Almirante Silva Palma
=Š
@E
XX DEDICATORIA .
Señor Alíiirante doh
Mi
Jitah
Williams Rebolledo.
respetado Almirante:
Desde que cargué mi primer uniforme, de la Escuela
Naval, sentí en
el
ambiente de
ese
cadete,
para ingresar a
establecimiento flotar
el
nombre de Ud, con un prestijio como marino i como hombre de guerra, que nos lo hacia mirar como una personalidad.
Mas
tarde,
los buques, esa
ver
cómo
cuando abandone las aulas para entrar
al servicio
dé-
aureola de que Ud. venia revestido, la sentí ereeer, al
los oficiales
i
jefes de la
Armada
lo
apreciaban
¡-espe-
i
taban.
Mi ñeros
i
Almirante, las condiciones de Ud. han sido para sus compa-
subalternos, las de un verdadero maestro,
esa enseñanza, tra-
i
zada con su ejemplo i conocimientos, ha dejado en la Marina una verdadera estela, por la cual liemos procurado caminar, para no perder el
norte
de rectitud
i
verdadera concepción
del
cumplimiento del
deber.
A
Ud.,
mi Almirante, me permito
en tal concepto, en
sí,
d
lo
considero como padre de la Marina,
dedicarle este pequeño
único objeto de rememoren- algunos hechos históricos
jar las figuras de algunos compañeros,
uji
tanto
i
trabajo, que lleva
horradas
q
i
bosque-
no
diseñadas.
A. Silya.
bien
Almirante Juan Williams Rebolledo
PRÓLOGO
Con
el título
de «Crónicas de
en esmerada edición,
i
la
Marina Chilena» dánse a
con ilustraciones debidas
al pincel
luz,
de conno-
tados artistas nacionales, los artículos que de tiempo atrás ha venido
publicando
Contra-almirante don Alberto Silva Palma.
el
Las obras de este jénero son raras entre nosotros; no así en otras señaladamente en la inglesa, que las tiene con razón por
literaturas,
ausiliares preciosos de la Historia.
Hasta necen
al
cierto punto,
puede decirse que
jénero llamado
sobre sucesos en que
el
estas
Memorias, o sea
autor ha intervenido
«Crónicas» perte-
narraciones históricas
mas o menos
directa-
mente. de obras el detalle, que no cabe en la histoque a menudo presta a los sucesos colorido i ria vida de que la Historia, por la magnitud de sus cuadros, suele carecer. I de allí su importancia para el historiador futuro, que a veces encuentra en el pequeño detalle la esplicacion de hechos que no la tienen dentro de la lójica que seria natural atribuirles. La historia de la Humanidad es una cadena de causas i de efectos. Pero no llegará a conocerla en su vasto campo quien sólo toma
Cabe en
este jénero
propiamente
en cuenta
las
tal,
i
grandes causas
i
los
grandes efectos. ¡Cuántas veces
—
6
una guerra ha, enrabiado el mapa del mundo! ¡T cuántas veces la gueha tenido prvr palanca la ambición de un hombre, la ide^" torpe de un mandatario, o el capricho fugaz de una mujer! ;¡I-qrie#e":vede la batalla una piedra, ces, de la guerra ha decidido una batalla, una bala disparada al acaso, un soldado que al huir ha contajiado a rra
i
su
fila!
Ese pormenor que se pierde en el infinito, como el grano de oro en las aguas del océano, es lo que recojo el libro de Memorias para que a su tiempo el historiador lo coloque en la balanza. De allí el interés que en jeneral despiertan esas pajinas, vivo i palpitante en las «Crónicas» que ha escrito Silva Palma, porque en ellas alientan el corazón i el temperamento del autor.
Su tema es el de muchas plumas, el de muchos libros, pero conmueve, singularmente porque a pesar de ocasional desaliño en sus renglones, hai en el fondo la obra de un artista, que supo ver, que sabe sentir que sabe decir. Quien conmueve tratando un tema traído llevado, es artista; si con la pluma conmueve, es escritor. T que lo es el Almirante Silva, lo dirán conmigo todos aquéllos i
i
que ante sus cuadros sublimes de porfiadas enerjías, de anónimos sacrificios, de vibraciones profundas del patriotismo, hayan sentido como yo que. el corazón se sacude que los ojos se llenan de sileni
ciosas lágrimas.
Ante
eso,
nimiedades son
preceptos de
los
También
jencias del decir clásico.
la retórica
i
las exi-
emocionar Sarmiento,
así solía
que a despecho de Villergas será siempre un ejemplar macho del talento Hispan q-americano, i que si pudo pecar contra la gramática, tuvo el privilejio cíe abrir con su pluma horizontes al «alma i de producir con su fuego
¡Qué
se
gramatical es raro
de
i
que
sin los
echó bello I
i
incendio en los espíritus.
llegar a los
agravio a los
moldes aprieten
moda puede
la
el
puede
el
garboso
al
práctica,
i
un lenguaje que no
i
deformen la idea, tal como en aras deformar el cuerpo que Dios i
mundo.
incurriríamos los chilenos, i
resultados con
preceptistas! ¡Se puede! Bien
corsé apretar
en .menos delitos contra
racional
mismos
nó a
si
la
mos, para tortura del niño
i
la
gramática
i
demás
artes adjetivas
que ellas fueran enseñadas en forma manera de escolásticos que acostumbrapara que pueda ganar sueldo el funcioes
nario que irónicamente llamamos
profesor. I digo «irónicamente»
porque, fuera
«lo
de "gramática o en
campo
el
contabas escepciones, "no son
(le letras.
!os
ni fn.o;*
>:
profesores
i
pocos chilenos que ganaron un nombre
ingrato de las producciones del espíritu.
Educador
es el libro del
Almirante Silva, no sólo en cuanto saca
del olvido hechos dignos de recordación, sino en cuanto vivifica en
nuestros compatriotas
que por
como en
rra,
el
sentimiento de gratitud para con los héroes
la patria se sacrificaron, así
i
monótonos de
El autor de estas «Crónicas» es Contra-almirante de nacional,
i
por su brillante hoja de servicios se
por una de todavía,,
las
la
tiene
le
Armada
con razón
Es hombre de espíritu joven enfermedad ha podido arrebatarle al mar a
reliquias del pasado.
sólo porfiada
i
la gue-
la paz.
II
.
.
en los dias gloriosos de
oscuros
los dias pesados,
i
sus naves.
Perteneció a un curso que fué llamado «de lo* siete infantes de meritorios jefes qUe, cual mas o mei que produjo no pocos han dejado un nombro en nuestros fastos militares. Silva Palma es el único que llegó a cargar las anheladas palas de Almirante: de sus compañeros, sólo sobreviven dos; los demás fueron muriendo en Jas etapas de la larga jornada. Al cargar Silva Palma las rojas palas, la eufermedad hizo presa de él, como si hubiera esperado ese momento para arrebatar a la Armada una de sus personalidades mas
Lara» nos,
prestigiosas .
..El
mal
i
queridas. se
cebó en
cuerpo
el
i
dejó sana
veces los estragos del uno reflejan en tan
amargan!
i
A
la otra,
alma; pero ¡qué
el i
esa jeneral tendencia salvó
le
desalientan, debili-
la
almirante Silva,
el
apelando a su reconocida enerjía, que parece reconcentrarse en su espíritu. Si ya no le obedecen sus piernas, ^s en cambio mas dueño que nunca de su alma de su brazo. Xo puede mandar en el puente i
de su nave
pero se
manda
a
sí
mismo. Impúsose
algo de lo que vio en su larga carrera de marino, ^brillo
la
tarea de contar
ha cumplido con
i
su voluntaria labor.
Ñarra. como alientan
si
los sucesos
el. alma sana,
la
mirada
fueran de a ver; intelijente,
el.
i
en
la
narración
concepto de justicia,
que antes hicieron tan querido de los suyos al marino, que hoi en jendrau Jas simpatías del que lee por el, autor de esas pajinas. i
«
—
Quien tenga mediano temperamento de
ha de
crítico,
elojiar
en las «Crónicas» una gran cualidad del escritor: supo ver, que no
común
a todos los que tienen ojos en la cara, sino privilejio porque sólo el talento ve bien, recojiendo las impresiones útiles i desechando las demás. El vulgo de las jentes almacena detalles incoloros, no selecciona, no forma juicio rápido ni exacto de es cosa
del talento,
en una palabra, no sabe ver,
las cosas;
contar. Se dice
por tanto después no sabe
i
que en todo eso no hai sino
moria. ¡Error! ¡grave error! Sólo
el
facilidad
i
poder de me-
talento recoje las impresiones; la
memoria no hace mas que guardarlas.
Quien no sabe
recojer,
mal
puede guardar. III
No
es fácil dar
una pauta para poder medir
valor de una obra
el
literaria.
Suele pasar que un libro provoca
en
el
sueño en unos
i
vivo interés
otros.
un libro vale cuando Para producir ese resultado son
Sin embargo, puede decirse en jeneral que
abre horizontes a parte
el lector
i
el
la
meditación.
libro
mismo;
el
niño
i
el
hombre
ciben bellezas ni aquilatan cualidades que percibe consciente e ilustrado.
De modo que
el juicio
i
iletrado
aquilata
no
per-
el lector
sobre un libro es obje-
mismo, subjetivo en cuanto difieren las falector. Prueba elocuente de lo que digo da «Don Quijocultades del te», que muchos no pueden leer, que otros leen sin esplicarse la fama que ha alcanzado, i que tantos injenios han declarado la mejor obra tivo en cuanto al libro
de todas
las literaturas.
Que quienes
i
las
«Crónicas» son un libro que vale no podrán negarlo
lo lean.
¡Cómo no convencerse del sacrificio inútil que se hizo en el ataque a Pisagua! La plaza, que pudo caer como el fruto maduro, fué tomada a viva fuerza, con la natural cohorte de vidas de sangre. ¡I cómo no pensar en la proporción con que la suerte contribuye al éxito de las armas! Ella resalta en las animadas pajinas que detallan la labor que cupo en la guerra a la corbeta O'Higgins, que aun en el combate de Aligamos hubo de seguir al norte, ocupada en osi
cura, pero
no por eso infructuosa comisión, mientras otras naves
i
— otros jefes llenábanse de gloria 1?.
SI
i
enriquecían de laurel
Colorido intenso hai en
el
de
capítulo que nos cuenta la calaverada
de Moquegua; prueba inequívoca de la
las sienes
Patria.
vaina del sable, fiando a su ruido
que vale arrastrar a tiempo que no puede fiarse al arma-
lo
lo
mento escaso de diminuta i aventurera división. La pintura de la vida que se hace dentro de una torpedera pone de relieve el sacrificio enorme de esos héroes del mar, ora transidos de
dentro de
frió
la
estrecha caja de fierro, ora desesperados por
el
como en horno. Todo eso resulta de la lectura como si el lector mismo estuviera viviendo esa vida. ¡Cuan conmovedor cuan grande en su sencillez suprema es el cuadro que dedica Silva Palma a Guillermo Peña, a Pablo de Ferrari calor
que
los tuesta
i
i
a Arturo Whiteside, muertos en aras del deber sobre las cubiertas
del Loa, de la Covadonga
i
del Pinto: desaparecidas
parecieron con ellas sus jefes,
fuesen cuerpo
i
alma que
como
si
sólo en vida
las
naves
pueden
i
las naves, desa-
sus comandantes
coexistir!
En su cuadro sobre la muerte de Nelson en Trafalgar, sobre el choque del Camperdotcn con el Victoria, sobre el desembarco de los ingleses en Chipre, Silva Palma ha arrancado a la Marina británica lecciones elocuentes de lo que son el homenaje a la gloria, el rigor de
la disciplina, las
maravillas de
la
organización, factores todos cuyo
cultivo
i
desarrollo es la piedra angular de
misión
i
que corresponde a
los
una escuadra que
llena su
anhelos de la Patria.
IV
En
las «Crónicas» hai
capítulos interesantes,
que por
sí
solos
constituyen un poema.
De
ellos
son ejemplo los consagrados a Jorje Slight;
tín Meteoro: al lejendario
Ño
Brito,
al
bergan-
pobre cabo de cañón, cuyo cadá-
ver quisieron cargar en hombros todos los almirantes de Chile; al injenioso ardid de que se valió
un
oficial
para sacar a Lautrop de un
barco ingles; a los funerales de Avelino Rodríguez, celebrados en
momento mismo en que
llegaba su propio
zo después de la victoria; car cuando
el
al
hermano a
darle
bravo Orella, que quiso abordar
monitor peruano se llegaba
a prestar ausilio a
el
un
abra-
al
Huás-
losnáu-
10
<ie la Independencia; & los trabajos casi faraónicos que impuso desembarco el de nuestra artillería en la caleta de Ite; i por fin, al buzo Saberny, dispuesto a morir en el fondo de los mares a trueque de alcanzar para Chile otra hoja de laurel. Todas estas pajinas dejan en el lector un sentimiento purísimo,
fragos
de amor a
bandera,
la
i
de gratitud a
los
que por
ella
sacrificaron
Levantan el espíritu i confortan el corazón, porque prueban cuánto hai de grande i aun de sublime en el fondo de las sangre
i
vida.
almas.
El pais que produjo los hombres de la guerra del Facífico,
que produjo
los
hombres que prepararon
la
Escuadra
i
la
el
Marina de
entonces, es pais que puede esperar del porvenir. Los leones retoña-
ron leones,
i
vivificaron
mar
i
suelo con su sangre;
i
si
la Patria
ha
de atravesar por nuevos dias de prueba, esos manes destellarán luces
que sean guía ¡Honor a
i
la
enseña de
pluma
en prosa a las enerjías i
los
futuros guerreros.
del almirante Silva, i
que ha cantado himnos compañeros de labor
a los sacrificios de sus
de gloria!
Carlos Luis Hübnee. Santiago,
Mayo de
1900.
La
a
1.
Escuadra Nacional
INTRODUCCIÓN Achaques de salud pesar mió, a abandonar
mi agotada naturaleza. Pasando el tiempo, ron
i
i
de
i
que
servicio de la
me
mui a
obligaron
Armada, para venir
tranquilo retiro
i
a bus-
descanso para
sentí nostaljia de la separación
las brisas del
estimularon
entusiasmo,
el
motivos personales,
Mapocho un
car a las márjenes del
pañeros
i
de mis com-
mar, que durante cuarenta años entona-
la
vocación que desde joven abracé con gusto
me
fueron siempre un campo de triunfos
i
i
satis-
facciones.
Esta nostaljia
me
hacia sentir la necesidad de comunicarme
ellos para descargar los mil recuerdos que constantemente taladraban mi imajinacion, buscando salida para hacer llegar hasta
con
ellos
la
manifestación del agradecimiento sincero, por los cariños
que en toda ocasión, aun después de retirado, nunca escatimaron, con el objeto dé hacérmelo sentir como alivio a tantas otras preocupaciones i tropiezos que nunca faltan en el camino de i
afectos
la vida.
El Mercurio me facilitó sus columnas, para de cuando en cuando publicar uno que otro artículo, sin imajinarse que hacia una obra éstas me servían como puente de comunicación con la Armada, defendiendo sus fueros i desenterrando episodios históricos que faltaban para perfilar con verdad las figuras de otros tantos bue-
de bien,
i
nos servidores.
12
Los amigos
compañeros, con sus benévolos conceptos
i
ciaciones sobre estos trabajos, folleto
me
apre-
estimulaban a colectarlos en un
hacerlos servir de lectura
i
i
i
aprendizaje para la jnventud
venidera.
El temor natural, ya que nunca he sido literato ni escritor,
hacían retraerme
i
esquivarme de
este
compromiso, hasta que
me me
lanzándome a navegar en un mar completamente lo que pido a los que me honren con su lectura, crean que el que ha escrito estos artículos lo ha hecho sin pretensiones de literato, procurando sólo ser un narrador sencillo i declaré vencido,
desconocido para mí, por
verdadero.
Para corresponder a
los
amigos en
un poco de adorno i valor a caseaux, Casauova Foradori,
le
i
ración,
en
tal
i
la
mejor forma posible
i
dar-
este trabajo, pedí a los artistas Suberse sirvieran
ayudarme con su
todos ellos accedieron gustosos, haciendo realzar
forma, que puede decirse que
la delicadeza
el
colabo-
trabajo
de sus pinceles ha
venido a darle vida e importancia.
Séamc permitido dar en estas líneas, mis mas espresivas gracias como asimismo al amigo Carlos Luis Hübner, que con cariñoso empeño se me ofreció para prologar mi trabajo, i con a estos señores,
bien cortada pluma, estralimitándose de los límites necesaha llegado hasta colocarme al lado de otros que conquistaron por sus obras el título de literatos, asimismo para tributarme alabanzas que no merezco, ha llegado quizas, sin quererlo, a revelar su fina
i
rios,
i
al través
de su pluma
la
savia pura
i
patriota
que corre por sus
venas.
A. Silva.
W
Capitรกn
Aptupo Ppat
HÉROE Veinte veces be tratado de trasmontar jo
i
otras tantas
lie
el
umbral de
este bosque-
retrocedido ante tan temeraria empresa; creo ba-
berme sentido con el mismo temor c incertidumbre que debe sentir un aprendiz de pintor al pretender copiar un Rubens o un Miguel Anjel.
Cada vez que be tomado la pluma para principiarlo, ésta se me rompe el papel, como le sucede a un princicuando bace sus primeros palotes. piante Han sido tantos los poetas prosistas que lo lian tratado, que es casi una petulancia ponerse, no al paralelo de esos artistas, sino a enreda entre los dedos
i
i
sus inmediaciones.
Es
tan grande
la
itnájen, tan finos
para trazarlos con vcnl-id, pureza la imajinacion
i
i
sus perfiles, que
delicados
corrección, seria menester tener
de un Isidoro Errázuriz
i
la
pluma de un Pérez
Galdos Sin embarco, sin pretensión de ninguna especie, arriando pabellón ante todos los
que antes
ridad que se inspira en
el
lian
tratado la materia,
patriotismo, la simpatía
se tiene por aquella itnájen, voi a
i
i
permitirme vaciar en
estas líneas algunos recuerdos de observaciones propias,
dos cou factores desconocidos por
mo
la jeneralidad,
i
fuego en que se han fundido un sinnúmero de
se alzan en toda la República, se alce este también,
con
la since-
adoración que el molde de que mezcla-
calentados
al
mis-
monumentos que no aspirando que'
14
sea
una
escultura, pero
concluirla
sí
fabricarla
con un metal puro
'i
bien aquilatado.
El personaje a quien
edad fluctúa estatura
al
mas
ciendo sonar
funda por su
pretendo describir, e« un hombre cuya
rededor de los treinta años; de aspecto varonil; de
bien alta que baja; de andar pausado pero firme, hael taco;
su semblante blanco mate; frente amplia
calvicie,
que ya
le ralea
i
pro-
su castaña cabellera; patilla
cerrada, negra, robusta, tirando para colorína; su mirada firme hace
juego con
músculos de su cara, que parecen no doblegarse a la ombargo, aquel conjunto de seriedad cubre un corazón
los
sonrisa; sin
dulce, caritativo
i
de nobles sentimientos.
Sus costumbres son puritanas casi hasta el exceso; no fuma ni bebe, solamente un poco de vino con agua, cuando tiene algún invitado a comer. Jamas frecuenta los clubs, restaurante u otros lugares donde la
juventud pasa sus ratos de
Sus horas de descanso
ocio.
ocupa en estudiar para abogado, proque quiere juntar con la de marino, que es la propia, para en conjunto formarse un buen auditor de marina. Su conversación es fácil e ilustrada en su lenguaje jamas usa las
fesión
i
palabras que no sean completamente urbanas, llamando la atención
a sus subalternos cuando no
lo
hacían
como
él;
i
a veces hasta a sus
superiores solia hacerlos volver discretamente sobre ciertas espresio-
nes que
le
disonaban.
Su tenida era siempre limpia
bien llevada; las composturas
i
i
mismo. En una ocasión en que la silla le habia gastarlo i roto el pantalón, no tuvo inconveniente i fué bastante diestro para colocarle un parche con tanta perfección, pegaduras de botones
como un verdadero Todas ante
el
se las hacia él
sastre.
estas condiciones de carácter
i
modales,
público que no lo conocía a fondo,
lo
hacían parecer
como un hombre dama,
afeminado i nunca creyeron hubiese sido capaz de llevar a cabo empresas de arrojo o actos de valentía. casi
hombre a quien
Sin embargo, ese
desde su juventud demostró todo El año 58 se incorporó
las
apariencias condenaban,
lo contrario.
como
cadete a la Escuela Naval
cluyó satisfactoriamente sus estudios. El año 66 ya
como guardia-marina paña
d-e
aquel año.
i
lo
vemos
tomar parte en algunas comisiones en
i
con-
figurar la
cam-
—
15
Allá por los años de 1H62 un pontón de guerra francos llamado «Infernal», que estaba Fondeado en
nes i
fiscales, principió a incendiarse.
elementos de
el
Valparaíso frente a los almacé Por mas que se reunieron botes
buques nacionales
los
i
extranjeros surtos en
tomando cuerpo
elemento destructor siguió
la
bahía,
estremo que todo
al
trabajo fué inútil.
A al
bordo del citado pontón habia una gran cantidad de pólvora,
rededor do 15 a 20 toneladas. Esta circunstancia daba al incendio un carácter bastante serio
para los buques inmediatos
población.
la
i
Cuando las autoridades vieron el peligro, se dispuso que una lancha armada de cañón, al mando del teniente don Enrique Simpel persoson, acompañado de los guardia-marinas don Luis Pomar i
naje de que
me
estoi
ocupando, se trasladasen
al
costado del pontón
para echarlo a pique a balazos.
Se realizaba esta operación, ruando
como muchas balas
papirotes,
rpia esos eran
recibido
i
(pie su
sin conseguirse el
comandante francés dijo buque en Trafalgar habia objeto que ahora se preten-
el
día con esta lancha.
•se el
El vapor cMaipú», a cargo del comandante Williams Rebolledo, también principió a darle de balas; todo inútil, al costado
vino
i
buque
se
mantenía a
lióte
i
el
incendio cundía.
Este espectáculo gratis, atrajo a los malecones tos, miles
de personas;
el
i
cerros inmedia-
moví:. liento de embarcaciones también era
inusitado.
La humareda llamas producidas por la conflagración en un buque viejo, de madera de puentes altos, era inmensa, formando UI*. cuadro digno de mi buen pintor. Cuando todos admiraban este fuego artificial, pocas veces viste. vino de repente una descomunal esplosion: las toneladas de pólvora hecho volar el buque en rail ¿le sus bodegas habían tomado fuego pedazos, sembrando de trozos de madera todos los contornos lanzando un gran numero hasta tierra. Los vidrios de los almacenes i
i
«
i
i
.
•
fiscales
i
casas del puerto cayeron todos en mil pedazos,
.cubrió de
•
ban
el
al
cielo se
una inmensa nube de humo.
El pánico fué todo
el
mundo agua
se
terrible;
echó a
en los malecones
tierra;
en
los botes;
para salvarse de la lluvia
i
en
las
inmediaciones
sus tripulantes se
tira-
de trozos que caían; sin em-
16
bargo, en la embarcación del cañón, i
tranquilamente tendió
puesto en
momento
el
mano
la
— hubo uno
solo
que quedó en
pié,
a aquellos que abandonaron su
del peligro.
El año 66, cuando las escuadras aliadas del Perú i Chile se mantenían ocultas dentro del tenedero de Abtao, las fragatas españolas «Blanca»
«Villa de Madrid», se presentaron frente al puerto,
i
trabando cañoneo con flotación
la aliada.
«Blanca» recibió un proyectil bajo la línea de se vio obligada a cobijarse tras una isla, para tumbarse,
Al poco i
rato, la
valiéndose de su
artillería,
así
i
poder reparar
comandante de la «Covadonga», creyó que rado,
i
la avería.
en su brioso carácter, pide permiso
Thompson,
«Blanca» se habia va-
la
al jefe
para
a caño-
ir
nearla.
Apena? principiaba
esta operación, la
sentando su costado a la «Covadonga», toda su
le
«Blanca» se adriza
i
pre-
una andanada con
larga
artillería.
La
tripulación
de
la
«Covadonga», que no estaba preparada
para recibir tan sonoro saludo, se
Thompson
tiró al suelo;
al
volver-
se para increparlos por no haber recibido aquel saludo como era debido, notó que uno solo habia quedado en pié, i ese uno era el
mismo guardia marina que no
se habia
echado
al
agua en
la esplo-
sion del «Infernal».
Con
constancia, buena conducta
paso a paso abriéndose camino en vuelta la
ele
pocos años ya
lo
vemos
i
el
pericia, el
guardia-marina fué
escalafón de la Marina,
figurar
como
i
a la
oficial del detall
en
corbeta OTliggins.
En una
ocasión en este buque, dirijiendo una
difícil
maniobra
tomó un movimiento dcsenvol vente vertijinoso, en que los hombres volaban por la tanjente, a no haber sido por el valor i enerjía con que tomó instantáneas i eficaces medidas, habríamos tenido que sufrir un grade anclas,
cabrestante, que estaba lleno de marineros,
el
i
ve accidente.
En
otra ocasión, siendo
segundo jefe de
la
corbeta «Esmeralda»,
mandando una salva. Marcaba el isocronisnúmero de sus pausados pasos, cuando a me-
se paseaba en el castillo,
mo
de los
tiros
dio tiempo
nazo por
mala
el
i
por
el
prematuramente, entre
lado opuesto
clase entregada
por
i
el
cinco
por donde no era la
i
el seis,
esperado:
sale
un caño-
la franela
de
casa proveedora, habia hecho estallar
V
4
I
1 K
iT
K
lUlví'i
vé X
i
I
k
*
*
te
1
sí
1
rl
f Via
11
3
1
1 ^
1
MM
»
i
1-1
<*
«1
i
17
espontáneamente los
la
carga
al ser
cargadores volaron por
— el ánima del cañón; uno fué a parar al agua, el otro
introducida en
el aire,
quedó en cubierta con nn brazo de menos, i el guardia-marina Borkoski, que tapaba el oido, quedó con su pulgar destrozado. El que mandaba la salva, continuó sus pasos, en tono firme siguió contando, hasta que concluyó con ¡veintiuno, fuego! i
Mientras tanto cerle la
El i
el
mutilado era llevado a
la
enfermería para ha-
primera operación. oficia]
que mandaba,
constituyéndose
al
lado del
ayudante
se trasladó
presuroso a
la
enfermería,
cirujano, no tuvo inconveniente para
ejecutar la amputación del brazo. que tuvo nervios suficientes para no inmutar sus A pasos i segu r contando hasta 21 cañonazos, sabiendo que un mutilado derramaba allí su sangre, desde ese dia se le veía con frecuencia servirle de
aquel
i
oficial
:
llegar al hospital a consolar a aquel desgraciado.
Posteriormente, cuando la los destrozos sufridos
«Esmeralda» reparaba en
con su naut'rajio
el
cruel entusiasmo que tenia por
dique
24 de Mayo del 75, en
puerto de Valparaíso, también se encontraba a bordo este tal
el
la carrera
i
oficial,
el i
cariño por su buque,
que no dejaba cosa por hacer; tan luego se le veia brocha en mano al lado de un pintor, como con la azuela emparejando la cubierta cou la prolijidad do un carpintero; otras veces en el fondo del dique junto con inedia docena de carpinteros, gorra atrás todo sudoroso, a la par que esos compañeros, labrando un enorme trozo de roble, que iba a servir de quilla a su «Esmeralda Quilla es en náutica, el espinazo, el cimiento o la base fundamental sobre la cual se apoya toda la construcción para formar lo que se llama un buque; es decir, que ese oficial con toda buena fe estaba afanoso trabajando para afianzar el fundamento de su buque; pero no era para su buque para el que estaba trabajando; ese oficial estaba labrando la primera piedra de otro fundamento; esa quilla, no fué quilla, sino que fué el pedestal que ese mismo oficial i por su voluntad, colocó en el fondo de la rada de Iquique para arbolar sobre él, el mástil en que el 21 de Mayo clavóse la bandera nacional para jamas ser arriada. ¿Ahora, queréis que os diga quién es ese hombre-dama, como acostumbraban llamarlo? i
.
C.
i>KLAM.Ch.2
—
18
—
¿QuePéis qué os diga quien es ese obrero con uniforme de manilo?
¿Queréis que os diga quién es ese abogado cargando espada? Es el nombre de un héroe i ese héroe se llamó «Arturo Prat».
Batería de
la
«
Esmeralda
Sacatrapos, Lanada
i
Carguen
Mucho se ha escrito al rededor de la epopeya de Iquique, se han relatado sus episodios hasta en los menores detalles; a cada sobreviviente se le ha abordado de todas maneras, tratando de descubrir un detalle nuevo, cualquiera que él sea; a los principales héroes se les ha" estudiado
i
seguido su vida desde su nacimiento, observan-
que hicieron como niños, como hombres, hasta que rindieron su vida o hasta que cumplieron la consigna que les
do paso a paso
lo
dejara su jefe, haciendo de aquel hecho de armas la principal epo-
20
peya o acción de armas de
la
guerra del Pacífico, no por su impor-
tancia material, sino por el alcance moral
que seguían tras de ellos. Puede decirse con seguridad que está perfectamente diseñado,
i
de enseñanza
[Mira los
tema, los personajes
el
pintado
i
todo
i
Ya
del todo concluido.
ese
cuadró no necesita nada, teniéndose guardado no en un museo ni
en la galería donde deben guardarse como reliquias históricas i de enseñanza los laureles que forman la corona de gloria de la patria; np, no está guardado allí, sino que está guardado en el templo donde cada ciudadano guarda sus sentimientos mas sinceros. puros, grabado en el rincón mas e^tá guardado en la mente de cada uno i
i
delicado de su corazón.
Sin embargo,
al
sacudir ese cuadro con
aniversarios anteriores, para refrescar episodios, se del marco, él
me
i
mas esmero que en
admirar
la
figura haber descubierto alia, en
un algo que
el
un rincón
le falta, insignificante si se quiere;
vendrá a engrandecer o a hacer sobresalir mas
término
i
los
grandeza de sus
avanzar
i
cerca
pero que a
primer
conjunto de todos esos jigantcs.
Sabemos cuándo Condell ar.unció los humos enemigos al norte; sabemos cuándo se tocó zafarrancho; sabemos que la jente comió; cómo se inició el combate; la arenga la conocemos con puntos comas; parece que vemos cómo Prat saltó al abordaje, seguido en el segundo espolonazo por el teniente Serrano; vemos hundirse a la i
corbeta,
i
Pero
formarse el
que
el
gran cuadro.
meralda», sus cañones, su eficacia Este es
el
cómo era
lee estas líneas, ¿sabe
pequeño
detalle,
la
i
la
batería de la «Es-
manera de manejarlos?
que encuentro hace
quede completo. Momentos después de avistarse
los
carse sobre el horizonte, los mástiles
chimeneas primero,
a diseñarse
la silueta
su redonda torre,
i
el
de
la
i
para que
falla
humos, principiaron a i
desta-
en seguida
bien conocida figura del «Huáscar», con
trípode afianzador del palo trinquete.
Los anteojos de los buques bloqueadores no se despintaban de aquel enemigo que se les venia encima, sin esperanzas de poder batirlo en forma, ni evitar un combate que a todas luces tenia forzosa-
mente que
La
ser desastroso
silueta,
i
fatal.
momento a momento
entilados los palos con
la
se le ve crecer, viéndosele casi
chimenea, un tanto abiertos para alcanzar
— a percibir algo de la
ya
anteojos; i
|>:irle
de babor de
Cuando
la
baranda de
correr
v'e
i
el
monitor se ha tocado a zafa-
se afirmaban, se
disminuir
el
las
barandas u obra
ven desaparecer: es que sobre sus
gras han caido hacia afuera, para dejar claro i
blanco que se ofrece
el
al
campo de
ha
trasfigurado; la cubierta suporior
un bajísimo
blanco,
i
a sus estreñios,
perstructuras, se levantan el castillo raro;
está poco
que
del agua, a la distancia en
tro sobre la línea
senta
que
a media distancia entre
i
el castillo
como
toldilla, i
bisa-
tiro a
su
enemigo.
Ahora, ese buquecito en traje de guerra, es completamente se
los
espuma del mar, al romper hasta ese momento observaba, se
desaparecer; es que en
muerta en que artillería,
campo de
obra muerta, en los costados.
la
cada uno va a su puesto de combate;
i
el
hai en el castillo, toldilla,
ya principia a percibirse la
contra su ariete, toda la jente que,
rrancho,
En
la torre.
que
se va percibiendo la jente
afirmados en
le
—
L>1
otro,
mas de un me-
se encuentra pre-
encastilladas su-
dándole un aspecto
toldilla, se
levanta la chime-
mando del comandante. que se refleja en el campo de los anteojos de los chilenos; no se ve alma viviente sobre cubierta; aquello parecía un fantasma andando solo, la jente toda estaba dajo cubierta protejida tras coraza blindada; sin embargo, en las dos torres habia ojos que observaban hacia afuera, uno, el jefe de los cañones, que de cuando en cuando asomaba su cabeza -por el escotillón que hai sobre ella para dirijir la puntería, i otro, en la de mando, donde el comandante, a través de una rendija tan angosta como la de una celosía, dominando todo el horizonte, manejaba su buque i obserbaba los movimientos del enemigo, en la seguridad de que diez pulgadas de fienea
la torre,
i
i
entre estas dos la torre de
Esto es todo
lo
i
rro le tenían bien protejida su vida contra cualquier proyectil de la
vieja «Esmeralda».
A
medida que
lá sección
el
monitor avanza
al sur,
acercándose a Iquique,
de su costado va presentándose mas de frente a
la
«Esme-
ralda », hasta que en concepto quizá de su comandante, debía iniciar el
combate.
En
ese
momento
se ve jirar la
torre,
i
los
nes con sus cañones estirados hacia afuera, se
un 3 to,
i
otro lado,
como
ojos de
dos elípticos portalo-
mueven lentamente a
un octopus que busca algún
obje-
mientras los cañones en forma de tentáculos también buscan
algo.
—
22
—
mantenerse firmes, como que ya han encontrado lo que buscaban; realmente, ya con su distancia tomada, elevados apuntados los cañones, no faltaba mas que tirar la rabiza Se
ve detenerse
les
i
i
para dar cuenta de su ¡I
en
la
como
aquellos preparativos i
amarrado
fácil presa.
pobre «Esmeralda», todos a pecho descubierto miraban
al
el
ajusticiado
banquillo, espera sólo que
que
sin
el jefe
vendas en
los ojos
del pelotón baje su
tierra con la vida de un hombre que en su pecho un gran corazón! Cuando todos en la «Esmeralda», firmes e impertérritos en sus puestos de combate, i en el silencio mas profundo, esperaban el desenlace de aquella muda escena, en menos tiempo que un pestañeo, se ve al monitor completamente oculto tras un enorme cúmulo de humo tan blanco como los que en el cielo anticipan la bonanza después de la borrasca; pero en esta ocasión, no era. bonanza la que anunciaba; era el principio, la iniciación de la borrasca que se llamó
espada para dar en
lleva
contienda del Pacífico.
Cuando
se
hacen salvas o
niobras o ejercicios,
el
se siente el
ruido del cañón en ma-
estampido produce cierta impresión en
el sis-
tema nervioso; pero cuando el trueno i el rebujo rasga el aire con su proyectil para matar esterminar, persiguiendo la defensa de-la bandera i la integridad de la patria, la sensación es completamente dii
versa: bulle la sangre, se redoblan las palpitaciones, se siente venir a la
garganta tanto poder de voz, que uno cree ser capaz de suplantar
aquel estallido con un tremendo viva Chile. Estoi firmemente convencido, de que todos los que
pisaban
la
cubierta de
el 21 de Mayo «Esmeralda», habrían eclipsado aquel reto la disciplina no les hubiese obligado a cerrar
la
con un viva a su patria si con candado sus gargantas i mantenerse firmes i mudos como estatuas. Al levantarse el penacho de agua producido en las inmediaciones de la «Esmeralda» por
el
proyectil enemigo, principió a formar-
se e inmortalizarse la figura de Prat;
abandonase
el
tímpano de
i
antes que
los oidos, el corneta
el silbido de la bala de órdenes repitió la
jefe: ¡Romper el fuego! Con dar el corneta la última nota de
de su
W*fr^
—
—
23
«Esmeralda» contestó al monitor, siguiendo un nusostenido fuego graneado; pero desgraciadamente todo aquel trido empeño era completamente inútil; muchos de sus proyectiles daban i
batería de
la
la
i
en
como un puñado de
tanto efecto
blanco, pero hacia n
el
arrojados contra un vaso de agua; metían bulla
de rebote para
En
mas
efecto
que
convirtiéndose cada
que punto so
la
la
corbeta, hacia en su
hubiesen estado a campo
si
amuradas o enmaderaciones, volaban por
car en las llas,
una de
el
facilitando su estraccion
mientras que
de su ubicación,
el sitio
se reparten,
dividen, haciendo
libre, al
cho-
aire mil asti-
en un proyectil mas pernicio-
ellas
bala misma; la bala penetra, traspaza o se
del cuerpo,
porotos
resbalaban
perderse al fondo del mar.
cambio, cada proyectil que daba a
tripulación
con
ir a
al chocar,
tan
luego
aloja en
un
como
da
se
los astillazos al penetrar,
sumamente
su completa
difícil
esr
tracción.
Insensiblemente voi saliéndome del objeto de estas líneas, que es hacer ver es
cómo
que dejemos
se
manejaban
a esos
cañones de
los
la
«Esmeralda», así
héroes en su titánica lucha
i
entremos en
materia.
Un
cañón moderno, digamos de 6 pulgadas o de 100
puesto a bordo en cubierta los
de
la batería
en situación similar a los
i
libras,
que ocupaban
por de pronto está protejido,
de la «Esmeralda»,
él
una pantalla o coraza de acero de 2, 3 o mas pulgadas, en situación inclinada que desvia cualquier proyectil de la dimensión indicada, que choque contra ella. Los sirvientes que manejan esta pieza no pasan de siete, i el servicio i movimientos se hacen con tanta facilidad como si fuera un
i
todos los sirvientes, por
juguete de cartón.
El sirviente apuntador, que es
que antiguamente se llamaba pieza, ahora no hace mas
el
que manejaba todo el servicio de la que apuntar i dar fuego, i para ejecutar
esta
hombro
el
cabo
i
i
izquierdo sobre
una
en esa posición juega con
un
rifle; el
índice de la
tan sensible
como
el
que
muletilla
derecha, lo coloca en
de una pistola,
i
están en línea de su vista, da fuego,
i
sigue apuntando al enemigo hasta que
que ya
está
lleva a la culata
con tanta facilidad como
la pieza
mano
operación, afirma su
cañón
nuevamente cargado
i
si
fuese
un disparador
cuando las miras i el blanco sin moverse de esa posición, el
ruido de la culata
que debe hacer fuego;
le
indica
es tal el
— injenio
i
24
— que un buen tiramas -tiros, logrando blanco
prolijidad alcanzado en esto mecanismo,
dor puede en un minuto disparar 10. 15
i
en un 70XLas correcciones del alza, que son algunas
mayoría de
en
la
lis
h&ce otro individuo por medio de correas
los casos,
coi todo ese conjunto
Vamos aliora a En este buque, tos
bastante delicadas,
i
i
tornillos,
perfeccionamiento del
casi el
la batería
de
la vieja
obteniendo
tiro.
«Esmeralda».
toque de zafarrancho, todos van a sus pues-
al
de combate, que no son bajo cubierta ni tras sólido blindaje; nó,
estos chilenos tienen por cubierta, al cielo,
por blindaje
i
la
indoma-
pechos; ahí se ve a Prat, con su ayudante
ble resistencia de sus
guardia de bandera en la
de todo
toldilla, a la vista
mundo;
el
i
los
catorce cañones de cubierta con sus ocho o diez sirvientes cada uno,
esperando
i
la
la
orden de su jefe para lanzarse a
La única jente que queda abajo, que allí tiene puestos especiales.
la
es la de
Al toque de zatarrancho, se destrinca
la
que en
el
dia sólo se
artillería, se carga,
i
un sinnúmero de obven figurar en los museos de antigüe-
apertrecha de atacadores, tinas, palanquines jetos,
muerte.
máquina, ambulancia
i
dades.
Los cañones son rayados, disparando proyectiles de 40 Las cureñas deben haber sido del tipo de
las
libras.
que usó Nslson en
Trafalgar; estas son unos pesados carricoches de gruesos tablones de
madera, que descansan en su parte delantera en ruedas pochas gruesas
como
las
de nuestras carretas de campo;
descansa en un ancho
i
tosco zoquete
ción con la cubierta, aminore
i
Los movimientos de elevación i
i
los
que tenia que
la pieza.
puntería habia que hacerlos a
de cufias.
Después de tantos
trajines con cufias
tirón a la rabiza; pero en vez de salir ¡se
fric-
sacar los cañones de batería habia
esfuerzo de los diez sirvientes de
fuerza de palancas
la parte trasera
de madera para que, en
que ejecutarlos con palanquines o aparejos, en el
tan
el retroceso.
Los movimientos de entrar usarse
i
i
palancas,
el tiro, el
chingó! principiamos la cuenta, hasta
el
estopín
que
al fin
le
cabo pega
hace
el
ptsz...
da fuego,
i
el
cañón da un brinco tal, que si no es por el braguero (cabo grueso como el pufio de la mano) que lo detiene en su salto, habría ido a parar al medio -del buque. En ese momento el cabo manda ¡Sacatra-
CD
o
— pos, lanada
men
i
carguen! para que los sirvientes cargadores se aproxi-
a la boca de la
cañón esos
Con
—
25
pieza
i
sucesivamente metan en
el
ánima
del
tres largos aparatos destinados a la carga.
lo
poco que se ha descrito de
lo primitivo, burdo i rudimencomprenderá fácilmente la enorme armas que en ese combate se iban a medir; uno, era
tario de aquel antiguo sistema, se
diferencia de las
un jigante movedizo, ájil e invulnerable, mientras que el otro era un niño que gateaba, rasguñaba; pero en cambio tenia alma i temple para hacerse matar antes que rendirse o entregarse. Así se ve, que los proyectiles de Grau i Buendía diezmaban, des trozaban
lema
i
i
aniquilaban a
corbeta
la
i
sus titanes; pero éstos tenían
un
una consigna que cumplir.
Como
muerte no podían doblegarlos, se busca primero i Serrano en seguida, saltan al buque enemigo, para allí, cuerpo a cuerpo i en su guarida, cruzar sus sables con los de los ocultos encastillados conlos proyectiles
i
la
otro medio, el espolón; pero al aplicarlo, Prat
i
tendores.
La
corbeta es un hacinamiento de destrozos, heridos, mutilados,
esparcidos en charcos de sangre; pero no por eso deja de haber vigor, vida
La
i
allí
patriotismo.
lejendaria, la gloriosa corbeta, herida está de muerte, de proa
principia a hundirse; pero no por eso deja de dar señas de vida;
que otro cañón dispara. El agua principia a inundar cañones de proa
i
muchos
la batería;
objetos flotan;
el
uno
ya están sumerjidos los agua se enrojece con la
tomando el buque, hace rodar que caminan al abismo, pero aun queda allí un Riquelme, que rabiza en mano, parece esperar que a él le llegue sangre; la inclinación vertical que va
en cubierta
los objetos
el
agua, para con
lo
ordenó su jefe antes de morir.
el
último cartucho afianzar
la
bandera
al
tope
como
21 de Mayo ¿Habrá alguien en Chile que ignore
lo
que
esta fecha significa?
Imposible, con sólo enunciarla, basta para que se 3sperirneute una
como
sensación estraña, una conmoción algo interna
en
corazón; es que
el
sino
la
ella trae envuelta,
en
epopeya mas grande que rejistran
sí
si
repercutiese^
no un simple recuerdo,
los anales
de nuestra
his-
toria.
¿Quién no tiene aun fresco en su mente el recuerdo de los mil episodios de lágrimas de alborozos, de delirios de locura, que en todo el pueblo de Chile produjo el sacrificio de esos héroes?
En aquel
entonces, nadie podía aquilatar en su justo valor la
que no sólo engrandeció a la patria sino que marcó el rumbo que tenían que seguir sus hijos. Preguntad a esa lejion que se llaman veteranos del 79, si antes de entrar en combate no se les presentó la imájen de Prat a estimu-
importancia de esc glorioso
larlos
sacrificio,
con su ejemplo.
Preguntad a Ferrari ques, no fué
el
i
a Peña,
si
hundirse con sus bu-
antes de
ejemplo de Prat quien
los
indujo a
ir
al
sacri-
ficio.
Preguntad a esoá miles que cayeron en
el
campo
del honor,
si
hicieron por imitar a sus compañeros del 21 de Mayo. Por eso es que la nación, para perpetuar el nombre de ese gran capitán, le erijió un monumento i cobijó bajo él los restos de los-
no
lo
28
héroes de aquella jornada, para que en toda época,
en
i
principalmente
pueblo vaya a aquella cripta a presentarle laureles que tan legítimamente se conquistaron.
los aniversarios, el
petuoso los
res-
Por eso es también que el Gobierno, por leyes especiales, vela por los que heredaron su nombre i sus virtudes. Por eso es también, que de año en año, a medida que vamos aquilatando mas aquel
sacrificio, vamos también sintiendo engranasimismo sentimos la necesidad de dar mas espansion i grandeza a su conmemoración. Concurriendo en este sentimiento, vemos a la nación entera, o
decer su recuerdo
i
mas bien dicho al pueblo, que de norte a sur se prepara a fin de conmemorar este tercer decenio de una manera digna. Así vemos que en Iquique se inagurará un monumento a la memoria de Prat; en Valparaíso se preparan fiestas especiales i en casi todos los
pueblos de
la
República algo se hace para su conme-
moración. I
aquí en Santiago, residencia del Gobierno,
estimular, inducir
encaminar
entidad llamada a
sentimientos patrióticos para que no dejeneren, i por el contrario, para hacerlos crecer i aumentar, ¿qué es lo que se hace? Por el momento, no pueden distraer su tiempo en cosas patriótii
mucho que
cas, los políticos tienen
otros caballeros están
los
hacer, están calificando poderes,
dando banquetes a amigos que
se
van
tranjero o a alguno que se va a matrimoniar; todo eso tiene
importancia que rememorar
la
al es-
mas
epopeya de Iquique o estimular
el
patriotismo.
Los Gobiernos i los dirijentes parece que estuviesen dejenerando en este sentido; cada vez que se trata de la Patria se gasta mucha elocuencia
i
no se ve, i por el contrario, con ese proceder despilfarramos la he-
palabrería, pero lo práctico
se nota descuido, frialdad,
i
rencia que recibimos de nuestros antepasados.
En
este pueblo,
que
es esencialmente
patriota,
con cualquier
cosa que se hiciese, tendríamos siempre latente ese gran manantial
de engrandecimiento
i
de riqueza nacional, manantial que en otros
países procuran formar
i
estimular.
Ahí tenemos, por ejemplo, a los americanos, a los que han seguido los arjentinos, que desde niños en el colejio, procuran inculcarles
el
respeto a su bandera
i
el
amor a
su patria.
29
En los
esos paises, antes de abrir las clases, en
alumnos
bandera,
se iza la
presencia de todos
todos esos niños, descubiertos
i
i
a
cargo de sus maestros, entonan un corto himno a su bandera, del
mismo modo que
se reza una oración al levantarse. vamos dejenerando: recuerdo que ahora años, cuando era niño, en las fiestas patrias no habia quién no tuviese una bandera para izarla al frente de su casa,' disputándose a quién la tenia mas grande bonica. Ahora eso ya es casi desconocido i las únicas banderas que se ven izadas son las de la Moneda las de los cuarteles, cuando éstas Sí,
i
i
se izan, la jente
mas
i
que pasa mira aquella operación con
la
indiferencia
glacial.
¿Por qué no enseñamos, acostumbramos
mos que cuando
como
se ice el pabellón,
seúnte se detenga
i
se
se
Porque hai desidia
En
la
si
es
posible ordena-
descubra?
¿Por qué no hacemos que e?e emblema
tes, es el
i
hace a bordo, todo tran-
e indiferencia;
i
celebración de este aniversario,
pueblo quien se prepara,
i
lo
se respete
como
es debido?
es necesario reaccionar.
vemos que en todas
hace porque
así
par-
se lo indica
su patriotismo. I
sa,
i
que
aquí en Santiago, ¿qué se va a hacer? hasta ahora nada te divi-
lo
único que hai de positivo, es que
los colejiales
el
viernes 21 es festivo,
i
tienen asueto.
¿Por qué entonces
la
prensa
i
los directores
de establecimientos
de enseñanza no hacen algo para conmemorar esa fecha?
¿Por qué, por ejemplo, no se ponen de acuerdo para destinar unas dos horas de ese asueto, i formando en la Alameda se les hace desfilar frente a la mansión donde viven los herederos de ese queri-
do nombre de Prat? ¿Por qué no hacemos que esos niños entonen allí los himnos que a su memoria se han hecho? ¿Por qué no hacemos que las niñas lleven Mores i tapicen el frente de esa casa donde vive la gran señora viuda que con tanta nobleza ha sabido guardar el nombre de su ilustre esposo? Hagámosle sentir a esa digna señora, que todo el pueblo la quiere
i
desea conservarla
como una de
sus reliquias
mas
preciosas.
NaufrajicTde la ''Esmeralda"
El 24 de
mayo de 1875
en Valparaíso
al
«Valdivia» con
la
La mañana
la
corbeta «Esmeralda» estaba amarrada
norte de los diques,
i
por delante de
ella el
vapor
Escuela de Grumetes a su bordo.
amaneció
atemporalada
i
con
tiempo amena-
zante.
A
las 9
A. M., cuando su comandante señor Luis A.
Lynch
ya el temporal estaba declarado, los vapocaldeaban sus máquinas, i todos los buques se preparaban a re-
Z. llegaba al muelle,
res
sistirlo.
El «Valdivia» garreando sus anclas, principiaba a venirse sobre la
«Esmeralda», rompiéndole primero
el
botalón de foque
i
bauprés
en seguida. El comandante Lynch toma una chalupa
medio camino,
los fleteros se
atemorizan con
el
i
se dirije a bordo; a
temporal
i
se
niegan a
seguir adelante; pretenden regresarse a tierra; Lynch, a su vez, se i armándose cíela bayona, la alza amenano seguian adelante, estaba dispuesto a rom-
niega a permitirlos volver, zante, diciéndoles que
si
perles la crisma.
Los
fleteros,
ante razón tan contundente, tuvieron que ceder
guir avante hasta dejar a
Lynch en su buque.
i
se-
32
seguia moliendo
El «Valdivia»
ralda»,
i
momentos de
a los pocos
el
tajamar
cadenas de ambas anclas también cedían
La máquina no estaba
lista
i
proa de
llegar a bordo su
«Esme-
la
comandante,
las
se cortaban.
i
para moverse, a pesar de los esfuer-
zos que se hicieron para levantar vapor.
Como faltan las cadenas, el buque se atraviesa a la mar como ya se encontraba,
desgaritado
de
tierra
permitían ver completamente toda
Atravesado iba encaminándose sobre
un momento a
derrumbándose sobre
da uno de
Todo
los el
el
principia,
que
des-
la cubierta. i
de
palo trinquete,
}*a
proa de los diques
la
otro parecía acercarse a su
sin sujeción a proa, por la cortadura
base,
i
a dar tremendos balances,
el
fin;
de los estayes, se troncha por su
costado de babor
i
llevándose en su
caí-
cañones de esa banda.
mundo daba ya
por perdida
corbeta: sólo
la
un milagro
o una casualidad podría salvarla.
El capitán Prat,
oficial del detall
de
rior
había avisado que estaba enfermo
Con
este permiso,
i
la
«Esmeralda»,
ya quedaba exonerado de toda obligación
como Prat manera como
sabilidad; pero
tenia
tinta de la
la
una concepción
vendabal, sin saber lo que en
abandona
se alista
lecho
i
para
ir
esposa, la señora Carmela Carvajal,
paso
i
dia ante-
del deber,
i
respon-
mu
i
dis-
interpreta la jeneralidad de las jentes,
al sentir el rujir del el
el
que tenia que guardar cama.
la
bahía acontecía,
a cumplir con su deber. le
abre
la
Su santa
puerta, le franquea
el
despide a su querido compañero con una dulce mirada, que
envolvía en
sí el
cariño
Al llegar Prat
la
i
resignación.
muelle,
al
el
cuadro que se presenta a su
por demás aterrador. Temporal deshecho, diques, desgaritada
i
i
allá
vista, es
por delante de los
desmantelada, su otra esposa que
lo
habia hecho
abandonar su lecho de enfermo. Conseguir bote para difícil,
ir
a bordo en esas circunstancias era bien
por no decir imposible; felizmente, después de súplicas
i
de
una fuerte prima, consigue una chalupa aparejada de cuatro buenos remeros; ganar el bote en las rompientes del muelle, no era cosa fácil, pero con decisión i no importándole el verse bañado por las olas, pronto vimos a Prat airoso navegando hacia su buque. Llegó al costado de la «Esmeralda» cuando ésta ha'.jia ya rebalofrecer
sado los diques hacia
el
Almendral.
—
33
—
Pretender subii a su bordo por escalas o sus costados, habría sido tratar de cojer desde la playa la torre del
Espíritu Santo; los
buque se encontraba, Se lo amarró a la cintura i se"
balances eran tan grandes, en la posición que
el
que tuvo que pedir le tirasen un cabo. hizo izar como un fardo. Pero consiguió constituirse a bordo para compartir con sus compañeros el peligro, i en cumplimiento de su deber hundirse con su buque
La «Esmeralda»
si
fuese necesario.
siguió su via-crucis, llevando a la rastra en el
agua, las jarcias, arboladura
i
palo trinquete. Entre las
iba pesadamente corriéndose hacia
el este; al
filas
de buques
llegar a las inmediacio-
nes del pontón «Maipú», su antiguo consorte de
la
campaña
del 66,
compañera en lugar de ayudarla en su desgracia, la recibió en la punta de su lanzado tajamar, incrustándoselo por debajo de la bovedilla para destrozarle la popa
"parece que éste desconoció a su vieja
i
e inutilizarle el timón.
Ya
con este nuevo percance, perdieron por completo
ranzas do controlar los movimientos del buque,
cuando
la
las espe-
máquina
hubiese estado en condiciones de moverse.
Sigue
i
sigue corriéndose lentamente hacia
tiempo no amaina; por Llega
la tarde, se
el
un
Almendral. El
contrario, parece gozarse en la desgracia.
acerca la noche, la
vecino, logra tirarle
el
mano
caritativa de
un buque
cable, el que, reforzado con otro, los detiene
momentáneamente. cuando en todos los buques se arria la bandera, en esta ocasión es otra bandera la que tenemos que ver, ¡no es bandera que se arria! ¡es bandera que se iza, es la bandera grande de la «Esmeralda», que en medio de la bruma i de la lluvia, se le divisa izada al revés en el tope de mesana. Es ausiiioque piden esos náufragos i ayuda que solicita la lejendaria «Esmeralda»! No hai un bote salvavidas, no hai una brigada salvadora con qué socorrer a aquellos infelices ni con qué ausiliar a esa gloAl ponerse
el sol,
riosa.
Todos en tierra nos miramos, i parece que hasta el habla se. nos enmudece ante tan tremenda espectativa. El sol se pone i la noche nos deja en la mas amarga incertidumbre. C.
ms laM.
Cli.
3
— Desde por
en los balcones de la Bolsa Comercial ha-
la raafiana,
que paso a paso seguían
bia tres oficiales de marina,
de aquel naufrajio. Esos
Aguayo
—
34
oficiales
Ramón
eran
las peripecias
Serrano, Guillermo
Silva Palma.
i
Cuando
bandera se puso en ausilio i sobrevino la noche, aquellos oficiales no pudieron permanecer indiferentes ante la suerte la
que en esos momentos estaba corriendo su simpática escuela queridos maestros,
i
sin
instintivamente
consultarse,
hacia las playas de Jaime, probable
i
sus
se" trasladaron
donde tendría que encallar
sitio
la corbeta.
