Premios Lumières 2025 Por Carlos Belmonte Grey
Camila D. Aurora, “Johanne Sacreblu ‘el musical’, un homenaje a Emilia Pérez”,

Lo primero que hay que decir es que Suplicio, la nueva novela de Esteban Ascencio, tiene la suficiente fuerza para mantener el interés del lector hasta el final (cosa cada vez más difícil de conseguir en un tiempo en el que los medios digitales están a punto de sepultar al lector de largo aliento), debido al inteligente tratamiento de la tensión y el ritmo narrativos. Veo en ella, además, una clara filiación expresionista que no hace más que refrendar el interés que el autor siempre ha manifestado por los escritores alemanes de entreguerras. Lo deforme, lo grotesco, el doppelgänger, lo extraño (ese unheimlich que tan bien analizó Freud a partir de Hoffmann) encarnados en un personaje para el que toda esperanza está cancelada; alguien que se mueve no en los linderos de la marginación sino en los de la degradación humana (que no es lo mismo) tienen aquí un lugar privilegiado. Si consideramos la lógica de los posibles narrativos de Claud Bremond, en la que el francés plantea, entre otras cosas, que todo relato, para serlo, debe estar en relación con un proyecto humano que se articula en una serie temporal que obedece a una estructura, y que en virtud de que favorezcan u obstaculicen dicho proyecto, los acontecimientos pueden clasificarse en “mejoramiento a obtener” y “degradación previsible”, tenemos ya manera de determinar, en principio, a qué línea de acontecimientos pertenece Cardenio, protagonista de la novela. Pero la cuestión no queda ahí. El mismo Bremond indica que en un relato pueden alternar fases de mejoramiento o de degradación, cosa que en Suplicio no sucede: en el infierno personal del personaje no hay lugar para la redención toda vez que su trayectoria narrativa está signada por la ausencia de proceso de mejoramiento. Muy por el contrario, a

Deleitarse con Suplicio

6 Por Jorge Márquez*

Suplicio, de Esteban Ascencio

medida que la historia avanza, el protagonista se precipita en una pendiente que conduce a la precariedad y en la que no existen los botones de pánico ni las salidas de emergencia. En este concierto, la figura del doppelgänger es fundamental. La condición física, laboral, social de Cardenio, ya de suyo lo hacen un individuo marginado. Pero ese otro ser oscuro que lo habita, y que se manifiesta a través de una voz imperativa que entra y sale a lo largo del texto, lo lleva, justamente, hacia ese desbarrancadero existencial en el que se ha convertido su vida. De ahí se desprende una suerte de patetismo aleccionador, catártico, en el que que-

da claro que la degradación humana va más allá de la marginación. En este sentido, creo que la novela tiene una enorme vigencia, y pienso que no es gratuita la vena expresionista que la habita, no sólo por las filias literarias del autor, sino por el momento histórico que vive el mundo. Pese al optimista pronóstico de Yuval Noah Harari cuando apunta que una importante característica del siglo XXI habrá de ser la considerable disminución de los enfrentamientos entre seres humanos a gran escala, el hecho es que la Guerra (con mayúscula) está de nuevo entre nosotros. La propia humanidad atentando contra sí misma bien po-

dría mirarse en el espejo de Cardenio. La desesperanza, parafraseando a José Carlos Becerra, recorre nuevamente las islas. Nos topamos una vez más con ese otro oscuro que somos nosotros mismos, nos reconocemos en él, a pesar de todo, y eso lleva a la desazón y a esa historia circular que parece una pesadilla o que, al igual que en el caso de Cardenio, nos impide distinguir entre el sueño y la vigilia, la realidad y lo que se aleja de ella.

Por último, no quisiera dejar de mencionar un elemento intertextual sumamente importante en la novela y que, de la misma manera que el influjo expresionista, habla de las identidades estéticas de Esteban Ascencio. Me refiero a la música de Gustav Mahler.

