2015_Tesina Laura Reus Losa

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CUANTIFICACIÓN DE LA SOSTENIBILIDAD: EL DESARROLLO Y VALIDEZ DE LOS INDICADORES ACTUALES

REUS LOSA, Laura

Fecha de entrega: 19/06/2015


Resumen Desde el inicio de la civilización, el ser humano ha cambiado el medio que le rodea. Ya sea por la utilización de sus recursos como por la evacuación de sus residuos ocasionaba una repercusión en él. Pero, mientras ese ritmo fuera absorbible por el propio medio, y de manera local, su actuación era sostenible. Tenía un ritmo/equilibro que la naturaleza podía absorber, iban más acordes con ella, se asemejaba más al resto de seres vivos que cierran su ciclo de vida. Todo cambió cuando la explosión demográfica y la revolución industrial y la tecnológica llegaron y, nadie supo afrontarlas de manera lógica ni controlarlas a un ritmo coherente. Y nos convertimos en una sociedad de consumo con baja tasa de mortalidad. Y nos convertimos en la especie que pone en peligro el hogar que nos acoge. Desde entonces, finales de los años 80 hasta ahora, se empezó a hablar de la palabra sostenibilidad, de ser sostenible, ecológico, de las ciudades verdes y saludables…pero, realmente el término tan utilizado hoy día de manera generalizada sin mesura acaba pareciendo algo superficial, subjetivo, incuantificable y con discutible rigor que de confianza y credibilidad en la consciencia de toda la población. Es normal, tampoco sabemos exactamente hasta que punto puede repercutir una actuación concreta de nuestras vidas, como la elección de un producto u otro o la construcción de un tipo de vivienda, sobre la Tierra. Así pues, se nos plantean ciertas cuestiones: - ¿Qué hace que algo sea sostenible y qué no? - ¿Cómo se puede medir que es más sostenible y qué menos? - ¿Se puede llegar a una sostenibilidad total, llegar a conocer y asumir todas las variables para serlo? Son estas respuestas las que pretenden ser debatidas en la presente tesis para generar un inicio de interés y una definición clara sobre el término, mediante su cuantificación. Esta se realiza a través de los indicadores, los cuales empezaron a tomar forma con la huella ecológica de William Rees i Mathis Wackernagel en 1996. Dentro del análisis de la huella ecológica mundial, un tercio de las emisiones de CO2 son producidas por el sector construcción (entendido como vivienda, urbanización e infraestructuras) ya que consume un 50% de los recursos naturales totales, el 40% de la energía (tanto en producción de materiales, en transportarlo, en colocarlos en obra y en derrocarlos) y genera un 50% de los residuos. Es por ello, que nos centraremos en los indicadores dedicados a la edificación y el desarrollo urbano con una metodología que analizará las normativas vigentes, los certificados de sostenibilidad y el sentido común, sabiendo qué podemos medir para facilitar la complejidad a la que hemos llegado.

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Índice

RESUMEN..................................................................................................................................... 2 ÍNDICE .......................................................................................................................................... 3 1

2

DEFINICIONES ...................................................................................................................... 5 1.1

Desarrollo sostenible .................................................................................................. 5

1.2

Sostenibilidad .............................................................................................................. 8

1.3

Indicadores ................................................................................................................ 11

1.3.1

Biocapacidad ............................................................................................................. 12

1.3.2

Huella ecológica ........................................................................................................ 13

1.3.3

Huella de carbono ..................................................................................................... 15

1.3.4

Análisis de ciclo de vida ........................................................................................... 18

1.3.5

Requerimiento total de material o mochila ambiental ........................................... 20

NORMATIVA Y CERTIFICACIONES .................................................................................. 21 2.1

Normativa española .................................................................................................. 22

2.2

Certificado Breeam.................................................................................................... 25

2.3

Leed ............................................................................................................................ 25

2.4

Passivhaus ................................................................................................................. 26

2.5

Gea Verde ................................................................................................................... 27

2.6

Tabla comparativa ..................................................................................................... 28

2.7

Conclusiones comparativas ..................................................................................... 30

3

CONCLUSIONES ................................................................................................................ 31

4

BIBLIOGRAFÍA ................................................................................................................... 32

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Cuantificaci贸n de la sostenibilidad: el desarrollo y validez de los indicadores actuales. 4


1 1.1

DEFINICIONES Desarrollo sostenible Primero, en 1713, se empezó a tener constancia del desarrollo sostenible e

insostenible, con el intuitivo "Ejemplo del bosque" de Hanns Carl von Carlowitz, jefe de la guardia forestal de Sajonia en Alemania, que explicaba el concepto sostenibilidad: "Si talamos un poco de madera de un bosque, él solo se regenera y sigue produciendo más madera todos los años, pero si cortamos todos los árboles del bosque desaparece y nunca más volverá a producir madera". Con esta frase se observa claramente el concepto de la necesidad de permanencia en el tiempo de un recurso para nuestra supervivencia. En aquel momento, una de las mayores preocupaciones era por la madera para conseguir energía y para la construcción de sus infraestructuras. En segundo lugar, mucho después de la revolución industrial, ya en 1971, vuelve a aparecer una preocupación por la perspectiva de una posible crisis del medio ambiente y se forma una entidad privada de investigación llamada el Club de Roma. En ella, vuelve a surgir el temor a la desaparición de las materias primas. Aquí se introduce además, la necesidad de una limitación del crecimiento, siendo pues esencial la modificación del modelo de producción y consumo existente. Un año después, en 1972, se celebra la 1º Cumbre de la Tierra (ONU) pero esta preocupación termina desapareciendo tras la superación de la crisis del petróleo. Años después, en 1987 tras dos crisis del petróleo (1972 y 1983), se recupera el término desarrollo sostenible para elaborar una definición formalizada por la Comisión para el Medio Ambiente de la ONU. En el Informe Brudtland, se concreta como aquel “que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades”. A partir de entonces, ha habido diversas cumbres mundiales y conferencias europeas acercándose a medidas e indicadores que permitan entender y elaborar cartas y protocolos para un desarrollo más sostenible, como el conocido protocolo de Kyoto. También ha habido otra crisis del petróleo (1993), crisis de boom inmobiliario (1992 y 2007/8) y crisis económicas como la actual derivada de estas. Pero la realidad es que, tres siglos después, el concepto es el mismo pero el cambio en la conciencia y el modelo general de funcionamiento socialeconómico es prácticamente nulo, o más bien, llamémosle, poco radical, casi inconsciente, ya que el problema continúa existiendo y no ha quedado resuelto a pesar de las tempranas advertencias y las incesantes evidencias. Seguimos gestionando ineficientemente los ecosistemas. Irrebatiblemente, el Protocolo de Kyoto (1997) si estableció ciertas bases para mejorar el comportamiento del planeta mediante procesos legales (hasta ahora los propósitos no eran

