1º Edición: Agosto de 2012. Diseño e Ilustración de portada: Pablo Ríos. Maquetación: Pau Llavador This work is licensed under the Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported License. To view a copy of this license, visit http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/3.0/ or send a letter to Creative Commons, 444 Castro Street, Suite 900, Mountain View, California, 94041, USA.
Mi agradecimiento a Alejandra Pelayo, Dani Valverde, David Avilés, Santi Sánchez-Pagés, Miguel Pallás y Carlos Ruiz por la inspiración en la realización de este ensayo, y a María Adell, Pablo Ríos, Pau Llavador y Gabri Ródenas por darle forma a ésto que tienen entre las manos.
INDICE Prólogo Introducción Breve Etimología de lo OVNI 1947: Año Cero La Hipótesis Extraterrestre: Tuercas y Tornillos El Rol de los Gobiernos. La Hipótesis Extraterrestre Retroactiva La Revolución Vallée El Gran Teatro Ovni OVNI: Metafísica vs Ciencia La escuela escéptica La hipótesis hipnagógica Ver es creer El folklore OVNI La divulgación del misterio John Keel y una teoría unificadora de lo paranormal Salvador Freixedo y la granja humana. La Hipótesis Extradimensional Charles Fort y la caza del bug de la realidad Zonas Ventana Las visiones como Rapto: Una hipótesis metafísico-evolutiva. Una reflexión final Bibliografía Podcasts recomendados
PRÓLOGO
Confieso que el fenómeno Ovni me ha seducido desde que era prácticamente un niño. Por aquél entonces, en la ingenua pubertad del fenómeno, lo Ovni era sinónimo de espacio profundo, de platillos más o menos volantes, de cacharros aerospaciales cuyos tripulantes no podían ser otra cosa que extraterrestres llegados desde ignotos lugares del Cosmos. Seres que llegaban a la Tierra como si tal cosa, casi sin despeinarse, como si el recorrer distancias siderales a años luz de distancia no fuera ningún problema para ellos; Ellos, los exóticos alienígenas, los evolucionados tripulantes de los Ovnis, la prueba definitiva y extraordinaria de que no estábamos solos en la oscura y pasmosa soledad del Universo. Con esa obstinada convicción devoré páginas y páginas de libros como “Los visitantes” del incansable periodista navarro Juan José Benítez, con la incauta certeza de que, sino todas, muchas de aquellas sugestivas fotografías Ovni eran inequívocamente auténticas… No había duda alguna. Estaban aquí, paseándose impunemente y de forma esquiva por nuestros cielos, desafiando y poniendo en evidencia el arcaico status quo de nuestra ciencia y tecnología y creando, con su insólita presencia y casi sin querer, un nuevo paradigma de esperanza y redención para toda la humanidad. Nos salvarían de algo pero no sabíamos de qué. Era la teoría perfecta. Tan perfecta como errónea. Con la perspectiva que ofrece el paso del tiempo, esta romántica hipótesis -convertida en creencia, mito y prueba de fe por muchos contactados e iluminados- se desmorona irremediablemente ante la creciente complejidad
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y la absurda naturaleza camaleónica del fenómeno Ovni. El paso del mito al logos es, en este caso, una utopía inalcanzable. Objetivamente, no existe un patrón de comportamiento identificable en la delirante puesta en escena de esas naves y de sus misteriosos tripulantes. Y lejos de lo que afirman los populares “contactées” con toda su artillería de revelaciones y mensajes que denotan una comunicación intencionada y más o menos fluida, y tal y como señala el propio Aimé Michel, existe el problema real del “no contacto”. O dicho de otra manera: estos seres o estas inteligencias responsables del fenómeno (el Sistema X, como lo llamaba Michel) parecen no tener la más mínima intención de entablar un contacto coherente con nosotros. Quizás ni tan solo les esté permitido hacerlo, y sin saberlo (o plenamente sabedores de ello), estén sometidos a algún tipo de impedimento energético, biofísico o dimensional que imposibilite la interacción lógica entre testigo y fenómeno. O eso o son rematadamente idiotas. Quién sabe. Como se preguntaba Charles Fort: “¿Por qué no se muestran a nosotros abiertamente?”. El fenómeno Ovni es un fenómeno eminentemente absurdo e impredecible. Todas las teorías que han intentado sistematizar o cuantificar aspectos del mismo han acabado convirtiéndose, con el paso del tiempo y la aplastante heterogeneidad de los casos documentados, en una vaga aproximación a más bien nada. John Keel dio en el clavo al afirmar lo que muchos otros ufólogos podrían corroborar con la cabeza gacha y a pie juntillas: uno tiene la desalentadora sensación de que tras más de 30 años de rigurosa investigación ufológica se está como al principio. La desesperación, la perplejidad y la impotencia son las compañeras de viaje de cualquier investigador Ovni. El malogrado Keel llegó a afirmar, poco antes de fallecer en el 2009, y tras toda una vida dedicada a la investigación ufológica, que “nunca se desvelaría la incógnita Ovni”. Y quizás tenga razón. Lo absurdo, lo esporádico y lo aleatorio del fenómeno, sumado a su aparente y caprichosa naturaleza dual (física y psíquica), nos hace pensar que existe un punto de no franqueo, una delgada línea roja que a modo de sutil velo de Isis nos impide ver más allá. El profesor Germán de Argumosa, reputado filósofo y parapsicólogo, afirmaba que las psicofonías podían ser el efecto audible, físico y cuantificable de una causa desconocida que operaba forzosamente
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desde un nivel ontológico distinto al nuestro y, por lo tanto, inaccesible. Tal vez, con el fenómeno Ovni, pueda suceder lo mismo. En realidad, con cada caso empezamos de cero. Lo ignoramos casi todo de un desconcertante y provocador fenómeno que parece divertirse con nuestra propia ignorancia y que se regodea de nuestras innegables limitaciones. De los chapuceros objetos avistados a finales del siglo XIX (una suerte de engendros eclécticos a caballo entre un globo dirigible, una cafetera voladora y una antigua locomotora del lejano Oeste americano o de la más cercana Almería) hasta los modernos, psicodélicos y casi etéreos Ovnis que dejan verse en la actualidad, existe toda una disparatada escala de grises que escapa a cualquier tentativa honesta y sensata de clasificación e interpretación. Una de dos: o el fenómeno ha ido evolucionando de forma autónoma con el paso de los años, aumentando en complejidad y en capacidad representativa y escénica hasta alcanzar el paroxismo teatral, o es el propio testigo quien, dependiendo de su contexto socio-cultural y tecnológico, ha interpretado de distinta forma un mismo fenómeno que siempre se ha manifestado de idéntica manera. Cualquiera de las dos opciones me parece igual de asombrosa. Lo que usted, querido lector, va a encontrar en este ensayo no es una recopilación ni una exposición detallada, más o menos novelesca, de casos Ovni salpicados de fechas, localizaciones y nombres propios. Lejos de esto, el autor da un paso más allá y se adentra con paso firme y sobrio en las entrañas y engranajes del fenómeno de ruptura en sí mismo, tratando de abordarlo desde todas las vertientes posibles, sin divagaciones ni posicionamientos previos. Pablo Vergel (colaborador habitual de El Sótano Sellado en su tercera temporada), con su extraordinaria capacidad de síntesis y con sus reflexiones siempre atinadas, consigue que afloren, después de cada capítulo, una buena legión de nuevas preguntas y de incipientes dudas razonables en el lector ávido de respuestas. Y eso es lo realmente interesante de esta obra. Quizás como decía Keel, puede que jamás descubramos qué o quién se esconde tras el fenómeno Ovni, pero eso no debe servir de coartada para arrojar la toalla y resignarse a no seguir avanzando en el discernimiento de
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estos hechos forteanos que reclaman nuestra atención desde la noche de los tiempos. La Ciencia ortodoxa parece obviar y ridiculizar sistemáticamente el fenómeno, pero esa hija descarriada y visionaria llamada “Física Teórica” parece pronosticar que en un futuro no tan lejano lo imposible puede hacerse real. Michio Kaku, catedrático de la prestigiosa Universidad de Nueva York y gran divulgador científico, afirma sin tapujos que en menos de un siglo nuestra civilización, si continúa su vertiginosa evolución informática y biotecnológica, tendrá el mismo poder que en el pasado atribuimos a los Dioses mitológicos (esos que en otro tiempo las gentes adoraban y temían a partes iguales), siendo capaces de manipular la materia con nuestra mente o consiguiendo una longevidad orgánica asombrosa. Y si recurrimos a la escala de Kardashev (creada por un astrofísico ruso para evaluar el grado de evolución de una civilización a escala cósmica), una civilización tipo III sería capaz de obtener los recursos energéticos de toda una galaxia y estaría cualificada para dominar las leyes de la física a su antojo, desenhebrando el tejido interno que da forma al Universo para romper a su voluntad su malla espacio-temporal y penetrar de este modo en otras dimensiones desconocidas. La humanidad del siglo XXI se encuentra a las puertas de convertirse en tipo I. Sólo nos quedan, si no nos extinguimos en el intento, un millón de años para llegar al tipo III. En esas fechas lejanas, y aunque ni usted ni un servidor vivamos para contarlo, quizás esa humanidad terrícola ultra evolucionada sea la causante y la responsable última de la génesis del fenómeno/mito Ovni en otros mundos habitados por civilizaciones menos desarrolladas, ya sean de ésta o de la octava dimensión del Multiverso. En definitiva, y sin ánimo de extenderme más, me satisface profundamente que ustedes puedan disfrutar de este ensayo sobre metafísica Ovni. Al final del mismo les espera la exposición de una teoría novedosa que, a buen seguro, no les dejará indiferentes. Porque como dijo el gran Jesús Callejo en una de sus charlas junto a Carlos Canales exponiendo conjuntamente la sugerente “teoría de la Intrusión”, ¿qué ocurriría si les dijera que los Ovnis ni son objetos, ni son volantes y son muy identificados?
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Espero y deseo tener a Pablo a mi lado en muchos programas m谩s del S贸tano porque siempre aprendo e interiorizo algo nuevo y valioso de sus intervenciones. Su honestidad, su sensatez y su valiente prudencia quedan perfectamente reflejadas en esta obra y en su leit motiv, y eso, en los atroces y perversos tiempos que corren en el mundo del misterio patrio, no es que no abunde, es que empieza a no existir. Daniel Valverde Monforte del Cid, a 3 de Octubre del 2012
INTRODUCCIÓN
Siempre he pensado que la mejor manera de aprender y profundizar sobre un tema no es leer un libro sino tratar de escribirlo. Enfrentarse ante la hoja en blanco --aunque sea en la pantalla de un ordenador-- y tratar de plasmar algo de una manera respetuosa y digna con el lector, obliga a hacer un esfuerzo intelectual de recopilación de fuentes, estructuración de ideas y de desarrollo de planteamientos e hipótesis propias. De esta manera, el acto de escribir se transforma así en un proceso, quizás no de investigación, pero sí de especulación en la que se pueden llegar a plantear nuevas perspectivas y, por qué no, alcanzar conclusiones insospechadas. Contribuir aunque sea modestamente al estudio del Fenómeno OVNI es así uno de los objetivos de este ensayo. Y ya me dirán ustedes si lo consigo. Adelanto, no obstante, que nadie espere a estas alturas un trabajo revolucionario. Grandes autores e investigadores han demostrado con sus trabajos que este es un fenómeno con un significado mucho más complejo del que la cultura popular puede sugerir. Al final del libro podrán disfrutar de una bibliografía de aquellos autores en los que me he apoyado para profundizar en los muy distintos temas, así como de aquellos locutores (La radio es un medio que ha jugado un papel fundamental en esto que hemos venido en llamar “misterio”) que a través
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INTRODUCCIÓN
de su voz han sido capaces de plantear perspectivas enriquecedoras sobre lo insólito. También me gustaría remarcar que el planteamiento inicial de este ensayo dista mucho de lo que finalmente tienen ustedes en sus manos. Me explico. Cuando me plantee escribir un ensayo sobre los OVNIs, consideraba fundamental tratar de entrevistarme con personas que hubieran tenido algún tipo de experiencia que se pudiera catalogar como una aparición o encuentro OVNI de algún tipo. Cualquier disciplina exige ser apoyada por una investigación empírica que permita contrastar cualquier hipótesis que sea planteada. No se ve con simpatía que investigadores de salón se dediquen a la producción de conocimiento sin verse acompañado de un riguroso trabajo de campo y/o experimental. Contradictoriamente esta propuesta no va a discurrir por ese camino. Y asumo el criticismo que mi postura puede despertar. Intentar investigar desde el confort de la mesa camilla no sea la mejor manera de enfrentarse con un fenómeno tan esquivo y elusivo como éste. Pero algo me ocurrió en el camino y decidí aplicar un enfoque alternativo. Cuando uno repasa la abundante literatura sobre la casuística OVNI, uno se topa de manera sistemática con cientos de relatos preñados de extrañeza y en la mayoría de los casos sin ningún tipo de sentido. Sin embargo, esta abundancia de testimonios contrasta con una extrema aridez en el campo de las pruebas materiales. De hecho, sorprende que ante un fenómeno que partimos que es real y existe, no se encuentran pruebas fehaciente que demuestre la naturaleza objetiva del fenómeno. Insisto: ninguna. Hay testimonios apasionantes, anomalías en ciertos registros y sí existen fenómenos inexplicables, los cuales tienen el valor que tienen: no pueden ser explicados. Hace ya muchos años cuando aun cursaba la carrera de Sociología, unos compañeros nos planteamos un curioso experimento. Queríamos reprodu-
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cir la dinámica social y mediática de un avistamiento OVNI. Nuestro objetivo era acordar un testimonio tipo, darlo conocer a los medios de comunicación y analizar cual era su evolución partiendo de que nosotros éramos la propia fuente. Cualquier distorsión, en un sentido u otro, sólo nosotros seríamos capaces de calibrarla. Al final nos pudo cierta sensación de decoro y no realizamos el experimento pero no hizo falta ponerlo en práctica para demostrarnos a nosotros mismos que nuestro calculado testimonio sería irrefutable. Nadie podría demostrar que lo que afirmábamos no era cierto. No se puede no demostrar que algo no ha pasado. Esta ausencia de falsabilidad de los avistamientos OVNI o los llamados encuentros cercanos es una constante en la mayoría de los casos estudiados donde efectivamente sólo nos queda jugarlo todo a la credibilidad del testigo que afirma haber experimentado un encuentro con lo inaudito. Este factor constante en las apariciones OVNI lastra y frustra cualquier investigación científica y positivista que se quiera hacer del fenómeno. A la hora, pues, de plantear este ensayo, apoyándose en el abundante trabajo de investigadores y ufólogos solventes, uno decide que quizás no vale la pena transitar por esa senda de nuevo. Creo que se debe acordar que existe una dimensión inasible del fenómeno que no permite su estudio material. De hecho, esto quizás pueda ser un punto de partida para desarrollar una perspectiva desde la filosofía en general y la metafísica en particular que permita ahondar más en la reflexión que en la recopilación a granel de unos casos que creo que no se puede dudar de su existencia en un plano perceptivo y psicosocial pero que tenemos muchos problemas al abordarlo de una manera objetiva. Además no voy a esconder que también me he visto ante un dilema literario o de estilo. (Insisto este texto es un ensayo, no una investigación científica.) La reconstrucción sistemática de casos OVNI para ilustrar uno u otro punto, puede trasladar al lector una sensación de absurdo permanente. Recopilar casos OVNI no dista mucho a veces de recopilar sueños. A uno le invade
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enseguida una sensación de arbitrariedad e inconsistencia que acaba por jugar muy en contra de la atención del lector. Es algo que en este ensayo he intentado conscientemente evitar. Y sin más preámbulos, les dejo con este trabajo, que quizás no ofrezca las respuestas definitivas que todos buscamos sobre el Fenómeno OVNI pero sí que sirva para plantearnos preguntas más acertadas. Gracias por acompañarme.
