Revista jiwaki 48 julio agosto 2013 (web)

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presentación Las políticas culturales municipales orientadas a identificar, destacar, valorar y difundir el patrimonio cultural de La Paz han determinado la creación de Jiwaki, que llega a su edición 48 en este mes de julio. A lo largo de sus ediciones, que son muestra de una continuidad inédita en nuestro país, esta publicación, ahora bimensual, ha logrado combinar la validez de sus contenidos con la calidad gráfica que se aprecia en cada número. A partir del año 2008, la Oficialía Mayor de Culturas ha concebido y trabajado esta revista con la convicción de que nuestra cultura es algo que debe enorgullecernos, de ahí el nombre de Jiwaki, que en aymara significa lindo. Comprende la visión histórica, a través de notas sobre nuestros destacados artistas e intelectuales paceños y bolivianos, nuestras antiguas prácticas y costumbres, la memoria visual del pasado de la ciudad, gracias a valiosos archivos fotográficos, hasta la presentación de nuestras expresiones contemporáneas. De esta manera, se articula la visión de la ciudad testimonio de la herencia aymara y criollo-mestiza, cuya impronta caracteriza también a la ciudad contemporánea, inclusiva de todas las raíces de Bolivia, al ser durante varios siglos el centro fundamental de la formación histórica del país. Por esta razón, es imprescindible el ejercicio de esa condición fundacional que nos caracteriza como centro del mundo andino y peldaño más alto hacia el futuro nacional. El ajayu paceño es pues, un elemento vital para construir el destino histórico con identidad y esto es inimaginable sin la valiosa acumulación que las culturas que conviven y se complementan en nuestra ciudad representan para este objetivo. Por ello, nuestro más cálido y afectuoso saludo a los trabajadores del arte y a quienes promueven nuestra riqueza cultural, a la que todos tenemos pleno derecho.

Luis Revilla Herrero Alcalde Municipal de La Paz


Pliegues eternos

FotografĂ­a: Victor Hugo Villareal M. Pendiente 45


presentación La entrega de Jiwaki correspondiente a julio-agosto, como en años anteriores, ha sido encarada con especial esmero, que, por lo demás, es ya una característica permanente de esta publicación. En Galería de Notables destacamos la prolífica obra del arquitecto Juan Carlos Calderón, quien durante las tres últimas décadas ha diseñado y construido los más hermosos edificios de nuestra ciudad. La montaña cuya belleza y majestuosidad hace que muchos se refieran a La Paz como “la ciudad del Illimani”, es motivo de un artículo que resume su génesis, información científica, características y significación. Respondiendo a nuestro interés por revalorizar el patrimonio paceño, proponemos un acercamiento a la histórica plaza Murillo, centro de la vida política nacional. Asimismo, una reveladora nota establece, a través de documentos y fotografías, la autenticidad de la estatua del prócer Pedro Domingo Murillo, echando por tierra interpretaciones sin fundamento. En la sección de crítica cinematográfica, Pedro Susz se ocupa del reciente estreno de la película El Gran Gatsby, del director australiano Baz Luhrman, basada en la novela homónima de Francis Scott Fitzgerald. Por su parte, Machi Mirón nos entrega una nota sobre el arte de la pintora orureña Agnes de Frank, que se desarrolla, en gran medida, en torno a la ciudad y la chola paceña. En Pan y Fósforos Oscar García nos dibuja, con calidad descriptiva y acento crítico, una vetusta tienda atendida por uno de los últimos beneméritos del Chaco. César Ríos Rojas, en Los cuernos de la luna, refiere su asombro y afecto por nuestra ciudad. Estos y otros materiales referidos a nuestro patrimonio, tradiciones, personajes y gastronomía llegan a nuestros lectores en este número bimensual, que rememora la gesta de julio, así como el nacimiento de nuestra patria, saludando a todos quienes comparten la experiencia de ser paceños y bolivianos.

Walter Gómez Méndez Oficial Mayor de Culturas


Los 150 años del

Himno Paceño Los himnos de cada país o región reflejan la belleza de cada territorio, muestran la cultura, rememoran parte de la historia, resaltan la lealtad o heroicidad de un pueblo, hablan de valores y patriotismo. Los músicos y poetas compositores de himnos inmortalizan en estrofas y música a su patria y sus habitantes. En esta edición rememoramos el sesquicentenario que este 16 de julio cumple nuestro “Himno Paceño” y, asimismo, rendimos homenaje a sus ilustres creadores, Ricardo Bustamante, autor de la letra, y Eloy Salmón, de la música.

sitarios en Buenos Aires. A los 18 años viajó a Europa e ingresó a la Facultad de Letras de La Sorbona de París, donde mostró singulares aptitudes para la literatura y la poesía. De regreso, desempeñó los cargos de Prefecto de los departamentos de Beni y La Paz, fue Ministro de Instrucción Pública, Presidente de la Municipalidad y de la Asamblea Constituyente de 1878.

Llegó a ser miembro de la Real Academia Española. Organizó centros científicos y literarios de meritoria trayectoria, como la “Unión Americana”, que lo designó su presidente. Entre sus composiciones poéticas se destacó su Epitafio Ricardo Bustamante nació en La Paz el 19 en el Mausoleo del Libertador Bolívar, que obde marzo de 1821. Cursó estudios preuniver- tuvo el primer premio en el concurso nacional

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convocado durante el gobierno del presidente Manuel Isidoro Belzu. Los críticos lo consideraron el más alto poeta nacional de su época. Falleció en Arequipa el 26 de septiembre de 1886. Eloy Salmón nació en Chulumani el 4 de febrero de 1842. Estudió en la Universidad Mayor de San Andrés, primero en la Facultad de Medicina y después en la de Derecho, donde se tituló de abogado. Ejerció por poco tiempo la judicatura y el profesorado, consagrándose íntegramente al estudio y cultivo de la música, arte en el que se distinguió mostrando excepcionales dotes. Obtuvo el más alto galardón por su composición musical del “Himno Paceño”, dedicada a la Unión Americana, cuyo estreno constituyó un jubiloso hecho ciudadano el 16 de julio de 1863. Entre su variada y múltiple producción musical merece citarse la sentida marcha fúnebre “Pablo Sotomayor”, compuesta en la memoria de éste pundonoroso militar asesinado un Viernes Santo por el presidente Mariano Melgarejo, lo que motivó las persecuciones del disgustado tirano al ilustre artista. La muerte de su esposa le afectó profundamente, falleciendo en La Paz el 4 de abril de 1889. El Himno Paceño

banderas nacionales. Más tarde, una multitud de aymaras con trajes festivos invadió las calles entorno a la plaza de Armas (actual plaza Murillo) con alegres bailes y música autóctona, dando inicio al espíritu festivo de la fecha. Los repiques de los campanarios de las iglesias anunciaron que la misa de gracias debía iniciarse. El reverendo obispo de la diócesis y todo el clero de la ciudad, autoridades civiles y militares, rectores, profesores, estudiantes y una inmensa concurrencia de vecinos de todos los sectores sociales, dieron a la ceremonia toda la solemnidad deseada. Terminada la ceremonia, la concurrencia se dirigió al salón de la Unión Americana, que se encontraba dentro de los predios de la Universidad Mayor de San Andrés (ubicado en el edificio del Loreto, sitio donde se encuentra actualmente el Palacio Legislativo). En ese salón flameaban los pabellones de todas las Repúblicas del Continente. En la testera se encontraban pabellones en triple unión: de Bolivia, Perú y México: al pie de ellos se leía una gran tarjeta que con grandes letras doradas decía: “Loor eterno a Juárez” (jurista considerado padre de la República Mexicana y primer mandatario indígena de Hispanoamérica).

Ricardo Bustamante obtuvo el primer premio en el concurso convocado por el Ateneo Literario, por sus marciales versos del “Himno Paceño”, dedicado en nombre de la Unión Americana, sociedad literaria de la que él era presidente. Los lauros de este certamen fueron compartidos con el músico Eloy Salmón, que obtuvo también un galardón por su composición musical. El “Himno Paceño” fue cantado por primera vez en un memorable acto literario musical que fue reseñado en “El Telégrafo” Nº 589, de 20 de julio de 1863, cuyos momentos sobresalientes relatamos a continuación.

Por fin dio inició el canto entusiasta que fue ejecutado a dos pianos por jóvenes estudiantes y varios alumnos de los colegios nacionales. El himno infundió en todos los corazones un entusiasmo patriótico recordando las glorias y desdichas que sobrellevaron nuestros protomártires en la gesta de julio y, asimismo, en la conquista de la independencia. Todos los asistentes prorrumpieron gritos de regocijo y entusiasmo, en vivas repetidas al presidente constitucional de México, Benito Juárez. Seguidamente se pronunciaron varios discursos enérgicos, interrumpidos frecuentemente con aplausos de júbilo y entusiasmo.

Al amanecer del 16 de julio de 1863 la columna municipal saludó la Efeméride Paceña con repetidas descargas de fusilería. Las casas y edificaciones públicas de la ciudad lucieron

Las descargas de fusilería, la música popular, el bullicio frenético del pueblo, fueron los elementos de esta gran fiesta civil. Alrededor de las tres de la tarde, las corporaciones se fueron retirando,

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por delante de un altar de la patria levantando Los versos originales del Himno Paceño en la plaza principal de la ciudad, en el que se encontraban los bustos de Bolívar y Sucre. Como homenaje a la memoria del ilustre poeta Ricardo Bustamante, publicamos los versos El himno fue cantado por primera vez en esa originales del “Himno Paceño”, que fueron pumemorable sesión, siendo después repetido por blicados por primera vez en el periódico La Voz las bandas militares en las calles engalanadas de de Bolivia, en la ciudad de Oruro el día 27 de fiesta y, de igual forma, fue coreado por el pú- julio de 1863; y, por una segunda ocasión, en el blico henchido de patriotismo, estremeciendo el homenaje de “Los Amigos de la Ciudad” al priaire diáfano y cristalino con sus acordes plenos mer centenario del “Himno Paceño”, celebrado de civismo. Desde entonces, los paceños hicie- el 16 de julio de 1963. Es de advertir que la letra ron suya la canción, por las radiantes notas de ha sido modificada en sus primeras estrofas y su melodía, la firmeza de su letra, la claridad de un verso del coro, eliminándose la mención a la significado y el fraternal sentido de sus estrofas. Unión Americana.

I La Paz que en este día se ostenta siempre ufana, la Unión Americana proclama con fervor Patriótica armonía de pueblos cuya historia ligada está en la gloria de su ínclito valor.

III Titánicos Guerreros del cielo como gracia, la invicta democracia nos dieron por pendón.

Si alguno hollar sus fueros intenta en lo futuro (Coro) será de bronce un muro Saludando de Julio el gran día que es del pueblo paceño el blasón de América la Unión celebremos con grata armonía de los pueblos hermanos la unión. IV De América el destino bendiga siempre el cielo II que aquí en su noble suelo Los timbres de su fama nació la Libertad. la América en su templo conserva como ejemplo de honor y de virtud.

Y al fuego que la inflama su suelo viendo hollado, se inspira en el pasado,

su heroica juventud.

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Y admire quien hoy sueña tenernos por esclavos de libres y de bravos

la historia ya inmortal.

V De Unión la santa enseña de hoy más el continente coloque allá en la frente del Andes colosal, Su cetro diamantino radiante en nuestras zonas deslumbre a las coronas que odiaron la igualdad.

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Los

Cuernos de la Luna cesár rojas ríos

El 2012 se fue. Pasó con sus 365 días. No está más, como ese cielo de velas incendiadas del domingo pasado sobre la Ceja de El Alto. Era como si un papiro se calcinara dejándonos luego los bordes oscuros de la noche. No estará más ya ese cielo que gritaba colores vivos en una ciudad callada, acurrucada sobre sus ilusiones y temores, de donde se levantan sus hombres y mujeres debajo de un cielo plateado que tiene una luz esbelta, fuerte, como una fragancia que te envuelve y te quema. Así es La Paz. Nada serena. Un caldero viviente. A veces hiriente por sus convulsiones y otras insultante por su pobreza. Las primeras van y vienen como olas de todas las estaciones; la segunda sangra en las villas, trepadas en colinas de miseria, también en las calles, cinturones grises que abren y cierran sus ojos al estruendo, la congoja y la fiesta. Aquí nunca se producen malentendidos, sólo personas que entienden el sentir de la gente. Los clamores internos. Los sonidos del alma, también del hambre. La Paz tiene su revés. Y su envés. Una zona mágica y oscura donde entra el hombre a cantar su poesía más íntima. Además, está el agua tibia de los besos de invierno. A pesar del frío, aquí igualmente los cuerpos bullen y se estremecen como tocados por las manos de santos voluptuosos escapados de las inquisiciones

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ibéricas. Y si bien no hay costa visible, es posible vivir en alta mar, en el oleaje de sentimientos regios. Aquí no existen actos decisivos, sólo treguas reiteradas. Nada avanza a paso firme: todo se negocia con la dejadez, el conformismo o la politiquería. Y en la intolerada sensación de la ciudad por ser mejor, más ordenada, menos ruidosa. Un inmenso oasis con sus palmeras de cemento. Pero más bien es un pulmón que respira contra viento y marea. ¿O quizá un bosque escorado en un altiplano de esperanza? No lo sé. ¿O sí? La historia que se siembra con el día a día, una mañana lo dirá. De frente y sin ambages; mientras tanto, miramos el horizonte aún sin flores amarillas, porque están dormidas en los pechos de todos estos hombres con sus largas inquietudes y sus manos encallecidas. ¡Pájaros de piedra! Las vértebras de la ciudad parecen rotas y sin brújula, pero haciendo equilibrios mortales siguen transitando los coches, de norte a sur, persiguiendo islas a la deriva. La Paz provoca, a veces, a correr hacia nuestra propia perdición, como un aparapita que teje y desteje su último entierro en la Ítaca de su único amor: el alcohol. Marinero, sin embargo, en tierra árida, cae del dolor y fuga. Nunca debería decirse dónde cada quien encuentra su concha de nieve, su celda dorada o su Illimani espléndido o dónde vaga su alegría nómada. Pero hacia allí va, en picada, zumbando como luciérnaga en un aire inmóvil. Siempre tuve la impresión que La Paz es un corazón que late, un peligro exquisito, un sonido irresistible. ¡Y un pensamiento de libertad!

