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PAULA
DE LA
CRUZ
Les cuento de mi... Que nací y vivo en Mar del Plata. Estudié Diseño Gráfico e Ilustración en la Escuela de Artes Visuales de mi ciudad. Participé en el Concurso Internacional de Ilustración Infantil organizado en Bélgica, en 2004, y mi contribución obtuvo una mención especial. Ese mismo trabajo, del que soy autora del texto y las ilustraciones, ha sido publicado en 2010 por la Editorial Atlántida, se llama Un mundo de vaca. También he ilustrado numerosos libros de cuentos para chicos y chicas, manuales y textos escolares.
“Una mancha azul en un cielo perfecto y naranja” de Paula de la Cruz © Paula de la Cruz © Plan Nacional de Lectura
Diseño de tapa: Plan Nacional de Lectura 2010 Ilustraciones: Paula de la Cruz
M in ist er io d e Edu ca ci ón d e l a Na ci ón Secretaría de Educación Plan Nacional de Lectura 2010 Pizzurno 935 (C1020ACA) Ciudad de Buenos Aires Tel: (011) 4129-1075/1127 planlectura@me.gov.ar - www.planlectura.educ.ar República Argentina, 2010
E j e m p l a r d e d i s t r i b u c i ó n g r a t u i t a . P r o h i b i d a su v e n t a .
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Una
mancha azul
en un cielo perfecto
y naranja
na mancha azul en un mundo perfecto y naranja. Eso fue lo que pasó. Calomel era un reino sin historia ni mapas ni relojes que duraran más de un día. Era un reino sin memoria. Nacía como una mancha, tomando cualquier forma y color. Los árboles crecían porque sí. Brotaban casas y castillos de manera desordenada. Sus habitantes, sus monstruos, iban y venían sin repetir nunca su camino.
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Quien quisiera ser el sol, simplemente salía y brillaba hasta la hora en que aparecieran las lunas de Calomel. Entonces, todo se apagaba, se cerraba, se borraba. Y nadie sabía cómo ni dónde aparecería el reino-mancha de Calomel al día siguiente. Villa Naranjo, en cambio, era un pueblo organizado. Su gente solo se dedicaba a sembrar y cosechar naranjas. Cada uno tenía su tarea. De día, una parte del pueblo plantaba semillas, regaba arbolitos y seleccionaba las mejores naranjas. De noche, la otra parte acunaba a las semillas recién plantadas o cantaba canciones dulces a los brotes, para que desde chiquitos conocieran el sabor. Era un pueblo perfecto como un reloj redondo y anaranjado. Pero un día, algo pasó. Una mancha azul en un mundo perfecto y naranja. Eso fue lo que pasó.
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Un pequeño y azulino monstruo de Calomel apareció en la época de la cosecha. Al principio, el pueblo se sorprendió. Ensimismado en su tarea, se sintió incómodo con la presencia de un monstruo que los distraía de su rutina. Pero, la verdad era que cada uno, íntimamente sabía que tenía ganas de darle una naranja a ese monstruo que, a pesar de su forma de dragón misterioso, solo inspiraba ternura. No se sabe quién se animó a darle la primera y perfecta naranja. El monstruo no tardó en demostrar que las naranjas de ese lugar ¡eran lo que más le gustaba en el mundo! A cada naranja le correspondió con un gesto amable o un paseo divertido. No sería exagerado decir que en poco tiempo, el monstruo de Calomel se convirtió en la mascota del pueblo. Tampoco estaría mal decir que el pueblo-reloj-perfecto ya no era tan perfecto…
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Se destinaban muchas naranjas y mucho tiempo para el monstruo que crecía de manera increíble. Pero también crecía la diversión. Y tal vez por eso, la gente no pudo notar que algo importante estaba pasando.
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El tamaño del monstruo exigía cada vez más naranjas; y él las tomaba sin maldad pero sin medida… De a poco, la maquinaria del pueblo-reloj se entorpecía sin que a la gente le pareciera algo grave. Y una mañana en que ya no hubo más naranjas, algo pasó. Una mancha azul en un cielo perfecto y
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naranja. Eso fue lo que pasó. El monstruo se comió el sol. En la oscuridad, sólo la tristeza los unía a todos. Un monstruo de Calomel, en su reino jamás hubiera conocido ese sentimiento. Pero en Villa Naranjo sucedió. Se sintió triste por no poder reparar el problema ni ver al pueblo otra vez feliz.
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Pasó un tiempo, que no se puede contar en días porque solo había noches, hasta que algo pasó. Una mancha naranja en un cielo negro. Eso fue lo que pasó. El monstruo encontró una solución al único modo que conocía: a la manera Calomel, donde quien quiere ser el sol, simplemente sale y brilla. Comenzó a girar en el cielo, cada vez más rápido. Hasta perder su forma y su color de monstruo. Hasta que fue un redondel brillante y naranja. El pueblo renació a la luz de este nuevo sol de Calomel. Se dice que cosecharon otras frutas y que cambió de nombre. Se dice que nadie olvidó su trabajo, su tarea especial, pero tampoco nadie olvidó divertirse.
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Les cuento de mi... Que nací y vivo en Mar del Plata. Estudié Diseño Gráfico e Ilustración en la Escuela de Artes Visuales de mi ciudad. Participé en el Concurso Internacional de Ilustración Infantil organizado en Bélgica, en 2004, y mi contribución obtuvo una mención especial. Ese mismo trabajo, del que soy autora del texto y las ilustraciones, ha sido publicado en 2010 por la Editorial Atlántida, se llama Un mundo de vaca. También he ilustrado numerosos libros de cuentos para chicos y chicas, manuales y textos escolares.
“Una mancha azul en un cielo perfecto y naranja” de Paula de la Cruz © Paula de la Cruz © Plan Nacional de Lectura
Diseño de tapa: Plan Nacional de Lectura 2010 Ilustraciones: Paula de la Cruz
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