Crónicas 52

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EL DISCURSO ANTI-INQUISITORIAL DE LA CELESTINAi Kenneth Brown

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iertos monólogos y diálogos de la La Celestina evidencian un número apreciable de significados codificados que, una vez combinados, recrean una especie de Manual del Inquisidor en sus ocho etapas o apartados distintos y complementariosii. El «Manual» hipotético comienza con la ansiedad psicológica que el supuesto hereje va a experimentar de ser denunciado por cualquier informante al Tribunal; este trayecto en la narración anti-inquisitorial incluso se extiende al lamento del siervo leal converso de judío. La posible denunciación podría provenir seguramente de un soplón, en hebreo llamado malsín.iii Prosigue el historial lúgubre con redadas de posibles herejes, donde la voz «nidada» equivale a la de ‹redada›. Luego el historial se traslada al proceso legalmente burocratizado de una interrogación completa, que incluía actos de tormenta físicos y psicológicos. El «Manual» narratológico acaba con la relajación del presumido acusado judaizante, ahora pertinaz y relapso, en un auto de fe público. Fuera de las ocho etapas o apartados articulados por escrito en el «Manual», no faltan, con el fin de contrarrestarlos, en nuestro caso, elogios por el converso de judío martirizado, y hasta un deseado retorno de uno al seno del judaísmo ancestral. Las ocho etapas de nuestro «Manual» configurado, sacadas del texto íntegro de La Celestina, son las siguientes:

1.- Nuestro primer ejemplo será el lamento rimado y octosilábico del paje converso de judío, fiel a la monarquía Trastámara de los Reyes de España, Fernando e Isabel. He aquí lo que dice Pármeno: «Por ser leal padezco mal» (1,92). El renglón aparenta encubrir la falta de fe, por parte del marrano fiel y practicante del cristianismo, en la agencia del Estado Mayor y a la protección y plena aceptación por la Iglesia, corporación ésta que anteriormente había prometido igualdad religiosa y proteccióin civil a los conversos que se hubieran renunciado de su religión mosaica para abrazar la cristiana. Se indica una falta de fe y confianza en la agencia legal, moral y ética del Estado Mayor. Incluso, como remate de su segundo enunciado, en un momento anterior, este mismo paje profiere la frase «no creo a nadie» (1,79). Hasta se complementa el sentido de abandono por parte de las fuerzas

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del poder, tanto gubernamental como eclesiástico, al enunciar Sempronio el temor de ser denunciado por posibles denunciantes, soplones, malsines --Sempronio: «¡Dios nos libre de traidores!» (12,243). En una época anterior a la Expulsión del año 1492 estos malsines pudieron haber sido judíos incluso practicantes, que, a petición de las autoridades inquisitoriales, presentaban denuncias de conversos falsos.

2.- A continuación se sugiere la existencia de una red secre-

ta de conversos o sea marranos en el ambiente inmediato de la acción narrativa de La Celestina. Al efecto Areúsa dirá: «mi secreto amigo» (17,301). También enseña ella su propio miedo ante resultar víctima de un testimonio falso de denunciante a los oficiales del Tribunal: -- Areúsa: «falso testimonio», «tu secreto» (17,304). Pármeno ya ha proferido la necesidad del converso de judío, aun practicante del criptojudaísmo, de guardarse su «secreto» religioso más íntimo y por ello muy peligroso: «Porque a quien dices el secreto das tu libertad» (1,88). Precisamente en la nota a pie página en la edición clásica del equipo de investigación y redacción La Celestina capitaneanda por Francisco Rico, se citan los Proverbios del Rey Salomón 11:13 como posible fuente bíblica de la declaración en boca de Pármeno-- «El que anda chismeando revela secretos, pero el que es de espíritu fiel sabe guardarlos.» La denuncia por fin se formaliza --Sempronio: «¡sí, sí, desos es!» (8,195). Dicha frase en latín se traduce a ‹Ex illis est›; es decir, ‹Es uno de ellos!› En la novela ejemplar el Retablo de las maravillas (ca. 1612) de Miguel de Cervantes, esta idéntica expresión figura para denunciar las prácticas criptojudaicas clandestinas del Furrier, supuesto buen cristiano de pura cepa.iv Allí el chiste es que el oficial resulta ser otro retajado más en la farse tragicómica cervantina del converso perennemente perseguido. En La Celestina, sin embargo, el proceso de denuncias empieza, aunque sin seguir un rumbo cronológico, procedural y recto, fijo y constante en la narración. Véanse los siguientes ejemplos --Pármeno: «nidada» (= ‹redada›, es decir ‹redada de hejeres potenciales›), «huego» (= ‹fuego›), «muerte», «herejías», «sospechosos», «el que repica» (11,236). La denuncia se formaliza --Pármeno: «que no es cristiano» (12,247). El acto de la denuncia del «secreto» de ser criptojudío en una España

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