Universidad del Atlántico Vicerrectoría de Investigaciones Extensión y Proyección Social
Facultad de Ciencias Humanas Universidad de Cartagena Vicerrectoría de Investigaciones Facultad de Ciencias Humanas
UNIVERSIDAD DEL ATLÁNTICO Rectora (E) Rafaela Vos Obeso Vicerrector de Investigaciones, Extensión y Proyección Social Luis Carlos Gutiérrez Decano Facultad de Ciencias Humanas Fidel Llinás Zurita
Precio
UNIVERSIDAD DE CARTAGENA Rector Édgar Parra Chacón Vicerrector Académico Federico Gallego Vásquez Vicerrector Administrativo Efraín Cuadro Guzmán Decano Facultad de Ciencias Humanas Ivette Yidios Vicerrector de Investigaciones Alfonso Múnera Cavadía
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Cuadernos de Literatura del Caribe e HispanoamĂŠrica No. 24 - Julio- Diciembre de 2016
CUADERNOS DE LITERATURA DEL CARIBE E HISPANOAMÉRICA NO. 24 – Julio-Diciembre de 2016 ISSN 1794-8290 (Impresa) ISSN 2390-0644 (Web) Director Amilkar Caballero De la Hoz Editora Cielo Patricia Puello Sarabia Asistente editorial Leidy Pérez Coronell COMITÉ EDITORIAL Orlando Araújo Fontalvo Universidad del Norte, Colombia Michèle Soriano Universidad de Toulouse, Francia Gabriel Alberto Ferrer Ruíz Atlántico, Colombia Dante Salgado Universidad Nacional Autónoma de Baja California Sur, México
Periodicidad
Dos (2) números al año
COMITÉ CIENTÍFICO INTERNACIONAL Nadia Celis Salgado Bowdoin College, Estados Unidos Luis Fernando Restrepo University of Arkansas, Estados Unidos
Sello Editorial Universidad del Atlántico
Sergio Villalobos Ruminott Universidad de Michigan, Estados Unidos
Barranquilla - Cartagena de Indias, Colombia (Suramérica)
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Contenido
Identidades, memorias y posconflicto Identity, memory and post-conflict Presentación Cielo Patricia Puello Sarabia Universidad Tecnológica de Bolívar, Cartagena Hacia la producción del pasado reciente: leyes, actores y memorias: el caso colombiano Towards the Production of the Recent Past: Laws, Actors and Memories. The Case of Colombia Christian Javier Maldonado Badrán Edwin José Corena Puentes Universidad del Atlántico, Barranquilla
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Las memorias “maricas” en el conflicto armado reciente de los Montes de María: territorio, identidades y testimonio Queer Memories in Montes de María´s Recent Armed Conflict: Territory, Identities and Testimony Muriel Jiménez Universidad del Atlántico, Colombia
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Las pesadillas están ahí todavía: Testimonio y literatura en Insensatez de Horacio Castellanos Moya The Nightmares are Still There: Testimony and Literature in Insensatez, by Horacio Castellanos Moya’s novel José Adalberto Sánchez Carbó Universidad Iberoamericana Puebla, México El Paso del Teatro Candelaria: registro de silencios y olvidos en los años 80 El Paso, by Teatro Candelaria: Registering Silences and Omissions in Colombia in the 1980’s Elsy Ortega Universidad Mariana, Colombia
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Un silencio que habla: Las sonoridades narradas del Chandé en el Caribe seco colombiano A Silence That Speaks: Narrated Sonoridades of the Chandé in the Dry Region of the Colombian Caribbean Wilmer Villa Universidad Distrital Francisco José de Caldas Ernell Villa Universidad de la Guajira Riohacha
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“La mano en el considere”: vínculos entre prácticas artísticas e iniciativas de memoria en la comunidad de San José de Playón, corregimiento de María La Baja (Bolívar) “La Mano en el Considere”: Linkages Between Artistic Practices and Memory Initiatives in the Community of San Jose de Playon, Maria La Baja (Bolivar) Manuel Zúñiga Universidad Jorge Tadeo Lozano, Seccional Bolívar, Colombia
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Cuento/Stories El nombre/The name Nueve escalones al cielo/ Nine steps to heaven Helen Vega
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Testimonio/ Testimony Los resistentes/The Resistants Laura Mercedes Martinez Salcedo flacso, Ecuador
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Entrevista/Interview “Si el río hablara”: Entrevista a César Badillo y Nora González Reyes, del Teatro La candelaria If the River Were Speaking: Interview with César Badillo and Nora González Reyes, Candelaria Theatre Carlos Fajardo
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Documental/Documentary ¿Y si dejáramos de cultivar?/ What Would Happen If We Stopped From Growing? Nyria Ramírez Equipo de Comunicaciones OPDS Montes de María, Bolívar (Colombia) A Nuestros Colaboradores/ To Our Collaborators
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Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016
Evaluadores de Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica, Número 24 Doctora Aleyda Gutiérrez Mavesoy Universidad Central de Colombia Doctor Federico Guillermo Serrano Universidad del Norte Doctora Sandra Guido Universidad Pedagógica de Colombia Magister Lissette Urquijo Universidad Tecnológica de Bolívar Magíster Orlando Cesar Deávila Pertuz University of Conneticut, Estados Unidos Magister Javier Guerrero Rivera Universidad Libre de Bogotá Magister David Lara Ramos Universidad de Cartagena Magister Emiro Santos García Universidad de Cartagena Magister Jaime Morales Quant Universidad de Buenos Aires, Argentina
Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016
Presentación http.//dx.doi.org/10.15648/cl.24.2016 Con el número 19 de la Revista Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica (Memorias, violencia y desplazamiento forzado), el Centro de Estudio e Investigaciones Literarias del Caribe (ceilika) buscó aportar a la configuración de una memoria polifónica del conflicto armado en Colombia, tal como lo vienen haciendo distintas entidades y grupos de investigación comprometidos con la paz en el país. Esa entrega de Cuadernos compiló textos que -desde la Crítica Literaria, el Análisis del Discurso, la Pedagogía, los Estudios de la Cultura y la Literatura Testimonial- procuraban matizar, completar o resignificar los relatos que han producido sobre el conflicto armado tanto el Estado como los demás actores en disputa (guerrillas y autodefensas). En otras palabras, materiales que contribuyeran a la construcción de una memoria que incluya las diversas voces que están contando y representando el conflicto armado colombiano y sus consecuencias. El presente número (Memorias, identidades y postconflicto) se articula al mismo objetivo, aunque, en esta ocasión, los artículos seleccionados integran iniciativas que tienen como centro las voces de las víctimas del conflicto. Entonces, el conjunto de textos que conforman la entrega siguen apostando a la construcción de una memoria consensuada del conflicto armado en el país, dejando ver los marcos sociales que han hecho posible la aparición de memorias otras y mostrando cómo desde distintos espacios (simbólicos y físicos) se está contribuyendo a la generación de escenarios para la paz y la reparación. Así, se da cabida tanto a narrativas (orales y escritas) que cuentan el conflicto armado desde la mirada de las víctimas, como a la aproximación crítica a estas. También se encuentran propuestas e iniciativas que, desde las artes, se han constituido como posibles espacios de resistencia a las dinámicas de la violencia y, sobre todo, impulsan los procesos de reparación para quienes la han padecido de forma directa. Del mismo modo, se integró material audiovisual que, además de poner en evidencia las lógicas del conflicto, presenta las apuestas que los campesinos de Montes de María están elaborando para la reconstrucción del tejido social, en el marco del conflicto y en el posconflicto. Igualmente, se abordan apuestas literarias Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 9-10
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Presentación
que están proponiendo nuevas formas de escenificar la relación literatura-memoria, superando la noción de literatura testimonial. El número pone en escena memorias del conflicto que visibilizan y humanizan a quienes lo han padecido y siguen apostando por generar (desde lo material y lo simbólico) posibilidades de seguir construyendo la vida social. Es por ello que, al igual que el número 19 de la revista, esta entrega también invita a lectores y lectoras a la reflexionar sobre las dinámicas de la violencia en el país y, sobre todo, sobre la necesidad de generar posibles salidas a lo que ha sido una espiral de violencia que se ha prolongado por más de sesenta años. La Editora Cielo Patricia Puello Sarabia, Magister en Estudios de la Cultura, Universidad Tecnológica de Bolívar, Colombia
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Hacia la producción del pasado reciente: leyes, actores y memorias: el caso colombiano* Towards the Production of the Recent Past: Laws, Actors and Memories. The Case of Colombia* Edwin José Corena Puentes* Universidad del Atlántico Christian Javier Maldonado Badrán** Universidad del Atlántico DOI: http://dx.doi.org/10.15648/cl.24.2016.2 *Magister en Historia de la Universidad de los Andes. Doctorando en Historia Contemporánea de la Universidad Autónoma de Madrid. Docente Universidad Autónoma del Caribe. Co-Investigador proyecto “Re-construcción de la memoria histórica de la violencia en la Universidad del Atlántico 1998-2010”. Correo electrónico:edwincorena_48@hotmail.com ** Magister en Ciencias Humanas y Sociales por la Universidad de Perpignan Via Domitia (Francia). Docente de la Universidad del Atlántico en la Facultad de Arquitectura. Co-Investigador proyecto “Re-construcción de la memoria histórica de la violencia en la Universidad del Atlántico 1998-2010”. Correo electrónico:christianmal23@gmail.com Recibido: 28 de abril de 2016 * Aprobado: 30 de mayo de 2016
¿Cómo citar este artículo? Corena Puentes, E. J., Maldonado Badrán, C. J. (julio-diciembre, 2016). Hacia la producción del pasado reciente: leyes, actores y memorias: el caso colombiano. Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica, (24), 11-27. doi: http://dx.doi.org/10.15648/cl.24.2016.2 *Este artículo se deriva del proyecto “Re-construcción de la memoria histórica de la violencia en la Universidad del Atlántico 1998- 2010”. El proyecto es financiado por Vicerrectoría de Bienestar Universitario de la Universidad del Atlántico. Nació como una medida de reparación con las víctimas de dicha institución a partir de un exhorto consignado en la sentencia No 38508 del 6 de junio de 2012 proferida en la Sala de Justicia y Paz del tribunal superior de Bogotá en contra de Edgar Ignacio Fierro Flores, alias “Don Antonio” y otros integrantes del Bloque Norte de las auc.
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Hacia la producción del pasado reciente: leyes, actores y memorias: el caso colombiano
Resumen
Abstract
Este artículo de reflexión intenta mostrar las formas en que se construye y define el pasado reciente y el papel del testimonio y la memoria en escenarios de conflictos no resueltos, como el caso colombiano. Se argumenta que la Ley 975 de 2005, o de Justicia y Paz, y la Ley 1448 de 2011, llamada Ley de Víctimas y Restitución de Tierras, se establecieron como discontinuidades históricas que dieron paso a que se produjera un cúmulo de lenguajes, símbolos y conceptos que han ido configurando el pasado reciente del conflicto armado en Colombia.
This article endeavors to show the ways that the recent past is constructed and defined, and the roles that testimony and memory play in unresolved conflicts, such as the conflict in Colombia. It is centered on the argument that Law 975 of 2005, or the Law of Justice and Peace, and the Law 1448 of 2011, called Law of Victims and Land Restitution, established themselves as historical discontinuities that gave way to a mass of languages, symbols and concepts that have configured the recent past of the Colombian armed conflict.
Palabras clave
Keywords
Pasado, conflicto armado, memoria, Justicia y Paz, Víctimas y Restitución de Tierras.
Past, armed conflict, memory, Justice and Peace, Victims and Land Restitution
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Introducción La emergencia del testimonio y la memoria histórica se han establecido en el espacio público como formas alternas y válidas de producir y dar sentido al pasado reciente de un sinnúmero de países del mundo occidental. La expresión “boom de la memoria”, acuñada hace algunos años por Huyssen (2007), se ha convertido en leitmotiv de congresos, conferencias, artículos y libros en distintos lugares del mundo. A ello podría agregársele otro tipo de expresiones como “delirio conmemorativo” y “culto a la memoria” (Todorov, 2008; Erll, 2012) que muestran cómo las sociedades han girado hacia una inusitada preocupación por las relaciones con su pasado, -generalmente traumático- ya sea para celebrarlo, producirlo o reinterpretarlo. Por otro lado, el testimonio hizo su aparición hacia mediados del siglo xx para denunciar los crímenes del nazismo y el fascismo. Desde entonces ha gozado de audiencia en los estrados judiciales en escenarios de pos-conflicto (Hartog, 2007). Así mismo, el testimonio se ha entronizado como una práctica que remueve nociones sobre los conflictos armados, basadas en las versiones de los victimarios y de los Estados, que generalmente habían sido las portadoras de los repertorios de representaciones sobre el pasado violento. A este contexto han ido ingresando paulatinamente los países de América Latina. El terrorismo de Estado de las dictaduras del Cono Sur (Uruguay, 1973-1985; Argentina, 1976-1983) se han ido develando a través de una profusa literatura testimonial, al tiempo que el pasado traumático cobró un nuevo significado a partir de atravesar la memoria en el espacio público como una práctica social, cultural y política que impulsa versiones sobre el pasado (Bustos, 2010). En el Salvador, la Comisión de Esclarecimiento Histórico establecida con la firma de acuerdos de paz en 1996 reveló cómo el Estado, los aparatos irregulares, las fuerzas de seguridad y los movimientos guerrilleros fueron los principales causantes de las violaciones a los derechos humanos (Reyes-López, 2009). En los anteriores casos, tanto el testimonio como la memoria se establecieron una vez los conflictos fueron negociados bajo un tratado de paz, o cuando las dictaduras fueron derribadas. El testimonio entonces empezó a constituirse en portador de una experiencia que se trasladaba a un tipo lenguaje reivindicativo que reclamaba sobre el olvido y el silencio de los hechos violentos cometidos bajo regímenes militares y autoritarios. La memoria, por su parte, empezó a ser considerada dentro de estos países como una manera de generar nuevas representaciones al pasado. De este Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 11-27
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modo, distintas narrativas expresaban el horror, la violencia, el sufrimiento y la resistencia de hombres y mujeres. Pero también la memoria se instalaba como un eje rector que permitía reconstruir solidaridades y afianzar identidades sociales. En Colombia, la emergencia de la memoria y el testimonio tomaron fuerza con las coyunturas políticas de los últimos años. La expedición de la Ley 975 de 2005 (o de Justicia y Paz) y la entrada en vigor de la Ley 1448 (o de Víctimas y Restitución de Tierras) se establecieron como discontinuidades históricas1 que dieron paso a que se produjera un cúmulo de lenguajes, símbolos y conceptos que han ido configurando el pasado reciente del conflicto armado colombiano. Este artículo de reflexión intenta mostrar las formas en que se construye y define ese pasado reciente y el papel del testimonio y la memoria en escenarios de conflictos no resueltos como el caso colombiano. En la primera parte se analiza la Ley 975 de Justicia y Paz, asumiendo que esta también puede leerse como un espacio social que permitió la producción y circulación de unas formas del pasado que legitimaban el uso de la fuerza y reivindicaban al paramilitarismo. No se pretende realizar un balance general de dicha ley, sino una indagación puntual alrededor de algunas versiones de los comandantes del Bloque Norte. La segunda parte muestra cómo la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras marcó una coyuntura que movilizó otras producciones del pasado rotulado por el testimonio y la memoria dentro de un conflicto armado en espera de resolución. Finalmente, se reflexiona sobre el significado del pasado reciente y sus conexiones con las coyunturas jurídicas y políticas. El artículo termina con algunas consideraciones finales que recogen las ideas principales y propone una lectura en clave temporal del conflicto armado colombiano. 1. Justicia y Paz: experiencia, lenguaje y pasado. Desde hace poco más de una década, Colombia ingresó en una nueva fase del conflicto armado. Algunos científicos sociales han discutido si al menos desde 2006, cuando la Ley de Justicia y Paz empezó a operar, esta nueva fase empezó a configurarse (Díaz, 2009; Pizarro y Valencia, 2009). Pues los mecanismos básicos de dicha ley apelaban a generar unos marcos jurídicos especiales que permitieran la desmovilización del paramilitaris1 Las discontinuidades históricas se entienden como momentos de rupturas entre el lenguaje y las realidades que se nombran. Una discontinuidad histórica opera sobre la premisa de que la historia, en cuanto proceso, no se funda solo en la secuencia de enunciados, ni en la unidad de sentido, sino también, en la idea de que la ruptura y la transformación social, contienen los elementos que nuclean toda relación con el pasado. Esta definición se inspira en Michel Foucault (2007).
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mo en el marco de la triada: verdad, justicia y reparación. Como es sabido, Justicia y Paz, pese a contemplar la incorporación de la víctima como un nuevo sujeto político y social, no logró insertar la verdad y la reparación como acciones contundentes para suturar parte de los daños que la violencia había generado en individuos y comunidades del país. Al contrario, con los primeros años de implementación de la Ley de Justicia y Paz, los victimarios quisieron convertir al escenario jurídico en un teatro de legitimación de sus verdades, al tiempo que construyeron unas narrativas que le daban sentidos al pasado violento bajo el argumento de ser portadores de valores asociados a lo patriótico y a la defensa del territorio como fundamento de unas identidades sociales. Son conocidas las audiencias mediáticas de los comandantes de Frentes, cuyas posturas corporales y discursos públicos desafiaban al mecanismo de justicia transicional, al no mostrarse como victimarios en proceso de confesión de sus hechos delictivos, sino como representantes de un orden social, cultural y político que reclamaba para sus combatientes el estatuto de mártires o incluso de patriotas al servicio de la lucha contrainsurgente (cnmh, 2012). Bajo esa lógica, Justicia y Paz mostró una nueva fase del conflicto armado colombiano, ya no solo en términos de desmovilización de parte de las tropas, entrega de armas y sometimiento a la justicia, sino en términos de convertirse en un escenario en donde confluían visiones y versiones del pasado. Ello dio lugar a que se dieran confrontaciones entre las formas en que los victimarios narraban los hechos violentos y la forma en que jueces y víctimas impulsaban otras formas de representación de los significados de los mismos. Lo anterior lo podemos analizar desde un enfoque que entiende que el pasado no solo refiere a la reconstrucción objetiva de un conjunto de hechos y acontecimientos, sino desde la idea de que el pasado más que ser administrado y producido por la academia como un ejercicio analítico sin posiciones políticas, es un espacio temporal y social que tiene implicaciones profundas en la forma como se construye por diferentes actores desde el presente (Gumbrecht, 2004). Ello lleva a re-configurar narrativas, énfasis e interpretaciones que se adecuan y legitiman desde distintos lugares de enunciación (Rufer, 2010, 31). Y en donde la experiencia individual y social reformula las posibilidades de la escritura del pasado (Traverso, 2012). Ricouer (1999) ha señalado cómo la experiencia se convirtió en un garante de la producción del pasado. Es decir, solo lo que es experimentado puede ser re-convertido en pasado para ser narrado, transferido y expuesto. En Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 11-27
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otras palabras, quienes como sujetos configuran sus experiencias individuales y colectivas son poseedores de las claves iniciales para darle rostro y significado al conjunto de hechos y procesos ocurridos en un tiempo distinto al que narran. De esta manera, el presente se erige como la categoría organizadora temporal, y serán los sujetos atravesados por las experiencias los que en últimas producirán y administrarán las características y los sentidos del pasado (Aróstegui, 2004).2 De otro lado, Koselleck (2012) recordaba cómo la experiencia individual necesita del lenguaje para ser fijada en un tiempo histórico. En tal sentido, proponía incorporar conceptos para conservar el pasado en el lenguaje. Siguiendo las premisas kantianas afirmaba que “no hay experiencias sin conceptos y no hay conceptos sin experiencias” (p. 29). El concepto pues, era sugerido como una categoría antropológica, aplicable a cualquier sujeto de universos culturales y épocas distintas. Con la entrada de Justicia y Paz al escenario público, la experiencia guerrera de los desmovilizados empezó a constituir un amasijo de hechos que necesitaba de un lenguaje y unos conceptos para ser fijada dentro de las nuevas lógicas del sistema de justicia transicional. Así, la experiencia del paramilitarismo fue conformada bajo una serie de conceptos y énfasis discursivos que tenían por objetivo proponer una versión del pasado cuyos registros fundacionales se daban a partir de su lucha antisubversiva y de un proyecto de país. Justicia y Paz puede ser entendida, entonces, como un lugar en donde “las versiones libres” de los victimarios realmente son versiones amarradas a las formas como se fueron construyendo distintos pasados del conflicto armado. Sus énfasis e interpretaciones tienden a producir y administrar las maneras en que se va armando los entramados, los tiempos, los actores y espacialidades de sus pasados. Así, desde los lugares de enunciación de las auc se ofrecieron versiones que tenían, por ejemplo, para el caso del Bloque Norte, un marcado énfasis en la idea de que fueron un movimiento de liberación de la tierra. En la versión libre realizada el 20 de diciembre de 2006, Salvatore Mancuso declaraba: “El inicio de esta gesta tuvo como motivación única la angustia por perder el privilegio de ser libre y feliz en las llanuras y colinas espléndidas del Valle del Sinú que se hicieron de las sonrisas de Dios […]” (cnmh, 2012, 246.)
2 El autor ha planteado que puede haber una historización de la experiencia. Entendida esta como “un hecho subjetivo, un fenómeno de conciencia adquirida, una autorreflexión desde el ángulo temporal sobre la experiencia misma y la interpretación de su significado, que conduce a un entendimiento particular de la temporalidad” (Aróstegui, 2004, p. 144).
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Al lado de estos énfasis en la tierra, en espacios sociales y emocionales, el pasado también lo construyeron desde la conformación del sujeto paramilitar como portador de valores heroicos que quisieron legitimar al traer al presente figuras que han hecho parte del panteón nacional de “héroes”. Rodrigo Tovar Pupo, en el escrito que entregó a la Fiscalía Tercera de Justicia y Paz titulado “Mi vida como autodefensa”, intentaba argumentar su ingreso a las auc. Desde su narración, generaba un cruce entre la memoria personal y el pasado de la región Caribe. Apelaba a la figura de María Concepción Loperena, la llamada “heroína” del movimiento independista en la ciudad de Valledupar, para establecer un diálogo entre presente y pasado. Intentaba en este diálogo tomar la idea de libertad, defensa y heroísmo de Loperena, para traerlo hasta el presente e instaurar la idea de que las auc representaban la nueva “Loperena”. (cnmh, 2012, 247) Los dos ejemplos anteriores revelan el papel de los conceptos y las formas del lenguaje como dispositivos que empezaron a aparecer dentro del escenario jurídico de Justicia y Paz. Más allá de intentar generalizaciones al respecto, nuestra reflexión quiere llamar la atención acerca de cómo la implementación de la Ley a través de las versiones libres puso en el centro del debate la producción del pasado. Las auc se sirvieron de los espacios de “versión libre” para configurar no solo “una verdad” que pudiera ser legitimada por las partes procesales: víctimas, jueces, agentes del Ministerio público, entre otros, sino que además encontraron en este espacio social y jurídico la posibilidad de producir un pasado que desvirtuara al de las víctimas y el Estado. En suma, todo lo anterior evidenció las dificultades de la justicia transicional para administrar el pasado reciente, pues uno de los objetivos que se trazaron en Justicia y Paz fue el de construir un relato verídico acerca del pasado del conflicto armado. Sin embargo, la exposición de algunos de los discursos de los comandantes desmovilizados a través de los distintos medios de comunicación generó un desbalance entre la producción de pasado de las víctimas y la de los victimarios. De esta forma, el proceso de administrar el pasado en tiempos de transición de conflictos, contiene unos desafíos mayúsculos que se concentran en los modos en que las instituciones estatales pueden controlar discursos y voces, y los modos en que se permite que cierto tipo de dispositivos simbólicos usados por los victimarios lleguen a poblar el espacio público. Verbigracia, los medios de comunicación mostraron algunos comandantes de bloques de la región Caribe con objetos que hacían referencia a su prestigio y a su capital cultural dentro del campo de la guerra. Sombreros, Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 11-27
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computadores, manillas, anillos. Estos artefactos se convertían en señales de guerra y en memorias de su posición y autoridad en el pasado que ellos intentaban construir en algunas de sus versiones libres. 2. Ley 1448 de Víctimas y Restitución de Tierras: producir el pasado desde la memoria La emergencia de las víctimas en los escenarios públicos en contextos de violencia y post-violencia es una característica de la era contemporánea. Sus orígenes se pueden rastrear desde la segunda guerra mundial cuando se puso al escrutinio público los horrores del nazismo en contra del pueblo judío. En ese contexto, las víctimas empezaron a convertirse en un testigo que prorrumpía en los estrados judiciales o ante los medios de comunicación para impulsar las “verdades” de los horrores de los regímenes totalitarios. Tal vez la figura por excelencia de la víctima que narra sin fatiga es Primo Levi. Su voz se hizo célebre a través de sus libros y sus intervenciones en público. Con él se inauguró un tipo de víctima que disputaba un sentido distinto al pasado y que encontraba en la memoria “un deber sagrado” del cual no podía huir (Forges, 2006, p. 220). Primo Levi, de esta manera, ayudó a inscribir al Holocausto dentro de un espacio de representación distinto al que habían proclamado los regímenes totalitaristas. Se inauguraba la víctima como sujeto activo de las tramas históricas y de paso tanto los sistemas jurídicos, como los escenarios internacionales empezaron a actuar con relación al papel que tenían que jugar las víctimas en cualquier tipo conflictos (Feierstein, 2012). En otros conflictos internacionales, las víctimas también han aparecido en el escenario público. En la Chile post-Pinochet, la sociedad tramitó entre el silencio y una memoria que reclamaba la unidad nacional y el reconocimiento de los crímenes de Estado (Richard, 2007). En Argentina y Uruguay la figura del desaparecido estableció una ausencia que era suturada por las iniciativas de organizaciones de víctimas que ejercieron la memoria como un deber y una lucha por los sentidos del pasado ante las verdades que estos regímenes autoritarios proponían. Lo anterior sirve de marco para pensar la emergencia de la figura de la víctima como proceso en el que lenguajes, discursos y representaciones de largo plazo actúan en contextos de violencia o de resolución de conflictos en el presente. Es decir, la segunda parte del siglo xx inauguró unas formas específicas de entender que las víctimas no son los “muertos naturales o inCuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 11-27
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evitables en los conflictos armados” (gmh, 2009, 15), sino actores o sujetos históricos que tienen la capacidad de decidir su trayectorias de vida y de narrar sus experiencias sociales desde sus distintos lugares de enunciación. En Colombia, estos debates han empezado a promoverse con especial fuerza desde la última década. Desde la academia, el retorno del sujeto a los estudios sociales ha puesto la lupa en distintos grupos sociales y se ha interesado por develar otras tramas del largo conflicto armado, esta vez desde una mirada que descubre impactos, fracturas y formas de narrar y experimentar la violencia (Ochoa, 2011; Uribe, 2015). Y desde el Estado, la promulgación de la Ley 1448 de 2011, o Ley de Víctimas y Restitución de Tierras, generó un punto disruptivo en cuanto a la forma en que se asumía y designaba a un actor central dentro del conflicto armado colombiano. La Ley ha puesto sobre el centro del debate público los daños materiales, físicos, morales y emocionales de más de siete millones de colombianos. Demostrando los niveles de degradación del conflicto en las últimas décadas. Esta iniciativa jurídica y política del Estado colombiano se estableció como una forma de representación social de los sujetos afectados por la violencia, ello ha significado que la historia del país se permita nuevas formas de narrarse y comprenderse. En ese sentido, las víctimas están empezando a encontrar maneras de posicionar sus testimonios, no sólo en la escena judicial, sino en otro tipo de espacios a los que han podido arribar. Por ejemplo, es cada vez más frecuente escuchar sus testimonios en espacios académicos, en recintos públicos y en plazas. Lo que interesa analizar en este punto es cómo la aparición de la víctima está tejiendo nuevos significados alrededor de lo que es la historia reciente del conflicto armado. Si desde Justicia y Paz se venían estableciendo narrativas que mostraron las distintas formas de violencia ocasionadas por el paramilitarismo, con la entrada en vigor de la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras, los procesos de movilización de otras formas de representación del pasado han recaído sobre el sinnúmero de víctimas. En decir, las memorias de las víctimas se han presentado como una forma de producir el pasado reciente del país, asumiendo su experiencia personal o colectiva como un insumo inicial para disputarle los significados a los distintos relatos emblemáticos que por décadas se establecieron en Colombia. Ahora, dicha emergencia de la memoria, a diferencia de los casos de conflictos armados y guerras arriba señalados, no se da en un “tiempo históCuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 11-27
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rico cerrado”. Ello ha llevado a plantear varios interrogantes con relación a lo que se recuerda y al cómo y dónde se puede hacer memoria. Pues es evidente que la memoria requiere generarse dentro de un espacio social de lo decible. Entonces, lo que se está empezando a recodar en Colombia posiblemente mantenga una tensión muy fuerte entre el silencio y la palabra, debido a que subsisten marcos sociales violentos que imprimen coacciones muy fuertes a cierto tipo de relatos sobre el pasado violento del país. Por otro lado, está la memoria asociada a los lugares institucionales. Un claro ejemplo se ha realizado desde el Centro Nacional de Memoria Histórica (cnmh), el cual se convirtió en poco tiempo en una plataforma o en un medio desde donde la memoria se ha exacerbado. Sus apuestas teóricas y metodológicas han dialogado con las diferentes formas en que cobran vida las memorias. De esta manera, hay memorias en clave de género, con enfoque étnico o desde la perspectiva generacional. Hay memorias desde los liderazgos o desde las comunidades de base y memorias con énfasis en lo colectivo, pero también memorias íntimas sobre el daño al paisaje emocional. De lo anterior se han derivado un amplio abanico de productos que no solo se centran en la producción académica, sino que ensanchan sus posibilidades a otro tipo de lenguajes: audiovisual, sonoro, iconográfico, entre otros, que permiten establecer nuevas relaciones y formulaciones entre el presente y el pasado. Estos distintos lenguajes a su vez postulan énfasis que vinculan las prácticas culturales, los imaginarios o las formas ser y proyectarse en el mundo de las víctimas. Es decir, la memoria se ha postulado no solo como un mecanismo de esclarecimiento del pasado, sino como una práctica en la que se fortalecen identidades individuales y colectivas, al tiempo que se produce un nuevo pasado no desde una lógicas académicas establecidas o desde los circuitos del poder político, sino desde la experiencia y el lenguaje de los agentes sociales. Lo que más llama la atención de todo ello, es que fue a partir de unos mecanismos jurídicos, como la nombrada Ley de Víctimas y Restitución de Tierras, que se marcó una discontinuidad histórica generándose posibilidades de enunciación mayor y procesos de visibilización que antes no existían. Desde este enfoque, se puede mirar la Ley como un propulsor de agendas y un sincronizador institucional que otorgó nuevos lenguajes para designar a un actor social: la víctima. Y que ella, desde esos marcos, propició un repertorio variado de memorias que le permitieron hacerse responsables de su devenir en la historia. (Castillejo, 2013).
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3. Los desafíos de producir el pasado reciente Las reflexiones alrededor del pasado reciente han provenido principalmente de aquellos lugares en donde el dolor se ha instaurado como una herida social. Desde los albores de la Primera y Segunda Guerra Mundial las preguntas por generar un análisis de aquellos fenómenos que consumían vidas y destruían de manera abrupta las formaciones sociales, empezaron a llamar la atención de un conjunto de científicos sociales por otorgar un nivel que rebasara la volatilidad del hecho periodístico. Sin embargo, la idea de que la historia debe actuar solo donde los procesos o acontecimientos “están cerrados” retrasó en varias décadas el establecimiento del estudio de la historia contemporánea en Europa. En Francia, solo hasta 1962 se empezó a abordar desde los programas de historia el período de la Segunda Guerra Mundial; en la España del general Franco, se introdujo en 1967 la enseñanza de la Guerra Civil Española. Estos casos revelan una serie de significados que es preciso analizar brevemente (Fazio, 2009). Por un lado, demuestran cómo los períodos de violencia reciente a menudo se entienden como procesos que necesitan tener una apertura y un cierre, dejando de lado las actuaciones de la memoria y las dinámicas de recuperación del pasado más allá de las instituciones del Estado o del campo académico. Por otro lado, los periodos de violencia extrema han sido entendidos en ocasiones como tiempos que hay que “dejar reposar” para que puedan entenderse en toda su dimensión y así poder valorar de manera pausada y ecuánime sus redes de conformación, sus desarrollos y sus impactos. La pregunta que emerge de lo anterior es qué entendemos por pasado reciente y cómo marcamos unas fronteras temporales para establecer la ruptura entre el pasado y el presente. Ello lleva a trabajar sobre el presupuesto de que son los procesos sociales y culturales dentro de un contexto específico los que señalan ese antes y después en la conformación del tiempo histórico. Así, existen acontecimientos históricos que resquebrajan estructuras sociales y construyen un significado distinto alrededor de las realidades a las que se enfrentan los colectivos humanos. Esta ruptura produce alteraciones en las representaciones sociales y en los sentidos que tienen el pasado, el presente y el futuro en un momento dado. Ahora, dichas rupturas pueden estar impulsadas por movilizaciones sociales, por crisis económicas, o por la irrupción de una guerra civil o un conflicto internacional. Pero también las rupturas pueden ser organizadas desde transformaciones que asumen los Estados para afrontar las distintas realidades a las que se les quiere dar un trámite diferente. De este modo, Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 11-27
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expediciones de leyes o apuestas políticas también pueden acelerar procesos de ruptura temporal. En ellas son centrales las capacidades de un Estado para movilizar sus instituciones en función de objetivos concretos que incidan en la concreción de un nuevo tiempo histórico. Entonces, estas rupturas pueden entenderse como indicadores de que se ha ingresado en una nueva fase de la trama social y, por tanto, en eso que denominamos: pasado reciente. Hartog (2007) acuñó la expresión regímenes de historicidad para referirse a la forma en que cada sociedad asume sus relaciones con el tiempo. Para el autor, todas las sociedades en determinado momento le otorgan un papel distinto al presente, al pasado y al futuro. Cada época tiene una categoría que predomina. Desde esa óptica, un pasado reciente se asume como una reorganización de las relaciones que la sociedad tiene con el tiempo. Dichas relaciones se alteran debido a rupturas sociales, culturales o políticas que se dan sobre todo en periodos de resolución de conflictos armados. En los conflictos del Cono Sur, por ejemplo, el pasado reciente fue abordado como un tiempo que se marcaba desde la ruptura con los regímenes dictatoriales. Sin embargo, el pasado reciente no se vio como un período cerrado, sino como un pasado “actual” en permanente proceso de actualización. Ese pasado –además- estaba atravesado por las vivencias y los recuerdos personales de quienes sufrieron los vejámenes de las dictaduras. Una y otra vez el pasado se instalaba en el presente a través de las conmemoraciones, los testimonios, los duelos y los nuevos hallazgos jurídicos (Franco y Levín, 2007). En Colombia, la expedición de la Ley de 975 de Justicia y Paz y de la Ley 1448 de Víctimas y Restitución de Tierras propició rupturas jurídicas, políticas sociales y culturales. Desde cada una de ellas se establecieron mecanismos para enfrentar el conflicto armado colombiano colocando esta vez el lente en los procesos de verdad, justicia y reparación, por un lado, y por el otro, en la asistencia, reparación simbólica y material a los millones de víctimas. Estas apuestas jurídicas del Estado colombiano desencadenaron- más allá de las críticas que han surgido alrededor de su implementación y eficiencia- unas transformaciones en cuanto a la forma como empezaron a configurarse nuevas relaciones entre las coyunturas de esos años en los que se expidieron las leyes y la forma en que comenzó a circular la idea de que vivíamos un tiempo de post-conflicto.3 3 Recordemos que durante los períodos presidenciales de Álvaro Uribe Vélez (2002-2010) se fue introduciendo el concepto de post-conflicto. Este, de acuerdo a lo que impulsaba las versiones del gobierno, básicamente recaía sobre la idea de que al
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Llama la atención cómo esta idea de un “nuevo tiempo” dentro de la historicidad del conflicto armado colombiano no solo se concentró en el discurso del gobierno de Uribe Vélez. Desde ciertos sectores de la academia, así como desde la sociedad civil, se empezaron a gestar discursos que formulaban maneras de asumir lo que ya consideraban un pasado, el pasado del paramilitarismo (Acevedo, 2008). Sin embargo, también surgieron interpelaciones a esta narrativa que reclamaban ante la continuidad del paramilitarismo (lo cual evidenciaba el fracaso de los procesos de desmovilización) y la presencia insurgente en buena parte del territorio del país (Palacios, 2012; Duncan, 2015). Ese ajustado escenario que empezó a fraguarse desde 2006 y continúa hasta la actualidad, revela los desafíos de rotular las definiciones temporales y semánticas de lo que se considera pasado reciente. Develar los momentos en los que se afectan las relaciones del tiempo y se da paso a un nuevo régimen temporal ocasiona fuertes tensiones alrededor del conjunto de actores que promueven los sentidos del pasado en el presente y en los horizontes de expectativas (Koselleck, 1993). Sin embargo, queremos argumentar que en Colombia - sin desatender las continuidades del conflicto- podemos decir que asistimos a la emergencia de un nuevo tiempo que se fundó entre 2006 y 2011 con la expediciones de las dos leyes a las que hacíamos referencia anteriormente. Este corte temporal no lo entendemos como post-conflicto, más bien podríamos acuñar la idea de que vivimos en una transición atrapada. Es decir, un tiempo histórico que ha ralentizado algunas dinámicas del conflicto armado: desescalamiento de combates, disminución de tomas de poblaciones, recuperación territorial del Estado. Pero también un tiempo que ha mostrado nuevas formas de organización de las violencias del paramilitarismo post-desmovilización, y unos ajustes de la estrategias de la guerrilla de las farc (González, 2014; cnmh-dav, 2015). En esta transición atrapada también ha tenido lugar la emergencia de las víctimas como un actor central que ha empezado a disputarles a los distintos actores del conflicto un espacio en la producción de los sentidos del pasado. Desde distintas organizaciones se han concretado ejercicios de memoria histórica que postulan narrativas con énfasis en la voz de quienes sufrieron las arremetidas del conflicto armado. Documentales, canciones, libros, cartillas, obras teatro, murales, por citar algunas expresiones de la haberse desmovilizado las auc y al tiempo que la guerrilla no era considerada como un actor armado, sino un grupo terrorista, desaparecía entonces el elemento político como eje del conflicto. Por tanto, el país había ingresado en un “nuevo tiempo” gracias a la política de Seguridad Democrática.