En cuanto a la estructura externa del libro, anteponer movimientos 1, 2, 3, 4 y “Rapsodia” respectivamente a los nombres de los cinco capítulos que lo conforman evidencia ya un estrecho vínculo con la música. Pero nuestro autor es más puntual.

Por un lado, Cardenio es un ferviente admirador del músico alemán, hecho que complejiza al personaje, toda vez que se trata de un mozo de oficina. Pero al mismo tiempo, este contraste pone énfasis (y de ahí la inteligencia en el trazado de la trama) del proceso de degradación que experimenta y al que nos hemos referido en un principio. Por otro, valdría la pena que el lector probara la lectura de alguno de los capítulos de Suplicio (¿quizá el cuarto?) al tiempo que tiene de fondo el cuarto movimiento de la 6ª Sinfonía de Mahler, o bien, ya para el último capítulo del libro, el Adagio de la 9ª, para captar el profundo grado de conexión con la obra del compositor vienés. Como sea, para lectores de toda laya y estilo, de cualquier manera, será un deleite Suplicio, la nueva novela de Esteban Ascencio.

* Jorge Márquez ha publicado seis libros de poesía, Asir y atar (BUAP), 3D (Ediciones Sin Nombre), Eulisys Zen (Leviatán), Introducción a la Multipolaridad (Valparaíso), Christkind Tsunami (Leviatán) y Cuaderno ámbar (Alcorce). Es, además, Doctor en Literatura Hispanoamericana y su trabajo poético y ensayístico ha sido publicado en revistas como La otra, Buenos Aires Poetry, Periódico de poesía de la UNAM, Nexos, Círculo de poesía, Revista Latinoamericana de Estudios Críticos Animales, Marmórea, Dosfilos, entre otras.

Libros

Tres exposiciones en el Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez

6 Por La Gualdra

El pasado 17 de enero se inauguraron tres exposiciones en el Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez: “Las metáforas del viajero”, de José de Jesús Olivares; “Cambio climático, lo vital y lo mortecino”, del Colectivo Minotauro Azul; y “Diálogos con la tierra”, de Rubén Rivera Sánchez. Las dos primeras muestras permanecerán en exhibición hasta antes del inicio de Semana Santa y la de escultura hasta mediados de año. Presentamos aquí una breve selección de imágenes para invitarlos a que las visiten.

Las metáforas del viajero, de José de Jesús Olivares

[Fragmento del texto de sala]

6 Por Ángel Melián García

El pintor José de Jesús Olivares (Guadalajara, 1950) experimenta un estilo de arte abstracto equilibrado y elegante, sustancialmente cargado de contenido extraído de la realidad. Su obra pictórica resulta de una incorporación apropiación del geometrismo-constructivista, el informalismo y el expresionismo abstracto, como expresión de una creatividad intuitiva dentro de su propia visión de la pintura abstracta en México. Olivares entrega su acción a un abstraccionismo hecho de impulsos líricos, conectados con el principio de la inspiración romántica entendido como efusión del espíritu, que se mezcla con un abstraccionismo de rigor intelectual, de la geometría. Estas dos categorías tienen en común en su obra la misma raíz idealista, mística, de naturaleza emotiva. En su desarrollo como pintor enten-

demos que ha avanzado en busca de cualidades análogas a las expresiones de los pintores de la Generación de la Ruptura en el contexto de la abstracción lírica. Sucesión de formas dislocadas que, en el acto de exhibirse, traman un argumento reconocible: el de la aprehensión de una realidad emotiva o intelectual que Olivares rinde a sus referentes pintores, los integrantes de una peculiar comunidad de diálogo plástico que aun procediendo de diferentes direcciones estilísticas convergen en un espacio, comparten una vitalidad, una ambición y una inventiva comunes, que juntos reaccionan al nacionalismo pictórico. Lo que une a todos estos artistas en un vínculo común es la búsqueda de la abstracción lírica: expresar algo personal, subjetivo y emotivo, y hacerlo de manera poética y abstracta.

