8 de septiembre de 2016. Fiesta de la Natividad de María Día de la Vida Consagrada
Queridos Hermanos y compañeros en la misión educativa: Reciban mi saludo fraterno, con los mejores deseos de felicidad en este tiempo en el que celebra el Día del Maestro, y el del Profesor. La semana pasada pasé por Jujuy y en una reunión con el equipo que lleva adelante el emprendimiento de Espacio Joven, me encontré con un ícono que pintó el Hno. Roberto Echegaray para ellos. Está Jesús con la hija de Jairo, el jefe de la sinagoga y una inscripción: “La niña se levantó”. El texto al que se refiere está en el evangelio de Marcos (5, 21-43 y tiene sus paralelos en Mt 9. 18-26 y en Lc 8, 40-56). La escena comienza a la orilla del mar y una gran multitud está su alrededor. Venía del territorio de Gerasa donde había despeñado a la piara de cerdos en la curación de aquel hombre que estaba poseído por una legión. Los habitantes de allí le rogaron que se marchara. Jesús cruza el lago y al llegar, se encuentra con una gran multitud que lo rodea; seguramente han oído hablar de este maestro itinerante. En medio de ese escenario se da el encuentro con Jairo, jefe de la sinagoga que se postra a sus pies para rogar la curación de su hija. El texto habla de que Jairo ruega insistentemente con un pedido lleno de ternura: “Mi hijita está agonizando. Ven y pon las manos sobre ella para que sane y conserve la vida“. Este Jefe de la sinagoga, no tiene miramientos para rogarle a este “maestro itinerante” por la vida de esta hija suya. Pasa por encima de los prejuicios y de la estratificación social y religiosa para llegar a Jesús. En medio de este escenario Jesús se da cuenta que alguien lo tocó de una manera diferente al mero apretujamiento, los compañeros de Jesús no se dan cuenta y le reprochan su demora; pero Jesús encuentra una mujer con Fe que en medio de todo aquel gentío se acercó para, aunque sea, tocar el borde del manto de Jesús para ser curada; esta mujer llevaba doce años con su dolencia; la niña que iba a curar también tenía doce años. Este es un encuentro de pasada, pero muy elocuente porque es un signo en el camino de Jesús, los discípulos y Jairo. Cuando todavía estaba hablando, llegaron a avisarle la muerte de la niña. Jesús le dice a Jairo, ”no temas, basta con que tengas fe”. Y no deja que lo acompañen más que tres de sus compañeros, que en la legislación Judía es lo necesario para que un testimonio sea válido. Pedro, Santiago y Juan, serán sus testigos en muchas ocasiones. Cuando entra en el lugar encuentra un velorio, con todas sus expresiones de dolor por la muerte de una adolescente. Tucumán 1961 (C1050AAM) - C.A.B.A - Argentina Tel. (+54) (11) 4374 9046 vis_argentinaparaguay.org www.lasalle.org.ar
Ante esa escena Jesús es que dice: “la muchacha no está muerta, está dormida”. El texto dice que la gente se le burla. Jesús echa a todos y entra con los Padres y sus testigos al lugar donde está la niña y en su lengua le dice: “Talitha qum” que significa: “Niña, te lo digo a ti, ¡Levántate!” La niña se levanta y empieza a caminar. El texto dice que quedaron fuera de sí del asombro y que Jesús les pidió encarecidamente que no se lo contaran a nadie. Después les pidió que le dieran de comer a la niña. Sobre este texto, leído infinidad de veces por nosotros, hoy me gustaría compartir mi reflexión en ocasión del Día del Maestro. Porque los que creemos en Jesucristo sabemos que hemos sido llamados a ser maestros a imagen de Jesús. Nuestra vocación es a participar de ese Jesús maestro que pasa haciendo el bien, enseñando y curando las enfermedades y dolencias; anunciando así que el Reino de Dios está cerca, que DIOS es el Abbá, padre de la misericordia. Me gustaría detenerme en la mirada y los sentimientos de algunos de los personajes: Jairo está verdaderamente desesperado para acudir a Jesús. Seguramente ya lo habían intentado todo, no le faltaban recursos para eso. Y acude a rogarle a este “maestro itinerante” que, en esta sección del evangelio de Marcos, es presentado con muchas preguntas sobre su procedencia. ¿Quién es éste? Es la pregunta que acompaña este evangelio hasta la mitad del libro; nadie puede darse cuenta que hay meta mensaje en las palabras y los signos de Jesús. Los discípulos esperan otra cosa de un maestro. Los que están más cercanos al centro del poder social y religioso desconfían porque sus enseñanzas no entran en el ritualismo. Los jefes religiosos se burlan, conspiran y lo terminan matando. Sólo el pueblo pobre, desesperado, recibe su presencia como buena noticia. Jairo va con desesperación, lleno de amor por su hija, no con fe; pero en el camino junto a Jesús, sabe creer, le han contado sobre este “maestro”, ha visto lo que hizo con la mujer en el camino, ha escuchado la exigencia de Jesús, y puede poner su esperanza y su fe en la acción de Jesús. “No temas, basta que tengas fe”. Jairo en el camino, puede aprender de Jesús, a ponerle otra mirada a la coyuntura, una mirada fuera de la lógica instituida, una mirada de esperanza, de Buena Noticia, de Reino de Dios. También me quisiera detener en Jesús; su mirada sobre Jairo, su hija y sobre la situación. Escucha a Jairo, lo ve desesperado y lo consuela, camina junto a él, lo alienta, le pide su fe, lo pone como testigo junto a su mujer, le enseña a mirar más allá de los signos aparentes de final, lo invita a creer en la vida sobre la muerte, lo invita a seguir creyendo aunque los signos digan otra cosa. Jesús, este maestro itinerante, pobre, sin más recursos que su palabra y sus obras, es capaz de enseñar a mirar sobre la persona humana de una manera diferente. Es capaz de ayudar a mirar lo que hay de promesa en medio de lo irremediable. Es capaz de enseñar a permanecer con fe en medio de todas las opiniones de corto plazo.
