Revista La Linea. Pesca deportiva de ciprínidos

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Cebos y Engodos L as e c c i ó ns ed e d i c aar e p a s a rl aa d q u i s i c i ó n , e l u s oye l ma n t e n i mi e n t od et o d ot i p od ec e b o syd ee n g o d o s . Noe su n a s e c c i ó nf i j ap e r os í q u ee su n an e c e s i d a dc u a n d oe n t e n d e mo sq u el ai n f o r ma c i ó na p o r t a r án u e v a si d e a sol aa c l a r a c i ó n d ec o n c e p t o si mp o r t a n t e sat o d o sn u e s t r o sl e c t o r e s . E s t as e c c i ó n , av e c e s , s ec o n v i e r t ee nl oq u ed e n o mi n a mo sDo s s i e r s , c u a n d o , c o mol aq u ev e se ne l e j e mp l o , s ec e n t r a e nu nc e b omu yc o n c r e t oos et r a t ad eme z c l a sd ee n g o d o se s p e c í f i c a s .E ne s o smo me n t o sp o d e mo su t i l i z a rs u b t í t u l o s d es e c c i ó nd e lt i p od e“ Se g u i mo sMe z c l a n d o ” , e t c . E ne s t ec a s o , l af o t o g r a f í a , c o mos i e mp r e , v amu yc u i d a d ay , c u a n d oh a c e nf a l t ap a r as e ri l u s t r a t i v o s , s eh a c e nma c r o s d el o sp e q u e ñ o sd e t a l l e sp a r ap o d e rp o n e ral av i s t al oq u eas i mp l ev i s t an os ea p r e c i ap e r oq u ee l o j od el ac á ma r as í p u e d ev e r .


LOMBRICES MÁS ANTIGUAS QUE LOS PECES La evolución de los seres vivos en nuestro planeta es algo cuya demostración científica nos sorprende cada día más por lo tremendamente exacta que está llegando a ser gracias a las nuevas líneas de investigación en materias como la genética y la producción de sistemas de análisis cuya perfección incluso asombra. Sin embargo, cuando Charles Darwin estableció en 1859 su teoría sobre la evolución (El origen de las especies por medio de la selección natural, o la preservación de las razas preferidas en la lucha por la vida), casi se puede asegurar que lo hizo utilizando como única herramienta la observación ¿qué diría mi reverenciado Darwin si sólo pudiera ver un capítulo de C.S.I. hoy en día? Cuando los primeros peces que a nosotros nos interesan, es decir, los ciprínidos aparecieron, las lombrices, en el caso de las especies de lombrices más jóvenes, llevaban arrastrándose por la tierra, el lodo del fondo del agua y los musgos, alrededor de cuatro millones de años. Todo ello nos lleva a una conclusión bastante clara: ya los antecesores de nuestros ciprínidos tenían en su dieta a las lombrices como una de sus habituales comidas.

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Si a todo esto le añadimos los últimos experimentos realizados con ciprínidos donde se establece que, tras muchas generaciones alimentándose de una serie de “comidas”, el instinto les lleva a consumirlas de forma automática; si, además, en algunos casos hay tipos de bayas, frutas, semillas, etc., que algunos ciprínidos, los aislados en islas sobre todo, consumen mientras que si esas mismas “comidas” se les ofrecen a ciprínidos en cuyo lugar de susbsistencia no existen, son rechazadas, la conclusión es clara: todos los cebos que forman o han formado parte de la evolución de nuestros ciprínidos tanto aquellos que existen en cualquier punto del mundo (por ejemplo los gusanos de la carne), como aquellos endémicos, es decir, propios de una zona, son posibles cebos de los que hay que saber tres cosas: cómo adquirirlos, cómo conservarlos y cómo usarlos.

EL PESO DE LA TRADICIÓN Nuestro mundo de la pesca es traicionero. Hasta hace unos años, la mayoría de los pescadores, excepción hecha del listo de turno que

