Sin capitalismo no hay mercancías… sexuales La prostitución es popularmente conocida como “el oficio más antiguo del mundo”. Sus orígenes se remontan al inicio de las sociedades de clase, cuando surgen la propiedad privada, la familia y el Estado. Desde las hetairas de la Antigua Grecia, en más de veinticinco siglos de existencia, la prostitución ha sido el centro de numerosos debates, religiosos, morales, teóricos y políticos, suscitando diversas controversias también en el feminismo.
Cecilia Mancuso “¿No hemos visto que en el mundo moderno la prostitución y la monogamia, aunque antagónicas, son inseparables, como polos de un mismo orden social?”, se preguntaba Federico Engels en El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado. Para él, no podía separarse la prostitución, del surgimiento de la familia como institución social y jurídica mediante la cual, los varones de las clases dominantes controlaban la sexualidad y la capacidad reproductiva de las mujeres, para garantizarse la legitimidad de su descendencia. (ver Una institución milenaria)
Cuerpos para la industria Con el surgimiento y auge del capitalismo, en el siglo XIX, las terribles condiciones de explotación del trabajo asalariado que sometieron a familias enteras en las fábricas de las grandes urbes, empujaron a miles de mujeres a la prostitución, para garantizar su supervivencia y la de sus hijas e hijos. Casi no hay ningún socialista de ese período que no haya prestado atención a este fenómeno social, escribiendo sobre la degradación de las mujeres del pueblo pobre, condenadas a una existencia miserable por el mismo sistema social que se basaba en la creación ingente de riquezas. Durante las últimas décadas, la explotación sexual de las mujeres se convirtió en una de las industrias más importantes a nivel mundial. Según datos de la ONU, se estima en 2,5 millones el número de personas víctimas de la trata. Pero al mismo tiempo, advierten que, por cada víctima de trata identificada, existen alrededor de 20 víctimas más aún sin identificar. La mitad de las víctimas de trata son menores de 18 años y se calcula que dos tercios son mujeres, en su amplia mayoría, sometidas a explotación sexual, mientras un 18% ha sido sometido a explotación laboral o trabajos forzados. La trata de mujeres, niñas y niños para la explotación sexual se estima que genera más de 32 mil millones de dólares de ganancias para los explotadores, cada
año, reduciendo a su mínima expresión a la prostitución individual y voluntaria. Por esa enorme expansión y las ingentes ganancias que reditúa, todas las actividades relacionadas con la industria del sexo –desde la pornografía, hasta el turismo sexual- se alimentan, según demuestra Sheila Jeffreys en su libro La industria de la vagina, del secuestro masivo de niñas y mujeres para la prostitución. La autora advierte que de la mano de la liberalización de las fronteras para el flujo de capitales, también fluyen los grandes “negocios” clandestinos, como la venta de armas, el narcotráfico y el tráfico de personas para su explotación sexual o laboral.
¿Abolicionismo o Regulación? La proliferación de las redes de trata, reabrió un viejo debate sobre la prostitución que recorre la historia del feminismo. “Esta situación actual, reconfiguró viejos debates del siglo XIX, entre ‘regulacionistas’ y ‘abolicionistas’. Mientras el regulacionismo ‘propone que el Estado legalice la prostitución y, por lo tanto, se reglamente la instalación de prostíbulos, las formas de explotación de las mujeres, los controles sanitarios’; el ‘abolicionismo’ considera a la prostitución como una forma de violencia contra las mujeres, combate el proxenetismo y considera que
podría desterrarse con campañas educativas contra el consumo de prostitución, la penalización de los clientes o la prohibición legal de su ejercicio”, describe Andrea D’Atri en su artículo Pecados&Capitales.1 Ambas posturas tienen un punto en común: tanto abolicionistas como regulacionistas depositan expectativas en que la solución respecto de la situación actual de las personas en situación de prostitución, provenga del Estado; el mismo estado capitalista que se sostiene en la explotación que ejerce un puñado de propietarios de los medios de producción sobre millones de asalariados, que es garante de la opresión de las mujeres y cómplice del negocio de la trata para la explotación sexual. Quienes sostienen posiciones regulacionistas se niegan a reconocer que, aún en los países en los que fue regulada la prostitución, prolifera un circuito ilegal donde “está permitido” todo aquello que la regulación estatal impide (la explotación sexual infantil, la violencia física no consentida contra las mujeres, etc.) y si no, otras regiones u otros países ofrecen esos “servicios” al consumidor que encuentra un límite a sus fantasías en la legislación vigente. Quienes sostienen posturas abolicionistas, por otra parte, no
advierten que la sanción del cliente como medida central para eliminar la prostitución, es apenas una utopía en una sociedad donde la explotación y comercialización de toda la existencia humana, incluyendo los cuerpos de las mujeres para la prostitución, es estructural. Algo contra lo cual, las medidas punitivas son impotentes.
