El canto de las cigarras

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El canto de las cigarras

Por:

Pedro Pablo MarĂ­n

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Se advierte en el canto de las cigarras un no sé qué de vivo, que hace presentir el estío Platón Diálogo de Fedro o del Amor

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Lo que me parece es que las cigarras que cantan sobre nuestras cabezas y conversan entre sí […] nos observan […] Dícese que las cigarras eran hombres antes del nacimiento de las musas. Cuando estas nacieron y el canto con ellas, hubo hombres, que de tal manera se arrebataron al oír sus acentos, que la pasión de cantar les hizo olvidar la de comer y beber, y pasaron de la vida a la muerte, sin darse cuenta de ello. De estos hombres nacieron las cigarras, y las musas les concedieron tener el privilegio de no tener necesidad de ningún alimento, sino que, desde que nacen hasta que mueren, cantan sin comer, ni beber; además de esto, van a anunciar a las musas cual es, entre los mortales, el que rinde homenaje a cada una de ellas. Platón Diálogo de Fedro o del Amor

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Del amor

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Silencio Tu silencio es de una tremenda luz con la que alumbras mi misterio. Tu voz inquieta merodeándome los pasos, tu voz es la furtiva esperanza de mis versos mudos, aun mudos; mudos en mi pecho en donde estás. Ahí, tan alumbrada en mi misterio. ¿Qué hago mujer sin hacer vida la mía vida con la tuya? Habito en tu misterio, sumergido en los astros de tus constelaciones matinales, donde te busco y me busco. Encontrémonos en tu voz y suspiremos el silencio de los dos. Envueltos en la tierna caricia del misterio … seamos claridad.

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Mi pecho La única vinculación que tengo contigo en este tiempo y espacio distintos a los tuyos es este movimiento de mi mano casi caricia, casi beso, casi universo. Un casi aproximándose hacía a ti en este tacto de palabras que se expanden hacía todos los tiempos y espacios en los que ahora anidas. Un espacio que se volvió mi pecho en donde habitas, un tiempo que se han vuelto mis pasos que van en busca de ti, utópica mujer de mi horizonte constelado. La unidad de mi verso entero te demanda, la totalidad de mí ser espera verte traslucida en la imagen que acontece en este lenguaje enamorado. Última certeza de que existo. Última certeza de mí llagado corazón. Última certeza del hueco de mi espera. ¿Qué espero sino verte? Figurita de mis huesos, ven a llenarme de mí que adolezco de tu ausencia, que adolezco de tiempo y espacio en esta era de mi cuerpo en otro cuerpo, en tu cuerpo que me es patria, en tu alma que me es vida. Dame un suspiro en donde reposarme las fatigas de este esperar tenerte y no tenerte, Abierto horizonte de sol transfigurado en fruto tierno.

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Eres ¿Qué me asalta cuando me siento asaltado por ti? ¿Es tu imagen o eres tú? ¿Es tu mismo cuerpo o la representación de tu cuerpo? En todo caso, el amor me tiene fuera de mí, buscando en mi mismo amor. Arañando el amor que va de un mí a un fuera de sí, corazón que late en tu realidad. Pendo de tu corazón latiéndome real en el cuerpo que te piensa y te busca. Amada figura y presencia intacta.

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Mi ciudad Me entrego a ti en cada verso, es la Ăşnica manera que ahora tengo de entregarme a ti en la jornada. Con cada verso construyo una ciudad, un nuevo mundo en donde habites. En mi corazĂłn fundo una ciudad entera que arde pero no se consume; en medio de la ciudad tu presencia erguida a cielo abierto me respira. Una ciudad late entera desde las entraĂąas de mi vida, desde los espacios delimitados por tu luz; piedra angular de la casa donde habito.

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Tu ausencia Por qué no te rompes ya mujer yugular y me desangras. Me irrumpes con dolores lentos, gota a gota se vacían mis manos. Queda huérfano mi tacto ensangrentado, agotado de buscar la visión terrestre de tu piel, de tu rostro. La distancia y tu ausencia me anihilan. Me dejas el no ser cuando te vas y eres sin mí, cuando todas las cosas son en ti, respiran de ti y mueren de ti, en este amor que es mi único ser.