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memoria, se han constituido en acciones que evidencian que la guerra en Colombia ha empezado a narrarse desde las experiencias individuales y colectivas. (cnmh, 2009; cnmh, 2014). Desde luego, estas prácticas de memoria dentro de un conflicto en estado de espera de resolución, también han marcado un conjunto de énfasis en cuanto a lo que se recuerda, a los modos en que se recuerda y a las condiciones de posibilidad para recodar. Ello representa uno de los grandes desafíos que implica ubicarse en el pasado reciente. A modo de conclusión Los procesos de resolución de conflictos armados traen consigo desafíos inmensos. Uno de los más llamativos tiene que ver con las formas en que el pasado se convierte en un espacio temporal en disputa. Distintos actores sociales intentan generar formas particulares de producir pasados de acuerdo a sus lugares de enunciación, pero también de acuerdo a la forma en que sus trayectorias de vida, tanto individuales como colectivas, se vieron fracturadas por la irrupción del conflicto. Esas formas de producción de testimonios y memorias suelen exacerbarse por coyunturas jurídicas que destraban los silencios y propician espacios sociales para que las víctimas reubiquen sus narrativas en un marco de lo decible. Esto no niega que la memoria sea algo constitutivo de todo entramado social, pero sugiere que cierto tipo de normas generan un repertorio de lenguajes y conceptos que permiten distribuir nuevas representaciones a los hechos violentos. El artículo indagó por estos mecanismos jurídicos e intentó repensar los modos y las tensiones que atraviesan la configuración del pasado reciente en Colombia. Señalamos cuáles son los desafíos de este pasado y cuáles podrían ser sus características, pues consideramos que la academia debe contribuir al diálogo sano y estimulante entre la historia y la memoria, y, además, debe entregar pistas que permitan seguir definiendo los bordes y significados del pasado reciente. Bibliografía Acevedo, Darío (2008). Qué pasó con el paramilitarismo en la era de Uribe. En Acevedo, Darío; Botero, Libardo; Calderón, William; Corral, Hernando; Castro, Gustavo; Gaviria, José Obdulio; Moncada, Juan; Pava, Mauricio; Restrepo, Luis Carlos; Velásquez, Cesar Mauricio (Autores). Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 11-27
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Las memorias “maricas” en el conflicto armado reciente en los Montes de María: territorio, identidades y testimonio Queer Memories in the Recent Armed Conflict in Montes de María: Territory, Identities and Testimony Muriel Jiménez Ortega* Universidad del Atlántico DOI: http://dx.doi.org/10.15648/cl.24.2016.3 * Magíster en Estudios de la Cultura de la Universidad Andina Simón Bolívar e Historiadora de la Universidad de Cartagena. Docente del Programa de Historia de la Universidad del Atlántico. Hace parte del Grupo de Investigaciones Históricas en Educación e Identidad Nacional (gihein), adscrito a la línea de investigación “Historia del conflicto armado y memoria histórica”. Dentro de sus últimas publicaciones se encuentra el libro Los años del Sida en Cartagena, imaginarios, representaciones y subjetividades en la década del 80. El artículo publicado en este número es resultado del proyecto titulado “Las historias no contadas del conflicto armado: sexualidades no normativas en medio de la guerra, el caso de los Montes de María (1998-2007)”; radicado en agosto del 2015 en la Vicerrectoría de Investigaciones de la Universidad del Atlántico, en el marco de los proyectos individuales del Concurso Docente 2014. Grupo de Investigaciones Históricas en Educación e Identidad Nacional – GIHEIN. Correo electrónico: murieljimenez1989@gmail.com
Recibido: 29 de abril de 2016 * Aprobado: 28 de mayo de 2016
¿Cómo citar este artículo? Jiménez, M.. (julio-diciembre, 2016). Las memorias “maricas” en el conflicto armado reciente en los Montes de María: territorio, identidades y testimonio. Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica, (24), 29-49. doi: http://dx.doi.org/10.15648/cl.24.2016.3
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Resumen
Abstract
El artículo analiza las conexiones entre identidades de género, orientaciones sexuales, conflicto armado y memorias en Montes de María. Busca aproximarse a las memorias de víctimas del conflicto armado con orientaciones sexuales e identidades de género no hegemónicas, en clave regional. Se indagará sobre la historización de estas memorias y los contextos en que surgen; la vinculación entre el lugar de enunciación de los sujetos, su identidad y sus testimonios.
The article analyzes the connections between gender identities, sexual orientations, armed conflict and memories in Montes de Maria. It strives to provide a closer look at the memories of victims of armed conflict who have non-hegemonic sexual orientations and gender identities. We will focus on the historicizing of these memories and the contexts in which they arise; the link between the place of the subjects’ enunciations, their identities, and their testimonies.
Palabras clave
Keywords
Memoria, testimonio, lgbti, identidades, conflicto armado, Montes de María.
Memory, identity, testimony, lgbti, armed conflict, Montes de Maria.
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Introducción La ascensión del testigo en la escena pública del siglo xx tomó relevancia en los procesos judiciales para perseguir los crímenes del nazismo y el fascismo, pues la mayor prueba para el esclarecimiento de estos fue el testimonio de los testigos/sobrevivientes. Lo mismo ocurrió en Latinoamérica, en donde las dictaduras del cono sur, y conflictos armados como el colombiano, dejaron no sólo millares de víctimas, sino millares de recuerdos prestos a esperar el momento de la denuncia. También los medios de comunicación, las organizaciones de la sociedad civil y el Estado han entrado a terciar en la revisión de episodios del pasado a través de las memorias de sobrevivientes de guerras y conflictos (Bustos, 2010). En este sentido, se puede afirmar que la importancia de la memoria en su dimensión pública es incuestionable. En el campo de las ciencias sociales y la historia, la memoria como objeto de análisis da su salto con los estudios de Pierre Nora (2001) y la Nouvelle Histoire en procesos vinculados a la dimensión pública que toma la memoria en la postguerra. En ese sentido, Nora introduce unas primeras diferencias entre lo que será entendido por memoria en contraposición a la historia como disciplina: la memoria como selectiva, incompleta, en evolución permanente, siempre actual, siempre presente; “la memoria es la vida” (p. 20). La historia, por su parte, es la reconstrucción de un pasado distante, siempre ajeno y problemático, una operación sistemática, llena de análisis y discursos críticos; una operación intelectual, una disciplina. La memoria es recuerdo subjetivo, individual. Existen tantas memorias como grupos, tantos recuerdos como personas, tantos conflictos como memorias asomando al mundo público. Por su parte, Halbwachs (Citado por Calleja, 2013) también hará la distinción entre historia y memoria, y afirmará que estas categorías no pueden mezclarse. Sin embargo, termina definiendo la “memoria histórica” como la apropiación del grupo de su versión de la historia, bajo razones de legitimidad o de supervivencia: “la memoria histórica no es la memoria erudita de los historiadores, sino la apropiación oficial y selectiva de recuerdos históricos por el grupo” (p.88). Para el caso colombiano -enmarcado en la memoria histórica relacionada con el conflicto armado- se tratará de las versiones del pasado en las voces de los que no tuvieron voz; voces de sobrevivientes, campesinos, mujeres, estudiantes y sindicalistas, bajo un horizonte de expectativas por reelaborar nociones del pasado que consideran excluyentes y que van de la mano de pedidos de justicia o reparación.
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La memoria como objeto de estudio y de investigación se ha centrado en eventos de ruptura o traumáticos (guerras/conflictos/desastres). En ese sentido, se trata de aprovechar el pasado y la manera como lo reelaboran en el presente los sobrevivientes o testigos para construir horizontes de futuro. Por ejemplo, los trabajos de memoria histórica adelantados por el Centro Nacional de Memoria Histórica (gmh) sobre los distintos tipos de victimización y formas de control territorial nos abren una puerta de comprensión de un conflicto armado complejo que no se resume al enfrentamiento de dos bandos, sino que es producto de “acciones intencionales que se inscriben mayoritariamente en estrategias políticas y militares, y se asientan sobre complejas alianzas y dinámicas sociales” (gmh, 2013, p. 31). Dentro de esas complejas dinámicas sociales, el género entrará a ser parte de los marcos sociales por los que se establecerán nuevas formas de control y de ejercer violencia. No siendo esto suficiente, serán los arreglos de género los que harán que la guerra termine impactando de manera distinta a hombres y mujeres. Por ello, este artículo pretende ser una aproximación a la relación entre género, memoria histórica y memorias, poniendo el acento en la necesidad de incorporar esas memorias otras -que a razón de su orientación sexual e identidad de género no habían podido narrar su versión del pasado- en la reconstrucción de los episodios del conflicto armado, de forma específica en el caso de la subregión de Montes de María. Se hace énfasis en la memoria y su relación con la identidad y el territorio, en las formas de recordación y lugares de enunciación de las víctimas entrevistadas. El artículo se centra en las memorias y la producción de testimonio de las personas entrevistadas en el territorio montemariano, en sus énfasis y condiciones de surgimiento. Vale aclarar que este no es un trabajo terminado sobre la memoria histórica de sectores lgbti en los Montes de María, sino un artículo que se desprende de los trabajos de campo realizados, entrevistas grupales e individuales recogidas a lo largo de los últimos dos años en el trasegar por la subregión y que busca constituirse en un aporte para futuros trabajos de memoria. 1 En otras palabras, el artículo procura realizar aportes metodológicos y teóricos sobre los trabajos de memoria histórica en clave de género, in1 Entre los meses de enero y febrero del 2016, se realizaron dos entrevistas grupales y alrededor de cinco entrevistas a profundidad a víctimas del conflicto armado. Estas se autorreconocían como parte de los sectores LGBTI y, además, se encuentran vinculadas a los ejercicios de reparación que adelanta el Estado. Este artículo se nutrió de esas entrevistas, así como también de ejercicios diálogo, entrevistas con pobladores de las zonas rurales, y recolección de información en terreno en el trasegar de los trabajos de campo entre 2013 y 2015.
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corporando las llamadas “memorias maricas”. Por estas razones y por la extensión del texto, no incluyó la totalidad de los testimonios de los entrevistados, se seleccionaron apartados que pueden alimentar el análisis sobre los temas expuestos, sin que ello constituya una versión “oficial” de un sector que es tan diverso como las memorias que lo constituyen. A continuación se analizarán los testimonios y las memorias que se ponen en escena en el proceso de investigación a partir de dos énfasis. El primero tendrá que ver con la relación de sus recuerdos en clave territorial y su incorporación en las dinámicas del conflicto reciente propias de la subregión de Montes de María-. Y el segundo, abarca la relación entre su identidad de género y orientaciones sexuales no hegemónicas y las condiciones de posibilidad de su testimonio. Se indagará por la manera en que construyen horizontes de futuro y recuerdan hechos puntuales del conflicto armado a razón de sus lugares de enunciación como sujetos por fuera de los patrones heterosexuales en el corazón del conflicto armado en Montes de María. Es de suma importancia comprender la inserción de las afectaciones específicas a víctimas con orientaciones sexuales e identidades de género no hegemónicas dentro de una trama regional específica que determinará las acciones de los grupos armados. Por ello, aunque se establezcan unos “patrones” nacionales en relación a los grupos al margen de la ley, la mirada local permite análisis más minuciosos del devenir del conflicto armado y sus impactos diferenciales. El artículo también pretende contribuir al análisis sobre al rol de las “memorias maricas”, y su incorporación en los relatos que se están reconstruyendo en cada uno de los territorios golpeados por el conflicto armado. 1. Los recuerdos del conflicto: “más allá del género” en la memoria de víctimas de los sectores lgbti de Montes de María 1.1 Montes de María en contexto Montes de María es una subregión de la región Caribe colombiana y constituye en términos geográficos una prolongación de la Serranía de San Jerónimo de la Cordillera Occidental. Cobija 15 municipios de los departamentos de Bolívar y Sucre: San Jacinto, San Juan Nepomuceno, María La Baja, Córdoba, Zambrano, El Guamo y El Carmen de Bolívar, en el primer departamento citado, y San Onofre, Ovejas, Chalán, Colosó, Morroa, Toluviejo, Los Palmitos y San Antonio de los Palmitos, en el segundo (Jiménez, 2004). De vocación agropecuaria y agroindustrial, predominan los cultivos de maíz, yuca y ñame, así como el monocultivo de tabaco para Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 29-49
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exportación y la ganadería de doble propósito (gmh, 2009, 22). La zona se ha caracterizado por el predominio del latifundio bajo el control de élites locales y regionales que, en los últimos años, se han añadido cultivos de palma africana en María La Baja, Córdoba y Zambrano (Porras, 2014, 334). La inserción de los Montes de María en el conflicto armado reciente obedece al proceso de expansión de guerrillas en gran parte del territorio nacional, la irrupción de grupos paramilitares, la articulación con el narcotráfico y la crisis del Estado en el periodo de 1982 y 1995. La subregión también sería testigo del recrudecimiento del conflicto entre 1996 y el 2002 como consecuencia del fortalecimiento militar de las guerrillas, la expansión nacional de los grupos paramilitares y la reconfiguración del narcotráfico en el marco del conflicto (gmh, 2013, 33). Según la resolución defensorial No. 8 del 2002, en Montes de María operaban “los frentes 35 y 37 del bloque norte de las FARC, el frente Compañero Ricardo del eln, algunas guerrillas del erp y epl, y los Bloques Golfo de Morrosquillo y Canal del Dique de las autodefensas” (p.5). De acuerdo al contexto señalado y según la periodización expuesta por el cnmh, los testimonios que convergen en este artículo pueden ubicarse en dos momentos: 1) El pasado y los hechos que se recuerdan tienen que ver con el periodo de recrudecimiento del conflicto entre 1996 y 2002, y 2) El momento en que sus memorias se hacen públicas coincide con la temporalidad del 2003 en adelante, definida como una etapa decreciente caracterizada por “la recuperación de la iniciativa militar del Estado, el repliegue de la guerrilla y la desmovilización parcial de grupos paramilitares” (gmh, 2013, p. 33). 1.2 La memoria en clave territorial En sus testimonios, las víctimas entrevistadas pusieron fuerte acento en las vivencias personales insertas en el plano local y regional del conflicto armado. Saben y cuentan que primero estuvo la guerrilla y luego los paramilitares a quienes señalan con mayor crudeza. Ahora, ¿Cómo comprender la intersección entre las “memorias maricas”2 y la dinámica regional y local 2 “Marica” es la manera de nombrar de manera peyorativa a los varones gays o bisexuales, y aunque hoy la palabra tiene múltiples acepciones, ha sido asumido por mucho tiempo como un adjetivo de carácter peyorativo y su uso sobre ciertos sujetos ha implicado formas de insulto. Sin embargo, es importante señalar que este adjetivo ha sido resignificado en clave positiva por sujetos de los sectores lgbti. En este artículo se usará esa resignificación para entender las memorias “maricas” como legitimas de ser contadas, ya no en clave peyorativa, burlesca y reductora. Por memorias “maricas” entenderemos la incorporación de las memorias de los sectores lgbti víctimas del conflicto armado dentro de las reconstrucciones de memoria histórica. Nos referiremos a las versiones y a la apropiación del pasado por parte de sectores que hasta hace poco no habían sido incorporados en los análisis sobre el conflicto armado reciente. Son memorias
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del conflicto? Un primer acercamiento para responder esta pregunta estaría relacionada con advertir que los recuerdos y vivencias de los sectores lgbti entrevistados no están atravesados por una construcción identitaria monolítica. La construcción identitaria de los sujetos no solo está dada por la identidad de género u orientación sexual -aunque éstas en contextos hostiles pueden ser determinantes-, sino que para este caso se pone en escena su pertenencia territorial montemariana como primera línea para las vulnerabilidades de las que fueron objeto. En los testimonios de las víctimas se establecen unas causas de inserción de los grupos armados ilegales que, en un primer momento, no tendrían como objetivo rearmar el orden moral, sino que se relacionan con intereses políticos y económicos. Sobre este punto, sus memorias coinciden con los estudios que han intentado indagar por las maneras en que se originó y recrudeció el conflicto armado en Montes de María. Desde diferentes investigaciones se ha reconstruido el contexto en clave de larga duración, y se coincide en que para entender el conflicto reciente en la subregión es necesario explicar la evolución de la estructura agraria, la relación con los poderes locales y las agendas de los grupos armados. En estos balances se entiende que el segmento más público y, por lo tanto, vulnerable fue el sector campesino que, en décadas anteriores, había dado sendas luchas por el acceso a la tierra y que entre 1996 y 2002 fue estigmatizado con mayor fuerza como “colaboradores” de las guerrillas. Sin embargo, el recrudecimiento del conflicto armado diseminó los objetivos políticos de los actores armados, de los poderes locales y, por lo tanto, las características de las víctimas. El recrudecimiento del conflicto armado y las tensiones por el control territorial hicieron que el conflicto evolucionara. En este punto cabe mencionar la distinción entre los conflictos por la tierra y los conflictos por el territorio que atravesaran nuestra zona de interés: los primeros tienen que ver con el modelo de concentración de tierras, el latifundio y sus consecuencias, como la dificultad del pequeño campesino para acceder a una porción de tierra. El segundo tipo de conflicto tiene que ver con las confrontaciones y tensiones por el control político y económico de rutas estratégicas (Porras, 2014, p. 354). Por ello, la afectación diseminada a múltiples objetivos para ejercer el control territorial involucraría a sectores de la población civil que se escapaban de los tradicionales “objetivos militares”. Para el caso de los paramilitares no solo será importante controlar redes comerciales o de narcotráfico, influir políticamente y cooptar recursos púlegítimas y valiosas en cuanto tal, no a pesar de ser “maricas” sino justamente por serlo.
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blicos, sino que el reordenamiento moral sería uno de sus objetivos en el marco de la estrategia de control territorial. Bajo este panorama los sectores lgbti entrarían a conformar parte de esas “nuevas” víctimas sobre las que recaerán las consecuencias del conflicto y, por lo tanto, sus versiones del pasado, antes ignoradas, serán también importantes para la reconstrucción de la memoria histórica de la subregión. 1.2.1 Los recuerdos del conflicto reciente: el “estigma” montemariano y las memorias colectivas Las personas entrevistadas recuerdan episodios centrales en la dinámica del conflicto en Montes de María ligados al uso del espacio público, y esto no está ligado a solamente a que sean ser lgbti, sino a las lógicas de control social que vivieron municipios como El Carmen de Bolívar y zonas aledañas, tales como las tomas, atentados con granadas etc. Se recuerdan los controles en alimentos, el rumor, el señalamiento y la sensación de inminente peligro: “Si tú hubieses venido en una época como esa, no habrías entrado al Carmen, no estuviéramos sentados aquí” [Luis/ Carmen de Bolívar, entrevista: 31 de enero de 2016]. Luis3 se refiere a los años en que el Carmen de Bolívar y la subregión de los Montes de María eran considerados zona roja. Por su parte, Omar señala: “tenían que averiguar con permiso si entrabas, quien eras y quien te conocía. Y si nadie te conocía, en las casetas (como me pasó a mi) te invitaban a la mujer más hermosa del mundo [y te preguntaba] “y tú de dónde” “a quien conoces”, […] “dónde vives”, me entiendes? Te preguntaban hasta lo mínimo para saber dónde vivías tú y quien te había invitado al pueblo”. [Omar, Carmen de Bolívar, entrevista: 31 de enero de 2016]. El enfoque territorial sobre las memorias de los que hoy se reconocen como integrantes de los sectores lgbti -y que constituyen parte de las “memorias maricas”- permite entender la manera en que en los años de las llamadas “zonas rojas”, el estigma relacionado al lugar de pertenencia primaba. Estas víctimas comparten recuerdos con sus coterráneos, vinculándose a las memorias colectivas de quienes vivieron a finales de los años noventa e inicios del 2000 en la subregión de los Montes de María: “uno se iba de aquí para Barranquilla, ¿de dónde eres tú, del Carmen?”, “¿tú eres del Carmen?”, “a esa gente no la meto a trabajar aquí, a esa gente no le alquilo” [Luis, Carmen de Bolívar, entrevista: 31 de enero de 2016].”.
3 Se han cambiado algunos nombres para proteger la identidad de los informantes.
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El estigma y la sospecha de “subversión” pesaban sobre los oriundos de Ovejas, El Carmen de Bolívar, San Jacinto y demás zonas de los Montes de María, se materializaba cuando llegaban a ciudades cercanas como Barranquilla y Cartagena; primeras receptoras de las víctimas de desplazamiento de los Montes de María. En palabras de Omar, “mucha gente prefirió [responder a la pregunta]… ¿De dónde eres tú? “Cartagena”, […] y no decían que eran del Carmen de Bolívar, para evitar ese choque cultural que había de “tú eres del Carmen, eres guerrillero, eres paraco” [Omar, Carmen de Bolívar, entrevista: 31 de enero de 2016]. Estos testimonios referencian un episodio de la vida que los habitantes de los Montes de María aún recuerdan con dolor, sobre todo, en relación al estigma de ser considerados “guerrilleros” debido a la presencia, por más de dos décadas, de las farc en la zona. Según lo establecido por el gmh (2009) en La masacre de El Salado: Esa guerra no era nuestra, la presencia de grupos irregulares en cualquier población ha servido de pretexto para estigmatizar a sus habitantes y señalarlos como “guerrilleros de civil”. Se asume de manera equivocada que la presencia del grupo ilegal siempre tiene que ver con una identificación con las personas que habitan el lugar, aun cuando sus intereses y objetivos no coincidan; obviando la compleja realidad que implica convivir y tolerar a un actor armado en una situación en la que hay pocas opciones de resistencia. En palabras del gmh: “leer la presencia armada de un actor exclusivamente en clave de identificación, simpatía, legitimación y lealtad de la población es una simplificación interesada o, más aun, perversa, de las dinámicas de la guerra” (p.18). La justificación de la incursión paramilitar en Montes de María tenía que ver con la presencia y anclaje de guerrillas en el territorio. Su larga permanencia fue explicada por la idea de unas “bases sociales” que la soportaban y la alimentaban, cuando en realidad –siguiendo al gmh- cabría preguntarse hasta qué punto “las poblaciones que se encuentran bajo el dominio de uno u otro actor tienen opciones distintas a la de colaborar con el dominante” (gmh, 2009, p. 18). El estigma de “pueblo guerrillero” llegó a tal punto que las grandes masacres contra la población civil en Montes de María fueron presentadas ante la opinión pública como golpes a la guerrilla, entre esas se cuentan la masacre de El Salado en febrero del 2000, Chengue en enero del 2001, Macayepo en octubre del 2000 y Las Brisas en marzo del 2000 (gmh, 2013, p. 39). La eficacia y el daño del estigma como estrategia generarían efectos duraderos en las poblaciones vecinas. Como vemos, los dos entrevistados, habitantes de la cabecera municipal del Carmen refieren el estigma que Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 29-49
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pesaba sobre ellos cuando llegaban a ciudades como Cartagena o Barranquilla. Sin embargo, el fenómeno era replicado por algunos habitantes de las cabeceras municipales en relación a los habitantes de las zonas rurales. El estigma le terminó restando culpabilidad al victimario al justificar como un “mal necesario” el tener que arrasar con los “guerrilleros” de la zona, al tiempo que dejaba el manto de duda sobre las víctimas. El peso del estigma de esos años sobre los habitantes de la subregión quedó inmortalizado por la canción ganadora del Festival de Ovejas del 2002 titulada “Dignidad gaitera” de Gerson Vanegas: Esta canción no es una cumbia más, es la protesta silenciosa de los hombres de los Montes de María, es el grito quedo de todo un pueblo, expresado hoy con versos y melodías. Yo no sé si eso es un pecado (bis) Ser hijo de esta tierra Pero todo el mundo vive señalando al que diga que es de Ovejas. Nos difaman nos apodan y nos tildan como hombres guerrilleros y por mucho que rechace esa mentira para ellos somos unos violentos. No señor, eso no es así Y por eso este canto es pa’ aclararle que la gente de mi pueblo no se porta así que si en esas montañas ya se esconden unos hombres descontentos se lo juro a usted compadre que no son de aquí […] Y si dicen que carga un fusil seguro es una gaita con cinco huecos (bis) A finales del año 2002, ser de Ovejas o de los Montes de María era equivalente a ser guerrillero, y como relata la canción, les tocó explicar y reafirmar que ellos no eran violentos y que si decían que cargaban un fusil seguro era “una gaita con cinco huecos”, apelando a la tradición gaitera de la región y superponiéndola como rasgo identitario que combatiera el estigma de “auxiliadores de la guerrilla”. “Dignidad gaitera” reflejó la preocupación del estigma vivido producto de los discursos que legitimaron el proyecto paramilitar en la zona. Sin embargo, el estigma de pueblo “auxiliador” de la guerrilla sería también usado en el marco de la “seguridad democrática” de los años del gobierno Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 29-49
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de Álvaro Uribe. Las víctimas recuerdan que se les llegó a racionar y a controlar el número y cantidad de alimentos que subían a sus viviendas en zonas rurales bajo la sospecha de que cuando llevaban más alimento -del que se suponía era necesario para determinado número de personas-, este iba destinado a la guerrilla. En el 2002, a través del decreto 1837, se declaró estado de conmoción interior y a partir de allí se constituyeron en la región “zonas de rehabilitación y consolidación” que conllevaron una serie de normativas consideradas restrictivas de las libertades y los derechos humanos. Se realizaron operaciones conjuntas entre fuerza pública y Fiscalía que terminaron en capturas masivas dentro de la llamada Operación Mariscal Sucre que solo en el 2003 dejó un saldo de 153 personas detenidas bajo el argumento de haber cometido presuntamente el delito de rebelión (Porras, 2014, p. 368). En el Informe Anual de Naciones Unidas de 2004 se hizo referencia a estas detenciones masivas, realizadas en algunas ocasiones por el ejército sin previa orden judicial, o diligencias llevadas a cabo por la Fiscalía con base en meros rumores o señalamientos de encapuchados (ocnudh, 2004). Acciones como estas contribuyeron a continuar nutriendo el estigma que recaía sobre los habitantes de los Montes de María. El estigma como lo plantea Goffman (1963), en tanto marca y sospecha sobre un individuo que ha sido desacreditado y es desacreditable, definirá parte de su identidad social. Serán los otros quienes usarán esta estrategia para desautorizar y definir a determinados sujetos a razón de su “estigma” (p.15). El estigma de ser montemariano a finales de los noventa no diferenciaba orientación sexual ni género, estaba vinculado al lugar de residencia y a un conflicto armado con lógicas territoriales que llevaba a considerar a sus habitantes como “auxiliadores” de la guerrilla. En este mismo orden de ideas, la masacre del Salado expone ese estigma como justificante de la incursión de grupos paramilitares. Por ello, como se mencionó antes, pertenecer a las “zonas rojas” será uno de los elementos que comparten las víctimas denominadas lgbti con otras víctimas del territorio a razón del arraigo, y una manera en que las “memorias maricas” se incorporan a las memorias colectivas. Y además, un ejemplo de la manera en que podían coexistir diversos estigmas de la mano con la diversidad identitaria de sujetos que no solo se definían -o eran definidos- por su orientación sexual o identidad de género. Esa misma dinámica territorial definiría, de maneras distintas, las formas de relación entre los actores armados y personas que tenían orientaciones sexuales e identidades de género no normativas. Como han señalado otros Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 29-49
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informes de memoria que abordan las relaciones de género en contextos de guerra, ciertas formas de violencia contra mujeres y población lgbti varían en intensidad, de acuerdo al contexto y a los intereses del momento. Ciertos crímenes pero también ciertas alianzas -o el hacer uso de relaciones de cercanía con estas personas- dependerán de condiciones sociales y políticas que son producto de decisiones y opciones de los actores armados” (cnmh, 2011). Motivado claro está, por las condiciones extremas del conflicto y a situaciones particulares de confrontación con el enemigo. 1.2.2 La “refundación” moral del paramilitarismo Las prácticas de control sobre las personas irían de la mano con los tipos de control sobre el territorio. En algunas zonas de enclaves guerrilleros, como lo explican Fernán González (2014) y el cnmh, las prácticas ilícitas tenían que ver con secuestros, extorsión, asesinatos selectivos y coacción a la población civil. Con la llegada de paramilitares a enclaves como Montes de María se aplicó la estrategia de “tierra arrasada” o “exterminio”, que implicaba eliminar todas las “bases” de apoyo de las guerrillas. Esto implicaba acciones como cortar posibles suministros de alimento, infiltrar redes de comunicaciones y hasta masacrar pueblos enteros como señal de contundencia en el dominio territorial y disciplina pública (gmh, 2013). Estas estrategias de control definidas por las especificidades del territorio impactarían también en los órdenes morales que se querrán restituir como parte del proyecto de “refundación”. Esa puede ser una de las razones por la que las víctimas de los sectores lgbti recuerdan las actuaciones del bloque Héroes de los Montes de María como más duras y violentas que las de la guerrilla. La apuesta paramilitar por el control sobre el territorio llevaría consigo la restauración de cierto orden “moral” que ineludiblemente pasaba por regular las prácticas de género. En palabras de Luis “[…] para ser marica tenía que estar oculto, no metido en el closet, refundido en los últimos cajones. [Y cuando llegaron los paras] Peor, porque a la hora del té la guerrilla no era tan hijueputa con el marica”. Continúa sus recuerdos sobre la incursión paramilitar diciendo que “era imposible de que yo me sentara ahora mismo aquí, de que yo me pintara el pelo de este color, yo tenía que tener una cara de macho ciento por ciento para poder estar aquí” [Luis, Carmen de Bolívar, entrevista: 31 de enero de 2016]. La regulación o “restauración” del orden moral pasaba por la regulación a través del rumor y la aparición de listas negras y panfletos sobre “indeseables” en la comunidad que incluían a prostitutas, personas que vivían con vih y “maricas”. Se sabe que los panfletos y la publicación de listas Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 29-49
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“negras” son la primera herramienta para desplazar forzosamente, en este caso, a quienes vivían su orientación sexual o identidad de género de manera más pública: “la vida aquí para uno era feo, cuando comenzaron a regar las cartas para que la comunidad lgbti se fuera era porque ya estaban destapados” [Luis, Carmen de Bolívar, entrevista: 31 de enero de 2016]. En las entrevistas grupales realizadas en Zambrano también afloraron recuerdos sobre los controles a la circulación en horas de la noche, la anulación de espacios de homosocialización, las restricciones sobre el rio, el uso de rumor para regular y las amenazas a hombres gays, mujeres lesbianas y personas transgénero. Como señalaban los informantes o “se ajuiciaban o los ajuiciaban” [Entrevista grupal a hombres y mujeres de los sectores lgbti de Zambrano, 31 de enero de 2016]. Accionares similares refieren víctimas de San Juan Nepomuceno y San Jacinto sobre la relación entre cuerpos, sexualidades y controles sociales por parte de estos grupos armados. Si el factor de mayor peligro era la visibilidad de la orientación sexual o la identidad de género, la estrategia de supervivencia sería ocultarse o mimetizarse; dejar de frecuentar espacios tradicionales de encuentro y acatar las normas impuestas a toda la comunidad, como los toques de queda. Los hechos recordados por las personas entrevistadas no corresponden a eventos aislado, propiciados por un sector de las AUC, sino que se articulan al proyecto de imposición de una moral por parte del grupo armado, dentro de su estrategia de control social y territorial. En el informe Mujeres y guerra del cnmh (2011) se reconstruye en uno de sus apartados la manera en que alias “Cadena” y alias “El Oso” impusieron formas de regulación sobre la feminidad y masculinidad que se ajustaba su idea de moralidad. Se referencian los reinados con menores de edad en Libertad (Sucre); las peleas de boxeo en San Onofre organizadas para que participaran hombres homosexuales y en un ejercicio de burla pública se sancionaran esas prácticas “desviadas”. El informe también reseña el caso de Rincón del Mar donde las mujeres que infringían las normas impuestas eran rapadas como estrategia de “castigo”. Todos estos repertorios de violencia se enlazan con los objetivos del accionar paramilitar en la subregión de los Montes de María y la reafirmación de las lógicas tradicionales del género, vendría a ser una de las estrategias para instaurar su versión del “orden moral”. En ese sentido, comprender el “género” como arma de guerra permite establecer que las acciones premeditadas en clave de género no solo eran un “arma más” -excepcional por el contexto de la guerra-, sino que surgía como posible dentro del sentido común (y las incorporaciones en los esCuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 29-49
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quemas de percepción) de pensar al otro/otra como inferior y utilizable, como un objeto de posesión (Bourdieu, 1999). Es un esquema binario de género incorporado en los actores armados desde mucho antes de vincularse al conflicto armado, pero exacerbado por las nociones de poder masculino unido al poder militar en contextos de confrontaciones armadas. 2. Sujeto, testimonio e identidad: el presente de las memorias lgbti y su agencia social y política Las víctimas entrevistadas para este trabajo –como en otros trabajos de memoria- fueron convocadas a recordar episodios de su pasado, se las invitó a hacer públicas sus memorias. Ahora, para hacerle un seguimiento a estas, es importante resaltar que la memoria, en tanto conformada por olvidos y silencios, recordará de acuerdo a unos marcos sociales del contexto en que está siendo invitada a decir. ¿Quién pregunta? ¿Para qué? ¿Qué hace posible que hoy estas memorias hablen? Como veremos, lo que permitirá que el presente sea favorable para decir serán los pedidos de justicia, pero a la vez políticas de memoria favorables a las víctimas y una gran incidencia de organizaciones lgbti en la agenda regional y nacional. Por otro lado, en el lugar de residencia de las víctimas entrevistadas (municipios de Montes de María), grupos al margen de la ley como auc y farc aparecen hoy desdibujados y sin aparente presencia. Por ello, el testimonio de las víctimas puede hacerse público, se puede hablar porque ya no están y aunque las amenazas siguen cerniéndose sobre el territorio con la presencia de bandas criminales, reconocen que hay una distancia frente al pasado que recuerdan y que vivieron hace más de 15 años. El ejercicio del recuerdo que ponen en escena está a travesado por unas perspectivas de futuro y unas condiciones del presente que enmarcan sus memorias, por ello será importante comprender la manera en que los ejercicios de reconstrucción de memoria en el territorio han contribuido a reafirmar identidades de sectores lgbti de Montes de María y a su agencia social para hacerse visibles desde un nuevo plano de ejercicios ciudadanos. 2.1 Condiciones de posibilidad de los testimonios y las expectativas de futuro La primera condición que hace posible el testimonio de estas víctimas que se asumen parte de los sectores lgbti tiene que ver con la posibilidad vital de poder contar, “hablan entonces porque otros han muerto y en su lugar” (Sarlo, 2005, p. 43). Vale tener presente que son víctimas/sobrevivientes y que les cabe además la obligación moral de hablar y contar -en algunos Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 29-49
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casos- por los que ya no están; sanar heridas del pasado y hacer visibles episodios del conflicto no contados hasta ahora. La memoria, como se ha dicho, está llena de silencios y olvidos. Los silencios se manifiestan en los años en que permanece voluntaria o involuntariamente sin hacerse pública y los recuerdos permanecen resguardados en la memoria de las víctimas sin que constituyan testimonios. El pasado que se rememora y se olvida es activado en un presente y en función de expectativas futuras, por ello, revisar los momentos y coyunturas que activan ciertas memorias como la de los sectores lgbti es importante para comprender las maneras en que recuerdan, los cómos y los porqués (Jelin, 2002). La segunda condición que hace posible estos testimonios está relacionada con encontrar del otro lado la voluntad de escuchar. Por ejemplo, los relatos de las personas que se encuentran en el informe Aniquilar la diferencia (cnmh, 2015) y que convergen para este artículo no hubieran sido posibles al momento de ocurrencia de los hechos. No había quien escuchara por unas condiciones sociopolíticas que así lo establecieron. La voluntad de escuchar en el presente podemos evidenciarla en la clave comparativa con el pasado sobre diversas variables, una de esas tiene que ver, por ejemplo, con los años de Seguridad Democrática. Estos se caracterizaron por la puesta en escena de los testimonios de los victimarios y la sospecha sobre las víctimas. La credibilidad pública de las víctimas fue posible cuando en el marco de justicia transicional que estableció la ley de “Justicia y Paz” se incorporaron las memorias de los victimarios. Lo que permitió –paradójicamente- reconocer que lo que las víctimas venían denunciando desde años anteriores era cierto (cnmh, 2012). La voluntad de escuchar también tiene que ver con los diseños institucionales dispuestos para ello, y como veremos, implica la convergencia e incidencia de las agendas reivindicatorias lgbti con la nueva institucionalidad del Estado. Hace 15 años esta institucionalidad era insuficiente frente a la complejidad que estaba dejando tras de sí el conflicto armado, no estaba amparada por una Ley de Víctimas, ni había incorporado enfoques diferenciales. En esas condiciones los sectores lgbti, y las víctimas en general, no tenían un interlocutor dispuesto, no encontraban voluntad de escuchar. El lado favorable de la escucha se activó bajo unas condiciones políticas de reconocimiento de la voz de las víctimas y de una institucionalidad que Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 29-49
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las puso en primera línea. Esto implicó un reconteo de estas y la implementación de una nueva ley -la 1448 de 2011- que, además de reconocer hechos victimizantes, desde sus primeras líneas nombraba a las parejas del mismo sexo como víctimas. Fue ese marco político e institucional el que brindó las condiciones para que los testimonios de los sectores lgbti y sus “memorias maricas” encontraran el ambiente para ser escuchados. Todo ello confirma que la memoria, como construcción social narrativa, implica el análisis de las propiedades de quien narra, pero también “de la institución que le otorga o niega poder y lo/a autoriza a pronunciar las palabras, ya que […] la eficacia del discurso performativo es proporcional a la autoridad de quien lo enuncia” (Citado por Sarlo, 2005, p. 35). Las intersecciones entre los objetivos del Estado, sus diseños institucionales, sus políticas de memoria y los horizontes de futuro que establecen los sujetos que recuerdan, enmarcan las memorias. La Ley 1448 de 2011 vinculó en el mismo apartado correspondiente a formas de reparación -y medidas de satisfacción- a las políticas sobre la memoria. Asímismo, incorporó un enfoque diferencial que buscaba entender el impacto diferenciado de la guerra sobre hombres, mujeres, niños y niñas, personas con discapacidad, grupos étnicos y población lgbti. En ese sentido, su visión pluralista de la reparación ha sido aplaudida por diversos sectores y, por lo tanto, incidirá en la reconstrucción de la memoria histórica con un enfoque de gran amplitud. En este contexto se afianza en el país la categoría de “Memoria histórica” y el boom memorialistico se extenderá por todo el territorio nacional. En zonas rurales y urbanas los más de siete millones de víctimas se apropian y exigen ejercicios de memoria como antesala a los procesos de reparación integral. La Ley 1448 vinculó reparación y memoria, y así lo han entendido las víctimas. 2.2 Los efectos de los trabajos de la memoria: hacia las identidades políticas lgbti y la categoría de “víctimas” Estos marcos institucionales han viabilizado la emergencia de nuevos testimonios y la posibilidad de que esas nuevas memorias se movilicen como agentes sociales. Vincular las políticas de reparación a las políticas de memoria y al reconocimiento de nuevos sectores sociales como víctimas legitimas del conflicto armado, abrió las puertas para que las “memorias maricas” no solo pudieran hacerse públicas, sino que pudieran ganar mayor legitimidad en el campo social y político. Las víctimas entrevistadas marcan las distancias con el pasado caracterizado por el control y poder de los grupos armados al margen de la ley y Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 29-49
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los obstáculos de poder ser, esto es, vivir tranquilamente una parte de su identidad atravesada por su orientación sexual e identidad de género. Ese pasado imposible se cruza, como se ha dicho, por las dinámicas del conflicto armado en la región y los controles territoriales y de orden “moral”, pero por otro lado, la inexistencia de organizaciones de la sociedad civil que llevaran a lo público sus necesidades también marcó parte de esas condiciones de imposibilidad. La demarcación temporal de la memoria establece para las víctimas una idea de antes y después. Sus testimonios incorporan la percepción de que las lógicas que las vulneraban han cambiado, por ejemplo consideran que: “desde la que la guerrilla se acabó [en este lugar], todo es belleza para uno. Hay uno que otro que nos mira sobre el hombro pero para nosotros ya eso es igual. Ya yo vivo con un hombre a puertas abiertas […] pero si 20 años atrás la Pola andaba vestida de mujer ya estuviera enterrada. [Luis, Carmen de Bolívar, entrevista: 31 de enero de 2016]. También se evidencia en los testimonios la idea de un nosotros inexistente en tiempos del conflicto armado en la subregión, tal como lo muestra la siguiente cita: “él tenía su combo, y nosotros nos llegamos a conocer fue tiempo después, después de la violencia. Y vivíamos aquí […] Pero hay ciertas situaciones que no nos permitía conocernos, ¿por qué? Porque ellos tenían un criterio de encierre y yo tenía otro criterio de encierre” [Omar, Carmen de Bolívar, entrevista: 31 de enero de 2016]. Las identidades se construyen en la confluencia de diversos procesos sociales. Judith Butler (2006) explica que se constituyen políticamente en virtud de la vulnerabilidad social de los cuerpos, lo que termina constituyendo tramadas de vulnerabilidades físicas; son finalmente identidades que se constituyen a partir de la exclusión (p.36). Sin embargo, comprender que determinados escenarios constituyeron formas de exclusión diferenciadas implica un ejercicio de apropiación y reafirmación por parte de los sectores lgbti de los Montes de María en el presente. Identidades antes pensadas en clave peyorativa y reorganizadas en la actualidad como categorías políticas legítimas.4 Como lo ha señalado el CNMH (2015), la circularidad de las violencias revela una secuencias de violencias que en algunos casos se nutren desde espacios micros como el hogar y terminan replicándose en la escuela, el 4 En octubre de 2014 personas de los municipios de los Montes de María constituyeron la Corporación lgbti “Todos somos iguales” y en junio de 2015 organizaron la primera marcha del orgullo gay en el Carmen de Bolívar como una manera de visibilizar sus reivindicaciones alrededor del respeto de sus ddhh.
