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Reporte Washington

Rubén Olmos Rodríguez

Analista y Consultor Internacional Twitter: @rubenolmosr

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LA RECUPERACIÓN AÉREA

Analizábamos en nuestra entrega anterior el saldo desastroso que había dejado el Covid-19 al segmento de cruceros, que todo indica estarán pronto de regreso. La gran industria aeronáutica ha enfrentado también un camino sinuoso, inclusive antes de la pandemia. La competencia a muerte de las dos grandes ensambladoras -Boeing y Airbus-, la carrera por hacer aviones más cómodos, pero a la vez más veloces, eficientes y libres de contaminantes, se ha traducido en una batalla de talento y sobre todo patriotismo; la primera es baluarte estadounidense y la segunda europea. El gigante Boeing enfrentó una grave crisis cuando la autoridad reguladora en Estados Unidos, la FAA, decretó un freno inmediato al uso del equipo 737 MAX después de múltiples accidentes. La autoridad obligó a las líneas aéreas a estacionar cientos de aviones, lo que resultó no solo en la probable quiebra de la empresa, sino en severos ajustes para cubrir rutas que este avión considerado un caballo de batalla hacía. Vendría después el Covid-19, los aviones se vaciaron, los aeropuertos también y las grandes líneas aéreas estadounidenses, europeas y asiáticas se vieron contra la pared. Los gobiernos no podían dejarlas morir y fue entonces que se acudió a líneas de créditos multimillonarios para ayudarlas a subsistir y salir a flote. De hecho, en los vaivenes de la bolsa de valores en Nueva York las acciones que más han tenido sobresaltos desproporcionados han sido las de American Airlines, United, Delta, Southwest y JetBlue. He seguido con detenimiento el rescate del sector de viajes y turismo en la capital de los Estados Unidos. Se ha organizado un lobby impresionante liderado por la US Travel Association -el CNET estadounidense- que ha traído a la mesa a las cadenas hoteleras, OTAs, compañías de alojamiento temporal, líneas aéreas, navieras, rentadoras de autos y asociaciones de restaurantes y hospitalidad de todo el país para presionar al Congreso y a la Casa Blanca de no dejar morir a este sector que alimenta a millones de personas. Las respuestas han sido efectivas e inmediatas, el último paquete económico propuesto por Biden y aprobado con apoyo de ambos partidos en el Congreso traía etiquetado dinero para rescatar a estas compañías y el Senado creó una comisión especial de turismo para buscar soluciones para el regreso seguro de los viajes. En días recientes participé en un interesante evento organizado por el Wall Street Journal en donde Ed Bastian, presidente y CEO de Delta decía que mucha gente está lista para regresar a viajar, “hay esta necesidad de salir de la catarsis de la pandemia”; lo cierto es que Estados Unidos va viento en popa en su campaña de vacunación. Se estima que el 4 de julio se reabra en su totalidad la economía y para entonces el grueso de la población adulta estará vacunada con ambas dosis. Para el CEO de Delta la apuesta de su compañía son los viajes de placer, en familia. Estima que el segmento de negocios tardará por lo menos un año más en regresar; “las reuniones virtuales están para quedarse”; zoom, google-meet, meetings de Microsoft y otras plataformas de trabajo son nuestra principal competencia, ya que el ejecutivo preferirá tener una reunión en casa antes de tomar un vuelo trasatlántico. Aun hay luz al final del túnel coinciden Bastian y el resto de los CEOs de las principales líneas aéreas, un sector que hasta el momento ha tenido pérdidas de más de $12.4 billones de dólares.

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