Momentos después de
como
medio de la oscuridad i sobre la reventazón de las olas, se divisa una masa negra que poco a poco va creciendo: esa es la «Esmeralda», que guiada por su comandante Lynch, la embarranca en ese sitio para salvar su tripulación; su casco estaba tan averiado i llenándose de agua, que habría sido temeridad aguantarse toda la noche flotando en mucho fonllegar,
a las 7.30, en
do, con peligro de irse a pique.
Tan pronto como advertimos
mos grandes
fogatas
de
tierra
su varadura, encendí,
para hacer ver a los de a bordo que
jente dispuesta a ayudarlos
Los
los
tres tenientes
i
allí
había
prestarles ausilios.
ya nombrados
i
el
capitán Hudson, principia-
ron a ver manera de establecer comunicación con los de a bordo
amarrados de
al efecto,
la
cintura
i
tomados de
la
mano
arrollados por las olas, se metían a la reventazón para pescar los
deros que de a bordo estaban arrojando largas
i
1
i
jeras.
al
i,
para no ser
agua amarrados
ma-
a piolas
.
Después de algunas tentativas, revolcaduras i zabullones, conuna de ellas, i por ésta les mandaron de .a bordo una espía de cinco pulgadas; la pasaron por sobre la muralla de la estación, aseguraron su chicote a los rieles, i a bordo por medio del cabrestante, se tesó hasta dejarla bien templada; un grillete corredizo una línea a bordo i a tierra dieron por concluido el andarisiguieron traer a tierra
i
vel de salvamento.
De ser
el
a
bordo avisan que jalemos, corremos con precaución, por
primero,
i
con temor de tener un percance; se ve que un bulto
viene colgando; es un hombre, es tantos que hai a bordo que
el
primer náufrago de
ponemos en
salvo;
los ciento
i
media docena de vo-
—
35
Júntanos se precipitan a recibirlo en brazos, es
un hurra
Ya
i
un contento
con esto
el
el
teniente Chaigneau;
jeneral se hace sentir.
correo quedaba establecido
i
seguimos con
el tira
de la madrugada, en que llega el penúltimo; comandante Lynch. Quedaba un último, el de mas fuerzas, para que sólo, pudiese cobrar la línea por última vez; este era un enorme negro yankee, de apellido Kelson; como se demorase mucho en avisar que cobrásemos, i
afloja hasta las cuatro
este es el
principiamos a entrar en cuidado, pero luego salimos de dudas:
el
señor negro, no queriendo perder su equipo, venia cargado con un.
enorme atado hecho en una sábana. Ya con esto quedó todo concluido, esperando la claridad del dia i el buen tiempo para seguir con la corbeta. El almirante Williams, llegó uno de los primeros i se constituyó \
a firme a
bordo para salvar su «Esmeralda».
Se trajo jente de todos remolcadores, lanchas rarla de peso
i
i
los
buques
i
se
arrimó a
la
«Esmeralda»,
toda clase de elementos para achicarla,
hacer todo
lo posible
por salvarla; ese dia
i
la
alije-
noche
i no interrumpido trabajo. Al dia siguiente, se aumentaron los elementos i se desarrolló mas actividad para estar listos i aprovechar la alta marea dsl dia.
fué de asiduo
El «Ancud», a cargo del capitán Pomar, se fondeó por delante i
mandó un buen
calabrote.
Los remolcadores, las lanchas, los botes que van que vienen, el sinnúmero de trabajadores espectadores, hacen de aquella escena un verdadero enjambre, en que todos trabajan con anhelo por salvar i
i
a su reina, por salvar a
la
querida «Esmeralda», que es la reina del
Pacífico.
La hora que el
se
aproxima;
el
humo
de
las
bombas
se activan sus fuegos para desarrollar el
momento necesario. La nerviosidad se
i
vapores anuncia
máximum
de poder en
pinta en todos los semblantes.
El Almirante Williams se pasea en cuando consulta su reloj, para que no
la toldilla
i
de cuando en
se le pase la
hora de
la
marea. Faltan veinte minutos, i
con sonora voz
le grita a
molcadores. Todo
el
el
Almirante no
Pomar:
mundo
listo,
resiste a su
comandante,
está en suspenso;
impaciencia
listo
a los re-
parece que todos
es-
3G
tuviesen listos para hacer cada uno
suprema
llega,
a
i
la
un esfuerzo
La hora
voz de adelante, todo se revuelve, se estiran
crujen los calabrotes, la «Esmeralda» se mueve, iba a zafar,
personal.
un tremendo
estallido,
anuncia que
i
cuando ya
el
i
se creia
calabrote del «An-
cud» se habia partido en dos. Gran descepcion; las esperanzas se pierden por el momento, pero como el caso e°taba previsto, inmedia-
tamente
el
i en dos botes se le lleva «Esmeralda». Faltan cinco minutos, ya parece que
«Ancud>; entrega otro calabrote,
nuevamente a
la
se va a perder esta
mente, ahora
la
oportunidad; faltan tres minutos;
lista
nerviosidad es aun mayor. ¡Adelante! grita
nueva-
la
sono-
Los cables crujen, la corbeta mueve, pero siempre firme, hasta que de repente, con un brusco movimiento, rompe el encadenamiento que la tenia ligada a esa playa, para volver airosa al elemento en que meció a nuestros heroicos
ra voz del Almirante. ¡Toda fuerza!... se
capitanes.
Los vivas, burras
i
gritería
de
la
multitud que habia en la pla-
ya, la de las tripulaciones de todos los buques,
vivando aquel acontecimiento, revelaban
pitos,
los
que subian a
remolcadores
la sinceridad del regocijo
i
los palos
lanchas con sus
de ver otra vez a
flote
su
vieja «Esmeralda».
Pero sobre ese cuadro de loco entusiasmo
patrio, hai dos granAlmirante Williams que, gorra triunfo obtenido sobre los elementos,
des figuras que se destacan: una es
en mano, blandiéndola por el se olvidaba que en esa misma
el
toldilla,
quistado para su pecho la gloria
frente a Papudo, habia con-
mas pura que siempre
mimado del pueblo chileío. La otra figura está allá, a proa, en
lo
ha hecho
ser el
no; ese
hombre,
los
el castillo,
en lugar subalter-
parecer severo, austero, tiene alma
i
corazón muí
supo cubrirlas con el manto de la modestia, hasta enemigos de su patria, el 21 de Mayo, frente a Iquique, lo
grandes; pero
que
al
él
obligaron a descubrirse de cuerpo entero. Entonces, entregándolo en la cubierta de esa misma «Esmeralda» al cuidado de sus compañeros,
lanzóse a lo desconocido, para traer de allá del firmamento; la
estrella
mas
brillante con
glorias nacionales,
que adornamos
la constelación
de nuestras
COMBATE DE PAPUDO ¡g©
Permítame
el
viejo
i
BE XGYIESaBRE
querido Almirante Williams hacer un
re-
cuerdo de su hazaña de Papudo.
A
principios del
la corbeta
los
mes de Setiembre de
1865, llegaba a Valparaíso
«Esmeralda», después de haber desembarcado en
miembros de
la
Callao
el
comisión que debia representar a Chile en
Con-
el
greso Internacional reunido en Lima.
El
mucho tiempo que
se le había
dejado de carenar,
i
las fati-
gas del último viaje, la precisaban con urjencia una recorrida,
i
en
consecuencia, se le principiaba a preparar para entrarla al dique.
Se
le
sacó la artillería, las municiones,
carbón,
i
para
los pesos
alijerarla.
La
fiestas patrias
estaban encima,
ción paseaba en tierra, participando
nuestro pueblo celebraba
Llega
la
el
mayor
parte de su tripula-
la alegría
i
fragata española «Villa de Madrid»,
caban un ultimátum,
i
jolgorio con
que
dieciocho en aquellos tiempos.
signia del Almirante Pareja
lo sentir
la
de
i
montando
portadora de documentos que
la in-
signifi-
parece que con premeditación para hacérnos-
en pleno dieciocho de Setiembre.
—
38
—
El 17, don Juan Williams Rebolledo, comandante de la «Esmeda», es llamado a Santiago con toda urjencia, para conferenciar con él
i
tomar resolución sobre
la situación
en que se nos colocaba con
Almirante Pareja. Por pronta medida, se decide hacer salir a la «Esmeralda» i «Maipú», a la brevedad posible, i preguntado a Williams en qué tiempo podría hacerlo, contestó que en el término de veinticuatro el
bloqueo del puerto, notificado por
el
horas.
Incontinenti regresó AVilliams a su buque, ros:
embarcar
montar
i
la artillería,
i
principian los apu-
tomar carbón, llenar calderas,
traer víveres para tres meses, en fin, todo cuanto es menester,
bre todo, teniendo presente que
el
buque estaba completamente
so-
i
des-
valijado para entrar al dique.
Las
que en
seguían en tierra en
fiestas
En horas,
se
mejor,
estaba sucediendo,
las altas rej iones
momentos pronto
lo
i
el
pueblo ignoraba
que
la alegría
cambiaría en un negro despertar.
noche del dieciocho, momentos antes de cumplirse
la
lo
de esos
Williams se traslada a
tierra a pedir las últimas
las
24
órdenes,
porque en momentos mas zarparía del puerto.
Don Ramón lliams que
Comandante Jeneral de Marina,
Lira,
seria conveniente
así las cercanías
de
por
saliese
la fragata «Villa
el
dijo a
Wi-
Almendral, esquivando
de Madrid», que se encontraba
por delante de la «Esmeralda».
El Comandante Williams contestó que el «Maipú» saldría por donde se le indicaba; pero que él con su «Esmeralda» i en son de combate pasaría bajo las baterías do la fragata española i, si fuese necesario, allí se hundiría con su buque.
Lo
dicho, hecho,
metros de los de
los
i
la fragata,
la «Esmeralda» pasaron a 100 que también estaban cargados i en son
cañones de
de combate.
Cuando a Pareja con tono despreciativo quiltro, dijo:
narse que
se le avisó i
«Esmeralda» iba saliendo, como quien se lo da a un
tarde ese quiltrillo le hiciese apretar
arma homicida, que puso antes.
la
el pié,
déjenla que salga, que no será por mucho, sin imaji-
mas
la insignia
que
levantando
fin
el
disparador del
a sus dias, haciéndole arriar en duelo
que con tanto orgullo
i
menosprecio
la
mirase dias
—
—
39
Fuera del puerto, se juntó con donde debían esperar órdenes.
«Maipú»
el
i
siguieron a Ohiloe,
El 3 de Octubre recibió comunicaciones, que declaratoria de guerra a España,
para juntarse con la
la
Escuadra de ese
le
anunciaban
ordenaba trasladarse
pais,
i
al
la
Perú,
en conjunto hostilizara
enemiga.
El 28 de Octubre llegó a
las
cuadra peruana, compuesta de
de
se le
i
Chinchas, donde encontró a
las corbetas
la
fragata «Amazonas» que arbolaba
«Union»
i
la
Es-
«América»,
la insignia del
i
Almirante
Montero.
Inmediatamente de llegado,
se
trasladó Williams al
«Amazo-
nas» a conferenciar con Montero.
Desde que puso pié en cubierta del buque peruano, dice Williams quela impresión fué desastrosa, el buque en estado lamentable de desaseo, los cañones en abandono,
dos en cubierta, desuniformados,
i
i
por marinería, individuos tendi-
muchos hasta con ponchos.
cámara con Montero, para allí ponerse de acuerdo, i en combinación, formar un plan de ataque. En todas las maneras que Williams abordó la cuestión, no enBaja a
la
contró sino inconvenientes
que
los
i
dificultades,
marinos peruanos no querían
alojar al
común enemigo de
Viaje, tiempo
i
las costas
ir
a
de
llegando a la conclusión
acompañarlo a batir
i
des-
arabos paises.
paciencia perdidos, tienen que regresar
sur
al
Pero Williams, en su carácter valiente i emprendedor, no podia quedar tranquilo con tanta ida i venida para
tal
como
se fueron.
obtener nada tanjible.
Como queaba
el
a la salida de Chinchas supiese que la «Verenguela» blo-
puerto de Caldera, antes de llegar a esa altura llamó a
so-
bordo al Comandante Costa del «Maipú», para proponerle atacarla i tomarla si fuese posible. Como no llegasen a un acuerdo, siguieron al sur, el «Maipú» para recalar a
Ancud
i
la
Esmeralda a Lebu, donde
llegó el 19 de
Noviembre.
tomó un poco de carbón para seguir a Lota. En Lebu se le dijo que la fragata «Resolución» cruzaba en la bahía de Arauco, i que le sería peligroso ir a Lota. Williams no hace caso, i fiándose de su pericia i valor, burla la vigilancia de la fragata española, tomando la bahía de Arauco por Allí
— boca chica, en noche cerrada resplandor de las chimeneas de
la
Allí fué recibido
ra
i
40
—
oscura, guiándose solamente por
i
el
la fundición de Lota.
por Cornelio Saavedra, quien con toda premumas esencial para que
patriotismo apertrechó a la corbeta de lo
siguiera sus correrías.
Como
buque no pudo carenarse en Valparaiso, con estos viajes i malos tiempos que tuvo que soportar, sus condiciones de navegabilidad se habían empeorado de una manera notable; la máquina, a toda fuerza, escasamente podia dar siete millas; menos andar que cualquiera de las fragatas buques españoles, que escalonados bloel
i
El agua en sentina llegaba hasta queaban los puertos de la ocho pies en 24 horas, de tal manera que las bombas trabajaban noche i dia; en fin, sus condiciones si eran malas para navegar ¿serian buenas para combatir? ya el buque no iba estando bueno ni para una ni para otra cosa; pero para don Juan Williams eso no costa.
importaba, se había forjado en su corazón de chileno un propósito i tenia que llevarlo adelante, aunque fuese en las mismas barbas de su poderoso enemigo.
Cuando Saavedra atendía los diarios
a Williams en
en busca de noticias,
vadonga» con
el
i
al leer
«Matías Cousifio»,
capturado
Lota, éste se pescó de
en uno de
ellos,
que
bloqueaba
sí
despachase inmediatamente,
una vez tomado su carbón
la
i
i
el
puerto
pidió a Saavedra que lo
de Coquimbo, casi no cupo en
de gusto,
la «Co-
se hizo a
mar.
El 23 de Octubre pasa a ra»,
la vista
que estaba fuera del puerto,
de Valparaiso;
la persigue;
separarla de la «Villa de Madrid», se hace seguir tirla
en alta
mar
i
la
«Vencedo-
pero Wixliams, para i
ver
modo de
ba-
fuera del alcance del «Almirante Español».
La «Vencedora» vuelve
al
El 24, a las 10 P. M.,
la
puerio.
«Esmeralda» entraba
al
puerto de
Tongoi; la noche estaba mui oscura; Williams, personalmente se dirije
a tierra en su
guig, a inquirir noticias; Barbosa, jefe de las
fuerzas que guarnecían aquel lugar, creyéndolo enemigo, lo recibe
con una lluvia de balas, que
si
no es por
los gritos
de Chile, «Esme-
ralda», dados desde el bote, quién sabe cuántas desgracias habría-
mos
tenido que lamentar.
Ahí inquirió
noticias
que
la
«Covadonga» habia sido reforzada insistencia que de un
por la fragata «Blanca»; pero se corría con
r
->
— momento el
«Covadonga»
a otro la
—
41
tenia
que
salir
para
bloquear
a
ir
puerto de San Antonio.
Williams sale esa misma noche
se dirijo al sur; a la
i
mañana
un humo a la distancia en su mismo derrotero; máquina i principia a darle caza, creyendo sea la «Covadonga». El humo, al verse perseguido, rodobla también su marcha; siguiente se divisa
i
forza su
la distancia
mantiene con poca alteración; pero
se
al fin
que que huia, creyendo enemigo a
horas, con gran descepcion de Williams, descubre era el vaporcito «Fósforo»,
noche
ralda»; la
Al amanecer, se divisa un
un vapor ds
es
a reconocerlo
con
la noticia
i
Al poco
de que el
Es
distinguir.
«Esme-
al norte.
humo
la carrera;
el
por
la
teniente
proa;
se
va en su de-
Thompson
es enviado
rato,
el
«Covadonga» habia salido de Coquimbo dos i que venia con rumbo al sur.
el
vapor
nuevamente
distancias
las
él;
la
a tomar noticias; vuelve apresuradamente a su buque
horas antes que
cia
dé algunas perseguido
sorprende frente á Quintero.
los
Nuevamente cambia rumbo manda;
el
se
otro
humo
estrechan, las
«Covadonga»!
al norte; se
gobierna ha-
arboladuras se principian a
grita el tope...
El viejo almirante, ya un tanto cansado con tan larga narración, al llegar a este
de se
risa su
arrugado
descorre,
punto
rostro,
se incorpora en su poltrona, se le llena
i
el
octojenario velo que cubre su ojos,
para hacer brillar aquel par de pupilas, que en otro
tiempo parecían un par de faros de enerjía
i
valor en la firmé
i
vigorosa 'contestura de aquel hermoso atleta.
Cuándo Williams, joven
de uniforme pasaba por la calle, se daba vuelta a admirar aquel precioso marino. I en Williams, aquello no era hojarasca o apariencia; nó, era vigoroso, forzudo, i hasta el mismo se tenia miedo al desastroso efecto qué producían los proyectiles de su puños.
camino
le abria
En una función en
un
el
i
i
la jente se
ocasión,
el
Teatro de
capitán de corbeta Williams, asistía a una la Victoria,
en Valparaíso.
Allí,
habia tam-
famoso boxeador, i al saber que a Williams se le tenia también por bueno, procuraba ponérsele en su paso i provocarlo; Williams esquivaba, no quería armar escándalo, hasta que agotada su paciencia aceptó el reto, cruzándose esos gladiadores en bién
una de
estranjero,
las calles inmediatas.
—
42
—
Williams tenia razón, a los primeros golpes dio cuenta en tierra
con su provocador, retirándose tranquilamente a ocupar su butaca.
A
vuelta de algunos años de ausencia, al regresar al pais ese
la
estranjero,
buscó hasta encontrar a Williams,
poniéndosele por delante
que nó; entonces
le
preguntó
estranjero,
el
cuando dio con
i
él,
conocía. Williams le dijo
si lo
sacándose una corrida de dientes
postizos, riéndose, le dijo a Williams:
— «Esta batería postiza
es la
que Ud. me obligó a comprar para tapar los portalones, que sus puños hicieron en mi dentadura, i ahora vengo a estrechar la mano del que en buena lid me venció. Pero ¿a qué diantres
me
salgo de las aguas ce la «Esmeralda»,
para venir a narrar cosas tan ajenas
al
objeto de este artículo?
qué quiere Ud., cuando uno tiene admiración
Pero,
i
cariño
por una persona, no puede prescindir de contar sus proezas.
Como
decia, el almirante
corporaba en su
silla
i
decia:
entusiasmado en su narración, se
— Cuando
in-
que
se vio positivamente
«Covadonga», todos a bordo corrían contentos, i esos rotitos de marineros, presurosos, alistaban los cañones i se calaban al cinto puñales i revólvers para el abordaje, esta era la enseñanza que se les habia hecho i la consigna con que debían ir hasta la muerte, era era
el
patria ..Chile.
Los buques, que caminaban en rumbos opuestos, se aproximaban rápidamente, i lo que mas preocupaba a Williams, era que fuese a pasársele;
si
conseguía
escapaba
esto, se le
la presa; el
«
Co-
vadonga» con diez millas de andar i la «Esmeralda con siete, en muí poco tiempo se distanciarían i Williams quedaría burlado.
Lo
principal era poder acercarse lo
iniciar el combate, ¿i jero,
para
lando el
la
lo
cómo
cual se presentó primero
bandera de aquella nación,
En
este
posible, para lograr
i
buque
como buque
estran-
ingles, arbo-
cuando estuvo a 800 metros,
contador David Rodríguez, encargado de
cambio de banderas,
mas
conseguirlo? Simulándose
la delicada
comisión del
arrió la inglesa, arbolando la chilena.
mismo momento,
la
«Esmeralda» cambia su rumbo,
atravesándose por delante del «Covadonga» para interceptarle paso, iniciando bor.
el
combate con
la 1. a división
de
la batería
de
el
estri-
— Ferri,
Comandante
43
—
«Covadonga», que ya había conocido a percibido sus movimientos, cambió también su del
t Esmeralda» i rumbo, contestando inmediatamente al fuego que se le hacia. Como el «Covadonga» era mas rápido que la «Esmeralda», luego quedó por delante; pero en este movimiento perdió las condiciones de sus colisas cañones, que no podían aprovechar hacia las aletas, punto en que quedó la «Esmeralda» i que Williams supo
la
aprovechar admirablemente.
Desde poca
la jarcia
distancia a
que
de mesana, donde se colocó Williams, se encontraban, percibía
i
a la
con anticipación los
de timón que en el «Covadonga» se iba manera que antes que éstos tuviesen efecto, ya la «Esmeralda» estaba gobernando para el otro lado, i agregando a estos hábiles i seipentíneos movimientos de la «Esmeralda», el continuo fuego que le hacia con sus cañones cazadores, se comprenderá los apuros en que estaba Ferri. Arrió un calabrote por la popa para enredar la hélice de la «Esmeralda»; pero Williams, desde su encumbrada posición, burlaba fácilmente aquella estratajema, hasta que Ferri, viéndose imposibilitado para esquivar el ataque i movimientos de la «Esmeralda», tuvo que parar i arriar bandera. En ese momento, la distancia no pasaba de 150 metros, i como Williams observase que aun cargaban uno de los colisas, por su bocina gritó a Ferri que si seguían ese movimiento, les lanzaría una andanada, a lo que contestó el Comandante español, que se suspendería i que estaba rendido. Se arrió embarcaciones, i el teniente Manuel Thompson fué el oficial que recibió de Ferri el mando del «Covadonga», arbolando la
movimientos de
a ejecutar, de
artillería o
tal
simpática bandera de la patria.
Cuando Thompson
llegó
a bordo, el
buque ya
tenia en setina
cuatro pies de agua, la que ya lamia las parrillas de los fuegos,
i
si
anda tan rápido en cerrar las válvulas, en momentos mas se el «Covadonga». Williams, con ambos buques se aproxima a Papudo, en un modesto i lacónico parte, comunica a su Gobierno el triunfo alcanzado.
no
se
habría hundido
i
Pero éste
i
el
pueblo, interpretando en su justo valor tan seña-
lada hazaña, la ha calificado brillante con
que
la patria
como una de
adorna su
las piedras
frente.
de gloria mas
—
44
—
El capitán Williams, que cuando joven se abría paso con su gallardía
hermosura, ahora es
i
apoyado en
el
tiago, siendo
el
brazo de su cariñosa
una
viejo almirante hija,
Williams, que
cruza las calles de San-
reliquia venerada a quien todo el
mundo mira
i
saluda con respeto.
Que Dios le conserve su vida por muchos como ejemplo de patriotismo.
sirva
años, para que nos
nerse de las privaciones
—
46
sufrimientos de los marinos que llevan so-
i
bre sus hombros esa responsabilidad, para poder rematar satisfacto-
riamente su viaje
llevar a
i
buen término
la
nave
vida del perso-
la
i
nal confiado a su cuidado.
Pero, por ción,
mui
mucho que vean
raros
son
que hacen esa navegaque afrontan las trasnochadas e
los pasajeros
aquellos
inclemencias de esos climas, para formarse vijilias
un
que tienen que soportar esos hombres
juicio cabal de las
del mar.
Basta imajinarse uno de esos vapores de mas de una cuadra de largo, con
un pesado cargamento que
unos ocho metros
i
les
sumerje
el
que en medio de un temporal
casco en
se
el
agua
ve precisado a
embotellarse dentro del Estrecho, a pesar de las cerrazones produci-
por
las neblinas, lluvias
i
nevadas.
Los capitanes tienen que afrontar i vencer todas esas dificultano hai sueño, salud, nada que los haga abandonar el puente de mando; parece que estuvieran clavados junto a su compás La nieve los entume, i a cada plumilla que punzante les clava los des; para ellos
ojos,
que
en lugar de hacérselos cerrar para librarse de
ellas,
mas
tienen
abrirlos para evitar el peligro.
Saben que están rodeados de costas i arrecifes por todos lados; saben que su escandallo no alcanza a indicarles el punto donde se encuentran, i a pesar de esto tienen que seguir adelante. Si para su máquina, parece que debieran quedar en seguridad, pero como corrientes son tan fuertes, irregulares
i
variables, el peligro
de desaparecer, aumenta, porque entonces trol,
a merced de ellas
i
La
los oficiales
puentes listo
de
vijilancia i
no de
la
el
buque queda
las
en lugar sin con-
voluntad del capitán. i
serviolas, se multiplica
por los
estremos del buque. El maquinista con su manubrio está
para obedecer
al
primer aviso del telégrafo del puente. i por consiguiente, se centupli-
Este peligro existe de dia claro, ca con la oscuridad de
la
noche.
El andar se disminuye i se marcha a nocer esta puuta o aquella piedra.
No
tientas,
procurando reco-
hai sirenas, no hai campanas que indiquen
gro; son el nervio tos auditivos,
navegación,
i
pericia, los
que priman sobre
que en otros países
tal
o cual peli-
la falta
de elemen-
se multiplican,
para facilitar la
—
—
47
El vijilante de proa percibe entre la bruma, tancia,
un objeto negro;
Este, con serenidad,
si la
según convenga, o
do,
grita,
si
Si esa operación se el
vijilante
avisando
tiene,
i
no a macha
dis-
la proa!
gobierna su buque a uno o a otro
máquina,
no, para la
i
la-
atrás a toda fuerza.
hace en canal angosto, entonces mui luego
de popa es posible que anuncie tierra por
neje usted ahora esa enorme mole
la
popa. ¡Ma-
sáquela con bien!
i
Corriente, viento, cerrazón, tierra por todos lados, casi
por
al capitau: ¡tierra
i
el
buque
como una boya. ¡Pobre capitán!
si
salva, nadie lo sabe,
según
i
él,
ha cumplido
con su deber. ¿I
si
No
embarranca sobre una roca
competente, le
i
naufraga?
hai clemencia; se le juzga, se le suspende del i
quizas hasta se
le
mando por
in-
cancele su patente de capitán, que
ha costado tantos años de estudios, trabajos i sufrimientos. Calma el tiempo; desaparecen esos peligros i feliz sigue su nave-
gación.
Entra a
las angosturas,
con habilidad Llega
la
puntas
las
noche,
de nieve hasta
la
i
haciendo eses
así tiene
i
i
curvas, pasa barajando
peligros.
que
playa, los cabos
i
seguir: los cerros están cubiertos
montículos que dan a conocer los
manto blanco que los como en tiempos que los haópticos, efectos ordinarios; la nieve engaña, produciendo cen aparecer a veces mas cerca i a reces mas lejos. Todos estos factores tiene que tomar en cuenta el capitán para parajes por donde se va, se confunden por
el
cubre; la distancia a Ja tierra no puede apreciarse,
llegar a su destino.
Al dia siguiente por
la
mañana,
los pasajeros,
que durante
la
no-
che han estado confortablemente abrigados en sus camarotes, suben a cubierta a admirar el panorama i a hacer al capitán mil preguntas aquel buen lobo, con los ojos
sobre esto o aquello,
i
jecidos por la nieve
el insomnio, tiene
i
que
i
ser cortés
el rostro i
enro-
cariñoso con
esos preguntones.
Felizmente, a cabo con tesón
el i
dia va facilitando
avalizamiento
i
alumbrado de sos parajes, llevado la Armada, de dia en
empeño por el personal de mas su navegación.
Sobre todo, con ese famoso faro de primer orden colocado en uno ele los peñones de los Evanjelistas. Es tan grande su importan-
— cia,
,43
que pescar en una recalada sus
para abrirse
La
la
puerta de entrada
al
— destellos, es
como tomar
la llave
Estrecho de Magallanes.
colocación de ese faro ha sido
una obra monumental, a
la
ha dado su verdadera importancia. Todo su cual en material de manipostería en piedra i fierro, ha habido que acumularpais
el
lo allí a fuerza
no
se le
de un trabajo
i
constancia ímprobos, que hace verda-
dero honor a su constructor, don Jorje Slight, que por espacio .corno
de dos años se llevó metido en aquella inhospitalaria rejion, aprove-
chando
oportunidades de desembarque, que
las cortísimas
el
oleaje
i
continuas tormentas imposibilitan en absoluto su atraque.
En
el
puerto Cuarenta Dias, que está a doce millas de distancia,
semanas enteras
se llevaba
i
a veces hasta
recalmón para trepar como gato
La
enerjía, constancia
i
un mes, en acecho de un
e iniciar los trabajos.
voluntad desplegadas por este británico,
para llevar a buen término esta obra, merecía que se
aunque hubiera
le
hubiese pre-
documentos que le sirviesen como de medalla honorífica; pero para vergüenza nuestra, fué a otros a quienes se les ocurrió hacer este acto de justicia. El Lloyd de Liverpool hizo a Slight un valioso obsequio, acompañado de una significativa carta.
miado en forma
especial,
Para hacer ver
cho que aseverará
la
lo
importancia de este faro, voi a relatar un he-
que digo.
Al poco tiempo de anunciado
miento de esa
pa por esa
luz, a
sido con
uno de
los
vía, frente a Chiloé,
al
mundo marítimo
el
funciona-
grandes vapores que iba para Euro-
tomó una
lo
serie
no imterrumpida
de temporales.
Durante cuatro dias no tuvo sición; el oleaje
i
cerrazón eran
sol ni tierra
mui
grandes,
en que orientar su poel
buque
se revolcaba
en un mar de espuma,
la tierra
lutamente se veia,
noche era mui oscura. El capitán se muestra en esas condiciones en busca de la
inquieto tierra;
i
no
la
debia estar ya cerca; pero nada abso-
se atreve a seguir
una equivocación cualquiera podría
encallarlo,
i
en
tal caso,
ni los ratones habrían salvado.
Su estaban dando
la máquina i alistando todo para maniobra de atravesar el buque, a la mar para ponerse a capear, cuándo a través de la espesa cerrazón i no a mucha distancia, un poderoso resplandor vino a sacar al capitán
llevar a
cabo
las
órdenes a
la peligrosísima
o o
ce
"cD
^3
ÜQ
O
-a CD IZJ
CD CD
— de' su
crítica situaciacion,
—
49
indicando con su posición que
estaba
allí
puerta del Estrecho.
la
El capitán, tan luego como se cercioró de que era el faro, no pudo por menos de esclamar: ¡Thanks, Slight, that you have given us such a light! i llegando a Punta Arenas, su primera visita fué a Mr. Slight, para
i
darle las gracias por su gran obra.
ahora que Magallanes está mas o menos poblado, que hai un
Si tráfico
felicitarlo
continuo de naves que navegan con sus máquinas, que
la
ma-
yor parte de sus peligros están avalizados; ahora que hai telégrafo toda clase de recursos, la navegación es siempre
difícil
i
i
peligrosa,
¿qué no sería en aquellos tiempos en que los buques no tenían mas motor que sus velas donde no habia mas valizas que las traidoras corrientes ocultos arrecifes? ¿Qué no seria en aquellos tiempos en que no habia refujio ni recurso de ninguna especie, i por el contrario, era menester llevarlos del norte para que de hambre no se mui
i
riesen los habitantes de la naciente colonia?
Los que sabemos lo que es navegar i barajar todos esos peligros; que sabemos lo que cuesta soportar a cuerpo firme la crudeza de aquel riguroso clima para vencerlo, ayudados por la autonomía i control que da la mano puesta en el telégrafo de la máquina, podemos en conciencia apreciar i admirar el trabajo de acarreo, que los atletas los
del
mar
llevaron a cabo en aquella época en la
flotilla
de bergantines
de que estaba compuesta nuestra escuadra,
Con seguridad, que todas aquellas personas que por necesidad tenían que embarcarse en esos buquecitos destinados a la navegación
de
las encrucijadas
de Magallanes, bien hechos deben haber dejado
sus testamentos antes de la partida. Allá por
el
año
al
gobernador de Magallanes
i
después de un rapidísimo
cho,
mandado
56, el bergantín «Meteoro»,
pitán de corbeta don Juan Williams Rebolledo,
i
"por el ca-
llevando a su bordo
su familia, llegaba a la boca del Estre-
medio de un fumui conocedor de esas rejiones,
viaje (cinco dias), en
rioso temporal. El capitán Williams,
aun no se divisaba. gobernador por aquella imprudencia, se apersocomandante, diciéndole que pusiese proa afuera i que él como
impertérrito le tenia dirijida la proa a la tierra que
Atemorizado
nó
al
el
gobernador, a cuyas órdenes venia
no podia
él
el
buque, se
lo exijia,
puesto que
hacerse responsable de su vida.
C deuM.C.
4
— Williams
buque
contestó que
le
también de
i
la
50
el
—
comandante era
él
i
respondía del
vida propia.
Posteriormente, en Diciembre de 1858, este
mismo «Meteoro»,
comandados respectivamente por los capitanes de corbeta don Martin Aguayo i don Francisco Hudson, zarpaban de Valparaíso llevando víveres para la colonia. La navegación hasta Punta Arenas no presentó mayores dificul-
acompañado
del «Pizarro»,
tades, los vientos en esa dirección son
trecho,
i
en
los
siempre favorables en
meses de verano, en que
hacerse jornadas largas,
i
los días
el
Es-
son largos, pueden
a veces, sin tomar puerto, se puede seguir
hacia adentro, favorecidos por la corriente.
Después de entregar su cargamento, juntos zarparon de regreso a Valparaíso.
Aquí principió la batalla. Los vientos en el Estrecho son jeneralmente de los cuadrantes del oeste, toman a veces tal fuerza, que se trasforman en verdaderos huracanes; no hai vela que resista en su palo, no hai bote que pueda ni pretender echarse al agua, porque jugaría con él como con una pluma; de la cresta de las olas el agua vuela como una neblina, es el agua pulverizada, que en ocasiones i
llega a cubierta de los buques;
como
i
éstos,
tumban
estando fondeados, se
estuvieran navegando de bolina.
si
Este es
el
motor de que
los
bergantines van a usar para po-
derse mover.
un tanto favorable, pueden manejarlo a bocuando el eje del Estrecho principia a desviarse, también principia el manejo de las brazas i el continuo virar por Al principio
lina allí
les es
abierta; pero
avante dias tras dias citos
i
noches tras noches; ahí se ve a
los bergantin-
con su jente de guardia, vira para un lado, vira para
eso es interminable,
docena de
muchas veces
i
dias, se pierde
lo
que
se
el otro,
ha ganado en media
en unas cuantas horas. Bórrase
la
cuenta
i
vamos principiando de nuevo.
A
cuando ya habían franqueado hasta cerca de i vientos les hacen retroceder nuevamente i tienen que fondear en puerto Famin, no a mucha distancia de Punta Arenas.
las
los veinte dias,
angosturas, las corrientes
En
ese fondeadero se dieron
pulaciones
i
oficiales
un descanso de dos
estaban rendidos.
dias; las tri-
—
51
—
Los comandantes conferencian sobre el resto de la navegación, tomando en consideración que ya los víveres principian a escasear, i convienen en que si para tal fecha aun no habían podido salir del Estrecho por
oeste, amollarían
el
tratarían de dar
la vuelta al
Levan sus anclas ve, viento,
Ya
en popa,
i
saliendo
por
el este,
Cabo de Hornos.
nuevamente principia la lucha; no hai nada que los detenga; ¡siempre adelante! noche,
mes
nie-
i
aun siguen en la misma; pero ya han logrado pasar las angosturas i no faltan muchas millas para llegar al famoso Cabo Pilar; se imajinan que el término de esa lucha está ya próximo. llevan
medio
i
i
Están ya frente a Cabo Tamar, como quien dice en para torcer por los canales; ya
mar
Pacífico para al fin hacer
taban con velas
i
la
huéspeda: se
sacrificios,
rumbo
firme
siguiendo
echan espías segundo.
el
al
i
norte;
calabrotes por la la
Felizmente,
el
la
clote
i
los
chupa hacia
el
del fondo.
i
embudo de
el escandallo, para ver
agarrarse
las
si
popa para ami-
se
al
poco
huracán no alcanza a calma los deja ahora
a medio canal, sin gobierno, por falta de viento
que se busca fondo con
pero no con-
primera se corta
meterlos en las angosturas; pero en cambio,
corriente,
esquina
desencadena un huracán, vuela con
norar la rapidez con que son arrastrados, rato,
la
parecía que tenían agarrado el
a palo seco; para no perder lo ganado a costa
los deja casi
de tantos
les
les
a merced de la
las angosturas.
Se
puede largar un an-
¡Cien brazas! (200 yardas). Imposible,
allá va un anclote con dos espía»; buque hace cabeza aproándose a la corriente; gusto de pocos minutos, se estira como cuerda i allá voi, dijo una
tiempo perdido; sin embargo, parece que agarra,
el
fuerte sacudida: ¡perdido el anclote!
Viene
la
noche,
i
dándose vuelta como trompo, sigue
hacia adentro, arrastrados por
a
la isla
de Carlos
Ya
agotados
la
corriente, hasta dejarlos
i
sigue
próximos
III. i
descorazonados, tuvieron que doblegarse,
biando de rumbo, se dirijieron hacia
la
i
cam-
boca oriental del Estrecho.
En San Gregorio permanecieron varios dias rellenando la aguaembarcando leña i alistando el buque para resistir i afrontar ahora los temporales del temible Cabo de las Tormentas, después da,
de haber perdido dos meses en lucha
inútil.
— 52 A
los
pocos dias de
-r
juntos los dos bergantines de puerto
salir
Famin hacia el oeste, cada uno tomó por su cuenta, probablemente el «Pizarro» debe haber pasado por las mismas peripecias que el «Meteoro», i anticipándose en unos dos dias a éste, tomó también rumbo del este para dar vuelta al Cabo de Hornos, como i
estaba convenido.
El 23 de Febrero,
por
la
Aseguraron
la
leros de juanete la
madera de
las
«Meteoro» dejó su fondeadero,
el
boca este del Estrecho, siguió rumbo
i
respeto; se desguarnieron las
mangueras de lona. En una palabra, resistir
saliendo
arboladura con jarcias estraordinarias, los mastebotalón de foque se echaron dentro
anclas; se cerraron
nes para
i
al sur.
escotillas,
embarcase, no llegase a
las
i
cadenas
i
trincaron a
echó dentro
dejando sólo dos bajadas por
se dejó el buquecito
temporales
los
las
i
en
las
mejores condicio-
preparado para que
las
mares que
bodegas o entrepuentes.
Todas estas medidas perecautorias no fueron inútiles, porque segundo dia ya empezaron a batallar. Por la mañana, el viento era fresco i aumentando progresivamente, al anochecer }^a era temporal deshecho, que tenian que caal
i una cuchilla. que raro era el dia en que podían encender los fuegos de la cocina, para tomar un caldo o una taza de agua calientelas ollas se vaciaban i el fuego se corría: no había mas alimento que
pear con la gavia en terceros rizos Inútil
galleta,
es
decir
charqui
En
la
que votar
i
cosas secas.
descubierta de la
cabos de maniobra; de
De
la
mañana,
nieve de los motones
dia en dia,
i
la
los capitanes
de alto tenian
para poder hacer correr los
cubierta habia que botar a palas la nieve.
mientras
mas
al
sur se iban corriendo, parece
mares tomaban mas ímpetu i el tiempo se hacia mas duro, hasta que el 8 de Marzo la cosa tomó un aspecto sumamente grave: el barómetro a 28.15 pulgadas, altura mucho mas baja que la indi-
que
las
cada por
los derroteros
Todo
el
mundo
en las grandes tormentas. estaba en continua zozobra;
un verdadero juguete de
el
buquecito era
montañas de olas: cuando bajaba al seno de dos de ellas, parecía que calmaba un tanto el viento, pero llegando a la cresta, el choque de viento que recibía casi lo daba vuelta.
esas
— Las mares para desahogar
Ya
inundaban;
lo
53
—
las
salidas de
agua eran estrechas
la cubierta.
nadie tenia esperanzas de salvar,
i
en
tal
emerjencia, cada
uno se encomendaba al santo de su devoción, e hicieron un voto, una manda, que si lograban salvar, todos se comprometían a cargar en hombros la gavia que hasta ese momento se mantenía firme, dando al buque un pequeño manejo, i llevarla a pié descalzo a una iglesia en el primer puerto a que recalasen.
A
la tarde, para colmo de la desesperación, una tre rompió sobre el buque, tumbándolo de tal manera, que casi lo da vuelta; pero si no lo dio vuelta, lo dejó tendido sobre un costado; con tal sacudida removió el lastre, apagó las luces de abajo dormido en esa posición sin poderse adrizar; por minutos i quedó
las
menda
4 de
ola
esperaban
el
desenlace
fatal.
Haciendo un gran esfuerzo, darle salida salido de las
No dos
i
se
mandó
largar el trinquete para
poder gobernar para amollar en popa; pero no habia
i
manos de
los
sabían ya qué ha
transidos de
frió;
marineros cuando voló en mil pedazos.
^er;
todos estaban aterrorizados, empapa-
pero era menester tocar un último recurso,
envergar un nuevo trinquete: ¿cómo
i
quién iba a hacer aquella
maniobra? El Comandante Aguayo pide, ya no es posible mandar ante
como nunca hace falta un valiente, allá salió un joven marinero de 23 años, llamado José Francisco Brito, quien dijo al Comandante: «Señor, yo iria si tuviese un abrigo con que aquel cataclismo; pero
aguantar
el frió allá arriba»,
Aguayo, corbeta
i
señalando
la arboladura.
sin pérdida de tiempo, se sacó su levita de capitán
Algunos otros anochecer, ya con
su lugar, recuperó
se envalentonaron
el el
con ese ejemplo
nuevo triquete envergado
i
parecían querer tragarse
al
i
antes de
lastre llevado
el
bergantín su posición derecha
carrera amolló en popa, perseguido por la
Lra
de
se la entregó a Brito.
i
a
en vertijinosa
montaña de
olas,
que
bergantín
fuerza del huracán
i la velocidad que daba al berno tenia línea suficiente para marcar su andar; parece que a bordo no habia memoria de tanta rapidez, i
tal
gantincito,
como
la
que
la corredera
es natural,
en esas condiciones de marcha,
el
buquecito iba
—
54
—
con balances tan desmesurados, que en cada barquinazo casi metía los penóles en el agua, i las batayolas a cada rato se veian sumergidas en las rompientes de las crestas de
como a su
a cubierta
las olas, las
que
se
metían
casa.
dormida que tuvieron durante la .capa i que casi los manmundo, ahora se veian en otro gran peligro, tener que temporal en tales condiciones.
Si la
dó
otro
al
correr el
El mas leve descuido del timonel
po
grandes guiñadas que
las
suficiente para atravesarlo,
segura,
rueda,
i
que
es
así
al
mares
gobernar lo
i
barajar a tiem-
hacían dar, habría sido
en ese caso, la pérdida habría sido
mejor jente
la
Comandante no
el
i
las
se relevaba
de hora en hora en la
se despintaba del lado, ejerciendo la
mas
estricta vijilancia.
Con todas
que una
La
velas
las
que
se
tomaron
falla cualquiera fuese a hacerlos perderse.
salvación del
rrota iba
mui mal, a
como 300 millas témpanos de dad de hacer
hielo,
i
buque iba mui bien; pero lo que era la demenos se alejaban de su destino a razón de
lo
ya principiaban a meterse en la rejion de los llegando allí, no habríamos tenido la oportuni-
diarias,
i
esta narración.
Cerca de dos dias dónde, hasta que por se
también
los llevaban en salvo,
precauciones, reforzando sus escotas, brazas, para evitar
las
el
buquecito siguió volando quién sabe a
fin aflojó el viento,
en condiciones navegables
i
calmó
i
les
permitió poner-
dejar a los infortunados navegantes
tomar un descanso.
Una
encaminaba hacia el N.; pero esto poco nuevamente tuvieron que deterse a sostener otra lucha con esos porfiados elementos, que parecía no querían largar esa presa de la que casi habían dado cuenta. La odisea siguió por algunas semanas, hasta que al fin en el mes de Junio, cuando ya tenían agotados sus víveres, pudieron recalar en el puerto de Ancud. Con largar el ancla, la tripulación se acercó a su Comandante para recordarle la manda que habían hecho si escapaban de esa
les duró,
tormenta,
brisa del SO. los
i
i
le
suplicaron diera los pasos necesarios para su cumpli-
miento.
Al día siguiente se desenvergó los botes,
i
en
los
demás toda
la
la vela, se le colocó
en uno de
tripulación con sus oficiales la
,
00 -
escoltaron
hombros
a tierra,
i
la llevaron
al
la
allí
tripulación, descubierta
Nota.
—En
esas
rejiones i
descalza, a
templo de San Francisco, donde con todo
fervor oyeron una misa, cumpliendo así la
sucumbió el «Pizarro» do noticias.
i
i
manda
prometida.
bajo la influencia de esos mismos temporales,
ocho buques mercantes, de
los cuales
nunca se ha
teni-
Üíaufrajta
í)c
h
barca "Jcanne Jlmclic"
Estábamos de sobremesa. Los viciosos habían encendido gruesos habanos i lanzaban al aire, llenos de satisfacción, grandes bocanadas de humo. Todos alegres i contentos animaban la conversación con risas i carcajadas, resultado directo de una reunión de hombres solos donde se ha bebido bien i comido mejor. La charla jiro sobre diferentes temas, que se trataron concienzudamente. Se habló de filosofía, literatura, artes e historia. Por cierto que el tema predilecto de los hombres fué discutido hasta el cansancio. ¡Qué de opiniones mas diversas no se emitieron acerca del
amor
i
las
mujeres!
—
Haciendo escepeion de uno hombre ya cincuentón i padre de algunos hijos todos los demás eran solteros, ninguno de ellos mayor de veintiséis afios, llenos de ánimo i gusto por la vida. Infundía la presencia de aquella persona ya mayor, cierto respeto que todos sentíamos, pero que desaparecía en parte dado el carácter franco i
—
hombre de mundo.
sincero de aquel vicisitudes del
cabellos blancos
i
cutis
arrugada por
las
—
—
58
Durante toda su vida habia sido marino, empezando su carrera Escuela Naval, donde hizo sus primeros estudios, hasta llegar a conquistar uno de los grados mas altos existentes en el escalafón de la Armada Nacional. En su larga vida de marino durante la cúaí habia andado por muchas partes del mundo, ya a la vela, ya a vapor i visitado en
la
—
en muchas ocasiones el
Ejipto,
los
i
otros
de gloriosas hazañas de combates en
do parte en uno de
ellos,
i
tar con su lenguaje rudo de
mando. Todos nosotros entusiasmo
al
le
terminar
convidados para que a ria
la
— habia sido
de hechos importantes, que solia
hombre acostumbrado
relato de sus
el
testigo ocular
guerra Ruso-Turca, toman-
escuchábamos con los
Mundo, como
históricos paisés del Viejo
Grecia, la Palestina
la
pocos dias nos
placer, le
rela-
a dar voces de
aplaudíamos con i quedábamos una nueva histo-
impresiones refiriese
de su inagotable repertorio.
mudo
Aquella noche habia estado
durante
la
comida. Varias
veces su silencio nos habia llamado la atención, sin que nos atrevié-
ramos
a dirijirle la palabra.
Llegó un momento en que
el
entusiasmo en
los
jóvenes decayó por completo. Entonces
jo,
produciendo con su garganta una carraspera
poró en su asiento
i
sonriendo nos propuso
él
la
conversación de
frunciendo
el
entrece-
artificial, se
la relación
incor-
de una aven-
tura desconocida para nosotros.
Aceptamos gustosos. Aquel viejo lobo de mar empezó a hablar pausadamente, con acento firme
i
entero.
* *
A
*
mediados del año 1875, cuando Chile ejercía dominio sobre
patagónica hasta el río Santa Cruz, llegó a conocimiento del gobernador de Magallanes, en aquel tiempo don Diego Dublé Almeida, que en la isla Monte León, en la boca del rio Santa Cruz, habia la costa
un buque cargando clandestinamente guano en abundancia.
blanco, que
allí
existia
— El señor Dublé,
59
—
poniéndose de acuerdo con
el
capitán de fra-
que en ese entonces comandaba la cañonera «Magallanes», surta en Punta Arenas, acordaron que este buque zarpase hacia Santa Cruz, averiguase de visa lo que estaba sucediendo i tomase las medidas del caso para impedir i prohibir ese carguío, i tomase posesión del buque, si así lo exijiesen las cirgata don Juan
J. Latorre,
cunstancias.
A
brevedad posible,
la
una vez
lista,
iba a marcar
corrió el
la
veloz en
«Magallanes» rellenó sus carboneras,
demanda de
principio de las hazañas que
para su comandante e historia para la
i
primera comisión, que
ía
mas
tarde fueron gloria
Marina Chilena.
Después de una feliz navegación, al cabo de dos dias, llegaba a la desembocadura del rio Santa Cruz, i en el fondeadero de Monte León encontró agazapada i con su buche casi lleno a la «Jeanne Amélie», barca francesa como de rail toneladas, que ya habia embodegado unas seiscientas toneladas del codiciado cargamento. Pronto se le
abordó por un
oficial,
como
i
se le
preguntase qué hacia
con qué permiso cargaba guano, contestó que
lo hacia
con
el
allí i
permi-
so del Gobierno arjentino.
El comandante, en vista de esta respuesta, hizo saber
de
la
barca que ese territorio era chileno,
se le habia pedido
como
las autoridades
i
la
al
capitán
a este Gobierno
autorización para llevar a cabo
suspenderlo inmediatamente
para que
i
el
no
carguío, debia
barca seria llevada a Punta Arenas
chilenas tomasen alguna resolución sobre
ella.
Como
el
capitán protestase por
tal
procedimiento,
tomó la providencia de tripular «Magallanes». Al efecto, nombró capitán
te Latorre
Custodio Lynch; primer
Palma; contramaestre,
oficial, al
al
el
comandan-
barca con jente de la
la
al teniente
segundo don
guardia-marina don Alberto Silva
guardián Francisco Brito,
barca de una tripulación de ocho marineros chilenos.
i
dotó a la
Con
este gru-
po de jente debia marinarse hasta la boca este del Estrecho, donde la «Magallanes» la esperaría para remolcarla hasta Punta Arenas.
En
el
alistamiento para hacerse a la mar,
el
teniente
Lynch hizo
presente al comandante Latorre que la barca carecía de anclas
barcaciones menores, a lo que contestó
el
comandante, que
i
emno
él
— podia desprenderse
de
suyas
las
—
GO
que
i
se hiciese a la
mar
sin
mas
preparativos.
La «Magallanes»
levó su ancla
i
zarpó,
dejando a
barca bre-
la
gando por levar un par de anclotes engalgados, que vinieron arriba hechos una compasión de vueltas i de enredos Felizmente, toda la como vulgarmente tripulación era compuesta por jente de «ñeque» se dice
—
—
con su empeño
i
todos alegres
i
contentos pegados a
canto fueron desplegándose
nían a
la
barca a todo
hora, impulsada por afianzar
niente
todo el
i
al
trapo,
una
las drizas
i
de gavia, que
viento una a una.
de tener
i
al
sen de
Antes de poco,
corriendo a razón de once
brisa fresca
movible
lo
antes de oscurecer, estaban
entusiasmo,
i
te-
millas por
Después de buen rumbo, el te-
clara del norte.
el
buque
guardia-marina se juntaron en
el
ner una sonrisa de satisfacción, propia de
la
a
puente sin poder contesituación en que se en-
contraban. Cielo limpio
turas de luna
i
i
horizonte claro les permitieron tomar buenas
planeta para obtener
al-
un buen punto observado.
Esa noche i ei dia siguiente pasaron sin novedad. En la tarde, con el Cabo Vírjenes a la vista, procuraron divisar a la «Magallanes», la que según lo convenido, debia esperarles en las inmediaciones. Pero como no la descubrieran, supusieron que ellos con su buen andar se habían adelantado.
El resuelto i buen marino Lynch, no se hizo esperar para tomar una pronta resolución luego salió de su boca la voz de mando: «¡Brazas por babor!» «Orza, timonel!» E hicieron rumbo firme al Cabo Vírjenes. i
—
Cualquier marino que conozca aquel lugar, puede creer que
rumbo
se hacia a pasar
un par de
Nó, señores. El hizo rumbo
millas al sur de la roca Nassan.
canalizo que
al
el
queda entre
la
roca
i
el
cabo, pues el capitán-teniente en toda conciencia hizo esta atrevida
maniobra para barloventear
i
poder tomar fondeadero en Dun-
genes.
Ya ro lo
la
noche
mas pronto
se venia encima.
posible.
Era necesario
Amurados por
estribor
llegar al fondeade-
como
iban, forza-
andar posible i alcanzar el fondeadero interior de punta Uungenes, que era el que convenia para quedar a ron de vela para dar todo sotavento de la punta.
el
— Ya los
oscurito
i
el
—
bien cerca de Dungenes, orzaron todo
famosos anclotes en
Como
61
i
largaron
fondeadero conveniente.
el
tenedero era correntoso, las amarras malas
amenazante, se estableció una
estricta vijilancia
i
tiempo
el
para tomar medidas
oportunas, en caso necesario.
noche el viento saltó al O. N. O i principió a que sabe hacerlo en esas rejiones, i que por lo jeneral pone en aprietos a cualquier embarcación que encuentra mal
A
las
once de
soplar con
la furia
la
prevenida.
Con
este
cambio de
viento, la
punta que dejaron por
proa
la
para resguardarse, quedó ahora por sotavento, haciendo peligrosa
la
situación del buque.
El cataclismo no se hizo esperar. Poco después de media noche buque principió a garrar. Bracearon las vergas convenientemente para que en combinación con el timón que obedecia a la corriente los hiciese garrar paralelos a la costa. En un principio todo iba mui el
bien; pero al doblar la
sobre
puntilla, el desvío
La mar estaba ya mui
ajitada; las olas
tado, saltando sobre la cubierta; el
zos
de
la
corriente los echó
la tierra.
empezó
a desquiciar
i
reventaban contra
buque con
los golpes
desconcertar la arboladura.
i
el
cos-
barquina-
En
pocas pala-
un
bote,
bras: estaban perdidos.
La situación era por demás
difícil,
no tenían
ni
no
se
divisaba un buque, ni alma viviente que pudiese siquiera compadecerse de aquellos náufragos.
ni i
la
La noche era oscura como boca de
se veía, sólo se sentía el estrépito
el crujir del
de las
lobo,
olas, el rujir del viento
buque revolcado por aquella reventazón. la barca, que iba como pasajero, el teniente Lynch
El capitán de i
el
guardia-jiiariua tídva Palma, se reunieron en
consejo para ver
qué resolución podían tomar. No había mucho que discutir, lo único que podían pretender i con mui problemático resultado, era ganar la playa. ¿Cómo hacer esto cuando la reventazón entre la playa el buque formaba un inmenso toibellino? Así i todo habia que intentarlo. Se hizo formar la tripulación, se les impuso de lo difícil del caso, haciéndoles presente que para poder salvarse era necesario que alguien se prestase para ser arrojado al agua, amarrado a un cabo, para llegar a nado hasta tierra. El hombre que espusiese su vida en un acto de tanta abnegación, seria el salvador i
—
—
62
de un puñado de jente desamparada. La oficialidad con su mirada serena contempló a la tripulación. Estos miraron a sus jefes. Cada corazón
latia
do hacia
el
con violencia
i
en cada uno de
ellos brotó
un
recuer-
hogar lejano, donde una madre o una esposa velaría por
ellos.
