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El arte de decidir
No es la primera ocasión –estamos convencidos de que tampoco será la última– en la que aprovechamos este altavoz editorial para persistir en la idea de la búsqueda de la máxima calidad como el eje esencial que nos guía desde 1890 en la toma de nuestras decisiones, tanto enológicas como empresariales.
Como muchos de ustedes seguramente conocen, a comienzos del pasado 2022 determinamos retrasar, al menos un año más, el lanzamiento al mercado de la nueva cosecha 2015 de uno de nuestros vinos más aclamados y demandados internacionalmente: Gran Reserva 904. Evidentemente éramos perfectamente conscientes de que esta elección de invertir en la excelencia, tomada exclusivamente bajo criterios enológicos, supondría un muy relevante esfuerzo financiero y comercial para la casa.
Pero les garantizamos que no hubo ninguna duda. Era lo que debíamos hacer para la salud y el futuro de la marca y, en consecuencia, de la bodega. El transcurso de los meses solo ha servido para constatar que aquella decisión fue completamente acertada, a tenor de la extraordinaria evolución del que ya entonces era un magnífico vino. Bajo esta premisa, y lejos de querer mostrar un ápice de pretenciosidad, trazar el rumbo de nuestra bodega resulta bastante sencillo.
Hemos internalizado la importancia de la calidad a través de las enseñanzas y decisiones de nuestros antecesores. Hemos aprendido de su sabiduría acumulada y hemos visto, también disfrutado, de los resultados que esta filosofía ha dado a lo largo de las décadas. Es así como se ha cimentado la lealtad de nuestros clientes y el reconocimiento mundial que, gracias a un equipo humano absolutamente comprometido, hemos construido a lo largo del tiempo. Se trata, por tanto, de una forma de vida, una vocación y de un legado.