Guía Inicial para el Autorretrato fotográfico - Laura Cassin

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EMPEZAR POR EL “COMIENZO” El autorretrato se ha vuelto moneda corriente en nuestros días debido a la aparición de las redes sociales. Deseamos vernos más espontáneos, sacar nuestro mejor perfil, decir algo con la imagen que proyectamos al espectador. Pero… ¿Será eso el autorretrato?¿una moda pasajera impulsada por querer mostrar nuestra mejor apariencia? ¿Ó esconderá algo detrás? Las representaciones que han hecho los artistas de sí mismos han sido tan diversas como antiguas y han tenido vigencia mucho antes a la aparición de la fotografía. Parece ser que pocos artistas han escapado del embrujo de su propio ser. Sin embargo aunque casi todos los artistas han recurrido al autorretrato en algún momento de su vida, no todos han tomado la autorrepresentación como un motor. Algunos autores, por otro lado, sí recurrieron a su propia imagen: Durero, Rembrandt, Van Gogh, Schiele o Khalo son algunos ejemplos. Todos ellos se han autorretratado en sus pinturas, y todos, buscando un motivo detrás de cada nueva obra: autoconocimiento, para práctica de la técnica, como catarsis… Y si bien la fotografía implicó una revolución para el retrato, la relación autorretrato-fotografía fue de naturaleza distinta. Con la fotografía pasó lo mismo que con la pintura: muchos coquetearon con el autorretrato, pero pocos se comprometieron. El autorretrato se hizo tan popular entre los primeros fotógrafos que es difícil enumerar a quienes escaparon de la auto-representación usando sus propias cámaras. Los fotógrafos usaron el retrato como una forma de autoafirmación social similar a la del resto del público. Mientras que en Europa los fotógrafos se mostraban ricos, artistas, los estadounidenses eran mucho más sobrios y se mostraban como personas educadas, intelectuales.


No se sabe a ciencia cierta cuáles fueron los primeros autorretratos, pero sin duda dos fotógrafos que marcaron precedencia fueron Robert Cornelius e Hippolyte Bayard casi al mismo tiempo que se inventaba la cámara fotográfica (1839).

Robert Cornelius, Estados Unidos, 1839, Hippolyte Bayard, Francia, 1840 Pero sin embargo, quien tuvo un lugar de excelencia (y hasta obsesión con los autorretratos), fue la Condesa de Castiglione (Italia, 1837-1899). Aunque PierreLouis Pierson era el fotógrafo, la condesa movía todos los hilos del «Teatro Castiglione». La aristócrata dirigía absolutamente todo: desde el vestuario hasta la escenografía.


Ya entrando el siglo XX los fotógrafos reconocerían que la cámara como medio de expresión resultaría en un fenómeno mucho más complejo: se convertía en una poderosa herramienta capaz de penetrar en el interior del artista. Son numerosos los fotógrafos que se vieron seducidos por el autorretrato en algún momento de sus carreras, y muy pocos los que se atrevieron a sumergirse por completo en el mundo de la autorrepresentación. Los hay en todos los géneros, en todos los conceptos, desde quienes lo utilizaron como firma, algunos otros como documento de algún proceso personal, como catarsis, como así también quienes se han aventurado en construir nuevas identidades y mundos posibles. En el siguiente apartado, haremos un recorrido por los principales referentes del autorretrato fotográfico como así también detendremos nuestra mirada en aquellos fotógrafos que eventualmente se han animado a ser sus propios “actores”. Cabe destacar que la lista es subjetiva y la selección de los mismos se ha realizado con la intención de abarcar la mayor cantidad posible de subgéneros dentro del autorretrato, diversos soportes, diversos modos de ejecución de obra, pasando por la foto directa y de índole “purista” a trabajos donde el concepto se refuerza mediante manipulación visual. Así tendremos autores que han optado por la fabricación de personajes, otros generando mundos fantásticos e ilusorios, aquellos que han cargado de simbolismo sus imágenes, mientras que otros lo han utilizado como catarsis, para enfatizar estética o para documentar algunos momentos determinados de su vida.

Le recomiendo que indague más sobre la obra de los autores que llaman su atención, como así también en sus biografías, para poder comprender más allá de lo meramente visual la búsqueda personal de cada artista. Aquí sólo mostraremos un extracto, muy acotado, pero lo suficientemente relevante para dejarse llevar por la mirada de cada artista.


CLAUDE CAHUN, EN BUSCA DE IDENTIDAD

La obra artística de Claude Cahun no fue muy conocida en su época (Nantes, 25 de octubre de 1894 – Saint-Hélier, isla de Jersey, 8 de diciembre de 1954), pero sus autorretratos performativos, que exploran la transgresión de género y la multiplicidad de identidades, la convierten en precursora de un pensamiento adelantado a su tiempo. Claude Cahun exploró, cuestionó, descubrió y construyó su propia identidad a través de la cámara. Lo más característico de su obra fotográfica es que recreaba personajes en continua metamorfosis y cuestionaba el concepto de identidad personal y roles de género desde una perspectiva actual. A través del surrealismo, sus autorretratos y collages exploran la identidad, utilizando técnicas de duplicación y reflexión para poner en duda nociones fijas de género. Su autobiografía a través de la imagen concede un papel importante a la identidad sexual: Cahun deseaba ser parte de un tercer género indefinido, en la frontera entre la homosexualidad, la bisexualidad y la androginia.


LEE FRIEDLANDER Y SU IMAGEN COMO FIRMA

El interés principal de Lee Friedlander, fotógrafo estadounidense nacido en 1934, se basaba en imágenes documentales que generaban extrañeza e incluso incomodidad de un paisaje social que mostraba los cambios de la sociedad en Estados Unidos en la década del 60-70. Sin embargo, lo que nunca cambió y siempre estuvo presente en las diferentes etapas de su obra fueron los autorretratos. Ya sea a través de su sombra, reflejado en un espejo o en un cristal, siempre aparecía, a veces como personaje secundario y otras como protagonista principal. No eran simples ejercicios, sino conscientes, incluyéndose en sus trabajos. Quizás como una forma de reivindicar la tarea del creador, del artista. En todo caso siempre de una forma ambigua, sorprendente, aparentando aparecer casualmente cuando se trataba de encuadres muy cuidados. Formaba parte de su particular lenguaje.


