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ELVISITANTE DEL ESPACIO

Por RICHARD WILSON

Aqu G-¡ verlo. Y todo el munoq§e entrev¡sta ultrasecreta?". I iá nñ¡aitAelaiglo: un marciano hab visitado a aba: '-¿uue rue li esta sólo la conoc a en e§a

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Por segunda vez aparece en esta sección un cuento del escritor Richard wircáí,-ripecialízádo en temas extraterrestres' Como, verf n 1y.-sti!:1.?:: iorát, át a'utor plantea la necesidad de que los terrícolas alcancen una ver' Jrááíu eiolución espiritual antes de lanzarse def initivamente a la conquista áit ,,iprr¡o. Sin está evolución espiritual nuestro inmenso progreso tecno'.' lágn; puede en un ierribte peligro para nasotros mismos. Y ei et caso de esta narración, son nuestros iecinos de Marte quienes nos ponen sobre aviso. ,

So'o había unos cuantos reporteros en la sala de Prensa de la Casa Blanca cuando la muchacha entró con la lista diaria de visitas. Eran casi las nueve de una friolenta mañana de marzo. La muchacha clavó la lista en la gran tabla de corcho, la leYó, arrugó el entrecejo y regresó a su lugar en la oficina del Secretario de Prensa.

El reportero de la United Press se levantó de su lugar, bostezando frente a una televisión en el otro extremo de la sala. Tomó un láPiz y una libreta de su bolsillo y se dispuso a copiar los nombres interesantes que pudiera encontrar entre aquellos que ese día visitarían al Presidente.

Su bostezo se evaPoró al leer la I ista.

Decía así:

Lista De Visitas

10:15 Senador Herbert Lehman, Ne+r¡ Yor-k.

10:30 Mister Walther Reuther, c.l.o.

11 :00 Secretario de Estado.

12:00 Director del PresuPuesto.

12:30 Almuerzo.

1:30 Mister Kjal, Marte' Años de escepticismo combatie' ron en el rePortero, evitando que corriera hacia su cabina privada de teléfono y gritara " iFlash!" Por la línea directá a su oficina' El escepticismo ganó. Tomó la lista en sus manos y releYó aquella línea.

1:30 Mr. Kjal, Marte.

Se sabía que la secretaria se equivocaba feamente de vez en cuando. Quizá se había equivocado de nombre, o bien se trataba de Marte, en el estado de PennsYlvania, Pues había una ciudad con ese nombre. ZO no? O quizá era alguien de.la compañía Marte, la de los chocolates. Lo mejor era Preguntar.

Entró a la oficina del Secretario de Prensa.

-iOué hay con esta cita del Presidente a la 1 :307 -Preguntó.

-ZOué hay? -le rePlicó el Secretari o.

El periodista le mostró la lista.

-i0ué e§ esto de Marte? -volvió a preguntar-' ¿Es un error de mecanograf ía?

El Secretario miró la lista Y contestó:

-No.

-Escucha -dijo el rePortero exasperándose-, esta Podría ser la noticia del siglo, o podría ser la farsa del siglo. ExPlÍcate, Zno.?

-Ya sabes que no te diré nada que no le diga también a los otros muchachos -contestó el Secretario.

-No te pido nada en especial -dijo el reportero-, sólo aclárame esto; aquí, l\larte, Zquiere decir Marte, Pennsylvania, la fábrica de chocolates o bien Marte, el planeta ?

_ -Ya veo tu problema -dijo el Secretario.

Tomó la lista y después de !a palabra Marte escribió: "(El plane- ta)". Se la devolvió al reportero.

-¿Es verdad?

-Es verdad -dijo el Secretario.

-i No hay más porel momento?

-Eso es tcdo.

--Gracias, pues.

El reportero de la Up regresó lentamente a la sala de prensá. Al entrar el reportero de la Associated Press Ie preguntó desde el otro ex.. tremo del lugar:

-¿Ya salió la lista de visitas?

-Ya Ia traigo -dijo el hombrre de la UP, distraÍdamente.

-OK -contestó el otro-. Después de ti.

El reportero de la UP entró a su cabina de teléfono. Levantó el auricular y susurró: \

-Bo Iet Ín.

-Adelante -le contestó una voz.

-La Casa Blanca ha anunciado hoy que ha ilegado la era de los víajes interplanetarios. punto y aparte.

-La sensacional declaración -cont¡nuó- , tue realizada de la manera más rutinaria posible. Apareció como una sola línea en la lista de v¡sitas del Presidente, la misma que colocan cada mañana en la sala de prensa. Hoy la lista incluía a mister Kjal: K como en King, J como en Jerusalén, A de avión y L de libertad, coma Marte. (Marte el planeta, i lo tienes?) La cita está hecha para la 1:30.

