El judaísmo en el cine – Cursos y disertaciones
El humor judío ha expuesto, a lo largo de la historia, infinidad de aristas y variantes. Su vínculo con el cine no está exento de esta diversidad, aunque, adentrándonos en esta relación, podemos trazar ciertos puntos en común, casi invisibles, entre los distintos exponentes cinematográficos del humor judío. ¿A qué llamamos humor judío? ¿Qué es lo que tiene de particular y de maravilloso? ¿Qué es lo que nos hace reír? ¿El humor judío está en los elementos presentes en el relato, o puede estar únicamente en el estilo de los comediantes judíos? La mejor forma de clasificar el aporte judío a la comedia en el cine es desde el punto de vista geográfico, ya que de la misma forma se puede clasificar el humor judío en su totalidad. Existe humor judío en el cine de todo el mundo. En Estados Unidos, Europa, Israel y en Latinoamérica, podemos encontrar cinematografías totalmente diferentes y tipos de comedia completamente disímiles, pero el sello judío se encuentra de cualquier forma. Dentro de una clasificación geográfica, el mayor fenómeno de humor judío de impacto mundial se aprecia, naturalmente, en Hollywood, cuna de grandes glorias de la comedia judía. Desde Groucho Marx hasta Adam Sandler, desde Lenny Bruce hasta Jerry Seinfeld, los comediantes judíos han ejercido una influencia radical en la comedia americana tal como la conocemos, un estilo que se aprecia tanto en el cine, como en las rutinas de comedia de stand up. Hasta la década del setenta, los comediantes judíos no solían producir humor con su identidad judía; la autocensura podía más. Lo interesante de los hermanos Marx, por ejemplo, (especialmente de Groucho, cuyo humor verbal ha sido el antecedente directo del stand up), no son los signos judíos de su humor, las alusiones al judaísmo, prácticamente inexistentes en su carrera cinematográfica, aunque presentes en los escritos de Groucho, sino el estilo de humor revolucionario y absurdo que plantearon. Algo similar ocurre con Jerry Lewis, que nunca hizo humor con su identidad, y ha logrado un cine de puro absurdo en varios pasajes, y con un nivel de sofisticación posmoderna y narcisista. El caso de Lewis es particular, porque, luego de muchas películas, en una de las últimas protagonizadas por él, ¿Dónde está el frente?, se anima a burlarse del nazismo, aunque con resultados poco comparables con sus mejores películas y con las grandes películas que se han mofado de Hitler. Su paso siguiente fue rodar El día que el payaso lloró, una comedia dramática sobre un payaso que debe entretener niños en un campo de exterminio nazi. Este film nunca se llegó a estrenar y, luego de mucha promoción previa al estreno, Lewis decidió dejarla inconclusa, lo cual puede explicar la tensión que hubo entre su identidad y su humor, algo que no supo resolver. Hay una máxima que dice un personaje en la película Crímenes y pecados de Woody Allen: “Comedia es tragedia más tiempo”. Si hablamos del humor judío y el nazismo o la Shoá, esta es una realidad parcial. Hay ciertas cosas que despertaron humor en el pueblo judío mientras se vivía todo el horror, ciertos elementos con los que sólo un hombre judío puede construir humor. Es verdad que el tiempo ayuda a ver las cosas de otra manera, pero si hablamos de films como El gran dictador (de Chaplin, catalogado como judío por los nazis después de este film) o Ser o no ser (de Ernst Lubitsch, cineasta judío alemán que escapó del nazismo, para sentar las bases de la comedia americana y realizar este formidable film), estamos ante películas que se rieron del nazismo con el nazismo en auge, y que tal vez no podrían haber construido los mismos relatos si hubiese habido, por aquella época, un conocimiento más cabal del exterminio del pueblo judío. “Nazis sí, campos no” parece ser lo que aducen Ser o no ser (1942) y en El gran dictador (1940), entre otras que las sucedieron, y este mismo lema es el que ha impactado en el proyecto inconcluso de Lewis o en la polémica en torno a La vida es bella y films del mismo calibre. El nazismo como tema ha sido una pieza recurrente de uno de los dos comediantes principales que torcieron el rumbo vital de los comediantes judíos americanos: Mel Brooks. Brooks por un lado, y Woody Allen por el otro, han sido los dos comediantes que hicieron del judaísmo un elemento fundamental en su humor. En el caso de Allen, el judaísmo es el centro de sus diatribas psicológicas y de los rasgos característicos de su identidad, y el mejor humor de Allen es el humor autorreferencial, donde el judaísmo no es objeto de gags sino parte de la materia prima de su humor: su personalidad. En el caso de Mel Brooks, maestro de la parodia, permanentemente desnudando los elementos característicos del lenguaje cinematográfico y exhibiendo sin pudor los procedimientos de realización de una película, el judaísmo se inscribe una y otra vez en su cine. Brooks posee una obsesión particular con Hitler, le ha dedicado varios números musicales en sus películas, influidas por los musicales de Broadway, y ha sido quien reescribió el clásico de Lubitsch, para aportarle elementos propios de una película no contemporánea al horror nazi. Mel Brooks es capaz de reírse de Moisés, de la Inquisición, de Hitler y del judaísmo y sus símbolos, todo en una misma película, lo que lo convierte en el comediante con más gags construidos en base a su judaísmo.