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Cuando se acerca el alba o en los crepúsculos, se produce un espectáculo único en las alturas de la ciudad. Los paceños y no paceños, desde las calles, sus casas o lugares de trabajo, tienen la oportunidad de apreciar por unos minutos la maravillosa transición que el gran nevado experimenta, a través de diferentes tonos de arreboles en el blanco eterno de sus cumbres

de nieve y hielo. Muchos de los habitantes de La Paz están habituados a esa maravilla que asombra a los visitantes. El Illimani no es la más alta de las montañas de Los Andes, pero sí la más hermosa, fundamentalmente por la vista que ofrece a nuestra ciudad. Junto al Fuji Yama, que con su simetría suave y

Fotografía Alain Mesilli


extensa nos conduce a sentir la mística oriental, está el Illimani, que por el contrario nos arroja al sublime espectáculo de su intrusión poderosa y la esbelta armonía de sus formas, lo que lo ha constituido en una representación del espíritu del hombre andino. Por ello, se ha convertido en un referente inseparable de La Paz y está presente en su escudo de armas desde 1876. El Illimani es el guardián, testigo silencioso de la historia de los habitantes del valle de La Paz, desde el milenario Tiwanaku. Es un Achachila vital en los ritos del pueblo aymara, presente en las invocaciones de los yatiris y amaut´as El término Illimani tiene varios sentidos e interpretaciones. Unas se refieren al concepto de fecundidad, como “lugar de aguas fecundas” (Hila Umani); otras se refieren a su forma, como “cóndor real” (Jilla Maman). Otros sentidos del nombre hablan de su luz: “águila dorada”, “por donde nace el sol”, “el resplandeciente” (Hilla Amana), “por donde sale el sol” (Hille Mana). Asimismo, se dice que los antiguos aymaras le dieron diferentes nombres a sus cimas: a la cima izquierda la conocían como “Khunu Urucuncu” (oso de nie-

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ve); a la cima central la llamaban “Chapa Punku” (puerta de espuma); y a la de la derecha “Khunu Chaubiri” (mirador de nieve). Datos técnicos e históricos El Illimani es un plutón o stock granítico cubierto por nieve eterna y glaciares en su parte superior. Posee una altura de 6.462 metros, lo que la hace la montaña de mayor elevación de la Cordillera Real u Oriental (el Sajama posee la cumbre más alta de Bolivia, pero se encuentra en la Cordillera Occidental). Este macizo tiene más de ocho kilómetros de longitud y cuatro cumbres que discurren de norte-oeste a sureste y sobrepasan los 6000 metros. Se encuentra entre los grados 15 y 17 de latitud sur, y los 70 y 71 de longitud oeste. El Illimani está compuesto por rocas plutónicas (granodiorita y monzonita) con una edad de 25 millones de años. Su formación se ha debido a la conformación de la Cordillera Real u Oriental, producto de la presión del Escudo Brasileño sobre la placa de Nazca, que provocó el plegamiento de la corteza terrestre y el levantamiento del lecho marino, dando forma a la cordillera de

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los Andes y a su ramificación más importante: permanentemente se le hacen, y así Hillemana la cordillera Real u Oriental. quiere decir “cosa para siempre”, y desta causa los naturales la tienen en adoración”. La montaña se encuentra ubicada en el municipio de Palca de la provincia Murillo del depar- El 26 de octubre de 1678 comenzó a ejercer el tamento de La Paz. Preside como gran telón de cargo de Corregidor de La Paz el general Juan fondo el paisaje de la ciudad, desde donde se de Mesa Lugo y Ayala, Caballero de la Orden de la observa con sus resplandecientes y perfila- Calatrava. Durante su gobierno se descubrió dos picos asentados sobre una base de rocas, en las faldas del Illimani yacimientos auríferos cubiertos de nieve que cambia de coloración en proporciones industriales; su Corregidor, el constantemente, debido a las variaciones at- General Francisco García Tinoco, encomendó mosféricas y al movimiento solar. a las autoridades de La Paz la adopción de las primeras medidas para explotar sus riquezas. Las blancas cumbres o picos que forman el Illimani son conocidas con las siguientes denominaciones: Pico Khüm (norte), de 6.480 m.; Pico La minería fue una de las actividades preferidas del Indio (sur), de 6.450; Pico La Paz (centro) de de los españoles en el Perú, por lo que éstos 6.200; y Pico París (que no se distingue desde la estaban permanentemente alertas a toda noticia referente al descubrimiento de nuevos ciudad), de 6.131. yacimientos. Ante el anuncio del hallazgo de Entre las primeras referencias hispánicas escri- oro en el Illimani, los ibéricos de todo el distrito tas sobre el Illimani, se encuentra la descripción se hicieron presentes en busca de la codiciada y relación de la ciudad de La Paz de 1582, escrita fortuna. De esta manera, surgieron paulatinapor Diego Cabeza de Vaca. El autor refiere: “Hay mente más de 40 vetas de explotación. Sin emotra adoración que se llama Hillemana [Illima- bargo, al efectuarse las primeras explotaciones ni], ques una sierra alta cubierta de nieves que se lamentaron accidentes y muertes.

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En 1648, justamente el año del primer centenario de la fundación de Nuestra Señora de La Paz, el pico norte del Illimani se resquebrajó y desplomó. Este movimiento geológico fue tan intenso y estrepitoso que los habitantes de la ciudad escucharon claramente el ruido producido por el derrumbe de las rocas en los barrancos. Ante la creencia de que el Illimani era un volcán que entraría en erupción, muchos aterrorizados paceños se apresuraron en organizar procesiones y plegarias públicas, viviendo horas y hasta días de angustia. Desde la segunda mitad del siglo XIX no se presentaron intentos de explotación minera en el Illimani; sin embargo, se fue haciendo cada vez más latente el deseo de escalar la montaña, hazaña llevada a cabo sólo por extranjeros. Por otro lado, se dice que los aymaras tenían temor a escalar la montaña, ya que existía la creencia de que muchos que se aventuraron a subir más allá del límite señalado jamás regresaron. Primeras ascensiones

dígenas ascendieron por primera vez al Illimani, sin llegar a la cumbre, a una altura de 20.112 pies. Plantaron una bandera francesa y bautizaron a ese pico nevado con el nombre de “Pico de París” (El Diario, 17 de julio de 2012). La primera persona en alcanzar la cumbre del Illimani fue el historiador de arte y montañista inglés William Martin Conway, primer Barón de Allington, enviado por la Real Sociedad Geográfica de Londres, que deseaba dedicar una especial exploración de los Andes bolivianos. El 9 de septiembre de 1898 Conway ascendió el Illimani y, a 20.700 pies sobre el nivel del mar, encontró un pedazo de soga de artesanía indígena. El 29 de mayo de 1916 los excursionistas alemanes Adolfo Schulze, Eugenio Bengel, Rodolfo Dienst y Eduardo Overlack alcanzaron el pico más elevado del Illimani, convirtiéndose en los segundos en alcanzar la cima del majestuoso coloso.

El 19 de mayo de 1877, el explorador francés En marzo de 1940, en plena Segunda Guerra Charles Wiener, el peruano José María Ocampo, Mundial, los alemanes Wilfred Kuchman, Fedeel barón Jorge de Grumkow y algunos guías in- ric Fritz y Rodolfo Boettger ascendieron hasta

“Illimani y la Kantuta” obra de Arturo Borda, óleo El montañista inglés William Martin Conway, primesobre cartón. ra persona en alcanzar la cumbre del Illimani.

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la parte más elevada de la cumbre del Illimani, (donde se destaca el genio de Arturo Borda) e donde colocaron una gran bandera con el sig- investigadores, tanto bolivianos como extranno de la esvástica nazi, que por entonces era la jeros. bandera alemana. Nieves eternas y cambio climático En 1943, los alpinistas alemanes Wilfrid Kühm y Heins Garhmann intentaron escalar tres Estudios científicos del Instituto de Investigapicos del Illimani; sin embargo, no lograron ción para el Desarrollo (IRD) de Francia, realiatravesar la cumbre noreste y encontraron un zados en 2010, aseguraron que los grandes trágico final: se perdieron recorriendo el neva- nevados andinos, como el Illimani, no desapado, a pesar de que las condiciones climáticas recerán en los próximos años, debido a la gran eran favorables. consistencia de masa de nieve que poseen. Maxime Litt, glaciólogo investigador del IRD en En 1952, Hans Ertl y Gert Schroeder decidieron Bolivia, afirmó que los grandes nevados como alcanzar esa cima. Como homenaje póstumo el Huayna Potosí, Illimani, Illampu y otros que a los dos alpinistas desaparecidos, Ertl resolvió están por encima de los 5.400 metros sobre el darle el nombre de su amigo Kühm al Pico Nor- nivel del mar no se encuentran en peligro, ya te. Ese mismo año, la alemana Milli se convirtió que conservan una consistente masa de nieve en la primera mujer en ascender al Illimani: lle- y hielo en su parte superior. Sin embargo, no gó hasta 6.000 metros de altura. corren la misma suerte los glaciares pequeños que están situados por debajo de la medida suEl 31 de diciembre de 1984, un vuelo de Eastern perior indicada. Airlines, salido de Asunción con destino a Miami, se precipitó en el Illimani. En este accidente *Fragmento de la publicación del mismo título, a fallecieron veintiocho pasajeros. Los primeros cargo de Fernando Lozada y Randy Chávez, que la restos de la nave fueron encontrados el 4 de Oficialía Mayor de Culturas publicará en breve. enero de 1985, por el andinista boliviano Bernardo Guarachi. En 1987, los arqueólogos José Huidobro y Johan Reinhard, junto a un hilacata y un yatiri de Kohoni, ascendieron a la ladera suroeste del Illimani, hasta una altura de 4.500 a 5.000 metros sobre el nivel del mar, con el fin de documentar un ritual aymara que se desarrolla anualmente los días 6, 7 y 8 de septiembre. En esta ascensión se localizaron terrazas artificiales o andenes en el lugar conocido como Lekelekeni. Asimismo, a una altura de 4.550 metros sobre el nivel del mar, se ubicaron veintiséis construcciones cuadrangulares, rectangulares y una circular. Se cree que en este santuario se encontrarían enterradas momias pertenecientes a una época anterior a la Inca, posiblemente tiwanakota (El Diario, 27 de noviembre de 2012). El Illimani forma parte del Patrimonio Natural Boliviano. Su resplandor, belleza y fuerza telúrica ha cautivado a escritores, músicos, pintores

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ARTENAZO

EL U n a

n u e v a

p r o p u e s t a

“Todos nos hemos bajado a mitad de la calle alguna vez, hemos hecho parar el minibús en lugares no autorizados o botado la basura en cualquier parte, así que: ¡todos nos merecemos un zartenazo!”. Con esta declaración, Clara, una mujer de pollera, conductora del programa de televisión El Zartenazo, no tiene la más mínima intención de castigar al ciudadano. Por el contrario, pretende sensibilizar a las personas para que caigan en cuenta de sus actos

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e d u c a t i v a

y procuren tener una ciudad más ordenada en todo sentido. El nacimiento de esta nueva producción nacional se remonta a dos grandes hitos: el primero tiene que ver con la previa aparición en varios capítulos de la miniserie Zeta -en su formato televisivo-, en el que se muestra un show televisivo dedicado a descubrir al público una realidad paceña que necesita ser atendida por sus habitantes para mejorar. Críticas constructivas y propuestas públicas son parte del compromiso latente de los participantes de este show.

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El segundo hito da continuidad a un espacio estratégicamente rescatado para acompañar la emisión televisiva del Zeta a través de cápsulas radiofónicas difundidas en las principales emisoras de la ciudad. Estas cápsulas logran una audiencia alta y significativa, debido a la interacción de los locutores con la ciudadanía en discusiones sobre la temática abordada semanalmente en la miniserie. Bajo la semilla del Zeta

Zeta y que conserva parte importante de su equipo. Es el caso de los realizadores Fernando Vargas y Verónica Cordova, director y guionista de la miniserie, respectivamente, que se encargarán de las mismas áreas en esta nuevo producción televisiva. Asimismo, se integra al equipo Érika Andia, actriz integrante del elenco del Teatro Duende desde hace dos décadas. Además de su trabajo sobre las tablas, Andia es conocida por sus papeles en las películas ¿Quién mató a la llamita blanca? (2006) y Campo de Batalla (2011), ambas filmadas en Bolivia.

Zeta es la primera miniserie de cultura ciudadana del municipio paceño: una propuesta audiovisual, radial y en formato cómic, creada con el fin de cuestionar, hacer reflexionar y sensibilizar acerca de las actitudes que determinan una buena convivencia en la ciudad de La Paz. Andia tiene el papel de Clara, una mujer emprendedora que, gracias a su esfuerzo, es conLa necesidad de construir una ciudad más ductora del programa de televisión “El Zartenaordenada, segura, limpia y sin riesgos fue la premisa central de este emprendimiento edu- zo”, espacio que permite al ciudadano dar su cativo producido por el Gobierno Autónomo opinión sobre problemas que aquejan a La Paz, Municipal de La Paz (GAMLP), a través de la diciendo las cosas claras y proponiendo soluDirección de Cultura Ciudadana (DCC) y la pro- ciones conjuntas. ductora audiovisual Imagen Propia. Tras haber vivido en carne propia el sufrimienHistorias de ficción retrataron el comportato de perder su hogar en los deslizamientos miento de los habitantes de La Paz en su cotidiano vivir y, bajo la frase “Dos minutos bastan ocurridos en la ciudad de La Paz a causa de para ser un héroe”, Zeta -el personaje principal- las lluvia, el año 2010, el personaje muestra un afirmó su compromiso para mejorar la ciudad lado humano basado en la resiliencia o el saber con sus acciones y, de esta manera, demostrar reponerse ante hechos adversos. Su carácter a la gente que ser héroes ciudadanos toma -enérgico, directo y que incita a la reflexión- es muy poco tiempo y esfuerzo. el elemento más cautivante en su participaSe difundieron cuatro temporadas televisivas ción en el programa. de la miniserie, acompañadas de la publicación de un cómic y la emisión de un programa Rodaje, contenidos y emisión radial. Además, la propuesta se difunde a través de una página web y redes sociales como Fa- Lanzado bajo el género de revista educativa, cebook, Twitter y YouTube. El Zartenazo conserva la línea, el estilo provocador y la espectacularidad del programa ficUn equipo de primer nivel ticio mostrado en la miniserie Zeta. Su formato Elementos actorales jóvenes y un equipo 100% combina el show de variedades y el talk show, profesional se unen para realizar esta produc- con el fin de entregar a la audiencia un conteción nacional surgida a partir de la miniserie nido educativo basado en el entretenimiento.

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El guión preparado para cada episodio presentará y desarrollará una temática principal y una secundaria, contemplando los cinco ejes con los que trabaja la Dirección de Cultura Ciudadana del Gobierno Autónomo Municipal de La Paz: “La Paz limpia y sana”, “La Paz segura”, “La Paz en orden”, “La Paz sin ruido” y “La Paz alerta”; además del Programa de la Felicidad y la visión que la gestión municipal actual encara hacia el año 2040. Felicidad, seguridad, prevención de riesgos, tráfico y vialidad, formarán parte del contenido abordado a lo largo de los veintiún programas que integrarán las cuatro temporadas del programa. Los capítulos tendrán una periodicidad de emisión semanal y una duración de 27 minutos cada uno. En este camino, distintas fundaciones e instituciones comprometidas con la ciudad, como el Plan de Acción DIPECHO para América del Sur y el Gobierno Autónomo Municipal de La Paz, entre otras, harán posible su realización, programada para el mes de julio de 2013 y que se prolongará hasta junio del 2014. La particularidad de esta producción, en cuanto a elementos y recursos utilizados por la productora Imagen Propia, tiene que ver con la implementación de efectos visuales

impactantes, plasmados a través del uso de la técnica audiovisual denominada chromakey, consistente en la grabación de escenas con los personajes sobre un fondo verde para luego sobreponer éstas a otras imágenes en movimiento. La inclusión de elementos que añaden valores de producción, como entrevistas, video clips ilustrativos, concursos, cuerpo de baile y sketchs, entre otros, le dan al programa una variedad única, que es posible gracias a la interacción entre la presentadora y su asistente, entre la presentadora y la audiencia presente en el estudio. La utilización de un lenguaje fresco, con modismos paceños y la inclusión del humor y la provocación durante todo el programa, también son elementos que lo caracterizan de manera importante. El Zartenazo será transmitido a través de las señales abiertas y de cable de la Red ATB, llegando a los paceños los domingos desde las 20:00 hrs. (con repris los sábados por la mañana). Estos horarios estelares forman parte de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) de este medio de comunicación, con lo que se pretende lograr un alcance e impacto significante en la población a nivel nacional e internacional.