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La mirada de Jesús sobre la escena de los que vienen a anunciar la muerte de la hija de Jairo queda desacomodada de la perspectiva de los que comparten ciertamente el dolor con Jairo. Pero él puede con Jesús, tener fe. También estas dos mujeres, son símbolo de las doce tribus de Israel; el pueblo de Dios que es invitado a convertirse en el nuevo pueblo de Dios, no regido ya por leyes de exclusión y muerte; sino que sea regido por la vida. En agosto he tenido la oportunidad de visitar las obras del Distrito en Paraguay y en Jujuy; la situación tan apremiante sobre todo en Fátima y en Jujuy; medios suburbanos empobrecidos, habla por sí misma. La realidad de la mujer en ese contexto, sobre todo de las niñas y las madres adolescentes; la situación de la falta de trabajo, el hambre, la multiplicación de la adicción a la pasta base y el tráfico utilizando a menores, las consecuencias del empobrecimiento, son un grito a los educadores a dar respuestas a las necesidades educativas para ayudar a incluirlos en el concierto de un mundo que ha naturalizado la indigencia, la injusticia y la desigualdad. La preocupación de los educadores con los que tuve la oportunidad de conversar, sus iniciativas llenas de profesionalidad, generosidad y gratuidad, hablan de la pasión por anunciar el evangelio desde las obras que reproducen en cierta manera las acciones de Jesús Resucitado. Ciertamente esas obras, y esos educadores son buena noticia para los que sufren. Siguen invitando como Jesús a reinventarnos desde el criterio de la vida. Pienso en la realidad que nos toca vivir en este tiempo, y creo que hoy más que nunca es necesario vivir con vocación nuestro empleo. Vivirlo con Fe y asumirlo como participación del magisterio de Jesucristo. Vivir nuestro empleo con vocación nos ayuda a ir más allá de los diagnósticos, vivir nuestro empleo con vocación nos hace participar de la utopía del Reino de Dios. Nos ayuda a permanecer con fe, a sacar lo mejor de nosotros mismos, a cooperar con nuestros compañeros y con todos los que estamos interesados en poner la vida y la posibilidad por delante del límite y los signos de la muerte. No en vano San Juan Bautista De La Salle les dice a los Hermanos en la Regla de 1718 que el Espíritu de este Instituto; es decir el motor, la fuerza, el principio de movimiento; es “en primer lugar, el espíritu de Fe que debe mover a los que lo componen a no mirar nada sino con los ojos de la fe, a no hacer nada sino con la mira en Dios, y a atribuirlo todo a Dios y en segundo lugar, el espíritu de su Instituto consiste en el Celo ardiente de instruir a los niños y educarlos…” La Salle sabía que sin fe, esta obra de Dios encomendada a este naciente Instituto, no tenía futuro. Hoy reconocerse un educador lasallano, es saberse poseedor de esta fe y este celo, que no se mide sino en lo concreto de lo cotidiano, en la voluntad y el deseo de formar una comunidad de educadores; en el deseo y la pasión por atender aquello que es más difícil, aquellas situaciones que más molestan, aquellas situaciones que más nos amenazan. También en el deseo por hacer esta obra de Dios más grande y extensa para llegar a aquellos que nadie llega. Ser educador lasallano no está dado por el escalafón, ni mucho menos por la antigüedad.| Pero esta pasión, o celo como lo llama el Fundador, está fundada sobre la gratuidad, simplemente porque nace del mismo amor de Dios por la humanidad caída y sin esperanza; Tucumán 1961 (C1050AAM) - C.A.B.A - Argentina Tel. (+54) (11) 4374 9046 vis_argentinaparaguay.org www.lasalle.org.ar