BREVE ETIMOLOGÍA DE LO OVNI
OVNI: 1. m. Objeto al que en ocasiones se considera, según la ufología, como una nave espacial de procedencia extraterrestre. DRAE Uno de los lugares comunes en cualquier debate ufológico es reivindicar la literalidad del término OVNI. Es decir, pensar que cuando hablamos de OVNI nos referimos exactamente a un Objeto Volante No Identificado. Es decir, cualquier cosa que observemos en los cielos que no seamos capaces de identificar de una manera convencional. Pero si nos atenemos estrictamente a esa definición de la OVNI ni yo estaría escribiendo este libro ni usted lo estaría leyendo ni la ufología no existiría como tal. Esta acepción de OVNI aunque socorrida no recoge los poderosos significados que giran alrededor del concepto de OVNI y que van mucho más allá de la idea un objeto no identificado en el cielo.
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BREVE ETIMOLOGÍA DE LO OVNI
Cuando alguien habla de OVNIs, lee un libro, escucha un programa de radio o se menciona en una novela entendemos que detrás de esas siglas se esconde a grandes trazos la idea de que unas entidades no humanas dotadas de una tecnología ultra-avanzada nos visitan e interactúan con nosotros. Y esta es la definición amplia en la que nos vamos a centrar en los próximos capítulos al hablar de OVNIs. De hecho, muchos de los razonamientos que voy a intentar desarrollar en las siguientes páginas van a centrarse más en los llamados “encuentros de tercer tipo” donde existe un reconocimiento o una interacción directa con naves o tripulantes, y no tanto en la percepción de cosas no identificadas en el cielo que suele tener un carácter más ambiguo y fugaz. Aunque no podemos olvidar que el génesis oficial de lo OVNI surge ni más ni menos del testimonio de un piloto que presencia desde su avioneta precisamente eso: objetos volantes no identificados. Pero enseguida veremos cómo en cuestión de semanas esa literalidad de significado se vería completamente superada por una reinterpretación mucho más compleja. Y ya adelantamos que incluso cuando a lo largo del ensayo planteemos hipótesis que superan nuestros esquemas cognitivos y nuestras dimensiones espacio-temporales seguiremos recurriendo al término OVNI que aunque podría parecer limitativo, es un término evocador y que de una manera dinámica podemos asociar a todo aquello que supone una ruptura de nuestra realidad. Dejamos abierto el debate si quizás sería necesario acuñar un nuevo término que nos ayude a superar ciertas preconcepciones sobre lo OVNI, facilitar el estudio del mismo y redefinir el concepto en relación con una cultura popular que sigue anclada en 1947. (Existe también cierta polémica etimológica si procede, o no, usar el anglicismo “ufología” -- derivado del acrónimo inglés “Unknown Flying Object” -- o si bien deberíamos hablar de Ovnilogía (O incluso el novedoso agnoptenología, neologismo acuñado por Felix Ares y Juan Carlos Imar) que se entiende como el término legítimo a usar en lengua castellana para denominar el estudio y a los estudiosos de lo OVNI, pero a lo
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largo de este trabajo hemos optado por recurrir al término más popular de “ufología”. Esperamos que tanto la RAE, como algunos ovnílogos no nos lo tengan en cuenta.)
1947: AÑO CERO
Volaban erráticamente, como un plato lanzado al agua Kenneth Arnold
Se puede discutir como afirman algunos autores que los OVNIs se están manifestando desde el albor de los tiempos. Hay constancia de observaciones inexplicables en los cielos en periódicos estadounidenses del siglo pasado, en relatos medievales de Centro Europa o incluso en textos sagrados de culturas tan alejadas como la india o la judeocristiana. Sin embargo, la ufología y el concepto de OVNI como tal, nacen en 1947 con el célebre avistamiento de Kenneth Arnold, que se convierte en el pistoletazo de salida de lo OVNI. Hasta ese momento no se había equiparado un encuentro inexplicable con la idea de seres extraterrestres pilotando naves espaciales por nuestros cielos. Cualquier interpretación de algún incidente anterior a esa fecha será realizada ya después de esa fecha de manera retrospectiva. A partir de ese año empieza a gestarse, dentro de un contexto sociopolítico muy determinado, una cultura y un folklore OVNI en Estados Unidos que no tardará en expandirse por buena parte del mundo. Algunos dirán
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por contaminación cultural mientras que otros lo achacarán su difusión a unos incipientes medios de comunicación globales que antes no existían. Sea cual sea la razón, 1947 marca el inicio de una auténtica avalancha de testimonios de apariciones OVNI. Lo que en un principio eran fugaces observaciones de objetos no identificados rápidamente comenzarán a evolucionar a auténticos encuentros con lo imposible. Se abre la Edad de Oro de la ufología. ¿Qué se entiende por un incidente OVNI? El paradigma de avistamiento OVNI se puede describir genéricamente a través de los siguientes rasgos: 1. Avistamiento de vehículos o artefactos que se desplazan de una manera dirigida y en absoluto convencional. 2. Avistamiento de entidades aparentemente no humanas tripulando dichos artilugios, los cuales pueden llegar incluso a interactuar con el testigo. 3. Absoluta ausencia de pruebas materiales de esos encuentros de tal manera que son indistinguibles de experiencias subjetivas. Bajo estas tres premisas se pueden agrupar los miles de casos OVNI de los que existen registros. Concedo que las premisas pueden parecer generalistas en exceso pero son los únicos principios relevantes que se pueden extraer de los cientos y cientos de testimonios. Por mucho que la cultura y el entretenimiento nos ofrezca un esquema bastante definido de encuentro, si se profundizan en los distintos casos documentados, se puede comprobar que las variaciones y permutaciones son infinitas. No existe en absoluto un patrón coherente en todo aquello que concierne al tipo de vehículos, al tipo de criaturas, a su comportamiento o a sus intenciones. Por mucho que intuitivamente nos vengan ciertas ideas a la cabeza, no existe un encuentro-tipo. Insisto, si se revisan los casos documentados y no recurrimos al estereotipo que nos ofrece el entretenimiento, podremos encontrar todo tipo de su-
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puestas naves espaciales (Platillos volantes, Cigarros, Triángulos, Luces...) de alienígenas (Robots, criaturas animaloides, superhombres de aspecto escandinavo, humanoides, amazonas, etc...) o por no hablar de su comportamiento que sólo se puede denominar en la mayoría de los casos como incomprensible, absurdo o bizarro. Respecto al tercer punto comentado: “Absoluta ausencia de pruebas materiales de esos encuentros de tal manera que son indistinguibles de experiencias subjetivas”, creo necesario hacer cierto énfasis en él. Desde hace décadas existen registros de miles de casos OVNI pero a fecha de hoy no existe ninguna prueba concluyente. Esta ausencia de evidencias materiales siempre ha despertado la sospecha entre propios y extraños pero bien es cierto también que la espontaneidad del fenómeno, unido al factor que hasta hace bien poco casi nadie llevaba consigo un dispositivo portátil capaz de registrar imágenes consigo podía llevarnos a pensar que es plausible que no existieran pruebas gráficas. Sin embargo, a partir de la generalización del uso del teléfono móvil con cámara de fotos (Es el dispositivo con mayor penetración mundial, a día de hoy, amplísimos porcentajes de la población mundial puede registrar cualquier acontecimiento en el que se vea envuelto como bien nos está demostrando movimientos sociales en países de todo el globo) esta hipótesis se vuelve insostenible. Es muy difícil creer que de los tantísimos avistamientos o encuentros cercanos que se producen no haya quedado nunca constancia en ninguna cámara de fotos o vídeo. Es cierto que cualquier búsqueda en una red como Youtube podrá arrojar algunos resultados curiosos pero un escrutinio serio de los mismos les llevará a descartar la existencia no ya de cualquier prueba fiable sino a la existencia de unos mínimos indicios de verosimilitud. Esto nos lleva a una inevitable conclusión respecto a los miles de casos declarados de manifestaciones OVNI. No es compatible que los encuentros legítimos sean tan numerosos, como a algunos les gusta resaltar y con que no haya aparecido ninguna prueba tangible de un vehículo OVNI o de sus
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tripulantes. Es decir, o nos han estado visitado muchísimo menos de lo que parece, o nos encontramos ante un fenómeno, o bien psico-social, o bien que desafía nuestro concepto de materialidad. ¿Qué es lo que hay detrás de los cientos de miles de avistamientos y encuentros que cada año se producen en todo el mundo? ¿Qué está pasando ahí afuera? Ya les adelanto que el enigma continúa sin ser desvelado. Lo que si podemos afirmar con rotundidad es que las hipótesis tanto de que estamos siendo visitados por seres extraterrestres, o que las experiencias OVNI son un fenómeno antropológico y sociocultural, son fascinantes por igual y merecedoras de nuestra atención y análisis.
LA HIPÓTESIS EXTRATERRESTRE: TUERCAS Y TORNILLOS
Ya no hay duda, los OVNIS existen y son naves extraterrestres Juan José Benitez
Como ya hemos comentado, por mucho que ufólogos y divulgadores se desvivan en ahondar en la complejidad del fenómeno, hablar de OVNIs en un contexto de cultura popular es referirnos casi en exclusiva a la Hipótesis Extraterrestre. La psique colectiva va sin duda a la suya. La Hipótesis Extraterrestre afirma que los miles de avistamientos y encuentros OVNI no son más que la constatación de que estamos siendo visitados por seres extraterrestres del espacio exterior. Estos serían los rasgos fundamentales de esta argumentación:
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1. Seres extraterrestres de civilizaciones más avanzadas que la nuestra nos están visitando. 2. Han viajado a nuestro planeta utilizando naves espaciales de una tecnología superior que se manifiesta de manera diversa a lo largo y ancho de nuestro planeta. 3. Se manifiestan ante los humanos de una manera accidental o sutil ya sea para ocultar sus intenciones o bien porque intentan evitar un shock global en nuestro planeta. 4. Su misión consiste en estudiarnos, investigarnos, controlarnos o monitorizarnos aunque también existen abundantes testimonios de mensajes trascendentes o directamente absurdos que implicarían la existencia de una agenda extraterrestre incomprensible en última instancia para el ser humano. Alguna vez he afirmado que la Hipótesis Extraterrestre es una derivación lógica del paradigma científico-racionalista y me reafirmo en ello. La idea de que estamos siendo visitados por alienígenas puede parecer un dislate pero realmente tiene todo el sentido del mundo. De nuestro mundo, claro. ¿No es precisamente lo que haríamos los humanos si nos embarcáramos en una expansión interestelar? Exploraríamos otras galaxias, intentaríamos localizar otros planetas habitados, nos infiltraríamos militarmente, investigaríamos científicamente e incluso podríamos organizar algún plan de colonización en connivencia con las elites nativas. Esta sospechosa humanidad en sus intenciones es objeto de abundantes críticas y es el núcleo de formulación de otras hipótesis alternativas que rechazan una interpretación antropocéntrica del fenómeno. Estos extraterrestres serían demasiado humanos. Cuando lo cierto es que el sentido común dicta que sería bastante improbable que seres que vienen de otras galaxias se parecieran tanto a homínidos terrestres.
