Los orígenes de la familia Barros Valdés en la Región de Aysén.

Page 1





4

PALABRAS PRELIMINARES: Escribiré a continuación con la intensión de satisfacer mi propósito que no es otro que dar a conocer a todos mis familiares aquellas gotas de historia que alguna vez pude obtener de mi abuelo, sus hermanas y hermanos respecto a los pasos olvidados de quienes nos antecedieron en estos confines del mundo. Pienso que la importancia de aprender se radica en incorporar a nuestra existencia aquel trascender que otros nos legaron, en cuanto a su identidad, origen y ostensiblemente a las circunstancias que los motivaron en el rumbo de su vida. Si tan solo una página de la existencia de estas personas hubiese sido distinta, si una pequeña decisión se hubiere tomado en sentido contrario, probablemente ni siquiera estaríamos hoy presentes leyendo estas páginas. Sin pretender ser el portador de la verdad, con el material del que pretendo hacerme intentaré narrar algo más o menos certero sobre los primeros familiares llegados a estas tierras ayseninas. Sabemos que no existen muchos documentos, narraciones ni mayores antecedentes respecto a sus vidas, no obstante muy a menudo con poco se hacen buenas cosas, esperemos estar a la altura. El desafío nos impulsa a desentrañar viejas historias y antiguos recuerdos, el hambre de conocimiento nos fuerza a recopilar documentos, entrevistas y a formular preguntas a quienes algo pueden aportar. Pero hay un desafío, que surge desde que lo que opinamos, queramos o no, adquiere fortaleza y genera consecuencias, la teorización mal encausada nos puede llevar a falsos resultados, por ello buscaremos ser verosímiles rebuscando en las piezas documentales que nos apuntalen la tarea. En esta parte la decepción ganará su primer punto, ya que desafortunadamente no podremos conocer todos los lugares, registros y personas que puedan colaborar con la investigación, eso quedará para una próxima edición…, por ahora nos bastarán los elementos de los que disponemos, y que se refieren a un simple computador y algunos familiares que algo guardan en la memoria. Entonces me propongo no defraudarlos en las siguientes líneas y aportar a nuestro pasado desde lo mío que por ahora creo constituye un principio. Hablar de historia de la familia Barros en la región de Aysén puede ser una impropiedad evidente, podemos concluir eso partiendo que inconsistencia que implica suponer que en esta lectura se podrá conocer toda la historia de la ascendencia familiar, también se debe ser justo y concluir que no somos los únicos Barros en estas latitudes, pero en mi defensa somos reconocidamente de aquellos primeros en arribar y que hemos perdurado como núcleo familiar asentado. Los orígenes de la familia Barros o más concretamente del grupo Barros Valdés en la región de Aysén, nos introducen en la legendaria gesta del poblamiento de Balmaceda y Valle Simpson de comienzos del siglo XX, y se encuentra conectada con otras tantas ramas de pioneros que dieron esencia al naciente poblamiento oriental de la patagonia norte de este país. LA HISTORIA ORIGINAL: Según la historia oral familiar que me fue transmitida, a Rosalino Barros Valdés se le reconoce como el primero de su familia en adentrase en estos territorios a mediados de la segunda década del siglo XX, (aunque existen muchas opiniones que especulan con que el ingreso de todo el grupo familiar se produjo un par de años antes en una fecha cercana a 1910), y no se descarta que haya acompañado a su tío, el conocido pionero José Mercedes Valdés Palma, en algunas de sus incursiones al Valle Simpson realizadas a partir del año 19041, ya que mantenía con éste una relación de estrecha cercanía. Sin desechar la posibilidad de una llegada más temprana de la familia, seguiré por el momento apoyándome en los relatos de mi abuelo, que si bien reconoce que su padre puedo incursionar antes del 10´a la región, situó su real asentamiento unos años después de esa fecha y antes que el resto del grupo familiar, ya que Rosalino no vino solo, y no debemos olvidar a sus padres mencionados en narraciones como Isidro Barros

1.

Con el tiempo la denominación “Valle Simpson” se ha ido acotando a la zona cercana al poblado homónimo, no obstante, era usada originalmente para designar a los territorios que se extendían desde Balmaceda, pasando por la actual Villa El Blanco, Villa Frei, Villa Valle Simpson y Seis Lagunas.


5

Candia y doña Elisa o Eloisa Valdés Palma, que llegarían, según esta versión, junto al resto de la familia tras los rastros del aventurero, digo el resto pues a ellos se sumaron los demás hermanos de Rosalino, hablo de Higinio (Iginio), Eduviges y Teresa de Carmen, todos Barros Valdés. Ya fuera que Rosalino llegase primero o lo hiciera junto al resto de la familia nadie puede desconocer que el grupo estaba conformado tal cual se describió: Rosalino sus padres y sus 3 hermanos, los únicos hermanos. Pero no podíamos estar más equivocados, grande fue mi asombro cuando con el devenir del estudio conocí nombres de parientes quedados en el tiempo y fuera del recuerdo. Mi abuelo Braulio Barros Medina me narró hace años, aunque no guardé tan bien el registro de la fecha como sí lo hice respecto a lo que dijo, que su padre Rosalino Barros Valdés originario de San Carlos Ñuble, fue el primer antepasado en llegar a la región de Aysén previo paso por Chos Malal (Argentina), y lo habría hecho por ahí entre los años 1912 al 1916 en compañía de un señor de apellido Pineda, poblador que se asentó en los márgenes del Río Simpson donde hoy se ubica el fundo los Ñires. El señor Pineda, se radicó un tiempo, lo suficiente para instalar un molino, y luego decidió emigrar hacía Argentina. Mi abuelo nunca pudo precisar bien el año de la llegada de su padre, tal vez porque, según recuerda su hermano “Chalino”, en esa época muchos chilenos iban y venían desde las pampas argentinas a los actuales valles de Balmaceda, pastoreando sus animales o como medianeros, oficio que tuvo Rosalino Barros Valdés. Eso tal vez explica que éste pudo ingresar varias veces al Valle Simpson (Balmaceda - El Blanco) siendo la travesía más relevante o definitiva la practicada con Pineda. Para los que no conocen el fundo los Ñires se emplaza en unas de las zonas agrícolas y ganaderas más prosperas de la región, y se encuentra distante a unos 3 o 4 kilómetros al oeste del poblado de Valle Simpson y en el valle homónimo. Ese lugar para el año 1920 y de acuerdo a los mapas de Pomar (1923), pudo ser ocupado por José Mercedes Valdés o J.A. Pérez, ya que dicho autor sitúa al poblador J. Morales en el otro margen del río Simpson, sin embargo y en estricto rigor aquellas cartas no emplazan a ningún poblador específicamente en la locación del actual fundo los Ñires, aunque en justicia debemos entender que por la época en que se realizaron no se contaba con el grado de precisión necesaria hoy en día, y además siguiendo la lógica del relato bien pudo nuestro Pineda ya no residir en ese lugar en el tiempo del censo. Lo importante es que en las crónicas de Pomar (1923, p. 91) sí figuran dos personas de apellido Pineda, los que serían Avelino y Esteban ambos provenientes de Toltén, y lo interesante es que según el autor ellos habrían llegado a Valle Simpson en el año 1917. Luego, según el mapa que adjunta en el libro, para el año 1920 también figura un J.A. Pineda poblando los márgenes oeste de Valle Simpson, pero muy alejado hacia el sur del actual fundo los Ñires, en lo que hoy podríamos considerar las alturas del camino hacía Lago La Paloma en paralelo con el Cerro de la Virgen y equidistante entre ese promontorio y el Cerro Baeza o Pardo, vale decir a unos 10 km., del asentamiento del Pineda de que habla la narración. Continuaré con el relato que me hizo mi abuelo, y citaré en letra cursiva para destacarlo a pesar que la referencia no es textual sino que corresponde a una consolidación de sus ideas que me dio a conocer en varias conversaciones: Rosalino Barros Valdés establecido en Aysén, y viendo que se podía vivir aquí volvió al “norte” y trajo con él al resto de la familia, sus padres Isidro y Eloisa y sus hermanos Higinio, Eduviges y Teresa. Luego la familia pobló un campo justo donde está hoy el Cerro de la Virgen, eran más de mil hectáreas, el campo daba la vuelta a la colina, comenzaba desde el sur a partir de un arroyo cercano a la ladera del mencionado cerro, luego el predio corría hacia el norte hasta donde está el fundo la Chilenita y hacía el oeste daba al río Simpson y colindaba ahí abajo con los Millar Manque, puntilla no muy clara en la delimitación. Esos campos eran libres, fiscales, solo se poseían como ocupantes esperando regularizarlos con alguna ley liberatoria del Estado, allí se instaló Rosalino (junto a sus padres y luego junto a su mujer) y los deslindes se marcaban en un tronco de árbol…sin cercos ni nada. Ahí los Barros tenían un puesto y vivieron por mucho tiempo los abuelos Isidro y Eloisa, naciendo los hijos de Rosalino; Ramona y Braulio. Pero esos eran campos malos, muy mallinosos y fríos, por la altura del lugar era muy nevador y la nieve no se iba nunca, no era un buen lugar para vivir, y solo muy de vez en cuando pasaba alguien; un poblador o un carrero. La vida en ese sitio era tan dura que Rosarino, con los años, decidió regalar la mitad de la propiedad (aunque no tenía título de dominio), la zona cedida fue la sección norte del mismo, por lo que entonces el campo quedó limitado por el norte en lo que hoy es la “cuesta del peludo”. Luego con los años y ya que Rosalino no vivía en el cerro, estando radicado en Balmaceda dedicándose al transporte de maderas y víveres, su madre Eloisa que era una mujer de carácter fuerte terminó por vender lo que quedaba del campo, situación que hundió a Rosalino en un estado de ánimo negativo que no lo


6

abandonó nunca. Los abuelos Isidro y Eloisa, murieron luego y están sepultados en el cementerio de la localidad de El Blanco, entrando al recinto a mano derecha, pero su tumba se perdió con el tiempo. El ingeniero José Pomar, realizó a solicitud el gobierno de Chile una importante visita en los meses de mayo y junio del año 1920 a la zona de los Valles Huemules y Simpson (hoy Balmaceda, El Blanco, Valle Simpson, ensenada Valle Simpson y áreas cercanas a Coyhaique), sin adentrarnos en la importancia histórica de la visita, dentro de sus memorias o informe detalló pormenorizadamente a los habitantes de esos lugares, describiendo su forma de vida y realizando un censo. En aquél empadronamiento no hay referencia alguna a Rosalino Barros, a sus padres, o a sus hermanos, no obstante sí la hay respecto a José Mercedes Valdés y algunos de su grupo familiar, por lo que bajo esa premisa suponiendo fidedigno lo informado por el ingeniero en carácter de representante del Estado (con las responsabilidades que ello acarrea) podríamos sospechar que el relato oral de la familia no es efectivo y que los “Barros Valdés” aún no arribaban a la región para ese año no pudiendo a ciencia cierta desacreditarse el censo de tan connotado funcionario. Pero pasado el tiempo y con más antecedentes en la mano, debemos considerar a lo menos dos alcances que pudieron originar la falta de registro de nuestros familiares: a) El primer punto se refiere específicamente a la metodología del censo, pues el ingeniero Pomar es muy sincero al manifestar que su catastro fue dirigido solo a un grupo de habitantes. Es muy evidente que no figuran muchas mujeres censadas, y parece concluirse por nosotros que en el caso de encontrase con ellas el señor Pomar se limitó a anotar a aquel “padre de familia” del que dependían, sino habría tomado nota por ejemplo de Eduviges Barros que ya estaba casada con Arturo Valdés para esa fecha. Estemos equivocados o no en lo anterior, el mismo funcionario es claro, al señalar en su obra (1923, p. 93), que no había censado a toda la población, quedando excluidos los medieros y empleados de los ocupantes, ya que seguramente el catastro ponía acento en el ánimo del colono en cuanto a realizar una posesión permanente de la tierra de manera independiente o autónoma, condición donde no encasillaban las dos figuras descritas y tal vez algunas personas encontradas “de paso” por la zona; b) Nuestro segundo alcance se fundamenta en que Rosalino tal vez no se encontrara en la zona a la época del censo, aunque igualmente es de suponer que algún vecino hubiera advertido a Pomar sobre tal situación a fin que la consignara en su registro, salvo que al oficial tal antecedente no le fuera de interés o que a tal vecino no se le ocurriera, no le interesara o le conviniera la omisión del poblador Barros…todas estas son especulaciones mías y no representan opiniones de mis entrevistados…y con ello quiero representar que ante tanta duda debemos quedarnos por ahora con la versión oficial…salva la mención a Eduviges y a los medieros que no se registraron, tema que alguna vez fue abordada por mi abuelo, lo que últimamente fue ratificado por mi tío abuelo Rosalino Segundo Barros Medina (“Chalino”) en cuanto a que su padre fue mediero a su llegada a Aysén, labor que igualmente había desarrollado en Argentina, de la misma forma fue carrero y en esta actividad transitaba constantemente por variadas comarcas de ambos países. Por esta permanente movilidad mi bisabuelo era candidato a no ser censado algo que me imagino igual podría haber pasado con su padre y hermano. De todas formas, y para terminar, en el mapa adjunto a la crónica del ingeniero Pomar, se describe que para el año 1920 habitaban el Cerro de la Virgen (Cerrito Aysén) los siguientes pobladores: M. Márquez (falta oeste), y V. Oporto y F. Calfulef (sector noroeste). RECOPILACIÓN Y REFLEXIONES: Luego de analizar lo descrito, de revisar bibliografía del tema y de varias conversaciones, comencé a darme cuenta de la escasa relación de hechos que existían respecto a nuestra antigua familia, ¿Estaba todo lo necesario en los relatos de los abuelos? ¿Y qué tanto se sabía?, por otro lado ¿Se necesitaba saber alguna otra cosa? De todo lo mencionado anteriormente, solo cabe hablar de una carencia de información que no nos permite conocer más profundamente sobre la llegada de nuestros antepasados a la región ¿Cuando llegaron? ¿Cuál era su origen? ¿Cuáles era sus motivos? ¿Realmente se llamaban así? ¿Quedó alguno en el camino?, era necesario tratar de dar respuestas a estas preguntas, pero faltaba una motivación extraordinaria para dar el primer paso en una investigación que aunque breve y carente de tiempo, pudiera por lo menos sacar mayores conclusiones.


7

La gota de inspiración surgió cuando el 13 octubre de 2016 me contactó mi tía Viviana Barros, ya que el diario Divisadero de Coyhaique estaba preparando un inserto sobre la familia Barros para incluirla en una edición especial junto a otros grupos familiares con características de pioneras de la región. En el desarrollo de ese trabajo me hice las preguntas necesarias y di lugar a reflexiones que ahora he reiterado en este texto, por lo cual decidí comenzar a hilvanar a través de ese escrito (que finalmente se publicó en octubre de ese año) una relación histórica familiar que no solo incorporase a las ramas familiares vinculadas a Rosalino, Teresa y Eduviges Barros Valdés, sino que hiciera justica a mis tatarabuelos. Así, usando esa publicación como base, comencé a trazar estas líneas en la medida de lo posible y sin poder dedicar todas las horas que hubiese querido a esta labor, pero me quedo con la sensación que al menos algo hice, apoyado fundamentalmente en los registros existentes en internet. De aquí en más una advertencia; cuando hable o incorpore imágenes de registros, archivos, bases de datos o documentos digitales sin que señale la fuente de su origen se deberá entender que fueron extraídos del portal familysearch.org perteneciente a la iglesia de Jesucristo de los santos de los últimos días, misma que cuenta con una base de datos pública, gratuita y abundantemente alimentada con registros de larga data, elementos que invitan a cualquiera a aprender sobre su origen. Así comenzamos: De la información recopilada por este autor, en bases de datos digitales, adelantaré que se obtiene como primera circunstancia importante que la familia para el 21 de julio 1895 se encontraba asentada en Chos Malal, provincia de Neuquén, República Argentina, ya que según antecedentes proporcionados por el censo nacional de aquél año se registra a nuestros antepasados con la siguiente descripción: Isidro Barros: 31 años, casado, chileno, agricultor, 3 hijos, 14 años de matrimonio y huérfano de padre y madre. Elisa Valdéz: 31 años, casada, chilena, costurera, 3 hijos, 14 años de matrimonio y huérfana de padre y madre. Rosalino Barros: 11 años, soltero, chileno, va a la escuela, posee propiedad raíz. Virginio Barros: 1 año, soltero, argentino, nacido en Neuquén. Cómo vemos según este documento el patriarca se llamaba ISIDRO y la matriarca ELISA, nombre que con el tiempo fui descubriendo se superpone al de Eloisa o al de Delicia. Ambos dicen ser chilenos al igual que el pequeño Rosalino. Consecuentemente con lo estudiado por este autodidacta, supondríamos que el tercer hijo (a), sería Teresa o Eduviges, no obstante el documento es muy decidor en un sentido contrario:


8

Llama la atención que junto a los mencionados, figura una Carmen Barros de 5 años, soltera, Argentina, nacida en Neuquén. Cabe preguntarse ¿Podría ser otra hija?, esto nos parece razonable dada la distancia de edad entre los varones: 10 años. Además ello se concluye de las anotaciones de Isidro y Elisa que afirman tener 3 hijos, evidentemente ella debiera ser la tercera, pero entonces ¿Qué fue de ella? ¿Falleció en su niñez o se radicó en Argentina?, son todas preguntas que no responderemos por ahora, ya que para nosotros la existencia de esta pequeña es un antecedente inédito y que por lo menos los entrevistados desconocían. Lo único claro es que Carmen no emigró a Aysén junto a los demás componentes del grupo familiar, y en el caso de ser hija de Isidro tenía 5 años y era nacida en Argentina, lo que situaría a la familia a mediados de 1890 en Neuquén, ello es un año antes de la guerra civil chilena.


