Ese terreno prohibido

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SEBASTIÁN GALATRO

ESE TERRENO PROHIBIDO

CARAVASAR LIBROS


El color de la nube pasajera – Ese terreno prohibido – Detrás de la colina, tras la casa – ¡Allí se halla el Paraíso! Emily Dickinson c. 1861


PÁLIDO RAYO SOBRE TU FAZ la luz de las tardes rasga las cortinas ilumina tu rostro radiante; el sol sobre el agua de tus ojos inmenso. Navegaba en el encanto y sabía que era inmensamente feliz, que el recuerdo duraría siempre sólo mientras fuese recuerdo, que la vivencia es un instante para construir memoria, lo único que fuera de mi mente se me había dado para revivir una maravilla. Todo se va junto a ti y al final hasta la noche huye por calles atestadas de angustia. Llegaste al sitio de origen donde permanecías como una imagen ausente mientras tu cuerpo y tu alma se hacían míos. Te juntaste a esa visión de esfumaturas y pronto te recogió el vehículo de la sensatez


para seguir un camino de dĂ­as que no regresan.


CANCIÓN DEL TRASNOCHO Puerta a la soledad darnos la espalda. Es un patio extenso frío y nocturno el otro lado de tu presencia. Noche sin la luz con que miras. Mares de la luna secos sin el resplandor de tus ojos agua. ¿Por qué se derraman sin detenerse? Qué dura es la piedra del pensamiento donde reposo mis inquietudes arropadas de puro desasosiego. Pozo sin fondo tu ausencia vértigo al presentir que broto del otro lado de la tierra, perdido en la extrañeza. Date vuelta, detente, mírame, antes que todo pase.


GEOGRAFÍA E HISTORIA DE TU PSIQUE Conozco el mapa de tu piel, voy sondeando tu historia universal delicia para mi mente ahíta de estíos prolongados y viajes sin retorno a parte alguna. En tus precisas visiones dibujadas por palabras observo la ruta de una inteligencia divina privilegio de quien te escucha, reflejo nocturno de la luz que no quiso esperar la mañana. Me extasío en tus sentencias justas en la disposición de las palabras exactas y en los espacios de risa fresca manantial festivo del creativo Eros que te acompaña en tu transitar celeste. Me pierdo en ti y tu tiempo ingrávido


de limpias eternidades se me hace disfrute de un paraĂ­so prestado a mi mundo comĂşn. Mas miro tus ojos y en el fondo abisal de tu alma encuentro un resto de tristeza, mar seco y perdido de lĂĄgrimas en polvo acumuladas en los vanos espacios de tu memoria. Quiero limpiar tu espacio tu tiempo tu cuerpo tu alma de esa lacustre amargura. Pero es parte de tu encanto un dejo de tristeza, una sombra sutil que resalta tus facciones y se agranda hasta quedar como telĂłn de fondo


insondable oscuridad propia y ajena. Luna de mi horizonte, sin la noche no te verĂ­a henchida de esplendores.


PASAJERO DE LA NOCHE Me llama el silencio de la noche Me encanta con su voz de negra seda que arrastra ecos marinos y brisas de montaña hasta mi oído secreto Lejos está el arrullo de los días de infancia el aguardar expectante de la claridad. Cerca ahora la diana a destiempo de ángeles que anuncian con trompetas el tope de una edad postrera. En ese acorde el alivio de las quietudes nocturnas muta en lento horror hondos abismos hermanados con el final de los días se abren en espantosas visiones sonoras. En su tinta sin embargo,


la nocturnidad concentra el remedio al terror: mantenerme ni insomne ni trasnochado Duermo y sueĂąo en inefables vigilias acompaĂąado de una clara oscuridad que me alegra el ser sĂłlo un pasajero de la noche.


HERENCIA ¿Cuál será mi herencia? ¿Los nombres antepasados, las costumbres desaprendidas, los recuerdos al borde del olvido? Tal vez unas imágenes disueltas en el espejo brumoso del tiempo. O unos retazos de historias escuchadas a lejanas voces. Los ecos del silencio que siguen a las preguntas ignoradas. La prestancia de sombras atravesando la luz de los recuerdos. El himno que se desvanece en el cuarto de una casa desconocida.