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Independientemente de estas consideraciones, que duda cabe que el factor verosimilitud ha sido la gran fuerza de la hipótesis extraterrestre durante todo el siglo XX. Nuestros anhelos, nuestras miradas al cielo, nuestra fe en que no estamos solos en el universo se traduce de manera en la intuición de que existen otros seres inteligentes en el universo y que estamos destinados, de alguna manera, a establecer contacto con ellos. Esta perspectiva crea un estable marco cultural y cognitivo que sirve como prisma a la hora de definir e interpretar determinados sucesos absurdos o incomprensibles. Veamos unos ejemplos. Si un testigo nos relatara que haciendo senderismo por una remota montaña sorprendió a unos humanoides enfundados en unos monos de color plateado, recogiendo muestras de vegetación al lado de una nave espacial con su escalerilla desplegada.¿Que pensaríamos? Podríamos dudar de la credibilidad del testimonio pero su relato tiene sentido. Es lo que suponemos que podrían hacer unos exploradores alienígenas en nuestro planeta. Sin embargo, si este mismo señor nos relatara que ha topado con unos gnomos ataviados con trajes amarillos, montados en unas babosas gigantes púrpura y recogiendo fruta, directamente desecharíamos su testimonio como un absoluto disparate. No existiría siquiera el beneficio de la duda. El paradigma ufológico, independientemente de las pruebas objetivas, es consistente a los ojos de nuestra cultura y de nuestra época. Para reforzar este punto me gustaría subrayar una curiosa y elocuente anécdota. En un programa de radio español regional del Levante español, un locutor se encontraba departiendo con dos veteranos ufólogos sobre ciertos novedosos incidentes OVNI que habían trascendido de manera reciente. En medio de la conversación, uno de ellos sacó a colación con cierto tono de mofa un supuesto caso de una familia catalana que había tenido un encuentro con una especie de pitufo, el cual habían capturado. (Todo apunta a que se referirían al caso del Duende de Girona) Inevitablemente suena a chiste y a chufla pero si lo pensamos bien. ¿Cual sería la diferencia si este testimonio en vez de hablar de pitufos hablara de hombrecillos grises con cabezas desproporcionadas y opacos ojos almendrados? ¿No son tanto los pitufos como los humanoides grises personajes equivalentes del folklore contemporáneo
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con una cuota similar de presencia en la cultura popular y ninguna prueba que avale su real existencia? Evocar a los pitufos puede invitar al cachondeo, pero su existencia a día de hoy está tan demostrada como la de los tripulantes de las naves extraterrestres que supuestamente aterrizan en nuestro planeta. Aun así, como ya hemos apuntado con anterioridad, si vamos más allá del paradigma genérico y nos acercamos a los casos documentados, podremos comprobar como este coherente esquema se va desmoronando con cada caso que se analiza. En cualquier libro clásico de la ufología, podrán toparse con cientos de relatos bizarros donde tripulantes de naves espaciales pueden llegar a pedir un vaso de agua, dejar unas piedras con crípticas inscripciones, injertar chips en seres humanos o limitarse a dejarse ver para huir de forma apresurada. Insistimos. Si existe un patrón que se repita, éste el de lo absurdo. Con esto no queremos insinuar, ni mucho menos, que los testigos de los OVNI sean personas trastornadas ni mucho menos. Soy de la opinión que buena parte de los casos e incidentes son genuinos y han sido percibidos de esa manera por el testigo, lo cual no es en absoluto incompatible con la idea de que el contenido de esas experiencias carezca completamente de sentido, al menos desde una óptica humana. El problema fundamental de la Hipótesis Extraterrestre es que plantea la existencia del Fenómeno OVNI como algo material y de forma consecuente propone su estudio desde una perspectiva positivista. Si tenemos en cuenta los avistamientos y encuentros de los que existe constancia y les sumamos aquellos que pasan desapercibidos o no son debidamente documentados o registrados, llegaríamos a la conclusión de que la tierra está siendo visitada de manera masiva por naves extraterrestres que difícilmente podrían escapar a nuestros sistemas de control: radares, satélites, aviones y, por supuesto, los avezados ufólogos. Esta aseveración desde una perspectiva sólo ya logística provoca muchísimas dudas razonables. Si estamos siendo visitados de forma continua por
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naves extraterrestres de “tornillos y tuercas”. ¿Donde están las evidencias de ese continuo transito de artilugios espaciales? De nuevo la aplastante ausencia no ya de pruebas sino ni siquiera de indicios falsables acaban por lastrar definitivamente la hipótesis extraterrestre. Es cierto que se han visto, detectado e incluso registrado hechos inexplicables en nuestros cielos (La documentación gráfica de encuentros cercanos ya es muchísimo más escasa) que a día de hoy siguen siendo enigmas pero distan mucho, mucho de ser el “gran problema de la ciencia” o apoyar la Hipótesis Extraterrestre. No es de extrañar, que si bien no en la cultura popular, la ufología en paralelo empezara a intentar superar una explicación extraterrestre que, pese a su atractivo, no acababa de alzar el vuelo. Así se convertirá en un rito casi habitual que serios y honrados ufólogos, tras años de investigación empírica, analizando el fenómeno y buscando pruebas materiales, han acabado por decantarse por hipótesis alternativas, las cuales iremos repasando en sucesivas páginas. La elegancia de la Hipótesis Extraterrestre, no obstante, sigue vigente y abierta a validación. La idea de que la humanidad establezca contacto con otras inteligencias y civilizaciones es una posibilidad en absoluto descartable. Sólo se encuentra a la espera que las pruebas le permitan ser algo más que una idea sensata y una muy socorrida inspiración para el entretenimiento mundial.
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EL ROL DE LOS GOBIERNOS
El gobierno niega todo conocimiento Introducción de la serie “Expediente X”
Dentro de la Hipótesis Extraterrestre debemos hacer mención a una polémica que le acompaña permanentemente ¿Cual es el papel de los gobiernos en el fenómeno OVNI? Existe la presunción de que los gobiernos ocultan deliberadamente información sobre la existencia de los OVNIs. Pero ¿Es este realmente el caso? Es probable que la actitud de los gobiernos y los Estados modernos ante el fenómeno OVNI haya pasado por distintas etapas. En una primera fase pudo existir una genuina inquietud de que algo pudiera ocurrir fuera de su control. Y cuando decimos algo, no nos referimos exclusivamente a la presencia de naves alienígenas, sino que como ocurría en Estados Unidos durante la Guerra Fría, existía miedo a que prototipos ultrasecretos fueran desvelados (Se produjeron accidentes de aviones espía de las fuerzas aéreas norteamericanas que fueron encubiertos al ojo público) o bien que artilugios soviéticos pudieran estar sobrevolando el país sin ser detectados. Sin ir más lejos en 1962 un avión U2 norteamericano había sido derribado sobre la URSS. Aquello no fue un simple escándalo diplomático, una escaramuza aérea podría perfectamente haber desencadenado una guerra total nuclear. Poca broma. Que ambas potencias hayan utilizado los OVNIs como pantalla de distracción para su propio beneficio militar y mediático es una idea recurrente pero tampoco es descartable que los Gobiernos norteamericanos y soviéticos discretamente decidieran estudiar estos avistamientos o encuentros
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cercanos ante la remota posibilidad de que una civilización alienígena nos estuviera visitando. Si los ciudadanos denuncian oleadas de fenómenos inexplicables, me gustaría pensar que el Gobierno tiene la obligación de investigar y determinar cual es su verdadera naturaleza. Pero intentar arrojar algo de luz sobre estos supuestos informes supone descender a territorios pantanosos donde se mezcla información, secretismo, desinformación, conspiranoia, mito y leyenda. Parece probado que oficialmente los gobiernos han dedicado recursos a la investigación de ciertos incidentes pero mucho nos tememos que pese a esa imagen de omnipotencia que los Estados proyectan, es bastante probable que éstos se hayan topado con la misma sensación de impotencia que los investigadores independientes y hayan optado por no prestar atención a un fenómeno tan elusivo, que realmente no despierta ninguna alarma social y que además pone en evidencia que hay realidades fuera de nuestro control.
LA HIPOTESIS EXTRATERRESTRE RETROACTIVA
Ellos adoraban a los Dioses Primigenios que habitaban la tierra a la que llegaron desde los oscuros cielos, muchísimo antes de que ni siquiera existieran los hombres. Howard Philips Lovecraft
Desde que se plantea la Hipótesis Extraterrestre algunos investigadores y escritores comienzan a reflexionar sobre que si los extraterrestres nos están visitando ahora, lo lógico es pensar que también lo hayan estado haciendo antes. Este inapelable razonamiento acabaría derivando en la Teoría del Astronauta Ancestral que popularizaría el escritor Erich Von Daniken basándose en ensayos anteriores de Zacarías Sitchin, o bebiendo de obras de ficción como las del maestro del horror cósmico Howard Philips Lovecraft. Esta fascinante mirada a nuestro pasado sigue gozando a día de hoy de una gran
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aceptación como prueba la serie “Ancient Aliens” de History Channel que ya va por su exitosa tercera temporada. ¿En que consiste la teoría paleoastronautica? Esta afirma tajantemente que existen indicios suficientes para pensar que hemos sido visitados desde tiempos ancestrales por civilizaciones extraterrestres que han dejado su impronta en culturas primitivas. Esto es observable en dos grandes ámbitos:
1. Legados arqueológicos y ooparts: En todo el planeta existen ruinas de construcciones ancestrales sobre las que no existe una explicación aparente de como se pudieron levantar con la pre-tecnología existente o con que finalidad. El clásico ejemplo serían las pirámides de Egipto, Tiahuanaco, las ruinas de Puma Punku o las famosas líneas de Nazca (Que Von Daniken célebremente interpretó como pistas de aterrizaje de naves espaciales). Entre los defensores de esta teoría y la arqueología convencional existe un acalorado debate. Mención aparte merecen también los Ooparts. Objetos como la famosa “pila de Bagdad” que desafían nuestra idea del nivel tecnológico de la época de la que datan y que para algunos son otra prueba más que reforzaría la existencia de una injerencia extraterrestre en el devenir de los pueblos primitivos. Muchos escépticos afirman de forma sensata que algo no se pueda explicar como fue construido no implica que sea necesaria la intervención de una inteligencia y una tecnología extraterrestre. Podría tratarse de técnicas rudimentarias de ingeniería caídas en el olvido. Inferir que hemos sido visitado por extraterrestres debido a unas cuantas anomalías dispersas por todo el mundo no está exento de cierta temeridad intelectual
2. Tradiciones religiosas y mitologías primitivas: Es más que común encontrar en todas las religiones, en las mitologías, en las tradiciones orales, en los textos o en el arte de cualquier cultu-
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ra encontrar referencias a criaturas de los cielos o divinidades. Bajo este enfoque estos relatos serían la interpretación rudimentaria de las interacciones con estos seres extraterrestres. Esta perspectiva permite una más que fecunda revisión literal de cualquier mitología, credo religioso o expresión artística primitiva. Así los ángeles del cristianismo, los dioses hindúes con sus vimanas o los dioses sumerios son presentados como seres extraterrestres ante los cuales los humanos se postran y hacen buena la máxima de Clarke de equiparar tecnología avanzada con magia o poderes sobrenaturales. Otra variante más rebuscada de esta perspectiva sería la de intentar enlazar ciertas representaciones de la antigüedad de seres mágicos (Por ejemplo las pinturas rupestres de Tassili) con nuestra actual representación arquetípica de los extraterrestres. Esta analogía no se usa para comparar mitologías sino para demostrar que los extraterrestres ya estuvieron en nuestro planeta hace miles de años. Para ilustrar este punto se suele establecer un paralelismo con el curioso fenómeno de los “Cultos Cargo”. Aquellos movimientos religiosos espontáneos que surgieron entre nativos de remotas islas del Pacífico al interactuar con japoneses y norteamericanos que en plena Segunda Guerra Mundial usaron sus islas por razones logísticas. Estos nativos deslumbrados ante la absoluta superioridad tecnológica de los extranjeros acabaron por divinizarlos y crearon cultos religiosos en torno a su figura. De la misma manera, nuestros antecesores se habrían postrado y rendido culto a a los extraterrestres y su avanzada tecnología. Si la idea de plantear una arqueología alternativa provoca alguna mirada simpática. El segundo punto, esa idea de analizar ciertas religiones y mitologías bajo el prisma extraterrestre, suele despertar polémicas y furibundas reacciones. Por un lado, ciertas religiones encuentran ofensivo que sus pilares trascendentes y espirituales sean interpretados desde un prisma material, y por otro lado los antropólogos se echan las manos a la cabeza al ver como se arrasa cualquier valor alegórico de los mitos y se fuerza una
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interpretación donde el legado de culturas se convierte sin más y de forma interesada en astronautas, humanoides grises y naves interestelares. Pero la Teoría del Astronauta Ancestral va muchísimo más allá de plantear la presencia de extraterrestres en la tierra desde hace milenios sino que muchos incluso llegan a afirmar que los seres humanos somos producto de la manipulación genética alienígena lo cual les convierte en nuestros creadores. Esta teoría implica pues la divinización de los extraterrestres no a través del prisma místico sino del paradigma científico-tecnológico humano. Estamos pues ante una nueva mitología religiosa construida con mimbres contemporáneos. En vez de haber sido moldeados en barro, el origen del hombre se habría gestado en una probeta extraterrestre. Como buena derivación de la HET, esta teoría no es de nuevo ningún disparate sino que plantea un escenario coherente y que tiene sentido. De hecho, por mucho que algunos científicos la puedan despreciar, es justo reconocerle que al menos se atreve a aventurar hipótesis muy arriesgadas pero que son válidas. No está de más recordar que a día de hoy el génesis de la humanidad continua siendo un absoluto misterio y la ciencia ortodoxa sigue sin poder articular una explicación que al menos la religión a su manera o la ufología sí que se ha atrevido a dar. No es poco. Dicho esto, y como buena heredera de la HET, llegado el momento de contrastar esta hipótesis es cuando empiezan a acumularse las malas noticias. ¿Existen pruebas a favor? La respuesta es negativa. Existen ruinas arqueológicas curiosas y, sí, podemos encontrar en cualquier rincón del mundo relatos mitológicos y religiosos en los que se retratan a seres que pueden ser interpretados de una manera u otra pero se necesitan pruebas mucho más contundentes para revertir el paso del logos al mito. No se puede hacer ingeniería inversa de cualquier mitología, reinterpretarla bajo nuestro prisma y llegar a interesadas conclusiones. Bueno sí que se puede, pero se está aportando bien poco a sustentar una hipótesis que requiere de pruebas extraordinarias.