L A

P A Z

Agnés Y

S U

G E N T E

E N

L A

MACHI MIRÓN

Seguramente andábamos a fines de los años 70 cuando visité una exposición de la entonces más reciente obra de Agnés de Frank, en la que se reflejaba la vida que bullía en La Paz a través de sus ferias, de su gente. Me llamó la atención un cuadro que mostraba una de las típicas protestas obreras donde los manifestantes habían extendido un cartel llamativo que rezaba “Muera el Goni”. Esto era algo muy curioso, pues en esa época, dado que don Víctor Paz Estenssoro todavía gozaba de buena salud, ese personaje aún no había llegado a la notoriedad que alcanzó como el líder de su partido que fue años después.

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Alguien me contó que don Goni había buscado a Agnés para ofrecerle la compra del cuadro, aunque la condición era que cambiara la palabra “muera” por “viva”, algo que ella no aceptó. En verdad, menciono este hecho para remarcar algo que siempre me llamó la atención en la obra de esta artista, cuyo nombre era Inés Ovando Sanz de Frank, nacida en Santa Cruz, aunque de origen orureño. Era notable su capacidad para plasmar en sus cuadros la cotidianidad de las calles de La Paz y su gente, aunque un detalle inherente a esos cuadros era aquel humor etéreo, casi impalpable, que emanaba de ellos. Todo esto viene a cuento porque en febrero pasado la noticia de su muerte nos entristeció a todos. Agnés había fallecido en Río de Janeiro, Brasil, donde residía con su hijo. Tras la muerte de quien fuera su compañero de muchos años, Jacobo Frank, ella quedaba sola en La Paz, una situación bastante complicada dado que –más allá de sus 97 años, que no habían hecho mengua alguna en su lucidez ni su capacidad creativa– hacía muchos años tenía a ciertas complicaciones óseas en sus caderas. Por esta razón, supongo, su hijo Ramiro –fruto de su primer matrimonio con el pintor Jorge de la Reza, muerto en 1958– decidió llevársela a Brasil para tenerla cerca y brindarle la atención que ella requería. La obra de Agnés estaba marcada por un tema: las imágenes de las calles paceñas y, sobre todo, su gente. Ella concebía que el arte dependía únicamente de la observación, por lo que el elemento creativo básico en un artista es salir a las calles, a los mercados y a los tambos para observar la vida que gesta toda la gente que por allí transita. Ése era el elemento con el que ella alimentaba su obra, donde plasmaba toda la riqueza cultural que se genera a través del trajín de las caseras. Tengo a mano una obra suya, titulada La Virgen de la coca, donde detrás de varias hojas de coca se perfila la imagen de una mujer que lleva una guagua cargada en sus espaldas.


Recuerdo algunas charlas con ella en las que confesaba su aspiración por crear una serie de pinturas cuyo tema sean los desnudos de cholas, tema un tanto difícil dada la gran dificultad para hallar a las modelos dispuestas a posar para tal cometido. Contaba de la propuesta que le hizo a su empleada para que posara para ella. La respuesta fue sencilla: “¡Para qué pues, señora, igual nomás me vas a pintar!”. Su empleada tenía razón: la artista utilizó para gestar esa serie de desnudos su capacidad de observación, a la que le agregó su gran imaginación. Su sueño de tener como modelo a la caserita que vendía fruta allá en la esquina de su casa fue reemplazado por su capacidad creativa, su imaginación y su cariño por esas mujeres que inundan las calles de La Paz. Agnés pasó su niñez y juventud en Cochabamba, donde se gestó su arte creativo. Luego, viajó a Santiago de Chile para estudiar medicina, pero algunas dificultades para su inscripción la llevaron a incorporarse a la Escuela de Bellas Artes de esa ciudad, donde comenzó a trabajar en las técnicas de la caricatura y el retrato. En esos andares, habría conocido a quien sería su primer marido, el pintor Jorge de la Reza, quien seguramente –a través de su propio trabajo– ayudó a cultivar el afán creativo que bullía en el alma de la artista. También imagino que la influencia de su compañero fue vital en su decisión de adquirir las técnicas necesarias para formarse como pintora, además de alimentar su cultura pictórica en los recorridos por el mundo que realizó con él. En algún momento, la pareja decidió radicar en La Paz, ciudad que se había convertido en el centro creativo y laboral de Jorge de la Reza, quien era además director de la Escuela de Bellas Artes. Seguramente fue entonces que empezó su romance con las calles de esta ciudad, con sus tambos, con su gente… En los años 80, junto a una cincuentena de artistas locales, recibió la invitación del gobierno de Yugoslavia para el envío de una


obra, algo que no despertó mayor interés en ella. Sin embargo, una tarde que se encontraba en su estudio, la luz del sol le señaló un cuadro al que los rayos del atardecer modificaban algunos matices. Esto le llamó profundamente la atención, por lo que decidió hacer algunos cambios en el cuadro y así responder a la convocatoria del gobierno de Yugoslavia. Tambor de coca, una pintura que muestra a una chola velando una carga de coca, fue elegida como la mejor entre todas las obras solicitadas, para luego ser impresa en un sello postal de ese país. Poco después vendría su serie de las mariposas. Aquellas mariposas cuyo colorido tiene mucho que ver con las polleras y mantas de tantas señoras que se desplazan por nuestras calles. Ella rememoraba las veces que ella se había encontrado detrás de una chola, observando su andar. No era sólo el colorido de la ropa, también la cadencia de aquellos movimientos en el andar, el revoloteo de aquellas polleras anchas, lo que llevaba a la artista a comparar a esas transeúntes con coloridas mariposas dispuestas a levantar vuelo. La imaginación de la artista había convertido a esas personas

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en una imagen etérea, la de una mariposa dispuesta a posar en los pétalos de una flor. Quien visitara su departamento en la parte alta de la calle Nicolás Acosta, encontraba dispersas por toda la casa imágenes y figuras de vacas. Alguna vez me confesó que su afición por las vacas había nacido cuando su marido y compañero, Jacobo “Pato” Frank, le reprochaba por algo, asegurando que “ya parecía una vaca”. Seguramente -dada las complicaciones que en los últimos años tenía en la vista, algo que la fue alejando de la pintura- fue la afición por esas vacas lo que la llevó a elaborar tres libros, en los que, además de textos llenos de humor, destacan sus dibujos. Monos y monas, Vida de vacas y Las moscas son los tres libros que enriquecieron el legado que Agnés dejó para La Paz. Son muchas las imágenes creadas por esa mujer admirable que revolotean por mi memoria. De todo aquel paisaje paceño, de las calles de Sopocachi que, según aseguraba, por las tardes se tiñen de amarillo, me queda el batallón de vendedoras de múltiples mercancías que se guarecen bajo los toldos infinitos de algún mercado paceño, tiñéndolo todo de ternura.

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llauch’as Concepción de las Nuestra Señora

Tiene mangas postizas, como las que usan los cajeros de los bancos o los bibliotecarios. Son azules y se amarran en ambos extremos. Está sentada detrás de una batea de metal pintada de celeste. Debajo de la batea coloca una plancha de metal con carbón encendido, que mantiene a las llauch’as calientes. Entran en la batea cien de estas suculentas empanadas, cubiertas de papel de embalaje y telas. Cada vez que se acerca un cliente, ella descubre el papel y las telas y acomoda un pedazo de papel sábana dentro de una bolsa, donde coloca la llauch’a caliente.

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“Antes eran cincuenta cafeteros. Ahora sólo hay ocho”, recuerda doña Concepción. En la década de los 60, las cosas eran distintas en La Paz, incluso los desayunos. En esos años, los cafeteros que llevaban desayunos a distintas oficinas del centro llegaban al punto de venta de api con llauch’as del callejón ubicado en la avenida Mariscal Santa Cruz, a pocos pasos de la esquina con la calle Colombia, donde ahora está el garaje de la Cámara Nacional de Comercio. Allí trabajaba doña Concepción con doña Juana Gutiérrez, una de las primeras mujeres que horneó las famosas empanadas en La Paz. Concepción empezó a trabajar con Juana en la venta de llauch’as a los diecisiete años. “Antes nos faltaba manos para vender. Vendíamos con soldados para que no nos engañen. La cola de gente era inmensa. Por eso los del regimiento nos conocen hasta ahora, aunque algunos se han muerto también”. Concepción se refiere al Distrito Policial 1, ubicado en la calle Almirante Grau, que prestaba soldados para colaborar en la venta del comedor de doña Juana. Aunque doña Juana murió hace casi diez años, Concepción sigue vendiendo las llauch’as de su horno, ahora a cargo del hijo. Desde hace cuarenta años, Concepción vende llauch’as en la calle Almirante Grau. “Antes vendía acá arribita, en la casa de don Alberto. Hace unos quince años estoy vendiendo acá”. El lugar: Almirante Grau 248, entre México y Cañada Strongest. Desayunos siglo XXI

Con combo y a la vieja usanza, la venta funciona así: Concepción instala el puesto de venta en la calle desde las siete de la mañana, junto a su hija Dolores. Ella se encarga de abrir el local al interior de la casa. Va y viene de un punto de venta a otro, hasta el cierre de la jornada, cerca de las once de la mañana. Concepción se encarga de la venta en la calle, sin abandonar en ningún momento el puesto. Otra es la historia de los cafeteros que llegan al puesto de venta de Concepción las mañanas de todos los viernes. A algunos de ellos, la llauchera los conoce desde hace más de tres décadas: antes, la fila de estos caminantes conocedores de las oficinas paceñas era larga; hoy, los cafeteros llegan poco a poco. El gremio se ha reducido notablemente. Sin embargo, este oficio mantiene alguna especie de vigencia. “La señorita que se acaba de ir lleva llauch’as hasta el colegio [San Ignacio de Loyola], en Següencoma. Parece que vende a los alumnos más en el recreo”, cuenta Concepción mientras acomoda las tradicionales empanadas mañaneras en la batea. “Ramoncito. Sí, sí”. Trajeado según vieja moda, con saco ajustado de tela delgada y con bolsillos, este cafetero se lleva unas veinticinco llauch’as. “Desde mis veintidós llevo por acá. Mi hermano también”, aclara Ramoncito, que ahora debe tener unos cincuenta años. Otro llega con saco guindo, parecido al de Ramoncito. Parece mayor y tiene el pelo acomodado hacia atrás. Es serio y parece tímido. Llega más apurado y se lleva casi cuarenta empanadas. “Para qué les has dado bolsa, cajón debías darle”, comenta a Concepción otro cafetero más joven.

El negocio ahora es diferente y ha crecido. Sin embargo, el combo sigue siendo el mismo: api con llauch’a. La combinación del api orureño con la empanada jugosa, patrimonio culinario de La Paz y empoderada del menú de suculentas y muy particulares em- Concepción sonríe todo el tiempo. Parece panadas de la ciudad, desde hace décadas conocer a todos los cafeteros con la cones favorita de la gente. fianza con que las madres conocen a sus

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hijos. Los deja sacar las bolsas y acomodar las llauch’as solos, los observa y conversa brevemente con ellos. “A ellos les vendemos más barato, para que ganen también”, cuenta después. Nuevos tiempos, nuevos hornos Dolores entra y sale del local hacia la calle. Está pendiente de la llegada desde el horno de más llauch’as. Un par de cafeteros y clientes esperan y reclaman con simpatía la falta del producto: son casi las nueve. Por fin, llegan las esperadas. De un taxi viejo, corolla modelo 45 o siglo XIX, baja un maestrito a abrir la maletera. Dolores lo ayuda a sacar unas ocho cajas con cincuenta de las suculentas empanadas, cada una. Las llauch’as llegan desde el horno del hijo de doña Juana Gutiérrez, ubicado en la avenida Ricardo Jaimes Freyre, en Tembladerani. Concepción y Dolores venden las llauch’as de este horno de lunes a jueves y diariamente se producen mil unidades. De viernes a domingo, las empanadas provienen de otro

horno, el propio. Desde hace ya varios años, Concepción y sus hijas han empezado a elaborarlas, en un horno ubicado cerca del Mercado Strongest, en Cotahuma. En ambos casos, los puntos de venta de los productos son reducidos. Tan sólo dos. “Antes, el horno distribuía a varios, pero ahora sólo se vende en la puerta del horno y acá”, cuenta Dolores, refiriéndose al horno de doña Juana, ahora administrado por su hijo Jaime. Lo mismo ocurre con las llauch’as que hacen en el horno de su propiedad: sólo se venden en la Almirante Grau y en la puerta del mismo horno, en la calle Carlos Romero #2170. Según Dolores, la reducción de los puntos de venta de las tradicionales empanadas del horno de la productora pionera, doña Juana Gutiérrez, se debe a que este horno ya no funciona como antes. Sea por el paso del tiempo o las exigencias del mercado, el hecho es que madre e hijas ahora son, además de vendedoras, productoras.

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El emprendimiento familiar se completa con la hija mayor, Albina, que “hace las llauch’as desde chiquita, ha aprendido de doña Juana”, cuenta la madre. Lo que se aprende “Antes era más jugosa, se comía con cucharilla”, cuenta Concepción, recordando los viejos tiempos de venta. Como toda receta tradicional, tiene su secreto. “No se revela. Pero la masa es muy sana, no lleva manteca”, comienza a contar Dolores. Aunque la llauch’a se ha popularizado y ha abandonado las calles para, incluso, ser parte de la oferta de cafés y salones de té, la original sigue siendo única y exclusiva. Doña Juana Gutiérrez fue la primera mujer que elaboró la llauch’a en La Paz. La masa y, posiblemente, gran parte de los elementos de preparación de esta empanada, provienen, según Dolores, de una herencia italiana de Juana. “Sus abuelitos eran italianos”. La particularidad de esta llauch’a está el horneado. Como casi todas, éstas se hornean en el piso, sobre palas de madera. Sin embargo, la receta de Juana exige que este horno sea enteramente de cerámica y que sea calentado con leña, lo que no ocurre ni siquiera con aquellas llauch’as contemporáneas de las de doña Juana. “Lo más difícil es kumpirar”, aclara Dolores. La palabra kumpirar se refiere al proceso de colocar el relleno dentro de la masa. “Hay que ser rápido para cerrar la llauch’a porque si no todo se chorrea”. Después del jawirado, o pintado de la empanada con ají, se realiza el horneado, durante sólo cinco minutos. Los domingos o los días festivos todavía se venden llauch’as picantes, “con ulupiquita”, cuenta Concepción. “No hacemos todos los días porque como van al colegio los que comen, les puede picar”, complementa.

La masa es realmente más suave y delgada que la de otras llauch’as. Las de la señora Concepción no son tan infladas ni tan coloradas como otras. El relleno está hecho de puro queso. Con api o sin api, estas llauch’as no tienen comparación. Aunque ahora se venden en muchísimos lugares de la ciudad, las de la Almirante Grau son únicas. “Hay que hablar de nuestras tradiciones, hay que respetarlas”, nos dice Dolores cuando nos despedimos. Sabe que volveremos.


El casco viejo de La Paz Identidad que marca el ser paceño

La existencia, la historia y el carácter de una ciudad se explican a partir de sus calles, plazas, templos, casonas y otros espacios. Con este patrimonio se forma la identidad cultural de sus habitantes: su disminución o carencia implica la pérdida de los valores acumulados por la comunidad en el pasado y el presente. El centro histórico de la ciudad de La Paz está constituido, justamente, por edificaciones, calles, plazas y otros elementos representativos de su cultura e historia. Es el indiscutido depositario de la memoria de los paceños, testigo del desarrollo de la sociedad y de la expansión urbana.


