DIARIO DE UN COLIBRÍ L eo nard o Villa
DIARIO DE U
2
UN COLIBRÍ Noche tras noche le he cantado, a pesar de no conocerlo; noche tras noche les he contado su historia a las estrellas —dijo el ruiseñor. El ruiseñor y la rosa, Oscar Wilde
Desde hace unas semanas, he decidido construir mi nido en este balcón. Aunque tiene pocas ramas y hojas, me gusta por su tranquilidad. Además, a diferencia de los bosques citadinos, la altura de este lugar permitiría que el sol de la fría ciudad bañe de frente el nido con su calor. Con todo, siento que hay algo más que me atrae de ese lugar. Puede ser la paz que se respira a pesar de la cercanía de los seres humanos. Solo de vez en cuando una persona sale a regar los papiros con paciencia y dedicación. De hecho, llevo días sin verla salir, pues permanece al otro lado de una ventana.
3
Un domingo durante el invierno, noto a más personas a través de esta gran ventana, muchas más de las que acostumbro a ver. Son cuatro, todas ellas muy diferentes a la primera. Una de ellas llama mucho mi atención: es una persona bastante mayor. Su cabello es tan blanco como las margaritas y su mirada está fija en mí con un brillo de suavidad. Las otras salen de mi vista, pero ella no se aparta de mí. Ahora sí regresa el que conozco: mi vecino, el que creo que nunca me ha visto, el mismo que de vez en cuando abre la ventana. La señora de cabello blanco señala mi nido con su mano y él parece no prestarle mucha importancia: menos mal… Pero, solo segundos después, veo que él está aquí, justo al lado y me mira fijamente. Sus ojos sólo reflejan sorpresa de ver mi nido sobre uno de los móviles de su balcón. No siento miedo en absoluto, aunque debería sentirlo, pues aún no sabe que ya puse mis huevos, los cuales protegeré a costa de mi propia vida. Mi instinto me dice que, a pesar de su aspecto rudo, mi vecino ama los animales. Muchas veces lo he visto a través de su ventana jugar acostado en el piso con su amigo de cuatro patas. Pasan mucho tiempo juntos. Se nota que se quieren mucho y eso reitera mi sentimiento de que aquí sigo a salvo, finaliza el día.Me siento agotada por lo que decido dormir.
4
5
6
Mi admirador, como ahora parece comportarse, decidió abrir la ventana con mucha delicadeza. Se nota que está interesado en mi nido, pero sólo lo mira con detenimiento. Lleva en sus manos una cámara, esos objetos que utilizan los humanos para capturar sus recuerdos. Tras lanzar destellos como de sol, mi vecino observa con mucho detenimiento su cámara. Me resulta gracioso, pero lo que más me gusta es ver su expresión de felicidad. Entonces llama a su compañera y le enseña la cámara, donde alcanzo a ver mi reflejo como cuando bebo agua de las fuentes. Decide cerrar la ventana y bajar ese velo que sólo me permite distinguir sus siluetas. Supongo que duerme igual que yo y es hora de descansar para todos después de otro largo día.
7
Amanece. Comienza mi rutina de ir a buscar comida, volver al n levantado más temprano de lo habitual. Ya ha subido el velo qu pero, contrario a lo que me podría pasar con otros, me place qu no, a su vez, está sentado como siempre pendiente de lo que é maravilloso como esto, aunque yo tampoco había sentido esta 8
nido y seguir empollando mis huevos. Hoy mi admirador se ha ue nos separa: es obvio, ya soy de su total interés. Me mira, ue lo haga. Sus ojos miran los míos fijamente y su amigo caniél hace. Mi instinto me dice que él nunca había visto algo tan confianza por unos seres humanos. 9
Después de transcurrido un par de días, mi vecino decidió abrir la ventana para quedarse solo mirándome, pero yo debo dejar mi nido para seguir con mi rutina. Sé que me puedo ir porque ha demostrado que no quiere hacerme daño, sino que, por el contrario, siente mucho afecto por mi presencia. Sin embargo, me pregunto cómo reaccionará cuando vea mis huevos. 10
He regresado exhausta de un gran vuelo y no veo nada inusual. Lo veo junto a su compañera, quien rebosa de alegría. El susurro del viento y el perfume de las margaritas vecinas lo confirman. A diferencia de él, ella tiene un aspecto muy dulce todo el tiempo. Creo que acaban de descubrir mis huevos, pero sé que aquí están sanos y salvos.