9

El listado omite referencias respecto a Teresa y Eduviges, algo no sorprendente ya que suponíamos a éstas como no nacidas para el año de ese censo, no obstante revisados los documentos del empadronamiento en esa provincia sí se registra una Teresa Barros, de 4 años, argentina, nacida en Neuquén, censada junto a otro grupo familiar en el Distrito 03 (Población rural), Departamento 02, Neuquén, Argentina, donde junto a ella figuran las siguientes personas: Sara, Daniel, José Nieves, y Juan Antonio, todos de edades similares, anotados en orden cronológico encabezado por quienes parecen ser los padres: Juan Bautista Barros y Juana de Dios Opazo, personas sobre las que volveremos más adelante en el relato, dadas curiosas circunstancias. En cuanto a Higinio2, suponemos que se trata del “Virginio” mencionado en el catastro y que tal diferencia de nombre solo se refiere a un error transcripción del censista. Debemos advertir que nuestros Barros no eran los únicos en residir en esa zona, basta continuar revisando las páginas de aquél censo para en una lectura rápida reconocer al menos la existencia de 93 personas registradas en Neuquén cuyo apellido paterno es Barros siendo la mayoría nacida en Chile (El registro no incluyó apellidos maternos). La relación que tenían estas familias Barros con la nuestra seguirá siendo un misterio y probablemente con el tiempo podremos aclarar algunas coincidencias. El libreto de censo fue firmado el 21 de julio 1895 por el empadronador don Serafín Galán, y certifica que el listado censal involucra a 8 familias compuestas por 64 individuos, los que seguramente eran vecinos. De la lectura del registro observamos que las restantes 7 familias responden a los siguientes patronímicos (como dijimos el censo solo incluye el apellido paterno): Figueroa, Lara, Oces, Rodríguez, Mondaca, Olave y Parra, además se consignan individuos con los siguientes apellidos, debiendo corresponde ellos a cónyuges, yernos, nueras, trabajadores, etc., de los grupos familiares principales: Ugarte, Hereira (Pereira?), Gaete, Sánchez, Muñoz, San Martín, Garrido, Fuentes, Leiva, Godoy, Peña, Yañez, Molina, Gutiérrez y Villalobo. De la información expresada en el censo y excluyendo del análisis a las niñas Carmen y Teresa ya que por ahora no nos constan sus lazos familiares, deberemos concluir por la edad informada de Rosalino que la familia en 1884 aún se encontraba en Chile, tal afirmación concuerda con la libreta de matrimonio “Barros Medina” que consigna a Rosalino Barros como nacido en el mes de agosto del año 1884 en Chile. Consecuente con lo anterior existen huellas del paso de los Barros Valdés en registros parroquiales de Chos Malal, Neuquén, donde al menos aparecen referencias a la participación de Elisa e Isidro como padrinos e un bautizo oficiado en junio de 1892, por lo que supondremos por ahora que en un punto ubicado en el periodo de 8 años se produjo la migración desde San Carlos al país vecino, eso es desde septiembre del año 1884 hasta mediados del año 1892. Dejo el detalle del sacramento del año 1892:

Optamos por denominarlo así solo porque es la forma correcta de utilizar este nombre propio masculino en su variante en español, más allá que en varios documentos se le denomina IGINIO al parecer por usanza de la época. 2


10

Luego, nuestros antepasados vuelven a aparecer en un registro de bautismo celebrado el 22 de diciembre de 1895 en la localidad de Chos Malal, y figuran nuevamente Isidro y Elisa del Carmen como padrinos de Adán Gonzáles Lara, hijo de José David González y de Pilar del Carmen Lara (También censada en Chos Malal meses antes), este antecedente igualmente es interesante pues sitúa a la familia en dicha localidad luego del mencionado censo de julio de tal año:


11

Además es relevante que aquí se termina de ratificar para los registros del país vecino que el nombre de mi tatarabuela era ELISA. EL ORIGEN: Podemos afirmar con toda certeza que la versión transmitida por mi abuelo era efectiva y la familia Barros Valdés, es originaria de San Carlos, Ñuble, Región del Bío-Bío, ciudad ubicada a poco más de 20 kilómetros al norte de Chillán y a unos 80 kilómetros al sur de Linares. En este sentido encontramos una serie de referencias que así lo acreditan y que ya iremos dando a conocer. Como primer antecedente dejo a ustedes la copia de la libreta familiar “Barros-Medina” en aquella parte relativa a Rosalino Barros, que dicho sea de paso por ahora, dicha copia, constituye el documento más antiguo con presunción de legalidad del que dispongo respecto a nuestra familia (desafortunadamente el original no lo tengo en mi poder):


12

Ya con el correr de esta crónica quedará suficientemente ratificado el origen familiar, no obstante y antes de ello pienso que es necesario entender por qué, si para el año 1884 la familia vivía en Chile, decidieron abandonar su país y luego radicarse en Argentina, ¿Ello obedece a una razón particular o una generalizada en la época? MOTIVOS DE UNA MIGRACIÓN: Para tratar de entender este fenómeno de movilidad hay que ponerse por un momento “en los zapatos” de nuestros antepasados, como hilo conductor imaginemos el contexto de la vida de los ciudadanos de Chile, un país distinto, en gran parte rural, patronal, con altas tasas de analfabetismo y sacudido por guerras internas y exteriores. En un contexto local debemos entender que la ciudad de San Carlos es un centro cívico de relativa importancia que se ubica en una zona con una fuerte presencia de la cultura mapuche y por ello de su cosmovisión. Gran parte de los habitantes rurales de esa zona del centro sur del país, mantenía lazos o interactuaba de alguna forma con las comunidades cordilleranas y ultra cordilleranas, pues concebían a esos territorios limítrofes como de libre tránsito histórico, máxime si en Argentina la administración del Estado no terminaba de poblar zonas que algunos consideraban como “tierras de nadie” entonces aptas para ocuparlas y aprovechar sus frutos por quienes estuvieran dispuestos a trasladarse ya fuera transitoria o definitivamente. En palabras de los autores Lvovich y Cerruti (1993), citado en publicación web por Florencia Jensen y Gimena Perret (2011), respecto al fenómeno del desplazamiento chileno a la república Argentina, se puede decir que “La migración chilena mantuvo un patrón migratorio hacia la Argentina, especialmente entre fines del siglo XIX hasta la primera mitad del siglo XX, dirigiéndose en su mayor parte hacia las zonas fronterizas de la Patagonia y Cuyo. Lo que podríamos denominar "la primera migración chilena" (a partir de 1860 hasta 1930 aproximadamente) se trata de una migración del tipo rural-rural, motivada por razones económicas, vinculada a los procesos y condiciones de trabajo de la población campesina ubicada en las regiones sur de Chile, especialmente de la Araucanía, de la Región del Bío Bio y Los Lagos. Basado en opiniones de estudiosos de las complejidades políticas y socio-económicas del siglo XIX en Chile, y trasladando sus impresiones al fenómeno de movilidad humana que nos interesa, me atrevo a señalar a grandes rasgos que las principales causales de migración desde la provincia de Ñuble a otros rincones del país y de nuestra vecina Argentina, fueron principalmente originadas por crisis y situaciones de alto estrés social, citamos algunas sin ánimo de pretender ser expertos en la materia: 1) La gran crisis triguera: Se explica por las grandes sequías de fines de siglo XIX, hechos naturales que afectaron las zonas agrarias del Bío-bío, provocando disminución en la producción y con ello una mengua de inversión, en los ingresos a las familias campesinas y un incremento en la desocupación rural. 2) La gran depresión chilena de fines del siglo XIX: Cuyo efecto fundamental fue la disminución de los precios del trigo, el cobre y la plata, materias exportadas por nuestro país, esta crisis nacional no es sino consecuencia de la crisis bancaria y bursátil global que se originó en Viena en mayo del año 1873 expandiéndose rápidamente al resto del mundo. Esta trance nos adentra en las primeras convulsiones del naciente capitalismo económico y nos permite reflexionar en el cómo vivieron nuestros antepasados tal vez mucho más ignorantes que nosotros respecto a los efectos universales que implica esta forma de mercado. Evidentemente tamaña crisis provocó inmediatamente la quiebra y cierre de muchos operadores económicos, teniendo en Chile, para variar, un impacto más devastador que en otros países de la zona (Marichal. 2009). Comprendamos que por el tipo de sociedad de la época donde la presencia de un Estado benefactor era prácticamente nula (inexistencia de leyes sociales y laborales), una crisis de esa envergadura caló hondo en la vida cotidiana de los habitantes agrícolas, ya que ésta no solo impactó en los grandes empresarios, sino que trajo consigo, efectos en el empleo, salarios, alzas de precios, escases de alimentos y especulación de los mercados, ingredientes evidentes de un escenario de descontento social, tal como nos recuerda el autor Carlos Marichal (2009), a lo que suma la incursión a nivel mundial y hasta 1880 del trigo Estadounidense, competidor que poco a poco comenzó a adueñarse de los mercados a los que Chile accedía con preferencia. Prueba de lo dicho constituyen el castigo al salario percibido por los agricultores y trabajadores agrícolas de la zona de Chillán y Ñuble, mismos que como consecuencia de la misma comenzaron a endeudarse para paliar la crisis. Al respecto autor Gabriel Salazar (1989), citado por Coca (2015, p. 43) señala: “A consecuencia de la "gran depresión" de 1873-1896, los precios del trigo se desplomaron. En la década de 1870, la fanega bajó de $3.38 a $1.85. Las consecuencias que esta baja provocó en la agricultura de Ñuble, fueron inconmensurables, dado que era la segunda región triguera del país, después de Colchagua. Solo en


13

1866, la provincia había producido 235.945qq. En 1842, había llegado solo a los 57.000qq. Sin embargo, a pesar de este auge productivo, la agricultura ñublense mantenía una primitiva organización, basada en la existencia del inquilinato, que por lo demás era un elemento peculiar de la sociedad chilena (9)”. 3) El predominio de minifundio y del inquilinato, como consecuencia de un marco social estático. Marco Aurelio Reyes Coca, en su estudio (2015) comenta sobre una situación que a primera vista para el lector no representa tanta gravedad, ya que se refiere a la existencia masiva de pequeñas propiedades raíces en la provincia de Ñuble. Nos parece que esta excepción a la regla de la distribución de la tierra en el siglo XIX en una primera lectura no parece nocivo e incluso podría representar el fin de muchas reivindicaciones políticas más contemporáneas, sin embargo visto desde otra perspectiva y asociándolo al fenómeno del inquilinaje ocasionaba fuertes efectos económicos y sociales en las clases más desposeídas. Se estima que para el año 1874 la provincia de Ñuble contaba con 2.293 propiedades, de ellas 1.174 estaban en San Carlos, el resto en Chillán, así lo expresan Bengoa (1988) y Subercaseaux (1913) citados por Coca (2015, p. 42), “Esta característica de la propiedad agrícola de Chillán y de Ñuble, provenía desde los siglos coloniales, puesto que esta región estaba inserta en una complicada política de fronteras. El colapso del ciclo triguero, producto de la gran depresión, como las consecuentes oscilaciones del mercado de la tierra fueron acentuando aún más el predominio de la pequeña propiedad… Los latifundios, con los mayores avalúos, eran escasos: Portezuelo (6); San Carlos (5); Cobquecura (2); Ninhue (2); y solamente 1 predio en Quirihue, San Fabián y San Gregorio…De esta manera, el minifundio predominante, quedaba aprisionado entre un escaso número de latifundios, de los que tenía una clara y normal dependencia, proporcionándoles su propia mano de obra o la de sus trabajadores agrícolas, a cambio del beneficio de equipamiento en carretas, yuntas de bueyes, útiles de labranza, etc… Esta crisis generalizada en los campos de Ñuble, contribuyó al reforzamiento del inquilinaje, en una opción tomada por los grandes propietarios, que por supuesto les concedía un gran poder político y social. Por de pronto, se pagaban los salarios más bajos de toda la región central de Chile; lastimosa situación derivada de un suigéneris sistema de remuneraciones que hacía equivalentes el dinero depreciado con la cancelación en especies. Esta peculiar concepción del salario, estaba más próxima al feudalismo que a la época moderna, y era un rasgo de la vida rural.” Lo expresado, fomentaba un caldo de cultivo para el abuso y despotismo hacia los inquilinos, quienes por las características y necesidades de la época quedaban hacinados y destinados para siempre al servicio de los patrones, siendo muchos descartados por los empleadores a la hora de cuadrar los libros de contabilidad en tiempos de crisis, misma que afectó también a aquellos agricultores minifundistas muchos de los cuales por causas del endeudamiento debieron enajenar sus bienes raíces, quedando en un estado de insolvencia que podría haberlos llevado a tomar nuevos rumbos. La provincia de Ñuble no se recuperó rápido del impacto de la crisis ya que según el diario La Discusión de Chillán (1953), citado por Coca (2015, p. 43), “El empobrecimiento de los campesinos se mantuvo por años, tanto que medio siglo después, los salarios agrícolas en Ñuble seguían siendo de un bajo nivel: 100, 80 y 68 pesos, según la condición de inquilinos o forasteros”. 4) A estas causas globales de movilidad social me atrevo a agregar otras que serían consecuencia de la guerra del pacífico y del preludio de guerra civil de 1891; y tratan sobre el descontento ciudadano hacía el manejo político del país y la vulneración constante de la paz social, el temor a los “enganches” forzados de campesinos y trabajadores que realizaban las fuerzas armadas para constituir regimientos que defendían causas no necesariamente compartidas por la población, y el descontrol del bandolerismo patrocinado a veces por las mismas clases interesadas en propender al país hacia un horizonte de guerra y desestabilización. Solo con el ánimo de contextualizar las duras condiciones de vida de la época imaginemos a miles de hombres retornando de la guerra del pacífico o del salitre (años 18791884 aprox), muchos lisiados, pobres y otros tantos sin más oficio que las armas, ellos sin duda transformaron el diario vivir del campo. Hasta ahora no tengo antecedentes que me permitan señalar que Isidro Barros hubiere participado en el conflicto bélico, pero sin duda el enfrentamiento ocasionó un clima no muy positivo en la región, es del caso mencionar que muchos soldados de hicieron bandidos y se dedicaron al pillaje en los fundos, por otro lado según información publicada por la Municipalidad de San Carlos (2014), esa zona aportó con más de 6.000 hombres a la guerra y “de hecho se recuerda que Benjamín Vicuña Mackenna definió a Ñuble como una "comarca de leones". Muchos se enrolaron de forma voluntaria para morir por su Patria...Otros tantos fueron reclutados en los campos durante el verano en el momento de las cosechas. No era extraño que estas latitudes fueran tan pródigas, en ese tiempo los habitantes del país se concentraban entre Rancagua y Concepción y el 80% de la población era rural”. Sumemos a esto que muchos hombres ya fueran obligados o voluntarios a las armas, debieron abandonar su hogar que en el caso de Ñuble se sumergía en una onda crisis económica por la mencionada sequía y por los aprietos que vivía el mercado del trigo. Hombres de campo mal pagados, algunos inquilinos, otros dueños de sus minifundios