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Hambre Una ciudad llena de hambruna. Colmada hasta la sueños de la necesidad universal. El hambre es una presión en la boca del alma que me hace caminar encorvado. En la ciudad uno se vuelve lento trabajando el pan terrestre que se forma del polvo de palabras mudas. Eso es, la ciudad esta callada, cubierta de silencio. La ciudad está sin lenguaje pero llena de casas, de patios, de macetas y frutos verdes que engañan al hambre. Esta feroz y ciega hambre que deja a los hombres en la indigencia, la indigencia y pobreza del amor. La ciudad esta muda y hambrienta… mejor dicho, los hombres están mudos y hambrientos de la necesidad última. El amor que funda al amor; el hombre sin muerte, sin muerte.

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Cesa todo Cuando tú me hablas tengo que recordar que tengo un cuerpo. Tengo que recordar todas mis existencias para no caerme, para no olvidarme ante tus ojos. En tus ojos cesan todas mis preguntas sobre el mundo, todos estos fundamentos metafísicos sobre lo que existe. Cesa todo para existir en tu cuerpo mirándome. Imbuido en la vida, en el amor a la vida, que acontece cuando huyen mis preguntas por la vida, cuando me miras con el alma en los ojos, haciéndome tan simple y sencillo como tu amor; ardo en tu amor que me da forma e imagen en medio de un mundo informe y lleno de preguntas sin rostro. Aquí acontece mi rostro iluminado por la luz del tacto de tus ojos.

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Figurita Eres una clara figura de porcelana, pero no como objeto separado de mí. No estás fuera de mí como objeto de tierna y barbará ternura; naces de mí entera. ¿Quién es el artesano de tu delicada realidad en mí? Entera, eres, y pierdes tu alteridad siendo una conmigo. A veces temo, no al brillo de tu liviana forma sino al plomo de mi brusca búsqueda, al duro cincel de mi recuerdo con que trabajo para descubrirte.

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Mujer con mugre De la mano con la caída del sol veo formarse la mugrita sobre tus ropas, sobre tu tacto, sobre tu cuerpo. La mugrita del trajín del quehacer diario y qué hacer frente a eso… Tu alma y tu ser mujer en el mundo, tu cuerpo desgastándose en la visión colmada de humanidad, mujer con mugre, llena de los gestos de la vida, rebozada, abrasada por la brasa vida que enciendes a la par del sereno. Tu timbre de voz amor, el sudor de tu frente como un páramo amor, y esa fuerza que contrae los gestos de tu boca me sostienen la existencia amor. Ese puño donde descansas el mentón o descansas tu cabecita, pajarito solar en la bóveda del cielo, pero, lo que más me hiere, es la herida de mi alma izquierda, que se desangra gota a gota. La herida del amor donde soy amor.

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¿Tenerte? Como si ya te tuviera me pienso contigo y hablo y existo como si ya te tuviera ¿Y qué es eso de tenerte que ya estoy como si ya te tuviera? ¿Será en ese sentir de tus dedos enroscándose en tu pelo? Eres tú, es tu pelo, son tus manos y te aprehendo tan de mí. Soy más yo mismo teniéndome en ti. Acurrucadita en nosotros. Y es que al sentirte como si ya te tuviera tú misma me tienes. No es que yo te tenga, sino que nos tenemos. Me tienes como de ti y soy amándote ya en ti, enroscado en tu tacto y tu cabello.

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Regalo Estas aquí aunque me pelee con tu imagen. Esta imagen que se pasea por todos mis pliegues del amor. Eres regalito envuelto en papel mache color de tu tacto. Quedas en mí con tu colorido misterio, a la luz de tu ser te haces don. Y no tengo más que hacer que replegarme en ti, me haces don junto contigo. Los dos envueltos en la vida, reglándonos mirada. Los dos capaces de misterio como misterio, ciertos en el amor como amor.

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Te habito Morada mía, espacio amado donde mi cuerpo habita. En todos tus gestos me reconozco y soy tan cercano a ti, en esa arruguita momentánea de nariz cuando sonríes. Adivino una casita en el futuro claro de tu Rostro. Morada mía, casa amada donde mi alma habita.