Recorrer el perímetro del llamado casco viejo de la ciudad es una experiencia que nos transporta en el tiempo y el espacio. Varias calles de La Paz, que nacieron de las rutas prehispánicas, muestran la piedra, el adoquín o el asfalto como una clara señal del paso del tiempo. Sin embargo, lo curioso no es el desarrollo urbano en sí, sino el desafío de convertir empinados y accidentados senderos, en vías transitables aún rodeadas de antiguas construcciones que se resisten a una demolición para dar paso a modernos edificios multifamiliares. En los alrededores del centro histórico se encuentran importantes ejemplos de la arquitectura de siglos pasados, catalogados como patrimonio arquitectónico de la ciudad. El Palacio de Gobierno construido en 1558 es una muestra de ese legado. En la esquina de las actuales calles Comercio y Ayacucho se encuentra la antigua casa de las Cajas Reales, hoy edificio de la Gobernación Autónoma del Departamento de La Paz. En la acera del frente se construyó la primera cárcel de la ciudad con pasadizos subterráneos que conducían a la Plaza Mayor. Ahora este edificio acoge a la Asamblea Plurinacional de Bolivia, muy cerca se levantaba la casa obispal que se convirtió en el Ministerio de Economía y Finanzas.

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Entre los inmuebles más antiguos del sector se encuentran la denominada Villa De París, construcción de estilo barroco que data del siglo XVIII. En el patio central existe una magnifica portada de piedra con arco de medio punto donde se lee “Enero 1768”. De la misma época es el Palacio Diez de Medina (1775) que hoy alberga al Museo Nacional de Arte. Fue ampliado en 1887 y restaurado en 1964 por los arquitectos José Mesa y Teresa Gisbert. Entre otras notables edificaciones emplazadas en la calle Comercio que resaltan por un exquisito diseño arquitectónico, se encuentra el edificio Sáenz (Cine Princesa) y la Casa Llombart de estilo academicista. Junto a ellas, aún se mantienen en pie importantes construcciones de siglos anteriores, declaradas patrimonio arquitectónico por el municipio de La Paz.

Arterias de singular nominación Un rasgo particular del ser paceño fue la imaginación para nominar a sus calles. Por ejemplo, la actual avenida Sucre se la denominó como la calle Kharkantía, borde del peñescal en lengua aymara porque al final del camino había barrancos. La Indaburo, comprendía cuatro cuadras, cada una con nombre propio:

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Cruz Verde, Landaverri, San Martín de los Baños y Mejahuira. En diferentes periodos, la ruta de la Ingavi fue conocida como las calles De la Paciencia y Santo Domingo. Las seis cuadras de la calle Comercio se conocían como calle Mercaderes, De la cárcel, Real, Santa Bárbara, Mercado de leña y De las ollerías. La calle Potosí era la calle Chirinos. Más abajo, la ruta de la actual Mercado abarcaba las calles Honda, San Agustín, Riverilla y Lemus. La calle Ballivián nació con la denominación de calle del Mercado de Paja y tiempo después era llamada Hichu Khatu. Antiguamente, la Socabaya fue la calle De Las Herrerías y De la Misericordia. Parte de la actual Jaén fue la calle Kaura kancha. En la Pichincha estaba la calle Yauripilla y la actual Bolívar, que siempre fue muy corta, era conocida como la calle Del Rey. Las cuatro cuadras de la calle Colón se identificaban como De las Cajas, Del Carmen, De la Merced y De la Placa. La Loayza era la calle Del Hospital y San Juan de Dios. Las calles De Los Predicadores y De la Buena Muerte, fueron parte de la actual Yanacocha. La ruta de la calle Genaro Sanginés fue conocida como la calle Del Seminario y más adelante De las Concebidas. La calle Junín fue nominada la calle De los Ajíes

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y, posteriormente, la calle Del Puesto de los pescados. Para algunos historiadores, la calle Catacora, antiguamente denominada calle Qharqhatiya forma parte del casco viejo de la ciudad. Sus cuatros cuadras mantienen la línea patrimonial original de la época colonial. En el conjunto denominado San Sebastián se encuentra la primera calle urbanizada de la ciudad de La Paz: la Chuquisaca. Esta vía conserva su trazo original y presenta arquitectura de los estilos republicano, ecléctico, neoclásico, academicista y art nouveau. La calle Comercio fue un boulevard comercial que cruzaba la plaza Murillo. El conjunto histórico engloba a calles con sustanciosa tradición. Es el caso de la calle Linares, conocida como la Calle de las Brujas porque en las aceras se instalaron las comerciantes de plantas medicinales, amuletos y toda clase de elementos para realizar ofrendas a la Madre Tierra. Esta ruta es una de las más visitadas por propios y extraños. La calle que lleva el nombre del prócer independentista, conserva inmuebles de estilo republicano y neoclásico, los que se mantienen gracias al carácter comercial y de servicios turísticos. Durante la Colonia fue el Mercado Campesino y una de las últimas calles en ser urbanizadas.

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Espacios públicos

Los primeros puentes paceños

Las plazas Murillo, Alonso de Mendoza y Riosinho conforman el conjunto de espacios públicos más emblemáticos del casco viejo paceño. La primera, conocida anteriormente como Plaza Mayor, marca el kilómetro cero de la ciudad. Fue escenario de los hechos políticos y sociales que tejieron la historia de Bolivia. No menos transcendental fue la plaza Alonso de Mendoza, lugar donde se fundó la ciudad. Finalmente la plaza Riosinho, anteriormente denominada Caja de Agua, era el sitio de reunión de artesanos e indígenas que festejaban los acontecimientos con días de campo y bailes.

Queda en las páginas de la historia la existencia de cinco puentes construidos en el perímetro del denominado casco viejo y cuya función era conectar la ciudad con los llamados barrios de indios, como San Pedro, Churubamba, Caja de Agua y Santa Bárbara.

Las Iglesias de San Agustín, Santo Domingo, La Merced, San Juan de Dios, Virgen del Carmen y la Catedral Metropolitana, forman parte importante del centro histórico. Cada una encierra historias diferentes aunque el propósito de su construcción haya sido el mismo: “absolver la necesidad de conservar las costumbres de los feligreses”. Al lado del entonces Convento San Juan de Dios se levantó el primer hospital público de La Paz. Algunas cuadras más arriba, sobre la actual calle Comercio, se encuentra la Iglesia de la Merced que contaba con un atrio muy amplio que la gente resolvió convertir en cementerio, bajo la creencia de que las almas alcanzaban el cielo si eran enterradas en lugares sagrados.

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El Puente de San Francisco fue el primero en construirse, allá por 1556. Posteriormente, en 1719, la población recibió con beneplácito la entrega del Puente de las Concebidas que fue destruido durante el Cerco a La Paz, en 1781. El Puente Ayacucho, que inicialmente se lo denominó Puente de la Moneda, fue edificado en 1745 y reconstruido en tres oportunidades; finalmente, fue demolido en 1872. Otro puente importante fue el Riverilla, ubicado en medio de la actual calle Mercado. El quinto puente era el Santa Bárbara, un angosto viaducto de cal y piedra que por muchos años fue la única conexión entre el centro de la ciudad y las laderas. Ésta es sólo una referencia del vasto patrimonio cultural que refleja la identidad de La Paz. Es obligación de sus habitantes conservar el valioso legado para que la ciudad mantenga su alma… su ñek’e.

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Letras En esta edici贸n de Jiwaki presentamos un poema de Juan Carlos Orihuela. A trav茅s de su particular concepci贸n literaria, nos habla de esta ciudad, con la profundidad que su visi贸n despierta.

Foto: Renzo Borja

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PASAR DE LA CIUDAD I Baja desde los despeñaderos se desliza entre abismos y ángulos interrumpidos únicamente por un aire seco para descender de nuevo entre faldones de arcilla y grietas sin origen. Se aglomera en la mesura de sus eucaliptos en sus ladrillos indecorosos. Se quiebra y retuerce como un eco sin retorno gime ladra grazna y sigue deslizándose hasta sumergirse en sus ríos inminentes y turbios que vienen y se van llevándose de tanto en tanto todo cuanto les es ajeno para alojarlo en otros territorios más apacibles donde el estruendo desvanece donde se disipa la ciudad. Si desde algún centro contemplas ese mantón circular que lo rodea todo que todo lo vigila percibirás lo insondable disputándole a la cripta la maternidad del cuero y te detendrás al borde de los abismos oblicuos por los que seguramente querrás descender

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33 marchar en silencio cotidiano junto a los demás hacia el lugar del rito con el bien común atado a la espalda. Allí donde evacuan los deseos y la rabia la desolación y la fiesta allí está la ciudad en un orificio que no conoce de treguas en una desmesura que nació sin piel allí te detendrá la ciudad. En tus sienes de plata dormirán los danzantes atados a sus pares con juncos rojos evocándote desde sus hilos y sus máscaras. Golpe en tierra doble golpe de tambor que semeja ofrenda doble doble entrega.

II Se deja caer el agua se deja escuchar. Umbral que se pretende verbo oprobio tenso en las retamas vespertinas indulto a ciegas puñal navaja. La ciudad te bifurca te desgarra en la aparente quietud de sus elementos de las velas encendidas con prisa en la mitad de la tarde

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cuando se inunda la ciudad y el granizo te tapa los ojos y dialoga con tus muertos en la exhalación inhóspita con que procrea sus otras ciudades las no dichas las que se agitan a tu lado buscando nuevos cementerios las que se contraen en la costra sucia de los peldaños ajados no tanto por el paso del tiempo como por las palabras y sus trampas. La ciudad mutila la ciudad reclama hurga en la escasez del musgo escarba en tu infancia y plagia tus cantos y tu adolescencia. Crece en la soledad en la humareda y crece también en el remordimiento preparando sus gestos de sacrilegio para otras inmolaciones sin rostros sin lirios enderezando en febrero los carrizos de noviembre. ¿En qué piedra te hemos abandonado? ¿Con qué espuela te hemos negado? ¿Qué agobio ha postergado el nudo no descifrado de tu memoria? ¿Cuáles de nuestros saurios no te dejan morir en paz?

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(Oficio del tiempo. Plural: La Paz, 2005)

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Una ciudad bilingüe, trilingüe y hasta políglota donde conviven seres de muchos calibres. Una ciudad donde la magia convive con la crudeza, el bullicio con el silencio y el futuro con los tiempos más remotos. Por eso lo único verdaderamente imperdonable es no amar a la ciudad como uno se ama a sí mismo.

Este libro es un desafío para que no nos permitamos olvidar nunca que vivimos en una ciudad única, la menos occidental de América, una ciudad que es como una madre y que se disfraza de caos solamente para que el orden que buscan sus habitantes sea cada vez más luminoso. Una ciudad en las montañas, en las alturas y en el universo.

Más que un libro de fotos éste es un desafío y una invitación. Nuestra maravillosa ciudad tiene distintas formas de manifestarse en cada uno de sus habitantes. Los paceños convertimos esta ciudad y sus lugares en un diario íntimo, donde cada día se va escribiendo una parte de nuestra propia historia. La Paz es una urbe encantada por eso tiene rincones a los que pocos acceden, donde se abren portales a otros mundos y a otros tiempos. Lo más prodigioso es que cada uno tiene sus sitios, sus sabores y sus paisajes preferidos en nuestra Chuquiago Marca. Hay mucho que elegir. Es esto justamente lo que se quiere reflejar en este libro, los lugares imperdonables.









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Paseando el Cine con Pedro Susz K.

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Era previsible. Al igual que ya ocurriera con las cinco adaptaciones previas de la novela canónica de Francis Scott Fitzgerald, esta sexta volvió a reinstalar en el ámbito de la crítica el viejo contencioso a propósito del carácter presuntamente “infilmable” de algunas obras de la literatura, ya sea por la extensión de éstas o por el modo narrativo utilizado. El asunto tuvo incluso algunas derivaciones curiosas, como el parecer de un crítico literario local algo quedado en el tiempo y el prejuicio, para el cual la presunta limitación del cine en tanto “arte menor” dejaba saber de antemano que una vez más estaría en entredicho la “fidelidad” de la versión cinematográfica respecto al texto, siendo que ése no es el tema de fondo, a menos que uno achate el alcance de tal fidelidad a una sumisión miope a la letra muerta. El asunto pasa por otro lado: por la aprehensión del sentido de lo escrito para encontrar en lo filmado los recursos idóneos a fin de traducir aquello de manera adecuada. Para el caso venía de arrastre la patente inadecuación de aquellos intentos previos. Desde la al parecer hoy extraviada para siempre versión silente de 1926, un año después de la publicación de la novela; pasando por aquella de 1949 con Alan Ladd en el rol protagónico; hasta la relativamente más reciente (Jack Clayton, 1974) con Robert Redford, destripada en el New York Times por Vincent Canby, que sentenciaba que se trataba de un resultado “tan inerte como un cadáver que parece llevar demasiado tiempo en el fondo de una pileta”. La duda implícita en todos los rechazos anteriores, con eco en los presentes, es cuanto tienen que ver directamente con el análisis de la película en sí o en qué medida revolotea alrededor de los mismos una suerte de preconcepto fundado en la idea de un texto no tanto infilmable cuanto intocable, lo cual convierte en una herejía instantánea cualquier intento de trasposición, sean cuales fueran en definitiva los resultados concretos de tales ensayos. No sin dejar de recordar la pálida recepción obtenida en su momento por el original de Scott Fitzgerald, recién debidamente valorado varias décadas más tarde. Lejos está de mi pretensión anticipar con lo apuntado ningún juicio de valor a priori sobre la propuesta del australiano Baz Luhrman, suficientemente conocido por las piruetas formales que suele ensayar en sus películas, relegando siempre a segundo plano la consistencia dramática y narrativa, según dejaron

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plena constancia su cuestionada Romeo y Julieta (1996) o la atrabiliaria Moulin Rouge (2001). En definitiva, la venerada obra de Scott Fitzgerald, malentendida en su tiempo y también después, ¿era la historia de una pasión sin horizonte?; ¿la airada descripción de una Norteamérica de entre guerras que danzaba frenética para aventar las oscuras premoniciones de los tiempos por venir agitándose en la fingida suposición de un bienestar sin límites para el derroche?; ¿el incisivo retrato de una clase de nuevos ricos arribistas prontos a tirar la casa por la ventana financiando el suntuoso mal gusto de mansiones, automóviles, ropajes diseñados acorde a la voz de mando: “bigger than life”?; ¿era, finalmente, la exasperada pintura de un mundo narcotizado por ese simulacro neurótico de las fiestas para escapar del tedio, la soledad y el sin sentido? Era todo eso, entretejido en un fresco magistral de época que, tal la virtud de las grandes creaciones, dejaba abierta a la perspicacia del lector la decisión de encontrar aquello que resultara más acorde a su propia sensibilidad. Todo ello, y unas cuantas cosas más, están en la opinable versión de Luhrman, cuyo momento más significativo, en cuanto define la apuesta del director, se encuentra en esa apoteósica fiesta llena de ruido, de locura, de jazz, en medio de la cual se corporiza el hasta entonces misterioso Jay Gatsby. Es un abrumador despliegue de sonido, colorido y movimiento que reincide en la estética ornamental propia de su filmografía marcada por las mescolanzas –aquí, en la banda sonora, Gershwin convive con Beyoncé y el hip hop–, así como por un romanticismo deliberadamente cursi que pulsa sin ningún rubor la cuerda emotiva a partir de una sensiblería desbocada. De tal suerte, el exceso decorativo convierte el melancólico amor de Gatsby, cuya acumulación de fortuna y poder es en la fuente una calculada, e inútil, estrategia para reconquistar el amor perdido de Daisy sintiendo que el tiempo se escapa irremisiblemente sin vuelta atrás, en un pretexto para el lucimiento del sobrecargado diseño de producción, al que se agregan por puro exhibicionismo el recurso prescindible al 3D y a las imágenes generadas mediante computadora que poco y nada contribuyen a la densificación de la atmósfera narrativa. A pesar de su frenético atiborramiento, la primera hora y media de la película coquetea en varios tramos con el tedio. Levanta algo la puntería en los treinta minutos restantes, sin sustraerse del todo a esas estridencias, pero consiguiendo concentrar-