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La arqueología no es una disciplina exhaustiva ni se integra en un cuerpo de conocimiento firme y articulado. Aquello que no se encuentra no puede ser echado en falta. ¿Qué se puede concluir muchas veces de cual ha sido nuestro pasado? Existen miles de culturas de nuestro pasado perdidas irremisiblemente o aun esperando a ser descubiertas. Esto no avala ninguna de las teorías paleoastronaúticas pero lo ignoto de nuestro pasado remoto contrasta con la ausencia de pruebas sobre la presencia extraterrestre en la actualidad donde existen miles de dispositivos capaces de registrar cualquier evento y difundirlo en todo el mundo casi en tiempo real. En cierta manera la Hipótesis Extraterrestre vive mucho más cómoda en el hermético pasado. A día de hoy, Von Daniken y su más que discutible obra se ha convertido en blanco de numerosas críticas, no sólo desde la arqueología oficial sino también desde la propia heterodoxia. Muchas de sus suposiciones han resultado ser equivocaciones y ensoñaciones de un autor que, convencido ante una idea fascinante, se ha dedicado a recorrer medio mundo buscando datos que pudieran remotamente avalar sus convicciones. Aun así, leer un libro de Von Daniken, si se consigue suspender el escepticismo, es una experiencia apasionante y, si me lo permiten, hasta recomendable. Lástima que quizás el autor suizo no haya optado por dedicar sus esfuerzos a escribir ficción y se haya empeñado en querer dotar de legitimidad científica lo que es simple y pura especulación.
LA REVOLUCIÓN VALLÉE
“Desde mi punto de vista, voy a sentirme muy decepcionado si los OVNIs resultan que son simples visitantes de otro planeta, ya que yo pienso que ellos son algo muchísimo más interesante” Jacques Vallée
El boom de la ufología y la consolidación de la Hipótesis Extraterrestre como la forma de explicar el fenómeno OVNI desataría una auténtica fiebre mundial. Si nos fijábamos en los investigadores consagrados al estudio del fenómeno, los libros, su constante aparición en los medios y hasta la existencia de algún que otro informe oficial parecía que la humanidad estaba convencida de la existencia de seres extraterrestres en nuestro planeta. Pero para aquellos investigadores que se habían tomado en serio el estudio del Fenómeno OVNI y que están comprometidos, no tanto con la divulgación del misterio sino con el resolver el enigma, empezaron pronto a ver que algo no encajaba con la Hipótesis Extraterrestre. Los cientos de horas de trabajo de campo, de observación, de interrogación de los testigos, de recabar infor-
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mes oficiales al final arrojaban unos resultados muy, muy pobres que de forma sistemática llevaban a la frustración y la desesperación intelectual. Esta ausencia de pruebas concretas de la intervención extraterrestre en nuestro planeta se compensaba con mensajes de inminencia. A veces y esto se repite a lo largo de la reciente historia de la ufología, parece que estamos al borde de un alumbramiento cósmico pero al final nunca ocurre nada. Es curioso repasar libros o programas de radio de los 70, 80 y 90 donde siempre se intuye que algo va a ocurrir y que por fin las señales se van a confirmar. Pero nunca pasa nada. Y siempre estamos en el mismo sitio. No es de extrañar que los investigadores serios empezaran a plantearse hipótesis alternativas. Así tras el furor inicial de la Hipótesis Extraterrestre en los años 50 y 60s, en la década de los 70 la ufología más especializada y solvente comienza a plantearse nuevos paradigmas del fenómeno. Es el albor de lo que vendría a llamarse la Nueva Ufología cuya principal premisa es considerar que la Hipótesis Extraterrestre no es capaz de explicar un fenómeno complejo y multidisciplinar que trasciende la irresistible y fascinante idea de que civilizaciones extraterrestres exploran nuestro planeta. Esta Nueva Ufología tendrá muy diversos valedores pero si hay una figura que destaca sobre todas las demás es Jacques Vallée. Curiosamente éste es un personaje que no goza de excesiva popularidad aunque el mismísimo Steven Spielberg le hiciera un homenaje en “Encuentros en la Tercera Fase” con ese trasunto del investigador (Claude Lecombe) encarnado en el film por François Truffaut. Jacques Vallée es un investigador y científico francés, actualmente afincado en USA, que desde muy joven mostró una absoluta devoción por el Fenómeno OVNI. No sería el único campo en el que destacaría este polifacético pensador. Al margen de la ufología, Jacques Vallée es un astrofísico de primer orden, un pionero en la informática y es un reconocido empresario de éxito en Silicon Valley.
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Como todo buen ufólogo en ciernes, Jacques Vallée decidió apostar en un primer lugar por validar la Hipótesis Extraterrestre, de la cual estaba absolutamente convencido. El vivió varias oleadas de OVNIs tanto en Francia como en Estados Unidos e incluso afirma haber visto uno con su familia cuando no era más que un niño. Sus trabajos de aquella época se caracterizan por combinar elegante rigor intelectual con un incansable trabajo de campo visitando lugares donde se han avistado OVNIs, entrevistando a testigos, recogiendo muestras y hasta incluso estableciendo metodologías y protocolos. Pero pese a sus esfuerzos los resultados que arrojan sus investigaciones acaban por demostrarle que el enfoque predominante a la hora de abordar el fenómeno OVNI no es el adecuado. Así tras un laborioso proceso de documentación histórica y contraste de sus propias investigaciones personales, Vallée publica su obra fundamental “Pasaporte a Magonia” y que en sus propias palabras le convertirá en un “hereje entre los herejes” y en el enemigo público de la ufología convencional. En su libro, Vallée traza una solución de continuidad entre los avistamientos OVNIs, pero sobretodo los encuentros cercanos, con las clásicas leyendas de encuentros con hadas, gnomos, o criaturas mágicas. A través de sus páginas, el autor francés señala las analogías que existen entre los llamados encuentros féericos de siglos anteriores y lo que hoy conocemos como OVNIs o encuentros cercanos. El científico francés demuestra de manera ejemplar lo siguiente: 1. A lo largo de la historia existen registros equivalentes de encuentros con entidades e inteligencias no humanas en distintos confines del planeta de una manera en la que no se puede aducir la existencia de una contaminación cultural. 2. Los encuentros con supuestos extraterrestres o incluso las novedosas abducciones comparten estructura y multitud de puntos en
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común con registros de encuentros con lo insólito de tiempos pretéritos: estados de conciencia alterada, zumbidos, perdida de noción del tiempo, fetichismo mágico y sobretodo una predominancia absoluta de lo absurdo en las interacciones entre humanos. 3. Lo que antes se interpretaba como apariciones mágicas o religiosas, hoy se concibe y se enmarca dentro del paradigma científicotecnológico de la HET. 4. Ambas interacciones son parte de un esquema que no se rige totalmente bajo nuestras leyes materiales sino que responde a otras dimensiones que dejan su impronta en nuestra realidad de una manera muchas veces residual. 5. Los OVNIs junto a las otras entidades no son más que metamorfosis de un sistema de control de la conciencia humana que escapa a nuestro entendimiento humano pero cuyos fogonazos podemos recoger a través de los testimonios OVNI o de las mitologías trascendentes. Después de “Pasaporte a Magonia”, Jacques Vallée continuaría publicando libros tales como “Revelaciones”, “Confrontaciones” o “Mensajeros del Engaño” en los que seguirá profundizando en sus planteamientos fundamentales. Vallée pasará por diversas fases y en ellas se acabará mostrando bastante crítico con la ciencia convencional y su estrechez de miras, la inocencia de la ufología ortodoxa, pero sobretodo manifestará su desprecio hacia las autoridades y gobiernos a los que les acusa no sólo de no tener ningún interés en acercarse tan siquiera a la verdad, sino que, de hecho, se han aprovechado sistemáticamente del fenómeno OVNI para manipularlo a su antojo e interés. Las conclusiones de Vallée no son en absoluto evidentes. El investigador francés intuye que los OVNIs son una manifestación de algo complejo, superior y dotado de una inteligencia pero el propio autor reconocerá que
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quizás el conocimiento de la naturaleza OVNI esté fuera del alcance no sólo de nuestra ciencia y cultura sino de nuestro equipamiento cognitivo. Independientemente de estas especulaciones, la verdadera ruptura de Vallée será demostrar que el Fenómeno Ovni no es en absoluto novedoso y supera el sentido de sus siglas. Siempre han existido encuentros con lo insólito y el autor lo demuestra con cientos de ejemplos registrados en la literatura de las distintas épocas. En la edad media hablaban de demonios, íncubos y súcubos (Era una conclusión coherente con el esquema cultural y cognitivo imperante), más adelante se interpretaron como románticas criaturas mágicas tales como duendes y hadas, para finalmente manifestarse como extraterrestres que vienen desde los distantes confines del cosmos. Lo que hoy entendemos como OVNI no es más que la interpretación de un fenómeno que viene manifestándose a lo largo de la historia de la humanidad. Una de las consecuencias de los argumentos de Vallée será el integrar el fenómeno OVNI con multitud de fenómenos sobrenaturales como pueden ser criaturas míticas, las apariciones o bestias legendarias. Esto tendrá serias implicaciones ya que por un lado permite ampliar el campo de estudio de una manera amplia pero en cierto modo le quitará cierta patina de respetabilidad al fenómeno OVNI que de repente se veía abocado a compartir casuística con leyendas medievales o fábulas del romanticismo. Desde ese punto de vista, un avistamiento OVNI tenía la misma validez y legitimidad que un aldeano que afirma haber visto “La Santa Compaña”. Sin embargo, como veremos más adelante también permitirá plantear una teoría unificadora de lo paranormal que plantea interesantes desafíos intelectuales. Pero Vallée no acaba ahí. La estructura ideológica de lo OVNI no es casual, responde a una mitología que recoge las ansiedades y los anhelos de la raza humana en un determinado momento. Desde su punto de vista lo OVNI (O deberíamos decir la Hipótesis Extraterrestre) es el SuperMito del Siglo XX con esa mezcla de racionalismo, tecnología y mensaje de redención frente a las ansiedades que generaba un mundo que parecía abocado al horror
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tecnológico en forma de holocausto nuclear. La difusión de los OVNIs y su éxito en la ficción popular avalarían la gran adhesión que despertó. Y de hecho ¿No se han preguntado nunca por qué el Fenómeno OVNI despierta tanta pasión entre sus adeptos y entre sus detractores? Si está leyendo esto, asumo que debe entender a que me refiero. La idea de las visitas de extraterrestres fascina a lo largo y ancho del planeta. ¿Por qué? Por un lado, se puede efectivamente ver los OVNIs como un Supermito generado que condensa buena parte de nuestros miedos (Apocalipsis ecológico, holocausto nuclear radiactivo...) y deseos (Salvación y ascenso a los cielos) de una manera muy efectiva en nuestra psique. Pero al mismo tiempo, puede que el Mito OVNI nos hace comulgar con nuestro Zeitgeist, con ese concepto hegeliano de espíritu de los tiempos en los que vivimos, convirtiéndolo en una poderosa conexión con nuestra época, con nuestro presente. Lo cual acaba por darle una fuerza y una tensión a la que algunos parecen no poder resistirse, hasta para intentar demoler los planteamientos que sostienen el propio fenómeno.
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EL GRAN TEATRO OVNI
“No me cabe duda de que ese día aquel aparato quería que lo viéramos; además, parecía que oía lo que hablábamos” Jesus Mínguez, testigo de un incidente OVNI
Una derivación de las ideas de Vallée cristalizará en una muy fecunda corriente de pensamiento dentro de la ufología que ha elaborado la Teoría de la Teatralización. Su principal premisa sería la existencia de una inteligencia no humana que orquesta los distintos fenómenos y que se manifiesta de una manera escenificada ante los ojos de los testigos. Sus principales rasgos serían los siguientes: 1. Los OVNIS se manifiestan siempre de manera reconocible por los testigos de las distintas épocas. Es así un fenómeno dinámico y metamórfico. Desde este punto de vista, lo OVNI es el nombre que le hemos venido en dar en el siglo XX pero antes tuvo otras manifestaciones que serían las distintas encarnaciones de estas inteligencias proteicas capaces de adaptarse a los distintos contextos culturales a fin de conectar con los testigos. 2. La fugacidad y el factor remoto de las apariciones OVNI y de los encuentros cercanos se explicaría por ese factor de escenificación que busca interactuar con el testigo de manera particular y limitada. 3. El propósito de la escenificación OVNI escapa a nuestro entendimiento. El ser humano y la sociedad son incapaces de aprehender la esencia de su naturaleza o intenciones.