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obligatorios) aunque no llegó a su objetivo tanto por la falta de compromiso final de todos los países como por la imposibilidad de la reducción acordada de los países que sí la aplicaron. El objetivo era que en el año 2012 las emisiones de los gases de efecto invernadero (CO2, el metano, el óxido nitroso, los compuestos perfluocarbonados, compuestos hidrofluorocarbonados, y hexafluoruro de azufre) fueran reducidas un 5.2 % respecto al 1990. Había diferencias permitidas según el grado de desarrollo del país y de su pasado emisivo. Así pues, mientras que España podía aumentar su emisión en un 15% (333 millones de toneladas CO2 eq), Alemania tenía que reducirlas un 21%, estando los dos en la Unión Europea; pensamiento que confunde el objetivo común y parece ilógico: las cuotas de gases se puedan compensar país con país. Pero, era así. Los mecanismo flexibles permitían incluso comprar cuotas de emisión de CO2 eq a otra fuente que hubiera reducido de más. Aun así, se comprobó que fue más productivo para la mentalidad actual fomentar de forma económica la reducción e intercambios, ya que en varias empresas (9.000) de la UE se logró controlar el 41% de emisiones. Fue en cambio, una limitación del Protocolo sólo incluir los grandes emisores (grandes industrias y no pequeñas escalas ni particulares) y un error centrarse en dos sectores emisivos (industria y energía) de los cinco existentes (transporte, edificación y agricultura), por ser más fácilmente controlables como grandes emisores. Figura 1. % emisiones de la Europa de los 15

Figura 2. Emisiones españolas según sectores, 2004

Fuente: Libro “34 Kg CO2”, Tonia Solanas + Dani Calatayud + Coque Claret

Cada país fue desarrollando normativas propias (ahora sustituidas por las nuevas exigencias de la prórroga del Protocolo) ya que, al ser jurídicamente vinculante, las multas a pagar por tonelada de CO2 en exceso era desde unos 40 euros hasta unos 100, si era de

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forma repetitiva. Aquí, lo inmaterial se volvía material e incluso podía ser ahorrado. A partir del 2000, las cumbres se vuelven más activas al celebrarse anualmente. En 2011, se aprueba la prórroga o segundo protocolo de Kyoto para el periodo de 2013 a 2020. Todo ello, para intentar evitar el aumento de la temperatura mundial de 2 grados a final de siglo. El nuevo objetivo marcado a largo plazo era la reducción mundial de las emisiones de CO2 en al menos un 50 % en 2050 respecto a 1990, consiguiéndolo mediante objetivos intermedios. Los países industrializados deberían reducir sus emisiones de GEI entre un 25 % y un 40 %, en 2020 y alcanzar entre el 80 % y el 95 % de reducción para 2050. Fue entonces, cuando la Unión Europea acordó el famoso “20-20-20”: reducir sus emisiones en un 20 % para el 2020, incrementar un 20% la eficiencia energética y una contribución mínima del 20 % en energías renovables. Figura 3. Cronología de cumbres realizadas y la aparición de certificaciones sostenibles

Fuente: Elaboración propia.

A raíz de este acuerdo europeo, España estaba obligada a redactar un Plan Nacional de Asignación en el cual no sólo incluía los sectores de Industria y Energía (que suponen el 45% de las emisiones del país) sino esta vez, también, los de Transporte, Residencial y Agricultura. En España, el 75% de las emisiones se deben al consumo energético así pues, se desarrollaron dos estrategias: el Plan de Energías Renovables (PER) para su incrementación del 20% y la estrategia de ahorro y eficiencia energética (E4) para el otro 20%. De esta forma, se aborda las dos perspectivas: por un lado, la producción, con fuentes de energía independientes de los combustibles fósiles y por otro lado, el ahorro en el consumo.

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Aunque se han obtenido resultados poco inmediatos, todo ello ha dado lugar a normativas de eficiencia energética en edificación como el Código Técnico de la Edificación (DB-HE), el certificado energético de los edificios y el Decreto de Eco-eficiencia en la construcción en Cataluña. Están actualmente vigentes y dan respuesta a las demandas de la Directiva 2010/31/UE relativa a la eficiencia energética de edificios posteriormente completada por La Directiva 2012/27/UE. La nueva Directiva de Eficiencia Energética surgió al constatar que la UE no alcanzaría el objetivo de aumentar la Eficiencia en un 20% para 2020. Por ello, se ha pretendido reforzar dicho objetivo bajo un marco legal actualizado, más restrictivo y favoreciendo objetivos más allá del 2020.

1.2

Sostenibilidad

La sostenibilidad se define como la capacidad de permanecer, como la cualidad por la que un elemento, sistema o proceso, se mantiene activo en el transcurso del tiempo, que resiste. Esta definición ya se intuye en el propio término en inglés Sustain Ability, la habilidad de sostener, de mantenerse, de sustentarse o de continuar. Debido al desacuerdo en la traducción exacta, ha habido varios términos aparte de sostenibilidad, como son sustentabilidad o durabilidad. Independientemente de ello, la definición concreta de la palabra no es el problema importante sino la forma de medirla o de aproximarnos a ella para entenderla y poder hacerla una realidad, como dice José Manuel Naredo “En primer lugar hay que advertir que la ambigüedad conceptual de fondo no puede resolverse mediante simples retoques terminológicos […] (al igual que ocurre con las nociones de producción o de desarrollo, que encuentran implícitamente su definición en la propia idea de sistema económico): a la hora de la verdad, el contenido de este concepto [sostenibilidad] no es fruto de definiciones explícitas, sino del sistema de razonamiento que apliquemos para acercarnos a él. Evidentemente si, como está ocurriendo, no aplicamos ningún sistema en el que el término sostenibilidad concrete su significado, éste se seguirá manteniendo en los niveles de brumosa generalidad en los que hoy se mueve. Sin que las brumas se disipen por mucho que discutamos si interesa más traducir el término inglés originario sustainability por sostenibilidad, durabilidad o sustentabilidad” En 1994, surge el término TBL (triple bottom line), que en español se conoce como la Triple Vertiente de la Sostenibilidad, dónde la sostenibilidad ahora también, debía garantizar el equilibrio entre el crecimiento económico, bienestar social y cuidado del medio ambiente (pero no sólo de éste). Este concepto proviene del bottom line de las empresas, método usado tradicionalmente para expresar sus beneficios o pérdidas. Objetivamente, esos beneficios calculados no son reales ya que, por ejemplo, no abarcan los costes medioambientales que podría causar dicha empresa contaminando cosa que sería luego subsanada con gastos al gobierno, o en el caso de despidos con alto porcentaje de imposibilidad de re-incursión en el mercado laboral, el dinero que el gobierno debería gastar en el paro o en la seguridad social de

