No Futuro. Punk, grunge y Andrés Caicedo

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No futuro. Punk, grunge y Andrés Caicedo Es mejor quemarse que apagarse lentamente. Kurt Cobain Tú enrúmbate y después derrúmbate. Andrés Caicedo

El mundo siempre está en crisis; guerras mundiales, intereses políticos chocando y trayendo nefastas consecuencias. No existe un solo momento de la historia en el que la tranquilidad y estabilidad fueran factores totalmente posibles. De todas partes siempre hay confrontaciones y luchas de poder, Latinoamérica siempre es un escenario secundario, una reunión de países “tercermundistas” que las grandes potencias tienen en cuenta tan sólo para sus intereses particulares. Andrés Caicedo, Latinoamericano del siglo XX, un siglo cuya constante violencia es evidente, representa una literatura que parece alejarse de esos grandes problemas mundiales, generales, digamos globales, para adentrarse en la difícil exploración “interna” del individuo. La literatura de Caicedo es una mirada hacia adentro de ese sujeto del siglo XX, un joven de una ciudad colombiana como Cali, que como muchas de la época pasaban por un proceso de urbanización acelerado, abrupto, un contexto que permite una infinidad de posibilidades, la tecnología es uno de los factores más relevantes, los medios de comunicación empiezan a transformarse, sino a implementarse, nótese por ejemplo la importancia que tiene una cuestión como el cine para este autor caleño. Cali es sólo una ciudad latinoamericana, y Caicedo sólo uno de los individuos que la pueblan, pero que será recordado por su literatura y particularmente por la manera en la que se terminan relacionando su obra artística y su muerte. Smells Like Teen Spirit - Nirvana1 El mundo apesta a espíritu adolescente, Latinoamérica también, explosión demográfica que conllevará a un futuro sobrepoblado. Jóvenes en todas partes del mundo, jóvenes que salen a un mundo roto y caótico, lleno de esa violencia que Caicedo refleja en ¡Que viva la música!: Uno diría que totalmente recto, a no ser por la cabeza ladeada sobre un hombro, estaba sentado el gringo. Sobre su propio charco de sangre. Le habían enterrado la navaja en el ombligo. Y yo no me pierdo nada, y vi que alrededor de los zapatos habían quedado diversas piezas blancas, 1

Del álbum Nevermind . DGC Records (1991)

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estrambótica conformación y raíces ensangrentadas. Mi amigo le había extraído, seguro cuando yo contaba una a una las pestañas de maría, la dentadura completa. 2

La violencia no necesita ser explícita para manifestarse de diversas formas, en una juventud que empieza a tomar partido en el mundo al que pertenece, pero esa juventud, igual que ese mundo, está en crisis. Luis Andrés Caicedo Estela, caleño nacido en el pequeño país del norte de Suramérica el 29 de septiembre de 1951, y Kurt Donald Cobain, estadounidense expulsado del útero de su madre el 20 de febrero de 1967, son dos espectadores de ese caos, que aunque les corresponde en forma particular a cada uno, y se ven separados tanto por el tiempo como por el espacio, resultan tener puntos de coincidencia curiosos. ¿Qué podrían tener en común tan distantes personajes? Para empezar a explicar esto haremos una revisión de las figuras de cada creador, uno de piezas literarias y otro de composiciones musicales. Andrés Caicedo es una figura en Cali, hombre tímido, nihilista, preocupado por el arte, la literatura y el cine; de una disciplina férrea y con objetivos de vida muy concretos: morir antes de dejar de ser niño y dejar obra. Kurt Cobain era un joven de Seattle apasionado por la música y con la firme convicción de crear una banda que pasara a la historia. Kurt también era un joven disciplinado y desencantado, depresivo, los miembros de su banda debían dedicarse absolutamente a la música, no admitía concesiones. Caicedo tenía varias cosas claras; que iba a morir joven era una de ellas, es decir, Caicedo sabía que se iba a suicidar3, y es precisamente hasta su muerte que finalmente este autor alcanza una gran popularidad que termina convirtiéndolo en una figura de culto4, algo muy parecido a lo que le sucedió a Kurt Cobain, aunque si nos ceñimos a la realidad, descubriríamos que la diferencia principal entre estos dos personajes es que Kurt llega a ser ampliamente reconocido antes de su muerte, lo que no le quita esa consagración que tiene póstumamente como figura de culto.