Sin explotación no hay prostitución No somos regulacionistas, sin embargo, no dudamos en exigirle al Estado capitalista y sus gobiernos que garanticen igualdad de oportunidades para todas las mujeres, lo que implica no sólo el acceso a la formación y el trabajo de todas aquellas que recurren a la prostitución como último recurso para la subsistencia, sino también el pleno acceso a la salud, la vivienda y a un salario que cubra los costos de la canasta familiar. Lo hacemos al tiempo que denunciamos la persecución, estigmatización y represión que las fuerzas policiales contra las personas en situación de prostitución,
Una institución milenaria El surgimiento de la propiedad privada en la Antigüedad, dio lugar a la competencia entre las organizaciones tribales sobre las que se organizaban las sociedades. Guerras en las que el ganador sometía a su contrincante al trabajo esclavo, y al mismo tiempo, seleccionaba entre las mujeres del clan vencido, a las cortesanas que habrían de rendir servicio, incluyendo favores sexuales, a los funcionarios de la sociedad vencedora. Si hasta entonces, las sociedades primitivas se organizaban por grupos, desde el surgimiento de las clases sociales, también emergen dos nuevas instituciones: la familia –sobre la base del matrimonio monogámico, que garantizaba la legitimidad de la descendencia que heredaría las riquezas
conquistadas por la familia- y, su contracara, el heterismo o prostitución. Según Engels: “La monogamia nació de la concentración de grandes riquezas en las mismas manos –las de un hombre- y del deseo de transmitir esas riquezas por herencia a los hijos de este hombre, excluyendo a los de cualquier otro. Por eso era necesaria la monogamia de la mujer, pero no la del hombre…”. También la revolucionaria Alexandra Kollontai definía, del mismo modo, el origen de la prostitución: “La prostitución surgió con los primeros Estados como una sombra inevitable de la institución oficial del matrimonio, que estaba concebido para preservar los derechos de la propiedad privada y garantizar la herencia de la propiedad a través de un linaje de he-
rederos legítimos. La institución del matrimonio hizo posible impedir que la riqueza acumulada fuera desperdigada entre un gran número de ‘herederos’”. Y aunque la prostitución suele ser reprobada socialmente, esa condena, como dice Engels, “nunca va dirigida contra los hombres que la practican, sino solamente contra las mujeres; a éstas se las desprecia y se las rechaza, para proclamar con eso una vez más, como ley fundamental de la sociedad, la supremacía absoluta del hombre sobre el sexo femenino”.
“¡Guárdense en el cajón el cartelito de #NiUnaMenos!” CON MUJERES DESAPARECIDAS POR LAS REDES DE TRATA NO HAY “NI UNA MENOS” Funcionarios judiciales y políticos, en todos los niveles de las instituciones del Estado, junto con miembros de las fuerzas represivas, aparecen diariamente implicados en las redes de trata. Si no son socios de los proxenetas, son “clientes” o garantizan que estas redes operen impunemente.
