MIRADAS DE LA INMIGRACIÓN En estenúmero: Domingo Sarmiento habla sobre“Civilización o barbarie” Alberdi noscuenta cuálesson lasbasespara poblar la Argentina
Sumario
Editorial
Entrevista a Domingo Sarmiento……………pág
Dirección Ma. Inés Pacecca
3
Entrevista a Juan Bautista Alberdi…….pág 6
Este número se edita bajo la supervisión de contenidos del Módulo “ La inmigración e nla Argentina Contemporánea. Sujetos y trayectorias en mirada antropológica”
Con la espada, con la pluma y la palabra… En una entrevista exclusiva, Domingo Sarmiento noscuenta cuálesson sus opinionesrespecto de las migraciones en nuestro país
• “El mal que aqueja a la República Argentina es la extensión: el desierto la rodea por todas partes y se le insinúa en las entrañas”. • “¿Hemos de abandonar un suelo de los más privilegiados de la América a las devastaciones de la barbarie, mantener cien ríos navegables abandonados a las aves acuáticas que están en quieta posesión de surcarlos ellas solas? ¿Hemos de cerrar voluntariamente la puerta a la inmigración europea que llama con golpes repetidos para poblar nuestros desiertos y hacernos, a la sombra de nuestro pabellón, pueblo innumerable como las arenas del mar? […] ¿No queréis, en fin, que vayamos a invocar a la ciencia y la industria en nuestro auxilio, a llamarlas con todas las fuerzas para que vengan a sentarse en el medio de nosotros?
“La vida del campo, pues, ha desenvuelto en el gaucho las facultades físicas sin ninguna de las de la inteligencia. […] De las condiciones de vida pastoril tal como la ha constituido la colonización, nacen graves dificultades para una organización política cualquiera”. “El pueblo que habita estas extensas comarcas se compone de dos razas diversas, que mezclándose forman medios-tintes imperceptibles: españoles e indígenas. […] La raza negra, casi extinta, ha dejado sus zambos y mulatos […] De la fusión de estas tres familias ha resultado un todo homogéneo, que se distingue por su amor a la ociosidad e incapacidad industrial […] Mucho debe haber contribuido a producir este resultado desgraciado la incorporación de indígenas que hizo la colonización.
Las razas americanas viven en la ociosidad, y se muestran incapaces, aún por la compulsión, para dedicarse a un trabajo duro y seguido. […] Pero no se ha mostrado mejor dotada de acción la raza española cuando se ha visto en los desiertos americanos abandonada a sus propios instintos. Da compasión y vergüenza en la República Argentina comparar la colonia alemana o escocesa del Sud de Buenos Aires, y la villa que se forma en el interior: […] niños sucios y cubiertos de harapos viven con una jauría de perros, hombres tendidos en el suelo en la más completa inacción…”
De la cuestión de la población En la presentación de su nuevo libro, “Bases”, Juan Bautista Alberdi habló con Miradas de la I nmigración, y noscontó cuálesson a su parecer lasclavespara poblar la Argentina.
“No son las leyes las que necesitamos cambiar; son los hombres, las cosas. Necesitamos cambiar nuestras gentes incapaces de libertad por otras gentes hábiles para ella, sin abdicar el tipo de nuestra raza original, y mucho menos el señorío del país; suplantar nuestra actual familia argentina por otra igualmente argentina, pero más capaz de libertad, de riqueza y progreso”. (Cap. XXX). “Porque lo que hay es poco y es malo. Conviene aumentar el número de nuestra población y, lo que es más, cambiar su condición en sentido ventajoso a la causa del progreso”. (Cap. XXX). Sigue en pág. 8
“Con tres millones de indígenas, cristianos y católicos, no realizaríais la república ciertamente. No la realizaríais tampoco con cuatro millones de españoles peninsulares, porque el español puro es incapaz de realizarla allá o acá. Si hemos de componer nuestra población para nuestro sistema de gobierno, si ha de sernos más posible hacer la población para el sistema proclamado que el sistema para la población, es necesario fomentar en nuestro suelo la población anglo-sajona. Ella está identificada con el vapor, el comercio y la libertad, y no será imposible radicar estas cosas entre nosotros sin la cooperación activa de esa raza de progreso y de civilización”. (Cap. XXX).