Caicedo, Andrés. ¡Que viva la música! Bogotá: Norma 2009. Sus tres intentos de suicidio siendo el final el único exitoso corroboran esta afirmación. 4 …el culto comenzó a amasarse, sus viudos se reprodujeron. Todo Andrés importaba: sus fotos, sus guiones fracasados, sus obras inconclusas, su voz grabada, las cartas, la factura de ingreso al psiquiátrico, las fórmulas médicas, los rollos de celuloide en donde sale moviéndose, las anécdotas de sus amigos, el baúl en donde dejó innumerables papeles y anotaciones que ahora su anciano padre le va dosificando a las editoriales. Caicedo, Andrés. ¡Que viva la música! Bogotá: Norma 2009. Prólogo (15) 2 3

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Caicedo tenía ideas suicidas porque no creía en la vejez, no creía en los esquemas que le proponía la sociedad, no se resignaba a simplemente ser “el niño bien” de Cali, que podría perfectamente andar con personajes como María del Carmen Huerta “otra niña bien” descarriada, igual que Caicedo. Kurt Cobain tenía ideas suicidas porque estaba inconforme, porque no cuadraba con los esquemas, y porque donde apuntara sólo chocaba con ellos, la realidad convencional no había sido hecha a la medida de estos dos personajes, ellos eran genios, descarriados y predestinados a la gloria. Caicedo transgredía los esquemas, no les creía, no se resignaba a ser viejo, a formar una familia, a planear un futuro estable y tranquilo, Caicedo no creía en el futuro, igual que sus contemporáneos de muchas partes del mundo 5, y sólo de un personaje como Caicedo puede salir uno como María del Carmen 6, ya que en cierta forma ella es un Caicedo hecho mujer y convertido en prostituta. No se puede negar que el escritor es frecuentemente autobiográfico, no sólo en ¡Que viva la música! Podrían revisarse otras de sus obras célebres para detectar fácilmente el Andrés Caicedo metido en sus narraciones, véase una obra como Angelitos Empantanados, tenemos un contexto típicamente caleño y típicamente adolescente, si examinamos con detalle aspectos biográficos de la obra no sería complicado hallarle un equivalente en la realidad a cada personaje de la obra citada en la vida de Caicedo. Lo mismo sucedería si se tienen en cuenta algunos de sus cuentos póstumamente publicados. Nótese un cuento como Destinitos Fatales, tenemos una narración breve dividida en tres pequeños fragmentos aparentemente de total independencia; en el primero se habla de “un hombrecito” que funda un cineclub; en el segundo un hombre cualquiera es devorado en un acto caníbal por los pasajeros que lo acompañan en un recorrido cotidiano en un bus urbano; y en el tercero, vemos a otro personaje que deambula por las calles con un libro de cinco kilos bajo el brazo. Para cualquiera que conozca un poco la biografía de Caicedo no era ningún secreto Véase movimientos como el movimiento punk, Sex Pistols gritando en 1977 God save the queen: “Dios salve la reina, ella no es un ser humano, no hay futuro, en el sueño de Inglaterra”. Predecesores de la onda “grunge” según estudiosos del rock. 6 Poco a poco (…) nació María del Carmen Huerta. Ella comparte cada vértebra de Caicedo. Este personaje de ficción, incapaz de soportar una prueba de ADN es casi un clon que transita cada página de la novela ¡Que viva la música!, la obra literaria más ambiciosa del caleño. Andrés parece respirar con desespero en todos sus capítulos. Prólogo de Centeno en Caicedo, Andrés. ¡Que viva la música! Bogotá: Norma 2009. (11 – 12) 5

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que se estaba reflejando de manera explícita las grandes obsesiones de Caicedo: el cine, la literatura y el canibalismo. Kurt Cobain también era autobiográfico de una forma indirecta y de cierta manera cifrada, las letras de sus canciones reflejaban sus días cotidianos, aquellas cosas que le impactaban de su vida, Smells like teen spirit, su más grande éxito, era el resultado de un letrero hecho por la mejor amiga de su novia en la pared de su cuarto que decía: Kurt smells like teen spirit7; por otro lado, su canción Polly era la composición que le había hecho a una amiga que habían violado. Sus letras podían parecer no tener ningún sentido pero los adolescentes de los noventas las gritaban emocionados mientras se sentían orgullosos de vestir Jeans rotos y demostrar la “actitud grunge”, depresiva, desencantada de la realidad, la evolución de un punk previo que blasfemaba sobre el futuro. Eso era lo que producían las ciudades de la segunda mitad del siglo XX, en Latinoamérica, en Inglaterra, en Estados Unidos, una juventud que veía el futuro con pesimismo y sin esperanza; y que sobrevivía deprimida, obsesionada con vivir un presente que aunque no fuera prometedor era lo único que tenía, una juventud que se encaminaba hacia la autodestrucción y el suicidio, como Kurt Cobain y Andrés Caicedo. I hate myself and want to die - Nirvana8 A primera hora de la mañana del viernes 8 de abril el electricista Gary Smith llegó al 171 del bulevar Lake Washington. Smith y varios trabajadores más llevaban desde el jueves en la casa, instalando un nuevo sistema de seguridad. La policía dejó caer por allí en dos ocasiones y dijeron a los trabajadores que les avisaran si aparecía Kurt. A las 8.40 del viernes Smith se hallaba cerca del invernadero y decidió echar un vistazo en el interior. “Vi aquel cuerpo tendido en el suelo – relataría posteriormente al periódico-. Pensé que se trataría de un maniquí. Pero entones vi que tenía sangre en la oreja derecha. Vi una escopeta cruzada sobre su pecho, apuntándole a la barbilla”.9