Noelia Barbeito Senadora PTS/Frente de Izquierda de Mendoza
C como también la connivencia de estas fuerzas represivas del Estado con el poder político, judicial y los proxenetas. Aspiramos a una sociedad en la que sea abolida la explotación de los seres humanos, incluyendo la explotación sexual. Pero somos conscientes de que la abolición de la prostitución no puede depender del mismo Estado capitalista y proxeneta que se sostiene en la explotación del trabajo asalariado de millones de personas, en el trabajo doméstico gratuito que mayoritariamente realizan las mujeres, en la división entre los explotados mediante el machismo, la homofobia, el racismo o el nacionalismo. La abolición de la prostitución sólo se alcanzará con la eliminación de la explotación de la inmensa mayoría de la humanidad por un puñado de parásitos y con la abolición del Estado de esa misma clase parasitaria. Para eso es necesario que la clase trabajadora conquiste el poder y establezca un Estado transicional en el que finalmente desaparezcan las clases sociales y en perspectiva se acabe con la opresión de las mujeres. Ésa es la lucha –compleja y consciente- de la que nos sentimos parte las mujeres de Pan y Rosas, mientras junto a miles de mujeres que no comparten la misma perspectiva, enfrentamos a las redes de trata, denunciamos las complicidades del Estado con los proxenetas, acompañamos y nos solidarizamos con las víctimas y defendemos el derecho ineludible de las mujeres que ejercen la prostitución a autoorganizarse contra la persecución policial y en la lucha por sus derechos, sin injerencia de terceros, es decir, con absoluta independencia de los explotadores y del Estado. 1- Andrea D’Atri (2014), “Pecados&Capitales”, revista Ideas de Izquierda Nº 7, marzo.
on mis compañeras Cecilia Soria y Macarena Escudero, diputadas provinciales del PTS/FIT, hemos acompañando las movilizaciones y la lucha en las calles, al tiempo que presentamos denuncias y proyectos de ley en la Legislatura de Mendoza, por el desmantelamiento de las redes de trata y exigiendo la aparición de Johana Chacón, Soledad Olivera, Gisela Gutiérrez y tantas otras jóvenes que aún permanecen desaparecidas. Sólo en el departamento de Lavalle, las organizaciones de mujeres contabilizaron 27 desapariciones; pero, como no existen estadísticas oficiales, presentamos un pedido de informe para conocer la cantidad de denuncias que se habían hecho por desapariciones de niñas, jóvenes y mujeres adultas, reclamo que aún no ha sido respondido por el poder ejecutivo provincial. Pero no sólo en el interior de Mendoza proliferan estas redes: en el mismo centro de la capital provincial fue desbaratado un prostíbulo VIP, adonde asistían “destacados ciudadanos de la alta sociedad” mendocina. Según la ong Acciones Coordinadas contra la Trata, en todo el país, existen más de 6 mil casos de personas que están siendo busca-
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Guárdense en sus cajones las fotos que se sacaron con el cartelito que dice #NiUnaMenos. Somos las mujeres las que con nuestra organización, en los lugares de trabajo y estudio, conquistaremos nuestros derechos.
das y el 53% son niñas, adolescentes y mujeres adultas. Pero Mendoza, junto con Córdoba, Chubut y Santa Cruz, no remitieron información de esas provincias a la ong que elaboró el informe.
El Estado es responsable Haciéndonos eco de la voz de las organizaciones de mujeres que denunciaban que la Ley de Trata no sólo no contaba con ningún tipo de reglamentación sino que no tenía presupuesto asignado, hicimos una presentación en la cámara provincial, pidiendo su reglamentación y exigiendo medidas concretas por parte del Estado. Cuando mi compañera, la diputada Cecilia Soria denunció en la Cámara de Diputados la complicidad del Estado en la desaparición de las mujeres, molestó tanto a los legisladores de los demás bloques,
que el diputado kirchnerista Lucas Ilardo, de La Cámpora, la denunció ante la justicia. Por esa razón, el fiscal Garay citó a nuestra compañera a declarar en la causa por la desaparición de Johana Chacón. Fundada en numerosos informes de organismos oficiales que señalan que muchas redes de trata cuentan con el apoyo y la participación de funcionarios políticos y de las fuerzas de seguridad, Cecilia sostuvo su denuncia sobre la responsabilidad del Estado.