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Esta teoría plantea serias dudas debido a su marcado carácter ad hoc. Es decir parece diseñada especifícamente para disculpar la imposibilidad del Fenómeno OVNI a ser falsado. En lo que respecta al primer punto parece mucho más lógico pensar que fenómenos incapaces de ser asimilados por nuestra mente, equipo cognitivo o como decía Kant por nuestras categorías “Espacio”/”Tiempo” sean reinterpretados usando elementos disponibles de nuestra cultura. De hecho es que la percepción humana funciona así. Tratamos de identificar y catalogar las cosas que nuestros sentidos ven de una manera que nuestro cerebro puede procesar. Lo desconocido se interpreta conforme a lo conocido. Parece más lógico presumir que esa naturaleza proteica se deba más al sujeto, al testigo, que al objeto. Y eso es exactamente lo que ocurre con el segundo punto. Efectivamente podemos pensar que las inteligencias no humanas buscan el momento y la localización adecuadas para manifestar ante el testigo pero lo hacen de una manera que es indistinguible de una experiencia subjetiva. Y si recurrimos a la tan manoseada navaja de Occam, podríamos presuponer que los testigos cuando hablan de un encuentro cercano, pueden estar realmente experimentando una experiencia subjetiva. Lo cual, ojo, no quiere decir que no sea real pero sí que quizás requiera de nuevos enfoques no tan centrados en el objeto y más en el sujeto. Respecto al tercer punto, volvemos a lo que ya hemos comentado en anteriores capítulos. Asumir lo absurdo y lo extraño del fenómeno cuanto antes le será de gran utilidad al investigador y aficionado. Lo OVNI se nos escapa.
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“En una de nuestras apariciones, bajamos Loli y yo de los pinos con mucha gente, y vimos una cosa como fuego en las nubes. { } Cuando paso eso, se nos apareció la Virgen, y le preguntamos que qué era aquello, y Ella nos dijo: Que en aquello vino Ella” Conchita González, vidente de Garabandal
Tras Vallée, lo lógico es que la Hipótesis Extraterrestre Retroactiva también fuera revisada. Así un fenómeno como, por ejemplo, la aparición de la Virgen María en Fátima, desde un punto de vista ufológico era la interpretación de un avistamiento OVNI de acuerdo con el contexto sociológicoreligioso de una pequeña aldea portuguesa a principios del Siglo XX. Por supuesto que unos menores de edad de origen campesino no disponían de los recursos culturales para identificar una nave alienígena y que su incapacidad conceptual les lleva a concluir que sea lo que sea lo que presenciaron era la mismísima Virgen María (No vamos a ahondar en este suceso milagroso o sobrenatural, pero existen fundadas sospechas sobre el papel que jugaría la iglesia portuguesa para condicionar y apoderarse de forma muy interesada de las visiones de los niños.)
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El filósofo Kant a la hora de establecer categorías, distinguía entre “Noumeno” y “Fenómeno”. Para el pensador alemán, el “Noumeno” sería la cosa en sí, pura e independiente de cualquier representación. Mientras que los “fenómenos” son esos propios “noumenos” accesibles a nuestros sentidos y a nuestra percepción. De alguna manera Kant viene a reformular el Mito de la Caverna de Platón La perspectiva ufológica acaba por identificar el fenómeno como noumeno. Es decir, lo que los especialistas del Siglo XX creen ver como naves espaciales lo acaban considerando como la cosa en sí, no como otra manifestación fenomenológica, sujeto a la percepción y a los condicionantes de su época y contexto sociohistórico. Cuando lo cierto, como nos demuestra Vallée en su citada obra “Pasaporte a Magonia”, es que una aparición mariana o un encuentro cercano posterior a 1947 comparten la misma categoría. De hecho, la filosofía de Kant nos da alguna pista que puede sernos de gran utilidad para intentar aproximarnos al --nunca mejor dicho-- Fenómeno OVNI ya que siguiendo con sus reflexiones, el noumeno, la cosa en sí, solo podemos aspirar a intuirla, no a conocerla con nuestras actuales dimensiones de conocimiento que no son otras que el Espacio y Tiempo. Quizás y ya lo veremos más adelante, la metafísica pueda ser una herramienta mucho más útil que toda la parafernalia positivista de la ufología científica. Quizás la reflexión pueda abrir más perspectivas que el limitarse a recopilar casuística a través de testigos sin ninguna base empírica defendible. ¿Por qué digo esto? La ufología muchas veces ha intentado adquirir la respetabilidad de una ciencia más. Son muchos los que siempre se han quejado de la falta de interés o la abierta hostilidad que la comunidad científica ha demostrado siempre al estudio del fenómeno OVNI. Esto ha llenado de frustración a muchos investigadores que han intentado aparentar el hacer ciencia a través de recursos socorridos como la clasificación axiomática (Clasificar tipos de naves o humanoides sin ton ni son)
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o la utilización de cierto lenguaje pomposo y pseudocientífico (“Encuentros de Tercera Clase”). Todos estos esfuerzos han sido en vano y sí, quizás han servido a un nivel divulgativo a darle cierto status pero en lo que concierne a su aceptación como disciplina científica han sido un absoluto fracaso. Y es que lo más probable es que la Ufología visto lo visto (O más bien deberíamos decir “visto lo no visto”) debería optar por otras sendas que no son las de la ciencia experimental. La ciencia se caracteriza por avanzar a través de la validación de hipótesis que son contrastables bajo unas circunstancias controladas, las cuales no significa necesariamente que se deban reproducir en un laboratorio. Creo que se debe reconocer que las evidencias existentes para el estudio del Fenómeno OVNI no permiten un estudio empírico de la misma. Insisto hasta la saciedad. A fecha de hoy sólo contamos con numerosos testimonios y fugaces anomalías (Un avistamiento, la lectura de un radar...) que es digno de estudio pero que no son indicios consistentes para construir hipótesis que validar. Un registro inexplicable en un radar podría ser una nave espacial extraterrestre. Sí, pero después de Vallée, también podría tratarse de un dragón. ¿Por qué no? Ambas hipótesis son igualmente plausibles y ambas requieren de una validación que se antoja complicada. Además Ciencia es sinónimo de rigor pero no de verdad ni mucho menos. La ciencia es un concepto dinámico en permanente evolución y ahí radica su fortaleza. No aspira a ser un esquema rígido que se pueda apropiar de LA VERDAD sino que intenta formular representaciones de la realidad que resistan cada vez mejor un contraste empírico. Y eso sí que es radicalmente innegociable para la Ciencia. Sin método científico, sin validación, no hay ciencia. Y debemos reconocer que desde hace unos siglos al hombre no le ha ido nada mal en términos de avances, dejarse guiar por estos principios. Es por esta razón que se debe replantear que el Fenómeno OVNI se aborde desde otras disciplinas como puede ser la Metafísica, una escuela filosófi-
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ca que cuenta en su plantilla a insignes pensadores como Platón o Kant, o desde la Psicología Social, una ciencia perfectamente calificada para profundizar en la dimensión psíquica y subjetiva del fenómeno. Abundaremos en ello en próximos capítulos. Y claro que podemos seguir mirando a los cielos o a nuestros campos, pero quizás para resolver la incógnita OVNI no debamos mirar ni tan arriba ni tan lejos.
LA ESCUELA ESCÉPTICA
“...las luces observadas por la tripulación eran, en realidad, las llamaradas de las torres de combustión de la refinería de Escombreras” Fernández Peris
Es público y notorio que los más feroces comunicadores, periodistas o escritores neoliberales del panorama mediático español, han tenido un pasado marxista o incluso antisistema. Personajes como Jiménez Losantos o Pío Moa atacan de forma furibunda los planteamientos de los partidos políticos de izquierda, los nacionalismos periféricos o a los sindicatos pero en sus biografías podemos comprobar que ambos participaron con entusiasmo en movimientos subversivos de extrema izquierda. Algo muy parecido ocurre con el ala más escéptica de la ufología que en su mayoría está compuesta por personas que en una etapa temprana de su vida creyeron en la Hipótesis Extraterrestre y dedicaron esfuerzos y energías a investigar el fenómeno para luego abandonar, renegar de sus planteamientos y consagrarse en buena medida a su descrédito sistemático.
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La escuela escéptica, neopositivista o negacionista (Elijan la etiqueta con la que se sientan más cómodos) también plantea su particular visión sobre el Fenómeno OVNI la cual se puede resumir en los siguientes puntos: 1. El Fenómeno OVNI más allá de su interpretación literal de Objetos Volantes No Identificados no existe. Esta afirmación se basa en la absoluta ausencia de evidencias que puedan sustentar cualquier hipótesis que se han venido usando desde la ufología para apoyar en particular la HET. 2 .La Hipótesis Extraterrestre es un mito moderno sustentado en ensoñaciones infantiloides que ha gozado de gran difusión y éxito por su propia estructura ideológica en un contexto como el del Siglo XX donde se consolida un nuevo paradigma científico-técnico y los viejos mitos religiosos o mágicos han caducado. 3 .Otras hipótesis son meras elucubraciones que intentan suplantar de manera pretenciosa y pseudofilosófica el fracaso de los planteamientos de la Hipótesis Extraterrestres. 4 .La famosa casuística OVNI la resumen en: A. Confusiones legítimas. B. Alucinaciones individuales e histerias colectivas. C. Fraudes malintencionados. La escuela escéptica propone criticar los paradigmas de la ufología de una manera activa. Si la postura oficial de los medios o de la comunidad científica ha sido la absoluta indiferencia, los investigadores ufológicos escépticos deciden investigar de manera experimental para demostrar que otras hipótesis pueden y deben explicar los avistamientos o incidentes que se denuncian. Esta actitud algo capciosa suele irritar a muchos ufólogos que no acaban de entender la agresividad con la que estos supuestos escépticos embisten contra la ufología.
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Y no debería ser así a crítica razonada es lo que hace evolucionar el conocimiento. Esta investigación escéptica que trata de poner contra las cuerdas los preceptos de la ufología clásica debe ser bienvenida. Plantearse mínimamente cualquier hipótesis extraterrestre requiere descartar otras hipótesis convencionales y esto es un trabajo que cualquier investigador serio siempre deberá plantearse. Pero no se puede negar que ciertas actitudes de ufólogos escépticos (Los cuales detestarían por cierto que los llamaran ufólogos pero lo son) no son lo asépticas que se podría esperar. Es decir ya no se aproximan al fenómeno de una manera neutral sino con afán de debunking. Ellos se suelen justificar que la sistemática combinación de poco rigor en las investigaciones y el afán “Misteriologico” de los investigadores-divulgadores no les ha dejado otra opción. Así su posicionamiento sistemático ante cualquier caso OVNI es o bien intentar desmontarlo o bien intentar explicarlo de una manera convencional. Esta postura queda reflejada de manera ejemplar en casos como el Expediente Manises donde un avistamiento OVNI por parte de un piloto de un avión comercial que se vio obligado realizar un aterrizaje de emergencia en Valencia, se intenta explicar como el fulgor de las chimeneas de Escombreras en Cartagena (Murcia) en unas condiciones atmosféricas muy particulares. Una hipótesis algo descabellada y con la cual se puede estar o no de acuerdo, pero que al menos intenta ofrecer una explicación y no refugiarse en los enigmas tan socorridos desde la divulgación que no aportan nada a la investigación. Intentar explicar aunque sea de manera disparatada es siempre preferible a limitarse a reconstruir. El problema surge cuando estos escépticos hacen gala de su proverbial alergia ante la mera posibilidad de una anomalía y prefieren recurrir a una explicación convencional por muy tirada de los pelos que sea y considerarla como la solución definitiva en vez de una simple hipótesis más.
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Sin embargo, y pese al tono ofensivo de los supuestos escépticos, la ufología debe estar agradecida a la existencia rama escéptica que intenta incluso de forma agresiva falsear las hipótesis más insólitas y aportar explicaciones alternativas convencionales. Nada de esto debe restar, todo suma. De hecho, muchas veces aquellos casos que han pasado por el filtro “escéptico” suelen ser aquellos casos que gozan de mayor credibilidad y se establecen como anomalías legítimas de gran interés en su estudio. Aun así la ufología escéptica también tiene dificultades de explicar como decenas de miles de personas a lo largo del mundo dicen haber sufrido experiencias OVNI. Sin duda que buena parte de estos casos se pueden explicar de una manera escéptica: confusiones, alucinaciones, fraudes, etc. ¿Pero es sostenible esta perspectiva? ¿Todo el mundo miente siempre? ¿Todo el mundo se equivoca siempre? ¿Cómo se explica que ciertos patrones se hayan reproducido a lo largo de la historia en distintos continentes sin aparente conexión alguna? Repasemos algunas de sus explicaciones más recurrentes a la hora de intentar dar respuesta a estas cuestiones.
