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OBJETIVO CENTRAL: UNIRNOS
Por: José Renán Trujillo García Ciudadano Social Demócrata
Toda mi vida he acudido al soporte fundamental de mi accionar público, el dialogo; herramienta de la esencia civilizada para el entendimiento entre los seres humanos y camino más aconsejable para lograr la convivencia en santa paz y tranquilidad. Con ocasión del debate electoral que deberá cumplirse el próximo mes de octubre, he venido dialogando con personas vinculadas con todas las áreas del pensamiento; de las diferentes tendencias humanistas, de las más disímiles posiciones ideológicas. Ha sido una experiencia enriquecedora.
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El dialogo es una forma de concretar un foco objetivo, una lucha por la democracia, por las libertades, por los derechos humanos, por la modernización del Estado, por la aplicación de la constitución y de las instituciones democráticas; además de permitir la búsqueda de reformas económicas, de avanzar en consensuar un plan económico concertado con el ciudadano, en la preocupación que vengo sosteniendo desde años atrás de que el país ha estado enmarcado en una política neoliberal, perjudicial, que marca desequilibrios profundos en la sociedad, lo que hace necesario rectificar esa desigualdad; y finalmente, un proyecto de paz en el diálogo político, una paz negociada, pues somos por encima de todo una gente de paz, unos reformadores desde la democracia y desde las instituciones.
He sido insistente y consistente en mi posición: con la Constitución de 1991 se inició constitucionalmente el tránsito de la democracia representativa a la participativa. Esta nueva concepción de nuestra democracia implica un cambio trascendental del sistema político, cuya primera y más clara manifestación se encuentra en la manera como se comprende al ciudadano como tal. En la democracia representativa liberal clásica, se tenía una visión del ciudadano según la cual su papel se limitaba a elegir a quienes sí tenían el conocimiento y las capacidades suficientes para hacerse cargo de los asuntos del Estado, mientras que en la democracia participativa el ciudadano goza de plena confianza, lo cual se manifiesta en el derecho que se le otorga de participar en los procesos decisorios públicos que habrán de afectarlo, pues se entiende que es el ciudadano quien en realidad sabe cuáles son sus necesidades y, en esa medida, cuáles las prioridades en la distribución de recursos escasos y, además, tiene mayor interés en obtener los resultados perseguidos.
Y no me canso de repetirlo; para que el mismo se entienda satisfecho y mantenga plena vigencia, los actos decisorios o de poder deben ser el resultado de la expresión de la voluntad soberana que emerge de un proceso en el que se garantice el pluralismo, es decir, el derecho de todas las corrientes de pen- samiento que detentan la representación popular, a ser escuchados y sus opiniones debatidas; la participación, esto es, el derecho de los ciudadanos a intervenir en las deliberaciones y decisiones cuando les asista interés o puedan resultar afectados con ellas; el principio de las mayorías, entendido como el derecho de unos y otros a que las decisiones sean adoptadas por quienes sumen el mayor número de votos en torno a una misma posición, habiéndose permitido previamente la participación de las minorías; y la publicidad, o sea la posibilidad de que el asunto a debatir sea conocido en detalle por los interesados y por los propios miembros de las corporaciones públicas, incluso, con anterioridad a la iniciación de los debates. A ello, vengo invitando; a que dialoguemos todos y nos pongamos de acuerdo todos, sin odiosas exclusiones, en el ambiente que debe rodear la selección de un candidato a la Gobernación del Valle del Cauca y a la Alcaldía de Cali que entiendan, comprendan y compartan éstos principios, para así gobernar. El momento es sin duda de búsqueda, a como de lugar, de la unión ciudadana; de la conformación de un frente nacional, departamental y local democrático.
El diálogo es una forma de concretar un foco objetivo, una lucha por la democracia, por las libertades, por los derechos humanos, por la modernización del Estado, por la aplicación de la constitución y de las instituciones democráticas; además de permitir la búsqueda de reformas económicas, de avanzar en consensuar un plan económico concertado con el ciudadano, en la preocupación que vengo sosteniendo desde años atrás de que el país ha estado enmarcado en una política neoliberal, perjudicial, que marca desequilibrios profundos en la sociedad.