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Ahora o nunca
by La Mirilla
POR BELÉN FOURMENTFotos: Jessica Conde
En Twitter dice que escribe cosas y después las dibuja, pero para llegar a la simpleza de esa síntesis del presente, Nicolás Peruzzo tuvo que arriesgar, aceptar, frustrarse, transformar sus propias limitaciones y seguir adelante con eso como una ventaja. Hoy es uno de los historietistas uruguayos más prolíficos y una de las personas detrás de Bandas Educativas, el proyecto que a través del cómic se propone educar, y de eso charla con La Mirilla.
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Ahora o nunca. Nicolás Peruzzo tenía 29 años, la vida más o menos ordenada, un trabajo en el estudio contable de su padre y una carrera de Economía en marcha, pero no podía dudar más: había ganado el primer premio en el concurso de la convención Montevideo Comics, había obtenido una beca en Animation Campus y por la carga horaria, si quería hacerla tenía que poner en pausa sus otros estudios. No había tiempo para dudar: era ahora, o nunca. Nunca volvió a la facultad y hoy, ocho años después de aquel momento bisagra, es uno de los historietistas más ocupados del país —es guionista, ilustrador y editor en Ninfa Comics—, y uno de los creadores del proyecto Bandas Educativas que a través del cómic, genera contenido pedagógico para los escolares. Pero hasta tomar esa decisión, el camino fue lento y hay que decirlo, traumático. Nicolás empezó a hacer historietas en la adolescencia, a publicarlas después de los 18 años y a darle vueltas al asunto de hacer de eso un trabajo más o menos rentable de inmediato. “Pero yo veía gente más grande que yo, mucho más talentosa de lo que yo algún día podía llegar a ser, con un sueldo muy precario”, recuerda. Entonces el estudio contable era un destino obvio. El conflicto interno fue normal hasta los 27 años, cuando el apuro entró a ejercer presión. Ahí, Nicolás empezó a sacar historietas por su cuenta, a autoeditar fanzines y a repartirlos en las únicas librerías que en ese momento aceptaban comics; y se animó a competir en Montevideo Comics con lo que él creía era un trabajo “espectacular”: una especie de versión uruguaya de V de Vendetta que, después reconocería, era horrible. La frustración y el enojo de Nicolás por haber perdido fueron tales que al año siguiente volvió a competir en la convención, con una historieta en la que denunciaba a los jurados y decía “que eran todos unos hijos de puta”. “Y a los jurados les pareció muy chistoso y me dieron el primer premio”, cuenta con una sonrisa. Ahí vino Animation Campus, el adiós a la facultad, el ahora o nunca y el resto de la historia, en la que sus años de contable le han servido para darse cuenta “de toda la plata que nunca voy a ganar haciendo esto”. “Tuve claro cuando empecé a dedicarme a esto y a ser freelance, que yo iba a tener que generarme los proyectos. Que los iba a tener que salir a buscar, a vender, porque la idea de quedarte en tu casa esperando que me llamen, si bien suele pasar hasta ahora, sé que va a dejar de pasar”, admite y aunque sabe que siempre está la salida de la publicidad, un mundo que tanto no le interesa, prefiere no pensar en el futuro. Hay mucho de qué escribir y dibujar en este presente.