Kurt Cobain murió el 4 de abril de 1994 en Seattle de un balazo de escopeta que el mismo se dió tras haberse inyectado una sobredosis de heroína. Andrés Caicedo murió el 4 de marzo de 1977 después de ingerir una excesiva cantidad de pastillas de secobarbital tras recibir el ejemplar editado de ¡Que viva la música! En una de las desmadradas noches de fiesta en la casa de Kurt, Hanna escribió con espray la frasse “Kurt huele a escencia de adolescencia” en la pared del dormitorio. Kathleen se refería a un desodorante para chicas, de modo que aquella pintada tenía sus implicaciones, pues Tobi utilizaba Teen Spirit y, al escribir aquello en la pared, Kathleen estaba mofándose de Kurt por acostarse con ella, insinuando que él olía a la fragancia de ella. Cross, Charles R. Heavier tan heaven. Kurt Cobain, la biografía. Barcelona: 2005 Reservoir Books. (221) 8 Título que Kurt Cobain quería poner a su segundo disco, que terminó llamándose In Utero y se convirtió en canción demo nunca comercializada el 21 de enero de 1993. 9 Cross, Charles R. Heavier tan heaven. Kurt Cobain, la biografía. Barcelona: 2005 Reservoir Books. (456) 7

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Con la muerte de los ídolos viene la idolatría, la construcción de figuras de culto del rock y de la literatura. Caicedo cumple su promesa de no vivir más allá de los veinticinco y Kurt se impide a sí mismo apagarse lentamente engrosando la lista de celebridades que fallecen a los veintisiete. Al morir las figuras hay un gran revuelo, en 1994 en Estados Unidos y rápidamente en el resto del mundo se sabe la noticia y se llora el ídolo del rock, pasará inmortal a la historia, y poco a se irá empolvado en los recuerdos de unos fanáticos contemporáneos que nunca olvidarán el grunge y el legado de Kurt Cobain y Nirvana, o será frecuentemente recordado por algunos historiadores del género que siempre resaltarán su trascendencia en la historia del rock mundial. En Colombia diecisiete años antes se empezaba a endiosar la figura de un joven caleño que se suicidó al recibir su obra maestra, una historia saturada de una precoz actitud grunge que protestaba por una realidad a la que no se resignaba, por unos esquemas que le molestaban por medio de su personaje principal, María del Carmen Huerta, un Caicedo mujer que se revela totalmente en esa disertación final absolutamente depresiva y significativa, discurso que rompe finalmente la línea divisoria entre el autor – creador y el personaje de ficción, con frases como: Para el odio que te ha infectado el censor, no hay remedio mejor que el asesinato. Para la timidez, la autodestrucción. (…) Para endurecer la unidad sellada, ensaya dándote contra las tapias. (…) Tú no te preocupes. Muérete antes que tus padres para librarlos de la espantosa visión de tu vejez. (…) Échale de todo a la olla que producirá la salsa de tu confusión. 10

El futuro no existe. La vejez apesta. El presente es lo que vale. Son los mensajes que nos dejan Kurt Cobain y Andrés Caicedo antes de morir, con los que dan por hecho su trabajo, después de lo que se consideran listos para abandonar el mundo y efectivamente así lo hacen. El mensaje se reparte por un público joven que endiosa a los personajes pero que igual sobrevive y para rematar se hace viejo. Son los jóvenes del pasado, los que progresivamente se envejecen en el presente los que se encargan de comunicar un mensaje de no futuro, mensaje al que sobreviven y que valoran, logrando seducir igualmente jóvenes del presente que pueden también sobrevivir, o tal vez no, a este mensaje apocalíptico y depresivo que ya habían sembrado en juventudes previas grupos como Sex Pistols en Inglaterra (cuyo auge máximo también concluye con la muerte de su bajista Sid Vicious), jóvenes de distintos 10

Caicedo, Andrés. ¡Que viva la música! Bogotá: Norma 2009. (217 – 218)

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tiempos que no quisieron comprometerse con un futuro que vieron perdido, que no consideraron salvable, que simplemente no calificaron como “apto para ser vivido”. En Inglaterra, Estados Unidos y Colombia, países con realidades totalmente distintas y en tiempos diferentes, existieron generaciones de jóvenes cuyo pesimismo y pasión por su arte los llevó a impartir con gran éxito el desencanto del futuro, la fascinación por el suicidio y la desilusión como constante. Una actitud similar con actores y escenarios diversos que podemos resumir en tres palabras: punk, grunge y Andrés Caicedo.

Bibliografía: Caicedo, Andrés. Destinitos fatales. Bogotá: Editorial Oveja Negra. _____________. ¡Que viva la música! Bogotá: Norma 2009. Cross, Charles R. Heavier than heaven. Kurt Cobain, la biografía. Barcelona: Reservoir Books 2005.

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