ACERQUÉMONOS A DIOS

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AcerquĂŠmonos a Dios

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Acerquémonos a Dios

INTRODUCCIÓN

Acerquémonos a Dios es una obra, que nace de una experiencia donde en medio de procesos Dios me invitó a su presencia. Mientras leen este libro serán grandemente consolidados y bendecidos. Para cumplir con el propósito de nuestro tema, examinamos las cosas que impiden que nos acerquemos a Dios, y buscamos la solución a este problema, esto según las sagradas Escrituras. A pesar de la profundidad de algunos pasajes, este será un libro sencillo y fácil de leer. Le sugiero no lea este libro para salir para agregarlo como uno más de su lista o por pasar un tiempo haciendo algo; saque un tiempo especial para este y procure con mucha diligencia la bendición que este dará a su alma. De manera que esta es nuestra primera obra que con sencillez subimos a las redes

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Dios nos ha abierto las puertas a su presencia, dándonos la oportunidad más grande de nuestras vidas; la oportunidad de entrar a su presencia y poder entablar una relación con él. Por lo cual, el escritor a los Hebreos los estimula diciendo: Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. (Heb 10:19­ 22). Este texto es la mayor evidencia de que tenemos la oportunidad que no tuvieron los antiguos; la oportunidad de acercarnos personalmente a Dios, sin la necesidad de que un sacerdote humano intervenga por nosotros. Pues ahora, gracias al preciado sacrificio del Señor en la cruz, tenemos entrada “por un mismo Espíritu al Padre” (Ef 2; 18). Ahora podemos hablar con Dios como lo hacía Moisés, con toda confianza y sin ningún temor. Sabiendo que él nos escucha y nos recibe cada vez que nos presentemos ante él. Ahora bien ¿Por qué no aprovechamos este glorioso privilegio? ¿Por qué no nos acercamos a Dios? ¿Que nos impide entrar libremente a su presencia, si tenemos el camino abierto y sin obstáculos? ¿Por qué no aprovechamos la oportunidad que Dios nos brinda, por la cruz? Existen muchas razones por las que comúnmente no nos acercamos a Dios, aun cuando se nos abrieron las puertas. Muchas veces no nos acercamos por el simple hecho de que nuestros corazones están lejos de Dios, y amamos otras cosas más que estar en su presencia. En otras ocasiones por causa de los afanes y de las preocupaciones de esta vida. Sin embargo, aparte de estas comunes razones entre nosotros, existe una razón que abarca una gran parte de nuestras vidas impidiéndonos acercarnos a Dios como queremos o debemos; y esta es la conciencia. El escritor a los Hebreos, al momento de estimularnos para que nos acerquemos a Dios, nos dice claramente cómo debemos de acercarnos, para aprovechar al máximo el privilegio que se nos ha otorgado.

Acerquémonos con corazón sincero Lo primero que dice es: “…acerquémonos con corazón sincero”. Pues al acercarnos a Dios nuestros corazones deben de ser puros, sinceros, no hipócritas. Es decir; no debemos acercarnos y orar lo que aun nosotros sabemos que realmente no queremos 3


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orar. Sino que seamos sinceros y pidamos a Dios lo que anhelamos, lo que en verdad está en nuestros corazones, porque lo que es demás de esto, es vanidad. Toda oración que no proviene del corazón, ante Dios es vana. Dios no escucha ese tipo de oración, por lo que si queremos tener éxito al orar debemos acercarnos a Dios con un corazón sincero y puro, y honestamente decirle: “Señor, quisiera hacer una mejor oración que esta, pero esta es la que realmente tengo en el corazón”. A veces cometemos el error de acercarnos a Dios, y tener el corazón en silencio, mientras con la boca hacemos mucho ruido, llenando el espacio de nuestro corazón con palabras vanas. Tal oración, aun si Dios la contestara, nosotros mismos ni cuenta nos daríamos de que Dios la contesto, porque nunca estuvieron en nuestro corazón, fueron oraciones vanas, para no dejar el momento en silencio. Cuando te acerques a Dios, y no tengas en tu corazón nada que decir, pues mejor guarda silencio y permanece en su presencia, pero no llenes el altar de vanas oraciones que nunca tuviste en tu corazón. En plena certidumbre de fe Lo segundo que dice el escritor a los Hebreos es: “…acerquémonos…en plena certidumbre de fe…Es decir: Plenamente convencidos de que Dios está ahí presente y listo para escucharnos. Ciertamente yo sé lo difícil que es creer que el Soberano Dios eterno, el Señor de Señores y Rey de Reyes está listo para escucharnos cada vez que nos acercamos a él en oración. No es nada fácil creer que no importando la hora, o las veces que yo me acerque, Dios siempre me escucha, pero debemos creerlo. Al acercarnos a Dios debemos creer con todo el corazón que Dios está ahí, y que no nos rechazará, tenemos que estar plenamente convencidos de su existencia, de su amor, de su comprensión, y de su paciencia para con nosotros. Esto es lo que quiere decir Hebreos 11; 6 cuando dice: “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”. De manera que cada vez que quieras intimar con Dios, acércate, pero recuerda, acércate con corazón sincero y con fe, plenamente convencido de su presencia presente donde quiera que estés. Al momento de orar a Dios no podemos aceptar ni siquiera un solo pensamiento de duda. Pues a veces orando nos llegan pensamientos como: “¿y será verdad que Dios me escucha?” O “¿Por qué no siento a Dios?” “Si me escucha ¿porque no me responde?...” ninguno de estos pensamientos pueden ocupar nuestras mentes a la hora de orar a Dios,

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sino que debemos de estar plenamente convencidos, de que nuestro Dios está allí escuchándonos, y atendiendo cada palabra que decimos ante él. Muchas veces oramos a Dios, y al levantarnos de la oración no creemos, nos levantamos creyendo que Dios no nos escuchó, porque quizás no oramos como queríamos, quizás no sentimos el fuego o no saltamos ni hablamos lenguas, y pensamos que Dios no estaba en el cuarto, que no escuchó esa oración porque la hicimos sin fuerza o desanimados. Pero lo cierto es que no importa como oremos; Dios siempre escucha. Es decir: no importa si oramos cansados, desanimados, aturdidos, sin fuerzas, aun con poca fe, Dios siempre escucha. El Señor me enseño esto en muchas ocasiones de mi vida. Una de ellas fue cuando mi Pastor juvenil y compañero ministerial Luis E. Sosa le tocó ir a ministrar a cierta iglesia de nuestro Municipio, yo tenía que acompañarlo, como de costumbre, pero no fui, pues me sentía muy débil en la fe. Estaba cansado, decepcionado, aburrido y sin ninguna fuerzas de buscar a Dios. Así que me quede solo en mi cuarto, intente dormir pero no podía conciliar el sueño, así que decidí orar a Dios, y ore y dije: “Señor no tengo fuerzas, ni animo, pero dame fuerzas, ayúdame…” mi oración fue bien corta y sin ninguna fuerza. Después de orar me acosté boca arriba a meditar, y al momento sentí fuerzas de Dios y me restaure y le agradecí por fortalecerme, ahora bien, aquí no se termina todo, la confirmación que Dios me dio de que me escuchó y me respondió fue la siguiente. Al regresar mi Pastor juvenil de ministrar, me cuenta que todo estuvo “terrible” (como decimos). Y me dice que Dios me mando a decir algo, yo me sorprendí, pues me dijo que mientras ministraban, llegó una señora de estas que oran mucho y se le acercó y le hablo de parte de Dios y le dijo que nosotros éramos un ministerio, y que yo no estaba ministrando con él en el momento, pero que donde yo estaba, decía la señora, estaba recostado boca arriba, y que Dios me fortalecía en esta misma hora, ¡aleluya! Resulta que exactamente en la hora que ella decía eso, era la misma hora en la que yo había terminado mi oración y me recostaba boca arriba. Así me confirmo el Señor que el siempre escucha. De esta y muchas otras maneras aprendí a creer que Dios siempre escucha. He orado en voz baja y alta, he orado sentado y sin fuerzas, he orado con mucha energía, hablando en lenguas, cantando y danzando, he orado cansado, triste, angustiado, desanimado, en santidad, en pecado de todas maneras pero Dios siempre escucha. Pues, no se trata de cómo nos sentimos mientras oramos, se trata simplemente de creer al orar. Por ejemplo: “En aquellos días Ezequías enfermó de muerte. Y vino a él el profeta Isaías hijo de Amoz, y le dijo: Jehová dice así: Ordena tu casa, porque morirás, 5