La respuesta hacia
Brito, lleno
liente Francisco
uno
aquella pregunta casi muda, que cada
se hacia en su interior, no se hizo esperar mucho. El famoso
de coraje, dirijiéndose
i
va-
al
comandante,
esclamó:
— ¡Yo voi, señor! Momento solemne,
aterrador...
amarró un cabo a la cintura, subió a la borda, desafiando con su mirada el peligro, i con el pensamiento en Dios, el cuerpo de aquel valiente se hundió en el agua. Se
le
Parece que intencionalmente la noche habia oscurecido mas, mar aumentaba gradualmente.
el
ruido sordo del
La zozobra ban
la cubierta
i
la
de
congoja invadieron los ánimos de cuantos pisa-
la
«Jeanne Amelie».
Trascurridos algunos minutos, tiempo suficiente
aquel dilema de vida o muerte, se pensó
en recojer
el
para decidir cabo^ creyen-
do fracasado aquel intento. El grito de «¡Ya estoi en tierra!» dado por Brito desde la playa, sobrepujó al bramido del mar i al rujir del viento, llevando un soplo do vida a aquellos hombres que, estáticos e inmóviles, esperaban oir el bramido del contramaestre con la misma ansiedad que el reo escucha la lectura de las últimas palabras de su sentencia.
Una
vez comunicados
otro cabo mas grueso rivel
i
con
tierra,
no fué tarea
los útiles necesarios
para
difícil
enviar
establecer el anda-
de salvamento. Antes de media hora todos estaban en salvo,
con escepcion del cocinero, que anduvo con menos suerte que
los
demás. Se refujiaron en una pirámide de madera, señalar a los
navegantes
la
que servia para i somera pun-
posición de aquella baja
tilla.
Con
sus ropas humedecidas,
galletas, se cobijaron al socaire
vivieron dos dias
i
un
de
la
barril de
agua
i
medio saco de
desvencijada pirámide, donde
sus noches, teniendo por lecho la arena, por co-
— bija el cielo
i
por calentador
el
—
63
huracán, que con su ímpetu los tenia
llenos de arena.
La (Magallanes» llegó al siguiente dia, i aunque se impuso del n mfrajio de la situación de sus tripulantes, no le fué posible prestarles socorro ni ausilio de ninguna especie. Antes de terminar esta narración, un deber de gratitud i justicia me obliga a dedicar unas cuantas palabras a aquel marinero Francisco Brito, que be llamado famoso i valiente. El nombre da Brito está inscrito en la memoria de todo el personal de la Armada. No hai en vida Almirante ni oficial que no haya servido junto a ese hombre; no existe uu comandante ni marinero viejo, que no lo reconozca como a un maestro. Sus servicios, proezas, actos de valentía i arrojo, son tantos, que seria tarea larga enumerar sólo unos pocos. Con su altruismo, conocimientos marineros i especialmente i
por su valentía,se había conquistado en
Armada un derecho
la
es-
pecial.
No
habia jefe que no lo reclamase para su buque, pues sabian
mui bien que en temporal o en casos difíciles, Brito, para su comandante era un perro fiel, que no sabia dormir cuando sus servicios eran necesarios.
¡Cuántas veces i
desde
la
decir a su fio le
puerta, jefe:
llevándose
¿Ss puede,
respetuosamente la
mi comandante?
contestaba: Sí, Brito, entra,
con sus dedos torcidos
i
c >n su atado de tilástica
do su gorra vis al
al sucio
cámara
llegar a Brito a la
vi
siéntate,
quebrados, por
que nunca
le
i
i
del
comandante
mano
éste
a la gorra,
con todo
cari-
aquel rudo marinero,
lo jeneral
todo empapado
i
hacia falta en la mano, tiran-
antes de entiar, tomaba asiento haciendo vis-a-
comandante, dejando su
rollo
de
filástica
sobre la
mesa
i
esperaba.
mayordomo, que sabia lo que aquella visita significacon un vaso i una botella de vino i le servia al guardián Brito. Este lo tomaba a la salud de su comandante i se reEl
ba, luego aparecía
tiraba.
En una
ocasión en que yo mandaba
el
«Abtao», en viaje
al
Me-
diterráneo, al pasar frente a Dungenes, con las gavias arrizadas, el
trinquete en calzones
i
andando 10^
millas, el
guardián Brito, que
—
64
también era mi compañero de puente, testo:
me
Sí,
viaje,
acercándose a
la escala del
habla desde abajo: ¿Se puede, mi comandante? Le con-.
¿qué quiere?
Este sube tranquilamente
derecha a
—
la gorra,
con
i
llevándose militarmente la
la izquierda
me indica
la
mano
punta en que juntos
—
habíamos naufragado, i con tono satisfecho me dice: ¿Se acuerda, mi comandante? Apretando la mano áspera de aquel rudo marinero, le contesté: Sí, hombre, gracias! Esa tarde Brito comió en compañía de su comandante.
;?'^,.x <> <>¿»
La Toma de Pisagua
i
el
•;
:•
-
guardián Brito
Al amanecer del dia 2 de Noviembre de 1879, parte de cuadra de Chile, al
i
un buen número de
puerto de Pisagua
la
>.
la
Es-
trasportes, presentaba Érente
primera división del Ejército chileno que iba
a operar en la provincia peruana de Tarapacá.
Tan pronto como
las
primeras claridades del alba rompieron
el
empinados cerros del puerto, el «Cochrane» i la «O'Higgins», que componían la primera división; la «Magallanes» i «Covadonga» la segunda, se lanzaron resueltamente dentro del puerto para batir los fuertes que a norte i sur defendían
velo calimoso que cubría los
la entrada.
El silencio
mas al
ruido que
i
el
la
de
calma eran completos, a bordo no las máquinas i el producido por
se sentía las
aguas
chocar contra los costados. Ni una voz de mando, ni una cor-
neta,
nada que significase que allí dentro de esos buques iban hombres llenos de vigor i de vida, dispuestos a renpor la bandera, que en esos momentos se izaba para cu-
cientos de dirla
brirlos
i
servirles de mortaja,
si
así lo exijiesen las
condiciones del
combate.
Todo a
la
mano
el
mundo en
del cabo, se
la dirección del fuerte
sus puestos, los cañones cargados
i
obedientes
ronzaban lentamente, siguiendo con sus miras
que iban a
batir.
C DÉLA M. Ch. 5
Los comandantes, a su vez, de sus buques hacia
Desde distancias
sus fuegos
paro fué
que i
¡rail
—
¡tres
novecientos metros!
rail
el
las
quinientos me-
—El fuerte sur
su granada pasa silbando por sobre
i
empezara
El «Cochrane» sur,
rumbo
con su pizarra iba indicando
separaban del fuerte:
los
el
rompe
buque. Este
dis-
palabra de orden para que los cuatro buques rompiesen
la
sus fuegos
mismo
las cofas, el oficial piloto
¡tres mil!...
tros!...
el
por indicaciones, dirijian
i
objetivo.
con su nutrido
el
la
i
i
duelo.
«O'Higgins», que estaban dedicados
certero
fuego,
lo
al
fuerte
mantenían constantement e
i humo, producido al reventar la? granadas contra La lucha seguia, hasta que un preciso certero disparo de la colisa mandada por el guardián Francisco Brito, pegándole sobre la muñonera del cañón, lo inutilizó i dio de baja casi a toda la dotación del fuerte, quedando con esto cumplida la misión de los
cubierto de tierra
sus parapetos.
i
buques para con los fuertes. Por esos momentos, ya los trasportes acercándose al puerto, habían tomado en las embarcaciones menores el primer continjente de tropas, que debia poner pié en tierra. Los buques de guerra, ya desocupados de los fuertes, se acercaron a tierra para protejer el desembarco contra las fuerzas enemigas, ocultas tras las piedras, casas montones de salitre. Antes de llegar las embarcaciones a tierra, ya el cañoneo i el combate se habian hecho jenerales, entrando en acción los buques, todas las fuerzas enemigas i los chilenos, a medida que iban desemi
barcando.
El incendio de
población
la
i
del salitre
no
se hizo esperar, pro-
humareda que en muchos lugares era asfixiante. La configuración de la bahía, espaldeada por cerros mui altos,
duciendo esta combinación una conflagración
formaba de todo
este
nazo, descarga de veces, haciendo
i
conjunto un tremendo saco, donde cada caño-
rifle
o detonación de salitre repercutía cientos de
un ruido
infernal
i
aterrador: era aquello
un verda-
dero infierno.
Como
mas
el primer continjente fué desembarcano fué desembarcado, sino tirado a las rocas de un lugar, que no es desembarcadero, i mas que todo, lan-
do en
decia
los botes;
zado en
arriba,
digo mal,
las astas del toro,
que
allí,
a mansalva, bien atrincherado
si
—
hacían de los nuestros una matanza segura; pero
a corta distancia,
no por
esto faltó
-
67
un Amador
Barrientes,
que arrancando
la
bandera
de su bote, saltó sobre una colina, enarbolando por primera vez en aquella tierra el tricolor chileno, para indicar a los de a bordo que
camino de la gloria. El segundo continjente principió a llegar al mismo lugar i en peores condiciones que el primero. Estos eran apiñados en lanchas allí
estaba
planas
i
el
remolcados hasta
las
rocas,
se les largaba el
remolque,
i
¿Qué sucedería con esos pobres que no podian desembarcar, ni hacerse mar afuera, ni siquiera hacer uso de sus armas? No podian hacer otra cosa que esperar i encomendar su alma a Dios. ¡adiós!
Mientras tanto, los enemigos se habían atrincherado arriba, en camino de zig-zag del ferrocarril i dominando desde allí completamente la pendiente del cerro, no permitían subir a ninguno de los el
nuestros.
La
situación era por
bia quién no censurase la
demás difícil, el clamoreo manera inconsulta cómo
jeneral,
i
no ha-
se inició aquella
operación de guerra.
Aquel puñado de valientes estaba metido en una ratonera; ni desembarcadas ni los buques podian desalojar aquel atrincheramiento que estaba haciendo tantos perjuicios i estragos. Ayudantes del Estado Mayor fueron a todos los buques casi a suplicar que hiciesen fuego sobre aquella altura. En todos se les daba la contestación de que los cañones no podian dar esa elevación. Ya la cosa iba siendo grave i las caras se ponían largas i acontecidas. Felizmente, en la «O'Higgins» hubo una buena idea. El oficial de artillería indicó a su comandante Montt la conveniencia de colocar todos los pesos i artillería, menos un cañón, al costado de babor, para así tumbar bien el buque, i con el único cañón que quedaba al otro lado i a toda elevación, hacer la prueba de si así se al-
las fuerzas
canzaría.
Antes de cinco minutos ya a completamente acostada, i sólo una
do
al cielo
por
el
—
el
«O'Higgins se
le
veia
asomaba como apuntan-
oficial-piloto, dio la distancia:
cabo de ese cañón, saca
Brito,
culata sobre la esplanada
que
colisa se
costado de estribor.
El teniente Herrera, cincuenta metros!
la gallarda
i
la
¡novecientos
cuña, asienta la
cruzándose de piernas, sin preocuparse
retroceso podia dar cuenta de
él,
puso su alma en aquella pun-
—
68
—
Todos a bordo estábamos pendientes de aquel tiro; Brito, con calma de un aguerrido, no se precipita con su mano de dedos torcidos, manda a la derecha, a la izquierda; todos estamos suspentería.
la
sos
i
i
fijos
en ese hombre. Tira
retroceso; se para erguido
i
la
mira
diana de todos los buques fué
rabiza
Brito es
i
la trinchera.
el
Un
arrollado por el
hurra jeneral
i
una
que aquel hombre recibió
festejo
por tan famoso disparo.
campo enemigo, con esa se nuestros subiesen sin mas inconve-
La granada reventó en medio encontró la clave para que los
del
i
niente.
Por esos momentos,
los
botes que habían llevado
el
continjente, principiaban a llegar a sus buques para enviar
primer
mas
re-
fuerzos.
La «O'Higgins» habia enviado doce remeros, un patrón
i
el
varios
teniente
J.
i
entre ellos
una falúa de
M. Santa Cruz, a cargo de
ella.
Esta embarcación, que momentos antes salia de a bordo carga-
da de corazones que
latían por
zo
bueno que
rido,
i
el
le
quedaba
al
regresaba ahora pesada-
su Patria,
mente, impulsada sólo por cuatro remeros
i
diri jida
teniente Sania Cruz;
resto de la dotación
yacia en
el
el
por
el
único bra-
otro lo tenia he-
fondo del bote, muertos o
nadando en un mar de sangre. Inmediatamente se la alijeró de aquel lúgubre cargamento, dándole una nueva tripulación para seguir el desembarco. Brito, que ya habia concluido su trabajo en la artillería, fué el primero en saltar a la falúa i apoderándose de su caña de gobierno, nuevamente iba en
heridos,
busca del peligro.
Primera bandera chilena en
El año 79, cuando se rompieron
el
de
Alto
Pisagua
las hostilidades
con Bolivia, a
tomó posesión de Antofagasta se arrimó allí nuestro diminuto Ejército, compuesto entonces mas o menos de unos 2,000 hombres de las tres armas. Al iniciar este movimiento guerrero; se tocó llamada en los cuarteles para enrolar a los defensores de la patria. No hubo necesidad principios de Febrero, se
porque todo
de
repetirlo,
de
la victoria,
i
i
el
mundo
al sentir los clarines
presurosos corrieron a llenar las
filas
de
precursores
los batallones,
pronto sus cuadros se vieron completos.
Mas
tarde, al ver
que no era
sólo Bolivia con quien
temamos que
vérnoslas, sino también con su aliado el Perú, entonces el patriotismo
hizo esplosion,
i
pedia armas para I
en entusiastas pobladas se vivaba a ir
la patria
i
se
a su defensa.
movimiento no era de bullanga, sino que era positivo, demostrándose antes de mucho en fuerzas efectivas, que en
este
tanjible,
compactos batallones cada provincia se esmeraba en mandarlos con sus nombres a hacerse representar en las se a estos batallones elcontinjente
filas del
Ejército. Agregúe-
de ciudadanos chilenos espulsados
Perú que también acudían a los cuarteles, se comprenderá la prontitud con que Antofagasta se vio convertido en un verdadero campamento, i aquel diminuto Ejército lo vemos incrementarse en 7, 10, i hasta cerca de 15 mil hombres. del
i
70
Durante
prolongada paz que reinó en
la
conflicto, el Ejército
país antes de este
el
siempre se mantuvo diseminado en guarnicio-
nes poco numerosas repartidas en varios- puntos de
la
República.
Las necesidades de esos cuerpos, eran fácilmente atendidas por sus jefes en sus propios cuarteles, rales
i
las inspecciones
de
ellos,
estado de cosas la indiferencia
i
i
el
contacto con los oíiciales jene-
eran casi nulas,
i si
se
agrega a ese
poca atención que se prestaba a las
fuerzas armadas, se comprenderá las grandes dificultades que ahora se iban a hacer sentir al reunir
un
Ejército numeroso.
El peso de responsabilidad que se iba a echar sobre
hombros
que asumiese su mando, era enorme.
del Jeneral
Se
los
entregaba un grupo de hombres armados, pero de ahí a
le
que fuese un Ejército de cohesión flexible, de movilidad i de fácil manejo, habia un gran mundo de distancia. Ese Jeneral tenia bajo sus órdenes muchos soldados; pero no tenia una intendencia con que abastecer sus necesidades, no tenia un parque, no habia ambulancia, no habia trenes de bagajes, no habia nada. I no era eso lo peor, sino que ni aun habia reglamentos, libros o algo que les pudiese enseñar
cómo remediar
Mas
no se tenia una táctica adecuada al armamento moque iba a tener que batirse. El existente entonces era usó con el fusil de chispa.
todavía,
derno contra el
que
se
esos defectos.
el
Pero, a pesar de tantas deficiencias, con todo patriotismo
puso hombros a ganización
En un
i
la
empresa para subsanarlas
i
salir
se le
airoso en su or-
cosechar con ese trabajo laureles para la patria.
principio
Estado Mayor, que tampoco
el
cual no habia reglamentación, asumió en
nejo de tantas
i
sí el
existia,
engorroso
i
i
para
difícil
el
ma-
tan variadas distribuciones, hasta que poco a poco
fueron segregándolas
i
entregándoselas a las personas para ellas
nombradas. Felizmente
los
hermanos Diego
i
Baldomero Dublé Almeida,
quienes poseían un valioso libro reglamentario, escrito por
el
famo-
so Jeneral ingles Sir G. Wolseley, subsanó en parte muchas de estas deficiencias, de ese libro se sacó reglamentos i consejos para todo lo
concerniente a un Ejército disperso,
i
su movilización; de
novedad entonces entre
los nuestros,
i
él se
sacó
el
orden
que en un principio
encontró gran resistencia su aceptación entre los antiguos jefes,
i
de
-ílesc
nuevo sistema fué que a esos instruidos
llamase
oficiales se les
con sorna «los dispersos».
Como
comprenderá, para hacer calzar ese rodaje en nueva
se
formación, se presentaron grandes dificultades, sobre todo para encontrar las personas adecuadas; de ahí los trajines de Ministros, ajentes
de Gobierno
llevaban
i
otras personas que, en continuos viajes a la capital,
traían ideas planes,
i
Felizmente
aminoró ni perturbó jefes
oficiales se
i
etc., etc.
organización
la
el
i
formación de esas distribuciones no
entusiasmo, constancia
dedicaban a
dos; así se les veia desde
el
evolucionando cerro arriba
i
enseñanza
i
aclarar, tarde
i
la
i
enerjía, con
que
los
disciplina de sus solda-
mañana, trabajando
i
abajo en los cálidos arenales de esas
playas.
Era retreta
tal el
todo
cansancio con que se concluía
el
mundo dormía profundamente,
diana nuevamente, se
En otros,
esta
el dia,
dura
la
sarrollar los planes de
toque de
al
al despertarlos
la
imajinaba que acababan de acostarse.
les
penosa tarea trascurrieron
i
esperando que
i
que
escuadra aclarase
los
la ruta del
meses unos
mar
campaña concebidos; pero también
i
tras
poder de-
la
escuadra
tropezó con múltiples inconvenientes; unos debidos a la falta de ele-
mentos
preparación, otros a equivocaciones
i
concurriendo todos
Con
la
dó espeuito
ellos
a demorar
captura del «Huáscar», i
se principió a
la el
acumular
mentos necesarios para conducir
errores
8 de Octubre, ya el i
estratégicos,
campo que-
organizar los trasportes
Ejército
el
i
movilización del Ejército.
i
ele-
donde fuese necesario.
*
* *
A
de Octubre se encuentran ya reunidos buques que debían componer el convoi.
fines
trasportes
i
Siguiendo un detallado
i
el
último
la
tropa
i
cerrando
«manco Escala», como
el
un
brazo, perdido en acción de guerra. los
últimos dias del mes, perturbando
embarque de una manera estraordinaria
i
el
el
em-
caballada, dejando
embarque con
Jefe,
*e
i
el
Comandante
llamaba a este Jeneral por
en
En
todos los
estudiado plan, se principió por
barque del parque, víveres, material de guerra para
casi
faltarle
plan, se precipitó el
mui apurada.
— Esto obedeció, según se
—
72
dijo,
a órdenes perentorias del Gobierno,
Cuerpo Diplomático de Santiago, que principiaba a jestionar para que la espcdicion sobre el territorio peruano no se llevase a efecto, ofreciendo que aquel pais pagaría los para así desbaratar la petición del
gastos e indemnizaciones.
Al ser esto efectivo,
la
determinación del Gobierno para seguir
adelante no pudo sino ser aplaudida;
se hubiere
si
hecho caso a
aquella intromisión, los peruanos habrían ganado tiempo para rehacer su escuadra, te
mas
con
i
los
mayores recursos que tenían, posiblemen-
tarde nos habríamos visto envueltos en idénticas complicacio-
nes, pero en peores condiciones.
El 28 de Octubre, con todo ya embarcado, se dio la orden de zarpe;
vapor «Copiapó», con
el
que, debia
buco;
«Angamos»
el
velero «Elvira Alvarez» a remol-
el
a Mejillones a tomar los batallones Zapadores
ir
«Covadonga» a Tocopilla a tomar
i
de Marina; estos buques debían juntarse a Mejillones
i
40 millas
al
El 29 en la tarde, como se demorase demasiado
«Amazonas», buque
nes en su buscaa; no lo encuentra en oeste,
allí
lo
divisa siguiendo
ahora va a Tocopilla en busca de
poco
los encuentra;
se
la Artillería
grueso del convoi, frente
al oeste.
llegar al rendez-vous, el
al
Chaca-
i
dirije
«Copiapó» en
nuevamente el «Amazonas», «Angamos», tam-
puerto; vuelve
rumbo
la
al norte;
«Covadonga»
2.°
al
el
el
regresa a Mejillo-
jefe,
i
rendez-vouz, frente a Pisagua,
donde debian reunirse todos los buques; tampoco los encuentra. Ahora vuelve al sur, se le descompone la máquina al «Amazonas». El Jeneral se manifiesta sumamente contrariado, a
que en una reunión a el
raiz
tal
estremo
al
Ministro
de estas dificultades, propone
regreso del Ejército a Antofagasta; felizmente la calma
terio
i
buen
cri-
de don Rafael Sotomayor, reforzado por Baquedano, que en su
cortado
i
conocido lenguaje decia: nó, nó...
a esta oposición
no cometimos
el
en esa gran empresa que iba a ser
Al amanecer del
1.°
el
plan, el plan;
i
gracias
grandísimo disparate de volver atrás la
decisiva en la suerte de la patria.
de Noviembre, se avistan
humos en
varias
buques del convoi; a Dios gracias, ya todos eetán aproximan al buque Jefe. Gran contento, canciones na-
direcciones; son los
juntos
i
se
cionales, burras
i
momento supremo
manifestaciones de regocijos por todos lados, se aproxima.
el
Torre Blanea eoloeando
la
primera bandera en
Alto de Pisagua
el
— te:
a
me
—
74
encontraba, señor, a inmediaciones de mi ambulancia, cuando
no mucha
distancia se
me
presenta
un soldado medio desnudo, con
al cinto i el rifle en la mano, se lleva éste a la cara i me apunta en actitud de dar fuego; no teniendo yo defensa alguna, se me ocurrió descubrirme i mostrarle la corona; el soldado, probable-
su canana
lo
mente, conoció en mi tonsura que yo no era un soldado de guerra, sino de Cristo,
Retiró
el
representante de
i
la Iglesia.
dedo del disparador
que andaba también
casi
i
juntándose con otro compañero
desnudo, entraron a una casa inmediata.
Estos soldados, al desembarcar, tuvieron que echarse
como
el
peso del uniforme mojado
se habían desprendido de
En
la
les
agua,
al
impedia ascender con
i
lijereza,
él.
casa donde entraron, encontraron un piano,
i
los
dos ha-
ciendo sonar las teclas, entonaban a su manera la Canción Nacional.
Un himno
con algunos soldados que venia llegando,
oficial
nacional, se acerca,
brando
i
al oir
encuentra a aquellos descamisados
el
cele-
el triunfo.
Los hizo
salir,
i
juntos con los recien llegados se acercaron a un
poste del telégrafo, de donde se
dominaba
la bahía;
subiéndose uno
sobre los hombros de otro, hicieron la escala humana, hasta que
el
de mas arriba alcanzase a
la
la
punta del
palo,
i
allí
desplegaron
bandera chilena.
— Bueno, señor sacerdote, nocer a ese —El semblante de ese mientras viva, — Bueno, entonces vaya con
le dijo el
Coronel,
¿i
podría Ud. reco-
oficial?
oficial,
señor Coronel, no se
me
olvidará
contestó.
i
este oficial
ayudante para buscarlo
hacerlo venir; lo necesito.
A
poco andar, en una herrería, había un
puño de su espada en
la
El clérigo dijo a su acompañante: ahí
Se
le
llama
lleva a presencia de
i
oficial
componiendo
el
punta de una bigornia. está, señor, ese es.
don Emilio Sotomayor.
Interrogado sobre aquel suceso, lo corroboró en todas sus partes, i
dijo
haber sido
él el
que
izó la bandera.
— cómo llama Ud., señor? —Rafael Torreblanca. ¿I
se
vcíiy l c7i />'T^'i c T J '>5T '' ,c T 3 '''. r *V^ cT J '' c T i '> c T :
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m
«ce
cIjVcíoVcIj
El
Por jente,
lo
Guardian Alvarado
j enera!,
en
los batallones,
el
i
Alcoholismo
buques o congregaciones de
siempre bai individuos que por su intelijencia, su carácter o
común de
por condiciones especiales, saliendo del
pasan a ocupar puestos de preferencia ante el
sus compañeros,
el resto
de los suyos
i
concepto de sus superiores.
Los que lian hecho campañas i vivido bajo la tienda o a la sombra de un velámeu, ¿cuántas veces entre esos cientos de hombres no han visto salir un payaso que es el reir de todos? ¿Cuántas otras un orador que los seduce con su palabra i cuentos?
un hombre buen saber?
¿I cuántas otras
su valor, criterio
i
pausado
serio,
i
que
se
impone por
Cipriano Alvarado, individuo de quien voi a ocuparme, con
propiedad puede contarse entre los de este último
tipo.
El año 79, en la campaña del Pacífico, a bordo de la corbeta «O'Higgins», Alvarado ocupaba el puesto de guardián 1.°; sus condiciones físicas,
mos de
precisamente, correspondian a aquellos que llama-
raza chilena; de regular estatura, ancho de espaldas, ner-
vudo, enjuto de caderas, pelo negro color trigueño labio superior
i
tostado por
el
aire
i
como el de su bigote, una partidura en el de la profesión; en una
tieso
del mar,
marcaba alguna peripecia
— palabra,
un bonito
era
todo este aspecto con "mientos
pericia en el
i
bra habia que dejarlo, jica voz
—
de marinero chileno, corroborándose
fama adquirida lealmente con sus conociarte; cuando Alvarado dirijia alguna maniose imponia no sólo por su vibrante i enér-
la
de mando, sino también porque todo
Sus jefes tenían llamado
tipo
76
tal
hacia bien.
lo
aprecio por este hombre, que siempre era
elejido para ponerlo a cargo de cualquier operación deli-
i
cada.
Como N.°
3,
no habia quien se le pusiese al lado; el colisa 1.°, era no sólo renombrado en su buque,
artillero,
del cual era su cabo
sino en la Escuadra,
i
de este cabo de cañón fué de donde nació la
fama adquirida por la corbeta de ser la de mejores artilleros. El Comandante de un buque ingles que presenció la toma de en carta particular, refiriéndose
Pisagua,
al
fuego de
de
artillería
la
«her firing was splendid and as
«O'Higgins», decia lo siguiente: accurate as posible».
Cuando
los jefes del
«O'Higgins» fueron trasbordados
dado «Blanco Encalada» no pudieron desprenderse de varon consigo. Pero, desgraciadamente, ese roble,
de marinero a
Cuando vérsele;
tenia en
flote,
hombre
este
sí
él
i
al blin-
se
lo. lle-
ese hércules, ese ejemplar
un abominable
vicio: el alcohol.
iba a tierra con permiso, era digno de
su traje limpio, correcto, su buen pito de plata, su guapo
pañuelo de seda; era un gallardo marinero; pero con poner pié en tierra se tropezaba
con ese rosario de pocilgas
i
podredumbres que
están siempre con su hocico abierto para absorberse, robar tir
a esos pobres trabajadores del mar, que van
producto de su trabajo
i
a destruir
allí
a
i
perver-
malbaratar
el
organismo.
el
Aquel guardián, que a bordo era una potencia, aquel Alvarado i respetado de sus subalternos, media hora después de estar en tierra, no era el mismo hombre; i de intelijente i bravo se convertía en bruto e idiota; del flamante traje, ya no le querido de sus jefes
quedaba en
el
cuerpo sino
para cubrirle
lo preciso
i embadurnado. Embotados ya sus sentidos por
las carnes,
i
éste,
sucio, estropeado
que llevaba,
los usufructuarios
que alguien daba mas de sí.
arrojarlo a la calle para
que para
ellos
no
les
el vicio
i
esquilmado de todo
lo
de aquel crimen no tardaban en se hiciese cargo
de aquello, ya
— ¡Pobre Al varado!
—
77
El hércules,
el
guardián del «O'Higgins»,
descalzo, sin sombrero, en camiseta, entrilintrollado por dos policiales
rodeado por un número de curiosos, era conducido a
i
bozos de
Rescatado de su buque, venia en seguida de noche veia perseguidores
Sus calmar
oficiales,
la
la
parte terrible, la
no habia cómo contener aquel hombre, que de dia
furia del delirio; i
los cala-
la policía.
i
fantasmas.
sus compañeros, procuraban
de alguna manera
exaltación de aquel loco; todo era en vano,
agua donde
sicario varias veces del
habia que amarrarlo
i
después de
se arrojaba en su desesperación,
como a un animal.
Sus jefes no hallaban cómo encarrilar aquel desgraciado, tocando en él todos los recursos imajinables; en algunas ocasiones, cuando ya se
le
llegar en el
maestría del oido
el
nuevamente se le veia mismo estado de miseria, hasta que alguien, con la confesor i el cariño de la amistad, pudo soplarle al
creia
«horro
i
sometido
el
i
a
tado en
el vicio,
otro
cuando
se habia triunfado, arrojando
veneno cojido en
tierra,
las bacanales,
prosperó rápidamente,
Cipriano Al varado yacía bajo
tantos otros segados alcohol.
i
habia cimen-
aquella constitución de acero, la tuberculosis, prohijada
como en buena meses,
la razón,
afecto a la familia; pero, desgraciadamente, aquel
arrepentimiento vino tarde,
un lado
dado a
en
i
tierra,
temprana edad por
la
a la vuelta de pocos
haciendo compañía a maldita guadaña del
DAR LA VELA Es
<
posible
que
al
leer este título
i
ver su desarrollo marinero,
i con justa razón: ¿a qué nos mete en este tecnicismo nombres i maniobras que nada nos importan? Para el lego que no las entiende o que .las mira con indiferencia, forzosamente tienen que ser una lata insípida con gusto a nada; pero para el que es o ha sido marino, o para el que ha andado en la mar, entre velas cordeles, con seguridad que esos recuerdos le saben a mar le traerán a la memoria mil epi'sodios e incidentes que le han hecho sentir emociones completamente distintas de las que se sienten en tierra o en cualquier otro mediun de vida. Desde que se leva las anclas o se larga de la boya para hacerse
el
i
lector
diga,
entra en
.i
i
i
a la mar, todo es novedad.-
A den
la
voz de
mando del Comandante, pesadamente se desprenlas manos de los marineros que en las vergas las
velas de
las
tenían asidas esperando esta orden.
Al mismo tiempo en cubierta,
el resto de la tripulación, en meuna confusión de cabos que suben i bajan, de las voces de mando pitos de los guardianes, la jente que corre por todos lados, amarrando unos cabos i soltando otros, hasta que después dé tanta confusión, las velas quedan completamente desplegadas, estiradas i llenas con la brisa que las infla, moviéndose en suave vaivén, como
dio de
i
— si
—
80
sueño en que hasta ese momento habían estado
esperezaran del
obligadas por las amarras que las tenían sujetas.
El que por primera vez presencia esas operaciones, no com-
prende cómo
se entienden
en
tal
laberinto de cabos, velas
i
variedad
de objetos en que cada uno, llamado bajo nombre especial, dejan en ayunas
al
que
0}r e ese lenguaje,
que obedece a un vocablo espe-
cial.
enjambre era en tiempo no muí lejano, los elementos marino echaba mano para combinarlos con el viento i sacar de esa combinación el motor con que se movían los buques.
Todo
de que
ese
el
El estudio detallado
i
escrupuloso de ese material,
i
mas que
i constante que ^llos requerían para dar segubuenos resultados, hacían de la navegación un verdadero arte, arte que no se aprendía en los puertos ni en los libros, sino que era menester adquirirlo a fuerza de comer mucha galleta i curtirse la cutis con el sol i el agua sajada. Cuando un marino llegaba a adquirir reputación de tal, a ese hombre se le miraba con respeto i admiración, porque se comprende cuántos sacrificios i penalidades habría tenido que esperimentar para llegar a manejar i dominar los elementos. En aquel entonces no había telégrafo, ni máquina para impulsar los buques, no había hélices con qué hacerlos virar, no había
todo, L\ práctica tenaz
ros
i
propulsor para sacarlos de las calmas, ni ausiliarlos en un temporal, i
sin
embargo, esos buques entraban
precisión
para salvar
que ahora
se
los obstáculos,
i
i
salían de puerto, viraban con
con sólo sus
velas, hacían lo
hace a fuerza de máquinas, mecanismos
i
mil otros
artificios.
año 60, i por delante de los diques, en el puerto de Valparaíso, habia amarrada entre boyas i aproada hacia el sur, una Allá por
el
preciosa corbeta de guerra.
Era pasado
el
medio
día, el
movimiento comercial del puerto,
estaba en su apojeo.
La
corbeta,
se
conocía estaba
lista
para hacerse a
la
mar; sus
claraboyas carradas, dentro de los tangones, en fajados los botes
todo guarnido
tado,
como para dar
i
la vela.
El aspecto estenio de ese barco era digno, no sólo de ser pinsino también para hacer el deleite de cualquier profesional o
de persona acostumbrada a juzgar
las cosas del
mar.
o 'cd
Ph cd
> CD
O £=!
CD
c/2
cd
^3 "cd
CD x/i
cd
—
81
El cobre de su costado, limpio
estremo de rever-
brillante, al
i
como en en un espejo las ondulaciones del mar; la obra muertersa i limpia como un zapato bien lustrado, se destacaba cual
berar ta,
azabache entre
La ba a
blancas fajas de la cinta
las
arboladura, ríjida, recta
las parejas
La
i
i
batayola.
perfectamente amantillada, anda-
en tenida con la nitidez de su costado.
cabullería,
mas que de cáñamo, parecían
barras de acero;
sus vergas, desde los sobres hasta las bajas, tan paralelas estaban
unas con
que
otras,
confundían
se
La blancura de
al mirarlas
de frente.
sus bien aferradas velas, no parecían tales; los
negros tomadores que con cuidadoso esmero gas, las hacían asemejarse a
un
le
quitaban sus arru-
corbata bien arreglada en
cuello de
el
elegante.
En
fin,
todo
conjunto de ese precioso barco arreglado tan
el
cuidadosamente, con seguridad habría dejado satisfecho
al
mas
(xi-
jente inspector.
La suave
i
ondulosa marejada matutina hacia balancearse a
corbeta cual elegante niña que frente
un lado
i
otro, se
observaba hasta
al espejo,
menores
los
la
contorneándose de
detalles antes de lan-
zar sus pasos al bortejeo donde iba a cautivarlas miradas
i
halagos
de sus admiradores.
A
su bordo, la persona que se destacaba de preferencia era
Comandante con su segundo, que a algún rato se paseaban,
i
lo
el
largo de la toldilla hacia ya
cada vez que llegaba a
la
baranda de proa,
levantaba la vista hacia los cerros o a los buques del Almendral,
como
si
de esos parajes esperara algo que necesitase.
En
cubierta, la oficialidad
memente, repartidos
i
i
toda
la tripulación,
vestida unifor-
diseminados en grupos, también estaban
a la
espectaíiva.
El viejo contramaestre, mordiendo su inseparable
en
el
castillo,
mas
a
la
par que
el
Comandante en
pito,
la toldilla;
reinaba
pero a ese
preocupaba la arboladura i su cabullería, antes que toda otra cosa, i de cuando en cuando, sin largar su pito, daba una u otra orden, que salia confundida con las pifias de su pito, en dis-
lobo
lo
tintos tonos
del
i
descompases.
A eso de las dos de la tarde, cuando las banderas de los buques Almendral principiaron a moverse con el viento, el Comandante ('.
I>K I.A
M.
Cll.
'I
— detuvo su marcha,
como para
—
82
afirmándose en
i
la
hasta que
olfatear la brisa,
baranda, levantó la cabeza
el
cabrilleo de ésta en la su-
comprobó que el tan deseado motor principiaba a entablarse del sur, cuando se afirmó, sin lugar a dudas, en sonora voz, qu3 repercutió de uno a otro estremo, el Comandante dio la mar,
perficie del
le
i
orden de «¡Dar
La
la vela!»
revolución a todo
tomar
el
A tropel,
mundo
el
puesto que
la
a bordo,
i
disputaba
la
i
corrió presuroso a
marinería
i
en verdadero
subida para cuanto antes,
i
en verdadera
menos de un minuto
preferencia
cada uno
correspondía.
le
voz de ¡arriba! gran parte de
se
carrera, en la
de esta voz dada por los guardianes, puso en
repetición
la
cobijar hasta los topes para obtener
ser los primeros en la faena de estar listos para lar-
mismo tiempo de soltar las velas, los marineros mas lijero, se desprendieron guarda abajo, para
gar las velas. Al largadores, a cual
continuar en cubierta las subsiguientes maniobras.
Desde ese instante la nítida i correcta arboladura se convirtió en un verdadero eruirigai, las verbas subían a su reclam a cual mas torcida i al parecer desvencijada, los puños de las velas corrian a su caza dura, los motones, cabos, rolletes, todo crujía hasta que
la
orientación perfecta del velamen,
i
rechinaba,
nuevamente dejó
las
cosas en silencio.
En
buques vecinos, en los muelles, malecones i embarcacomentaban aquellas maniobras, muobservaban chos criticaban de imprudente esa salida; a ambos lados tenia buques tan cerca, que materialmente no habia espacio suficiente ciones,
los
todos
para bornear
jirar hasta
i
pasar por entre
mandante
la
fila
maniobras. Cuando presión
poner
sobre
el
el
i
calle;
pero ese Co-
con sonriente satisfacción seguía sus
viento estaba completamente decidido
velamen hacia que
potrillo
proa hacia afuera para poder
la
de buques que formaban
sabia lo que hacia,
cuando un
i
i
la
corbeta pidiese rienda,
va a principiar su carrera, es decir, que
i
su
como al lar-
garse de sus amarras, pudiese tener bastante salida para gobernar
bien con su timón, sólo entonces
amarras, menos una
que era la amarra Desprendida
un
costado,
el
especial que de
Comandante ordenó la
popa iba a
la
largar las
boya de proa
i
del secreto de esa difícil maniobra. la
corbeta de sus amarras, cayó con fuerza sobre
retenida siempre por
la
de popa, hasta que pudo llenar
— completamente todo por entre
las lilas
el
Era
mar de
la
—
aparejo en cruz
de buques
daron por tan preciosa
83
i
al
i
lanzarse veloz
mar
son de los aplausos que se
afuera, le
brin-
salida.
simpática «Esmeralda)
sus dominios.
<5áB*
que principiaba a recorrer
el
ÑO BRITO Desde hacia dos
dias,
una de nuestras corbetas manteníase a
capa con sus gavias en terceros rizos
i
la cuchilla
El viento del noroeste ruje sin cesar, valos de nieve,
hace juego con
el
con
la lluvia fria,
hasta sus regalas, crujir la enmaderación de adoloridas,
i
inter-
viento; la mar, con dos dias de
temporal continuo, es tan gruesa, que hace balancearse
como
la
de capeo.
sus cotillas
i
el
buque
rechinar
defendiéndose de ese elemento que a toda costa
parece querer tragársela.
Las olas pasión
i
la
ponen a merced de prueba,
brincan por sobre todo, inundan
i
la
estremecen sin com-
arrebatan cuanto pillan
a su paso.
Las portezuelas de escurran tro,
las
amuradas- se han abierto para que se
salgan por ellas las moles de olas que se encapillan den-
perturbando
meten en i
i
las
el
cámaras
equilibrio i
clavadas las escotillas.
i
manejo de
la
nave,
i
que
si
no
se
entrepuentes, es porque ya se tienen tapadas
— Los cañones, botes
8G
—
cosas sueltas de cubierta
i
han
sido amarra-
dos a morir, para que, formando como un solo cuerpo con
no
se
muevan
En haber.
cámaras
las
mesas, las
No
buque,
camarotes también está todo amarrado;
i
los libros, las botellas,
sillas,
que tomar en cuenta
hai
ha suprimido,
el
ni se destrocen.
i
el servicio
un
se logra servir
si
las
cuanto objeto suelto* pueda de mesa, porque se
plato de sopa, es fuerza pasár-
con él hacer pruebas de equilibrio para de mano en mano" que no caiga encima. El agua que se había querido evitar bajara de la cubierta, por alguna parte ha encontrado camino corre por las cámaras, haciendo también allí dentro pequeños temporales, que los mozos quieren selo
i
i
a toda costa contrarrestar con sus baldes
Otra vez se ha entrado la
la
i
larapasos.
noche, oscura
como boca de
lobo.
En
cubierta no se ve una luz, porque ésta en candelilla e impediría
ver bien a los que vijilan en aquel recinto. Se han tapado hasta las luces del compás,
i
para observar
pequeño agujero que Parece que con
la
noche,
todo en rededor es agua, lluvia Pero, a pesar de
puente de mando,
se
el
rumbo, hai que hacerlo por un
vuelve a cubrir apenas ya se ha mirado.
se
el
tiempo ha- redoblado su ímpetu;
huracán.
i
todo, allá arriba, en
uno de
los estreñios del
ve desde hace muchas horas, un hombre ves-
completamente con ropa de agua, las piernas calzadas con cubierta la cabeza de un casquete, también de hule con orejeras que le cubren casi por completo el rostro, dejando ver apenas los ojos, la boca i las negras patillas que chorrean agua i de cuando en cuando se le cubren de nieve. Acercándose a él se siente
tido
altas botas
el
i
castañeteo de sus dientes, que
están ateridas
i
necido espuestas
el frió
hace entrechocar, sus manos
casi inútiles, por efecto del al
viento
i
a
tiempo que han perma-
la lluvia.
Parece que para aquel hombre no hubiera descanso, porque en su presencia, unos tras otros, se relevan los turnos de guardia, él
siempre permanece en su
poro
sitio.
El único descanso que suele permitirse, es entrar de tiempo en
tiempo
al
sacudirse
cuarto de cartas, en el
el
mismo
puente, donde después de
agua que chorrea, toma una taza de café i prende un en seguida a su punto de observación. Parece
cigarro, para volver
que esperase algo que hubiese de arrancar de aquel brumoso
hori-
87
zonte, pues de
cuando en cuando saca sus jemelos, observa
los
i
vuelve a guardar bajo su ropa.
Comandante del buque, el único responsable del barco i hombres que van dentro de él. Suenan las doce de la noche, un rayo un relámpago queman el horizonte, i mil truenos retumban en el espacio, como preludiando mayor furia en la naturaleza. Trascurre una hora el t'rio se hace mas mas intenso. Allí, Es
de todos
el
los
i
i
i
bajo
puente hai otro hombre, también en
traje de agua; que ronda como para hacerse ver de su comandante que como no pudiese desde allí llamar la atención, sube pesadamente la escala toel
i
i
mándose de
las
barandas, poco a poco se va acercando, hasta que su reconoce. Es
guardián Brito.
jefe lo nota
i
cido, da las
buenas noches a su jefe e
lo
el
inicia
Este, al verse cono-
respetuosamente
la
con-
versación siguiente:
— ¡Vaya con es,
el tiempo duro, mi comandante! ¿No? hombre, i no hai mas que aguantar.
es.
señor; pero este frió de repente, los truenos
-
— Así — Así
i
aque-
que quiere asomar por el suroeste parecen señas de que ya va a concluir, i si no nos viene un contraste, raspándole
lla
claridad
pasa.
El comandante, volviéndose a popa i levantando cerse oir en oficial
medio
la
del temporal, grita hacia la toldilla
voz para ha-
donde
—¡Guardia-marina de guardia..., baje a mi cámara están
está el
de guardia.
el
barómetro
i
el
i
vea cómo
termómetro!
El aludido atraviesa la cubierta, después de cumplir la orden, i tomándose de aquí de allá para no ser arrollado por los balances, llega al puente i dice al comandante: El barómetro hace dos horas que no se mueve, tiene tendencias a subir, el termómetro ha bajado grado medio. El comandante entonces, dirijiéndose a Brito. que aun permai
—
i
necia de pie a dos pasos,
le dice:
— Realmente, hombre,
estos son indicios de cambio. ¿Está todo
si viene cambio o un contraste? Acabo de dar vuelta por todo: las brazas están claras, i toda la maniobra que por ahora no se necesita, está colgada al cabulero, lo único que falta es llamar la jente.
listo
para nianiobrar
— Sí,
señor.
— — Bueno, anda,
i
—
88
proviene a
guardia que esté pronta cuando
la
se la llame.
Contraste es un fenómeno metcorolójico que en la mar,
todo para los buques que navegan a i
cambio brusco
i
suele ser
la vela,
a veces llega a ocasionar la pérdida
de
mui
i
sobre
peligroso
Consiste en
los barcos.
repentino del viento, que de un lado salta
un
diame-
al
tralmente opuesto.
Se comprenderá entonces que en dos dias de mal tiempo,
i
caso que se refiere, llevando
el
de estar soportando mar gruesa, viento
i
toda clase de elementos contrarios, se babian concentrado a bordo
todos los medios disponibles, para
condiciones de que pudiese barajar
amura,
i
de repente calmara
si
bruscamente
estaba bácia
el
el
buque en por
la
no
se obra
viento que se babia estado sopor-
el
viento quedaría
parte débil, para descontrolar
el
inútil
i
buque,
tomando
lo
el
que velamen por la
atraviesa a la
mar
i
lo
deja
las olas.
con rapidez
i
conciencia, los masteleros cbicos se
como todos están ligados entre sí, unos tras otros van derrumbando i en mucbas ocasiones, llegan a desmocharse
rinden se
manejar
i
las olas, es decir,
se fuese al lado contrario, toda la resistencia
becbo un juguete de Si
montar
sesgo o de soslayo.
al
Pero tando
resistirlo i
i
quiebran,
i
completamente.
Los que hemos vivido en Valparaiso hemos
visto con
mucha
frecuencia llegar buques verdaderamente despedazados, con su arbo-
ladura arreglada a parchas,
i
como mejor
se habia podido. Si se iba
a averiguar el orí jen de aquellos desastres, se
eran debidos
Con
al
fenómeno de
esta corta esplicacion se
servación modesta
i
comprenderá el alcance de la obal comandante de la nave.
respetuosa de Brito
Apenas media hora después de
la
conversación entre los dos mari-
nos, se produjo el contraste temido, pero
contrarrestarlo estaban
mas
allá
de
las
comprobaba luego que
los contrastes.
como
tomadas de antemano,
pérdidas de dos botes,
el
las
providencias para
las averías
no pasaron i un raas-
botalón de foque
telerillo.
Si
no hubiese sido
del desastre?
así,
¿quién habría podido prever
la
magnitud
— Va desde
momento
ese
el
-
80
tiempo amainó
con
i
la
primera luz
del dia se dio principio a la tarea de arreglar los desperfectos produ-
cidos por la tormenta.
A
A.M.,ÑoBrito llegaba a
las seis
la cubierta,
echado unas pocas horas de sueño que harto
Lo primero que
después de observar
hizo,
rar su aparejo, sus velas,
i
con
después de haber
precisaba.
le
horizonte, fué mi-
el
de águila que caracteriza
la vista
esperimentado hombre de mar, inmediatamente divisó en
al
la altura
que una de sus gavias, esas velas que habían servido de sujeción manejo durante el mal tiempo, se principiaba a desrelingar o desapretinar en uno de los lados si no se le ponia pronto remedio al mal, con una sacudida cualquiera podia cundir hasta provocar la pérdida i
i
de
vela toda.
la
Así
mo
lo advirtió al oficial
tomar
sin
i
de gavia, de de
resuello,
allí
i
con
rapidez de un ga-
la
se descolgó entre la relinga de la avería
cabo que corre paralelo con
rizo,
cosidura se enrolló
que
de guardia,
trepó por la jarcia hasta llegar a la verga
se sujetan así
relinga,
la
i
i
el
al llegar
amante
a
la des-
como aquellos acróbatas para pedir con ambas manos un aplauso al púel
cabo en
las
piernas,
blico.
Pero en este caso no eran aplausos
los
que iba a pedir Brito;iba que dice: «Las piernas
a poner en práctica aquel proverbio marinero
para mí
Ya ra,
dio
i
las
manos para
el
buque».
sujeto de las piernas, con el rebenque
una
fuerte
amarra a
la
relinga
que tenia en
acercándola a la vela
la cintui
sacan-
do de su gorra una aguja i un rempujo, se puso a trabajar sin tomar en cuenta que allá abajo tenia el abismo del mar, que seria su
tumba
si
un sacudón de
la vela lo hiciese
desprenderse de su débil
seguridad.
En
aquellos tiempos en que por acá no se
de escafandra, era preciso echar
conocían los buzos
mano de hombres de buen
resuello
debajo del agua cada vez que se necesitaba ejecutar trabajos en sumerjido.
Ño
Brito
tampoco era ajeno a
ellos.
— Una
vez saliendo del Callao,
ciertos-enredos,
i
éstos
—
90
levar
al
el
cadena traia medio de la super-
ancla, la
quedaban como a metro
i
ficie.
Se trabajó con ganchos sin
poder conseguirlo.
contener ropa,
su
Ño
Brito
se
puso nervioso,
echó su gorra a un
impaciencia,
se lanzó de cabeza
i
vicheros para amarrar una espía, pero
i
en
no pudiendo se
bravo lobo de mar,
alijeró
de
mano. A trabajo quedó
agua con una espía en
el
las tres o cuatro zabullidas del
i
lado,
el
la
espedito.
En Ahí do
una espía tomó con varias vueltas
otra ocasión en Valparaíso,
a la hélice del
buque en que
Brito estaba embarcado.
se le vio otra vez trabajar
a la superficie
de tiempo en
lagunas, a descansar
i
tomar
durante mas de una hora, salien-
como un
tiempo,
resuello, hasta
pato de nuestras
que con su
afilada nava-
ja logró quitar aquel estorbo.
Con
las balas se
daba sus confianzas.
El 5 de Octubre del 79, cuando
do
«Huáscar», sin encontrarlo,
al
Escuadra fué a Arica buscan-
la
«Pilcomayo»
la
salió del
puerto
i
sostuvo con nuestra «O'Higgins» un corto cañoneo. Brito servia de cabo en
una
colisa de esta nave.
Cuando
los pro-
«Pilcomayo» principiaron a pasar por encima de las ca" bezas, algunos bisónos de a bordo se agachaban guiados por un na" yectiles
de
la
movimiento.
tural
Brito, entonces dio a
dente,
que
uno de éstos una razón un tanto contuni una esplicacion que él creia mui sin-
lo hizo tastabillar,
cera en estas palabras:
— ¿No
vis,
hombre, que
los
cholos no hacen
mas que meter
bulla?
Podría seguir citando mil otros hechos para personificar a este lobo de mar; pero
como
lo
moria aquellos episodios de
ya dicho sobre todo trayendo a la mela «Jeanne Amelio», en la punta Dungei
Cabo de Hornos, en que, gracias a este motivos mas que suficientes para comprender la justicia con que ha procedido la Dirección Jeneral de la Armada, perpetuando su nombre en uno de sus remolcanes,
i
del «Meteoro»,
hombre salvaron
en
el
sus tripulaciones, hai
dores.
¿Por qué
el
Supremo Gobierno no
obra? Hai en Valparaíso en
el
es
jeneroso
i
completa esta
cementerio de Playa Ancha una tum-
— bn que se
Pama de
la.
91
— una plataforma que un monumento. Por qué no se
marinería, cubierta por
parece esperar que sobre
ella se erija
votan unos pocos pesos
se coloca allí la figura
i
vo lobo de mar que fué
el
de
No
Brito, del bra-
maestro de toda una jeneracion
i
cuyo
ca-
rácter sintetiza el espíritu de todos nuestros marineros?
José Francisco Brito
En la Armada Nacional, creo que raro será el que no haya No Brito, que es a quien representa este retrato.
cono-
cido a
De i
los
Almirantes retirados i en servicio activo, de todos
tripulantes antiguos, difícil será encontrar alguno
litado junto a
los jefes
que no haya mi-
él.
Muí joven
como marinero en los buques de la Armada, i ya en 1858, con 23 años de edad, lo vemos figurar en el bergantín «Meteoro» como marinero primero. I cuando este buquecito estuvo al perderse, en un temporal de equiuoccis en el Cabo de Hornos junto con su compañero el «Pizase enroló
—
92
—
odio buques mercantes que corrieron esa suerte, gracias *] pericia desplegada por Brito, que abrigado con el paltó galoneado de su comandante, subió a la arboladura a ejecutar la maniobra salvadora, pudiendo sus tripulantes mas tarde llegar a pié rro»
i
valor
i
des-
calzo a
una de
las iglesias
de Ancud a pagar
la
manda
afrecida
si
se
salvaban de ese cataclismo.
En 1876, lo vemos nuevamente ofrecer su persona para que amarrada de un cabo en medio de un temporal fuese arrojada al agua salvando la tripulación de la barca francesa «Jeanne Amélie», naufragada en la punta Dungenes en el estrecho de Magallanes. En la toma de Pisagua, después de haber figurado con brii
llo,
como "cabo
"en uno
de los cañones déla «O'Higgins», decicuando vio que ahí sus servicios no eran necesarios, se lanzó a manejar uno de los botes que debia hacer el desembarco i que llenos de muertos i heridos acababan de llegar a
diendo
la victoria,
i
su buque.
Estos actos de heroismo
i un sinnúmero de hechos marineros que vida de este lobo del mar, hicieron que la Superioridad Naval, para perpetuar su nombre, llamase «Guardian Brito» a uno de sus remolcadores.
adornan
la
Cuando los achaques de la vejez le obligaron a retirarse de la Armada, no por eso podia este hombre prescindir de seguir en contacto con sus buques i compañeros. Con frecuencia casi a la rastra, se le veia llegar ya a un buque i
o a otro a visitar a sus jefes
La muerte
i
compañeros.
sorprendió en Quillota, privando a algunos Almirantes i jefes superiores, el llevar a cabo un compromiso que tenían hecho, de cargar a hombros a su última morada a este buen servidorde la Armada i de la Patria. le
m
%,
EL CAPITÁN ORELLA A
principios de
Enero
Joaquin Orella abandonaba corporarse a
la
Armada
del
año de 1866,
las aulas
de
la
el
joven don Manuel
Escuela Naval para
in-
Nacional, en calidad de guardia-marina sin
examen.
Como
por aquel entonces
puerto de Valparaíso,
el
la
Escuadra española bloqueaba
joven guardia marina tuvo que
playas de San Antonio en busca del agua salada
mer uniforme con que mas jarlo escrito
con
En
dia,
el
letras
i
bautizar
tarde iba a ennoblecer su
de oro en
cuando un cadete concluye sus le
provee de
libros,
cuanto. puede~nece:itar un guardia-marina en
Con
anterioridad, la Dirección de la
pri-
el
nombre
i
de-
de su patria.
la historia
estudios, antes
desprenderlo del tu telaje escolar, escrupulosamente se todas sus necesidades, se
el
a las
ir
le
de
atiende en
instrumentos, ropa
el servicio
i
de a bordo.
Armada ya ha hecho
pre-
buque escuela que debe llevarlo pii viaje de instrucción. Allí se encontrarán con un Comandante, instructores oficiales elejidos, que velen por el aprendizaje de esos jóvenes, encuadrándolos dentro de los reglamentos programas prolijamente estudiados, no sólo en los conocimientos teóricos prácticos, sino también en la enseñanza moral en los deberes que ineumb?n al marino i al hombre de honor, que dedica su vida al servicio del pais. Injentes sumas se gastan en rematar satisfactoriamente los parar
el
i
i
i
i
prolongados
i
benéficos viajes de instrucción a países estranjeros,
—
94
—
procurando por todos estos medios, llegar a formar de esos jóvenes i buenos oficiales, que con el tiempo puedan corres-
unos cumplidos
ponder a esos
sacrificios.
Cuando a eso habia;
Orella se
lanzó
lo
guardia marina
el
mar por primera
al
al llegar a
lo
indujesen
i
mas apropiados para encaminarlos por De tal manera, que cuando un niño salia de bailar un sendero que le sirviese de guia liaba un estéril desierto donde iba a tirar el el
suyo,
le
consejeros,
i
en lugar
enseñasen; no era raro encon-
i
trarlos
Al jugar Orella
nada de
bordo, jeneralmente encon-
traba a sus jefes, ogros en lugar de maestros
de compañeros que
vez,
rumbo de
errado.