14

quebrados por las crisis mencionadas…¿Qué les esperaba al volver?... sin duda una vida más dura, determinada y organizada por elementos incontrolables por el agricultor, y por otra parte ni el país ni los hombres ya eran los mismos, algunos mejores y otros peores, viviendo en una época donde el liberalismo político ya se consolidaba en las mentes de las poblaciones, que en principio suponía beneficios a la nación toda. Luego de la guerra con Perú y Bolivia, se avecinaba una guerra civil que detonó en el año 1891, originada bajo el mandato liberal del Presidente José Manuel Balmaceda. En medio de las reformas de Balmaceda comenzó un fuerte cambio en el sistema agrícola chileno, que para esa época era una de las bases de la economía nacional y representaba todo el poder tradicional de la aristocracia, reforma que se coligaba con la incorporación e intervención de los territorios salitreros del norte y araucanos de más al sur, creándose un trastorno en las estructuras y movilidad social. Así lo relata Hernán Ramírez (1958); “Comenzó a desquiciarse la base del régimen agrario tradicional; el antiguo territorio araucano rápidamente llegó a ser el principal centro de la actividad agropecuaria; allí actuaba un nuevo tipo de agricultor -especie de burguesía rural- dotado de espíritu capitalista, más emprendedor y activo que el terrateniente tradicional, que se reclutó especialmente en las filas de la burguesía y de la pequeña burguesía y que se incrementó con colonos europeos de semejante extracción social. El latifundio de la Zona Central -el viejo ámbito agrícola de Chile- perdió así el carácter preeminente que tenía en la economía agraria. Pero, además, este mismo latifundismo recibió otro golpe: los campesinos empezaron a zafarse más rápidamente de las relaciones señoriales que en él imperaban; abandonaron el campo y se trasladaron en masa a las salitreras y a las ciudades, o se incorporaron a las obras públicas que febrilmente se construían a lo largo de todo el territorio. De esta manera se nutría la clase obrera a expensas directas del debilitamiento que empezaba a sufrir el régimen agrario semifeudal”. Suponiendo que Isidro y su familia eran personas corrientes, inquilinos, tal vez parceleros, o agricultores quebrados por las mencionadas crisis, pasaron a formar parte de aquellos que tenían poco que perder al abandonar Ñuble, así no era de suponer extraño planificar una migración buscando mejores horizontes. Bajo este escenario el hombre corriente de esa época, con las limitaciones comunicacionales de ese siglo, tenía restringidas opciones, y tal como vimos básicamente eran: migrar a las grandes ciudades, dirigirse a las zonas mineras, o buscar nuevos territorios de cultivos en zonas recién incorporadas al territorio nacional, eso era la Araucanía del sur de Chile. Cabe traer a colación que la colonización de la Araucanía quedó destinada a extranjeros en virtud de la leyes de 1866 y 1874, provocando efectos tales como lo describe José Aylwin (1995, p. 51): “esta situación, que fue considerada por muchos una gran discriminación e injusticia en contra de los nacionales, provocó un importante éxodo de compatriotas hacia Argentina, en especial en el sector de Neuquén, lugar en donde en donde se asentaron una gran cantidad de familias chilenas en busca de tierras aptas para trabajar”. No pudiendo asentarse definitivamente en su país, aunque suene contradictorio, por su calidad de chilenos, entonces no es poco probable la existencia de un factor de migración intrínseco familiar, asociado al perfil laboral de los Barros Valdés, sólo basta imaginar a una familia descrita como de origen rural que por algún motivo decide buscar nuevos horizontes, sin duda trataron por lo más propio, ello es continuar o mejorar su economía campesina, pero en otro sitio, sin duda migrar a la ciudad conllevaba un trauma mayor, debiendo adquirir el padre de familia competencias en labores asociadas a la urbe, cuestión delicada si se cargaba con una familia, por otro lado migrar a las minas si bien sonaba prometedor tal vez, en lo que creo, no garantizaba independencia en materia laboral, cuestión si posible de concebir en el territorio argentino, donde era factible contar con sus propias tierras no sujetas a subyugación alguna y por lo mismo no condicionadas a engorrosos procedimientos de ocupación, mismas que proveían expectativas altas de un mejor pasar y que desde el punto de vista histórico eran tratadas consuetudinariamente como tierras ancestrales pertenecientes a una cultura común alterna a las nacionalidades lo que producía un particular apego a esos territorios, facilitándose ciertamente su elección como destino predilecto dentro de las opciones que existían. Una familia que se desprende de lo propio puede considerarse, por algunos, con poco afecto por su lugar de origen, la nuestra veremos que se traslada a la Argentina, lo cual podría hacernos pensar que renegaron de su patria pues había poco que los atara a ella, tal vez lo habían perdido todo, o no existían vínculos familiares en Chile (Isidro y Elisa


15

afirman ser huérfanos en el censo argentino), pero lo cierto es que viajaron en familia y tal vez con otras redes de apoyo hacia el otro lado de los Andes, y luego que es lo que echa abajo la teoría del desamor por Chile es que, como demostraré, ellos volvieron a su patria…sí volvieron a Chile y a su ciudad de origen San Carlos. Debemos dejar claro que hasta aquí poseemos únicamente antecedentes sobre una migración a Neuquén, y no tenemos como afirmar que la familia por ejemplo estuvo antes en la Araucanía y que luego desde ahí circuló a la república Argentina. Supondremos igualmente que en principio el viaje fue directo a Chos Malal, lo que es lógico por la documentación observada que sitúa a la familia en ese departamento, por otro lado de haberse cruzado la cordillera más al sur, la familia posiblemente se habría instalado en otra zona del país vecino. Probablemente el cruce de la cordillera lo realizaron don Isidro Barros Candia, doña Elisa del Carmen Valdés Palma, un infante Rosalino y algún otro hijo, por alguno de los pasos cercanos a San Carlos, Ñuble. Concluimos ello pues coincidentemente allende a la cordillera se encuentra la actual localidad de Chos Malal, lugar donde fueron censados en 1895. Como opciones de cruce podemos proponer por habitualidad y permanencia en el tiempo hasta el día de hoy el paso de Pichachén de aproximadamente 2.000 metros de altura cuya ubicación, como se muestra en los mapas que adjunto, es paralela a la zona de Chos Malal, eso sí, no hay que descartar otros pasos cordilleranos que pudieron ser más favorables.


16

El paso Pichachén estaba incluido dentro de los pasos cordilleranos denominados “caminos de los chilenos” y se destaca su relevancia y uso histórico por pueblos indígenas de la zona, conducta que fue adquirida luego por los pobladores de la zona cordillerana y de los valles adjuntos. Es conveniente escuchar la descripción de Walther (1980, p. 23): “La ocupación del Pwel Mapu se efectuó a través de la utilización de una red propia de caminos indígenas, denominada en la época como “caminos de los chilenos”, pues todos convergían en los pasos cordilleranos y eran utilizados por los mapuches para arrear ganado hacia el Gulumapu, trasladarse entre las tolderías apostadas en las pampas o ejecutar malones. Las sendas más importantes eran:…Desde Bahía Blanca, por el valle del río Colorado hacia Malbarco, Antuco, cordillera de Pichachen y del Viento, hacia las provincias de Linares, Maule, Concepción y Arauco”. Dicho paso fronterizo cobró triste notoriedad en mayo del año 2005 con la tragedia de Antuco, que significó la muerte de 45 militares, hecho ocurrido por las severas condiciones climáticas de la zona muy cercana a la frontera. Es interesante conocer que durante el siglo XIX se planteó por lo menos a modo de expectativas sobre la posibilidad de construir una ruta férrea binacional, así se puede encontrar en las bases de datos de Congreso, por ejemplo una ley promulgada el 20 de mayo de 1887, que autoriza el ferrocarril entre Chile y la República Argentina por el boquete de Antuco, mismo que nunca se concretó. Posteriormente encontramos referencias a una norma del año 1889 que autorizó la internación en tránsito de lanas, crin y pieles por los boquetes de Antuco, Lonquimay, Pucón y Nahuelhuapi, sin duda reconociendo una práctica ya asentada desde antaño por los pobladores y comerciantes. Con esto queremos demostrar que existía un reconocimiento oficial del paso, evidentemente suponemos a que gozaba de cierta importancia tanto así que al día de hoy es reconocido como paso fronterizo formal. Otras opciones estudiadas de paso cordillerano de la familia Barros Valdés nos conducen a las nacientes del río Ñuble, donde en el extremo inferior derecho de un mapa de comienzos del siglo XX de la provincia de Ñuble (y del departamento de San Carlos) se observan rutas que parecieran señalar al menos dos caminos cordilleranos que podían conducir por ejemplo a las localidades argentinas de Andacollo y las Ovejas antes que a Chos Malal. Creemos que uno de esos pasos podría ser el de Chureo y las probabilidades de uso de él o de otro cercanos como los de Mallín, Boquete Alico, Pajaritos, Vaca Lafquen, Buraleo, Río Azul y varios más, son altas por la mayor proximidad a San Carlos en relación al de Pichachén que queda bastante más al sur, por otro lado por lo menos en esta carta se sugieren alturas cordilleranas de 1.200 metros, bastante menos que Pichachén. Hablamos de Chureo, de Vaca Lafquen y de Pajaritos, principalmente por su ubicación, ya que parecen coincidir con los caminos cordilleranos que detalla el mapa, lo que le da cierto reconocimiento a éstos como vigentes y públicos desde esos tiempos:


17

Mapa No. 24. Provincia de Ñuble. Fuente: http://www.davidrumsey.com. Autor: Fuentes F.A., para Espinoza, Enrique. 1903. La magnitud de la travesía se debía a que el colono se vería obligado a llevar consigo los implementos necesarios para el poblamiento, así seguramente las caravanas iban concentradas en numerosos carros de bueyes y pilcheros, cargados con víveres, elementos de construcción, semillas y otros enseres sin los cuales no podrían enfrentar la dura marcha ni menos esperar poblar. De este modo al viajar nuestra familia con niños menores debió ser un viaje tortuoso y realizado probablemente por los pasos aptos para los medios de carga de los que se valía.


18

Zona de las lagunas Epulafquen, Argentina, cercanas a pasos de Vaca Lafquen y otros. De fondo los actuales contrafuertes cordilleranos. Fuente: http://www.fotocommunity.es.

Imágenes modernas tomadas desde el sector andino argentino hacia la zona de las lagunas Epulafquen (Neuquén). Terrenos por los que podrían haber transitado nuestros antepasados de haber migrado por los pasos de las nacientes del Río Ñuble. Fuente: http://www.senderosdelviento.com.


19

Imagen moderna, tomada desde el paso Pichachén. Al fondo el “cajón Pichanchen” que conduce a Chos Malal, Argentina. Probable lugar de paso de nuestra familia y sus aparejos. Fuente: www.panoramio.com

Actual paso fronterizo Pichachén. Fuente: www.biobiochile.cl


20

En conclusión, para aquellas personas que decidieran irse de San Carlos por cualquier paso cordillerano que optaran, verían como mejor opción de asentamiento rural a Neuquén, ya que por un lado las posibilidades de colonizar tierras de la Araucanía se veían denegadas por mandamiento de la autoridad, y por otro lado la no sola existencia de vías de tránsito históricas con la provincia argentina sino que también redes inmemoriales económicas y culturales vislumbraban como inmejorable posicionamiento familiar a las tierras en gran parte desocupadas del país vecino. LA VIDA PROMEDIO DEL COLONO EN NEUQUÉN: De debe dejar en claro que no todos los chilenos migrantes del siglo XIX optaron por reasentarse en la zona de Neuquén, no obstante ello ese destino fue predilecto de aquellos que tenían como forma de vida el campo, la minería y el comercio. Las tierras neuquinas eran consideradas como terrenos libres y aptos para la agricultura y se evidenciaba allí escasa presencia de la autoridad argentina en las últimas décadas del siglo en tratamiento. Tal como explicamos existía un fuerte acervo cultural que concebía a estas tierras neuquinas y a las chilenas (Bío-bío – Araucanía) como un espacio común, ello entre otras cosas por la movilidad sempiterna de los pueblos indígenas que se trasladaban desde un lugar a otro, escasamente limitados por las barreras geopolíticas, esa movilidad posiblemente fue asimilada a la larga por toda la población chilena en su ímpetu de mejorar sus condiciones de vida. No debe parecer extraño además que las principales vías comerciales y de comunicación desde Neuquén concluían principalmente con las ciudades de Chile, situación que afectaba decisivamente soberanía argentina desde el punto de vista de la época, algo inverso a lo ocurrido en la región de Aysén donde los productos y hasta el papel moneda en alguna época, por necesidad, fueron argentinos. No es posible conocer en detalle el tipo de vida que tuvo la familia en Neuquén, pudieron ser felices o desdichados, pero lo cierto es que luego de varios años de residencia que estimo en una década aproximadamente, abandonaron la zona. De eso ya hablaremos. Como marco general la vida de los nacionales en Neuquén no tuvo, en muchos casos, un soñado desenlace, tal vez en los primeros años esas tierras brindaron cobijo y sustento a nuestros nacionales, pero luego basta con leer a ciertos autores (Millar, 2006) para interiorizarse de una estrategia gubernamental argentina para manejar a la población de nuestro país con un trato arbitrariamente discriminatorio respecto a ciudadanos de ese país o de otros inmigrantes, bajo este manejo territorial cayeron probablemente justos por pecadores y si bien es cierto que no es labor nuestra adentrarnos medularmente en los motivos que impulsaron estas decisiones políticas del país vecino, algo podemos describir. Para el año 1881 Chile y Argentina, luego de varias tratativas, suscribieron un tratado de límites que serviría de marco general para la delimitación futura de ambos Estados, así lo describe Pablo Navas (2013, p. 41-43): “No obstantes los esfuerzos realizados por mantener la paz entre ambos gobiernos parecieron por momentos diluirse, debido a que los peritos y topógrafos de ambos países no podían alcanzar un acuerdo respecto a qué principios seguir en el trazado de los límites. Sin embargo, la participación de Chile en la denominada guerra del pacífico con Perú y Bolivia junto a la preferencia del recién asumido presidente argentino Julio Roca de favorecer el desarrollo económico sin que se viera interrumpido por cuestiones bélicas, impulsaron las negociaciones que concluyeron prontamente, suscribiéndose el 23 de julio de 1881 el tratado de límites […]Como medidas complementarias a las ya tomadas, hacia el año 1878 el Estado argentino accionó en dos niveles: por un lado sancionó la ley 954 por la cual se dispuso la creación de la Gobernación de la Patagonia con capital en Mercedes de Patagones -desde entonces Viedma-, con jurisdicción sobre la zona comprendida entre el río Colorado y el Cabo de Hornos a cargo del coronel Álvaro Barros. Por otro lado, definió una política ofensiva contra las comunidades indígenas a través de las campañas militares llevadas adelante entre los años 1878-1885. Los actuales territorios de Neuquén, Río Negro y Chubut fueron las áreas geográficas donde se desplegaron las sucesivas fases de estas campañas, que se centraron en el sometimiento de los indígenas y sobre todo en la desarticulación de las fluidas comunicaciones e intercambio comerciales que éstos mantuvieron durante siglos a través de los pasos cordilleranos con Chile.”


21

Del lado de Chile la situación no era muy diferente produciéndose la “pacificación de la Araucanía” mediante el avance del ejército, sin embargo el quebrantamiento de estas comunidades y el establecimiento de fronteras legales no podrían erradicar de manera sustantiva a las viejas tradiciones cordilleranas que pertenecían al ámbito social por sobre el político, así lo describe Bandieri (1996) citado por Nuñez (2013) : "Durante la década de 1880 los ejércitos de ambos países lograron someter a las poblaciones indígenas de la región cortando la tradicional comunicación entre la Araucanía y las Pampas. El éxito de las operaciones militares permitió consolidar unidades territoriales nacionales interrumpidas hasta allí por la existencia de territorios indígenas. Expropiados estos a sus dueños originarios se impuso a la región una frontera, la cordillera de Los Andes, como límite geográfico y político. Sin embargo, la organización social de las áreas fronterizas continuó actuando casi inalterablemente, por encima de la imposición de tales límites. La red de intercambios económicos y demográficos entre ambos lados de la cordillera se vio favorecida durante años por el predominio de los acuerdos entre los dos países, donde primó la fórmula de cordillera libre". En el intertanto es Estado argentino intentaba consolidarse en los territorios neuquinos, muchos espacios que había ocupado la población indígena reducida, se fueron llenando por personas de origen chileno y europeo, bajo un modelo de vida basado principalmente en la auto subsistencia agrícola, ganadera y forestal, todo ello fuera de toda política migratoria (Cabrera, 2009). Por lo expuesto parece claro porqué se elegirían las diversas secciones de Neuquén a fin de reiniciar proyectos de vida para la población chilena desplazada, en un comienzo existían allí territorios libres para ocupar y aprovechar, circuitos cordilleranos sin control que proporcionaban conectividad con Chile a fin de comercializar productos y mantener contacto con el país de origen, atendida la gran cantidad de migrantes que traspusieron los Andes seguramente se contaba con presencia de bastas redes de apoyo ya fueran de familiares o vecinos, se sumaba a ello la subsistencia de nociones culturales del país originario lo que facilitaba el desarrollo de la vida en estos lugares, por otro lado favorecía a la vida del colono la nula dependencia inicial de terceras personas dueñas de la tierras ocupadas a las cuales reportarse o pagar contribución en dinero, especie o servicio, pero nada de esto coagularía sin el elemento subjetivo que suponemos era el convencimiento de nuestros nacionales respecto a que tal migración no era reprochable en sentido alguno. Era evidente que la zona Neuquina constituía en la práctica un territorio con escasa presencia gubernativa, con economía andina vinculada a la república vecina, esto no se condecía con la visión nacionalista del siglo XIX, y respecto a ello algo debería hacer el gobierno argentino, comenzando con Neuquén. Los censos poblacionales y económicos de 1895 realizados por la autoridad trasandina, sirvieron para sacar muchas conclusiones o para ratificar las supuestas. Es así como en una época que se estaban consolidando los Estados sudamericanos bajo el modelo imperialista europeo, luego de las delimitaciones de finales de ese siglo, se hacía decisivo tomar acciones efectivas sobre todo en zonas fronterizas que con Chile sabemos no son menores y donde cualquier atisbo de colonización vecina hacía peligrar la soberanía especialmente si muchos territorios en el futuro podían ser defendidos bajo el principio del Uti Possidetis Juris (aquel que posee territorios conforme a derecho continuará poseyendo), dado lo cual el poblamiento chileno, quién sabe, a la larga podría otorgar a nuestra nación ciertos derechos alegables respecto a sectores andinos, vale decir en cierto contexto la visión argentina en un marco general se basaba en criterios de autocuidado y protección de sus territorios, razón que no justifica a los ojos del hombre moderno el mal trato particular hacia algunos de nuestros nacionales. Por otro lado, el deseo de homogeneizar a la naciente nación argentina con estándares y migrantes europeos no se descartaba como motivación de la época para desvincular a ese país a los criollos chilenos (Nacach, 2012). En síntesis por un abanico de razones la autoridad argentina utilizaría el instrumento de medición de la población en la provincia de Neuquén, muchas veces etiquetando en un solo estándar a todo ciudadano que no fuera de preferencia europeo, minimizando su condición y posicionándolo como amenaza desde cualquier punto del desarrollo de esa nación, aquí nos preguntamos ¿Cuál fue el nivel de veracidad de este censo? La autora Gabriela Nacach (2012, p. 12-15) se refiere a esta situación y de cierta manera razona los supuestos que la sostienen. Reproduciremos en algunas reflexiones (reducidas) referidas al estudio del censo nacional de aquella época: “El censo Económico y social, realizado en el mismo año del censo de población, no sólo nos ayuda a cubrir vacíos que nos deja el corpus censal a nivel metodológico, sino a justificar las preocupaciones que se desprenden de otros documentos, en muchos de los cuales se degrada al poblador chileno. En el Boletín Comercial, las Pulperías son cinco y todas de propietarios chilenos. En cuanto a las Tiendas y almacenes