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y no vivirás. Entonces volvió Ezequías su rostro a la pared, e hizo oración a Jehová, y dijo: Oh Jehová, te ruego que te acuerdes ahora que he andado delante de ti en verdad y con íntegro corazón, y que he hecho lo que ha sido agradable delante de tus ojos. Y lloró Ezequías con gran lloro. Entonces vino palabra de Jehová a Isaías, diciendo: Vé y dí a Ezequías: Jehová Dios de David tu padre dice así: He oído tu oración, y visto tus lágrimas; he aquí que yo añado a tus días quince años” (Isa 38:1­5). Ezequías se sentía muy mal ante Dios, porque se le había dicho, que moriría; pero oró a Dios, y Dios lo escuchó y le respondió. La pregunta es ¿Cómo oró Ezequías? ¿Con fuerza o sin fuerzas? ¿Con ánimo o desanimado? ¿Triste o alegre? Sabemos claramente que Ezequías estaba triste, sin fuerzas y desanimado, su oración no fue de la mejor, incluso fue una oración de angustia y desesperación, pero como Dios siempre nos escucha, su oración fue contestada de inmediato. Porque recuerda esto, no se trata de cómo te sientas al orar, simplemente se trata de orar con fe. Cuando te acerques a Dios hazlo con plena certidumbre de fe. Sin miedo, sin temor, ignorando aun tu propia realidad y afincándote a sus promesas, porque Dios siempre escucha. La conciencia y sus funciones Lo tercero que dice el escritor a los hebreos es:”…Acerquémonos… purificados los corazones de mala conciencia…”. ¿Qué es la conciencia? Esta palabra aparece 30 veces en el nuevo testamento y una sola vez en el antiguo. Definir conciencia no es nada sencillo, es un tema bien profundo. Sin embargo, en las siguientes páginas haré mi mayor esfuerzo por darle una clara explicación de lo que es la conciencia y de lo que esta significa. Según algunos eruditos la conciencia es: “La facultad interior del ser humano que juzga la rectitud moral de los pensamientos, las palabras y las acciones, independientemente de los deseos o las inclinaciones de la persona”. Es decir, esta es la capacidad que posee el hombre en su ser interior, la misma que independientemente de la voluntad del hombre, juzga todas sus acciones. Es aquella facultad mediante la cual llegamos a conocer lo que es justo y correcto, como también lo que es injusto e incorrecto, la conciencia esta puesta para establecer lo que es agradable a Dios, y para enseñarle a los hombres a hacer diferencia entre lo justo e injusto, entre lo bueno y lo malo.

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La conciencia es un atributo del espíritu humano que Dios concedió para instruirnos y enseñarnos a vivir bajo su perfecta voluntad. Por eso, la conciencia lo juzga todo, porque ella fue puesta para que viviéramos una vida perfectamente correcta. Ahora bien, la conciencia no es algo que se pueda manipular; es decir, esta no actúa mecánicamente sino automáticamente. No hay ningún ser humano bajo el cielo que pueda dominar o manipular su conciencia, porque esta hace su función de manera automática. Por eso, cuando hacemos algo que no está bien, aun no quisiéramos escuchar esa voz interna diciéndonos el mal que hicimos, siempre está allí. Pero esto no quiere decir, que la conciencia tenga vida en si misma o pueda manejarse por su propia voluntad; como si tuviera voluntad propia, es más bien una función del espíritu humano. Es como los órganos del cuerpo. Ningún ser humano le puede decir a su corazón: “late más rápido” o “late menos rápido”, pero tampoco el corazón puede decidir por sí mismo latir más rápido o más lento de lo normal, pues él es simplemente un órgano que cumple con una función vital en el cuerpo. Así la conciencia es simplemente un atributo del espíritu que cumple su función juzgándolo todo, y estableciendo lo que es correcto. Estudiando los 31 pasajes donde aparece la palabra “conciencia” encontré lo siguiente:

La conciencia enseña, corrige, instruye, y castiga; según el Salmista David en el Salmos 16; 7 “aun en las noches me enseña mi conciencia”. La palabra que utiliza David para “enseñar” aquí es la palabra hebrea yasár, que en su raíz primaria quiere decir: castigar, literalmente (con golpes) o figurativamente (con palabras); de aquí, instruir:­ amonestar, azotar, castigar, corregir, dirigir, enseñar…de manera que David está diciendo: “Aun en las noches me corrige, me golpea, me castiga… mi conciencia”. Porque la conciencia establece lo correcto sin medidas, pues su deber es llamar las cosas por su nombre, a lo malo,

llama malo y a lo bueno, llama bueno. La conciencia no solo establece la verdad de manera directa y sin medidas, sino que también acusa. Y personalmente creo que todos hemos sido víctimas de esta función de la conciencia. Según San Juan capitulo 8; 9 “… acusados por su conciencia salían uno a uno…”. Este verso está hablando de los escribas y fariseos, cuando llevaron a la mujer que encontraron en adulterio delante del Señor. Y ya que estos esperaban que Jesús la condenará tal como ellos, dice que él les dijo: “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella”. Esta información penetro a sus conciencias, las cuales asimilaron lo que Jesús dijo, y comparándolo con las vidas de ellos; sus conciencias aceptaron como justo lo que decía el Señor, e injusto lo que ellos hacían. Pues la conciencia, al ser un testimonio interno, puede escudriñar o 7


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enterarse de las intenciones del corazón, así que ellos fueron acusados por sus conciencias, ya que esta juzgó las intenciones con la que ellos acusaban a aquella

mujer. Por causa del pecado, la conciencia ha perdido fuerza en su función moral como testimonio interno de la verdad en el hombre. De ahí es que la Biblia habla de una mala conciencia y de una buena conciencia. La mala, es aquella que ha sido corrompida por el pecado, y el estilo de vida de una persona deprava, esta conciencia no juzga correctamente, la buena conciencia es la que ha sido instruida en la palabras de Dios y la que aprueba lo correcto, también es la limpia, la que no tiene acusaciones porque aprueba la forma y el carácter de vida del individuo. Pablo habla de esta buena conciencia en Hechos 23.1 “Entonces Pablo, mirando fijamente al concilio, dijo: Varones hermanos, yo con toda buena conciencia he vivido delante de Dios hasta el día de hoy…” Pablo está hablando de una conciencia limpia, que ha juzgado y aprobado su estilo de vida por la palabra de Dios. También da por sentado de que la conciencia (no siempre, pero en su mayoría de veces) juzga correctamente las cosas, y de que al ser así, es un testimonio de una vida agradable a Dios. En Hechos 24 Pablo en otra de sus defensas menciona otra vez la conciencia como un testimonio interno y eficaz de una vida agradable a Dios,”…por esto procuro tener siempre una conciencia sin ofensas ante Dios y ante los hombres...” Porque esta puede reservar tus malas acciones en sí misma, y luego acusarte cuando trates de presentarte como justo ante los hombres o ante Dios.