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se al menos durante algunas secuencias en el drama de romances extraviados y acomodos de conveniencia que acaban desencadenando la tragedia final, si bien el hastío yla desilusión, que preanuncian el desmoronamiento final, quedan igualmente descafeinadas en la espectacularizada ampulosidad de la puesta en imagen. Aquel jovenzuelo carilindo reclutado, de entre los candidatos a Mr. Melcocha para instalarse a morir de amor sobre la proa del Titanic, contra el fondo de un oportuno crepúsculo, pocos minutos antes que todo se fuera a las pirañas, destaca sin duda alguna a estas alturas entre los actores de mayor carácter en el cine norteamericano. En la oportunidad, Leonardo DiCaprio se las apaña casi solo en una memorable composición del personaje central, con el acompañamiento en tono menor del resto del elenco. Tobey Maguire en el papel de Nick Carraway pareciera no haberse repuesto del todo de alguno de los sobresaltos del Hombre Araña, componiendo un narrador más sumido en la perplejidad que admirado por la obstinación de Gatsby, mientras Carey Mulligan hace una Daisy bella pero deslavada. Más allá de la sospecha de una suerte de gratuito oportunismo no parecía a primera vista tan desencaminada la idea de ensayar justo ahora, cuando de nuevo el capitalismo global atraviesa otra de sus cíclicas encrucijadas financieras, una revisión de aquel relato con clima de fin de fiesta, pero no pareciera ser ésa tampoco la motivación de Luhrman para servir su nuevo teatro pirotécnico, agregando la sexta versión cinematográfica fallida a las cinco anteriores de esta novela definitivamente con poca suerte en el cine. No porque éste último se halle impedido por alguna minusvalía artística o porque el texto totémico de Scott Fitgerald le resulte infranqueable. La cuestión pasa por el modo de abordarlo. Aquella escéptica descripción del despilfarro y la sin razón de un universo en la antesala de la crisis del 29 y de los horrores que sobrevendrían en la década siguiente resulta indescifrable para un director cuyas demasías contradicen justamente el espíritu tanto como el sentido moral del texto, el cual más que servirle de inspiración es apenas la excusa para su ambicioso despliegue figurativo, todo un símbolo involuntario de las limitaciones de la producción de esta otra época extraviada en el desconcierto de la nada.


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Pan y fósforos Oscar García

En el fondo, donde el foco ya no alumbra, hay un mostrador que ya no muestra y de pronto, con un rayo de luz natural y en la hora precisa, se puede entrever una vieja botella de Cocaquina y una sardina Lombarda tan aquietada que se puede inferir que adentro de la lata no hay nada más que peces muertos de aburrimiento a pesar del sonido de un televisor pequeño y en blanco y negro, que emite Hawai 5, Bolivia 0. Al menos el tendero, cuya edad oscila entre los 90 años y la eternidad, cree que se trata de un partido y asume que si alguien debe ir en cero, es el seleccionado de su país, a quien defendió a punta de mauser en

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las arenas del Chaco ardiente, de donde los recuerdos se le nublan como la bola de humo proveniente de la explosión accidental de un mortero sin destino. El tendero, cuyo televisor está adherido al techo, mira sin mirar porque su vista apenas alcanza para divisar el cambio en monedas plateadas, escucha porque le queda la escucha. Escucha la serie y el noticioso y de éste último entiende poco. Lo que menos entiende se relaciona con las más extrañas nacionalizaciones de la historia contemporánea y no sabe si lo que defendió con tan mala puntería, que ahora se reparte de mala manera entre voluptuosas señoras atentas al cambio de la moda en Caracas y entre sonrientes funcionarios cuyo papel más emblemático consiste en asentir, hacer venias y una inolvidable gambeta a la palabra libertad, valió la pena. Lo que sí sabe es que a raíz de haber conocido a un guarayo y a un chaqueño en la sequedad del Chaco, aprendió que patria es algo más que las ganas de repartirse los bienes y los puestos. Y el tendero tiene ganas de llorar, pero no tiene tiempo. Todo el rato debe estar atento a las sombras que entran a la tienda. Sombras que en los últimos tiempos entran sin plata y a pedir prestado, ya sea diez panes mitad redondos mitad marraquetas, ya sea chamillos frescos caídos del horno de la calle sin nombre alguno, ya sea galletas de coco embolsadas en primorosas bolsas de nylon, que con seguridad irán a engrosar las millones de bolsas que están poblando las tierras y los lagos y los

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mares y los cajones de las casas en las que a la gente le fascina guardar cosas sin motivo. El tendero, por eso, pregunta a los compradores si llevaron bolsa de tela, como debe ser. No todos los compradores tienen bolsa de tela, unos se llevan el pan en el bolsillo, otros en un maletín James Bond con clave de seguridad. Es un problema meter panes entre un montón de documentos cuya utilidad está en duda. Contratos con entidades del Estado que por definición irán a parar a quién sabe qué repartición en la que comer salteña es lo primero y, lo segundo, ir a un concierto gratuito y luego a ingerir cualquier cosa con soda y limón, hasta ver a todos los ángeles de cerca y convencerlos de las bondades de la única oportunidad de la historia en la que se hacen las cosas sin pensar y salen bien. O mal, no tiene importancia como la importancia del foco en la tienda del tendero. Cuando se quema el foco es un conflicto de orden internacional, mundial, épico, global. No sabe qué hacer. Para empezar arrastra una silla hasta el punto en el que, en el piso, parece haber una alineación con el foco del techo. Sube a la silla, pero su tamaño no coincide con la necesidad de tener un poco más de altura para llegar con el brazo extendido al foco en cuestión. Entonces, aparta la silla, arrastra una mesa baja, sube la silla a la mesa. Sube luego él a la mesa, intenta subir a la silla y le da miedo caerse. Ergo, se baja, trastabilla, protesta, lo vuelve a intentar. Hasta mientras, se hace más tarde, la luz se extingue, se hace noche.

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En la tienda de la esquina, apenas alumrada por la luz de una vela, hay en el fondo un aparador con refresco sin gas de la época en la que los milicianos amedrentaban a las gentes con unos mausers provenientes de la Guerra del Chaco. Unos refrescos están tiesos y de pronto no son tan antiguos como se piensa. Hasta de eso reniega el tendero. Le cuesta comprender los tiempos de la modernidad. Le cuesta asumir que el televisor en blanco y negro que está posicionado en un lugar de difícil acceso a menudo anuncia tales avances tecnológicos que es posible que en poco tiempo las gentes vayan a su trabajo subidos a unos aparatos que flotan y que viajan impulsados por un combustible que no sea gasolina y que provenga del aire antes que del agua o del maíz. Le cuesta hablar por teléfono celular cuando le prestan porque no tiene ni piensa tener. En la pared que se ve de la calle hay un poster de Monzón y otro de Marzolini con su camiseta de Boca. Ni un atisbo de

ídolos locales. No había en su tiempo, ni los hay ahora. En el aparador del fondo hay un vidrio roto pero ni se nota porque cerca de setenta y tres soldaditos de plomo pintados con uniformes de la época en la que había ejército para defender la patria de los invasores que se hacen los que aquí lo puse y no aparece ahora. Soldaditos de plomo que en posición de combate están quietos como las mandarinas del puesto en una esquina desde donde se ve la casa del número nueve de Always Ready. En el mismo aparador se apoya al fondo una lima de uñas gastada y un paquete rojo con cohetillos que todavía esperan un martes de challa con la paciencia que tienen los árboles para llegar al cielo. Están ahí desde hace quién sabe cuántos años en el mismo lugar y sin chistar. No lo hubieran logrado, se piensa, si no hubiera sido que los cohetillos hablan y le dan largas charlas a una

Sombras que en los últimos tiempos entran sin plata y a pedir prestado, ya sea diez panes mitad redondos mitad marraquetas...


baraja de cartas españolas que tampoco se sabe qué es lo que exactamente hacen ahí. Una baraja, además, a la que le falta una carta, la más misteriosa, la que indica, cuando sale, a qué hora irá a morir el líder de las mafias económicas en medio de Uganda o en el interior de una mina en las alturas de los andes nacionales. A veces, para entretenerse, el tendero sale a la puerta y toma sol. Sale temprano en la mañana, tapado con una frazada y espera, durante largos minutos, que aparezca doblando la calle una señorita que todos los días aparece por el pan fresco y eventualmente por una mantequilla con sal, de esas que se congelan sin pedir permiso y se convierten en un problema para el cuchillo. La señorita aparece ya sea con una mantilla, ya sea con una mini, ya sea con una falda negra y larga como su cabellera. El tendero la mira bastante borrosa, pero adivina en la silueta una figura digna de las pasarelas de Milán. Detrás de la señorita, con una mirada que encierra

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a todas luces las peores intenciones del mundo, un policía se regodea. La mira de arriba abajo, la indaga, la hurga, le sale de sus ojos un líquido que no es lágrima sino baba. Se acaricia la pistola y el tendero sabe, no es para él cosa desconocida. Todos los días pasa lo mismo. La tienda es también una referencia. Todo es cerca de la tienda, o al lado, o a la vuelta. La fiesta es de la tienda una cuadra más arriba. El velorio es de la tienda dos casas más abajo. La tienda se convierte en un hito y el tendero en un producto de la nueva simbología de la patria averiada. La tienda y las cosas de la tienda aguardan y se quedan y otras se van. Queda apenas una vela encendida en las noches, un olor indescriptible que junta orégano con ají colorado y agua de lavanda y pis de gato. Tarde en la noche, el tendero guarda su jarro sin té, se para apenas y entra al fondo, detrás de una cortina improvisada, a soñar con una batalla perdida por enésima vez.

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Hace cuatro décadas transita por teatros, sets de televisión, teatrinos y locaciones para rodar una película. Nació en el Beni, pero ama y radica en La Paz hace muchos años, la ciudad que ve, admira y aplaude su trabajo de actor, titiritero, escritor, pedagogo y director de teatro. Su nombre: Juan Carlos David Benjamín Mondacca Araúz, conocido artísticamente como David Mondacca.

bellos, se ría, o bien ahogue una lágrima… ahí está lograda la búsqueda del teatro.

Entre 1973 y 1998, David formó parte de los principales elencos teatrales del país. Cada puesta en escena significó volcar las enseñanzas de sus maestros, el paraguayo Hugo Herrera, los argentinos Pedro Asquini y Omar Viale y el uruguayo Carlos Aguilera. A principios de la década del ’90, fundó el grupo Amable y sonriente, hace un paréntesis al Quarto creciente, posteriormente, funda ensayo de la obra Ojos de Kurukuta con la Mondacca Teatro, donde asume la dirección, que festejará 40 años de trayectoria, para hasta la fecha. hablar del arte escénico, de las alegrías y sinsabores que el oficio le trajo y de su pasión Mondaca asumió roles protagónicos en más por el teatro que, para él, es la vida misma, de un centenar de obras, sin embargo, Los es la posibilidad de mirarnos en ella y la ca- Cuartos, MarkaP’a Tres, No Le Digas, Años Dipacidad de soñar, es un proyecto de vida del fíciles, El Veneno del Teatro, ¡Eureka!, Pareja Abierta, Carnet de Identidad, La Manía de Haque aún se siente parte. Hacer teatro –dice blar Solo, La Espantosa, El Marqués de Sade, David–exige entrega, sacrificio y ritualidad. Solitarios en Octubre, Galería de Maridos, AtroLa vida de un actor es muy difícil y la famipos, De Brujas y Alcobiteiras, El Cofre de Selenio, lia debe comprender. Para un actor no hay Carmen y Don Juan, son puestas recordadas feriado, domingo, cumpleaños o funeral si con especial nostalgia. tiene que preparar un estreno. Los que te quieren deben aceptar esta realidad y per- La televisión fue otro medio donde volcó su mitir que uno sea feliz con lo que haces. pasión actoral. Durante cinco años (1979Una trayectoria sin pausas Con la convicción de que el teatro le permitiría expresar el carácter efímero de las cosas y la vida misma, salió al escenario por primera vez en 1973. “Pasa que vivimos como si fuéramos eternos, con tiempo para pelear, para reñir, para no amar y hasta para odiar. En ese sentido, el teatro no es más que un recordatorio de que somos seres pasajeros. El teatro está plagado de sufrimiento trasmutado que puede provocar que el hecho teatral sea verdadero, que el espectador se conmueva cuando traga saliva, que se le ericen los ca-

1983), protagonizó el ciclo de cuentos nacionales Criolladas. Posteriormente actuó en La Hoguera, Bajo el mismo techo, Vidas y Muertes Boomerang e Historias del vecino, exitosas series televisivas. La telenovela, Radio Pasión, donde tuvo un importante rol, marcó un verdadero récord de audiencia.

Participó en las películas y videos: Vamos todos, Amargo Mar, En la cima del mundo, Érika, El Olor de la vejez, Los habitantes de la ciudad, Enigma del fulgor, Pantomima de Tv, El escarabajo de fuego, Juegos de dos, La manía de hablar solo, Homus uranio, Arturo Borda, Para recibir el canto de los pájaros, La oscuridad ra-


diante, Catarsis, El triángulo del lago, La calle de los poetas, Alma y el viaje al mar y El día en que murió el silencio, realizados entre 1982 y 2003. En 1989 ganó el premio al mejor actor en el XIV Festival de Teatro del Siglo de Oro Español, con la obra De Brujas y Alcobiteiras. En 1994, la puesta en escena de Atropos de Wilder Cervantes, convenció al jurado que le otorgó los premios de mejor director y mejor actor secundario en el concurso “Raúl Salmón De La Barra”. Los años 1993, 1998 y 2004, obtuvo el Premio Nacional de Teatro Peter Travesi Canedo con las obras Eureka, No le digas… y De madera hermano de madera. Sin embargo, el premio más valioso de su vida artística es el reconocimiento y aplauso del público. La catarsis del teatro Varias obras han puesto a prueba su talento como actor, dramaturgo y director. En cada papel, experimenta una especie de catarsis, delirio y exaltación sobre el escenario y al cierre del telón, pero –aclara Mondacca– el personaje y la energía de la representación deben quedarse en el camerino pues el mayor peligro para un actor es la identificación y la forma de evitarlo es alternar géneros, por ejemplo, pasar del drama a la comedia y viceversa. La valiosa obra literaria del poeta y escritor paceño, Jaime Saenz, fue una motivación especial que le permitió trabajar sobre sus textos para lograr puestas de una importante dimensión escénica en textura, sentido e identidad.

