Las puertas de Huxley

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sobre autores y obras reconocidas

LiTeraTura

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Algo que los seres humanos compartimos como especie es la atracción que ejerce en nuestras mentes la muerte. La de Aldous Huxley resalta por su originalidad: desahuciado, pidió a su esposa que le inyectara una dosis de 100 mg de lsd para morir de manera lúcida. ¿Qué llevó al escritor inglés a tomar esta droga no sólo al final de su vida, sino durante gran parte de ella?

por Eduardo Hidalgo

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escendiente de una familia de hombres de ciencia e intelectuales, Aldous Huxley nació el 26 de julio de 1894 al sur de Inglaterra. De pequeño asistió al prestigioso Eton College. A los 16 años sufrió una grave enfermedad en los ojos que lo dejó prácticamente ciego durante algunos años; aunque el joven Huxley pudo recuperar su vista con ayuda de terapia, no todo el daño fue reparado, su vista había quedado mermada y nunca más fue la misma, lo cual resulta un tanto paradójico si tomamos en cuenta las potentes descripciones que hizo a raíz de sus experimentos sensoriales con lsd en su famoso libro Las puertas de la percepción (1954). En un principio, el autor de Un mundo feliz se interesó en la medicina. Pero pronto cambiaría de parecer y decidió estudiar literatura inglesa en el Balliol College de Oxford. Poco después de finalizar sus estudios, Huxley comenzó a escribir poemas, ensayos e historia. Pero lo que le ganó notoriedad en el mundo literario fue, sin duda, su papel de crítico de la sociedad inglesa de los años 20 con Contrapunto (1928), obra que, lejos de ser una novela histórica, relata de manera puntual la 1  El contrapunto consiste en combinar dos o más melodías sin perder la armonía. Huxley lo incorporó al plano literario al narrar simultáneamente varias historias sin perder el hilo conductor de la obra. Huelga decir que este artilugio ha sido utilizado y reutilizado en incontables libros y películas.

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transición de un periodo oscuro en la Inglaterra de la segunda década del siglo xx. Los personajes, empero, conservan el papel protagónico en la historia, sin menoscabo del contexto en que los sitúa Huxley. El título de la novela alude al método contrapuntístico de composición musical.1 La novela por la que más se le recuerda es, sin duda, la madre de todas las distopías: Un mundo feliz (1932).

¿U n mundo feliz ? La palabra utopía viene del griego οὐτοπία —οὐ , ‘no’, y τόπος , ‘lugar’; es decir, «lugar que no existe»—. El concepto fue acuñado por Tomás Moro en su famoso libro De optimo republicae statu deque nova insula Utopía, en el que el autor describe una isla que precisamente lleva el nombre de Utopía en la cual imagina una sociedad perfecta, totalmente distinta a la real. Sin embargo, lo que Aldous Huxley relata en su libro es más bien lo contrario: una distopía, es decir, un mundo en el que el estado totalitario controla la vida de los individuos y

iificci ira, Malusa —me dijo mi amigo Beto mirándome a los ojos, antes de que prendiéramos el que iba a ser mi primer cigarro de marihuana—, no te hagas ilusiones, los elefantes rosas que te han contado que se ven por efecto de la mota, son como Santa Claus: no existen. «Elefantes rosas», Malusa Gómez

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De su trabajo destacan las obras Ciego en Gaza (1936), Viejo muere el cisne (1939), Mono y esencia (1948) y La isla (1962), entre otras

en donde la felicidad sólo puede lograrse a través de la ingesta del soma, una droga de la que se sirve el gobierno para controlar a sus gobernados. A pesar de que la obra de Huxley no fue la primera en su género,2 se le recuerda como la más importante debido al impacto que tuvo en su tiempo y la popularidad que ha logrado hasta nuestros días. La destreza narrativa del escritor inglés y la inclusión del elemento genético en la historia —algo completamente inusual para la época— nos legaron una novela inmortal que ilustra la felicidad ficticia de los habitantes del estado mundial. La dichosa felicidad a la que alude el título en español3 efectivamente se logra. El precio, sin embargo, es costoso. La vida de los individuos sólo tiene sentido porque pertenecen al Estado que los controla. Los humanos son autómatas clasificados por rango cuyo destino es previsible desde el día de su nacimiento. La supresión de todo sistema moral y filosófico es evidente en los individuos del mundo descrito por Huxley. Entonces ¿cómo se logra un mundo feliz bajo tales circunstancias? La respuesta es sencilla: con drogas.

