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El mundo de hoy necesita al Buen Pastor; necesita su presencia, su amor y sus cuidados, porque se está muriendo de sed. Abundan los
BÍBLICOS
POR DON JARO LA DILIGENCIA GENERA GRANDES SATISFACCIONES
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“Pero cuando llegó el empleado que había recibido las mil monedas le dijo a su jefe: “Señor, yo sabía que usted es un hombre duro, que cosecha donde no sembró y recoge donde no esparció. Por eso tuve miedo y escondí su dinero en la tierra. Pero aquí tiene lo que es suyo. “El jefe le contestó:
“Tu eres un empleado malo y perezoso, pues si tú sabías que cosecho donde no sembré y que recojo donde no esparcí, deberías haber llevado mi dinero al banco, y yo al volver habría recibido mi dinero más los intereses. Y dijo a los que estaban allí: “Quítenle las mil monedas y dénselas al que tiene diez mil. Porque al que tiene se le dará más, y tendrá de sobra; pero al que no tiene, hasta lo poco que tiene se le quitará”. (MATEO, 25:24-29)
Es muy humano y comprensible el deseo de tener bienes suficientes para vivir cómodamente con la familia, como humano es también el deseo de superarse y acumular riquezas para no tener preocupaciones por falta de comodidades futuras, y precisamente esos deseos de superación y acumulación de bienes generan disposición a sacrificios y privaciones con fines de dedicarse al estudio, a las investigaciones, al trabajo, a los oficios, a las artes y a un sin número de actividades que de alguna manera han de contribuir para alcanzar independencia económica. Por supuesto que cuánta mas diligencia se ponga en las actividades escogidas en la búsqueda de superación, mayores serán los logros a obtener; pero es lamentablemente desastroso, si por pereza o negligencia se dejan las atribuciones propias para que sean los demás quienes se encarguen de ellas, o peor aún, que se le dejen al jefe o patrón porque gana más o porque es el interesado, quien tenga que hacer lo que sea necesario para que las labores sean productivas. Toda persona nace con una dotación de inteligencia y habilidades que se desarrollan en la medida de su crecimiento, y de conformidad con los estudios y prácticas, descubre sus mejores tendencias en las que tenga que especializarse, porque precisamente las necesidades en el mundo son tan diversas y crecientes que demandan un sin número de especializaciones como también una inmensidad de fuerza laboral no necesariamente calificada. Cualquiera que sea la clase de trabajo u ocupación escogida para ganarse la vida o acumular bienes, debe ponerse mucho empeño en hacer las cosas lo mejor que se pueda, no por la remuneración o ganancia que se reciba a cambio, sino más bien por agradar a Dios, que es el dueño de todo, y que sabe perfectamente quien o quienes están dispuestos a hacer más y compartir más, y por lo mismo, dispone como, cuando y cuánto les confiará adicionalmente para que continúen administrando Sus bienes en crecimiento. La persona que no se esfuerza por desempeñar en buena forma sus labores, ya sea porque lo que le pagan es muy poco, o porque no quiere ayudar al rico a que se haga más rico, o porque simplemente el jefe le cae mal, sin darse cuenta, está desagradando a Dios, y eso provoca un estancamiento en su progreso que afecta al resto de la familia que de ella depende.
REFLEXIONES
Por: Padre Roberto Mena ST
“LA VOZ DEL PASTOR” (Juan 10,1-10)
En medio de tantas voces y tantos ruidos de la calle hoy podemos distinguir la voz de Cristo que se atribuye a sí mismo las características del buen pastor y que el pueblo reconoce como funciones divinas. Jesús es el Señor, y como tal es la norma de todo esfuerzo de realización humana; es el buen pastor que ha dado la vida por los suyos. Nosotros, sus ovejas, estamos llamados a escuchar su voz, a reconocer el camino de la vida y a recorrerlo con Él. Hermanas y hermanos:
1. Jesús es el pastor, pero también la puerta del redil. Puerta significa entrada, mediación: En un mundo que se plantea interrogantes urgentes, Jesús es la respuesta que da sentido a nuestra existencia, el maestro que nos enseña la auténtica verdad, la única puerta de acceso a la felicidad y a la vida. “El que entra por mí se salvará”, nos dice claramente. Entrar por esa puerta supone, no sólo la pacifica posesión de un certificado de bautismo, que es el sacramento de entrada en la Iglesia, sino oír su voz y seguirle. 2. El mundo de hoy necesita al Buen Pastor; necesita su presencia, su amor y sus cuidados, porque se está muriendo de sed. Abundan los asalariados que están con las ovejas por dinero, por intereses personales. Abundan los lobos que hacen estragos irreparables entre niños y adultos, en la televisión y en los medios de comunicación contaminados con basura y armas de destrucción masiva de valores, sin caminos de verdad y vida; lobos de corrupción, leyes que pervierten, políticos que implantan leyes de muerte. Abundan los pozos de aguas envenenadas de materialismo y consumismo. Abundan las ideologías vacías de sentido. Ahora más que nunca necesitamos rezar con el salmo: “El Señor es mi Pastor, nada me falta. Aunque vaya por cañadas oscuras, nada temo”.
3. Jesús nos conoce por nuestro nombre como el pastor a sus ovejas: Conoce a todas y a cada una, en sentido bíblico, es decir, con el corazón. “Con amor eterno te amé”. Para Dios no somos un número, somos un nombre y apellidos, un hijo. Cuando nos sintamos solos en medio de la multitud, pensemos en Aquel que nos conoce personalmente. No estoy solo en el mundo, hay alguien que siempre piensa en mí, que me ama, que me mira, que vive pendiente de mí. Decía con razón San Juan de Ávila “Sus ojos tiene puestos en sus ovejas. Y su corazón también. Mírenle ellas a Él, que Él mira a ellas”.
El momento en que los cristianos “escuchamos su voz” es en la Eucaristía. Allí ponemos atención a lo que nos dice y allí nos alimentamos con su Cuerpo y Sangre, cuando Él como Buen Pastor, “nos da la vida eterna”. Examinémonos para ver si somos “buenas ovejas”, buenos discípulos de Cristo, si tenemos una relación vital e interpersonal con él, no sólo creyendo en él sino siguiéndole e imitándole. Cristo nos dejó su ejemplo para que podamos seguir sus huellas. Que así sea. Padre Roberto Mena ST