La pasión, es fundamental para Mondacca. Si una obra o papel no lo conmueven simplemente los rechaza. El artista, que agradece tener una memoria bastante ejercitada, sostiene que olvidar el libreto en plena escena, es un sueño recurrente de los actores, un sueño que siempre termina en pesadilla porque sólo los maestros pueden improvisar. En este breve resumen, David se detiene repentinamente y después de unos minutos afirma: “soy titiritero antes de actor, amo el género gracias a los maestros Jaime Gonzáles y Clara Altamirano. De niños todos hemos sido titiriteros, hemos dado voz y vida al objeto más concreto, hemos contado historias, hemos inventado mentiras, hemos tenido amigos imaginarios, entonces la capacidad lúdica es cosa natural. El niño maneja lo que los actores buscan manejar, las técnicas hablan del famoso si mágico, si yo fuera Batman cómo sería, nos preguntamos, el niño va más allá, el niño dice, soy Batman”. El ser inmaterial En una práctica actoral, caracterizado de lustra, recorrió la ciudad de punta a punta. Frecuentó sitios donde habita gente conocida, amigos y otros, ninguno de aquellos a quienes ofreció lustrar calzados, se dignó a mirarlo a los ojos. “En dieciséis horas extenuantes bajo el sol de La Paz y la noche cerrada en El Alto, sosteniendo el personaje sin hacerse una mínima concesión, entendí lo que es ser incorpóreo”. “La posibilidad de ejercer la enseñanza teatral en lugares extremos de la ciudad de La Paz, me ha permitido afinar el oído a lo que la gente dice o piensa y el modo en el que



lo hace. Escuchar la calle, el bar, el mercado, la plaza, ha servido para hilvanar estas historias que sólo tomarán su dimensión real en el espacio escénico. La luz y la penumbra de este sitio harán palpables estas existencias, audibles estas voces en sus tonos, fraseos e inflexiones”, afirma Mondacca. 40 años: una reflexión obligada Para celebrar las cuatro décadas sobre las tablas, Mondacca ha montado la obra Ojos de Kurukuta, una reflexión obligada y festiva sobre el significado de ser actor en Bolivia. La estrenó en Antofagasta, Chile, ante más de cinco mil espectadores. Hace poco, los teatristas orureños le dieron un saludo especial en el Teatro Pale Concert y, en Santa Cruz de la Sierra, los parabienes no se hicieron esperar. A lo largo de su trayectoria, Mondacca cultivado un público consecuente. Pero el paceño, sin duda, es el más exigente y crítico. Según el actor, el público perdona todo, menos que uno no se entregue totalmente, así como en el amor…. si existe la entrega hay la empatía, sostiene. Que el público no reconozca al actor en un papel determinado, es el mayor elogio que le puede hacer. El verdadero actor debe despojarse de su verdadera personalidad sobre el escenario. Con cierta amargura, David recuerda la oportunidad en que se sintió utilizado por un director de cine. Trabajó seis meses apalabrando a varios actores para ser parte del proyecto cinematográfico y sólo consiguió que esa persona, lo ignore. “Son cosas de la vanidad y como dice el maestro Jodorowsky: No hay amigos ni enemigos… hay maestros”. David pasó de actor a director y productor por necesidad. Nadie se interesaba por sus proyectos y decidió hacerlo personalmente. “Más vale ser cabeza de ratón que cola de

león…” afirma sonriente e inmediatamente su mirada se ilumina al hablar de su hijo Juan Jorge, novel actor de cine y teatro con quién ya compartió escenario. Su última participación en cine se produjo el pasado año con la película producida por Carla Ortiz. Por el momento espera el estreno del filme de Mela Márquez sobre la vida de Jaime Sáenz basado en la obra No le digas. “No olvidemos que para hacer cine tienen que confluir demasiadas cosas: una buena historia, un buen guión, un personaje que te seduzca, un buen equipo de producción, un buen director, demasiadas cosas ¿no?”, se pregunta Mondacca a tiempo de hacer la siguiente puntualización: el actor de teatro busca que su trabajo sea impecable porque la escena viva no admite repetición; en cambio, en el cine, la edición y el montaje hacen y deshacen. La disciplina del actor Una jornada cotidiana comienza a las 5 de la mañana. Después de nadar, ejerce la docencia en El Alto por las mañanas y la Universidad Católica por las tardes, la noche está destinada a los ensayos y a escribir sobre el arte escénico. El escaso tiempo libre lo reserva para leer y ver películas. Entre otras cosas, a David le gusta compartir con gente que tenga buen humor, mantenerse alejado de la política, saborear un relleno de achojcha, disfrutar del canto de Gladys Moreno y ser dirigido por Claudia Andrade con quien trabaja hace 20 años y plasmando sus sueños en escena David espera algún día ir a Japón a estudiar Bunraku, el arte supremo de los títeres japoneses. Tiene muchos planes para adelante pero, el día que le pierda miedo al escenario, sentirá que ahí habrá acabado todo…


EL ASCENSO AL

GUARDÍAN DE LOS

Cerca de la ciudad de La Paz, a 6.442 metros sobre el nivel del mar, se levanta el Illimani, una de las montañas más importantes de Bolivia. Este macizo, de 8 km de longitud, es el nevado más alto de la Cordillera Real que se formó durante siglos por la presión de placas geológicas.

La combinación entre el crepúsculo, el cielo despejado y la ciudad a las que pareciera estar en sus faldas, brinda un espectáculo único a la vista humana. Cuando el día en La Paz empieza a resplandecer en toda su intensidad, el Illimani va pasando por diferentes tonos de colores hasta extinguirse en el blanco pálido y eterno de los hielos del nevado. Las variaciones atmosféricas, el movimiento del sol en su trayectoria sideral y la densidad del vapor que sube desde el fondo de los ardientes valles yungueños, contribuyen a generar estos cambios de color que han inspirado a pintores, músicos y poetas.

El Illimani es una entidad importante para las culturas andinas que lo consideran su guardián protector. Las cuatro cumbres del imponente nevado fueron denominadas de diversas formas pero las más comunes son: Achocopaya o Pico del indio, la cumbre del sur; Águila Blanca o Pico La Paz, la cumbre del centro; Pico Khunu Urucuncu, la cumbre del norte y Cerro Brujo o Pico Pa- Los perfilados picos de la gran montaña, rís, la cumbre del sudeste. asentados sobre una base cuadrangular de

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6480 msnm. 6450 msnm. 6200 msnm.

6131 msnm.

Pico Khunu o Urucuncu

Achocopaya o Pico del indio

Cerro Brujo o Pico de París

5400 msnm. REFUGIO

roca, se elevan solitarios como desafiando al cielo, entre los grados 15 y 17 de latitud sur y los 70 y 71 de longitud oeste de París. El Illimani abarca muchas leguas o kilómetros de perímetro, cubiertos eternamente de nieve, que cambia de coloración constantemente debido a las variaciones atmosféricas y al movimiento del sol en su trayectoria sideral, así como por la mayor o menor densidad de vapor de agua que sube desde el fondo de los ardientes valles yungueños.

Aguila Blanca o Pico de La Paz

Nido de Condores

el reto de ascender la montaña forma parte de los paquetes turísticos que ofrecen las agencias de viajes en La Paz. Sin embargo, los experimentados deportistas recomiendan el ascenso en los meses de junio y agosto debido al clima reinante en la zona en ese tiempo.

Subir el macizo Illimani exige muchas precauciones, además de una buena aclimatación, dominio en el uso de elementos para el hielo y técnicas de aseguramiento de El reto del ascenso cuerdas. En la historia de los ascensos, se conocen casos de varias personas que, sobre Andinistas locales y extranjeros lograron la todo durante el descenso, resbalaron cerca hazaña de llegar a una de las cúspides del al campamento Nido de Cóndores, en las Illimani, a pesar de los riesgos. Actualmente, empinadas pendientes del hielo cristal.

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En consecuencia, los interesados en vivir la inolvidable experiencia de llegar a la cima del nevado deben considerar las siguientes rutas e itinerario: Primer día.

Tomar el camino que conduce a Pinaya, estancia situada a 3.700 msnm, en las faldas de la montaña. El viaje en un vehículo 4x4 demanda alrededor de 4 horas, aunque existe la posibilidad de realizar una caminata de más de 10 horas, que pasa por sembradíos de papa, quinua y cebada. En Pinaya se puede alquilar asnos de carga para llegar al valle donde está el campamento base denominado Puente Roto. La caminata, hasta este lugar, se hace por una antigua ruta minera de unos 8 kilómetros sobre 4.400 msnm. SEGUNDO día.

En realidad, el ascenso hacia el Illimani, comienza en este punto. Por un sendero se llega al campamento Nido de Cóndores después de una caminata de 4 a 6 horas. Comienza el hielo a 5.400 msnm y es el momento ideal para acampar en la planicie desde donde es posible registrar, en la retina, una impresionante vista de La Paz, el lago Titicaca y el inmenso altiplano. El camino está rodeado de piedras pequeñas y la nieve todavía es escasa. Existe mucha pendiente hasta arribar al Nido de Cóndores, donde se arma el campo base a 5.600 msnm. TERCER día.

El siguiente paso consiste en tomar el filo ascendente hacia la izquierda. A 5.700 msnm, aproximadamente, se llega a una zona expuesta para escalar y descender con cuidado debido al hielo cristal y una pendiente de 40°. Aproximadamente a unos 100 metros hacia arriba se accede a un campo de grietas que se puede sortear sin mayor dificultad. Sin dejar la ruta de la izquierda se llega a una grieta aparentemente infranqueable, se pasa el puente para continuar rumbo a la cumbre principal. La escalada pendiente conduce a la ruta denominada escalera al cielo. A 6.300 msnm se llega a la planicie desde donde se muestra a la vista el gran macizo y sus 4 cumbres. Llegando al final de la caminata, se toma el largo filo en dirección al sur para alcanzar la cumbre en 1 a 2 horas. CUARTO DÍA.

Retorno, en el que se deben tomar todas las precauciones del caso. Tras la proeza, queda guardar el recuerdo imborrable de haber alcanzado el pináculo del guardián de los Andes.

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MONUMENTO A MURILLO LA VERDAD HISTÓRICA SOBRE EL

En las últimas décadas, se ha propagado el rumor de que el monumento a Pedro Domingo Murillo no correspondería a la imagen del personaje, sino a la de un torero. Se dice que el monumento cayó al mar cuando llegó a la costa chilena, lo que habría ocasionado que la estatua del prócer se perdiera y, por la premura de su instalación en el Centenario de la Revolución de Julio, tuviera que ser reemplazada por la efigie de un matador.

Esta creencia ha sido repetida numerosas veces e incluso es considerada verídica.

Se trata de una falacia que se ha tornado perniciosa y es necesario esclarecerla. En esta nota se establece, a través de documentos y fotografías, la autenticidad de la estatua del prócer Pedro Domingo Murillo, echando por tierra interpretaciones sin fundamento.

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tamento de La Paz de 1909, que atestigua: “Al recibirse el parte telegráfico de su llegada a Antofagasta, se anunciaba también la fatalidad de haber naufragado trece bultos, que se hundieron al tiempo de desembarcar. Los 37 bultos que quedaban, continuaron viaje a ésta, comprometiéndose la sociedad “La Constructora” a armar el Monumento, subsanándose las piezas perdidas con material del país, de manera que dichos pedazos puedan enchaparse después con láminas del mismo mármol rojo de Verona (…) La estatua de Murillo, llegó poco después, por tren especial de Para este fin, se contrató al artista italiano equipaje”. Ferruccio Cantele, quien en ese entonces se encontraba en la ciudad de La Paz como El 13 de julio del mismo año, Cantele ingreprofesor de escultura del colegio Don Bos- só a la ciudad de La Paz, desde Challapamco -centro educativo que, fiel a la voluntad pa hasta la plaza Murillo, acompañado del de su fundador San Juan Bosco, además de conjunto escultórico. Para el emplazamienla formación educativa escolar daba forma- to del conjunto escultórico, se asignó al ción en artes y oficios-, para iniciar la obra español Miguel Nogué, maestro fachadista, y la fundición de las diferentes piezas que la tarea de construir un pedestal en piedra constituirían el monumento. Cantele partió granito, el cual, sumado a la estatua de Mua Roma para cumplir su labor. Al cabo de rillo, hizo que el monumento alcance diez algún tiempo, envió el diseño de una ma- metros de altura desde el nivel del piso. Enqueta a través del cónsul boliviano. Su pro- tre las piezas que sufrieron el naufragio se yecto inicial fue ajustado por las comisio- encontraba el revestimiento del pedestal, nes, optándose finalmente por la fundición mármol rojo de Verona, que fue remplazade un conjunto escultórico compuesto por do momentáneamente con material del cinco figuras, la de Murillo y cuatro de ca- país, antes de la llegada de mármol de Verona. El trabajo de la escalinata de granito rácter alegórico. corrió a cargo del hábil contratista Juan C. Cuando quedaron concluidas las piezas Salinas. que constituirían el monumento, éstas fueron embarcadas en Génova con rumbo a Se proyectó inaugurar el monumento a Bolivia, en abril de 1909. Al recibirse el par- Murillo el 16 de julio de ese año; sin emte telegráfico de su llegada a Antofagasta, bargo, a siete días de esa fecha, apenas a fines del mes de junio, se anunció que, iniciada la sesión del Honorable Concejo, al tiempo del desembarco, trece cajas ca- que pretendía formalizar un denso proyeron al mar y 37 restantes continuaron el grama, se recibió un oficio del Poder Ejeviaje hasta La Paz (este infortunado acci- cutivo que daba a conocer el Laudo ardente hizo surgir los falsos rumores en tor- bitral argentino en la cuestión de límites no al monumento a Murillo). Las estatuas territoriales entre Bolivia y Perú. Por este que configuran el monumento llegaron motivo, el Concejo decretó la absoluta por tren especial de equipaje. Estos datos suspensión de todas las actividades del históricos pueden ser comprobados con la Centenario. El monumento fue inauguMemoria del Concejo Municipal del Depar- rado el domingo 22 de agosto de 1909, La construcción del monumento fue decidida por el Concejo Municipal en 1906, en los preparativos para las celebraciones del primer centenario de la Revolución del 16 de Julio de 1809. Desde hacía tiempo atrás, las autoridades municipales deseaban erigir una obra que perpetuara el recuerdo de nuestros protomártires de la independencia. En 1907, el Concejo aprobó el proyecto “Monumento a Murillo” y nombró comisiones encargadas de realizar los trámites, gestionar fondos económicos y preparar los festejos cívicos.


