Una terapia que no cura o ejercicios para dejar de ser unx mismx El ejemplo de cómo ciertas patologías, más que enfermedades o incapacidades, diagraman una potencia disruptiva que bosqueja una forma alternativa de estar juntos, nos transporta a un universo de alianzas y cuidados virtuales que pretenden convertir La Verdi en un espacio atópico. Esto es, un lugar desplazado, propio pero también ajeno, donde se suspenden los ritmos diarios que confunden trabajo y ocio, al tiempo que comprendemos de qué manera nuestra vulnerabilidad, nuestros miedos y diferencias, constituyen un malestar personal que es, en realidad, colectivo. A lo largo de un día, pretendemos convertir La Verdi en un oasis terapéutico que, sin embargo, no contempla cura alguna. Al menos en un sentido médico. Ya que en lugar de fármacos proponemos una forma de sostener un placer vibrante. Una forma de disfrute compartido que, a través de un programa de intervenciones específicas que operan con la arquitectura y los usos del espacio, se
proyecta más allá de lo clínico en tanto que su objetivo deja de ser educar nuestra sensibilidad en lo normal. Buscamos, en cambio, construir un hogar errante, transitorio, que de cobijo a identidades en fuga, incluso excluidas, que por un momento coinciden en una serie de devenires y ficciones para sujetos agotados de ser siempre ellos mismo. Una máquina pasional y, también, un espacio para la escucha atenta y el cuidado. Que a modo de ritual amoroso pulsa tanto en la esfera de lo artístico como en otra serie de actividades en principio más prosaicas, como charlar, bailar, perder el tiempo, fumar, tomar un trago o, por qué no, besarse. Una impronta de conversaciones e intercambios no formales ni académicos, donde charlar compartiendo una comida es un acto material, pero también un acto simbólico de hospitalidad y amor. A la manera de una danza sin principio ni final, de performance sin escenografía ni dramaturgia, que borra las fronteras de la forma humana y su entorno, se trata de expandir nuestras capacidades perceptivas, siendo capaces de imaginar nuevas aventuras subjetivas de la mano de una manera de mirar y experimentar micro que no necesariamente pasa por la consciencia y los sentidos.
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