CINDY SHERMAN, FABRICANDO PERSONAJES

Cynthia Morris Sherman, fotógrafa que usa dos herramientas para su arte: la fotografía y a sí misma. Un día giró su cámara y vio que sacando fotos de ella misma podía hablar de los temas que le interesaban: el papel de la mujer, el papel del artista, la identidad… Pero sus imágenes no son para nada autorretratos… Son arquetipos, clichés, imágenes ambiguas y espejismos típicamente post-modernos, donde descubre que todo lo que tiene que contar lo puede hacer sacándose fotos de sí misma, no como un autorretrato, sino representado papeles de todo tipo, creando personajes, fabricando identidades. Son mundos de fantasía tomados del cine o de otras artes. Son manipulaciones que a veces parecen asombrosamente reales. Son parodias y suplantaciones, subversiones de obras ajenas, series interminables de su camaleónico rol como mujer.


KIMIKO YOSHIDA, ENTRE LA MODA Y LA CULTURA En lo formal, la artista japonesa Kimiko Yoshida (nacida en Tokio en 1963, que huyó de Japón escapando de un matrimonio pactado y de su linaje samurái) busca en sus fotografías crear bellos contrastes cromáticos resaltando fuertes colores sobre fondos oscuros monocromos. Resulta claro que su obra consigue una conexión espacio-temporal entre civilizaciones y culturas muy distantes entre sí, entrelazando el aspecto más espiritual de su obra con el más comercial, que le acercan e introducen en el mundo de la moda, el lujo y la voluptuosidad de la vida moderna.

Este acto fotográfico realmente es una rememoración que armoniza su existencia contradictoria donde confluyen el linaje de guerrera samurái y la servidumbre de la tétrada mujer-esposa-esclava-japonesa: Este ceremonial se trata, voluntaria o involuntariamente, de un proceso para conciliar su pasado, presente y futuro.


FRANCESCA WOODMAN Y LA PERFORMANCE Desde el primer momento Francesca entendió a la cámara como su vehículo de expresión artística. Nacida en cuna artística en Estados Unidos en 1958, creó un conjunto fotográfico donde exploró la corporeidad, el ser, la feminidad, la evanescencia, la relación con el espacio físico a través de tintes performáticos. Su trabajo está impregnado de ecos al simbolismo con notas surrealistas así como enlaces a la literatura gótica. Francesca aparece constantemente en su obra: podemos verla en interiores abandonados, donde su cuerpo parece fundirse con el entorno, cubierta por secciones de papel tapiz, medio escondida tras el panel de una puerta, o agachada sobre un espejo. Los objetos hallados y accesorios sugestivos son colocados cuidadosamente para crear escenarios surrealistas o claustrofóbicos. Sus fotografías son producidas en series temáticas, que se relacionan con accesorios específicos, lugares o situaciones.


DAVID NEBREDA Y LA PSIQUE DEL AUTOR Encerrado en un pequeño departamento en Madrid durante casi 20 años a consecuencia de la esquizofrenia que padece, David Nebreda ha explorado mediante

la

fotografía

los

aspectos

más

oscuros

de

su

psique.

Las imágenes muestran heridas, amputaciones, llagas autoinfligidas y ayunos extremos que son fotografiados por el artista a manera de autorretrato, como si se tratara de una especie de catarsis, un exorcismo para los demonios que aquejan su mente.


VIVIAN MAIER Y LA IRONÍA DEL ANONIMATO

Vivian Maier se dedicó profesionalmente al cuidado de niños mientras retrataba la sociedad estadounidense entre 1950 y 1990. Su mirada excepcional y detallista nos desvela la esencia de ciudades como Nueva York y Chicago en pleno siglo XX. Tomando instantáneas hasta finales de 1990, Maier dejó un trabajo que comprende más de 100.000 negativos. Cosas interesantes de la cultura americana, la demolición de los monumentos históricos para nuevos desarrollos, las vidas invisibles de etnias y los indigentes, así como algunos de los lugares más queridos de Chicago fueron meticulosamente registrados por esta fotógrafa.

En muchos de esos paseos fotográficos, se la ve a ella como parte del paisaje urbano, siempre a través de sombras y reflejos, y muy pocas veces mirando a cámara directamente. No fue descubierto su trabajo poco tiempo antes de su muerte de la mano de John Maloff, quien compró en una subaste material de Vivian y lo llevó a la fama.


ALBERTO GARCIA ALIX, EN EL AUTOCONOCIMIENTO

“Cuando empecé los hacía para aprender. Era mi propio modelo y había mucha coquetería juvenil. Después, en los noventa, todo cambió y empecé a verme de una manera más íntima. Soy yo quien se busca de otra forma, todos mis lados, hay otro juego. Y debe haber intencionalidad. El autorretrato, igual que el retrato, es una posición mental”. Alberto García Alix Este fotógrafo español, se atreve a revelar sus secretos íntimos en cada imagen, especialmente a partir del autorretrato No son una biografía sino un retrato, y conforman un puzzle de las cosas que son él mismo. Nos muestran al autor como el sujeto fotografiado y, a través de su propio lenguaje, como la mano que aprieta el disparador. Artista, fotógrafo, motero, tatuado, a veces se muestra crudo y nítido y otras se oculta tras un desenfoque o presta su identidad a su sombra.