Diálogos con la tierra, de Rubén Rivera

[Fragmento del texto de sala]

6 Por José Luis González Martínez

Rubén Rivera, oriundo de la Ciudad de Fresnillo, Zacatecas es, además de un empresario exitoso, un creador artístico multifacético, y un gestor e impulsor de las artes incansable. Su faceta formal como escultor tiene sus orígenes en la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad Autónoma de Guadalajara donde fue un alumno destacado y donde pudo alternar con académicos insignes que apoyaron su proceso de formación que lo han llevado a explorar diversas técnicas y materiales como medios expresión artística. Así Rubén se ha inclinado por construir su propio lenguaje aplicando la mejor técnica para desarrollar

una propuesta plástica principalmente dentro de la corriente artística del arte abstracto; en su camino a la escultura abstracta Rubén ha experimentado con la pintura de caballete, la cerámica a baja y alta temperatura. Como escultor ha realizado destacadas obras teniendo como base diversos materiales de soporte: madera, resinas, piedra, concreto, acero y bronce a la cera perdida; incluso ha trabajado miniaturas en metales preciosos logrando una gran precisión y una calidad estética apreciada por muchos.

José de Jesús Olivares Olivares. Sin título. De la Serie Las Metáforas del viajero. Óleo sobre tela. 120 x 120 cm. 2022.
José de Jesús Olivares Olivares. Sin título. De la Serie Las Metáforas del Viajero.

Cambio climático. Lo vital y lo mortecino

El arte no está ajeno a una realidad que nos afecta a todos: el cambio climático. El Colectivo Minotauro Azul, en esta exposición “Cambio climático. Lo vital y lo mortecino” expresa en sus colores y en la fuerza abstracta de sus trazos como argumentos, una “Terra ardet”, un cosmos que desde el espacio exterior parece estar en llamas; también un “Deshielo” que no obstante el sublime color azul, expresa un mundo que se anega, porque la vivacidad de una “Huella de Carbono”, luce mortecina por todas partes deviniendo “Tierra Cero”, ese vacío, ese significante doliente de una atmósfera que, no obstante, en sus oscilaciones, en un parpadeo, cobija a nuestro mundo con un rebozo, con esa expresión luminosa y verde, aflora “Sanando la Herida”. En la ambivalencia en la que

se expresa la humanidad, en este cosmos, se deja ver un “Bosque” espacioso, lúgubre y calcinado que se resarce con la siguiente obra vital, con la renovada “Esperanza de vida”.

Así, el colectivo de artistas cierra un círculo en el que se ensambla el arte, la devastación y el imperativo a modificar el excesivo uso de nuestro planeta tierra, en virtud de que Minotauro Azul, en esta decisión sencilla, pero esencial, se opone activamente –con sus colores como una tesis, como un arma, como un argumento irrebatible– a que la tierra sea pensada como un almacén sin fin del cual habría que sacar permanentemente todo lo a mano, porque el ser humano habría de habitar la tierra poéticamente, como lo pensaba Heidegger.

Colectivo Minotauro Azul

Rita Vega Baeza. Metales tóxicos. Mixta sobre lienzo. 120x100 cm. 2023
Fernando Jiménez Luévano. Lluvia I. Óleo sobre tela. 120 x 100 cm. 2024.
Emerick Rodríguez Rentería. El mar se pinta de tristeza. Óleo sobre tela. 100 x 120 cm. 2024.
Sumi Hamano Yabuta. Confluencias caligráficas I, políptico. Tinta sobre papel suzuran. 70 x 120 cm. 2024.
Exposición Diálogos con la tierra, de Rubén Rivera. Fotos de Emilio Domínguez.
Rita Vega Baeza, Cristina Burgueño, Carmen Hervás, Emerick Rodríguez, Sumi Hamano, Fernando Jiménez, Andrea Paulina Barrón Vega y Almudena Serrano Cuesta.