11
Llega una nueva noche y no había caído en cuenta de que ellos han cambiado sus hábitos. Desde hace unos días, bajan el velo de la ventana más temprano y ya no encienden las luces. Tampoco he vuelto a escuchar la música por la noche. Estos gestos me indican que definitivamente respetan mi espacio y están a gusto con mi presencia. Han pasado ocho días desde que la señora de cabello blanco advirtiera mi presencia. Hoy es un día especial porque ha nacido el primero de mis hijos, rozagante de energía. Seguiré con mi rutina y estoy segura de que mi admirador pronto estará al tanto de este suceso maravilloso para mí. He regresado a mi nido y, efectivamente, creo que mi admirador acaba de notar que nació mi primer hijo. Lo sé porque lo he visto salir con más prisa de lo usual y regresar con su compañera. Ella solo irradia felicidad. Siento que el ambiente es aún más cálido porque ellos saben que ha nacido el primero de mis hijos. Aunque creo que mi admirador tiene la mejor de las voluntades, no todo funciona como él supone. El nacimiento del otro de mis hijos puede tomar unas horas más, inclusive días. Ni yo misma lo sé. Por ahora, debo alimentar a mi primer hijo y seguir empollando al que vendrá. Hago esta reflexión porque ahora veo a mi admirador más pendiente del nido, casi como si el huevo fuera de él. Se nota que la ansiedad de ver a mi otro hijo salir del cascarón lo tiene nervioso. Resulta muy reconfortante pasar la noche sobre mi nido. Ha sido un día largo pero muy placentero. Cada vez que he dejado el nido, lo he hecho con la mayor confianza y he regresado sabiendo que hay un par de ojos más sobre mis hijos. 12
13
Amanece, pero no es una mañana cualquiera. Mi hijo lleva más de un día al lado de su hermano, que aún no nace. Por su parte, mi admirador hoy madrugó más de lo acostumbrado. Lo noto muy inquieto. Supongo que espera que mi otro hijo rompa el cascarón. Por lo que he visto, seguramente no sabe nada de tener hijos, pero me hace gracia su interés. Es cuestión de paciencia, pronto aprenderá. Por ahora, seguiré alimentándome y trayendo comida para el que ha nacido.
Ha llegado el mediodía. Decido quedarme un rato en el nido a seguir empollando y a darles algo de calor a mis hijos. De repente, siento un movimiento bajo mi cuerpo. ¡Mi corazón vuela más que yo! Y a todas estas, no veo a mi admirador desde hace rato. Solo lo escucho junto con su compañera. No se han dado cuenta de que mi sobresalto es porque acaba de nacer mi segundo hijo.
He salido por más alimento. Mis dos amores han quedado en el nido, el menor de ellos saliendo del cascarón. Al regresar al nido, veo a la compañera de mi admirador cerca del nido experimentando tan maravilloso momento. Sale al balcón feliz hablando en voz alta. Ahora llega él y su mirada ha cambiado muchísimo. Está contagiado de alegría. Ahora sé que tendré por completo su atención.
14
15
Después de una semana, ha sido muy emocionante verlos pendiente de nosotros. He visto a mi vecino tan inquieto porque durante algunas tardes el sol que muere frente al balcón ha estado más fuerte que de costumbre. Mis gestos de cansancio me han delatado. Por eso, mi vecino me ha traído agua y hasta un bebedero, pero él ignora que no tomaré agua aunque sea un gran detalle de su parte, pues, por el contrario, prefiero seguir alimentándome lejos del nido para no atraer la atención de otras aves. Mi vecino pensó que no lo había visto mirar el nido esta noche. Como si no conociera su rutina… Sé que sale al final de la tarde con su fiel amigo y llega en la noche. Hoy fue diferente. La lluvia y el viento han azotado la ciudad sin clemencia. Su presencia no es una casualidad. Vino para ver si estamos a salvo.