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Plantita Con la vida que me da tu amor construyo una casa. Erijo una casa para ti en la visión terrestre de tu amor. En el canto lento de los pájaros pongo mi morada. Mi casa es el ruiseñor posado en tu ventana. Casita de mí. Canto de mi vida, cantito de mañana, semillita …plantita del amor.

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Más que las palabras Ya no te siento. Ya hay demasiadas palabras entre tu otredad y la mía. Te hiciste palabra y amaba tu silencio. Pero eres más que las palabras mujer enriquecida de misterio. Tengo que amarte a ti defendiéndote de las palabras, permaneces abrasada en el fuego de mi amor callado. Deseo de los tiempos donde habito.

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Patio En esa casa hay un patio que me recuerda a ti. Claro como tu sombra, como tus manos acariciĂĄndome el recuerdo. Mi vida se alumbra como el patio solar de donde naces, mujer alumbrada; misterio solar cuando camino por las calles de la ciudad sintiĂŠndote tan cerca. Tan cercana a mi calor, humilde brillito de ojos creĂĄndome el espacio.

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El café de tus ojos La mañana está abierta, fresca y llena del movimiento de las gentes. Tú, has despertado junto conmigo, con el café de tus ojos, que bebo para despertarme el alma. Me sacuden el sueño la mañana y tus ojos; tu alma fresca se levanta con mi vida.

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Parque Los pinos, estos árboles alados, el colibrí en tu pelo, mi deseo suspendido en tus búsquedas. El sol del día siempre alumbra los parques. Cuando te vas siempre dejas un parque en mi pecho, con árboles y colibríes soleados. Te vas y me dejas como un bosque lleno de sueños habitados, lleno de pajaritos que cantan corazón; parque eterno guardando el cielo de tu cuerpo ausente.

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Alegría Tus dos cejas se arquean de alegría y una luz me atraviesa el pecho. Un martillazo de luz golpea mi pecho, tan rápido como una palabra, tan lento como un suspiro. El último aliento de mi boca se te ofrece. Todo es por tu alegría, que se arquea en tus dos cejas. Tu alegría es bóveda de cielos, espacio fecundo de miradas; elemento de mi pecho cincelado por tu luz.

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Dos cuerpos se abrazan Se encuentran, se pierden y se buscan. Mi corazón pasa a tu cuerpo y tu cuerpo pasa a mi corazón. Te escondes en mi corazón, te clavas en él, como colibrí en la flor tras el abrazo. Es un cuerpo, un corazón, un abrazo alado se funda en el espacio. Todos los colibríes anidados en mi aliento, vuelan hacia el cielo de tu boca.

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Vida El sabor de la vida se cocina a fuego lento. La vida es de los lentos para amar, el beso es el eterno detenerse. Me detengo en tus labios, lento amar que me da vida. A beso lento el cuerpo pierde pesadez, se desancla de la prisa y bebe vida de otra vida. La vida cuando es vida bebe del sabor de la otra vida. Me detengo en ti para saber de mĂ­. Mujer de sabor eterno.

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Horas Aunque no lo diga: A mí también me gusta el amor. La casa recién pintada y el jardincito de mamá. La comida al medio día, no a la una, ni a las dos, sino al medio día, donde el sol es más sol, al centro de mi cabeza pensándote o comiéndote en el plato que me das de tu cocina, ese amor que me das transfigurado en el humito de la sopa o en la sopa que llenaste de tu tiempo, terrestre, efímera, mujer eterna del amor. A mí me gusta el amor, aunque no te lo diga. La razón es que prefiero comérmelo que decírtelo, tengo hambre del amor, sed del amor, antojo del amor. El amor es comestible, es otra vida siendo la mía vida. Quiero darte mi amor haciendo vida de mis fuerzas, que no son más que el humo del fruto de la tierra metida en tu cocina.

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Urgencia La urgencia de verte. No quiero verte. Mis ojos quieren verte, yo no. Son mis ojos los que te buscan siempre, siempre te están buscando, siempre. Mi cuerpo se mueve a la par de mis ojos que quieren solo verte. ¿Por qué mis ojos se afanan en tenerte? ¿Qué eres para mis ojos que te buscan en toda la ciudad sin encontrarte? Mis ojos están sudando de tanto buscar y no tenerte. ¿Qué eres para mis ojos que te buscan en toda la ciudad sin encontrarte? Ciego mi cuerpo de no verte, ciegos mis ojos de buscarte.