Radio y rock en América Latina: Olivia Luna y Ruido Blanco

Sin duda, el rock constituye un espacio que comprende expresiones culturales, creaciones artísticas y prácticas sociales, comerciales, políticas y mediáticas. México tiene sus formas de vivir el rock, nacional y extranjero; formas de consumo, de acceso, de difusión y de comunicación. En particular, la radio dedicada a este género musical en nuestro país es ya una tradición, sobre todo desde los 80 (con Rock 101 y WFM, por ejemplo), cuando las composiciones en español cobraron auge. Hubo antecedentes en las décadas anteriores: Radio 590, Radio Éxitos o Radio Capital; también Radio UNAM y Radio Educación programaban la “nueva música clásica” -como le llamó José Agustín-, pese a la dificultad por el veto gubernamental posterior al Festival de Avándaro (1971) que desfasó -singularizó- el devenir de este movimiento de la cultura en el territorial nacional, por lo que las contribuciones a la difusión del género fueron heroicas, son meritorias y serán necesarias siempre.

De aquí el acierto de Ruido Blanco FM, la principal propuesta de radio independiente del país en lo que va del nuevo milenio, que cuenta con alcance internacional y contenidos de primer nivel desde hace 10 años. Ruido Blanco está enfocado al rock del continente, sin dejar a un lado el rock en inglés de cualquier época (punto y aparte la atención que al rock clásico y al mercado anglosajón hacen espacios de otras frecuencias, como Old’s Kool, con la experticia de Arturo López Gavito y Mario Lafontaine).

Con el ánimo celebratorio por la primera década de Ruido Blanco FM, destaco que este proyecto -modelo de difusión del rock-, fue creado con base en conceptos esenciales de la radio, pero trasladados con éxito a los formatos digitales, gracias al óptimo aprovechamiento de las redes sociales, al uso de plataformas de Internet para compartir producciones originales, actuales, pero, sobre todo, de calidad. El equilibrio entre lo clásico y la vanguardia, la tradición y el futuro: “entre lo eterno y lo efímero”, va de la mano con el profesionalismo y el talento, el conocimiento y el carisma, y la personalidad de cada uno de los locutores de esta radiodifusora concebida y dirigida por la periodista musical Olivia Luna, una de las voces más autorizadas por su conocimiento y de las más queridas en el medio por su actitud rockera -a la que asociamos la libertad, lo genuino, lo espontáneo y lo creativo-,

reconocida por el liderazgo al frente de Ruido Blanco, además de contar con una trayectoria impecable en radio y televisión. Locutora, productora de radio y TV desde hace 27 años que:

“nació en México, D.F., el mismo año que Queen presentaba Bohemian Rhapsody, Led Zeppelin lanzaba su Physical Graffiti y Pink Floyd Wish you were here; que es lince, egresada de la UVM en

Satélite, Estado de México”; cuya labor periodística musical “se ha desarrollado principalmente en radio y medios digitales desde Órbita 105, Horizonte y 88.9 FM, entre otras, así como conductora de Canal Once y Telehit”, y que cuenta con “amplia experiencia donde ha podido entrevistar a los más importantes músicos y bandas nacionales e internacionales del rock en español, latino alternativo, así como a bandas emergentes y de la escena actual”. Reconocida con “Palma de Oro” del Círculo Nacional de Periodistas en 2024.

En la página web oficial de la estación, https://www.ruidoblanco.fm/, se lee lo siguiente:

“Ruido Blanco comenzó transmisiones como una radio online el 1 de septiembre de 2014, con el propósito fundamental de apoyar y difundir las propuestas musicales y alternativas nacionales e internacionales, al igual que promover voces especializadas y formar nuevos talentos en los circuitos de radio. En esta etapa logró ser el medio digital independiente más importante en México, teniendo una oferta programática destacada, entrevistas en exclusiva, así como coberturas de los festivales más importantes dentro y fuera del país.