Escuela, en vez
la
para su porvenir, ha
dado de su fortuna. el marcado con
cara arriba
salió
Marina-Patria, quedando por los lados los libros
tentaciones
las
i
compañeriles.
Ya
desde ese dia su rumbo quedó trazado
firme en
amigo
supo mantenerse
como comandante
basta que la guadaña lo podó
él,
puente de su buque, a pesar de
i
los esfuerzos
del
desplegados por su
doctor del Sol, para arrancarlo de la maligna fiebre ama-
el
rilla.
Por marino:
de su
año 70 ya
el
vemos hecho un hombre 2.°
adornaban
i
un verdadero bocamangas
las
levita.
Era bastante usaba con
lo
dos galones de teniente
los
el
alto,
pelo largo
fijeza,
sin
que
i
mas bien delgado que
sus ojos grandes miraban
barba de candado;
ésta fuese
mas bien bondadosa, como
grueso; por lo jeneral
una mirada
fuerte ni imponente; era
era su carácter.
Tenia un vozarrón de trueno; cuando gritaba, hacia temblar aire
i
a veces repercutía
En
el
puente,
mandando una
virada o maniobra, era de verlo:
parecia que crecía, estaba en su elemento, el
entrecejo
dominar con bía
i
con su mirada
i
le
volaba
el
pelo, fruncía
con su tremendo vozarrón, parecia
los elementos.
que
Su
afición
el
arte del marinero, eran sus verdaderas inclinaciones;
a
la
mar,
cosa marinera que
los botes
el
como cañonazo.
a la vela los
al
alquitrán
i
a todo
lo
se relaciona
no hano supiese hacer con sus propias manos; manejaba con verdadera maestría, dándole él
con razón todo ese conjunto
la
fama de buen marinero,
i
como en
— ello
95
—
mezclaba también su buen ojo para dar en
por buen
el
blanco, se le tenia
artillero.
Cuando
de
se iniciaron las hostilidades
la
guerra del Pacífico, a
Orella le tocó trasladarse al norte en la corbeta «Esmeralda?, bajo
órdenes del Comandante Thompson, a principios de Mayo, cuando Williams preparaba su espedicion al Callao, Orella fué trasbordado a la «Covadonga», bajo las órdenes del Comandante Condell, buque que le sirvió de arena i para desplegar en él el ímpetu de su valor demostrar públicamente la sinceridad de su aquilatado las
i
i
patriotismo. Air.. que
de tumba
la
combate de Punta Gruesa, que
historia del
blindado peruano «Independencia»
al
«Covadonga», ha sido tan estudiada
leta
plumas
i
daciones
pince'es;
narrada por toda clase de
i
figura de nuestro actual protagonista.
la
la
«Covadonga», perseguida por
dependencia», daba vuelta rozando al sur, se inició
desigual: era el
la go-
embargo, no estará demás sacar a luz apre
sin
El 21 de Mayo, cuando
en
sirvió
de gloria a
episodios de carácter íntimo, que contribuirán en algo
i
para retocar
rumbo
i
el
las piedras
de
la isla
la «In-
para seguir
una lucha en estremo
entre esos dos buques
elefante persiguiendo a la hormiga, para anonadarla
primer momento en que lograse llegar a su contacto.
Pero en esa hormiga habia hombres de temple de acero corazones
sangre bullía de patriotismo,
la
i
i
en sus
con su chivateo supieron
mantener hasta lo último el mismo entusiasmo i decidida resolución. Esc chivateo no debe existir en un buque de guerra, como no existió en
la
«Esmeralda»; pero con
el
carácter jovial, alegre
i
casi
de un niño, que siempre caracterizó a Condell, no sólo toleró sino
que fomentó con su actuación, i quizas en ello hacia bien, pues así no dejó por un momento que se adormeciera ni aconchase ese espíritu, sino que por el contrario, lo supo mantener siempre en continua ebullición.
Cuando ría,
recía
ño
i
se
«Independencia» palpaba
la ineficacia la'ío,'
de su
artille-
parece que se enfu-
lanzaba a fondo para ultimar de una estocada a su peque-
e insolente
Pero te,
la
largada por andanadas de uno u otro contendor.
los defensores
jadeante
i
rabioso,
de
mas
la goleta, al
se
ver casi encima a este jigan-
entusiasmaban,
i
en esos momentos se
Yeia a Condell desenvainar su espada, afilarla en los
pasamanos
del
—
—
96
puente para en seguida amenazar
al
encastillado
Moore
del «Inde-
pendencia». su vez, sin largar la rabiza de su cañón
Orella, a
cargaba nuevamente
sus tripulantes, en lenguaje bien franco migos con quienes se las tenían que ver. i
Cuando
Moore
ineptitud de
la
mientras se
i
con su vozarrón hacia saber a Moore
la pieza,
i
castizo, la clase
de ene-
dio al diablo con su poderoso
sus pasos, hasta que a cañonazos
blindado, la goleta volvió sobre
obligó a su enemigo a cambiar por blanca la bicolor bandera, que
antes tremolaba con tanto orgullo en su pico de mesana.
momente a bordo de
Este
me;
un mismo marinero,
hormiguita debe haber sido
i
la
en
en
a éste este
los
de un
delirio,
se
él
desenvaina su espada, blandiéndola de
el
lo
abraza
i
la cara,
i
pide mil per-
ensangrentaba su rostro con
la
sangre
(1)
Restablecida la calma, Condell llama
con
un
oficial.
sangre principiase a manar, Orella
del marinero.
oficiales
subli-
confundían en
se
en un descuido hiere a uno de sus marineros en
dones, sin fijarse que
i
i
abrazo; tan luego se veia a Coudell en los brazos de
como
Orella,
gusto,
como
la
entusiasmo era delirante, todos gritaban
el
para resolver
lo
«Huáscar» que
reúne en consejo a sus
i
que debían hacer viéndose solos, averiados de Iquique en su persecución después
salia
de haber hundido a
la gloriosa «Esmeralda». Condell, Estanislao Lynch, Eduardo Valenzuela i Sanz, opinaron por hacerse inmediatamente mar afuera, para con la noche despistar a su perseguidor. "
que
Orella, radiante
i.
desenvainando su espada, protesta
suerte está con nosotros, yo soi de opinión
la
encuentro del «Huáscar»
Por supuesto,
i
nos
lo
tomemos
i
dice:
«Ya
que salgamos
al
al abordaje.»
mayoría se impuso, i Orella, mal que le pesase, tuvo que envainar nuevamente su victorioso sable, para ocuparse de poner en salvo su averiada goleta. (1)
Nota.
Orella la
la
—Esa espada
había hecho
ofensa que se capitán Délano,
para cuando
le
estaba tan cortante, porque no hacia
afilar esprofeso,
para lavar en
había hecho; pero felizmente
la
el
campo
no necesitase de sus servicios.
del
honor una
intervención amistosa del
de los Navales, consiguió que ese incidente
la patria
mucho tiempo
lo
dejase Orella
Orella subiendo la artillerĂa en
Ite
ITB
En
EL CAPITÁN OKELLA
I
primeros días de Enero de 1880,
los
el
coronel don Arístides
Martínez llegaba a Pisagua, después de la escursion
al
interior de
Pacocha, espedicion que se llamó calaverada de Moquegua.
Comprendiendo miento,
el
sobre todo,
i
definitiva de
esa
la
Gobierno
la
importancia de este reconoci-
necesidad de tomar cuanto antes posesión
importantísima línea estratégica, que debia servir
no sólo de base de concentración a nuestro Ejército, sino también que nos hacia dueños de Moquegua i el Alto de los Anjeles, puerta única
i
obligada del Ejército aliado del sur, para comunicarse con
Arequipa
i
Como
el
norte de su pais.
digo,
comprendiéndolo
así el
Gobierno, dispuso
el alista-
miento de un Cuerpo de Ejército para llevar a cabo esa operación. El 12 de Febrero, Baquedano, a cargo de este Ejército, nueva-
mente ponia
pié en tierra
en
las playas
de Pacocha
i
principió a
organizar su espedicion.
Los desperfectos producidos por línea férrea,
i
los
el
enemigo en
las locomotoras,
inconvenientes propios del desierto, no sólo retar-
daron
el desenvolvimiento de esta evolución, sino que provocaron una penosísima marcha, que por poco no fué una hecatombe. C.
DE LA M. Ch.
7
-
98
—
Gracias a la resistencia de nuestro roto, a la actividad
desplegados por Stuvpn
de Marzo llegaban a
las puertas- de
bravos atácamenos, en nocturna
i
Moquegua, difícil
poco después los
i
Alto de los Anjeles,
el
Posesionados a firme de esta línea, se esploradoras elijiendo
hacia
a la
centración, desde
En
sur,
el
i
manió
para tomar contacto con
espediciones el
enemigo,
mejores puntos de escalonamiento para la
vez los
próxima marcha,
sobre todo, para elejir
donde tenían que dar
el
último lugar de con-
el salto final
para
ataque.
el
Buenavista, nuestra caballería, a cargo de don José Fran-
cisco Vergara, después de dar a conocer al
vista
i
de esa puerta, para entregársela a su glorioso jeneral.
la llave
sables,
tesón
mismo
ascensión por empinados
lograron arrebatar al enemigo en
precipios,
i
lo declaró el
sediento Ejército, a mediados
regocijo de ese
i
como
fueron los salvadores de aquella situación,
jefe de la espedicion,
con gran contento
sus ayudantes,
i
como
indicó
lo
cercanía de la caleta
la
enemigo
el
filo
de sus
a propósito para concentración, teniendo en
de
Ite,
por donde se creia poder no
sólo tener comunicación con la Encuadra, sino
car la artillería, dado caso que su
también desembar-
acarreo por
el
desierto fuese
difícil.
A
mediados de Abril, cuando ya estaban distribuidos i preparados para emprenderla marcha, los reconocimientos dieron a saber que los caminos para la artillería arrastrada eran intransitables, i en tal emerjencia se dio orden de hacerla retroceder para nueva-
mente embarcarla en darla a
Ite,
i
allí
lio,
en
el
trasporte «Itata»,
que debia
desembarcarla para juntarse con
el
trasla-
Ejército en
Buenavista.
Con
esto se inició la
marcha
i
movimiento
el
se hijo jeneral
en
toda la línea.
Las secciones poco
avanzando llegando al lugar de campaña, a la que le corrie-
a poco fueron
de su rendez-vous, menos
la artillería
i
ron malos vientos.
El «Itata» llegó afortunadamente a su destino, pero una de esas bravezas
durante varios
de mar, frecuentes en dias,
i
la
carse con
Perú,
le
impidió
en absoluto, toda comunicación con
El capitán Stewart, viejo
diendo
las costas del
i
tierra.
esperimentado marino, compren-
importancia de su comisión, quiso a toda costa comunitierra,
pero con tan mala suerte, que la embarcación se
le
—
99
—
volcó en la reventazón, a la vista de las tropas en tierra, sin que
ninguna especie, i si no hubiese sido por otro bote del mismo buque, que fué en su ausilio i que casi corrió igual suerte, habríamos perdido al capitán Stewart. Mientras tanto, Baquedano i Yelásquez clamaban por su artiéstas pudiesen prestarles ausilios de
que aun no daba señales ni siquiera de ser desembarcada. mes, aprovechando un recalmón, se logró echar a tierra los 24 cañones de campaña con todo su equipo. Cuando quisieron ponerse en marcha para subir a la altiplanicie, vieron que no habia camino ni elemento de ninguna especie, quedan-
llería, la
En
los últimos dias del
un
do, por consiguiente, la artillería del ejército metida en salida;
por un lado,
el
mar,
i
por
un
el otro,
círculo sin
cerro paredón de 300
metros de altura, que no habia como subirlo. Mientras tanto, Velásquez venia clamando por su
En
desesperación de este conflicto,
la
dante del «Covadonga», que
allí
el
artillería.
capitán Orella, coman-
estaba presente, salió al frente para
hacerse cargo del trabajo.
en persona, con sus marineros
El, bleció,
desde
la
playa hasta
la
i
elementos de
la goleta, esta-
cumbre, un servicio de aparejos
i
an-
dariveles.
El comandante Ricardo Santa Cruz, con sus zapadores, dirijidos por Orella, uno a uno cada cañón, cada armón, eran tirados pendiente arriba,
escalonando en
labrados en
los cortes ex-profeso
el cerro,
hasta hacerlos llegar a la cima.
La cosa
Una
urjía
tarde
i
de luz a luz se trabajaba sin cesar.
Orella
flaqueó, le faltaron
las
fuerzas
i
cayó ren-
dido.
Don
Rafael Sotomayor lo hizo levantar
su propio lecho, en su tienda de campaña,
Guerra en campaña, veló por
el
llevarlo a acostarse a
i
el
i
mismo
Ministro de
reposo de ese patriota
i
esforzado
trabajador.
Cuando
se levantó,
un
tanto restablecido,
que por su trabajo era acreedor tar en el
campo de
la artillería
ron a cabo.
vez, en
por
la
el
Ministro
le
declaró
ascenso que se conquista un mili-
batalla en actos
Baquedano, a su paso de
al
de arrojo
su parte
i
oficial,
cuesta de Ite
valentía.
decia también que el
honraba a
los
que
lo lleva-
100
El 8 de Mayo, con llegar arriba
el
último cañón, una salva ma-
yor anunció a Ba queda no que ya tenia
artillería
quedando desde ese momento grabado en una de historia ei nombre de don Manuel Joaquin Orella.
W
para su Ejército, las
pajinas de
la,
Calaverada de Cuando
la
guadaña de
la
muerto nos arrebató
Arístides Martínez, quise dedicar a su
encaminadas a
Moquegua al brillante jeneral
memoria unas cuantas
líneas,
una de sus actuaciones que en su hoja deser-
relatar
vicios pasó desapercibida.
Motivos ajenos hicieron perder a esas líneas su oportunidad
hubo que las
dianas
relegarlas al fondo de i
un cajón; mas, como en
tambores han estado haciendo vibrar
soldados de los Tejimientos Tacna escribe, i
i
i
Arica,
i
los corazones
asimismo
el del
van esos recuerdos que fueron
de
que
deseando contribuir con un grano de arena a festejar
patriótica celebración, allá
i
estos dias
el
los
esto
la justa
primer
paso de aquella campaña.
Al no estampar en lla
la
hoja de servicios del jeneral Martínez aque-
campañita, he querido creer qua ha sido un olvido, modestia del
mala apreciación de su importancia; pero como yo siempre el primer paso, la primera antena de observación que nuestro Ejército envió hacia esa zona, que en poco tiempo mas tenia que ser nuestra base de operaciones i punto de concentración para reunir las tropas que debían encerrar i atacar al Ejército Aliado, concentrado en Tacna i Arica, me permito hacer en estas líneas una pequeña narración i probar que fué Arístides jeneral o
he creído que aquella operación fué
Martínez quien ideó
i
esploró de su cuenta
aquella útil espedicion,
llevando a su jeneral en Jefe noticias tan importantes, que precipi-
—
J02
taron, por decirlo así, las operaciones
— que
el
Ejército debia llevar a
cabo en cumplimiento de órdenes del Gobierno.
Durante el mes de Diciembre de 1879, las corbetas «O'Higgins» «Chacabuco» bloqueaban el puerto de lio, para impedir que por allí llegasen refuerzos i recursos a las tropas enemigas acantonadas en el i
cuadrilátero
Moquegua
a Tacna.
El bloqueo se hacia tranquilamente, sin mas preocupación que un par de compañías de "infantería enemiga, que todas las mañanas, a
la vista
paciencia de los bloqueadores, se adiestraban -en la plaza
i
que
del pueblo, sin
Como
las corbetas las
incomodasen en
lo
menor.
aquello iba pareciendo contemplación quijotesca, la opi-
nión a bordo fué tomando un aspecto definido dantes, impregnados de
ella,
i
luego sus coman-
idearon un plan, que resolvieron some-
ter a la consideración del Jeneral
en Jefe.
Los oficiales subalternos, en previsión de aceptarse el plan i para que tuviese un feliz éxito, con mucha frecuencia recorrían en botes las playas
inmediatas para posesionarse bien de
los
mejores lugares
para efectuar rápidos desembarcos.'
El 26 de Diciembre, ladarse a Pisagua cía
en Uo,
i
i
la
«O'Higgins» fué comisionada para
poner en conocimiento del Jeneral
tras-
que aconte-
lo
a la vez someter a su consideración un plan de ataque
para apoderarse de esas compañías enemigas. El plan consistía en desembarcar a media noche, por sur del pueblo; hasta rebalsar
un
norte
el
i
batallón de infantería se internaría sijilosamente
el caserío,
darse la
mano
los dos pelotones
i
al
amane-
cer dar el ataque por todos lados a la vez.
El Jeneral en Jefe, de acuerdo con el señor Ministro en campadon Rafael Sotomayor, aceptaron el plan e inmediatamente se dispuso el alistamiento de un batallón del Tejimiento Lautaro a cargo del rnayor don Ramón Carvallo Orrego. ña,
mandada por el coronel Arístides Martícomo primer ayudante, don Federico Stuven. Comunicada la orden al cuartel del Lautaro, de alistar uno de
La
es pedición debia ser
nez, secundándolo
sus batallones, ésta no tardó en llegar a conocimiento del último tam-
bor con la velocidad del rayo,
momento
se
vida pesada
i
a aquellos soldados que antes de ese
mostraban macilentos, carilargos i
monótona
del
campamento,
i
aburridos de aquella
se les veia
ahora
ajiles,
— alegres
i
contentísimos
como
103
—
se les hubiese invitado a
si
una gran
fiesta.
Ese
es el
momento de poder
apreciar
el
verdadero valor de nues-
tro roto: se le verá enfermo, herido, agobiado por los sufrimientos privaciones de una campaña; pero que no oiga el toque de tropa
i
i
sepa que se trata de una espedicion, es como quitar un hombre i poner otro, las caras se ven contentas, sus dichos i contestaciones
son vivaces otra
i
olvida lo
picarescas,
que un sendero de
cosa
sufrido
glorias
i
i
por delante no divisa
proezas,
para su patria
i
su bandera. Si nuestros poetas
soldado,
i
i
escritores hubiesen estado bajo la tienda del
hubieran entintado
pluma con que han cantado las acentuación de sus versos i alma de
allí la
glorias de nuestros soldados, la
sus prosas, serian capaces de hacer palpitar
hacer rodar las lágrimas del
mas
al
mas
corazón
inerte
i
indiferente.
que me salga del objeto de estas líneas; pero qué queréis, cuando uno ha militado con ellos, presenciado sus sordos sufrimientos i sentido de cerca el latir patriótico de sus corazones, no puede por menos que dedicar a esos héroes estos mal hilaDispensad, querido
lector,
dos pensamientos.
El 29 de Diciembre zarparon de Pisagua las
que 150 llevaba
la
El «Copiapó» se hizo gar a lio la noche del 30,
no dar sospechas a
la
el
plazas,
mar afuera i se dirijió al como viniendo de aquella
norte parra
lle-
dirección, para
los habitantes del pueblo.
llegó a lio en la tarde
espedicion que
i
«O'Higgins».
La «O'Higgins», ocultando te,
«O'Higgins»
fuerte de 600
trasporte «Copiapó» trasportando al Lautaro,
de
la
se tenia
los
150 lautarinos en su entrepuen-
del 30, para
comunicar a
que llevar a cabo
i
la
«Chacabuco»
prepararse con tiempo
para evitar los inconvenientes
La el
tarde pasó
sin
novedad; desde a bordo se mantuvo sobre
pueblo una continua observación, para vislumbrar
algo pudie-
si
sen sospechar de nuestros movimientos; pero nada nos manifestó tal
temor
i
la
usual tranquilidad nos dio a comprender que la cosa
iba bien.
Al anochecer, uno a uno fuimos arriando
los botes
i
colocándo-
los al lado afuera del buque, para que no fuesen vistos de tierra
sintiesen aquella operación
que siempre
es ruidosa.
i
no
— A medianoche
el
—
104
«Copiapó», simulando un vapor de
la carrera
tomó fondeamayor tranquilidad. A las 3 de la madrugada, en el mayor silencio, sin una luz nada que indicase movimiento, principió el embarque de la tropa en todos que llegaba dero
del norte, entró
con
luces encendidas,
las
todo quedó aparentemente en
i
la
i
los botes disponibles
A
de
las corbetas
i
del «Copiapó».
3^ en punto, hora convenida, todos los botes repartidos en dos divisiones, con sus remos forrados i procurando hacer el menor las
ruido posible, se largaron del costado de sus buques hacia
el
norte
i
se dirijieron
para en seguida desde fuera hacer rumbo a las
sur,
i
caletas elejidas para desembarcar.
A las
4 poníamos pie en
tierra,
i
a medida
playa se iban tendiendo para esperar que todo
que saltaban a
el
la
continjente estu-
viese desembarcado.
A
la
voz de mando,
en
casi
de sus respectivos jefes'
secreto,
las fuerzas se pusieron en marcha directamente hacia adentro,
vez
rebalsada la población
mano ambos
pelotones,
i
repartidos en
dándose
guerrilla,
marcharon todavía con
el
una
i
mayor
si jilo,
la i
al
venir la luz del día al son de la corneta, se lanzan sobre la población
creyendo encontrar
allí las
famosas dos compañías, oríjen de esta
espedicion.
Los lautarinos, que venían deseosos de encontrar un enemigo, aparecen a
plaza por todas las bocacalles, asaltan
la
el
cuartel
don-
i
de se dan vuelta no pueden encontrar un enemigo. El chasco ha sido grande
Llegan a
la
ferencian sobre Martínez,
para
rada vivaz que
el
fracaso completo.
el
con-
i
tablean que hacian en esos momentos.
hombre de
salir airoso
i
plaza los jefes Martínez, Viel, Montt, Stuven,
de
recursos
las situaciones
le caracterizaba,
i
i
a quien nunca
difíciles,
le
habían faltado
de pronto
como despejando
i
con ssa mi-
la incógnita
de
esta ecuación, llama a Stuven, el injeniero obligado de todas las es-
pediciones,
i
le dice:
— «Vaya a
máquinas disponibles
No
tánico, jefe de
Lautaro.
si
se
la estación del ferrocarril
la
i
vea
si
hai
podrán usar»,
mucho Stuven en
tardó
derse armar
i
maestranza,
acompañado de un brila buena noticia de po-
volver
quien dio
un par de convoyes, capaces de conducir
al batallón
Mientras se prepara han
«O'Higgins»
i
—
—
105
las
máquinas, se desembarcaron de
dos piezas de
«Chacabuco»
artillería,
la
a cargo del te
Palma guardia-marina Eduardo Piquelme, para que acompañasen a la espedicion. Al medio día, al son de la Canción Nacional, de los nms entuburras, Arístides Martínez, con ese puñado de aventusiastas vivas niente Silva
i
i
reros, se largaban sierras adentro
en busca de
lo desconocido, procu-
rando encontrar algo con que borrar el chasco sufrido. Como no ha biese personal para el manejo de las máquinas, Stuven no se hizo esperar para empuñar la manivela de una de ellas, un lautarino de la otra,
i
para
el
servicio de carboneros
i
palanqueros sobraron ofre-
de sus soldados habían sido trabajadores de
cimientos; gran parte
aquellas tierras.
La
novedad; en
salvar, se efectuó sin
banderas de línea franca;
las estaciones se
las seis
de
la tarde
llenos de familias
i
i
que
su equivocación, al grito de
dó
i
desierta.
lo .
Echado pie a tierra, montículo que domina
se
i
son loschileíos!
¡si
en menos de
los
andenes estaban
iban a recibir los trenes,
eran tropas peruanas que esperaban de Tacna,
da fué jeneral,
como prime-
en Moquegua misma, cuan-
llegábamos ala estación,
jentes
nos recibía con
cortadura de los telégrafos,
la
ra providencia, nos dio esta franquicia,
do a
que teníamos que
travesía de los 80 kilómetros de desierto
que canta un •
creyendo que
cuando descubrieron el
sálvese quien pue.
gallo, la estación
que-
'
tomó inmediatamente posiciones en un
al
pueblo, se cerró todos los pasos
i
colocó
centinelas avanzados para evitarnos cualquier sorpresa.
Por algunos prisioneros que logramos tomar, supimos que los mil i tantos hombres de tropa qre habia en el pueblo, tan pronto
como supieron nuestra
llegada, se habían retirado al Alto de los Alí-
jeles.
La noche que
trascurrió sin novedad, salvo
los lautartnos
no° sorprendieron
nuevo, pues estábamos a
Al amanecer, se inmediata rendición,
1.°
i
una que
festejaron para saludar
testación, iniciaríamos
si
en
el
año
de Enero.
mandó un parlamentario i
otra cazuela con
el
al
pueblo, exijiendo
término de dos horas no se tenia con-
un bombardeo de
artillería.
Después de despachado el parlamento, no pudimos por menos que reírnos de la amenaza; los tales cañones no pasaban de ser unas
—
106
—
de 6, que habrían hecho tanto efecto en la población, como hubiésemos hecho con hondas; pero nuestra situación nos obligaba a representar gran aparato. pistolitas si lo
A
las
dos horas llega contestación;
Después la plaza.
A
medio
del
la cabeza, la
Estado Mayor i la artillería
i
el
dia, se
ei
pueblo se entrega.
organiza una columna para entrar a
banda de músicos,
jefe de la fuerza con su
el
En
batallón de infantería.
el
campamento dejamos
una columna de centinelas para que nadie
pudiese descubrir
el total
se acercase
i
de nuestras fuerzas.
En la plaza, donde entramos a son de marchas triunfales, mandó llamar al jefe de la plaza; mas como éste se habia ido con
se
su
que hacer venir a los notables. Reunidos en la sala de la Prefectura, el coronel Martínez declaró tomar posesión de Moquegua. en nombre del Gobierno de Chile, i como se tenia que proseguir con su avanzada algunas operaciones de guerra, antes que llegase el grueso de la división, quería
tropa, tuvimos
dejar una autoridad constituida para que velase por
orden del
el
pueblo.
Establecida ya esta seguridad, hizo saber nuestro jefe que se retiraría
con
las fuerzas al
campamento, para
así evitar
desmanes de
la tropa.
medidas tenían por único objeto cubrir con una mási movimientos i preparar el terreno para tomar inmediatamente las de Villadiego; pues podíamos decir con propiedad que andábamos con lo encapillado; no teníamos víveres; municiones, las de la canana, ni elemento alguno de movilidad; así es que, tan
Todas
estas
cara nuestra debilidad
pronto como salimos de
Moquegua. La huida tenia que
lijero,
la población,
tomamos
los trenes,
mas que
i
adiós
ser lijera
porque estábamos metidos en una
ratonera.
Ya íbamos
después de haber hecho
contentos valle abajo,
calaverada, cuando de repente, a la vuelta de
una
puntilla,
a un precipicio, fuimos bruscamente detenidos: cuatro
de
la línea
te la
por
máquina
el
enemigo descarrilaron
se enterró al
el
rieles
primer convoi,
i
la
que daba sacados
felizmen-
borde del precipicio, que a no ser
eso,
me-
dio Lautaro habría pasado a mejor vida.
Stuven, que iba de maquinista en der a su máquina, saltó a tierra
i
el
primer
a todo lo que
le
tren, casi sin aten-
daban
las piernas
—
107
—
que venia de atrás, i si no es por esa ejecución, habríamos tenido un tremendo choque
corrió a encontrar al otro convoi
rápida concepción
i
encima del descarrilamiento. Los tiradores salieron al les
creyó cómplices
i
frente, se dio
después de establecer
de baja a algunos que se
las
seguridades necesarias,
procedimos a componer la línea i encarrilar el tren. Al amanecer, ya estábamos nuevamente en marcha, de vencer algunas dificultades por falta de agua,
mos en
a
lio,
donde ya estaban
al
i
después
medio dia
llega-
llenos de zozobras por nuestra tardanza
llegar.
La Canción Nacional
i
burras de alegría fueron la conclusión
de aquella calaverada, que abrió
la
puerta
i
señaló
el
camino por
donde'en pocos dias mas, debia venir a concentrarse, para marchar sobre Tacna.
MÁRTIRES DEL DEBER Cuando uno desea chico, lo atiende
criar
bien
una planta o un
cuidadosamente, removiéndole
dole tutores para hacerlo crecer derecho, se secas
i
aquellas que desperfeccionan
una palabra,
se le trata
desarrollo, para entonces
ción
i
le
la
árbol,
tierra,
desde
colocán-
cortan sus ramas
simetría de su follaje: en
la
con cariño hasta que llegue a su pleno
poder cojer
i
gozar del fruto de su aten-
trabajo.
De
manera pasa con un niño en su tierna edad: recien ayudan a pararse, lo cojen de la mano para que dé sus primeros pasos aprenda a caminar, a medida que su intelijeneia se desarrolla, se le va aumentando la igual
principia a andar, sus padres o tutores lo
i
enseñanza objetiva, para formarle
el
i
carácter e inclinaciones, de tal
manera que cuando llegue a edad de poderse manejar por sí mismo, se tenga en él un hombre de bien, de buenos principios, que pueda ayudar a sus padres servir a la humanidad i a la patria. Con nuestra Marina de guerra ha pasado algo parecido; en su nacimiento, cuando se echaron a flote las primeras tablas que fueron su oríjen. gracias a la buena madera de que fueron formadas, dieron su fruto; pero no por eso constituían un árbol bien formado o un elemento robusto; e^e sembrado no podia constituir cohesión o unidad de ideas, necesitaba un algo que lo indujera, que lo uniera, i
— que ello
le
—
un serum o un imán coherente
inculcara
un
110
solo ideal:
el
cumplimiento del deber
el
i
i
formar de todo
servicio incondi-
cional a su bandera.
Nuestros hombres dirijentes de entonces, verdaderos patricios, inspirados en
que para
el
buen deseo
rina, hicieron toda clase
sobre bases sólidas
Entre
avanzado
i
i
comprendiendo
seguridad nacional significaba
la
de
sacrificios
gran importancia
la
formación de su Ma-
la
para constituirla
formarla
i
duraderas.
i
muchos pasos dados para llenar esos ideales, el mas quizas el mas sabio i del cual hasta el dia estamos sinlos
tiendo sus benéficos efectos, fué la conquista que se hizo en atraer
hacia estas costas
que viniese a
un
culase
al valiente
i
renombrado Lord Cochrane, para Marina,
servir de tutor a nuestra naciente
tanto del espíritu que
en Inglaterra se rememora en medio de la Plaza de Trafalgar.
la
él
i
nos ino-
a su vez aprendió de aquel que
dolumna mas
alta colocada
en
Cuando Cochrane llegó a Chile, el Almirante Blanco Encalada mandaba en jefe la Escuadra, i con toda la caballerosidad que siempre lo distinguió,
e inspirado
en
patriotismo, no tuvo inconve-
el
en arriar su insignia para ceder su lugar a
niente
Cochrane, que venia a organizar
i
la del prestijioso
fomentar nuestra diminuta Es-
cuadra.
Mucho tuv3 Cochrane que en
Escuadra; sin
trabajar para
aquella época todo era escaso
medio organizar su
de conseguir; embargo, a principios del año 1819 ya andaba en la mar con
sus discípulos, enseñándolos a caminar en
el
i
difícil
océano
i
a ser buenos
— «Con
de poco tiempo se le oia decir: estos que tienen en Magallanes, se puede formar los mejores marinos del mundo.» marinos, chilenos
El toda
a
i
i
la
1.°
la vuelta
escuela
de Noviembre de ese año, después de haber recorrido
la costa del
Perú hasta Guayaquil,
empresa, aparece sorpresivamente en puerto atacó,
i
de Corral,
desembarcó
i
i
poder acometer ninguna noche de ese dia en el
sin la
para enseñar algo práctico a sus discípulos,
tomó
los fuertes
de esa plaza.
Al año siguiente, en noche oscura, se dejó caer sobre el Callao, con sus embarcaciones menores se tomó al abordaje la fragata
«Esmeralda», que estaba defendida por
los fuertes
de
la plaza.
—
111
—
Los buques de guerra neutrales, por entre sacó a remolque su presa, no pudieron por
audaz
los cuales
Cochrane
menos de aplaudir tan
bien ejecutada hazaña.
i
Años mas tarde, cuando ya Cochrane no divisaba para él mucho campo de acción, &e retiró de nuestra Armada, dejando en manos deSimpson,Bynon i otros, trazado el rumbo sobre el cual debian seguir para mantener latente el espíritu que él supo inculcar a sus subordinados.
Estos capitanes
i
demás
demostrar en
ron, supieron
que los acompañaron i sucediecampañas del Perú, que fueron
jefes las
buenos discípulos del Almirante Cochrane. Tras de aquella pléyade, viene otra que en el momento del peligro supo cosechar, para ofrecer a la patria, el ramillete mas hermoso que esos, nuestros padres, pudieron recibir de sus hijos agradecidos.
Que
digan Williams, Uribe
lo
en medio de al altar i
el
de
i
Latorre,
los vítores delirantes de
la patria, la rosa
de Papudo,
que cada uno de ellos, trajeron en andas
un pueblo,
de Iquique,
la victoria, reina
tulipán de 'Aligarnos.
En
todo cuadro, para hacer resaltar sus figuras
necesario darle luz
i
sombra:
la
i
primera acerca, da vida;
perfiles, es la
segunda
aleja, oculta.
Hemos ya la
sombra Así
i
visto lo que nos hace ver la luz; penetremos ahora a veamos qué es lo que hai mas allá.
como
el
vendaval en su furor troncha
i
derriba las mejores
también el vendaval del destino troncha en su plenitud al que nació para ser desgraciado. A mediados del año 80, el grueso de nuestra Escuadra bloqueaba el puerto del Callao; todos los buques, menos el «Loa», que se mantenía sobre sus máquinas, por estar de guardia, estaban fondeados en la isla de San Lorenzo. El «Loa» divisa cerca de la costa i hacia el norte, una lancha a la vela, como que fuera escurriéndose del puerto, el «Loa» forza su máquina i le da alcance; en una pequeña embarcación, los tripulantes de la lancha huyen hacia tierra, abandonando ésta con un cargamento de provisiones. Peña, comandante del «Loa», la hace traer al costado, i después de un pequeño reconocimiento, ordena se trasborden las provisiones. flores, así
Entre
un cierto desagrado por aquella una trampa peligrosa.
se notó
los oficiales
orden, que podia envolver
El trasbordo
rodeaban
el
-
112
se ejecutaba
oficiales que,
sa—era hora de comida— también fueron a
Ya no
muchos mirones abandonando la me-
sin inconveniente,
hubo
portalón, hasta
curiosear.
unos pocos sacos para acabar aquella
faltaban sino
faena; arriba subió la penúltima lingada; pero al levantar la última,
conmovió como un volcan todo aquel recinto; el traidor torpedo, que hizo volar la lancha en mil pedazos, abriendo en el costado del «Loa» un gran uraco, que lo sumerjia rápidamente, no dando ni tiempo para arriar
un tremendo ligado
al
estallido
último saco estaba
embarcaciones; todo
las
cada uno se asía de salvo del
mundo
el
gritó
«sálvze quien pueda»,
el
i
que podia para arrojarse al agua i ponerse a hundimiento del remolino que forma un buque al sulo
i
mí erj irse. i un Comandante Peña, que estaba con una oreja colgando. «Comandante,
Leoncio Scñoret, teniente del buque, con un salva-vidas enjaretado de madera, se acerca
todo chorreando en sangre
tome,
le
Peña, con
i
al
dice Señoret, pasándole la
seriedad
me
«Nó... gracias,
i
enjaretado, échese al agua»
el
sequedad que
lo caracterizaba,
hundiré con mi buque»;
El 18 de Setiembre del
mismo
I
contestó:
le
se hundió.
i
año, la goleta «Covadonga», en-
cargada del bloqueo de Chancay, después de gastar unos cuantos de cañón para inutilizar
tiros
el
puente del ferrocarril que hai
al
donde siguió haciendo fuego sobre unas lanchas i un pequeño esquife mui bien pintado i arreglado, que se encontraban fondeados a no mucha distancia de sur de ese luga]
1
,
se acercó
al
puerto,
tierra.
Las lanchas fueron echadas gase a seguir igual suerte,
de i
la
un
«Covadonga», mandó
carpintero,
le recorrió
a
al
Se atraca
los el
que
el
botecito
oficiales
bote
al
i
como
el
esquife se ne-
Comandante
guardia-marina don Meliton Gajardo
por dentro, por fuera; se
que no todos
pique,
capitán don Pablo Ferrari,
que fuese a hacerle un
a la conclusión do
rejos.
el
le
prolijo reconocimiento; se
pasó hondas de cabo
no envolvía
peligro; sin
i
se llegó
embargo,
tenían confianza en ese reconocimiento.
costado para izarlo, se
le
enganchan
los apa-
i
—
113
—
El Comandante Ferrari en esos
momentos
popa hacien-
está a
do arreglar una ametralladora; una feroz detonación vuelta i grita: ¿Quién ha hecho fuego sin mi orden?.
—
contesta:
le
ofícia]
La
— Es
el
lo
A
hace dar lo
que un
torpedo del bote que nos echa a pique.
uno busca su un bote de doble bancada, cargado de marineros, se da vuelta antes de caer al agua i casi todos se ahogaron. La canoa del Comandante, cargada de jente i oficiales, se separaba del costado en el mometo en que el Comandante Ferrari se asomaba al portalón; el teniente Merino Jarpa le gritaba desde el bote: «Comandante, aun jente se va a los salva-vidas, a loe botes; cada
salvación;
—
es tiempo, éehece
agua, yo
al
lo
salvaré.»
Ferrari,
en su postura
arrogante, mira la bandera, mira a sus compañeros que lo llaman,
con
da contestación negativa, se saca
les
i
firmeza del que tiene una resolución tomada, con su cabeza
la
la
gorra para despedirse
i
se
hunde con su buque, sumido quizas en los recuerdos de su idolatrada madre i en los de su prometida, que lo esperaba para desposarse.
Aun queda mártir de
El
otro mártir; pero éste
no es mártir de
guerra, es
la
la paz.
oficial
de que voi a
de un
tratar, era
oriente tan raro, tan
puro, que dentro de esa perla se encerraban absolutamente todas las
condiciones que pueden exijirse de un
mas
cumplido jefe. cadete, su chaqueta
perfecto
Como
i
oficial
para obtener de
so le hacia estrecha para colgarle el
sinnúmero de premios, que nadie podia arrebatarle. de enseñanza, AVhiteside era las
gradas de
público con
Como Como
mucha
oficial
En
esos torneos
palabra de orden; todavía no bajaba
la
cuando nuevamente tenia que
la tribuna,
él el
.
justicia lo aplaudía
i
lo
subirlas; el
aclamaba.
fué siempre cumplido, severo
i
correcto.
El,
profesor, no habia tema que no abordase con sabiduría. cambió el rumbo de la enseñanza técnica de la navegación.
La
balística, la
química,
Los estantes de testos
i
la
construcción naval, todo lo conocía.
Escuela Naval guardan gran número de
redacciones preparadas por
Como firme
la
director de la
él.
Escuela de
para llegar a cosechar
los
Mecánicos,
frutos que
él la
encarriló a
ahora se están reco-
jiendo. C. he
u M.Ch.
8
114
Como Comandante,
en
cada
enseñanza, resultado de sus conocimientos
En
redactó
observación.
un
las
comisiones que en ella se
artículo sobre ciertas islas del sur,
que
los ar-
querían adjudicarse como propias; un artículo escrito bajo
jentinos
argumentos tan pia de una Cancillería. bases
i
campaña de un año a Magallanes, después de
su última
haber cumplido brillantemente todas le dieron,
un tema de
viaje traia siempre
Concluida
una verdadera defensa,
era
sólidos,
i
pro-
campaña de Magallanes, regresaba ya al Departael crucero «Pinto», un buen número
la
mento, trayendo en su buque,
de trabajos completamente finiquitados, fruto de su laboriosidad
i
constante empeño.
En
Chiloó salia del puerto de Quellon,
puerto de
rejion
la
de esos lugares;
el
austral;
como quien
ya podían despedirse de
Comandante
torcia
el
la
dice último
inclemencia
rumbo de su barco para
barajar los bajos que bai a su salida, cuando una traidora calma paralojizó a Whiteside,
mo
haciéndolo encallar en un lugar que
él
mis-
habia esperado.
Después de agotados todos
los
recursos
i
cuando
él
ya vio
la
mas absoluta de su esposa en una mano, quizas
imposibilidad de salvar su buque, con la tranquilidad
va a su camarote, toma lo besó,
mientras con
cerebro
el
el
retrato
la otra
apretaba
el gatillo
nefasto proyectil que nos -arrebató al
raleándonos
las filas
que incrustó en su mas cumplido jefe,
dejándonos un vacío que con dificultad podrá
i
llenarse.
Cuando en Valparaíso, con todas le
comunicó
a la esposa de
las
Whiteside que
precauciones del caso se el
«Pinto» habia naufra-
mano, esclamó: No me digan mas: si el buque está naufragado, mi marido también está muerto; él me lo tenia dicho: el dia que oigas decir que mi buque esta perdido, yo también naufragaré en esta vida.»
gado,
ella,
levantando
la
¿Qué pensar ahora de pudieron haber salvado, conducir a
Esos
la
i
estos tres jefes, que sin inconveniente que por su propia voluntad se dejaron
muerte?
oficiales,
desde que principiaron a educarse en
las aulas
Marina, principiaron a aprender las nociones del deber, i el deber le hace saber al marino que su persona se identifica con su de
la
buque
i
que
él
no
se pertenece,, sino
que debe correr
la
suerte de
— ese pedazo de territorio que
el
115
—
Supremo Gobierno ha confiado a su
custodia.
Ese deber fué
que a Uribe hizo hundirse con su «Esmeralda», i ese deber hará que cualquier otro jefe, en iguales circunstancias, haga igual cosa. Es mui posible que muchas jentes miren estas cosas con mas egoísmo i las traten bajo otro punto de vista; pero nuestros hombres el
dirijentes
sabrán apreciar estos principios
latentes
estimularlos, para
i
que no
i
herencia que nos legaron nuestros antecesores; pierda,
se
perderá
manda hacer
un
factor,
deben
mantenerlos
se despilfarre ni pierda la rica
como
lo
i
el
dia que ésta se
he dicho antes, que no se
a las fábricas ni a los astilleros.
Después de ocupar definitivamente la el
provincia de Tara paca
año 1879,
i
antes
de
principiar las operaciones
contra
a establecer dra
al
Tacna Arica, se procedió puerto, con una división de la Escua-
Ejército enemigo, acantonado en
el
el
mando
bloqueo de ese del
i
Almirante Riveros.
El dia que se hizo efectiva esta operación, habia dentro del puer-
un vapor de la P. S. N. C, es decir, de la Pacific Steam Navigation Company, que traducido al lenguaje vaporino, o mas bien dicho,
to
pasajerino, esas letras eran descifradas por: «Poca será nuestra comi-
da»; a lo que los de la
pero con
la
guerra se
letra el apellido
con
le
será no comer»;
dio otra acepción, colocando en lugar de cada
de cuatro capitanes de esa Compañía, que siempre
manifestaron
se
Compañía contestaban: «Peor
los aliados;
hostiles a la
estos
causa de Chile,
capitanes
eran Petrie,
simpatizando con
Steadman, Naoden,
Gross.
El vapor que habia dentro del puerto i que esa tarde zarpó para
comandado por uno de
norte, era
Una el
vez fuera délas aguas territoriales de Arica, se hizo detener
vapor, haciéndosele por un
de bordo
i
oficial del
buque almirante, una
visita
de reconocimiento.
Despachado
buque
el
esos cuatro capitanes.
éste,
jefe, avisó al
siguió su
marcha
i
el
teniente, al regresar al
Almirante que ese vapor conducía a don Pedro
—
118
—
Lautrop, ex-capitan del trasporte «Rimac», que habia sido tomado
por
los
peruanos frente a Antofagasta, con
el
Rejimiento de Carabi-
neros a su bordo.
Tan pronto como el Almirante tuvo conocimiento del prisionero que se llevaba el vapor, ordenó a la corbeta \<0'IIiggins», comandada por el capitán Montt, que lo siguiese, que rescatase al capitán i
Lautrop.
La «OTIiggins» siguiente en
el
siguió tras
puerto de
lio,
el
P.
&
N. C, dándole alcance
dia
al
donde acababa de fondear.
un bote de doble bancada, se le armó en guerra mandó un teniente que luciese la visita de reconocimiento, con Se arrió
i
orden especial de sacar
al
se la
capitán Lautrop.
El teniente fué recibido
i
atendido
pañía se revisaron los papeles, patente,
por
el
capitán,
rol, etc.,
i
en su com-
i
por último,
la lista
de pasajeros; en esta última se puso especial cuidado, allí debia encontrarse la X de la ecuación que el teniente tenia encargo de resolver; pero
por mas que
conducía.
Como
daba vueltas al derecho i al revés, la incógnita no parecía: el capitán Lautrop no figuraba en la lista i no se le divisaba en ninguna parte. Al fin, apersonándose de frente al capitán del vapor, i con firmeza, le dijo que esa lista no estaba correcta, en ella no figuraban anotados todos los pasajeros que
aun con mas
el
la
capitán protestase de esa aseveración,
el
teniente
que de Arica habían sacado un capitán Lautrop i tenia orden de lle-
firmeza, hizo presente
pasajero, ese pasajero era
el
várselo.
Entonces
el
capitán
vino a confesar la partida, diciendo que
Lautrop en esos momentos andaba en tierra con el contador, i que respecto a estraerlo de a bordo, él no lo permitiría, bajo protesta de
que ese pasajero estaba cubierto por se llevaba a cabo, lo consideraría
tablaria reclamo
el
i
si
ese acto
por
el
cual en*
pabellón ingles,
como un
atropello,
ante su Ministro en Lima,
i
podría llegar a ser
un
conflicto internacional.
El asunto se presentaba en forma bastante delicada, te,
no atreviéndose a tomar en
sí
i
el
tenien-
esa responsabilidad, subió al puen-
por medio de banderolas semafóricas, comunicó a su comandante lo que ocurria i las dificultades que encontraba para el desempeño de su comisión; obteniendo por contestación;
te del vapor,
i
desde
allí,
— para
de iadifíultad,
salir
119
—
comunicación siguiente: «Obre como sea
la
mas conveniente». La
tabla
de salvación que
«O'Higgins» para suelo,
i
quedaba
Si sacaba a
un nuevo
el
teniente había tendido
paso, con
del
salir
esta
hacia
la
contestación se vino al
en situación peor.
así
Lautrop con
la
protesta del capitán, metía al
paifj
en
que podria enturbiar las buenas que nos ligaban a Inglaterra, mas que todo, perderíamos las simpatías que en muchas ocasiones nos brindaran con tanta oportunidad nuestros buenos amigos los británicos, hubo conflicto
internacional,
relaciones de amistad
i
i
casos en que, gracias a ellos
que nos pudieron
i
indicaciones, evitamos peligros
a sus
ser fatales.
Lautrop no era rescatado,
I si
el
teniente no habría cumplido
con su deber.
Ahí tienen ustedes vertido en lo
al teniente
mas delgado
en un verdadero conflicto
del hilo; pero
i
con-
como mas puede un ham-
briento que cien letrados, después de media docena de paseos por
sin
que
ni
ma mas En
el
demonios del infierno, unos ni otros viniesen en su ausilio, hasta que un emble-
puente, invocando a los santos del cielo
i
a los
cercano vino a iluminarlo.
mirando para tierra a ver si venia su prisionero i a la «O'Higgins» donde su comandante lo observaba, de repente como fulminado por un rayo, la vista de la tricolor flameando en la gallarda corbeta, le dio en la en realifrente como para decirle, «yo, yo soi quien te salvará», aquel volcan de
los paseos sobro
la dificultad,
i
i
dad, esa bandera, que a otros
cubrió con sus pliegues
al
lleva al sacrificio, en esta ocasión, apurado teniente para sacarlo de aquel
atolladero.
Con gusto
el
problema en la cabeza, sentía volcársele de pausado e inconsciente paseo so'^re el puente,
la solución del
corazón,
se convirtió
i
el
en dilijente
i
casi juvenil carrera.
Al divisar a Lautrop, que de bandera inglesa, de dos saltos
que
se habia
costado
el
el
tierra venia
en bote arbolado de
teniente se constituye en su falúa,
mantenido atracada a
la escala del vapor.
Llegado
contador acompañado de Lautrop, pide despejemos
cala para atracar su bote; pero
baba en esa operación, con
la
al
la es-
como la estratajema del teniente estrimayor inocencia del mundo, indico al
—
120
—
contador que atracase a su bote pasase por sobre espedito
el
mas
así era
reembarque.
Momento e inocente,
que
él,
i
crítico
para
el
que hacer cara tranquila hacia tun...,tun..., i ya
teniente, tenia
cuando adentro tenia uno que
le
se le salia por la boca.
El contador accedió,
i
junto con poner
el
pié en
el
bote,
cayó en
el garlito.
En ciales
i
la
baranda del vapor, escala
hasta
el
habia pasajeros,
puente,
i
mirando hacia ese lado
capitán, todos
ofi-
bote que iba
al
llegando.
Gomo turno
digo,
pa a ó
contador
el
i
trepó por
la
tocó su
escala; le
capitán Lautrop.
al
El teniente estaba a saltar sobre
niente que se
listo
le
i
agazapado, así cómo
el
Lautrop que pone pie en
su presa;
gato cuando va la
falúa,
mano
cuadra de frente afirmándole una
i
el te-
sobre su
hombro. El capitán se asusta de bra, el teniente,
con
la
la
brusquedad,
mano desocupada,
i
le
antes que articule pala-
muestra
lena que tremola cubriendo su embarcación,
i
le
la
bandera
dice:
chi-
— «Capitán,
— señor, es chilena», contesta capitán. — «¡Entonces reconocerá usted que está en chileno, en hago a usted mi prisionero»! — «¡Pero, señor, usted no tiene manera!» — «Así derecho motivo alguno para proceder de ¿conoce esta bandera?»
el
«Sí,
territorio
tai
i
virtud, lo
esta
ni
capitán, pero
yo
hago
ló
a usted
será,
mi prisionero».
— Pero, señor, yo voi prisionero bajo mi palabra de honor para presentarme en Lima. —Así señor capitán; pero yo nada tengo que ver con su será,
palabra de honor; al
i,
a
la
razón del fuerte, tuvo que ceder
i
sentarse
lado del teniente.
Mientras tanto, los curiosos del vapor se aglomeraban en
las
cercanías de la escala presenciando aquel incidente.
Una teniente,
vez sentado el
i
en seguridad
la presa,
bote se separó del costado
captain!»
el
teniente con toda picardía,
capitán del vapor
en sonora voz
le
dio
que fué escuchado con una carcajada por
los
descubriéndose, se dirijió
un «¡good by
i
a la voz de larga del
al
i
espectadores de esta escena.
El capitán Lautrop era un viejo pericia, constancia
i
i
esperto marino; gracias a su
condiciones de carácter, habla llegado a colocarse
— como comodoro en
mundo que
la
Compañía Sud-Americana de Vapore?,
lo conocía, lo
estimaba
Era un setentón, que
vado cia
le
i
de
—
121
el
i
todo
i
el
respetaba.
peso de
años
los
lo
tenia
ya encor-
hacia arrastrar los pies; su cara tostada por la inclemen-
los
mares, su rostro surcado de profundas
hacian
arrugas,
de
i
multiplicadas
un verdadero lobo de mar, que infundía
él
no sólo por sus años, sino por los sacrificios privaciones que ese atleta del mar debia liaber esperimentado en sus años de respeto,
i
servicios.
El bote estaba ya a medio camino de
«O'Higgins», bastante
la
dis-
que desde él no se apercibiesen de lo que él podia hacer; parece que aguardaba esta circunstancia para dar desahogo a tante del vapor, para
sus sentimientos.
Todo emocionado rodándosele una lágrima por su tostado
rostro,
i
se levanta del asiento,
teniente,
—
i
i
mano
estirando su
en voz conmovida
temblorosa, recibe
la del
le dice:
qué podré pagar lo que usted ha hecho conmigo! Su actuación, salvando mi palabra de honor comprome¡Teniente..., gracias, con
no
tida,
sólo
me
liberta
del cautiverio, sino
para llegar a mi hogar, donde en estos
deben
llorar
que
me
abre
el
momentos mi esposa
camino e hijas
por mi ostracismo.
El teniente, contajiado ron la emoción de aquel veterano capi"
«Tengo gran satisfacción en que haya sido a mí a desempeñar la delicada comisión de liber tar a usted; ella me ha proporcionado la oportunidad de hacerme grato a los ojos de un respetado i afamado marino. Su recuerdo i este apretón de manos, quedarán para siempre grabados en mi metan, le replica:
quien
le
tocase en suerte
moria».
Mientras tanto, ciente. se
el
paseaba en
el
capitán
con
Montt,
ceño duro e impa"
puente de su «O'Higgins», esperando
el
resultado de esta comisión, que a todas luces tenia que ser desagradable.
El teniente, revistiéndose de
la
mayor
indiferencia posible para
no revelar su contento, sube
al
ante su comandante,
«Sin novedad, comandante; aquí está
le dice:
puente
i,
cuadrándose militarmente el
capitán Lautrop».
— ¿Cómo, testa?
sin
novedad, dice Montt,
i
en qué quedó
la
pro-
— — Todo nó. I
se arregló
agachando
la
telégrafo de la
cabeza
i
retorciéndose
pasos mas,
i
lo orde-
a veloz
máquina, dio un «rin rin»
al
timbre, que fué la
marcha nos dirijimos a Arica para entregar
prisionero recatado.
el bigote, alio
apretando con nerviosi-
contestado por un zapateo de la hélice. «¡Estribor i
me
convenientemente, como usted
ra con cara sonriente, dio dos el
—
después de relatar la argucia de que se había valido para salir
del paso, Montt,
dad
122
caña!» «¡así!»
al
Almirante
el
ün estraojero que espone su vida por
En Perú
i
íica se
Chile
Abril del año 1879, cuando se declaró la guerra contra
Bolivia, la representación diplomática de Chile en
encontraba acéfala por
el
fallecimiento de
el
Norte-Amé
don Ignacio Zente-
no, nuestro Ministro acreditado ante aquella nación.
Don
Carlos R. Flindt, ciudadano americano
Grace Brothers tro
i
Cía.,
único representante
Como
la
i
jete de la casa de
cónsul de Chile en aquella metrópoli, era nuesoficial.
casa que representaba este caballero tenia
una sucursal
en Lima
i
mente
imposibilitaban para seguir desempeñando aquellas funcio-
lo
mantenía gandes
jiros comerciales
con
el
Perú, honrada-
nes; fué bastante hidalgo presentando su inmediata renuncia,
pudo en un principio haber trabajado hacia reses le favorecían. Pero al
mientras llegaba
la
el
cuando
lado en que sus inte-
mismo tiempo que envió
su renuncia
i
cancelación de su patente consular, buscó un chi-
leno a quien confiar las operaciones consulares,
sin
que por
esto el
señor Flindt dejase de mantener arbolado su escudo.
El chileno mas acreditado que encontró, fué don Abelardo Nú-
que por aquel entonces estaba en Nueva York. El señor Núñez no tuvo ningún inconveniente i, muí por el contrario, tratándose de su pais, se entregó de lleno, no sólo al desempeño consular, sino de todo aquello que fuese necesario para descubrir lo que el enemigo hiciese en esos centros comerciales, como compra ñez,
—
—
124
de armas, elementos de guerra, i cuanto condujese a mantener bien informado, no sólo a nuestro Gobierno, sino también al señor Francisco Valdes Vergara, nuestro ájente en i
entorpecer su tránsito por
el
Panamá, para
allí
dificultar
istmo.
El señor Núfiez, por mui buena voluntad que tuviese, no podia,
como
estranjero i menos como ájente chileno, andar por los buques, embarcaderos o fábricas de armas, averiguando los movimientos o
de armas que hiciese
adquisiciones
valerse de otras recursos.
enemigo,
el
i
menos podia
personas en un principio, por no poseer muchos
Sin embargo, a medida de
sus
fuerzas,
hacia cuanto
podia.