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LA HIPÓTESIS HIPNAGÓGICA
La vida es sueño y los sueños, sueños son Calderón de la Barca
Si se analiza la abundante casuística OVNI se puede observar un recurrente factor de irrealidad, que unido a unas circunstancias muy concretas tales como la nocturnidad o la soledad del testigo, ha llevado a algunos investigadores a trazar paralelismos entre los testimonios OVNI con estados de conciencia alterada o directamente oníricos. De hecho, no son raros los testimonios de supuestas naves extraterrestres, o de los propios tripulantes, materializándose o desmaterializándose de una manera que apuntan a un desafío a nuestra percepción más que al uso de una tecnología avanzada capaz de vencer los límites de la física convencional. Esta perspectiva se verá fuertemente apoyada por casos de gran relevancia mediática como pudo ser el seminal “viaje interrumpido” de Betty Hill o la espeluznante odisea de Whitley Strieber recogida en su best-seller autobiográfico “Comunión”. En este clásico de la ufología, el autor nos relata como fue víctima de unos extraños episodios que se pueden calificar, no sabemos si de forma literal o figurada, de un caso de “visitantes de dormitorio”. El libro fue un éxito de ventas y atrajo el foco mediático sobre los casos de abducciones extraterrestres. (A todo esto sin duda ayudaría una muy inquietante portada que fijaría un auténtico retrato robot alienígena en el imaginario colectivo.) En el libro el propio autor es el primero en especular sobre la verdadera naturaleza de la experiencia aunque en sucesivas obras se iría decantando por explicaciones más cercanas a la ufología convencional frente a la extrañeza
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que rezuma el relato original y en la que se mostraba mucho más cauto a la hora de determinar si lo que le había ocurrido era una experiencia espiritual, material o parapsicológica. Que en este caso, como en muchos otros, buena parte de los testimonios se hayan obtenido a posteriori a través de hipnosis sería un refuerzo a la hipótesis de que muchas de las experiencias OVNI están demasiado vinculadas a sueños, recuerdos y reconstrucciones bajo unas condiciones muy concretas para no plantearse que buena parte de estas experiencias no son nada más que reconstrucciones de experiencias oníricas. El caso de Strieber se puede extrapolar a muchos de los testimonios de encuentros cercanos con OVNI. La gente relata unas experiencias extrañas y absurdas, las cuales no son capaces de explicar y que recurren a reinterpretarlas bajo un paradigma ufológico abiertamente especulativo. Desde este punto de vista algunos investigadores escépticos no dudarán en afirmar que la gran mayoría de los encuentros cercanos serían trastornos del sueño que derivan en alucinaciones hipnagógicas, parálisis del sueño o bien intensos sueños vívidos. ¿Puede explicar esta hipótesis los miles de testimonios por sí sola? No mejor ni peor que otras hipótesis que hemos venido examinando hasta ahora. Lo que si que pone en evidencia de nuevo es que un encuentro OVNI puede muchas veces ser indistinguible de una experiencia subjetiva.
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PERCEPCIONES
Ver es creer Expresión popular
La escuela escéptica ufológica suele tener en la percepción humana uno de sus más socorridos caballos de batalla. ¿Puede considerarse el ser humano como un testigo fiable? Numerosos estudios apuntan que nuestras percepciones, su procesado y almacenamiento en la memoria puede que no sean tan asépticos como podríamos pensar. Un ejemplo recurrente que se suele utilizar para ilustrar la falta de fiabilidad de la percepción humana y su alto grado de sensibilidad psicosocial es el tristemente célebre caso de la desaparición de las niñas de Alcasser que fue objeto de una cobertura mediática sin precedentes. Algunos todavía recordamos como en cierto programa de televisión llamado “Quien sabe donde” se produjo una verdadera avalancha de llamadas telefónicas que afirmaban haber visto a las niñas desaparecidas en el sur de España. El número de llamadas fue tal que el programa acabó dando por hecho de que las niñas estaban vivas y que descubrir su paradero era cuestión de tiempo. La siguiente semana, por supuesto, el programa no abrió con la buena nueva de que las niñas habían aparecido. Aquel fervor de testimonios no había conducido a nada y se había disipado. Semanas después se descubriría cual había sido el cruel destino de estas niñas que habían sido asesinadas, horas después de su desaparición. Este caso evidencia como los testimonios per se no pueden considerarse como prueba definitiva de nada y que cierta ansiedad promovida por los
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medios de comunicación puede crear un caldo de cultivo para la propagación de histerias colectivas. El estudio contemporáneo del Fenómeno OVNI no puede dejar de lado esta dimensión psicosocial a la hora de abordar los miles de testimonios que existen sobre el fenómeno OVNI. Algunos ufólogos, no obstante, han apuntado de manera certera que como es posible que si nuestra percepción es tan defectuosa pueda convertirse en árbitro de disputas legales o en la resolución de crímenes. Es decir, si la percepción, si el testimonio puede ser la base de nuestro sistema legal y penal ¿Por qué se invalida en los casos OVNI? Y la respuesta no es sencilla ni mucho menos reconfortante. Está demostrado a través de diversos experimentos como los realizados por la psicóloga Elizabeth Loftus que las experiencias humanas, sobretodo bajo condiciones traumáticas, suelen mostrar distorsiones y sesgos que se manifiestan en la reconstrucción del evento y en el almacenamiento en la memoria del mismo. De hecho es perfectamente posible que un individuo acabe teniendo recuerdos fabricados de cosas no vividas necesariamente como son rememoradas. (Esto es algo que también se ha puesto en evidencia en ciertas reconstrucciones bajo hipnosis) Los testimonios son esenciales a la hora de determinar o reconstruir una situación pero deberemos tener en cuenta que nuestros sentidos y nuestras memorias sobre estas experiencias no son tan fiables como deberíamos esperar. Ver puede ser creer, pero nuestras creencias pueden estar totalmente equivocadas y no formar parte necesariamente de una realidad objetiva. A algunos les puede parecer inquietante la conclusión de que un testimonio en un juicio puede tener la misma fiabilidad que el de un testigo de un encuentro cercano OVNI pero esa es la realidad. No es de extrañar que en ambos ámbitos se deba reivindicar la prueba material e incontrovertible como el factor determinante al otorgar credibilidad o no a una afirmación independientemente del foro donde se emita.
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EL FOLKLORE OVNI
Estos platillos volantes son, ni más ni menos, que los mitos eternos que hoy, ante el miedo de la ciencia y la técnica no controladas vuelven a manifestarse Alfonso di Nola
Algunos investigadores han querido estudiar lo OVNI desde una perspectiva exclusivamente sociológica. De hecho, cuando cursaba la carrera de sociología ese era mi enfoque. No me preocupaba tanto si el fenómeno era real o no. Sino que uno se centraba más en la ideología subyacente, en los mecanismos de difusión de la misma y cual es el rol de esta mitología. La perspectiva folclorista le la espalda a cualquier debate sobre la realidad del fenómeno, y se centra en su funcionamiento como mito. Los OVNIs son simplemente la actualización y contextualización cultural contemporánea de fenómenos que están presentes de una manera u otra en todas las culturas. No es como afirma Von Daniken que los antiguos dioses fueran extraterrestres, es que los extraterrestres son los nuevos dioses, son los nuevos mitos. Esta perspectiva realiza un curioso análisis de la evolución del fenómeno OVNI y como este ha ido mutando de acuerdo con el devenir de los tiempos, lo cual indica, sin duda, cierto grado de interacción con los testigos y la sociedad que los acoge. De nuevo no se puede percibir un patrón coherente. Así si los primeros extraterrestres que se aparecían a los contactados parecían visiones optimistas de superhombres del futuro, luego el arquetipo acabaría transmutando en los célebres humanoides grises que diversos investigadores han acabado identificando como una visión futura y apocalíptica de la raza humana: cabezas hiperdesarrollados, cuerpo atrofiado, aspecto enfermizo,
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problemas de reproducción... A veces parece que estemos describiendo a lo que nuestra cultura actual nos ofrece como representación de un ciudadano nerd del futuro. Muchas veces parece que las descripciones de los seres extraterrestres hablen mucho más de nosotros mismos que de hipotéticas visitas a millones de años luz de distancia. Algunas escuelas de cierta influencia marxista han llegado a identificar a los OVNIs como un subproducto más del Colonialismo Cultural Norteamericano. Y sí, la Hipótesis Extraterrestre puede verse de ese modo. Es cierto que el fenómeno conocido como OVNI a partir de 1947 empieza a ser interpretado de una manera particular. Ese prisma sí que forma parte de la hegemonía cultural norteamericana junto al cine de Hollywood o el rock and roll. De hecho, en cierta medida ver OVNIs supondrá un síntoma de modernidad como lo pudo significar en la España de los 50s pero lo que no se puede negar es que más allá de esa forma de interpretar el fenómeno, han existido y existen anomalías y encuentros con lo insólito que merecen nuestra atención.Si repasamos un libro como por ejemplo “Wonders in the sky” de Aubeck y Vallée se pueden observar como fenómenos que se consideran como propios de la ufología moderna tuvieron sus antecedentes en el fenómeno de los airships o registros tan curiosos como esos meteoritos con momias que cayeron del cielo. ¿Qué está pasando ahí afuera? ¿No es curioso que esas supuestas alucinaciones sigan un esquema y una estructura que trasciende de épocas donde la cultura mediática contemporánea no existía? ¿No es posible que lo OVNI se convierta objeto de estudio ya sea desde una perspectiva especulativa, metafísica y psicosocial? Algunos queremos pensar que sí.
LA DIVULGACIÓN DEL MISTERIO
Creérselo todo hasta que se demuestre lo contrario Fernando Sesma
Si hemos hecho mención a los escépticos, el temido lobo feroz de la Ufología, creo que procede hablar del otro extremo del espectro: la divulgación del misterio. De hecho creo que es difícil explicar el uno sin el otro. Los escépticos son en buena parte una furibunda reacción a cierta manera de aproximarse a la ufología y a otras paraciencias (sic) : Transcomunicación Instrumental, Criptozología, espiritismo etc... desde un punto de vista superficial, acrítico y más interesado en una narrativa que ahonde en el misterio en sí que en la propia investigación del fenómeno. Desde hace ya varios años el Misterio vive un boom en muchos países pero particularmente en España. Existen revistas, libros y decenas de podcasts tanto profesionales como amateurs (De hecho muchas veces destacan más los segundos en la seriedad de sus propuestas al no estar sujetos a ningún tipo de criterio comercial) que se dedican a la divulgación de lo insólito cosechando un gran éxito de público.
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El periodismo divulgativo del misterio suele presentar los siguientes rasgos a la hora de abordar el fenómeno OVNI 1. Elaboración semi-literaria y narrada de los incidentes. 2. Presunción absoluta de la buena fe, la preparación adecuada y de la objetividad del testigo. 3. No se intenta recabar ni cruzar fuentes contrarias a la versión de los testigos. 4. Nada se afirma ni se rebate, todo se deja en manos de la fértil imaginación del lector, oyente o espectador. Muchas veces parece que este periodismo del misterio funcione más a un nivel de entretenimiento que a un nivel de divulgación más crítico. Así el Misterio se convierte en una nueva ficción con visos de verosimilitud y que de hecho encaja perfectamente con las tendencias de la producción cinematográfica contemporánea tales como el film de la Bruja de Blair u otras películas de “cintas encontradas” que son ficciones que pretender pasar como realidad. No es de extrañar el auge de la radio en la divulgación del misterio dada su alta capacidad de sugestión así como valerse de la tradición oral: la vía de difusión del mito por excelencia. Que este tipo de periodismo divulgativo funcione no tiene nada de malo. Es una fórmula necesaria para satisfacer una demanda existente por parte de un público ávido de ciertos conocimientos. Pero a veces el éxito del que goza se vuelve un poco contra la investigación rigurosa de los fenómenos ya que la divulgación de los misterios, en vez de la resolución de los mismos, se convierte muchas veces en el horizonte al que aspiran muchos investigadores.
JOHN KEEL: POR UNA TEORÍA UNIFICADORA DE LO PARANORMAL
“Abandoné cualquier hipótesis extraterrestre en 1967 cuando mis propias investigaciones de campo me revelaron una alucinante superposición entre los fenómenos paranormales y los supuestos casos OVNIs...” John Keel
Si antes mencionábamos a Jacques Vallée como uno de los pensadores e investigadores que más había hecho avanzar el estudio de lo OVNI. Muy pronto, John Keel le daría la réplica al profundizar en los estudios del investigador francés y reformular los casos OVNIs desde una perspectiva mucho más amplia, compleja y rica. Obras de John Keel como “Planeta Encantado”, “Las profecías del Mothman” o “Operación: Caballo de Troya”
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supondrían un nuevo revulsivo para plantear alternativas a hipótesis cada vez más caducas. John Keel era en un cazador de platillos al uso. Desde los años 50, había desempeñado su faceta de periodista e investigador de hechos extraordinarios y fenómenos anómalos. No es ninguna sorpresa que reorientara su trabajo al misterio más popular en los Estados Unidos de los Años 50 y 60: Los OVNIS. Tras investigar multitud de casos en la Costa Este de Estados Unidos empezó a replantearse cual podía ser la naturaleza del fenómeno. Keel empezó a trazar paralelismos entre los encuentros con extrañas criaturas como el célebre Mothman en West Virginia, con avistamientos de luces y con episodios de percepción extrasensorial de los testigos. Esta aportación de John Keel será de una gran relevancia ya que desde los inicios de la ufología, muchos investigadores sesgaban casos donde aparecían trazas de otros fenómenos paranormales. Desde la perspectiva de estos investigadores, la ufología era una ciencia seria y como tal debía obviar este tipo de manifestaciones que empañaban la respetabilidad de la disciplina. Lo cierto es que Keel puso en evidencia que el fenómeno OVNI no era algo aséptico ni aislado sino que guardaba relación con mensajes imposibles, apariciones de criaturas, bilocaciones, etc... Keel de hecho pensaba que todas las anomalías como las criaturas criptozoológicas, los OVNIs, los fantasmas, los poltergeists, los orbes, los demonios, los ángeles o cualquier entidad mística o religiosa están interconectadas entre sí y son manifestaciones de una misma fuerza cósmica más allá de nuestro control. John Keel incluso iba más lejos y se atrevía a sustituir el término de extraterrestres por ultraterrestres. Unas entidades no humanas pertenecientes a otro orden de existencia y por tanto incomprensibles para nosotros. De hecho, es público y notorio que John Keel tuvo que abandonar algunas de sus investigaciones porque empezó a experimentar una sucesión de situaciones inexplicables que empezaron a hacer zozobrar su propia cordura.