sabe más que nadie y es tan listo que hasta se lo calla, obedecían a patrones de uso muy compartidos en la zona donde cada uno pesca. De padres a hijos, de abuelos a nietos, de maestro a alumno y de compañero de pesca a compañero de pesca, se trasladan los usos y manejos de las técnicas y los cebos más adecuados. Esa tradición tiene un tremendo peso. Tanto es así que, por desgracia, aún hoy en día existen pescadores que se acercan a los ríos, riveras y lagos para pescar tal y como le enseñaron desde que empezó a practicar nuestro noble arte. Y, en muchos casos, de ahí el por desgracia, se niegan a usar elementos nuevos en sus técnicas o en sus cebos; incluso, yendo más allá, algunos consideran tonterías muchas de las innovaciones del mundo de la pesca. Simplemente cuando su método y sus cebos funcionan, se consideran grandes pescadores y cuando no funcionan, simplemente lo achacan a los peces porque “ese día no querían”. Y hay quien afirma ese “no quieren” aún cuando, sentado a su lado, hay quien se ha hartado de coger peces. Pues, nuestro querido cebo, del que tratamos hoy, ha sufrido el peso de las tradiciones más que ningún otro… y lo sigue padeciendo. Existe una tradición en la temporalidad del


uso de las lombrices. Esa tradición dice que es un cebo propio del invierno y parte de la primavera ¡Toda una estupidez! Existe otra tradición con el uso eventual de las lombrices. Esa tradición dice que, tras intensas lluvias que tiñan al río, las lombrices son, si no el mejor cebo, uno de los mejores. Y en esa tradición está presenta la lógica indiscutible porque, cuando se dan esas circunstancias, significa que el exceso de agua que la tierra ya no ha podido absorber, arrastra al río lombrices que, de otra forma, no habrían llegado a él; así mismo, otros tipos de lombriz que viven permanentemente en el lodo de pequeñas riveras o en la paz de las enconadas de aguas tranquilas de los ríos, han sido levantadas del mismo de forma brusca y arrastradas por la corriente para llegar a lugares donde habitualmente no están: por tanto, esta tradición es sabia y cargada de lógica. Existe otra tradición, esta muy trasladable a otros cebos, que consiste en asegurar que una lombriz se presenta mucho mejor cuando está entera o, si está partida, tapando todo el anzuelo y provocando con ello un engaño mucho mejor que si deja partes del anzuelo al aire y a la vista de los peces ¡Otra estupidez!

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Mientras que utilizar una lombriz, por ejemplo para pescar la carpa, que descansa en el fondo insertada en el anzuelo es efectiva cuando al moverla el pez, su instinto no le revela nada extraordinario, significará la picada, cuando la lombriz es pequeñita y está insertada a un anzuelo grandote, al moverla el pez observará un comportamiento extraño provocado por el peso del anzuelo y su instinto le hará rechazarla (excepción hecha cuando hay cientos de carpas en el puesto y la comida se pelea). Por tanto, esta tradición forma parte del desconocimiento sobre el comportamiento de todos los elementos de la presentación, que hasta hace poco se tenía de forma general y que, hoy en día, avanza a pasos agigantados gracias, entre otros, a los grandes pescadores de carp fishing, auténticos investigadores de hábitos de peces viejos y sabios en su instinto. Tras leer todo lo anterior, mi querido amigo, espero que concluyas en dos puntos interesantes y realmente ciertos, con lo difícil que es afirmar en nuestro deporte: las lombrices son parte de la dieta instintiva de los ciprínidos mucho más que casi ningún otro cebo; en segundo lugar, utilizarlas de acuerdo al peso de la tradición

que tú has recibido y que te rodea, rechazando por ello la prueba de uso, es autolimitarte de forma bastante inapropiada.

TIPOS DE LOMBRIZ No es éste el artículo idóneo para hacer una buena descripción y, en su día, cuando recabe toda la información de ello, se escribirá un especial sobre los distintos tipos. Aquí, hoy, nos debemos sólo a las generalizaciones, por tanto a veces incompletas, sobre los tipos de lombriz apuntando más a su uso que a la tipología en sí misma.

TAMAÑOS Y PESOS Una ventaja que tienen las lombrices es su peso. Una lombriz de tamaño mediano, es decir, entre cuatro y seis centímetros, pesa aproximadamente lo mismo que veinte a veinticinco gusanos normales de la carne o asticots o igual que diez granos de maíz. Esa misma lombriz pesa, aproximadamente, unas veinte veces más que un anzuelo del nº 10. Esto nos conduce a un punto interesante: el uso de las lombrices nos permite utilizar anzuelos de más tamaño que la media de los que usamos con otros cebos. Cuando se trata de carpas o barbos, hablamos de peces que, gene-

ralmente, acaban capturando este cebo cuando está posado en el fondo. Las dos especies tienen bocas diseñadas por la evolución para aspirar el cebo. Es en esa aspiración cuando necesitamos que nuestro cebo y su anzuelo tengan un comportamiento natural. Si exageramos el tamaño del anzuelo con respecto al peso de la lombriz, el instinto del pez hará que lo rechace incluso cuando ya lo tiene dentro de la boca. Si utilizamos un anzuelo excesivamente pequeño con una lombriz entera, no empeoraremos la presentación pero empeoraremos el clavado del pez. Por todo lo dicho anteriormente, la relación entre ambos elementos, lombriz y anzuelo, tiene