En la
este estado,
cuando ya
hostilidades se habían iniciado
las
guerra era un hecho conocido por todo
americano,
oficial retirado del ejército
mucho
leído
sobre Chile
i
el
de ese
i
mundo, un ciudadano pais que decia haber i
tener simpatías por nosotros, se presentó
voluntariamente a ofrecerle sus servicios en favor de nuestra causa e*i la
forma que fuese necesario. Don Abelardo, después de tomar
algunas averiguaciones sobre este voluntario, no tuvo inconveniente
en aceptar sus servicios.
Desde ese dia el señor James Me. Cutcheon, que este era su nombre, principió su misión, i a diario recorría los embarcaderos i buques con viaje a, Panamá. Gracias a sus dilijencias i avisos, se tuvo conocimiento de cuanto armamento pasó por
el
istmo con des-
tino al Perú.
El señor Me. Cutcheon permaneció
al
cargo de esta comisión
embarcó para Chile a bordo del buque «Santa Lucía», conduciendo un cargamento de armas. Desprendido ya de esta comisión, siguió como ájente viajero hasta que se
recorriendo cias del
le
la
costa entre
enemigo
Panamá
comunicárselas a
i
i
Valparaíso, para adquirir noti-
la
Escuadra;
i
para poder darse
a conocer de los oficiales que abordaban los vapores en que
teníamos
—
donga». De
por seña tal
i
contraseña
—
las palabras
manera, que cuando un
*
él iba,
Esmeralda», «Cova-
oficial oia la
palabra «Esme-
ralda» de algún pasajero, con coutestar «Covadonga», ya se ponían
en comunicación
i
se
cambiaban
las noticias,
por reservadas que
fuesen.
la
Cuando la escuadra enemiga quedó aniquilada i bloqueados mayor parte de sus puertos, la misión de Me. Cutcheon era casi
— nula a
por
flote,
que pidió
lo
125
— incorporase al Ejército, pira
se le
en forma reser-
poder, en tierra, seguir prestando sus servicios
vada.
segunda campaña a Moquegua, lo vemos figurar en las avanzadas, i un dia que se adelantó demasiado, fué tomado prisionero por los peruanos i llevado preso a Arequipa, donde se le sen-
En
la
tenció a muerte
cuestión seria, se
por espía. Pero como fusilar a un estranjero era le bajó a la costa i con busna custodia se le embar-
có en Quilca para conducirlo a Chancay e internarlo a
Lima para su
fusilamiento.
que la corbeta «O'Higgins» bloqueaba el puerto de Anmomentáneamente su bloqueo para seguir tras un vapor de la Compañía Inglesa, que se dirijia al puerto de Chancay, llegando juntamente con él al fondeadero. Se arrió una embarcación se mandó en ella un teniente para hacerle la visita de reconoci-
Un
dia
cón, dejó
i
miento.
Apenas del vapor
con
recibido por
llegó a cubierta el teniente, fué
capitán
el
reconoció en éste a uno de aquellos cuatro capitanes que
i
la letra inicial
bandera de
de sus apellidos formaban
Compañía
la
i
las cuatro letras
que con sus antipatías
se
de
la
demostraron
«ienipre adversos a la causa de Chile.
Ya de
con esto
el
teniente comprendió que poco o nada podria sacar
allí.
Salia de la oficina del contador
cuiíndo siente
que alguien
le
llama
meralda»; se miraron con inteligencia
después de revisar los papeles, la i
atención con la palabra «Es-
disimuladamente buscaron un
lugar donde poder hablar sin ser observados.
Cuando ya el
Me. Cutcheon, que era
se vieron sin testigos, el señor
pasajero que habia dado la seña, con voz
i
cara acontecida, dice
al teniente:
— Sálveme, señor, me llevan preso en Lima; los que
larme
do por
no
i
las
me
me
custodian, no
permiten
salir
me
por espía
i
me van
a fusilar
dejan dar un paso sin
viji-
de a bordo; a mas vengo recomenda.
autoridades peruanas
al
capitán para ayudar a mis cus-
todios.
No
atreviéndose
el
teniente a tomar resolución por
sí
subió al puente, para por medio de semáfora, comunicar a su
mismo,
coman
-
— ríante Montt, en la «O'Higgins»,
so por espía, para fusilarlo,
i
—
126
que a Me. Cutcheon
llevaban pre-
le
pedia lo salvásemos.
El teniente, tranquilamente principiaba a hacer sus señales,
cuando de repente
en voz imperiosa siente que alguien
i
que ese lugar no
detras: vea, oficial, bájese de ahí,
para
el
capitán del vapor.
Con tan brusca
e impertinente orden,
señales para ver quién lo trataba de esa
era
uno de
teniente paralizó sus
el
manera;
cuando vio que
i
esos cuatro famosos capitanes, también levantó
dándole por contestación un redondo «no quiero bajarme, cree capaz,
bájeme Ud.», siguió impertérrito con sus
niendo de su comandante Montt por contestación dio en otra ocasión en que
como
situación: «obre
el
mismo
la
i
el
gallo
si
Ud. se
i
señales, obte-
misma que
le
teniente se encontró en idéntica
sea conveniente».
La estratajema de que en al
dice por
le
es para L'd. sino
la
vez anterior se valió, de hacer pasar
preso por su bote cubierto por su bandera, no podia aplicarse en
este caso, en
que
la dificultad
estaba en
el
Sin embargo, cuando hai voluntad
de una empresa
nunca
difícil,
falta
buque mismo. i
en
decisión
un
ardid
de
bien
salir
que echar
mano.
Cuando
vapor estaba ya por
el
salir, el
teniente con su plan ya
formado, se embarca en su bote, arbola sus palos, pia de bordada
i
i
a la vela princi-
bordada a barloventar para llegar a su buque que
estaba a alguna distancia.
Cuando bote con
el
el
vapor levaba ancla
i
de su costado se desprendía
bote se arriaron en un segundo, se echaron abajo los palos
remo
el
preso bien custodiado llevándoselo a tierra, las velas del
se lanza
como
flecha tras el
bote que llevaba
al
preso
i
i
a todo
su co-
mitiva.
Llegado los custodios
al i
costado, lo detiene
i
lo aborda,
con gran sorpresa de
tripulantes.
El teniente, apoyado por su jente armada, se apersona a Me.
Cutcheon
i
haciéndose
el
enojado,
lo
apostrofa
i
trata
de espía
que iba a tomarlo preso, para sentenciarlo a bordo de una verga. nalla,
i
i
ca-
colgarlo
Me. Cutcheon, a su vez, protesta de este tratamiento i sacando papeles del bolsillo dice ser corresponsal del New York Herald i que
no acepta
ser
tomado
prisionero.
—
—
127
--«Corresponsal, o no corresponsal,
de dos segundos
A
lo
si
no quiere por bien, antes
trasbordaré por la fuerza».
no tuvo mas que obedecer. «O'Higgins» no se cruzó una palabra. En Me. Cutcheon parecía estar tomándole el peso a la escapada. Al llegar a bordo, sube el teniente i tras de él el prisionero, i esta orden
el tránsito hasta la
éste, al pisar la cubierta, se te,
detiene
descubriéndose respetuosamen-
i
sigue con la vista al teniente que en
el
puente da cuenta a su
co-
mandante del desempeño de su comisión. Cuando Me. Cutcheon se da cuenta que
el
teniente ha concluido
de dar su parte, levantando
al
Comandante
la
voz se dirije
i
le dice:
permítame, señor, que delante de Ud, délas gracias a ese joven oficial
serve
por haberme salvado muchos años».
El teniente, a su vez, tiene
que
d.ir las gracias,
le
la vida,
i
hago votos porque Dios
contestó, diciendo
que no
lo
con-
es a él a quien
sino a su jefe que se lo ordenó!
*
Avelino Rodríguez González Con
mismas palabras con que
las
cipiaba también su testamento
el
se
inicia este artículo, prin-
teniente 2.°
de Marina de ese
no. ubre.
Cualquiera persona que lo lea a esto joven, podría
de fanfarrón; pero
podemos
con justicia
los
que
lo
i
que no haya conocido a fondo
calificarlo
de ridículo
conocimos de cerca
i
quizas hasta
i
en
la
intimidad,
que en esas pocas palabras se pinta de cuerpo entero. Avelino Rodríguez; era un espléndido muchacho, buen compañero mejor hijo; de temperamento amistoso, carácter tranquilo i patriota, como creo habrá pocos; tratándose de Chile o de la patria, decir
i
era
hombre
agua; perdía por completo su serenidad, era
al
se le aplicase
una máquina
loco de júbilo, rra al suelo
que
i
saltaba
i
eléctrica;
gritaba
como un
hacia cuanta niñada se
como
si
con buenas noticias, se volvía
las noticias fuesen adversas; habia
chiquillo, arrojaba su go-
Pero cuidado con que hacerse a un lado de su
le
ocurría.
camino.
Al hacer su patriótico testamento en víspera de grandes acontecimientos, parece
que
él
no
sólo presajiaba, sino
que tenia
tima convicción de que debia sacrificarse por su patria. C,
DI
M
M. Cb.
'.'
la ín-
—
—
130
La primera fué en
la
vez que tuvo que desempeñar comisiones difíciles, toma de Pisagua. A cargo de un bote de la «O'Higgins»,
fué uno de los primeros en llegar a tierra con
cuando cerca de
i
playa la lluvia de balas enemigas sembraba su
la
cuando su tripulación empezaba a Maguardia marina Rodríguez sacaba de bandera del bote con su asta i levantándola en una
bote de muertos
heridos,
i
i
quear en ánimos, entonces su quicio la
mano, mientras con laba a los
primer continjente,
el
soldados
empuñaba
la otra i
el
la
espada, peroraba
a sus tripulantes con su entusiasmo
i
i
estimu-
valentía.
El dia 12 de Enero de 1881, cuando nuestro Ejército se movia
de Lurin para
ir
a arrebatar
al
enemigo
el
atrincheramiento que
nos ponia como valla para impedirnos llegar a Lima, Rodríguez,
que desde a bordo veia interminable ser
fila
desfilar
de cañones
i
son de marchas triunfales esa
al
soldados, habría
dado un mundo por
también uno de aquellos soldados.
En
la
noche, cuando a la Escuadra
le llegó
su turno de dejar
tomar colocación frente al migo, ya Rodríguez no pudo mas, i en un arranque permiso al Comandante don Luis A. Castillo, pasó Almirante Riveros, que arbolaba su insignia en el el
fondeadero para
ir
flanco del ene-
a
nervioso, pidió a hablar con el
«Blanco Enca-
— —
¿Puede dirijiéndose a su jefe, le dijo: cámara mi Almirante, oirme dos palabras? Riveros, que tenia estimación por Rodríguez, le contestó: ¿Qué se le ofrece, teniente? Señor: los grandes acontecimientos que en estos dias van a desarrollarse harán llegar a su término la guerra, i yo siento pena por no haber lada»; entró a la
i
—
—
hecho nada, deseo hacer algo'i vengo a pedir a usted me dé la oportunidad. Pero hombre, ¿qué quiere que le dé cuando ya todo está en movimiento? Rodríguez, en tono suplicante, le pidió la lancha
—
—
con una ametralladora para
ir
a batir desde
la
playa
i
de cerca
el
flanco del enemigo.
Riveros, ante tan se,
i
patriótico
i
valeroso pedido, no
Rodríguez, saltando de gusto, salió de
su camino con
el
la
pudo negar-
cámara, topándose en
aspirante Luis A. Molina, a quien
le dijo:
— «Ma-
ñana temprano, en la lancha voi a cañonear al enemigo desde la playa, ¿quiero usted acompañarme?» — Molina no pudo negarse, i después de haber aceptado, fué donde sus compañeros i les dijo:
—
;<Estoi frito; el loco
barbas
del
enemigo».
Rodríguez
me
va a llevar en
la
lancha a las
— Son
4.40 de
las
querer dar paso
asomando
la
131
madrugada,
— la
oscuridad de
la
noche parece
primer albor del crepúsculo matutino, que viene
al
tras la cordillera
de
los
Andes.
La silueta del cordón de cerros que arranca de la playa con el pasa por sobre el montículo Santa Teresa, para morro del Fraile morir en el cerro de San Juan, apenas se percibía tras brumosa i
calima que
cubría cual tenue
la
i
finísimo velo.
El silencio es profundo, no se siente ruido alguno que revele
que en un momento mas, aquel tranquilo desierto se verá convertido en un tremendo escenario, donde miles de hombres se disputarán
la
vida cuerpo a cuerpo. esas colinas
tras
Allí,
i
en poderosos atrincheramientos, hai
hombres que, arma al brazo, esperan a los veintitrés mil chilenos, que desde Lurin i a pecho descubierto, atraviesan la pampa para encumbrarse por los faldeos de esos cerros i arrebatar al enemigo su escondida madriguera. Las columnas de nuestros batallones, desplegadas en línea de estiradas cual serpiente movediza, jadeantes cansadas, combate avanzan rápidas a paso firme, para cuanto antes cumplir la consigna hacer sentir de cerca al enemigo el peso de nuestras armas. El momento supremo se aproxima; pero aun parece faltar algo mas que avanzar, cuando de súbito la luz del día, que paso a paso treinta mil
i
i
i
i
.
viene subiendo tras descorriendo
el
telón
la cordillera,
nos lanza
el
primer rayo de
bocas de fuego, que coronan las colinas
las treinta mil
lleantes luminaria
i
luz,
i
de aquel escenario, de un solo golpe enciende
vomitan muerte
i
como
cente-
esterminio, pretendiendo dete-
ímpetu empuje de nuestros soldados. La Escuadra, que permanecía a la espectativa, se aproxima también i principia a tomar parte en esa función, hasta que señales de tierra le ordenan no seguir, para no dañar a los nuestros. La lancha con ametralladora de Aveliuo Rodríguez, esa sí que desde cerca, en la playa, hacia un nutrido i mortífero fuego; concluye una tras otra sus cajas de municiones, con el aplauso de todo ner
el
el
mundo
i
i
con
Aveliuo, en
la la
mas amplia aprobación de mar, fué
el
héroe de eee
dia.
su viejo Almirante.
—
132
—
El Ejército peruano, que las bayonetas chilenas barrieran de las líneas
de San Juan, se replegó tras
donde
trincheras de Miraflores,
los
formidables bastiones
i
poderosos refuerzos de las
recibió
reservas de la capital.
La intervención oficiosa del Cuerpo Diplomático de Lima, coneme Baquedano detuviese su marcha i el despliegue de su Ejército para celebrar un armisticio, precursor, según decian ellos, de un próximo arreglo de paz. El Ejército chileno quedó en mui malas condiciones; sólo la a 3. División alcanzó a desplegarse frente al ala derecha del enemigo apoyando su ala izquierda en la barranca de la costa su derecha siguió
i
en
camino de Barrancos.
el
La rretera,
a
columna de marcha, hacia alto en esta cahaciendo martillo con la 3. a La 2. a quedaba bastante dis1.
División, en
.
tante por la derecha
i
a retaguardia.
Los ejércitos estaban cara a cara i a tan corta distancia, que a simple vista podían observarse los movimientos personales.
la
La Escuadra, recelosa de esta situación, se mantenía sobre sus i mui inmediata a la costa; los cabos de cañón, con la rabiza
fuegos
en
mano, tenían todo preparado para actuar incontinente en caso
la
necesario.
La
situación era por
demás
podríamos decir con pro-
delicada,
piedad, que la espada de Damocles pendía
allí
de un pelo para
decidir la suerte de dos naciones.
Al medio
dia,
Baquedano con su Estado Mayor
i
tremolando
su gran insignia con las letras, también grandes, de E. M. rría el •
campo
Un
J.,
reco-
entre las líneas de los dos ejércitos.
susurro sordo de desaprobación se hacia sentir por aquella
imprudencia, que podría ser hasta provocadora. Casi con llegar
Baquedano por aquel campo
peligroso, de aspi-
enemigas salieron unos cuantos tiros, que fueron la chispa que encendió en unos pocos segundos el reguero de pólvora de las dos líneas de combatientes, precipitándose con esa imprudencia un
lleras
combate desprevenido la férrea resistencia 1.
a
hizo bajo
de
i
en pésimas condiciones; que
la 3. a
División
un nutrido fuego, quizas
el
i
el
si
no
es
por
rápido despliegue que la
platillo
habria cargado del lado adverso a nuestra causa.
de
la
balanza se
— Felizmente, a la caída de
—
133
la tarde,
nuestros valientes ya habían
nuevamente barrido al enemigo, para armar pabellones en sitio de donde salió el primer dardo que rompió la buena
el
mismo
fe del ar-
misticio.
La escuadra, con su pronta eficaz ayuda, contribuyó de una manera especial a mantener al fiel la aguja de la balanza, mientras sus compañeros de tierra, con su decidido valor i empuje, resolvían qué platillo debia primar, hasta que el iris de la tarde, con los colores de nuestra bandera proyectados sobre el nuevo campamento, cual enseña de victoria, regocijó a los que habían peleado por ella i cerró los ojos de tantos otros que allí rindieron su vida. Uno de los cañones de la Escuadra que mas trabajó se distinguió por su rapidez certeza de los disparos, fué una colisa de 6 pulgadas, que el «Blanco» montaba en su castillo que era manejada por el teniente Rodríguez, acompañado por el aspirante Emilio Garin i
i
i
i
i
condestable Vargas.
Cuando
se hizo alto el fuego, por conclusión del combate, el te-
niente Rodríguez avisa que
ha quedado cargada pide autocontesta que nó i que se le estraiga el
la colisa
rización para dispararla. Se le
i
proyectil.
Gomo el
saquete
el i,
cañón era de retrocarga,
para sacar
po, se le introduce
el
la
se le abre la culata, se le estrae
granada, que estaba con espoleta de tiem-
atador por la boca,
comprimiéndolo sobre
cabeza del proyectil; pero como éste no aflojaba,
dor
mas
le
da un golpe, a
fuerte
recibe
el
que
le
proyectil,
Cirilo Didier,
lo
des i
i
la
individuo carga-
que Rodríguez le dice: «Bárbaro, un poco nos matas a todos». El sirviente trasero
apenas
lo
tiene
que estaba de mirón,
en los brazos,
grita
está encendida la espoleta!» ¡Al agua! lo
el
el
injeniero
todo asustado: «¡Ghirrea,
ordena Rodríguez;
levanta para arrojarlo, cuando una tremenda
el
individuo
esplosion deja
un
montón de muertos i heridos. Rodríguez salió mortalmente herido con un casco en la cabeza; Vargas, también mui grave en la cabeza; Garin, que estaba próximo al individuo de la granada, de pies a ca-
beza quedó inundado con
el
cerebro de aquel hombre, que se
le
vació
completamente.
Garin corre hacia popa, hasta que dia-marina Fuentes lo detienen, lo tranquilizan.
i
el
comandante
limpiándole
la
Castillo
i
guar-
cara con su pañuelo,
—
—
134
combate a bordo del «Blanco» no mido ser mas espeluznante i conmovedora: una docena de buenos servidores menos, por la miserable economía de un proyectil. Al dia siguiente, los médicos rodean el lecho del infortunado Rodríguez, para hacerle un prolijo reconocimiento de la heric'a i ver si pueden salvarlo. Cuando van a aplicarle cloroformo, Rodríguez, que aun estaba en su conocimiento, se incorpora en la cama, enojándose con las médicos por la aplicación del cloroformo. «¿Qué es eso?» les dice; no soi mujer, metan su fierro, aquí tienen la herida. Pero como no era posible cometer esa crueldad, sorpresivamente lo adorme-
La conclusión
del
cieron.
Scherbakoff,
de salvarlo,
lloró
médico de cabecera, cuando vio
como un niño por
la
la
imposibilidad
pérdida de su compañero
i
amigo.
Cuando en
tierra
muere alguna personalidad,
el
templo que
!o
recibe para hacerle sus honras, gasta lujo de ornamentación [tara dar
mayor solemnidad. Ricos tapices cubren su ocultan los adornos que puedan perturbar
a ese acto la
suelo, negros
cortinajes
el
aspecto de
seriedad que se persigue con esos preparativos. T
l
n empinado catafalco recibe
con profusión de
cirios
i
la
caja mortuoria que, rodeada
cubierta de riquísimas coronas, ostenta en
nombres de tantas personas que al dia siguiente con avidez buscan en el diario la lista que el cronista recoje, uno por vistosos .letreros los
uno,,
para satisfacer esa vanidad.
las naves de deudos i acompañantes en rigurosa tenida de duelo. Numerosos coros, en armonía con el órgano, hacen temblar el aire con sus cánticos sagrados. Todo ese lujo ostentación no pasa de ser vanidad mundana;
Llénanse
i
todo aquel jentío
cumplir un deber
que rodea social;
el
catafalco va por curiosidad o por
pocos son los que llevan
la
pena en
el co-
razón.
Los funerales de Rodríguez no revistieron esa grandeza; pero en cambio, se hicieron con la grandeza de la sinceridad i del verdadero sentimiento.
I3ñ
Al día siguiente de su muerte, se preparó una solemne misa de
réquiem, a
que concurrieron marinería
la
i
oficiales
de todos
los bu-
ques; querían tributar a ese héroe su último homenaje.
Ese templo
mas mas
tapiz
(pie el
techo que
el
para Avelino, no tenia no habia meció en su juventud, firmamento, donde encontró el rumbo del he-
improvisado
flotante,
mar que
lo
i
roísmo.
La co,
caja mortuoria siempre se hace descausar en
para cubrirla de coronas
i
Avelino no tenia mas catafalco que
no tenia mas incienso que la patria,
i
el
por única corona
de la
un
alto catafal-
perfumarla con incienso santo; aquí la
la cubierta
que
lo recibió al caer;
pólvora gastada en holocausto de
rama de
laurel
que
él
mismo
se con-
quistó con su heroísmo.
¿En qué templo mas grandioso podía hncércele honras a un soldado que buscaba la muerte por servir a su patria? ¿En qué templo habría juntado mas compañeros que los que, con todo recojimiento
i
sinceridad, iban
allí
a orar en el
mismo
lugar
en que rindió su vida? se le habría arriado la bandera (pie lo vio moque ahora bajaba para cubrirlo con sus pliegues? sincero adiós de Si Avelino viese desde donde está, el relijioso compañeros, de seguro que estaría contento de haber muerto en
¿En qué templo
rir
i
i
los el
campo
del honor.
Cuando
la
misa principió,
la cubierta
estrecha para tanto
era
oyente; todas las oficialidades rodeaban a su viejo
Almirante,
pulación estaba formada en estrechas columnas, con sus armas
la trilistas
para rendirlas. Parecía que todo ese grupo de valientes estaban embebidos en el mismo i triste pensamiento: la pérdida i despedida de
un querido compañero. Suena caerá todo
corneta con su estridente toque, hace
la
campanilla,
i
el
mundo
rodillas,
de
la
descubrirse
i
presentar armas al
Santísimo.
Los oficiales apoyan la frente en el puño de sus espadas, la mayor parte pretenden ocultar las lágrimas que inundan sus ojos i riegan con ellas, cual agua bendita, el último cariño que dedican a i
su compañero.
—
—
136
Todos esos corazones palpitan
al
mismo diapasón parece que momentos llega a la Eucai
todos pidiesen al Santísimo que en esos ristía, se lleve al
El silencio es llo
del
agua,
al
alma de ese compañero. profundo, no se siente mas que
descanso
el
flancos blindados
besar los
arru-
el
de ese catafalco
flo-
tante.
manos
La
hostia cruje en las
Do
improviso, cual tiro
del sacerdote.
suena
escapado,
que en cumplimiento de su consigna,
grita:
centinela,
voz del
la
¡Bote a bordo, cabo de.
guardia! El teniente Leoncio Valenzuela, que es
el
de servicio, va al
portalón a recibirlo.
Es un alférez de Ejército, del 3.° de línea; es un oficial en traje de campaña, barba crecida rostro tostado; viene de Lurin, atravei
sando sobre por
la
lacio
las líneas
plaza de
de Chorrillos
i
Miraflores,
Lima para saludar su bandera,
i
después de pasar
arbolada, en
el
de los Virreyes, viene ahora a bordo a dar un abrazo de
citación a su
querido hermano,
por
el
triunfo
pafeli-
de las armas de
Chile.
El oficial parece risueño, contento,
entrando por
el
i
de dos saltos sube
portalón. -Al ver a Valenzuela descubierto
nidad del momento en que
llega,
cambia de fisonomía
i
i
la escala la
solem-
hablando en
voz baja dice a Valenzuela: Vengo a dar un abrazo a mi hermano. Valenzuela no pudo contestar; pero, con la mirada i el silencio, Juan
Agustín comprende que, en lugar de dar a su hermano un abrazo de felicitación,
habia llegado
i
alcanzado por casualidad a darle
el
abra-
zo de la eterna despedida.
Querido Avelino, permitid que con estas líneas sacuda el polque cubre las hazañas de tus últimos dias, para que vo tus amigos compañeros dediquen unos cuantos minutos a tu medel olvido i
moria.
Testamento del teniente Avelino Rodríguez González
TESTAMENTO
A
bordo de
1879.— A
En
las 7
la
de
(* Q. E. P.
«O'Higgins», en
corbeta
D.)
la
mar, Octubre 3 de
noche.
la
nombre de Dios Todopoderoso, yo, Avelino Rodríguez la Armada de la República de Chile, hijo lejítimo de don Agustín Rodríguez B. i de doña Teresa González, mayor de edad i en entera posesión de sus facultades, declara que es ciudadano chileno en el servicio activo de la Armada, católico el
González, guardia-marina de
i
apostólico chileno,
previsión del fin
ataque a
i
que
dicta
disposiciones en
estas sus últimas
mas o menos desgraciado que
le
pueda caber en
el
i escuadra peruana abrigada bajo sus forEscuadra chilena de operaciones debe acometer en la madrugada de mañana. A mas, ha creído salvar con este documento
talezas,
la
la
que
plaza de Arica la
tranquilidad de su conciencia, tanto en lo que
ciones sagradas de la familia,
amistad
i
como a
las
que
mira a las obliga-
se relacionan
Declaro en este acto solemne, que creo en Dios uno
amo entrañablemente cia
con
la
los intereses pecuniarios.
de su buena causa por la cual
guerra con -el Perú
i
i
trino,
a mi Patria, que tengo conciencia de
Bolivia,
ella se
que
la justi-
encuentra actualmente en
que confío en
el
buen
éxito de la con-
— tienda,
me
que
creo
feliz
—
138
orgulloso con derramar mi sangre por
i
asegurar su autonomía de nación, que
le
deseo
mas
el
brillante por-
que tengo confianza en sus destinos, pues espero que Dios lia de concederle a sus hijos todas las grandes cualidades que enaltecen a los buenos ciudadanos hacen felices a los pueblos, i, por último, que me halaga la fundada esperanza que en el dia de mañana, Chile ha de obtener una de las victorias mas espléndidas que se rejistrarán en los anales de su ilustre historia que la .Marina Nacional se ha de cubrir de gloria en tan memorable jornada. Declaro, con la mano puesta en el corazón, que durante toda mi vida le he profesado el mas solícito abnegado cariño a mi familia i que mi único afán mas empeñado anhelo ha sido contribuir a su venir,
i
i
i
i
bienestar Si
i
felicidad.
muero, muero con
sentimiento de no haber hecho todo lo
el
pues reconozco en mis queridos
posible por habérselos asegurado,
padres
a los
modelos mas acabados de amor, de ternura, solicitud
abnegación, debiéndoles en este sentido mi
mas
espresiva
comodidad atenincorporación en la Marina les
gratitud por los inmensos sacrificios de bienestar,
que mi educación de marino ha demandado.
ción
e
i
i
eterna i
A
mi hermano José Agustín le ruego se empeñe por consolar a hacerles mas soportable llevadera mi muerte, por medio de un trabajo honrado laborioso, una honradez acrisolada una mis padres
i
i
i
i
ilimitada adhesión a nuestra pobre
A
mis hermanas Fortunata
dos llenos del mas afectuoso les
deseo tranquilidad
i
i
i
desgraciada familia.
María Teresa,
les
dejo mil recuer-
vivo cariño. Les pido sus oraciones
i
i
ventura en esta vida, para que sean las inse-
parables compañeras de mi pobre mamita.
A mi hermano
Custodio
sejo sean juiciosos, estudiosos
sirvan de sosten
A
i
amparo a
sebrino
i
i
Armando
Olavarría, les acon-
honrados para que dentro de poco
le
la familia.
mis parientes, que reciban mi mas sentido adiós
i
me
recuer-
den en sus oraciones, aun cuando mas no sea por otro título que por el buen deseo que siempre me animó de contribuir a su bienestar i tranquilidad.
A
mi querida Victoria Sepúlveda, que divida mi último suspiro
con mis padres, en recuerdo del cariño que mutuamente nos pro-
— rogándole
Pesamos,
—
13i>
conforme con mi pérdida
se
i
olvide mi me-
moria.
A
todos mis amigos
i
compañeros, mi último saludo
sión del vivo anhelo que tengo de verlos grandes, felices
i
expre-
la
i
útiles a la
Marina Nacional, tuvo engrandecimiento i esplendor deseo mas que nadie. Habiéndome despedido ya de mi familia, amigos compañeros, declaro con sinceridad que no rae reprocho de haberlo hecho mal a Patria, sobre todo a la
i
hijo,
mi vida fué tratar un buen amigo, un buen compañero un ino-
De
todos modos, pido mil perdones por los dichos o
nadie, pues siempre la regla de conducta de toda
de ser un buen
fensivo prójimo.
i
hechos con que hubiese inferido agravio o perjuicio a tercero.
DISPOSICIONES Dejo en primer lugar a mis ancianos queridos padres, mi cuerdo la evocación de mi último suspiro. i
re-
i
Nombro to Silva
mis amigos
a
i
compañeros Carlos M. Herrera
i
Alber-
Palma, ejecutores de estas mis últimas disposiciones, cuyo
cumplimiento
en nombre de
les suplico
la
antigua
i
no interrumpida
amistad que en vida nos ligaba. Si
muero, muero con
deber, tanto por
amor
la satisfacción
por legarle a mi familia un nombre puro Por,
fin,
llono de fe
i
esperanza en
despido de mis queridos padres ternura de mi corazón
de caer cumpliendo con mi
a mi Patria, por mi satisfacción personal,
i
les
i
i
la
como
mancha.
sin
misericordia divina, rae
hermanos,
los
deseo conformidad
abrazo con toda
la
resignación por los
i
implacables fallos del Eterno. Si la Patria
ha exijido mi
vida,
para hacer respetar su integridad
i
es
porque
soberanía.
era
ella
necesaria
Repito una vez
mas
que me considero muí feliz i orgulloso con ese pequeño sacrificio i QUE CONFÍO EN QUE EA PATRIA HA DE SER BASTANTE MAGNÁNIMA I .ÍENEBOSA PARA APRESURARSE A SUBVENIR A SUS APREMIANTES NECESIDADES.
Muero creyendo en Dios e invocando su nombre Avelino Rodríguez González.
querida Patria.
i
el
de nuestra
—
—
140
— Un abrazo entusiasta una ardorosa a de corbeta «O'Higgins».— Avelino Rodríguez González. — Bicardo Ekers, l
n otrosí.
felicitación
i
los gloriosos sobrevivientes
la
testigo.
Cumplida
ejecución de
la
estas disposiciones,
ruego a mis examigos Herrera i Silva Palma, se dignen hacer llegar este documento al poder de mis padres.— Avelino Rodríguez Goncelentes
zález.
Haber dejado
oculto o guardado en
habría sido robarle a la historia de
la
un cajón este documento, Marina Nacional una de sus
principales pajinas.
Cada palabra, cada
frase,
suena tan pura, como salida del mas
fino cristal.
Desde
el
pensamiento:
principio hasta
el fin,
no
se siente ahí
mas que un
solo
la Patria.
Sus queridos padres, hermanas i familia, apreciando en lo que valían sus condiciones morales afectuosas, le hacían un dulce i
hogar.
Su prometida, esperando
el desenlace de los acontecimientos, su corazón abiertos tenia para brindarle el mas puro hacerlo un dichoso esposo.
sus brazos
amor
i
i
Sus compañeros i
sincera amistad,
le
i
la
Marina toda, donde era conocida su franca el compañero predilecto.
hacían
Inteligente, estudioso, ilustrado, ¡qué condiciones mas esplendí das tenia a su disposición para hacerse un porvenir feliz! ¡Qué puñado de semillas escojidas para sembrar con fruto en el amplio horizonte de su vida i conquistarse una espléndida posición
donde poder
servir a su Patria
i
ayudar a sus queridos padres, que
era su principal anhelo!
Todo
esto él lo veía,
había acariciado
el
i
ya en
sendero que
lo
lo
que llevaba corrido de conduciría
al final
la vida,
de sus espe-
ranzas.
Nada parecía que pudiese venir a perturbar el rumbo trazado de sus justas aspiraciones. Pero el dia en que la Patria tocó los clarines de guerra llamando a sus hijos para defender su honra, el teniente Rodríguez, dejando a un lado todos esos halagos, no se contentó con formar en primera fila, como lo hizo todo chileno, sino que fué aun mas allá,
— buscando siempre
como
Patria, o
-
puesto del peligro donde rendir
el
él lo
141
llama en su testamento,
la
vida por su
hacer esc pequeño
sa-
crificio.
El heroísmo, jenerahnente, es un acto que se ejecuta sin preme-
que viene de súbito o que se desarrolla paulatinamente, a medida que se van presentando los acontecimientos; pero en el caso de Avelino Rodríguez, no vino de una ni otra manera; en él era innato, lo dijo en su testamento, lo hizo cada vez que se le presentó la oportunidad, cuando esta no estaba cerca de él, la buscaba, la ditación,
i
heroísmo en ese hombre estaba en su alma. Preguntad a cuantos le conocieron, os aseguro que no habrá uno solo que no le haya reconocido esta condición. pedia;
el
i
De tal manera, que todos sus mismo fin, de rendir su vida por la
vinieron convergentes
actos Patria,
tal
como
lo
al
habia pro-
metido. I al
disponer Avelino con tanta lijereza de su vida, cuando
indispensable paraTustentár
i
aliviar a sus padres
en
la vejez,
lo
era
¿qué
bienes de fortuna tenia para proceder de esta manera?
Absolutamente ninguno, en su testamento lo único que pide que la Nación, en recompensa de ese sacrificio, vele por su fai
es
milia.
Cualquiera que se haya impuesto de los importantes servicios prestados
por este
habría sabido
oficial
cumplir
lo
hasta
sucumbir,
que
único
creería
que
Nación
la
héroe pedia en su
este
testa-
mento. ¡Equivocación! [Gran equivocación!
La ingratitud
i
el
desden con que se ha tratado este asunto, son
tan grandes e injustos, que mi
pluma
se resiste a aplicar aquí el vo-
cablo que debía darle: no quiero ser yo quien lo diga; se
pluma de
la
única heredera de Avelino, espresado en
lo
dejo a la
la carta
que va
en seguida:
«Curicó, Agosto 14 de 1908.
go la
— Mi respetado
señor:
gran satisfacción de leer
blemente dedica a lino.
la
— Señor
Alberto Silva P.
En El Mercurio el
del
— Santia-
domingo último tuve
importante artículo que Cd. tan no-
memoria de mi
inolvidable
hermano Ave-
—
142
—
Aseguro a Ud., señor, que todos esos recuerdos han llenado de emoción mi alma, jamas olvidaré, ni me cansaré de agradecérselos a Ud. Adjunto me permito incluirle el testamento orijinal, i por él puede ver que Avelino nombró ejecutores de sus disposiciones a don i
Carlos Herrera
i
a
[Jd.
Antes de ahora, jamas quise molestara Ud. con
el
encargo pos-
tumo de mi hermano; pero ya que deUd. ha nacido renovar sus cuerdos, por
la
amistad que se tuvieron,
i
re-
teniendo presente que sus
amistades e influjos pudieran hacer algo por
mejorar mi precaria
situación, le ruego encarecidamente consiga se
me aumente
tepío de
S
17
para calzado
que actualmente gozo,
me
i
de Ud. respetuosa
Bien
triste es la
nombrarme
monni
alcanza.
Repitiéndome su mui agradecida, por sus bondades soi
el
como Ud. comprenderá,
i
S.
S.=M.
i
molestias,
Teresa Rodríguez»,
misión que Avelino
me da
en su testamento:
ejecutor.
¿I qué voi a ejecutar para aliviar la situación de sus herederos, cuando no deja mas que deudas? Si fuese egoísta i mal compañero, con quedarme callado i no hacer caso, todo quedaría concluido; pero un deber de conciencia me manda otra cosa, ese mandato me obliga a acercarme a un amigo i pedirle me permita apoyarme en su brazo ayudado de mi bastón, Hogar hasta el congreso i, golpeando a sus puertas, pedir oigan la súplica de un inválido que casi a la rastra viene a implorar justicia para la única heredera del heroico compañero, que rindió su vida en la creencia de que su patria velaría por el porvenir de los sui
i
yos.
Buques viejos de En La Union viejos de
la
del Miércoles
Armada», entre
11,
la
bajo
el
Armada de «Los buques
título
otras cusas, se dice lo siguiente:
mucho que
«Cabalmente, pienso que por ese lado no hai
per-
pues en realidad, esas dos corbetas, como glorias, valen bien poco. Ustedes recordarán que hicieron la campaña bajo las órdenes der,
que mandaba la Chacabuco», del capitán Montt, que mandaba la «O'Iliggins». Los marinos de aquel tiempo esperaban mucho de esos dos buques, porque eran los mejores, después
del capitán Viel,
de
los blindados,
tocó la mala
i
<
por su armamento
i
por su rápido andar; pero les
que siempre llegaban atrasados
suerte de
i
nunca
se
encontraron en acción de guerra de mediana importancia.»
El señor que ha escrito do, trata
el
artículo a
que nos estamos
a aquellas pobres corbetas, «O'Iliggins»
a sus comandantes Viel
i
Montt, con
tant?, lijereza
i
refirien-
«Chacabuco»,
i
falta
i
do verdad,
que uno que estuvo en ellas sirvió bajo las órdenes de esos comandantes, no puede permitir ni dejar pasar desapercibidos cargos tan i
injustos.
En
tísimos, que
esta vida, la suerte a
veces
la
i
la
fortuna son factores importan-
preparación, los elementos
i
cuanto se aeu-
— mulé con
el fin
144
—
de llegar a un objetivo determinado, es nulo cuando
aquéllas vienen en su contra.
Tanto en holgazanería,
mui
difícil
la suerte
no
los
poder hacer llegar a
de obstáculos El
guerra como en
la
si
la
paz, en el trabajo
acompaña para
la
como en
la
llegar al triunfo, es
meta con fortuna
carro cargado
el
de jettatura.
i
señor articulista dice: «que estas corbetas tuvieron la mala
suerte de llegar siempre atrasadas
i
que nunca
se
encontaron en
acción de guerra de importancia.»
Es
efectivo
que
corbetas
estas
no encontraron
Condell, de medirse cuerpo a cuerpo con
la
la
suerte de
«Independencia»,
i
en
unas cuantas horas llenarse de gloria i de prestijio guerrero; pero eso no quita que esos comandantes hubiesen hecho otro tanto, ni que siempre buscaron la oportunidad de hacer una obra como la de su compañero Condell.
no pudieron medir de cerca sus armas con que soportar con resignación dos años de privaciones, vijilias i bloqueos, que si bien no son actos gloriosos como el de la «Covadonga», en cambio son buenos servicios que no pueden mirarse con el menosprecio que lo hace el señor articulista. Respecto a que estos buques siempre llegaron atrasados i nunPero en cambio,
el
si
enemigo, tuvieron
ca se encontraron en acción de guerra de importancia, voi a hacerle
ver que está en un completo error. El 8 de Octubre de 187U, antes de amanecer,
co
«Covadonga»
Encalada»,
saron allá en
la
oscuridad
i
i
el
blindado «Blan-
«Matías», frente a Antofagasta, divi-
entre brumas, dos bultos echando hu-
mo. Pronto fueron reconocidos: eran ellos, a
La
el
«Huáscar»
i
la
«Union»;
su vez, también reconocieron a sus enemigos.
que componían el mucho humo, como para demostrar a los enemigos que iban dando todo su andar; pero lo que realmente estaban haciendo, era empaquetando presión dando tiempo para que viniese el dia, a fin de que la división Latorre, compuesta del «Cochrane», «O'Higgins» i «Loa», que 30 millas al oeste de Punta Angamos esperaba la venida de los enemigos que, según los avisos, debían venir del sur, pudiese división Ri veros, que así llamaremos a la
«Blanco», «Covadonga»
i
llegar a tiempo.
i
«Matías», principió a echar también
—
—
145
Los enemigos, desde que divisaron a Riveros, principiaron a manteniéndose a cierta distancia i sosteniéndola, como
tantearlo,
que fuesen
ellos los
que consultasen
Mientras tanto, Riveros
taban
la
brida
no llegase
i
la situación.
todos los suyos, impacientes aguan-
i
procuraban no hacer sonar
las
espuelas hasta que
la ocasión.
La aurora
principia
a clarear, los enemigos parecen
reírse,
i
van descansadamente.
Como por
a las 5.30 A. M., cuando ya
se.
NO., se divisa un humo, otro
allá al
Grau se da ahora cuenta de que estaba metido. Principia
la carrera
i
destaca bien otro
el
horizonte,
la
trampa en
humo.
la estratajema
de
i
todos clavan a todo lo que dan sus cabal-
gaduras.
Grau, con su «Huáscar» Riveros
le
sigue de atrás,
que se le La mañana era
zarlo antes
i i
«Union», costea
va recto
i
al norte.
Latorre aguijonea para llegar a cru-
pase.
preciosa, calma absoluta, la mar tan tranquila, que en su superficie no se veia una arruga, tersa cual un terciopelo. Los buques poco a poco estrechaban su distancia, sus arietes, cubiertos por montañas de espumosa agua, revelaban la potencia que miles de caballos interiormente iban desarrollando para mover sus máquinas i revolcar con rabia en el agua esas hélices empeña-
das en hacer llegar cuanto antes a su término
barco que impul-
el
saban.
•Con
los
honores de ordenanza, para afianzar
de esos gladiadores, sión,
del
ordena izar
se
los pabellones;
la
nacionalidad
pero en esta oca-
en que en pocos momentos mas iba a pelearse por el dominio i en que se tenia que decidir de la suerte de dos naciones,
mar
ese acto revestía escepcional alcance.
Todo tos
de
patria,
la
el
mundo
corneta,
de
pié,
ana voz oculta que
estoi colocada
en
descubierto
i
mas que oyendo los acenemblema de la
parecía que oía de aquel querido
alto
que no permitáis que
le
hablaba dentro de su corazón: «Aquí
para ver que cumpláis con vuestro deber, se
me
baje,
como
lo
i
supieron hacer vuestros
Compañeros en Iquique.»
C.
DBLA M. Ch.
10
-
—
146
El círculo se va estrechando rápidamente. rre,
«O'Higgins» tiene
la
mente,
el
lado norte,
lado sur; la «O'Higgins» va
el
rumbo que
norte en su
primero
el
En
la división Lato-
«Cochrane», paralela-
un poco mas inclinada
al
su consorte, posición que la permite llegar
contacto de su enemigo,
al
el
i
poder, por consiguiente, iniciar
i
combate. El «Uochrane», por algunos minutos tuvo que cambiar su rum-
bo
i
marchar paralelo
En
i
por detras del «Huáscar».
estas condiciones, estando la
«O'Higgins»
3,000 metros
distante del «Huáscar»,
el teniente de artillería con la rabiza en la cañón cargado con proyectil perforante, pregunta a su camandante: ¿Doi fuego, señor? Estamos dentro de tiro eficaz.
mano
i
el
—
que sabe lo que está haciendo, i quizas aquilatando a su íntimo amigo don Juan José, contestó: ¡Nó, que se lo coma solo Latorre! i torció rumbo al Montt, con tranquilidad
i
con
la conciencia del
norte en persecución de la «Union».
Otro comandante de cascos mas
el comcomprendiendo importancia de aquella acción, pospuso su per-
lijeros
habria iniciado
bate, llenándose quizas de gloria barata; pero Montt,
bien su deber
sona a su
go,
i
la
los intereses patrios,
rumbo al norte para Todo el mundo en
dejándole su lugar a Latorre,
i
torciendo
seguir a la «Union». cubierta tenia fijos sus ojos en aquel enemi-
buque fantasma, que durante tanto tiempo tuvo en alarma al i que llegó a hacer que muchas personas de alta coloca-
oais entero,
ción en la idea
el
Gobierno, llegaran no sólo a pensar, sino hasta insinuar
de entrar en arreglos con
el
Perú, dado lo infructuoso de la
persecución de nuestros blindados. Allí estaba
ahora ese jigante en precipitada fuga, como también
su consorte, que, aprovechando de su veloz andar, pasando por
el
lado de estribor del «Huáscar», redobló su marcha, escabullendo
el
cuerpo de su perseguidora. El
momento supremo
se
aproxima;
el
«Cochrane»
¡toco a
poco
ya está a poco mas de 3,500 metros; la torre del «Huáscar» se ve jirar, i sus cañones abocados en sus portas, se ve <]iie están apuntándose un tanto hacia atrás de la cuadra; va acortando
la distancia;
cuando mas se le observa, el «Huáscar» desaparece tras un enorme cúmulo de humo, blanco como algodón: era el primer de súbito
i
disparo iniciador del combate, que
momentáneamente
lo
oculta,
—
147
— l
(liando segundos después un alto penacho de agua, a corta distancia del tCochrane», indica
que
el tiro
de honor ha sido dedicado a este
buque.
Juntamente con el penacho, un formidable estallido no sólo las ondas tranquilas de ese tremendo cuadro histórico, sino que también llega hasta los confines de todos esos barcos, para comunicar a sus tripulantes que la lucha a principiado i que cada cual tiene que desarrollar su máximum de empeño por la suerte de la patria, que eu esos momentos se pone en la balanza del porvenir. T I n segundo tiro, también fué incierto, hasta que un tercero, chocando contra la batería del «Cochrane», parece que hubiese
conmueve
venido a despertar a Latorre de su pertinaz
i
porfiada carrera en
seguir acortando su distancia, sin hacer caso de los disparos ene-
migos.
Ahora dieron en
el
le
tocó su turno a Latorre; los dos primeros tiros
no
blanco, pero los que siguieron fueron precisos, sublimes,
matemáticos: ni uno se perdió. El tercer
dio en
tiro
tante, el quinto ¡soberbio!
Con dante,
volar ésta por
la torre
de proa,
el
cuarto en
el
cabres-
de mando.
en mil pedazos junto con su coman-
el aire
buque quedó como una perdiz cuando se le da un ojo, revoletea sin rumbo fijo al rededor de un mismo punto,
el
vuela
i
volver a caer rendida a los pies del cazador.
i»ara
El proyectil
mató a Grau de
el castillo
en
e
que derrumbó inutilizó
el
la torre
de
mando
en
el
«Huáscar»,
gobierno del buque, que estaba debajo
la torre.
Se .mandó jente a guarnir
la
caña de respeto en
comandante; una nueva granada, penetrando parte, revienta
en
La cámara de ridos,
cámara
la
i
la
cámara del
blindaje en esa
el
destroza cuanto habia en es3 recinto.
oficiales convertida
en hospital
también fué visitada por otra granada,
la
i
que
ya liena de hela
redujo a un
hacinamiento de muebles, trozos humanos, ropas, herramientas de cirujía
i
La de
los
una mezcla espeluznante. torre de la artillería fué perforada cerca de la porta de
cañones
i
al
chocar contra
inutilizando la torre nes, entre los
muerto por
la
que
i
la
muñonera
uno
del cañón, reventó
dando de baja a la dotación de ambos caño" un oficial, que sin herida alguna yacía
se contaba
concucion de
la esplosion,
— Desde que
—
148
«Huáscar» perdió a su jefe
el
gobierno del
el
i
timón, siguió en una carrera loca e inconsciente, seguido de cerca
por
el
«Blanco»
a balazos,
«Coclirane», que a corta distancia lo acribillaban
i
unos
i
naban con rapidez
en medio de esa espesa humareda, gober-
i
otros,
i
cuidado para evitar un encontrón, que en esas
condiciones de velocidad habría sido de fatales consecuencias para
que hubiesen chocado. En medio de esta mélée, a corta distancia de la batería de uno de los blindados i tras densa humareda, se ve pasar por su campo de tiro en la porta, un buque a gran velocidad, le dispara creyéndolo enemigo i se dice fué a dar en la popa de nuestro «Cochrane». liaste incidente, fácil de concebirlo, mucho se ha discutido i nunca ha quedado bien esclarecido. En el «Huáscar» comprenden al fin su impotencia, i mal que les pesara, tuvieron que parar su máquina i arriar bandera. Los nuestros también se acercan a su presa paran las málos
i
quinas.
Era de ver aquel grupo, nuestros blindados, llamaba
la tropa,
con sus portas
ceniciento, con el
humo
i
i
máximo de
la
como
el
vapor
salia a borbotones,
drilla
para
presión con que venían las calderas para dar su
andar.
Aquello se asemejaba a una corrida de zorros, en que
ha encerrado
corrida,
los
esplosion de los fogonazos; de las chime-
por sus válvulas de escape,
neas,
dar desahogo a
los ñatos,
cachetes todos teñidos de plomo
al
animal en su cueva,
esperan que
el
i
la cua-
jadeantes después de
la
cumpla su misión sacando su
foxterrier
presa de su madriguera.
Cuando
se
pararon
las
máquinas,
para tomar posesión del buque; diato, i
embarcaciones
los tenientes
el
mas inme-
Juan M. Simpson
Rogers.
Al subir a bordo,
buque
*e arriaron
«Cochrane», que es
en sus dos botes armados, van
Tomas
el
el
se
va a pique
el oficial i
que
el
peruano que
los recibe, les dice
incendio está cerca de
la
que
Santa Bár-
bara.
Simpson, que era
-te:
— «Bien,
señor;
I al efecto, dio
si
el
mas antiguo,
es así,
da
le
volaremos
i
la
contestación siguíes
nos hundiremos juntos».
orden a sus embarcaciones de separarse del buque,
para hacer ver
al
señor peruano (jue su amenaza de nada serviría-
—
—
149
Mientras Simpson personalmente va a sofocar el incendio, Rogers con los injcnieros del monitor, bajaba a las máquinas, obligándolos a cerrar las válvulas que esprofeso habían abierto para
hundir
el
buque.
Llega un bote del «Blanco»
i
en
él
viene
el
maestro de señales
Sibbald, con su bandera chilena debajo del brazo, para arbolarla en
mismo
el
El
de
la
pico
1.°
donde momentos antes tremolaba
la
peruana.
de Noviembre de 18T J, antes de amanecer, una fracción (
Escuadra
i
un couvoi de
trasportes conduciendo parte de
nuestro Ejército, viniendo del oeste, hacian
rumbo sobre Pisagua;
«O'Higgms», que también venia con ellos, forza su máquina, i acercándose al «Cochrane» hasta ponerse a la voz, su comandante Montt grita a Latorre: ¡Comandante Latorre: vamos mal, estamos
la
—
haciendo rumbo diez millas mas
A
norte del puerto!
al
pesar de haberse cambiado
O'Higgins»
el
rumbo después de
esa indica-
pero no por eso
la
dejó de ser la primera en entrar juntamente con
el
ción, siempre se llegó atrasado
i
del
norte;
«Cochrane». El combate se que pudieron sernos i
concentrarse en Allí
en
muí malas condiciones por torpezas
pero en
fin,
se logró
poner pié en
tierra
parte norte.
como acorralados, sin un ataque en forma. del ferrocarril, en la parte superior del cerro, un mantenía firme, sin dejarnos mover i haciéir
estaban nuestros pobres soldados
poder ascender
En
la
inició fatales;
el
el
zig-zag
núcleo enemigo se
empinado
cerro,
ni hacer
donos a mansalva considerables bajas. Estado Mayor clamó a
buques que cañonearan i despecontestaba, que los cañones no podían dar esa elevación, hasta que, gracias a una buena ocurrencia de un oficial de la «O'Higgins», pudo habilitarse uno de sus cañones, que fué el encargado do aclarar aquel enemigo, en medio de los El
los
jaran aquella posición; en todos se
le
aplausos de nuestro Ejército.
Ahora, usted:
señor articulista de
La
Union,
me
permito preguntar a
150
— Las
acciones
acciones importantes
¿Llegó a
de Angarrios i
i
Pisagua, ¿las considera usted
«O'Higgins» atrasada para tomar parte? lo único que seria de desear, es poco exacto para echar sombras personas que no lo merecen.
ellas la
La contestación es escusada, i que no sea en adelante tan lijero sobre hechos
i
gloriosas?
i
Bloqueo del Callao
La mayor parto de
la jente
que no
lia
visto de cerca esta ope-
ración de guerra, debe imajinarse que bloquear un puerto debe ser
algo parecido a cerrar
un paso por medio de guardias, palizadas o el tránsito o pasada por un lugar
algunos obstáculos que impidan determinado.
Realmente,
el
bloqueo tiene ese principal objeto, impedir
salida o entrada al puerto
que
se bloquea,
i
esto sólo
1h
puede efectuar-
cuando el bloqueador concede permiso para ello. A primera vista, parece que no fuese difícil, i que con poner allí unos cuantos buques, esa operación estaría suficientemente bien desempeñada. Pero llevada al terreno de la práctica i teniendo que luchar con un enemigo vijilante, astuto i que siempre está al asecho para tender una celada o un ataque contra fuerzas inferiores, la cosa cambia de aspecto, i para que el bloqueo sea efectivo, es menester no descuidarse i mantener a firme una estricta i bien prepase
rada vijilancia, para evitar sorpresivos
descansado jencia la
i
la
burla del bloqueo
i
a
la
vez los ataques
que a cada momento deben esperarse de un enemigo que no piensa mas que en aprovechar con toda inteii-
manera cómo burlar
a sus guardianes.
— Como
152
—
ha sido conocido a medias i de una manera muí j enera!, por las cartas, reseñas .lisiadas parciales, sin llegar a formar un criterio cabal i un juicio exacto de las privaciones, peligros i sinsabores que durante meses i años han tenido que esperimentar sus guardianes, sin que esos servidores hayan sido jamas remunerados, ni siquiera apreciados en su justo valor, para satisfacer en parte a esos servidores, que jamas pensaron en solicitar mas recompensa que el reeonomiento de estos servicios que la paen
este servicio
pais
el
i
i
tomase en cuenta como buenos.
tria los
Para do
ciudadanos de
los
la
de aquellos que van
la fila
aun quedan
i
nueva jeneracion, que vienen llenancayendo, como asimismo de los que
que no conocieron esos
sacrificios, voi a
hacer una relación sencilla, pero verdadera de
El 5 de Abril de 1880, Escuadra,
no
para
llegaba
ser apercibido desde tierra, ni
pudiesen
se
a
las
allí
pedo, para acabar con
el
la
mui
entrar sigilosamente al fon-
«Union»
corbeta
i
aplicarle
un
tor-
unos buquecitos largos,
débiles en su
construcción
ajiles
protejidos
i
en su
por una
de acero, que mas que protección era un remedo de
lijera cubierta
para tapar sus máquinas
consistía en
l.
i
08
poder marítimo movible del Perú.
Estas embarcaciones eran
pero
«Janequeo»
órdenes délos tenientes
Estas torpederas debian avanzar,
i
Su
tripulantes.
principal
armamento
un par de torpedos de botalón, es decir, unos tarros de libras, mas o menos, de algodón pólvora, he-
conteniendo 50
chos firmes, en hacia adelante; afuera, tros,
vapores (pie por
los
Luis A. Goñi.
i
deadero del Callao, buscar a
latón,
bloqueo.
pero a bastante distancia
de
las topederas
destacó a
«Guacolda», respectivamente,
Manuel Señoret
tal,
el
traficar.
