Cuento infantil "Una de piratas" ilustrado por Laura de Juan Ruiz

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Texto: Ismael de Juan Manrique Ilustraciones: Laura de Juan RuIz



-Pablo, ¿los ves? -¿Dónde? Juan levantó su brazo y con la mano señaló a lo lejos. -¡Allí, en lo alto de la colina, entre las sombras! Los piratas parece que se han refugiado en su fortaleza. -Sí, ahora los veo. Los muy cobardes.




Juan miró a su alrededor para comprobar que no había nadie más. -Vamos a hacer una cosa, Pablo. Nos acercaremos cada uno por un lado sin hacer ruido y cuando estemos a la altura de aquel muro, yo te haré la señal con el canto del búho y entonces atacaremos los dos al mismo tiempo. A esos malvados no les va a dar tiempo a reaccionar.


- Pero, ¿Cuál es el canto del búho?- Preguntó Pablo. Juan, esbozando una sonrisa, se puso ambas manos alrededor de la boca y empezó a emitir un sonido apagado:

¡Uhuuuu, uhuuuu, uhuuuu¡ - Entiendo- replicó Pablo.




A una señal de Juan ambos se pusieron en camino. Cada uno por un lado según habían acordado. Juan, agazapado y casi gateando, iba sorteando los arbustos y matorrales que se encontraba a su paso. Hasta casi pisó una gran mierda, que a todas luces debía de pertenecer a una vaca.


Con gran esfuerzo, por fin llegó a la altura del muro. Asomó la cabeza por encima del borde con mucho cuidado para comprobar que Pablo también había llegado a su destino.




Efectivamente. Sobre el borde del muro del lado contrario, pudo entrever la cabeza de Pablo que asomaba imprudentemente, corriendo el riesgo de que le vieran los piratas.


- No esperemos más- pensó. Y colocó las manos alrededor de su boca, como había realizado anteriormente, dispuesto a dar la señal convenida. De repente oyó un chasquido como de ramas rotas e inmediatamente después sintió un gran dolor a la altura de la cadera, como si le hubieran atravesado con un hierro al rojo vivo. Al final, tal vez no había sido muy cuidadoso y le habrían descubierto los piratas. No tuvo tiempo de pensar en nada más, las piernas le flojearon y cayó al suelo como un saco de patatas.




Pablo, desde el otro lado, escuchรณ el ruido del cuerpo al caer y supo que algo iba mal. Olvidรกndose de toda precauciรณn se levantรณ y saliรณ corriendo hacia donde se encontraba Juan.



- ¡Abuelo¡ ¡Abuelito¡ ¿Qué te pasa? ¿Te encuentras bien?. - ¡No, no me encuentro bien, Pablito¡ ¡Creo que me han herido! ¡Corre a casa y dile a tu madre que el abuelo se ha lesionado!


Apenas había terminado la frase cuando Pablito ya estaba corriendo hacia la casa.

¡Mamáaa¡ ¡Mamáaaa¡ ... Juan, mientras oía alejarse a su nieto y sujetándose la cadera que le producía aquel dolor, pensó:

¡Malditos piratas!






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