22

—entre las que consideramos también los despachos de bebidas y otros—, nos encontramos con veinticinco propiedad de chilenos, mientras que argentinas hay ocho; italianas, ocho; españolas, seis; austro-húngaras, dos; alemanas, dos; paraguayas y suizas, una..”, ahora respecto a la impericia, sesgo de los censista, disparidad de clasificaciones y el problema metodológico del mecanismo, la autora señala: “Continuando el análisis de los libretos, en el Departamento 5º de población rural, observamos uno de los niveles más altos —sino el mayor— de alterización de los residentes. De un total de 306 pobladores censados en total por Pío Ferreyra, 148 son de nación argentina (de distintas provincias, lo que muestra una movilidad desde el interior del país importante, aunque la mayoría nacieron en territorio neuquino), 116 chilenos (un 40 % de la población) y 38 pobladores de nacionalidad indígena (un 13 % del total)…advertimos que Andrés Capri, casado con Ángela S. de [sic] (ambos de nacionalidad indígena provenientes del Territorio del Neuquén), tienen un hijo de 9 años nacido en tierra chilena, de ahí su nacionalidad. Nos preguntamos entonces: Andrés y Ángela, ¿son indios argentinos o recreados como argentinos, siendo chilenos? ¿Cómo se explicaría, de no ser así, que su hijo sea chileno? Quizás una razón sea la cercanía con el registro civil. Queda como interrogante si el status que les otorgaría a ambos pobladores señalados ser argentinos (aunque indios) sería mayor que la posible marcación como indios chilenos. La hipótesis manejada para los que anotan sus hijos en Chile, siendo pobladores chilenos en nuestro país, tiene sus razones de ser, en que en su gran mayoría, son ocupantes de tierras fiscales y de ahí su perfil de intrusos. Por otra parte, también es costumbre chilena considerar a los hijos nacidos en territorio argentino como chilenos, superponiendo el criterio de ius sanguinis”. Sabemos que Isidro Barros fue censado como agricultor pero no posee bien raíz, ¿Qué diferencia existía entre él y los peones o jornaleros?, según Gabriela Nacach (2012, p. 10), citando a Bandieri (1993, p. 246) “parte de los agricultores podrían tratarse “[…] de pequeños crianceros de ganado menor que, por las prácticas cerealeras […], se autodenominaban ‘agricultores’”. Según el siguiente cuadro la Población total contabilizada en el Censo poblacional de la Provincia de Neuquén del año 1895, ascendía a 14.517 personas, en mayor cantidad hombres y con una alta presencia de menores de 9 años de edad. Grupo de edad

Total

Varones

Mujeres

Total 0-4 5-9 10 - 14 15 - 19 20 - 24 25 - 29 30 - 34 35 - 39 40 - 44 45 - 49 50 - 54 55 - 59 60 - 64 65 - 69

14.517 2.318 2.221 1.620 1.466 1.302 1.418 1.001 819 752 453 417 200 248 70

8.112 1.192 1.197 891 828 789 780 558 473 432 295 250 143 150 43

6.405 1.126 1.024 729 638 513 638 443 346 320 168 167 57 98 27


23

70 - 74 88 41 47 75 - 79 31 18 13 80 y más 93 42 51 Fuente: Elaborado por la Dirección Provincial de Estadística y Censos de la Provincia del Neuquén, en base al Censo Nacional de Población 1895. Según el censo de 1895 los chilenos en Neuquén, hechas todas las observaciones respecto al método usado alcanzaban aproximadamente a las 8.861 personas, por otro lado autores (Macor y Tcach 2003, p. 394) hablan que el contingente chileno alcanzaría el 61,2% de la población total de la mencionada provincia y recién para el año 1920 sería el 40,9%, dando preminencia a la población argentina (suponemos muchos hijos de los mismos chilenos). Luego Gabriel Rafart (2007, p.93) nos presenta el siguiente cuadro poblacional que representa la presencia de chilenos para los años 1895 y 1914 en la zona sur-austral argentina, donde se denota la alta tasa de ellos en la provincia de Neuquén en relación a las otras provincias.

Basta ver las cifras para sacar conclusiones sobre el ímpetu de nuestros nacionales para colonizar esa zona, no obstante hechas las apreciaciones del caso respecto a que tal como se señaló muchos censistas tal vez inconscientemente alteraron los resultados al dar tratamiento distinto a los chilenos no registrándolos como tales. Tal como dijimos existe una visión que denominaremos clásica de parte de ciertos autores de la época al asentamiento de chilenos en Neuquén, y donde destacan el alto compromiso que tienen los colonos con Chile en desmedro del suelo que los acogía, y dentro de este contexto algunos asimilan a estos ocupantes con personas de mal vivir, ladrones y contrabandistas. Por otro lado existen autores chilenos que al contrario responsabilizan a las mismas autoridades argentinas, corruptas y aprovechadoras que mediante aquel estigma legitimaban la aplicación de violencia y expropiación de los bienes de los chilenos que contribuían al desarrollo de la zona. Dada la imagen de negativa de muchos colonos ya explicada, quisimos estudiar si había antecedentes o registros carcelarios que nos pudieran llevar a entender las dimensiones del bandolerismo chileno en Neuquén en ese siglo, al respecto solo encontramos este antecedente que recaba información de comienzos del siglo XX, vale decir pasados 5 años desde el censo argentino. Así señala Rafart (2007, p. 101), respecto a la densidad de población penitenciaria en argentina en esos años, que por un lado a


24

nivel país los chilenos encarcelados correspondían para el año 1929 al 15% de la población penal de ese país, el resto eran argentinos en un 62%, paraguayos en un 7%, españoles 6% e italianos que sumaban 2%, de un total nacional de 5.124. En cuanto a Neuquén el autor señala que al comienzo del siglo XX los presos chilenos superaban en número a los argentinos en dichas cárceles y recién en 1929 la población presidiaria argentina sobrepasó a la chilena, esto se debe según el autor al avance del proceso de chilenización del territorio de Neuquén. Sin duda a secas estas cifras son alarmantes, ¿Cómo es posible que los reclusos extranjeros superen en número a los del país propio? , hoy sin duda sería un tema polémico, sin embargo situémonos en una época donde la mayoría de la población de esa zona neuquina era chilena y por tanto el porcentaje de personas recluidas es coincidente con el de población general, así como la evolución de ella, por eso sería razonable que progresivamente al mermar la población chilena en la provincia también disminuyera el porcentaje de reclusos chilenos. Se adjunta cuadro extraído del libro del citado autor (p. 102):

Como antecedente aclaratorio el autor Rafart (p. 92-93) señala que “en términos cuantitativos, chilenos y argentinos se repartían por igual entre los acusados en cometer delitos en banda, muchos de ellos provenientes del seno del mundo indígena de la región…” De lo expuesto no aparece que existiera un desbande de criminalidad cometida únicamente por nuestros nacionales, no obstante a veces la perspectiva no está en lo cuantitativo sino en lo cualitativo, y basta ver crónicas de la época que hablan de famosos bandoleros chilenos cometiendo latrocinios en las zonas de Neuquén y Río Negro, comenzando en épocas lejanas con “Los Pincheira”, bandidos para unos héroes para otros, luego con el paso de las décadas descubriremos a figuras como las de Basilio Pozza y compañía, luego la de Ramón Zañico y sus cómplices caníbales que para muchos eran chilenos y para otros araucanos apátridas…todo es una cuestión de perspectiva, sujetos nada fuera de lo común para una época de violencia, relatos talvez magnificados por intereses políticos, historias que se repetían con distintos actores en todo el continente y no solo en Neuquén.


25

Sergio Millar en su libro “La conquista de Aysén” (2006, p. 9-11), describe desde su punto de vista la situación de desamparo de nuestros compatriotas, les dejo algunos pasajes de su comentada obra: “Después de la benéfica ley de inmigración de 1876, promulgada por el presidente Nicolás Avellaneda, han encontrado (Los chilenos) de parte de los gobiernos transandinos toda clase de facilidades para procurarse un pedazo de suelo en donde establecerse. Se dedican no sólo al trabajo de la agricultura y ganadería sino también a cualquier otro digno y bien remunerado. El brazo chileno es bien cotizado y da un fecundo impulso a la actividad económica de la región. Los chilenos contemporizan con los honestos y asequibles habitantes de las soledades argentinas… en las vírgenes tierras del austro patagónico, el florecimiento de ellas, fruto de la laboriosidad del campesino chileno, hace despertar los apetitos de otros argentinos que han llegado a estas regiones en calidad de funcionarios verdaderamente desterrados por la burocracia federal.” Relata luego el mismo autor: “El Gobernador Lezama ha iniciado una campaña de prensa sobre un supuesto ‘bandidaje chileno’ en los territorios fronterizos, haciendo hincapié en que las zonas andinas son propiedad de particulares argentinos, pero ocupadas ilegalmente por ‘bandidos’ chilenos, situación que pone en peligro -según él- los intereses de los ciudadanos de ese país. Luego viene la acción del Jefe de Policía, Adrián del Busto, quien se da maña en una intransigente y torcida aplicación del Código Rural cobrando pastajes e imponiendo multas descabelladas sin ningún tipo de consideración…Hay muchos que resignadamente pagan, pero otros ‘que se ponen en las coloradas’ reclaman por el abuso. Pronto se dan cuenta de su error porque sobre los cincuenta pesos de multa se les aplica otros cincuenta pesos por cada reclamo formulado, aparte de pasar varios días y noches engrillados a la intemperie soportando diez o doce grados bajo cero”. El autor describe por años la violencia del Estado argentino representado por sus autoridades, el manejo de la prensa, y a la larga el enriquecimiento sin causa de muchos a costas del esfuerzo del colono (conductas muy usuales en la cultura occidental), por otro lado él se lamenta de la pasividad de la autoridad chilena, y ante tal hecho concluye afirmando (p. 24) que “En 1913, cuando Carlos Yávar, Cónsul chileno en Neuquén informaba haber registrado más de 25.000 compatriotas colonizando el inmenso coironal trasandino, el Gobierno Argentino estableció el cobro de talaje por los animales que pastaban en sus vastos territorios fiscales, medida que si bien fue considerada justa y equitativa, influyó en forma considerable para que muchos de los emigrados chilenos buscaran el modo de volver a nuestro país.” Haciendo justicia y ampliando el panorama a la visión de las autoridades argentinas, Nachac (2012, p. 15) reproduce opiniones del gobernador neuquino Lisandro Olmos, que eleva en 1899 al Ministro del Interior Argentino de la época, y señala respecto a los ocupantes de terrenos fiscales o “fiscaleros”: “Pienso, Sr. Ministro, que si el chileno poblador de estas regiones de una manera intermitente, no tiene cariño al país que lo alimenta y prefiere bautizar sus hijos en Chile [es porque] el chileno no es dueño de tierra [...] Este territorio debe tener por dueño de su tierra al que la trabaje y no al señor feudal que conserva en su poder centenares de leguas…”. Por otro lado algunos autores trasandinos como Barelli y Dreidemie (2015) en su obra dan luces de la heterogeneidad de chilenos que residían o transitaban en el sur argentino lo que rompe la visión excluyente del siglo XIX, esta vez hablando de la zona de Bariloche se relata que del total de los extranjero residentes en 1914, 84% era chileno algunos de ellos chileno-alemanes (suponemos que de la región de los lagos o los ríos) y solo el 11% venido de Europa, lo cual pone en tela de juicio la visión de desarrollo de la zona solo bajo el soporte europeo. Como reflexión final me cuestiono en el hecho que de muchas obras leídas no encuentro antecedente sobre una discriminación del hombre medio (poblador, trabajador, agricultor) argentino respecto a los colonos chilenos, sino que todo el desarrollo del tema se basa en la discriminación de agentes fiscales, un comportamiento del Estado no así de los ciudadanos. Por todo lo estudiado, una persona corriente concluirá que el aporte de nuestros connacionales a la zona de Neuquén fue evidente, pero cómo es conocido por todos, el buen vivir nunca ha hecho noticia, nunca ha servido para exaltar nacionalidades ni menos para justificar animosidades útiles a los intereses de los que siempre terminan ganando. Muchos descendientes de esos colonos despertaron la zona a los nuevos aires de la modernidad y hoy sus nietos y bisnietos son hijos de la Argentina orgullosos de su país y dignos del pasado y de sus orígenes.


26

Imagen: Chos Malal, año 1883. Fuente: https://es.wikipedia.org EL RETORNO: El gobierno de Chile a fines del siglo XIX, no estaba ajeno a las penurias que sufrían muchos nacionales en Argentina, es así que, tal como señala José Aylwin (1995, p. 52-53) ante “La necesidad de resolver la situación que afectaba estas familias chilenas, así como los peligros en conflicto armado con Argentina, llevaron al Congreso Nacional a aprobar la ley N° 380 de 14 de septiembre de 1896, conocida como “ley de repatriados nacionales" que vino a poner término a la prohibición que afectaba a los nacionales para colonizar con la autorización del Estado las tierras que este poseía en la Araucanía…la aplicación de las normas de esta ley fue suspendida en 1898 con la dictación de la ley de colonización nacional, y años más tarde, en 1912, luego de los reiterados reclamos de los cónsules chilenos en las ciudades del sur de Argentina se volvió a poner en aplicación”. Para la primera década del siglo XX, la población que se consideraba como repatriada y colona nacional en la Araucanía alcanzaba a las 7.529 personas, radicadas mayormente en la provincia de Cautín y luego Valdivia. El último registro de la familia en Chos Malal al que pude acceder fue un certificado consular de Neuquén extendido el 08 de enero de 1899, y existe una muy probable repatriación de la familia en una fecha muy cercana a la mencionada, ya que encontré un registro de nacimiento emanado desde el departamento de San Carlos, Ñuble, respecto a un niño denominado Juan Bautista Barros Valdés, registrado bajo el N°127, el 14 de marzo de 1899, fecha de nacimiento del menor: el 24 de febrero del mencionado año. Su padre era Isidro Barros: 43 años, agricultor, domiciliado en Quilelto; la madre Elisa Valdés, chamantera, del mismo domicilio del marido. Testigos del acto los señores José Miguel Astudillo y José Antonino Muñoz. Barros y Astudillo no firman “por no saber”. Luego en el mismo San Carlos se registra la defunción del menor con


27

fecha 21 de febrero de 1900 a las 02:00 de la mañana “a causa de constipado”, firman como testigos Juan de Dios Muñoz y Manuel Jesús Valencia, domicilio de los padres calle Chacabuco, requiere la inscripción de defunción don Juan de la Cruz Mendez, agricultor, 28 años, quien no firma por no saber. La zona mencionada “Quilelto” es fácilmente rastreable en internet, se ubica a unos 30 kilómetros al sur-oeste de San Carlos, y pareciera hoy corresponder a algún fundo o zona Rural. Por otro lado el domicilio de calle Chacabuco es mucho más ubicable, ya que la calle aún existe en la ciudad de San Carlos. Adjuntamos los registros:


28

Nos parece interesante revisar información de los testigos, por posibles parentescos de éstos con nuestros familiares; así visualizamos una gran cantidad de José Miguel Astudillo, en Ñuble y en el Biobío que podrían corresponder al señalado, no obstante haciendo un recorrido por sus antecedentes no podemos establecer a ciencia cierta si alguno de ellos es el mencionado en este trabajo.