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Beso El beso es el lenguaje de los ciegos. En el beso me hago ciego voluntariamente para verte con el cuerpo. Para verte con el cuerpo entero; alma en el aliento de tus labios

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Campito Tu lengua es un campito verde donde reposo mis fatigas. Tus palabras, tu ser, tu nombrar las cosas me edifican. Se construye un mundo en el silencio de tu beso, un torrente de vida emana del campo verde donde te respiro.

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Grito Al viento la pasión del amor con que te amo. La pasión secreta de mi pecho anidando para el grito. Grito tu sonrisa, tu cuerpo, tu tacto huérfano de mí. Grito con la pasión para que me oigas, para que desangres de amor junto conmigo. Para que tu sangre se haga la mía y me llores y me ames. Grito con amor las palabras sin aliento, el suspiro secreto que se asoma en mis pupilas. Grito el amor con el amor que me invade todo el cuerpo.

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Ven Irrumpe en mí como otredad. Se como tú eres y ven a mí como misterio. Tal cual eres acércate a mi luz y escóndete en ella como si tuvieras frío. Acurrúcate en mi hambre como un hueco de dulzura, como una usencia nunca cierta, como paz en medio del deseo.

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Café Entre tú y yo solamente hay un café de distancia. Un calorcito amargo y dos silencios. Me enamoras del amor, bebiendo del cafetal que crece en el terruño de tu charla. Me acomodo en los amores del café, calientito en el abrazo de tu boca, en tus ceremonias de cabello, en el futuro horizonte de tus ojos, en el ser sin tiempo, sin tiempo.

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Libre Como tu piel, como tu afán, como esta pasión sin la razón. Libre de mí para tí. Ser en el mar, verte en el mar, mujer infinita de azul.

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Tus manos Son tan torpes, tan humildes, tan otras. Se cierran como un capullito que guarda su perfume, se esconden nerviosas al amor, tĂ­midas estĂĄn cuando las veo. He aprendido a saber cuando son tus manos o eres tĂş, a veces tus manos me buscan muy a pesar tuyo, me acarician muy a pesar de tu pudor. Otras veces me detestan cuando pareciera que estas bien a mi lado. Tus manos, son tan libres como ellas mismas, tan libres en su propio amor.

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Del nosotros

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Soy esta contemplación de zapatos; Plotino sentado en medio del parque.

Soy este sol, las grietas de la banqueta como raíces eternas.

Soy la cara caída del recién levantado, el andar pausado del trabajador pausado.

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Soy el color de esos labios bebiendo el café diario, la maquillada mañana de la oficina esperando.

Soy el camión repleto de alma, el alma izada en la mano deteniendo al camión.

Soy el contrafuerte del muro del señor hacendado, la hacienda entera llena de frutos.

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Soy la mañana recién nacida, la tierra enlodada, colmada de rocío.

Soy el tráfico terrestre y el aéreo, el neuma de la ciudad amando.

Soy el esqueleto del puente, del paso a desnivel como el amor.

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Soy la vereda del camino, las piedras son gotas de mi sangre.

Soy el árbol arrugado en medio del parque, el tiempo que anida en sus hojas.

Soy el colibrí danzando en la mañana del néctar.

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Soy la alcantarilla de la ciudad respirando, el fluir secreto de la vida en conchada.

Soy todos los papeles regados en la calle, los รกrboles que mueren para que todos vivan.

Soy el calor verde de la ciudad, la temperatura en las mejillas del verano.

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Soy el frescor de la maĂąana en los pulmones, el andar primero de hormigas madrugando.

Soy las hojas de tiempo entregadas a la tierra, el corazĂłn fermentado en todas las raĂ­ces.

Soy el vuelo del ave, el ave misma que perfora el acero del tiempo.

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Soy la cruz del muerto en el camino, el recuerdo diario de lo que en verdad somos.

Soy la casa abandonada en el terreno baldĂ­o, el habitar de la familia en medio de la sangre.

Soy las herramientas del mundo construido, el ejercicio terreno para escapar de la muerte.

