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LA GANADERÍA
Don Gabriel Rojas Fernández, importante empresario y miembro destacado de la sociedad sevillana, se hizo ganadero de bravo en los años sesenta del pasado siglo, y tras eliminar las reses de origen Concha y Sierra de su primera compra, formó su ganadería con la más pura simiente de la sangre Núñez, que adquirió a la familia Camará.
En esta estirpe, formada por ese gran criador de bravo que fue don Carlos Núñez Manso, se condensa lo mejor de dos de las ramas ganaderas más influyentes en la época: Rincón y Villamarta. Esta aleación formó un arquetipo de toro con dos morfologías bien diferenciadas, la parte que proviene de Manuel Rincón, vía Indalecio García Mateos y la oriunda de Villamarta, que descendía de la formada por Ramón Mora - Figueroa.
Aunque ambas líneas se cruzaron para fijar y equilibrar caracteres, los ejemplares de esta estirpe tienden a tirar ‘a lo de Rincón’ o ‘a lo de Villamarta’, según su genealogía. De este modo, lo que proviene de la primera de ellas da un toro hondo, badanudo a veces, de manos cortas y recogida cornamenta, con tendencia a enseñar las palas. Predomina el pelo negro, siendo el mulato y el chorreado sus principales derivados, aunque también salen colorados y castaños en menor proporción.
El animal que proviene de Villamarta en cambio tiene mucha más policromía en su pelaje. Se dan animales con muchos más accidentes como el girón, el salpicado, incluso el lucero o el calcetero. Y en cuando a las pintas salen animales burracos, cárdenos, incluso ensabanados. Toro muy ponderado por las figuras de los años 60 y 70, por su ‘tranco de