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ese individuo a largo plazo. Así pues, en los últimos 50 años, se está haciendo por incorporar las áreas social y ambiental dentro del coste global de los procesos, no sólo los procesos económicos directos, sino también los indirectos y así, saber los beneficios reales. Figura 4. Triple Bottom de la sostenibilidad

Fuente: Wikipedia Commons

De esta forma, ahora la sostenibilidad se entiende interrelacionada entre tres áreas: una sostenibilidad ambiental, donde existe una compatibilidad entre la actividad considerada y la preservación de los ecosistemas, evitando la degradación de la fuente(recursos) y el sumidero(residuos); con una sostenibilidad social, basada en el mantenimiento de la cohesión y objetivos comunes, dándose la sostenibilidad económica en la que la actividad sostenible ambiental y socialmente, es, además, financieramente posible y rentable. Este pensamiento global, por una parte se acerca a la sociedad compleja contemporánea e, incluyendo la rentabilidad en su definición, puede conseguir ciertos objetivos reales (competitividad y publicidad entre empresas para ser “más verde”) y consciencias a más corto plazo (siendo sostenible percibo un ahorro directo en, por ejemplo, agua de riego o electricidad) que la espera de un cambio emocional y radical de mentalidad social. Pero, por otra parte, parece incoherente mezclar el término economía con ecología pues son realidades totalmente incomparables: una abstracta y otra física y, funcionan con modelos distintos. El desarrollo económico se encuentra desvinculado del mundo físico desde la aparición de la moneda, relacionado tan sólo con la producción y el crecimiento, con los valores monetarios, cosa muy lejana de la idea de sostenibilidad dónde todo son procesos físicos, concretos, tangibles y en equilibro de producción y consumo, dónde se debe mantener intacto el capital natural (sólo usando los intereses que esta produce: materiales y energías renovables). Para que la sostenibilidad se vuelva realmente un hecho general habría que “desandar críticamente el camino andado, volviendo a conectar lo físico con lo monetario (cuando un trozo de metal no

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valía nada pero un alimento si era valioso) y la economía con las ciencias de la naturaleza” (Jose Manuel Naredo). Es aquí donde se explica la existencia de indicadores “débiles” y “fuertes” según provengan de los estudios de economía ambiental o de economía ecológica. La economía ambiental expresaría el primer pensamiento anterior, dónde a pesar de intentar gestionar lo útil y lo escaso, sólo se ocuparía de aquello que resulte apropiable, valorable y productible para el hombre, necesitando poner valor teórico (como “costes de oportunidad”) a bienes libres del medioambiente para calcular beneficios monetarios. No rechaza la sostenibilidad sino que la basa en la mercantilización del medio natural, el capitalismo verde (“lo verde vende”). De aquí surgen indicadores “débiles” como: - La contabilidad verde - El índice de desarrollo sostenible Figura 5. Comparación de los valores de la economía ambiental y ecológica

Fuente: Economía y sostenibilidad. La economía ecológica en perspectiva,J.M. Naredo

En un planteamiento reconciliador de la economía con la ecología se desarrolla la economía ecológica, la cual compatibiliza los valores económicos con los procesos analíticos irreversibles inherentes a todo proceso físico, pensando en una economía humana a largo plazo, ya que si hacemos uso excesivo de los escasos recursos, uso de recursos no

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renovables, ni los reciclamos o los volvemos nocivos, no tendremos bienes en un futuro y eso costará más dinero a futuras generaciones. Aquí la tecnología o la inmediatez no son la solución, aunque no renuncia a retribuir o poner un valor monetario al capital natural respecto al producto obtenido (manufacturado). De aquí, surgen los llamados indicadores “fuertes” debido a estar basados en consumos físicos de energía y materiales, en la complementariedad de flujos entre lo natural y lo manufacturado, tales como: -

1.3

La biocapacidad El análisis del ciclo de vida La huella ecológica La mochila ecológica La deuda ecológica

Indicadores

Retomando las opiniones anteriores de José Manuel Naredo, para entender la sostenibilidad debemos desarrollar un método para cuantificarla, empezando por definir nuevos indicadores de nuestras acciones sobre el planeta. Los indicadores se pueden definir como medidas en el tiempo de las variables de un sistema que nos dan información sobre las tendencias de éste, sobre los aspectos concretos que nos interese analizar, en este caso sobre los recursos y residuos del ser humano. Con ello, se nos explica que los indicadores no tienen sentido sin el tiempo, que se han de medir y cambiar a lo largo de un periodo. Pueden estar compuestos por una variable o por un grupo de ellas. A partir de ellos y sus interacciones, al ser medibles, se pueden hacer juicios sobre las condiciones de un sistema y jerarquizarlos mediante una medida común. Es el criterio común lo que hace a un sistema comprensible para todo el mundo. De hecho, para construir un indicador que funcione debe ser creíble y comprensible para toda la comunidad, orientado a un objetivo que aborde lo prioritario, basándolo en las causas y no en los síntomas, que sea relevante para la comunidad y contrastable. Figura 6. Proceso para que un indicador sea eficaz.

Fuente: Waldo E. Orellana Zambrano Iudescoop, Master Economia Social, UPV(España)

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En el caso que nos aborda, la sostenibilidad, es más fácil establecer sistemas de restricciones (indicadores y condicionantes) para verificar la insostenibilidad y así saber exactamente la actuación que es sostenible, que al contrario. Aun así, muchos indicadores se vuelven muy complejos en la recopilación de mesuras concretas o específicas creando estándares de algunas variables que, aun no siendo del todo correctas, son aproximaciones que nos permiten ideas sobre las tendencias actuales. Cuando estas medidas se acercan al campo de la edificación, pueden llegar a ser más reales y accesibles aunque siempre estarán basadas en estándares que provienen de indicadores ya preestablecidos con medias o estandarizados (a veces, de otros países) muchos de ellos extraidos del libro la huella ecológica de William Rees i Mathis Wackernagel. Como ya se sabe, todo lo que se mide o evalúa, se le suele prestar más atención al estar conociendo sus valores y actuando sobre él, y se termina obteniendo un cambio y mejores resultados por saber su cuantía. Por ello y para hacer consciencia, aquí se muestran algunos indicadores sobre la sostenibilidad que pueden abarcar desde la producción de un alimento o construcción de un edificio, hasta el metabolismo de toda una ciudad o país.

1.3.1 Biocapacidad ¿Cuánto CO2 es capaz de absorber la superficie del planeta? 5,4 Tn por ha ¿Cuántas hectáreas de la superficie terrestre están a nuestra disposición? -

Alrededor de 1.61 ha globales por habitante y año, en 2011.