Nuestras bancas al servicio de esta batalla de las mujeres El año pasado, a pocos días de cumplirse un nuevo aniversario de la desaparición de Soledad Olivera, se dicta un fallo en esa causa, donde el único imputado es liberado. Con muchísima indignación y casi espontáneamente, salimos a las calles y nos movilizamos. Cuando regresé a la Legislatura, esa misma tarde, hicimos la denuncia en la cámara de senadores. Volvimos a repetir que el Estado era cómplice de esas redes de trata y, como mínimo, les garantizaba que pudiera operar con total impunidad. Ante los senadores de todos los bloques, señalé que no podíamos confiar en esa casta judicial entre los que estaban los reaccionarios jueces Uliarte y Valerio que fueron parte de un juicio vergonzoso en el que dictaron falta de mérito para el asesino de Alejo Hunau, sosteniendo ¡que su “desviada sexualidad” y su “conducta licenciosa” fueron la causa de su homicidio! Uliarte también había sido denunciado por organismos de Derechos Humanos por su vinculación con la dictadura militar. Y fue gracias a la movilización de jóvenes estudiantes y la Comisión de Mujeres de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales que este personaje siniestro no dicta más clases. Con la bronca que me estallaba en la garganta, les dije que las instituciones del régimen político estaban dando un claro mensaje de que se puede desaparecer mujeres, que podían seguir asesinándonos, porque el Estado iba a garantizar la impunidad para los responsables de estos crímenes. Les dije: “Guárdense en sus cajones las fotos que se sacaron con el cartelito que dice #NiUnaMenos. Somos las mujeres las que con nuestra organización, en los lugares de trabajo y estudio, conquistaremos nuestros derechos.” Nuestras bancas están al servicio de esta pelea, como tantas otras batallas que las mujeres damos en las calles.
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Sólo con nuestras propias fuerzas, la lucha y la movilización, pudimos arrebatarles algunas niñas y mujeres a quienes trafican sus cuerpos impunemente.
Se trata de nosotras H
ablemos de las aparecidas. No es un error de tipeo: donde dice “aparecidas”, debe decir “aparecidas”. Porque hubo algunas mujeres secuestradas por las redes de trata que aparecieron porque logramos coordinar acciones velozmente con las maestras, las compañeras de trabajo, las amigas y vecinas, los sindicatos en los que están enroladas sus madres y organizaciones de mujeres, de derechos humanos, agrupaciones estudiantiles y políticas. Son las menos, es verdad. Pero aun así, esos ejemplos demuestran que sólo con nuestras propias fuerzas, la lucha y la movilización, pudimos arrebatarles algunas niñas y mujeres a quienes trafican sus cuerpos impunemente.
El Estado es cómplice, cliente y garante de impunidad En Argentina, el Ministerio Público Fiscal calcula que entre 1990 y 2013, desaparecieron más de 3 mil 200 mujeres. Hay 147 casos en la Ciudad de Buenos Aires y otros 1.547 corresponden a la provincia de Buenos Aires. Imposible creer, con esa cifra, que el Estado nada tiene que ver con la proliferación de las redes de trata en todo el territorio. La justicia absuelve en Mendoza al único imputado en la desaparición de Soledad Olivera; quince mujeres son rescatadas de un prostíbulo en Rosario, regenteado por un militar en funciones; el intendente kirchnerista de una localidad salteña es hallado en un prostíbulo donde había menores de edad, durante un allanamiento; en 2012, en la Ciudad de Buenos Aires, denuncian que el entonces candidato a jefe de gobierno y actual Presidente de la Nación financiaba su campaña con fondos provenientes de un conocido proxeneta; más de 200 testigos se presentan en una causa contra una red de trata que regenteaba varios prostíbulos con protección de la policía. Funcionarios políticos y judiciales, miembros de las fuerzas represivas
del Estado… con su participación directa, su complicidad o su encubrimiento, las redes de trata y prostitución operan desde el Noroeste hasta la Costa Atlántica, desde el cálido Noreste hasta la fría Patagonia.
