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LA PUEBLA DE MONTALBÁN EN TIEMPO DE FERNANDO DE ROJAS Hidalgos, pecheros, y señores
Pedro Velasco Ramos
Retomamos la serie de artículos iniciados en la revista nº 43 sobre la “La Puebla de Montalbán en el tiempo de Fernando de Rojas”.
Hidalgos Conocemos que la relación de los señores de Montalbán: la familia Pacheco –Téllez Girón y los hidalgos que habitaban La Puebla de Montalbán, nunca fueron buenas. En múltiples ocasiones conocemos pleitos y dificultades entre ambos estamentos. En las Probanzas de Hidalguía que promovieron los nietos de Rojas, uno de los testigos manifiesta que Fernando de Rojas y otros hijosdalgo se desavecindaron de La Puebla y se fue a vivir a Talavera de la Reina, por un problema para poder demostrar su hidalguía y por tanto la obligación de pagar los impuestos que correspondían a los pecheros y que no tenían que pagar los hijosdalgo. Debido a esta oposición local, parte de los afectados intentaron hacer valer antiguos privilegios y en 1575 se relató cómo organizaban hermandades con desfiles para hacerse notar e intentar pagar los mismos impuestos que los Hidalgos por el motivo de tener “armas y caballo”. A causa de estas dificultades, todavía en 1585 los más ricos de la localidad seguían teniendo la condición de pecheros. En otra ocasión los señores de Montalbán litigan contra el cura, párroco de la iglesia de La Paz y como consecuencia, el párroco decide picar los dos escudos de la familia ducal, que presidían la fachada principal de la iglesia en la Plaza Mayor y que aún se pueden ver picados en su estado actual. Según Florencio Huertas en su tesis Doctoral “La Puebla de Montalbán en la Edad Moderna”, “podemos pensar que desde sus comienzos la presencia del señor en la villa de la Puebla de Montalbán conllevaría también la existencia de algunos hidalgos a su servicio, las primeras noticias que tenemos sobre ellos en el señorío corresponden a 1556, cuando estos hidalgos pleitean por el control de la mitad de los oficios concejiles de la villa; en esos momentos su número estaba reducido a ocho, de los cuales uno, Francisco de Ludeña, es Alcaide y los otros son tachados por el concejo de criados del señor. Veinte años después, en la época de las Relaciones… de Felipe II, la única población en la que encontramos presencia de hidalgos sigue siendo la villa de La Puebla de Montalbán, puesto que 12
en poblaciones como Menasalbas, Mesegar o San Pedro de la Mata se señala que “no hay hidalgo alguno”ni “ninguna casa de señor”, así como tampoco “personas de exenciones ni libertades”. En el caso de la Puebla de Montalbán se recoge la existencia de “once hijosdalgo de executoria y que gozan de devengar quinientos sueldos según fuero de España, de los cuales once, tres son hermanos… y estos gozan de exemtión de no pagar alcabala de hacienda propia suya”; la cifra no parece, sin embargo, excesiva para una población relativamente importante en cuanto a habitantes y riqueza, que es, además, la cabecera de un extenso señorío, cuyo señor reside, además, en aquella época en esta población como cabecera de Montalbán. Unos años más tarde, continúa la Tesis de Florencio, en 1590, a la hora de hacer el repartimiento por provincias del Servicio de Millones, se dieron una serie de normas y justificaciones respecto a los hidalgos Lo cierto es que la descripción se adapta perfectamente a la situación del conjunto del señorío. Existe un grupo de hidalgos, que se concentra en la villa de la Puebla de Montalbán, poco numeroso, pero con haciendas importantes. Dicho grupo controlaba desde mediados del siglo XVI la mitad de los cargos concejiles, servía en la administración condal y una parte de sus miembros contaba con privilegios fiscales particulares. A comienzos del siglo XVII, este grupo está ya plenamente formado en cuanto al número de familias –oscilarán siempre en torno a las quince- y a sus apellidos; así, en 1615 nos aparecen como hidalgos Andrés de Saavedra, alcalde por el estado noble, Diego López de Adrada, alcaide de Montalbán, Pedro de Paredes, Luis de Sosa, Ambrosio de Ludeña, Francisco Calderón y Gerónimo de Cepeda, a los que hay que añadir también a Magdalena de Loarte, quien posee como heredera la ejecutoria de 1559 sobre el reparto a los hidalgos de los cargos concejiles; esta última era hermana y heredera del difunto presbítero Agustín de Loarte y con ella vivía su sobrino Matías de Olarte, también presbítero. Todos ellos son apellidos que se mantienen a lo largo de todo este siglo, si bien en los últimos años de la centuria vemos un aumento en el número de familias y
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