Antes de anocher,
andar,
permitirme
con paite déla
almirante Riveros,
el
la latitud del Callao,
a
que fué
lo
la
el
estremo de unos botalones de madera, corredizos
de
tal
punta con
separándose de
En
la
el
manera que cuando
se
torpedo se hundía en
el
zallaba éste hacia
agua unos dos me-
torpedera unos tres o cuatro metros.
automáticamente al no nó, a voluntad, por medio de una llave eléctrica manejada por el oficial comandante. Con esta pequeña descripción, se comprenderá fácilmente la esta posición, el torpedo debía reventar
chocar contra
el
costado del enemigo,
delicadeza, pericia
i
o
si
valor que se requieren para llevar
a
cabo esa
—
—
153
Primero hai que descubrir
operación.
por éste, acercarse hasta toparlo
enemigo,
el
i
entonces reventarle
i
sea o uo visto
torpedo.
el
Si le hacen fuego i lo reciben a balazos, no debe importarle, porque va prevenido sabe que tienen que hacerle ese recibimiento. Si es afortunado en llegar a aplicar el torpedo, con seguridad que. si no se hunde con su enemigo, quedará en el mejor de loa casos, si no lleno de agua producida por la esplosion, con serias i
averías en su proa, donde también rebibc parte de
la
concusión del
torpedo.
Esa
que va a ultimar a un da
Si
me
clase de operaciones se
la
concluya con
figura
jigante.
puñalada, es posible, que el
un pigmeo con un puñal,
pigmeo,
el
no da bien
si
i
jigante dé
el
un manotón i no baria el
guipe, ¿qué
jigante con aquel insolente enemiguillo? -
Como
rumbo
A tacto
i
decia «antes,
dos torpederas se destacaron e hicieron
las
al Callao.
poco andar, una densa camanchacha las hizo perder su concada una tuvo que marchar de su cuenta.
Señoret, perdiéndose en
aunque
se
vio sin su compañero,
servido de ausilio, siguió
Con entrando
el
sijilo
el
al puerto, vio
los
que
el
le
ellos, los el
reconoció
gato va tras la
rumbo hacia la dársena, donde sospecha debe «Union». Toda la jente en la torpedera, en sus puestos de
laucha; hace
Gofli,
convertido en
Gofli,
habría
comisión.
cuidado con que
el
puerto;
caso requería, poco a poco fué
buques, se acercó a
mercantes; siguió adelante con
el
que en caso de apuro
rumbo de su
silencio
i
no dio con
neblina,
la
ojos, los palanquines
listos
para botar
estar la
ataque; el
bota-
el injeniero en su máquina, con oastante procurando no echar una chispa por su chimenea para no ser descubierto. Ya creían casi llegado el momento, cuando un bote
Ion a la voz de mando;
presión
i
pescador, atravesándose por delante, le fracturó
un botalón enredán-
dose en su proa. Goñi tomó a los individuos que iban en
el bote,
i,
revólver en mano, los obligó a decirle donde estaba la «Union».
Se hizo un lado
el
botalón averiado
i
nuevamente
en busca de su enemigo; ahora sabia ya donde
Avanza poco a poco en medio de cador
le
dice a Goñi:
estar listos;
se acerca,
«allí
está,
ya está
encaminó
la oscuridad; el italiano pes-
señor». Goñi,
casi
se
ir.
encima;
nuevamente ordena
¡zalla afuera!
ordena Go-
154
ñi,
en
el
i
la
botalón so alarga
i
torpedera aguantan
que avanza para dar
hunde en el
la estocada,
mundo
agua;
lista la
máquina, todos
una tremenda detonación
i
en
el
Callao.
La palizada con que
la
«Union»
pierta a todo el
sión de estos ataques, hizo reventar la
el
resuello esperando el resultado. Goñi,
circundado en previ-
se había
el
des-
torpedo casi en
el
costado de
«Union».
que también tenia listos sus cañones i ametralladoras, tapó con una granizada a ¡a torpedera, que ahora sin arma alguna, tenia que zafarse de aquel círculo de luego en demanda del apoyo Esta,
de
la
Escuadra.
Aunque
la [torpedera fué acribillada a balazos
lladora, logró escapar
con averías
del dia, se replegó a su almirante, la
de
rifle
i
ametra-
i cuando llegó la claridad que a esas horas se avistaba en
lijeras,
boca del puerto. Se hizo
la notificación oficial del
establecido de hecho.
bloqueo,
i
desde ese dia quedó
Bloqueo
Es pasado
el
meridiano. Riveros, con media docena de buques,
algunas torpederas
deados en
escampavías, a anclotes
i
cabezo de
el
ciendo efectivo
el
la isla
bloqueo
Un i
al puerto,
i
calabrotes, están fon-
de San Lorenzo, manteniendo
i
ha-
del Callao.
L"no de sus buques,
inmediato
bombardeo
i
monta
sobre la máquina, a media bahía
i
mas
la guardia.
vapor carbonero tiene atracados a un costado una corbeta
al otro
una
ambos reciben carbón.
torpedera;
Las maestranzas, tripulaciones i personal de los buques están movimiento. Los no ocupados en trabajos de repai
en actividad
raciones, asolean los víveres, jeneralmente apolillados, nas, se les
ocupa en
ejercicios
La preocupación que nadie hastío
i
esté
Pero antes de
sobre todo,
i
otras fae-
segundos comandantes, es
preferente de los
desocupado; este es
aburrimiento,
i
tiro al blanco.
i
las cinco, al
el
gran
él trae
secreto para evitar el
beneficios para el servicio-
toque de rancho, todo
el
mundo, de
almirante a último grumete, va a tomar su frugal comida; se acer-
can
las
horas de peligro
Con aproximarse
i
vijilancia.
el sol al
horizonte, se nota
que
las
de los buques principian a humear, anunciando con activan los fuegos para salir a hacer la cotidiana ronda.
chimeneas ello
que
se
—
—
156
buque almirante liace señales de en seguida número 28, que quiere decir, tomar colocación. levar, Tras de arriar esta señal, los buques se ponen en movimiento, en cada uno de ellos se toca zafarrancho de combate. Todo el mundo acude a sus puestos, se abre la Santa Barbara, Casi con ocultarse
el
el
sol,
i
i
se carga la
nes
artillería
i
ametralladoras, se alistan ías armas, municio-
todo lo necesario para rechazar los ataques de torpedos
i
i
dejar
buque en condiciones de defensa.
el
El comandante, con sus anteojos
i
abrigo, se alista para per-
noctar en la casa del puente; los oficiales francos, a medio vestir
espada en
con su
tripulación
frazadas
estas
pederas hacen
menor
mano,
recuesta
para saltar
primer llamado;
al
i
la
lado de sus cañones, cubiertos por sus al
menor amago.
condiciones, los buques se acercan al puerto; las torel
a mayor,
contacto
i
con
el
enemigo,
i
demás buques, de
los
manteniéndose a cierta para llevarse durante la noche haciendo
se estienden hacia afuera,
distancia unos de otros, líneas paralelas
A
al
listos
prontos para hacer fuego
i
En
se
la
concéntricas con
el
ningún buque debe vérsele
enemigo. luz;
sólo de
cuando en cuando,
momento de virar para cambial- de rumbo, sólo entonces rápidamente, se da el número con un farol chico de destellos.
al llegar el i
A
las
asechanzas del enemigo, agregúense ahora
camanchacas
i
que se encuentran, buques en movimiento.
peligro continuo en
derá
el
tarlo
con
los
las corrientes,
se comprenque hai que afron-
neblinas tan frecuentes en esta rejion, i
i
Con mucha frecuencia acontecía que por las voces, en medio neblina, se conocía la proximidad de un buque amigo; otras veces casi encima uno de otro, tenían que maniobrar para evitar de
la
colisiones.
En tes
de
los
ataques o alarmas, para hacer incorporarse a los sirvien-
la artillería
i
que todo
el
mundo
acudiese a sus puestos de
combate, no habia necesidad de corneta; con que
el oficial
de guar-
dia repitiese el toque del telégrafo de la máquina, bastaba para
antes de un minuto estuviesen
Con mucha frecuencia ban
listos
las torpederas,
combates con los fuertes o
en su contacto, provoca-
embarcaciones enemigas, a
habia que acercarse para ausiliarlas,
que
para dar fuego.
si
fuese necesario.
las
que
— Toda hasta
sa,
e
la
noche había que mantenerse en esta excitación nervioclaridad del dia les hacia concentrarse
([lie la
ira fondear
nuevamente
a la isla.
comandantes podían bajar a sus camarotes,
Sólo entonces los
para dar descanso a sus nervios
A
—
157
i
preocupación de vijilancia.
las 9.30 se tocaba rancho para almorzar.
jeneralmente, consistía en valdiviano, hecho con un mal
Este,
acompañado de cebollas; papas con arroz, un peuna taza de té puro, confeccionado con dazo de charqui asado agua resacada, que en aquellos tiempos salia con un gusto aceitoso; leche condensada solíamos conseguir a la pasada de un vapor; pero charqui
rara vez
i
i
la
leche fresca va no sabíamos qué gusto tenia, a que no la veíamos
desde
la salida
En sacado
comida,
la
al
de Valparaíso, que ya hacia mas de un año. sopa, por lo jeneral, era de arroz, con caldo
la
charqui que iba a servir para
en charqui, papas
Después de
el
puchero,
el
que consistía
arroz.
i
los porotos,
pedazo de charqui asado,
i
que no faltaban nunca,
se servia
un
para concluir, una taza de café.
Estos eran los únicos elementos alrededor de los cuales los ma-
yordomos
i
cocineros tenían que aguzar sus intelijeneias para hacer
variación en las comidas.
la
Los dias de regocijo eran cuando llegaba algún trasporte para Este era portador de unos cuantos animales en pié,
Escuadra.
que nos permitían comer carne fresca por un par de
dias;
nos rega-
laban unos pocos barriles de agua de Valparaíso, para mejorar tá;
nos refrescaban un poco ¡os víveres,
correspondencia, para refrescarnos
dos de las familias
allí
el
ti
todo, nos traían
el
alma con
la
correspondencia, de todos los
Almirante
se iba a su bordo,
se hacia el reparto,
mas que
los cariños
i
recuer-
seres queridos.
i
Al rato de recibir
buques
i
i
a
traer las tan deseadas comunicaciones;
cada uno
se.
encerraba en su camarote, para
a solas gozar con esos recuerdos,
i
muchas veces humedecer sus
portadoras de tantos afectos
i
cariños, únicos consuelos
pajinas
venían a aminorar en parte
los sufrimientos del
que
interminable blo-
queo.
Leídas
las
cartas, las
para dar cabida a
la
mesas de
las
cámaras se hacían estrechas
cantidad de diarios, alrededor de las que nos
— reuníamos para devorarnos
158
—
las noticias
de Chile
i
hacer sus comen-
tarios.
Los enemigos, por su
parte,
tampoco
dormían;
se
poniendo
i
en juego toda su astucia e intelijencia, procuraban de cualquier manera tendernos celadas para echarnos a pique los buques. El trasporte «Loa», cayendo en atracar
una de
estas trampas, se hizo
costado una lancha cargada de provisiones frescas
al
i
de
artículos tentadores para los hambrientos bloqueadores.
Pero estas provisiones no eran sino el dorado con que venia infernal máquina, que en poco mas de cinco minutos
revestida la
mandó Peña
i
fondo del mar
al la
mayor
de su comandante
En
i
comandante
casi
En una
minas
del «Covadonga», por
la
Escuadra, también
flotantes.
ocasión se divisó no a
mucha
distancia,
entre aguas. El Almirante ordenó sacarla del camino isla;
pero
al
también
sólo la pérdida del buque, sino
toda su tripulación.
inmediaciones del fondeadero de
las
se «encontraban
comandante
trasporte, con su
bien pintado botecito, cayó también en la
i
que costó no
celada, celada
hermoso
Pablo Ferrari,
El capitán
apoderarse de un bonito
la
al
parte de su tripulación.
chocar ésta en
la playa,
i
una lancha
vararla en la
reventó en mil pedazos; era una
gran mina.
Una de
las
veces que
se llevaba a
remolque para echar mar
afuera unos maderos flotantes, también hicieron esplosion.
i
Cuando vieron los peruanos que ya no nos tentaban que tomábamos toda clase de precauciones para evitar
sus cebos, estos peli-
el buque no hubiese sido por el oportuno aviso dado por un oficial amigo de un buque neutral, con seguridad habríamos tenido que deplorar una gran desgracia. La trampa consistía en hacer llegar al costado del Blanco v una lancha a vapor, enarbolando bandera francesa, como que venia
quisieron ensayar otro medio para arremeter contra
gros, jefe,
i
si
<
de
la dársena,
entonces propiedad de esa nacionalidad.
Esta lancha debia entregar rarse
del costado
al
buque-jefe
oficio,
i
al sepa-
para retirarse, por medio de un escape arreglado
esprofesp, dejar caer de debajo de su quilla la
que por medio de un mecanismo de nutos después.
un
reloj,
máquina
infernal,
debia esplotar pocos mi-
—
159
—
Antes que llevasen a cabo esta estratajema, nuestro Almirante comunicó a los buques neutrales que en adelante no permitiría llegar ninguna embarcación a su costado; cuando quisieran comunicarse con él, lo hiciesen saber izando una bandera a su tope rúa i
yor, para enviar
una torpedera a
recibir a la neutral.
* *
El Almirante,
*
para responder a estos actos de hostilidad, de
cuando en cuando hacia sentir enérjica la voz de sus cañones. El 10 de Mayo, por ejemplo, les dio un concierto a orquesta completa mantuvo a los artilleros de los fuertes, bastante ocupados i
durante toda
Ese
la tarde.
fuertes de la plaza
En
desperfectos,
i
que quebrantó
un
i
los
se produjeron algunos incendios
fuertes
bordo del «Huáscar», con su arrogante Condell,
la
consigna de
i
una de
distancia, tuvo muertos, heridos,
la
pudo haber
ellas
sido de fatales conse-
de grueso calibre chocó contra
proyectil
por debajo del
blindaje
i
de
la
el
línea de agua, perforando
costado el
forro
llenando de agua un departamento longitudinal, que
i
i
a
algunas averías,
esterior
i
población
la
cuencias;
buques bloqueadores avanzaron contra provocaron un combate a larga distanda.
todos los
dia,
penetra unas cuantas pulgadas mas, habría llenado de agua
el
perforando
departamento de
la
el
si
forro interior,
máquina,
i
el
buque.
irremisiblemente, por su antigüedad de construcción, se habría ido a pique,
i.
dada
la
proximidad a que se encontraba de
los fuertes,
habría sido imposible recuperarlo.
El ^Yugamos», por su parte, todos los dias con su nueva coliza
de largo alcance, dársena,
prodigaba a la «Union» encastillada dentro de la buenas tandas de disparos que, a pesar de su escondite,
solían hacerle algunos daños.
Por
la
manera curiosa como
se
daban
estas tandas, conviene
hacerlo saber.
Como
M
cuando el sol declinaba 1<» suficiente para en el mar, el «Auganios» se acercaba a 4,000 metros de la dársena i tomaba colocación en la misma línea del sol con la c Union»: de esta manera, el blanco se alumbraba de lleno i se hacia rielar
a eso de las
.'i
1\
,
— pecfectamente
«Union»
para
visible
a los fuertes,
i
160
— mientras tanto a la
«Aligarnos»,
el
daba de lleno en
el sol les
los ojos
i
no po-
dían disparar.
Cuando
esta ventaja principiaba a desaparecer, el
«Aligamos»
se retiraba tranquilamente. i que don Carlos Moraga,
Para no perder proyectiles se elijió al capitán
para que todos los dias hiciese esta
que
la
jente en
el
bombardeo fuese
este
eficaz,
mejor ojo de la Escuadra, operación. Era tal su precisión, el
Callao iba a ver caer los proyectiles, porque nun-
un determinado círculo. En una de estas ocasiones, cuando ya
ca salían de
timo ese
tiro,
Moraga entregó
tirito.
para ver
Tomas
teniente
el
el
la
2.°
se iba a disparar el úl-
Pérez pidió a Moraga que a Pérez
rabiza
i
se
retiró al
le
diese
puente
resultado.
dar mal;
los tiros de Moraga i para dejar bien mayor cuidado esmero, no quería quecuando creyó llegado el momento, tira de la rabiza, en
lugar de
ir
no desdecir de
Pérez, para
sentado su nombre, puso
en dos;
al
el
caña
por
proyectil a su destino, i
parte delantera
la otra
desgraciado Pérez
agua por con su
i
i
la
la culata
el
la otra
reventó
cayeron
mitad, llevándose i
i
al
la
cañón, partiéndose
agua por una banda,
i
destrozando en su carrera
otros sirvientes de la
banda, quedando en
el
pieza, fué
a caer al
los
muñones
mantuvo
silenciosa
cureña sólo
anillo.
Desde ese
dia, la artillería
de
la
Escuadra
se
por algún tiempo, dejándose oir solamente de noche, los cañoncitos i
ametralladoras de las guerrilleras del bloqueo.
¿«Mr--
W
Torpedera en alta mar acompañándose de un blindado
Guerrilleras del bloqueo
Mas con lias,
los
o menos, ya hemos visto en qué consiste el bloqueo hecho buques grandes; asimismo sabemos cuáles han sido sus viji-
peligros
Perú
desvelos.
i
do que él fué queo positivo sión de
las torpederas o guerrilleras, como ahora las hemos mencionado masque somera mente, sienmas duro, mas peligroso i eficaz para hacer el blo-
el servicio
no
clasificaremos,
los
el i
de
lo
verdaderamente efectivo,
mismos enemigos,
la
impidiendo, según confe-
evasión
de
la
«Union»
i
tras-
portes.
Para ser
justos,
i
que
que valieron
los sacrificios
valientes servidores,
es necesario
se aprecie
de esos abnegados, infatigables
i
en
lo
C. i.Ki.AM.f'h. 11
— qué consistieron,
hacer ver en
de todos
162
ellos
al
i
el
peoho.de
mismo tiempo dar pública, con
para que la opinión
considere ver en
—
sobrevivientes
los
los
nombres
su reconocimiento, el distintivo
merecieron, ya que la Nación no supo apreciarlos
que
se
premiarlos en la
i
forma especial con que se premian esos servicios i que en cualquier otra Nación se les habría dado ascensos i condecoraciones. Las torpederas de aquel entonces, «Janequeo», «Guacolda», «Fresia», «Colocólo» i «Tucapel», eran embarcaciones ajiles en su andar, al rededor de 20 millas, hechas de acero, pero de construcción
sumamente
lijera,
propias
para efectuar operaciones inmediatas,
pero no prolongadas.
De proa a popa cerradas con una delgada cubierta de acero, en forma lomo de ballena, resaltando a proa, a cierta distancia de la roda una torrecita, que era la de mando, donde se encerraban el timón, telégrafo aparato para zallar i manejar los botalones donde iban los torpedos, que era en lo que consistia su principal armai
mento.
Mamparas
dividían interiormente en distintos
trasversales las
compartimentos, instalando en
ellos
vivienda para
la
marinería, car-
boneras, calderas, máquinas, cámara de oficiales, etc..
La entrada a redondos, de pie la
departamentos se hacia por unos escotillones medio de diámetro, con una tapa de resorte, que
estos
i
cerraba herméticamente para
paseaban
i
impedir
la
reventaban sobre cubierta, como
entrada de las lo
olas,
que
hacen contraías rocas
de una costa, cada vez que estas embarcaciones navegaban en tiem-
po un tanto escarceado.
Con un poco de
viento por
proa,
la
el tráfico
por cubierta era
i siempre habia que hacerlo forrado en ropa encerada, porque con seguridad tenia que ser bañado por las mares, i si se navegaba en rej iones frías, se usaban trajes especiales hechos
hasta peligroso,
de pelo de camello,
que
para
así
pudiesen
resistir
esas
incle-
mencias.
Para comer, tenia siempre que hacerse con no, porque de otra
manera
los
el
plato en la
ma-
balances daban cuenta del plato
i~
comida.
que acaba de dejar desocupada su compañero, que ha entrado en servicio, que mas que litera parece ataúd, Para dormir, en
la litera
i
_
163
—
había que acuñarse contra sus barandas para que los balances no lo arrojasen
Con
al suelo. sol, la
cuoierta se caldea de
tal
manera que reverbera impi-
marinero descalzo soportar esa candente plancha, ahajólos departamentos se convierten en verdaderas cámaras de baños turcos,
diendo
donde
al
minutos
a los cinco
se
traspiraba
mas que en
los trópicos al
rayo del sol
En
tiempos
fríos
pasa
Están sacrificada de nada se puede hacer i
lo contrario.
anti-hij iónica la vida en esos barquitos,
sin asirse de algo
don-
para no caerse, donde las
donde las comidas se hacen en forma tan irregular, que la esperiencia ha demostrado que, pasado cierto tiempo, la tensión del sistema nervioso se excita de tal mane-
temperaturas son tan estreñías
ra,
quü por
i
variadas,
lo jeneral, si ese servicio es
jenación mental o
la parálisis
muí prolongado, viene
la
ena-
progresiva.
ahí que en la Armada británica no se permite que ese seramas de un tiempo lijo, que llega a tres meses como má-
De vicio se
ximum. Pregúntese ahora: ¿se tenia en aquellos tiempos en factores o algunas consideraciones especiales para con los
vista estos
que hacían
ese servicio? Nó, señor, absolutamente nó; todas las tardes, las mis-
mas
torpederas, con sus
mismos
que
tripulantes, tenian
las lanchas
enemigas, cuando lograban llegar
importándoles un ardite
el
el
a la van-
inmediaciones,
a sus
fuego de los fuertes o
ir
como perros con
guardia, a observar de cerca, a veri hasta agarrarse
estar en la
misma
boca del león. Esta vijilancia tenia que ser personal, activísima
a cada
momento
i
sin descanto,
estaban sobre las armas.
Cuando amanecía; se acercaban a la Escuadra allí sus tripunuevamente se apertrechaban para seguir como la noche anterior, como la semana, como los meses anteriores, hasta completar casi un año. i
lantes
i
Eran innumerables los tiroteos combates cuerpo a cuerpo, en que no sólo se producían sensibles bajas, sino que sus mismas embarcaciones, después de reñidos combates, se hundían en el fondo i
del mar, llevándose valientes,
en su seno
las preciosas
vidas de otros tantos
—
164
—
al bombardeo del 10 de Mayo, los enemigos un ataque de torpederas en la noche del 12; pero Señoret Goñi, vijilantes como siempre en su «Janequeo» i «Guacolda», aunque contra fuerzas mas numerosas, les salieron al encuentro i trabaron con ellas un reñido combate, que duró algunas horas; la
Para corresponder
quisieron dar i
«Janequeo», en una de
las
trenzaduras que tuvo con la torpedera
empezaron a timonel Manuel Henríquez gobernar
«Independencia», recibió de ésta serias averías, que sumerjir. Seftoret ordena
al
Manuel
s>brc
poJia
el
dique
seguir
Henríijutiís
flotante,
para salvarse; pero
adelante
i
como
apenas gobernaba,
atracarse a
una lancha de
torpedera,
teniendo
sólo
la
la
torpedera ya no
casi a gatas llegaron a
cabotaje, al lado de la cual se hundió la
tiempo para
saltar
sus
tripulantes
i
lie-
—
—
165
el remordimiento cíe no haber salvado a dos compañeros gravemente heridos que se hundieron con su torpe-
vanelo on su corazón
dera.
De
como pudieron,
allí,
abordaron
i
se hicieron
atracaron a la chata
se
dueños de
(orno pudo,
ella,
el
«Callao», la
doctor Oyar-
zun curó a sus heridos, i se preparaban para lo que podia venirles en seguida, que con seguridad era tener que caer como prisioneros; la chata sólo tenia un insignificante botecito que apenas daba cabida a cuatro personas.
Se estaba en estas ineeitidumbres, cuando se ve aproximarle un bote con un individuo.
Después de
recibirlo
examinnrlo con
i
se llegó a la conclusión (pie
por su esposa, iba a ofrecer
que salvaran sus
las
precauciones del caso,
individuo era un griego que, inducido
el
el
bote a esos valientes lidiadores para
vidas.
Esa mujer llevaba en sus venas la sangre de aquella pléyade de indoniitables araucanos, que han dado su nombre a la flotilla de nuestras torpederas: era chilena.
Goñi, aunque solo, siguió
el
combate hasta poner en fuga a los la «Independencia» i tomán-
enemigos, echándoles a su vez a pique doles ocho prisioneros.
Desde el dia siguiente, los peruanos, que tenian a la «Janequeo» hundida en sus aguas i bajo el fuego inmediato délos fuertes, principiaron a trabajar activamente por reflotarla aumentar sus i
fuerzas con
un
valioso elemento.
Nosotros tampoco nos dormimos,
comisionó
«Huáscar», «Guacolda»
al
rastrear la «Janequeo»
que fuesen a trozarla antes
que
la
aprovechase
el
El timonel Henríquez, vendado
cuando se vio ese peligro, se buzo Juan Soverny, para reventarle una mina para des-
i
i i
al
enemigo. i
herido
como
estaba, salió de la
enfermería para servir de práctico en tan delicada comisión.
Después de algún ba estrovada por bajar con
la
mina
los i
rato, se dio
enemigos,
i
con
«Janequeo», que ya
buzo Soverny
el
cables eléctricos
la
i
se
alistó
esta-
para
colocarla dentro de la torpe-
dera.
Cualquiera que sepa
prenderá fácilmente que
es el trabajo de buzo,
com-
vida de esos hombres pende de un
pelo;
lo delicado la
que
un estorbo en
bomba de
la
1(56
—
un enredo cualquiera, antes de mebuzo, ellos mas que nadie
«ñire,
dio minuto puedo causar la muerte del
comprenden
¿Quiere usted,
ny cuando
i
ese peligro.
saber cuál fué la última palabra de Sover-
lector,
ponía
se le
la mina? Esa palabra fin'-
escafandra para hundirse en
la
agua a
el
lin
de colocar
«Si vienen
los
la do un chileno. enemigos a atacar
narme para combatir,
corten
cumpliré cu
ven obligados a abando-
se
i
manguera
la
cumplan con su deber,
i
fondo del mar».
el que yo también La mina so colocó dentro de la. «Janequeo», salió el buzo, se un apretón del botón eléctrico la desretiraron las embarcaciones
lo
i
trozó en mil pedazos.
Henríquez,
Ese buzo si
i
mi buquecilo! combatientes habrían obtenido una Victoria Cross casi llorando, dijo: ¡Pobre
hubiesen estado
de Inglaterra; pero como estaban
al servicio
servicio de Chile, los
que
los dirijian se
al
olvidaron no sólo de recom-
pensar sus hazañas, sino hasta del nombre de esos héroes.
Un
amanecer, bajo densa
la «Fresia»,
muí
improviso se descorre
la
neblina
vio de proyectiles de los fuertes
En
la
Morel bajo
i
que
corta distancia a
blanco seguro; otros
la
acribillaron,
tripulantes,
la flotación
neblina,
Alvaro Bianchi, mandando
cerca de la dársena, combatía con los enemigos; de
un
i
en
de súbito
i
i
le
viene encima un dilu-
torpederas.
se
encontraba,
hirieron
su
hacían
mortalmente
forzosa
proyectil de 70 libras
retirada,
que
la
de
ella
un
al
aspirante
le
metieron
inundaba
rápi-
damente.
Las compañeras la ausiliaron pira remolcarla fuera de la «Princesa Luisa» la tomaron entre los el «Toro» dos para ponerla a salvo; pero todo fué inútil, antes de llegar a la isla, se hundió llevando a su bordo a los injenieros, que hasta el último no abandonaron su puesto, trabajando en las bombas de zona peligrosa;
i
i
achique.
— Cuando la
A
—
se reflotó, se encontró a los infelices
tud de íorzar
mente
167
la
injenieros en acti-
buscando su escape; pero probable-
tapa escotilla,
presión del agua se los impidió.
bloqueo, las pobres guerrilleras ya no de-
las postrimerías del
ban mas de
sí,
varadero en
la isla.
i
para poder limpiarlas
repararlas, se improvisó
i
un
limpieza en el varadero. La «Guaoolda» estaba de descanso Los enemigos vieron en esto una oportunidad propicia para dar un golpe de mano: aprovechando la noche oscura, una flotilla con i
fuerzas de desembarco la
i
haciendo de jefe
Ureos»,
la
barcar para inutilizar
la
«Guacolda».
El escampavía «Princesa Luisa», que rondaba la
alarma, a cuyo llamado vino la «Fresia»,
marina Hecaredo Amengual, que enemiga, obligándola a
tilla
el
varadero, dio
mandada por
sólo, trabó
el
guardia-
combate con toda
la flo-
retirarse.
Después de dos horas de combate a uno el timón averiado todo acribillado,
Ion roto, al
aprovecharon
ausencia del fondeadero délos bloqueadores, pretendiendo desem-
i
otro lado, con el bota-
i
al
amanecer, se replegó
fondeadero.
La pobre cojo, tuerto
i
«Fresia» llegó a
la
casa
como un perro
acuadrillado;
lleno de mordeduras.
El comandante, que en ese dia hacia de jefe del bloqueo, pro-
bablemente no conociendo
tampoco
zas la
vida bajo
lo
que
es
lo que es el servicio de torpederas i quihaber estado mas de dos horas peleando por
un mortífero
que volviese sobre
el
estaba malo, roto
el
fuego, recibió mal a
enemigo; Amengual botalón
le
Amengual
i
le
ordenó
contestó que su timón
todas las municiones agotadas; pues,
i
i decidoras que justificaban Amengual, tuvo que reemplazar las municioel comportamiento de nes i a medio reparar las averías, salir nuevamente tras el enemi-
señor, a pesar de pruebas tan elocuentes
go,
que va felizmente
se habia
metido en su escondite.
Desgracias personales no las hubo, lista
de
las tripulaciones
en ese
dia,
i,
cosa curiosa, al pasar
la
en lugar de haber disminución,
su número se habia aumentado en uno.
— Con
ruido
el
—
iris
alarma del ataque, una cantinera que en
i
para lavar ropa de
se había establecido
capellán, con todas las formalidades del caso,
varón, al que
el
do padrino
jefe de su guarnición, le echó el
dole por
el
nombre San Lorenzo, en recuerdo de
Lorenzo nacido
allí,
Los episodios principales;
bajo
el
un Lorenzo
zo mártir, sino
i
i
sien-
agua bautismal, dánSan
esta isla; pero el
ruido de las halas, no fué
un San Loren
victorioso.
combates contados en esta narración, fueron
todos los pequeños encuentros, estratagemas
de que se valían para llamar su
la isla
a luz un hijo
oficiales, dio
atención
la
escondite, fueron innumerables,
i
i
hacer
salir al
i
los
argucias
enemigo de
entre los oficiales que hicieron
mas de los ya nombrados, hai que contar a Víctor M. Eduardo Riquelme, Silva Várela, i como aspirantes, Osear Señoret, García Pica, David Rodríguez Roberto Goñi, lioi jeneral este trabajo, a
Donoso,
i
del Ejército.
Mister Whright, lio:
como
Yo también me hundí
puede también decir con orgu «Janequeo» junto con Señoret i sus
injeniero,
en
la
valientes compañeros.
Antes de concluir,
me hago un
deber en volver a nombrar
al
marinero Manuel Henríquez. Este sujeto es un chileno, con su constancia, firmeza
i
valor,
el
verdadero tipo araucano,
no desdice su
tipo con
la
i
por
sangre que
lleva en sus venas.
Salió de Valparaíso en la «Janequeo», sirvió en ella
che
al
noche a no-
lado de Señoret, hasta que se hundió.
Después que mejor*) de sus heridas en ese encuentro, nuevamenmanejando el timón en la «Fresia», haciendo de esta manera un servicio de mas de un año bajo la cubierta de esos matado'
te se le ve
res barquichuelos.
Ahora Henríquez está viejo, achacoso i estirando la mano a sus directores para que se le dé un retiro apropiado a sus servicios, poder comer un pan dar descanso a sus fatigados enfermos huesos, i
i
—
169
-
Señores directores, compadézcanse de ese servidor no se olviden que también él en su baja esfera, contribuyo en gran parte para que Uds. conquistasen los galones que ahora lucen con orgullo, mieni
tras el
pobre Hnríquez
llora miseria e
implora caridad.
&-
^=>)(£>=&
^
&£>=^)(<=>
<5 Xcfc=<5)
A
cortar el telégrafo
campaña del 70, tan pronto como se establecía el bloqueo de algún puerto, una de las primeras medidas que se tomaba era cortar el cable, para de esta manera cortarles también la comuDurante
la
nicación telegráfica, esta operación, por lo
menester bacer
dias; era tierra,
do
i
i
por consiguiente,
manejar
so en
el
que
la
brote con que se trabajaba,
tarlo
los
la rastra tenia
aun mas
de abordo,
la
lo
i
máquina
el i
momento no cortar
quizás también tronchar
operación, porque
qu3
duraba algunos de
que echarse en mucho fon-
operación con tino, para observar
se cojia el cable, para parar la
dificultaría
jeneral,
rastreo fuera del tiro de las baterías
si
el
preci-
el cala-
cable, lo
que
éste se cortaba, sin no-
es fácil pase desadvertido, se seguiría la
operación, debiendo trasladarse a otro punto para iniciarla
allí.
quedaron sometidos a la incomunicación marítima; pero desgraciadamente para nosotros, les quedaba aun el telégrafo terrestre, por medio del cual la corbeta Iquique, Arica, Moliendo
«Cnion», en
i
las caletas al norte
Chorrillos,
de Moliendo, se noticiaba de
ción de los bloqueadores, para lanzarse en incursiones que no
la posile fue-
sen peligrosas ni difíciles para burlar a los bloqueadores.
que en esos pesados, monótonos e interminables escudriñaban lo que ocurría en el puerto i sus vecindades, aguzaban sus sentidos para descubrir alguna novedad o Los
oficiales,
bloqueos vijilaban
i
—
172
—
discurrir algún plan de desembarco, operación terrestre,
en caso necesario
los hiciese salir
o algo que
de aquella desesperante inactividad.
El comandante, de cuando en cuando, en las veladas, acompa-
ñaba en su
solitario turno,
en
el
puesto,
e.-¡n
— ¿No cree usted
un empuje de
estas ocasiones
medio de sus meditaciones, acompañado
su juventud, planteó a su jefe
am-
i
o aquello, de lo ocu-
una de
rrido o con probabilidades de ocurrir; en teniente, en
de guardia,
al u'icial
bos solían compartir ideas o planes sobre
del
siguiente plan:
el
mi comandante, que en un dia propicio hiciéramos en la caleta Manzano, al norte de Moliendo, un rápido desembarco con nuestros marineros, basta llegar al telégrafo, que está a
posible,
un par de kilómetros de
la
costa para echar abajo postes
i
substraer aisladores, para cortar ese telégrafo que tantas utilidades presta al enemigo?
El comandante Montt, que era este jefe «O'Higgins»,
do bigote,
le
clavólos ojos
al teniente,
i
que comandaba la el manosea-
retorciéndose
i
se sonrió diciéndole:
— Realmente
mui
es
practicable, pero a la vez peligroso,
fuerzas enemigas a las inmediaciones que podrían hacer
ño a
los
da-
desembarcados.
Parece que este plan te,
hai
mucho
le
quedó haciendo cosquillas
porque cada vez que subia a cubierta,
acercábamos a aquella
caleta, lo cual
i
al
comandan-
sobre todo cuando nos
ahora era con mas frecuencia,
sus jómelos trabajaban asiduamente hacia
el
punto indicado por
el
teniente.
El teniente, que de reojo observaba a su jefe en este escudriñeo, se decia
en sus adentros.
— Rico, ya mos
a tener
No
está caido; el dia
menos pensado,
rataplun, allá va-
una entretención.
dejaba de tener razón este subalterno; un dia que
porte «Amazonas»,
comandado por
el
capitán
acompañar a Montt en su bloqueo, ambos encontraron bueno,
i
sin
mas
ni
J.
el
tras-
Molinas, vino a
jefes trataron el plan, lo
mas, resolvieron
ir
adelante con los
faroles.
Una
comida de la jente, es decir, después de aquella lejendaria operación, que Prat con su laconismo i alto significado grabó en el cerebro de todo chileno, antes de emprender tarde,
después de
la
—
—
173
una operación, también en ese pequeño raid, se tuvo presente, i Montt en idéntica señal preguntó a Molinas: ¿comió la jente? Para no llamar la atención del enemigo, durante algunos dias los dos barcos perezosamente se les hacia revolcar sus cascos en la cercanía de la caleta Manzanos, arriándose siempre embarcaciones para hacer ejercicios de boga, tres.
Pero en uno de estos dias
mas de
botes grandes, a
bres armados
cargo de un
i
i
la
así despistar a los vijilantes
terres-
boga se cambió en otra cosa,
tres
su dotación de bogas, embarcó veinte hom-
con material de zapa; cada uno de estos grupos iba a
olicial.
Estos eran: Dionisio Olavarría, Silva Palma
i
el
guardia marina Avelino Rodríguez. El ejercicio de boga, que simuladamente hacían, de repente se interrumpió,
i
los tres botes
clavaron sus quillas en
Dioni-
la playa;
un montículo a media distancia, entré playa ser punto de observación, debia servir de repliegue para los otros dos, en caso necesario; Silva i Rodríguez siguieron adelante, hasta llegar al telégrafo, allí se bifurcaron: uno corrió al sur otro al norte, en su operación destructiva; todo anduvo bien i sin inconvenientes. El enemigo no daba señales de vida. sio Olavarría trepó
el telégrafo; éste,
a
la
i
mas de
i
i
Destruidos un par de kilómetros
i
a la hora convenida, se hacia
el
repliegue sobre Olavarría; mas, antes de haber ejecutado la reunión,
una redoblada descarga de
fusilería,
do las quebradas inmediatas,
i
desde su escondite, nos prodigó con furia un piquete enemigo ¡Adiós
mi plata! Eáta no es con nosotros, nos dijimos, como ya la misión que llevábamos estaba concluida, masqueli jero emprendimos las de Villadiego, para tomar nuestras embarcaciones. La «O'Higgins» i «Amazonas», que no estaban mui lejos vijilaban con escrupulosidad, rompieron sus fuegos en nuestra defensa, hasta dejarnos en sali
i
vo de tan intempestiva res,
fué de risas
dores,
i
lluvia; esa noche, a
jarana, en
que nos servían como
medio de
bordo de
los rollos
los
bloqueado-
de alambres
trofeos de esa jornada
i
aisla-
MORRO SOLAR Vista
tomada
Reiimientof!
Coquimbo
el
i
mismo
dia del
combate
Melipilla
detenidos por ametralladoras
ebemigas
l'IhCOMAYO»
iO'BIGGINS'
Con don
BLANCO»
Patricio
rCOCHRANB»
Lynch
DE LURIN AL CALLAO
El 11 de Enero de 1881, cuando el jeneral Baquedanp estaba dando remate a los últimos preparativos de su Ejército para mar-
char sobre Lima,
el
vijilaba los trasportes
Almirante Riveros, con parte de i
la.
ayudaba a esos preparativos en
Escuadra,
la
caleta de
C'urayaco.
A la
la
1
I\
O'Higgius
Almirante Esta cativos:
lo
se enviase
a
una señal
del buque-jefe ordenaba a
su bordo al teniente Silva Palma;
el
necesitaba.
clase
ellos
Mr, de ese dia,.
de llamados a
vienen
oficiales subalternos
son mui
jeneralmente aparejados de una
arresto o alguna comisión de importancia,
signifi-
raspa,
un
— Inmediatamente que calaba mi levita cia,
par ver
me comunicó
se
la
espada, principié a hacer
i
descubría
el
orden
i
mientras
me
un examen de concien-
objeto de llamado tan perentorio.
buque insignia, fui llevado por el ayudante a preAlmirante, i aun no podia adivinar qué chubasco me iría
Llegan sencia del
si
—
176
lo
al
a venir encima. Al entrar a ser anunciado,
sentía
un
Al
sonó
i
tín
la i
cámara,
ajusticiado, la
viejo Almirante detuvo su paseo al
el
tranquilamente i
no veia
me
miró. Mientras tauto, yo
horas de
las
salir
voz del Almirante: psro esta vez no
ahuecada, como
lo era, sino
como un
que, por
el
de
la
la sentí
contrario,
me
me
curiosidad.
cavernosa
pareció clara
cuando llama a sus puestos de combate. Baquédano rae ha mandado una comunicación, en que, a pedido de don Patricio Lynch, jefe de li 1. a División, rae manifiesta que usted sea enviado a tierra para incorporarlo a esa División como ayudante i como jefe de señaleros para comunicar con la Escuadra. Casi doi un brinco; un golpe eléctrico no rae habría hecho mas i
sonora,
clarín
—-Vea teniente,
efecto; la
rae dijo; el jeneiul
de pies a cabeza sentí una corriente, que por poco se
espada de
la
me
cae
mano.
— Qué esa comisión? — ¡Mi Almirante! dice,
¿está prepáralo
teniente,
siento orgulloso de
No
que
sólo estoi se
haya
i
listo
preparad)
fijado
i
para desempeñar
listo,
sino que
me
en mí, para honrarme con
esta distinción.
— Entonces, teniente, manos a Una
Sibbald, antiguo marinero de la
de imponerlo de mi comisión tenia
que
la
obra
vez en cubierta, hice llamar
recibir
i
al
Armada
i
felicidad.
maestre de señales, Jorje británica,
con
el
objeto
ponernos de acuerdo, ya que
él
mis mensajes.
Como me llevaría
preguntara qué señales iba a usar, le contesté que una bandera grande para hacer destellos a larga distancia, i
un juego de banderolas para semáfora a corta distancia. A las 3 de la tarde, acompañado del aspirante Ernesto Herrera grumete Padilla, desembarcábamos en Curayaco, apertrechados de anteojos, banderas una frazada, por todo equipo. Allí buscamos al señor Bascuñan, jefe de bagajes, a fin de que
i
i
nos diese cabalgaduras para incorporarnos
al Ejército,
177
Esto no era niui vilidad estaban
conseguimos un mal
Aunque
fácil,
fíenle;
al
porque ya todos esos elementos de moembargo, con un poco de majadería,
sin
caballo,
una ínula
«embarcaciones»
estas
un burro. no eran homojéneas i
ni
mui
preparar sus aparejos, para haque aceptarlas cerlas navegaren convoi, de la mejor manera que nos fuese posible. •Antes de las 4, ya zarpaba de Curayaco ese escuadrón de cabaelegantes, tuvimos
llería
i
de marina.
Hubiera pagado por que un fotógrafo hubiese dejado constancia
de esos risueños centauros.
Cuando en éste
buques heterojéneos de distinto andar marchan andar debe regularse por el del mas porro, como
varios
en escuadra,
el
i
i
mas despacioso
el
era
el
burro, tuvimos que amoldarnos a
su lenta marcha.
Antes de de carpas
las
5 llegábamos
campamento,
al
ramadas, tuvimos que
i
para presentarnos
ir
comandante en
al
i
por ese laberinto
en busca del cuartel jeneral,
jefe.
Aquello fué una via-crusis; no había uno que no nos lanzase
una
cuchufleta.
Uno yendo a
decia:
la bolina.
Otro por
— Mira hom, mete timón — Abájate pantalones, que ya
al otro lao,
el
los
allá:
que
te vais
las canillas
van
pareciendo obenques.
llegamos donde
el
señor tuvo una sonrisa para
la
Al
fin
Me apee del caballo Como la Escuadra zos,
i
me
jeneral
mi
Baquedano,
también este
i
generis caballería.
presenté
al jeneral.
en ese momento disparaba algunos cañona-
me
Baquedano, un tanto contrariado,
preguntó:
— ¿Qué son esos cañonazos? — La Escuadra que tira
al
blanco,
mi Jeneral.
— Malo... malo, cañonazos, cañonazos, prevenir enemigo. De
allí
me
trasladé a la
cuyas órdenes debia
Don rador en
me
dijo:
Patricio la
tienda
Lynch
recibió afablemente a
espedicion merodeadora
— «Por ahí anda
almirante ingles;
del jefe de la
1.
a
División, a
servir.
al
su antiguo colabo-
norte del Perú,
i
al
saludarme,
comandante del buque vea modo de encontrarlo para que se acompañen». el
señor Acland,
2.°
C,
pELAM.Cb.
13
—
Después de buscarlo por aquí inglés; golpeé
Un ción
a
la
puerta
británico alto
me
i
—
178
por
i
pregunté
hizo la siguiente pregunta:
—
llegué a la carpa del
me miró
bien plantado,
i
allí,
estaría ahí el señor Acland.
si
rijo,
i
por contesta-
¿I es Ud., señor Silva,
quien
pregunta por Acland? ¿No se acuerda Ud. que con Nicholds, Foot otros,
i
en mi casa en Portsmouth, teníamos de cuando en cuando
que Ud. nos acompañaba con su violin? Un fuerte abrazo unió nuevamente a estos antiguos amigos, que ahora iban a oír juntos un concierto de muí distinta índole, en que bien podian cortarnos las cuerdas del instrumento de nuestra nuestros conciertos,
i
existencia.
12
ENERO.
OJO
— «KAN
DÍA
El estrecho valle de Lurin, entre sus márjenes i
i
en mil rústicas
mas de 23,000 chilenos. amor de su bogar, hasta
caprichosas viviendas, encerrado tenia a
Todos estos hombres, que vivieron al que el clarín guerrero los llamó al cumplimiento de su deber, deben haber regado con lágrimas el regazo de una madre o de una esposa, i muchos de ellos humedecerían con sus labios la frente de un tierno pedazo de su corazón, meciéndolo en su cuna, quizas para no volverlo a ver mas, después de darle
Esos 23,000 hombres que,
el
abrazo de despedida.
por cerca de dos años lian venido,
paso a paso, atravesando desiertos, sui'iiendo hambres
de privaciones; esos hombres a quienes
toda clase
i
rigor de la disciplina
el
ha
tenido encuadrados dentro de su ríjido márjen, han casi perdido la
noción del placer
zado ejercicio corneta
i
No
el
i
i
de
la
alegría;
enseñanza
siempre
militar.
No
hai
siempre
mas vida para
el esforél
que
la
campamento.
sin
razón se
les ve,
por lo jeneral, taciturnos, serios
i
pen-
Lo único que de cuando en cuando viene a amortiguar
sativos.
ese sórdido sufrimiento,
brazos de la esperanza
queridos que
;i
La tarde
i
es el soplo
guaje lacónico i
fija
de consuelo, de aliento, que en
en forniade misiva,
les
toda hora ruegan por su vida del dia anterior
i
1¡i
i
i
mañana de
debe haber sido testigo de opiniones
minada
la lista,
i
envían aquellos seres' su fortuna. ese, el cuartel jeneral
discusiones; pero en el len-
militar del Jeneral, siempre se percibió
resolución, hasta
que en ese famoso
dia,
una
deter-
apretando en
— sd
mano
izquierda
derecha
el
espada
la
sus labios para, a
la
179
—
asunto de su absoluta responsabilidad,
i
en su
con que debía hacer imperar su voluntad, abrió sola voz de ¡en marcha!, electrizar a esos 23,000
corazones, que hasta ese instante estaban
como adormecidos.
Desde ese momento, el tranquilo campamento se convirtió en un enjambre de locos; las bandas de músicos, los tambores i cornetas, todos, i por todas partes sonaban las dianas i canciones nacionales; los enfermos i heridos sanaron, todo el mundo se alistaba; unos limpiaban cuidadosamente sus rifles, otros contaban afianzaban sus municiones; unos corrían por aquí, otros por allá, no había i
enojados, todos se reían
i
abrazaban, sobre todo aquellos que habían
tenido antes algún digustillo,
i
para complemento de alegría, no
daron en pegar fuego al laberinto do rucas, que antes vido de abrigo de albergue.
les
habia
tar-
ser-
i
¡Qué cuadro más grandioso berante de patriotismo;
poderse contar entre
el
el
i
patético,
qué esplosion mas exu-
corazón se sentía henchido
número de
esos valientes;
veian ojos humedecidos de hermanos, amigos
i
orgulloso de
a cada paso
compañeros
se
(pie
se
Este cuadro no se puede pintar, ni describir; era un cuadro
in-
i
despedían!
terminable no habrá tela, ni pluma que puedan, que hagan sentir como se siente viendo la realidad. A las 5.30 de la tarde, ya la 1. a división concluía de pasar el puente de Lurin, un poco al norte de su ribera se le hacia formar en tres grandes pelotones o escalones esceptuando el Coquimbo i i
i
Melipilla,
que
se les destacó, para
sen por la playa hasta llegar fuese
el
momento
que independientemente marchaMorro Solar, cuando les
al asalto del
oportuno.
Antes de dar
la
orden de marcha, don Patricio observó perso-
nalmente
<pie su tropa estuviese bien
dispuso
conveniente para que no se focase corneta, no se diese
lo
formada conforme a su plan,
voces de mando, no se encendiese fósforos,
ninguna
especie,
que pudiese anunciar
al
i no se metiese ruido de enemigo nuestra proximi-
dad.
Entre estas disposiciones también cayeron las muías
i
burros,
haciéndoles retirarse a retaguardia de la caballería para que con sus
sonoros cado.
cantos
no
fuesen a
denunciar en
el
momento mas
deli-
— Cuando ya
—
180
de que todo estaba provisto i en buen ormedio de los escalones, como quien se coloca adelante en el puente de mando de un buque. Don Patricio debe haberse hecho cuenta de que aquello era un buque i como tal quería manejarlo. se cercioró
den, se colocó delante
Sacó su
reloj
i
i
al
adelante!
Aunque
la
marcha era pausada
desahogo, ninguno salia de su formación; pareciendo
movimiento en
el
campo de maniobras
i
el
i
con
conjunto un
no una marcha contra
el
enemigo.
A
los tres cuartos
de hora,
último tambor, estiraba
¡alto,
a tierra!
desde
i
hasta
el jefe
el
descansaba sus músculos sobre esa sábana
i
de arena.
Un
cuarto de hora de descanso,
i
nuevamente adelante.
Aquello era matemático, era realmente una navegación; salia
de sus puestos, esceptuando
jefe de
tia,
el
movedizo
activo coronel
i
Estado Mayor, que con sus ayudantes iba por uno
lado en observación de las patrullas de descubierta se
con
las
A da
i
i
que
Urru i
otro
se cumplie-
órdenes dadas.
Poco después de suello,
nadie
para dar las 3,
el
mas
las
12 P. M. se hizo
asalto en
del
el alto final, el alto
re-
buenas condiciones de descanso.
o menos, cuando ya la tropa estaba bien descansa-
desprendida de
los pesos
i
prendas
inútiles,
don Patricio llamó
a su alrededor a todos los jefes de cuerpo.
Momento supremo,
señores, les dijo;
tres montículos, está atrincherado
el
allí, al
enemigo,
i
frente, tras
de esos
para asaltarlo, las
manera siguiente: el 2 ° i el Colchagua el Atacama i Talca el del medio, i 4.° el Chacabuco con el el de la izquierda; la marcha se hará con el mayor silencio posible i el fuego no se romperá en ningún caso an-
fuerzas se distribuirán de
atacarán
tes
de
los
el
la
cerro de la derecha,
300 metros.
Momentos después desplegadas las fuerzas en líneas de combarompían la marcha, en busca de la muerte o de la gloria. Es de imajinarse la sensación que aquello produce, ver cómo 9,000 hombres en completo silencio, no sintiendo mas que el tractrac de las botas i el tric-tric de los yataganes al ir marchando cuesta arriba contra aquel atrincheramiento, donde un enemigo oculto los espera para ultimarlos; tengo la plena seguridad que al mus vate,
181
liento, le
tiemblan
espuelas
las
i
siente helársele
la
sangre en
las
venas.
A
las 4.50 se
combate en toda
despejó
la línea
trabándose
incógnita del silencio,
la
el
la 1. a división.
de
Don Patricio en esos momentos, debe haber pensado lo que Nelson dijo en el puente Victory, cuando hizo entrar en combate su escuadra en Jrafalgar: «pegarse al costado de un enemigo basta rendirlo u hundirse con él».
«Ya yo no tengo nada que plir
hacer, ahora cada
Poco después de
las 5.30,
nuestra ala izquierda
maba la trinchera fuerte artillado del Don Patricio también llegaba casi i
Las fuerzas del centro do, sin
que
los
i
quedaron
aficionado llo,
i
to-
al
mismo
tiempo.
derecha seguían batiéndose i ascendien-
enemigos largasen sus trincheras.
listos
i
el
enemigo en su trinche
con un buen surtido de municiones, yo como
arma no pude resistir, me tenté, i bajándome del cabaun cañón de la tronera, lo cargué i, apuntándolo
a pulsos saqué
ahora por ras
al
montaba
ala derecha del enemigo.
Los cañones recien abandonados por ra,
uno sabrá cum-
con su deber».
el
que aun
La cosa
flanco, principié a
hacer fuego sobre
las otras trinche-
se resistían.
que caia aluno de mis fogonazos prendió fuego al armón del cañón siguiente,produciendo una gran esplosion. Don Patricio que estaba tras la trinchera, creyó que yo había volado dijo: voló Palma, como le contestase negativamente, me dijo: bueno siga eniba a pedir de boca, a pesar de la granizada
rededor, hasta que
i
i
tonces.
Momentos después, como
a las 6, ya todas las trincheras ataca-
das estaban en nuestro poder; se ordenó a los cuerpos cargarse hacia
para seguir con el empinado Morro Solar i Salto c'el que aun estaban a alguna distancia i cuesta arriba hacia el
la izquierda
Fraile,
norte.
Poco antes de
6 A. M.
que la escuadra habia iniciado sobre el Morro Solar, fué detenido por una orden comunicada desde tierra por señales, a una distancia como de cinco mil metros. Señal que fué tomada por Sibbald en el buque-jefe antes de los cinco minutos de principiada. las
el
fuego de
la artillería,
La ascención el
fuego enemigo
al la
i
Morro
miento, bajaron tras los
por llos,
empezó con empuje, pero
sin éxito;
configuración del terreno obligaron a retroce-
der a nuestros soldados, va, a cargo
se
-
182
enemigos saliendo de su atrincheranuestros, hasta que la preseucia de la reseri
los
de Arístides Martínez,
i
la 2. a división,
de
la artillería
que
desde San Juan venia amenazando encerrar a Chorri-
el valle
obligó al enemigo a ceder en toda la línea.
Poco después de medio dia bajamos donde el jeneral Baquedano, en la casa de
pueblo de Chorrillos,
al
recibió a lodos los
Pézet,
jefes superiores para conferenciar sobre la jornada.
Poco antes de anochecer, gran número
ríe
soldados disemina-
dos en ese Versalles de Lima, se desenfrenaban en las libaciones que esos ricos
i
bien ataviados palacios, brindaban a
tros sedientos
Al caer
i
discreción
a nues-
victoriosos soldados.
el sol,
ya Chorrillos ardía por las cuatro puntas
i
du-
rante toda la noche se vio convertido en descomunal hoguera, en
medio de
tiroteo loco
i
el
desorden mas tremendo.
tropas sin comer desde la salida de Lurin, amunicionaban reorganizaban para afrontar cualquiera emerjencia del momento. La Escuela de Cabos, gran edificio cuadrado de dos pisos, esta-
Dia
14, dia triste; las
apresuradamente
se
i
sus custodias, a mas de los dos momento en momento aumentaban de una ma-
ba repleto con miles de prisioneros mil heridos que de
i
nera alarmante.
Todos los médicos del Ejército y Armada eran insuficientes; por mas que trabajaban, no tenían tiempo para dormir ni echarse un bocado, para poder hacer las primeras curaciones a lo.^ heridos que a cada momento llegaban por docenas.
Dia
15.
La
3. a
división se
desplegó frente
enemigo, atrincherado en sus bastiones, zanjas
que afirmaban su
ala derecha en la ribera del
al i
ala
derecha del
tapias aspilleradas
mar.