ROBERT MAPPLETORPHE, PROVOCATIVO Muchos han colocado a este fotógrafo dentro del movimiento llamado shock art, un arte entre la provocación y el escándalo. Con frecuencia sus fotografías estuvieron rodeadas de polémica debido a la temática homosexual, la estética bondage (ataduras y encordados eróticos) y a elementos de la cultura sadomasoquista. La polémica en torno de su arte no fue casual. Mapplethorpe buscó la presencia de temática homosexual, utilizó como modelos a actores del cine pornográfico y elementos de la cultura sadomasoquista de forma intencional, temas controvertidos que con el tiempo fueron utilizados como símbolos de la cultura LGBT en su lucha por la igualdad y el reconocimiento. Él como parte de sus tomas, como parte de su lucha.


ARNO RAFAEL MINKKINEN Y EL MUNDO SUBREALISTA

En 1971 Arno Minkkinen comienza a realizar una serie de autorretratos que despiertan su interés en la fotografía. Luego de graduado continuó su obra trabajando específicamente con autorretratos en los cuales la naturaleza y los desnudos son sus principales elementos de trabajo. Él mismo se considera un fotógrafo documental, ya que sus fotografías no presentan ningún tipo de manipulación, tanto en las figuras humanas como en los paisajes naturales y tampoco poseen dobles exposiciones. La mayoría de sus imágenes son en blanco y negro, y transmiten sensaciones como soledad, calma, paz, tristeza, amor, etc. Sus principales trabajos tratan de autorretratos de su cuerpo o de partes del mismo.


CRISTINA OTERO Y SU REFUGIO TRAS EL BULLYNG

Niña prodigio española, Cristina Otero a los 15 años logró su primera muestra individual. Sus fotografías están cargadas de una melancolía, oscuridad, misterio y tristeza que se mete debajo de la piel. No obstante, no se pueden dejar de lado aquellas en las que su simple sonrisa deja ensimismados a los espectadores. Su magia radica en la expresividad, en cada rostro y personaje que logra crear, dándole una fuerza evidente al editarlas o agregarles un símbolo, animal, fruta o destello de color. Comenzó a hacer fotografías como forma de expresar su vivencia tras años de sufrir bullyng en la escuela. Cristina elige el autorretrato por encima de cualquier tipo de fotografía porque así logra transmitir lo que ella siente y quiere. Es como una conexión intima entre ella y su cámara, una unión perfecta entre la emoción a reflejar y ella misma.


JEN DAVIS, EN SU PROYECTO “11 AÑOS”

La obesidad mórbida que padece Jen Davis (Estados Unidos, 2002) ha marcado su vida, sus relaciones con los hombres, con el trabajo, y con la sociedad en general. Tras terminar sus estudios universitarios, Davis sintió que había llegado el momento de ponerse ella misma frente a la cámara y despojarse de todos los complejos que la sociedad y sus cánones de belleza tan alejados de su figura le habían provocado. El resultado es una brillante serie de autorretratos. Durante ocho años, Davis se ha retratado en momentos muy íntimos (en la ducha, en la cama, con hombres, comiendo, con un familiar, con ella misma…) y lo hace cuidando muchísimo la técnica. No son tomas con encuadres simples, sino que juega mucho con la atmósfera, la luz, y los objetos. Quiere transmitir sus emociones de la manera más fiel posible, al punto que parece imposible que sea ella misma quien fotografía y a la vez posa ante la cámara.


DAVID UZOCHUKWU, LA SENSIBILIDAD DE LA BÚSQUEDA INTERIOR

Hay algo sublime en el trabajo del fotógrafo austriaco-nigeriano David Uzochukwu. Solo una mirada superficial tanto a sus proyectos personales como a su trabajo comercial demostrará un estilo y una visión tan definidos y seguros de que es difícil creer que solo tenga 19 años. Las imágenes de Uzochukwu son obras de arte mejoradas digitalmente de varias capas que ofrecen una ventana a otra dimensión. Definido por una dicotomía de sensibilidad y grandeza, sus autorretratos son a la vez vulnerables y poderosos, un cuerpo delicado a menudo contorsionado en formas y formaciones incómodas o sumergido en agua. “A menudo digo que mi trabajo es como una terapia para mí, y eso se aplica especialmente al autorretrato. Casi siempre estoy solo mientras los hago, y vivo diferentes emociones que he reprimido, exploro diferentes facetas de quién soy”.


TATIANA PARCERO, EN DOBLE EXPOSICIÓN

Psicóloga y fotógrafa mexicana. La obra de Tatiana también abarca vídeo, en donde explora conceptos tales como la identidad, la memoria, el territorio, el tiempo

y,

más

recientemente,

las

migraciones-inmigraciones.

“Mi obra parte de mi biografía y de ritos personales basados en experiencias diarias. Exploro sensaciones y emociones que aún siendo íntimas o individuales se incluyen en un género más amplio: el femenino, el humano. Con esta idea me muevo de lo particular a lo general. Mi experiencia se transforma en una reflexión que

otras

mujeres

o

seres

humanos

pueden

vivir.

Comencé a trabajar con la exploración externa de mi cuerpo como una forma de autoconocimiento. Mas tarde incluí objetos que me ayudaron a definir visualmente metáforas individuales y sociales y posteriormente traspasé los límites de la piel para iniciar la exploración interna de mi cuerpo”.


EDWARD HONAKER Y SU FORMA DE TRANSITAR LA DEPRESIÓN

La depresión es un problema que preocupa a muchas personas en la sociedad actual. Los artistas a menudo han tratado este tema a través de su trabajo y en el caso de Edward Honaker, le llevó a realizar una poderosa serie de autorretratos. El joven de 21 años de edad, fue diagnosticado de depresión y expresó sus ansiedades y problemas en una serie de auto-fotos en blanco y negro. En este hermoso conjunto las imágenes destacan como una metáfora de su propia batalla con la depresión, y representan la forma en que el fotógrafo la percibió en sí mismo.