29

Buscando en los registros de San Carlos figura en muchas ocasiones don José Antonino Muñoz Sobarzo, inscribiendo el fallecimiento de sus hijos Domingo y Jesús del Tráncito Muñoz Hernández (1885 y 1886); la inscripción de nacimiento de su hija Mercedes (1895); y el nacimiento y defunción de Josefina del Carmen (1896), todos concebidos con doña Narcisa Hernández Poblete, dejo alguna imagen de esos actos, donde no figuran mencionados familiares nuestros. Mientras que en los registros argentinos a los cuales pudimos acceder, no figura ningún José Antonino, sino varios José Antonio: José Antonio Muñoz empadronado en 1895 en Neuquén, Argentina, en el departamento II, distrito III (población rural), hombre de 45 años, casado, chileno, agricultor, no sabe leer ni escribir y posee propiedad raíz. En segundo lugar se registra un “José A. Munos” de 25 años, soltero y Chileno. Además se registran algunos José Muñoz de suficiente edad para firmar en 1899, algunos del mismo de departamento II, y que luego fue llamado Chos Malal. En el Departamento II y distrito III se registra a José Muñoz, 70 años, casado, chileno, agricultor, no sabe leer ni escribir y posee propiedad raíz. También figura otro del distrito V, soltero, chileno de 22 años, no sabe leer ni escribir, huérfano de padre y madre, ocupación ilegible. Respecto a Juan de Dios Muñoz en el mismo censo argentino figuran los siguientes, todos chilenos: uno de nacido en 1849 en Chile, censado en Peñas Blancas (Población rural), Departamento 03, Neuquén; otro nacido en 1879, censado en el Distrito 01, Sección 01 (Población rural), Departamento 01, Neuquén; y finalmente otro nacido en 1881 censado en el Distrito 06 (Población rural), Departamento 02, Neuquén, Argentina. A ellos se les une un Juan de Dios 2° Muñoz, nacido en 1877, censado en Peñas Blancas (Población rural), Departamento 03, Neuquén. Aparecen también censados dos Juan Muñoz, el primero nació en 1857, censado en el Distrito 05, Departamento 05, Neuquén, el segundo nacido en 1874, empadronado en el Distrito 04 (Población rural), Departamento 02, Neuquén, Argentina. Luego aparecen dos Juan Muños, uno nacido en 1888, censado en el Distrito 06, Fracción 02 (Población rural), Departamento 01, Neuquén, y finalmente aparece otro nacido en 1865 en el Distrito 06, Fracción 02 (Población rural), Departamento 01, Neuquén. Completa la lista un Juan Munos, nacido en 1875, censado en el Distrito 01 (Población rural), Departamento 05, Neuquén. ¿Será alguno de estos el Juan que buscamos o algún hijo o pariente? Tal vez logremos averiguarlo aunque juega en nuestra contra el hecho de ser un nombre bastante común. En cuanto a los registros chilenos a los que tuvimos acceso la búsqueda no llega a buen término pues existe una masividad de sujetos bajo ese nombre y apellido, no obstante veremos más adelante que puede haber un nexo entre este hombre y la madre de Elisa Valdés. Sobre Manuel Jesús Valencia no se consigna en el mencionado censo en la provincia de Neuquén, ahora en Chile aparecen variados registros de personas bajo ese nombre e incluso circunscribiéndonos a la zoña de Ñuble, los registros existentes no están digitalizados por lo cual no aportan antecedentes sobre sujetos de suficiente edad para ser testigos. Respecto a Juan de la Crus Mendez, en el censo del hermano país, figura un ciudadano con ese nombre, pero se trata de un poblador argentino, de 35 años que no sabe leer ni escribir (Concuerda con quien buscamos pero no es argumento de peso), censado en Distrito 03 (Población rural), Departamento 02, Neuquén, Argentina, situación que concuerda con el domicilio de los Barros Valdés. Además hay Juan Mendez, nacido en Chile, de 12 años, que no sabe leer ni escribir, censado en Distrito 03 (Población rural), Departamento 02, Neuquén. ¿Serán estos hombres los que acompañan a Isidro Barros en 1899 y 1900? Es probable que alguno lo sea, tal vez forjaron amistades en tierras ajenas, tal vez siempre fueron amigos y anduvieron juntos en sus idas y vueltas, acompañándose en los momentos más necesarios. Continuando con el retorno de la familia a Chile, podemos afirmar con total seguridad que Isidro Barros Candia fue repatriado y se le reconoció el status de “colono nacional”, por lo menos así aparece en el índice de decretos y leyes del Ministerio de Relaciones Exteriores, Culto y Colonización, periodo 1897 a 1903, bajo el número 1016 del 29 de junio de 1899, página 237, documento que encontramos a fines del año 2016 revisando registros computacionales de cierta universidad, y que confirmaba que la familia pasó el último año del siglo XIX residiendo en nuestro país:


30

Fuente: índice de decretos y leyes del Ministerio de Relaciones Exteriores, Culto y Colonización, periodo 1897 a 1903. University of Illinois at Urbana-Champaign. Enterado de Decreto ya señalado, sentí la necesidad de tenerlo en mi poder. Intenté en vano conseguirle ya fuera vía web, o por solicitudes que realicé al Diario Oficial y a otras reparticiones públicas. Fue recién el día viernes 10 de febrero de 2017, cuando aprovechando un viaje familiar pude visitar el Archivo Nacional ubicado en la ciudad de Santiago, luego de una exhaustiva revisión accedí a ver los originales de dicho decreto y de otros instrumentos, que me permitieron sacar varias conclusiones: El decreto mencionado contiene adjuntos varios documentos que acreditan la calidad de residente en Neuquén de la familia. Primero hay un certificado consular muy valioso donde se certifica que al 5 de junio de 1896 Isidro Barros vivía en Neuquén. Pero dicho documento es relevante pues describe el aspecto del solicitante que según se detalla mide 1.74 mt., es blanco, pelo negro, barba rala, ojos pardos, nariz regular y boca grande. Se señala que tiene 31 años, es casado y no sabe firmar.


31

Luego existe una certificación previa al decreto que lo invistió como colono, que señala a Chos Malal como lugar de residencia de la familia de Isidro para el 08 de enero de 1898, no obstante, en realidad el documento fue extendido en ese día y mes pero del año 1899, eso se colige del estampado del timbre al pie de firma, por lo cual esta certificación sería el último documento que da cuenta del asentamiento de la familia en Argentina y de quienes la componían a esa fecha, siendo de vital importancia luego:


32

No deja de llamar la atención que se individualiza mal a Elisa (Felicia), y a Rosalino (Rosario), pero de todas formas se consolida que a ese año los hijos vivos eran 4 y “todos de menos de dieciséis años” algo importante si se quería optar a hijuelas. Estos hijos parecen estar anotados de mayor a menor en el siguiente orden: Rosalino, Elena, Carmen e Higinio, lo que nos lleva a concluir que existían dos hijas y que la “Carmen” del censo era una de ellas, y que Elena por algún motivo no había sido contabilizada en esa ocasión junto con su familia. Coligando este documento al registro ya visto de nacimiento de Juan Bautista Barros Valdés, que nació el 24 de febrero de 1899, podemos concluir que Elisa estaba embarazada a esta época. Luego cotejaremos esta certificación con los registros de Elena y veremos que ésta seguía a Rosalino en edad y por ello probablemente habría estado presente en la travesía de la familia desde San Carlos a Chos Malal (Salvo que esta fuera otra hija llamada Elena).


33

Otro documento adjunto al decreto es la solicitud de Isidro Barros donde requiere se le reconozca como colono nacional. Documento probablemente fue redactado en su nombre.


34

Finalmente llegamos al mencionado Decreto nĂşmero 1016 del 29 de junio de 1899 que le inviste en calidad de colono nacional:


35

La importancia de ser declarado colono nacional radicaba en que bajo esa categoría, según disponía la ley N° 380 del 14 de septiembre de 1896, dichos ciudadanos eran aptos para ser beneficiados en las provincias de Cautín, Malleco y Valdivia con “ …hijuelas hasta de ochenta hectáreas por cada padre de familia, i hasta de cuarenta por cada hijo varón mayor de dieziseis años, a los chilenos que, hallándose establecidos como colonos en territorio de la República Arjentina, hubieren regresado o regresaren al país…”3. De todas formas no existe certeza de la entrega de hijuela alguna y no olvidemos que la mencionada ley tuvo periodos de suspensión. Con estos antecedentes más los que expondremos luego, podemos decir que la última aparición oficial de la estancia de la familia en Chos Malal es la certificación consular del 08 de enero de 1899, no habiendo retornado antes la familia a Chile, ya que por otro lado accedimos al oficio N° 47 emanado con fecha 25 de julio 1896 desde la Inspección General de Tierras y Colonización que adjunta la nómina de repatriados de ese año desde Neuquén, documento donde no figura Isidro ni ningún familiar conocido, solo resaltando una anotación respecto a José Mercedes Valdés donde se consigna que su segundo apellido el “Palma” anotación que frecuentemente se omitía en otros documentos o investigaciones, y que termina de ratificar su relación de hermandad con Elisa, hecho más de una vez narrado por mis tíos y abuelos:

OTRAS BÚSQUEDAS: No solo estas huellas se consignan en los anales registrales chilenos, pero deberemos advertir, que si bien pudimos acceder a ciertos documentos vía internet, en ciertos casos esas bases de datos solo contienen referencias escritas y no el archivo digital o la imagen del documento referido para así poder visualizarlo. Así es como por ejemplo aparece una tal Elisa Valdez celebrando un bautismo con fecha 25 de enero 1885 del niño individualizado como “José Rosalino Barro”, hecho ocurrido en San Carlos, Ñuble, Chile, anotándose a un tal “Ysidro” como padre del infante. Nos parece que la cita deber ser la correcta, no solo por las coincidencias de nombres sino por la fecha del bautismo, que sería concordante con el nacimiento de mi bisabuelo en agosto de 1884. Esta referencia nos permite aseverar que el verdadero nombre de mi bisabuelo era JOSÉ, llamándose entonces José Rosalino. Luego con fecha 10 de octubre 1886, se registra otro bautismo en la misma ciudad esta vez de una niña “Elena Del Carmen Barro” nombre del padre “Jose Ysaias”, situación que en un comienzo nos pareció extraña pero suponemos que obedece a un error de transcripción ya que la niña tiene el apellido “Barro”, y el padre sería también un José Isidro, luego analizaré este punto. Posteriormente con fecha 16 de septiembre del año 1888 se registra en la misma ciudad otro bautismo, esta vez de José Arturo Barro Valdez, nombre de la madre Elisa Valdez, nombre del padre “Isidro Barro”.

3

Art. 1° ley N° 380 del 14 de septiembre de 1896.


36

Con estas referencias, que suponemos fidedignas, más los certificados del Cónsul en Neuquén, podemos determinar con cierta seguridad que a fines del año 1888 los Barros Valdés se encontraban radicados en Chile y que a comienzos del año 1899 se habían devuelto, a lo menos los padres. ¿Qué fue entonces de la suerte de Elena, Carmen y José Arturo? ¿Tal vez fallecieron al igual que su hermanito Juan Bautista? ¿José Arturo acompañó a los padres a la Argentina, quedaría al cuidado de terceros…? Con el certificado consular podemos concluir que el grupo familiar para enero de 1899 se componía de 6 personas, los dos padres y 4 hijos donde figuran Elena y Carmen como personas distintas, pero de Arturo no había noticias. A las muchas preguntas ya hechas debemos añadir otra, pero que creemos tiene respuesta: Todo parte en mi creencia que tanto Isidro como Rosalino se llamaban primeramente JOSÉ, lo que surge del registro de enero de 1885 referido al bautismo “José Rosalino Barro”, a ellos unimos el hecho que el nombre José se omitía regularmente en las individualizaciones de la época, y creo que tal circunstancia se habría presentado respecto a Isidro Barros. Digo esto último pues escarbando nuevamente en archivos digitales encontramos un antecedente más que nos ayudaría en entender errores en los registros, que expliquen las menciones a un tal “José Ysaias”, creo que el verdadero nombre de mi tatabuelo era JOSÉ ISIDRO BARROS CANDIA, ello explicaría por ejemplo porqué existe un registro antiquísimo de un matrimonio ente un José Isidro Barros y una tal Delicia Del Carmen Valdez, celebrado el 31 de julio del año 1882, adivinen dónde…en San Carlos, Ñuble. Como el registro revisado no es documental, sino que se trata de una referencia de una página web, es probable que quien transcribió la información falló en el nombre de la tatarabuela, tal como ya se hizo con el nombre de su marido según explicamos antes (Ysaias), a continuación adjunto la imagen encontrada:

Esta fecha es medianamente coincidente con los 14 años de matrimonio que afirma tener la pareja en el censo argentino del 21 de julio de 1895, ya que si somos precisos efectivamente a la época del censo habrían de estar ad portas del 13° aniversario de matrimonio. Luego revisando los mismos registros aparece una reseña del registro de nacimiento de un José Isidro Candia, ¿Tendrá algo que ver con José Isidro Barros Candia? ¿Será acaso un primo?


37

¿Quiénes son este José Miguel Candia y esa Teresa Gallardo?, buscados en las bases de datos existen personas con esa denominaciones, lastimosamente no hay registros fotográficos de los actos en todos los casos, así aparece un José Miguel fallecido, según registro de defunciones de Antuco, bajo el N° 35, el 02 de marzo de 1897, llama la atención el hecho que su cónyuge se llamara Teresa, al igual que la hija de Isidro Barros. Este señor también aparece bautizando a una hija; Eujenia Candia el 20 de Octubre de 1861, en Quilleco. Respecto a los testigos observados no se relacionan con nombres vistos anteriormente. ANTECEDENTES DE LOS HIJOS NACIDOS EN CHILE PREVIA MIGRACIÓN A NEUQUÉN: Tal como vimos existirían respaldos suficientes para concluir que existieron dos camadas de hijos nacidos en Chile, unos anteriores a la migración a Neuquén y otros nacidos en el retorno, detallaremos a los primeros, según el mecanismo con que los hemos encontrado (con documentos a la vista o con la sola referencia de datos): 1) José Rosalino, los documentos que avalan su nacimiento ya fueron señalados. 2) Elena del Carmen, terminé de descubrir su existencia al encontrar en los registros de familysearch, su inscripción de nacimiento, acontecido el 04 de Octubre de 1886, anotada bajo el N° 906 del registro de nacimientos de San Carlos de ese año, misma que reproduzco a fin de sacar conclusiones:


38


39

Esta niña Elena, para enero de 08 del año 1899 se encontraba radicada junto a su familia a Neuquén, según el certificado del consular, y tenía 12 años hasta donde podemos calcular, luego encontraremos un certificado del Servicio de Registro Civil E Identificación (SRCEI) que la registra como fallecida en el año 1968. En la inscripción de nacimiento de Elena vemos que se menciona a su padre con el nombre José Isidro Barros Candia, ello confirma la sospecha en cuanto al verdadero nombre de mi tatarabuelo lo cual es útil en cualquier búsqueda de documentos. José Isidro se da a conocer como de 26 años, por ello se le supone nacido en 1859 o 1860. Se registra que Elisa del Carmen Valdés Palma tiene 26 años, y se supone nacida en el mismo periodo que el marido. Son testigos del acto don Julián Contreras y Candia, y Juan de Dios Muños y Gayardo. Este Julián Contreras y Candia, puede ser un familiar de mi tatarabuelo, y aparece en los archivos de familysearch identificándose con fecha 05 de agosto de 1886 como agricultor, de 40 años de edad, registrando ante el oficial civil de San Carlos la defunción de su hijo Adolfo Contreras Ortega de 15 años, ocurrida el día anterior. La madre del menor sería doña Rufina Ortega. La muerte del menor se produjo por espasmo. No figuran familiares nuestros compareciendo en el documento. 3) Para el año 1888 tenemos antecedentes del nacimiento de José Arturo Barros Valdés, encontramos su inscripción de nacimiento realizada con fecha 18 de septiembre de dicho año, en el registro de San Carlos, donde se reporta como nacido el 1° de septiembre de ese año. Su padre José Isidro Barros, agricultor, 30 años de edad, la madre Elisa Valdez de Barros, costurera, ambos domiciliados en calle Chacabuco. Testigos: José Reimundo Jeldre y Honorio Zuñiga.