El soplo de la brisa de una puerta que se abrió hace tanto; la voz de sus goznes herrumbrosos, grito primal de una aparición pospuesta. La paciente espera de la nada tras la celosía de la vivencia. El dulce olor de las frutas perdidas en el paraíso de la infancia. Los resplandores de proyecciones a las que nunca asistí; el detalle de sus afiches pintados en blanco y negro. La letanía inacabable de posibilidades marchitas en un cofre.


LA DULCE EFICACIA La dulce eficacia de la muerte no se compara con la del amor . El giro exacto de la guadaña hace volar una cabeza, sin alas, extraviada en nubes de ensueño. El amor envuelve en gasas a quien visita inesperadamente con la calculada serenidad del enamorado. Muerte y amor, gemelos fraternos, de origen griego se pelean por el ingenio o la estupidez. Sólo que el amor es quien extravía en nubes de ensueño la cabeza de serafín


sin alas del ahora.


TANTEO ENTRE TUS MUROS Exploro cada bifurcación de los largos pasillos del silencio. Allí las puertas de la memoria me llevan a tus estancias grandes y luminosos espacios llenos de recuerdos impregnados de aromas que creía perdidos. Mas, nada hay que se aleje del corazón, enamorado solitario, avaro en guardar cada gesto y palabra que ya se ha escapado por las rendijas del tiempo. Al toque de las apocalípticas trompetas o del singular momento fugaz que nos tocó apresurar en el mundo de las apariencias, quedará el rastro de tu sombra, el destello de tus ojos sanadores y un sangrante corazón de estampa.


CRONOS INMĂ“VIL El tiempo no pasa. Recorro su camino de ida y vuelta, el ascenso a la Torre de Babel. Es apenas la nada que extiende sus sarmientos de amarga vid y deja un sabor que toma el cuerpo. En la cima sigo el camino inverso, con el cielo como abismo y la tierra cuan profunda bendiciĂłn. Regreso al principio, al foso del nacimiento, al polvo original, al agua que lo moldea, al fuego que lo cuece. Me falta el aliento. La vida se me niega por un instante que dura eternidades. Pero resurjo


Ante el soplo que me aviva. El tiempo no pasa. Paso yo por su camino hecho de recuerdos, de brisa y muchos olvidos.


OLVIDOS PERDONABLES ¿Cómo pude olvidar el leve roce del aliento divino? Si es una sensación de fresco murmullo de hojas en vuelo. El trino rasante de pájaros áureos sin prisa. El calor hogareño en el invierno de la edad provecta. Dulce sabor que apenas percibe mi sentido, y se pierde en el laberinto de la desmemoria.


DESPERTAR Despierto en el territorio extraño de la vigilia. He dejado abandonados mis sueños, siguen sin mí, inventando sus historias, en los instantes de clara luz diurna. En la jornada con chispazos de remezón se anuncian, estirón de vida. Reviven en mi memoria, desplegándose, eternos habitantes de mi destino nunca solitarios huéspedes de la noche. Construyen edificios olvidados con futuro, imágenes y palabras.


Deambulo entonces por sus pasillos de niebla, me deslizo entre sus pasadizos ocultos en claridades que comunican recuerdos y olvidos, sorprendidos por su mutuo encuentro. Hago del dĂ­a estaciĂłn de paso, largo respiro de ausencias anhelantes, hacia la clara oscuridad nocturna. Llego hasta el puerto de las sombras pacientes, mensajeras de mis abismos gloriosos, para reemprender el viaje onĂ­rico exultante. Asiento entonces la realidad en sĂłlidas bases de difuminaciones tan inexactas y emotivas como la vida misma.


VAPORES ONÍRICOS En la fresca estela de la mañana se deslizan aun los sueños de la madrugada. Son apenas un rumor de búsqueda. Sentido que se oculta en espuma de nubes. Inevitable que se acerquen a la desembocadura del olvido. Sólo las aves, reminiscencia desdibujada en movimiento, les siguen hasta desaparecer.


DESPLOME DE ESTRELLAS Las estrellas se nos vienen encima Como una lluvia. Como un oscuro techo que cede. Las vemos con ojos de esperanza o de consternación . Grietas en la noche. Líneas que desde el punto de inicio rompen la oscuridad. ¿Cuántos deseos podemos solicitarles? Demasiados. Todos, tal vez. Pero no hay tiempo. Es mejor guardar un silencio perfecto. Sostener esa apnea de felicidad que sentimos en un beso, mientras las contemplamos, para que esa sensación dure por siempre o al menos mientras las estrellas terminen de caer.