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JOHN KEEL: POR UNA TEORÍA UNIFICADORA DE LO PARANORMAL
Un diálogo de la película “Mothman, la última profecía” basado en su célebre besteller es utilizado de manera magistral por el podcast Terra Incognita como cuña y resume la inquietante filosofía que John Keel trata de transmitirnos: - La semana pasada mi amigo recibió una llamada telefónica extraña de... un ente, un espíritu, lo que fuera... parecía saberlo... todo. - ¿Como Dios? ¿Y hacía predicciones que se han confirmado? - Sí. Le llamó un tal Indrid Cole. - Es percepción, John. A cada cual se le aparecen de forma diferente: una voz, una luz, un hombre, un monstruo... Si tu amigo piensa que está hablando con Dios, está totalmente equivocado... - ¿Y cómo se explica que lo sabe todo? - Mira allí arriba. Si hubiera un accidente de tráfico a unas manzanas de aquí, es muy probable que lo viera el que limpia los cristales, pero no significa que sea Dios. Ni siquiera que sea más listo que nosotros. Lo que pasa es que desde donde está, puede ver un poco más lejos que nosotros. - Creo que es evidente que esas entidades están más adelantadas que nosotros. ¿Por qué no se presentan y nos dicen lo que piensan? - Tú estás más adelantado que una cucaracha. ¿Has intentado alguna vez explicárselo a alguna de ellas? Este símil de las relaciones entre humanos y animales se usará como esquema para entender, o más bien para no entender, cómo podemos representar las interacciones entre seres humanos y estas entidades ultraterrestres. Sin embargo, muchos se preguntarán de manera lógica, ¿Donde están esas entidades? ¿Son materiales? ¿O desafían nuestras categorías de espacio y tiempo? Es el momento de recurrir a nuevas y arriesgadas hipótesis.
SALVADOR FREIXEDO Y LA GRANJA HUMANA
“Somos propiedad de alguien” Charles Fort
Antes de cruzar a nuevas dimensiones, es justo hacer mención a un pensador que lleva la metáfora de los animales a un sentido estrictamente literal con obras tan particulares y revolucionarias como “La Granja Humana” donde hace propia la frase de Charles Fort “La Tierra es una granja. Somos propiedad de alguien” y la lleva hasta sus últimas y terribles consecuencias. Salvador Freixedo es un ex-jesuita que tras viajar por buena parte de Latinoamérica y Estados Unidos renuncia a su fe y comienza a centrarse en temas relacionados con el misterio, lo oculto y lo paranormal y comienza a vincularlos y a situarlos en el mismo plano que las religiones y la teología. Sus libros más representativos sería la trilogía “La amenaza extraterrestre”, “La Granja Humana” y “Defendámonos de los Dioses” que configuran un desolador tríptico donde los dioses de la antigüedad y los actuales
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extraterrestres no son sino entidades que se han dedicado a parasitar a los seres humanos y a a apropiarse de nuestras energías psíquicas. Freixedo denuncia la existencia real de multitud de tipos de extraterrestres (Grises, reptilianos, Nórdicos, etc.) dioses de la antigüedad, animales criptozoológicos, etc., y los sitúa a todos al mismo nivel: entidades que dominan, manipulan, depredan o vampirizan a los seres humanos con la misma falta de compasión que nosotros mostramos con los animales. Ni que decir tiene que el posicionamiento radical de Freixedo frente a las religiones a las que considera manipulaciones organizadas que buscan someter al ser humano, le ha valido cierta marginación en muchos ámbitos que consideran sus argumentos directamente provocativos e inaceptables. Cuando lo cierto es que Freixedo es uno de los pensadores que ha sido capaz de dejar de lado sus esquemas culturales y religiosos e identificar dioses con seres extraterrestres o ultraterrestres. Curiosamente Freixedo abomina del estudio de la casuística pero por razones distintas a los ufológos escépticos. Para él está tan demostrada la injerencia de estas inteligencias no humanas que no vale la pena perder más tiempo en acumular pruebas o clasificarlas de manera axiomática. Lo que el hombre debe es ser consciente de la amenaza y defenderse ante ella rechazando la devoción a los dioses y a los propios extraterrestres. Los seres humanos somos las víctimas de este panteón inacabable de entes ultraterrestres ante a los cuales estamos a su merced absoluta. Como los animales de una granja que a veces se tienen que enfrentar a irrupciones traumáticas pero bienintencionadas (Una oveja que es llevada al veterinario), ataques (Un lobo que entra en la granja por la noche) o bien afrontar nuestro destino: ser sacrificado para formar parte de la cadena alimentaria de terceros. Su visión es sencillamente arrebatadora aunque adolece de fundamentación empírica. Por mucho que se empeñe Freixedo, con gran aplomo en insistir que no hacen falta pruebas porque estas son evidentes tanto en la
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actualidad como a lo largo de la historia, éstas siguen sin aparecer. El se limita a relatarnos cientos de casos tanto contemporáneos, interpretar mitologías del pasado de una manera fascinante y enarbola una narrativa muy potente pero en la que cuesta encontrar pruebas que la sostengan. Aun así, insisto, su visión de lo OVNI es interesante en tanto en cuanto la acaba de fusionar con lo sagrado, lo cual es cuando menos, inspirador para adoptar nuevos enfoques.
LA HIPÓTESIS EXTRADIMENSIONAL
“Si algo nos enseñan los OVNIs es que no entendemos el Espacio y el Tiempo” Jacques Vallée
En su libro de 2011, “El universo no es plano” su autor Miguel Pedrero recoge el guante de John Keel al establecer una perspectiva unificadora de lo paranormal donde hacer converger la ufología con otros fenómenos como la Transcomunicación Instrumental o el contactismo y vincularlo a la física cuántica y sus derivaciones. Esta relación se ha venido argumentando desde hace ya algún tiempo, pero quizás sea el autor español uno de los que mejor y de forma más explícita lo ha plasmado. La irrupción de las ideas de Einstein supuso una revolución conceptual que obligó a revisar los principios de la física clásica de forma radical. Nuestro universo, nuestra cosmovisión, en definitiva es transformada en un nuevo paradigma donde conceptos como el espacio y el tiempo son relativizados.
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De acuerdo con esta teoría, la propia realidad presenta una mucho mayor maleabilidad de la que podríamos pensar y donde incluso se empieza a vislumbrar la posibilidad de coexistencia de unas dimensiones, que nosotros como especie no somos capaces ni siquiera de intuir. Subsiguientes desarrollos de las teorías de la Física, nos irán demostrando que el estudio y el análisis de las partículas de las que esta hecha la propia materia empieza a plantear retos que superan nuestro nivel de conceptualización. Podemos afirmar que a un nivel subatómico la lógica cartesiana deja de funcionar y se establecen multitud de incógnitas en torno al concepto de materia y al de la propia existencia. Muchas de las elaboraciones teóricas que han hecho físicos de renombre, hace menos de dos siglos hubieran sido considerado herejías, artefactos metafísicos o incluso ocultistas. Esto, sin duda, ha dado a alas a ciertos sectores de la investigación paranormal que han visto cierta legitimación de sus disciplinas aunque sea de manera remota e indirecta. A tenor de esta consideración, me gustaría hacer una pequeña puntualización. Muchos investigadores de lo paranormal a veces ponen como ejemplo estos trabajos para intentar aplicar la tan deseada legitimidad y respetabilidad sobre ciertas hipótesis paranormales que se vienen manejando. Y este es un enfoque demasiado simplista. Que la Física Cuántica establezca que un electrón pueda estar simultáneamente en dos lugares al mismo tiempo no avala necesariamente la idea de la bilocación de una persona. Creo que es importante no establecer analogías interesadas entre fenómenos que se producen a un nivel subatómico y la realidad inmediata que conocemos amparada por la física clásica. Obviando aproximaciones como ésta, la física cuántica abre la posibilidad teórica de la existencia de otras dimensiones que al chocar bien podrían explicar algunos fenómenos considerados hasta ahora paranormales y de los que realmente no es posible que quede constancia en nuestra realidad ya que no pertenecen a nuestro plano de existencia.
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De hecho, cualquiera que haya estudiado el Fenómeno OVNI habrá reparado en multitud de casos en los que las supuestas naves o tripulantes se comportan de una manera que sugiere un desafío abiertamente las leyes de nuestra realidad antes que una tecnología ultra-avanzado. Miguel Pedrero recurre un ejemplo muy revelador ya usado por Michio Kaiku que puede servirnos para entender el carácter anómalo que tendría la interacción entre dimensiones que se suponen no deberían cruzarse con el clásico relato “Planilandia” de Edwin Abott donde un mundo contenido en dos dimensiones (Largo y ancho) debe enfrentarse a la posibilidad de la existencia de una tercera dimensión (Profundidad) cuyas manifestaciones (Materializaciones súbitas, desafío de las leyes de su realidad...) son recibidas exactamente como lo son ciertas hipótesis heterodoxas en nuestra sociedad. Irónicamente el protagonista de Planilandia, la figura geométrica de un cuadrado testigo de la irrupción de la tercera dimensión, acaba abandonado a su suerte siendo tomado por loco. Ese destino, que duda cabe, no sería muy distinto del de alguien que en nuestra sociedad afirmara haber visto seres de otras dimensiones. Así al igual que hace Keel, Pedrero argumenta que los fantasmas, los OVNIS, etc. serían manifestaciones de esas inteligencias de otras dimensiones. Pedrero comparte junto al investigador argentino Gustavo Fernández la idea de que detrás de este fenómeno existirían unas inteligencias que se manifiestan de manera proteiforme, y las cuales se van adaptando a los distintos contextos sociohistórico. Asimismo ambos autores compartirían esa idea, que ya esbozamos en el capítulo dedicado al Gran Teatro OVNI, de que esas inteligencias tienen un plan para la humanidad cuya finalidad escaparía a nuestro entendimiento. Otra hipótesis considerada por Pedrero en su libro sería la idea de que realmente los OVNIs y otras apariciones podrían ser viajeros en el tiempo que gracias a los avances tecnológicos son capaces de viajar en el tiempo. Eso podría explicar el carácter humanoide de muchos de los encuentros, así como su carácter elusivo ya que no desearían interferir abiertamente en nuestro devenir.
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Una pregunta que uno se plantea al repasar estos argumentos es la siguiente: ¿Es la física cuántica la penúltima metamorfosis de lo OVNI para adaptarse al zeitgeist predominante actual? Es decir si antes había platillos volantes con escotillas, con luces extravagantes y que dejaban rastros de radiactividad, ¿No es esta una mutación más donde acaba comulgando con los últimos descubrimientos científicos de la física cuántica? Repasemos a continuación algunas derivaciones interesantes de esta Hipótesis Extradimensional.
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CHARLES FORT: A LA CAZA DEL BUG DE LA REALIDAD
“Cada vez que has oído a alguien hablar de un fantasma, o de un ángel, cada vez que has oído una historia sobre vampiros, hombres-lobo o alienígenas, no es sino el sistema que asimila algún programa que está haciendo lo que se supone que no debería hacer” Oráculo, The Matrix Reloaded
En este contexto donde estamos reconsiderando el propio concepto de realidad, he considerado interesante recuperar a Charles Fort, pionero del estudio de lo insólito y el cual tiene el honor de haber acuñado una categoría de fenómenos con su propio nombre: “Forteano”. Charles Fort nunca estudió el fenómeno OVNI propiamente dicho. Nacido en el pasado siglo, mostró desde una muy temprana edad una inusitada capacidad para el pensamiento lateral que se traduciría en un escepticismo radical, pero no en el sentido que hemos visto antes ni mucho menos. Charles Fort sospechaba que el mundo, el universo y las leyes que lo rigen era un constructo ficticio. Y tal era su convicción que se dedicó a recabar pruebas para echar abajo la mascarada y sacar a relucir las costuras de este mundo que el consideraba una mala ficción. Fort suele ser muchas veces malinterpretado como un simple recolector de anomalías pero filosóficamente él iba mucho más lejos. Para él, lo sobrenatural, lo que desafiaba el orden establecido de las cosas era la prueba de que
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el mundo era defectuoso. Lo cual entronca con uno de los más arriesgados planteamientos filosóficos de Descartes y su supuesto diabólico genio extremadamente poderoso y capaz de hacernos creer que aquello que vemos, palpamos y sentimos es la realidad. Esto abre una perspectiva que podría entroncar con la película “Matrix” y su particular visión de lo sobrenatural. ¿Y si lo anómalo no son más que fallos del sistema de producción de la realidad? Conjeturas metafísicas que a algunos le podrán parecer descabelladas pero que esconden interesantes reflexiones a tener en cuenta a la hora de estudiar un fenómeno tan absurdo como el OVNI.