Pero consumimos 5,42 hectáreas, como 3 Españas enteras para abastecernos. La biocapacidad es la disponibilidad de área biológicamente productiva expresada en ha o en ha/hab. Un área es productiva si es capaz de generar un abastecimiento regular de recursos renovables y de absorber los residuos resultantes de su consumo. Este indicador nos muestra, que cuando es superado su valor por la huella ecológica, se está actuando de forma no sostenible por ir a un ritmo más rápido de lo que la biosfera es capaz de renovar. Cuanto más se supere este dato, más rápido agotaremos el “capital natural” y nos quedaremos sin reservas. Se calcula restando a la superficie total terrestre, las extensiones no productivas como son los océanos (hay una parte de mar productivo que si se incluye), el territorio helado, los desiertos, las montañas y tierras agotadas en su fertilidad. Nos quedamos con sólo el 20% de superficie como fuente de recursos: de 54.880 Mha a 12.800 Mha. Actualmente, somos una población mundial que ha crecido un 130% respecto a hace 50 años. La biocapacidad por consecuencia directa ha ido disminuyendo. Bien es verdad, que en los últimos 10 años ha ido siendo más lento ese crecimiento, 13,3%, pero actualmente hemos llegado a una población de 7300 millones. Es una población desorbitada. Generalmente la biocapacidad se usa para mediciones a gran escala como la mundial o la de un país en específico.

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Figura 7. Superficies para calcular la biocapacidad.

Fuente: Libro “34 Kg CO2”, Tonia Solanas + Dani Calatayud + Coque Claret

1.3.2 Huella ecológica La huella ecológica es el cálculo que cuantifica el área productiva requerida para satisfacer las necesidades y recursos consumidos por una persona o por un grupo de personas (ciudades, países) y la absorción de sus residuos (tanto en los procesos de producción como en su uso), independientemente de la localización de esa área. Es decir, es el complementario a la biocapacidad. Cuando los relacionamos podemos comprobar cuánto déficit ecológico causamos, a qué velocidad agotamos el capital natural: HUELLA ECOLÓGICA > BIOCAPACIDAD HUELLA ECOLÓGICA ≤ BIOCAPACIDAD

= =

DÉFICIT ECOLÓGICO EXCEDENTE ECOLÓGICO

Como ejemplo, teniendo una biocapacidad (en 2011) de 1.61 ha y una huella ecológica como país de 5.42 ha, podemos observar que vamos a un ritmo triplicado de lo que soporta nuestro territorio, nuestro límite de crecimiento ha sido superado así pues, o se cambia el modelo energético actual, o se disminuye la población consumidora. Sabiendo que nuestro consumo no es uno de los más altos del mundo, ya que EUA o China van en cabeza con huellas de 10 a 15 ha por hab y año, podemos imaginar como también de media mundial hemos llegado a más de límite de la capacidad del planeta, consumimos 3.81 ha por habitante y año. No hay posibilidad ni siquiera de hipotecar a países más sostenibles para satisfacer a los más insostenibles.

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Figura 8. Huella ecológica relacionada con la biocapacidad mundial. Figura 9. Evolución de la huella ecológica según sectores

Fuente: Libro “34 Kg CO2”, Tonia Solanas + Dani Calatayud + Coque Claret Fuente: IDAE

El cálculo de esta huella tiene en cuenta el consumo de alimentos, gasto energético, productos forestales y ocupación del territorio, considerando pues los pastos, cultivos, bosques, mar productivo, terreno construido, espacio público (contando también las infraestructuras pues reducen ha de terreno productivo) y área necesaria para absorber el CO2 generado. Primero, se contabilizan los consumos de las diferentes categorías (kTep ó Tn CO2), teniendo en cuenta el flujo de materiales y energía para producirlos. Seguidamente, se transforman los consumos en superficie productiva (ha) mediante los índices de productividad: HUELLA= CONSUMO/ PRODUCTIVIDAD. Los índices de productividad son los que tienen en cuenta la tecnología usada en el proceso, la fuente de energía o el rendimiento productivo de una determinada tierra. Por último, se normalizan según las productividades biológicas de cada categoría: una ha de cultivo no rinde lo mismo que una de bosque; para poder sumarlas en ha globales homogéneas y compararlas con la biocapacidad. Se extrae pues la correspondiente área de tierra/agua requerida a través de los factores de equivalencia, ya establecidos. Figura 10. Huella ecológica según sectores

Fuente: IDAE

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Este indicador está íntimamente ligado al modo de vida de cada ciudad, según sus necesidades: esto, obviamente, ocasiona un problema de mesura ante la dificultad de concretar cuáles son esas necesidades y como medirlas, creando finalmente estándares que incluso llegan a minimizar nuestro impacto real. De hecho, este indicador no incluye la contaminación del suelo o su erosión, la contaminación del agua o la atmosférica que no sea por CO2, ni la pérdida de biodiversidad. Se asume, también, que las prácticas agrícolas son sostenibles y que la productividad del suelo no disminuye con el tiempo hecho que sostiene un resultado prudente. De cualquier manera es un indicador muy educativo ya que nos muestra unos varemos generales de nuestro comportamiento y nos explica por sectores dónde se debe prestar más atención.

1.3.3 Huella de carbono La huella de carbono es el cálculo de las emisiones de CO2 producido por un proceso, se suele medir en toneladas. Las emisiones existen en los procesos dónde ha habido un consumo de energía. Por ejemplo, andar de un punto a otro no tendrá emisiones de CO2, ir en bicicleta tampoco tendrá estrictamente emisiones (aunque si en la huella ecológica, en la fabricación de esa bicicleta) pero, desplazarse en automóvil sí producirá una huella de carbono, a no ser que sea eléctrico y esa electricidad haya sido producida por placas solares u otra energía renovable (*los biocombustibles se ha evaluado que emiten más gases invernadero en su proceso de producción y quema, que los combustibles fósiles a pesar de ser “renovables” así que seguirían contabilizando en la huella de carbono). Este indicador es uno de los más popularizados cuando se habla de sostenibilidad, es el utilizado para marcar los objetivos de Kyoto y poner multas a las empresas en su emisión ya que permite la contabilización de manera individual. Es indicativo de cuánto es más contaminante un proceso que otro y cuándo uno es sostenible, si las emisiones son prácticamente cero. Nos sirve pues para comparar y para distinguir el límite entre sostenible e insostenible, aunque no es un valor visible y tangible, es el que determina una medida común en el resto de indicadores establecidos. Se utilizará mucho en construcción y en las certificaciones que analizaremos. La relación entre la huella ecológica y la de carbono es proporcional, ya que consiste en la conversión de la energía de consumo calculada para cada proceso productivo y en vez de convertirla a ha necesarias, convertirlas al CO2 generado según la fuente de energía utilizados (gasoil, electricidad, gas natural,...) mediante el factor de conversión de consumo a kg de CO2.