[…] En 2019 y debido a la falta de espacios para difusión y desarrollo tanto de voces como de la escena alternativa actual, Ruido Blanco retoma su señal con una nueva propuesta de programación ahora como una plataforma Media Broadcast de Contenidos Digitales. […] Ruido Blanco se ha consolidado como una plataforma de radio streaming y contenidos digitales enfocada al rock alternativo y en español junto a su gran comunidad ruidosa, los seguidores, quienes son pieza fundamental para la continuidad, el crecimiento y poder seguir haciendo ruido”.

Como ruidoso, no tengo más que reconocer el aporte en cuanto a la difusión cultural que Ruido Blanco ha hecho, que ya ha dejado huella y es una de las mejores estaciones de su tipo en toda América Latina, orgullosamente de México para el mundo. Porque la radio de rock es cultura y transforma vidas. Y, como dice el lema del proyecto, por muchos años, sigamos HACIENDO RUIDO.

Ruido Blanco FM.
Olivia Luna, CEO de Ruido Blanco FM. Foto de sus muro de FB.

Flow, de Gints Zilbalodis

6 Por Adolfo Núñez J.

El cine de animación, a menudo categorizado (de manera errónea) como un género, ha permitido, en sus múltiples técnicas y manifestaciones, reflexionar sobre cuestiones e inquietudes inherentes a la experiencia humana. Pinocho (2022) de Guillermo del Toro, Mi amigo Robot (2023) de Pablo Berger y El Niño y la Garza (2023) de Hayao Miyazaki, son producciones que, en años

recientes, han fascinado al público por sus sendas meditaciones sobre las conexiones emocionales, el sentido de la existencia y la relación entre la vida y la muerte.

En 2024 se estrenaron tres filmes que destacaron dentro de la animación con características similares a las de los títulos mencionados: Memorias de un caracol, de Adam Elliot; Robot Salvaje, de Chris Sanders; y Flow, de Gints Zilbalodis. Sobre esta última, se trata de una producción originaria de Letonia, cuyo presupuesto limitado no es un impedimento para evidenciar una desbordante creatividad y admirable técnica en su animación, así como una profunda imaginación en el universo que se presenta.

Flow narra la historia de un pequeño gato de pelaje grisáceo que vive en una casa abandonada en medio del bosque. Un lugar que parece un santuario para gatos, lleno de dibujos y esculturas con figuras felinas, pero que el diminuto protagonista habita en completa soledad. Un día llega, de manera inexplicable, una gigantesca marea de agua inundando todo a su paso. En medio

de este enorme predicamento, el gato se verá obligado a subir en un deteriorado bote, donde compartirá espacio con otros animales que se irán sumando a la aventura: desde un despreocupado y somnoliento capibara, un nervioso lémur coleccionista de objetos, un adorable perro labrador, hasta una imponente ave de patas largas y plumaje blanco. Así se dará inicio a una travesía en la que este variopinto grupo deberá unirse para salir adelante ante los obstáculos y peligros que se les vayan presentando. Es por medio de este viaje que Zilbalodis propone, con imágenes de una belleza apabullante y sin una sola línea de diálogo, un poderoso mensaje sobre compañerismo, empatía y supervivencia. La película va hilando su narrativa a partir de diferentes desventuras entre sus integrantes, como caídas del barco, nuevos personajes, accidentes y malentendidos, hasta desembarcar en un espacio un tanto más complejo y que encuentra claras conexiones, tanto temáticas como estéticas, con el cine de Miyazaki. El cineasta plantea una clara ambigüedad en el universo que habitan los

Anora: un anticuento de hadas honesto y divertido

6 Por Francisco González Quijano

El 25 de mayo del año pasado, un jurado presidido por Greta Gerwig, la directora de Barbie (2023), Lady Bird (2017) y Frances Ha (2012), entregó la prestigiada Palma de Oro del Festival de Cannes a Anora, de Sean Baker. El premio y sus consecuencias hicieron un gran favor a numerosos cinéfilos que no conocían la obra de este director de 53 años, especializado en mostrar con honestidad las tragedias del capitalismo gringo a través de personajes marginales e “inmorales”, pero tremendamente humanos.