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barrio y luego en espacios más amplios como el pueblo o la ciudad (p. 97). Ese espiral de violencias es naturalizado y los sujetos en algunas ocasiones asumen las violencias como parte del ser gay, lesbiana, bisexual o transgenerista. Esa naturalización de las violencias se convierte en un obstáculo para comprender la identidad propia como legítima y valedera, sobre todo cuando se encuentra inmersa en unos contextos violentos con presencia de actores armados. Hoy las víctimas entrevistadas que se nombran como parte de los sectores lgbti, han constituido organizaciones a través de las cuales exigen respeto por sus derechos humanos. Con el uso y reconocimiento de la sigla engloban una idea de colectividad estratégica para posicionar una parte de sus identidades. Pero a su vez, esa idea de “colectividad” ha sido potenciada con los procesos de reconstrucción de memoria histórica y reparación, pues en los espacios que se han ido generando se han encontrado con otros que sufrieron afectaciones parecidas. En este orden de ideas, la identidad se refuerza a partir del recuerdo que le da sentido a exclusiones que sufrieron en común, ya que, tal como afirma Beatriz Sarlo (2005), “el núcleo de cualquier identidad individual o grupal está ligado a un sentido de permanencia (de ser uno mismo, de mismidad) a lo largo del tiempo y del espacio. Poder recordar algo del propio pasado es lo que sostiene la identidad” (pp. 24-25), de manera que “los periodos de crisis internas de un grupo o de amenazas externas generalmente implican reinterpretar la memoria y cuestionar la propia identidad” (p. 26). En ese sentido, se activan procesos identitarios y de activismo político en medio del proceso de recordación y reconstrucción del pasado en clave grupal. Estas identidades son políticas en el marco de las formas modernas de movilización política, en palabras de Stuart Hall (2003) en “su relación axial con una política de la situación”, es decir, no se asumen como “esenciales”, sino como resultado de unos marcos específicos de necesidades compartidas. Estas identidades pueden ser comprendidas desde un enfoque estratégico y posicional. En palabras de Hall, tienen que ver con “las cuestiones referidas al uso de los recursos de la historia, la lengua y la cultura en el proceso de devenir y no de ser. Entonces la pregunta no es «quiénes somos» o «de dónde venimos», sino en qué podríamos convertirnos, cómo nos han representado y cómo atañe ello al modo como podríamos representarnos (pp. 17-18)”. Esto incidirá en la manera en que deciden nombrarse en el presente y en la construcción de horizontes de futuro a partir de la reorganización de sus identidades. Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 29-49
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Los procesos que producen nuevas subjetividades y marcos políticos de reconocimiento, construyen sujetos susceptibles de «decirse» (Hall, 2003, p.20), lo que implicará estrategias de visibilización y movilización. De allí se desprende la primera marcha del Orgullo Gay realizada en el Carmen de Bolívar en junio de 2015, pero también su incidencia en los planes de desarrollo locales y departamentales, sus denuncias y articulación con fuerza pública y ministerio público cuando han sentido sus derechos atropellados. Sin embargo, como se ha señalado, esta reorganización y reafirmación de identidades a partir de las condiciones de posibilidad del presente no solo se enmarcaran alrededor de las identidades de género y orientaciones sexuales. Ningún sujeto detenta una única posición social, las identidades suelen entretejerse, -y como hemos visto en la primera parte de este artículo-las experiencias vitales que recuerdan los sectores lgbti entrevistados se funden con los recuerdos del resto de habitantes de los Montes de María. En el presente asumen su construcción identitaria desde una demarcación política lgbti, se asumen Montemarianos y, con ello, le dan un sentido colectivo a sus afectaciones en el marco del conflicto que superan el daño individual; se revisten de una nueva categoría jurídica: también son víctimas del conflicto armado. El reconocimiento del pasado compartido y los hechos vividos modelan un conjunto de experiencias traumáticas para miles de personas; marca las relaciones sociales y permiten la construcción de memorias compartidas (cnmh, 2013, p. 32). En el marco de la Ley 1448 , el reconocimiento de los sujetos como víctimas del conflicto armado reviste una nueva importancia, implica la inserción como sujetos de derechos de sectores poblaciones que antes no eran reconocidos y que fueron de los últimos en nombrarse víctimas con unas afectaciones en específico. En palabras de Martha, el punto de inflexión para ellos fue la participación en los procesos de reconstrucción de memoria histórica para el informe Aniquilar la diferencia, señala que “primera vez, desde que nosotros fuimos con el Centro de Memoria Histórica fue que nosotros comenzamos a saber nuestros derechos porque nosotros estábamos ignorantes […] de los derechos que teníamos como víctimas que somos” [Zambrano, entrevista: 31 de enero de 2016]. Pero más allá de la condición jurídica que implica la categoría “víctima”, las personas entrevistadas la han resignificado como un nuevo espacio identitario y de reivindicaciones. Se miran a sí mismos en su condición de actores sociales con un rol de importancia en los procesos transicionales, saben que tienen el derecho a la dignificación y al reconocimiento (cnmh, 2013, 34). La categoría de víctima llega a agenciar procesos sociales en Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 29-49
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el territorio, no solo se revisten de un espacio colectivo de agencia lgbti sino que su condición de víctimas les genera nuevos espacios compartidos con otros iguales con los que encontrar sinergias en demandas y reivindicaciones sociales. Esta conjugación de realidades y categorías del accionar político se vinculará a sus expectativas de futuro y reparación, en el dialogo con la nueva institucionalidad y las preguntas por su lugar en el denominado postconflicto. A manera de conclusión El presente artículo procuró aproximarse no solo a las versiones del pasado de los sectores lgbti en municipios de Montes de María-y la manera en que los afectó la guerra-sino a los contextos y procesos en que están surgiendo sus memorias y haciéndose públicas. Se indagó en las maneras en que el género y la sexualidad estipulan ciertos lugares de enunciación y estos a su vez pueden determinar formas específicas del recuerdo. Lejos de afirmar una “naturalización” del recuerdo a razón de una idea biologicista del género, nos preguntamos por el género como proceso social que permite recordaciones distintas según el lugar que cada sujeto ocupa en el mundo. Consideramos que los modos de hacer memoria de los sujetos se arman a partir de un entramado de experiencias vitales situadas en unos marcos de socialización dentro del binarismo de género y de acuerdo a las dinámicas territoriales del conflicto armado, que deberán analizarse para cada trabajo particular de memoria. Queda pendiente para próximas investigaciones vincular las dinámicas territoriales con las formas de recuerdo de la amplia gama de sujetos que conforman los sectores lgbti en sus especificidades: lesbianas, gays, bisexuales y personas trans; que constituyen una multiplicidad de memorias y experiencias que superan la sigla lgbti como escenario único de enunciación. Bibliografía Bustos, G. (2010). “La irrupción del testimonio en América Latina: intersecciones entre historia y memoria. Presentación del dossier ‘Memoria, historia y testimonio en América Latina”. En Historia Critica (40), pp.1019. Bogotá, Colombia: Universidad de los Andes. Butler, J. (2006). Deshacer el género. Barcelona, España: Paidós. Centro Nacional de Memoria Histórica (2011). Mujeres y guerra. Víctimas y resistentes en el Caribe Colombiano. Bogotá, Colombia: Ediciones Semana.
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Las pesadillas están ahí todavía: Testimonio y literatura en Insensatez, de Horacio Castellanos Moya The Nightmares are Still There: Testimony and Literature in Insensatez, by Horacio Castellanos Moya José Sánchez Carbó* Universidad Iberoamericana Puebla, México DOI: http://dx.doi.org/10.15648/cl.24.2016.4 *Doctor en Literatura Hispanoamericana por la Universidad de Salamanca. España. Coordinador de la licenciatura en Literatura y Filosofía y la maestría en Letras Iberoamericanas de la Universidad Iberoamericana Puebla, México. El artículo publicado en este número es resultado del proyecto de investigación “La literatura y los discursos del poder y la resistencia”. Entre sus publicaciones más recientes se cuentan los artículos “El cuento mexicano reciente en el sistema literario (1979-2014): las contradicciones de un práctica masiva” (2014); Narrativa vitral contemporánea. Relatos integrados en la literatura hispanoamericana, 1990-2013, de 2015; “Vigilar ante todo a los forjadores de mitos. Literatura, poder y resistencia”, de 2016. Correo electrónico: jose.sanchez.carbo@iberopuebla.mx
Recibido: 15 de abril de 2016 * Aprobado: 30 de mayo de 2016
¿Cómo citar este artículo? Sánchez Carbó. J. (julio-diciembre, 2016). Las pesadillas están ahí todavía: Testimonio y literatura en Insensatez, de Horacio Castellanos Moya. Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica, (24), 51-65. doi: http://dx.doi.org/10.15648/cl.24.2016.4
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Resumen
Abstract
En este artículo se abordarán las relaciones entre ideología, testimonio y literatura visibles en la novela Insensatez (2004) del escritor Horacio Castellanos Moya. El objetivo es analizar la posición “ideológica” del protagonista de la novela así como los criterios establecidos por el escritor para la selección de testimonios reales contenidos en el informe Guatemala Nunca más (1998). Partimos del supuesto de que Castellanos Moya, al subvertir y cuestionar las operaciones y posibilidades de tratamiento de los trabajos de la memoria (Sarlo, 2010; Calveiro, 2006; Richard, 2002), en Insensatez propone nuevas formas de creación y percepción de la literatura testimonial y metatestimonial. Acorde a un nuevo contexto esta novela materializa otra manera de escribir y de leer la literatura testimonial: explora la realidad sin el ropaje ideológico característico de la tradición hispanoamericana de la literatura comprometida.
This article studies the relationship between ideology, testimony and literature in Horacio Castellano’s novel Insensatez (2004). The main objective of this study is to analyze the ideological position of the protagonist as well as the criteria followed in the selection of real testimonies included in the Guatemala nunca más report (1998). The protagonist reads the testimonies from a literary perspective that has no moral or ideological point of view, and therefore is not attached to the process of reconciliation. The fact that the protagonist undermines and questions texts closely related to the memory genre (Sarlo, 2010; Calveiro, 2006; Richard, 2002), shows that Insensatez, as we attempt to demonstrate, is proposing a new and creative approach to testimonial and meta-testimonial literature. From this viewpoint, this novel stands for a different way of writing and reading testimonial literature because it explores reality without any ideological view, as much of the Hispano-American literature does.
Palabras clave
Keywords
Conflicto armado, trabajos de la memoria, literatura testimonial, novela latinoamericana, literatura metatestimonial.
Armed conflict, works of memory, testimonial literature, Latin American novel, meta-testimonial literature.
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El Acuerdo de Paz Firme y Duradera, firmado por el gobierno y la guerrilla en 1996, cerraba formalmente el conflicto armado en Guatemala y abría un difícil proceso de reconciliación y restauración del tejido social. Este periodo de cerca de tres décadas cobró la vida de miles de civiles que fueron asesinados, torturados, violados, desaparecidos, detenidos o amenazados principalmente por los militares, las Patrullas de Autodefensa Civil (pac) y los grupos contrainsurgentes. Los años más cruentos, con 18 mil víctimas, se vivieron de 1980 a 1983, en las gestiones presidenciales de Romeo Lucas García (1978-1982) y Efraín Ríos Mont (1982-1983). Al poco tiempo de este histórico acuerdo de paz dos instituciones presentaron dos informes sobre el genocidio y la violación sistemática de los derechos humanos con el objetivo de contribuir a la reconstrucción de la memoria histórica y a la reconciliación con justicia. Años después, el escritor salvadoreño Horacio Castellanos Moya publicaba Insensatez (2004), una novela heterodoxa y sobrecogedora, con tintes autobiográficos, en la que incorpora parte de los testimonios contenidos en el informe Guatemala: Nunca más (1998). Castellanos Moya, como muchos escritores, sufrió las consecuencias de la guerra civil en El Salvador, experiencia que ha reflejado en varios relatos. Siendo joven, en 1979 consiguió los medios para radicarse en Canadá; en cambio, para la mayoría de sus amigos que no tuvieron la oportunidad de abandonar su país, como señala el mismo escritor, “sólo estaba el túnel del clandestinaje, el combate en las calles, la tortura y la muerte” (Castellanos, 2010, p.17). Castellanos Moya regresaría más tarde a su país para colaborar con sus compañeros en movilizaciones aunque pronto volvería a exiliarse, esta vez en México, donde se radicó diez años trabajando como jefe de redacción de la agencia de noticias de la guerrilla salvadoreña y luego como periodista. También vivió una temporada en Guatemala y actualmente radica en Estados Unidos. La indefinición estética de Insensatez, señalada por Sánchez Prado (2010), está marcada por el anonimato tanto del protagonista como del lugar de la trama, por la imposibilidad de las palabras para retratar el horror y por la incapacidad del escritor de “cumplir con su mandato social de mediación y construcción de la verdad” (p.80). Esta indefinición, consideramos, también es extensiva al modo en el que Castellanos Moya trata en Insensatez los testimonios del informe. De ahí que calificativos como neopolicial (Pezzé, 2011) o novela negra (Jastrzębska, 2012), sean conceptos que, como veremos, simplifican la apuesta narrativa de Castellanos Moya. Sánchez Prado (2010), por su parte, prefiere hablar de una especie de “narrativa post-testimonial” (p.81) que “apuesta al desmontaje radical del inCuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 51-65
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telectual como figura necesaria para la articulación de lo político” (p.81) y a la reivindicación del derecho de los escritores centroamericanos a “la escritura literaria como una forma de superar tanto el imperativo revolucionario como el imperativo testimonial” (p.82). En otras palabras, esta novela reacciona en contra de “los paradigmas críticos en torno a la literatura centroamericana” (p.84). Y agrega que: aunque su tema latente son los indígenas asesinados, el centro de la novela es la reflexión obsesiva del narrador. De esta manera, la novela no sólo apuesta por la evasión del imperativo realista sino que, de manera más determinante, es parte de un intento de representación de una experiencia histórica generalmente excluida por el paradigma testimonial […] Castellanos Moya concede de nuevo a la narrativa el poder de exploración experiencial despojado por la expectativa testimonialista. (p.85) Coincidimos con Sánchez Prado en que la reflexión y la distante postura del protagonista ponen “en entredicho los presupuestos de [la] relación solidaria entre intelectual, subalterno y movimientos sociales” (2010, p.3) pero también consideramos que contribuyen a realzar el dramático deterioro psicológico que sufre el protagonista por la lectura de los testimonios. Esta novela no renuncia al imperativo realista ni reclama la autonomía de la literatura centroamericana de la política y del pasado inmediato. Castellanos Moya, más bien, al explorar esta realidad sin el ropaje ideológico característico de la tradición hispanoamericana de la literatura comprometida, propone otras formas de creación y percepción de la literatura testimonial acorde a un nuevo contexto. Para distinguir tales propósitos será necesario, primero, revisar las formas y los fines, es decir, los criterios de selección, que han asumido y adoptado diversos discursos que también tienen una base testimonial, tales como la Historia, los trabajos de la memoria, la literatura testimonial, metatestimonial o de la posmemoria, para, en segundo lugar, contrastarlos con la novela de Castellanos Moya. Memoria, testimonio y literatura Los testimonios recusan las versiones oficiales; exponen las injusticias cometidas y encubiertas por el Estado u otros grupos hegemónicos a través de un sinnúmero de estrategias de censura, control y sometimiento. La revaloración y legitimación de este tipo de discurso fue posible, hace apenas unas décadas, por un conjunto de condiciones socio-históricas, ideológicas Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 51-65
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y conceptuales en el contexto de la cultura occidental. Los testimonios adquirieron credibilidad al conocerse las experiencias de los sobrevivientes de los campos de concentración así como de las dictaduras latinoamericanas. Y en lo ideológico y conceptual fueron cuestionadas tanto la razón estructural como las concepciones que definían a la ideología sencillamente como un “depósito oscuro de impulsos o mandatos que el sujeto necesariamente ignoraba” (Sarlo, 2006, p.22). Esta coyuntura originó lo que Beatriz Sarlo ha denominado como el “giro subjetivo” o la “resurrección del sujeto”. Así se fue restaurando la confianza en el sujeto y la verdad de la subjetividad que había sido minada por la hegemonía de discursos filosóficos, académicos o científicos de corte positivista, marxista, psicoanalítico o estructuralista. Estas coordenadas sociales y conceptuales alentaron la escritura de la literatura no ficcional, autobiográfica, historias de vida, memorias, relatos identitarios o literatura testimonial (Sarlo, 2006, 49). Pero con ellas aparecieron cuestionables “apologías del testimonio como ‘sanación’ de identidades en peligro” (Sarlo, 2006, p. 68). Existen dos tipos de testimonio según el destinatario al que están dirigidos (Calveiro, 2006); y agregaríamos, de acuerdo al espacio en el que son emitidos. Desde esta perspectiva, el testimonio realizado ante organismos defensores de los derechos humanos o instituciones encargadas de impartir justicia sirve como evidencia en un proceso penal. Por otra parte, el testimonio realizado ante entrevistadores profesionales tiene el fin de reconstruir la historia y recuperar la memoria de experiencias de injusticias sufridas (Calveiro, 2006, p.80). El testimonio, en singular, al ser revalorado como expresión de saber y conocimiento de una parte de la realidad requiere muchas veces, como se mencionó, de una multiplicidad de ellos. La identificación de constantes relaciones y conexiones entre diversos testimonios otorga la veracidad y la confiabilidad necesarias para la validación de una “verdad socialmente construida” (Calveiro, 2006, p.79). La multiplicidad de testimonios al ser ordenada ayuda a cubrir muchos vacíos de los hechos históricos, ya que es frecuente que la víctima que ha compartido su experiencia se quede con la impresión de que su testimonio está incompleto. Esta sensación sobre la relación imprecisa o estrecha de los hechos vividos, en principio, debe ser atribuible a la imposibilidad humana de poder aprehender la realidad en su totalidad, pero, en estos casos, dicha sensación es acentuada porque los victimarios realizan acciones de ocultamiento de registros, evidencias y archivos. Esta multiplicidad testimonial es recuperada, ordenada y sistematizada por el discurso de la Historia y por los trabajos de la memoria. La Historia se Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 51-65
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ocupa de “la visión de las víctimas, de los vencidos, de los otros” (p.83) para explicar procesos que “se manifiestan en una sociedad, no sólo de los resistentes” (p.83); mientras que los trabajos de la memoria organizan dichos materiales “para la identificación, el juicio y el castigo de los responsables” (p. 84) así como para contrarrestar “tanto el silencio como los discursos del Estado” (p.84). Asimismo, estas operaciones de sistematización han sido empleadas para constituir otro tipo de discurso, en este caso, desde el ámbito de lo literario, el cual ha sido particularmente atendido en el contexto hispanoamericano desde la década de los sesenta. Las políticas culturales del gobierno cubano contribuyeron a la legitimación e institucionalización del testimonio, al punto de ser considerado por algunos críticos como un género genuinamente latinoamericano (Maldonado, 2006, p.126). La publicación de Pasajes de la guerra revolucionaria (1960), de Ernesto “Che” Guevara, la promoción del premio al testimonio por parte de la Casa de las Américas en 1970, así como el éxito de la novela Biografía de un cimarrón (1966) y la resonancia en el campo cultural del ensayo “La novela-testimonio: socio-literatura” (1969), ambos textos de Miguel Barnet, no sólo validaron esta modalidad discursiva sino que abrieron la discusión sobre la función del autor, la especificidad del género y la concepción tradicional de literatura (García, 2014, 67). Esta reflexión permitió reconocer que las obras inscritas en este horizonte se caracterizan por la co-presencia de un testigo directo de un periodo histórico y de un autor o “gestor” que trabaja con el testimonio dotándolo con atributos literarios. De estos mínimos comunes se han desprendido denominaciones que buscan reconocer distintas formas de tratar, presentar o representar los testimonios, tales como “testimonio” y “neotestimonio” (Beverly y Zimmerman, 1990), “novela testimonio”, “novela autorial de intención testimonial” y “novela testimonial” (Sklodowska, 2002), “posmemoria” (Sarlo, 2006) o “metatestimonio” (Osorio, 2011; Pereda, 2008). Los textos de la “posmemoria” y el llamado “metatestimonio” se distinguen de obras como Biografía de un cimarrón (1966) o Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia (1983), caracterizadas porque un autor-mediador realiza una transcripción pormenorizada y transparente del relato de un testigo directo de un periodo histórico. El concepto de “posmemoria” ha sido relacionado con los trabajos de “la memoria de la generación siguiente a la que padeció o protagonizó los acontecimientos” (Sarlo, 2006, 126); y el de “metatestimonio” con las reelaboraciones poéticas de testimonios y experiencias propias (Pereda, 2008, p.42). Los textos de los hijos de las víctimas de la dictadura argentina, cuya materia prima han sido Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 51-65
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los testimonios de los padres así como las experiencias individuales, tienen la doble intención de denunciar las injusticias del periodo militar y de recuperar o reconfigurar la identidad individual (Osorio, 2011, p.168; Sarlo, 2006, p.147). En el metatestimonio, la transcripción transparente y pormenorizada es sustituida por una creación poética inteligible que es capaz de condensar una multiplicidad de experiencias (Pereda, 2008, p.44). Tanto los trabajos de la posmemoria como la literatura metatestimonial están definidos por la subjetividad del enunciador, por “la implicación subjetiva en los hechos representados” (Sarlo, 2006, p.130), ya sea por el tratamiento literario o los propósitos ubicables en los ámbitos de lo íntimo o privado. Son narraciones apegadas a la realidad aunque controladas artísticamente (Sarlo, 2006, p.164), escenificadas y dramatizadas (Pereda, 2008, p.44). Para Nelly Richard la relación entre estética y memoria, literatura y testimonio, permite abordar aspectos que la historia y los trabajos de la memoria, por compromisos ideológicos u oficiales, no contemplan. Los discursos del arte y la literatura recogen “vocabularios de lo incompleto”, le otorgan al recuerdo “volumen expresivo”, en otras palabras, permiten “recordar por los huecos de la representación, por las fallas del discurso social y sus lapsus; por todo lo que entrecorta la sintaxis ordenadora de las recapitulaciones oficiales con el fuera-de-plano de motivos truncos, de señales difusas y visiones trizadas” (1994, p.191, cursivas en el original). El tratamiento artístico y literario de los testimonios contrarresta los efectos de las “lógicas oficiales” (1994, p.191) tendientes a normalizar, racionalizar, objetivar y ritualizar la memoria. Richard agrega que: Para evitar esta fijeza del recuerdo, la memoria debe seleccionar y montar, recombinar, los materiales inconclusos del recuerdo, experimentando sin cesar nuevos enlaces fragmentarios entre sucesos y comprensiones. Lo fragmentario y lo inconcluso son modos (benjaminianos) de honrar a las víctimas desde la crisis de la palabra y la imagen, desde los fragmentos sin pertenencia, desconciliados, que vagan en las orillas de las recomposiciones lineales del pasado. Recoger estos fragmentos evitando la juntura forzada, profundizando más bien en la desarmonía y el conflicto, en la aspereza de sus bordes, es una cuestión tanto ética como estética. (1994, p.192). Sintetizando lo expuesto hasta ahora, podemos advertir que para la Historia los testimonios son sólo una fuente documental, entre otras tantas, necesaria para explicar procesos históricos; y para los trabajos de la memoria, los testimonios son fundamentales para identificar culpables en juiCuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 51-65
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cios legales o para construir la memoria colectiva de un pasado violento. Para la literatura, los testimonios son fuente y fundamento para denunciar o reconstruir con criterios estéticos y políticos situaciones de injusticia sistemática. Estas tres grandes apropiaciones y construcciones de la verdad desde lo científico-académico, jurídico-moral y ético-estético cumplen una función social amplia (jurídica, moral o pública) para recuperar la memoria histórica, dignificar a las víctimas, restaurar lazos comunitarios, reconciliar y mantener la paz o contrarrestar el silencio, en situaciones donde hubo guerras, dictaduras y crímenes de lesa humanidad. A diferencia de los tres usos de los testimonios mencionados, las implicaciones del discurso de la posmemoria y metatestimonial, en cambio, se sitúan en el ámbito de lo individual, “en su dimensión psicológica más personal […] el carácter no ‘profesional’ de su actividad” (Sarlo, 2006, 130) y el control artístico (Sarlo, 2006, p.164). Testimonios sobre el genocidio en Guatemala Tras el Acuerdo de Paz Firme y Duradera en Guatemala, se publicaron los informes Guatemala: Nunca más (1998) y Guatemala: Memoria del silencio (1999). El primero, elaborado por la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado (odhag) en el marco del Proyecto Interdiocesano de Recuperación de la Memoria Histórica (remhi), recopila y sistematiza testimonios de víctimas y de testigos de asesinatos y masacres perpetrados básicamente en comunidades rurales, con el fin de prevenir tales brutalidades, contribuir a la justicia y eliminar los “sistemas e ideologías que convierten la obediencia en una virtud y el horror en un medio para conquistar sus fines sociales” (Oficina, 1998, p.3). A pesar del acuerdo de paz, el 26 de abril de 1998, dos días después de la presentación de dicho informe, el obispo Juan José Gerardi, responsable del Proyecto, fue asesinado en la Casa Parroquial de San Sebastián. Al año siguiente, la Comisión para el Esclarecimiento Histórico, con el apoyo de la Oficina de Servicios para Proyectos de las Naciones Unidas, presentaba el informe Guatemala: memoria del silencio (1999), cuyo propósito era “dejar constancia del reciente pasado sangriento de Guatemala” (Comisión, 1999, p.16) puesto que “la gravedad de los reiterados atropellos que sufrió el pueblo todavía no ha sido asumida por la conciencia nacional” (Comisión, 1999, p.16). Ambos informes, en lo general, buscaban contribuir en el proceso de reconciliación, rechazar la violencia y recuperar la memoria; pero se distinguían por ciertas concepciones y fines que conviene destacar. El informe Guatemala: Nunca más (1998) ponderaba el valor afectivo de los testimonios, puesto que el derecho a contar experiencias, a veces, no sin temor o Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 51-65
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desconfianza, permitió el reconocimiento y la dignificación de las víctimas, elevar su autoestima e incluso dar esperanza. Desde esta perspectiva, para el equipo que elaboró Guatemala: Nunca más (1998), los testimonios de las víctimas tuvieron un “efecto positivo de descarga afectiva y de poder hacer algo con su sufrimiento” (p.1). En cambio, los colaboradores de Guatemala: memoria del silencio (1999) argumentaron que el rigor académico y científico orientó la elaboración del informe, ya que buscaban “esclarecer con toda objetividad, equidad e imparcialidad las violaciones a los derechos humanos y los hechos de violencia” (p.15, las cursivas son nuestras) y “hacer pública la verdad” (p.16) para la reconciliación. Puede discernirse en consecuencia que estos informes constituyen dos formas de concebir el valor de los testimonios y la memoria colectiva; el primero, atendiendo a las implicaciones en el sujeto (subjetividad, recuperación, dignificación); el segundo, trabajando en la construcción del discurso (historia, verdad, objetividad). En la novela de Castellanos Moya, un escritor, cuyo nombre nunca es mencionado, es contratado por el Arzobispado de una nación centroamericana para corregir un extenso informe sobre las masacres perpetradas por los militares en contra de la población campesina e indígena. Si bien no es mencionado el nombre del país, varios hechos, como veremos, lo ligan con la historia reciente de Guatemala. La novela, en lo social, denuncia atrocidades del pasado y la vigencia de los poderes que las perpetraron al tiempo que, en lo particular, ahonda en las secuelas psicológicas del sujeto que lee los testimonios de las víctimas y sobrevivientes de estas atrocidades. Al atender la multiplicidad testimonial desde esta situación, Horacio Castellanos Moya subvierte y amplía operaciones y posibilidades de tratamiento, hasta entonces, reconocidas en los trabajos de la memoria y la literatura testimonial. En este sentido, cobran relevancia las tensiones planteadas entre la dimensión social e individual, perceptibles tanto en la finalidad social de recordar para impedir que tales hechos se repitan como en la intención individual de querer olvidar para no revivir el dolor; así como en la dimensión literaria y desideologizada desde la que se leen los testimonios. Castellanos Moya articula esta denuncia social con la singular posición de un escritor ajeno a compromisos morales, ideológicos, religiosos o solidarios. Para representar lo primero retoma testimonios del informe Guatemala: Nunca más (1998) y los inserta en un contexto de transición en el que la represión es vigente; respecto a la posición del protagonista, no obstante que lee los testimonios desde una perspectiva literaria y de que ningún interés moral o ideológico lo liga al proyecto de reconciliación con justicia, sufre graves consecuencias psicológicas. Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 51-65
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En Insensatez (2004) son perceptibles los procesos de identificación y selección de testimonios y el tratamiento literario, como sucede en los trabajos de la memoria, la literatura testimonial y metatestimonial. Pero la novela de Castellanos Moya (2004), en los niveles extratextual y textual, establece claras diferencias con ellas. En un nivel extratextual, los criterios éticos y estéticos orientan las operaciones de selección e identificación de testimonios del informe Guatemala: Nunca más (1998). Los testimonios seleccionados por Castellanos Moya (2004), por un lado, buscan denunciar los crímenes, la violencia y la crueldad ejercida por el ejército sobre comunidades indígenas, y revivir el sufrimiento físico, mental y emocional de los sobrevivientes; por otro, motiva una lectura estética de las frases por la sintaxis, las palabras o las imágenes empleadas. En el nivel textual, tales consideraciones éticas y estéticas se repiten, no obstante la indiferencia del protagonista frente a los trabajos de la memoria en los que colabora se convierte en otra propiedad significativa. El narrador se describe como un escritor ateo que desconfía de los “poetas izquierdistas vendedores de esperanza” (Castellanos Moya, 2004, p.41), la Iglesia, los vegetarianos, los militantes de corrientes en boga y los fanáticos de la corrección política. No profesa ningún tipo de compromiso o simpatía ideológica, religiosa o humanitaria alguna, como es frecuente en las personas que colaboran en los trabajos de la memoria o literatura testimonial. Su aproximación es estrictamente profesional, lee y corrige el voluminoso informe porque recibirá cierta cantidad de dólares. Para él, “el cumplimiento de un pago está por encima de cualquier otro valor” (Castellanos Moya, 2004, p.37). Como habíamos adelantado, las operaciones y posibilidades de tratamiento comunes en los trabajos de la memoria y la literatura testimonial son subvertidas o cuestionadas, pero sin dejar de denunciar. El protagonista reconoce que para los indígenas “recordar los hechos que ahí relataban significaba remover sus más dolorosos recuerdos, pero también entrar en una etapa terapéutica al poder confrontar su pasado, orear esos fantasmas sanguinarios que acechaban sus sueños” (Castellanos Moya, 2004, p.30). Si bien estéticamente le cautivan las frases tampoco olvida que se trata de testimonios de sobrevivientes. Sabe que las frases apuntadas en su libreta son “cápsulas concentradas de dolor” (30) que expresan “toda la desolación después de la masacre” (p.31) y evidencian “el grado de perturbación mental de los sobrevivientes” (p.82). Estos fragmentos testimoniales no sólo son leídos por el protagonista a partir de un marco de valoración poético; también enriquecen la trama de Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 51-65
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la novela o, en algún caso, los considera posibles argumentos para novelas futuras. A su parecer, los testimonios poseen “una riqueza expresiva digna de la mejor literatura” (Castellanos Moya, 2004, p.68). Que siempre los sueños allí están todavía, por ejemplo, es “una frase al mismo tiempo luminosa —por su sugerencia de significados— y terrible —porque en verdad se refería a la pesadilla del terror y de la muerte” (2004, p.122). En una reunión con los principales responsables del proyecto, repite esta frase tres veces para que los forenses “convirtieran los huesos recién desenterrados en palabras” (2004, p.122) pero ninguno de ellos comprende su “trascendencia” (2004, p.122). Con los testimonios desea hacer un collage literario pues la “calidad poética era demasiada” (Castellanos Moya, 2004, p.43). Otro testimonio, que trata el caso de un funcionario del registro civil que es torturado, mutilado y decapitado por negarse a entregarle al ejército el libro en el que constan los nombres de los difuntos del pueblo, podría ser el argumento de una novela que le gustaría escribir. Sin embargo, termina por desechar la idea porque “a nadie en su sano juicio le podría interesar ni escribir ni publicar ni leer otra novela más sobre indígenas asesinados” (2004, p.74). El narrador alterna pasajes autobiográficos y las actividades que realiza como corrector con la reflexión sobre su trabajo y el proyecto en el que trabaja. La lectura del informe y la continua sospecha le generan al escritor una psicosis paranoica. En este sentido, la novela subraya que nadie queda inmune ante tales atrocidades. De ello da cuenta la primera frase de la novela: “Yo no estoy completo de la mente” (Castellanos Moya, 2004, p.13), dicha por un indígena kachikel que fue obligado por los militares a observar el asesinato de su familia. Por extensión, la frase también describe el estado general de la población que vivió o sobrevivió a este régimen de terror así como del propio protagonista y de todos aquellos que colaboraron en el informe (catequistas, traductores y demás profesionales que clasificaron y analizaron los testimonios). Es consciente que trabajar con tales testimonios puede ser psicológicamente dañino para una personalidad compulsiva como la suya, de hecho, puede detonar su paranoia. Intenta mantener la cordura y evitar el miedo, pero conforme avanza la novela encuentra o imagina evidencias de una conspiración orquestada en su contra. Ya para cuando su equilibrio mental se deteriora, los límites de lo real con lo imaginario se disuelven, situación que alcanza al mismo lector porque carece de otra perspectiva con la cual se pueda contrastar lo relatado.