BROOKE SHADEN Y LA EXPLORACIÓN DEL SER

Los autorretratos de Brooke Shaden comenzaron como una exploración del ser. “¿Cómo sería el mundo si solo yo existiera? ¿Crearía más vida en mi propia visión? A partir de esas preguntas, la serie se transformó en una exploración del yo oculto. ¿Cómo identificamos nuestro verdadero yo entre un paquete? ¿Cómo destacamos cuando aún no estamos seguros de quiénes somos? Y lo más importante, ¿dónde se encuentran realmente las diferencias entre nosotros?” A través de sus obras, explorará cuatro temas principales: el ser oculto, el ser reflejado, el ser identificado y el ser contenido / liberado. Una de las grandes pioneras del estilo fineart de nuestros tiempos, con una sutileza y una carga natural que la hacen poseedora de un estilo propio sin lugar a dudas.


JEFF HARRIS, A DIARIO

A lo largo de los años, Harris se ha convertido en un exitoso narrador de historias, uno cuyo trabajo engendra una sorprendente gama de emociones, desde lo triste hasta lo cómico y lo inspirador. Jeff Harris comenzó un proyecto en el que se autorretrató cada día y luego publicó Los resultados en su sitio web. El proyecto permitió a los espectadores seguir a un fotógrafo en sus aventuras. Las imágenes van desde autorretratos completamente automáticos y solitarios hasta fotografías inspiradas en un espíritu de colaboración con quien sea que Harris se encuentre en un día determinado. Independientemente del estado de ánimo, la ubicación o la actividad en el centro de cualquier imagen dada de la serie, todos muestran un enfoque maravillosamente abierto y generoso tanto para grabar de manera diarística como para compartir todo, desde momentos íntimos hasta aventuras atléticas con un público más amplio.


MARI HOKKANEN, ENTRE EL GLAMOUR Y LA OSCURIDAD Mari Hokkanen, es una fotógrafa finlandesa, dedicada a la impresiones fotográficas de moda. Sus imágenes siempre están cargadas de intriga y ambigüedad, llegando al horror, sin dejar de lado el glamour de una secuencia fashionista. En su trabajo, quiere contar historias que planteen interrogantes, es por eso que ella misma fue la modelo del proyecto para integrar el rendimiento en su trabajo. Hokkanen explica que: «A veces no encuentro lugares que me inspiren para contar mi historia, así que construyo el conjunto de lo que quiero».


VERONICA MARQUEZ Y SUS DOS “YO”

Verónica Márquez es una artista visual y fotógrafa uruguaya (nacida en 1979 en Montevideo, vive y trabaja en Nueva York) cuya obra es una recreación de distintas realidades, a veces de un modo dual, en las que la propia artista es la protagonista de las historias que pretende mostrarnos y en las que interpreta a distintos personajes, probablemente a la búsqueda de una identidad propia. Utilizando la fotografía con sus múltiples recursos y a ella misma como modelo, realizó su serie Acciones, creando una performance, en solitario, donde el único testigo era su cámara fotográfica. Luego interpretó a otras mujeres, pensando que podría haber sido cualquiera de ellas. Su trabajo de fotógrafa le acercó cada vez más a la idea de representar, como si de una profesión suya anterior se tratase, a una prostituta. Así, de alguna manera, sus fotografías le llevaron a buscar su propia identidad y a destapar una etapa de su vida que quizá estaba oculta. De esa forma, con Camila, se multiplica haciendo que convivan dos personajes que son parte de ella, en un espacio único.


Como podemos ver, existen numerosas formas e intenciones en lo que refiere a autorretrato. Diferentes motores de búsqueda, diversos cuestionamientos, distintos factores que impulsan a cada autor a sumergirse dentro de sus imágenes y formar parte de las mismas, como así la diversidad de técnicas y modos empleados. Sin embargo, pareciera que en todos hay un factor común: la búsqueda de una imagen propia más allá del mero acto narcisista de mostrarse “bonito” en una imagen, sino todo lo contrario, verse tal cual uno es, reconocerse (o comenzar a descubrirlo) a través de su cámara. A continuación te invito a reflexionar sobre estos artistas. Ten en consideración qué sensaciones te han generado los autores, que te ha llamado la atención, si te sientes identificado con alguno (o algunos) en particular, si alguno muestra algo similar a lo que deseas mostrar tú y, si ninguno lo hace, qué crees debería tener en cuenta para hacerlo.


¿QUÉ ES EL AUTORRETRATO Y POR QUÉ NOS AUTORRETRATAMOS? El autorretrato implica la creación de una imagen cuyo sujeto es el propio artista que realiza la obra de arte. Lo mismo puede ser una escultura, que una pintura o una fotografía. Históricamente el autorretrato se ha entendido como una representación de las emociones, una actualización externa de los sentimientos internos, un profundo auto-análisis y una auto contemplación que otorgan inmortalidad al artista. Sin embargo un autorretrato es mucho más que una representación visual de imitación o “mímesis” del artista. Realmente es una narrativa abierta a la interpretación del observador donde el artista propone su propia auto-revelación. Es decir, estamos viendo la invención de un “personaje” que el autor hace de sí mismo delatando sus verdades más profundas.


Cuando decimos “sujeto” pensamos en la aparición “física” del mismo. Sin embargo uno puede mostrarse a través de su huella, su sombra o reflejo, sus objetos, o a través de decisiones estéticas o en cualquier otra cosa que lo caracterice como individuo y como autor. Eso nos lleva a preguntarnos, por qué elegir el autorretrato al momento de fotografiar y no escoger otro estilo fotográfico. Y si bien cada fotografía es en síntesis un autorretrato porque ponemos en evidencia nuestro mirar, nuestra forma de pensar y dejar dilucidar una porción ineludiblemente personal que la hace sólo nuestra, en el autorretrato, queremos mostrar algo más, o vernos algo más, ser autores y actores de la obra, poner de manifiesto todo nuestro YO. La indagación sobre la psique del artista no es la única función que ha desempeñado el autorretrato. Además de la propia auto-examinación y autorepresentación ha servido como firma, para evocar el pasado, lograr una catarsis emocional, construir la propia identidad o indagar sobre ella, incluso como publicidad de las habilidades del autor sin dejar de mencionar sus posibilidades experimentales para jugar con alguna técnica o forma de expresión, y sobre todo, quién mejor que uno mismo para saber qué queremos y cómo lo queremos expresar, con un modelo siempre dispuesto y gratuito. Pero, al final, todo autorretrato parece sugerir una forma de auto exploración que revela cómo se ve el artista a sí mismo.