4) Por no contar con imágenes documentales, dejamos para el final una referencia que no nos deja de llamar la atención, ya que se trataría de un hijo mayor del matrimonio Barros Valdés, su nombre: Juan Bautista Barros, bautizado en agosto de 1883 y fallecido el 19 de agosto de dicho año. Ello lo convertiría hasta ahora en el primer hijo fruto del matrimonio:


40


41

Esperamos que esta referencia no sea causada a raíz de una duplicidad o mal registro con el otro hijo del mismo nombre nacido en 1899, pero por ahora el dato parece convincente. ANTECEDENTES DE LOS HIJOS NACIDOS EN CHILE LUEGO DEL RETORNO (REPATRIACIÓN): Sin el deseo de alterar la línea temporal he decidido dejar a los hijos nacidos en argentina para el final, ello pues en el proceso de investigación es más interesante hacerlo así. De este modo el primer hijo nacido en Chile luego de la repatriación sería Juan Bautista Barros: Nacido en San Carlos, Ñuble, el 24 de febrero de 1899 y fallecido el 21 de febrero de 1900, que ya desarrollamos anteriormente. Además nos constan que llegaron a Aysén las hermanas Eduviges y Teresa Barros, que se registran según información del SRCEI como nacidas en Chile respectivamente en los años 1901 y 1903 e inscritas en la circunscripción de Curacautín, lo que las convertiría en las hermanas más jóvenes de que se tenga noticia y que migraron a Aysén junto a sus padres y hermanos Rosalino e Higinio. El hecho de haber nacido estas hijas en otra jurisdicción nos da a entender inequívocamente que la familia al retorno de Argentina permaneció poco tiempo en San Carlos, migrando nuevamente pero esta vez al sur de Chile, posiblemente aprovechando la ley migratoria que asignaba terrenos a los repatriados, no obstante nos queda la duda del lugar exacto y periodo de permanencia en la Araucanía, siendo tal vez Pitrufquén o Villarrica el lugar de establecimiento. ANTECEDENTES DE LOS HIJOS NACIDOS EN ARGENTINA (NEUQUÉN): Tal como explicamos, algunos hijos nacieron en el país vecino y nos consta su existencia: Así tenemos a Carmen, censada en 1895, junto a Higinio también argentino, ambos registrados en el certificado consular de enero de 08 de 1899. Pero descubrimos a más hijos. El 15 de noviembre de 2016, buscando genealogías en la base de datos de familysearch.org encontré una referencia respecto a Carmela Barros Valdéz, que se habría casado con don José del Carmen Sepúlveda Rivera en la localidad de Pitrufquén (Chile). Luego por la información del portal electrónico myheritaje.es descubrimos que ella habría tenido una hija llamada Rosalba Sepúlveda Barros, la cual habría nacido en 1913 y fallecido en el año 2000, y el marido de esta última habría sido José Miguel Flández. En el mismo portal de señala una hija de Rosalba llamada Filomena Flández Sepulveda, curiosamente en el acceso digital del diario EL CHUBUT – ARCHIVO FUNEBRE – de fecha viernes 5 de julio de 2013, aparece el siguiente mensaje: “FILOMENA FLANDEZ SEPULVEDA (Mena) (Q.E.P.D.) Ayer 04/07/13 a las 16:45 falleció en Trelew a la edad de 75 años. Su esposo, hijos, nietos, bisnietos y demás familiares participan su deceso. Sus restos recibirán sepultura en el cementerio Parque Jardín del Cielo hoy 05/07/13 a las 17:00. Su sentida desaparición enluta a las familias Ocampo, Flandez, Cortez, Muñoz, San Pedro, Barros, Brunt, Perez, Garcia, Vera, Aburto, Coñuecar y otras. Sala velatoria 28 de Julio…” Luego de encontrar estos antecedentes y de una exhaustiva búsqueda en internet que me aportó alguna que otra información, recién en noviembre de 2016 tuve antecedentes de la existencia de descendientes de Carmela Barros Valdés y me atreví a contactarlos vía remota, con paciencia esperé y finalmente en enero de 2017 pude


42

contactar a Alina Rebeca Cortéz radicada en la ciudad de Trelew, Argentina. Ella es bisnieta de Carmela Barros Valdés y nieta de Rosalba Sepúlveda Barros, y disfruta de pasión por la investigación genealógica, prueba de ello son los aportes que me hizo para este documento. Esto es un extracto textual de lo que me contó respecto a sus antepasados: “Carmela [Barros Valdés] tuvo con mi bis abuelo José del Carmen Sepúlveda Rivera tres hijos, Rosalba nac 1913, Marta en 1917 y Juan en 1918 todos nacidos en Pitrufquen, Valdivia. Luego, Carmela se volvió a casar, fue con Miguel Quintana y tuvieron una hija llamada Aurelia (hasta ahora no sabemos nada más) tuvo otro matrimonio con un Sr. Sáez y tuvieron una hija llamada Elisa la cual falleció en Centenario, Neuquén, Argentina.Volviendo a mis bis abuelos [Rosalba] ellos vivieron por un tiempo en Pitrufquén y Osorno, Carmela posiblemente falleció en Villarrica alrededor de 1954. No sabemos dónde se casó ni en qué fecha. Por ahora esto sería todo lo que sabemos… En cuanto al nombre completo de mi bis abuela [Carmela Barros V.] no lo sé, no creo que sea el de Elena del Carmen o el de Rosa del Carmen que encontré. Creó que por ahora lo voy a dejar cómo estaba puesto hasta que consiga más información...”4 La comunicación con Alina fue mutuamente muy provechosa, pues ella desconocía varios antecedentes que manteníamos de la familia y de su vínculo con la ciudad de San Carlos, con esos datos se pudo revisar nuevamente los registros mantenidos en Argentina y se tuvieron resultados muy útiles como descubrir otros hijos. Respecto a la hija Carmen Rosa tuvimos acceso a un antecedente inédito, cuál es su registro parroquial de bautismo en Chos Malal, celebrado el 20 de julio de 1890:

4

Comunicación vía correo electrónico de fecha 17 de enero de 2017.


43

Nótese que la menor nació en el lugar de su bautismo el 16 de julio de 1890, y su padre José Isidro tenía según se detalla 31 años y su madre Elisa Valdés solo 29. Son sus padrinos Juan Santiago Sepúlveda y Matilde Oses. Por lo descrito y su fecha de nacimiento es muy probable que Carmen Rosa sea la misma Carmen de 5 años que se censó en 1895. Las bases parroquiales de bautismos a que tuvimos acceso en el portal familysearch.org por su antigüedad y volumen, no están por el momento enlazadas a buscadores digitales por lo cual la revisión fue lenta (hoja a hoja), y pasado algún tiempo pudimos visualizar dos nuevos antecedentes relativos a libros parroquiales donde figura el bautismo de IGINIO (Higinio) en Chos Malal, en tal registro de adjuntan datos de nacimiento del menor que se informa nacido el 07 de enero de 1895, y que su nombre sería el indicado y no Virginio como se registró en el censo:

Siguiendo con el análisis encontramos antecedentes parroquiales del bautismo del infante ELIODORO BARROS VALDÉS, realizado con fecha 15 de noviembre de 1891 en la iglesia parroquial La Purísima de Chos Malal, como datos del niño se certifica su nacimiento el día 12 de ese mes y año, y sus padrinos serían Ismael Acuña y Matilde Oses (nuevamente). Dato curioso es que los padres se anotan como originarios de Linares y no de San Carlos:


44


45

Ya que no encontramos referencia a este niño en el censo de 1895, creemos que podría haber fallecido en su niñez o haberse registrado con otro nombre o en otro grupo familiar. Luego descubro un antecedente, respecto al bautismo de otra hija: ROSENDA DEL CARMEN BARROS VALDÉS, bautizada por José Isidro y Elisa en Chos Malal el 03 de septiembre de 1893, a la que se describe como nacida en esa localidad el 24 de agosto de 1893, sus padrinos son José Rodríguez y Matilde Oses (Se repiten). También llama la atención que no haya sido empadronada junto a la familia en el censo de 1895, lo cual nos hace especular sobre su fallecimiento. Buscada en dicho censo a una menor con sus nombres no pudo obtenerse resultados positivos.

Ya para el 14 de julio del año 1896 figura un registro de otro hijo; ROSENDO (parece decir Rosenda pero veremos luego su defunción), nacido el día 13 del mismo mes y año. Los padrinos fueron Juan Lara y Mercedes Moya:


46

Luego el 05 de septiembre de 1897 encontramos (Alina) su defunciรณn, con 14 meses de vida:


47

Testigos del acto Juan Lara de 40 años y Zenón Rodríguez de 35 años.


48

Luego por lo que transmitió la abuela de Alina ella sostiene la existencia de otro hijo llamado IGNACIO, así lo relata: “En cuanto a Ignacio y los demás nombres los recordó mi abuela no así sus fechas o lugares de nacimiento o algún detalle de sus vidas, ella (Rosalba) se casó en San José de la Mariquina con José Miguel Flández Barría y tuvieron tres hijos, enviudó en 1938. En el año 1957 se casó con Porfirio Maximiliano García Muñoz en Osorno viniéndose a vivir a Argentina, a Comodoro Rivadavia, luego vienen a Trelew en el año 1960… Falleciendo los dos en Trelew, mi abuela falleció a los 87 años y no tuvieron hijos… Los nombres que mencionó mi abuela fueron los de: Carmela, Eduviges, Iginio, Ignació, Rosa, Rosalino y Teresa”. Alina tiende a pensar que su bisabuela Carmela se trataba de una persona distinta a las niñas Elena del Carmen y Carmen Rosa, posición que yo respetuosamente no comparto respecto a la última mencionada ya que creo que Carmela y Carmen Rosa son la misma persona, y se trataría de la Carmen que se menciona en el certificado consular en Neuquén del 08 de enero de 1899, (ya que de haber nacido luego [recordemos que Juan B. nació en 1899] habría sido madre a los 12 o 13 años, algo posible pero no muy común) no obstante por respecto a la posición de Alina prefiero no involucrarme en el tema. Luego sabemos también que Eduviges, Teresa, Rosalino e Higinio migraron a Aysén, Rosa podría corresponder a Rosenda o hasta ser otra hija, pero respecto a Ignacio fue imposible encontrar antecedentes en las bases genealógicas disponibles en internet, sin embargo ese hecho no es decisivo pues a esta altura Teresa y Eduviges tampoco aparecen en esas bases de datos, sino que lo hacen en las del SRCEI, por lo tanto buscados allí antecedentes la única referencia mediamente útil se refiere a un JOSÉ IGNACIO BARROS, nacido el 22 de julio de 1898 en la circunscripción de Linares, luego casado con Auristela Calderón y Ofelia Nuñez, fallecido en Talca el 07 de junio de 1988. También en el registro mencionado existe una referencia a una “ROSENDA BARO” sin más antecedentes que una incompleta fecha de nacimiento signada como 00/00/1888, dato que no aporta mayormente en nuestra búsqueda. En cuanto a Elena consultado el SRCEI aparece un dato concluyente: Ella habría nacido el 04 de octubre de 1874 y habría fallecido en la circunscripción de Lonquimay con fecha 08 de enero de 1968, anotado el hecho bajo el N° 3 del registro de defunciones de tal año y circunscripción. Luego figura como sus padres “ISIDRO Y ELISA”. Es poco probable un alcance nombres, pero por otro lado el año de nacimiento nos merece reparos. Siguiendo con esta línea intentamos encontrar antecedentes ante el mencionado servicio respecto a los hijos de Carmela, vale decir Rosalba, Marta y Juan, todos Sepúlveda Barros, encontrando referencias bajo esos nombres solo respecto a un JUAN SEPÚLVEDA BARROS, nacido el 27/12/1918 cuya circunscripción de nacimiento es Pitrufquén, casado en la circunscripción de Concepción bajo el N° 251, el 21-03-1947 con doña Melania Rubilar, produciéndose el fallecimiento de éste en la circunscripción de Cabrero el 08/12/2001. Por otro lado siguiendo la pista a la hija nacida de Carmela Barros con el Sr. Sáez, encontramos este dato muy interesante: ELISA DEL CARMEN SÁEZ BARROS, nacida en Villarrica el 08/03/1930 e hija de Francisco y Carmen. Así, si ésta fuera la Elisa Sáez Barros que buscamos entonces Carmela en realidad podría llamarse Carmen. CUADRO FAMILIAR: Así con esta nueva información el cuadro familiar quedaría compuesto de la siguiente forma: José Isidro Barros Candia: - De 26 años (26 de octubre de 1886), según inscripción de nacimiento de su hija Elena. Por tanto habría nacido en 1860 aproximadamente. - De 30 años (18 de septiembre de 1888), según inscripción de nacimiento de su hijo José Arturo. Pudiendo haber nacido en 1858. - De 31 años (al 20 de julio de 1890), según el registro de bautismo de Carmen en Neuquén. Así habría nacido posiblemente en el año 1859. - Pero luego se consignaría nuevamente como de 31 años (al 21 de julio de 1895), según el censo de Neuquén, con 14 años de matrimonio y huérfano de padre y madre, así probablemente habría nacido en el año 1864.


49

- Por otro lado en el certificado de Consular del 05 de junio de 1896 se le registra nuevamente de 31 años, por lo tanto probablemente nacido en el año 1864. - De 43 años (al 14 de marzo de 1899) según inscripción de nacimiento de su hijo Juan Bautista. Nacido según este dato en 1856 aproximadamente. Elisa del Carmen Valdés Palma: - De 26 años (26 de octubre de 1886), según inscripción de nacimiento de su hija Elena. Por tanto habría nacido en 1860 aproximadamente. - Luego se registra de 29 años (al 20 de julio de 1890) según el registro de bautismo de Carmen. Así su fecha de nacimiento cambia a probablemente al año 1861. - De 31 años (al 21 de julio de 1895), según el censo de Neuquén, con 14 años de matrimonio y huérfana de padre y madre, probablemente nacida en 1864. Ambos posiblemente casados el 31 de julio de 1882 en San Carlos, Ñuble, Chile. Datos que coinciden con los nacimientos de los hijos y lugar de residencia. Incluiremos entonces a los siguientes hijos todos de apellido Barros Valdés: 1. Juan Bautista Barros Valdés: Bautizado en Agosto del año 1883 en San Carlos, Ñuble, y fallecido el día 19 del mismo mes y año también en San Carlos. Toda la información obtenida sin tener a la vista los documentos oficiales. 2. José Rosalino Barros Valdés: Nacido en San Carlos, Ñuble, el 30 de agosto de 1884, bautizado en la misma ciudad el 25 de enero 1885. Registrado como menor de edad en certificado consular de Neuquén en el año 1899. Migró a Aysén a comienzos del siglo XX y dejó descendencia. 3. Elena Del Carmen Barros Valdés: Nacida en San Carlos el 04 de octubre del año 1886 y bautizada en dicha ciudad el 10 de octubre del mismo año. Registrada como menor de edad en certificado consular de Neuquén en el año 1899, y fallecida probablemente en la circunscripción de Lonquimay 1968. 4. José Arturo Barros Valdés: Nacido en San Carlos el 01 de septiembre del año 1888 y bautizado en la misma jurisdicción el 16 del mismo mes y año. Se desconoce destino. 5. Carmen Rosa Barros Valdés: Nacida en Chos Malal, Neuquén, Argentina, el 16 de julio de 1890. Registrada en el censo de Neuquén de 1895 y en el certificado consular de 1899. Probablemente retornó a Chile desde Neuquén. 6. Eliodoro Barros Valdés: Nacido en Chos Malal, Neuquén, Argentina, el 12 de noviembre de 1891. Bautizado con fecha 15 de noviembre de 1891 en la iglesia parroquial “La Purísima de Chos Malal”. No fue censado en 1895. 7. Rosenda del Carmen Barros Valdés: Bautizada en Chos Malal el 03 de septiembre de 1893, y nacida en esa localidad el 24 de agosto del mismo año. Sin más antecedentes. No fue censada en 1895. 8. Higinio (Iginio) Barros Valdés: Nacido en Chos Malal, Neuquén, Argentina el 07 de enero 1895. Registrado como “Virginio” en el censo argentino de 1895. Registrado como menor de edad en certificado consular de Neuquén en el año 1899. Emigró a Aysén a comienzos del siglo XX junto a sus padres y no dejó descendencia. 9. Rosendo Barros Valdés: Nacido en Chos Malal el 13 de julio del año 1896 y bautizado el día siguiente. Fallecido el 18 de agosto de 1897 en Chos Malal. 10. Juan Bautista Barros Valdés: Nacido en San Carlos, Ñuble, el 24 de febrero de 1899 y falleció en el mismo lugar el 21 de febrero de 1900.


50

11. Carmela Barros Valdés: Madre de Rosalba Sepúlveda Barros y bisabuela de Alina Rebeca Cortéz. Según ésta última Carmela no correspondería ni a Elena ni a Carmen. Nosotros entonces la suponemos nacida a fines del siglo XIX y no luego, ello pues dio a luz a Rosalba en el año 1913. 12. Eduviges Barros Valdés: Según información del (SRCEI) nacida en Chile en el año 1901 e inscrita en la circunscripción de Curacautín. Arribó a Aysén a comienzos del siglo XX y dejó descendencia. 13. Teresa Barros Valdés: Según información del (SRCEI) nacida en Chile en el año 1903 e inscrita en la circunscripción de Curacautín. Según antecedentes familiares nacida el 03 de agosto de 1901. Arribó a Aysén a comienzos del siglo XX y dejó descendencia. 14. Ignacio Barros Valdés, no se ubicaron datos fidedignos que sugirieran razonablemente que se trata del menor nacido el 22 de julio de 1898. Queda claro por lo expuesto que al 16 de septiembre del año 1888 la familia se encontraba en San Carlos, y que luego el 16 de julio de 1890 estaba en Chos Malal, por tanto en un periodo que corre entre esas dos fechas se produjo la migración de José Isidro y familia desde Chile a Argentina. Por otro lado, todos los hijos mencionados solamente Rosalino, Elena, Carmen e Higinio, se encontraban junto a sus padres para el 08 de enero de 1899, según el certificado consular, retornando a Chile, suponemos todo el grupo familiar, luego de una estadía de aproximadamente 10 años en Argentina. INDAGACIONES RELATIVAS A OTROS FAMILIARES. El objetivo de esta investigación era determinar el origen de la familia antes de llegar a nuestra región, mismo que ya vimos en primera instancia fue San Carlos, luego Neuquén y finalmente la familia se dirigió a la Araucanía (Pitrufquén, Curacautín). Pero también deseaba conocer los verdaderos nombres de mis tatarabuelos y ojalá de sus padres. Como vimos el hecho de encontrar noticias sobre otros hijos reorientó la búsqueda en un sentido más horizontal que vertical debiendo destinarse tiempo y recursos en su búsqueda y análisis. Como primera aseveración diremos que con los medios de que disponíamos hasta mediados de febrero de 2017 no era posible confirmar los nombres de los padres de José Isidro, por otro lado en cuanto a Elisa las noticias serían un poco más alentadoras. Respecto a los padres de José Isidro: En un inicio realizamos varios hallazgos, pero uno nos pareció mucho viable que los demás, atendidas las coincidencias de apellidos y el lugar de residencia de las personas estudiadas. Todo se origina con el descubrimiento de una referencia de un matrimonio entre un tal José Manuel Barros y una Alejandra Candia, celebrado el 22 de octubre de 1855, de nuevo en San Carlos5. De nuevo no había imagen del acto:

En este sentido descartamos seguir estudiando por ahora la genealogía de otro José Manuel Barros, cuya defunción se registró en Linares durante el año 1902, bajo el n° 524 del 07 de julio, pues creemos que no corresponde al sujeto que buscamos, pues si bien la edad puede concordar (70 años) y uno de los testigos del hecho es de apellido Valdés, este José Manuel es viudo de María del Carmen Urrutia y no de una cónyuge de apellido Candia como esperábamos. También descartamos seguir analizando la genealogía de don José Manuel Baro y Rodríguez fallecido por “pasmo”en Coihueco (en casa de Bentura Baro) el 08 de julio de 1885, según reporta don Juan de la Cruz Baro, pero la pista se frustra cuando se lee que el fallecido sería viudo de Pabla Merino y Pincheira, y él tendría recién 40 años al momento de su muerte por lo cual no podría ser padre ni hermano de José Isidro sino a lo más algún pariente. Los testigos fueron: Juan Bautista Mendez y Santiago Lara, coincidentemente es apellido se repite en Chos Malal como testigo de bautismo de Rosendo Barros Valdés. 5


51

Esa pareja luego registró una hija llamada María Marcelina Barros, fallecida al año de edad, hecho ocurrido el 30 de enero del año 1874:


52

Todo parece aclararse, cuando se ve el acta de defunción de José Isidro Barros a la cual tuvimos acceso en oficinas del SRCEI de Coyhaique, donde entre otras cosas muy interesantes se lee que tal como supusimos él era hijo de MANUEL BARROS Y ALEJANDRA CANDIA, confirmando nuestra primera impresión y quedando establecido el verdadero nombre de sus padres:

José Isidro Barros Candia, finalizó sus días un 08 de marzo de 1930, en Valle Simpson, por una afección al estómago y según se narra fue sepultado en el cementerio de Valle Simpson. Llaman la atención su edad al momento de su muerte que se expresa en 85 años, por lo cual debería haber nacido en 1845, año que no coincide en mucho con los otros datos aportados por él mismo en varios actos que ya vimos, lo cual me lleva a pensar que en este caso su edad pudo ser exagerada por quien realizó los trámites de defunción.