Maqueta inicial modificada por Cantele a pedido del Concejo Municipal.

develado por el Presidente del Honora- parte de la Casa Museo de Murillo, depenble Concejo Municipal, Héctor Ormachea diente de la Oficialía Mayor de Culturas. Zalles. Cientos de ciudadanos y ocho mil En el contrato suscrito por Cantele y el Muescolares desfilaron ese día. nicipio, con que ilustramos esta nota, se En 2013, uno de los nietos de Ferruccio establece: Cantele llegó de Italia a La Paz trayendo consigo los documentos correspondientes “Que yo Ferruccio Cantele, de nacionalidad al Testimonio de Escritura del Monumento italiana y profesor de escultura del Colegio a Murillo y fotografías de la maqueta y del de Artes y Oficios Don Bosco de esta ciumodelado de cada una de las piezas escul- dad, me comprometo a trabajar el Monutóricas que conforma la insigne obra. Esta mento al Protomártir de la Independencia documentación fue confiada inicialmente Americana don Pedro Domingo Murillo, al Director del Colegio Don Bosco, Rev. Luis conforme al bosquejo que tengo en exhiRamón Iriarte, quien se comprometió a en- bición en el Salón de Sesiones del Honotregarla al Gobierno Municipal de La Paz. De rable Ayuntamiento y bajo las siguientes esta manera, este tesoro documental será condiciones: Primera.- El Monumento


El escultor Ferruccio Cantele autor del monumento

Inauguración del monumento al prócer Pedro Domingo Murillo, 22 de agosto de 1909.

tendrá diez metros de elevación desde el nivel del suelo. Segunda.- El pedestal de seis metros y medio, incluso las gradas. Tercera.- La estatua de don Pedro Domingo Murillo, en actitud imponente y coronando el Monumento, será vaciada en bronce y tendrá tres metros de altura. Cuarta.- Las tres figuras alegóricas que rodearán al Monumento serán igualmente vaciadas en bronce y de dos metros y medio de altura cada una. Quinta.- El Monumento llevará dos escudos, uno nacional y otro paceño; tres placas, en que digan “La Patria a Pedro Domingo Murillo mil ochocientos nueve – mil novecientos nueve. “(…) Séptima.- El valor de las cuatro estatuas, incluso los escudos y emblemas, será el de cuarenta y ocho mil bolivianos, corriendo de mí cuenta el embalaje y transporte de ellas al puerto de Génova desde el lugar de su fundición. Octava.- De Génova a esta ciudad, los gastos de transporte correrán de cuenta del Honorable Concejo, comprometiéndome a entregar las estatuas aquí en La Paz sin daño ni lesión alguna considerable (…)”. Las fotografías fidedignas, que acompañan esta nota, muestran la obra el día de su inauguración oficial, con la fisonomía de la

plaza en esa época, donde aún no se había construido el edificio de la Academia de la Historia Militar y el de la Cancillería aún estaba en obras. “El hábito hace al prócer” La ocurrencia de que la estatua podía ser la imagen de un diestro matador muy probablemente se origina en el parecido entre el pantaloncillo de varones en el siglo XVIII y el de los toreros. Ambos terminan por debajo de las rodillas, mostrando la calceta hasta llegar a los zapatos. Lo que para los conocedores del mundo de la tauromaquia sería inaudito es ver un torero calzando zapatones de tacón ajustando con robustas hebillas de metal, como se ve en la estatua de Murillo, en lugar de las livianas zapatillas que exige la fiesta brava para correr cuando el toro embiste. Asimismo, el capote de desfile que los diestros realizan al inicio de la faena es mucho más pequeño que la capa que observamos en la obra de Cantele, que llega hasta el suelo. El escultor ha dejado un hombro descubierto para apreciar la indumentaria civil del prócer y hacer más visible el manuscrito de la Proclama de la Junta Tuitiva que lleva en la mano derecha.


63 NUESTRAS PLAZAS

MURILLO L

A

P

L

A

Z

A

Es el espacio público más importante de Bolivia, debido a que en ésta se suscitaron hechos trascendentales que marcaron la historia de nuestra ciudad y la vida de la nación. Durante la presidencia de José Manuel Pando, se estableció allí el punto donde se inician las medidas territoriales (el “Kilómetro Cero” de la nación). En su entorno alberga los palacios de Gobierno y del Poder Legislativo. En tiempos coloniales se la llamó plaza Mayor, después pasó a ser la plaza de Armas. Establecida la República, fue nominada como plaza 16 de Julio y finalmente como plaza Murillo, mediante Ordenanza Municipal del 3 de febrero de 1902.

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Breve historia A diez años de haberse fundado la ciudad de Nuestra Señora de La Paz (1558), el corregidor Ignacio de Aranda encargó al alarife Juan Gutiérrez Paniagua delinear en torno a una plaza principal las manzanas donde se situarían los principales edificios públicos, como el Cabildo, la Catedral, las Cajas Reales, la cárcel, entre otros. Paniagua realizó el trazado en forma de damero, con manzanas simétricas, rectangulares y de igual superficie, en una ladera inclinada bordeada de barrancos.

y quechuas tributarios, la plaza Mayor pasó a restarle importancia a la de Churupampa, ya que en su entorno se establecieron los vecinos fundadores y se construyeron las principales edificaciones de la ciudad.

Como núcleo de concentración urbana, la gente se reunía en la plaza Mayor para comentar las noticias que llegaban desde España o desde las capitales de los virreinatos, o sobre algún inusitado suceso local. En las noches de fiesta, allí trascendía el incitante La plaza fue el primer espacio en trazarse. Rá- olor de los ponches de leche con licor de pidamente fue conocida como plaza Mayor uva y canela. y se convirtió en la tercera plaza de la ciudad, ya que inicialmente se diseñaron dos, una Por varios años, la plaza mantuvo un ambienpara los españoles, conocida como la plaza te seco, por la falta de vegetación. En 1587 de Churupampa (hoy Alonso de Mendoza), fue terraplenada con macizos de tierra con y otra para los indígenas, que se ubicaba en- los que se rellenaron varios huecos. También tre la calle Ancha (hoy avenida América) y la se inició la construcción de un acueducto calle Recoleta (hoy Chuquisaca). Cuando la que se conectó a una fuente de agua situada población de La Paz no pasaba de 200 habi- en el centro de la plaza, realizada en mármol tantes hispanos y cerca a cinco mil aymaras blanco – rojizo y berenguela, con tres tazas.


En torno a ésta, los “catos” o mercados indígenas comenzaron a surgir, por lo que las calles adyacentes a la plaza tomaron los nombres de las ventas que allí se realizaban: calle de la leña, de los peces, ajíes, entre otros. La fuente subsistió hasta 1817, año en que el intendente Sánchez Lima la hizo trasladar a la “Alameda” (hoy, paseo El Prado).

Los jardines que crean un ambiente más agradable datan de 1890, pues hasta entonces este espacio había sido más de servicio para las tropas militares que para la sociedad en general. Allí, los castrenses realizaban, en su extensa calzada, formaciones, desfiles y ejercicios rítmicos. Su pendiente también fue aminorada cuando se construyeron elevadas calzadas de piedra, sobre las que se En 1852 se comenzó a levantar otra fuente extendió un patio central enlozado, alegrado de mayores dimensiones que la primera. Su por vistosos jardines llenos de flores. constructor fue Feliciano Cantuta, quien la concluyó después de tres años. Como la ante- La plaza fue escenario y testigo de sucesivos rior, esta fuente constaba de tres grandes ta- episodios en la accidentada vida política del zas, coronadas por una escultura de Neptuno; país, siendo atrincherada en varias ocasioadornaban su entorno sirenas de fino labrado, nes: 1809, 1811, 1814, 1862, 1865, 1871, 1898, de cuyas bocas manaba agua hacia la fuente, 1946, 1952 y 2002, entre otras. Allí fueron bordeada por columnas donde se esculpie- ejecutados los protomártires de la indepenron gárgolas y leones marinos. De las bocas dencia Pedro Domingo Murillo, Juan Antode éstos salía el agua para el servicio público. nio Figueroa, Basilio Catacora, Buenaventura Esta fuente perduró hasta 1909, año en que, Bueno, Melchor Jiménez, Mariano Graneros, con motivo del Centenario de la Revolución Apolinar Jaén, Gregorio García Lanza, Juan de Julio, fue retirada para la construcción del Bautista Sagárnaga, Juan Cordero y Simona monumento a Pedro Domingo Murillo. Manzaneda.


Ya en la República, los mandatarios Jorge Córdoba, Manuel I. Belzu, Agustín Morales y Gualberto Villarroel perdieron la vida en violentos hechos acaecidos dentro y fuera del Palacio de Gobierno. Esta histórica plaza fue el escenario principal en el nacimiento de Bolivia como estado independiente. Después del triunfo del Mariscal Antonio José de Sucre en Ayacucho, José Miguel García Lanza, al mando de los guerrilleros de Inquisivi y Ayopaya, ingresó a la plaza proclamando la independencia de Charcas o Alto Perú el 29 de enero de 1825, día en que se tituló Presidente de La Paz. El 7 de febrero, el mariscal Sucre ingresó a la ciudad, una vez sofocados los últimos focos realistas, y fue recibido por la gente con gran entusiasmo y júbilo en esta plaza. Seis meses más tarde, el 18 de agosto, el libertador Bolívar llegó a La Paz. Bajando desde lo alto de la ciudad, atravesó los arcos triunfales que se levantaron desde Koscochaca (hoy plaza Eguino), lugar en el que Vicenta Juaristi Eguino le hizo un recibimiento solemne, para posteriormente ser recibido en la plaza, donde llegó acompañado de una inmensa multitud, artillería de salvas y estruendosos repiques de campanas.

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Cada mes de julio la población paceña recuerda la efeméride del célebre grito libertario y la plaza Murillo es el escenario central donde se realizan los homenajes cívicos. Cada 15 de julio se trasladan los restos mortales de los protomártires de la Independencia Hispanoamericana de la Cripta de los Héroes de la Basílica Mayor de San Francisco a la plaza Murillo, así como la imagen de la Virgen del Carmen es llevada en procesión a la Catedral de La Paz. Al final de la tarde se inicia el tradicional Desfile de Teas. El 16 de julio las celebraciones empiezan con la diana de campanas de las iglesias como saludo y homenaje a la Gesta Libertaria, la iza de las banderas nacional y paceña, y, recientemente, de la wiphala, a cargo de las autoridades nacionales, departamentales y municipales, el desfile cívico y otros actos que se realizan en este sitio histórico. Por el valor histórico y cultural que representa para los paceños y bolivianos, el Gobierno Autónomo Municipal de La Paz declaró a la plaza Pedro Domingo Murillo Patrimonio Histórico, Cultural, Escultórico y Monumental del Municipio de La Paz, mediante Ley Municipal Autonómica Nº 009 del año 2011.

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El arquitecto que diseñó y edificó los más valiosos edificios y varios proyectos urbanísticos de la ciudad, nació en La Paz hace 80 años. “Soy más paceño que el Montículo, lo que es ya decir bastante”, sostiene. Sus padres habían hecho su hogar en una pequeña casa junto al reloj de ese hermoso mirador de Sopocachi, la que más tarde dejaría paso a la capilla del lugar: “He oído las campanadas del reloj del Montículo aún antes de nacer”.

Una de las obras más importantes de su autoría es el Palacio de Comunicaciones, acaso el más grande de nuestra ciudad, que, sin embargo, no lo parece por la armonía de sus volúmenes (la alta torre, el auditorio y el sector de correos, que es bajo). Los edificios Illimani I e Illimani II tienen entre sí diferencias notorias. Mientras el primero es una alta torre situada en la Avenida Arce, que parece representar el nevado con su presencia varonil, el otro, situado en la avenida 6 de Agosto, es una suerte de versión femenina, dado que debía conservarse una preciosa casa tipo arabesco. Tanto el arquitecto como lo clientes coincidieron en el importancia de salvar esta construcción, por lo que debía lograrse una armonía entre ésta y el nuevo edificio.

Desde muy niño entendió que lo suyo iría a ser la arquitectura, hacía maquetas y dibujaba desde los primeros años del ciclo primario. Al concluir el bachillerato en el Colegio San Calixto, se trasladó a Oklahoma, Estados Unidos, para estudiar arquitectura durante cinco años. Luego de graduarse permaneció allí durante otros veinte años. Cuando le preguntan cuál es el edificio preferido entre todos los que ha diseñado, pregunta Cuando podía solicitar la ciudadanía estadouni- muy difícil de contestar como cuando se predense comprendió que su país lo llamaba y que gunta a qué hijo se quiere más, confiesa que su cambiar de nacionalidad sería una especie de favorito es el edificio Hansa. traición. A fines del año 1972 retornaba a Bolivia El edificio San Alberto -muy discutido y, para alpara iniciar su trabajo profesional. gunos, el “talón de Aquiles” de Calderón- corona la colina de Bella Vista. Originalmente, este proSu obra yecto tenía dos torres, lo que daba un equilibrio al conjunto arquitectónico, pero el segundo Once monumentales edificios de La Paz son de edificio no llegó a construirse. su autoría, así como hoteles, iglesias, centros educativos y urbanizaciones, que suman cerca Su visión de la ciudad de setenta diseños construidos en el país. Entre ellos, el Palacio de Transportes y Comunicacio- Es el representante más importante de la escuenes, el edificio Hansa, los edificios Illimani I e Illi- la organicista en el país, fundada por Frank Lloyd mani II, ENTEL, la Alianza Francesa y el edificio Wight. Esta escuela preconiza el respeto por la de la Corporación Andina de Fomento CAF. En naturaleza y es contraria a revestir los materiaOruro se construyó su diseño del Edificio Entel, les como la madera, buscando por el contrario así como el del Palacio de Justicia. Es autor del mostrarlos. Varios de los alumnos de Calderón edificio de Correos de Tarija, así como el de San- alumnos han seguido este concepto, sin emta Cruz. bargo, el arquitecto considera que esta escuela



no se ha desarrollado como podía en nuestro medio, aunque continúa existiendo interés por esta corriente, a pesar de que su creador haya muerto en 1959. Las obras de Lloyd y sus seguidores son conservadas como joyas en Estados Unidos. Considera que nuestra ciudad se ha desarrollado en un entorno extraordinario por su rara belleza, pero que este entorno ha sido desperdiciado por la forma de construir, especialmente en la actualidad. “Éste es uno de los valles más hermosos de América, con sus nevados, la policromía de sus cerros, que va cambiando según la luz. En el Siglo XIX, el Choqueyapu era un río cristalino con sauces en sus riberas, paseo para los enamorados. Si hubiera existido un criterio visionario en esa época, podría haberse respetado esa corriente limpia con un parque longitudinal que cruzara la ciudad, con puentes peatonales, donde toda la ciudad se hubiera volcado con sus fachadas a ese gran parque. Hubiera sido una de las ciudades más bellas. Pero desde los españoles, que trazaron bajo el mismo modelo de damero todas las ciudades en América, no se tuvo en cuenta que la superficie de la ciudad no era plana”, refiere. Lamenta que casi todas sus obras hayan sido alteradas y desvirtuadas de manera lamentable por los clientes o las instituciones que lo contrataron, a través de ampliaciones que han deformado edificios como el de ENTEL, situado en la calle Ayacucho de La Paz. Lamentablemente, no existe en Bolivia una norma establecida entre clientes y arquitectos que permita preservar las obras originales e impida intervenciones que las desvirtúen estéticamente. En su criterio, para lograr una arquitectura boliviana no es necesario reproducir monolitos o puertas del sol tiwanacotas. Cada arquitectura es de su época y no es válido realizarse “préstamos” del pasado en la búsqueda de parecer genuinos. Sin embargo, respeta el legado de Emilio Villanueva, que comenzó haciendo arquitectura francesa, aunque de muy alta calidad, como el Palacio Consistorial de La Paz. Posteriormente, Villanueva se volcó hacia un telurismo que se expresa en el monoblock de la UMSA, con motivos tiwanacotas realizados con muy buen criterio, al igual que el Estadio Hernando

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Siles, luego demolido para construir el actual, hecho que Calderón censura profundamente, pues se rompió el complejo arquitectónico integrado por el templete semi-subterráneo y el antiguo estadio. Lamenta la pérdida de nuestro patrimonio arquitectónico y paisajístico. Para los desaciertos que nos privan de esta riqueza cultural, Calderón ha concebido una frase: “el siniestro poder de la ignorancia”. Deplora la demolición de muchos hermosos edificios y residencias donde se levantan construcciones de distinta calidad. Asimismo, opina que los proyectos para edificar un palacio de gobierno detrás del actual y, de la misma manera, otro palacio legislativo, atentan contra el centro histórico de la ciudad y la memoria histórica de todo el país. Su trabajo y las artes Juan Carlos Calderón, a diferencia de muchos arquitectos, trabaja de manera individual. Admira a creadores que trabajaron solos, como los maestros Da Vinci y Buonarroti, que, según su opinión, dieron más de sí de lo que recibieron. Asume que su trabajo es individualista pero que no debe ser confundido con el egocentrismo. Trabaja diariamente entre diez y doce horas. Comienza analizando las necesidades de una construcción y las funciones que debe cumplir. Una vez resueltas, se dedica a trazar, trazar mucho, hasta encontrar la forma, vinculada con el entorno urbano y paisajístico, logrando así la belleza de sus diseños. Durante esas largas horas de búsqueda estética y cálculo técnico, donde su más apreciado hobbie es su mismo trabajo, oye música. Es un ferviente admirador de la ópera y, además, ha sido el escenógrafo de casi todas las obras de este género representadas en La Paz bajo la conducción de Carlos Rosso y Ramiro Soriano. También le agrada la música de Los Beatles y de exponentes del Power of Flower, que estaba vigente en sus tiempos de estudiante. No tiene mucho tiempo para leer pero confiesa que entre sus libros favoritos están Alicia en el país de las maravillas y Alicia en el Espejo de Lewis Carroll, por la profundidad escondida en estas

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historias para niños, además de las obras de Octavio Paz, Jorge Luis Borges y Carlos Fuentes. Elogia la poesía de Federico García Lorca, cuya colección completa atesora, incluyendo sus obras de teatro. Disfruta a Shakespeare gracias a su perfecto conocimiento del inglés y al poeta árabe Omar Kaiam, de quien nos cita algunos fragmentos. Si bien algunos de sus alumnos eran discípulos de Jaime Saenz y se reunían en la Casa del Poeta de Miraflores en las sesiones de poesía y bohemia, conocidas como los Talleres Krupp, él no lo conoció personalmente. Sin embargo, sí tuvo la oportunidad de cultivar amistad con otro gran poeta paceño, Oscar Cerruto. Es un admirador de la cultura mexicana que, en su opinión, tiene mucha riqueza desde la época prehispánica hasta el presente. En conjunto, los arquitectos mexicanos son, a su criterio, los mejores del planeta. Del español Antonio Gaudí valora su genial creatividad, presente en la Sagrada Familia y en gran parte de las casas que este célebre arquitecto catalán hizo en Barcelona, aunque sus espacios interiores le parecen muy alambicados. No obstante, considera su obra como un gran aporte a la arquitectura mundial.