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la hija de Raúl Martins señala que su padre aportó dinero a la campaña del entonces jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri
El PROxeneta Raúl Martins y la campaña de Mauricio Entre 1974 y 1987 fue agente de la SIDE. En los ’90 cambió de rubro: pasó a ser el dueño de varios prostíbulos VIP en la Ciudad de Buenos Aires y también en Cancún, México. En 1998 y 2001 estuvo imputado en una causa por pago de coimas y otra por extorsión a clientes, lo que lo llevó a vivir a México. Si bien pudo eludir a la justicia, no pudo evitar la difusión de sus más oscuros secretos: su hija Lorena Martins lo denunció en 2011 como responsable de “construir una estructura perfectamente desarrollada con el solo fin de cometer delitos indeterminados, para sostenerse y ampliar su imperio en la promoción y facilitación de la prostitución, y trata de personas.” En esa misma denuncia, la hija de Raúl Martins señala que su padre aportó dinero a la campaña del entonces jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, contando sobre las reuniones del matrimonio Macri-Awada con su padre y la pareja de éste, en uno de sus locales en Cancún. Claro que los favores se devuelven con favores. El dinero que Martins aportaba lo cubría de inspecciones indeseadas en sus prostíbulos porteños.
Desenredándonos A la vera de la ruta de la soja y de la ruta del petróleo, impulsadas y subsidiadas durante la “década ganada” del kirchnerismo, proliferan los casinos de su amigo Cristóbal López y otros empresarios del juego, como también los prostíbulos clandestinos. Pero, aun peor: el 75% de las víctimas de trata que fueron rescatadas, denunciaron que habían
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JUEVES 14 DE ABRIL – 18:30 Hs.
sido obligadas a prostituirse en locales habilitados por los municipios. Hasta ahora, las familias y amistades de las mujeres desaparecidas han sido los verdaderos motores de la búsqueda y quienes, en ocasiones, han logrado que las jóvenes fueran liberadas. Por eso, la única forma de avanzar realmente en la investigación y en la pelea por el desmantelamiento de las redes de trata y prostitución, es con la conformación de organismos de investigación, en manos de víctimas, sus familiares y organizaciones de mujeres y de derechos humanos, que actúen con total independencia de las instituciones del Estado, para esclarecer cada hecho. Por cada una de las jóvenes desaparecidas, debemos ser miles las que nos organizamos para enfrentar estas redes de encubrimiento, complicidad e impunidad que el Estado teje sobre las redes de trata de personas para la explotación sexual. Se TRATA de nosotras.
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Sexualidades, géneros y neoliberalismo. Ana de Miguel Álvarez en la Facultad de Filosofía y Letras (UBA)
La filósofa feminista española, autora de Neoliberalismo Sexual. El mito de la libre elección, estará presentando su libro en Buenos Aires, junto con Andrea D’Atri, fundadora de la agrupación de mujeres Pan y Rosas. ¡No te la pierdas!
Pan y Rosas Suplemento mensual de La Izquierda Diario Aparece el primer jueves de cada mes. Hacenos tu pedido para llevarle más ejemplares a tus compañeras de trabajo y estudio, amigas, familiares, vecinas, escribiéndonos a genero@laizquierdadiario.com El próximo número sale el jueves 5 de mayo.