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It's a man's man's world
by La Mirilla
POR JESSICA CONDE
En las últimas décadas, el desarrollo tecnológico ha acaparado cada aspecto de nuestra vida y la evolución se da a pasos agigantados. En un mundo hiperconectado e hipertecnológico, las brechas sociales también crecen y la brecha digital de género plantea una pregunta: ¿cuál es el rol de la mujer en esta nueva era?
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Era el primer día de clase. Al salir del ciclo básico de Secundaria, tomé la decisión de dirigir mi carrera hacia el desarrollo de software y me inscribí en el bachillerato tecnológico, pensando en unos años ingresar a la Facultad de Ingeniería. Como en toda nueva etapa, la expectativa era grande pero la sorpresa ocupó rápidamente su lugar: apenas éramos dos las mujeres que formábamos parte de la clase, y un puñado más ingresaban junto a nosotras en esa generación. Eso fue simplemente una muestra más de lo que se replica a nivel mundial.
A lo largo de la historia -aún cuando abundan los ejemplos de la contribución femenina en el desarrollo de tecnologías que cambiaron el mundo-, las mujeres han sido excluidas del ámbito de la tecnología, considerado un campo estrictamente masculino y en el que predominan rasgos patriarcales. Desde pequeños, hombres y mujeres somos educados en base a estereotipos que sesgan nuestras elecciones ocupacionales. Y la investigación, el desarrollo y la ciencia son campos prácticamente vedados para las mujeres.
Un abismo entre nosotros
Si bien la tecnología no es el único ámbito en el que escasea la representación femenina, la brecha en el caso de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) es una de las más visibles. En Estados Unidos, menos del 20 % de los estudiantes de ingeniería son mujeres, número que se reduce al 14 % de ingenieras que forman parte del mercado laboral. En Silicon Valley, la meca de la tecnología, las cosas no pintan mejor. El porcentaje de mujeres en las principales compañías del sector no supera el 30 %. En Google, el 82 % de los empleados son hombres y en el caso de Apple, las mujeres representan un 22 % de la plantilla de empleados. Empresas como eBay, LinkedIn, Twitter o Facebook también integran la larga lista de la desigualdad en el mundo de las TIC. Además, únicamente el 3 % de las compañías emergentes (o
Parias
La falta de políticas promovidas desde los Estados y desde las compañías del sector no hacen más que profundizar las diferencias, y corremos el riesgo de convertir la igualdad en una utopía. En la actualidad, no solo hablamos de brecha digital -que, a grandes rasgos, hace referencia a las diferencias entre personas según su capacidad para utilizar las TIC de forma eficaz, debido a los distintos niveles de acceso a ellas, a la alfabetización y la capacidad tecnológica-, sino también de brecha digital de género: o sea, la diferencia entre mujeres y hombres en el uso de las nuevas tecnologías, que dificultan la plena inclusión femenina y la igualdad de oportunidades. Las tecnologías de la información y las comunicaciones representan un factor importante de transformación social, cultural, económica y política y, en la medida en que las mujeres sean excluidas de esta revolución digital, la visión de género quedará reducida, perpetuando estructuras machistas en todos los ámbitos de nuestra vida. Por eso, reducir la discusión a la cantidad -en términos de números y estadísticas- de mujeres que forman parte del desarrollo, de la toma de decisiones y del uso de tecnologías de la información, sería no ver el problema en su conjunto. Existen múltiples iniciativas hoy en día que pretenden, con y sin éxito, generar avances concretos en la inclusión de las mujeres en el ámbito de las ciencias y la tecnología. Pero la lógica de esos esfuerzos, en muchas ocasiones, carecen de una visión a futuro: se limita a atacar la problemática en algunas áreas, como por ejemplo el acceso a Internet y los elementos tecnológicos, o la cantidad de mujeres en cargos que impliquen la toma de decisiones, sin abordar la exclusión que sufren las mujeres de forma integral. La remuneración, el acceso al trabajo, el rol de la mujer como cuidadora en el hogar, las políticas en materia de educación, entre otros, son algunos de los temas que tanto Estados como organizaciones y empresas deben abordar de forma transversal para cambiar la estructura y disminuir la brecha.
El mundo se dirige hacia una economía digital, de la información y el conocimiento. Se estima que las TIC generarán, en los próximos años, más puestos de trabajo de los que se puedan cubrir. El mundo no puede seguir relegando a la mujer a un segundo plano porque se está condenando a sí mismo. Derribemos estereotipos. Empoderémonos de la tecnología e imprimámosle ese único, y tan necesario, perfume de mujer.