ANTE EL INFINITO Estoy aterrado ante el infinito No puedo reconocerme en su espejo de eternidad. Una evanescencia impide verme. Mis ojos me esconden. Permanezco invisible tras el velo de las suposiciones y el temor de la nada. Permanezco mudo ante palabras encendidas de las que ahora solo un hilo humeante se desprende hacia el cielo. Ah, cómo quisiera encontrar el baúl de las certezas probadas en el campo. Tal vez una flor se muestre como única contundencia. Su perfume se mantiene por siglos en el recuerdo de una poeta china. Mas esto, urdido con fibras de efímero tiempo, se dirige hacia el filo de lo perdurable para saltar hacia el olvido.


PALABRAS EXTRAVIADAS Las palabras se esconden en los entresijos de los recuerdos. Para sacarlas Tratamos de convencerlas con filtros de amor o con llaves de lucha. Mas no sabemos donde se resguardan de la estupidez humana y vano es el esfuerzo. Debemos entonces llamarlas a gritos. Renuentes a esas manifestaciones desesperadas, ininteligibles, se hunden en pozos de tinieblas. De tanto dar voces perturbamos al destino y, dejando un instante su lecho, nos revela una sĂ­laba.


Esa Ă­ngrima llamada anuncia el inicio del emergente desfile triunfal. La algarabĂ­a nos hace creer invulnerables a la bruma del olvido. Todo vocabulario, no obstante, prosigue inconcluso. Perdimos la calma invocaciĂłn. Nuevamente las palabras se esconden aunque sus sombras conversen con nosotros.


PLANOS DE LA CASA Sigo el trazado de la vía láctea para llegar a mi casa extraviada en un espejismo de estrellas. La contemplación, en otro tiempo imposible postura vital, me coloca frente a los ojos de la oscuridad. Mirada penetrante, me acostumbro a ella detallando sus pliegues húmedos de espejo. Pronto alcanzo el remoto punto donde está sembrada, uno de los espirales del tiempo, flexible laberinto de memorias. Abro su puerta para despertar. Allí permanece asentada sobre una nube


de polvo cรณsmico tal vez levantado por el rudo paso del Caterpillar que se encargรณ de fragmentarla.


LEY DE GRAVEDAD Camino sobre este pavimento de mi pueblo, recorro mi infancia de calles de piedra borrada. Siento su aire lejano suave ventisca que me llega al centro del alma. Transito su solidez de piso con la gravedad de una ley natural.


CENIZAS Me sumerjo en el pasado, ceniza penitencial, saya de recuerdos que me desviste. Quemé las palmas de mis memorias gloriosas, las reduje a una brisa gris que vuela de mi presencia pero insiste en quedarse en mi cabeza recordándome viejas palabras latinas. Se aposentan como un escarnio, pierden su condición de viajeras del tiempo y se hacen incombustibles en su esencialidad de carbón.


PRESENCIA ÂżCuĂĄl es mi presencia? La de una voz en la noche, eco lejano de regreso a su perdida patria. La del peregrino que pasa y deja solo sus huellas borradas por el viento La de la luz en su viaje entre los ojos que se miran y hacen saltar una lumbre que incendia su existir. Mi presencia es el sonido de la nada al rozar tu cuerpo, admoniciĂłn de lo imposible, quieta vigilia de sombras hasta el alba.


BREVE MANUAL PARA COMPRENDERTE Quiero comprender tus gestos. Palabras de brisa y memoria furtiva que se nutren de mis ausencias y de las tuyas. Descifrar esos giros de tu voz silenciosa ese acento que deja el movimiento de tu rostro al tocar el aura del mío Interpretar la vibración de tu mirada esquiva cuando se cruza con mis ojos expectantes. Congelados en el ardor que me evocan tus pupilas no pueden dejar de verte en cada palabra callada en cada exhalado silencio Anoto en los registros que el tiempo borrará cada uno de los sentidos de tu vasto tesoro de signos sin forma pero con significados, de espacios reservados para el afecto.


OFICIO No he debido dejar la madera ociosa. Por qué no insistí en trabajarla hasta el cansancio de su transformación en objeto. No debí dejarme seducir por las palabras. En las cajas olorosas a pino o cedro se guardan obras de arte tesoros y cadáveres. Las cajas resultan útiles. Las palabras solo retienen improductivos sentimientos, inasibles ideas, tristezas siempre presentes y alegrías fugazmente idas. Las palabras dejan caer entre sus vanos al ser en melancolías olvidadas de otra forma en el serrín del taller. Quisiera regresar Para hacer de nuevo mi cofre perdido en el tiempo. Perfeccionarlo esta vez hasta que se asemeje al arca de la alianza.