53

Eventuales hermanos de José Isidro: Ya conociendo que sus padres fueron Manuel o José Manuel Barros y Alejandra Candia, por lógica podemos afirmar que la fallecida María Marcelina Barros, fue su hermana, misma que evidentemente no habría dejado descendencia. Pero por otro lado, surgen en los registros físicos de la época algunas pistas sobre otros familiares, por ejemplo lo que les narraré: En San Carlos, el 08 de septiembre del año 1885, el oficial de registro civil da fe que compareció ante él un tal Juan Bautista Barros y Candia, Chileno, 27 años (nacido en 1858), agricultor, declarando que en la subdelegación N° 12 se produjo el nacimiento el pasado 15 de agosto de su hija a quien llamó Sara del Carmen. La madre de la recién nacida es doña Juana de Dios Opazo y Uribe. Testigos de la identidad del solicitante fueron don Reimundo Sepúlveda Navarrete y don Eduardo Muñoz y Sanchez, dejo un extracto:

Luego recuerdo haber estudiado a esta familia antes, cuando buscaba rastros de Teresa Barros en el censo argentino de 1895.Por ello volví a revisar dicho padrón donde se registra a Juan Bautista Barros censado junto a Juana de Dios Opazo, en el departamento 02, distrito 03 de Neuquén. Él declara ser chileno, 37 años de edad (edad concuerda a la aportada en Chile), casado, agricultor, no sabe leer ni escribir, tiene propiedad raíz. Ella declara, ser chilena, 30 años de edad, casada, costurera, no sabe leer ni escribir, 6 hijos y 13 años de casada. Por lógica los hijos están censados a continuación, de mayor a menor: Sara del Carmen Barros, Chilena de 11 años, Daniel (9 años), José Nieves (6 años), Teresa (4 años) y Juan Antonio (2 años), todos estos últimos nacidos en Neuquén (no se anota un quinto ni un sexto hijo, ¿Habrán quedado en Chile, estarían


54

fallecidos?). Con estos antecedentes no hay duda, se trata de las mismas personas, y al menos desde hacía 9 años antes del censo, o sea desde el año 1886 se encontraba radicados en Argentina. Luego vuelvo a revisar las bases de datos de Chile y encuentro la referencia a su matrimonio celebrado el 19 de junio de 1882 en San Carlos, lo que es consistente con el hecho que afirmen tener 13 años de matrimonio en el censo argentino:

También en las bases de datos de familysearch, se registran otros hechos importantes de la familia en Chile, así por ejemplo hay un hijo de la pareja denominado Marcos Antonio Barros (fallecido 15 de enero de 1884), y otro menor llamado “Marcos Brelio Barro” entendemos que sería Marcos Aurelio o el mismo Marcos Antonio, bautizado en 1883, ¿A ellos se referirá Juana de Dios cuando dice tener 6 hijos en el censo argentino? Revisados los registros de bautismo de la capilla de Chos Malal aparecen ambos padres bautizando a José Daniel el 29 de julio de 1887:


55

Luego en los registros parroquiales de Neuquén, figuran con fecha 13 de noviembre de 1892, nuevamente bautizando a su hija Teresa del Carmen (mismo nombre de nuestra tía Teresa) nacida en Chapúa (aprox 30 km al norte de Chos Malal) el 14 de octubre de aquel año:

Más adelante visualizamos otro registro, esta vez del bautismo de Juan Antonio realizado el 06 de octubre de 1895 en Mallín, Neuquén:


56

Luego del censo aparecen bautizando a su hijo Pedro Pablo nacido el 18 de enero de 1897:

Dado lo señalado existen demasiadas coincidencias entre esta familia y los Barros Valdés, ello se resume en la concordancia de los apellidos de los padres de familia (Barros Candia) y de las posibles fechas de sus nacimientos, coincidencias de nombres de los grupos familiares (Juan Bautista y Teresa), concomitancias en las fechas de verificación de actos solemnes (bautismos, nacimientos), perfil de la familia, coexistencia en lugares comunes como San Carlos y Neuquén, en fin varias pistas que me han llevado a creer que JUAN BAUTISTA Y JOSÉ ISIDRO BARROS CANDIA, eran hermanos o a lo menos familiares. Continuando con otros familiares de mi tatarabuelo, de casualidad doy con una Nieves M Barros, censada en el Distrito 03 (Población rural), Departamento 02, Neuquén, Argentina, tiene 31 años, casada, anotada junto a José Ysmael Opazo, ella dice tener 3 hijos y 8 años de casada a continuación se habla de los niños Bonifacio, Felipa y Moisés todos argentinos. Sin duda este grupo es interesante pues Juan Bautista Barros Candia, eventual hermano o primo de José Isidro estaba casado con una tal Juana de Dios Opazo. Entonces vuelvo a los registros de Chile, precisamente de Ñuble, y ahí encuentro el antecedente de su matrimonio celebrado en 1888:


57

Enseguida veremos que aparecen en el registro parroquial de bautismos de la zona de Mallín, Neuquén, el 28 de mayo de 1894. El bautizado es José Moisés nacido el 18 de ese mes y año. El Padrino Bautista Barros, ¿Será Juan Bautista Barros Candia?, por menos en el censo argentino de Neuquén no figura ningún “Bautista Barros”, sino que únicamente 3 “Juan Bautista Barros” de ellos uno nació en 1888 y el otro en 1889, entonces nos queda solo uno, y ese es nuestro Juan Bautista Barros Candia, por ello la posibilidad que un año antes del censo estuviera compareciendo como padrino es alta, y se puede suponer lazos sanguíneos con María de las Nieves Barros y políticos con José Ysmael Opazo:

Anteriormente el 02 de junio de 1892, los “Opazo Barros” figuraban en el registro parroquial de bautismo de Chos Malal, Neuquén. La bautizada es Felipa del Carmen nacida el 01 de mayo de ese año. La madrina es Natividad Opazo:


58

Luego bautizando el 12 de octubre de 1896 a Manuel Sixto, en la localidad de Las Ovejas, Neuquén:

También como padrinos de María Rita del Carmen Aravena Ramírez y José Blas Rodríguez Opazo, en los meses de junio de 1891 y febrero de 1897. Después en “Las Ovejas”, Neuquén, el 13 de noviembre del año 1898 bautizando a Moisés del Pilar Opazo Barros:


59

Finalizadas las referencias expuestas creemos que María de las Nieves podría corresponder a un hermana o parientes de José Isidro Barros. Conocedores del riesgo de errar siguiendo una línea familiar equivocada dejamos de lado otros grupos familiares que pudimos revisar ya que por diversas razones sus particularidades no formaban suficiente convicción respecto a que fueran familiares de mis ancestros, el tema es tan delicado que si no se estudia íntegramente un caso se puede caer en un error de proporciones, les dejo un ejemplo: Existió según los registros computacionales un Gregorio Barros, que estudiamos al inicio solo por criterio de domicilio y por estar casado Victoria Opazo (23 años, costurera), que como vemos comparte apellido con la cónyuge de Juan Bautista. Gregorio Barros de 28 años de edad (a 1886 por ello nacido aprox., en 1958), fue padre José Gregorio Segundo Barros Opazo, nacido un 31 de Mayo del año 1886 en Talca, Maule, Chile, y que fuera inscrito en el registro de nacimiento de esa ciudad bajo el N° 430. Luego de seguir investigando la red familiar descubrimos algunos archivos donde a don Gregorio le apellida Barrios tal como se lee en los registros de nacimientos y defunciones de sus hijos Zoila, Froilán y Teresa, por tanto al ser Barrios no se relaciona con los Barros Candia. Una pista falsa y que obedece a un error de transcripción de las bases de datos. Ascendientes de Elisa Valdés Palma: Respecto a ella, aparecen las referencias digitales ya mencionadas sin poder visualizar documentos oficiales, no obstante rastreando en esas mismas bases de datos las coincidencias de apellidos Valdés, Valdez, y Palma, en la ciudad de Ñuble, podemos citar algunos hallazgos interesantes: Se menciona, esta vez afortunadamente con registro de fotográfico, en un acta de defunción de la jurisdicción de San Carlos Ñuble, a un tal Pedro Valdés Palma anotado en tal registro bajo el N° 583 (577) del 17 de julio de 1890. En tal documento se indica que el deceso del joven ocurrió el 16 de julio del mencionado año, a causa de “peste viruela” a las 07 de la noche, acontecido en calle Chacabuco, sepultado en el cementerio municipal. Se añade que el joven tenía 25 años (nacido en 1865), era soltero, de profesión gañan y que sus padres eran Domingo Valdés y Tránsito Palma, la inscripción fue solicitada por Pabla Barrientos, de 40 años, costurera, domiciliada en calle Chacabuco, que no sabe firmar. La dirección familiar es interesante, pues es la que en variadas ocasiones citaron los Barros Valdés en actos públicos. Adjunto extracto:


60

Llama la atención que igualmente hay una referencia en el mismo portal de internet respecto al fallecimiento de Pedro, pero esta vez aparece como casado con “Jertrudiz Gusman”, sin embargo no hay imagen del documento original. En la misma base de datos se menciona nuevamente a un Domingo, pero esta vez como “Valdez”. Aquí no hay foto del acto, y la referencia habla de su defunción ocurrida en San Carlos, Ñuble, Chile, el 16 de Octubre de 1874 a los 38 años, se informa como fecha de nacimiento al año 1836, y se menciona a su cónyuge María Del Tránsito Palma. El hecho de su fallecimiento es coherente con que en el censo argentino de 1895 Elisa expresara ser huérfana.


61

Entonces fue providencial encontrar un 08 de junio de 2017 el acta de defunción de Elisa, archivada en oficinas del SRCEI donde se concluye sin lugar a dudas que DOMINGO Y MARÍA DEL TRÁNSITO son sus padres:


62

Interesante es leer que se describe como fallecida por “grippe” el día 06 de noviembre de 1936, además de ser natural de Linares y de 86 años, edad que creemos algo exagerada pues la situaría como nacida en 1850, lo que no cuadra con otros actos de donde se concluyen otras fechas de nacimiento, a lo que podemos añadir que de haber nacido en el año declarado habría tenido a sus últimas hijas en una edad mayor a los 50 años lo cual no parece muy probable. Ella fue enterrada en el cementerio de Río Blanco, suponemos que junto a su marido, que no obstante como vimos se informó como sepultado en Valle Simpson. Como información adicional no podemos dejar de destacar que revisada el acta matrimonio (segundo) de su hermano José Mercedes Valdés Palma, celebrado en 1921, se lee el segundo apellido de su madre; ZUÑIGA:


63

De este modo don DOMINGO VALDÉS y a doña MARÍA DEL TRÁNSITO PALMA ZÚÑIGA, serían los padres de mi tatabuela Elisa Valdés Palma. A esta altura del trabajo me permito hacer un alcance que venía guardando desde un tiempo. Ha quedado claro que Domingo Valdés habría fallecido en 1874 a la edad de 38 años, ¿Pero qué fue de la suerte de su mujer María del Tránsito? En los registros computacionales no deja de llamarnos la atención dos coincidencias que nos llevan a pensar que tal vez ella rehízo su vida con un nuevo cónyuge. Así figura un matrimonio entre una “Maria Del Transito Palma” y un “Juan De Dios Muñoz” celebrado en 21 de abril de 1878 en San Carlos. Recordemos que estudiamos a un Juan de Dios Muñoz anteriormente ya que figuraba como testigo en algunos actos relacionados a la familia por lo cual podemos reconocer que no suena muy desproporcionado pensar que él era parte del núcleo familiar gracias a su matrimonio con María del Tránsito. La segunda referencia a un posible nuevo matrimonio de María del Tránsito, surge de una anotación en ese sentido practicada de nuevo en San Carlos en el año 1876 donde se describe a una mujer con su nombre como casada en 1876 con don Evaristo Astudillo, con el cual tendrían por lo menos 2 hijos, uno en 1878 (José Lorenzo) y otro en 1884 (Evaristo Segundo). Es probable que ninguna de las dos mujeres corresponda a nuestra antepasada ya que según vimos su nombre era común en la zona y época, y por otro lado en ninguna de las referencias se menciona su segundo apellido Zuñiga, pero en caso de elección me inclino a creer que es más probable que corresponda a la mujer casada con Muñoz en 1878. De lo contrario sería una destacable coincidencia de circunstancias. Solo como muestra de ciertas coincidencias hablaremos de otros Valdés Palma encontrados que pueden tener relación con nuestros antepasados, insisto, búsqueda realizada por coincidencias de apellidos y lugar de origen (San Carlos). De este modo revisamos el registro de defunciones de San Carlos, y tropezamos con una inscripción bajo


64

el N° 114 de fecha 09 de noviembre de 1890, el nombre de la difunta: María Petrona Valdez Palma, fallecida un día antes dando a luz, en el domicilio de fundo Lara, su cónyuge era José Miguel Almaza. Es curioso que ella tuviera 30 años (nacida aprox en 1860), pero se consigna que sus padres fueron José León Valdez y María Isabel Palma. No podemos descartar tampoco esta línea familiar en parte porque por la fecha de nacimiento de la fallecida y por su domicilio, bien podría haber sido prima de Elisa. Un testigo parece ser José Antonio Candia:

Están son las líneas familiares que en este estudio aparecen como más razonables, ello basados en los criterios expuestos, aunque no todos los registros están publicados en medios electrónicos, y existe la posibilidad que parte de la familia no estén incorporados a estos registros o que bien hayan residido en otras provincias, siendo nuestros Barros Valdés los primeros en vivir en San Carlos. El error es posible y por ello seguir escudriñando en estas líneas familiares con los medios de los que dispongo nos podrían llevar a un camino poco serio, así dejaremos por el momento fuera de estudio a: - Mercedes Valdés Palma, hija de Eloi Valdés y Carmen Palma, casada el 08 de Noviembre de 1903 con José del Carmen Sereño Armijo en Melipilla, Región Metropolitana. - María Isabel Valdés Palma, nacida el 28 de octubre de 1889, en Melipilla, Región Metropolitana de Santiago. Hija de Eloi Valdés y Carmen Palma de Valdés. - Aliro del Carmen Valdés Palma, nacido en 1884, inscrita su defunción 3 años más tarde en San Fernando, Colchagua, O'Higgins, Chile. Hijo de Sebastián Valdés y Benedicta Palma. - Sara Valdés Palma, hija de Sebastián Valdés y Benedicta Palma, casada el 23 de junio de 1909 con Francisco Navarro Ramírez en Santiago, Región Metropolitana, y nacida en San Fernando el 06 de marzo de 1889. - Ercilia Valdés Palma, fallecida a los 26 años el 6 de agosto de 1896, hija de Enrique Valdés y Gregoria Palma. Inscrita la defunción en Santiago.


65

Hermanos de Elisa: Me permito atendido lo anterior, incluir a Pedro, ya vimos fallecido en 1890; Y a José Mercedes Valdés Palma, él nació según el SRCEI el 28 de agosto de 1863. Si bien este estudio no trata de él, salta a la vista que confirma la mancomunión de familias Muñoz, Barros y Valdés. Al efecto encontramos un certificado de defunción de su hija Juana María Valdéz Muñoz, realizada también en San Carlos el 24 diciembre de 1890, la madre de la menor es Trinidad del Carmen Muñoz, el fallecimiento de la infante ocurre en calle Chacabuco, el padre no sabe firmar y declara tener 27 años de profesión agricultor, firman como testigos: Juan de Dios Muñoz, y un José Raimundo Jeldres. Es muy probable que el Juan de Dios Muñoz (que podría ser padrastro de José Mercedes) sea el mismo que aparece también como testigo en el acta de defunción de Juan Bautista Barros Valdés en el año 1900, lo mismo pasa con Jeldres que aparece como testigo en la inscripción de nacimiento de José Arturo Barros Valdés el 18 de septiembre de 1888. Puede que los Muñoz, Jeldres, Valdés y Barros, hayan sido amigos, vecinos y parientes en un gran abanico de combinaciones. Dejo el extracto de la inscripción:

También existe registro documental del nacimiento en San Carlos, de la misma niña Juana María Valdez Muñoz, con los datos y testigos ya mencionados:


66

Siguiendo con José Mercedes Valdés Palma y Trinidad Muñoz, se registran como casados según antecedentes digitales con fecha 12 de abril de 1887 en San Carlos, pero no hay imagen del acta:


67

Entonces podemos suponer que José Mercedes se casó 2 veces, ya que como vimos el 23 de abril de 1921 celebró con la misma Trinidad Muñoz Fritz el contrato matrimonial en la circunscripción de Río Simpson. Luego vuelve a aparecer, esta vez inscribiendo a una hija en el registro de nacimientos de Victoria (Traiguén), nombre de la menor Dorila del Carmen Valdés Muñoz, nacimiento ocurrido el 24 de septiembre de 1889 en Curacautín, donde también fijan domicilio los padres.