Leo Aquiba Senderovsky www.leosenderovsky.com.ar l.a.senderovsky@hotmail.com
El judaísmo en el cine – Cursos y disertaciones Si Groucho Marx no hubiese existido, Woody Allen no habría sido el que fue. Sin Lenny Bruce (un corrosivo comediante, impulsor del stand up, interpretado por Dustin Hoffman en su película biográfica), Jerry Seinfeld no habría existido como fenómeno popular. Sin Mel Brooks, Adam Sandler no habría hecho jamás una película como No te metas con Zohan, y mucho menos Adam Goldberg habría protagonizado una película como The Hebrew Hammer, plagada de chistes asociados a referencias y símbolos judíos. El humor judío en Europa posee algunos exponentes aislados, no se repite allí el nivel de influencia que tuvieron y tienen los comediantes judíos americanos. Películas como El tren de la vida, surgida al mismo tiempo y opacada por La vida es bella, ha sido una de las pocas comedias europeas que se atrevió a narrar una fábula en torno a los campos de concentración, describiendo a un shtetl entero que planea una maniobra delirante para escapar de los nazis. El humor propio del ídish y el humor costumbrista del shtetl no tuvieron en Europa, lugar de origen de este fenómeno cultural, la relevancia que tuvieron en Estados Unidos (pensemos, por ejemplo, en El violinista en el tejado). El humor ídish, surgido en Europa, fue la semilla del humor judío americano, creado por los inmigrantes europeos. La comedia europea que elegimos destacar en esta oportunidad, es Las locas aventuras de Rabbi Jacob, un clásico de culto del cine francés. Las locas aventuras posee la típica pintura costumbrista de la comedia francesa, y los enredos que se generan a partir de que un “goy” bastante intolerante y prejuicioso, se ve obligado a hacerse pasar por un famoso rabino, y de esa manera descubre al pueblo judío por dentro. En cuanto al cine israelí, su corta historia hace que no podamos definir cabalmente su tipo de humor característico. Sin embargo, cabe mencionar a Efraim Kishón, escritor y cineasta de sátiras políticas y sociales, cuyos films, realizados entre la década del 60 y del 70, cuando el cine israelí comenzaba a dar sus primeros pasos, logró un impacto absoluto de popularidad y prestigio. Por estas películas, Kishón fue el primer cineasta israelí que logró éxito internacional, cosechando nominaciones al Oscar y ganando varios Globos de Oro. De su filmografía destacamos dos películas en particular, Sallah Shabati, de 1964, y El canal de Blaumilch, de 1969. La primera, que catapultó a Topol a la fama, llevándolo a protagonizar El violinista en el tejado, es la historia de un inmigrante judío yeminita bastante vago, que hace aliá en los primeros años del Estado, y que le cuesta adaptarse a la vida en un kibutz y a la idea de civilización propuesta por Israel. La película es una crítica al caos que sufrieron las primeras olas inmigratorias, una vez constituido el Estado de Israel. El canal de Blaumilch es una sátira política que parte de un loco que comienza a taladrar una calle muy transitada de Tel Aviv, y cómo de ese acto de locura se terminan prendiendo los funcionarios públicos de la ciudad, al punto de enloquecer a todos los ciudadanos. El cine argentino y latinoamericano ha visto florecer, especialmente en los últimos años, rasgos explícitos de humor judío. De esta cinematografía podemos destacar el humor en lo cotidiano del cine de Daniel Burman, el costumbrismo y el humor con las tradiciones de Judíos en el espacio, de Gabriel Lichtmann y de Morirse está en hebreo, del mexicano Alejandro Springall, y la crítica corrosiva a cierta clase de judíos en Cara de queso, de Ariel Winograd. Como podemos ver, el humor judío, cuyo efecto masivo se ha dado a partir de la popularidad obtenida por los grandes comediantes judíos del cine hollywoodense, ha recorrido un largo trayecto desde su origen ídish hasta nuestros días, y lejos está de ser un rasgo estático e inflexible en el cine de comedia. Sin embargo, la mayor virtud del humor judío, y algo que engloba a los distintos exponentes, es la necesidad de sortear las dificultades, riéndose hasta de las propias tragedias. Como demuestra Jerry Seinfeld en el capítulo del dentista que se convirtió al judaísmo para poder apelar sin vergüenza al humor judío, sólo el propio pueblo sabe, puede y debe reírse de sus rasgos característicos.