Este creador, quien además es autor de varias publicaciones y ha dictado muchas conferencias, ha merecido importantes reconocimientos, dentro y fuera del país. En 1956, obtuvo el Premio Nacional al Mejor Proyecto del último año de universidad, en Estados Unidos. Ya en el país, obtuvo en 1987 el Gran Premio en la Primera Bienal de Arquitectura Boliviana. En 1990, se le impuso la Gran Orden de la Educación Boliviana. Al año siguiente, la OEA le confirió el Premio Gabriela Mistral en mérito a toda su obra. El año 2005 recibió el Premio Nacional de Cultura. En la Gala Cultural de Julio de este año, la Oficialía Mayor de Culturas le hará entrega de la Tea de la Libertad en reconocimiento a su larga y prolífica trayectoria en beneficio del país y la ciudad. Juan Carlos Calderón, quien se repone de una delicada intervención quirúrgica en la columna, continúa trabajando en su casa, pues aún tiene mucho por realizar a través de su trabajo creativo y el entrañable amor que profesa a Bolivia.


El chairo, uno de los íconos de la gastronomía paceña, tiene su origen en el Cerco a La Paz de 1781, liderado por Túpac Katari y un grupo de insurgentes. La dureza de la medida había llevado a muchos a la desesperación, los productos eran tan escasos que algunos no dudaron en poner a hervir pedazos del cuero de sus maletas o botas y, con algunas verduras, hacer una sopa.

perimentos con los pocos alimentos que quedaban en sus alacenas. Había que aplacar el hambre de la gente. Entonces, a alguien se le ocurrió poner en una olla común verduras y papas picadas, tubérculos molidos, trigo y chalona, combinación que resultó sabrosa al paladar de la población, en particular de los soldados de Sebastián Segurola, que necesitaban de un “poderoso energizante” para hacer frente a la resistencia.

Antes del Cerco, los agricultores quechuas y aymaras cultivaban zanahoria, arveja, haba, trigo, yerba buena, cilandro, papas y maíz. Procesaban el chuño y eran expertos haciendo chalona de la carne de oveja, un ingrediente que años después se convertiría en indispensable para sazonar el suculento chairo paceño.

La mezcla de ingredientes traídos de España y aclimatados en tierras andinas se hizo popular en poco tiempo, bajo el nombre de chairo paceño. La primera receta del consomé andino fue escrita por Doña Sofía Urquidi, en 1917. Parte del texto dice ”[…] se remoja por lo regular chuño prieto, después de limpio se martaja bien, se pone en agua y lava varias veces; luego se adereza con carne o cecina deshilada, ají amarillo molido, ajíes verdes enteros, hojas de cebolla, yerba buena, etc. Debe tener bastante caldo”.

Varias crónicas de la época cuentan que las cocinas administradas por domésticas indígenas, parecían pequeños “laboratorios” donde se hacían verdaderos ex-


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Después de la Guerra del Chaco (1931 – 1936), aparecen una serie de recetarios que incluyen recetas del chairo, como uno de los nuevos hábitos alimenticios de los paceños. Las publicaciones de Luis Téllez (1946), Aida Aguirre (1945) y Antonio Paredes Candia (1990) incluyen recetas del chairo paceño con algunas variaciones en los ingredientes, a excepción de la chalona que es la base del sabor, seguida de los nudos de cordero, papa y zanahoria al hilo, huacataya, yerbabuena, orégano, arveja, haba, patasca, mote de trigo, chuño martajado, ají verde, ají colorado, perejil, queso y cuero de cerdo, aditamentos de uso libre que refuerzan el aroma.

Ingredientes • • • • • • • • • • • • • • • • •

El poeta, Jorge Mancilla Torres, le ha escrito los siguientes versos:

“Creo en el chuño sumido En un caldo de chalona Y carne de res dulzona, Ají amarillo molido Arvejas, trigo prendido Zanahoria, patascka el leño (el sabor pone su empeño), La papa picada al hilo Y el perejil en el filo, Frugal del chairo paceño”.

(8 porciones)

8 nudos de lomo de cordero. 8 pedazos de chalona. 2/3 taza de arvejas. 2/3 taza de habas verdes. 1/4 taza de trigo. 2/3 taza de zanahoria pelada y picada. 5 tazas de papas peladas y picadas. 2 tazas de chuño. 1 taza de cebolla. 1 taza de tomate. 1 y 1/2 cucharas de sal. 3 litros de agua. 1 cuchara de ají colorado. 2 cucharas de aceite. 1 cucharilla de comino. 1 cucharilla de orégano desmenuzado. 1 cuchara de hierba buena picada.

Preparación Poner al fuego una cacerola con agua. Cuando esté a punto de hervir, añada las carnes, el trigo mote, el ají previamente cocido en aceite, la sal, la cebolla, el tomate, el comino y el orégano. Dejar cocer hasta que la carne se ablande, para luego agregar las zanahorias picadas en tiras finas y largas, las arvejas y las habas. Dejar cocer durante 10 minutos, aproximadamente. Al final ponga las papas picadas muy finas junto con el chuño martajado y lavado en varias aguas, incluyendo el allpl, (saldo del chuño molido que queda en la base del recipiente, donde se lo lavó). Añadir sal si es necesario. Dependiendo del gusto, puede añadirse un poco más de agua hervida. Dejar cocer por 5 a 6 minutos. Servir la sopa caliente con un pedazo de carne y chalona, espolvoreando encima hierba buena picada, especie que le da el sabor típico al chairo paceño.

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Entre marzo y mayo de 1781, talegos de haba, papa y choclo fueron donados por haciendas paceñas para mitigar el hambre de las aproximadamente veinte mil personas que habitaban la ciudad, cercada por Túpac Katari, Bartolina Sisa y doce mil indígenas. Estos ingredientes –señala la escritora Genoveva Loza– estaban entre los escasos productos que abastecían las despensas de las familias asentadas en La Paz. Debido a la restricción para el ingreso del ganado vacuno, la carne de res prácticamente había desaparecido; la población se vio obligada a buscar alternativas, prescindiendo de ella. Una opción fue poner a cocer habas, papas y choclos acompañados de una tajadita de queso. Así, nacía el afamado plato paceño. Desde entonces, el plato paceño ha experimentado algunos cambios. El queso que acompaña es frito y, como elemento importante de este tradicional platillo, se añadió un filete o chuleta de res. Degustar el plato sin llajua (mezcla molida de locoto, tomate y quirquiña) es, simplemente, inconcebible.

Ingredientes Una libra de papa. Dos libras de habas. Cuatro choclos grandes. Un queso grande.

Preparación Hacer cocer papas y habas, previamente lavadas, en una misma olla. En otra, cocer el choclo con una porción pequeña de anís. Freír el queso en aceite caliente; para evitar que se desparrame en el sartén, untar cada tajada en un poco de harina. Lo aconsejable es servir el plato caliente.










CASA

SILLERICO

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revista municipal de culturas

)


Valoración:

“A” VALOR MONUMENTAL

época

85

REPÚBLICANA

DIRECCIÓN DE PATRIMONIO CULTURAL Y NATURAL UNIDAD DE PATRIMONIO MATERIAL Y NATURAL

VALORHISTÓRICO

El inmueble, de dos niveles, fue construido como vivienda familiar entre 1900 y 1920 en la intersección de la actual calle 10 y avenida Héctor Ormachea de Obrajes. La casa quinta del señor José Montes en los Obrajes o Villa de la Alianza, como se la denominó en un principio, fue muy conocida por la impresionante cantidad de árboles frutales y huertas en varios sectores del predio. El inmueble fue una de las pocas quintas con un kiosko en medio de la vegetación interna, donde los dueños, familiares y amigos solían reposar y protegerse del sol. Los planos de construcción han permitido acceder a una valiosa información histórica en torno a la denominación histórica de las áreas circundantes.

VALORARQUITECTÓNICO Las tres crujías y el patio central del inmueble conforman la tipología propia de las casas republicanas construidas en La Paz. El componente arquitectónico más sobresaliente del inmueble es la torrecilla en voladizo cuyo chapitel remata en punta. Debido a la proporción de los ambientes, la altura de cada planta supera los ocho metros. La Casa Sillerico presenta una cubierta en pendiente que protege las crujías, dejando libre el patio central. Conserva la carpintería original de ventanas, puertas y otros accesorios.

VALORARTÍSTICO La Casa Sillerico, como se la conoce actualmente, es un ejemplo de la arquitectura ecléctica de matices neorrománticos, con notable influencia europea. En la composición global, la estructura muestra dos fachadas corridas y asimétricas, con vanos y macizos incorporados de manera armónica. La pequeña torrecilla es el elemento sobresaliente de la construcción. Su ubicación, en la planicie de Obrajes, permite una amplia vista de las cuatro calles que la circundan.

Obrajes calle 10

CASA

SILLERICO

Av. Héctor Ormachea

Fotografía y diseño: Arq. Ysrael Mendoza

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CASA

GEMELA

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revista municipal de culturas

)


Valoración:

“A” VALOR MONUMENTAL

VALORHISTÓRICO

época

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REPÚBLICANA

DIRECCIÓN DE PATRIMONIO CULTURAL Y NATURAL UNIDAD DE PATRIMONIO MATERIAL Y NATURAL

El inmueble fue construido por encargo de una influyente familia liberal, entre 1900 y 1930. Tiene características similares a las de la casa de la avenida Montes esquina Ingavi, ya que es de los mismos propietarios El estilo eclético de esta construcción civil se asentó en los patrones de diseños europeos en los que la esteticidad es integral, partiendo de los cánones clásicos que dominaban las tendencias de la época. La casa, de uso familiar, fue referencia importante del antiguo barrio Caja de Agua. Se levantó sobre el Campo de Cusipata que, posteriormente, se denominaría avenida Armentia, en homenaje a la labor religiosa y social del Obispo Nicolás Armentia.

VALORARQUITECTÓNICO Diseñada al estilo ecléctico de notable influencia europea, la casona está emplazada en la esquina de las actuales avenidas Armentia y Chacaltaya. La estructura externa posee detalles fitomórficos y una cúpula con láminas de zinc y aguja. Un zócalo de cemento piruleado, vanos de arco carpanel tratados con adaraja y clave central, identifican el estilo arquitectónico en la planta baja. El ingreso principal está jerarquizado por un cerramiento de rejas metálicas al estilo art nouveau y columnas de orden jónico a modo de parteluz.

VALORARTÍSTICO El inmueble tiene balcones cerrados, ventanas en arco de medio punto y puertas cristaleras con trajas en abanico. En todo el perímetro se observa un parapeto con recuadros incrustados de filigranas y, en los remates de los balcones e ingresos, albardillas octogonales. De tipología compacta, cuenta con dos niveles de accesos independientes. Tiene un ingreso lateral hacia el estar principal y corredor que distribuye los ambientes internos. Fue edificado sobrecimientos de piedra con muros portantes de adobe, entrepisos de cerámica y machihembre. La carpintería posee trajas en abanico resaltadas por un almohadillado decorativo en estuco. Los muros reflejan una textura de ladrillo visto y una cúpula cuya cubierta tiene placas metálicas de escama de pez. En los interiores existen cerámicas con diseños florales que hacen juego con recuadros de los cielos falsos.

CASA

Zona Norte

Av. Uruguay

GEMELA

Av. Chacaltaya

Av. Armentia

Fotografía y diseño: Arq. Ysrael Mendoza

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PALACETE

ACADEMICISTA


Valoración:

“A” VALOR MONUMENTAL

época

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REPÚBLICANA

DIRECCIÓN DE PATRIMONIO CULTURAL Y NATURAL UNIDAD DE PATRIMONIO MATERIAL Y NATURAL

VALORHISTÓRICO

Construida a principios del siglo XX, presenta tipologías importantes de la arquitectura urbana de ese periodo. Las características de su construcción corresponden a las tendencias de la arquitectura de las bellas artes, el eclecticismo y el academicismo, tuvieron un peso importante en el diseño de edificaciones de La Paz y Sucre. El inmueble siguió esta línea, es decir, sustituyó los patios centrales por halls vidriados, introduciendo estructuras de hierro y decoración impuesta por las “medallas” francesas.

VALORARQUITECTÓNICO El inmueble tiene dos accesos, el principal en la avenida Arce a través de una escalinata. Posee elementos decorativos propios de la corriente ecléctica como la imponente fachada con balcón errado, buhardillas y mansarda de remate. Un hall central distribuye la circulación a los amplios salones. El palacete, declarado patrimonio arquitectónico de La Paz, mantiene una escalera de mármol que conduce a los ambientes superiores. Fue construida con adobe, puertas y ventanas de madera, barandas de hierro forjado y decorada con una mansarda con placas metálicas. Se trata de una casona que se diferencia de las coloniales por el estilo arquitectónico pero también por la ubicación, un área destinada a casas residenciales de las clases dominantes de principios del siglo XX.

VALORARTÍSTICO El inmueble tiene una estructura de tres niveles en un número similar de cuerpos. En la parte central destaca un pórtico jerarquizado por una escalinata de piedra y columnas exentas de base circular. La puerta principal tiene un vano con arco de medio punto, fajón moldurado y clave central. En los pisos superiores se advierten pilastras con tratamiento almohadillado, carpintería de madera, fajón adovelado, cornisas denticuladas y un frontoncillo en la parte central. Los ambientes internos están dispuestos alrededor de dos lucernarios. Se mantiene el hall principal, la escalera imperial y los pisos de mármol; sin embargo, algunos muros fueron eliminados con la finalidad de ampliar espacios. Los cuerpos laterales son simétricos con balcones abiertos con baranda balaustradas y puertas de cristal al estilo neoclásico. Sopocachi

PALACETE

ACADE-

MICISTA

calle F. Guachalla

Av. Arce

Fotografía y diseño: Arq. Ysrael Mendoza

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Monumento Murillo

Fotograf铆a: Tito Ponce L贸pez




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