Guadalupe Dueñas o el silencio como vehículo de la perversión
Gabriela Trejo Valencia
Es perverso el texto que provoca. Margo Glantz
A
mediados de la década de los años sesenta, el Departamento de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes (inba) llevó a cabo una serie de conferencias con el fin de acercar a los autores a su público. Guadalupe Dueñas acudiría al llamado de Antonio Acevedo para hablar sobre su condición escritural en 1966, pero aquélla no sería la primera vez que la jalisciense abordaría su obra en forma crítica. Además de incipientes reflexiones en relatos como “Carta a una aprendiz de cuentos” o guiños similares en textos misceláneos para la revista Kena, su obra conlleva una meditación implícita acerca de por qué y para quién escribir. Consecuente con una voz sobria y lacónica, Dueñas dejaría ver parte de su poética en diferentes apuntes; en uno de ellos, incluso, habría de explicitar el argumento para su oficio: “Quien encuentre en mis escritos un exceso de fantasía podrá pensar que por medio de ella estoy tratando de fugarme de la [ 51 ]