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Figura 11. Factores de conversión de energía final a kg de CO2.

Fuente: IDAE

En principio, cuándo se expresan estas emisiones, también se tiene que contabilizar la energía primaria gastada en proporcionar energía a esa fuente ya que, aun siendo todo electricidad, por ejemplo, producir un kw de electricidad proveniente del sol se consideraría emisiones O, pero producir un kw de electricidad mediante carbón se considera emisiones mucho más altas respecto a producirla con gas natural. El carbón genera mucho CO2 en su combustión y los procesos de extracción también son más contaminantes que el gas natural. La energía primaria gastada en generar energía final siempre suele ser mucho mayor que el propio consumo de energía, como 2,18 veces superior a la energía final actualmente. Como ejemplo mostrado en la fig.12, la huella de carbono de un ciudadano de clase media estándar en alguna ciudad de España, sin 2ª vivienda, que va al trabajo en transporte privado generalmente y que va de vacaciones al menos una vez al año fuera de su comunidad, genera 15 Tn de Co2 al año, de las cuales 4 Tn son ha nivel público por pertenecer a una ciudad y tener unos servicios e infraestructuras. Así pues, hay emisiones directas e indirectas. Sabiendo estos datos es fácil calcular con la biocapacidad cuánta huella hay en tu ciudad según sus habitantes. En el caso de Barcelona, cada habitante necesita 3,5 islas del Eixample y toda la ciudad, excede del territorio catalán. De hecho, aun extendiendo por toda la superficie de Cataluña dónde fuera eficaz establecer energías renovables, a día de hoy, no se alcanzarían la energía necesaria ni la reducción de CO2 propuesta para 2050, concluyendo que el cambio no sólo radica en la fuente de energía sino en la eficiencia, en la reducción de consumo excesivo de esta y en los hábitos de consumo predominantes de la globalización y la obsolescencia.

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Figura 12. Huella ecol贸gica de un habitante medio en Espa帽a.

Fuente: Elaboraci贸n propia

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Fuente: Elaboración propia

1.3.4 Análisis de ciclo de vida Es un indicador más específico que cuantifica todo el proceso de consumo de material y consumo energético asociado a un producto, proceso o actividad desde su inicio hasta su final o eliminación. Desde la energía primaria necesaria para producir la energía que utilizaremos para su extracción, transporte, producción, distribución, uso o vida útil y mantenimiento hasta su final de ciclo, que sería su reciclaje, su eliminación mediante incineración o vertido. Después, esta energía consumida se divide entre la vida útil y se sustituye por combustible consumido o, lo que es más común, mediante factores de equivalencia explicados anteriormente en la huella ecológica, se convierten a las hectáreas necesarias de terreno o a las ha de bosque necesario para la absorción del CO2 emitido en todo este proceso. Según sus emisiones, como ya se ha visto, se sabrá el grado de sostenibilidad.

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Figura 13 y 14. Recorrido de la energía primaria hasta la energía final y esquema del análisis del ciclo de vida de un producto.

Fuente: Elaboración propia

Se pueden evaluar diferentes alimentos, transportes, materiales, edificios, etc hasta llegar al análisis de una forma de vida, como se analizó en la huella ecológica. Todas las repercusiones que tiene el ciclo de vida, se entienden perfectamente en la fig. 15 que elabora el certificado GEA VERDE para desarrollar sus criterios de evaluación. Como podemos observar, todos los indicadores se mueven bajo las mismas unidades que pueden ser convertidas con equivalencias en unas u otras. Esto sirve para homogeneizarlas y poder ser relacionadas: tn de Co2, Kwh o J, Teq petroleo, ha, Tn o m3. Figura 15. Áreas y su asociación al ciclo de vida.

Fuente: GEA VERDE

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1.3.5 Requerimiento total de material o mochila ambiental El requerimiento total de material o mochila ambiental es un indicador particularmente interesante en la construcción ya que evalúa la cantidad de materias primas que se consumen en un proceso, teniendo en cuenta el material útil para conformar el producto acabado y sus residuos generados. Se calcula con el peso del producto, en toneladas por persona. Por ejemplo, para conseguir una tonelada de edificación construida y para transportar ese material de construcción, se necesita energía y para obtener esta energía final se emiten 0,3 toneladas de CO2. Si multiplicamos la masa del material por las emisiones que ha producido la energía consumida para obtenerlo, tendremos las toneladas de CO2 que genera ese material. Si lo hacemos con toda la mochila de productos de una persona, tendremos las toneladas por persona. Como dato significativo podemos remarcar el crecimiento de la mochila ambiental que genera nuestro estilo de vida actual con respecto a la década de los 50, de 13,7 T/pers a 37 T/pers, donde el 40% son de la urbanización, construcción e infraestructuras. Todo ello ha aumentado debido al tipo de materiales utilizados, a la cantidad del consumo, al tipo de edificación promovida y sistemas constructivos, a un mayor número de productos exportados y menos materiales locales, centralización, almacenamiento,… En la fig. 16 se nos muestra este aumento. Figura 16. Evolución del Requerimiento total de materiales por habitante

Fuente: Libro “34 Kg CO2”, Toni Solanas + Dani Calatayud + Coque Claret

A continuación, se muestra una gráfica comparativa de los indicadores explicados: INDICADOR BIOCAPACIDAD HUELLA ECOLÓGICA HUELLA DE CARBONO RTM ACV

UNIDAD

CONCEPTO

ANALIZA..

Ha/hab/ año Ha/hab/ año Tn CO2 Tn/ hab Tn Co2

superficie productiva existente superficie productiva consumida CO2 emitidos CO2 emitidos CO2 emitidos

territorios individuo/ conj. de individuos procesos/productos/individuo productos/actividad producto/proceso/activdad