Ello es coherente con la fecha de repatriación de esta familia que según pudimos ver en el archivo nacional fue 1896. Con los visto nos queda claro que a lo menos en esa etapa los Valdés Muñoz luego de su periplo por Argentina migraron a Traiguén, la pregunta que surge por si sola es ¿Luego de retornar a San Carlos, a donde fueron los Barros Valdés? El reconocimiento de la calidad de colono de José Isidro Barros podría haber traído consigo un beneficio y ese era el de concedérsele una hijuela de hasta 80 hectáreas. De los antecedentes obtenidos pensamos, hasta ahora, que el destino probable de la familia fue Pitrufquén, Lonquimay o sus alrededores, ya que ahí como marco general se concedieron multitud de hijuelas a colonos repatriados y extranjeros, y desde el punto específico existen relatos que al menos Carmela hizo vida de familia en ese lugar y enseguida veremos que no fue la única hermana vinculada a ese destino en años posteriores a la salida desde Neuquén, sino que también esa provincia de relaciona con Teresa, Eduviges y Elena Barros. REFLEXIONES SOBRE REDES FAMILIARES. En este estudio me he empeñado en señalar apellidos de testigos y otras personas que digan tener relación con nuestro grupo familiar, ello es importante pues se podría descubrir vínculos de amistad o sanguíneos, que nos ayudaren a determinar los círculos que frecuentaba nuestra familia y los lugares de residencia, tal vez un testigo resultara ser un abuelo, un cuñado o un hermano.


68

En este orden de cosas por lo menos en Chile los apellidos Muñoz, Opazo, Oses, Candia, Barros y Valdés, aparecen muy vinculados entre ellos, claro está, que como ya dijimos son apellidos relativamente comunes en la zona de San Carlos, de este modo se registra el nacimiento de Miguel Ángel Candia Muñoz, nacido el 19 de agosto 1889 hijo de Juan Bautista Candia y María Sabina Muñoz, testigos del acto Juan de Dios Muñoz y Antonio Muñoz. Dejo extracto:

Continúa mi investigación de estos apellidos vinculados, buscando algún registro donde un Barros o Valdés, aparezca como testigo y presente algún patrón asociado a nuestra familia, pero no hay mucha suerte, recordemos de José Isidro y Elisa declaran varias veces no saber firmar, algo que podría desincentivar que comparezcan como testigos en una primera instancia, no obstante aquello encontramos en registros parroquiales de Chos Malal, esta acta de bautismo de la menor María Ignacia Muñoz Jaure, celebrado el 30 de mayo del año 1892, los padres Salvador Muñoz y María Ignacia Jaure, los padrinos fueron José Isidro Barros y Elisa del Carmen Valdés, nuestros antepasados.


69


70

Continúa mi búsqueda genérica de apellidos y encontramos nuevas trazas de unión familiar en Argentina, aunque ya no figuren mis antepasados directos: Por ejemplo, un registro de bautismo de María Dominga Muñoz, cuyos padres son Juan Muñoz e Ignacia Flores, y los padrinos José del Carmen Barros y María Cruz Campo.

Las relaciones entre personas de apellido Barros con los Valdés también son interesantes en los registros de Bautismos de Neuquén (zona de los Meunucos), vemos una estrecha relación entre estas familias:


71

En Chile hay muchos ejemplo de conjunción de apellidos, así vemos una anotación (sin imagen) de doña “Margarita Barros Y Muñoz”, nacida en 1866 y fallecida el 08 de septiembre de 1878, y de la misma forma visualizamos la referencia a un tal Manuel Antonio Barros, hijo de Luisa Muñoz, nacido en 1877, en San Carlos, hijo de Francisco Barros y Luisa Muñoz. BREVE RESEÑA SOBRE LOS HERMANOS BARROS VALDÉS ARRIBADOS A LA REGIÓN DE AYSÉN: Llegó el momento de referirnos derechamente a estos 4 hermanos, Teresa, Eduviges, Higinio y José Rosalino. Respecto a Teresa de Carmen agradezco la buena disposición de algunos de sus descendientes quienes me aportaron información sobre su abuela. Teresa, según cuentan, nació en Pitrufquén el 03 de agosto de 1901. Esa información se aproxima medianamente a la fecha de nacimiento reconocida en el Servicio de Registro Civil: “22 de junio de 1903” (circunscripción de Curacautín). La diferencia de año no es preocupante dado que este es un problema recurrente y que se justifica en que muchas veces, por las necesidades de la época, los padres registraban a sus hijos con bastante tiempo después de nacidos. Teresa daría a luz a sus hijos Rindolfo y Rodolfo por allá por el 10 de octubre del año 1923 (SRCEI), ambos hijos de don Félix Orellana Carrasco. Luego de unos años ella formaría familia de don Miguel Leighton Carter, comerciante, también proveniente de Pitrufquén con el que finalmente se radicaron en Cochrane, destacando ambos por su activa participación en la naciente ciudad, haciendo incluso Teresa de


72

“partera” en esos territorios. Ellos dieron origen a 6 hijos más: Bernardo, Elba, Ester, Fresia (Sor Jacinta), Galvarino y Bernardino (fallece a los 6 meses de Vida). Según nos narran, Teresa Barros Valdés habría fallecido el 8 de mayo de 1992 en Buenos Aires, residiendo junto a su hijo Galvarino. Revisados los archivos del SRCEI es muy valioso haber encontrado su acta de matrimonio celebrado el 30 de septiembre de 1928 que la describe de 28 años, edad que se aproxima mucho más a la aportada por la familia que a la del SRCEI. Se describe que ella es natural de Lonquimay lo que asentaría a la familia en la Araucanía desde el inicio del siglo XX y de ser efectivo ubicaría a Eduviges como la menor de los hermanos Barros Valdés, pero no sería extraño que también su fecha de nacimiento estuviera desviada.

Eduviges por su parte figura registrada en el Servicio de Registro Civil como nacida el 17 de octubre 1901 e inscrito el acto en la circunscripción de Curacautín bajo el N°453 (año inscr 1954), casada en la circunscripción de Coyhaique bajo el N° 6 de fecha 16 de enero del año 1956 con don Manuel Jesús Vásquez Manosalva y fallecida en el hospital de Coyhaique el 24 de abril de 1985( inscrita su defunción bajo el N° 63 de dicho año, hora defunción “7,25”), en su acta de matrimonio se afirma que es viuda y se ratifica la misma fecha de nacimiento, no obstante en su acta de defunción se registra como nacida el 27 de octubre de 1901. Aquí nuevamente hacemos el alcance que ella podría igualmente estar mal registrada en cuanto a su nacimiento, situación que como vimos ocurre con Teresa, ya que es imposible que ambas nacieran el mismo año con 2 meses de diferencia. Por la información que tengo ellas no eran mellizas, de modo tal que Eduviges podría haber nacido por ejemplo para el año 1900.


73

A pesar que la búsqueda de información a su respecto fue muy acotada, debemos destacar que ella nos da una de las primeras fechas ciertas de arribo de la familia a la región de Aysén pues, según información obtenida desde el SRCEI, Eduviges habría dado a luz con fecha 17 de diciembre de 1919 a su hija Mercedes Valdés Barros, fruto de su relación con su primo Arturo Valdés Muñoz (nacido en octubre 1892 según el SRCEI) hijo de su tío materno José Mercedes Valdés Palma, avecindado desde tiempos remotos en Valle Simpson y que según Pomar (p. 91) habría ingresado al Valle Simpson en el año 1904. De esa relación nacieron varios hijos Valdés Barros existiendo hoy gran descendencia. Precisamente es muy decidor el registro de fallecimiento de Arturo Valdés donde expresamente se señala que al momento de su muerte (año 1954) estaba casado don Eduviges desde el año 1918:


74

No dejan de ser relevantes los documentos que aportan la fecha de nacimiento de la hija Mercedes (año 1919) y que dan testimonio del matrimonio de Eduviges (año 1918) ya que por ahora constituyen los primeros antecedentes escritos de la presencia de un familiar en la región de Aysén, y ya que ella no migró sola, también lo hacen respecto al grupo Barros Valdés, que tal como expliqué según el relato de mi abuelo, se habría radicado en esta zona a mediados en la segunda década del siglo XX, época que coincide con estas referencias de Eduviges. Llama la atención que si bien la inscripción de defunción de don Arturo aporta el año y lugar del matrimonio con Eduviges no consigna número de inscripción, al respecto podemos sugerir que probablemente tal celebración no se realizó en Coyhaique, primero porque según entendemos no existía para ese año dicha oficina registral civil, e independientemente de aquello, porque es sabido por nuestros abuelos que tal matrimonio de celebró en Perito Moreno, Argentina, y al respecto mi abuelo comentaba que ante la imposibilidad de casarse en Chile y siendo más fácil hacerlo al otro lado de la frontera, las familias se desplazaron por el paso del “Portezuelo de Balmaceda”, con toda la logística que implica un casamiento, a la mencionada localidad del país vecino que sí contaba con oficial civil, realizándose el matrimonio allá por el año 1918. Aquí cobra sentido lo que practicábamos al comienzo sobre el catastro del ingeniero Pomar del año 1920, en orden a que habría dejado fuera a nuestros antepasados, ya fuera por no haber tenido noticias de ellos o por no considerar necesario incluirlos. Higinio (Iginio), como sabemos no dejó descendencia y en los antecedentes de SRCEI se expresa la fecha de su nacimiento que coincide con la información que ya manteníamos: 07 de enero de 1895. En cuanto a su acta de defunción debemos comentar que la encontramos en la oficina del SRCEI de Coyhaique, y confirma que falleció de cáncer gástrico el 29 de noviembre de 1955:


75

En cuanto a mi bisabuelo José Rosalino, en diciembre del año 1923 contrajo matrimonio con la joven Dumicilda “Dume” Medina Aravena de sólo 18 años, destacada joven que presentaba educación sobresaliente para la época, llegada a la región con su padre don Ramón Medina Mendoza y demás familiares. Residieron y vivieron en carne propia los inicios del poblado de Balmaceda, y además tomaron posesión de los terrenos ubicados en las laderas del cerro de La Virgen, lugar donde nacieron sus primeros hijos; Ramona y Braulio, por allá por los años 1924 y 1926 respectivamente. Luego vendrían, tal como era la costumbre de la época varios retoños más; Dumicilda, Rosalino “Chalino”, Trinidad, José Ramiro, María Teresina, Gerarda, Leonel, y años después Arturo, Norma y finalmente Olga, todos de apellido Barros Medina. A muchos de ellos el


76

invisible devenir de las circunstancias los llevó a destinos lejanos y a formar nuevos hogares, otros también partieron por el natural acaecer del tiempo y permanecen hoy en la memoria. En cuanto a mi bisabuelo José Rosalino, falleció de cáncer el 30 de julio de 1951 en su casa de Balmaceda. Adjunto un extracto de su acta de defunción:


77

PALABRAS FINALES DEL AUTOR: Con esta narración, humilde en metodología y resultados, espero haber aclarado en algo los espacios que permanecieron en silencio desde antaño respecto a nuestra llegada a la región, la que sitúo tal cual me la narró mi abuelo, a mediados de la segunda década del siglo XX. Si bien no he pretendido decir verdades o absolutos, espero al menos crear un trazado que pueda ser llenado por otros, refrescando y mejorado por quien pueda escarbar más hacia un pasado que se vuelve tan interesante. Cuán importante es concluir un ejercicio que me ha permitido entender en parte las decisiones y las condiciones que enfrentaron nuestros antepasados; sus necesidades, esfuerzos y temores, así como los horizontes que fueron delineando su andar y que se traducen en que hoy podamos definirnos como una “familia aysenina centenaria”, y si bien no podemos regodearnos respecto a que ellos fueron mejores o especiales en relación a otros colonos, lo cierto es que generación a generación se nos transmitió que estos eternos viajeros al fin en esta Patagonia encontraron su lugar en el mundo. ______________________________________ BIBLIOGRAFÍA: Aylwin, José (1995) Estudio sobre tierras indígenas de la Araucanía antecedentes histórico legislativos (1850-1920) [en línea], Instituto de Estudios Indígenas Universidad de la Frontera, Chile, pp. 51-53. Disponible en: http://www.memoriachilena.cl/archivos2/pdfs/mc0027515.pdf [Consultado 24-noviembre- 2016]. Barelli Ana Inés y Dreidemie Patricia (2015). Migraciones en la Patagonia. Subjetividades, diversidad y territorialización [en línea]. Río Negro: Universidad Nacional de Río Negro. 2015, p. 17. Disponible en: http://es.calameo.com/read/001222612d16833443f6b [Consultado 08-diciembre - 2016] Cabrera, Sebastián (2009). “Relaciones interétnicas y cuestiones limítrofes en el espacio fronterizo de la norpatagonia. rupturas y continuidades durante el proceso de conformación de los estado-nación argentino y chileno”, Revista TEFROS, Vol. 7 N° 1-2. Disponible en: https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/5008118.pdf [Consultado 07-diciembre - 2016] Jensen Florencia, y Perret Gimena (2011) “Migración chilena a la Argentina: Entre el exilio político y la migración económica-cultural”, Revista Sociedad y Equidad – Universidad de Chile, N° 2- 2011. Disponible en: http://www.sye.uchile.cl/index.php/RSE/article/view/14835/15202 [Consultado 21-noviembre - 2016]. Macor, Darío y Tcach Abad César (2003) La invención del peronismo en el interior del país [en línea]. Santa Fe: Universidad Nacional del Litoral. Disponible en: https://books.google.cl/books?id=qKTSyC5Jz3YC&printsec=frontcover&hl=es&source=gbs_ge_summary_r&cad=0#v=onepage&q&f=false [Consultado 08-diciembre - 2016] Marichal, Carlos (2009) “La crisis mundial de 1873 y su impacto en América Latina”, en ISTOR, Revista de Historia Internacional (CIDE), México, IX: 36, pp. 31. Disponible en: http://carlosmarichal.colmex.mx/deuda/La%20crisis%20mundial%20de%201873%20y%20su%20impacto%20en%20America%20Latina.pdf [Consultado 21-noviembre2016]. Municipalidad de San Carlos (2014) “San Carlos, lugares e historias”, http://www.sancarlos.cl/pdf/San%20Carlos%20Lugares%20e%20Historia.pdf [Consultado 21-noviembre- 2016].

Tercera

Edición.

Disponible

en:

Navas, Pablo Danielo (2012). “La construcción de soberanía y el control social en la periferia patagónica desde la cárcel de Río Gallegos (1895-1957)”. Tesis presentada para la obtención del grado de Doctor en Historia. Universidad Nacional de la Plata, Argentina, pp. 41-43. Disponible en: http://sedici.unlp.edu.ar/bitstream/handle/10915/30750/Documento_completo__.pdf?sequence=1 [Consultado 07-diciembre - 2016].


78

Nuñez, Andrés (2013) “La frontera no deja ver la montaña: invisibilización de la cordillera de Los Andes en la Norpatagonia chileno-argentina. Núñez, Andrés”. Revista de geografía Norte Grande, N° 55, pp. 89-108. Disponible en: http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-34022013000200007 [Consultado 07-diciembre 2016] Pomar, José M (1923) La concesión del Aisén y el Valle Simpson. Santiago: Cervantes. Rafart, Gabriel (2007). Tiempo de violencia en la Patagonia: bandidos, policías y jueces: 1890-1940 [en línea]. Buenos Aires: Prometeo Libros. Disponible en: https://books.google.com.ar/books?id=P-TcH3TpUpoC&printsec=frontcover&hl=es&source=gbs_ge_summary_r&cad=0#v=onepage&q&f=false [Consultado 08-diciembre 2016] Ramírez Necochea, Hernán. 1958. Balmaceda y la contrarrevolución http://www.blest.eu/biblio/balmaceda/cap9.html [Consultado 21-noviembre- 2016].

de

1891

[en

línea].

Santiago:

Universitaria

SA.

Disponible

en:

Reyes Coca, Marco Aurelio (2015). “La descapitalización de la agricultura de Ñuble: 1874 -1980”, Revista Tiempo y Espacio, Universidad del Bío-Bío, Chile, N° 9-10, pp 43. Disponible en http://revistas.ubiobio.cl/index.php/TYE/article/view/1627/1573 [Consultado 24-noviembre-2016]. BASES DE DATOS Y ARCHIVOS: -

Archivo Nacional de Chile. Servicio de Registro Civil. www.famiysearch.org myheritaje.es



Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.