16
Mis hijos crecen muy rápido con el pasar de varios días. Mis vuelos son más frecuentes en busca de comida. Muchas veces, al regresar, he encontrado a mi admirador con su cámara a la espera de ver cómo les doy de comer. Al principio, me sentía incómoda, pero es muy respetuoso. Se nota que nunca había tenido una oportunidad de estas; yo tampoco de estar tan cerca de seres humanos. Mis hijos han crecido mucho y ya empezaron a salirles sus plumas. Mi admirador, como todos los días, sigue fascinado. Ya está al tanto de que en las noches no me quedo con ellos. Los abandono por ese tiempo porque son capaces de mantener su calor por sí solos, así que nada más regreso a darles de comer. Él debe estar cavilando sobre dónde paso las noches.
17
Hoy en la mañana, mi vecino ha bajado con su amigo inseparable. Los veo desde lo alto y tengo el presentimiento de que está abajo con solo un objetivo: averiguar a dónde voy por las noches. Efectivamente, él se ha quedado parado allá abajo con la vista sobre mí. Ya sabe que me vengo a reposar a una corta distancia de mis hijos y que no se quedan del todo solos como él seguro lo habrá pensado. Mi admirador está cada vez más interesado en mis hijos. Ya sabe cómo despuntan las plumas y que, a pesar de que se llevan unas horas de nacidos, mis hijos crecen muy a la par. También debió haber aprendido que a ambos los alimento por igual, y, finalmente, que, si llego con alimento y alguno de ellos no quiere, le insisto con mi pico hasta que abre el suyo para recibir su porción. Finalmente, ha podido ver que, a pesar de que mis hijos crecen, se mantienen en el nido y se acomodan para seguir abrigados.
Después de varios días de nacidos, sus plumas van tomando forma y colores. Sí, alcanzo a ver el verde de las montañas en su plumaje y cómo sus picos van tomando la forma alargada que necesitan para sobrevivir en la ciudad. Desde hace días, sacan su lengua como yo lo hago y han abierto los ojos. Ellos también son conscientes de que nuestro admirador es inofensivo. Siento que él me estudia: Pasa mucho tiempo sentado escribiendo, lo alcanzo a ver en su escritorio viendo mis imágenes. Se ve muy complacido. Parece que quisiera contar mi historia, pero lo que no sospecha es que yo cuento la suya a las estrellas.
18
19
Durante estos días lo he visto arreglar las plantas de su balcón, y regarlas con más frecuencia. De hecho, he encontrado una rama seca en el balcón. ¿Será que la trajo para que mis hijos se paren en ella en sus primeros intentos de vuelo? Su amigo de cuatro patas también está más relajado: se asoma al balcón sólo cuando mi vecino está cerca, y nunca mira hacia arriba. Quizá le tenga miedo a los balcones.
Hoy es un día especial. Mis hijos ya dan sus primeros aleteos y muy pronto volarán por sí solos. Aún les falta algo de su plumaje, pero es muy gratificante ver que han aprendido a mover sus alas. El nido se les está quedando pequeño, pues se acomodan muchas veces para poder estar a gusto. Uno de ellos ya se tiene más confianza, el mayor. Se para sobre el nido y está muy determinado a dar su primer paseo por los aires. Mis hijos ya son conscientes de que tenemos compañía y para ellos él no debe ser extraño. Deben estar habituados a la presencia de nuestro admirador. Pronto se darán cuenta de que no tiene ninguna mala intención, pues su curiosidad y asombro de verlos es evidente, aunque siempre trata de guardar su distancia.
20
21
Desde hace días, los dejo solos en las noches, porque ya prácticamente no puedo hacerme sobre ellos en el nido. Los visito para alimentarlos y para ver cómo progresan, aunque intento mostrarles cómo volar y dónde deben hacerlo. Mis pequeños están casi listos para su primera partida. El mayor es todo un loco. Ya vuela sobre el móvil y lo hace de un lado a otro, algo que le sorprende mucho a mi admirador. Se muestra entre maravillado y preocupado. Pero él no sabe que nacemos y, apenas estamos listos, es innato que podamos volar, por lo que pronto verá partir a mis hijos.