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El escritor sospecha que es víctima de una conspiración y una persecución. Su inseguridad se hace evidente en los lugares públicos, desconfía de las personas que lo rodean. Reconoce el peligro al que se expone. Imagina que será emboscado por sicarios en una calle atestada de gente; o deduce que el periodista que lo acusa de “soplón” es un emisario del Estado Mayor Presidencial. Incluso siente que los responsables del informe se reúnen para conspirar contra él. Comienza a sumergirse en una “espiral paranoica” (Castellanos Moya, 2004, p.85) por lo que cualquier mirada, pregunta o conversación detona su pánico. Por su estado mental y emocional, los responsables del informe prefieren trasladarlo a la casa de retiro espiritual, en la periferia de la ciudad. Este asilamiento reconforta por poco tiempo al escritor, ya que, sin concluir la corrección del informe, decide trasladarse a Alemania. Pero esa pesadilla viaja con él, lo acompaña en todo momento al límite de creer que el general Octavio Pérez Mena, el genocida, “masacrador de indígenas” (Castellanos Moya, 2004, p.128), lo persigue hasta ese lugar. Esta serie de hechos carecerían de sentido si sólo fueran considerados delirios paranoicos de un sujeto profundamente afectado por el miedo y el terror, pero la noticia del asesinato del obispo responsable de la elaboración del informe cuestiona tales certezas. Esta es una muestra de que el régimen de violencia y temor impuesto por los militares en el pasado continúa haciendo estragos en la población. Estas estrategias represivas se perpetúan con los crímenes, con el hostigamiento y la perturbación mental. Conclusiones En Insensatez, el escritor-personaje piensa que “a nadie en su sano juicio le podría interesar ni escribir ni publicar ni leer otra novela más sobre indígenas asesinados” (2004, 74). Confrontado este supuesto con la realidad, la novela no sólo fue escrita y publicada en una editorial comercial sino que ha sido leída por miles de lectores. Cabe preguntarse, entonces, ¿por qué a pesar del drama y la crudeza de lo relatado, esta novela cumple con el proceso literario de producción, reproducción-distribución y consumo?, ¿qué motivos encontró el escritor para justificar y concretar su proyecto? y ¿qué respuestas pretenden encontrar los lectores al leerla? En Recuento de incertidumbres. Cultura y transición en El Salvador, Castellanos Moya (1993) plantea que recuperar y abordar la historia reciente a través de la ficción es un síntoma de desarrollo cultural, de recomposición moral e intelectual así como una forma de renovar el lenguaje puesto que provee al país de versiones integradoras, heterogéneas e incluyentes. Este Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 51-65
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ejercicio de libertad política y estética contribuye a restituir y rehabilitar el tejido social desbaratado por formas de poder autoritario o sistemas doctrinarios. La literatura ayuda “a ‘preservar la memoria’, a que la nación no olvide sus taras, esa irracionalidad que nos condujo a la conflagración” (Castellanos, 1993, p.75). En este marco, Insensatez cumple con la responsabilidad social de preservar la memoria y de renovar el lenguaje con el que se mira el pasado. Su discurso constituye, sin duda, una denuncia social al igual que la literatura testimonial y comprometida anterior a ella. Asimismo, refrenda la versión de que el ejército y los paramilitares cometieron el mayor número de crímenes en contra de la población civil, en su mayoría indígena. No obstante, a través de las estrategias mencionadas, subvierte las convenciones de un género literario y el discurso que lo había normalizado y ritualizado según intereses políticos e ideológicos. No persigue establecer la verdad histórica sino atraer la atención sobre el drama y el dolor de los sobrevivientes, darle voz a los cuerpos y humanizar los informes. Los comentarios correlativos sobre el potencial literario de los testimonios y el collage testimonial (la acción de extraerlos del contexto del informe para insertarlos en el de la novela) apuntan hacia esta dirección. La pretensión de objetividad y el profesionalismo del mediador de la literatura testimonial tradicional, en Insensatez, son reemplazados por la subjetividad y la vulnerabilidad de un escritor que sugiere una lectura alterna. Ni la indiferencia ideológica ni el interés económico personal lo dejan inmune: las pesadillas allí están todavía. La novela ocupa un lugar destacado en la transformación de la narrativa centroamericana. La tradición literaria urbana y modernizadora con tintes cosmopolitas que se proyectaba en la década de los sesenta se vio interrumpida por el autoritarismo, las revoluciones y las guerras civiles. En este clima adverso se presentó un realismo literario comprometido con el discurso de la izquierda. Pero ante el quiebre ideológico provocado por el declive de la Unión Soviética, la derrota electoral del gobierno sandinista en 1991 y los acuerdos de paz en El Salvador y Guatemala, un conjunto de obras centroamericanas abrió una nueva etapa en la historiografía literaria, la más reciente, en la que podemos ubicar Insensatez. En estas obras prima el espacio del individuo, la introspección y la desilusión. Castellanos Moya explica que algunos críticos la han identificado como literatura del desencanto: quizá como una manera de diferenciar estas nuevas obras de aquellas que se habían producido a partir de la revolución cuCuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 51-65
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bana, en las que se denunciaba la violencia represiva de los Estados y se justificaba la violencia de las fuerzas subversivas a partir de una supuesta ética revolucionaria. Ahora, en las obras del nuevo periodo, no había buenos ni malos, ni razón histórica de respaldo: la violencia campeaba desnuda de ideologías (2010, p.55). En este sentido es una propuesta alternativa a la literatura comprometida, creada en el marco de la polarización ideológica y los movimientos de liberación nacional, que como tal conlleva la revisión de términos, funciones y propósitos de la literatura en contextos de violencia. Si bien el concepto de ideología del que habla Castellanos Moya es restringido, la postura del protagonista refuerza el sentido crítico respecto a los profesionistas, voluntarios y escritores que trabajan con testimonios. La novela simboliza las dificultades y contradicciones de procesos de restauración en los que muchos sujetos quedan con traumas imborrables, no se hace justicia cuando son identificados los culpables y se siguen cometiendo crímenes en contra de las acciones emprendidas para consolidar una paz con justicia. Desafortunadamente, cuando Guatemala despertó todavía estaba allí la pesadilla encarnada en una élite económica, política y militar que profundiza la injusticia social y la desigualdad. Bibliografía Beverley, J. Y. (1990). Literature and Politics in the Central American Revolutions. Texas: Uniniversity Press. Calveiro, P. (2006). Testimonio y memoria en el relato histórico. Acta Poética, Otoño, (27), 65-86. Castellanos Moya, H. (1993). Recuento de incertidumbres. Cultura y transición en El Salvador. San Salvador: Ediciones Tendencias. Castellanos Moya, H. (2004). Insensatez. México: Tusquets. Castellanos Moya, H. (2010). Breves palabras impúdicas. Un ensayo y cuatro conferencias. San Salvador: Colección Revuelta. Comisión para el Esclarecimiento Histórico. (1999). Guatemala. Memoria del silencio. Guatemala: Oficina de Servicios para Proyectos de las Naciones Unidas. Eduardo, S. J. (2011). La literatura testimonial como representación de pasados violentos en México y Colombia: ‘Siguiendo el corte’ y ‘Guerra en el paraíso’. Iberofórum. Revista de Ciencias Sociales de la Universidad Iberoamericana, año VI, (11), 57-82. Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 51-65
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El Paso del Teatro Candelaria: registro de silencios y olvidos en los años ochenta en Colombia El Paso by Teatro Candelaria: Registering Silences and Omissions in Colombia in the 1980’s Elsy Ortega* Universidad Mariana DOI: http://dx.doi.org/10.15648/cl.24.2016.5
* Comunicadora Social-Periodista de la Universidad Mariana, Licenciada en Arte Dramático de la Universidad del Valle y Magíster Estudios de la Cultura de la Universidad Andina Simón Bolívar. Ha realizado estudios complementarios en la Escuela Laboratorio Internacional de Actores en Lugano (Suiza), en la Escuela Teatro Libre en Bogotá (Colombia), en la Casa de la Danza (Ecuador). Actualmente, se desempeña como docente en el programa de Comunicación de la Universidad Mariana de San José de Pasto. Correo electrónico:ortega.elsy@gmail.com
Recibido: 26 de abril de 2016 * Aprobado: 30 de mayo de 2016
¿Cómo citar este artículo? Ortega, E. (julio-diciembre, 2016). El Paso del Teatro Candelaria: registro de silencios y olvidos en los años ochenta en Colombia. Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica, (24), 67-85. doi: http:// dx.doi.org/10.15648/cl.24.2016.5
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Resumen
Abstract
El teatrólogo no sólo debe dar cuenta del hecho teatral, sino del proceso de montaje y construcción de personajes en tanto “fenómeno socio-cultural, fenómeno de significación y de comunicación”. Así, se supera la limitante de estudiarlo de manera fragmentaria y se invita a leerlo como una “unidad orgánica global”, tal como lo señala De Marinis (1997). El presente artículo pretende hacer una lectura, desde la nueva teatrología, del discurso dramatúrgico que plantea la obra El Paso, del Teatro La Candelaria. Se indagará la relación que guarda su estructura dramática (basada en silencios, pausas, murmullos y una gran cantidad de acciones) con los registros de la memoria social, los silencios y los miedos, estableciendo un diálogo con el contexto y la época en que se realizó el montaje. Partiendo de este caso específico del teatro colombiano se trazan las siguientes preguntas: 1. ¿Qué clase de olvidos y silencios registra la obra El Paso del Teatro la Candelaria? 2. ¿Mediante qué lenguajes y códigos lo hace? 3. ¿Qué aporta el teatro a la memoria colectiva y a la historia como ciencia?
Theatre experts must not only take into account the theatrical act, but also the process of assembling and constructing characters as “socio-cultural phenomenon of meaning and communication.” Doing so would overcome the limitation of studying the theatrical event piecemeal and invite a reading of the work as the type of “global organic unity” indicated by De Marinis (1997). Accordingly, this article intends to apply other forms of reading to the dramaturgical discourse of the play El Paso, by Teatro La Candelaria. Because of its dramatic structure, which is based on silences, pauses, whispers and many actions, in addition to the context and time in which the group assembles it, it is relevant to inquiry into the relationship between these structures and records of social memory, silences and fears.
Palabras clave
Keywords
Teatro colombiano, memoria social, historia, memoria, miedos.
Colombian Theater, social memory, history, memory, fear.
Based on this specific case of the Colombian Theatre, this article is guided by three questions: 1. What kinds of omissions and silences are recorded in the work El Paso, by Teatro La Candelaria? 2. Through what languages and codes are they recorded? 3. What is the contribution of theater to both collective memory and history as science?
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La semiología del teatro, definida como teoría del género dramático, ha funcionado como un modelo de análisis de las obras dramáticas. Sin embargo, presenta limitaciones y problemas de discusión en torno a varios aspectos (De Marinis, 1997). El teatrólogo no sólo debería dar cuenta del hecho teatral, sino del proceso de montaje y construcción de personajes en tanto “fenómeno socio-cultural, fenómeno de significación y de comunicación”. Esto superará la limitante de estudiar el hecho teatral de manera fragmentaria e invita a leerlo como una “unidad orgánica global”, tal como lo señala De Marinis (1997). Ahora, articular los diferentes símbolos e íconos presentes tanto en el texto como en el espectáculo o representación, implica la necesidad de acudir a teorías y metodologías que pongan el hecho teatral en diálogo tanto con el contexto histórico, cultural y social en que fue escrito y representado, como con las resignificaciones que adquiere al ser leído desde el contexto contemporáneo. (De Marinis, 1997) En este artículo se indaga en una huella de la memoria dejada por el arte escénico: El Paso, obra del Teatro la Candelaria de Colombia1. Esta creación colectiva, producida entre 1987 y 1988, registra la desmemoria y los silencios que transitaban fantasmagóricamente en el país durante la década del ochenta. De esta manera, El Paso se convierte en huella, registro estético y fuente de la memoria de este momento histórico, valiendo la pena indagar cómo se registra esta huella de la memoria social. El presente análisis pretende realizar una lectura al discurso dramatúrgico que plantea la obra escogida. Debido a su estructura dramática (basada en silencios, pausas, murmullos y una gran cantidad de acciones) se considera importante indagar no sólo en el contexto y la época en que la agrupación realizó el montaje, sino en la relación que guardan esta estructura con los registros de la memoria social, los silencios y los miedos. Ahora, es fundamental precisar que en la memoria social subyacen recuerdos diversificados. En ella hay distintos niveles de recordación, cada uno con detonantes particulares de la memoria, así como con canales y lenguajes diferentes para su expresión y circulación. Si se parte del hecho de que el doblez de las memorias son los olvidos, y 1 La Candelaria se fundó en 1966 por un grupo de artistas e intelectuales independientes provenientes del naciente teatro experimental y del movimiento cultural. La incursión en temas míticos y la aprobación consciente de situaciones y personajes nacionales produjeron un fenómeno masivo de movilización de público. En muy poco tiempo, esto despertó el interés por La Candelaria y por el movimiento teatral nacional por parte de numerosos festivales y eventos internacionales. El trabajo de creación colectiva por parte de La Candelaria y del movimiento teatral constituyeron una verdadera escuela de formación y creación teatral en América Latina. Las obras nacionales del repertorio, la búsqueda de nuevos leguajes expresivos y la producción de imágenes de nuestro entorno, reconocibles por el público, han transcendido hacia adentro y hacia fuera. (Teatro La Candelaria, 2016)
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con ellos los tipos de silencio (identificados claramente por Elizabeth Jelin en Los Trabajos de la Memoria), se evidencia que el arte, en su carácter contencioso, hace posible el registro de aquello que no se puede decir, ni recordar, ni entender. Puede afirmarse, entonces, que le hace una “jugada” a los marcos sociales de interpretación que, quizás en otros ámbitos como el académico y el político, resultan restringidos, censurados. El arte es un registro o huella de la memoria social. Partiendo de este caso específico del teatro colombiano se trazan las siguientes preguntas: 1. ¿Qué clase de olvidos y silencios registra la obra El Paso del Teatro la Candelaria? 2. ¿Mediante qué lenguajes y códigos lo hace? 3. ¿Qué aporta el teatro a la memoria colectiva y a la historia como ciencia? Para responderlas, se inicia por ubicar el locus de enunciación del Teatro La Candelaria, con el fin de indagar cómo se registra esta huella de la memoria social, y así establecer quién dice, qué dice, cómo y con qué intención. Posteriormente, se reseña el tema y argumento de la obra (el proceso, las intenciones de La Candelaria y el contexto histórico en que se produce El Paso). Igualmente, se identifican los tipos de olvido y de silencios que la obra recrea y registra; mostrando cuáles son los lenguajes y metáforas que utiliza para tal fin. Por último, se hace una reflexión en torno a dos puntos: en primer lugar, el aporte de la obra a los marcos sociales de interpretación y, en segundo lugar, el aporte del teatro a la historia como ciencia y al mundo de la academia en general. El lugar de enunciación del Teatro La Candelaria Para responder a las preguntas básicas que debe hacerse a todo documento o registro de la memoria, se ubica el locus de enunciación del Teatro La Candelaria. Así, en este apartado, se explica cuáles son los objetivos macro del grupo, cómo justifica la adopción y producción de un cierto tipo de repertorio y cuál es la misión que se propone, en consonancia con su posición política. Desde sus inicios, La Candelaria se propuso retomar hechos conflictivos de la historia colombiana y llevarlos a las tablas, con el interés de abrir espacios de reflexión alrededor de estos. Entre su vasta producción pueden contarse obras como: Nosotros los Comunes, donde se aborda el levantamiento de los comuneros en El Socorro (Santander); Guadalupe: Año sin cuenta, con la que se lleva al teatro la masacre de las bananeras y La Violencia de los años cincuenta; o La Trifulca, que pone en escena la ola Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 67-85
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de magnicidios de la Unión Patriótica y otros actores políticos entre el 1986-1991. En palabras de su director, Santiago García, el grupo se ha interesado por: “Todo aquello que como suceso o conflicto del pasado y del presente pudiera ser teatralmente tratado y transformado en experiencia comprensiva de nuestra compleja realidad colombiana” (Magil, 22 de junio de 2006). Entonces, La Candelaria ha construido un proyecto artístico que obedece a un compromiso social y político claramente definido. De hecho, si se indaga en la historia y las bases del grupo, se encuentran referentes de inspiración en las experiencias teatrales de Alemania y Chile, aunque estas fueran menoscabadas y truncadas por el nazismo y por la dictadura de Pinochet, respectivamente. Dadas las circunstancias históricas, la consigna de los movimientos teatrales de Colombia y Latinoamérica fue “hacer el teatro que se debe donde se puede”. Así lo explica García: Las experiencias iniciadas por Reinhardt y Piscator en la Alemania de los años 20, brutalmente aplastadas por el nazismo, las experiencias del naciente teatro popular chileno durante el gobierno de la Unidad Popular deben ser retomadas, criticadas y desarrolladas allí donde las condiciones políticas y sociales nos lo permitan… deben enriquecer y estimular permanentemente esta difícil tarea de conformar un movimiento teatral integrado por actores-creadores-promotores comprometidos conscientemente en una verdadera liberación de Nuestra América (García, 1989, p.6). De esta manera, la producción y el método de creación –creación colectiva– del Teatro La Candelaria están en consonancia con los ideales políticos de izquierda que marcaban los años setenta, época en la que nació la agrupación. El arte comprometido con esta posición política vendría a cuestionar la historia oficial, y a remover la memoria social. Así lo confirma Santiago García cuando señala la importancia del arte en la construcción de la memoria social: Recuperar la memoria perdida, llenar los profundos vacíos que en nuestra historia han producido crímenes atroces, son tareas que ha procurado desempeñar desde hace años… la literatura dramática de nuestro grupo… donde la temática y el mismo argumento tienen como objetivo remover en el espectador Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 67-85
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sus naturales instintos de “memoria” identificadora” (García, 1998, p.17). La obra El Paso El Paso o La parábola del camino2, como fue titulada en sus inicios, es una obra de teatro cuya historia se desarrolla en una cantina ubicada en un cruce de caminos. En esa intersección metafórica se plantea una atmósfera de monotonía que progresivamente es atravesada por la incertidumbre, la zozobra y el extrañamiento, debido a la llegada de dos desconocidos investidos por el poder que otorgan el dinero y las armas. Pronto los dueños y trabajadores de la cantina, como aquellos que están de paso, se ven hablando en clave por medio de miradas, susurros, murmullos y silencios, en medio de una sospecha que nadie se atreve a confirmar. Según el grupo, en la obra se contraponen dos mundos: el de un pasado rural casi bucólico, con sus canciones nostálgicas, y el de un presente gobernado por el terror y la violencia. A continuación, se transcribe la ficha técnica de la obra con el elenco original: Reparto Músicos: Hernando Forero y Fernando Peñuela Emiro: César Badillo Don Blanco: Francisco Martínez Chela: Nora Ayala Doris: Fanny Baena Obdulio: Álvaro Rodríguez La pareja: Patricia Ariza y Rafael Giraldo El taxista: Fernando Mendoza Prostituta: Carmiña Martínez Los extraños: Santiago García y Nora González El Piloto: Shirley Martínez Ficha Técnica Director: Santiago García Música: Ignacio Rodríguez Luces: Carlos Robledo Escenografía: Jorge Ardila
2 El segundo título (La parábola del camino) se eliminó porque, según el grupo, la obra había dejado de ser una narración simbólica y se había convertido en una representación calcada de la realidad. La información que se cita en este apartado atiende a la que aparece en la página de La Candelaria
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Contexto en el que se produce El Paso Según Eduardo Gómez (22 de julio de 1989), la idea original de La Candelaria era realizar una semblanza de la revolución nicaragüense, pero gracias al trabajo realizado partiendo de método de creación colectiva, se trasladó el episodio a la realidad colombiana. Dicho método implica un proceso largo, arduo y gradual: el grupo es dividido en núcleos de trabajo y, partiendo del pretexto inicial, cada uno de estos debe proponer improvisaciones sobre un boceto o idea de escena. De esta forma, el proceso de creación está continuamente alimentado por las sensibilidades y ópticas de los actores respecto al pretexto planteado, por lo cual puede derivar en un tema diferente. Ahora, si se tiene en cuenta lo señalado y se revisa el contexto histórico de los años ochenta en Colombia3, no se hace extraño que el proyecto original haya derivado en el tratamiento de la violencia en los sectores rurales del país. Para tener un panorama completo, es preciso remontarse al periodo presidencial de Julio César Turbay Ayala (1978-1982), caracterizado por una fuerte represión y la aplicación del Estatuto de Seguridad Nacional. A este gobierno seguiría el de Belisario Betancur, en el cual se adelantaron diálogos con las guerrillas y se llegó a un acuerdo que permitió a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (farc) armar un brazo político denominado la Unión Patriótica (up). En este contexto, en el año 1985 se evidenció la expansión del narcotráfico y su paralela infiltración en la política colombiana, y Luís Carlos Galán Sarmiento (integrante del Nuevo liberalismo que en 1989 fue asesinado por orden de Pablo Escobar) abanderó las denuncias de dicha situación. Mientras estos debates se daban en la ciudad de Bogotá y colmaban la atención de los medios de comunicación, el sector rural enfrentaba nuevas formas de violencia debido a las luchas por el territorio entre guerrilla, paramilitares y los carteles de la droga. Y, además, soportaba una campaña de exterminio a los líderes campesinos de izquierda adscritos a la up o simpatizantes de esta. Aunque la violencia contra la población civil del sector rural se recrudecía gradualmente, fue sólo hasta 1988 que se tuvo noticias de los desplazamientos forzados, y tanto el Gobierno central como los medios de comuni3 Consultar el trabajo del historiador Marco Palacios (2002), quien sitúa el contexto histórico colombiano entre las décadas del setenta y el ochenta.
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cación comenzaron a poner atención a esta consecuencia de la pugna por el dominio y expansión de tierras para la siembra de coca. En este contexto de lucha violenta por el territorio, donde el dinero fluía abundantemente entre algunos sectores, las zonas rurales (en especial las zonas de colonización, tales como Córdoba, Magdalena Medio, Urabá Antioqueño, Putumayo, entre otras) carecían de presencia del Estado y venían soportando el acoso de grandes terratenientes. Por todo ello, la población campesina establecía estrategias de negociación con cada grupo armado -paramilitar, narcotraficante o guerrillero-. Así, procuraba asegurar su supervivencia haciéndole frente tanto a la coacción como a la pobreza. La llamada ley del silencio y el clima de intimidación, por vía de las armas y el soborno, se había establecido en Colombia, tanto en la ciudad como en el campo (Palacios, 2002, p. 228). Además, el aparato judicial no respondía a los retos que demandaba un entramado de situaciones de impunidad ante la ola de magnicidios, masacres y exterminios. Entre las víctimas se incluía a figuras de la política de izquierda y de centro, a magistrados y jueces de la Corte Suprema de Justicia, a periodistas y a la población campesina de las zonas de colonización. Volviendo, entonces, a El Paso del Teatro La Candelaria, vemos que el contexto histórico de Colombia viene a convertirse en caldo de cultivo que nutre al grupo para producir una obra que escenifica los fantasmagóricos silencios impuestos por vía del terror, el miedo y la corrupción. Tipos de silencios y olvidos en El Paso Las huellas del silencio y el miedo están registradas en El Paso desde el inicio de la obra. La kinesis, la proxemia y las señas narran lo que está sucediendo en el fondo, mientras los parlamentos se dicen entre dientes, a manera de murmullos. De esta forma, las acciones, las miradas y la gestualidad son las que cuentan aquello que no se puede decir. Como lo afirma Jelin (2002), la memoria es la operación mediante la cual se da sentido a la experiencia pasada y son los sujetos quienes dan sentido a ese pasado y se preguntan qué pasó, mediante una construcción social narrativa e intersubjetiva. De ahí que la memoria y el olvido sean construcciones sociales. Por lo tanto, la imposibilidad de hablar, nombrar, explicar con claridad qué está sucediendo en el presente (lo que Jelin denomina los silencios impuestos por temor) cierra o limita los marcos sociales de interpretación en dos Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 67-85
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planos temporales: en el presente-presente, porque no se puede ni se debe decir nada sobre lo que está sucediendo; y en el futuro, porque al intentar explicar ese presente silencioso y temeroso, que ya pasó, difícilmente habrán huellas que den cuenta de lo sucedido, tales como denuncias, relatos o testimonios. Con lo que se dan profundas discontinuidades en el proceso de apropiación y recordación del pasado. El Paso retrata cómo se dieron esos silencios impuestos, interpelando a la memoria identificadora4 de los espectadores, mediante asociaciones y personajes que se constituyen en metáforas o parábolas, tanto de los actores de la violencia de los ochenta en Colombia (narcotraficantes, paramilitares, guerrilleros), como de los entramados psicosociales que los sustentaban. Su irrupción en la cotidianidad de la población rural producía extrañeza y enrarecía el ambiente, pero este enrarecimiento también se había anclado en la opinión pública, que no encontraba marcos de interpretación, ni sociales ni culturales para entender lo qué estaba pasando. Por ende, el silencio y los murmullos en la obra El Paso no solamente son atmósfera, se convierten en parábola del silencio impuesto y del miedo que producía ese mismo silencio. De esta manera, en la trama irrumpen nuevas presencias, que nadie sabe de dónde vienen, ni quiénes son, ni cuáles son sus intenciones. Estos personajes no tienen nombre propio, se llaman “los extraños”: Escena II. CHOFER: ¿Ustedes van para Denges? Los extraños lo miran sin responder. Pasan la mirada por todos los presentes y luego uno de ellos, el de más edad, la detiene en el amante. Después sin quitar los ojos de la pareja, atraviesan lentamente el recinto hasta llegar a la mesa del extremo. Por la mitad del camino empieza a sonar la música operática. Se sientan. La pareja está muy nerviosa. … La señora sigue discutiendo con el amante. Se quiere ir sea como sea. Esos tipos son muy sospechosos, pueden ser detectives enviados por su marido. La discusión se acalora cada vez más hasta que el amante le bota un maletín al suelo con inusitada violencia. Para la música operática. Todos miran a la pareja. El extraño 4 La memoria identificadora en el teatro, tiene su base en el efecto de katharsis propuesto por Aristóteles para la tragedia griega: “En la Poética se emplea esta palabra para designar el efecto que ejerce la tragedia en los espectadores. La tragedia, con el recurso a la piedad y al terror, logra la expurgación de tales pasiones. Katharsis en Aristóteles, es la purificación psicológica por el terror y la piedad […] En otras palabras, el espectáculo […] debe producir en los espectadores, sensaciones de compasión y terror, que los purifique de estas emociones, a fin de que salgan del teatro sintiéndose limpios y elevados, con una alta comprensión de los caminos de los hombres y de los dioses.” (Catarsis, 2016)
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1 se levanta de su asiento lentamente y se acerca al amante. La pareja queda como paralizada. El extraño 1 llega junto al amante. Se detiene y lo mira fijamente. El amante también lo mira casi aterrado. De pronto el extraño le pregunta: EXTRAÑO 1: ¿Trae flores para el camino? El amante queda desconcertado. La señora apenas con hilo de voz: SEÑORA: ¿Qué? ¿Qué fue lo que dijo? AMANTE: ¿Cómo? El extraño observa un momento más y luego se excusa con un gesto vago. EXTRAÑO 1: No, no es nada. El extraño se retira a su puesto. La pareja queda desconcertada. Don Blanco se acerca a los extraños y haciéndoles varias reverencias los saluda. Esa incomprensión de la realidad, la dificultad de admitir responsabilidades en el conflicto, la desesperanza y resignación de sobrellevar un medio violento, donde no había oportunidades políticas para lograr cambios sociales y económicos, era un estado usual en la conciencia individual y colectiva de aquella época; estado de consciencia que, según analistas, persiste actualmente en Colombia5. En algunos parlamentos de El Paso se plasman sutilmente estos sentimientos y desesperanzas, que se hacen ver como aislados del argumento pero que, de manera irónica y estratégica, cuestionan el ambiente de terror, silencio e ilegalidad. Esto lo encontramos de manera especial, en la carta que uno de los personajes, Chela, dirige a una hermana que pretende visitarla. A lo largo de toda la obra, Chela le dicta fragmentos de la carta a Doris, cada vez que hay pausas, silencios y los personajes quedan sumidos en sus pensamientos. Aunque la destinataria inicial es la pariente, podría decirse que en realidad la carta está dirigida a la sociedad colombiana: CHELA: Aquí no pasa nada, o mejor dicho menos que nada... de fuera llegan noticias… son cada día peores… en Torrentes por ejemplo la semana pasada mataron otros seis hombres... Usted dice que allá la situación está insostenible... pero le aseguro que aquí está peor... Desde que mataron a mi marido... y se fueron los trabajadores de la carretera... esto no ha vuelto a ser como antes... sólo de vez en cuando pasa uno que otro cliente… y en época de lluvias como ahora es peor... de mane5 “De esta manera, la banalización de la vida parece una necesidad experimentada desde la propia dinámica que crea el orden social existente, el cual establece, asimismo, una forma particular de considerar el tiempo y el espacio en el que vale sólo ‘vivir al día’ para sobrellevar la angustia de un futuro incierto en el que nadie sabe qué le espera al país. Ese presente hipotecado a las necesidades inmediatas tampoco permite que haya tiempo para elaborar y sentir una concepción real del pasado”. (Cepeda Castro y Girón Ortiz, 2004)
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ra que renuncie a sus intenciones de venirse para acá... porque por muy mala que pueda ser la situación allá no puede ser peor que por aquí... firma su hermana... Chela Pérez, viuda de Ordóñez. Por otra parte, la dramaturgia logra que la tensión producida por la coacción, el soborno y el miedo de hablar o plantear reclamos vaya en crescendo, mostrando cómo el silencio se impone gradualmente y se instala en los personajes de la cantina y el pueblo. Esto muestra que la desaparición de los marcos sociales de interpretación es gradual y sistemática. Los extraños implantan la incomunicación: primero, con su sola presencia; segundo, con su silencio y con sus sospechosos comportamientos; tercero, con sus actitudes violentas y, finalmente, cuarto, con el soborno. De ello da cuenta la siguiente cita: El extraño 1 avanza y llama a Obdulio. Llegan a primer plano. El extraño en voz muy baja le hace algunas preguntas. El joven responde como dándole quejas al extraño. Este le pregunta si pueden dejar unas cajas dentro de la taberna. Obdulio se dirige a Emiro para peguntarle si pueden entrar las cajas. Emiro va donde Chela para pedirle su autorización. Chela levanta sus hombros como aprobando. Emiro va junto a Obdulio y le dice que sí. Obdulio se acerca al extraño para informarle que las pueden entrar. El extraño va junto a su compañero y le hace una seña para que entre la caja. Obdulio le indica el camino hacia la trastienda. El extraño le pide a Emiro que le ayude. Entre los cuatro van entrando más cajas, del carro a la trastienda. Cuando han entrado como cinco cajas Chela los detiene alarmada. CHELA: Pero ¿qué es esto? Dijeron que unas cajitas y vea lo que nos están metiendo! No, ya no más. Esas otras cajas las dejan ahí a la entrada. ¡No faltaba más! EXTRAÑO 1: Sólo son dos cajas más y terminamos. CHELA: ¡Dije que ya no más! ¡Adentro no caben más cajas! Esta secuencia muestra cómo cada personaje delega la responsabilidad en otro para permitir la ilegalidad, de tal forma que la complicidad con los extraños está dada por el temor y el silencio. Ponen las últimas cajas cerca de la entrada. De pronto afuera aúlla el perro. El extraño 2 saca un revólver de debajo de su Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 67-85
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impermeable. Todos retroceden asustados. El extraño 1 hace señas para calmar a su compañero y se acerca a Emiro para pedirle que si le deja entrar un poco más el carro. Su voz casi no se oye debido al tono bajo y al ruido del aguacero. Lo mismo de la vez anterior, Emiro le pregunta a Chela y ella a regañadientes acepta. Los extraños salen con Emiro y Obdulio. Suena el ruido del motor del carro. Se prenden los faroles y el carro avanza más y más. La trompa del jeep asoma por el fondo y penetra en el recinto. Todos retroceden. El ruido del motor aumenta. Chela da gritos para detener el carro que ha invadido el establecimiento. El carro para y se apagan sus faroles y el ruido del motor. Los extraños, Obdulio y Emiro regresan al interior del recinto. Chela protesta airada por lo que le invadieron el establecimiento. El extraño le da unos billetes a Emiro. Chela sigue protestando y mira de reojo la plata. No quiere recibir el dinero que le pasa Emiro. El extraño le ofrece, protestando, dos billetes más. Chela por fin recibe el dinero, pero sigue alegando por la invasión. Los extraños entran en el salón y se dirigen al puesto que ocupaban antes. La obra muestra los sentimientos de indignación e indefensión experimentados por la gente que no está armada, aunque también su colaboración y su complicidad con la ilegalidad. Con esto El Paso interpela a la conciencia individual y colectiva, es decir, no sólo refleja las responsabilidades de los actores armados y del Estado, sino la actitud de la sociedad en su conjunto, y sus posturas frente a la situación que se estaba viviendo en el país en los años ochenta. Así, por ejemplo, unos personajes reflejan la postura de indignación y la actitud evasiva ante las responsabilidades en lo sucedido. Esto se lee en las actitudes y parlamentos de Chela y Emiro, dueños de la cantina, quienes después de aceptar las condiciones y los sobornos se justifican a sí mismos: Se levanta con una cajita en la mano que se había salido de la caja que botó Chela junto a la entrada. Con muestras de visible preocupación se acerca a Emiro, que está en primer plano contando la plata. Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 67-85
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El músico le muestra a Emiro el contenido de la caja: son balas de fusil. Emiro se echa para atrás consternado y se va rápidamente a buscar a Chela. Entra a la trastienda y al momento sale con Chela. La lleva junto al músico y le muestra las balas. Los tres se van junto a Don Blanco y hablan con él. Le muestran las balas. Don Blanco seguido de los otros tres se acerca a la mesa de los extraños. Discute con ellos y les muestra las balas. El extraño 1 se para violentamente y empieza a protestar por lo que le abrieron las cajas. Levanta la voz y se pasea por todo el salón exigiendo que le digan quién se tomó el atrevimiento de abrirle sus cajas de mercancía. Todos le van sacando el cuerpo evidentemente asustados por la violenta reacción del extraño. Don Blanco continúa insultándolos por lo que han venido a romper la paz y la tranquilidad de ese lugar. Los desafía a pelear afuera y no ahí, porque ese es un sitio decente que ellos han enlodado con su presencia… EMIRO: No sé a qué horas nos dejamos enredar en esto. Somos una familia honesta, honrada, nunca habíamos pasado por una cosa semejante... esto es imperdonable... hemos sido unos ciegos. La obra abordada remite a lo que Jelin (2002) llama voluntad de silencio. Esta consiste en no contar, en guardar […] las huellas encerradas en espacios inaccesibles, para cuidar a los otros, como expresión del deseo de no herir ni transmitir sufrimientos. […] En el plano de las memorias individuales, el temor a ser incomprendido también lleva a silencios. Encontrar a otros con capacidad de escuchar es central en el proceso de quebrar silencios. (Jelin. 2002, p. 31) Como El Paso lo muestra, los personajes no pueden denunciar a los violentos, no buscan hacer justicia por las vías legales, puesto que pueden ser implicados en hechos delictivos o de complicidad, y prefieren hacer justicia por su propia mano o dejar que impere la impunidad. Justamente, las anteriores dimensiones pueden advertirse en el desenlace de El Paso, donde se representa la implantación del silencio por medio de una frase imperativa que ordena no hablar y obliga a no recordar o explicar Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 67-85
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lo sucedido: “Aquí no ha pasado nada. Nada”. Se producen así la censura y la interrupción de la capacidad narrativa que, según Jelin (2002), actúan como mecanismos psíquicos que producen huecos y rupturas en la memoria, lo cual hace imposible incorporar narrativamente el pasado y dotarlo de sentido: … a lo lejos, del cielo, se oye el sonido de un helicóptero que se acerca. El aparato pasa por encima de la taberna…Todos quedan mirando, expectantes, hacia el fondo. Se oyen las astas del helicóptero afuera. Entra un hombre todo vestido de negro y se para en la entrada del fondo. El extraño 1 se le acerca y le dice algo como el santo y seña. El hombre de negro le contesta y rápidamente empiezan a sacar las cajas. El extraño herido se pone una venda y sale. Terminan de sacar las cajas. El extraño 1 le hace una seña a Obdulio. El joven va a la trastienda. El hombre de negro le entrega un maletín lleno de dinero al extraño 1. El hombre sale y se oye al helicóptero que levanta el vuelo y se va… El extraño se sonríe, y mira al músico 2 con sarcasmo. Luego se va retrocediendo hasta el mostrador. Saca un fajo de billetes y los pone con fuerza sobre el mostrador. Se queda mirando a los presentes y les dice muy pausadamente: Aquí no ha pasado nada. Nada. Se voltea y sale con su compañero herido. Todos quedan mirando al sitio por donde salieron. El carro prende motores. Se encienden los faroles. La trompa, que estaba dentro de la taberna, se retira. Los faroles se alejan hasta apagarse. El ruido del motor, por el contrario, aumenta más y más hasta que para en seco. FIN Aporte de la obra a los marcos sociales de interpretación A través de los ejemplos y el análisis anterior, vemos que El Paso hace un registro e interpretación estética de los estados de conciencia colectiva en los años ochenta en Colombia: las desmemorias, silencios e incapacidades de interpretación de la experiencia presente en la sociedad colombiana. De hecho, algunos críticos y analistas, como Eduardo Gómez (1989), la llaman “la metáfora del país”. Teniendo esto en cuenta, se puede decir que la obra aporta a la ampliación de los marcos sociales de interpretación en dos momentos:
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1. Al ser producida y estrenada, pues interpela en forma directa un suceso o conflicto presente. Por lo tanto, aporta con una lectura, análisis y crítica contemporánea de dicha experiencia. 2. Posteriormente, a medida que transcurre el tiempo, dicha lectura se convierte en registro crítico de las formas de pensar y actuar de la sociedad colombiana, puesto que da cuenta de los mecanismos mediante los cuales se producen los silencios y olvidos en aquel contexto y en aquella época. Sin embargo, la pregunta que surge aquí es si El Paso, al ser una interpretación creativa y estética de un suceso, es un discurso válido o legítimo como huella o rastro de ese pasado. Para contestar a esta pregunta es preciso recordar el debate sobre la lucha de poder que encarna la interpretación del pasado, entendida como la disputa por poner cada interpretación en circulación y validarla como la “verdad” de los hechos. Sin duda, El Paso, como producción estética, no se propone a sí misma como la “verdad” de los hechos, sino como una recreación e interpretación de estos, dicha interpetación es abordada desde el lenguaje escénico, por consiguiente, al indagar en ella como huella o registro se debe tener en cuenta su carácter subjetivo, polisémico y contencioso, cuya verdad no está referida a los hechos que narra, sino al análisis, interpretación y argumentación que hace de estos, es decir, su validez y legitimidad está dada en las competencias interpretativas y argumentativas, no en el mostrar hechos que realmente sucedieron, puesto que la totalidad de la obra es una parábola de la realidad. Con lo cual, lo más importante es analizar la propuesta estética articulada por el grupo de teatro, a partir de la cual se representan aspectos ideológicos y simbólicos de la sociedad colombiana. Por lo tanto, El Paso es una fuente de la memoria social no institucionalizada, que aporta como detonante de la memoria social, que interpela y provoca al público, el cual se verá abocado a recordar, a narrar y a dar su propia interpretación sobre lo representado. Por otra parte, si recordamos que Alberto Rosa Rivero (2004), en su texto “Memoria, historia, identidad”, afirma que la escuela tiene el deber de formar pensadores, sujetos activos que tengan herramientas de interpretación, podría decirse que el montaje escénico que produce La Candelaria se propone aportar dichas herramientas. Pues, al interpelar la memoria oficial, al recrear las experiencias actuales o pasadas, al construir una dramaturgia que habla de las realidades colombianas, al poner en escena hechos del contexto con los cuales el público colombiano se identifica, el grupo está cumpliendo el papel de abrir espacios para ejercitar la interpretación, la interpelación y el análisis. En resumen, La Candelaria contribuye a la formación de criterio, Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 67-85
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al igual que la cátedra de historia que propone Rivero, preponderando el carácter activo del sujeto y la sociedad que recuerda e interpreta su pasado. El aporte del teatro a la historia como ciencia Para finalizar, resulta valioso reflexionar acerca de los aportes que hace el teatro, y en general el arte, a la historia como ciencia. Para esto es necesario precisar las diferencias que existen entre memoria e historia. Tenemos que la historia se refiere a lo fáctico, a lo científicamente comprobado de aquello que realmente ocurrió. La historia como disciplina empírica se basa en huellas, tales como documentos, monumentos, objetos, relatos, etc. Evidencias que son científicamente comprobadas a través de la evaluación y la confrontación, en la investigación de aquello que “realmente sucedió”, con una pretensión de verdad científica, pero sobretodo, la historia se diferencia de la memoria en que como disciplina busca explicar las causas de lo sucedido; es decir, que no tiene un interés meramente descriptivo. (La Capra, 1999 citado por Jelin: 2002: 63) La memoria, por su parte, es tomada como creencia o mito, como una reconstrucción subjetiva del pasado, lo cual implica sesgos, idealizaciones, manifestación de afectos e intereses, e incluso, una mirada romántica e idealizada. Son claras las diferencias, en el terreno de la lucha de interpretación, entre los relatos de quienes vivieron los hechos y de quienes, como historiadores, estudian tales acontecimientos. Pero dichas diferencias se tornan conflictivas cuando se aborda una producción artística y se la clasifica como memoria social, por lo cual surgen las siguientes preguntas: ¿una producción artística es puramente subjetiva?, ¿cuáles son los rasgos científicos en el proceso creativo, es que acaso está construido sólo sobre las subjetividades de los artistas?, ¿será que la producción artística es puramente descriptiva y no busca explicar los hechos como si lo busca la ciencia de la historia? Ante tales interrogantes, es oportuno revisar el método de creación colectiva utilizado por el Teatro La Candelaria, y el cual tiene tres momentos, claramente distinguidos y teorizados por sus creadores, a saber: el momento cognoscitivo, el ideológico y el estético. El momento cognoscitivo determina la relación entre arte y ciencia; mientras la ciencia se basa en la lógica y en un lenguaje unívoco, el arte utiliza en la estética el lenguaje ambiguo, polisémico. No obstante, estos no se ven como opuestos, sino como complementarios. El momento ideológico se refiere a la posición Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 67-85
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política que el artista toma frente al contexto social, la naturaleza y las relaciones humanas. El momento estético se refiere a la relación entre la obra de arte y la realidad. La aparente contradicción entre los dos, la tensión entre la realidad y como el arte la simboliza, la lee, la reconstruye estéticamente. (García, 1989) Hasta aquí se confirma que tanto el arte (como memoria) y la historia (como ciencia) son complementarios, el uno se nutre del otro. El arte aporta a la historia interpretaciones polisémicas, extremadamente ricas en sentidos del pasado, que la historia como ciencia coteja y confronta con otras huellas e interpretaciones. Sin embargo, se ve que el arte, la clase de arte que produce un grupo como La Candelaria, no es totalmente subjetivo y descriptivo, puesto que investiga, analiza, pone de manifiesto su punto de vista crítico, busca transformar los hechos en experiencia comprensiva, es decir, que cuenta con un proceso científico de investigación y análisis que se entreteje con las ideologías, sensibilidades, subjetividades y lenguajes estéticos, con lo cual, en este caso, queda en entredicho el carácter acrítico, la mirada idealizadora y romántica, que Jelin (2002) atribuye a la memoria. En el caso del Teatro, vale repetirlo, la Candelaria se da un proceso de investigación- creación que cuenta claramente con un momento epistemológico. En consecuencia, el máximo aporte del arte, y en este caso del teatro, a la historia como ciencia y al mundo de la academia es su poder de interpelación directa y perturbación profunda de la conciencia individual y colectiva, su impacto simbólico y psicológico en la sociedad. El arte tiene la capacidad de transitar entre historia y subjetividad, y esto provoca y modifica las percepciones, las actitudes psíquicas, las construcciones mentales. El arte plantea una comunicación subversiva que dispara el ciclo de luchas por las interpretaciones del pasado. Un impacto social que difícilmente logra la historia como ciencia al estar limitada a la academia y ser menos accesible al ciudadano común. En conclusión, el diálogo y el trabajo conjunto entre historiadores, científicos sociales y artistas es necesario y valioso para ampliar los marcos de interpretación social de los sentidos del pasado; pero sobretodo, para encontrar formas creativas de circulación de los mismos, que al retroalimentarse con los aportes científicos de la historia pueden lograr un mayor impacto social. Este rastreo permite identificar una doble dimensión del arte como fuente de la memoria social no institucionalizada. Una es la interpretación creativa y estética de los hechos y, la otra, es su función como archivo o soporte de la memoria social, que en el caso de El Paso se constituye en la memoCuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 67-85
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ria e interpretación de los procesos y estados de conciencia que llevaron a la sociedad colombiana a caer en un olvido forzado, programado y sistemático. Indagar en El Paso como interpretación del pasado permite aplicar un método ordenado para ubicar a esta fuente en una línea ideológica o locus de enunciación, en un proyecto político y una misión social presentes en el hecho teatral. De esta manera, queda claro que para aplicar otro tipo de análisis al discurso dramático, el hecho teatral no puede ser tomado de manera aislada y ser interpretado en sí mismo, sino que debe ser contextualizado, puesto que como huella o registro de los hechos está mediado por las luchas de poder que encarna la interpretación del pasado y en la disputa por poner cada interpretación en circulación y validarla como la “verdad”. Así mismo, este tipo de análisis posibilita encontrar los puntos de convergencia entre la producción de conocimiento que arte e historia hacen sobre el pasado y sus interpretaciones; a la vez que se puede reflexionar sobre la relación arte e historia y su carácter complementario, en cómo la historia hace del arte escénico un objeto de estudio y cómo el teatro aporta con su carácter contencioso a la interpelación de la memoria colectiva, constituyéndose a la vez en un canal más dinámico de la memoria social. Tal como lo indica De Marinis (1997) el teatro debe ser leído como fenómeno de significación y comunicaciòn, para el caso que nos ocupa como producción y circulación de sentido de los silencios y olvidos en los años ochenta en Colombia. Bibliografía Catarsis (2016, 31 de julio). En Wikipedia. La enciclopedia libre. Fecha de consulta: marzo 29, 2016. Recuperado de://es.wikipedia.org/w/index. php?title=Catarsis&oldid=92620632. De Marinis, M. (1997). Comprender el teatro. Lineamientos de una nueva teatrología. Buenos Aires, Argentina: Galerna. García, S. (1989). Teoría y práctica del teatro. Recuperado de: http://www. banrepcultural.org/blaavirtual/todaslasartes/tea/indice.htm García, S. (1998). La memoria y el olvido en el arte, En: I. Cepeda (Comp.), Duelo, memoria, reparación (pp. 80-90). Bogotá, Colombia: Fundación Iván Cepeda Vargas. Gómez, E. (22 de julio de1989). Un montaje colectivo. El paso. El Tiempo, pp. 16 – 17.