¿Alguna vez pensaste por qué o para qué nos autorretratamos? ¿Cuáles son las intenciones y motivos que nos llevan a esta elección? ¿Qué nos seduce, qué nos motiva? ¿Qué nos inspira este tipo de fotografía? Con estas preguntas estamos dándole sentido a los autorretratos, o al menos una aproximación. Ya tenemos punto de partida. Y desde allí se tornará más sencilla la búsqueda. Puede pasar también que comencemos buscando una cosa, y a medida que vaya avanzando en el proceso vayamos descubriendo otras. Es un mundo donde todo es posible. O… también puede pasar que tengamos un concepto más relativo y más relacionado a la selfie (término en boga en las redes sociales y en crecimiento exponencial) sin más que el mero hecho de mostrarnos, y que en el proceso encontremos o descubramos algo más sobre nosotros que hasta el momento no nos habíamos percatado. Toda representación en el autorretrato comienza con la autocontemplación. Esto requiere de una cuidadosa observación de nuestra persona, tanto física como emocional. ¿Qué intentamos ver/mostrar a partir de la imagen? ¿Queremos decir algo o sólo mostrarnos? ¿Qué escogemos mostrar y qué decidimos ocultar o pasar por alto? ¿Cómo queremos que el otro nos vea? ¿Queremos que otro nos vea? Estas son algunas de las preguntas que podrán ir manifestándose antes, durante y después del proceso. Y en este caso la autocontemplación se asemeja a lo que habitualmente hacemos frente a un espejo, con la contrapartida que la imagen sobre el espejo es efímera, se desvanece en cada nuevo gesto, en cada nuevo movimiento, mientras que la fotografía se convierte en material visual permanente. Y ¿qué hay detrás de esa autocontemplación? Un sinfín de respuestas, que dependerán de cada autor. La profundidad de esta mirada dependerá de nuestra intención.


Cuando realizamos un autorretrato, lo que pretendemos ver es “nuestro yo”, pero la imagen nos devuelve una imagen distinta a la que esperamos. Y aquí comienza una aventura, ya que muchas veces la obra nos devuelve otro yo, y no el que reconocemos, lo que nos puede llevar a seguir indagando e ir profundizando en la búsqueda. Dicho de manera simple, no siempre es tan obvio y sencillo vernos como somos realmente, pero en el proceso de fotografiarnos nos vamos descubriendo y encontrando.

AUTORRETRATO FÍSICO – Cuerpo, Rostro, Cuerpo Fragmentado

Como autores de la obra seremos el objeto de representación de la misma y como tal debemos, en primera instancia, reconocernos. El primer reconocimiento se inicia a partir del cuerpo y el rostro, nuestra evidencia física más expuesta socialmente. Podemos así mismo representarnos a partir de elementos corpóreos fragmentados, como ser nuestras manos, pies, ojos, piel, cabellos, etc.


Pero también existen otras maneras de representarnos sin que nuestra parte física sea el elemento principal de la obra.


AUTORRETRATO NO FÍSICO – Reflejo, Sombra, Huella, Símbolo En algunas ocasiones, mostrarnos de cuerpo o rostro completo nos da pudor, o no condice con el mensaje tras el cual nos enfocamos a la hora de autorretratarnos. Para ello existen formas más sutiles de hacerlo. REFLEJOS Trabajando a partir de reflejos, una parte de nuestra fisicidad se verá reflejada, pero ésta asumirá el papel de escudo protector. Tenemos de esta manera un agente mediador entre nuestro yo y lo que vemos, no somos realmente lo que vemos sino lo que reflejamos.


SOMBRAS

En el caso de las sombras, representará nuestro yo inmerso en un tiempo y un espacio, que indica que allí estamos aunque no haya evidencia corpórea en la imagen.


HUELLA Otra manera de representarnos es a partir de la huella. La huella permite dilucidar que allí hemos estado en el pasado, transitado el espacio, habitándolo de manera permanente o transitoria.

En el caso de la sombra y la huella, deberemos dejar alguna especie de guiño para que el observador interprete que somos nosotros aquello que observa en la obra.


SÍMBOLO Por último, encontraremos el autorretrato en que nosotros actuamos como símbolo. Se escogen motivos, escenarios, elementos que dirán quiénes somos.


¿CÓMO NOS AUTORETRATAMOS? Desde la pintura al uso de teléfono móvil observamos que el autorretrato es tan antiguo como actual. Por lo que, como han cambiado los tiempos, también han cambiado

y

aumentando

la

variedad

de

soportes

y

posibilidades.

Y así también como la búsqueda de la imagen debería ajustarse a nuestro leitmotiv (tema central de un discurso, obra, conversación, etc.) y a nuestro estilo, también deberemos pensar la herramienta que utilizaremos para tal fin, para que la obra final contenga coherencia en todas sus formas.

¿Qué estrategias y herramientas utilizaremos entonces para autorretratarnos? Cámara digital, teléfono móvil, cámara analógica, cámara estenopeica. En el caso de los soportes digitales, podemos editar la foto o decidir no hacerlo. Podemos hacer un fotomontaje o valernos de la doble exposición. En este trayecto iremos compartiendo sobre todos estos aspectos técnicos a tener en cuenta al momento de autorretratarnos.


