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s Miauricio Jiménez

Poetoide con vocación de clown (Chilangotlán de los Imecas, 1979). Está esperando a Waits y el milagro que vendrá.

Nos trajeron el miedo a la puerta de la casa, lo dejaron como un bulto tirado en la banqueta.

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En la madrugada se oyeron balazos nos dijimos que eran cohetes, le juramos a nuestros hijos que eran cohetes, quisimos creer que eran cohetes… pero era el miedo.

Era el miedo ladrando tan fuerte que su estruendo atravesó las ventanas. Era el miedo aullando tan alto que su dolor nos erizó la piel Era el miedo llorando tan profundo que nos mojó el corazón y se impregnó en la médula.

Vaga por la calle como perro hambriento, busca en nuestra basura algo de tragar. No le damos de comer, pero lo engordamos callados. No es de nadie y es de todos.

No le ponemos nombre propio porque creemos que un día se irá, que dejará la colonia, el estado, el país.

El miedo a morir tiene denominación de origen, lo dejan en la puerta de tu casa y uno ni siquiera sabe quién carajos es el remitente.

*¡Bang!

*¡Bang!

*¡Bang!

*¡Bang!

—Dime qué es eso.

—Tienen que ser cohetes.

—Es la fiesta del pueblo.

Nos metieron la muerte en los ojos. Nos aventaron a la cara la lengua de nuestros hermanos. Nos rajaron el vientre para meternos un arbusto en llamas.

A la mañana siguiente vemos al miedo en la primera plana, chorrea las banquetas del barrio.

*Knock, knock, knock. El miedo llamó a nuestra puerta y lo dejamos entrar.

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