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ZONAS VENTANA
Hay otros mundos pero están en éste Paul Eluard
Una última variante menos ambiciosa de la perspectiva que ahonda en la existencia de otras dimensiones para explicar el fenómeno OVNI y otros sucesos supuestamente paranormales sería considerar que siempre se han venido produciendo interacciones con entidades de otras dimensiones. Muchos los han llamado dioses, otros los denominaron hadas, durante un tiempo se consideraron “apariciones marianas” y ahora los llamamos OVNIs. Estos bruscos incidentes suelen constituir un trauma para los afectados humanos, difícil de asimilar para la mente humana que opta por reinterpretarlas de una manera acorde al contexto de su tiempo. Lo que se ha considerado de manera gnóstica como visiones revelaciones o experiencias trascendentes no serían más que fogonazos del otro lado que las mentes y las distintas culturas humanas han intentado comprender. Esta podría ser la base del génesis de las religiones o de mitologías como la OVNI. Experiencias trascendentes que marcan el devenir de nuestras conciencias colectivas. Una variante de esta teoría que resulta atractiva es pensar que existen otras dimensiones pero que nuestros encontronazos con ella no están dictados por una inteligencia. Y de hecho no somos ni capaces de asimilarla lo cual acaba por generar unas elaboraciones simbólicas que se llamaron Dioses en el pasado y que en los últimos tiempos hemos venido en bautizar como OVNIs. Especular que existe una dimensión paralela a la que el hombre se ha venido viendo expuesto desde la noche de los tiempos es atractiva y existen
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autores que se han detenido a reflexionar sobre la posibilidad de tal escenario pero debemos estar de acuerdo que es un ejercicio meramente especulativo y que requeriría de pruebas extraordinarias. Yo prefiero optar por una hipótesis que asimismo no deja de ser especulativa pero que es mucho más modesta en su alcance al poner el acento en la dimensión subjetiva y psicosocial del fenómeno.
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Lo sagrado es un misterio fascinante de magnitudes terroríficas Rem Edwards
Como ya adelanté en la introducción de este ensayo, tras haber repasado las distintas perspectivas que se han planteado para abordar la incógnita OVNI, voy a aventurarme a lanzar una hipótesis que podría servir para explicar ese fenómeno que hemos venido en llamar OVNI desde la segunda mitad del Siglo XX pero que como hemos visto, ha estado acompañado al hombre desde tiempos inmemoriales bajo muy diversos nombres: revelaciones, apariciones, raptos...
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Me gustaría aclarar que lo que propongo no es ni más ni menos que una hipótesis sujeta a validación y que nace predispuesta a ser rebatida. Ningún avance en la ciencia o en ninguna disciplina se ha hecho sin resistencia por lo que invito abiertamente a que sea debatida y discutida. Eso solo podría significar que aporta algo al estudio del fenómeno. Antes de pasar a trazar las características fundamentales de mi planteamiento, me gustaría hacer un repaso a las conclusiones a las que he llegado tras repasar las distintas perspectivas que existen sobre la fenomenología OVNI y que en cierta manera son el fundamento de la hipótesis planteada:
Conclusiones 1. No existen datos que avalen que se haya producido ninguna visita extraterrestre a nuestro planeta pero no es una hipótesis descartable y que debe estar siempre abierta a validación a través de evidencias falsables y no testimonios. Aun así la existencia de un contacto extraterrestre no resuelve necesariamente el Fenómeno OVNI y su manifestación a lo largo de la historia. 2. La avalancha de avistamientos OVNI y encuentros cercanos que se han producido principalmente a lo largo del Siglo XX difícilmente se puede explicar a través de la HET u otras hipótesis ufológicas equivalentes. La ufología debe replantearse si vale la pena continuar un trabajo de campo tan infructuoso y reconsiderar que a priori la mayoría de los casos son experiencias subjetivas mientras no se pueda demostrar lo contrario, es decir haya indicios de pruebas o registros materiales. Sin ellos, la ufología empírica, positivista o científica no es posible. 3. Sin embargo, existen multitud de experiencias OVNI que requieren de un análisis profundo y que pueden plantear cuestiones relevantes: ¿Cómo es posible que desde hace siglos, mucho antes de que existieran los medios de comunicación modernos, se repitan ciertos arquetipos de experiencias
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insólitas como demuestran los estudios de Vallée? ¿Por qué hay gente que dice ver cosas? 4. Estas experiencias, estos testimonios merecen un estudio desde la metafísica o desde la psicología social que legitima este fenómeno como objeto de estudio. Una vez dicho esto, llega el momento de elaborar una hipótesis que plantea que los seres humanos puedan tener una determinada predisposición a experimentar alucinaciones que a lo largo de la historia han venido siendo interpretadas de manera distinta dependiendo del contexto histórico y psicosocial. ¿Podemos como seres humanos tener activados unos resortes latentes que se activan de cierta manera desconocida para nosotros y que posibilitaría lo que siempre hemos entendido que son los encuentros con divinidades o entidades sobrenaturales que se han recogido a lo largo de la historia en prácticamente todas las culturas y religiones? Desde esta perspectiva los OVNIs, las hadas, las criaturas criptozoológicas y las apariciones de todo tipo serían alucinaciones, donde los individuos de las distintas sociedades y culturas a lo largo de la historia han experimentado raptos de nuestra realidad protagonizados por criaturas imposibles. Bajo esta perspectiva, la palabra abducción cobra un nuevo sentido como incidentes-ruptura donde intervienen unas figuras humanoides que nos “secuestran” de nuestra realidad y que nosotros, los humanos, interpretamos de acuerdo a los distintos contextos culturales, simbólicos e históricos. Pero vayamos incluso más lejos ¿No podrían ser mecanismos cognitivos universales que incluso evolutivamente podrían suponer una ventaja respecto a otros grupos al permitir un pensamiento simbólico trascendente que reforzaría nuestros vínculos grupales y consolidaría los acervos colectivos? El teólogo alemán Rudolf Otto nacido en el ya lejano siglo XIX dedicó buena parte de su vida al estudio comparativo de religiones y en particular a su
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estudio fenomenológico. Su obra más celebrada sería “La idea de lo sagrado” donde establece que lo sagrado es “lo misterioso, lo numénico” (Ninguna relación con el término “noumeno” que vimos en Kant) que es una experiencia que no podemos interpretar bajo el prisma de la racionalidad y que teñimos de trascendencia. Así la experiencia de lo sagrado, de lo divino se manifiesta a través de hierofanías. Estas hierofanías o manifestaciones de lo sagrado no tienen cabida en pleno siglo XX donde el materialismo imperante nos lleva a elaborar la Hipótesis Extraterrestre para explicar estas constantes visiones que se vienen produciendo desde hace décadas. Con esto, no estoy insinuando que los OVNIs o los extraterrestres sean algo sagrado pero esta perspectiva explicaría el fenómeno del contactismo. Los supuestos extraterrestres o ultraterrestres no son los nuevos dioses pero sí que quizás compartan una manera de ser experimentados. ¿No puede nuestro cerebro estar programado para experimentar cierto tipo de experiencias con carácter alucinatorio, alterado u onírico que podrían ser la base de las experiencias trascendentes o hierofanías que están detrás del nacimiento de las religiones, cultos o mitologías? ¿No podría ser que la selección natural haya identificado ventajas en aquellos grupos de humanos capaces de generar mitos simbólicos? Desde esa perspectiva los OVNIs no serían más que la traslación de estos mecanismos a una época, a unos tiempos donde un contexto racionalista-materialista es el culturalmente predominante. ¿No cabe la posibilidad que se generen unos tulpas simbólicos que representan los anhelos inherentes al hombre y que sintonizan los miedos y ansiedades de cada época? Hay elementos y patrones que se repiten de manera universal en la amplia mayoría de las mitologías y religiones. En ellas se nos aparecen unos dioses que nos prometen una vida eterna a cambio de cierta guía moral. Sin duda estas visiones estarían satisfaciendo la inquietud primordial del ser humano que no es otra que dotar de sentido a la vida. Asimismo se suelen ver acompañados de su reverso tenebrosos en
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forma de demonios o entidades negativas que simbolizan principios morales equivocados. En estos mitos, no obstante se pueden recoger otro tipo de elaboraciones colectivas que no necesariamente son trascendentales. ¿No estaban sublimando el ansia de volar los confusos ciudadanos norteamericanos de finales del siglo XIX en pleno boom del fenómeno Airship? ¿No ven los ciudadanos del Siglo XX a seres extraterrestres que demuestran que no estamos solos en este yermo universo? Nuestros cerebros y nuestra cultura podrían estar programados para generar esos mitos a través de estas visiones, alucinaciones o estados alterados. Evolutivamente aquellos humanos que desarrollaran religiones presentarían ventajas comparativas frente a otros colectivos y acabarían incorporando esta facultad de generar mitología trascendente al equipamiento cognitivo humano. Bajo esta óptica se observa el fenómeno contactista de otra manera. ¿No es éste sino la actualización de cualquier episodio de revelación religiosa de los últimos 2500 años de la tierra? Quizás algunas de las historias de un contactado pueden ser objeto de sorna pero lo único que les diferencia de cualquier religión es el poso de respetabilidad que otorga la tradición y el paso del tiempo. Casos como la conversión de San Pablo o las visiones del fundador del credo mormón: Joseph Smith se situarían en el mismo nivel que un testigo de un encuentro cercano. Nos encontramos ante experiencias subjetivas que comparten un patrón muy determinado y que se manifiestan como fenomenología de manera distinta a cada individuo en virtud de un contexto histórico y psicosocial determinado. De esta manera, lo OVNI sería otra expresión más de un fenómeno que nos ha acompañado desde la noche de los tiempos. El nacimiento, desarrollo y hegemonía del paradigma científico-tecnológico acaba por desplazar a
LAS VISIONES COMO RAPTO: UNA HIPÓTESIS METAFÍSICO-EVOLUTIVA
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mitologías religiosas que en algunos casos llevaban más de 2000 años entre nosotros. No es de extrañar que este paradigma acabara por crear su propia poderosa mitología: La Hipótesis Extraterrestre que no es sino una mitología espontánea derivada del racionalismo científico. Pero esta no surge por ciencia infusa sino que conjeturo que se genera a través de experiencias legítimas de individuos que a través de mecanismos cognitivos arraigados en nuestra conciencia crean episodios trascendentes que acaban por conformar estas mitologías que luego se difunden por puro contagio a través de los medios de comunicación. Soy consciente de que esta hipótesis puede presentar inconsistencias. Una de las críticas más inmediatas que se le pueden realizar es que no puede explicar avistamientos colectivos. Y es cierto. Sin embargo, procede hacer un matiz. Cuanto más cercano, detallado y unívoco es un avistamiento o incidente más suele estar centrado en un testimonio único de un solo individuo mientras que aquellos casos que son avistados por multitud de testigos suelen tener un carácter fugaz y equívoco. Es extremadamente raro tener casos de encuentros cercanos experimentados de manera colectiva. Sin embargo, como ya hemos comentado, no es el objetivo de este ensayo deslumbrar con la verdad sino trazar nuevas direcciones que quizás ahora no aporten las respuestas que estamos buscando pero al menos sí que sirvan a formular nuevas preguntas. Espero poder provocarlas.
UNA REFLEXIÓN FINAL
A lo largo de estas páginas hemos ido revisando muy distintas hipótesis que de manera más o menos afortunada intentan desvelar la incógnita OVNI. Pero dejando a un lado elucubraciones categóricas, ¿No podemos considerar que existe una escala de grises? ¿Todo debe ser en blanco y negro? ¿Tiene que haber necesariamente una explicación monocausal? ¿Puede ser que convivan visitas extraterrestres, avistamientos genuinos, picarescas, histerias colectivas, conspiraciones gubernamentales, mecanismos cognitivos evolutivos e incluso complejas interacciones dimensionales? La respuesta es que sí. La incógnita sigue abierta y aun más la validación de una hipótesis no implica necesariamente la invalidación de argumentaciones alternativas. El fenómeno existe y merece ser investigado desde un enfoque multidisciplinar que no se conforme, ni con respuestas ni con preguntas simplistas. Como más de una vez ha afirmado de forma certera Jacques Vallée no existe ni va a existir un caso perfecto OVNI. Si alguna vez apareciera una nave extraterrestre y se mostrará abiertamente ante nuestros ojos, no estaríamos en absoluto ante un caso OVNI sino ante una genuina visita extraterrestre. Lo OVNI es otra cosa y seguiría siendo un misterio digno de estudio aunque se demostrara que existen extraterrestres y que incluso nos han
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visitado. Su existencia seguiría sin explicar los miles de encuentros con lo insólito. La historia nos demuestra que lo que hemos convenido en llamar OVNI es un fenómeno complejo, fascinante y que nace para ser contaminado por la experiencia humana individual y colectiva. Y siempre habrá gente que piense que todo esto es una tontería y una auténtica perdida de tiempo. Gente que piensa que estamos tratando de fotografiar hadas. Y no. Nuestra misión, o al menos la de unos cuantos, es en definitiva lograr entender mejor al hombre ¿Debe evolucionar entonces la ufología? Desde mi punto de vista, sí. A no ser que queramos resignarnos a intentar cazar sombras que como en el mito de la Caverna de Platon, son sólo proyecciones de una realidad inaprensible. Quizás no tengamos todavía ni siquiera un nombre para esa nueva disciplina que pueda sustituir a la Ufología pero cualquier conocimiento que pretenda profundizar en el estudio de los incidentes de ruptura, tendrá el gran reto de intentar entender como el Hombre se relaciona con la Realidad, el Espacio-Tiempo y el Universo Simbólico. Es decir, el estudio de Lo OVNI pasa necesariamente por reivindicar lo que siempre se ha conocido por Filosofía. Y algo me dice que esta fusión será beneficiosa tanto para el Fenómeno como para el propio estudio filosófico, algo necesitado de nuevas perspectivas que le permitan actualizar su objeto de investigación.
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