22
Han pasado varios días del nacimiento, pero el de hoy es muy especial. Mi primer hijo ha dado su primer vuelo. Ha salido del nido y bajado a los jardines del primer piso. No me canso de chillar para decirle que estoy pendiente de él y que aún sigo cuidándolo. No ha pasado sino un momento y mi sorpresa aún es mayor ante mis chillidos. Mi admirador está aquí en el primer piso buscando a mi hijo. Supongo que él, tras escuchar mi alboroto y no haberlo encontrado en el nido, ha bajado a buscar a mi pequeño. Mi vecino es muy observador y ya sabe dónde está. Sabe que está en un árbol pequeño del jardín y lo veo hablar con otras personas. Se nota su preocupación, pero es más su sorpresa al ver que mi hijo ya vuela muy bien y que hace una demostración de su destreza al salir disparado de nuevo hacia al balcón. Cuando mi admirador llega a mirar el nido, solo ve al menor, pero no halla ni rastro de nuestro intrépido volador. Entra y sale varias veces del balcón mirando hacia todos lados infructuosamente. Llega su compañera. Después de compartir unas palabras, sale por la otra ventana y le grita que ha encontrado al loco mayor, parado sobre la campana del extractor de olores de la cocina. Los veo preocupados, pero pronto verán que no hay de qué preocuparse. Nuevamente nuestro aventurero hace un vuelo con una parada intermedia en una pequeña ventana y regresa al nido con su otro hermano. Toda una odisea para el pequeño y para mi admirador y su compañera. Debe presentir que, en cuestión de días, mis pequeños se irán rumbo a nuevos horizontes. Hoy ha confirmado que la naturaleza es sabia y siempre sorprende.
23
24
Mis hijos siguen en el nido, pero ya no caben. Los estoy invitando a seguirme. Estoy segura de que lo harán, pero el menor aún no está listo a pesar de que su hermano le ha mostrado cómo debe ser. Ya veremos mañana qué sucede. En este nuevo día, mi hijo mayor ha dejado el nido. Ya conoce el vecindario y es hora de que aprenda mediante mis enseñanzas. El menor aún no deja el nido, pero ya hizo sus primeros vuelos, algo que ha sido del completo agrado de mi admirador, quien lo vio revolotear de un lado a otro. Es más, lo vio volar por los balcones de arriba y posarse sobre una rama llena de espinas. En ese instante, se mostraba preocupado, pero de eso se trata la vida, de experimentar. Mi pequeño regresa al nido y permanece buen rato para recuperar fuerzas. En la tarde, mi hijo menor salió del nido y se paró sobre la rama seca que nos trajo mi admirador. Parece estarse despidiendo de nuestro anfitrión, quien debe presentir que hoy no nos verá más. Está contento y veo que hace unas últimas fotos justo a tiempo, porque mi pequeñito ya vuela perfectamente.
25
Han pasado un par de meses y de nuevo veo muy poco a mi admirador. Casi puedo asegurar que no está porque solo he visto a su compañera. Tampoco he visto a su gran amigo de cuatro patas. Es triste porque pensé que nos íbamos a ver de nuevo. Aunque mi admirador no lo sepa, he decidido anidar en su balcón de nuevo, pero voy a usar parte de mi nido viejo y lo pienso mover al otro móvil, al que tiene figura de dragón. Las razones para hacerlo son varias: recibe menos sol directo y, muy seguramente, si llueve, estará más cubierto, y, quién sabe, a lo mejor alguno de nuestros enemigos naturales se asuste de ver a un dragón.
Después de ocho días, he encontrado la ventana abierta. Mi admirador está sentado mirando al balcón, pero resulta extraño. Creo que no sabe de mi regreso. Está hablando con alguien que me da la espalda. De hecho, yo puedo verlo por encima del hombro de esta persona, pero sólo pasan unos minutos y lo veo saltar de la silla gritando que me ha visto. Es muy gratificante ver que puedo causar tanta sorpresa y alegría. Hasta aquí, mi admirador tendrá una historia para recordar toda la vida.
26
27
28
29
HISTORIA LEONARDO VILLA ALVAREZ
EDITOR VICTOR MENCO HAECKERMANN