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Cepeda Castro, I., Girón Ortíz, C. (2004). El derecho a la memoria. En Galería de la memoria. Recuperado de: http://www.desaparecidos.org/colombia/galeria/derechos.hml Jelin, E. (2002). Los trabajos de la memoria. Madrid, España: Siglo xxi. Magil, M.G. (22 de junio de 2006). Vivencia teatral en cuarenta años. Teatro la Candelaria. En Voltairenet. org. Recuperado de: http://www.voltairenet.org/article141110.html Palacios, M. (2002). Colombia, 1958-c. 1990. En L. Benthell (Ed.), Historia de América Latina 16. Los países andinos desde 1930 (pp. 224 – 234). Barcelona, España: Crítica. Rosa Rivero, Alberto (2004). Memoria, historia e identidad. Una reflexión sobre el papel de la enseñanza de la historia en el desarrollo de la ciudadanía. En Carretero, M. y Voss, J. (Comp.), Aprender y pensar la historia (pp.47-69). Buenos Aires, Argentina: Amorrortu. Teatro La Candelaria (2016). Historia del grupo. En Teatro La Candelaria. Recuperado de: http://www.teatrolacandelaria.org.co/
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Un silencio que habla: Las sonoridades narradas del Chandé en el Caribe seco colombiano A Silence That Speaks: Narrated Sonoridades of the Chandé in the Dry Region of the Colombian Caribbean Ernell Villa* Universidad de la Guajira Riohacha Wilmer Villa** Universidad Distrital Francisco José de Caldas DOI: http://dx.doi.org/10.15648/cl.24.2016.6 * Licenciado en Ciencias de la Educación Psicología Educativa y Administración, Especialista en Ciencias de la Educación de la Universidad Antonio José de Caldas y Doctor en Educación, línea en Estudios Interculturales, de la Universidad de Antioquia. En la actualidad, se desempeña como docente en el Programa en Etnoeducación (Facultad de Educación) de la Universidad de la Guajira.Correo electrónico: villaernell@hotmail.com ** Candidato a Doctor en Estudios Culturales Latinoamericanos en Universidad Andina Simón Bolívar (Quito, Ecuador); Magister en Investigación Social Interdisciplinaria de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas y Licenciado en Educación Básica con Énfasis en Humanidades y Lengua Castellana de Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia. Actualmente, se desempeña como docente en la Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Correo electrónico:villaw@hotmail.com Recibido: 28 de abril de 2016 * Aprobado: 30 de mayo de 2016
¿Cómo citar este artículo? Villa, E. y Villa, W. (julio-diciembre, 2016). Un silencio que habla: Las sonoridades narradas del Chandé en el Caribe seco colombiano. Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica, (24), 87-107. doi: http://dx.doi.org/10.15648/cl.24.2016.6
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Resumen
Abstract
Este texto es resultado de un proyecto de investigación que se viene desarrollando en el Caribe Seco colombiano, el cual trata sobre los lenguajes que actúan en la recreación de las cuestiones ancestrales de los pueblos originarios. Para el caso específico del Chandé, buscamos comprender las sonoridades narradas que constituyen esta música y esta danza de las comunidades negras del departamento del Cesar. La construcción del texto se dio a partir de una dinámica de diálogo comunitario con los integrantes de estas comunidades, donde lo principal fue valorar y respetar el silencio cultivado de las y los sabedores. Se trata de poner en consideración que los procesos que viven hoy los pueblos de esta parte de la geografía nacional, pasan por un ejercicio de retracción de los contenidos simbólicos que guían la experiencia colectiva.
This text is the result of a research project that is being developed in the the dry region of the Colombian Caribbean. The project deals with languages that are part of the re-creation of ancestral matters of indigenous peoples. For the specific case of Chandé, we sought to understand the narrated sonoridades that make up the music and dance of black communities in the department of Cesar. The construction of the text was accomplished through a dynamic dialogue with members of these communities, where the main objective was to value and respect the silence cultivated by the community members. It seeks to put into consideration that the processes through which people in this part of the national territory live go through an exercise of retraction of symbolic content that guide collective experience.
Palabras clave
Keywords
Chandé, sonoridad narrativa, silencio sabio, Caribe Seco, Mudanza de la casa.
Chandé, narrated sonoridades, silence, Colombian Caribbean, moving from home (relocation).
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“Yo estuve en el ejército en la última vez que fue López el viejo o sea López Pumarejo a la presidencia, me decían que yo no era colombiano, que yo sería africano, ¿oyó?, porque allá esa gente del ejército decían que no podía ser colombiano (…) la gente decía que yo no era colombiano sino africano, vea cómo le parece eso”. Fidel Imbreth
Una contextualización de la zona Este texto parte de una investigación que se desarrolló en el contexto de la Loma, corregimiento del municipio del Paso en el departamento del Cesar, región Caribe colombiana constituida por los entes territoriales del Atlántico, Bolívar, Córdoba, Guajira, Magdalena, Sucre. Estos seis departamentos comparten la característica de ser compañeros del mar de las Antillas, en cambio El Cesar es una zona de intracosta, dado que se encuentra al interior de la región, colinda al oriente con la formación montañosa de los Andes en su prolongación norte en el país y, al occidente, con la Sierra Nevada de Santa Marta que es el macizo nevado, al lado del mar, más alto del mundo. Según los estudios geográficos, esta zona se caracteriza por tener un clima cálido, con muy pocas variaciones en el año, dado que se encuentra en el área ecuatorial. La temporada de lluvias va del mes de abril a junio en el primer semestre, presentándose en julio y agosto un pequeño verano y después en el segundo semestre (es decir, de septiembre a noviembre) nuevamente el invierno. El resto del año es solo verano con altas temperaturas y en algunos momentos brisas. En cuanto a la historia del territorio que en la actualidad cubre el departamento del Cesar, encontramos que, hacía parte de la jurisdicción española en la Colonia de la provincia de Santa Marta, después de la independencia se integraría al Estado Soberano del Magdalena y, por último, en el siglo xx se convertiría en el departamento del Cesar, creado bajo la Ley 25 del 21 de junio de 1967. Según algunas referencias que aparecen en la literatura sobre el departamento, Cesar o Zazare significa “aguas calmadas”, éste sería el origen del nombre del río Cesar. El municipio del Paso, lugar donde se realizó esta investigación, es un poblado de origen hispánico del siglo xvi. Los territorios de esta comarca servían de paso de las expediciones españolas que iban de Santa Marta y Riohacha a Santa Fe de Bogotá. Hacia fínales del siglo xvi, el gobernador de la provincia ordenó la explotación de los pastizales que se encontraban Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 87-107
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en la zona. En 1558, se inició el poblamiento del sector, este año se encomendó al capitán don “Suero Fernández de Acevedo para que fundara una población y un hato de ganado en el centro de la providencia de Santa Marta, este hecho actuaría en el rumbo de la región” (Villa, 2011, pp.142-143), especialmente en la definición del perfil ganadero, que vino a configurar una matriz simbólica denominada la cultura hacienda. “En el año de 1594, tenemos que el capitán Bartolomé de Aníbal Paleólogo, pide el reconocimiento como poblador fundador de El Paso”.1 A finales del “siglo xvii y comienzo del siglo xviii la familia Verdugo y Coello de Santa Marta poseía un hato ganadero en cercanía al sitio de El Paso donde se utilizaba mano de obra esclava” (De La Rosa, 1975, p. 224). En 1727 don Domingo Verdugo Porto, dueño de una hacienda cercana a El Paso del Adelantado, vendió varios de sus esclavos: “Recibió por parte de Agustín Moreno la suma de 250 pesos por una esclava criolla llamaba maría Antonia y su hijo de pechos”2. Los problemas económicos obligaron a la familia verdugo a vender más de seis piezas de esclavos para salvar la hacienda, esta medida no dio resultado, tiempo después vendieron la hacienda al Segundo Marqués de Santa Coa, que tenía como nombre de pila Julián de Trespalacios. Para 1727 se fundó la hacienda Santa Barbará de las cabezas, propiedad del Marqués de Santa Coa. Ésta se convertiría en la más importante de la provincia de Santa Marta, logrando exportar ganado al Gran Caribe que tenía un desabastecimiento de carne vacuna. “Para la segunda mitad del siglo xviii se empiezan a abrir los caminos que garantizarían el sacar ganado de la hacienda Las Cabezas y otras que se encontraban en la zona, especialmente hacia Mompox que era el puerto rivereño más cercano, la actividad se realizaba por una trocha que iba del Paso a Menchiquejo y El Guamal”3. Fue así como la hacienda de las Cabezas, se convirtió en un negocio próspero. Los historiadores como Hermes Tovar (1980) y Adolfo Meisel (1998), reportan las cifras de “20 mil cabezas de ganado”, así como “50 piezas de esclavos” en la hacienda. El trazado cultural de esta zona sería influenciado por la “máquina de producción económica de la hacienda, que llegaría a originar la cultura de la hacienda”4. Sin embargo, ésta no era aceptada como la representativa del sistema colonial en la región, ya que para la época la distinción se 1 Archivo General de la Nación (A.G.N.) Poblaciones varias. Rollo 11, folios 419-449 2 Notaría Primera de Valledupar. (N.P.V.) Tomo 1. Año 1727, folios 2- 27. Rollo 13, folios 651-682 3 Archivo General de la Nación. Poblaciones Varías. Tomo 1. 4 Conversación privada sostenida con Cesar Martínez Aparicio, callejón de Pedro Riso, Barrio el Centro, Valledupar-Cesar, 28 de junio de 2005.
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hacía través de las supuestas castas nobles o los abolengos que residían en Cartagena, Santa Marta y Mompox. De tal manera que la cultura de la hacienda llegaría a incidir directamente en las elaboraciones a nivel local, ocasionando la expulsión de las elaboraciones de los esclavos negros, mulatos, zambos y mestizos a la periferia de la periferia. En todo este proceso aparece la hacienda como institución histórica y económica, generando formas de dominación y explotación en los esclavizados negros; sería una instancia de producción feudal sostenida por la reducción de la dignidad del otro. La articulación y expansión de significados En el Paso encontramos que la vida de la hacienda se asociaría a la vida del poblado. A este respecto, el sabedor afrodescendiente Peyaye5 oriundo de Potrerillo, nos contó: La vida de toitico estos pueblos dependía de la prosperidá de las Cabezas, hacienda donde la gente trabajaba en jornal, tirando machete, atendiendo ganao, parando cerca (…), era lo que había pá la gente de estos pueblos. Antes se oían muchos cuentos de la hacienda, de ahí salieron los hermanos Duran.6 Esta narración nos ayuda a valorar el papel de la hacienda Las Cabezas, donde se dependía de la ganadería y las actividades derivadas de ésta. En la zona también se desarrollan otras actividades como pesca, siembra de producto de pan comer, pastoreo en ejido y la caza. Bajo la relación entre la cultura de la hacienda y la cultura anfibia7 de los ríos, las ciénagas, los caños y arroyos, El Paso se fue constituyendo en un poblado de articulación de contenidos culturales que venían de varias trayectorias poblacionales. “Alrededor de los grandes hatos se fueron estableciendo poblados de libres y rochelas que actuaban en la época como forma de un espacio de distención de los pobladores mestizos, negros, indígenas y libres” (Villa, 2011, p.143), aunque la matriz étnica distintiva de esta parte del país es la afrocolombiana. En la época que se fundó El Paso, la institucionalidad de la colonia se hacía más fuerte y era necesario expandir su control a otros territorios que se 5Entrevista a Pedro Peinado, sabedor afrodescendiente. Fue realizada en el año 2014 en el corregimiento de Potrerillo, municipio del Paso Cesar. La transcripción busca acercarse a la pronunciación del informante. 6 Entrevista realizada en el año 2014 a Pedro Peinado, en el corregimiento de Potrerillo, municipio del Paso, Cesar. Los Durán mencionados son los músicos Alejandro Durán y Nafer Durán, juglares de la música vallenata, oriundos del Paso. 7 Para una mayor compresión de esta categoría se pueden consultar los trabajos del maestro Orlando Fals Borda quien la acuñó.
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encontraban al interior de la provincia de Santa Marta, especialmente a las zonas sin explorar y colonizar. Era necesario integrar estas nuevas áreas a la vida productiva de la provincia, tal como pasó con El Paso. Los corregimientos del Paso son: El Vallito, La Loma, Potrerillo, Cuatro Vientos, Puente Canoa, El Carmen. Estos poblados hacen parte de las producciones simbólicas que soportan los referentes culturales de las comunidades negras. La principal característica de los pueblos de comunidades negras de la zona del Paso y sus alrededores, es la de hacer-deshacer-rehacer núcleos de articulación poblacional en el territorio ancestral, el cual se convertiría en una instancia generadora de historias que han sido narradas en diferentes tiempos. De ahí surgen los distintos relatos que acompañan el sentido de la comunidad, donde lo usual es la producción y reproducción de redes de relaciones intracomunitarias. En la actualidad, las dinámicas de construcción y transmisión del sentido comunitario, se encuentran afectadas por los agentes externos que han llegado a la zona. En cierta medida hemos podido observar que, en el territorio, las articulaciones culturales se vienen desmontando o se repliegan a los espacios restringidos de las familias, lo cual hace que ya no sean tan visibles para las nuevas generaciones los contenidos que guiaban la vida comunitaria de esta zona del país. Por el contrario, lo que se viene presentando es una fuerte asimilación y adaptación a las exigencias del campo de producción económica del capital. Vea los pelaos de por aquí no quieren saber naa de viejo, naa dee esa cosa de ante, ellos quieren es tené, tené y tené, estar de moda con celular, carro, moto, bebé y tene mujé, quieren ganar plata sin agachá el lomo, pero ademá trabajá en el monte no se puede, no hay tierra donde trabajá, no se tiene donde trabajá, estamo fregao, sin tierra, sin plata y sin progreso.8 En ese sentido, las dinámicas intraculturales9 de articulación se encuentran fracturadas y los imaginarios de progreso, derivados de la acumulación de capital inmediato, se posicionan entre los jóvenes, quienes ven una posibilidad en el hecho de trabajar en las multinacionales que explotan el carbón. Indiscutiblemente, el problema de la desterritorialización se viene presentando, pero también vemos cómo se mantiene un interés por la reafirmación cultural, donde lo central es el mantenimiento (de lo que llamamos) la 8 Entrevista a Pedro Peinado, en el corregimiento de Potrerillo en el municipio del Paso Cesar, 2014. 9 Lo intracultural lo vemos como la reproducción del tejido interno a través de los procesos de aprendizaje cultural.
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envoltura cultural que arropa a la comunidad. Esta preocupación se observa en los ancianos y ancianas, quienes se resisten a perder sus costumbres, así como también en los profesores, líderes y lideresas, quienes vienen trabajando para afrontar la problemática10. La situación de hacer-deshacer-rehacer unos núcleos de articulación de contenidos que cohesionan, se produce a partir del territorio de comunidades negras en el Caribe Seco colombiano, el cual ha sido apropiado de forma irregular por los agentes externos que han ejercido una fuerte influencia sobre las dinámicas de escenificación de la cultura. En la actualidad observamos cómo se produce el agotamiento de los ciclos de sujeción y proyección de la cultura propia. También se aprecian los estragos ocasionados por la violencia, donde los actores armados han ocasionado en diferentes momentos el desplazamiento forzado de familias y asesinatos. Esto se puede percibir al momento de abordar los testimonios de las personas que han sido víctimas del conflicto. A lo anterior le podemos agregar los problemas suscitados con la explotación del carbón por parte de las multinacionales. Si bien el inventario de problemas y sus consecuencias es largo, a continuación mencionaremos algunos de ellos: -Violación de los derechos humanos. -Desapropiación del territorio. -Crisis alimentaria, pues no hay tierra donde cultivar los alimentos básicos. -No acceso a fuentes hídricas por el desvío, monopolio, agotamiento y contaminación de las fuentes hídricas. -Crecimiento desbordado de la población en el casco urbano, causado por auge de la explotación del carbón. -Desmejoramiento del medio ambiente. -Auge de enfermedades respiratorias y de la piel, ocasionadas por el polvo que produce la explotación minera. -Prostitución ejercida por menores de edad en diferentes situaciones de abuso y vulneración de las niñas y las jóvenes. -Alto costo de los productos de la canasta familiar y los servicios públicos. -Generación de un “hiato generacional”11, el cual propicia el desalojo cultural a través de la necrofilia de la memoria.
10 A este respecto se referencia la Ley 70 o Ley de Comunidades Negras, la cual se ha convertido en una herramienta legal para enfrentar el desalojo cultural. 11 Categoría aportada por el maestro Cesar Martínez Vives Aparicio, y que hemos desarrollado en trabajos previos.
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“Coger camino” para generar los encuentros En cierta ocasión hacíamos un recorrido por la zona del Caribe Seco con la socióloga Rolisbeth Manjares, específicamente esto sucedió el 26 de enero de 2010, cuando buscamos conversar con la amiga Ana Vicenta Araujo Imbreth de la Loma. Al llegar a su residencia empezamos a dialogar sobre los aspectos que habíamos identificado como animadores del encuentro. En un momento de la actividad, Rolisbeth nos dijo, “voy donde mi Abuela materna, ustedes me pueden recoger allá y de ahí podemos coger camino para el valle”. Al finalizar la conversación con Ana Vicenta, nos dirigimos a la casa donde vivía la Abuela de Rolisbeth. Al llegar a la casa nos presentó y después de un momento se despidió de todas las personas que estaban allí. En ese instante la Abuela le dijo: “mija que mi dios los acompañe en el camino”, rápidamente se abrazaron con mucho sentimiento. Cuando Rolisbeth se disponía subir al vehículo que nos trasportaba, la Abuela la llamó para entregarle una gran panocha,12 y le dijo: Mija llévala, te regalo esta panocha que me la trajeron del Vallito, llévala que la amasaron con nata de leche de vaca, es especial. En el Vallito siempre acostumbran a mandar algo, ellos saben que nosotros aquí somos su gente, somos familiares y acostumbramos a mandarnos regalos, llévala que te la quiero regalar. Lo que presenciamos tal vez al ojo de un observador desprevenido no decía nada, pero a nosotros nos señalaba el sentido de una experiencia que da cuenta del relacionamiento a través de ofrecer y recibir obsequios. Esto lo asumimos como parte de una dinámica de producción escenificada, donde el acto de obsequiar o donar, se hace sin ningún interés, sin ningún “reparo”, es decir, sin una evaluación previa. En este caso, lo verdaderamente importante es el hecho de compartir con sentimiento, alegría y gratitud entre quienes participan del circuito de generación de sentido a partir del sistema cultural. Frente a las redes de relaciones que se presentan en la región del Caribe colombiano, podemos decir que éstas se sustentan en el acto de tejer, esto es, de cultivar las relaciones y el relacionamiento intracomunitario, donde se comparte al tejer y se teje al compartir sin mirar la finalidad de los 12 Denominación a un pan dulce que tiene forma de medialuna, en el centro lleva miel con boronas de queso y anís, es cosida en horno de barro y carbón de leña. Es posible que en otras zonas del Caribe se use este mismo nombre.
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actos; es más el hecho de expandir los hilos que soportan la trama de la cultura produce un sentido localizado en las acciones que se escenifican. Al menos esto se puede ver en las comunidades negras que mantienen una acción de vida vinculada con el cuidado de sus miembros. Por ejemplo, esto se presenta en La Loma en Semana Santa, tiempo en el cual las familias regalan dulces tradicionales, sobre todo los jueves y viernes Santos, “cuando la gente deja la cocina y no se comen cosas de sal, solo comemos dulces”13. En resumidas cuentas, se trata de unas relaciones armoniosas, equilibradas, justas y cultivadoras de una forma otra de ser y estar en el mundo, diferentes a las propuestas por occidente, donde lo que sobresale es la individualización, fragmentación, aislamiento y privatización. Estos cuatros aspectos son contrarios a la vida comunitaria que se teje desde un entre-Nos. Lo acostumbrado en los territorios de las comunidades negras del Caribe Seco (durante cierto tiempo) ha sido las experiencias de vínculo y refuerzo de las relaciones entre-Nos, que vienen a posibilitar la creación de contenidos simbólicos y materiales, empleados para afrontar los diferentes tránsitos de la vida. Se trata de unas dinámicas culturales que parten del estar juntos, cultivando el sentimiento que nos une, nos pone en escena común de percepción y acción, donde no importan “los reparos”, las formas de inhabilitar y censurar a las personas. Estas dinámicas se pueden abordar desde lo que Marcel Mauss ha denominado como el Don, por medio del cual “describía las donación de regalo como un hecho que penetraba cada uno de los aspectos de la vida (…) la gente intercambia todo lo que tienen y producen: productos económicos, tecnologías, mitos, rituales, ornamentos, etc. Por eso Mauss consideraba el intercambio como un hecho social total, esto es, un principio aplicado a todo tipo de relaciones sociales” (Rossi y O´Higgins, 1981, p.121)14. No debemos olvidar que el Don, presenta tres deberes: “entregar presentes, recibirlo y devolverlos” (p. 121). Para el caso de La Loma en el municipio del Paso Cesar, la gente vivía sus experiencias a partir del sentido de lugar, es decir, unas prácticas de sujeción y proyección en el territorio. Hoy en día esto ha cambiado y lo que se presenta es un fuerte proceso de desterritorialización, donde: La vida que se vive es distinta a la que se vivía antes, hoy tenemos una vida con dolor, miedo y necesidades. La vida nos cambió por todo lo que nos pasa con la mina de carbón. Le cuento que lo que vivimos antes, eso no nos lo cambia nadien, 13 Conversación sostenida con Ana Vicenta Araujo Imbret, la Loma, agosto 16 de 2014. 14 Las cursivas son nuestras.
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nos alegra recordar que antes las cosas eran muy diferente a las de hoy en día.15 Un referente que nos ayuda a comprender el entre-Nos en La Loma, se presenta en la narración de la “Mudanza de la Casa”16, la cual podemos asumir como un acontecimiento de integración comunitaria; en ella se recreaba el pensamiento propio. Esta práctica cultural, durante mucho tiempo, se convirtió en un lugar de producción de lenguajes que hoy son desconocidos para las nuevas generaciones. “En la mudanza de la casa se presentaba la gente con alegría, dispuesta a ayudar, contando historia y comiendo. En la mudanza de la casa no se reparaba a nadien, era un solo compartir, compartir, compartir entre nos con alegría”17. En el corregimiento de La Sierrita de Chiriguná, también nos referenciaron la vieja práctica de “Mudar la Casa”. Ésta la asumimos como una costumbre de escenificación de la solidaridad. Esta actividad en la actualidad se encuentra en un estado de retracción de sus contenidos, dejando de ser una práctica viva. A este respecto el sabedor Clímaco Sánchez de La Sierrita nos contó: Aquí también se mudaban la casa y la gente participaba, recuerdo que era con horqueta que se ponían en cada esquina (…) esa se podía llevar de un parte a otra, no importaba el lugar donde se ponía, sobre todo que por aquí había mucha tierra donde mudar la casa. Cuando llovía mucho y uno sabía que la parte donde estaba la casa se anegaba por ser tierra baja, entonces se mudaba la casa de esa parte.18 Podemos considerar la Mudanza de la Casa como parte del cultivo de “el espacio vital” o “living space” (Dube, 2001, p. 47), parte del acto de recrear unos saberes que ayudan a explicar las condiciones del tiempo, las características del terreno, las situaciones de producción para la obtención de alimentos, así como el acto de conseguir plantas medicinales, entre otros aspectos que debía de tener el área seleccionada para establecer la casa.
15 Entrevista a la Raquelina Martínez, a quien le dicen por cariño la Yoque, corregimiento de La Loma, municipio del Paso Cesar, 24 de junio de 2010. 16 Recordemos que en el municipio de Becerril en el departamento del Cesar, se realiza el festival de la Paletilla, donde se recrea la mudanza de la casa, lo cual asocian con el pueblo Yukpa de la Serranía del Perijá. 17 Entrevista con Ana Vicenta Araujo Imbreth, corregimiento de La Loma, municipio del Paso Cesar, 24 de junio de 2010 18 Entrevista a Clímaco Sánchez, corregimiento de La Sierrita en el municipio de Chiriguaná Zona de Intracosta en el departamento del Cesar, enero 26 de 2014.
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La sonoridad narrativa y experiencia El Caribe se expresa por medio de elaboraciones materiales y simbólicas. Éstas se pueden referenciar como artefactos culturales y otras como construcciones inmateriales que no son aprehensibles de forma directa, sino a través de los lenguajes que direccionan el sentido. Para el caso de las elaboraciones materiales, las producciones son las siguientes: sombreros, mochilas, hamacas, tambores, músicas, danzas, gastronomías, arquitecturas, carnavales, literaturas, cerámicas y peinados. Frente a las construcciones inmateriales, logramos identificar las siguientes elaboraciones: medicina tradicional con los rezos y secretos, los cuales se vinculan con la parte ritual, así como los rezos de animales enfermos, la tradición oral, especialmente en la parte de los mitos y las leyendas que afirman lo propio. La música y danza del Chandé, se asume como parte de las producciones que (durante cierto tiempo) han actuado en los procesos de sujeción a un lugar de afirmación de contenidos que guían la actuación comunitaria. El Chandé hace parte de una experiencia sonora que habita el cuerpo, marca un ritmo de vida que acompaña la formación de la cosmogonía, la cual afirma la trayectoria vital de un pueblo. En este caso, la comunidad ha replegado en su propio sentir el dolor y sufrimiento que han padecido en los últimos tiempos. Para el caso del Chandé, debemos entender la sonoridad como una práctica de sonidos direccionados hacia el hacer-escuchar, escuchar-haciendo, saber-escuchar y hacer-hacer el cuerpo en el mundo, de acuerdo a la dancística que lo caracteriza. En ese orden de ideas, la sonoridad se diferencia de la experiencia auditiva al considerar los componentes culturales y sociales que sirven de pantalla para representar socialmente aquello que se oye (…) examina la forma como un conjunto de categorías, convenciones y relaciones de poder permiten que escuchemos lo que de hecho oímos y que determinan sus usos sociales (Cerón Silva, 2008, p. 13). En resumidas palabras, la sonoridad aparece como el cultivo de los sonidos que alimentan la experiencia cultural de los pueblos, como cuando los viejos cantaban, marcando un ritmo en las formas de hacer las cosas en un tiempo y un espacio donde eran obligados a trabajar. Esto es lo que Isabel Aretz llama “Canto de trabajo”, donde tenemos que en “todas esas faenas sus cantos resuenan proporcionando ayuda al trabajo” (Aretz, 1977, p. 258). Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 87-107
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En cuanto a las sonoridades narrativas19, tenemos que son el reflejo de múltiples formas de ver, sentir, pensar, actuar, imaginar y proyectar el sentido del lugar a través del acto creativo que acompaña el desenvolvimiento de las personas. A este respecto, consideramos que las sonoridades narrativas del Gran Caribe, son formas de re-presentar las diferentes vivencias que las personas han escenificado en un contexto. Se trata de un modo de poner a circular la voz para romper el silenciamiento o tal vez cultivarlo desde el silencio sabio20, es decir, la sabiduría que se cultiva desde una autogestión del silencio, vivido como posibilidad creadora o acción generadora de prácticas, escenarios, actuaciones y proyecciones. En efecto, las sonoridades narrativas son el arte del sonido, vinculado a la experiencia de significación donde las palabras son empeladas para la afirmación y reafirmación cultural. De ahí que tomamos las narrativa como una forma de “organizar y dotar de sentido a la experiencia personal y colectiva” (Abril, 2007, p.137). Las narrativas son cultivadas como parte de un querer decir, hacer decir y saber decir a partir de las palabras que son empeladas para sembrar los sonidos del mar, los ríos, las ciénagas, las sabanas, los valles, las montañas, las selvas, los desiertos, los caños, los arroyos, los cerros, las aves, los animales de monte y la gente que se sitúa en los escenarios de producción narrada que se desprende de los contenidos de la memoria de los lugares. Estas construcciones se convierten en la posibilidad que tienen los pueblos de situar la acción en el contexto, y con esto llegan a generar un tipo de conocimiento que parte de la relación con el territorio, la memoria y las narrativas encarnadas en el cuerpo. También se puede decir que las sonoridades narrativas son una forma de imaginar región, una forma de poner a circular los sentidos que dan cuenta de la experiencia nombrada como parte del Caribe, el cual se vive desde diferentes experiencias que, en este caso, no son las centralizadas en las narrativas del paisaje humano que se desprende del mundo urbano de las principales ciudades que son promocionadas como representativas de lo Caribe. A continuación, seguiremos con la experiencia del diálogo comunitario, donde lo central es la posibilidad de establecer un proceso de compresión de la escenificación retraída en el silencio que se cultiva en algunos luga19 Para el caso de América Latina, Isabel Aretz (1977) aborda los cuentos con canto y los cuentos cantados” (p.270). A nivel de los estudios de la oralidad de la Costa Pacífica, Francisco Perea, ha venido proponiendo las “narrativas cantadas”, específicamente en el departamento del Chocó en Colombia. 20 Esta categoría se diferencia a los planteamientos que ponen al silencio en una consideración negativa como, por ejemplo, el tratamiento que hace Fernand Braudel, quien afirma, “siempre hay algunas regiones a las que no llega la historia mundial, zonas de silencio y de serena ignorancia” (citado por Villa 2012). Otra perspectiva que debo mencionar es la que desarrolla Jacques Derrida a propósito de “la voz que guarda silencio” (citado por Villa 2012), donde emplea una perspectiva fenomenológica para abordar la configuración de la voz en un tiempo de acción y proyección. Para una mejor comprensión del silencio como categoría de generación de posibilidades se puede consultar a Villa, 2012.
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res de la zona intracosta del Caribe Seco Colombiano, en esta parte de la geografía buscamos generar un espacio de conversación para significar las producciones locales. En lo que sigue de este texto, nos ocuparemos de mirar la sonoridad narrada que permite entender una forma de asumir la vida, esto nos ayuda a considerar que en la periferia del Caribe, existen otras periferias que no se suelen tomar como un parte del presente de esta vasta región. Cultivando el sonido que rompe con los silencios De vuelta a donde la señora Ana Vicenta Araujo Imbreth, una tarde del día martes de Semana Santa del año 2014, nos encontramos con que estábamos perdidos, dando vueltas y vueltas por las calles de la Loma en el departamento del Cesar, es decir, no dábamos para llegar a la casa de esta sabedora amiga, con quién en los últimos 7 años hemos venido sosteniendo un diálogo profundo de la memoria y la cultura de este corregimiento, afectado por la explotación minera a cielo abierto. La clave para salir de la situación de estar perdidos, fue encontrarnos con una señora que se llama María, quien terminó por llevarnos a donde Ana Vicenta. Hoy, después de haber transcurrido un tiempo de habernos perdido en La Loma, reconocemos que esto se debió a la modificación del lugar donde vive Ana Vicenta, por ejemplo el árbol frondoso que había al frente de la casa, lo habían cortado, la casa aledaña que era una casa tradicional había sido modificada. Fueron muchos los detalles que teníamos como referencia para ubicarnos, pero ya no existían y eso tal vez fue el motivo de nuestro extravío. El recibimiento por parte de Ana Vicenta fue de mucha alegría, esto lo pudimos apreciar en las expresiones que la amiga hacía con sus brazos, el tono de voz y el hecho de querer presentarnos a las personas que en ese momento se encontraban visitándola, se convertían en un indicador que nos ayudaría a entender que se encontraba contenta con nuestra presencia. Todo lo que pudimos observar en ese momento fue una expresividad desbordante del lenguaje kinésico-corporal, proxémico y verbal, lo que el investigador Rodrigo Arguello denomina, “la multiexpresividad”, es decir, “la manera como el ser humano ha tratado de contener, crear, aprehender, representar e interpretar, incluso refractar su mundo a partir de los diferentes lenguajes” (Arguello, 2010, p.169). Nuestra amiga Ana Vicenta cuando nos vio en la puerta de su casa nos acogió, abrigándonos con el manto cálido de “multiexpresividad”, seguiCuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 87-107
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damente procedió a brindarnos unos taburetes de madera para que nos sentáramos y después dijo lo siguiente: “estos los amigos que vienen a visitarnos, se acordaron de esta vieja, vienen del lejos, vienen del Valle. Están aquí porque a mis amigos le gusta conversar con los viejos, la gente que sabe de las tradición de este pueblo, ellos les gusta hablar de toiticas esas cosas que la gente ha ido olvidando”21. Seguidamente comenzamos a dialogar sobre los diferentes aspectos que permitían establecer el vínculo en la conversación. Esa tarde nos compartió una sonoridad narrada desde el sentir de madre: Que la gente está hablando que son cosas del destino, que la gente está hablando que son cosas del destino. Me van a matá a mis hijos poque maten el casino Es mejor que ya trabajen, no le roben al vecino. Una cosa yo mala veo lo que están haciendo conmigo, Porque yo no tengo madre, ni tampoco tengo amigo. Hay que lo que quieren conmigo doy toa mi explicación Que quieren ya matarme o será haceme í Que la gente está hablando Hablan má que un radio hablao la gente está hablando, habla má que un radio hablao no conocen el ladrón ni tampoco el honrado no conocen el ladrón ni tampoco el horado Esto lo dice Guillermo y lo dice con dolor, esto lo dice Guillermo y lo dice con dolor. Ante de matar a mi hijos arránqueme el corazón. Ante de mata a mis hijos arránqueme el corazón, para yo no sufrir tanto ni morirme de dolor, porque esta gente son mala hay mala de corazón porque quieren vernos muertos pero no tiene razón hay lo único malo que hacemo es trabaja sin compasión si son cosas del destino que nos salve mi Dio. Esta sonoridad narrada que la sabedora Ana Vicenta nos compartió esa tarde, es parte de una acción que expresa inconformidad, dolor y todo el sentimiento de una madre que perdió a sus dos hijos por culpa de la violen21 Conversación sostenida con Ana Vicenta Araujo Imbret, la Loma, agosto 16 de 2014.