que ser la adecuada o, de lo contrario, sufriremos accidentes que supondrán no tener picadas o fallarlas o, en el peor de los casos, obtener clavados que se sueltan en la huída del pez o cuando en la fase final sometemos a más presión a la calidad del clavado. Obviamente, todo se hace más fácil cuando en lugar de pescar en aguas paradas, lo hacemos en medio de una corriente porque la oportunidad de capturar el cebo que tienen los peces es única en el caso de la corriente y si “se le pasa”, habrá otro compañero dispuesto a comerlo: su reacción será más violenta y ésto facilitará las cosas.

LOMBRIZ PARA CEBO El uso de una lombriz en el anzuelo da mucho más de sí de lo que algunos puedan considerar. Por ello, es bueno saber que existen alternativas que, a veces, acaban separando una situación de inactividad en las picadas de otra en las que, con ligeros cambios, llegamos a obtener picadas como ni siquiera imaginábamos antes de los mismos.

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COMBINACIONES Por extraño que pueda parecer, los peces, especialmente carpas, carpines y barbos, hay días en los que reaccionan mejor ante la combinación de la lombriz con cebos como el asticot o el maíz. La regla de relación entre peso total del cebo y tamaño del anzuelo debe mantenerse. A partir de que mantenemos la relación men-

cionada del peso del cebo y del anzuelo, entran en función otro detalle mucho menos importante pero, a veces, clave, no ya en la picada sino en la calidad del clavado: la posición. ¿Qué ponemos primero? ¿Es mejor anzuelar la lombriz primero y el grano de maíz detrás?¿Es mejor al contrario? ¿Tiene ventajas colocar primero la lombriz y luego uno o más asticots? La mejor posición es algo ocasional y lo que hoy ha funcionado mejor, mañana es al contrario.

Sin embargo, podrás ver en las fotografías que algunas posiciones tienen, en apariencia, ciertas ventajas. Las combinaciones, por cerrar el tema, en todo caso, suelen ser casi siempre, una solución o una mejora porque mostrar adecuadamente una lombriz sola casi siempre da mejores resultados, probablemente por ser más natural al instinto de los peces.


¿CÓMO ELIJO EL TAMAÑO? Esta tarea es, al menos de entrada, más fácil que las anteriores. Partimos de la base de no utilizar pruebas carentes de toda lógica. Usar lombrices muy grandes con peces pequeños es “meter los melones en el pajar” por una ventana cuando se puede hacer por una puerta. Los peces tienen unas capacidades de atacar a los cebos que van muy relacionadas con la especie y con el tamaño del cebo. Es cierto que carpas y barbos, ya desde muy temprana edad, atacan casi cualquier tamaño de cebo; a veces, incluso atacan cebos que ni les caben en la boca. Sin embargo, una cosa es lo que son capaces de hacer, que a veces depende directamente de la cantidad de peces que pelean por la comida y del hambre que tengan, y otra muy distinta utilizar el tamaño de cebo adecuado a la media del pez que buscamos. Lo que si debes recordar en todo momento es la relación que tiene el tamaño con el anzuelo porque eso será lo que te dé la mejor presentación del cebo. Sin embargo, la elección del tamaño de la lombriz, va en consonancia también con el cebado, capítulo del que hablaremos a continuación.

LOMBRIZ PARA CEBADO No te quepa duda alguna de que si se usan lombrices en el anzuelo pero su uso va acompañado de lombrices en nuestro cebado, la efectividad aumenta de manera asombrosa en muchas ocasiones y, en todo caso, la diferencia entre peces que están comiendo engodo que contiene el mismo cebo que usas en el anzuelo o lo contrario, es completamente distinta. Por mucho que, a veces, un cebo no introducido sea magnífico lo cual suele obedecer más a la presentación que al cebo en sí. Usar lombrices para el cebado supone, automáticamente, cortar las lombrices en trozos a los que no les debe quedar la capacidad de enterrarse porque, de lo contrario, tardarán desde unas décimas de segundo hasta un poco más en desaparecer de la vista de los peces, dependiendo el tiempo exclusivamente de la dureza del fondo del río. La forma de introducirlas en diferentes tipos de cebado te la explicamos mejor con fotografías y comentarios a las mismas.