Anora transcurre durante las intensas semanas de una teibolera contratada por un multimillonario ruso, quien no tiene ninguna otra meta en la vida que despilfarrar y desmadrarse. Esta transacción permite a la chica vivir muchísimos lujos, empatía y cierta conexión con su cliente, que a su vez lo pasa genial hasta que se termina el hechizo. Sin embargo, Anora o Ani, como prefiere que la llamen, está lejos de ser una Cenicienta: es una mujer insolente, impertinente y empoderada que sabe hacer muy bien su trabajo. Sabe, también, que el dinero lo es todo en esta sociedad, todo, sin excepción. Ivan o Vanya, de cariño,

tampoco es un príncipe azul: es malo en la cama, inmaduro, está harto de su familia, no quiere crecer y lo único que sabe es que su dinero sirve para tener sexo, drogas, alcohol y videojuegos. La premisa de cuento de hadas que pudiera recordar a Pretty Woman (1990) se subvierte muy pronto con personajes propios de una estructura social-familiar que no funciona bien, que sólo deambula alrededor del dinero.

El primer acto de la película divierte por su ritmo y la experiencia de llevarnos de la mano de estos jóvenes a todos los excesos posibles. Termina con una boda en Las Vegas y los acordes de “Greatest Day”, de Take That, perfecta para musicalizar de manera emotiva un video de bodas. La ironía del “amor” se acaba pronto y es cuando aparecen unos rusos matones que, encomendados a anular el matrimonio y devolver a Vanya a su país, dirigen el tono de la cinta a una comedia negra a lo Tarantino, los Coen o los Safdie; pero la película es de Sean Baker y estos tipos no son sanguinarios, sino personas que, también, están haciendo su trabajo por dinero, lo único que nos mueve como sociedad.

El trabajo actoral protagónico de

protagonistas, dejando sobre la mesa algunas interrogantes y misterios (¿dónde están los humanos?, ¿qué es lo que produce la marea alta?) cuya resolución queda a completa interpretación del espectador. Aquí no es tan fundamental encontrar las respuestas que despejen esas dudas, es más importante mantener el impulso de seguir hacia adelante y, como lo indica el título, fluir ante lo inevitable de la vida. Aquí las expresiones del gato son, de manera instintiva, las que hablan por sí solas respecto a lo que se muestra en pantalla. Y es por medio de su mirada que se logra distinguir la desesperación, la resiliencia y la capacidad de empatía que siente el personaje hacia el resto de sus compañeros. En ese sentido, Flow es un relato que gira en torno a dos cuestiones universales: por un lado, la resignación ante las tragedias que no se pueden anticipar ni cambiar, y por el otro, la necesidad de integración hacia un grupo de pares dentro de un mundo que se desintegra lentamente. O, puesto en palabras de Juan Rulfo: “Nos salvamos juntos o nos hundimos separados”.

Mikey Madison (Scream, Érase una vez en Hollywood) y del ruso Mark Eidelshteyn (La tierra de Sasha) es tan destacable como la fotografía y puesta en escena de una película honesta que evita lanzar discursos o moralejas

Nominaciones al Oscar para Anora:

Mejor Película

Mejor Actriz: Mikey Madison.

Mejor Director: Sean Baker.

Mejor Actor de Reparto: Yura Borisov.

Mejor guion original: Sean Baker.

Mejor Montaje: Sean Baker.

sobre cómo debería portarse la sociedad. Al contrario, sus secuencias se encargan de transmitirnos distintas formas de dignidad… alguna puede ser compartir una sonrisa, otra romper a llorar.

Flow, de Gints Zilbalodis
Fotograma de Anora, de Sean Baker.

Desayuno en Tiffany’s, mon ku

Emilia Pérez: la gran ganadora de los Premios Lumières 2025

La noche del 20 enero del año en curso en el Forum des Images de París se celebró la 30 entrega de los Premios de la Academia de los Lumières. Estos son los galardones de la prensa extranjera especializada que vive en Francia sobre producciones o coproducciones francesas.