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cia generada por los actores armados de extrema derecha, quienes durante un largo tiempo azotaron esta zona del país. En este caso, Ana Vicenta desde el silencio sabio, supo cultivar una sonoridad narrada que habla de su tragedia, de su drama, de la perturbación de su vida por la violencia que generaron los grupos armados, quienes son parte de una “institución de miedo” (Delumeau, 1989) que genera terror, desesperanza y desalojo de su propio ser y estar en un territorio que ancestralmente le ha pertenecido a ella y su comunidades. A continuación les compartimos la sonoridad narrativa que nos cantó a propósito de la pérdida de su finca que se llamaba, “Si Me Deja”: Trabajamos sin descaso no somos como la goma Porque yo nací aquí en el pueblo de la Loma, también nacieron mis hijos no somos malas personas Porque yo tengo un dolor dentro de mi corazón Ay acabaron con mis hijos y yo no tengo razón, acabaron con mis hijos y yo no tengo razón. Si son cosas del destino que me salve mi Dio Porque yo me voy lejo a orillas de las Peralejas, porque ya me voy lejos a orillas de las Peralejas Ay el que mequiera ve que vaya a Si Me Deja, Ay el que mequiera ve que vaya a Si Me Deja Al preguntarle a la sabedora Ana Vicenta por el Chandé, nos dijo: El Chandé, ya no se oye, no es como ante que uno en cualquiera parte podía oí que lo estaban tocando por la noche, el baile con la tambora, ahora todo es acordeón y nada más, uno podía oí Chandé lavando, cocinando, haciendo los oficios de la casa, en las sabanas recogiendo leña, bañándose. El Chandé, una costumbre que nos alegraba la vida. Seguidamente nos compartió la siguiente sonoridad narrativa: Ay morenito va modelando, el coco se va acabando Ay negrito con los deseo, las blanca comen guineo Ay sin apuro y sin afán, Santiago parió un caimán He negrito va modelando el coco se va acabando Ay negrito con los deseo, la blanca comen guineo Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 87-107
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Ay santísimo sacramento, Santísima Trinidad Ay la deuda que te debo aquí te la vengo a pagá yo la deuda que te debo aquí te la vengo a pagá. El Chandé no lo asumimos como una simple manifestación folclórica, es decir, una construcción que se acude a ella para ser expuesta ante la presencia de un Yo que lo disfruta, en situación de espectador, en un tiempo pasajero. De acuerdo a lo que hemos aprendido del diálogo comunitario, se trata de vivir El Chandé como un lugar de pensamiento, un lugar de producción de saberes que en la actualidad reside en la superficie profunda de la memoria que se repliega y deja un trazo de silencio cultivado en los cuerpos que custodian esta sonoridad narrativa. La elaboración del Chandé viene refleja un sentimiento que se vuelve canción, narrado y danzado a partir de un territorio que se ha dejado percibir como propio y cuyas restricciones se ven en las propiedades privadas. Tal vez si El Chandé como una música que es acompañada por una dancística, se hubiera fosilizado por los estudios del folclor en el contexto, en estos momentos tendríamos una producción controlada desde los criterios de producción que legitiman las sonoridades y corporalidades que dan cuenta de un ritmo, una tonalidad, un timbre, así como una coreografía recreada de forma artificial. Esto tal vez hubiera actuado a favor de su escenificación permanente en la cotidianidad de esta zona del país, pero tal vez ya no tendría la fuerza silenciosa que mueve su recrear en la voz de las y los sabedores que preservan esta tradición. Por esto es que el Chandé, en la actualidad, se puede tomar como una práctica del silencio que habla desde las sonoridades narradas en ausencia de escenificación y en presencia de las restricciones que establecen las y los sabedores de esta parte del país. El Chandé por mucho tiempo se ha recreado como una producción que asume el cultivo de la vida, es una producción sonora que parte de valorar las experiencias, es un sentido de vida, una forma de marcar el ritmo, el tiempo, así como la tonada que recoge lo vivido, lo deseado, lo repudiado, lo imaginado, lo sentido y lo proyectado sobre la existencia cotidiana de quien posiciona en presencia de grandes ausencias, como lo son el problema de la tierra, los alimentos, los conflictos y falta de autoridad; la alegría, la tristeza y la esperanza. Por estas razones, sostenemos que El Chandé hace parte de una forma de vivir donde lo primordial es recoger, cultivar y esconder las voces que al estar ausentes, producen un efecto de silencio dirigido y controlado por quienes lo producen. La conversación con la sabedora Ana Vicenta Araujo Imbreth del correCuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 87-107
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gimiento de La Loma, nos hizo recordar las que tiempo atrás habíamos sostenido con el Mono Quintero en el municipio del Paso. Este sabedor era un guardián de los asuntos del “archivo de la memoria”. En su mente guardaba todo un tejido textual que brindaba los contenidos para explicar los principales sucesos que acompañan el surgimiento de los pueblos de esta comunidad. Indiscutiblemente, era un sabedor que nos hacía recordar las figuras milenarias de los Jeli africanos22. Él nos contaría al respecto del Chandé, lo siguiente: El Chandé es más difícil y más fuerte y no lleva flauta. El Chandé se baila, hay unos que lo bailan ramallao así (en ese memento mueve los brazos por encima de los hombros y las manos las mueve al vaivén de la música) y hay otros que lo bailan con un solo pie, aguantándose con el otro y bailando y dando vueltas. Las mujeres no, porque ellas no bailan eso, ellas andaban bulleriando detrás, de aquí pálante y uno bailando al costao, con el pie alzao, ahí tiene uno que tener resistencia. Yo de joven bailaba en un solo pie, otros bailaban hamaquiadito, zas, zas, zas, zas, zas. El Chandé se tocaba con un tambor y las cantadoras animaban todo, eso sí era bonito ver le digo…23 Con el Mono Quintero se podía conversar sobre los saberes y las sonoridades narradas que dan cuenta de la zona de lo que hoy es el municipio del Paso en el departamento del Cesar. Esto se hacía siempre en relación con otros sabedores como lo son Pedro Nolasco, Samuel Martínez, Clemente Quintero, inclusive, en esa ocasión hablo de Agripina Echeverri de Hatillo de Loba, que lo describía como un pueblo que quedaba arriba del Banco Magdalena de aquel lao del río Grande de la Magdalena. En esa ocasión nos compartió el siguiente Chandé. Ele, le, ja, eleleee e le, le, le Esta noche estoy de juma Con ganas de toma ron Pasadas las dos de la noche Le, leee, le No hay un diablo que me aguante… En esa ocasión nos dijo:
22 Los Jeli de África son los sabios que guardan la tradición oral de los pueblos de África. Según Jesús Chucho García, los franceses les cambiaron su nombre por Griots. 23 Conversación con el Mono Quintero, El Paso, abril de 1998.
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Todas esa música son familiares entre sí, las que no son hermanas, son primas hermanas, es decir que llevan la misma base, todas son música de negros que por las noches armaban su bulleria, entonces como no había nada que hace por la noche vea, vea, vea, vea (hace el gesto con el dedo como si fuera a tomar), pero la gente trabajaba y por la noche se entretenía uno con esas fiestas, todo el mudo tenía que ver con ellas.24 La música era generadora de alegría y ésta se portaba en el cuerpo y no en los artefactos eléctricos como sucede hoy en día. Y ahí cada cual, si usted se sabía un verso, usted cantaba su verso, el otro cantaba, o todos aplaudían el mismo verso. Por ejemplo ahora eso no pasa porque el que manda son los equipos de música, el radio y ni qué decir del maestro aguja, esos son los que manda hoy en las fiestas.25 Seguidamente nos compartió el Chandé del Negrito Cayaya, el cual dice: El negrito Cayaya (Bis) con tu cayambembe (Bis) Tan bonita que esta esa niña, si su madre me la diera Negrito Cayaya (Bis) con su cayambembe (Bis) Yo le compro una cartilla y a la escuela la pusiera El Negrito Cayaya con su cayambembe En esa ocasión, también nos dijo que los Chandé: Tratan de cosas que la gente le llama la atención, entonces cuando eso pasa, uno se pone y le da hasta que sale la canción, ya cuando uno está contento la pone a cantá, otras son canciones que han hecho otras personas, pero cuando a uno le gusta y la ocasión se presta para cantar y armar la bulleria, no se tiene reparo para cantá, bien sea de uno o bien sea ajena26.
24 Conversación con el Mono Quintero, El Paso, abril de 1998. 25 Conversación con el Mono Quintero, El Paso, abril de 1998. 26 Conversación con el Mono Quintero, El Paso, abril de 1998.
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Y agregó: “vea el Chandé tiene que ver con el amor, cuando lo hay y cuando no lo hay también, el trabajo, la picardía, la ofensa, la alegrías, las tristezas… son todos esos los asuntos de que trata el Chandé”. A partir de las dinámicas de conversación en los diferentes tiempos con los sabedores de la región, nos podemos dar cuenta que el Chandé hace parte de un acto creativo que busca dar repuesta a los estados de ánimo de las personas que afrontan las experiencias cotidianas desde un referente de acción que lo moviliza a actuar frente a determinadas situaciones. Y por otro lado, es un “acto de trabajo” que ha sido empleado para atenuar el impacto de las largas jornadas de los esclavos y, después , de los campesinos de las comunidades negras de la región. El Chandé es resultado de una acto creativo que busca transgredir un orden, ridiculizar a alguien que ha ofendido, resaltar las cualidades de una mujer, expresar cierta rivalidad, en fin, es parte de una fabricación narrativa de sucesos que han pasado o podrían pasar. Es una construcción que tiene como propósito acompañar la vida desde un sentido situado en la experiencia inmediata del pensar o del actuar en situación de relacionamiento consigo mismo y con los demás. Se trata de una forma de decir de modo diferente a los acostumbrados en la comunidad. Es decir, no circula como una forma de reflejar la realidad, sino de fabricarla desde los lenguajes que vienen desde el silencio cultivado en situación de retracción generacional. Finalmente, el Chandé es una sonoridad narrativa que habita y habla desde un silencio producido de forma intencional por los actores que lo recrean, pero también es parte de un silencio provocado sobre la humanidad de los miembros de la comunidad por los actores externos, en este caso es un silenciamiento ocasionado por las industrias culturales que promueven otras sonoridades que están al vaivén de la lógica del mercado. A propósito de esto último, queremos cerrar el texto con lo que nos decía el difunto Jacho, mientras caminábamos a su lado por la calle de Las Vacas en La Loma: Ve usted quien iba pensar que en plena calle primera, aquí juntico a la plaza, uno iba a escuchá esa música (…) este mundo ahora jira al revé, ahora nos quieren obligá a oír lo de los Cachacos, mientras ellos son felices escuchando lo Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 87-107
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de nosotros, vea que cosa no (…) el mundo está loco, y eso no es todo, si uno no se pone las pilas lo vuelven loco.27 Bibliografía Fuentes primarias Archivo General de la Nación (A.G.N.) Poblaciones varias. Rollo 11, folios 419-449 Archivo General de la Nación. Poblaciones Varias. Tomo 1. Notaría Primera de Valledupar. (N.P.V.) Tomo 1. Año 1727, folios 2- 27. Rollo 13, folios 651-682 Fuentes secundarias Abril, G. (2007). Análisis crítico de textos visuales. Madrid, España: Síntesis. Aretz, I. (1997). Música y la danza (América Latina continental, excepto Brasil). En Moreno Fraginals, M. África en América Latina. México: Siglo Veintiuno Editoriales. Arguello, R. (2010). Las proyecciones de Prometeo. Tecnologías de la información y la comunicación y la (trans)formación del sujeto (1). Bogotá, Colombia: Fractalia Cerón Silva. J. (2008). “La sonoridad”. En Mayra Estévez Trujillo (2008). Uio-Bog. Estudios sonoros desde la región Andina. Quito, Ecuador: Trama. Delumeau, J. (1989). “El miedo en Occidente”. Madrid, España: Taurus. De La Rosa, J. N. (1975). Floresta de la santa iglesia catedral de la ciudad y provincia de Santa Marta. Barranquilla, Colombia: Universidad del Atlántico. Dube, S. (2001). Sujetos subalternos. México: El Colegio de México. Meisel, R. A. (1998). Esclavitud, mestizaje y hacienda en la provincia de Cartagena, 1533-1851. En: Bell, L. G. El Caribe colombiano. Barranquilla, Colombia: Universidad del Norte. Rossi, I y O´Higgins, E. (1981). Teorías de la cultura y métodos antropológicos. Barcelona, España: Anagrama. 27 Jacinto Barrionuevo Rodríguez, fallecido en un trágico accidente vial en el corregimiento de la Lona, municipio del Paso, el día 30 de enero de 2016. A la música que él se refería, era a la música Carrilera, música de Despecho y los Corridos. La denominación “Cachaco”, se emplea para decirle a las personas que proviene del interior de Colombia.
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“La mano en el considere”: vínculos entre prácticas artísticas e iniciativas de memoria en la comunidad de San José de Playón, Corregimiento de María La Baja (Bolívar) “La mano en el considere”: Linkages Between Artistic Practices and Memory Initiatives in the Community of San Jose de Playon, Maria La Baja (Bolivar) Manuel Zúñiga* Universidad Jorge Tadeo, Colombia DOI: http://dx.doi.org/10.15648/cl.24.2016.7
* “La mano en el considere” hace referencia a la expresión espontánea de una participante del proyecto, quien en una conversación recurrió a esta figura para solicitar a su interlocutor ponerse en su lugar, por estar viviendo una difícil situación, e implicó llevarse la mano al pecho como señal de compresión. Esta expresión funciona ahora como metáfora para señalar las formas en las que la emoción y la reflexión confluyen y se expresan espontáneamente, y además se manifiestan en procesos de sistematización de experiencias vivas como esta.
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*Magíster en Desarrollo y Cultura de la Universidad Tecnológica de Bolívar y Maestro en Artes Plásticas de la Universidad del Atlántico. Ganador de la convocatoria pública de la oim en 2015 para el cargo de Profesional en Artes. Actualmente, es Coordinador de Investigaciones de la Universidad Jorge Tadeo, Seccional Caribe y Director del Museo de Arte y Medio Ambiente MuMar en Cartagena de Indias. El artículo publicado en este número es resultado del Proyecto de apoyo a la comunidad de San José de Playón del Municipio de María La Baja (Bolívar) en la reconstrucción de los hechos victimizantes ocurridos en el marco del conflicto armado. Entre sus publicaciones más recientes se cuentan: “El límite de lo imposible” (2013) y “Vosotros: prácticas artísticas y reconciliación en la alta montaña de El Carmen de Bolívar” (2015). Correo electrónico: manuel.zuniga@utadeo.edu.co
Recibido: 20 de abril de 2016 * Aprobado: 18 de mayo de 2016
¿Cómo citar este artículo? Zuñíga, M, (julio-diciembre, 2016). La mano en el considere”: vínculos entre prácticas artísticas e iniciativas de memoria en la comunidad de San José de Playón, Corregimiento de María La Baja (Bolívar). Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica, (24), 109-137. doi: http://dx.doi.org/10.15648/ cl.24.2016.7
Resumen
Abstract
Con el fin de contribuir a la reflexión sobre las maneras en que se definen las iniciativas de memoria en comunidades víctimas del conflicto armado en Colombia, el presente artículo hará referencia a los aportes realizados desde las prácticas artísticas -entendidas como los modos del arte que se ocupan de lo “verdaderamente humano” (Escobar, 2010)- en la reconstrucción de los hechos victimizantes y en el impulso de una iniciativa de memoria en el marco del proceso de reparación y retorno colectivo en la comunidad de San José del Playón, del municipio de María La Baja (Bolívar). La implementación de este proyecto, pionero en el país, contó con el apoyo de instituciones socias como la Organización Internacional para las Migraciones (oim), el Centro Nacional de Memoria Histórica (cnmh) y la Unidad para la Reparación Integral a la Víctimas (uariv); y al mismo tiempo la iniciativa apoya el trabajo que estas entidades viene realizando en las comunidades.
This article seeks to contribute to reflection on the ways that memory initiatives are defined in communities that have been victims of the armed conflict in Colombia. As such, it will refer to the contributions of artistic practices – understood as the modes of art dealing with the “truly human” (Escobar, 2010) - to the reconstruction of the violent acts and the motivation of a memory initiative as part of the process of collective reparation and compensation in the community of San José de el Playón, in the municipality of María La Baja (Bolívar). The implementation of this project, pioneering in the country, had the support of institutional partners, such as the International Organization for Migration (oim), the National Center of Historical Memory (cnmh) and the Unit for the Integral Reparation of Victims (uariv) At the same time, the initiative supports the work being done by these entities in the communities.
Para hacer explícitas las lógicas que provienen del arte, en la definición de iniciativas de memoria, el relato privile-
To make the logics that are contained in the art explicit, the story of the definition of memory initiatives will favor the reflections and the construction of the
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giará las reflexiones y la construcción de la metodología de trabajo con la comunidad para la definición de veintiocho iniciativas de memoria, dentro de las actividades de “Honrar la Vida”: Encuentros de identificación del daño cultural y construcción de propuesta de iniciativa de memoria.
methodology realized by the community for defining twenty-eight initiatives of memory, as part of the activities of “Honrar la vida”: Meetings for the identification of the cultural damage and construction of a proposal for memory initiatives.
Palabras clave
Keywords:
Memoria, conflicto armado, prácticas artísticas, víctimas, reparación colectiva.
Memory, armed conflict, artistic practices, victims, collective reparation.
Introducción San José del Playón es uno de los once corregimientos del municipio de María La Baja, ubicado al noroccidente del departamento de Bolívar, en la zona de influencia del Canal del Dique y la zona de Desarrollo Económica y Social (ZODES) de los Montes de María. La principal vía de acceso al municipio es la carretera troncal de occidente, que a su vez lo comunica con ciudades como Cartagena, Barranquilla, Sincelejo y el interior del país (Alcaldía de María La Baja, 2012). Hoy día, el modo habitual para llegar hasta Playón (como comúnmente es llamado), es a través de moto-taxi, desde el sector “La Curva”, punto de entrada al municipio de María La Baja. El viaje tarda al menos 10 minutos, la mitad del tiempo sobre carretera asfaltada (la troncal de occidente), la otra mitad, sobre un camino polvoriento de tierra rojiza que atraviesa extensos bosques de palma aceitera, en paralelo a los canales del sistema de riego, a una altísima temperatura y humedad que perdura hasta el final del día. El poblamiento de San José de Playón data de principios del siglo XIX, cerca del año 1825, cuando empezaron a llegar las primeras familias de foráneos que huían de la agitada situación en el país debido a las guerras de independencia (Jiménez, 2015). En los años 80 y la primera década de los años 2000, el corregimiento fue escenario de múltiples acciones perpetradas por grupos armados guerrilleros y paramilitares que causaron la muerte de más de 60 personas. Uno de los hechos con mayor recordación
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por la comunidad fue el día de ´La Quema’, perpetrada en la madrugada del 18 de agosto de 1999 por integrantes de las AUC, quienes llegaron al territorio, asesinaron a cinco habitantes de la cabecera corregimental, quemaron graneros, casas y vehículos que transportaban alimentos1. De este modo, entre los meses de abril y agosto de 2015, alrededor de 45 personas, entre jóvenes, adultos y mayores de edad, pertenecientes a distintas asociaciones de víctimas de San José de Playón y sus veredas, e integrantes del comité de impulso2, participaron regularmente en talleres a cargo de una profesional social, en los cuales se identificó el daño y se reconstruyeron los hechos victimizantes, creando así las condiciones para hacer memoria por medio de prácticas que recurren a lo simbólico. Tres ejercicios de cartografía social y una oportunidad Cuando se trabaja con población víctima de la violencia, narrar los hechos es fundamental para la valoración de la memoria, tiene implicaciones terapéuticas asociadas al dolor de los testimonios; por ello ha de ser cuidadosa la forma cómo se obtienen y se sistematizan estas narraciones, con tal de no tener que volver -innecesariamente- a solicitarlas, porque cada vez que son evocados, duelen. La anterior premisa fundó el trabajo adelantado por la profesional social, encargada de identificar el daño y reconstruir la línea de tiempo del conflicto a partir los testimonios de los participantes, que luego el profesional en artes retomó como punto de partida de su labor. Tal labor consistió en estimar cómo cargar de otros sentidos los hechos que se recuerdan con dolor. Para ello, acudió a la capacidad que investigadores sociales, artistas creadores, académicos y comunidades le atribuyen al arte como medio para expresar malestares, resistirlos y elaborar catarsis, contribuyendo con ello al bienestar y a la salud. En tal sentido, su trabajo consistió, no en enseñar técnicas o procedimientos del arte, ni en ofrecer una agenda de eventos culturales de sensibilización, sino que su labor buscó motivar la imaginación creadora de los participantes desde las prácticas artísticas, a través de las cuales “muchos colectivos, organizaciones sociales y comunidades en general han accedido a derechos y reivindicaciones, lo que a su vez ha venido cambiando el imaginario e ideario establecidos sobre el arte, la cultura, los artistas y los discursos sobre el arte y la cultura” (Escobar, 2010, p. 89). Dicho trabajo implicó que el profesional en artes 1 Texto incluido en la pieza gráfica que presenta el total de víctimas mortales del conflicto, en ocasión de la iniciativa de memoria “Alza tu barrilete”, realizada en San José de Playón, el 16 de septiembre de 2015. 2 Un comité de impulso es una iniciativa conformada por personas u organizaciones que deciden gestionar juntos un interés del colectivo, en este caso, el derecho a la reparación colectiva por el daño que les generó el conflicto armado.
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se distanciara de sus propios intereses estéticos o temáticos, y pusiera sus capacidades y conocimiento al servicio de las personas y sus necesidades, valorando con ello su derecho a la expresión. Ahora bien, que se motive el ejercicio de este derecho no significa que las personas sepan de antemano cómo hacerlo, y menos cuando tales atribuciones se asocian al universo de los “artistas” o a unas cualidades especiales que, se supone, solo unos pocos poseen. Quiere decir esto, que para que las personas puedan ejercer su imaginación creadora como un derecho, previamente se debe realizar un trabajo de motivación y empoderamiento, de tal modo que logren adquirir ‘primero’ el coraje para vivir la experiencia que les permita luego poder tomar una posición frente al resultado, siendo conscientes de lo que significó dicha experiencia. Para este propósito, la imaginación creadora es fundamental, entendida esta como la capacidad de proyectar, desde antes de materializarse, la solución creativa a problemas, cuando imaginar implica pensar cosas que no están sucediendo cuando son pensadas y que logran realizarse en el corto plazo; capacidad que se fortalece por medio de referencias y experiencias, es decir, cuando existe la posibilidad de interactuar con lo que otros hacen y con diversos modos de hacerlo. Lo anterior significa que en escenarios de limitada diversidad de experiencias y referencias, los productos de la imaginación creadora suelen asemejarse a los referentes habituales, por lo tanto, el aporte que puede hacer un profesional en artes, encomendado a apoyar a una comunidad en la definición de iniciativas de memoria, implica reconocer estas circunstancias, pensando cómo ampliar los referentes de los contextos y vinculando nuevas prácticas sin vulnerar sus creencias. Con el propósito de evidenciar cómo se tradujeron metodológicamente las anteriores reflexiones, en pro del esfuerzo por ampliar los referentes de la imaginación creadora de la comunidad en la definición de iniciativas de memoria, a continuación se describirán las principales actividades y los aportes más significativos. Honrar la vida, una buena palabra para hablar de paz “Honrar la vida”, además de ser el título de la canción interpretada por Sandra Mihanovich en 2009, y escrita por Eladia Blázquez en 1980, fue usado para nombrar los encuentros entre el artista y la comunidad, como una suerte de dedicatoria, en vista de lo que la letra plantea:
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Honrar la vida ¡No! Permanecer y transcurrir No es perdurar, no es existir ¡Ni honrar la vida! Hay tantas maneras de no ser, Tanta conciencia sin saber Adormecida... Merecer la vida no es callar y consentir, Tantas injusticias repetidas... ¡Es una virtud, es dignidad! Y es la actitud de identidad ¡más definida! Eso de durar y transcurrir No nos da derecho a presumir. Porque no es lo mismo que vivir... ¡Honrar la vida! ¡No! Permanecer y transcurrir No siempre quiere sugerir ¡Honrar la vida! Hay tanta pequeña vanidad, En nuestra tonta humanidad Enceguecida. Merecer la vida es erguirse vertical, Más allá del mal, de las caídas... Es igual que darle a la verdad, Y a nuestra propia libertad ¡La bienvenida!... Eso de durar y transcurrir No nos da derecho a presumir. Porque no es lo mismo que vivir... ¡Honrar la vida! Con el propósito de conmover a los participantes, ofreciéndoles razones para generar actitudes positivas para sobreponerse al dolor ocasionado por el conflicto, la actividad de entrada del primer encuentro (miércoles 24 de junio 2015) se concentró en escuchar la canción “honrar la vida” y leer su sentida letra, animando a una conversación sobre sus significados y sentidos recurriendo a ejemplos de la vida cotidiana. Al respecto, algunos participantes manifestaron que “Honrar la vida, es una palabra buena para hablar de Paz”, que la vida se honra “respetando la vida al ser humano”, que “no se honra la vida si se te vulneran los dereCuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 109-137
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chos”, o “si permaneces en el tiempo pero todo sigue igual, sin cambios”; logrando así asociar apartes de la canción (como cuando Mihanovich canta la línea de “Tantas injusticias repetidas”) con el desplazamiento, el hostigamiento y los asesinatos, expresando con ello el temor de que los hechos victimizantes se vuelvan a repetir. La actividad cerró con una reflexión sobre la importancia de conocer la verdad para estar en paz y el hecho de recordar a las personas que ya no están, fenómeno que hace que su paso por la vida no haya sido en vano. De este modo, la música y su capacidad para conectar sentimientos, generó en los participantes un estado de confianza que les permitió exteriorizar preocupaciones y anhelos, a pesar de que la canción estuvo interpretada en forma de balada, un género poco referenciado en el contexto socio cultural de Playón, en comparación con otras manifestaciones musicales tales como el Vallenato y la Champeta. Cartografía social: primer encuentro Como un modo de visualizar las transformaciones del territorio por cuenta del conflicto, se planificó la realización de tres mapas bajo la metodología de “cartografía social”, así: Mapa 1: referidos a lugares, Mapa 2: referidos a territorios y personas, Mapa 3: Mapa proyectivo, usando como insumo principal los hechos victimizantes mencionados en la matriz de inventario de daños. La actividad del jueves 25 de julio se tituló “Diez recuerdos a los diez años”. Allí los participantes realizaron dibujos de cómo eran sus casas a la edad de 10 años, mostrando los espacios internos: cuartos, sala, cocina, patio, por ejemplo, lo que implicó imaginar la casa como si se estuviesen viendo desde arriba, volando sobre ellas, para luego dibujar y señalar sobre los espacios dibujados mediante el uso de palabras, formas y colores, diez episodios significativos de aquel entonces. Como parte de la didáctica del ejercicio, se usó el dibujo de un participante como ejemplo para explicar los conceptos de espacio, lugar y territorio. Para el propósito del ejercicio, se consideró el espacio como aquello intangible que nos contiene; los lugares como los espacios físicos cargados de sentido y de reconocimiento social, y los territorios como espacios y/o lugares identificados por marcas físicas o imaginarias (simbólicas, inmateriales) que reflejan intereses específicos de grupos sociales.
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El ejercicio permitió a los participantes familiarizarse con la idea del territorio, como un espacio cargado de múltiples sentidos otorgados por los recuerdos, la memoria y las percepciones de las personas que lo habitan, iniciando así la comprensión de lo que significa crear y designar lugares de memoria, los cuales se construyen a partir de lo que las personas y los colectivos recuerdan, sienten o intuyen a partir de hechos que allí ocurrieron, comprensión necesaria para dar el paso a realizar el mapa de “Lugares” . En el mapa de “Lugares”, los participantes señalaron once lugares del corregimiento de Playón y sus veredas, a saber: los más representativos, los caminos, límites del corregimiento, las viviendas de los participantes, el centro y las periferias, lugares privados, comunitarios, de encuentro de mujeres, de hombres de jóvenes, de niñas y niños. Para esto usaron como convenciones distintas formas, figuras, signos y/o palabras, marcadas con un color distintivo asociado a cada lugar. Es importante destacar que el mapa del territorio de Playón y sus veredas que sirvió de base para este ejercicio, fue dibujado a pulso por el investigador local Edilberto Sanabria (ver imagen 1), desde una visión subjetiva que humanizó el territorio, haciéndolo amigable.
Imagen 1. Mapa de Lugares, Territorios y Personas. Grupo liderado por Stefani Jiménez. Foto: Manuel Zúñiga. 2015
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De los lugares señalados en los tres mapas de lugares3 se destacan los lugares religiosos, los lugares donde se atienden a los enfermos, donde tiene lugar la recreación y donde se estudia; también se destacan los lugares a lo largo del Canal de Playón como puntos donde las mujeres se concentran a lavar la ropa, cuyos nombres están asociados a mujeres reconocidas por la comunidad. Seguidamente, y sobre los mismos mapas de lugares, se señalaron también los “territorios significativos” para lo cual los participantes se valieron de múltiples iconos tomados del Manual de Mapeo Colectivo (Risler & Ares, 2013) para señalar nueve formas territoriales: territorios agradables, desagradables, territorios sagrados, territorios seguros y de confianza, territorios del conflicto o la guerra, territorios de riesgo, territorios del miedo y terror, territorios donde viven quienes no son de la comunidad y dónde habitan o habitaron los armados. Todo esto se anotó en el mismo mapa de lugares.
Imagen 2. Manual de Mapeo Colectivo, Página 52.
Por ejemplo, para señalar los Territorios Desagradables, uno de los subgrupos de trabajo usó el icono de una figura femenina sosteniendo -lo que 3 Al respecto, el grupo principal de participantes se subdividió en tres subgrupos de trabajo, y cada uno generó un mapa de lugares.
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parece ser- un gran machete (ver figura resaltada en imagen 2) para señalar el principal territorio de desagrado que corresponde a las extensas zonas del monocultivo de la palma aceitera. Otro grupo usó este mismo icono para señalar territorios frecuentado por personas que consumen drogas, ubicándolo entorno al cementerio del pueblo, o sobre el Canal de Playón, a la altura de Quejío, Yorbeni y Aída, donde se reportan malos olores cuando tiran basura, o cuando lanzan animales muertos y pesticidas. Al final de la jornada se exhibieron los tres mapas de cartografía social (ver imagen 3) con información de lugares y territorios, lo que permitió realizar comparaciones entre sí, abriendo animosos debates entre los participantes en la vía pública.
Imagen 3. Presentación pública de los mapas de Cartografía Social. San José del Playón. Foto: Manuel Zúñiga. 2015
En ese contexto, la cartografía social como método de trabajo, permitió a los participantes “(…) un mejor conocimiento de su realidad, genera espacios de reflexión y permite construir un lenguaje común de interpretación de las diferentes percepciones de la realidad presente en las comunidades” (Molina, 2005, p. 2).
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Cartografía social: segundo encuentro En el encuentro del jueves 9 de julio se realizaron dos ejercicios: uno, complemento al mapa de territorios, que incluyó información de personas, grupos, organizaciones o comunidades que en ocasión del conflicto posibilitaron, de algún modo, la transformación de la situación en pro del bienestar de la comunidad afectada; y dos, ejercicio del “Mapa Proyectivo”, que implicó que los participantes pensaran en aquellas mejoras físicas, ambientales, socioculturales y económicas que esperarían encontrar en el corregimiento y sus veredas dentro de 20 años. Para ello se valieron de imágenes tomadas de revistas de circulación nacional y regional, que recortaban y pegaban sobre los mapas, complementándolos con dibujos de colores referidos a las mejoras anheladas (ver imagen 4).
Imagen 4. Mapa Proyectivo. Grupo liderado por Edilberto Sanabria. Foto: Manuel Zúñiga. 2015
En términos generales, los mapas incluyeron imágenes referidas a mejoras en las vías de acceso y a la infraestructura eléctrica, a los anhelos de contar con una universidad, un hospital, una biblioteca, una mejor casa de la cultura y de detener la expansión del monocultivo de la palma aceitera con un mayor cuidado al medio ambiente.
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Taller de iniciativas de memoria Una vez realizados los mapas de cartografía social, la labor del profesional en arte se concentró en el diseño de una metodología capaz de usar la información anterior en la definición de iniciativas de memoria (en especial la referida a los hechos victimizantes), incluyendo una iniciativa que debía implementarse en los tiempos del proyecto. Usos y significados Desde el punto de vista de la semiótica, disciplina que se ocupa del estudio de los signos lingüísticos y sociales para entender las interpretaciones que estos generan, el significado de un signo es arbitrario, es decir, es un asunto cultural -y por ende relativo- y no una atribución natural de la realidad. Ahora bien, es gracias al uso cultural de objetos, imágenes, formas, prácticas y episodios de la vida, vistos todos como signos, que las personas terminan otorgándoles significados y determinados valores revestidos de emotividad (placer, gozo, dolor) y de aspectos éticos, morales y materiales, volviéndose importantes y difíciles de olvidar. Respecto al uso y significación de los episodios de la vida, esto tiene lugar cuando se practican o cuando se les recuerda, evoca, se conversa sobre ellos y hasta cuando se les recrea. Entonces, si los significados son manifestaciones humanas y no atribuciones naturales de la realidad, el significado puede ser susceptible de modificación -si así se quiere- siempre y cuando se emprendan unas prácticas que impliquen usos novedosos (distintos) de los referentes (cosas y episodios), de tal modo que estos generen esos “otros” significados esperados, como expresión del deseo y de la voluntad de quienes decidan emprenderlas. Entonces, los hechos o las cosas por sí mismas no poseen un único sentido, estático e inamovible, porque al final son las personas, inmersas en proceso socioculturales e históricos, quienes se los otorgan. De este modo, y gracias a la anterior reflexión, el profesional en artes encontró la manera de conceder a las víctimas la posibilidad de transformar, enriquecer y ampliar los sentidos y significados de los hechos victimizantes como consecuencia de revisar, reflexionar y buscar unos sentidos alternativos al dolor y la pérdida, visto como una oportunidad de reivindicación, honra y memoria. Así pues, el viernes 10 de julio de 2015, bajo la metodología antes mencionada, se desarrolló el ejercicio “Usos y Significado”, que buscó asignar nuevos usos y con ello nuevos significados, a hechos victimizantes en ocaCuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 109-137
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sión del conflicto armando en San José de Playón. La actividad persiguió dos propósitos: uno, proveer a los participantes una experiencia lógica de construcción (colectiva e individual) de iniciativas de memoria a partir de un proceso de resignificación; y dos, como una estrategia de apropiación para determinar colectivamente la iniciativa de memoria a implementar en el tiempo del proyecto. Como un modo didáctico para generar apropiación de la metodología y facilitar el proceso de sistematización de la actividad, se diseñó la tabla 1. “metodología de apropiación de iniciativas de memoria”. Tabla 1. Metodología de apropiación de iniciativas de memoria. Creación propia. Nº 1 2 3
Objetos y/o Prácticas Socio Cultural Objeto Lugar Hecho Victimizante Práctica Socio Cultural
Usos / Práctica / Hábitos
Significados / Sentidos / Recuerdos
Inventando Significados Nuevo Usos / Práctica / Significado Hábitos
Para su implementación (y diligenciamiento in situ), el profesional en artes dibujó la tabla sobre dos pliegos de cartulina e inició -a modo de ejemplocon un ejercicio guiado de calentamiento, partiendo de un objeto escogido al azar como referente (Ver primera columna, fila 1 en la tabla 1) que en ese momento fue una gorra común. Allí solicitó a los participantes mencionar al menos tres usos referidos a la gorra, y dijeron servir para protegerse del sol, para distinguirse de los demás y como recuerdo de un proyecto, ideas que se anotaron en la segunda columna. En la tercera columna, se preguntó por los significados/sentido/recuerdos asociados a cada uno de los uso de la gorra. Para el primer uso (protegerse del sol), el significado fue de aprecio, como algo saludable. Luego, se invitó a los participantes a pensar en qué otros significados podría tener el uso de la gorra (cuarta columna) además de protegerse del sol como algo saludable, y determinando qué tipo de acciones se debían realizar para que el objeto generara ese nuevo sentido (quinta columna); cada respuesta se iba anotando directamente en la tabla. En ese sentido, un participante pensó que le gustaría que las personas cuando lo vieran usar la gorra, entendieran que está feliz, siendo ese el nuevo significado. Respecto a lo que habría que hacer para significar eso, pensó Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 109-137
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en usar una gorra blanca, preferiblemente los domingos, justo a la salida de la misa de la mañana, y que si muchos lo hicieran como él y se vieran felices, lograría que muchos otros lo entiendan. De este modo, y con el avance secuencial que plantea cada aspecto de la tabla, al llegar a la información de la quinta columna se llega a establecer una idea de iniciativa de memoria, así sea de manera básica, vista como un proyecto en potencia, y todo lo anotado en las demás columnas como el insumo que explica el proceso, de dónde vino y en qué derivó. A continuación, se presenta la sistematización de uno de los ejercicios elaborados en los grupos de trabajo. Tabla 2. Sistematización actividad “Uso y Significado” Manuel Zúñiga. Filas 1 y 2. 2015
2. Lugar
1. Objeto.
No.