DISPOSITIVOS Y HERRAMIENTAS En cuanto a soporte visual se refiere, podemos pensar en 4 principales: cámara estenopeica, cámara analógica, cámara digital y teléfono móvil. Existen otras modalidades, pero nos basaremos en las de más fácil acceso. Nuestra intención en la obra deberá tener, en la medida de lo posible, una cierta coherencia entre el dispositivo que mejor represente la idea, las posibilidades en las herramientas y gusto de cada autor.

Cámara Estenopeica

La cámara estenopeica, es un dispositivo que permite realizar fotografías a través de una caja ennegrecida con un pequeño orificio llamado estenopo, sin la posibilidad de visor ni objetivo. Para tomar autorretratos con este tipo de cámaras es necesario imaginar o suponer la trayectoria de la luz para determinar el encuadre, ya que al no poseer visor sólo podremos ver la toma final una vez hayamos revelado en laboratorio. El largo tiempo de exposición que requiere este tipo de toma, permite accionar el disparador, posar para la foto y que el movimiento que se produce entre la apertura, la pose, y el cierre del orificio pase inadvertido. Indispensable un trípode o soporte sobre el cual apoyar la cámara para evitar la trepidación en el tiempo de exposición prolongado. El tiempo de obturación dependerá de la cantidad de luz ambiental, y el valor numérico del estenopo. Cabe aclarar que el estenopo no focaliza la imagen como la lente, caracterizado por su profundidad de campo infinita, por lo que toda la imagen obtenida tendrá el mismo foco.


Fotografía Analógica En la fotografía analógica, contamos con la ventaja de que posee un visor por el cual podremos observar la escena antes de disparar, lo cual nos permite decidir el lugar que ocuparemos entre los objetos que aparecen en escena. De todas maneras, no podremos visualizar la imagen resultante sino hasta haber revelado en laboratorio. También cabe destacar en estos dos tipos de dispositivos, si seremos nosotros quien revelemos las imágenes o deberemos contar con un lugar de confianza para la obtención las mismas. El tiempo de espera entre el registro de la toma y el resultado final de la misma es un factor a tener en cuenta.


Fotografía Digital

En el caso de la fotografía digital, podemos pensar en cámaras compactas, cámaras bridge, cámaras réflex, cámara tipo “gopro” y teléfonos móviles. Esta decisión también dependerá de la búsqueda y las posibilidades de cada autor. La gran posibilidad que tienen los dispositivos digitales, es la visualización inmediata de la imagen tomada, ya que podremos ir modificando factores de la imagen que queramos ir perfeccionando al mismo tiempo que realicemos las tomas. Aunque la espontaneidad se vea reducida en este tipo de tomas


(precisamente por la condición de poder repetir la toma cuando veces deseemos) estos dispositivos nos permiten mayor libertad y mayor control sobre la imagen.


*Por orden de secuencia: cámara compacta, cámara bridge, cámara réflex, teléfono móvil


¿CÓMO UTILIZAMOS ESTOS DISPOSITIVOS AL MOMENTO DE FOTOGRAFIAR? Existen diversas maneras de emplear cada uno de los dispositivos al momento de obtener la toma. Los dos más utilizados son: con cámara dispuesta en un trípode y accionando el disparador mediante disparador automático o control remoto, o realizando la toma a mano alzada. A Mano Alzada


Con apoyo

Todo dependerá del tipo de cámara que utilicemos. Esto quiere decir que si utilizamos, por ejemplo, un teléfono celular podremos trabajar con cámara en mano de una manera sencilla, mientras que si lo hacemos con una cámara réflex resultará más complejo por razones de peso. Las imágenes realizadas con disparador automático, parecen tener en común encuadres más amplios, planos generales que recogen más información sobre la toma y su relación con el entorno, lo que las convierte en fotografía de mayor narrativa visual, mientras que en la fotografía a mano alzada, seguramente reforzaremos el mensaje haciendo hincapié sobre nuestro rostro o parte de nuestro cuerpo fragmentado. El método elegido dependerá del dispositivo con el que estemos trabajando y la búsqueda personal. Cualquier de estas reglas puede romperse (por ejemplo, podemos tomar un autorretrato a mano alzada con una cámara estenopeica como vimos en el caso


anterior), pero siempre teniendo cuidado en la elección para que haya una narrativa y una coherencia visual final.

¿AUTORRETRATO ASISTIDO?

Una última opción, y cuestionable por mucho autores muchos más puristas, es la posibilidad del autorretrato asistido. En esta opción, una segunda persona puede accionar el disparador haciendo las veces de control remoto. Este tema es a veces controversial, ya que hay quienes consideran la autoría de la imagen perteneciente a quien accionó el disparador, y otros quienes sostienen que la autoría pertenece a quien determina cada uno de los factores inherentes a la toma (parámetros de la cámara, encuadre, foco, etc) aún cuando sea otro quien accione el control de disparo.

Una vez que hayamos determinado el concepto, el dispositivo que utilizaremos y el método de toma, deberemos tener presente una serie de factores para la correcta realización de la misma. Antes de iniciar con las tomas propiamente dichas, es conveniente una adecuada planificación

de

la

escena.

En la planificación nos detendremos a pensar en: 

Lugar físico: ¿dónde imagino esas fotografías? ¿Al aire libre, en interior? ¿Es irrelevante porque el mensaje es indistinto al sitio que se escoja, o será que la elección de algún sitio específico refuerza en mensaje final? ¿Tengo en vista algún lugar o debo salir en su búsqueda?

Iluminación: ¿Qué tipo de luz utilizaremos? ¿Natural, artificial, ambas? En caso de ser artificial, ¿continua o flash? ¿Frías o cálidas? ¿Duras o


suaves? ¿Cuantas fuentes de luz necesitamos, una, varias? ¿En qué dirección es conveniente? 