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2

NORMATIVA Y CERTIFICACIONES

Una vez analizados y entendidos los indicadores globales de la sostenibilidad, y con la preocupación de que los edificios existentes suponen el 40% de la energía consumida en Europa, el 50% de recursos naturales consumidos, genera el 50% de los residuos y un tercio de las emisiones de CO2; nos centraremos ahora, en indicadores específicos que evalúen las viviendas para saber cómo reducir la significativa demanda. Se situaría después de sectores de industria y transporte, aunque en las propias viviendas viene incluido parte de este gasto de producción y transporte de materiales y combustibles como se ha visto anteriormente. Existen actualmente varios estudios qué establecen que edificio es sostenible y cuál es más que otro. Estos estudios serán más o menos válidos según se hayan incluido más indicadores e interrelaciones entre ellos. Veremos que respecto a los materiales utilizados dentro de los edificios, aún falta mucho por investigar hasta agregar en su etiqueta, a parte de sus dimensiones y precio, el CO2 incorporado desde su embalaje hasta su residuo, para obligar normativamente al uso de los menos emisivos (análisis de ciclo de vida). Existen etiquetas de productos verdes, como puede ser la etiqueta internacional FSC en la madera que proviene de una gestión responsable de los bosques, por ejemplo, pero el problema radica en qué se tiene en cuenta para la etiqueta. En cambio, respecto a las energías de consumo en el edificio en uso si existen estudios más detallados. Hay una obligatoriedad en las normativas del consumo de energía pero por el momento, si se trata de ir más allá para abordar cuestiones más amplias de sostenibilidad, habrá que apoyarse en las certificaciones existentes que desde los 90’s, nos obligan a cumplir una serie de indicadores para garantizar que un edificio incorpora las mejores prácticas disponibles en términos de sostenibilidad. Estas certificaciones, además, han permitido definir, reconocer y promocionar estándares y prácticas hecho que ayuda a promover una sostenibilidad (y consecuente confort ambiental) cada vez más tangible y alcanzable, incluso fomentar una competitividad e innovación en la materia enseñando los beneficios a promotores, ocupantes, etc. Con estas certificaciones contribuiríamos desde ya a cumplir el Protocolo de Kyoto y el objetivo común de minimizar el impacto ambiental de energía neta cero, siendo aún de voluntad privada. Por tanto, procederemos a un análisis de las certificaciones más relevantes actualmente en el contexto internacional y en el español, en particular, en comparación con la normativa vigente, con tal de extraer los indicadores que se han tenido en cuenta, ahora que sabemos cómo medir los indicadores generales. -Normativa vigente: CTE y Decret Ecoeficiència -Breeam -Leed -Passive House -Gea Verde

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2.1

Normativa española En respuesta a la Directiva Europea 2010/31/UE, primero y a la Directiva 2012/27/UE

posterior, obligó a la optimización en restricciones de diversas normativas cuyos exponentes básicos son el nuevo Código Técnico de Edificación, el certificado de calificación energética de edificios y el Decreto de Eco-eficiencia en la construcción de edificios en Cataluña. En el código técnico, se han fijado unos requisitos mínimos, en cuanto a condiciones acústicas, térmicas, estructurales, etc., tanto de los materiales como de las instalaciones que deben tener los edificios y en el diseño de instalaciones para el ahorro de agua, como un sistema separativo de aguas grises. A continuación, se analizan las medidas adoptadas. En el HE-1 Limitación de la Demanda Energética, el objetivo es reducir la demanda de energía necesaria para la climatización de los edificios, mediante la limitación de la transmisión de calor y de las infiltraciones de aire a través de su envolvente, y la supresión de condensaciones en la superficie interior de sus cerramientos. Se podrá realizar con el programa LIDER que calcula las cargas del edificio y tiene en cuenta la radiación solar, según la zona climática. En él, se limita la envolvente térmica a unas transmitancias generales (y grosores de aislantes recomendados) como se muestra en la fig.17, junto con la limitación de condensaciones y de permeabilidad al aire en huecos y carpintería, siendo en este caso con una sobrepresión de 100 pascales de 50 m3/h m2 para zonas climáticas A/B y de 27 m3/h m2 para las C/D/E. Figura 17. Evolución del Requerimiento total de materiales por habitante

Fuente: Tabla extraida del DB- HE1

En el documento básico HE2: Rendimiento de las instalaciones térmicas se remite al RITE, donde se obliga a una estimación de las emisiones anuales de CO2 de cada proyecto de más de 70kW, nuevo tratamiento de las ventilaciones, opciones de dimensionado de las instalaciones, etc., estableciendo potencias para los equipos de climatización. En el HE3: Eficiencia Energética se tiene como objetivo reducir la demanda de energía necesaria para la iluminación artificial de los edificios. Establece de valores de eficiencia energética (VEE) de la iluminación según luxes, plantea la obligatoriedad de implantación de sistemas de control manual y de regulación de nivel de iluminación que optimicen el

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aprovechamiento de la luz natural y la existencia de un plan de mantenimiento para la limpieza periódica de lámparas y luminarias para mejorar el rendimiento. Con el HE4: Contribución solar mínima de agua caliente sanitaria, sustituye parte de la energías fósiles utilizadas en el edificio por energías renovables de placas solares térmicas debiendo cubrir un porcentaje mínimo, según zona climática (radiación) y del consumo anual de hasta el 70% de la demanda de agua caliente sanitaria. Cuando no sea posible la implantación de una instalación solar, se deberá incrementar el nivel de aislamiento del edificio o el valor del rendimiento de sus instalaciones térmicas hasta valores que permitan producir un ahorro equivalente al CO2 evitado por la cobertura solar. Por último, en el HE5: Contribución fotovoltaica mínima de energía eléctrica, aún pendiente de un desarrollo mayor, y en contra de los cánones recientemente interpuesto a la energía solar producida por renovables en este país, aplica la obligatoriedad a edificaciones con elevado consumo eléctrico y gran superficie, determinada según el uso específico, como edificios comerciales, oficinas, hospitales, hoteles, etc., hasta un 40% de cobertura. Con el presente DB-HE se pretende disminuir casi un 17% la demanda energética de las viviendas, con un coste añadido de entre un 1 y 2%. Los plazos de recuperación de la inversión añadida se preveen cortos (4 o 5 años de media) en comparación con la vida útil de la vivienda. Según estimaciones del IDAE, el ahorro de cada edificio oscilará entre un 30 y un 40% y la reducción de emisiones de CO2 por consumo de energía entre un 40 y un 55%. Además, el código obliga a realizar una certificación energética del edificio que se clasifica según las emisiones de CO2 otorgándote una etiqueta de la A a la F, pero sin tener en cuenta los materiales usados o los residuos generados, abordando sólo la eficiencia del uso de energía en el funcionamiento del edificio, es decir, los consumos directos de uso diario pero no la energía embutida (dentro del cicló de vida del edificio) de la que hemos hablado anteriormente y que puede llegar a ser igual o más importante que la energía directa. Parece posible afirmar, por tanto, que el CTE en sí no demuestra tener la sostenibilidad como referencia, así como lo tienen las diversas certificaciones por no abarcar todos los aspectos globales. Respecto al Decreto de Ecoeficiencia implantado en 2006 en Cataluña (existen otros decretos específicos en otros municipios españoles pero este fue pionero) y posteriormente revisado, se muestra más restrictivo que el CTE en cuánto a porcentaje de energías renovables incluidos en las edificaciones. Los parámetros ambientales en los que quiere hacer incidencia el Decreto son los relacionados con el consumo de energía, la demanda de agua y la correcta gestión de los residuos, tanto los generados durante la construcción del edificio como en su fase de uso, estableciendo cuatro categorías de energía, agua, residuos y materiales y sistemas constructivos. Parece que toma en cuenta más aspectos que el CTE y se acerca un poco más a la evaluación de las certificaciones, otorgando puntos en la categoría de materiales