La conciencia no solo es un testimonio interno para acusar, sino también para defender según el razonamiento. Pablo lo dijo de esta manera en Romanos 2:15 “mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos…”. Pablo también dijo: “Verdad digo en Cristo, no miento, y mi conciencia me

da testimonio en el Espíritu Santo…” (Rom 9;1). Hablando de que la conciencia juzga y acusa lo incorrecto, Pablo dice en el mismo libro a los Romanos 13:1­ “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos. Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella; porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al 8


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que hace lo malo. Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia”. Porque la conciencia juzga y acusa lo que no es correcto. Así hay muchos otros versos que hablan de la conciencia y sus funciones, 1 Cor 4.4 habla de una” mala conciencia” 1 Cor 8.7 ­ 8.10, y 8.12 hablan de una “conciencia débil” 1 Cor 10.25,27­28 revelan que la conciencia juzga según los por motivos, en 1Tim 1.19 Pablo habla de mantener una “buena conciencia” en 1Tm 3.9 habla de guardar el misterio de la fe con” limpia conciencia” en el capítulo 4.2 también de 1ra de Timoteo, habla de una “conciencia cauterizada” en Tit 1. habla de “ conciencias corrompidas”. Hebreos 10.2 habla de una “conciencia de pecado”, en 1 P 2.19 se habla de sufrir por la “conciencia delante de Dios”…y así de esta manera damos por sentado que la conciencia es una función interna en el hombre que juzga y establece lo que es correcto. Es el testimonio interno que juzga conforme a la verdad. Ahora bien, el escritor a los Hebreos nos aconseja que al acercarnos a Dios lo hagamos con el corazón purificado de toda mala conciencia. ¿A qué se refiere el escritor? ¿Qué es lo que nos quiere decir? ¿Será que la conciencia puede impedir que nos acerquemos libremente a Dios? ¿Qué es una mala conciencia? Toda conciencia hoy día está corrompida. Todos tenemos una conciencia corrompida en sus respectivas medidas por causa del pecado, por lo que nuestra conciencia no siempre juzga correctamente, y esta es el principal obstáculo que nos impide acercarnos a Dios libremente y con toda confianza. Porque nuestra conciencia al no estar bien instruida, y al ser afectada por el pecado y nuestro mal estilo de vida, nos acusa desmedidamente y muchas veces no nos da la oportunidad de arrepentirnos. Cuando se habla de una “mala conciencia” se está hablando de una conciencia afectada por el pecado, una conciencia acusadora que no ha reconocido aun el sacrificio de Cristo. En 1Cor 4;4 Pablo dice: “…Aunque de nada tengo mala conciencia…” examinando el contexto de este capítulo, Pablo está hablando de la conciencia que juzga y reprueba al hombre delante de Dios. De manera que una mala conciencia es la que juzga nuestra condición y nos reprueba ante Dios, por eso cuando queremos acercarnos a Dios está actúa en nosotros juzgándonos y condenándonos por lo que hicimos hace tres días atrás, y de esta manera nos reprueba delante de nuestro Dios. La conciencia, aunque es diseñada por Dios para traer luz al hombre de sus caminos, puede ser contaminada, no solo por el mal estilo de vida, sino también por conocimientos erróneos. En 1Cor 8:7 el apóstol habla de una conciencia contaminada, y dice: “…Pero no en todos hay este conocimiento; porque algunos, habituados hasta aquí a los ídolos, comen como sacrificado a ídolos, y su conciencia 9


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siendo débil, se contamina”. Analicemos bien el texto y su contesto: 1ro ¿Por qué se contamina la conciencia de algunos? Según el texto aquí, es por falta de conocimiento, y por haber adquirido conocimientos erróneos en sus vidas pasadas. Si analizamos el contexto, el apóstol está hablando a los corintios del conocimiento acerca de los ídolos y de lo que a estos se sacrifica. Puesto que los corintios convertidos vivían en una ciudad pagana, donde era algo muy común adorar ídolos y ofrecerles sacrificios, estos, por su pasado estilo de vida, mancharon sus conciencias, a tal punto que ellos creían que los ídolos eran dioses, y tenían vida, por lo que Pablo les advierte, pero también les enseña que un “ídolo nada es en el mundo, y que no hay sino un solo Dios…”este conocimiento dice Pablo, nos da acceso a comer todo lo que nos pongan delante, porque todo fue creado por nuestro Dios, y dice el apóstol, “que nada es de desecharse”, entonces este conocimiento, limpia la conciencia del error, de manera que una mala conciencia que acusa y juzga desmedidamente es una conciencia errónea, que ha adquirido conocimientos tergiversados. Por eso dice que “no en todos hay este conocimiento”, sino que algunos habituados, es decir: acostumbrados a su viejo estilo de vida formaron una mala conciencia y cuando ven a alguien comiendo algo que fue sacrificado a los ídolos, su mala conciencia se contamina, y es donde nacen las acusaciones por cosas que ya Dios ha purificado. ¿Qué quiero decir con todo esto? Que muchos de nosotros, por causa de nuestro viejo y erróneo estilo de vida, adquirimos conocimientos tergiversados y torcidos de la vida y de la verdad, por lo que al venir a Cristo somos juzgados desmedidamente por nuestra propia conciencia por cosas que delante de Dios, nada son. Por eso, en la primera etapa de nuestra vida como cristianos, sentimos que todo lo que hacemos es pecado. Si vemos película es pecado, si jugamos algunos video juegos, es pecado, si hablamos o andamos con viejos amigos (no cristianos) también es pecado. Y así nuestra conciencia toma todo como pecado, porque venimos del mundo con una conciencia errónea y dañada por el pecado, nuestra conciencia no nos muestra la forma correcta de la realidad de Dios. Tit 1:15 Para los puros todo es puro, pero para los corruptos e incrédulos no hay nada puro. Al contrario, tienen corrompidas la mente y la conciencia. De ahí es que muchos, por falta de conocimiento y por causa de esta vieja conciencia, viven como esclavos, siendo libres en Cristo; porque aun no han llegado al conocimiento de la verdad; entraron a la iglesia, pero Cristo todavía no ha entrado en ellos, porque Jesús no vino a esclavizarnos otra vez a rudimentos mundanos que no nos acercan, más bien nos alejan de Dios; Cristo vino a acercarnos al Padre y a enseñarnos la verdad, pues él mismo dijo que, lo que contamina al hombre, no es tanto lo que entra sino lo que sale de este. 10