De allí sacaría las palabras que faltan en este espacio y tal vez pensaría o sentiría que soy feliz.


VOCES Las voces que me acompañan en este camino de la escritura son gritos lejanos en el silencio de mi soledad. Consejos dispersos desde más allá de las cosas materiales y más acá de las que creo espirituales. Son recuerdos resucitados, anécdotas vestidas con ropa propia. Tropel delirante, nada organizado, en excursión hacia mis extravíos. Las voces que me acompañan en este camino se han convertido, sin saberlo, en mi propia voz.


SOMBRA SOY Soy la sombra que te acompaĂąa. Fiel te sigo a donde tu cuerpo me designe. Nunca demasiado lejos. Muto en ese mi trabajo, me alargo me acorto me ensancho y sin peso floto en el agua que a veces me atraviesa. A pesar de mi oscura materia no aparezco en los sitios privados de luz donde te crees solitaria acompaĂąante de los miedos. Mas allĂ­, en ese momento, ocupo todo


tu espacio y llego a ser tu cuerpo.


DIRECCIÓN DE LA SOLEDAD La soledad es riesgo de lo inesperado –ahora lo sé– Casa del azar Lugar del viento, señor de lo inasible. Mirador donde me instalé oteando la llegada de tu inmutable permanencia. Allí el tiempo no pasa, pero transcurrieron las heridas de mi desamparo. Por cuál no sé qué impulso regreso ahora sin patria, lejano mi rostro aun, para encontrarte. Sólo hojas secas danzan junto a palabras ausentes. Un remolino de polvo ocupa el sitio donde la costumbre te aposentó desde remoto tiempo.


La soledad –ahora lo sé– es el lugar donde alguna vez estabas.


LÍMITES Los límites son una línea. Frágil aire de la memoria congelado con los primeros fríos del invierno mental. Apenas una sucesión de puntos enseñados en la escuela, mal aprendizaje de la nada en boceto. Los límites son terreno pantanoso donde nos hundimos hasta el sofoco. El recuerdo de un gris paisaje que se esconde preguntando por sí mismo. La sonrisa fugaz, inquieta reverberación de la angustia. Los límites también son el roce de dos instantes de tiempos distintos al encontrarse en el espacio de cercanos cuerpos. Apremio de completar la vivencia de eternidad.


INDICE

PÁLIDO RAYO SOBRE TU FAZ ............................................... 2 CANCIÓN DEL TRASNOCHO .................................................. 4 GEOGRAFÍA E HISTORIA DE TU PSIQUE ............................. 5 PASAJERO DE LA NOCHE ...................................................... 8 HERENCIA ................................................................................ 10 LA DULCE EFICACIA .............................................................. 12 TANTEO ENTRE TUS MUROS .............................................. 14 CRONOS INMÓVIL .................................................................. 15 OLVIDOS PERDONABLES ..................................................... 17 DESPERTAR ............................................................................ 18 VAPORES ONÍRICOS ............................................................. 20 DESPLOME DE ESTRELLAS ................................................. 21 ANTE EL INFINITO .................................................................. 22 PALABRAS EXTRAVIADAS .................................................... 23 PLANOS DE LA CASA ............................................................. 25 LEY DE GRAVEDAD................................................................ 27 CENIZAS ................................................................................... 28 PRESENCIA ............................................................................. 29 BREVE MANUAL PARA COMPRENDERTE ......................... 30 OFICIO ...................................................................................... 31 VOCES ...................................................................................... 33 SOMBRA SOY .......................................................................... 34 DIRECCIÓN DE LA SOLEDAD ............................................... 36 LÍMITES .................................................................................... 38


© De los textos, Sebastián Galatro (2016) © De la edición, Caravasar Libros (2016) Portada y diseño: Armando José Sequera Fotografía: autor anónimo (verano de 1935, 26 años antes de su nacimiento oficial) Ninguno de los textos de este libro puede reproducirse sin la autorización escrita del autor o la editorial.

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Sebastián Galatro. Poeta venezolano, nacido en Buonabitacolo, Salerno, Italia, en 1961. Estudió psicología en la UCV. Ha sido ebanista de la poesía desde los albores del siglo XXI. Ésta es su primera obra completa publicada.

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