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y sistemas constructivos, pero aún permanece lejano a todo el conjunto.Las medidas más relevantes que se explican en el Decreto, respecto a viviendas, son las siguientes: ECOEFICIÉNCIA RELATIVA AL AGUA – Red de saneamiento separativa. – Grifos, duchas y lavabos economizadores. – Cisternas con mecanismos de ahorro de agua. ECOEFICIENCIA RELATIVA A LA ENERGÍA –Cerramientos verticales con soluciones constructivas, incluyendo puentes térmicos que aseguren un coeficiente medio de transmitancia km=0’7 w/m²ºk sudoeste. –Incorporación de sistemas de producción de agua caliente sanitária que utilicen energía solar. ECOEFICIENCIA RELATIVA A PARAMETROS AMBIENTALES – Utilización de al menos una familia de materiales de los empleados en la construcción del edificio con distintivo de garantía de calidad ambiental, etiqueta ecológica de la U.E. , marca AENOR Mediambiental, o cualquier etiqueta ecológica tipo I. ECOEFICIENCIA RELATIVA A LOS MATERIALES Y SISTEMAS CONSTRUCTIVOS OBTENER UNA PUNTUACIÓN MÍNIMA DE 10 PUNTOS. – Fachada ventilada sudoeste (mejora el aislamiento): 5 – Cubierta ventilada (por la eliminación de puentes térmicos): 5 – Cubierta ajardinada: 5 – Utilización de sistemas pre-industrializados en el 80% superficie estructura: 6 – Utilización de sistemas pre-industrializados en el 80% superficie cerramiento exterior: 5 – Sala con 1 hora de sol entre 10 i 12 h solares solsticio de invierno: 5 – Reducción km en cerramientos verticales exteriores » en 10%: 4, » en 20%: 6, » en 30%: 8 – Disponer sistema aprovechamiento aguas pluviales: 5 – Disponer sistema aprovechamiento aguas grises y pluviales: 8 – Utilización de un producto obtenido del reciclaje de residuos: 4 ECOEFICIENCIA RELATIVA A LOS RESIDUOS - Prever espacios fácilmente accesibles de 150 dm³ en interior viviendas. – Incorporar al proyecto ejecutivo un plan de gestión de residuos de la construcción. Por último, tan solo mencionar los Planes de Acción Sostenible, que también proviene de una iniciativa de la Unión Europea, yendo más allá de los objetivos de Kyoto con la implicación de los ayuntamientos locales para conseguir el 20-20-20 nombrado anteriormente. Las actitudes básicas junto con los gastos municipales por sectores, se muestran en la siguiente fig. 18.

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Figura 18. Evolución del Requerimiento total de materiales por habitante

Fuente: Elaboración propia. Gráficos extraidos del Plan de Acción sostenible de Sant Cugat del Vallés

2.2

Certificado Breeam En 1990, en el Reino Unido, empezó el método de evaluación y certificación BREEAM

método que ha inspirado al resto de certificados de construcción sostenible que fueron apareciendo posteriormente, y que presume de ser el más avanzado técnicamente. Posteriormente, debido a las diferencias que pueden existir en distintos países en cuanto a la relevancia de cada uno de los condicionantes ambientales locales y de las propias legislaciones, se pensó que no era adecuado un método que se pueda aplicar sin más de un país a otro. En este sentido, BREEAM ha hecho un esfuerzo de adaptación International, y los GBC de cada país pueden personalizar la herramienta para adaptarlo a los requisitos legales locales y a criterios de ponderación propios, lo que facilita la migrabilidad del procedimiento. En España, existe el BREEAM ES adaptado por el Instituto tecnológico de Galicia.

2.3

Leed Este certificado fue implantado más tarde que el resto, en 1998, pero ha alcanzado un

gran renombre y bastantes edificios calificados actualmente LEED. Se usa más en países americanos ya que en Canadá se utiliza el GEA y en Europa se opta más por el BREEAM y el

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Passivhaus. Es un certificado que peca de no haberse adaptado a otras localizaciones, con sus legislaciones y condicionantes específicos como los métodos constructivos, productos y precios. LEED acrónimo de Leadership in Energy & Environmental Design) fue desarrollado por el Consejo de la Construcción Verde de Estados Unidos (US Green Building Council). Igualmente, se está extendiendo cada vez más su uso en otros países por ser más fácil de evaluar a la hora de las puntuaciones que BREEAM y tener más lanzamiento internacional a la hora de promocionar los edificios sostenibles. El ahorro energético global alcanzado por LEED en edificios ya construidos ha llegado a ser del 40% al 70%. El ámbito de evaluación de LEED se extiende a través de todo el ciclo de vida, desde la etapa de planteamiento urbanístico, hasta la de operación y mantenimiento del edificio, y se presenta en categorías semejantes a BREEAM separadas por conceptos de obra, agua, materiales, energía, etc. y también existen categorías de certificación según el número de requisitos cumplidos, aunque difiere en las formas de ponderar del anterior, en los puntos obtenidos para estrategias parecidas y posee más requisitos obligatorios a cumplir para obtener un certificado con la mínima clasificación. El método de evaluación también se divide en proceso de diseño y de obra, aunque tienen evaluadores acreditados independientes del GBC no como en BREEAM, que los evaluadores son del propio consejo, hecho positivo de este último.

2.4

Passivhaus El estándar passivhaus se formula oficialmente en 1988 por los profesores Bo

Adamson de Suecia y Wolfgang Feist de Alemania. El Instituto Passive House (PHI) se constituye en 1996, y se preocupa por plantear alternativas económicamente viables a la par que de menor consumo energético. Es altamente usado en los países centroeuropeos (sobre todo en Alemania y Austria) ya que surgió de unas condiciones concretas de su clima. Actualmente, se está mejorando y adaptando a diferentes climas como el mediterráneo, y concretando en más edificios públicos de diferente uso al educativo. Esta certificación ofrece una visión simple pero eficaz que no trata tanto de la autosuficiencia energética mediante energías renovables sino de consumir la mínima energía necesaria, mejorando las envolventes de las edificaciones (bien aislada, mínimas infiltraciones, sin puentes térmicos, ventilación mínima con recuperador de calor). Es muy lógica para un ahorro futuro pero aún no está arraigada en nuestro país. Limitando las transmitancias de los cerramientos ayuda a cumplir una mejor certificación energética. Por ejemplo, limita los cerramientos exteriores opacos a una transmisión inferior de 0,15 W/m²K y para ventanas y puertas a 0,8 W/m2K. Los valores medios de transmitancias propuestos por las envolventes passivhaus (fig. 19) quedan alejados de los establecidos en el CTE. Se evalúa con un programa PHP que ayuda en el diseño de estas casas.