Era casi de esperarse que la película de Jacques Audiard, también nominada y ganadora de varias Palmas en el Festival de Cannes 2024, se llevara varias Luces -nombre del trofeo de los Lumières-, pero no se esperaba que arrasara con los dos principales: Mejor Película y Mejor Dirección. Normalmente los académicos en su selección y votación tratan de no concentrar premios en algunas cintas que ya han sido muy premiadas y que saben tendrán aún más premios, esto

con el fin de impulsar otras cintas. Pero en esta ocasión no se preocuparon y fueron unánimes.

Ya los que escribimos esta columna hemos dedicado un número especial para comentar la película de Audiard (ver la edición de La Gualdra, del 17 de junio 2024). Y ya, el que este texto escribe ha dicho, aunque ahora lo matizo, la película me incomodó por las costuras culturales que toda obra tiene; es decir, es muy complicado desvincular o evitar que permee el contexto social y político en el gusto de las obras. Pero la historia tiene, de toda evidencia, elementos increíbles: musical, narcotráfico, transexualidad, hablada en inglés realizada por un francés en México. Que quede claro, nuestras opiniones nada tienen de patriotismo ni de mexicanidad.

Lo que también celebramos es la

MEJOR FILME: EMILIA PÉREZ, de Jacques Audiard.

MEJOR DIRECCIÓN: Jacques Audiard, por EMILIA PÉREZ.

MEJOR GUION: Jacques Audiard, por EMILIA PÉREZ.

MEJOR DOCUMENTAL DAHOMEY, de Mati Diop.

MEJOR FILME DE ANIMACIÓN: FLOW, LE CHAT QUI N’AVAIT PLUS PEUR DE L’EAU, de Gints Zilbalodis.

MEJOR ACTRIZ: Karla Sofía Gascón, por EMILIA PÉREZ.

participación de Ignacio Chávez Rodríguez, zacatecano. Él participó en el equipo de asistentes de dirección con énfasis en la asesoría lingüística. Su función era apoyar en la puesta en escena de los aspectos lingüísticos durante el rodaje y la postproducción; colaboró con Audiard, las actrices, los compositores y los equipos de edición y sonido. Nacho me comentó, en un breve intercambio de mensajes para esta nota, sobre el éxito de la película ahora que están nominados a los Oscar:

“Me llena de satisfacción ver cómo el talento reunido en esta aventura ha logrado un impacto global, considerando la obra como única en su género. El compromiso, la pasión y la energía de todo el equipo son el reflejo de su dedicación

excepcional. Para mí, ha sido una experiencia invaluable, tanto a nivel profesional como humano, el haber formado parte de este proyecto”.

Y, para la anécdota, me invitó a hacer el doblaje de unas líneas que durarían 30 segundos: “Buenas tardes, ‘Antena 3’. Aquí estamos con la señora Pérez. Bueno, se dice que se trata de personas que fueron asesinadas por Los Globales, una de las bandas de narcotraficantes más poderosas de México. La región de Veracruz sigue siendo un sitio importante para el narcotráfico ¿Qué piensa usted al respecto, señora Pérez?”.

Iban a ser mis 30 segundos de gloria y fama, lamentablemente yo no estaría en Francia el día de grabación (o quizás mi voz no gustó).

MEJOR ACTOR: Abou Sangare, por L’HISTOIRE DE SOULEYMANE.

REVELACIÓN FEMENINA: Ghjuvanna Benedetti, por LE ROYAUME.

REVELACIÓN MASCULINA: Clément Faveau, por VINGT DIEUX.

MEJOR PRIMER FILME: VINGT DIEUX, de Louise Courvoisier.

MEJOR COPRODUCCIÓN INTERNACIONAL: LES GRAINES DU FIGUIER SAUVAGE, de Mohammad Rasoulof.

MEJOR FOTOGRAFÍA: Nicolas Bolduc, por LE COMTE DE MONTECRISTO.

MEJOR MÚSICA: Camille y Clément Ducol, por EMILIA PÉREZ.

Aquí la lista completa de los ganadores:

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