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El conocimiento y la conciencia Col 2:6­23 (NVI) Por eso, de la manera que recibieron a Cristo Jesús como Señor, vivan ahora en él, arraigados y edificados en él, confirmados en la fe como se les enseñó, y llenos de gratitud. Cuídense de que nadie los cautive con la vana y engañosa filosofía que sigue tradiciones humanas, la que va de acuerdo con los principios de este mundo y no conforme a Cristo. Toda la plenitud de la divinidad habita en forma corporal en Cristo; y en él, que es la cabeza de todo poder y autoridad, ustedes han recibido esa plenitud. En estos primeros versos el apóstol destaca cómo debemos nosotros de vivir ahora que estamos en Cristo, y por consecuencia como debemos de instruir nuestra conciencia, pues esta juzga de acuerdo al conocimiento o a la información que adquiere (ya sea por experiencias o por enseñanzas), lo cierto es que está, según el apóstol Pablo, no puede juzgarnos de acuerdo a los viejos y débiles rudimentos y reglamentos del mundo, sino según es ahora Cristo en nosotros. Por eso dice: “vivan ahora en él, arraigados y edificados en él, confirmados en la fe como se les enseñó…”.porque nuestra conciencia juzga según el conocimiento que adquiere, por eso también les advierte de no dejarse engañar o cautivar por vanas y engañosas filosofías que siguen tradiciones humanas. Pues muchos de nosotros somos esclavos de tradiciones vanas y humanas, y servimos a reglamentos de hombres y no de Cristo. Mucho de nosotros estamos sujetos a la enseñanza errónea que le enseñaron hace 50 años a nuestros líderes, y estos nos las impartieron como palabra de Dios, y nos subyugaron a ciertos dogmas y reglamentos que nos hicieron el camino más pesado pero que Cristo nunca mencionó ni demando. Por ejemplo, hay líderes en algunas congregaciones que les enseñan a sus miembros que estudiar e ir a la universidad y hacer una profesión es pecado, eso es ilícito. Otros enseñan que como Pablo dijo que “la letra mata pero el espíritu vivifica” estudiar la Palabra en algún instituto a manera profesional es pecado, y eso es letra que mata, que lo correcto es buscar a Dios para que el te revele la Palabra. De ahí es que muchos, acusados por su conciencia, por causa de estas enseñanzas, no estudian y aun juzgan y acusan a los que se dedican a los estudios. De ahí es también, que muchos menosprecian las profesiones seculares y las tienen en poco. Creen que Dios solo llama para hacernos pastores, profetas, evangelistas, maestros… Pero se olvidan de la realidad de las Escrituras, que Dios llamó hombres para ejercer funciones seculares entre su pueblo. Pero todo esto sucede por causa de las falsas y torcidas enseñanzas que han adquirido sus conciencias. Por eso, es muy importante que cuando una persona te instruya escudriñes muy bien las Escrituras para comprobar lo que te imparten, porque el mínimo error que entre a tu conciencia, si

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esta lo acepta como correcto puede luego ser una barrera para que sirvas o te acerques libremente a Dios. Muchos, por falta de conocimiento y de la correcta revelación de la palabra de Dios han hecho de este Evangelio algo muy pesado, tan pesado que los débiles no pueden caminar por él, estos son ignorantes que se olvidan que Dios diseño el evangelio para los débiles, para los pecadores, para los incapaces. Por eso Isaías profetizando sobre el evangelio que traería Cristo dice: Isa 35:1­8 Futuro glorioso de Sion Se alegrarán el desierto y la soledad; el yermo se gozará y florecerá como la rosa. Florecerá profusamente, y también se alegrará y cantará con júbilo; la gloria del Líbano le será dada, la hermosura del Carmelo y de Sarón. Ellos verán la gloria de Jehová, la hermosura del Dios nuestro. Fortaleced las manos cansadas, afirmad las rodillas endebles. Decid a los de corazón apocado: Esforzaos, no temáis; he aquí que vuestro Dios viene con retribución, con pago; Dios mismo vendrá, y os salvará. Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los sordos se abrirán. Entonces el cojo saltará como un ciervo, y cantará la lengua del mudo;(B) porque aguas serán cavadas en el desierto, y torrentes en la soledad. El lugar seco se convertirá en estanque, y el sequedal en manaderos de aguas; en la morada de chacales, en su guarida, será lugar de cañas y juncos. Y habrá allí calzada y camino, y será llamado Camino de Santidad; no pasará inmundo por él, sino que él mismo estará con ellos; el que anduviere en este camino, por torpe que sea, no se extraviará. Este Camino fue diseñado para los pobres, hambrientos, débiles y necesitados, pero muchos líderes, por la dureza de su corazón y su insensible conciencia atan cargas pesadas sobre los hombros de los débiles como los fariseos e impiden la entrada al cielo, y echan fuera a los que Cristo vino a salvar dando su propia vida en la Cruz. Hoy día vemos débiles que quieren servir a Dios, pero muchos llamados “cristianos” los acusan por cosas que ni siquiera son pecado delante de Dios, por huecas y vanas sutilezas como dice Pablo, pero reitero, todo esto es por causa de las enseñanzas que sus conciencias aceptaron como verdad de Dios, aun siendo erróneas. Hay lideres que si tu le faltas un día a la escuela dominical, en vez de ir a tu casa a preguntar qué tenias o qué te había pasado, se acercan a juzgarte y a condenarte, pues, según la conciencia de ellos, si faltas a la escuela dominical o al culto (sea uno o dos días) eres un hijo del diablo, o estás en pecado o estas frio y a punto de descarriarse. Y muchos, no conociendo la verdad de la libertad que tenemos en Cristo, son acusados desmedidamente por su conciencia, por lo que aun queriendo acercarse a Dios no 12


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pueden, porque según un líder estás mal, no fuiste a un retiro, según algún miembro, te quedaste viendo películas con tu familia, y eso para ellos es un pecado “casi imperdonable”. Por enseñanzas erróneas como estas, es por la que muchos se descarrían, y dicen que no podían ser Cristiano, que esto era muy pesado para ellos, y sucede como una historia que escuche, según cuenta: una mujer, de aquellas que entregan su cuerpo para poder vivir, estaba muy angustiada y se sentía morir, pues había sido violada. Así que corrió a buscar ayuda pero nadie la quería ayudar, y pensó dentro de sí quitarse la vida, pero luego dijo: “iré a la iglesia, sé que ahí me van a recibir”. Sin embargo, cuando fue a la iglesia para solicitar ayuda, fue condenada por la mirada de todos los que la vieron entrar, por como ella estaba vestida. El predicador la insultaba por su apariencia, por lo que ella salió desesperadamente y corriendo, y en cierto lugar se quitó la vida. Cuando la encontraron, habla una nota cerca de ella que decía: “Necesitaba ayuda, busque y no la encontré en ningún lado, ni si quiera Dios me ama…”. Cosas como estas son las que a menudo suceden por religiosos que no han limpiado su mala conciencia con la Verdad de Cristo. Gente que profesan piedad pero con sus hechos la niegan, hablan de Cristo pero no lo conocen, pues creen que servir a Dios consiste en ropas, comidas o bebidas, y Pablo fue claro cuando dijo en Romanos 14:17 “porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo”. Precisamente este verso fue escrito por el apóstol, mientras hablaba del débil en la fe, y de la conciencia de este que tiene que ser cuidada por los más fuertes. Pues según las enseñanzas de Pablo, el fuerte en la fe no puede menospreciar al débil, es decir; el que nunca ha caído en condiciones de pecado, no puede menospreciar al que ha caído, ni aun al que no ha podido superarlo y vive cayendo involuntariamente. Pero hoy día es todo lo contrario, a lo que Pablo dijo, hoy los llamados “fuertes en la fe” son los primeros en pisotear y menospreciar al hermanito que ha caído, o que no ha podido superar alguna condición de pecado. Por lo que Pablo dice: “Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano” (Rom 14:13). ¿Qué aprendemos de todo esto? Que las enseñanzas pueden influir mucho en nuestras conciencias, y nuestras malas conciencias pueden afectar y aun destruir la vida de mis hermanos, pues así como yo soy acusado por mi mala conciencia, así está acusa y condena a otros, quizás por cosas vanas delante de Dios. Entonces, hasta ahora hemos aprendido que la conciencia puede ser mal influenciada por lo que aprendemos. Por eso, si queremos una buena conciencia debemos tener una sana alimentación espiritual de la Palabra de Dios, como dijo el apóstol Pedro, “no