41


Soy la basura de la ciudad gastada, El basurero cubierto del hedor de lo mundano.

Soy la escoba de esa vieja barriĂŠndonos la vida, la vieja que confunde el alma y sus zapatos.

Soy la lluvia que lava los carrizos de la cerca, la mĂşsica en la madera del techo las casas.

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Soy el amor donado de esa mujer, el viento confundido con su pelo.

Soy un bandoneรณn que llora lluvia, el canto de los hombres que rezuma nuestra esencia.

Soy el cielo abierto a la frente, el azul sin miedo y sin muerte.

43


Soy el brazo roto de ese niño, el hombre roto que juega haciendo mundo.

Soy el camión del mercado, el afán terco de infinito.

Soy el concreto desgastado de la vida, el paraíso nuevo del anciano.

44


Soy todo el gentĂ­o del centro, el azar de todas las miradas.

Soy esa vieja cocinando, la casa oliendo al fruto de la tierra.

Soy este bolso desgastado, esta red, este canasto con todo el pan reciĂŠn horneado.

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Soy este retablo barroco, transformado por las sombras y el vacĂ­o.

Soy ese ramo de rosas en medio del trĂĄfico, el vendedor espinado por el hambre.

Soy el llanto del adolecente enamorado, el llanto del niĂąo por el dulce.

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Soy el artificio comercial, estos muros sin alma construidos.

Soy la nostalgia en esa mano, la cara descansada de esta mujer pensando.

Soy el atolito de las manos de la abuela, el humito de la comida encarnada.

47


Soy este beso en la frente liberada, la sonrisa ancha del hombre enamorado.

Soy esta espalda descubierta al sol, todos los suspiros del desierto.

Soy la nostalgia del lunes al trabajo, el calor tierno de la tarde.

48


Soy la sal en medio de la mesa, el sabor de estos rojos labios.

Soy la madera de la misma, la mesa misma que cruje recordando que fue ĂĄrbol.

Soy el viejo retrato colgado en la pared, los aĂąos perpetuos del amor anciano.

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Soy las canas de esta vieja, el reboso de rocío que viste la mañana.

Soy el farol alumbrando la ciudad, las luciérnagas alegres en los ojos del amante.

Soy la nube en medio del mundo, la mirada azul del niño que las crea.

50


Soy la sombrilla de colores, la sombra fĂŠrtil que cae sobre el cansancio.

Soy el libro en la mano de este joven, las letras clavadas en su pecho.

Soy la lejanĂ­a entre estas dos personas, las manos que se buscan venciendo la distancia.

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Soy el kiosko en medio de la plaza, todos los besos alumbrados en su sombra.

Soy las muletas de este hombre sonriente, la pierna que le falta se le volviĂł espĂ­ritu.

Soy la indigencia de este hombre en la avenida, sus manos tiesas pidiendo larga vida.

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Soy todos los empleos en esta feria, el tiempo empleado en la comuniĂłn del mundo.

Soy la catedral de la ciudad, las calles enteras llenas de tacto.

Soy la mugre en la imagen de este santo, las oraciones trĂŠmulas del corazĂłn ardiendo.

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Soy el calor de estos amantes, la pasiĂłn sin tiempo que germina en la vida.

Soy la vida de este jardĂ­n, la sonrisa de la planta en la azotea.

Soy el lenguaje de todo este mercado, el ser que da forma y sabor a las manzanas.

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Soy los rostros de los otros, La alteridad manifiesta de todos mis hermanos.

Soy todo este gentĂ­o clavado en el pecho, todo el mundo colado por los poros.

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En igual forma, la musa inspira a los poetas, éstos comunican a otros su entusiasmo1 y se forma una cadena de inspirados […] los poetas no están con la sangre fría cuando componen sus preciosas odas, sino desde el momento en que toman el tono de la armonía y el ritmo, entran en furor y se ven arrastrados por un entusiasmo […] el poeta es un ser alado, ligero y sagrado, incapaz de producir mientras el entusiasmo no le arrastra y le hace salir de sí mismo […] los poetas no componen merced al arte, sino por una inspiración divina. Platón Diálogo de Fedro o del Amor

1 De en-theos, es decir, endiosado. Poseído por Dios.

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