Los hermanos Marx: Hemos destacado Una noche en Casablanca (1946) por una escena puntual, pero en cualquiera de sus mejores películas podemos apreciar el humor característico del grupo, fundamentalmente el humor de Groucho, aunque las referencias judías quedan a un lado en su filmografía. Se recomienda ver Sopa de ganso y Una noche en la ópera, entre otras.
El gran dictador (1940): Pese a que siempre se asoció a Chaplin con el judaísmo, si bien no era judío, esta parodia contemporánea al nazismo sirve para ponerla en correlación con Ser o no ser.
Ser o no ser (1942):
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El judaísmo en el cine – Cursos y disertaciones Gran aporte satírico al cine anti nazi del realizador judeoalemán exiliado en Hollywood Ernst Lubitsch, una fuerte influencia para el cine de comedia posterior. En la Polonia ocupada por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, un grupo de actores de teatro de recursos limitados realiza interpretaciones en las que ridiculiza a los nazis. Un espía les comunica una información que, de ser conocida por los nazis, resultaría muy perjudicial para Polonia. En vista de ello, el grupo decide movilizarse para evitar que esa información caiga en manos de los alemanes.
Jerry Lewis: Hemos destacado dos películas en particular, El botones (1960), en la que se puede ver su humor en estado puro, que, con su absurdo, rompe las barreras del cine de comedia tradicional, y ¿Dónde está el frente? (1970), perteneciente a la etapa de decadencia de Lewis, en donde se anima a hacer humor con temas cercanos al pueblo judío, como el nazismo. Recomendamos ver también El terror de las chicas (1961)
Lenny (1974): Biografía del comediante judío Lenny Bruce, precursor de la comedia de stand up, protagonizada por Dustin Hoffman.
Woody Allen: De su vastísima filmografía, en la que da cuenta de su origen judío para hacer humor con ello, elegimos Annie Hall (1977), una de sus películas más celebradas y más descriptivas de su personalidad como objeto cómico, y Edipo reprimido, el episodio que dirigió para el tríptico Historias de Nueva York (1989), donde eligió poner, en el centro del relato, la relación de su personaje con su ídishe mame.
Mel Brooks: El judaísmo está presente en prácticamente todas las películas de Mel Brooks. De su producción, elegimos La loca historia del mundo: Parte I (1981), compendio de sketches sobre distintos períodos de la historia, donde se anima a la comedia con Moisés y hasta con la Inquisición española, y Soy o no soy (1983), remake del clásico Ser o no ser de Lubitsch.
Contemporáneo: El cine norteamericano de la última década vio crecer a varios comediantes de origen judío, como Ben Stiller (inolvidable es la escena del prepucio en el ponche en Los Fockers: la familia de mi novio, junto a Barbra Streisand y Dustin Hoffman) y Adam Sandler. De Sandler destacamos su No te metas con Zohan (2008), donde interpreta a un agente del Mossad que desea trabajar de estilista en New York, una de las pocas comedias americanas que se atreve a hacer humor con el conflicto entre israelíes y palestinos. También destacamos una comedia independiente de menor repercusión, The Hebrew Hammer (2003), relectura del género conocido como Blaxploitation, con detectives afroamericanos (según su director, Jonathan Kesselman, esta es una “Jewxploitation”). Aquí, el protagonista, un detective portador de todos los clichés del judaísmo, debe salvar Jánuca de las manos de un malévolo heredero del puesto de Papá Noel.