-(Sí, ya sé que es sensacional. No, ino estoy borracho! Lo confirmó el Secretario de Prensa, ahora sigue escribiendo... .)

-Punto y aparte. El reportero confirmó que se trata del planeta Marte y no de una ciudad o compa- ñía con ese nomLrre, No se sabrá más hasta después de la entrevista con el Presidente.

El reportero de la UP salió de su cabina cubierto de sudor. En- cenclió un cigarrillo y colocó la lista en su lugar. El rePortero de la AP se acercó"

-Algo tramas --dijo-, lo Puedo notar.

-¿De veras? --contestó el de la UP.

-De veras *rlijo el otro-. ¿Oué es esto?

Tomó la lista Y su grito atrajo al otro reportero, al representante Qe la lnter'national New Service (lNS).

- iMister Kjal de Martel -gritó el de la AP-. i()r-ré diablos?.

-Por arnor de Dios. . --dijo el cle la lNS.

-"Hs la pura verdad --clijo el de la UP--. Ni se nrolesten en acudir con el Secretario, no dirá nada más que lo clL:e ven en la lista. Más les vale comur¡icarse con sus agencias, yo ya lo hice.

Ambos reporteros volaron hacia sius respect¡"rt nos y se desbocaron hacia sus cabinas, atropellando al embajador cubano que salÍa en esos momentos de ver al Presidente. Al llegar a sus teléfonos descubrieron que la declaración contenía una sola frase. Decía simplemente que el Presidente y mister K.lal habían tenido una conversación de 40 minutog, en la cual se discutieron temas de interés común. cia con un tal mister Kjal del Planeta Marte?

Por el'momento, no habría más declaraciohes, pero al día siguiente tendría lugar una conferencia de prensa con el Presidente, a las 10:30, la hora acostumbrada.

Aquella neche, miles de Pala' bras fluyeron por la radio Y Por los receptores de televisión, Pero el 95 por ciento de lo dicho no eran más que especulaciones.

Era la historia más grande después del descubrimiento de América, pero todos los detalles Podrían haber cabido en un dedal.

El Presidente contestó afirmativamente, añadiendo que habían tenido una conversación muY agradable.

El hombre de la UP Preguntó respecto al idioma en que se había lleüado a cabo la conversación.

-En inglés -contestó el Presidente-. Mister Kjal habla excelen-

A la hora del aimuerzo, a las 12, la sala de prensa no bastalla Para dar cat¡ida a la murltitud de reporteros que se hal-:ían Presentado en la Casa Blanca. Toclos esPeraban ansiosos l¡ 1:30. Habían bombarcleado al $ecretario de Prensa con nriles de tr)reguntas, para recibir siempre la misnla respuesta: "Sin correntari0s". N ingú rr DePartamento, rri el de Estaclo, ni el de la Defensa ni e I de las Comunicaciones Feclerales l'rabía hecho declaración alguna. Para la 1:15, los re[)ortcros se habÍan desplegado en torno a l¿i Casa [ilanca para ver la llegacla rlel tal nrister l(ial y conocer sLi ¿ispeüto. Pero a la I :35 no había señas de é1, y a la 'l:45 los reporteros se enüontraban al borde clel cula¡:so rlcrvioso. Finalrnente, a las 2:15, el embajador cubano, al que to<los hahían lg¡noraclo, fue pasado a la oficina del Presidente. Mister l(jal no había salido por la vía acosturnbracia, si es que había llegaclo en prirner lugar.

El Íjecr*tario de Prensa permanecía inucJo, pero rnencionó que hal:r ía una declaración del Presiilen te.

Fiii:iill'¡i:r¡te apareció la muchai:l-ra l.i¡i t.¡i;¿ ¿leclaración mi¡neograiiar.li"; rrnir¡; i.ls niáño§. Los repü,rtÉirfs *,: la ¡rreltataron de las ma-

El auditorio del edificio del Departamento de Estado estaba lleno a reventar una hora antes de la conferencia de prensa. Todos los reporteros acreditados ante la Casa Blanca se encontraban ahí, asícomo docenas de reporteros de todo el país y de las principales agencias not¡ciosas de todo el mundo,

Después de un breve retraso, apareció el Presidente. EsPeró a que se apagara el murmullo en toda la sala. Se ajustó su traje Y entonces habló en voz baja con un ayudante que le extendió un PaPel. Luego, scnriendo, el Presidet¡te anunció el nombramiento de un nuevo miembro de la Reserva Federal. Hubo risas nerviosas, y algu' nos reporteros tomaron nota.