La 1. a división, amontonada en la carretera de Barranco, hacia un pequeño descanso para continuar su despliegue. Don Patricio no se descuidaba; se trepó sobre el techo de una casa, de c de 400 metros, anteojo en mano, observaba con recelo los i
—
movimientos del enemigo, hasta que to del armisticio, lo obligó
sión
—
183
el
repentino
i
brusco rompimien-
a bajar apurado para desplegar su divi-
hacerla entrar en combate.
i
Desde la esquina por donde la división torcía a la derecha, allí estaba don Patricio, apurando el destile; el batallón Qui Ilota, recién desembarcado ese «lia, se incorporaba a la división para recibir su bautismo de fuego; en el momento que torcía por esa esquina, una granada, de grueso calibre, disparada de los bastiones, reventó sobre
nuestras cabezas,
sobre los estribos,
que entusiasmó
i
El valiente
tras la esplosion, se ve a don Patricio empinarse con gorra en mano, dar un sonoro ¡Viva Chile! contaminó a los quillotanos. i
i
buen soldado Lagos, comprendiendo
i
la
gran im-
portancia que tenia la defensa de la posición confiada a su cuidado
con
la 3. a división,
no permitía perder una pulgada de terreno, auneran diezmadas i raleadas, sin embargo no faltaban i
que las filas émulos de los caidos para reemplazarlos con a esta tenaz resistencia, reforzada por despliegue de
la
1.
a
división,
el
pudo
se
igual heroísmo, gracias
fuego
oje la
Escuadra
i
del
contrarrestar la sorpresa
enemiga.
A
la
caída de la tarde, cuando la victoria estaba ya decidida en
nuestro favor, un fuerte enemigo de sos cañones, hizo reventar
neladas de
Don
Patricio, al ver aquello,
de inutilizar
Vino
con grue-
los aires to-
tierra.
acompañado con un piquete de cluir
la izquierda, artillado
una gran mina, que voló por
la
ordenó
al teniente Silva
que
fuese,
tropa, a clavar los cañones para con-
el fuerte.
noche,
i
cada uno durmió o pernoctó donde estaba. *
*
El día 18,
el
jeneral
*
don Cornelio Saavedra, como
de Lima, con su Estado Mayor, se acercó a para recibir
i
la
jefe militar
carretera del Callao,
despachar a Lynch, que con su primera división, dehia
marchar sobre el Callao para tomar posesión de fse puerto. Los Tejimientos, baterías i escuadrones en correctas columnas de honor i con la firmeza i arrogancia del soldado victorioso, al pasar frente a sus jenerales, hacían la admiración de cuantos presenciaron
aquel
desfile.
En
cuando
el dia,
al
Í84
-
son de músicas especiales se hace desfilar
nuestro Ejército frente a autoridades superiores, los soldados brillan
en limpieza tas,
compostura; cada botón es un espejo, los
i
trajes, las bo-
todo es ñamante, sin desdecir uno de otro. El pelo igualmente
coitido, los mostachos levantados
i
amantillados
como unos verdade-
ros Guillermos.
Realmente, esas paradas hacen honor
que da esos resultados.
I
de orden e instrucción, aquel sólo
espíritu de orden
el
mundo
como
así
destile
de
entero lo que puede
lo
i
organización militar
primera división reveló no
la
disciplina, sino
i
a la
estas paradas reflejan el espíritu
que vale
que hizo ver i probó al empuje del patriotismo
el
chileno.
Esos soldados no iban afeitados ni amantillados, pero en cambio iban negros
por
el
tostados por las privaciones de una larga
i
campaña
i
fuego de dos titánicos combates.
Sus polvo de yectiles
no relucían, pero en cambio iban cubiertos por
trajes
la victoria,
i
muchos de
que respetaron sus
ellos
agujereados o
el
rotos por pro-
existencias.
Esos soldados no hicieron temblar
el
suelo con su paso de para-
uno a que fué nuestra enemiga Concluido el destile, después de un corto alto, emprendimos camino del Callao. Era ya necesario llegar a un cuartel, a un campamento donde poder dar un buen descanso a nuestros pobres rotos, que hacia tantos dias que no comían, ni aflojaban sus correajes, da,
pero en cambio con
el
patriótico latir de su corazón, de
otro confín, hicieron temblar la tierra
siempre con
arma
el
al
lado
i
listos
para sacrificarse; en
fin,
con esta
ya (brisábamos un posible desahogo. Cuando concluyó de destilar la división al ponerse en marcha, don Patricio divisó un alférez de caballería que, con avidez, se comia última jornada
al Callao,
i
cebolla cruda. Como ya el hambre nos iba apurando, don Patrino pudo resistir aquella tentación, i me dijo consiguiese de ese señor una cebolla para él.
una ció
El alférez
me
alargó una,
i
don
Patricio,
amigablemente,
la
com-
partió conmigo.
Sin pan ni tré
deliciosa,
i
sal, sin
me
mas
aliño que
el
hambre, aseguro
habría comido media docena
dulces de la Antonina Tapia.
la
encon-
como quien come
t
—
—
1S5
Al ponernos en marcha, se nos incorporó
Guerra, don José Francisco Vergara, Patricio la conveniencia
queaba
hacer avisar
señor Ministro de
don
a
Almirante que aun
al
blo-
puerto.
el
Don
<le
el
poco andar advirtió
a
i
que tomase un piquete de Callao a comunicarse con
Patricio ordenó al teniente Silva
caballería
que adelantándose fuese
i
al
1
Almirante.
Aqui me
tiene ahora a cargo de caballería; pero
había voluntad, no tardó en i
me
rumbo
lancé
Al llegara incendios
a
la
eso,
mar.
por todos lados; pero como mi misión nada tenia
ordené a mi piquete: ¡Al galope! hasta que llegamos
dársena. estaba nuestro vapor «Rimac» a pique, varios buques ar-
Allí
diendo, la «Union» incendiándose
i
naufragada en
mac». La escuadra estaba en San Lorenzo; guardia, a vueltas,
me
al trote!
afueras del pueblo, nos encontramos con saqueos,
los
tiros
i
que ver ron
al
como para todo
voz de mando: ¡Piquete,
salir la
mucha
la
boca del «Ri-
«Pilcomayo», buque de
la
no babia; por mas que me daba bordo, hasta que un alto martinete
distancia; botes
no encontraba cómo
ir a
saco del paso.
Me
trepé al último peldaño,
montándome
a caballo en él
i
afian-
zándome, como quien está en peñol de gavia tomando rizos, desenvainé mis banderolas i principié a llamar la atención de la «Pilcomayo», que estaba poco
Don
mas
allá
de tres mil metros de distancia.
Carlos Moraga, que la mandaba,
i
que siempre tuvo buen
ojo no sólo para disparar proyectiles sino también para vijilar
servar a la distancia, no tardó en verme
Almirante, en que se
suspendiese
el
le
comunicaba
i
la
recibir el
mensaje para el que
ocupación del Callao
«Fresia»,
que hacia compañía a
se lanzó a toda fuerza, para ser la primera en entrar les
ob-
i
bloqueo.
La torpedera que
i
causó tantos trabajos
i
la
«Pilcomayo»,
a esa
dársena
desvelos.
Al entrar la torpedera, fué gran sorpresa para los peruanos, porque esa «Fresia» habia sido echada a pique por ellos i ahora era ella la primera en entrar, para hacerles ver lo que puede el empuje i trabajo de nuestros hombres.
DE ENERO
13
LA PARTIDA
Tengo plena seguridad de que por esta fecha no habrá uno de que Baquedano condujo a Lima, a
sobrevivientes del Ejército
los
quien no
le
cosquillee
el
cerebro con los mil episodios
sensaciones
i
memorable jornada de aquel dia. Por el hecho mismo de ser ajenos a la vida ordinaria del hombre, tales recuerdos tienen que quedar grabados en la imajinacion de tan honda manera, como las letras de la lápida funeraria en que perdura la memoria del que de
la
bajo
ella reposa.
¿Cómo podrán Vergara hizo
olvidar los miles de hombres,
desfilar frente a su
que
el
campo sino como
embutirlos en uno de los buques que debían conducirlos del
honor, aglomerándolos a bordo no
revuelta
ducían el
el
como
pasajeros,
al
i
apretada carga? Porque rara vez nuestros trasportes con-
el
continjente de tropas proporcionado a su capacidad; por
vapor «Itata»,
T
L na vez, por ejemque tenia cabida para un rejimiento de mil
contrario, siempre se les cargaba con
plo,
Ministro
miradero en Arica, para en seguida
exceso.
doscientas plazas, llegó a Pisco con dos mil hombres,
i
como
si
esto
fuera poco, llevaba también de aditamiento 300 muías. Considérese
ahora los resultados de
tal
amontonamiento, con un clima
cálido,
— con dificultades para
el
buque
aseo del
de departamentos para tanta jente, irremediable
con escasez
del personal,
i
agregando todavía
i
el
mareo
circunstancia de que la tropa hacia sus comidas en
la
i
—
18S
mismo
recinto en que dormia i tenia su equipo... Es de imajinarse el producto de todos esos factores reunidos, i tengo la seguridad de que cualquiera a quien con los ojos cerrados se le llevase a inmediaciones de semejante barco, no encontraría el
*
1
ne
el
ambiente
A
olía
pesar de
en nuestro buen le
vio contento
Xo
precisamente a ámbar... el buen humor no decayeron en
todo, roto,
el
i
él
entusiasmo, proverbiales
un
instante,
siempre se
i
ocurrente.
i
obstante de que con anticipación se había procedido a
bar a bordo los víveres,
las
municiones
dimenta, se demoró varios dias batallones
Tejimientos,
i
i
el
i,
en jeneral, toda
la
esti-
impe-
embarco de todo ese reguero de
junto con pisar la cubierta
el
último
sol-
dado, «¡allá voi!» dijo también nuestro Ministro en campaña.
Entre veleros, remolcadores, trasportes
buques de guerra, Por supuesto, para llevar sin contratiempo aquella preciosa carga, era menester tomar toda clase de
aquel convoi
sumó 24
precauciones; por esto, la vanguardia,
resguardados por
iban
den
i
barcos.
la
los
vijilancia de los
flancos
i
la
retaguardia,
buques de guerra. El
or-
disposiciones internas de seguridad, se habían decretado con
i
escrupulosidad de detalles; cualquiei percance o contrariedad hubiera sido
para
la patria
Maniobrar
jéneo, que carecía
mación compacta tarea
mar
fácil,
de funestísimas consecuencias.
manejarse en
i
i
afuera, para de
vapores que hacían
Hasta
las la
i
mar con un conjunto de
tan hetero-
costumbre de viajar en
la
for-
hacer los cambios de rumbo con precisión, no es
por eso se tomó
dad; mas, a
la
de disciplina
este
modo
el tráfico
dos de
de
la tarde
hora en que
determinación de hacerlo navegar
la
el
evitar
también
el
encuentro de
los
la costa.
de aquel dia todo marchaba sin novesol
se
disponía a desaparecer tras
el
encumbró en su tope mayor, una señal para el almirante, que decia lo siguiente: «El rumbo está equivocado: vamos sobre tierra». Tal noticia debió caerle al viejo Riveros como un mazaso en la cabeza, para el piloto seria un golpe bochornoso, por el peligroso error en que habia incurrido. Si hubiéramos seguido aquel rumbo, horizonte, la corbeta «O'Higgins»
i
—
noche nos hubiéramos visto empeñados en
a inedia nillos,
quien sabe
i
—
189
no para esa espedieion, que habría tenido
Armada de
cible
No
habia tiempo que perder; ya teníamos encima
líneas
hacer
i
ordenó
el infier-
la
inven-
i
brevísimo
el
para evitar señales
equivoca-
i
cambio de rumbo con prontitud seguridad, se «Aligarnos» que a toda máquina recorriese las
el
i
rápido
al
de
el triste fin
Infier-
Felipe II en las costas de Irlanda.
crepúsculo propio de estas rejiones, ciones
punta
la
aquel lunar no hubiera sido también
si
comunicando
orden de cambiar
la
el
rumbo. ¡A Dios gracias,
salimos con bien!
VA DE SUSTOS
I
Algunos dias de pausada en
i
poco
partamento de Lima. Se fondearon de
costa para efectuar el
la
Inmediatamente
se
bía hacer de avanzada
guerra. Se
mandó
i
nos pusieron
tranquila navegación,
caleta de Curayaco, situada
la
los
al sur del rio Lurin, en
buques
lo
mas
el
desembarco con toda rapidez. el primer continjente, que
echó a tierra servir de
de ronda
la
«Magallanes»
de-
en esa operación de
protección
por en previsión de cualquier sorpresa. Todo
de-
cerca posible
algunas lanchas a va-
i
el
mundo
estaba tran-
quilo haciendo conjeturas sobre lo que vendría en seguida.
Las nueve de la
la
noche... ¡Tan!... tan!... Siniestra
alarma de incendio en uno de
botes, etc., etc. Se rarlo.
Que
el
los
buques.
ponen en juego todos
los
campana da
(Jarreras,
bombines,
elementos para conju-
fuego hubiese aparecido en un trasporte o en cualquier
otro buque, la cosa
que
revistió,
no habría revestido los caracteres de seriedad dado el lugar donde se produjo, nada menos que en el
velero «Elvira Al-vares», buque-depósito del Parque Jeneral del Ejercito.
A
buque,
haber tomado proporciones la
temente
el
incendio hasta consumir
situación del Ejército espedicionario
crítica;
va con
podernos mover por
el
falta
el
habría sido eminen-
pié en tierra, a las puertas
de Lima,
i
sin
de municiones...
buena fortuna seguía acompañándonos, a despecho de los dos grandes peligros que habíamos corrido, a vuelta de pocos dias todo aquel Ejército pudo desembarcar sin mayores inconFelizmente,
venientes,
la
i
—
190
—
¡Qué de comentarios, qué de movimiento i de bullicio en los del último golpe! Todo el inundo está ocupado en
preparativos algo.
Baquedano, como primera dilijencia, llamó al alférez Almarza i «Mi alférez, aquí tiene este oficio. Tome 25 hombres de
le dijo:
caballería
i
láncese al interior a encontrar la división Lynch, que por
viene desde Pisco».
tierra
Ese centauro de nombradla en aquella época, con la alegría del cuando se Je preséntala oportunidad de una empresa difícil
valiente
que acometer, montó en su fogoso bridón,
i
¡adelante! hasta cumplir
fielmente la orden de su jeneral.
Entre tanto,
campamento de Lurin se iba poblando de caruna la inolvidable banderita chile-
el
pas, chozas, rucas, luciendo cada
na. Las músicas, la alegre vocinglería de las cornetas, los
ayudantes que van
can su colocación..
amor de una
,
idea, la
i
tráfago de
el
vienen, los batallones, las baterías que bus-
todo aquello es una pequeña ciudad surjida al
de
la Patria.
Hasta
los esclavos chinos, liberta-
dos con nuestra presencia, pudieron manifestar sus agradecimientos i
participar de aquel
bullicioso júbilo.
Al
efecto,
una comisión de
individuos de esa nacionalidad se presentó a la Jefatura, riedad
ceremoniosas fórmulas de su
i
derramando
vivo,
la
ritual,
i
con
la se-
decapitaron un gallo
sangre sobre un plato, en señal de adhesión
i
íidelidad al Ejército de Chile. I
realmente. los servicios
prestados por estas jentes, fueron de
indiscutible importancia en la piadosa faena de recojer heridos
i
dar
sepultura a los muertos después de las batallas.
A
medida que las tropas llegaban al campamento, se iban congregando en pequeños grupos, i procurando sus comodidades de la mejor manera posible. Con los elementos de que disponían, se enobra de construcción de sus ramadas,
tregaban a
la
balando
equipo, instalaban su nueva casa; entraban en funciones
el
i
luego, desem-
panaderías, etc., se desatalajaban las armas montadas, enganados a pastar en los potreros vecinos; en una palabra, establecía un servicio regular ordenado de campaña.
las cocinas,
viando se
los
i
¡Dia 22!... Allá por ciales; se
laja el
suspende
el
medio dia
ganado, se recojen
i
mar-
se sienten dianas, canciones
funcionamiento de
las cocinas, se junta
i
ata-
arrollan los equipos, se colocan las fornj-
— turas
i
mente
En suma,
cananas. el
se
-
191
interrumpido
lia
d<3
hecho
repentina'
i
servicio establecido poco tiempo antes.
¿Qué
significa este repentino
contento jeneral? todo ha dado
la
Nada mas que
cambio que da nuevo que el que allí
aliciente al
ésto:
dispone
lo
orden.
EN MARCHA Poco antes de
de
las cuatro
su Estado Mayor, atraviesa
donde tiene que
salida del puente por
último tambor. ¡Qué momentos jefe,
tor
i
(pié
Baquedano, a
la tarde,
Lurin, apostándose
el
[tasar
todo
al el
la
el
a la
i
ejército hasta el
mas solemnes para un
asunto mas grandioso para inspirar
cabeza de
lado norte
jeneral en
pincel de
un
pin-
de batallas. El gallardo conductor de aquellas huestes, montado
en su caballo de guerra, alta
dando uno
a
uno
la frente
los estandartes,
en su amplio conjunto a todo
mino de
de
la victoria o
la
la
i
espada desnuda, va salu-
a los jenerales, jefes
el ejército,
que
oficiales,
i
desfila delante del
i
ca-
reproducir con
muerte! ¿Podría alguien
que ese guerrero siente en esos instantes dentro su pecho, las emociones que lo ajitan? ¡Imposible! Sólo es dado imajinar lo que pasaría por su mente en esos precisos momentos en que el ejército que contemplaba pasar por delante de [él, dependía de su sola voluntad, de un jesto suyo, i que detrás de ambos, del ejército i de su jeneral en jefe, la Patria esperaba anciosa la noticia que defidelidad lo
—
—
bía decidir de sus destinos
Al ponerse
dimenta,
el sol,
i
a escepcion de la caballería, bagajes e impe-
divisiones estaban
las tres
desplegadas en orden de
ya
marcha.
Envuelto
i
zaba
me
sij liosamente
i
Antes de rayar
figuraba
paso a paso hacia su presa. el
festín se aparraga, se
so
momento en que
treinta mil ritles,
i
ya de su victoria, husmeando el encoje contrayendo los músculos, en el precialba, cerca
i
i
i
va a dar
la súbita
luces de color, denuncian es fácjl (je cojer
camanchaca i oscuridad de la noche, un jaguar que con toda cautela abali-
oculto por la
aquel ejército se
la
i
el
asalto,
el
horrísono estampido
profusa iluminación de
la
proximidad del peligro: ya
entonces se traba
la
de
escena con la
presa no
encarnizada lucha,,,,,,
—
192
—
Los nuestros trepan, embisten, pelean cuerpo ventajas estratégicas de las posiciones del enemigo
plomo, diezman nuestras
filas
i
doblegan a
los
a i
cuerpo. Las
su mortífero
primeros valientes.
Quién no recordaba a aquellos lejendarios buines que después de porfiada lucha, sembraron el recinto de aquellas trincheras con sus numerosos cadáveres? ¿Quién no recuerda al sarjento Rebolledo que desde lo alto de las trincheras, tremolando la bandera de Chile, indicó al Ministro en campaña que habia sido el primero, i no para recordarle los galones prometidos
considerándose
enseña de recuerda
si
llevaba a cabo esa hazaña, sino
más que premiado con
la Patria
al viejo
en
ser el primero
en clavar la
formidable reducto enemigo? ¿Quién no
el
coronel Gregorio Urrutia, en aquellos aciagos mo-
mentos de derrota en
la
1.
a
división,
cuando, prescindiendo de su
puesto de jefe de Estado Mayor i apoderándose de una recua de mulas
con municiones,
i
en medio del fuego llegó hasta
las
líneas de-
rrotadas nuestras, para rellenar sus cananas ya vacías por la prolon-
gación de
la
lucha?
¿Quién no recuerda nez dio a
la 1. a
el
nuevo impulso que
división para arremeter contra
Solar; barriéndolo
la el
reserva de Martí-
empinado Morro
de enemigos?
¿Quién no recuerda a
la batería
Wood, de
la 2. a división;
cuan-
do con sus certeros disparos venia acorralando a los enemigos de Chorrillos, hasta que una bandera chilena flameando en el Salto del Fraile, a 1,500 metros le indicaron que eran ahora chilenos no peruanos los que allí dominaban? i
i
Antes de poner punto final a estas reminiscencias, permítaseme rogara nuestros actuales dirijentes que no echen en olvido tantos sacrificios i tanta sangre como costó a aquella jornada, ni que ya van trascurriendo 30 años sin que se le vea término a la cuestión del norte. Nunca han faltado subterfugios para demorar la solución, cada vez que se ha pretendido arribar a ella. No nos dejemos seducir por el halago de risueños tratados de co-
mercio recíproco
i
otras falsas combinaciones
que nos conduzcan
a
—
193
—
otra etapa do dilaciones en la solución de este negocio.
un millón de
libras,
si
los obtáculos, pero dése',
por
termino definitivo, que aleje
tengan que cargar,
a
Entreguemos
son [tocas quinientas mil, para allanar todos fin,
la
su vez con
a esta
larga
i
odiosa cuestión
posibilidad de que
nuestros hijos
ella.
C.
DE
un
I.A
M Oh
13
13
15
I
DE ENERO
Cualquier sobreviviente de aquellas famosas jornadas, que fresque sus recuerdos con r.os
regalan en estos dias,
dón en su naturaleza heroicos desarrollados
al
re-
animadas narraciones que los diarios debe con seguridad sentir un gran saculas
memoria
trasladar su
a los mil episodios
desde Lurin, para llegar a izar
la
estrella
victoriosa de Chile en el Palacio de los Virreyes en Lima.
La
lectura de esa cantidad de
nombres grabados con
letras
de
oro en las pajinas de nuestra historia; la lectura del esfuerzo gas-
uno de aquellos soldados; el recuerdo de los miles de cadáveres heridos que marcaron la senda recorrida por nuestra bandera; el recuerdo de tanto último suspiro, entregado por un moribundo a un compañero antes de abandonar este muíalo en holocausto de la patria, todo esto conmueve, enaltece, hace sentir orgullo en haber sido compañero de aquellos bravos, mas que todo, en
tado por cada i
i
haber nacido chileno.
La de
lo
lectura de esas descripciones embebe, atrae, hace alejarse
mísero presente, para trasladarse a
puede con propiedad Chile,
calificarse ese
lo
grandioso, que así creo
momento en que
los hijos
de
olvidando todo halago mundano, se arrojaban en brazos del
sacrificio
para enaltecer
el
nombre de su
patria.
—
—
196
Esa marcha a través del desierto, era pausada, tranquila, como un desfile; pero esa tranquilidad aparente, era como la calma precursora de la tempestad. si
se fuese a
Así
como
factores climatéricos se contraen,
los distintos
unen, para producir
el
se
desequilibrio atmosférico provocador de la
tormenta, así también aquellos 23,000 chilenos se hacían compactos i
un
cual
solo
hombre impulsado por
raban dentro de sus corazones todo
mismo
el
el
vigor
para irradiarlo como centellas, cuando dijese: ¡Allá, a la
muerte;
División; las
clarín de su jeneral les
el
asalto de Santa Teresa por la
del
impertérrito despliegue
el
sentimiento, acapa-
entusiasmo patrios,
llama a su defensa!
la patria os
Las vividas narraciones
i
i
avance de
empinadas trincheras de San Juan;
la 2. a
los repetidos
1.
a
División sobre i
sangrientos
ataques al Morro del Fraile, son pruebas por demás elocuentes de
que aquellos hombres a toda costa querían cumplir con de su Jeneral:
Los
la victoria
oficiales
antes de las
mandato
peritos en
estranjeros,
arte de la guerra,
el
que
batallas visitaron aquellas formidables posiciones, pre-
paradas con ciencia
un
el
o la muerte.
i
tiempo,
las
calificaron de inespugnables para
Ejército desembarcado de pronto, para obrar con rapidez.
Los que después de aquellas jornadas han recorrido esos camadmiran cómo pudieron los chilenos, en tan poco tiempo,
pos, se
obtener un triunfo tan decisivo
i
en contra de un Ejército
mucho
mas numeroso. El que no haya visitado esos lugares
mado
i
cuyo juicio
se
ha
for-
la lectura de de de debe creer que en todo esto hai mucho de patriotería o exa-
por
ciones,
la historia,
las crónicas
i
estas narra-
geración.
que piensen así, porque casi i empuje; pero para aquilatar la veracidad de esas narraciones i para que esos incrédulos hagan honor a ellas, voi a permitirme relatar la impresión de un Hasta
no
es
cierto punto, es disculpable
creible
un cúmulo
tal
de heroísmo
enemigo, a raiz de aquellos episodios. la 1. a
Cuando Baquedano regresaba a Chile con riosa,
se
trajo
también algunos prisioneros,
secretario jeneral
Perú.
i
División victo-
entre ellos venia
el
4e 4on Nicolás de Piérola, Director Supremo del
—
—
197
Este señor se apellidaba Jaime, llamado comunmente Coico Jaime.
En
la
«O'Higgins», buque que a este señor
que pudo,
dió lo mejor
le tocó, se le aten-
las
francas
i
sinceras
también se manifestó espontáneo i llano, relatando combate de San Juan, se espresaba de la manera siguiente.
atenciones, el
para corresponder
i
él
i
«Al amanecer del dia 13, acompañando recorríamos nuestras líneas,
i
cuando
la
desplegaba frente a las nuestras para
2.
el
a
al
Director Supremo,
División de ustedes se
ataque, estábamos en las
trincheras de San Juan.
Estas trincheras las habíamos preparado con anticipación; todo parecia estar previsto para evitar nos las quitaran;
la
fosa estaba
defendida por una no interrumpida línea de soldados, todos
ellos
armados con fusiles modernos de largo alcance; municiones, ademas de las cananas, se habian repartido cajones abiertos colocados de trecho en trecho; la artillería, emplazada en los lugares bien
i
i
mas adecuados.
En
todo nos hacia creer en la imposibilidad de que pudiera
fin,
llegar hasta allí
prolongada
el
Ejército
chileno,
porque tenia que atravesar
pendiente pampa, que hacia
i
las veces
la
de glacis a nues-
tras trincheras.
El amanecer sorprendió a
la
2. a
División de ustedes fuera del
alcance
de nuestros rifles; pero luego se hicieron ver desplegando sus líneas se preparaban al ataque.
los soldados
i
Nosotros estábamos persuadidos de que triunfaríamos, dadas las condiciones ventajosas
Concluido
el
de nuestras posiciones.
una larga línea en formación paralela marcha hacia nosotros en el mas correcto or-
despliegue,
a nuestras trincheras,
den de formación.
Cuando ya la teníamos a tiro de rifle, rompimos sobre ella un tremendo fuego de toda nuestra línea; la 2. a División parecia no hacer caso i seguía avanzando; los nuestros redoblan el ímpetu; pero en nada cambia la situación; esa División, con sus famosos Buines >
seguía impertérrita; aquellos soldados parecían fantasmas o
que fuesen de plomo Siguen metros,
i
i
que
las balas
no
les hiciesen
como
daño.
siguen avanzando, hasta que, llegando a los 300 o 400
rompen
el
fuego
i
se nos vienen
encima como unos
leones.
108
Aseguro que no tiemble
como esc. no hai carne que es bien difícil resistir tal empuje. saltan la trinchera; se les derriba, pero otros Llegan, suben nueves los reemplazan antes de mucho después de una encarnizada lucha cuerpo a cuerpo, tuvimos que ceder el campo». Díganme ahora esos señores, que duden de esas narraciones, ¿habrá exajeracion en lo que el señor Jaime nos relata a raiz de los hechos, cuando aun no restañaba la sangre de las heridas, ni se habia dado sepultura a los gloriosos caídos? ustedes que ante un ataque
¡i
i
i
i
Imposible, imposible,
i
i
ahora con
esos cantores de las glorias
de nuestros soldados, descubrámonos en homenaje los caídos
pecho
las
a la memoria de entonemos himnos de gloria a los que aun lucen en su medallas con que la Patria premió sus hazañas. i
15
DE ENERO ACTO DE JUSTICIA
cuando aun no se restañaba la sannuestro Ejército i cuando tuvo que repentinamente descansaba a la sombra de un armisticio, romper sus pabellones para nuevamente ir al combate; las condiciones de sorpresa en que esa lucha se inició hicieron que los cuerpos Tal dia
como
este el
año
81,
gre de tanto herido caldo en Chorrillos,
entrasen a la línea en relativa revoltura; pero a pesar de todo
gran desventaja para
los chilenos, a la caída
de
la tarde
ya
i
de
la
la victo-
cernió sobre nosotros, restando sólo rendir los fuertes del ala
ria se
izquierda peruana.
Como
era natural, nuestras
filas
quedaron en desorden
i
la
ma-
yoría de la tropa en verdadera dispersión; nuestros jefes, previendo lo
que
dispersos se lanzasen sobre
como
mas para impedir que estos Lima a producir una nueva hecatombe,
esta situación podia traernos
la del
i
a
pueblo de Chorrillos, se dieron
la tarea
de juntar
i
or-
ganizar aquella sedienta tropa.
Mientras en
el
centro se hacia esta operación, allá por nuestra
derecha un grupo de tropas, atácamenos en su mayoría, atacaban
el
fuerte Mercedes para rendirlo, logrando después de algunas embestí-
200
das apoderarse de tricolor;
en
el
él
i
hacer tremolar sobre sus cañones
la
bandera
fondo de nuestros anteojos se diseñaba perfectamente
la silueta del oficial
que llevaba a cabo tan heroica acción; pero prei vivábamos aquel acto, una tremen-
cisamente cuando aplaudíamos
da conmoción
esplosion nos silenció aquel regocijo:
i
una mina,
sido volado por
el
fuerte había
ahora, en vez de aquellos valientes, veía-
i
mos
volar por el aire, en medio de un volcan de tierra, un hacinamiento de hombres, armas cuanto encontró en su paso aquella ini
fernal máquina*
Llegó
la
noche
i
todo quedó cubierto por
el
manto de
la oscu-
ridad.
Los que contribuimos a reunir lecho en aquella tierra todavía
aun no pegábamos
cálida
los
dispersos,
por
el
buscamos un
fuego del combate;
cuando sentimos en las inmediaciones los quejidos de alguien que traían un grupo de compañeros; ese desgraciado era el oficial Juan L. Rojas, del Atacama, el misino que se diseñó en nuestros anteojos, arbolando la bandera chilena sobre los cañones del fuerte Mercedes: ¡Pobre muchacho! Compadeciéndonos del deplorable estado en que llegaba a presentarse a su jefe, Dublé, éste dispuso fuese llevado a la ambulancia; mas, cuando Rojas oyó esta determinación, solicitó de su superior que no se le llevase a la ambulancia i que si no podia entrar a Lima en la filas de su Tejimiento, se le permitiese entrar, aunque fuese amarrado, sobre un los
ojos,
burro. Pues, así entró ese valiente a la ciudad de los virreyes.
Concluida
la
campaña i no siendo ya necesarios los servicios de i como buen chileno o aventurero, hizo male-
Rojas, colgó su casaca tas
i
se
ésta le
fué a rodar tierras en busca de fortuna; desgraciadamente, fué adversa,
años ausente de
i
ahora pocos dias después de mas de treinta
la patria,
vuelve a
ella, viejo,
inválido
i
cargado de
una pensión con que darles de comer. No dudo que nuestros congresales, inspirándose en la justicia, sean amplios en premiar a ese valiente que fué a la guerra sólo a hijos a pedir
cumplir su deber de patriota.
Almirante Don Jorje Montt
Rasgos de un hombre honrado
buen servidor
i
cuando nuestra
Allá por los primeros años de la decuria del 70, gloriosa «Esmeralda» correteaba desafiando las
furias
igualmente que nuestras beldades corretean airosas
i
del
océano
elegantes nues-
paseos desafiando los galanes que voltejean tras aque-
tros
parques
llas
simpáticas avecillas, la gallarda corbeta en una de sus escursio-
i
nes llevaba por segundo
jefe, oficial del detall,
a
un cbicoco
i
narigu-
do teniente 1.°; no sé, si esas condiciones del físico tengan influencia en el carácter de las personas, pero el hecbo era que el citado teniente lo tenia bien duro i de reconocida enerjía. El viento era del NO; ya su fuerza babia obligado a disminuir considerablemente el velamen; las mares subían sacudiendo con ruduza
el costillar
i
maderamen de
la
«Esmeralda» obligando a
los
marineros del barco a tomar medidas precautorias; su comandante,
marino de
menos
juicio del el
la vieja escuela,
de no
mucho
carácter
esperienciá marinera, pretendió ejecutar
segundo
jefe,
no encuadraba con
i
al
parecer de
una maniobra que a
las necesidades, sino
contrario podia ser peligrosa para la nave;
el
por
citado teniente frun-
asumiendo actitud resuelta, insinuó a su jefe la incon veniencia del pretendido movimiento, i como éste, con la timidez en el semblante de quien no está seguro de lo que va a hacer, insistie-
ciendo
el cejo
i
ra en llevar a cabo la peligrosa maniobra,
en
la
el
teniente afirmándose
baranda del puente, frente a frente se apersonó
al
comandante
202
i
con toda
la
enerjía de una resolución tomada, le dice que
maniobra no puedo asumirá
aquella
i que él tomará de su cuenta i mando, ob!i._r mdo al comandante, ca-
llevarse a cabo
la responsabilidad del
pitán de fragata, a tomar refujio abajo en lo; sillones
de su confor-
table cámara.
Como
el
Dios Cupido es un intruso rapaz que a todas partes se
al grande, al fuerte que al también se le introdujo a este joven oficial, i allá por el año 7b, juntamente con una palomita negra, los metió dentro de sus redes para irlos a posar en un modesto nido situado en la calle de
mote, e igualmente flecha al chico que
débil, así
Lira N.° 9 de la ciudad de Valparaíso.
Recien empezaba la amorosa pareja a paladear la miel de su nueva existencia, cuando al segundo dia importuno mensajero golpeando la puerta vino a turbar su paz. De la Comandancia Jeneral llamaban con toda urjencia al enamorado pichoncito. ¡Qué realidad mas amarga! haber traqueteado meses, años, uno tras el otro, cuani
do después de vencidas todas
las
dificultades
i
recien
estaban so-
llamaba con toda urjencia para ese mismo dia mandarlo de comandante en una corbeta para ir a sofocar un motin en la colonia de Magallanes; no habia que pensarlo, e interrumpiendo licencia i
los, se le
i
luna de miel,
lió
deber que todo
maletas
lo
i
adiós amor;
el
deber así
manda mantuvo separados
lo
exijía,
i
este
a los dos palomos cer-
ca do un año, i cuando volvieron a juntarse ya eran padres de una nueva avecilla. Durante aquella penosa campaña que entonces era de hielos i eseorbuto, tuvo que ir al Cabo de Hornos en busca de un desmantelado barco abandonado por sus tripulantes; traido éste de remolque hasta Punta Arenas, allí lo entregó a la autoridad, para que la justicia
tomase determinación sobre Intertanto
i
él.
mientras esto se resolvía, un recádente de
la colonia
comandante salvador i le propuso hiciese la vista gorda para sacar del velero parte del cargamento de harina participándole con el 50 en cambio de aquel disimulo; tal proposición fué suficiente para no sólo aumentar la vijilancia en el velero, sino tamse acercó al
X
bién impedir
el
acercamiento a
Durante
la
guerra del 79 tuvo mala suerte nuestro protagonista,
él
de persona o bote estraños.
armas en que dar a conocer sus condiciones de guerrero; en cambio tuvo que hacer penosos i prolongados bloqueos
sin tocarle acción de
— de lugares sin espectativa molestos
.su
situación jeográfica los hacia
solitarios.
i
en esta ocasión a que me medio en completo abandono sin habersiquiera con los vapores, que de cuando en cuan-
Moliendo Eué uno de referiré, lo tenia
se
que por
i
—
203
comunicado
va mes
ni
los principales
i
i
i
do nos llevaban alivios de cosas frescas de noticias. Después de la toma de lio i Moquegua, se resolvió efectuar un con raid sobre Moliendo, operación que se hizo a media noche grandes dificultades por haberse ejecutado el desembarco sobre las no en Tslay, como lo había aconrocas en medio de las rompientes i
i
i
sejado I'
esperimentado bloqueador.
el
na vez tomados
apoderaron de allí
el
puerto
i
población, nuestras fuerzas se
correcto era que las provisiones
existentes viniesen con todo derecho a satisfacer las necesidad'
de los bloqueadores, que por tados sus ranchos i
la
i
aduana; lójico
la
¡
ya
galletas apolillados,
el
momento
mantención reducida
la
que
lo
que
s
tenían completamente ago-
es vino, té
i
al lejendario
charqui
otros artículos eran de
verdaderos contrabandos.
Con
la
autorización debida, las cámaras rellenaron en parte sus
necesidades, pero el señor comandante, a pesar de estar igualmente necesitado, no aceptó ni
un terrón de azúcar.
*
En
otra ocasión, recien
reflotar el trasporte
ocupado Lima,
«Rimac», a pique en
puestas que debían presentarse ante
el
la
se pidió propuestas para
dársena del Callao, pro-
jeneral en jefe don Patricio
Lynch.
Uno
de los proponentes, se acercó a nuestro hombre para que
le sirviera
de jestor en aquella negociación, ofreciéndole interesarlo
en una buena cantidad. ¡Pobre proponente! No sabia en que lío se iba a meter. Aun no concluia su proposición, cuando tuvo que salir mas que lijero de aquella cámara donde no había puerta ni entrada alguna, sino para lo correcto
i
honrado.
204
cuando
El año 91,
en desacuerdo
medio de
i
—
poder Ejecutivo
el
i
el
armas, buscó un hombre honrado, valiente
las
para entregarle
la
en
i
se
equivocaron en
i
poderes de primer majistrado de
Armada
a
a pe-
la elección;
resueltos para en Setiembre de ese
misino año darlo satisfactoriamente terminado
la
medita-
i
mil dificultades que encontró aquel mo-
vimiento, todos fueron zanjados
regresó a
prestijiado
protagonista.
el
Los señores congresales no sar de la falta de recursos
i
después do detenido estudio
dirección;
ción, recayó la designación
los
Legislativo entraron
éste último resolvió hacer respetar sus derechos por
la
i
después de delegar
República, tranquilamente
tomar su puesto en
las lilas
de esa
institu-
ción. elejir un Presidente; nuevamente se fijaron en el que los habia traido triunfantes ala Moneda; pero como este señor insistiese en no aceptar tan honrosa distinción, al fin tuvo que ceder razonamientos que se le hacían valer. a la presión Después de aceptada tal designación, un compañero de armas le escribía dándole el pésame a propósito de ella, haciéndole ver las dificultades, sinsabores sinnúmero de obstáculos que encontraría en el camino de la Presidencia i de la enmarañada política, que
Los
políticos se
pusieron en lucha para
mas, después de muchas idas
i
venidas,
i
i
i
todo ese conjunto echaría
por tierra su último triunfo
i
el prestijio
el mar como marino. La contestación a estas observaciones fué la siguiente: «Mi buen amigo, yo, como usted, he pensado en todo lo que me dice: sé que voi quizás a perder lo ganado en el mar i en el servicio en tantos años de trabajo; sé que voi a un puesto que no es para mí i que me traerá muchos sinsabores; pero es deber de ciudadano sacrificarse por su patria, mas que llevo en mí el principal propósito de unir
adquirido en
»
i
la
familia chilena, separada en ezte último movimiento».
El pais sabe como cumplió su misión, saliendo de
con
el
aplauso de los amigos
Desocupado de i
con
tal
la
llamado fué a
i
la
Moneda
de los que ayer fueron sus enemigos.
Moneda, la Armada reclamaba sus tomar las riendas de su dirección.
servicios,
—
205
—
Ocupando este puesto, antiguos enemigos le atacaron en el Concomo el Ministro de Marina no defendiese los injustos car-
greso,
i
gos que se
le
hacían,
llamó a su alrededor a todos los almirantes
para comunicarles que en vista de
la silenciosa
conducta del Minis-
tro iba a presentar su renuncia.
Uno
de los compañeros
le
hizo ver la inconveniencia de
tal re-
que ella -signiticaba un gran perjuicio para la Marina, puesto que su presencia en la Armada como director, era no sólo garantía para ella sino también que su entusiasmo esperiencia hasolución
i
i
rían
mucha
falta.
El almirante no desoyó
tal
insinuación, dejando sin efecto
el
propósito de retirarse.
En
la
administración de don Pedro Montt, nuevamente quiso
pero tuvo que desistir a pedido de don Pedro que acompañase en su período presidencial. Todos estos rasgos i servicios parecen no ser aun suficientes para algunos exi jentes que ladran por buscar algo con qué empañar su reputación; pero todo es completamente inútil i en vez de encontrar adictos en tan ingrata campaña, parece que por el contrario, la reputación que aquí no quieren concederle, ha crece su figura atravesado los océanos, otros hombres ajenos a las miserias de nuestra politiquería i sin nías interés que el reconocimiento del mérito, han querido agraciarlo i distinguirlo en forma tan sumamente especial, que ha llegado a despertar el asombro i quizás hasta la enirse al descanso,
le
dijo lo
i
i
vidia en las cortes europeas.
El Red de Inglaterra lo condecora con je
i
la
gran cruz de San Jor-
San Miguel. Condecoraciones de esta importancia no hai ninguna en toda
aun en Europa son contados Lástima es que aquí en Chile no
América, ción
i
como
era
Albion hacia
cho de
ello
debido; pues
los (pie
se
deferencia de
ne distinción.
f
distin-
la
Gran
mundo que debimos haber
un reclamo para hacer comprender
la
la
lucirla.
haya recibido esa
ella significa tal
este último rincón del
pueden
he-
valía de tan insig-
"
i-c^>
SABER LEER Cuando era niño, i ya en edad de empezar a leer, mi madre pumanos el primer silabario, con toda voluntad se dio la tade enseñarme las primeras letras; yo debí babor sido mui torpe
so en mis rea
i
i
cerrado de mollera, porque después de cada clase raro era
no
con
salia
acardenalados
madre que
la
las orejas coloradas los brazos;
pero
i
dia
que
también con alguna frecuencia la paciencia de mi buena
mas pudo
cerrazón de mi torpeza,
me
el
i
a
la
vuelta de algún tiempo
manos do un escolástico para concluir con osa enseñanza. Este señor encontró menos dificultad, porque ya la dureza propia do un cerebro inculto empezaba a ceder, sabiondo
el
silabeo,
entregó en
gracias a la jimnasia ejecutada para
miento de
las
primeras
mantener dentro de
él el
conoci-
letras.
corrido, me llevaron donde don José María Fredes, director de aquel colejio que ha sido el cedazo por el cual se lian tamizado la mayor parto do los hombres que han figurado en la política destinos del pais.
Leyendo mas o monos do
i
Adquiridos
los
conocimientos necesarios para ingresar ala Es-
cuda Naval, me desprendí con
la
del
regazo de mis padres para cubrirme
túnica de los servidores do la patria,
nes de ancla fueron para mí
ranzas do mi porvenir,
el
i
desde ese dia los boto-
emblema de mi consigna
i
las espe-
—
—
208
i
En i
aquel establecimiento retemplé mi espíritu
enseñanza de mis superiores, se
empeño con que mas
me formó
con
i
vocación
la
el el
i
tarde afronté gozoso los sacrificios
i
ejemplo decidido
múltiples
sufrimientos propios de la vida del marino.
Como
cadete cursé todos los ramos que en aquella época se en-
soñaban, hasta que llegué a graduarme
como
de
oficial
la
Armada.
Diversidad de viajes, campañas con su cohorte variable de bo-
nanzas
i
sufrimientos, al fin
una corbeta daba
o pisaba
me el
hicieron surjir,
i
con
primer peldaño de
la detalia
de
puestos su-
los
periores.
El
que do;
oficial del detall
él dirije,
maneja,
en un buque, es como
vijila
dueña de
la
casa, por-
ordena cuánto tiene que hacerse a bor-
i
no hai cosa por pequeña que
para la cual no se tome su ve-
sea,
nia para ejecutarla.
Las limpiezas, cuanto
la
disciplina, ejercicios,
castigos,
licencias,
un
hai.
I así
como
dueña de casa a
la
habitantes para bajo su nes, así
también
mando
el oficial
ciertas horas junta
hacerles rezar
del detall,
i
el
a todos sus
rosario
con especialidad
mundo, para hacerles imponen las ordenanzas
i
el
las oracio-
dia domin-
go, reúne en cubierta a todo el
rezar las ora-
ciones de enseñanza que les
jenerales de la
Armada. Esta ceremonia es a bordo una de las sólo
por
porque en la
va a enseñar
formalidad con que se
le lleva
el
mas
importantes, no tan
catecismo del deber, sino
a cabo.
comandante i oficiales con sus espadas, la tropa marinería con su armamento menor. Al toque de atención i silencio, el oficial del detall, tomando un Allí
i
ella se les
concurre
el
dominante, abre
lugar prominente
i
las leyes penales
los
i
deberes de
las
ordenanzas
las distintas
en voz
i
alta lee
personas en servicio de
a bordo.
La primera vez que tuve que desempeñarme en de leer en alta voz tir la
i
esas funciones
delante de tanta jente, sólo entonces vine a sen-
necesidad de saber leer ante público numeroso
i
de una mane-
ra correcta.
La enseñanza mediocre descuidada que i
i
la
poca importancia que en jeneral se da a
se
hace en
la lectura,
pocas personas sepan hacerlo como es debido,
las escuelas,
hace que mui
— A
romo
mí.
mayoría
a la
pasaba que atrepellaba consecuencia
las
Correjir este defecto en
Armada,
Dando la
i
comprensión de las frases
difícil,
i
un hombro ya maduro
me
i
en
solía hacerse
camino mas 'elevados
que" va
i
veía llegar a loa- puestos
sin saber leer.
vueltas
rueda de los destinos, llegué a ser director de
la
Escuela Naval.
me
Se
hacia cargo de conciencia asumir
los principales establecimientos
que debía
resquisito
que va
me
defecto
indujo
subalternos
el
ser
de
la
en
i
el
uno de
estranjero; pero el reconocimiento de ese
dio valor para
i
mas
tarde procurar correjir en mis
defecto que no corrijieron en mí.
sido también descuidada
como
la
150 caiicies bien raro era
los
dirección de
de -primordial importancia en una persona
Asistía a las clases para cerciorarme
de
la
República, careciendo de aquel
enseñanza de jóvenes que mas (arde tendrían que
a dirijir la
figurar en público
i
me
no acostumbradas,
entes.
de viejo, es harto de" la
las jeútefl
<!<•
comas, hacia pausas donde no debía,
Las inflecciones
imposible par
—
209
mia; no el
que
si
aquella juventud habia
me
fué difícil corrobararlo,
leía bien.
cómo remediar correjir aquel defecto? No era fácil tarea; en primer lugar, no habia
¿I
i
profesor, asignatu-
tiempo que dedicara algo que debían saber antes de entrar i en segundo lugar, ¿como encaminar a una enseñanza
ra ni
escuela,
maria
a jovencitos
que ya
a la pri-
se creían tan sabidos?
Sin embargo, dándole vueltas a la cosa
manejándola con tino, encontró una solución que fué coronada con el mas feliz rei
sultado.
Para dar forma
na que
a
ñanza, tuviese
voluntad la
a ese proyecto, era necesario
mas de poseer i
el
tino
i
los,
buscar una perso-
conocimientos propios de aquella ense-
carácter adecuados con que guiar
entusiasmo de jóvenes a quienes se
les
i
atraer la
hacia retroceder a
instrucción primaria después de estar cursando ramos superiores.
El joven Carlos Cabezón acudió a mi llamado,
siasmo
i
el
desinterés
mas absoluto
se
i
con todo entu-
echó encima aquella tarea.
Reuní en una clase los tres cursos mas jóvenes, en número de tte mas o menos, les presenté al señor Cabezón les esplique el i
C.
pe la M. Ch. 14
—
210
—
objeto de aquella presentación, que les enseñase alesr correctamente.
Las sonrisas
i
estrañeza pronto se manifestaron en los labios de la
mayoría de aquellos jóvenes; pero como ya iba preparado para ello, desentendí, fijándome sí, en el que mas demostraba estrañeza; lo llamé al frente, i pasándole un libro abierto le rogué tuviese la
me
bondad de
un
leer
capítulo.
Antes de articular palabra, ya
un
niño estaba nervioso,
el
i
desde
no hizo sino atropellar puntuaciones, equivocar palabras i hacer en resumidas cuentas una pésima lectura. Otro alumno, que se sonreía de los apuros del compañero'lector, fué llamado en su lugar i tampoco lo hizo mejor. Estas muestras eran una prueba práctica de que yo tenia razón, mismos i para hacérselas resaltar mas, el señor Cabezón les leyó los principio basta
el fin
capítulos.
La
clase se siguió
con constancia,
i
aquellos,
que en un principio
sonreían desdeñosamente, poco a poco fueron tomando gusto a la
amena
mo
lectura
i
declamación que se
con que aquello
les era
les ofrecía,
para concluir
un verdadero pasatiempo,
i
en
el
al últi-
dia esos
alumnos, cada vez que encuentran a su profesor Cabezón, no se cansan de darles las gracias por aquella desinteresada enseñanza.
'
Primer viaje de instrucción (dedicado a los cadetes navales)
Antiguamente,
antes del año 1870, los jóvenes que Naval con sus estudios concluidos, o los guar-
es decir,
salian de la Escuela
dia-marinas, no tenían
como
ahora, las facilidades para llevar
terreno de la práctica sus conocimientos
al
sino que inmedia-
teóricos,
al servicio de los buques de guerra, salvo una que otra escepcion, en que a bordo de algún velero mercante de a uno o dos compañeros se les hacia verificar un viaje redondo al estranjero, sin mas vijilancia que la del capitán del buque, ni mas programa de instrucción que el que buenamente pudiese desarrollar el empeño o entusiasmo de cada guardia-marina.
tamente eran entregados
Antes de
la
techa indicada,
de cadetes, fué en bién se llevó
íi
mas fué para tro
Pero
el
«O'HiggiUs», a
único viaje hecho con un curso la isla
cabo otro viaje que se
instruir el personal de la
corbetas («O'Higgins»,
que para los
la
le
de Juan Fernández; tam-
llamó de instrucción; pero
Escuadra
i
movilizar las cua-
«Chacabuco», «Abtao»
i
«Esmeralda»)
instruir guardia-marinas. la
Superioridad, comprendiendo la necesidad de afianzar
conocimientos de los guardia-marinas e inducirlos desde jóvenes
a comprender los deberes
i
obligaciones del
oticial
de marina, tomó
— el
—
212
acuerdo de destinar una corbeta,
la
«O'Higgins», para que efec-
tuase un viaje de instrucción a la isla de Pascua,
ron
las
i,
al
efecto, se die-
órdenes del caso para que zarpase de Valparaíso en
los pri-
meros dias del mes de Enero de ese año. Como por aquella época los buques de nuestra Escuadra rara vez salian de los límites de nuestra costa, un viaje de esta especie, i sobre todo para ir a un lugar apenas conocido, produjo entusiasmo i fué mui bien recibido en el personal de la Armada. Aunque entonces no habia gratificaciones especiales, sueldos en oro, ni mas aliciente que el de hacer ese viaje, todos se manifestaban deseosos de formar parte de la dotación del buque, i creo no equivocarme al decir que se notaba tanto entusiasmo como ahora despierta un viaje a Europa o al rededor del mundo. viaje, que se nombró como Comandante al prestijioso jefe, don José Anacomo oficial del detall, al teniente 1.° don Arturo
Se consideraba de tanta importancia ese especialmente cleto
Goñi,
i
Prat.
Se embarcaron 22 alumnos en
tres
llevando a su Director don Luis A. Lynch,
total,
como ayudantes Lynch I..
a
cursos de la Escuela Naval compuestos de
los
Se embarcó también
oficiales
la
don Javier Molina
i
i
don Luis
Escuela de Grumetes con 52 alumnos, a
cargo de su Director don Ignacio L. Gana.
Agregúese a nal estraordinario tal
la i
dotación completa de se
comprenderá
el
la corbeta,
todo este perso-
que tenia que
pastel
salir
de
aglomeración.
En o dos, se
En
cámara del.Comandante, donde habia comodidad para uno acomodaron cuatro.
la
la
de
oficiales,
aunque habia
exceso, no baria gran diferen-
mayor número; no así en la de guardia marinas, en esa camadonde cabían apretados 8 jóvenes, ahora habia que acomodar a 22, lo que equivaldría a meter 30 sardinas en una caja donde apenas hai capacidad para una docena. cia ese rita
Caminando para llenas con la
proa, seguiremos en
la
apretazon; las chazas
número de mesas de rancho que quedan dotación completa, ahora de alguna manera habría que
para colgar los coyes
i
el
compartirlas con los cadetes
i
aprendices de marineros.
— En
la
cámara de guardia-marinas,
mas
cadetes
rancho en
el
to llenaron cinco
la
corriéndose
antiguos,
el
acomodó un grupo de
se
resto a
ocupar
tres
entrepuente. Los aprendices de marineros
tes desalojados
a
—
213
mesas de
tropa
la
i
fogoneros
i
los
al
los
mesas de
lado opues-
pobres tripulan-
de sus pertenencias, tenían que amontonarse a proa
i
de Dios.
En
fin,
ya quedamos instalados en el lccal; pero ¿i lo demás, donde guardar el equipo, libros e
servicio de mesa, rancho, local
instrumentos? Todo eso era secundario,
bordo
hacerlos salir a
i
Como
en
la
había lugar para
que
se
la
la
cuestión era meterlos a
mar.
antecámara
lugar designado para los cadetes no
i
las cajas, se
dispuso que una de
usaban en aquel tiempo,
ropa de dos no cabia en una, se redujo ésta a algunas piezas que para
las
la
i
como
la
mitad, suprimiendo
caso eran consideradas
el
diminutas cajas
sirviese para dos cadetes,
como de
lujo.
Por
ejemplo, las camisas planchadas fueron reemplazadas por dos de lana i
una docena de
nían
el vicio del
así como estas otras, la cuestión un lugar destinado para uno, i como algunos te-
cuellos de papel,
era meter a dos en
cigarro
i
a otros
i
no
les
faltaban golosinas dadas por
mamas, todo habia que apelmazarlo para que no se perdiese. ¿I qué importaba todo esto, cuando íbamos a salir a viaje, a conocer el mar i, sobre todo, ¡a una isla en la Oceanía! donde habia las
indios
i
Xo mayor
¿quién sabe cuántas otras cosas? habia uno que no estuviese
feliz
i
contento. Habría sido
el
castigo habernos privado de esas ilusiones.
Todas
estas correrías
Enero, día en que ya todo
preparativos quedaron concluíaos
i
mundo
el
el
8 de
estaba a bordo.
Se nos repartió en brigadas, se nos distribuyó trincas, bolinas
i
dio nuestras colocaciones de alojamiento; se designó algunos mari-
neros para que nos ayudaran ellos
fué
el
tán de alto de la gavia
a quienes nos tocó
En
i
enseñaran a trincar
los coyes;
uno de
lejendario Francisco Brito, que en ese entonces era capi-
el
i
en ese puesto fué
el
maestro de
los cadetes
palo mayor.
la tarde, al llegar la
de mesa de
hora de
la
comida, principiaron los apu-
cámara de guardia-marinas, que era reducidísimo i escaso para la dotación de 6 que era la reglamentaria i que en ese tiempo era costeado por los mismos guardia-marinas, ahora habia que repartirlo entre 22, de tal manera que muchos queros; el servicio
la
— daron sin parte,
i
—
214
había que esperar que uno desocupara
para que otro la tomara a su turno; los vasos zados por los tarros desocupados de sido lo de menos, siempre lar rancho;
de
la
i
tazas eran reempla-
conservas. El servicio habría
que hubiésemos tenido siquiera un regu-
porotos de
la
ración de armada,
hicieron
él
fuerte
jornada; por pan se nos daba un amasijo capaz de romper la
cabeza de un peñascazo;
por
i
cuchara
pero desgraciadamente andaba en peores condiciones; la
charqui
galleta,
las
la
la
mañana
i
azúcar negra de
la
cada uno tenia buen
la
ración se nos repartía
cuidado de guardar su parte
en un cartucho, para evitar que algún estraño diese cuenta de
ella;
el té, confeccionada con esa malhadada agua que daba la resacadora, nos era objeto de contrabando sólo olíamos o veíamos por el cubichete cuando la usaban en la cámara
leche condensada para aceitosa la
de
i
oficiales.