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adulterada”. Y por esto mismo es que debemos de estudiar las Sagradas Escrituras para conocer lo que hizo Cristo por nosotros y los beneficios de Cristo en nosotros. Por esto Pablo después de advertirle a los colosenses que no se dejen engañar por falsas filosofías, les revela la Verdad que hay en Jesús y la libertad que nos da su verdad. El sacrificio de la cruz y sus beneficios Pablo dijo: Además, en él fueron circuncidados, no por mano humana sino con la circuncisión que consiste en despojarse del cuerpo pecaminoso. Esta circuncisión la efectuó Cristo. Ustedes la recibieron al ser sepultados con él en el bautismo. En él también fueron resucitados mediante la fe en el poder de Dios, quien lo resucitó de entre los muertos. Antes de recibir esa circuncisión, ustedes estaban muertos en sus pecados. Sin embargo, Dios nos dio vida en unión con Cristo, al perdonarnos todos los pecados y anular la deuda que teníamos pendiente por los requisitos de la ley. Él anuló esa deuda que nos era adversa, clavándola en la cruz. En estos versos Pablo enseña que no necesitamos ser circuncidados, porque ya por la muerte de Cristo fuimos circuncidados, con la verdadera circuncisión, no la de la carne si la del espíritu. Pero luego dice algo muy importante y que tiene que penetrar hasta nuestras conciencias. Dice que Dios nos dio vida juntamente con Cristo, y que nos perdono todos los pecados y anuló la deuda que nos era adversa, esto es contraria, en la Reina Valera dice que anulo el acta de los decretos que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la Cruz. ¿Qué es el acta de los decretos? ¿Y por qué nos era contraria? El acta de los decretos es la ley y sus ordenanzas. Por eso la NVI (Nueva Versión Internacional) traduce este verso de la siguiente manera: “…y anular la deuda que teníamos pendiente por los requisitos de la ley. Él anuló esa deuda que nos era adversa, clavándola en la cruz…” porque la ley, es un decreto divino que nos es contrario, no porque la ley sea mala o los reglamentos de esta, sino por causa de nuestra naturaleza que es contraria a la ley, por lo cual la ley también es contraria a nosotros. Ahora bien, la pregunta es: sí la ley no es la del error, y el mandamiento según Pablo, es santo, justo y bueno ¿porque Cristo la quitó de en medio y la clavó en la cruz? ¿En que nos afectaba la ley? Para responder a esta pregunta navegaremos a aguas profundas, por favor lea con mucha atención.

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Lo que sucede es lo que enseña el Escritor a los hebreos en la introducción de su enseñanza. El escritor a los hebreos enseñanza en sus primeros capítulos, que Cristo es hecho por Dios superior a todo y a todos, y que esta superioridad está nuestro favor. En el capitulo uno (1) enseña que Cristo es superior a los ángeles Heb 1;4 “Hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos”. En el capítulo dos (2) lo presenta como la cabeza de toda la creación, quien aunque fue introducido en el mundo como humano y hecho menor que los ángeles, aun así fue exaltado por causa de los padecimientos en la cruz, porque según el escritor, fue necesario que viniera como humano a la tierra para llevarnos a Dios, pero él siempre fue mayor y superior que los ángeles... Heb 2; 8­9 “Todo lo sujeto bajo sus pies. Porque en cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejo que no sea sujeto a él… pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento…”. En el tercer capítulo (3) exalta a Cristo como superior a Moisés y aun superior al tabernáculo o a la casa de Dios. Heb 3; 1­4 “…Considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús; el cual es fiel al que lo constituyó, como lo fue Moisés en toda la casa de Dios. Porque de tanto mayor gloria es estimado digno éste, cuanto tiene mayor honra que la casa el que la hizo. Porque toda casa es hecha por alguno; pero el que hizo todas las cosas es Dios…”.

En el capitulo (4) cuatro, introduce a la verdad donde él estaba ansioso por llegar, a la verdad de que Jesús es el gran sumo sacerdote. Heb 4; 14 Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión…”. Este era el punto principal de su introducción. Pues, al establecer que Jesús es el gran sumo sacerdote, y que es hecho superior a los ángeles, a Moisés y a los sacerdotes que ministran en la tierra, está estableciendo un nuevo pacto y nuevas promesas, y al establecer un nuevo pacto deja por sentado que el viejo ya no está vigente y que la ley a caducado. Es decir: la ley y sus ordenanzas fueron establecida sobre el antiguo pacto, pero el escritor a los hebreos declara que al haber cambio de sacerdocio fue pues necesario también un cambio de ley. Heb 7; 11­12 Sí, pues, la perfección fuera por el sacerdocio levítico (porque bajo él recibió el pueblo la ley), ¿Qué necesidad habría aún de que se levantase otro sacerdote, según el orden de Melquisedec, y que no fuese llamado según el orden 15


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de Aarón? Porque cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley; De manera que la ley fue quitada de en medio no porque era mala, sino por el cambio de sacerdocio que hubo, pues, la ley que nos esclavizaba y condenaba estaba establecida sobre el sacerdocio levítico, pero venido Cristo, estableció un nuevo pacto sobre su propio sacerdocio, el cual es según la clase de Melquisedec, y esto de que es según el orden de Melquisedec, quiere decir: de su tipo, de su clase, es decir: “indestructible”, pues Melquisedec aunque ha sido un misterio, el escritor revela que este es un tipo de Cristo y de una “vida indestructible”. Heb 7; 14­16 Porque manifiesto es que nuestro Señor vino de la tribu de Judá… Y esto es aun más manifiesto, si a semejanza de Melquisedec se levanta un sacerdote distinto, no constituido conforme a la ley del mandamiento acerca de la descendencia, sino según el poder de una vida indestructible. Esto quiere decir, que el sacerdocio de la ley fue abrogado, y que ahora ha sido establecido el sacerdocio de una vida indestructible, de manera que los que renuncian a agradar a Dios de acuerdo al primer sacerdocio, de acuerdo a la ley, y aceptan el sacerdocio de Cristo, pues se hacen participantes de la vida de Cristo, una vida indestructible, es decir una vida que el pecado no puede destruir. Por eso la ley fue quitada, y tuvo que ser quitada porque está ya cumplió con su propósito, que era el de condenarnos y acusarnos, la ley solo vino para mostrar lo malo e imperfecto que nosotros somos, por eso, la ley no se enfocaba en restaurar sino solo en condenar, en establecer lo que es correcto sin ningún tipo de medidas, pero una vez la ley cumple su propósito y nos condena, ya no es necesaria, porque ahora que estamos abrumado por la realidad que desvelo la ley, necesitamos un cambio, una transformación, una mejor vida. La ley cumplió su propósito despertando en nosotros una conciencia de pecado y la necesidad de un salvador. Entonces es donde ahora se manifiesta la debilidad e ineficacia de esta, pues pudo mostrarnos la realidad de nuestro corazón pero no pudo transformarnos, por eso vino Cristo, y según el mismo escritor por eso fue abolido el primer pacto y la ley, por su ineficacia para limpiar nuestras conciencias de pecado. De hecho, la ley ni siquiera hizo el esfuerzo de limpiar nuestras conciencias del pecado, sino todo lo contrario, esta fue quien despertó en nosotros esta mala conciencia de pecado. Pablo lo dijo de esta manera: “ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él, porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado” (Rom 3; 20). Por esto mismo el escritor a los hebreos dice: “Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia (pues nada

