Buenos Aires, 16 de diciembre de 2016. Queridos Hermanos y amigos: Llegamos al final de un año en el que hemos visto crecer la vida de nuestros alumnos, hemos sido testigos de los logros de nuestros amigos, Hermanos y familiares, hemos tenido la oportunidad de entregarnos, crecer y hacer crecer la vida a nuestro alrededor. Vivir el tiempo que nos toca es una gracia que nos regala Dios; vivirla con agradecimiento y entrega es nuestra tarea. Es una gracia porque Dios confía en nosotros para colaborar con su sueño de una humanidad plena. Es nuestra tarea porque requiere de nosotros la conciencia del presente en dónde se manifiesta Dios. Navidad, y todos sus rituales, tienen que ver con esto. Las representaciones de Belén, los árboles adornados, el ritual de las fiestas donde nos juntamos a comer y brindar, los regalos especialmente a los niños, la celebración de la eucaristía, la representación de la sagrada familia; todo eso nos evoca el sueño de Dios por una humanidad más plena; nos recuerda el inmenso sacrificio de Dios por hacer de esta casa que es el mundo y nuestro tiempo, una casa para cada hombre y mujer que la habita, una familia para cada hombre, mujer, niño o niña que la habita. Este sueño de Dios siempre frágil en la vida de tantos hermanos y hermanas nuestras es el motivo de nuestra tarea. Recordarnos y recordarles al mundo con palabras y con hechos que el sueño de Dios es para nosotros, para cada uno, para todos. Hoy les acerco a todos un abrazo afectuoso con mis mejores deseos de paz, amor, y felicidad junto a los suyos. ¡Feliz Navidad!
H. Martín Digilio, fsc Visitador del Distrito Argentina y Paraguay
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