El salto
Grabado al aguafuerte, en el que Maruja Mallo representa una figura infantil, compuesta mediante trazos simples y esquemáticos, que pueden recordar los diseños del también surrealista Joan Miró. Está realizado en color blanco sobre fondo negro, usando el verde y el amarillo para resaltar detalles puntuales. El carácter sombrío de la obra nos recuerda a las pinturas Cloacas y Campanarios, presentadas por la artista en 1932. El muñeco, que ocupa toda la composición, se dispone en pleno salto. El movimiento está representado mediante la ondulación y horizontalidad del cabello, realizado con dos trazos muy simples, la descomposición de las partes, y mediante los pies, ya que adelanta el derecho, simulando un jette de bailarina, en el momento preciso en que está en el aire. Tiene un gorro triangular, con tres rayas paralelas y horizontales (verde, amarillo y verde), que le da un aire gracioso. En el lateral derecho, con letras mayúsculas y arqueado, aparece escrito el título de la obra. La obra gráfica de Maruja Mallo es escasa; sin embargo, a finales de los 70', asesorada técnicamente por el pintor y grabador José Vázquez Cereijo, proyecta la realización de una serie de grabados en homenaje a la Revista de Occidente, haciendo tres aguafuertes previos: El Salto, La voz del silencio, y un tercero sin título. Este grabado se inspira en la portada de la Revista de Occidente nº 102, publicada en diciembre de 1931. Estrellas de mar En Estrellas de mar, de 1952, Maruja Mallo recuerda aquellas geometrías antropomórficas de los murales que realizó para el cine Los Ángeles de Buenos Aires, recreándo una composición con tres mujeres convertidas en formas giratorias contenidas dentro de la armonía, la proporción y la relación numérica. Existe un equilibrio, no sólo compositivo sino cromático, sujeto a las leyes de la aritmética, el álgebra y la geometría. Las figuras tienen soltura y orden, resultado de los trazados matemáticos que utilizaba para representar los elementos naturales. El movimiento que generan las mismas al rotar recrea asimismo una estrella de mar, idea de cómo para la artista, todo gravita en consonancia y responde a los ritmos de la naturaleza. Máscaras con mariposas En esta obra, Maruja Mallo, opta por un desarrollo vertical, disponiendo dos máscaras superpuestas. Como en el teatro clásico, las máscaras simbolizan comedia y tragedia, y protagonizan la composición, ajenas a la presencia de las mariposas que las acompañan. Sus formas son poliédricas, destacando los volúmenes de la nariz, que anima mediante sombras coloreadas. Mallo juega con el color, eligiendo los tonos oscuros (verdes azulados) para la máscara de la tragedia y los claros (rosáceos) para la de la comedia. El contraste entre ambas caras, se encuentra también en el tamaño de los ojos, más abiertos y expresivos en el rostro trágico. Las formas han sido sometidas a la geometría, resultando más suaves en las mariposas. El fondo, de un amarillo intenso y plano, resalta los volúmenes de las máscaras, enfatizando su importancia dentro de la obra. Máscaras En este lienzo, Maruja Mallo representa dos máscaras, una sonriente y otra triste, semejantes a las de la tragedia clásica. Dispuestas mediante un eje de simetría vertical, señalado en el centro del cuadro mediante un caracol, las máscaras se disponen a modo de reflejo, volviéndose referente la una de la otra, ya que, exceptuando el gesto de las bocas y el color, son iguales. De este modo, la artista, juega a contraponer la armonía de la composición con el contraste provocado por el color y el gesto. Se disponen sobre un fondo plano realizado mediante franjas horizontales de tonos degradados en sentido ascendente, pasando del azul oscuro al blanco. En la zona inferior, en los extremos de la obra, dispone dos algas rojas, como elementos decorativos. Los tonos planos y la línea pura, que resalta el dibujo, crean una composición nítida y de aspecto fácil, característica de la artista.