¿CÓMO PINCHARLAS?

Los diferentes tipos de lombriz también tienen distintos tipos de piel, distinto tipo de alimentación y, por tanto, una vez que se las pincha o se las corta suelen dejar mayor o menor rastro. Ese rastro que, al aire lo podemos ver porque va desde un simple jugo incoloro hasta un jugo amarillento lleno de aminoácidos procedentes de su alimentación, en el agua es mucho más poderoso porque nuestros queridos peces tienen un sentido del olfato muy desarrollado en lo que a disoluciones en el agua se refiere. Las diferencias entre ellas también lo son en lo que a fuerza se refiere. Varía de unas a otras y supone que existen lombrices que al sufrir un pinchazo, no digamos ya un corte, se remueven en medio del dolor provocado por el corte. Algunas se mueven durante un pequeño tiempo mientras que otras son capaces de luchar por su vida durante bastante más tiempo. Generalmente la capacidad de resistencia tiene una relación directa con el medio del que procedan siendo mucho más fuertes aquellas que provienen de tierras muy duras y con mucho componente de arena, mientras que las procedentes de tierras blandas, si su alimentación no es muy sólida (estiércol, etc), suelen ser menos “combativas”. Todo esto supone que el hecho de pinchar o de cortar, no tiene el mismo resultado en unas que en otras y hay que considerarlo como otro detalle más a tomar en cuenta.

¿CÓMO CONSERVARLAS? La conservación de lombrices puede llegar a tener sentido o no. Si tu tioenda de pesca te las ofrece frescas cada semana y en la cantidad justa que necesitas, preocuparte de la conservación no tiene mucho sentido. Sin embargo, si, por las circunstancias que fueran, debes conservarlas, hay grandes diferencias que estriban todas en el tiempo que quieras conservarlas y en la comida que tengan en su cuerpo cuando inicias la conservación.

HASTA UNA SEMANA Conservar lombrices frescas durante una semana no tiene problema alguno: es tan simple como mantenerlas bien cerradas en la lombricera o gusanera y mantenerlas en sitio fresco que no supere los 20 grados, siempre a la sombra y en la oscuridad. Las lombrices no soportan la luz directa del sol, ni incluso sin sol. Una temperatura en la vasija en la que estén que supere los 25 grados, será suficiente para hacer que sus cuerpos

suelten todo el agua que tienen y se deshagan hasta incluso desaparecer y convertirse en la propia tierra o abono triturado que hay en su interior. Si tus lombrices tienen poca comida en su cuerpo, bastará con que, antes de cerrarlas en el bote les añadas una cucharadita de azúcar: cuando llegue la noche, removerán el contenido y convertirán ese azúcar en un alimento más que suficiente.

MÁS DE UNA SEMANA Mantener lombrices durante muchos días es fácil pero hay que ser cuidadoso: lo primero que necesitarás será algo más que la frescura que tengan dentro del bote, en tu bolso y en tu garaje. Necesitarás entrarlas en un frigorífico donde, a la altura de la zona destinada a las verduras, tendrán alrededor de 8 a 12 grados constantes de temperatura, más que suficientes para que inicien por sí mismas un período de aletargamiento durante el cual apenas si consumirán energía y aguantarán fácilmente hasta un mes si estaban bien alimentadas.

CRIARLAS Mantener un criadero de lombrices de tal forma que te sea fácil separar un cuarto de litro o medio litro para cuando las necesites (son muchas lombrices), no es tan fácil. En otros países donde el peso de la tradición es justo el contrario y veneran a la lombriz como cebo incluso hay casas comerciales que te venden el recipiente con las lombrices dentro y las instrucciones para que las críes sin problema pero, en todo caso, te surten de cantidades relativamente pequeñas. Evidentemente, si vives en una zona donde acaban de descubrir la lombriz (cosa nada infrecuente en España de cuando en cuando) para usarla en grandes cantidades, pues comprarlas es muy caro y criarlas es difícil si no tienes el espacio necesario. Su alimentación idónea se basa en cosas que no huelen precisamente a rosas y dan trabajo.

También hemos completado con fotografías diferentes formas de pincharlas solas y con otros cebos. Sin embargo, en este apartado nos gustaría hacerte una serie de consideraciones que te pueden ser útiles:

¿Acaso crees que una boca como ésta de una carpa de poco más de 1kg. no es capaz de tragarse una mezcla de cebos por grande que sea? En realidad, el secreto para que se lo trague está en la compensación entre el peso del anzuelo y el peso del cebo.

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