Utilización de accesorios: ¿Utilizaremos un escenario elaborado para tal fin? ¿Precisamos de mobiliario, vestuario, maquillaje? ¿Tenemos? ¿Buscamos?

Gestos y poses: ¿Qué deseo trasmitir y qué expresión resuelvo para la toma? ¿Qué gestualidad corporal acompaña? (Para gestos y poses sugiero practicar frente a un espejo).

Retoques finales: ¿Cómo deseo que se vea la imagen final? ¿De toma directa o con retoques?

Las ventajas de una correcta planificación se verán reflejadas en un autorretrato con mayores aciertos narrativos y visuales. El siguiente paso constará de la toma de la fotografía en sí y cuáles serán aquí los factores que deberemos contemplar.

El encuadre y el foco En el encuadre deberemos tener especial cuidado en la composición. ¿Cómo dispondremos los pesos visuales de la misma? ¿Los colores tendrán protagonismo? ¿Seguiremos las reglas de composición o las romperemos?


¿Qué decidimos dejar o sacar de escena? ¿Las líneas aportan al encuadre? ¿Dónde nos colocaremos en la escena? Una posibilidad que nos brindan los dispositivos digitales, es la ventaja de poder observar en pantalla la composición durante la toma de imágenes a través de un espejo o pantalla rebatible mientras nos encontramos en escena. Esto resultará en un mejor encuadre partiendo del lugar exacto que ocupa cada objeto incluido nosotros como actores.


Y si bien el encuadre aportará la información necesaria de la obra, el foco de los elementos es de vital importancia. En este caso también podemos hacer uso de la pantalla o el espejo para asegurarnos que el foco sea el adecuado, pero para ello es preciso mantener una corta distancia al mismo. Caso contrario, nos valdremos de otras sugerencias. La utilización de diafragmas cerrados nos otorga mucha profundidad de campo, principalmente cuando trabajamos con planos abiertos. De esta manera aseguraremos que la parte enfocada en la fotografía sea mayor, aunque subestimaremos el poder compositivo que otorga la poca profundidad de campo (mayor desenfoque de fondo). Cabe destacar que la clave de un buen autorretrato de plano cerrado es centrar la atención en el punto de mayor interés (que normalmente son los ojos). Esto se consigue con diafragmas abiertos (profundidades de campo pequeñas).


Si deseamos ser más precisos y determinar el punto exacto del foco en la imagen, o trabajar con menores profundidades de campo, podremos utilizar dos técnicas principales: enfocando sobre un objeto situado donde nos colocaremos al momento de la toma y luego tomar su lugar, o enfocando al revés. Este último método consiste en enfocar al lugar que ocupará la cámara al accionar el disparador desde nuestra posición en escena (la distancia será la misma). Este método solo será válido para aquellos dispositivos que dispongan de enfoque manual, ya que con enfoque automático variará el mismo una vez nos movamos de lugar. Sugiero marcar nuestro lugar en escena con cinta adhesiva o algún elemento que nos sirva de guía. Una vez determinado todos esos factores, nos dispondremos de lleno a la producción de la obra. Una última sugerencia antes de finalizar con la clase de hoy: PACIENCIA. El autorretrato requiere de mucha paciencia. El secreto residirá en ser perseverante hasta lograr la toma deseada.


¿EXISTEN

DIFERENCIAS

ENTRE

LA

SELFIE Y EL AUTORRETRATO? La aparición de las redes sociales funcionaron como grandes disparadores para el extraordinario auge del autorretrato en el siglo XX. La creciente popularización de los smart phones y sus inseparables apps han generado un surgimiento del autorretrato sin precedentes. Laura Cumming, crítica británica de arte para The Observer declara: “En el siglo XXI hacemos imágenes de nosotros mismos continuamente. Ahora todos somos autorretratistas. Nos fotografiamos intentando distintas poses, vestidos e incluso personajes: distintas versiones de nosotros mismos para mostrar al mundo.” El auge del autorretrato en estas primeras dos décadas del siglo XXI tiene que ver con una sociedad occidental narcisista y también con un cambio en la percepción del pudor: la capacidad de diferenciar entre lo público y lo privado, lo que puede compartirse y lo que es mejor dejar como parte de las esfera personal reservada.

¿Por qué necesitamos hacernos autorretratos?

Ante las quejas de los autorretratos espantosos en las redes sociales surge una pregunta crucial: “Si estos selfies son tan banales ¿por qué son tan populares?” El selfie se usa comúnmente como un mensaje, ya sea para llamar la atención de otras personas, para mostrar logros, o por diversión. En términos generales, el objetivo del selfie es la exhibición de la persona en un momento especial de su vida, a través de las redes sociales u otras plataformas digitales. En edades más tempranas, se considera que el selfie forma parte de un mecanismo de construcción de la propia identidad, en la medida en que se


muestra

a

los

demás

para

recibir

validación

y

retroalimentación.

Según estudios que se han elaborado al respecto, el selfie es más característico en la juventud, desde la adolescencia hasta los 23 años, y más común entre las mujeres que entre los hombres. Se dice que el selfie o autorretrato a través del móvil es signo de la actual adoración a la individualidad, el culto al yo y pecados narcisistas por el estilo. Sin embargo, si el selfie es complaciente es solo un gozo muy menudo, una instantánea. ¿Qué pensar, sin embargo, de los autorretratos que componen los pintores desde Durero a Picasso, desde Van Gogh a Frida Kahlo, desde Velázquez y Goya a Bacon? Un selfie es apenas una gota de amor a sí mismo en comparación con el océano que conlleva pintarse ante un espejo. Prácticamente todos los artistas son exhibicionistas. ¿Estudio psicológico del artista a través del autorretrato? Perderán el tiempo los analistas. El artista no se autorretrata para ofrecer una información cabal sino más bien aberrada. Desde que el realismo ha dejado de interesar, incluso a la realidad, no hay ya realidad ni ficción interesantes. Una y otra se han centrifugado en una evolución en la que el conocimiento no se puede conocer y la ciencia no sabe explicarlo. El autorretrato recoge simbólicamente esta circunstancia de nuestro mundo físico y emocional. El autorretrato no es un género nuevo, al contrario “…prácticamente todo artista, en todo medio, desde pintores hasta escultores se han aproximado a la exploración del ser.” (Ivy Jeanne, The Exploration of Self: What Artists Find When They Search in the Mirror). La necesidad de hacer autorretratos parece una urgencia humana tan apremiante como nuestra peculiar exigencia por la socialización. Y es de esta manera como podemos deducir, que mientras el “selfie” es más superficial, el autorretrato en sí requiere de una búsqueda más personal, más poderosa, más visceral.