esto excede en muchas ocasiones cualquier contrato de trabajo. Respecto de esto el Fundador es muy duro cuando le dice a los Hermanos que “este espíritu es el que debe animar todas sus obras y ser el móvil de toda su conducta; y los que no lo tienen o lo han perdido, deben ser considerados y considerarse a sí mismos como miembros muertos, porque se hallan privados de la vida y gracia de su estado, y deben persuadirse también de que les será muy difícil conservarse en gracia de Dios”. Escribiéndoles esta carta me acuerdo de muchos chicos y chicas con los que me cruce en la vida de Hermano, y maestro: Me acuerdo siempre de Gisel, una nena que vino armada a la escuela a los seis años, “porque la calle está dura Hermano”, me dijo cuando le pregunté por qué trajo esa navaja, me acuerdo de su maestra también; me acuerdo de Renzo que venía a la escuela como podía y aprendía poco; me acuerdo de Sebastián, con tantas dificultades para aprender a leer y escribir, me acuerdo de Agustín con tanta bronca y violencia contenida adentro por la historia que le tocaba vivir, me acuerdo de Manuel con su permanente gesto de desconfianza porque vivía en un ambiente amenazante y violento; me recuerdo de Ramiro haciendo tanto esfuerzo por adaptarse y sus maestros por contenerlo, cuando muchos decían esa famosa y nefasta frase “este colegio no es para este chico”; me recuerdo de Baltasar, con una historia complejísima y con montones de límites, me acuerdo también de Gaspar que desesperado terminó quitándose la vida… y podría seguir con innumerables alumnos; y seguro cada uno podría decir lo mismo. Pero recuerdo a ellos porque estos tuvieron en algún momento la suerte de que hubo un grupo de adultos, familiares y maestros; que lo rodearon de amor y profesionalidad para no agotar las posibilidades de una vida mejor, aún sabiendo que el éxito no estaba asegurado. Muchos de ellos salieron adelante, otros tantos no; pero aunque uno sólo hubiese salido adelante, ya el intento por todos habría valido la pena. Enseñar al que aprende solo, o que tiene todas las condiciones de aprender, está en el marco de lo esperado de un trabajador de la educación que tiene como función la tarea de hacerse cargo del proceso de enseñanza - aprendizaje. Enseñar al que está en desventaja, al que está por debajo de lo esperado, enseñar al que no tiene dadas las condiciones, sólo se puede apelando a un fondo vital de la comunidad de maestros movidos por su profesionalidad, su fe y pasión por la persona humana y la vida; porque esto es lo que posibilita superar todo pronóstico, determinación o juicio preliminar. El límite está en haber agotado las posibilidades, o en descubrir que el proyecto educativo que tenemos no ayuda a un desarrollo acorde a sus necesidades. Y todo el pago que debemos esperar por esto es llevar el corazón de maestro lleno de nombres de chicos y chicas. Hago mi oración agradecida a Dios, y rezo por la vida de todos los maestros lasallanos, le pido al Señor que bendiga con abundancia sus vidas, por tanta generosidad puesta al servicio de los que más necesitan en el ámbito en el que estamos y desde el lugar que ocupamos en el proyecto educativo. Pido al Señor también por los educadores que recién se inician en su tarea, para que puedan prender el fuego de la pasión por la humanidad y la vida. Pido al Señor por los educadores que están en proceso de jubilación, para que puedan transmitir esta tradición educativa y evangelizadora a los que recién llegan.
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Pido por los educadores que están desencantados de su tarea, encerrados en su rutina, sin ganas de asomarse a un horizonte de sentido que los llene. Le pido a Dios para ellos, que los llene de su esperanza y de su fuerza. Hoy la Iglesia nos invita a celebrar la fiesta del nacimiento de la Virgen María, modelo de la Vida religiosa; a ella le pido que bendiga a nuestras comunidades religiosas, y que aumente las vocaciones de Hermanos y de educadores; para ser un signo de esperanza para los que sufren. El martes, cuando empezaba esta carta, recibía la tristísima noticia del fallecimiento del hijo de Claudia Godoy, nuestra querida compañera, vicedirectora de Malvinas. Rezo para que su inmenso dolor se convierta en paz; y les ruego a todos a acompañarla con nuestra oración y afecto. “Que la Virgen María; madre y maestra, nos bendiga con su misericordioso Hijo Jesús.”
Hno. Martín Digilio, fsc Visitador
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