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perfeccionó la ley), y da la introducción de una mejor esperanza, por lo cual nos acercamos a Dios…” (Heb 7; 18). Si analizamos bien el libro de Hebreos, nos daremos cuenta de que el autor de esta obra hace una larga introducción hablando sobre la ley, sus ordenanzas y sus rituales, para establecer que ahora en Cristo, podemos acercarnos libremente a Dios. Es decir; el tema centrar de hebreos lo puedo definir personalmente, como el de “acerquémonos a Dios”. Por eso, durante todo el libro el escritor nos incita, y nos estimula a acercarnos a Dios. Entre las cartas del apóstol Pablo, Pedro, Santiago… la palabra “acercar o acercarse” aparece unas dieciséis (16) veces, de estas, en Hebreos aparece diez (10) veces. Heb 4; 16 Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. Heb 7; 19… Por lo cual nos acercamos a Dios. Heb 7; 25 Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos. Heb 10; 1 Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfecto a los que se acercan. Heb 10; 22 Acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. Heb 11; 6 Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. Heb 12; 18 Porque no os habéis acercado al monte que se podía palpar, y que ardía en fuego… Heb 12; 22 Sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles… Por lo que yo creo que este libro es una total motivación para que cada día con toda libertad y confianza nos acerquemos a Dios; creyendo su verdad y obviando o dejando atrás todas las acusaciones vanas de nuestra mala conciencia. Por eso te he presentado todo este recuadro de conocimiento acerca del efecto del sacrificio de la cruz, no es para que conozcas mis conocimientos en el misterio de Dios, sino para que tu conciencia sea limpia por el conocimiento del sacrificio de la cruz, pues, cuando nuestras conciencias

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no reconocen a plenitud el sacrificio de Cristo nos esclavizan a cosas vanas, impidiéndonos acercarnos a Dios. Argumentos esclavistas de una mala conciencia Cosas como las que menciona el apóstol Pablo en colosenses 2; 20­23 “Pues si habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo, ¿Por qué, como sí estuvieseis en el mundo, os sometéis a preceptos tales como: No manejes, ni gustes, ni aun toques (en conformidad a mandamientos y doctrinas de hombres), cosas que todas se destruyen con el uso? Tales cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne. En el capítulo de este pasaje contiene ciertas ideas gnósticas básicas entremezcladas. Pablo está advirtiendo a los creyentes que no adopten ciertas prácticas gnósticas, porque el hacerlo supondría más un retroceso que un avance en la fe. Aquí subyacen algunas prácticas gnósticas. Está el ascetismo gnóstico, que se trataba de una enseñanza que implicaba un montón de reglas acerca de lo que se podía comer o beber. En otras palabras: se trataba de una vuelta atrás a las leyes dietéticas de los judíos, con sus listas de cosas limpias o inmundas. Pues, los gnósticos consideraban toda la materia esencialmente mala. Si la materia era mala, entonces también lo era el cuerpo. Si el cuerpo era esencialmente malo, no importaba lo que se hiciera con él. Siendo malo, se podía usar o abusar de cualquier manera, porque no había ninguna diferencia. Para otros había que tenerlo sojuzgado; había que maltratarlo y debilitarlo y que aherrojar sus impulsos. Del gnosticismo es que vienen algunas enseñanzas que se han introducido sutilmente a nuestras congregaciones, como la de maltratar el cuerpo, por que el cuerpo (para muchos) es la carne que Pablo dice “no satisfagáis”, y muchos, contaminados con esta enseñanza, si pasan un día sin maltratar el cuerpo, ya sea con ayunos o cilicios, sienten que están mal y son acusados por su conciencia, por lo que no se acercan a Dios, cuando la Biblia enseña que no es por obra, sino por gracia (Efe 2; 8­9). Lo cierto es que este grupo de gnósticos había pensado que el mejor camino para vivir en santidad era hacer énfasis en reglas y ritos externos, absteniéndose de todo lo material, al punto de sufrir un colapso, o de estar totalmente apartados de la sociedad como los monjes. Reglas como estas son las que mantiene a muchos atados y las mismas que han convertido la vida cristiana en una de reglas y leyes, en lugar de una vida en la que se goce de la compañía con Cristo (Gal_4:3, Gal_4:9). Por lo que al hablar de ordenanzas 18


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Pablo se refiere a prohibiciones relacionadas con el ascetismo, (doctrina filosófica y religiosa que busca purificar el espíritu por medio de la negación de los placeres materiales o abstinencia). Hoy día lo que nos impide acercarnos a Dios, son falsos rudimentos como estos de: “no gustes, no toques, no platiques, no mires” y todo el evangelio se vasa en “no hagas”. Sin embargo Pablo dice que estos son falsos argumentos que no tienen valor alguno contra nuestro verdadero enemigo, que es la carne. Sí tu conciencia está sujeta a cosas como estas, y porque pasaste un tiempo sano, con tus amigos no cristianos tu mente te juzga y te acusa, pues estudia su palabra y acércate a Dios, pues, Cristo no dio su vida por ti para que seas esclavo de los engaños de una mala conciencia, eres libre por su sangre disfruta de tu libertad, sin caer en el libertinaje. Ahora bien, hemos mencionado algunos de los falsos fundamentos que dañan la conciencia para impedir que nos acerquemos a Dios, y quizás mucho ya hemos superado esta etapa, y cosas como estas ya no nos detienen ¿Pero qué tal de esos fundamentos verdaderos que la conciencia usa como argumentos para acusarnos? ¿Qué sucede con las cosas que realmente tienen peso delante de Dios como pecado, y que nos alejan de su presencia? ¿Cómo podemos acercarnos a Dios, con una conciencia que nos acusa continuamente por cosas que realmente hemos hecho? ¿Cómo agradar a Dios y acercarnos confiadamente, sí nuestra conciencia nos da testimonio de lo malo que somos? A veces no hemos cometido ningún pecado, pero nuestra conciencia nos acusa, pues, nos da testimonio de que lo vamos a hacer porque queremos hacerlo. Y una de las cosas más incomoda que todos hemos experimentado, es que al acercarnos a Dios nuestra conciencia se convierte en un espejo de la realidad de lo que somos, vivimos y pensamos, y no nos deja concentrarnos en Dios, pues nos centra en lo malo que somos ante él. Entonces ¿Qué hacer frente a semejante situación? Este es el punto principal de este resumido libro, y el último tema a tratar. Pues, creo que es uno de los más importantes, ya que los argumentos que trataremos en este tema, son los que nos impiden entrar a la presencia de Dios. ¿Cuáles son estos argumentos? 1. Los que nacen en nuestra conciencia por los pecados que cometemos. Cuando le fallamos a Dios haciendo lo que no es conforme a su voluntad, nuestra conciencia automáticamente nos acusa, porque juzga todas nuestras acciones. Estas acusaciones son las que más luego cuando queremos entrar a la presencia del Señor nos lo impiden, quizás porque no nos hemos arrepentido.