Objeto / Lugar / Practica Cultura
Inventando Significados Usos / Prácticas / Hábitos
Significados / Sentidos
Como parte de la procesión durante Festividad. Semana Santa. ESCULTURA Como parte del Devoción, con oraDEL SANTO Novenario de los ciones por el bien del SAN JOSÉ DE difuntos. pueblo. PLAYÓN Tradición de la igleOcupa un lugar, a la sia católica, donde derecha del altar en las personas se conla iglesia. fiesan. Alimentación y Pesca. fuente de ingreso. de LA REPRESA Realización “Ollas comunitaRecreación familiar. rias” o sancochos de represa. ASESINATO DE LOS HERMANOS BARRIOS TORRES
Actividad de cargue y descargue de mercancía durante el cual ocurrieron los asesinatos.
Dolor, tristeza, oscuro.
Nuevo Significado
Usos / Prácticas / Hábitos
Asociar al Santo con la salud en general y con la diversión a través de juegos tradicionales y el fútbol.
Que un actor represente al Santo y haga parte de los juegos del pueblo. Realizar jornadas colectivas de oración para influir en la reducción de muertes en el pueblo.
Proyecto Ecoturístico, donde se vaya por diversión, no por ir a recordar cosas del pasado. Convertirlo en fuente de energía elécDiversión, feste- trica para iluminar a la jo y Memoria. comunidad. Celebrar la fiesta del Aguacate. Levantar un monumento que represente los hechos victimizantes.
En la tabla 2 solo se presenta la información del ejercicio de uno de los grupos, a partir de un objeto y de dos lugares vinculados con hechos victimizantes, el ejercicio a partir de una práctica cultural se desarrollará más adelante.
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Para el caso del objeto, el ejercicio se desarrolló en torno a la escultura de San José de Playón, el patrono del pueblo que reposa en la Iglesia de la cabecera del pueblo. En cuanto al ejercicio del lugar, los participantes escogieron “La Represa” de Playón y la muerte de los hermanos Barrios Torres como hecho victimizante asociado. Esa relación de significado genera que las personas dejen de frecuentar esos lugares, dejándolos de usar; por ello, en ocasión de este ejercicio, se mencionó el caso del Estadio de Fútbol Nacional de Santiago de Chile, sede de la final de la Copa América 2015, donde la Tribuna 8 se mantuvo desocupada en memoria de las víctimas torturadas y asesinadas en ese estadio en septiembre de 1973 por cuenta de la toma del poder del general Pinochet (ver imagen 5 y 6). Entonces, como un gesto de memoria, con el estadio lleno y a la vista del mundo, la tribuna permaneció vacía y vio coronar a la sección de Chile como campeona de la versión 2015.
Imagen 5. A la izquierda. Tomado de: http://www.futbolprimera.es/2015/07/05/sombras-estadio-nacional-chile Imagen 6. A la derecha. Tomada de: http://www.eluniverso.com/deportes/2015/07/01/nota/4995990/estadio-nacional-santiago-guarda-historia
Luego de poner en práctica colectivamente la metodología de apropiación de iniciativas de memoria en la construcción de los nuevos usos y significados de un objeto y lugar, el profesional en artes procedió con el ejercicio de la práctica sociocultural, incluida intencionalmente en la tercera fila de tabla para presentar a la comunidad su idea de iniciativa de memoria, respondiendo a la misma lógica. Para ello, la escogencia de la práctica sociocultural para el ejercicio de resignificación -en clave de iniciativa de memoria- fue del profesional en artes, lo que requirió de una cuidadosa lectura previa de las manifestaciones culturales de la comunidad, estimando en ellas el potencial de cohesión social, conociendo su periodicidad en los tiempos del pueblo y su correspondencia dentro de los tiempos de implementación del proyecto: julio – septiembre de 2015. Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 109-137
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Entonces, teniendo en cuenta la orientación de Organización Internacional para las Migraciones – OIM de implementar la iniciativa de memoria en el mes de agosto de 2015, mes que culturalmente es el preferido para elevar barriletes (o cometas), produjo que el profesional en artes rememorara un ejercicio realizado en 2009 por el artista Aldo Mario Muñoz, como estudiante del programa de Artes Plásticas de la Universidad Jorge Tadeo Lozano Seccional del Caribe en la asignatura de Tridimensionalidad, titulado “Mundos Paralelos”. Técnicamente, su propuesta consistió en instalar (enterrar) sobre la zona verde de una tumba, el hilo que sostenía en el aire a un barrilete, esto como su manera de problematizar el concepto de “diagonal” en una estructura tridimensional, planteando una comunicación entre dos planos de existencia en distintos universos. La práctica artística consistió en visitar el Cementerio Jardines de Cartagena e invitar a quienes visitaban sus muertos a elevar un barrilete e instalar el hilo donde reposan los restos mortales de sus seres queridos. Tal ejercicio desató intensas emociones de felicidad, amor y tristeza en los participantes, estableciendo un vínculo emocional más real y vivo con la memoria de quienes ya no están. De manera que, gracias a la capacidad del profesional en artes de articular y hacer confluir las consideraciones de tiempo de OIM, de estimar la fecha del año, de valorar una manifestación cultura local de Playón y de vincularla con la experiencia de uno de sus estudiantes, permitió considerar como viable proponer a la comunidad la idea de resignificar la práctica cultural de elevar cometas, otorgándole un sentido solemne para hacer memoria de las víctimas mortales, recurriendo a una forma alternativa respecto a las soluciones habituales a las cuales las comunidades acuden para hacer memoria y que toman forma de murales, esculturas y monumentos, por ejemplo. Así, la sesión de “usos y significado” para el ejercicio referido a la práctica cultural, inició anotando en la tabla la práctica de “elevar cometas”, avanzando de la misma manera para el caso del objeto y del lugar, y cuyos resultados sistematizados se presentan a continuación: A propósito, de acuerdo con la metodología de apropiación de iniciativas de memoria y la tabla de sistematización de la experiencia, el momento en que los participantes deben proponer nuevos usos/prácticas y hábitos (quinta columna) es donde la intervención del profesional en artes se hace más relevante, porque es cuando la comunidad pasa a un estado de imaginación y de incertidumbre frente a sus propios prejuicios o licencias, Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 109-137
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Tabla 3. Sistematización actividad “Uso y Significado” consolidada. Fila 3. 2015 No.
Práctica Cultural
Objeto / LuUsos / Prácticas / gar / PráctiHábitos ca Cultura
ELEVAR COMETAS
Inventando Significados Significados / Sentidos
Nuevo Significado
Tradición cultural Hacer la cometa. como materia prima. Conexión / recono- Iniciativa de meCondiciones cimiento del medio moria a los muerambientales. ambiente. tos del conflicto. Conexión / reconoEscogencia del cimiento del medio sitio. ambiente.
Usos / Prácticas / Hábitos Realizar una jornada de elevar cometas que convoque a las personas del comité de impulso, a los participantes de “Honrar la vida” y a los playonences en general.
porque ello implica estimular la imaginación creadora de los participantes, ampliándola, recurriendo a metáforas, generando reflexión sobre lo que significa lo simbólico frente a lo explícito, mencionándoles y ofreciéndoles opciones y referentes provenientes del arte, de manifestaciones sociales y/o culturales, con tal de hacer pertinentes e innovadoras las propuestas, ampliando el universo de opciones para hacer memoria. Volviendo al ejercicio, una vez se respondió con lo solicitado en la quinta columna, el profesional en artes preguntó al grupo si estarían de acuerdo con que ésta fuese la iniciativa de memoria, la respuesta fue un rotundo “Sí”. En consecuencia “Alza tu barrilete”: en honor y en memoria de las víctimas del conflicto, se convirtió en la iniciativa de memoria que aglutinó a todas las víctimas, participantes del proyecto (ver imágenes 8,10, 12 y 13), cuya planificación incluyó el diseño de una estrategia de divulgación, el diseño de piezas informativas (ver imágenes 9 y 11) y el diseño y fabricación de cada barrilete por parte de cada participante (ver imagen 7). Comenzó a usarse el término “Barrilete” –en lugar de cometa-, al ser la forma tradicional de nombrar el artefacto volador en esta población.
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Imagen 7. Taller de Creación de Barriletes. Día Dos. Fotos: Manuel Zúñiga, 2015
Imagen 8.Taller de Creación de Barriletes. Día Dos. Foto Izq.: Manuel Zúñiga. Foto Der.: Juliana Fúquene Barreto. 2015
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Imagen 9. Instalación de Cruza Calles. Izq. Plaza principal San José de Playón. Fotos: Manuel Zúñiga, 2015
Imagen 10. Iglesia decorada y participantes en misa en honor y memoria de las víctimas del conflicto. Fotos: Manuel Zúñiga. 2015
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Imagen 11. Mapa de Victimas y Lugares de Memoria vinculadas a la iniciativa “Alza tu Barrilete”. Impresión sobre banner de 150 cm x 250 cm
Imagen 12. Recorrido hacia La Torre, sector de La Represa. Foto: Stefani Jiménez. 2015
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Imagen 13. Acción colectiva de elevar barriletes. Bajos de La Represa. Foto: Stefani Jiménez. 2015
Además de los motivos que condujeron a la definición de la iniciativa de memoria, la que se asumió como una jornada anual, la comunidad expresó su deseo de aprovecharla también para recordar uno de los hechos victimizantes más mencionados a lo largo de los distintos talleres y encuentros en San José de Playón: “La Quema”, consecuencia de una incursión paramilitar en agosto de 1999 donde hubo asesinatos y la quema de vehículos, bodegas y tiendas del pueblo. Definición de veintiocho iniciativas de memoria: ejercicio colectivo e individual Con la apropiación de la metodología para la creación de iniciativas de memoria, se contaba, entonces, con las condiciones para proceder con la definición de otras iniciativas distintas a la de las cometas. Para ello, el viernes 24 de julio se desarrolló el taller de “Definición de Iniciativas de Memoria: Ejercicio Colectivo”, donde cada subgrupo de trabajo definió tres iniciativas colectivas a partir de la metodología de “Usos y Significado”, donde la primera iniciativa debía partir de uno de los hechos victimizantes mencionados en el trabajo del ejercicio de 10 de julio. A la tabla de sistematización ya conocida se le incluyeron tres columnas adicionales, a saber: ¿Quiénes deben enterarse?, Nombre de la iniciativa y Planeación, respectivamente, y para la información de la última columna se incluyó la posibilidad de realizar un dibujo que planteara cómo se vería la iniciativa de memoria en el espacio, incluyendo datos como materiales, cantidad, ubicación, necesidades varias, tiempos (ver tabla 4). Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 109-137
Pánico, temor que hoy se siente con menos intensidad. Temor de los hombres de ir al campo y a María La Baja. Hambre y encueres (desnudez).
El 18 de agosto de 1999, Quema de buses las AUC quemaron variy asesinato de los os carros colectivos, un "cachacos" Nel- camión, un bus frente a son y Esther. las Institución y el puente de la Virgen, a la 1:00 pm.
¿Cómo, cuándo y dónde?
Liderazgo y Emprendimiento
Valentía
Comunidad en general, las distintas iglesias de San José de Playón, el gremio de los transportadores, los bomberos, el Colegio.
Fiscalía, Defensoría, medios de comunicación: Caracol, prensa y radio. Gobernación de Bolívar, la Universidad Javeriana y la Universidad de Córdoba.
¿Quiénes deben enterarse?
"Un nuevo amanecer"
"Firme en la montañita"
Nombre de la iniciativa
Posicionar el nombre de Gregorio como emblema de Todo el gremio de campesialguna de las galleras de San nos galleros y sus familiares, José de Playón, y propiciar en especial los hijos. la relación entre padres e hijos.
"Gallero Positivo"
Las 62 familias beneficiadas Remplazar el nombre de Cude su gestión y área de influ- "Proyecto renombre" cal por el de Máximo Ariza. encia.
Acción simbólica donde quemar una réplica de un material vegetal de un carro colectivo marca Nissan, un 18 de agosto a las 2:00 pm sobre el puente de la Virgen, cuyo humo sea aromatizante.
Monumento a la memoria de Diversión, festejo y los hermanos Barrios Torres, memoria. en el marco de un proyecto ecoturístico en la represa.
Nuevo significado
Inventando Significados
Dolor por el abandono de su hogar: esposa y 11 hijos, Campesino Gallero ausencia, pérdida de un líder del gremio.
Desamparo y Frustración.
Dolor, tristeza y oscuridad.
Ocurrió durante la actividad de cargue y descarAsesinato de los gue de productos en la Hermanos Barrirepresa, el 26 de agosto os Torres. de 1999 a manos de las AUC.
En su casa, en Cucal, lo encaminaron un 31 de diciembre de 1997 a Asesinato de manos de la AUC, al día Máximo Ariza. siguiente fue hallado su cadáver en Nuevo Retén. Fue un líder parcelero por el derecho a la tierra. El 13 de abril de 2002 a manos de las AUC a cargo de Juancho Dique, lo Asesinato de Gre- sacaron a la fuerza de la gorio Padilla, en gallera en Flamenco, lo Nuevo Mundo montaron en una camioneta y desde entonces no ha aparecido; al parecer lo echaron al dique.
Significados / Sentidos
Usos / Prácticas / Hábitos
Hecho Victimizante
Tabla 4. Iniciativa de Memoria a partir de la identificación de hechos victimizantes (Colectivo) Grupo Manuel Zúñiga. 2015
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La tabla 4 presenta la sistematización del ejercicio. Este subgrupo partió del hecho victimizante denominado como “La Quema”, ocurrido el 18 de agosto de 1999 a las 2:00 am, cerca al puente junto a la Virgen de El Carmen. Este hecho se recuerda con miedo y dolor porque allí las AUC quemaron varias despensas de alimentos y asesinaron a cinco habitantes (dos de ellos tenderos), lo que generó terror y desabastecimiento, además quemaron varios vehículos, de los más recordados los carros de transporte colectivo modelo Nissan. Aquí los participantes propusieron que al momento de recordar los hechos, se mandara un mensaje de valentía, y en términos de acciones se acordó recrear el hecho, construyendo una maqueta a escala con la forma de un vehículo colectivo modelo Nissan fabricada con material orgánico (ramas secas de árboles e incienso) para quemarlo públicamente. La idea es que el humo que emane se agradable al olfato con el fin de enfrentar el temor, ahuyentarlo y trascenderlo. Ahora, para la definición de iniciativas de memoria individuales (sábado 25 de julio de 2015), las cuales respondieron a intereses propios, sin necesidad de consensos ni aprobaciones colectivas, la metodología de trabajo fue básicamente la misma empleada en el ejercicio colectivo, solo que la información se presentó a los participantes a modo de instrucciones, cuyas respuestas las anotaba cada participante directamente en hojas de papel (ver imagen 14), así: 1. Mencionar la situación victimizante y redactarla en una frase. 2. Describir cómo, cuándo y dónde ocurrió. 3. Describen los sentidos: daños, impresiones, significados que hoy se manifiestan en las personas al recordarlos. 4. Pensar en modos de revertir las impresiones o efectos negativos en las personas (víctimas directas o no directas): por medio de acciones, intervenciones, rituales, como la forma de dejar testimonio (permanente, efímero, temporal, documental) de ello. 5. Mencionar quién o quiénes deben enterarse. 6. Darle un nombre a esa iniciativa. 7. Planificarla: Realizan dibujos que la ilustren, también se escribe el cómo, cuándo y dónde definiendo las técnicas, fechas, condiciones espaciales, temporalidad, horario, recursos, materiales.
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Imagen 14. Jornada de trabajo, 25 de julio 2015. Foto: Manuel Zúñiga. 2015
Fue así como surgieron múltiples ideas que aunque individuales, se pensaron para ser realizadas con otros. Una de ellas buscó que los habitantes de la vereda de Mundo Nuevo, quienes en 2003 tuvieron que huir de su territorio para salvar sus vidas durante un bombardeo aéreo, contaran con la oportunidad de sobrevolar su territorio desde un helicóptero, aparato cuya forma y sonido asocian con el bombardeo, como una forma de perder el miedo, dominando el aparato y poniéndolo a su servicio (ver imagen 15); o en esa misma línea, crear la fiesta del 13 de abril, donde los niños de esta misma comunidad participen de una fiesta decorada de blanco, rompiendo una gran piñata con la forma del helicóptero. Otra de las ideas de memoria estuvo asociada al mensaje “algo en mí es parte de Tony Díaz”, que se estamparía en suéteres, evidenciando de ese modo cómo aún sus familiares lo ven en el cuerpo, el rostro y la voz de otras personas. También se gestaron propuestas más convencionales, como levantar un monumento tipo lápida, con los nombres de los desaparecidos. Con los dibujos y la información escrita de cada propuesta se organizó en la casa de la cultura una exposición de propuestas de iniciativas de memoria tanto individuales como colectivas. Junto a cada propuesta se colocó una cartulina azul para que los participantes, el público visitante de la muestra, dibujaran una línea recta en aquellas propuestas que resultaran de su agrado, haciéndolo una sola vez por iniciativa y sin marcar la propia. De Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 109-137
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Imagen 15. Propuesta “Vayan viendo”, de Emilson San Martin y Mónica Cortez. Foto: Manuel Zúñiga. 2015
esta manera, los participantes interactuaron de modo ejemplar con las propuestas, aproximándose a ellas, leyendo los textos, mirando los dibujos y marcando las de su interés, lo cual permitirá conocer con cuáles iniciativas se sienten más atraídos, útil al momento de priorizar su implementación.
Imagen 16. Exposición de iniciativas de memoria. Foto: Manuel Zúñiga. 2015
A continuación se presenta la información sistematizada de diez de las 22 iniciativas de memoria individuales elaboradas por los participantes.
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Luis Alfredo del Toro Batista
Eudocia Julio Berrío
Ángela María Berrío Rodríguez
María Encarnación Díaz Terán
Nombre del participante
Contar cómo, cuándo y dónde ocurrió
Homicidio de En los días de fiesta Rito Carrasquilla de año nuevo, horas de la tarde, el 29 de diciembre de 1990, llegó un señor tocando la puerta el cual él abrió, como era frecuente, lo que no sabía, en si encontraba la mente un disparo a esa hora.
Muerte de Enelci A él lo matan el 19 de Marimón el día junio de 1989 en Ca19 de junio de yeco. 1989 en Cayeco.
Desaparición forzada de Alidis Díaz Terán, por el Ejército Nacional
Sacada con engaños de un primo hermano, el 30 de noviembre de 1993, en la casa de mamá, en el corregimiento de San José de Playón Asesinato de En la plaza de San Adolfo San MarJosé de Playón tín
Escribir en una frase, cuál es el hecho victimizante, propio que quiere trabajar
Lo recuerdo como un hombre bueno, más que todo cuando murió, mis hijos y yo quedamos desamparados porque ya no teníamos él apoyo de él. Esto para la comunidad fue un dolor inmenso, terror y misterio.
Temor
Pérdida de un líder comunitario, político, gestionó el colegio y Playón fue municipio por dos meses.
Anotar qué personas y/o instituciones deben enterarse Darle un nombre a la iniciativa
Gracias a la gestión de este señor, que dios lo tenga en su gloria, hoy por hoy nuestros niños, estudian y playón es muy reconocido.
Hacer un nicho en el cementerio, para ponerle sus velas.
Planificar la iniciativa
Autoridad competente. Instituciones, ONG. Unidad de víctima, y la comunidad.
"Playón se es- Playón sigue adetrenó como lante, (indicando municipio dos una flecha) meses en el año 1969"
Quisiera que se en- "Día frustrado" Flores artificiales terara algunos de sus familiares, la iglesia, las comunidades.
Los medios de co- "Lotero comu- En la iglesia, un municaciones nicativo" mural de chance.
Que estuvie- La comunidad, sus "Tristeza" ra en mi casa, familiares de ella, ahora mismo vi- la Fiscalía. viendo conmigo
Anotar que habría que hacer, para generar el nuevo significado, cómo, cuándo y dónde
Que no hubiera El cómo chanmás muertos. cero, me podía dar la oportunidad de ganarme un chance. Quisiera tener una foto de él para adornarla con flores.
Contar qué quisiera que hoy significara, cambiar significado. ¿Cuál sería ese nuevo significado? Me da un guayabo Volver a tener cuándo la recuerdo. a mi hija conmigo Contar con palabras escritas los significados, impresiones, sentido que hoy experimenta al recordarlo
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Contar cómo, cuándo y dónde ocurrió
Contar qué quisiera que hoy significara, cambiar significado. ¿Cuál sería ese nuevo significado? La comunidad sintió Un agricultor tristeza, dolor, nos gallero. sentimos impotentes.
Contar con palabras escritas los significados, impresiones, sentido que hoy experimenta al recordarlo Un monumento en noviembre en el cementerio de Playón.
Anotar que habría que hacer, para generar el nuevo significado, cómo, cuándo y dónde
Entro un grupo de la AUC eran como 80 hombres fuertemente armados, quemando carros, saqueos de víveres y abarrotes. Esto sucedió en San José de Playón. Homicidio de En el nuevo retén, el Graciela Lobo Máximo Ariza día 31 de Diciembre Marimon Acosta de 1997
Para nosotros los pobladores de este corregimiento, sería la tranquilidad y… bueno de todos. El cambio se puede hacer con una diversión o una estatua.
Recordar esta barbarie, nos da un sentimiento por los hechos causados en ese año inolvidable para la comunidad. Mucho dolor y lo recuerdo como una persona humilde y luchador de tierra.
Que tengamos un puesto de salud eficiente y que el gobierno nos ayude a todos los pequeños campesinos de esta región. En Cucal día 31 de Diciembre 2015 en su nombre
Utiliza ese servicio vendiendo café en la calle. Que los que venden café peguen su foto en la caja de los termos Homicidio de Lo mataron en Arro- Sentí miedo, triste- Reflejó valen- Amigos insepaBenjamín del yo Grande, en el año za, dolores, los re- tía, lloré. rables. Toro Berrio. 1990. cuerdos.
Llegaron unos hombres, lo agarraron y lo subieron a una camioneta, el 13 de abril del 2002. Homicidio de Le tocaron la puerta, Dolor y rabia, triste- Trabajar venDanilo Antonio él se levantó y se lo za en la comunidad. diendo café. llevaron y lo mataron y lo mataron en arroyo grande el 17 de septiembre de 1997 a tiros.
La masacre que hubo en San José de Playón, la Hugo Martínez noche del 18 de Ramos agosto del 1999.
Ventura Vello
Lucila Padilla Barón
Sujeys Flores
Nombre del participante
Escribir en una frase, cuál es el hecho victimizante, propio que quiere trabajar Darle un nombre a la iniciativa
Planificar la iniciativa
Deben de enterarse "Antes era Cula fiscalía, la defen- cal, hoy finca soría, las institucio- Ariza" nes, las organizaciones
recordati- "Reflejo de los Ramo de flores, jóvenes" sitio donde murió en arroyo grande en la manga de espanta viejo. Al gobierno nacio- "Progreso" Con ayuda ponal, principalmente demos ayudar a al presidente. otras comunidades.
Familia va.
Instituciones. Fis- "La noche del calía. Defensoría 17 de septiemdel pueblo. Unidad bre" de víctimas.
Unidad de víctimas. "Vivir para cul- La familia cultiLas organizaciones. tivar" vando con amor y ONG nacionales e felicidad. internacionales.
Anotar qué personas y/o instituciones deben enterarse
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Conclusiones y aprendizajes Luego de un intenso trabajo de tres meses, los logros y aprendizajes de esta experiencia piloto son muchos, de cara a posibles réplicas: Gracias a la obtención de forma temprana de veintidós iniciativas de memoria individuales y seis colectivas, completando así 28 iniciativas en los encuentros “Honrar la vida”, la comunidad de San José de Playón llegará con mayor madurez a la fase de definición de medidas de reparación simbólica de su Plan de Reparación Integral Colectiva – pric. Para el adecuado funcionamiento de la metodología de apropiación de iniciativas de memoria en futuras réplicas, el profesional en artes responsable deberá tener el dominio de conceptos como uso, significado, prácticas culturales y artísticas y no perder de vista el diligenciamiento de las tablas de sistematización de la experiencia. Es claro que con la implementación de la metodología se alcanzan a obtener ideas innovadoras de base cultural en clave de memoria, reconciliación y reparación, por lo cual se sugiere crear un espacio posterior a los encuentros de definición para dar una mayor estructuración a tales ideas. Para poder ampliar la frontera de los referentes a los que se acude de forma recurrente para hacer memoria, es fundamental que el profesional en artes se sitúe en el rol de asesor, trabajando desde la experiencia del otro, reconociendo las diferencias que hay entre persuadir, sugerir, ilustrar, manipular, opinar, orientar y consultar. De otro lado, es importante que en el diseño de talleres, encuentros e iniciativas de memoria, se establezcan vínculos con las prácticas culturales del contexto de trabajo, al igual que con el uso de materiales autóctonos, las historias locales, la culinaria, música, ritmos y lugares. Es fundamental, de igual manera, garantizar el adecuado registro audiovisual del proceso en los talleres o encuentros y de los productos como dibujos, mapas, ejercicios con el cuerpo, etc., para lo cual debe contratarse a expertos y no depender de los talleristas. Finalmente, la metodología de trabajo planteada para este proyecto puede resultar útil en otros procesos de reparación colectiva que se adelantan en el país, “por cuanto vincula al proceso a líderes de la comunidad que participan como investigadores locales, porque promueve un proceso artístico Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 109-137
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cimentado en una reconstrucción y compresión de los hechos de violencia ocurridos en el territorio, y al mismo tiempo da cuenta de la articulación necesaria entre las instituciones del Estado colombiano para garantizar la reparación integral a las personas y comunidades que han sido víctimas del accionar de los diferentes actores armados en el país” (Fúquene, 2015)4. Agradecimientos Para su ejecución, el proyecto contó con la participación de Stefani Jiménez Mora como Profesional Social, Manuel Zúñiga Muñoz como Profesional en Artes, Leiver Loré Torres, Gladys Martínez Del Toro y Edilberto Sanabria Puerta como investigadores locales, residentes en San José de Playón, y con la asesoría metodológica de Juliana Fúquene Barreto, del Centro Nacional de Memoria Histórica. Bibliografía Escobar Neira, F. (2010). En las ciudades. Discursos y prácticas de arte y cultura. Revista Errata. Recuperado de http://revistaerrata.com/ediciones/ errata-0-el-lugar-del-arte-en-lo-politico/en-las-ciudades-discursos-y-practicas-de-arte-y-cultura/ Jara Holliday, O. (2013). Orientaciones teórico-prácticas para la sistematización de experiencias. Centro de Estudios y Publicaciones Alforja, San José, Costa Rica. Biblioteca electrónica sobre sistematización de experiencias. Recuperado de: http://www.bibliotecavirtual.info/wp-content/ uploads/2013/08/Orientaciones_teorico-practicas_para_sistematizar_experiencias.pdf Organización Internacional para las Migraciones (2015). Proyecto de apoyo a la comunidad de San José de Playón del Municipio de María La Baja – Bolívar en la reconstrucción de los hechos victimizantes ocurridos en el marco del conflicto armado. Risler, J. y Ares, P. (2013). Manual de mapeo colectivo: recursos cartográficos críticos para procesos territoriales de creación colaborativa /1a ed. Buenos Aires, Argentina: Tinta Limón.
4 Texto elaborado por la asesora metodológica Juliana Fúquene. Organización Internacional para las Migraciones. (2015) Proyecto de apoyo a la comunidad de San José de Playón del Municipio de María La Baja – Bolívar en la reconstrucción de los hechos victimizantes ocurridos en el marco del conflicto armado.
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Cuento Helen Vega DOI: http://dx.doi.org/10.15648/cl.24.2016.8
El nombre Mi madre cuidó de sus fiebres y de sus insomnios. Su vida corta, su carrera incómoda hacia no sé dónde, lo hicieron distinto. Todos los hermanos cuidamos de él sin ninguna caricia, con pocos abrazos, pero con la más sólida complicidad. Fue a la escuela entre las horas de trabajo con zapatos prestados y las disputas del estómago lleno de aire a las horas del almuerzo. Se bañó en todos los aguaceros que pudo, se fumó todos los árboles de las noches tristes. Amaba escribir su nombre con efectos de luz en los cuadernos, en las cortezas de los guayabos y en las ventanas de la casa, en los suéteres de fútbol. Lo escribía con orgullo y una absoluta conviccoón de unicidad. Ahora en su lápida gastada por los años apenas se ve su nombre, solo, con una fecha injusta y poco específica. El olvido lo ha cubierto de hojas secas y la maleza se ha comido su historia; se ha tragado su sonrisa inmensa y sus brazos fuertes, sus años, lo que fue, lo que pudo ser, y ahora nadie lo reconoce en su nicho casi irreal y gris. Recordé una tarde cuando él me llevó a visitar la tumba de nuestro hermano mayor. Casi llora al ver una crucecita de madera con el nombre mal escrito. Le pusimos flores amarillas que recolectamos de una tumba cercana * Escritora nacida en El Carmen de Bolívar, Colombia. Docente en la Institución Educativa Luis Felipe Cabrera, Fe y Alegría Barú. Profesional en Lingüística y Literatura de la Universidad de Cartagena. Empezó a explorar la poesía a los 10 años de edad, en medio de cultivos, animales silvestres, lluvia y caminos de tierra. Su tesis de grado, Cuentos de vida o muerte, fue publicada por la editorial Oveja negra en enero del 2015 y parte de su trabajo poético se puede encontrar en el blog helendelavega. blogspot.com. Actualmente, está radicada en la isla de Barú, a dos horas de la ciudad de Cartagena. Allí se desempeña como docente de inglés y continúa su trabajo literario. Correo electrónico:helene-k1003@hotmail.com Recibido: 15 de marzo de 2015 * Aprobado 23 de abril de 2015
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y le hicimos una oración que él se sabía y que yo simulé saber moviendo los labios apenas, con una tristeza que venía de algún lugar bajo el suelo. Ahora en ese mismo terreno pequeño y recóndito está hundida la crucecita de madera empujada por la lápida con el nombre solo y la fecha poco específica, uno sobre el otro como un edificio de tristeza que pesa sobre mi sangre con mil recuerdos atorados debajo del cemento, más cemento y soledad.
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Nueve escalones al cielo Enrique había salido temprano aquel día a hacer algún trabajo de albañilería, su gesto confuso y su caminar pesado no eran los habituales. —¿Y qué tal si me dieran un tiro aquí?—. Señaló arriba de su ceja derecha con el dedo índice. —Seguramente no sentiría nada—. Concluyó. Había presentido toda la semana algo inevitable, y la hora parecía acercarse cada vez más cuando se enteró que habían matado a su mejor amigo en su propia casa. Era cosa común por aquellos días en que la guerrilla se comía el pueblo como perros masticando huesos. Por esos días cuando cada mañana había una noticia nueva de un muerto nuevo, pero no era tan distinto, a excepción del nombre del masacrado. Quizá iba rumiando el nombre del amigo muerto mientras caminaba, y por eso su paso se hacía obligado y tenso como si sus botas de trabajo estuvieran hechas de plomo. El trabajo quedó inconcluso. Para qué trabajar si seguramente ese sería su último día. Y las ganas se habían terminado como terminaba la tarde, como terminaba el día. Llegó a la casa de su madre, comió por última vez un plato de arroz blanco, carne y un jugo de mango que su hermana había hecho. No era común que se fuera tan tarde, ya que el camino era oscuro y había que recorrer una senda donde las lámparas de las redes eléctricas figuraban como fantasmas más negros que la oscuridad misma. Y los árboles con sus manos largas hacían parecer aquella ruta una cueva donde uno no podía ver ni sus propios pies al caminar. A mí lo que me da miedo es eso…que me salgan dos tipos en el callejón; sí, por ahí por donde Jairo, y me vayan a disparar; por eso cuando paso por ahí siempre voy pendiente.
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El terror dormía en casa aun cuando se colocaban trancas de madera a las puertas, aun cuando se soltaba el perro y se ponían vasos de electroplata en las orillas de las ventanas y las puertas. El terror era como el polvo, se metía por todas partes, y uno amanecía empapado en él aunque se sellaran con trapos las rendijas; aun a pesar de los toldillos, aun a pesar de las sábanas. Enrique sentado aquella última noche, recordó los días de colegio, las carreras para alcanzar las ciruelas a la salida. El sudor de los días y los zapatos prestados de su hermano; recordó los días en que Mamá lo correteaba con varitas de guayabo por alguna travesura, una foto familiar, y la cara de su hermano mayor muerto hace ya varios años a causa de una descarga eléctrica en alguna torre de Mamonal. Empezó a imaginar que era un ángel parado en un poste de luz cuidando a su madre mientras veía las luces de la estación y las opacas bombillas rojizas que dibujaban un pesebre; y la dignidad de la torre de la iglesia que se sumergía en el agujero que era ahora el pueblo. Imaginó que sería un ángel como lo era ahora su hermano mayor y que volaba por las plantaciones de yuca y los maizales verdes de abril. Imaginaba, pensaba, distraía las horas mientras apretaba sus manos miedosas en los bolsillos. La camioneta del jefe de Jairo se desportillaba por las calles para ir a recogerlo. —Nadie vio nada— Dijo una señora. —Fueron nueve, nueve, nueve balazos. —Que eran dos, que se fueron por las trochas. —Que nadie los vio, que nadie los vio. Que estaba oscuro, o que todo fue tan rápido, o que todos estaban ciegos, o que la guerrilla, los paramilitares y el ejército habían dejado a todos ciegos y solos en una fosa común donde los muertos sembraban tabaco e iban a la iglesia con la misma devoción con que asistían a las casetas nocturnas. Que Enrique ahora volaba a ras del suelo como una tórtola asustada. Que contó: Uno, por mi hermanita menor Dos, por mi padre Tres, por mi mujer Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 139-143
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Cuatro, por mis hermanos todos Cinco, por mi madre Seis, por mi madre Siete, por mi madre Ocho, por mi madre Nueve, por mí, y el último respiro de este ángel en el que me convierto y que empieza a desaparecer.