P onche de ácido lisérgico La relación de Huxley con las drogas psicodélicas no sólo quedó establecida por el papel que éstas tienen en su obra narrativa. Huxley fue un asiduo consumidor de lsd. Al principio se ofreció como sujeto de estudio y después del primer experimento continuó tomando esta droga de manera regular. De su experiencia con el lsd nació el libro Las puertas de la percepción (1954), en 2  Antes de Un mundo feliz, autores como E. M. Forster, G. K. Chesterton y Lord Lytton ya habían tratado el tema de las antiutopías. 3  Son curiosos los títulos de Brave New World —Maravilloso mundo nuevo— en otros idiomas: en francés es Le meilleur des mondes —El mejor de los mundos—; en italiano Il mondo nuovo —El mundo nuevo—; en portugués Admirável mundo novo —Admirable mundo nuevo—; en alemán Schöne neue Welt —Hermoso nuevo mundo—, por mencionar algunos ejemplos.

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¿Cómo me gustaría morir? Con o sin dolor, muerte lenta, rápida, durmiendo, en un accidente, en un orgasmo, etcétera, es una preocupación común

el que explica los efectos de la mescalina, principio activo del peyote. La percepción para él es arbitraria, en el sentido de que la realidad es impuesta por Occidente. Y al igual que su compatriota, el poeta William Blake,4 Huxley propone abrir esas puertas y contemplar la infinitud de las cosas. Mas no piense el lector que el consumo de lsd fue visto por Huxley como una manera de estimular el proceso creativo de sus obras narrativas. Para él fue más bien una experiencia que trasciende las palabras. Así lo expresó en una entrevista: «Para la mayoría de la gente es una experiencia sumamente significativa, y supongo que en una forma indirecta podría ayudar al proceso creador. Pero no creo que uno pueda sentarse y decir: “Quiero escribir un poema magnífico, así que voy a tomar ácido lisérgico”».5 Es natural la posición de Huxley frente a esta disyuntiva. Si la experiencia va más allá de las palabras, es indudable que lo que se vive bajo los efectos del lsd no se expresa en términos de lenguaje. Sin embargo, los recuerdos, una vez pasado el efecto, fueron recordados con exactitud y expresados en Las puertas de la percepción. Escrito a manera de ensayo, el libro expone de manera certera las alteraciones sensoriales que produce el consumo de ácido lisérgico. Como mero sujeto de estudio, Huxley relata lo que ve, escucha y siente en cada situación en que lo ponen a prueba; cómo escucha la música, cómo percibe el arte, cómo siente las texturas en su piel y, en general, cómo vive en el 4  William Blake (1757–1827). Célebre poeta, pintor y grabador inglés. Huxley tomó el título de su libro de un famoso verso de Blake que en este número elegimos para la solapa. [N. del E.] 5  José Luis González, El oficio de escritor; México: Ediciones Era, 1968; p. 144.

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lapso que le dura el efecto. En suma, se trata de una reivindicación del uso de las drogas alucinógenas como una vía, no para escapar de la realidad, sino para comprender esa otra realidad que, aunque pudiese pensarse aparente, es asible mediante la modificación de las estructuras mentales. Y permanece después de la experiencia. La de Huxley fue una vida dedicada a las letras y a la estimulación del pensamiento. Y a pesar del feroz crítico que se percibe en su obra narrativa, en persona fue alguien extremadamente amable y pacífico, realista y sensato, serio. Tal fue su amor por la pasividad que en el momento de su muerte, el 22 de noviembre de 1963 en Los Ángeles, California, eligió despedirse sin dolor y con la lucidez mental que le ocasionaba el ácido lisérgico. Su vida y obra tuvieron una decisiva influencia en la revolución cultural de la década de los años 60. Su crítica al capitalismo y su estatus de intelectual pacifista son prueba de ello. Nos queda pues la obra de este gran escritor como referencia y, ¿por qué no?, como una seria advertencia ante el mundo que se aproxima. Lo mejor, pensaría Huxley si estuviese vivo, sería evitarlo siguiendo su ejemplo pero, ¿acaso lo lograremos?

La dichosa palabra

Eduardo Hidalgo (Ciudad de México, 1982) es docente, traductor, locutor de radio y escritor. Es autor del poemario Cantos semánticos. Escuche Rock y Letras a través de www.conexionrock.com.mx, programa en el que comenta temas musicales y literarios. Sígalo en Twitter como @RockyLetras2

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