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Figura 19. Transmitancias térmicas del Passivhaus

Fuente: Knauf Insulation (página de la marca comercial Knauf)

Si bien es cierto que es uno de los métodos constructivos que ha llegado a lograr bajas demandas, no tiene en cuenta otros consumos de recursos como materiales locales o ecológicos, los residuos generados o la energía en los procesos de transporte y construcción, para ser sostenible globalmente. Se centra en el factor energía durante la vida útil y no tiene en cuenta el análisis del ciclo de vida que ofrecen otras certificaciones más globales como LEED, BREEAM o GEA. En climas centroeuropeos ha llegado a ahorrar el 80% de la energía consumida durante el uso del edificio. Podemos observar, en cambio, que al incluir el consumo de energía primaria en sus requisitos y al ser baja la demanda de energía del edificio, nos guía hacia esas energías tengan y puedan que ser renovables y sea más sencillo implantarlas y cumplir el estándar. En esta certificación todos sus requisitos deben ser cumplidos, no son opcionales, si bien también se ofrecen posibilidad de diferentes calificaciones según reduzcas la cantidad de consumo. En general, es más semejante a la normativa, que solo tiene en cuenta el uso y su consumo de energía aunque esta lo traduzca al CO2 generado. Independientemente al PassivHaus Institut, nace la Plataforma Edificación Passivhaus que establece unas bases, derivadas del concepto Passiv para la rehabilitación energética en los edificios, en 2008, tema interesante excluido en las directivas europeas sobre los edificios en el campo construido existente. Representa un gran avance pues son estos los que están consumiendo altas energías con envolvente deficientes, y no se están tomando en consideración.

2.5

Gea Verde Esta desarrollado por la GBCe (España) que se encuentra dentro de “International

Initiative for a Sustainable Built Environment” (iiSBE) y surgió de la necesidad de adaptar la certificación canadiense al campo constructivo español, constituyéndose como una certificación específicamente para este país. Se ha ido adaptando a las diferentes tipologías y usos de edificios públicos, como BREEAM. La metodología está basada en una aproximación del análisis del ciclo de vida. Es un enfoque muy acertado pues, a pesar de que todos los certificados pretenden un objetivo de sostenibilidad global e intentan incluir los análisis de ciclo de vida en sus objetivos, aquí se muestra de manera muy educativa y comprensible, haciendo visible exactamente que reduces

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en el planeta y a qué afectan tus acciones constructivas hasta el punto de tener en cuenta la duración y la afectación local o global. Su método de evaluación surge de una lista de criterios que mediante medidas de reducción de impactos, valorados a través de un sistema multicriteria, considera: la(s) etapa(s) del ciclo de vida a la que se asocia el criterio en sí, el número de impactos que afecta, la incidencia del criterio en la reducción del impacto y el peso del mismo (asignado según la globalidad y duración del efecto) así como otros factores propios de la región. Los criterios, bajo las categorías (las llama áreas) de energía, recursos naturales, etc. (parecidas a LEED y BREEAM y con requisitos mínimos como ellas) están asociados a las etapas del ciclo de vida como se recoge en la fig. 15 vista anteriormente y la matriz general para su puntuación se estructura como se indica en la fig. 20. Es curioso remarcar que aquí la clasificación del certificado termina otorgando hojas verdes de una planta, pudiendo alcanzar hasta 5, con un edificio altamente sostenible. Figura 20. Matriz de asignación de pesos

Fuente: GEA VERDE

2.6

Tabla comparativa Se muestra a continuación una tabla comparativa elaborada para explicar la evaluación

de indicadores, puntos y objetivos según las certificaciones energéticas nombradas.

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3

CONCLUSIONES A pesar de que aún hay gente que no “cree” en el cambio climático (como si de una

religión se tratase), sino en un cambio de clima natural debido a ciclos del sol; se debería tener claro que el ritmo de producción y consumo actual no es perdurable en el tiempo ante evidencias tales como: + La escasez de combustibles fósiles para abastecernos en un futuro + La escasez de varios materiales para su extracción y uso + La contaminación de las aguas que hace que necesitemos aún más infraestructuras para su uso + La acidificación de los océanos y sus metros de subida + El agotamiento de acuíferos en varias zonas + La desertización por un cambio de usos o uso extensivo de la tierra + La contaminación por xenofóbicos + La cantidad de partículas contaminantes en el aire de algunas ciudades (neblinas incluso) con el que se levantan cada mañana y sus ojos escuecen + La aparición de enfermedades respiratorias cada vez más habituales + La modificación del paisaje que crea desaparición de especies; y un largo etcétera de indicadores irrefutables por teorías sin datos científicos; que hacen más presente la mano del hombre sobre la Tierra creando problemas que habrá que solucionar para tener energía, agua, materiales, en un futuro. Y sea por el pensamiento que sea, es un hecho y hay que actuar sobre esta situación, hay que cambiar de modelo por si aún estamos a tiempo de revertir algunas de nuestras consecuencias. Todo el cambio pueden empezar desde abajo, donde no hace falta tan solo grandes avances tecnológicos para ser sostenible, sino percibiendo el concepto en todos los aspectos de la vida diaria como la compra local, más desplazamientos a pie o en transporte público, el reciclaje, la reutilización de objetos, la conciencia de materiales que respetan el medio ambiente, la exigencia de edificios que ahorren energía o que posean una certificación energética que nos asegure las prácticas usadas etc. que permitan poco a poco un cambio global de pensamiento. También a raíz de la actual crisis económica que perdura ya varios años han surgido nuevos movimientos sostenibles ya sea por consciencia o por ahorro energético, pero las crisis crean siempre un espíritu innovador donde se extrae lo máximo y se controla la escasez de lo que se posee. Desgraciadamente, a veces surgen aquí las ideas más ingeniosas y los movimientos más enriquecedores. Cada vez es más entendido el término sostenibilidad en nuestra sociedad, se percibe realizable y viable económicamente. Quizás consigamos un estilo de vida que el planeta pueda sostener y dejemos una excelente herencia para los venideros inquilinos de la Tierra. «La naturaleza puede satisfacer todas las necesidades de los humanos, pero no todas sus ambiciones.» Mahatma Gandhi

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4

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