El Presidente devolvió la hoja Y declaró que por hoy eso sería todo,' ¿Había alguna pregunta?

Aquello fue el escándalo. El Presidente tuvo que alzar las manos para pedir silencio, Y solicitó que levantaran las manos quienes deseaban hacer preguntas, con el objeto de irlas contestando una por una.

El reportero de la AP fue el primero:

-ZEs cierto, señor Presidente, que ayer tuvo usted una conferen-

te inglés,

A continuación el Presidente verificó la pronunciación del nombre Kjal, pero se negó a describir al visitante del espacio. A medida que le planteaban las preguntas, explicó que mister Kjal representaba a la única raza del planeta Marte, Y que estaba plenamente autorizado por sus superiores para entrevistarse con el Presidente. Dijo además que los marcianos eran muY amigables, y que su forma de gobierno no podía explicarse con nuestros conceptos'" También dijo que nc, pod ía explicar la f orma en gue mister Kjal había llegado a la 'fie. rra, y señaló que el vísitante ya se encontraba de regreso a su planeta. Negó que el marciano hubiera llegado en un platillo volador y no contestÓ más preguntas respec- to a la eleccíón de su país para la visita, en lugar de que mister Kjal hubiera llegado a Rusia o a otro país. El reportero de la UP fue el que planteé la pregunta final: jugaron con l.a noticia, presentando los hechos en forma muy.simple o bien ampttttcándolos y modificándolos de acuerdo a sus políticas editoriales. Pero en verdad nadie supo más de lo que el Présidente había declarado aquella mañana.

***

Pero el Presidente no había revelado todos los detallés de la visi- dos noches antes, y de una manera extrañamente reconfortante. Había enviado primero un pensamiento que llamó la atención del Presídente hacia el sillón que se encontraba a un lado de la chimenea. Entonces, ante su asombro, la silla brilló y repentinamente apareció sentado en ella, soririente,'mister Kjal.

El Presidente se dío cuenta de I que tambíén él sonreía. Fue ¡ln encuentro sumamente amistoso. Sin dudas y sin temores. Conver. saron durante cuatro horas, corno viejos amigos, Hablaron de todo y de nada. Hablaron de la profunda preocupación del Presidente ante la posíbilidad de una nueva guerra mundial que podría desgarrar a la Tierra y poner fín a sus esperanzas de una paz duradera. Hablaron del hambre y de la enfermedad y la inseguridad personal. Hablaron de sus ínfancías.

No, no hubiera podido decirles a los reporteros todo lo que conversó con m¡ster Kjal. El mísmo marciano le sugirió que al dfa siguiente díera constancia de su visi. ta en la forma que lo había hecho, para qqe e[ suceso quedara regístrado ofícialmente.

-- iDir ía usted, señor Presidente, que uno de los objetivos de la vísita fue preparar el camino para futuras relaciones pacífícas entre Marte y la Tierra, cuando eventualmente lleguemos a efectuar viajes ín terplanetarios?

-Definitivamente -contestó el Presidente-, def in itivamente.

Ahí terminó la conferencia y nuevamente los reporteros se desbocaron hacia sus teléfonos.

Eso fue todo lo que el mundo supo respecto a la visita de mister Kjal. Los periódicos, ias revistas, los programas de radio y televisión ta. No mencionó la profunda experiencia espíritual que había significado para é1. Es más, de haberlo hecho, probablemente se hu.biera puesto en duda su salud mental. Pero había que comunicarle algo a la prensa, y desde luego a todo el mundo, Aquella noche, solo en su estudio, el Presidente intentó escribir Io que pensaba en su diario persónal. Pero era extremadamente d¡f ícil reducir su experiencia a palabras.

M¡ster Kjal se había materializado en aqr-lella misma habitación,

Pero hubiera podido decirles a los reporteros que desde que la Tierra había iniciado la coni¡uista del espacio y había dirigido su atención hacia Marte, surgió la necesidad de que los-homb'res se hícíeran merecedores de esa conquista. También hubiera podido decírles que mister Kjal era la encarnación de aquella necesidad, que la codiciosa, belicosa y precoz Tierra se encontraba en el camino de las es. trellas, que sólo a una Tierra equílibrada y madura se le permitiría recorrer ese camino, como a una criatura amistosa *curiosa en un mundo nuevo-, una críatura humilde deseosa de que le mostraran el camino.

Pero no a un destructor, Un destructor tendría que ser ,Jestruioo. El Presidente se imaginó entonces lo que habrían dicho los encabezados de los períódicos: "Ultimátum de Marte a la Tierra". No, en verContinúa en ta pag.4g

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