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Testimonio Los resistentes Laura Mercedes Martínez Salcedo* Flacso, Ecuador DOI: http://dx.doi.org/10.15648/cl.24.2016.9
Al llegar una expedición en 1776 a San Jacinto le llamaron “El Sitio”, pero un año más tarde —al ser fundado y constituido por Antonio de la Torre— se le dio el nombre de “San Jacinto de Duanga”, quien era capitán de los ejércitos reales al servicio de España; y es así como hoy se le llama a este territorio incrustado en los Montes de María, ubicado a 100 kilómetros de la capital bolivarense (Alcaldía de San Jacinto - Bolivar, 2013). Y nosotros, los hijos y nietos de la guerra en esas tierras, sabemos bien que por aquellos lares no sólo hubo —y persiste— la violencia, sino que son espacios encantados, mágicos, polvorientos, olvidados pero resistentes. Emociona mencionar a los Montes de María, que no tienen nada que ver con la madre de Jesucristo, el Mesías, no. María cualquiera, la que lava platos y ropa, la que se sienta en un taburete en las tardes para hacer tabaco o gastar horas y horas tejiendo; la chismosa, la esposa del que hace bastones. María la del común y corriente, la no mencionada, y recordando a Eduardo Galeano, esta sería María la nadie. Eso son los Montes de María, donde se ubica San Jacinto. Y entonces, leyendo descubro que fue por aquellos lugares donde vivieron varios pueblos indígenas, especialmente los zenúes, de quienes se sabe que sobrevivieron a la matanza e inmigración ilegal de los europeos llamada colonización. Quiero pensar que mi abuelo sabiendo aquello, vivía emocionado por tales gestas libertarias, tal como me siento yo. * Está cursando estudios de maestría en Investigación en Antropología, en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (flacso), sede Ecuador. Trabajadora Social y Técnica en Música. Ha trabajado memoria histórica y participado en proyectos de defensa de los derechos humanos de las víctimas del conflicto armado colombiano, con entidades como la Secretaría para las Víctimas y Derechos Humanos de la Gobernación de Bolívar y el Secretariado de Pastoral Social en Cartagena. También, se ha vinculado en procesos de Educación para la Paz en la zona urbana de Cartagena, Bolívar. En el año 2015 publicó “Tiempo de mariposas y ruiseñores”, un artículo que versa sobre la reparación, en su dimensión simbólica, a las víctimas del conflicto armado en Colombia. Correo electrónico:lauramartinezsalcedo@gmail.com Recibido: 15 de marzo de 2015 * Aprobado 23 de abril de 2015
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Como lo mencionaba, antes de la fundación del pueblo, los indígenas Zenú habitaban este lugar desde periodos prehispánicos y convivían con los Malibúes, quienes también residían en esta zona montemariana; constituyéndose en pueblos insignes para las relaciones políticas, económicas, sociales y culturales que actualmente se construyen en la zona. Los Malibúes eran reconocidos por su trabajo con piedra para la fabricación de utensilios y objetos decoradores, además de que por medio de petroglifos grabados en ellas, podían comunicarse (Museo Comunitario San Jacinto, 2014). Algunas de estas piezas se conservan en el Museo Comunitario de San Jacinto, debido a que Guillermo Quiroz Tiedjen —el teacher— las mantenía en su casa y en 1984 aproximadamente, se las entregó a su hermano Jorge —El Braco—, cuando apenas se gestaba el proyecto del museo como una Biblioteca Municipal. Actualmente es Jorge, uno de los Quiroz, quien lleva la batuta de este espacio de encuentro sociocultural. Allí se exponen piezas con un alto valor arqueológico, y también, suena la gaita y los tambores; y el bullicio de los niños, niñas y jóvenes que se dan cita a las clases de música en las tardes. Los hijos de Manuel Quiroz, los Quiroz Tiedjen, eran trece hermanos oriundos de San Jacinto, entre los cuales se encontraban Guillermo, Frederic y Carlos, a quienes les fue arrebatada la vida como consecuencia del conflicto armado en el territorio; espacio que ha sido violentado por guerrillas —ELN, ERP, EPL y FARC—, grupos paramilitares, la Fuerza Pública y las bandas criminales. Porque a la par que se han tejido mochilas y una famosa hamaca grande, se ha tejido también un conflicto en torno a la posesión de la tierra y éste ha sido violento y avasallador para el pueblo. Cuando apenas comenzaba el siglo XX, en Colosó, Ovejas y San Onofre, municipios de Sucre, se crearon organizaciones que luchaban por la tierra; esta dinámica se extendió a Bolívar, creándose también las “Ligas campesinas” entre 1930 y 1940 (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, 2010). Contagiados por las dinámicas del campesinado en Latinoamérica, se conforma la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC), de la cual hizo parte “El teacher” como secretario general. Guillermo había empezado a estudiar Filosofía y Letras en la Universidad del Atlántico, pero se retiró de la carrera, volvió a su pueblo y se dedicó a enseñar en el Instituto Rodríguez, donde se enamoró de una estudiante que posteriormente fue su esposa, cual narrativa de vallenato. Luego abandonó la docencia e inició su defensa por los derechos de los campesinos; la vida no daba tregua a la injusticia y su trabajo tampoco. Creía fielmente en sus ideales y se mantenía de lleno en su Partido Comunista Marxista-Leninista. Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 145-149
Laura mercedes martínez Salcedo
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Pero a “El teacher” lo acusaron de guerrillero de la misma manera con que se ha estigmatizado al pueblo sanjacintero por décadas enteras y lo asesinaron. Un sábado 13 de abril de 1985 llegaron a la 1:00 de la madrugada a la casa de Guillermo cuatro hombres que se identificaron como miembros del Ejército Nacional, le dijeron a su esposa Ana Dolores Arrieta que lo llevarían a la Segunda Brigada para hacerle unas cuantas preguntas y se lo llevaron violentamente frente a su esposa y sus hijos. No fue así, fue hallado en un lugar cercano a Luruaco con signos de tortura y 14 impactos de bala. Fue tal la afectación que a su entierro asistieron miles de personas del departamento y de todo el país, organizaciones sindicales y comunales, coterráneos, amigos y familiares. San Jacinto, y en especial los campesinos, lamentaron la muerte de su líder. Una nueva voz se apagaba en la defensa de la tierra. Frederic, en cambio, no era un líder del campesinado. Con mucho esfuerzo montó una farmacia y desde allí se encargaba de ayudar a sus paisanos. Cuentan quienes fueron cercanos a él que siempre colaboraba a las personas que llegaban por algún medicamento, y que la cuenta sobrepasaba sus escasos recursos. Fue asesinado el 31 de agosto de 1997. Hoy, aquellos que fueron sus vecinos, lo recuerdan como una persona buena gente. De esa que abunda en los lugares donde el mochuelo canta con tanta alegría, que sabemos que existen y les conocemos, muy a pesar de los señalamientos que se les ha hecho. Carlos por su parte, salió de San Jacinto a Cartagena luego de haberse casado, conformó allí una familia y logró construir una estación de servicio o gasolinera. Se devolvió a su tierra natal y desde entonces se dedicó a la política. Fue concejal y después aspiró a la alcaldía; elecciones que ganó el 26 de octubre de 1997, para empezar a ejercer su labor de burgomaestre en el periodo que va entre los años 1998 y 2000. Pero no logró posesionarse porque también lo asesinaron. Juan Manuel Borré Barreto, Alias “Javier”, en sus declaraciones en versiones libres en el 2008, le dijo al fiscal de Justicia y Paz que una vez ganada la confianza de Mancuso y Castaño, y obteniendo así, un nuevo cargo como jefe, le dieron orden de asesinar los Quiroz. Alias “Javier” y alias “El Chuzo” mataron a Frederic Quiroz; y a Carlos, el alcalde electo, lo extermina el mismo Borré. Después de que al asesinar a su hermano (Frederic), Carlos comienza a presionar a la policía en búsqueda de verdad y justicia. El teniente Solano informa a las AUC, lo que acelera Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 145-149
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los resistentes
la orden de matarlo, precisa alias “Javier”. “Lo maté personalmente al frente de la terraza de su casa, le pegué seis tiros de 9 mm”, dijo Borré. (Verdad Abierta.com, 2011). Con la muerte de Carlos se vieron perdidas las esperanzas de los votantes, las de los sanjacinteros. El último de los hermanos Quiroz en ser asesinado, tenía muchos planes de progreso para su pueblo y había gestionado recursos de cooperación internacional para la construcción del acueducto; cosa que nunca se dio, porque cuando la violencia se imprime sobre un líder, suelen truncarse o debilitarse los procesos de reivindicación colectivos. Estos hechos se constituyen en claros mensajes de horror para la comunidad entera; mensajes sobre quién ejerce el poder y cómo puede ejercerlo. Yo no sé cómo llamar a estos hermanos, pero a mi abuelo, quien fue un líder campesino de Colosó (Sucre) —no me gusta llamarlo desde la categoría de víctima, no desde la que impone el Estado y la literatura de los dominadores, como si los nuestros no hubiesen resistido, porque después de todo—, aunque le arrebataron la vida, más que víctima fue consecuente. Él mismo iba haciendo su camino, y con sensatez esperaba, sin que nadie le advirtiera, el apocope de sus días, o quizás contaba con el onirismo de pocos en su tiempo. Total, es que en medio de su risa y sus versos, él se fue despidiendo, dejando un olor a comienzo, que supongo que no es más que el que aspiró mi abuela Eti cuando vendió todo, empacó sus corotos y se fue para Sincelejo. Comienzo que dejó a mi madre más de doce años sin ir a su tierra y deambular por su historia, y que como si fuera poco, en ese punto de partida nos dio la vida a mi hermana y a mí, para seguir repartiendo del perfume que dejó el hombre que con sombrero blanco pronunció un discurso entre tragos a un presidente para poder aguantar tanta coherencia, que conoció al Papa en persona y entonces no se volvió importante, pero sí muy respetado porque regaló toda clase de sacramentales en el pueblo; de un hombre que no conocí personalmente pero que pareciera que me habita y llevo dentro, tal como creo que llevan a los Quiroz en su tierra. A mi abuelo, a los hijos montemarianos que con sus resistencias cotidianas nos enseñaron que siempre hay otros mundos posibles, mis respetos, eternos agradecimientos y recuerdos. “Paso a paso voy llegando/ donde me espera la muerte/ sin quejarme de mi suerte, / aunque mal la estoy pasando. No puedo decirles cuándo/ atracarán al malecón, / mi rústica embarCuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica • ISSN 1794-8290 • No. 24 • Julio-Diciembre 2016 • 145-149
Laura mercedes martínez Salcedo
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cación/ que va dejando una estela/ en el mar de la miseria, / donde se ahogó mi ilusión” (Salcedo, 1987).1 Referencias bibliográficas Abierta, V. (28 de 06 de 2011). Verdad Abierta.com. Obtenido de http:// www.verdadabierta.com/component/content/article/36-jefes/3349-javierde-guia-de-soldados-a-para-a-bacrim Bolivar, A. d. (27 de 08 de 2013). Alcaldía de San Jacinto - Bolivar. Obtenido de http://www.sanjacinto-bolivar.gov.co/informacion_general.shtml#arriba Jacinto, M. C. (29 de 04 de 2014). Museo Comunitario San Jacinto. Obtenido de http://www.museocomunitariosanjacinto.com/ Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. (2010). Los Montes de María: Análisis de la conflictividad. Bogotá: PNUD Colombia.
1 “A mi mujer y mis hijos”. Últimos versos escritos por mi abuelo Juan Arquímedes Salcedo, días antes de ser asesinado, Colosó, Sucre.
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Entrevista Carlos Fajardo* Universidad de La Salle, Bogotá. DOI: http://dx.doi.org/10.15648/cl.24.2016.10
Uno de los materiales compartidos en esta edición de la Revista Cuadernos de Literatura es la entrevista “Si el río hablara”, realizada por el poeta Carlos Fajardo al director y dramaturgo César Badillo y a la actriz Nora González Reyes, del Teatro La Candelaria. Esta hace parte del seriado de arte Vida y obra de artista, dirigido por el escritor, bajo la realización y producción de Le Monde diplomatique y Ediciones Desde Abajo. El teatro La Candelaria de Bogotá, realizó el 2014 el montaje de la obra “Si el río hablara”, bajo la dirección del dramaturgo y actor César Badillo. La siguiente aborda los temas que se trabajan en dicha obra de teatro, que van desde el proceso creativo, sus influencias literarias y artísticas en el montaje, hasta los tenebrosos relatos que sirvieron para dar vida artística a las víctimas del conflicto, desaparecidas y arrojadas a los ríos de Colombia. César Badillo y Nora González tocan las fibras de un país que ha lanzado a las víctimas de la violencia a las aguas del olvido. Con una excelente puesta en escena, la obra es un homenaje al rescate de la memoria, reivindicando una estética que cuestiona, con calidad y rigor, la llamada peste del olvido, a la vez que rescata las voces de aquellos que fueron silenciados por la barbarie.
* Poeta y ensayista, nacido en Santiago de Cali. Doctor en Literatura de la uned (España); Magíster en Literatura de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá y Filósofo de la Universidad del Cauca. Profesor universitario de estética, historia del arte y literatura en la Universidad de la Salle-Bogotá-. Cofundador de la Corporación “Si Manaña Despierto”, dedicada a la investigación y creación artística y literaria. Tiene publicadas, entre otras obras, Charlas a la Intemperie (2000) y Estética y posmodernidad. Nuevos contextos y sensibilidades (2001), Estética y sensibilidades posmodernas (2005). Sus poemas y ensayos han sido traducidos al inglés, italiano, serbio y portugués. Ganador del premio de poesía Antonio Llanos, Santiago de Cali 1991; segundo premio en el Primer Concurso Nacional de Poesía ICFES, 1984; Mención de Honor en el Premio Jorge Isaacs 1996 y 1997; Mención de Honor Premio Ciudad de Bogotá, 1994. El premio de poesía Jorge Isaacs le fue otorgado en diciembre de 2003. Correo electrónico:carfajardo@hotmail.com Recibido: 15 de marzo de 2015 * Aprobado 23 de abril de 2015
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Entrevista
Sinopsis de la obra: “Si el río hablara... es una pieza teatral que explora el fenómeno de la violencia en el mundo campesino y cómo los ríos se convirtieron en su principal y trágico escenario. Cuenta la historia de cuatro personajes; La Mujer, una madre que busca a su hija desaparecida, El poeta, un hombre extraño y atormentado que ofrece su ayuda en la búsqueda. La Devota, mujer rezandera que habla con los muertos y los rescata de las aguas y El ribereño, que representa al testigo silencioso que todo lo ha visto. Si el río hablara… recoge un fenómeno cultural muy interesante que, por razón de la violencia paramilitar y las masacres, se empezó a presentar en las riberas de los ríos de Colombia. El artista Juan Manuel Echavarría lo recreo en un su obra sobre los muertos de agua, es decir, víctimas que fueron lanzadas a las aguas y que a pesar de la prohibición de los grupos armados de tocar o desviar sus cuerpos, fueron rescatadas y puestas en cementerios artesanales, generalmente por mujeres de las riveras. De allí los actores del Teatro La Candelaria, empezaron a perfeccionar una historia que hablara no sólo de la ocurrencia misma del fenómeno, sino de qué sentiría la propia víctima en ese trasegar. Tomado de: Agencia Prensa Rural (miércoles 31 de julio de 2013). “Si el río hablara…” vuelve al teatro La Candelaria. Recuperado de: http:// prensarural.org/spip/spip.php?article5854
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Documental ¿Y si dejáramos de cultivar? Campesinado y producción Agroalimentaria Montes de María Nyria Ramírez* Equipo de Comunicaciones OPDS Montes de María DOI: http://dx.doi.org/10.15648/cl.24.2016.11
¿Y si dejáramos de cultivar? es una estrategia audiovisual que pone en escena las problemáticas que ha enfrentado históricamente el campesinado en Montes de María, debido al conflicto armado y las políticas estatales en materia de economía, producción agrícola y distribución de la tierra en Colombia. Pero, al mismo tiempo, sitúa las propuestas que en relación a todos estos temas están generando las organizaciones campesinas desde el territorio. En ese sentido, puede decirse que el documental hace visible el papel histórico del campesinado en el país, desde una mirada crítica y propositiva. El documental se produjo en el marco de la Estrategia Nacional por una Reforma Rural Transformadora-ENI/Colombia y es resultado de un proceso de investigación en la subregión de los Montes de María. Su realización contó con el apoyo de distintas entidades, tales como el Observatorio
* Comunicadora social de la Universidad Surcolombiana, ambientalista y responsable de la estrategia de comunicación de la Corporación Desarrollo Solidario. Recibido: 28 de abril de 2016 * Aprobado: 30 de mayo de 2016
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Documental
de Territorios Étnicos y Campesinos de la Pontificia Universidad Javeriana, la Corporación Desarrollo Solidario, el CINEP y las Organizaciones de Población Desplazada Étnica y Campesina de los Montes de María (OPDS-Montes de María). La participación de esta última organización fue crucial en la realización del documental. La voz y criterio de las OPDS-Montes de María fue determinante en lo que finalmente se mostró en la pieza audiovisual. Es decir, todo lo que aparece en ¿Y si dejáramos de cultivar? partió del diálogo y la concertación con las organizaciones. Por ello, los treinta minutos que se muestran (de las diez horas de grabación) responden a lo que las OPDs consideraban necesario y urgente poner a circular. En consonancia con esto, el documental:1) permite ver por qué la subregión de Montes de María ha sido considerada una despensa agraria para la región en general; 2) historiza las tensiones y luchas que han tenido lugar en el territorio para acceder a la tierra; 3) sitúa la incidencia del conflicto armado en la región y en las vidas de miles de campesinos y campesinas; 4) evidencia las propuestas que, en distintos niveles, ha realizado el movimiento campesino para dar salida a las problemáticas sociales, políticas y económicas del territorio; 5) cuestiona el desconocimiento de la población en general sobre todas estas dinámicas y, finalmente, 6) invita a la audiencia a vincularse a los procesos de transformación. Ahora, vale señalar que la construcción de la reflexión no terminó con el producto mismo, pues el documental se ha proyectado a lo largo y ancho del territorio montemariano, permitiendo la apertura de nuevos espacios de diálogo sobre lo que en él se registra. Todo ello, aunando la calidad audiovisual de la realización, hace a ¿Y si dejáramos de cultivar? un material rico y necesario, que invita a la reflexión, contribuye a la construcción de una memoria consensuada del conflicto y deja ver la incidencia de los sectores campesinos como actores políticos capaces de articular propuestas consistentes que pueden dar salida a problemáticas que aquejan al país, tales como la falta de seguridad alimentaria y el conflicto armado.
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A nuestros colaboradores
Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica es una publicación periódica semestral cuyo objetivo fundamental es divulgar artículos, avances e informes de investigación de profesores y estudiantes de literatura e investigadores nacionales e internacionales, interesados en la literatura y cultura del Caribe colombiano e Hispanoamérica. Es editada por el Centro de Estudio e Investigaciones Literarias del Caribe – ceilika y su Semillero de Investigación gelrcar - Grupo de Estudios de Literaturas y Representaciones del Caribe, y el Grupo de Investigación Literaria del Caribe - gilkarí y su Semillero de Investigación en Literatura y Cultura - silic. ceilika es un grupo interinstitucional de investigación reconocido por Colciencias en Categoría A, adscrito a la Facultad de Ciencias Humanas y a la Vicerrectoría de Investigaciones, Extensión y Proyección Social de la Universidad del Atlántico, y a la Facultad de Ciencias Humanas y a la Vicerrectoría de Investigaciones de la Universidad de Cartagena. gilkarí es un grupo de investigación reconocido por Colciencias, adscrito a la Facultad de Ciencias Humanas y a la Vicerrectoría de Investigaciones, Extensión y Proyección Social de la Universidad del Atlántico. Proceso editorial Cada autor es responsable de las interpretaciones, los enfoques y las opiniones que enuncia en su trabajo. El comité editorial nacional e internacional no asume responsabilidad sobre los artículos publicados, ni estos expresan el pensamiento, la ideología o la interpretación del comité, ni del director de la revista. La revista no mantiene correspondencia por colaboraciones no solicitadas, ni devuelve los artículos que el Comité Editorial decida no publicar. Los
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trabajos recibidos no implican publicación. El Comité selecciona los artículos de acuerdo con criterios de calidad, pertinencia, originalidad, rigor investigativo, carácter de inédito y cumplimiento de normas. A continuación, los documentos pasan a ser evaluados por pares ciegos. Finalmente, el Comité, a partir de la evaluación de los pares, les comunica a los autores su decisión mediante una carta (de aceptación, de aceptación con cambios o de rechazo). Si el artículo es aceptado con cambios, se les otorga a los autores un plazo de dos (2) semanas para realizarlos. Durante el periodo de evaluación, la revista podrá contactar a los autores. Una vez un artículo es aceptado para publicación, el autor debe firmar una autorización a la revista Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica de cesión de sus derechos, tanto en la versión impresa como en la digital. Los autores reciben, cada uno, dos ejemplares del número en el que aparezca su texto. Normas para la recepción de los textos 1. Todo artículo (crítica, análisis, reseña u otro) debe versar sobre literatura o cultura del Caribe e Hispanoamérica. Debe responder a los requerimientos de cada convocatoria. 2. Debe ser inédito y no estar en proceso de evaluación por parte de ninguna otra publicación. 3. Los trabajos deberán enviarse al comité editorial de la revista, en físico o por correo electrónico, digitados a doble espacio, en papel tamaño carta, preferiblemente en Word. El tamaño de los caracteres es de 12 puntos y el tipo de fuente deberá ser Times New Roman. La extensión de los artículos no excederá las ocho mil (8.000) palabras o veinticinco (25) cuartillas, incluyendo las citas y el resumen. En cuanto a las reseñas, estas no deben sobrepasar las cinco (5) cuartillas y deben también atender a las especificaciones antes mencionadas. 4. Debe anexarse el resumen del artículo en español y en inglés, en máximo cien (100) palabras, en el que se especifique el tema, el objetivo, la metodología, la hipótesis central y las conclusiones del texto. 5. Debe incluirse, en archivo aparte, una síntesis del currículum vitae del autor con los siguientes datos: nombres y apellidos completos, ciudad y país de nacimiento, último título académico, institución donde trabaja o a la que está vinculado, cargo que desempeña, título de la investigación de la
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cual proviene el artículo, cuando sea el caso, y las referencias bibliográficas de sus últimas dos publicaciones. 6. Debe incluirse el nombre del proyecto de investigación del que el texto se desprende. 7. Al final del texto, en orden alfabético, debe relacionarse la bibliografía citada, según las especificaciones de la APA, así: 1. REFERENCIAS Y CITAS EN EL TEXTO Un trabajo por un autor: -Pérez (2004) comparó la literatura colombiana… -En un estudio sobre la literatura colombiana (Pérez, 2004)… -En un estudio sobre la literatura colombiana, Pérez (2004) comparó… Un trabajo por múltiples autores Si un trabajo es de dos autores, se deben citar ambos en todas las ocasiones. Si el trabajo es de tres, cuatro o cinco autores, se deben citar todos la primera vez y luego citar solo al primero seguido de “et al.” (en tipo normal y terminado en punto) y el año. En caso de que el trabajo citado sea el mismo, si la cita aparece en el mismo párrafo en que figura el año de publicación, se debe omitir el año, así: - Primera cita: Wassersteil, Zapulla, Rosen, Gerstman y Rock (1994) encontraron… - Siguientes citas en otros párrafos: Wassersteil et al. (1994) encontraron… - Siguientes citas en el mismo párrafo: Primera cita: Wassersteil et al. encontraron… Si un trabajo es de seis o más autores, se cita solo el primero, seguido de “et al. en todas las ocasiones. En la lista de referencias se citarán todos ellos. Textos clásicos Si un trabajo no tiene fecha de publicación citar en el texto el nombre del autor, seguido de s.f. (por “sin fecha”). Cuando la fecha de publicación es inaplicable, como sucede con textos antiguos, se debe citar el año de la traducción utilizada, precedida de trad., o el año de la publicación original, que se debe incluir en la cita:
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- (Aristóteles, trad. 1931) - James (1890/1983) No es preciso incluir en la lista de referencia citas de los trabajos clásicos mayores, tales como la Biblia, o de autores clásicos griegos y romanos. En este caso, se debe citar en el texto el capítulo y el número, en lugar de la página. Partes específicas de una fuente o “citas textuales” Se debe indicar la página, capítulo, figura o tabla. Incluir siempre el número de página en las citas literales. La cita debe encerrarse entre comillas si va dentro del cuerpo del trabajo (dejando el punto que finaliza la oración por fuera. Si la cita tiene más de cuarenta (40) palabras, debe ir con sangría y fuente tamaño 11, sin comillas: - “A Dominica de Orellana le gustaba caminar en los atardeceres, después de esa lluvia que parece estar ahí sin estruendo ni tiempo, elemento de un paisaje originario anterior a los navegantes y descubridores” (Burgos, 2013, 134). - El novelista escribe: A Dominica de Orellana le gustaba caminar en los atardeceres, después de esa lluvia que parece estar ahí sin estruendo ni tiempo, elemento de un paisaje originario anterior a los navegantes y descubridores. Se deja llevar por sus pasos. No establece una ruta. Un día una calle. Otro una playa. Alguna vez una plaza. O merodea el embarcadero del puerto. Se devuelve al colegio de la Compañía y entra con sigilo para no llamar la atención del portero. (Burgos, 2013, 134)
2. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS (A PIE DE PÁGINA O AL FINAL DEL TEXTO) Libros Deben incluir la siguiente información: Apellido del autor, Nombre. (Año de publicación). Título de la obra (en cursiva). (Edición). Ciudad: Editorial. Nota: La edición se señala solo a partir de la segunda. Si se trata de la primera edición, después del título se coloca un punto. Ejemplos:
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- Rojas Herazo, Héctor. (1976). Señales y garabatos del habitante. Bogotá: Colcultura. - Ary, Donald; Jacobs, Lucy y Razavich, Asghar. (1982). Introducción a la investigación pedagógica. México: Interamericana. - Ayer, Alfred (Comp.). (1978). El positivismo lógico. México: Fondo de Cultura Económica. Cuando se cita el capítulo de un libro, que hace parte de una compilación, se cita —en primer lugar— el autor del capítulo y el título del mismo; seguidamente el compilador o editor, título del libro, las páginas del capítulo entre paréntesis, lugar de edición y editorial, igual que en la referencia de cualquier otro libro. Ejemplo: - Bartolomé, Antonio. (1978). Estudios de las variables en la investigación en educación. En Arnau, Jaime (Comp.). Métodos de investigación en las Ciencias Humanas (103-138). Barcelona: Omega. Artículos de revista Deben incluir la siguiente información: Autor(es) y año (como en todos los caso); título del artículo, punto; nombre de la revista completo y en cursiva, coma; volumen en cursiva; número entre paréntesis y pegado al volumen (no hay espacio en blanco entre volumen y número); coma, página inicial, guion, página final, punto. Ejemplo: - Gutiérrez Calvo, Manuel y Eysenck, Michael. (1995). Sesgo interpretativo en la ansiedad de evaluación. Ansiedad y estrés, 1(1), 5-20. Referencias de sitios Web -Ragusa, Silvia. (2007, julio-octubre). La narratología fílmica o el lenguaje audiovisual en Amada hija. Espéculo, 36. Recuperado de https:// pendientedemigracion.ucm.es/info/especulo/numero36/amahija.html Las referencias bibliográficas deben presentarse ordenadas alfabéticamente por el apellido del autor, o del primer autor en el caso de tratarse de un texto escrito por varias personas. Si se citan varias obras de un mismo autor, estas se organizarán según el año de publicación.
Maestría en Literatura Hispanoamericana y del Caribe Código SNIES No. 90995
Presentación La Maestría en Literatura Hispanoamericana y del Caribe busca fortalecer la investigación en el área cultural de América Latina y del Caribe, además del conocimiento literario, y permite la formación de un grupo de intelectuales investigadores capaces de abordar la producción literaria y cultural hispanoamericana y del Caribe a través de ensayos, estudios, ediciones críticas y actividades académicas, desde una perspectiva crítica post-colonial, no totalizante ni unidimensional. Este programa se fundamenta, igualmente, en la articulación de los trabajos de los grupos de investigación ceilika Y gilkarí. Objetivos del programa - Promover la cualificación de los estudios literarios en la región mediante la actualización en el manejo de conceptos, técnicas y métodos, tanto de la crítica y la teoría literaria canónica como de las propuestas teóricas caribeñas e hispano- americanas emergentes, que faciliten el acercamiento competente a las obras literarias hispanoamericanas y del Caribe. - Crear el espacio institucional para estimular un ambiente de discusión académica en torno a la literatura Hispanoamericana y del Caribe, que aporte al conocimiento idóneo del entorno sociocultural. - Desarrollar una metodología para el estudio de las literaturas de Hispanoamérica y el Caribe que responda a sus historias particulares y a sus realidades propias, con el fin de elaborar una historia de estas literaturas.
-Problematizar las relaciones entre las literaturas Hispanoamericana y la literatura del Caribe, teniendo en cuenta las configuraciones sociohistóricas particulares que les die-ron origen. -Formar en el conocimiento y la investigación especializados en el campo de los estudios literarios y culturales, caribeños. Líneas de investigación - Literatura comparada de Hispanoamérica y del Caribe. - Literatura popular y Etnoliteratura Hispanoamericana y del Caribe. - Narrativa y contextos socioculturales en Hispanoamérica y del Caribe. - Poesía y contextos socioculturales de Hispanoamérica y del Caribe. - Teoría, historia y crítica Hispanoamericana y del Caribe. Dirigido a Profesionales de Ciencias del Lenguaje con título de Licenciados en Humanidades y Lengua Castellana, Lingüística y Literatura, Español y Literatura, Idiomas Extranjeros, Filología e Idiomas y otros programas en áreas afines a Ciencias Sociales y humanas. Título que otorga Magíster en Literatura Hispanoamericana y del Caribe Duración y horarios El programa está diseñado para que los estudiantes puedan completar todos los requisitos de grado en un tiempo de cua-
tro semestres académicos con metodología presencial y disponibilidad de tiempo completo. El horario de los encuentros presenciales se desarrollará semanalmente durante los días viernes (5:30 p.m.-9:30 p.m.) y sábados (8:30 a.m. 12:30 p.m. y 2:30 p.m.- 6:30 p.m.). Requisitos de inscripción - Formulario de inscripción diligenciado. - Certificado original de notas universitarias con promedio igual o superior a 3.5 (tres-cinco). - Elaboración de un ensayo crítico sobre una obra literaria hispanoamericana y del Caribe (Examen presencial). - Propuesta de investigación en una de las líneas del programa (extensión equivalente a 2.000 palabras). - Hoja de vida actualizada. - Fotocopia autenticada del diploma o acta de grado de pregrado. - Fotocopia ampliada de cédula de ciudadanía. - Dos fotos 3X4 - Certificado de afiliación al régimen de seguridad social - Volante de consignación original y una copia. Formas de pago - Consignación Cuenta Corriente No. 026669999075 Banco Davivienda – Formato de convenios empresariales. - Pago por cuotas - Créditos con ICETEX - Tarjetas débito y crédito ASPECTOS FINANCIEROS Costos de inscripción Equivale a 8 SMDLV. Referencias para diligenciar el volante de consignación del Banco Davivienda:
REF 1: Número de documento de identidad REF2: 80190022 Costos por semestre Equivale a 7 SMMLV Referencias para diligenciar el volante de consignación del Banco Davivienda: REF 1: Número de documento de identidad. REF2: 80370022 Componentes del costo por semestre Matrícula 2.5 SMMLV Derechos Académicos 3.0 SMMLV Costos de Administración 1.5 SMMLV Descuentos del costo por semestre Egresados Universidad del Atlántico: 20% del componente de matrícula. Descuento por Sufragio: 10% del componente de matrícula Pago extemporáneo del costo por semestre Adicionar el 20% del valor del componente de matrícula Mayor Información Universidad del Atlántico - Departamento de Postgrados Teléfonos: 319 70 10 Ext. 1050 Kilómetro 7, Antigua Vía a Puerto Colombia Barranquilla - Colombia postgrados@mail.uniatlantico.edu.co mliteraturadelcaribe@mail.uniatlantico. edu.co http//www.uniatlantico.edu.co
Índice Periódico Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica No. 19 – Enero-Junio de 2014 Memorias, violencia y desplazamiento forzado Presentación Cielo Puello - Universidad Andina Simón Bolívar, Ecuador discurso, poder y conflicto armado La construcción del ethos en el discurso político: Un caso de legitimación y poder Lil Martha Arrieta - Universidad de Cartagena, Colombia Reconocer las causas para conocer el conflicto: El despojo de tierras en el departamento de Bolívar, 1964-1975 Elkin Mora Alonso - Universidad de Cartagena, Colombia arte, memoria del conflicto y cultura popular La fotografía colombiana contemporánea: La expresión de un contexto Elsa Simón - Universidad de San Buenaventura, Colombia Cuentos de espanto en las matrices de la cultura urbana. Discursos en translación, mapas y territorios Óscar Julián Jiménez Chaves - Pontificia Universidad Javeriana, Colombia Alma llanera: La construcción de una identidad regional en los corridos revolucionarios guadalupanos Cristina García Navas - Universidad de Harvard, Estados Unidos dictadura, literatura y memoria Recuerdo doloroso y paisaje en la obra de Edwidge Danticat Jaime Morales Quant - Universidad de Buenos Aires, Argentina Silencios que hablan. Testigo, dictadura e historia en Puño y letra. Juicio oral (2005), de Diamela Eltit Ayleen Julio Díaz - Universidad de Buenos Aires, Argentina educación para la paz y la inclusión en el marco del conflicto armado Hilando... Pueblos indígenas y escuela urbana Sandra Guido Guevara - Universidad Pedagógica Nacional, Colombia Educación para la paz, los Derechos Humanos y el desarme: Desafío pedagógico de nuestro tiempo. Una perspectiva latinoamericana Alicia Cabezudo - Universidad Nacional de Rosario, Argentina testimonio Oficio de Pájaro Adolfo Ariza Navarro - Universidad del Cesar
Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica No. 20 – Julio-Diciembre de 2014 La literatura del Caribe: Un panorama Presentación Amilkar Caballero De la Hoz, Eliana Díaz Muñoz y Mercedes Ortega GonzálezRubio - Universidad del Atlántico, Colombia Muerte y levitación de la ballena, de Rómulo Bustos Aguirre: Principios para una segunda inocencia Ricardo Pacheco Soto - Universidad del Atlántico, Colombia Análisis sociocrítico del poema “La herencia del placer” de Raúl Gómez Jattin Hugo Buitrago Carvajal - Universidad Pedagógica Nacional-Colfuturo, Colombia Visión lírica en Respirando el verano de Héctor Rojas Herazo: Un acercamiento a las relaciones entre novela y poesía Astrid Paola Molano Martínez - Universidad Nacional de Colombia El problema de la migración y la errancia en la cuentística de José Luis González Félix Molina Flórez - Universidad Popular del Cesar, Colombia Una visión postcolonial del Caribe: Identidad, poder y simbología antropológico-cultural en Los simuladores de Naipaul Carmen María López López - Universidad de Murcia, España En diciembre llegaban las brisas de Marvel Moreno. Una lectura desde el psicoanálisis Mónica Lázaro De la Hoz - Instituto Caro y Cuervo, Colombia La imaginación del cuerpo, de su entorno y de lo natural en Desde los blancos manicomios, de Margarita Mateo Nanne Timmer - Universidad de Leiden, Países Bajos Reseña Mercado, José Ramón (2013). Pájaro amargo. Medellín: Ediciones Caballo de Mar. 88 pp. ISBN: 978-958-46-3102-3. Adalberto Bolaño Sandoval - Universidad del Atlántico, Colombia
Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica No. 21 – Enero-Junio de 2015 Manifestaciones estéticas del postboom en el Caribe Presentación Manifestaciones estéticas del postboom en el Caribe Amilkar Caballero De la Hoz, Francy Moreno y Mercedes Ortega González-Rubio - Universidad del Atlántico, Colombia Cuerpos imaginarios o cómo escribir la diáspora caribeña desde los cómics: Una lectura de The Brief Wondrous Life of Oscar Wao Pauline Berlage - Universidad Autónoma de Barcelona, España La imagen de la isla en La forza del destino de Julieta Campos María Esther Castillo - Universidad Autónoma de Querétaro, México Desenmascarando al padre: Migración y discurso decolonizador del sujeto dominicano de la diáspora en Drown de Junot Díaz Carlos Yushimito del Valle - Universidad de Brown, Estados Unidos Señora de la miel y Bello animal de Fanny Buitrago: La belleza es puro cuento Juliana De la Cruz, Eilys González y Albenis Ventura - Universidad del Atlántico, Colombia Cocinando identidades: Un análisis del performance gastronómico y la fragmentación del sujeto femenino en Recetario de incautos de Carmen Lugo Filippi María I. Ortiz - Universidad de Cincinnati, Estados Unidos Reescribiendo la nación desde la (des)territorialización del cuerpo en La hija del embajador de Zoé Valdés Mónica Ayala Martínez - Universidad de Denison, Estados Unidos Perspectivas interculturales en la poética de Derek Walcott Claudia Caisso - Universidad Nacional de Rosario, Argentina Metamorfosis del mar: Fuga, desierto y germen en el poema “Aguas” de Raúl Hernández Novás Gerson Oñate - Universidad del Atlántico, Colombia El subjetivema y la construcción de imaginarios socioculturales Luis Javier Hernández Carmona - Universidad de Los Andes, Venezuela Reseña Moreno, Francy (2014). La invención de una cultura literaria: Sur y Orígenes. Dos revistas latinoamericanas del siglo XX. México: UNAM, CIALC-CONACyT. Mariana Ozuna Castañeda - Universidad Autónoma de México, México
Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica No. 22 • Julio-Diciembre 2015 La producción cultural latinoamericana y del Caribe desde una perspectiva de género Presentación Cultural Production in Latin America and the Caribbean from a Gender Perspective Introduction Mercedes Ortega González-Rubio y Julio Pennerey Navarro Universidad del Atlántico, Colombia Ficción autobiográfica: Parler-trans Autobiographical Fiction: Parler-trans TakCombative (Diana Hernández), Universidad Nacional, Colombia Chicana, lesbiana y queer: Gloria Anzaldúa como pionera y precursora de la teoría queer Chicana, Lesbian and Queer: Gloria Anzaldua as a Pioneer and Forerunner of Queer Theory Facundo Nazareno Saxe, Universidad Nacional de La Plata, Argentina La transacción erótica como empoderamiento del sujeto queer caribeño en Sirena Selena, vestida de pena de Mayra Santos Febres The Erotic Transaction as Empowerment of the Queer Caribbean Subject in Sirena Selena vestida de pena, by Mayra Santos Febres Juan Carlos Rozo Universidad de Houston, Estados Unidos De La quinta Dayana a Cheila, una casa pa’maíta: Representaciones de la transexualidad femenina from La quinta Dayana to Cheila, una casa pa’ maíta: Feminine Transexuality Representations Wilfredo Hernández, Allegheny College, Estados Unidos Desplazamientos e inversiones en La Habana para un infante difunto de Guillermo Cabrera Infante Displacements and Inversions in Guillermo Cabrera Infante’s La Habana para un Infante Difunto Elena Martínez, Baruch College-City University of New York, Estados Unidos Las masculinidades de los hombres homosexuales en Plata Quemada, de Ricardo Piglia Masculinity in Male Homosexuality in Plata Quemada, by Ricardo Piglia John William Archbold, Universidad del Atlántico, Colombia Transgresiones de las sujeciones identitarias femeninas en La última noche que pasé contigo, de Mayra Montero Transgressions of the feminine identities’ subjections in La última noche que pasé contigo, by Mayra Montero Malena Andrade Molinares, Universidad Pedagógica Experimental Libertador, Venezuela
En la casa. Raisa Galofre y Clara Gaviria: Nuevas maneras de armar subjetividad en dos artistas contemporáneas barranquilleras At Home. Raisa Galofre and Clara Gaviria: New Ways of Performing Subjectivity in Two Contemporary Colombian-Caribbean Female Artists Mónica Gontovnik, Universidad del Norte, Colombia Kehinde/Dona Luisa/Luiza Mahin: Les représentations des femmes Noires brésiliennes dans le roman Um Defeito de Cor d’Ana Maria Gonçalves Kehinde/Dona Luisa/Luiza Mahin: Brasilian Black Women Representations in Um Defeito de Cor, by Ana Maria Gonçalves Roseli Barbosa dos Reis Universidad de París 8 - Vincennes, Francia Reseña/Review Rivera, Marilyn (2015). Masculinidades y transgresiones en la obra de Mayra Santos Febres. San Juan: Isla Negra Editores, Colección Visiones y Cegueras, 219 pp. Rivera, Marilyn. (2015). Masculinidades y transgresiones en la obra de Mayra Santos Febres [Masculinities and Transgressions in the work of Mayra Santos Febres]. San Juan: Isla Negra Editores, Colección Visiones y Cegueras, 219 pp. Julio Penenrey Navarro, Universidad del Atlántico, Colombia
Cesión de Derechos
__________________________ (ciudad), ________ (días/mes/año) Señores Revista Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica Universidad del Atlántico/Universidad de Cartagena E.S.D. ASUNTO: Carta de originalidad y aceptación de publicación Cordial saludo. Por medio de la presente me permito manifestar mi acuerdo para participar en el proceso de publicación de la revista Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica de la Universidad del Atlántico/Universidad de Cartagena (Colombia). El artículo se titula: _______________________________________________ _______________________________________________________________, y el mismo es inédito, por lo cual no ha sido publicado ni puesto en consideración en otros medios editoriales. El artículo es resultado de desarrollo de la investigación o proyecto:_____________________________________________________(opcional). El objeto principal del artículo es: ___________________________________. El tipo de artículo es: Investigación______ Reflexión ______ Revisión ______ Reitero que he leído y acepto los términos de participación establecidos en el documento “A nuestros colaboradores” publicado en la revista y/o “Acerca de la revista”, publicado en la página web institucional.
Acepto igualmente los términos de la licencia de Creative Commons de Atribución-CompartirIgual 4.0 Internacional1, que permite Compartir, copiar y redistribuir el material en cualquier medio o formato, Adaptar, remezclar, transformar y crear a partir del material para cualquier propósito, incluso comercialmente. Finalmente, autorizo a la revista Cuadernos de literatura del Caribe e Hispanoamérica a publicar mi artículo y manifiesto mi acuerdo con la política open access de la revista. Atentamente, ________________________________________ (Nombre completo del autor - firmar y escanear) Dirección: Celular: Correo electrónico: Filiación Institucional:
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