Crónicas 52

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EL DIDACTISMO DE LA CELESTINA Pedro Velasco Ramos

(2ª PARTE)

“E tantas quantas más lo leya, tanta más necessidad me ponía de releerlo, e tanto más me agradaua, y en su processo nueuas sentencias sentía. Vi, no sólo ser dulce en su principal hystoria, o fición toda junta; pero avn de algunas sus particularidades salían deleytables fontezicas de filosofía, de otros agradables donayres, de otros auisos e consejos contra lisonjeros e malos siruientes, e falsas mugeres hechiceras”

E

n la Celestina, se reconocen los planteamientos sobre el libre albedrío de la escuela voluntarista-agustiniana, para la cual la capacidad de elección del hombre solo adquiere valor si se ve enfrentado a lo bueno y a lo malo por igual, entre los que puede escoger gracias al don divino de la razón, como queda perfectamente expuesto en el prólogo del “Libro de Buen Amor” que tanta influencia ejerció sobre la Celestina. MELIBEA.- Tantas vezes me nombrarás esse tu cauallero, que ni mi promessa baste ni la fe, que te di, a sofrir tus dichos. ¿De qué ha de quedar pagado? ¿Qué le deuo yo a él? ¿Qué le soy a cargo? ¿Qué ha hecho por mí? ¿Qué necessario es él aquí para el propósito de mi mal? Más agradable me sería que rasgases mis carnes e sacasses mi coraçón, que no traer essas palabras aquí. CELESTINA.- Sin te romper las vestiduras se lançó en tu pecho el amor: no rasgare yo tus carnes para le curar. MELIBEA.- ¿Cómo dizes que llaman a este mi dolor, que assí se ha enseñoreado en lo mejor de mi cuerpo? CELESTINA.- Amor dulce. MELIBEA.- Esso me declara qué es, que en solo oyrlo me alegro. CELESTINA.- Es vn fuego escondido, vna agradable llaga, vn sabroso veneno, vna dulce amargura, vna delectable dolencia, vn alegre tormento, vna dulce e fiera herida, vna blanda muerte. En este sentido resulta posible ubicar el diálogo entre Celestina y Melibea en el marco que proporciona el pensamiento agustiniano tardío, de acuerdo con el cual, la debilidad del ser humano ante el deseo carnal, era explicada como consecuencia del pecado original. Dicho de otro modo, el ser humano debido a la trasgresión cometida en el paraíso, había quedado inerme ante el pecado y el deseo sexual. Los personajes de Rojas de manera irónica o pesimista son seres caídos controlados por las pasiones. En tiempo de Rojas, la unión física de dos personas que se aman, unión ordenada por Dios, es el placer más grande que Dios ha otorgado a sus criaturas, una experiencia que no se puede comparar a ninguna otra. Ni la vida de un hombre ni la de una mujer son completas sin esta expe-

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riencia. Es “el soberano deleite” que se menciona en La Celestina. De acuerdo con esto, un lector capaz podría separar lo esencial de lo circunstancial, el fruto de la cáscara, y llegar al núcleo de cosas o el mensaje oculto, porque hay una necesidad propósito moral: la necesidad que supuestamente tenía el país de que Rojas máximas y advertencias, como afirmaba en el título, que motivaron una retorcida y forma inmoral, pero necesaria. En conclusión, La Celestina se presenta como si ideas y lenguaje, intenciones y las palabras, estuvieran necesariamente en conflicto. De hecho, es una obra de descarado erotismo, y los personajes son representaciones de los siete pecados capitales (Dorothy C. Clarke): especialmente la lujuria, pero también la envidia y la codicia (en todas ellas, incluidas Pleberio), ira (palpable en Melibea), orgullo (clamoroso en Pármeno), y hasta la pereza (patente en los sirvientes y Centurio), todo impregnado de glotonería, escandalizando a los lectores actuales de Celestina más que nunca. ¿Somos más mojigatos hoy en día que nuestros medievales ancestros? Bien podemos serlo, y la razón es la mis-

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