En lo que respecta al autorretrato propiamente dicho, como fotógrafos podemos partir en la búsqueda a partir de los siguientes temas o conceptos:

IDENTIDAD La identidad es el conjunto de rasgos propios de un individuo que lo caracteriza frente a los demás. Generalmente la identidad engloba aspectos individuales y personales como así también rasgos culturales y grupales. En el caso del autorretrato es la identidad del artista la que se define a sí mismo autorrepresentándose. Así la imagen representa al autor a través de la creación de un personaje. El ser humano es una pluralidad, no una singularidad, que termina desempeñando numerosos papeles en la obra de su vida. Podemos ser amigo, padre, hermano, hijo, pareja, profesional, artista: la identidad está compuesta por distintos roles. En algún momento incluso esto puede generar una disonancia interior pues la persona se adapta dependiendo de su entorno y circunstancia.


En este tipo de autorretratos están incluidas aquellas imágenes en las que el autor se muestra tal cual es, intentando mostrar lo más fielmente posible su YO (como fotógrafo, como persona, a través de su rostro). Al mismo tiempo también incluye aquellas fotografías en donde el autor se esconde, se vuelve personaje, se disfraza y se cuestiona sobre su identidad. Entonces nos preguntamos: ¿Qué nos identifica? ¿Quiénes somos y quiénes no somos? Buscamos conocernos a nosotros mismos a través de nuestra imagen, construirnos una identidad.

FIRMA En el caso del autorretrato como firma, el autor no aparece como elemento principal de la obra, sino, de una manera muy poco evidente, se hace presente para saberse autor de la misma.


En la antigüedad estaba mal visto que los artistas firmaran sus obras, por lo que los mismos se armaban de estrategias poco usuales (y poco visibles) para dejar en evidencia su autoría. Este estilo dentro del autorretrato, permite al autor firmar la obra con su propia imagen, ya sea con una sutil aparición de su rostro, parte del cuerpo, sombra o reflejo, pero siempre dejando que el protagonismo de la obra sea de los elementos representados.


AUTOBIOGRAFIA La fotografía se ha utilizado memorablemente para guardar recuerdos, como objeto de memoria. Se convierte así en una evidencia de un determinado momento, y engloban en él parte de la historia, ya que, como todos los recuerdos, van perdiendo su halo de realidad cada vez que evocamos dicho recuerdo y se entremezcla esa realidad con parte de ficción de un imaginario personal. Como

parte

de

esta

autobiografía

podemos

acudir

a

los

álbumes

familiares/personales, y también podemos hacerlo para evocar una y otra vez una situación, una sensación, un lugar, una persona, un grupo de personas, de la que somos parte. Un viaje, un evento, un festejo… También podemos utilizar este tipo de autorretratos para plasmar nuestro recorrido vital, documentando momentos, estados, circunstancias, procesos, etc., para observar los avances/retrocesos de nuestra persona, asimilar y visualizar cambios en nosotros mismos.


PROYECCCIÓN/IDEALIZACIÓN/ILUSIÓN Otras de las posibilidades del autorretrato es la de ser utilizado como medio narrativo de nuevas y diversas realidades, ya sea para crear un mundo imaginario en el que el autor desea o imagina ser parte, o para convertirla en una nueva historia donde todo es posible. En este caso el autor utiliza su cuerpo sumergiéndola en esa “realidad paralela” para sentirse parte de ella. El autorretrato no siempre ha sido una mera mímesis visual: también ha capturado desde siempre las aspiraciones sociales de los artistas. En la urgencia por la reafirmación de lo deseamos ser es una constante en el autorretrato para proyectar una imagen idealizada de nosotros mismos. Podremos valernos de escenarios, vestimentas, iluminación, poses, montajes, para generar situaciones fantásticas, absurdas y hasta grotescas.


SÍMBOLOGÍA Trabajar el autorretrato como representación de ideas, ya sea propias o ajenas. El cuerpo se convierte así en un canal de visual para trasgredir, criticar, o


denostar ciertos conceptos, un signo, que nos permite hablar sobre lo humano, lo social o lo natural. Este tipo de autorretrato permite que el autor trasmita determinado conceptos simbólicos conocidos por todos: vida/muerte, amor/odio, compañía/soledad, felicidad/miedo. El autorretrato es solo un vehículo para trasmitir esas ideas, no es el fin mismo de la obra como tampoco lo es la aparición física del autor. En este tipo de autorretrato el desnudo suele ser un factor común del elemento simbólico. En este punto, para trabajar sobre un concepto y utilizar el autorretrato como símbolo, podemos respaldarnos de otros medios, no solamente visuales, para expresar o trasmitir ideas, como textos, objetos, documentos, etc., donde el autorretrato es solo un parte de la obra completa.


Como podemos observar, la realización del autorretrato requiere de una búsqueda más introspectiva, más exhaustiva y mucho más profunda. Si bien la técnica nos realzará la obra otorgándole la impronta que necesitamos para darle sentido a la imagen, no debe primar sobre el contenido. Cargar la imagen de sentido, de personalidad, de identidad. ENTONCES… ¿SELFIE O AUTORRETRATO?



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