Las locas aventuras de Rabbi Jacob (1973): En Brooklyn, Nueva York, el conocido rabino Jacob y su secretario Rabbi Samuel están en camino al aeropuerto JFK, destino a París, para el Bar Mitzvah de su sobrino David. Al mismo momento, en Francia, el industrial Víctor Pivert (Louis de Funès) de ideas tradicionales, se dirige al casamiento de su hija Antoniette con el hijo de un general. Viaja con su chofer Salomón, el cual es judío, pero Víctor no lo sabe, éste entra en un gran delirio cuando se entera de esto y, por distracción de Salomón, tienen un accidente. Aquí comienzan los problemas para Pivert, ya que su chofer se rehúsa a trabajar porque está comenzando el Shabat, Víctor va en busca de ayuda y se encuentra con una fábrica de chicles en la que unos árabes están interrogando a un disidente político (Mohammed Larbi Slimane) del mismo país. Esto desemboca en una persecución que llega hasta el día siguiente en el aeropuerto de París, en el cual Rabbi Jacob se hacía presente y lo esperaban familiares. Víctor y Slimane se topan con Rabbi Jacob y Rabbi Samuel, a los cuales les sacan las ropas, patillas y barbas para ponérselos ellos, por esto los familiares de Rabbi Jacob lo confunden y lo tratan como a tal. Con la policía y los turcos detrás de ellos se dirigen al barrio judío, en el cual se encuentran con Salomón, quien les provee ayuda en varios momentos hasta sacarlos de ahí y hacer que sigan con su camino.
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El judaísmo en el cine – Cursos y disertaciones
Sallah Shabati (1964): El film comienza con Sallah Shabati, un inmigrante judío mizrahí, que llega con su familia a Israel. Al llegar, es llevado a un campamento de tránsito, donde debe vivir en una pequeña choza con toda su familia. Sallah se pasa toda la película intentando juntar dinero para una conseguir una vivienda digna. Sus intentos son graciosos y satirizan los estereotipos sociales y políticos de Israel en aquella época.
El canal de Blaumilch (1969): Un loco escapa de un manicomio, se roba un martillo perforador y comienza a abrir una calle principal de Tel Aviv. En vez de cuestionar su accionar, la policía asume que está trabajando bajo las órdenes de la municipalidad y lo deja trabajar, pese a las quejas permanentes de los vecinos, por el ruido, y de los automovilistas, por el bloqueo. Para acelerar el trabajo, y que se complete antes de las elecciones, el gobierno municipal envía una patrulla de obreros y maquinaria para ayudar al loco a terminar su obra, provocando un desastre general. Para el momento en el que el gobierno municipal se da cuenta de lo que está haciendo, ya es demasiado tarde, la obra del loco terminó generando un canal entre el Mar Mediterráneo y la calle Allenby. El alcalde, en una grandilocuente ceremonia, celebra la conversión de Tel Aviv en la Venecia del Medio Oriente. Zigler, un empleado municipal de bajo rango, el único ciudadano que se dio cuenta de que la obra de ingeniería no era más que el accionar de un lunático, termina perdiendo la cordura.
Cine argentino Esperando al Mesías (2000): El joven Ariel, chico judío que vive junto a su padre y manejan una cafetería, es incapaz de vivir libremente porque se cuestiona constantemente su identidad. Casualmente, conoce a Santamaría, un desocupado, ex bancario, vagabundo que vive de buscar documentos en la basura que devuelve a sus propietarios a pagamento de pequeñas sumas de dinero. Ambos asistirán al derrumbe de proyectos personales, familias, perspectivas.
El abrazo partido (2003): Ariel es un joven que la única imagen que tiene de su padre es un video casero. Éste se fue a Israel a luchar en una guerra, y a pesar de que acabó pronto, nunca regresó. A su madre le parece normal y a su hermano parece no importarle. Él trabaja con su madre, en una galería del barrio de Once. La vida es rutinaria y, cansado de no saber qué hacer con su tiempo y futuro, decide conseguir un pasaporte europeo que lo saque de su desesperación, hasta que su padre regresa…
Judíos en el espacio (2005): En vísperas del Pesaj, Santiago se reencuentra con su prima, un viejo amor de la infancia. Todo marcha sobre ruedas, hasta que el robo de una joya altera el delicado equilibro familiar, poniéndolo al borde de un estallido.
Cara de queso – Mi primer ghetto (2006) Ariel es un niño de trece años que pasa las vacaciones de 1993 encerrado con su familia y un puñado de amigos en una zona residencial situada a las afueras de Buenos Aires. Ariel descubrirá, a través de sus propias experiencias y las de los demás, muchas cosas sobre el mundo de los adultos. El sexo, el amor, la religión y la justicia serán algunos de los temas que ronden su agitada cabeza.
Cine mexicano: Morirse está en hebreo (2007) La película tiene como escenario el proceso de duelo de una familia judía-mexicana. Tras la muerte súbita del abuelo Moishe, dan inicio los rituales de un encierro obligado, y con ellos una catarsis que lleva a la familia y amigos a descubrir los lazos que los unen, los secretos que se han guardado, y la relación que tienen con el entorno que los rodea.
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