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Pero mucho de nosotros, aun después de habernos arrepentido por cosas malas que hicimos, al venir a la presencia de Dios, somos acusados por nuestra conciencia. 2. Los argumentos que nacen por la realidad de nuestro corazón. La Biblia enseña que nosotros somos malos por naturaleza. Todo ser humano está corrompido en su propia naturaleza. Desde el día que el hombre pecó contra Dios, desde ese día nuestra naturaleza humana quedó inclinada al mal. En Génesis 6; 5 la Biblia misma da testimonio de la maldad interna del hombre diciendo: “Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio (intenciones o plan) de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal.” El sabio salomón dijo: “… el corazón de los hijos de los hombres está en ellos dispuesto para hacer el mal”. Como también Jeremías dice: “engañoso y perverso es el corazón más que rodas la cosas ¿Quién lo conocerá?...” (Jer 17; 9). En otras palabras, todo lo que somos es pura maldad. Todo lo que decimos, pensamos o intentamos está contaminado por el mal. De ahí es que Pablo dice que él queriendo hacer el bien, siempre termina haciendo el mal, porque halla una ley en su cuerpo, la ley del pecado. Por esta misma ley la conciencia juzga continuamente todos nuestros pensamientos, porque casi todo lo que pensamos está contaminado por el pecado. Esto es lo que hace que muchas veces, aun no habiendo cometido ningún pecado, tengamos sensaciones o sentimientos de culpabilidad como si lo hubiéramos pecado, porque nuestra conciencia juzga hasta nuestros pensamientos, los cuales están manchados por el pecado. De ahí es que mucho de nosotros queriendo hacer el bien, siempre hacemos el mal. A veces queremos decirle algo a alguien por su bien, pero sin darnos cuenta le ofendemos, esto es por la realidad de nuestros corazones. Ahora bien ¿Qué podemos hacer frente a estos argumentos de pecado que contaminan nuestra conciencia y nos impiden acercarnos a Dios? Lo único que podemos hacer es limpiar nuestra conciencia de estos argumentos, y equipar nuestra mentalidad para saber tratarlos. Pues aunque este libro te haga sentir listo para acercarte a Dios, mañana volverán a venir otros argumentos y los mismos sentimientos de culpa que te impiden acercarte libremente a Dios. La clave está en conocer y aceptar el sacrificio de la cruz; pues el conocimiento de la muerte de Cristo es el único que puede limpiar nuestras conciencias de obras muertas de pecado. Hebreos 9; 13­14 dice: “Porque si la sangre de los toros y machos cabríos… santifican para la purificación de la carne, ¿Cuánto más la sangre de

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Cristo… limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?”. Ahora bien, cuando el escritor habla de que su sangre nos limpiará la conciencia, no está hablando de que necesitamos ser rociados literalmente con la sangre de Cristo, sino figurativamente está hablando de su sacrificio por nosotros en la cruz. Ahora esto no quiere decir, que con tan solo yo saber que Cristo murió por mí, ya mi conciencia será limpia por ello, sino más bien está hablando de que al saber exactamente cuáles son los efectos del sacrificio de la cruz, mi conciencia será limpia. Cuando conocemos, lo que sucedió en la cruz, lo que realmente pasó en la cruz, ese conocimiento limpia nuestras conciencias del pecado. Porque para muchos, en la cruz simplemente murió Cristo por los hombres, pero para el apóstol Pablo, en la cruz sucedió algo más, en la cruz fuimos libertados del pecado y de su poder, porque allí se clavo el acta de los decretos que nos era contraria, la misma acta que utiliza la conciencia para acusarnos continuamente (Col 2; 6­23). Es decir, todos los argumentos que la conciencia pueda utilizar para acusarnos delante de Dios fueron clavados por Cristo en la cruz. Esto lo que quiere decir es que nuestros pecados, ya no tienen la potestad de impedirnos la entrada al Padre, quizás usted se pregunte: “¿Acaso es que puedo acercarme a Dios estando en pecado?” precisamente es lo que estoy diciendo. Podemos y nuestro deber es acercarnos a Dios aun estando en pecado. Primero, porque la Biblia enseña que corporalmente, aun no hemos sido limpiados del pecado, Pedro dijo: “El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración (apelación, demanda o deseo) de una buena conciencia hacia Dios) por la resurrección de Jesucristo…”en otras palabras, nuestra cuerpo nunca fue limpiado del pecado, sino nuestras conciencias. Es más, el apóstol Pablo declara que Cristo, con el fin de separarnos del pecado para siempre en el siglo venidero, en este siglo nos sujeto a vivir en una misma habitación con el pecado, condenando al pecado en la carne, es decir en el cuerpo. “Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne” (Rom 8; 3). De manera que mucho de nosotros hemos estado engañándonos a nosotros mismos; creyendo que éramos santos (en el sentido de que todo nuestro cuerpo estaba limpio del pecado), y que no podíamos contaminarnos con el pecado porque entraría en nosotros. No sabiendo nosotros que vinimos a Cristo, lo aceptamos pero el pecado siguió dentro de nosotros. Por eso Jesús les decía a los fariseos: “No lo que entra, sino lo que sale es lo 21


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que contamina al hombre”, porque estos se creían limpios de pecado, y por esta misma razón, los escribas y fariseos no se acercaban a los pecadores, para no contaminarse con el pecado según ellos. Y esto es lo que pasa con mucho de nosotros, creemos que cuando aceptamos a Cristo fuimos totalmente limpiados del pecado, entonces cuando fallamos, nuestra conciencias nos torturan y nos cierran las puertas a la presencia de Dios, porque para esta nosotros éramos “perfectos o santos”. Entonces, para evitar las molestias por las acusaciones del pecado, tenemos que saber claramente que el sacrificio de la cruz no limpia nuestros cuerpos del pecado, sino nuestras conciencias. ¿Qué significa esto? ¿Qué aun después de haber aceptado al Señor seguiré teniendo los mismos malos deseos que antes de conocerlo tenía? Precisamente eso es lo que quiero decir, o ¿no le ha pasado a usted? ¿Usted no ha sentido las mimas incitaciones del pecado para hacer lo malo, como antes lo sentía? De seguro que sí, pues es una realidad inevitable que tendremos que soportar hasta que Cristo venga. De manera que en nuestras conciencias siempre que nos acerquemos a Dios habrá una acusación por el pecado, pero esa acusación no puede impedir que nos acerquemos a Dios; al contrario, aun siendo acusados por nuestras conciencias debemos de acercarnos a Dios; porque es en su presencia es donde desaparecen estas acusaciones. Ese es el privilegio que nos otorga la cruz. La cruz le da la oportunidad al pecador para acercarse a Dios, aun estando en pecado. Acercándonos a Dios, por encima del pecado En el antiguo testamento cuando alguien se acercaba a Dios en pecado inmediatamente era consumido, pero ahora en el nuevo testamento por el sacrificio de la cruz, cuando nos acercamos a Dios en pecado su gracia nos cubre para purificarnos y limpiarnos de toda maldad. Por eso el apóstol Juan dijo: “Sí decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros, (pero) sí confesamos nuestros pecado, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad…” (1Jn 1;8­10). El texto que acabamos de citar contiene la clave de lo que necesitamos para entrar a su presencia libremente y sin culpas. La clave es: “aceptar la realidad de lo que somos”. Mucho de nosotros no podemos orar en paz, ni acercarnos a Dios confiadamente; porque nos auto­condenamos. Y nos auto­condenamos porque no aceptamos la realidad de lo que somos, ¿Qué somos? somos simples pecadores queriendo agradar al Dios santo.

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Incluso, hoy día hay muchos ministerios enterrados por esta misma razón. Porque la congregación no aceptaba que ellos eran ministros pero con debilidades. Esto pasa muy a menudo, la gente cree que los predicadores somos superhéroes o más bien súper­ santos. Que no podemos fallar, que no podemos tener debilidades, y esto es lo que condena a muchos a vivir cabizbajos aun cuando fueron aceptados por Cristo con sus errores y debilidades. Así que lo primero es aceptarnos tal cuales somos ante Dios. Pero quizás cuando te acerques a Dios, la conciencia te diga: “tú eres un fornicario o eres un adultero” pero tú le podrás decir: “eso es cierto, y precisamente por eso estoy aquí, porque soy lo que no quiero ser, y sé que en su presencia puedo ser lo que realmente quiero y debo de ser”. De esto se trata, de reconocer el pecado que mora en nosotros, de ser sinceros y aceptar lo que somos pero no conformarnos a ellos, sino aspirar a algo mejor en su presencia. Entonces el punto principal de lo que venimos diciendo, es que estas acusaciones aunque son muy ciertas no te pueden impedir acercarte a Dios, ya sea para adorarlo, buscarlo, pedirle o pasar tiempo con él ¿sabes por porque? Porque solo Dios puede librarte de tu propia maldad. En muchas ocasiones cuando voy a adorar e Dios siempre escucho la voz de mi conciencia diciéndome una por una las cosas que hice fuera de la voluntad de Dios en el día, y aunque a veces me deprimo, luego me digo a mi mismo: “Yo no adoro a Dios por lo bueno que yo soy, yo le adoro por lo bueno que él es” “yo no lo busco por lo santo que yo soy, yo le busco porque él es Santo” “yo no levanto mis manos por lo tanto que hago por él, sino por lo que él hizo por mí en la cruz”. Cuando te acerques a Dios recuerda, acepta lo que eres, pero también recuerda, aceptar lo que eres no es conformarte a ello, sino reconocer que eres un pecador que cada día necesita más de Dios; porque cerca de Dios somos santificados. Por eso, una de las estrategias del pecado es esta, presentarte lo malo que eres para que no te acerques a Dios y así poder subyugar tu vida por completo a su voluntad. El mismo escritor a los hebreos nos advierte de esta estrategia malévola de la carne, a lo que él llama: “el engaño del pecado”. Heb 3; 12 Mirad, hermanos que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo; antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado. Este engaño consiste en dominar tu mente, para que dejes de resistirte al pecado y este pueda dominarte por completo. Por ejemplo: un día fallas a Dios, pero al acercarte a Dios te arrepientes y lo dejas, y aunque al otro día, vuelvas a caer en la misma tentación, si te acercas a Dios tú sigues luchando por no volverlo hacer. Pero cuando 23


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dejas de acercarte a Dios por qué fallaste, el pecado te va ominando súbitamente por completo, pues tu lucha por no fallar disminuye lentamente, pues ya fallaste, como quiera estas en pecado, si lo haces otra vez eso no es nada, así te dice el pecado, y así va sucediendo hasta que el pecado te endurece el corazón y te aleja totalmente de Dios. Por eso cuando falles, aunque no sientas arrepentirte, es más aunque no quieras arrepentirte, acércate a Dios, él te puede ayudar, porque él es el único que te puede convencer de pecado y librarte del mal. Satanás y el pecado trabajan juntamente, y cuando este quiere destruirte analiza toda tu vida, analiza tanto tus debilidades y tus fortalezas, pero también analiza tus fuentes de debilidades y fuentes de fortaleza, y una de las primeras cosas que este hace es separarte de tu fortaleza para tocar tus debilidades, porque él sabe muy bien que mientras esté conectado a la fuente de tu fortaleza nada te debilita, pero separado de tu fortaleza eres blanco fácil. Esta mima estrategia Satanás la usó con Job, cuando Satanás quiso destruir a Job lo primero que hizo fue ir a la presencia de Dios, para solicitar que Dios quitara su cerco de protección; porque mientras la protección Divina estaba sobre Job este no podía ser tocado. (Job 1;6­12). También fue la misma estrategia que usó con David cuando cayó con Betsabé, primero lo desconecto de su llamado como rey, y dice que en el tiempo en que los reyes salían a la guerra, David se quedó en el palacio (2Sam 11;1­6). Lo mismo sucedió con Sansón; los filisteos se dieron cuenta que mientras este tuviera su extremada fuerza ninguno de ellos se podría acercar a este, entonces fue donde contrataron a Dalila para que esta descubriera el secreto de su fortaleza. Aquí hay un misterio muy fuerte, y es que los filisteos, como no se podían acercar a Sansón por su gran fuerza, buscaron a alguien que si se podía acercar a él. Hombre de Dios o mujer de Dios que estás leyendo esta palabra, recuerda siempre esto, sí el diablo te quiere destruir, él no se acercará personalmente a ti, porque sabe que él mismo no te puede destruir por tu fortaleza que es Dios, pero buscará a los cercanos a ti para poder destruirte a través de ellos. Y algo más, no hay nadie más cercano a ti que tú mismo. A veces nos cuidamos de la novia o del novio, de la esposa o del esposo, pero no nos descuidamos de nosotros mismos, que somos la persona más cercana que tenemos. Así que Dalila desconecta a Sansón de su fortaleza y los filisteos lo capturan y lo cautivan. Así es como sucede con el pecado, con su sutil engaño te desconecta lentamente de Dios y te esclaviza. Por eso, puedes fallarle a Dios mil veces, pero otras mil veces preséntate a Dios y pídele perdón y fuerzas para no volver a fallar. Yo he adoptado un pensamiento en medio de esta guerra contra el pecado, y siempre me digo a mi mismo: “Yo podría cansarme de fallar, pero no me cansare de arrepentirme. 24


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Podría cansarme de caer, pero no me cansare de levantarme e intentarlo de nuevo”. No importa cuántas veces caiga, otras tantas veces me presentare delante de Dios, y le diré: “Dios estoy aquí”. Te he fallado pero estoy aquí, me he comportado mal pero estoy aquí, porque sin ti no tengo vida. Así que, quiero decirte de parte de Dios no te rindas, no nos rindamos, acerquémonos a Dios. ¡Sí! Acércate con confianza, él es tu Padre y te comprende como nadie, él es el único que soporta todas tus debilidades, aun las que tú mismo no conoces, él es quien escucha y conoce los pensamientos más íntimos y vergonzosos de tu corazón, aun los que tu no conoces, porque están en tu subconsciente, pero aun así, Dios está allí protegiéndote y amándote. Él es el mismo que cuando te llamó, te ungió y te equipó con dones especiales ya sabía de antemano que tú le fallarías, pero a pesar de todo eso no te ha dejado, no te ha soltado ni un momento. Normalmente cuando la gente se acerca a ti y conoce la realidad de lo que eres, pues, la gente se apartan y te dejan solo, porque no cualquiera soporta lo que tú eres, no cualquiera soporta tus debilidades, tus momentos de mal humor, aun una esposa se cansa de los errores y debilidades de su esposo, una madre se puede cansar de sus hijos y no querer estar cerca cuando son insoportables, un padre puede desear separarse de ti por tus malos caprichos, pero no Dios, porque Dios no es así. Dios siempre está allí. Cuando todos se van él sigue allí, él no puede negarse a sí mismo. Y no solo soporta tus debilidades, sino que trabaja a toda costa contigo para transformarte, por eso, cuando vinimos a él fuimos aceptados con todos nuestros defectos, porque así es su amor, por tanto, cuando te acerques a Dios, acércate confiadamente porque él te ama y no te dejará por la realidad de lo que eres; sino que te restaurará para que puedas estar con él libremente y sin culpas. Cuando te sientas desmayar no te alejes, acércate a Dios; aunque te sientas muy débil nunca dejes de acercarte a Dios. Más en medio de tus debilidades recuerda lo que la Biblia dice: Stg 4; 8 Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros… acerquémonos a Dios.

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Sé bendecido amado lector de una manera en especial, espero que este libro haya llenado tus expectativas y te haya sido de bendición. Oró a Dios para que estás palabras te bendigan rica y abundantemente abriéndote las puertas de la confianza para ir a su presencia, y seas fortalecido en extremo con todo poder en la fe. Dios encamine tus pasos, y si este libro ha sido de bendición para tu vida compártelo con alguien más, pues al igual que tú muchos más necesitan ser bendecidos; dad por gracias lo que por gracia recibiste y compártelo. Una cosa más, si realmente fuiste bendecido por estas palabras por favor escríbenos: Ministeriopdi777 @gmail.com ­ Ministeriounc777 @gmail.com También puedes buscarnos en Facebook como: Ministerio Palabras de Impacto. DC del Rosario diseños Charlis. Luis Eduardo Sosa. Tel. 829­ 980­ 5570//829­ 207­ 0774...Sé bendecido y no dejes de escribirnos.

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