Como
se
comprenderá,
los
comentarios desagrados
i
dificulta-
des proveniente de estos banquetes marítimos que se nos proporcio-
naba para que tomácemos, práctica en
el arte
culinario del marino,
eran los innumerables,
Cuando uno mascaba las crujir
esas duras galletas, otro por allá, al sentir-
contra los dientes,
le decia:
cuidado hombro que aquí no
hai dentista. Otro que por no tener tenedor usaba
el
cuchillo,
era'
amonestado por un compañero para que no se cortase la boca, o le llamaba la atención de Carreño por usar el puño de la mano en reemplazo de la servilleta; en fin, esas bromas al menos servían para ablandar un
tanto la dureza de aquella prueba.
Apenas salimos del puerto, rros corrió un fuerte viento sur de verano, que movía revolcaba a la corbeta mas de lo necesario, haciendo que aquel tropel de noveles cayeran como gavillas arrollados por las primicias de la navegación; raro fué el quedó en pié sin mala picardía del bellaco Custodio Lynch, que ya era avezado rearse, en la mar, contribuía en gran manera a hacer sufrir i aumentar el número de los mareados. Como no teníamos literas, bancos, ni nada en que recostarnos, las cajas i rincones de la antecámara servían de lecho a estos desgraciados; Lynch se colocaba en el medio con un balde, cuando la fuerza del balance nos hacia temblar el estómago con las náuseas, Lynch, que no se mareaba, simulaba con toda fuer za estar arrojando en el balde, entonces por reflejo uno tras otro i
i
i
iban de cabeza a pagar la
el
tributo
donde
el
bellaco les habia puesto
trampa, retirándose a un lado a reirse de sus
En
otra ocasión en
que comían en
afiijidos
Cámara
la
compañeros.
mas
los
antiguos,
Lynch, en puntillas se acercaba a las celosías, quitaba el corcho a una botella donde hacia varios dias tenia guardado huevos en mal estado, soplaba hacia los comensales i se retiraba, repitiendo la operación hasta que los hacia reventar.
Otras veces de noche, cuando uno estaba entregado en los brazos de Morfeo, dentro de su encartuchado
i
hondulado lecho, Lynch
amarra de una de las cabeceras, dando al tranquilo dormido un brusco despertar, con el golpe dado en cubierta por aqueaflojaba la
lla
traicionera
mano.
cada uno tenia que acarrear con que le correspondia. Los coyes quedaban tan cerca unos de otros, que no habia palitos para abrir las cabeceras, i para treparse, tenia que empujar a su vecino i hacerse camino antes del salto. Al desnudarse, como no habia donde dejar la ropa, tenia que dársele colocación dentro del coi mismo, porque si no, posiblemente, Al toque de coyes, por
su
cama
i
la tarde,
colgarla en el lugar
al dia siguiente se
encontraría con un zapato de menos.
Así que antes de hacerse
la señal
de
la
cruz de las buenas no-
ches, se colocaba la gorra inmediata a la cabeza,
un zapato con su
correspondiente media adentro, a arabos lados
cargados con
chón,
de
el resto
la ropa,
doblada
Al amanecer siguiente, a
la
i
i
sobre los pies.
voz de: ¡Alza arriba, trinca coyes!
habia que atrincar cama abajo, amarrar nuevamente su coi al
hombro
ir
el col-
a formar a cubiertas, para entregarlo
i
con
brigadier
al
él
esti-
vador, después de haberlos revistado.
Los
ejercicios, cálculos
lo era hasta el
i
trabajos, éstos
si
no eran escasos, como diminuta
agua, la que también se nos entregaba en
ración.
Quince dias de trajines entre forzados por aquellos suculentos
i
las velas,
cañones
i
cálculos,
re-
sabrosos manjares, nos llevaron a
vista de la tan deseada isla de Pascua.
Con largar el ancla en la ensenada de Hanga Roa, a nado se nos dejó caer a los contornos del buque, un cardumen de indios, llevando cada uno de
ellos,
a remolque o amarrados a la cabeza, pláta-
nos, camotes, gallinas u otros artículos, para cambalacharlos por ro-
—
21G
—
pas o comestibles. Compadeciéndonos arriaron las escalas llena de
i
<le
aquellos
se les dejó subir a cubierta, la
se
infelices,
que luego
les
se vio
hombres desnudos, llevando como única vestimenta un
pe-
queño tapa-rabo. Aquella exhibición, en un principio era curiosa por su novedad; pero,
como
agua
i
a
el
misma
la
ría
esa visita se prolongase demasiado,
hacerlos retirarse del buque.
de 12 a
Como
hubo que echarlos
al dia
majadería, se les hizo comprender que sólo so les recibidel dia; pero,
1
como
estos
hombres eran incansables en
agua, desde una o dos horas antes del permiso, ya se les veia
voleteando a
Desde
al
siguiente volviesen
la
el
re-
espectativa de hacer su negocio.
dia siguiente de nuestra llegada, se desprendieron
de
a bordo las distintas comisiones que debian informar sobre la historia
botánica
i
demás
condiciones* de aquella
botes para contornearle
A anclas
los siete dias, i
i
ya con todos
emprendimos
isla;
asimismo salieron
hacer un croquis de circunvalación. los datos
recolectados,
levamos
viaje de regreso.
Las condiciones a bordo en vez de mejorar iban a peor; ro de tripulantes
i
el
encierro de los
la
tem-
númeentrepuentes formaban un am-
peratura elevada de estas rejiones aumentada con
crecido
el
biente nada agradable.
La
falta
de peluqueros,
la escacez
de agua para
lavar las ropas usadas, que dentro de las cajas se iba
el
aseo
i
para
aumentando
sin ventilación, hacían juntarse todos esos factores para
con
i
facili-
dad desarrollar enfermedades. Los víveres ya iban concluyéndose, los nobles, como el té i el café; los otros principiaban ya a apelillarse, a aecharse a perder. En una palabra, ya iba siendo tiempo que ese viaje llegase a su conclusión; felizmente, en la primera quincena de marzo después de haber pasado por Mejillones largamos ancla en el puerto de Valparaíso. La dura prueba, a que se sometió a ese grupo de jóvenes, regalones en su mayor parto, no los desalentó ni aminoró su entusiasmo por la carrera; mui por el contrario, parece que el sufrimiento les hubiera dado bríos para seguir adelante; así se ve, que casi todos ellos siguieron militando en las filas de la Marina algunos han llegado a ocupar los mas altos puestos i aun, a cargar las palas rojas i
i
de almirante.
Aspirantes de Marina en
Allá por el año
gado
«le
actualmente está tuaba como dantes
i
la
i
el
Casa de Corrección; al
esta exigüedad,
del Hospital,
la calle
el
rededor de cuarenta;
profesores era bastante reducido, i
Armada, funciodonde número de alumnos fluc-
servicio de la
estaba ubicada en
máximum,
su mobiliario
del Pacifico
1869, la Escuela Naval, establecimiento encar-
suministrar oficiales para
naba en Valparaíso
Campaña
la
el
personal de ayu-
andando también
elementos de enseñanza;
en concepto del Gobierno
sin i
de
a parejas
embargo, a pesar de las
comisiones nom-
bradas esprofeso para estudiar su estado económico, concurrieron en decir
que era demasiado dispendiosa, tomando en consideración
precaria situación de la Hacienda Pública,
i
cedentes se resolvió disolverla; los cursos superiores salieron vicio de los
buques
corporándolos a
la
i
a los inferiores se
la
en vista de estos ante-
les trasladó
al ser-
a Santiago,
in-
Escuela Militar.
Desde esa fecha,
el
aprovisionamiento de guardia-marinas
como
si-
no podia satisfacer las necesidades de los buques, en la corbeta. «Esmeralda» se formó una pepueña escuela, a la que se hacia ingresar alumnos paisanos que se presentasen con conocimientos apropiados que les guió siendo en estremo reducido,
i
permitiese adaptarse a los matemáticos
i
la Iíscuela Militar
profesionales.
— (Jomo
—
218
Erario Nacional no mejoraba, todos los servicios pú blicos languidecían, tocándole también nvn de cerca a los de la Ma-
de abí que en
rina; la
el
la
Armada, de
dia en día se iba haciendo sentir
necesidad de oficiales subalternos.
A
principios del año 79, cuando
Patria
la
hizo
redoblar
los
llamando a sus hijos en su defensa, un buen número de jóvenes no trepidaron en. abandonar las comodidades i caricias del hogar, para ir al cumplimiento de su deber, formando todos ellos en las filas de la Marina con el rango de aspitambores
i
clarines,
rantes.
Aspirante en
Armada
la
es,
mas
o menos,
que un chupe o
lo
último empleado; pero para ellos eso no significaba nada, puesto
que en esa ocupación iban a servir a su Patria, i aun mucho peor el chupe en tierra hace su trabajo, ínfimo si se quiere, pero en seguida tiene una tranquilidad i descanso del hogar; mas, no así con el aspirante; estos jóvenes a bordo viven aglomerados en un recinto llamado cámara, donde alredor de una mesa tienen que
todavía:
hacer todos los servicios del trabajo
hacen sus labores pueden, echan sus
i
allí
circundan,
la
para descansar
siestas,
comen, escrioen, i esto cuando recuperar las fuerzas de
del vivir;
en los bancos que
i
i
insomnios; las camas o coyes en que duermen, por las mañanas
los
se trincan
i
guardan de
manera que en el dia tienen que buscar donde hacer descansar los huesos;
tal
esos asientos o algún otro rincón el
aspirante es
la
vez
el
el
trasmisor
i
ejecutor de las órdenes superiores
portavoz de los recados tanto de arriba para abajo,
de abajo para arriba;
al
embarcarse un bote, es
haga pronto
correr para que esa operación se tar
con su tripulación para cumplir
i
i
a
como
primero que debe
el
bien
i
él
mismo
sal-
comisión que tenga que de-
la
sempeñar, sea buena o mala, sea de dia o de noche; esos jóvenes tienen que ser
para de,
ajiles, intelijentes,
comprender porque a la
requisitos, pobres
ejecutar
i
hora de
vivos
que flaqueen o
ellos; si
aporreada de por
proporciona su servicio, entonces
con
la facilidad del
palomo
la
la
es la vida
sí
que
les
cosa les irá de mal en peor,
se les hacia
hasta llegar a un lugarcito llamado cofa
haber conocido en
mui buena voluntad, lo que se les manno cumplan con ésos
de
i
correctamente
i
dar un volido por las alturas, i
que muchos de
intimidad. Esas mentadas
i
ellos
deben
temidas cofas de
aquellos tiempos, eran unas platormas colocadas arriba en los palos»
—
219
—
cuando algún aspirante o guardia-marina llegaba a ellas a purgar como poner a un loro en una jaula muí encumbrada ver hacia abajo todo lo que está pasando; pero como i desde allí sin que nadie pudiese ir en jeneralmente era bastante duradero, su ausilio, el pobre lorito cuando bajaba venia mansito i dispuesto a i
sus culpas, era
i
que no lo hiciesen volar nuevamente. Todas esas penas i sufrimientos son poco conocidos de tes,
por eso
me
las jen-
permito esbozarlas para que, apreciándolas en su
justo valor, agradezcamos a esos jóvenes tantos sinsabores.
no se crea que esa tarea fué de meses o un año, sino que que aquella prolongada campaña, sólo vinieron a colgar su chaquetita i espadin cuando ya la Patria se ciñó los laureles de la victoria, envainando su espada vencedora. I
duró
lo
i
Como
la
mayor
parte de los jóvenes de aquella pléyade, actual-
modestamente por las calles de la capital i otros lugares, cargándola túnica honrada del ciudadano i del trabajo, me haré un deber en publicar sus nomores para que todos los miremos con respeto e imajinemos ver colgadas en sus pechos las honrosas medallas con que la Patria premió sus sacrificios. Para mejor comprensión dividiremos esta lista en tres seccioen la primera se enumerará los que siguieron al servicio de la nes: Armada; en la segunda, los que se retiraron para buscarse la vida en tierra, i en la tercera, los que rindieron sus vidas en holocausto
mente
de
trafican
la patria:
PRIMERA Don Héctor Uribe »
Arturo Cuevas
»
Jorje
»
Hernández Alberto Chacón
»
Meliton Gajardo
»
Alberto Fuentes
»
Luis V. López
»
Emilio Garin
»
José Iglesias B.
»
Florencio
Guzman
— Don
220
—
Alberto Linaere
Gómez
»
Luis
»
Miguel Aguirre
»
Osear Señoret
C.
SEGUNDA Don Ramiro
Infante
»
David 2." Rodríguez Fernando Edwards
»
Amador Elgueta
»
Ernesto Cisterna
»
»
Abelardo Pizarro
»
Benjamín Martínez
»
Ricardo
»
Esteban Errázuriz Roberto Goñi
«
Ahumada
»
Manuel Aldunate Juan B. Villa
»
Víctor M. Fernández
»
»
Manuel A. Castro Martin Olmedo Manuel Errázuriz
»
José
»
Manuel A. Bruna
»
Luis Izquierdo
'»
»
S.
Ossa
»
Clodomiro Palacios
»
Daniel Rojas
»
Enrique Gallo
»
Luis Lagarrigue
»
Ignacio C. Cañas
»
Ramón
»
Roberto Prado Puelma
»
Jerónimo Cimasosti
»
Julio E. Díaz
»
Anjel C. Bazan
»
Guillermo Benítez
2.°
Cabieses
—
2:i
—
Don Eduardo Donoso »
José M. Cabezón
»
Alborto Poblete
» »
Cristian Schumacher Eduardo Ibáñez
»
Alejandro Escobar
»
Enrique Uriondo 2.° Lulo Gilberto Baeza
»
Luis A. Molina
»
Benito García
» •»
Ensebio
»
Eduardo Pérez
»
Salvador Concha
»
C. Ernesto
I
Terrera
»
Carlos Keitel
»
Juan Mateo Olmedo
»
Daniel Gacitúa
» »
Pedro Campos Cisternas Antonio Guseí'i" C.
»
Neineeio Pacheco
TERCERA Don Juan
Letts
é A.
Morel
»
J<i.
»
Miguel Izaza
»
Enrique Guimper
»
Eulojio Goicolea, muerto valientemente a
«Huáscar»
que
Cuando
la
el
27 de
Febrero de 1880, poco antes
Comandante Thompson.
O'Higgins
la corbeta peruana
dad que
el
bordo del
Cnion»,
i
¡Amazonas» fueron el
a
Magallanes tras
joven Letts contrajo una enferme-
lo llevó al sepulcro.
More],
en un combate en
íatel herida, a la
el
Callao, entre torpederas, recibió
que sobrevivió pocos momentos,
—
222
—
Izaza, joven entusiasta, intelijente
i
de
de los primeros que con su bote tocó
mucho
las
porvenir, fué
uno
playas de Pisagua para
echar a tierra su continjente de tropas; en esta dificilísima operación
de guerra recibió tremenda herida a través del estómago; con todo
cuidado se
le trajo
Comandante el
a
«O'Higgins», su buque,
la
se le hicieron
desenlace tenia que ser
de los dolores
i
de
la
también
así lo
Al caer do, Izaza
cámara del
la
aliviarse;
se le
inútil;
desesperación
pero como
negaba
i
como
comprendiese, desistió de seguir pidiéndola.
la tarde,
cuando ya
pregunta por
el
como
tomar completamente nuestro, las alturas;
mui próximo; en
i
pedia agua para muerte inmediata,
la
la
primeras atenciones; todo era
fiebre,
dársela habría producido él
las
fatal
en
i
llaron de entusiasmo,
i
el
fuego del combate habia silenciai
si
hemos ya logrado
que ya
el
triunfo era total
estado del combate,
se le contestase los
hermosos ojos de ese valiente joven
olvidando sus sufrimientos, pidió se
i
bri-
le diese
agua para morir tranquilo i de una vez. Los que lo rodeábamos, presenciábamos aquella escena de despodida con el sentimiento propio del que despide a un amigo i ser
el
querido. ¡Terrible
Llega
el
momento! vaso de agua,
i
de
la
ba, Izaza lo arrebata con firmeza,
ma
gota, dice
Póngase,
i
mano
temblorosa que se
lo pasa-
después de beberse hasta
la últi-
con enerjía: ¡Adiós, gracias! ¡Viva Chile! lector, al
lado de ese héroe,
i
diga
si
podría sujetar las
lágrimas agolpadas en sus ojos.
¡Hurra a todos esos jóvenes que han merecido bien de i
gloria a los
que por
ella
sucumbieron!
la patria,
mecánicos de
Injenieros
la
Cuando un barco de guerra o escuadra lles,
malecones
i
Armada
entra a puerto, los mue-
miraderos se llenan de jente a presenciar sus manio-
bras de fondeo.
Es imponente ver cómo esas enormes moles de ahora hasta de veintiocho mil toneladas, se mueven deslizan cual
uno
tí
si
diez, i
quince
suavemente
i
se
fuesen cosas vivas; caminan hacia adelante, atrás, a
otro lado, sin divisárseles ruedas, alas, velas o músculos
ejecuten esos uniformes
i
que
exactos movimientos. Todos mantienen
gurosamente sus distancias entre
ellos,
i
si
uno
jira o cae a
un
ri-
lado,
parece qne se estuviesen cateando, pues, simultáneamente todos ha-
mismo, como cuando una bandada de pájaros, obedeciendo a filas como movidos por resortes. Concluidos esos movimientos, con largar sus anclas, ya quedan tranquilos para luego ser inundados por numerosos curiosos i visitancen
lo
su jefe, marchan en alas o
t
.
mo
quienes en grupos, acompañados de un guia o cicerone del mis-
buque, principia su romería recorriendo
las cubiertas, puentes.
numerosos obque les son verdaderas novedades; por aquí un cicerone con una de sus manos, le mueve en puntería un cañón de tiro rápido, con tanta facilidad como si fuese un juguete; allá otro con no mas di ti-
torres,
jetos
cámaras,
etc.,
etc.. encontrando en cada lugar
—
perforar las
mas
Entran a
del tuvo del
resistentes corazas a flote.
del comandante; ahí se
sólo
mui gruesa
coraza,
ordena todos
Un man
la
el
no
está el
Santa Bárbaras, cofas, baterías, etc
rres,
i
tanto apa-
i que está timón del buque, telémáquinas, teléfonos para las to-
allí
grafos con sus repetidores para las
lugar se encierra
abisman
hombre puede manejar o dirijir de dos metros cuadrados mas o menos
en ese recinto
protejido por
mando
de
la torre
comprende cómo un rato;
—
un enorme monstruo de doce pulgadas para ánima que arroja proyectiles para
cuitad, abre la culata de
que mire por dentro
224
..
en una palabra, en ese
cerebro del buque; pues, desde
allí
se
maneja
i
movimientos.
lo
toque de corneta, seguido de carreras
i
voces de mando,
atención en la cubierta superior; es la guardia
i
lla-
banda de
músicos que se forma para hacer honores a un almirante que viene a bordo a cumplimentar al recien llegado.
Con poner armas
i
el jefe
a
los
almirante pié en cubierta, la guardia presenta sus
el
músicos tocan
dueño de casa
la visera
i
la
marcha correspondiente; mientras tanto
su Estado Mayor, cuadrados,
saludan militarmente.
i con su diestra Después del «Shake hands», am-
bos jefes escoltados por sus respectivos Estados Mayores, se dirijen
a
la
cámara principal
ofrecen amistad
i
bajo los vapores del espumoso champaña, ge
hospitalidad.
Hasta aquí, todo i
i
lo
que hemos
por no estar en orden o en su lugar; te
visto, brilla,
relumbra de limpio
bruñido, no hai una mancha, ni un objeto que llame la atención
uniformada
calzados por
i
los oficiales, marciales
un mismo
i
correctamente vestidos como
sastre
que jeneralmente ven los visitantes, es decir, lo beque impresiona por hermosura, es mui raro el (pie curiosidad de pedir se le lleve a las partes bajas i que
Todo
esto es lo
llo, lo llamativo, lo
tiene
la
toda perfectamen-
la marinería,
i
cubiertas por gruesas planchas de blindaje; pero nosotros, sos
que
ellos,
vamos a pedir
se nos guíe a esas oscuras
rejionos; se nos abre pasad;) por
una
escotilla
ros peldaños de su escala, sentimos írsenos
i
al
i
descender
mas
curio-
profundas los
prime-
la brillantez del dia
i
la
aire, para zabullirnos en una impregnada de olores a aceite caliente o a grasa quemada; al principio uno se detiene con el golpe de ese ambiente, pero seguimos adelante i luego a la luz artificial de un buen número de bujías olee-
pureza de su cante,
atmósfera pesada, sofo-
—
—
225
nos encontramos en un gran departamento donde están máquinas motrices del baque.
tricas,
No abrimos
los labios,
para no parecer estúpidos;
si
las
en cubierta
o arriba íbamos de sorpresa en sorpresa, ahora con lo que se nos presenta a
era de irse de espaldas.
la vista
[Qué cúmulo de ciencia, de mecánica Múltiples nes,
de
i
cer incomprensible;
mas de
fuerza de
que mueve
reunido!
el
vapor trabajado
i
como
volverlo
bombas centrífugas i de aire, un enjambre al parese pone en movimiento bajo
a las calderas evaporadoras,
vastagos, cigüeñas, ejes,
la
allí
de baja presión, sendos condensadores con
millares de tubos para condensar
agua dulce
de esperiencia hai
arte!
poderosos cilindros verticales de distintas dimensio-
i
de media
alta,
i
¡Qué jigantesca obra de
i
etc.,
etc.. Aquello es
cuando todo eso
veinte mil caballos para rotar el eje principal
las hélices propulsoras,
entonces
si
que eso
reviste gran-
deza e imponencia.
A
la
de un estraño, parece seria imposible acercarse a
vista
aquel loco ¡¡gante, que con sus rabiosas
como un átomo
esforzadas
i
revoluciones
que pretendiese allegarse a su vertijinosa atracción: Sin embargo, no pasa así: en cada vericueto i tras de cada articulación, hai un injeniero, un mecánico o individuos encargados de vijilar, tocar observar cada una de sus piezas, para lubricarlas a tiempo e impedir sus calentamientos; el aceite, la grasa, el agua, corren a torrentes, produciendo evaporaciones i salpicando aquella mezcla en todas direcciones para cambiar esos hombres en verdaderos pinta monos. Esa vijilancia i cuidado debe ser tan delicada, que un sólo mecanismo que se desperfeccione, perturba por completo la buena marcha (Te la máquina en jeneral.
harían añicos
i
al
i
Cada émbolo, cada bomba," cada articulación tiene su movimienel conjunto una verdadera pauta musical, en que el injeniero jefe es el director de la batuta.
to
i
ruido especial, haciendo todo
Es tanta los el
la
práctica
i
conocimiento que estos señores tienen de
acordes de su orquesta, que cuando una de sus piezas no sigue
ritmo debido, sin trepidarjun instante se
to para remediarlo, así
llama
al
orden
al
como un
les
ve inmediato
director de orquesta con
al
defec-
su batuta
instrumento que desatina.
0.
PK LA
3J.
Cb. 15
225
—
hombres duermen
es
— Cuando
estos
porque todo anda bien; pero
como si le golpeasen a la puerde un salto están ya. en su máquina.
en su sueño algo se descompasa, es
si
ta,
porque antes de un segundo Allá por los años 80,
el
i
bordo era
servicio de los injenieros a
pesado, abrumador, no sólo por la persistente tenacidad de su labor i
responsabilidad, pues de su competencia e idoneidad dependía la
eficacia
de las comisiones confiadas a su barco, sino que
número
de su personal hacia
En
ese entonces,
mas duro su en ningún buque el
turnos de guardia, los que de dia
i
noche
el
escaso
servicio.
mayor de
servicio era i
por meses
i
tres
años enteros
no tenían mas alivio en sus relevos, i con mucha frecuencia la enfermedad de uno de ellos les obligaba a recargar mas el trabajo. Como antes de esa época no se habia aquilatado i apreciado la importancia de esa distribución, en el escalafón de marina nadie se preocupaba de su fomento, incremento
que el
el
máximum
de injenieros
l.
i
atención debidos; de ahí
de graduación a que esos oficiales podían llegar era os ,
es decir, aquivalente a simple teniente 1.°
de
tal
manera que cuando uno llegaba a esa graduación, ya su porvenir estaba concluido, no tenia mas espectativas. ¡Bien triste cosa! Así se cargados de familia, reducidos a efímeros veía hombres viejos emolumentos, remuneración miserable comparada con su trabajo e i
importancia de su cargo. Felizmente, mas tarde, cuando principiaron a llegar barcos de mas poder i de gran velocidad, se fué pensando en la necesidad de prestar mas atención al personal, del cual pendía en absoluto el principal factor de esas
máquinas de guerra.
Se principió por quitarles o distribuir un tanto dades que antes se
les
las responsabili-
echaba encima; en aquel entonces,
el injenie-
un torpedo, allá tenia que estar el injeniero para su desarme; habia que prender los focos eléctricos, que venga el injeniero; se; descompuso el cabrestante, que venga el injeniero; el doble fondo tiene tal o cual inconveniente, que vaya el injeniero; en una palabra, el pobre con la humildad buena voluntad que siempre los ha caracterizado, siempre estuvo listo para todo. Felizmente, como digo, esos cargos fueron segregándose repartiéndose en forma mas equitativa, i ellos mismos, con su conducta abro debia servir para todo. Se lanzaba
i
i
negada rioridad
con
i
i
sin
la
importancia de su misión, reconocida por
pecha de empeños
la
Supe-
ni esfuerzos personales, se abrieron
-
-
227
Camino, para que se aumentasen no sólo sus sueldos nes, sino
Marina.
también
En
la
formación de nuevas plazas en
gratificacio-
i
Escalafón de
el
aquella época, en que este cuerpo era reducido
i
que no
daba gran importancia, poco se preocupaba la Superioridad de i fomento; de ahí que sus vacantes fuesen llenadas con alumnos de la Escuela de Artes <> con operarios venidos se le
atender a su formación
de
las fábricas o
maestranzas.
Como
se
comprenderá,
personal ad-
quirido de esta manera, forzosamente tenia que ser deíicieute en
el
máquinas navales, que hasta el momento de su embarque eran completamente desconocidas para ellos, i sólo con algún
servicio de
tiempo de familiaridad con ellas, podian llegar a conocerlas hacerse peritos en su manejo. Esa era la razón por qué casi todo el personal i
superior de injenieros estaba entrata; solo
después del año 91
la
manos de
jente estranjera
i
a con-
fuerza de las cosas obligó a pensar
en formar
la primera Escuela de Aspirantes a Injenieros, Escuela que tuvo grandes tropiezos en su nacimiento; falta de recursos, falta de uua mano enérjica, que comprendiendo su importancia, le hubiese dado decidido impulso {tara sacarla de sus pañales; pero, a pesar
délas múltiples contrariedades no decayó, do,
i
i
poco a poco fué surjien-
aunque en pobre local, su plantel como educación i marcha paralela con la Escuela Naval, uno de los prime-
a la fecha,
disciplina,
ros establecimientos de educación de
la
República.
Ayer no mas vimos aquí en Santiago esas dos instituciones,
dente de
la
la
marcial apostura de
haciendo guardia de honor a
República en
Apertura del Congreso,
la
tudiar a fondo la interioridad de sus eonocimientos
luego se posesionarán de su avance tura do los adelantos de
Ya no cabe la
los
es
i
se va a es-
educación,
progreso para ponerse a
mui
la al-
esta en el concepto del Gobierno, de
mundo, que esa distribución en la que sin ella, el servieio manejo careciendo de ella, seria como tener un
de todo
el
por demás importante,
buques
i
si
la ciencia.
menor duda,
Superioridad Naval
Artnada de
la
i
8. E. el Presii
es imposible,
i
i
i
cuerpo sin alma. ca
en
i
Los jóvenes que entran en esos colejios, en ambos, enseña los mismos principios, sus conocimientos
la parte
i
técnica
correspondiente a su ramo,
tudios llegan a bordo en un rango equiparado,
un mismo
colejio.
i
i
se les incul-
difieren sólo
concluidos sus
como
si
es-
viniesen de
— Allí
—
228
en los barcos, desde que pisan sus cubiertas, los trabajos,
que tienen que someterse, es casi la mismarcha paralela hasta llegar a los rangos supema, i así siguen en riores, con la diferencia que los injenieros tienen su meta, en el de sufrimientos
i
disciplina a
capitán de navio,
i
navales hasta
los
el
de Vice -almirante.
Antiguamente, se concebía esta diferencia, pero ahora en que ambas distribuciones son igualmente importantes no puede existir, i así
como esos
laboriosos injenieros con su intelijencia
se abrieron
camino para
en duda ni por un momento que saber, siga abriéndose
sejo
Naval
la silla
cánico; para
i
meritorios trabajos
llegar a capitanes de navio, la
camino hasta
no puede ponerse
punta sólida de esa cufia del
llegar a conquistarse
en
el
Con-
en que debe sentarse un Almirante injeniero me-
que desde ese dia esos
.conséjales,
en sus reuniones
re-
servadas, no tengan que asesorarse con informes estemos saliéndose
de
la reserva
que
ellos exijen.
Condestables instructores de la
Armada
un oficial de la Marina chilena, embarcado en un acorazado Armada británica i comisionadopor el Supremo Gobierno para
Soi
de
la
perfeccionar los conocimientos náuticos, estudiar
i
recopilar todas
aquellas novedades que pueden servir de adelanto i progreso en nuestra Marina.
todo
Recién embarcado se llegó a bordo, como pollo a corral ajeno; el mundo lo miraba de reojo i como pájaro raro; no teniendo
ningún amigo saba en
ni
recomendación para nadie,
casi todo
el
tiempo pa-
la berlina.
El que en esos buques es teniente, tiene
la
cámara cámara
i
como
refu-
acomodos propios a su rango; pero un estranjero alojado en la cámara de oficiales i sin camarote es lo mismo que un pollo sin tener un mal palo en que pararse. Las exijencias de etiqueta en esa asociación son mui delicadas; hai que afeitarse todos los dias i a la mesa se tiene que concurrir en tenida de smoking; eso está mui bien para el que tiene comodidades para atender tales necesidades pero a uno que no las tenia, no le quedaba mas recurso que su caja de equipo, única compañera sacadora jio;
su camarote;
i
el
que
es guardia-marina, su
i
los
de apuros.
Por cama se tenia un coi i por lavatorio un jarro de agua fria, una esponja i a las G de la mañana en camisa de dormir al baño de asiento en comunidad con los desnudos guardia-marinas.
—
230
—
Poro, para quien tenia entusiasmo
sonrisa,
como
de conducta
cachimba,
si
la
wisky,
el
habría camino
al
decidida voluntad de apren-
fuesen cosas inherentes
con
i
i
incomodidades eran tomadas con alegre
der, todas esas molestias e
al
oficio;
la
afeitadura del mostacho
compañerismo
i
amistad, de
de un mes, ya se bailaba, o se jugaba foot-ball
como verdad-ros
tados ellos bres
no
i
llamaba
reas, sino
por
acompañaba, las puertas
(Jomo
la
el i
de
atención
la
contrario,
i
i
se
manera que antes nos mezclábamos con ya en sus
colum-
vida íntima diaria, no sólo i
mirón cuando no
falta el
ta-
los
amistosa ss abrieron hasta
reservado.
buque a que nos estamos
el
la
otras pringadas,
presencia en todos sus quehaceres
les hacia,
con esta táctica franca lo
i
ser: la
tal
gringos. Asimilados
amigablemente familiarizados en
los
con esta norma
adaptación de todas sus costumbres, como
refiriendo, recién salia
senales, armándosele.para incorporarse a la escuadra
mayor parte de su
tripulación era novicia,
i
del
de
ar-
Canal, la
después de dárseles sus
puestos habia que empezar con su disciplina
i
Actualmente en nuestro Ejército, cuando
educación militar. se principia la educa-
un continjente, se hace primero la. enseñanza individual, así también en aquel barco se hacia de manera parecida: tenemos por ejemplo el ramo de artillería. ción de
El teniente artillero tomaba un par de cañones con su dotación de sirvientes
i
principiaba
¡Fuera gorra, traje lijero para
A
las
chompa
el ejercicio. i
zapatos! dejándolos de esta
poder ejecutar
voces de
¡fall in! ¡fall
los
movimientos con
out¡
manera en
ajuiciad.
que equivalen a las nuestras de que brincar i co-
¡formar! ¡despejar! los sirvientes de la pieza tenían
movimientos a satisfacción del teniente. Después del medio d¡a, con nuevas dotaciones vuelta a los mis-
rrer para ejecutar los
mos
blancos
¡fall in! ¡fall
out! hasta dejar traspirando
i
casi tendidos
a los novicios artilleros.
Al dia siguiente,
al
sub-siguiente
i
algunos mas,
la
jarana
si-
misma; aquello ya iba pareciendo ridículo perder tanal parecer tan supérrluos, no concluyendo con ellos sino cuando ya habían pasado por ese training los 300 individuos que componían la dotación de la batería. También entonces, principié a comprender la importancia de aquello que en un principio parecía majadería, i ésta consistía en
guió siendo to
la
tiempo en movimientos
— que ese cúmulo de jeute la
—
531
movía rápida
se
mando de su jefe. Cuando la instrucción llegó
como un
i
sólo
hombre
a
voz de
a su pleno desarrollo, era aquello
digno de verse; parecía que cada individuo se esmerase en ser mas ájil i activo que su compañero, de tal manera que aquello, para un estraño, mas era un celemín de locos que una tripulación disciplinada sólo así se concibe que con cañones de 9 pulgadas i cargados por la boca, se llegase a disparar con el buque en marcha, ocho tii
menos de cinco minutos con cada uno de
ros al blanco en
los
ca-
llones.
Nichols,
nombre de
ese teniente de artillería, a fuer de tesón
actividad, habia conseguido su objeto: inocular a el espíritu,
gar de
la
Nichols era
el
concurso anual de
pulosamente que éstas los
en meterse bajo
tiro
primer
actividad: servia para todo
la
mañana, en las limpiezas,
la
el
se hiciesen
bien
i
etc.,
vijilaba escru
engrasándose todo
las cureñas,
si
fuera necesa-
así
siempre
fiestas relijiosas;
en
tocaba
le hacia:
dirijio los
el
piano,
coros de oficiales
i
igua-
lo
capitán del team de foot-ball; en tiro al blanco
i
para
i
mero; como músico, a todo corneta,
i
sin usar ingredientes
para los sports en jeneral, con dificultad habia uno que
lase; él era el
lu-
de competencia.
que que no fuesen propios; cuando desarmaban i cañones para recorrerlos, no tenia inconveniente
causasen desgastes
desmontaban
de
la esencia
todo se daba tiempo; por
rio;
subordinados
sus
para así llegar con su tripulación a obtener
escuadra en
i
el pri-
flauta,
la
también en
las
la
tomándose de una buena bailadora,
las tertulias,
incansable para lucir su compañera, perdiéndose con maestría en el torbellino de las parejas.
notable
i
tructor del «Exellent», al
En una
palabra, era
un verdadero hombre nombrado como ins-
estas condiciones le valieron para ser
que van
buque-escuela de
sólo aquellos
que
se
artillería,
establecimiento
hacen acreedores a esa distinción,
puestos en los cuales se enseña no sólo por sus conocimientos sino
también por sus condiciones
físicas
i
morales.
Esa es la manera cómo en la Armada británica, que es la primera del mundo, seleccionan sus instructores i no como en otras en que se suele dar preferencia a los que tienen un nombre sonante o que es empujado por ciertos influjos.
Con
lo
absorvido en las observaciones de estas enseñanzas
resultados, fué
que
allá
por
los
años 86, en
el
Callao, a
bordo
i
sus
del cru-
cero «Esmeralda», formamos,
primera escuela de
Una
porque
sí
i
sin indicación superior,
la.
artilleros.
veintena de muchachos, a cargo del condestable Sibald, se
pusieron a la obra,
i
a la[:vuolta de algunos meses, previo
examen de
competencia, fueron titulados artilleros de preferencia para mas
de calificarse como condestables bles instructores de la
llegar en el dia a ser los
i
Armada.
@üaH
he
tar-
condesta-
PLl
C3
La Escuadra Americana Desde que el almirante Kvans enarboló su insignia en la for niidable Escuadra que en estos momentos surca nuestros mares, la vista de todo el mundo, i principalmente de los sud americanos, está fijada en ella, con admiración observan cuidadosamente sus cronométricos i puntuales movimientos, que viene desarrollando en cumplimiento de un bien meditado concienzudo programa de marcha. Los políticos i los legos miran aquellos movimientos cada uno bajo el punto de vista que le atañe a sus inclinaciones: los primeros por la influencia que esta evolución pueda ejercer en el predominio sobre el Pacífico, evitar con su presencia que los amarillos desborden su excesiva población, no sólo en las costas norte-americanas", sino también en las sud-americanas, donde ya han tirado sus catalejos, mandando no sólo sus antenas de observación, sino que ya i
i
i
piensan en mandar sus representantes
oficiales
ante estos gobiernos.
Los legos, sin fijarse en la perspicacia i previsión de la diplomacia americana, miran aquellos buques como se mira las películas qué pasan por el objetivo de un cinematógrafo, con admiración i curiosidad. Pero bai otros que, con riores,
mas conocimiento que
estamos no sólo admirados, sino abismados de
significa esta
los ante-
que en
sí
gran demostración naval.
Nosotros los marinos, que sabemos los
lo
planos de un buque
i
lo
que cuesta confeccionar
encuadrar dentro de una fórmula
el sin-
234
número de
factores
tribuciones, etc.... r/j
i
de maquinas,
detalles,
que todos
i
ellos
artillería, blindaje, dis-
conrírran matemáticamente a
cambiar en un milímetro sus centros cL oquilibrio. Nosotros, que sabemos lo que cuesta desarrollar un poder dado
el andar salga como se ha ideado; que sabemos cuánto cuesta mantener en perfecto estado de funcionamiento cientos de maquinarias, calderas, cascos, departamentos, mas que todo esto, lo que cuesta reunir, enseñar, disciplinar esa numerosa tripulación i proveer convenientemente de tan variadísimos elementos i en su debido tiempo, a una Escuadra como esta, no podemos por menos que admirar con sorpresa tan estupendo desarrollo en tan poco tiempo. Los que conocimos el año 82 i antes, aquella Escuadra americana, compuesta de fragatas i corbetas de madera, con sus cañones de ánima lisa, como el «Pensacola», «Pocahontas» i otros, podemos establecer un verdadero punto de comparación con estos brillantes blindados, que pueden competir con los mejores del mundo. Ahora se preguntarán muchos, ¿cómo por qué se ha efectuado esta evolución i en tan corto tiempo? Hagamos un poco de historia, veremos que nosotros los chile-
de caballos de fuerza para que nosotros,
i
i
i
i
nos hemos tenido gran parte en este desenvolvimiento. Allá por
el
año
82,
cuando ocupábamos
el
Perú, nuestros ene-
migos, para dificultar aquella ocupación o para crearnos complicaciones esternas, pretendieron sigilosamente ceder a Estados Unidos
un puerto en su territorio, para formar en él un depósito de pertrechos para sus buques i con otro objeto. El hecho era que aquello estaba acordado entre esos dos gobiernos.
Felizmente,
el
nuestro
lo
supo a tiempo,
i
con toda oportunidad
don Patricio Lynch, quien, con todo sijilo i con la rapidez que el caso exijia, dio orden al «Blanco Encalada», entonces comandado por el capitán se dio órdenes terminantes a nuestro jeneral en jefe,
Montt, de trasladarse inmediatamente
Chimbóte, lugar que
la corbeta
i
a toda fuerza,
al
puerto de
americana «Pensacola» debia ocupar
que también iba ya en camino. Como se ve, era ya cuestión de quien llegaba primero; pues si los americanos hubiesen puesto primero que nosotros pié en tierra, i
la
complicación habría sido inevitable; felizmente,
primero
i
el
«Blanco» llegó
enarboló en tierra la bandera de la Patria. Horas después
— llegaba
la
«Pensacola»,
235
—
con gran sorpresa encuentra aquel puerto
i
en nuestra posesión, cuando se imajinaba hallarlo desocupado teramente a
la
El tablean no pudo ser mas perfecto. Durante
buques
se
mantuvieron en son de combate
didos, de tal
la
noche, ambos
con sus fuegos encen-
en esos momentos un mal intencionado de un cañón, habríamos tenido otro Mi-
pero de mui distinta manera.
mejor material,
i
i
si
Esta coartada tan eficaz cia
en-
la rabiza
manera que
hubiese tirado de raflores,
i
disposición de ellos.
les hizo
momento no estaban en rada de esta especie,
i
i
oportuna llevada a cabo con
dilijen-
probablemente pensar que por
el
mu-
condiciones de embarcarse en otra calave-
desde ese
momento no
se
oyó mas hablar de
cesiones territoriales.
nueva «Esmeralda» a relevar a Panamá una revuelta, que represencia de una nave chilena para de-
Posteriormente, cuando llegó la
la
gloriosa de Iquique, sobrevino en
clamaba en aquel lugar fender
la territorialidad
mas rápido a
flote
de aquel Estado. lisa «Esmeralda»,
el
crucero
en aquella época, haciendo uso de sus buenas
condiciones de andar,
sionado para que, a
la
la
al
mando
del capitán J. E. López, fué comi-
brevedad posible, llegase a aquel escenario
de disturbios.
A
su arribo, supo con sorpresa que ya los americanos habían
desembarcado al otro lado del istmo, en Colon, fuerzas de desembarco con la intención de ejercer dominio o presión sobre uno de los contendores, o con el objeto de guardar o resguardar los intereses americanos.
De
este lado, en Panamá, el capitán López, poniéndose al habla comandante de una corbeta francesa, i como jefe mas caracterizado, comunicó al jefe de las fuerzas americanas en Colon, que ellas no eran embarcadas, él se vería obligado a desembarcar si igual número en el puerto de Panamá. Planteada la cuestión en esta forma, si no se retiraban les americanos, el asunto podia complicarse. La justicia de esta actitud, o quizas la conveniencia de no indisponerse con naciones de Sud-América, que por el momento estaban en el mar mejor armadas que ellos, resolvieron embarcar sus tropas, quedando con esto concluida la intervención estraña, en ese asunto
con
el
interno de
un
pais independiente.
Este segundo fracaso que los americanos tuvieron con naves
mas poderosas de un incomodarlos
pais
mucho mas
llamarles la atención,
i
con mui justa razón, hicieran
i
chico que ellos, no dejó de no faltaron congresales que,
ver a su Gobierno
prescindible e inmediata, de pensar de
necesidad im-
la
una manera
en
seria
la
for
construcción de una Escuadra, .que estuviera no
sólo a la
altura de la importancia de su pais, sino en condiciones de
no estar
macion
i
disimulando fracasos impuestos por buques de una nación que no podia de ninguna manera entrar a competir con los poderosos del norte.
Ese llamado
del
Congreso
al
Ejecutivo produjo su resultado,
formulándose desde entonces un programa
un impulso
i
a sus instituciones navales.
Al poco tiempo llegaban a bordo de llao,
serio de construcciones
injenieros americanos que
la
venían a
«Esmeralda», en
medir
visitar,
i
el
Ca-
tomar
todos los datos necesarios para construir buques similares o pareci-
dos a nuestra «Esmeralda».
Eso fué
allá
por
el
año
85,
i
ahora
el
Pregunte
el
sucedido, ¿qué
pais
a los
¿Qué diremos
908.
ver pasar frente a nosotros sólo una punta de la
al
Armada americana?
gobiernos que desde entonces se han
han hecho en
el
sentido de establecer astilleros de
construcción, ya sea fiscales o privados, para desarrollar no sólo las industrias que son inherentes a ellos, sino también para propender
a la seguridad
i
grandeza de
¡No hai que mirar ¡nada!
I
nación?
mucho para
contestar
sin
equivocarse!
ha hecho, ha sido para peor, para descoraque, por iniciativa propia, han embarcado en esas em-
cuando algo
zonar a los
la
se
presas no sólo sus capitales, sino su paciencia. Allí
tenéis la construcción
del escampavía
«Meteoro»,
el
que
después de mucho empeño para conseguir fondos e iniciar construcciones en el pais, se encargó a la casa Lever Murphy su ejecui
ción. es alabar el empeño, desinterés i entusiasmo con que hombres de hierro acometieron la empresa; para ellos no habia a la perfección; nunca dificultades ni objeciones, todo lo hacían
Escusado
estos
i
para poder dar
los inspectores
dieron quejas de esos empresarios,
cumplimiento
satisfactorio a tanta exijeucia, tuvieron que preparar
i
— gradas, encargar
237
—
hacer herramientas especiales, que demandaban
i
obras nuevas de esa especie.
Todos esos la
gastos, desvelos
esperanza que mas tarde se
ciando así en
el
pais
molestias, se hacían con gusto,
i
les
encomendarían nuevas obras,
un nuevo ramo de
en ini-
industria.
¡Gran decepción! El buque fué entregado coudiciones, i
allí
está
los constructores
i recibido en buenas en Magallanes prestando importantes servicios,
¿qué suerte corrieron? Se quedaron con
de hacer nuevos buques; se quedaron con das
con un
i
déficit
sobre lo que costó
la
las
las
ganas
herramientas guarda-
construcción del «Meteoro,
de mas de $ 100,000.
¿Creen que
el
Gobierno hizo algo para estimular o compenLo único que hizo fué poner un tremendo
sar aquellos sacrificios?
«no há lugar» a
las solicitudes
que esos señores hicieron para con-
seguir aminorar un tanto las pérdidas que aquella construcción les
demandó. Ahora, con
la Escuadra americana a la vista, nos cabe pre¿qué guntar: han hecho esos hombres para conseguir tan tremendo
triunfo?
La contestación
es
mui
industria nacional en forma
fácil. tal,
Lo que han hecho,
que
la
es protejer la
estranjera casi no tiene en-
trada en los Estados Unidos.
("uando se iniciaron las construcciones de esos barcos que van pasando, que tcdos son hechura americana, costaban ricano
al Erario ameque en cualquier astillero estranjero; pero como americanos no era cuestión de precio, sino de progreso
f)¡)
para los
V
nías
i
aprendizaje, dejaron de tomar ese factor en consideración,
con
la
tros
gobernantes que imiten ese ejemplo,
lo
obra
i
allí la tenéis,
i
adelante
pueblo de Chile, para que pidáis a vuesi
no hagan
lo
de siempre
i
que ahora mismo están haciendo.
Mirad el presupuesto de este año i veréis con rabia al preseuciar Escuadra brillante que nos deslumhra, qun hai una partida en este famoso presupuesto, 3 75,000, para encargar a Europa la consesa
t'ücciou de
un remolcador.
Consígase borrar esos S 75,000 truir
i vótese un millón para consno un remolcador, sino media docena de escampavías, formei
— mos de
esta
manera
factorías
ocasión, reparaciones
amontonen notas para
como
i
238
personal suficiente para que en otra del
la
decidir
—
si
«Prat», se ejecuten aquí
deben hacerse en
el
el pais.
Ya que tenemos un
ejemplo
al frente,
manos
i
no
se
estranjero o en
a la obra.
^^ÉÉ#^:M::tJxixf::i;#:$:;i:i;i;*
ARMADA BRITÁNICA Es creencia jeneral que el poder de las escuadra? consiste en la número de sus buques, sin hacer mucho caso del personal
potencia i
i
de su preparación.
Como mas él se
qué nación es Naval Anual, en
regla jeneral, entablándose discusión sobre
la mesa el número de buques, sus corazas, cañones, etc., por dejan como superior a la que en el libro citado supera en po-
poderosa, salta inmediatamente a cotejan
último,
der material a
Hasta
i
el
i
las
demás.
cierto punto, hai en ello
mucho de
esos discutidores olvidan por completo
un
razón; pero casi todos
factor
que siempre ha
mado sobre aquél, cuando no ha primado, al menos ha en mucho para decidir cuál es la mas poderosa. i
La preparación técnica, disciplinaria los personales, eso sí
que
es poder, ese sí
i,
que
sobre tudo, es
pri-
constribuido
el espíritu
de
un verdadero elemen-
se manda hacera las fábricas ni a los astilleros; ese muchos años de trabajo, esa es la herencia que de jeneracion en jeneraeion vienen dejando los que vivieron bajo el misto;
ese elementó
no
es el resultado de
mo
techo de aquellos capitanes que con su ejemplo escribieron páji-
n:ts gloriosas
en
la
historia de su Patria.
Pero es menester que ese material vivo no sea dejado de es indispensable atenderlo
mui de
cerca
dolo para que no pierda su espíritu
i
i
la
mano,
seguir siempre estimulan
su vigor,
porque de
-
lo contra-
— pasará lo que a
rio, le
un
240
—
árbol sin riego, que se seca
i
después no
sirve sino para leña.
Hé
ahí
el
verdadero secreto del poder naval de Inglaterra:
se-
cuidadosamente incrementando su guir manteniendo eso personal; éste no es traído de la calle en levas o por conscripciones; él es formado desde la semilla que se siembra, se riega con espíritu
cuidado
poco a poco,
i,
mente para que no
se
sus
i
van guiándose convenienteque puedan llegar a dar el fruto
brotes
quiebren
i
deseado.
Todo ese personal es una masa compacta, educado de la misma manera en el sinnúmero de escuelas que rodean su estensa costa, donde la materia prima se recibe cruda, para desde un principio inoconjuntamente con su educación
cular,
i
disciplina, el patriotismo
i
cumplimiento del deber; de tal manera, que cuando son entregaal verdadero servicio de los buques de guerra, nada les toma de nuevo, allí se sienten bajo el mismo ambiente i costumbres en que
el
dos
se i
han
iniciado,
poco a poeo
de
ir
no encontrando dificultad para seguir su aprendizaje, progresando en las distintas etapas i especialidades
la carrera.
En el personal tes,
de oficiales sucede la misma cosa: los jóvenes cade-
seleccionados siempre con escrupuloso cuidado de entre la mejor
como «ocialmente hablando, son recibidos en la Escuela Naval, donde después de aprender lo mas esencial, siguen a bordo de los buques de la Armada, en grupos no mui numerosos;
jente, tanto física
i tutelaje de profesores escojidos, que no se ocupan de otra cosa, hasta que al fin, cuando } a están suficientemente preparados i en condición de manejarse por sí solos con cri-
pero siempre bajo la dirección
r
terio propio, solo entonces
son largados al servicio franco délos buques,
sueltos o en escuadras.
Al
de
lo
fin
que
de cierto tiempo de navegación
es el servicio del
mar,
nocimientos, cuando ya tienen
i
el
i
de haberse posesionado
de haber practicado sus cortos coseso
mas maduro
i
firme, vuelven
otra vez a las escuelas de especialidades: artillería, navegación, torpedos, etc....
Concluidos éstos con sus exámenes, se
nuevamente
a ser tenientes,
envia a bordo
i
mientos suficientes para desempeñarse con teórica
les
número de años; de tal manera que cuando llegan ya son hombres oficiales competentes, con conoci-
otro
que sus obligaciones
les exijen.
la esperiencia práctica
\
— Como
este sistema
-
241
de mantenerlos siempre bajo nn tutelaje
di-
simulado, se obtienen dos cosas de capital importancia: no hacerlos
perder
el hilo
de sus estudios e inducirlos
canso, en cosas sanas
Desde niños rencia,
i
i
a
ocupar su tiempo de des-
útiles para su desarrollo físico
intelectual.
e
de prefe-
se les estimula al spoit corno distracción
consiguientemente osos mismos grupos van en conjunto, en
compañía desús maestros i oficiales, a gozar de hijiénieos juegos, no como sucede en otras marinas en que cada uno va a buscar la distracción en los lugares a que mas le inducen sus sentidos e inexi
periencias.
Este espíritu sportivo, que es de moralidad, domina absoluta-
mente en todo
el
rantes hasta
último cadete.
el
llega a puerto,
primero que hacen sus
lo
campos de lucha
Armada británica, desde los almiDe ahí que cuando uno de sus buques
personal de la
de competencia
i
trenzados con sus conjéneres de los
conocimientos sociales Así
lo es
como
el
i
las
,
buscar los
oficiales es
a los pocos dias ya. se les
i
tierra,
ve
siguiéndose en consecuencia
honradas distracciones.
personal es compacto en estos principios, ta mbien
eu disciplina
i
en cumplimiento de los reglamentas
i
disposi
ciones.
A
bordo, cada uno hace lo que
mente a nadie
la hora;
le
corresponde,
no hai necesidad de que nadie
i
matemática-
se lo advierta ni
que
lo vijile.
Las inspecciones son
casi
mera fórmula, porque, por
lo jeneral,
todo está perfectamente conforme con las disposiciones; los ejercicios, los
consumos,
las limpiezas,
las
máquinas,
listo;
de ahí que nunca se sorprenda ni
a un
buque
pille
etc.,
todo siempre
desprevenido en nada
ingles.
Recuerdo una ocasión, en Tolón, el almirante español Cervera, espresándose de la escuadra inglesa fondeada en esc puerto, decia: «Estos diablos de gringos, no sé cómo son; parece (pie no hubiera una alma a bordo, i en un decir Jesús, los vemos a todos en cubierta; nunca están desprevenidos, todo 1<> ven i lo hacen primero que nadie». Esto es tan dos, por ser
cierto,
famosos
i
que podiia
citar mil
casos;
pero sólo citaré
porque sus resultad os comparativos no dan
lugar a dudas. e. !iki, a
.\J
O).
242
El año 68, cuando tuvo lugar
el
terroraoto en
Arica, había
allí
i otro americano. Esos fondeado dos buques de guerra, uno cataclismos, como se comprenderá, no dan mucho tiempo para pensar ni para obrar; el ingles gracias a sus medidas prontas i oportu-
ingles
nas, salvó su buque,
están
allí
en
previsión que en
En un
el
así el
americano Wateree, cuyos restos aun bordo no hubo la
el ingles.
de Samoa, en otra ocasión sobrevino un tremendo
las islas
ciclón; en
no
playa, para mostrarnos que a su
la
puerto Labia algunos
buques alemanes, americanos
i
ingles.
El único que
mar
a fuera,
fué
salió el
haciendo una hábil maniobra
i.
lanzándose
de esta última nacionalidad.
El comandante e injeniero de ese buque fueron inmediatamente
premiados por su Gobierno.
En
buques ingleses todo debe estar listo para ejecutar cualallí no se concibe preparar tal o cual cosa .anticipadamente, para que la maniobra salga buena; no hai mas cuando durante ella se nota preparativo que la voz de ejecución, los
quier maniobra u operación;
i
atraso o inconveniente, hai que remediarlo para que la próxima voz salga bien.
En
cuestiones de disciplina, obediencia
i
puntualidad, son en
estremo delicados, no dejando jamas pasar desapercibidas
las faltas;
la leí es absolutamente pareja para todo el mundo. De esa exactitud viene aquel dicho universal, «ser puntual como un ingles».
Allá por
el
año ochenta
i
tantos,
el
almirante Lvon, jefe de
la
comandanto de la corbeta «Kinglisher», un cablegrama en que ordenaba tomar la correspondencia, que en un dia hora lijos, lo fuese a encontrar frente a Pisco, en un punto determinado. El almirante, como buen ingles, llegó matemáticamente al luescuadra del Pacífico, dirijió desde Valparaíso
al
«Kingfisher» no estaba precisamente
la
punto ordenado, pero perfectamente
Callao
i
i
gar del rende/ -vous;
al
sí,
a unas tres
millas de
distancia,
en
el
viéndose
las señales del almirante.
Pero como
una vez que recibió la correscomandante que, como no habia cumplido exactamente con lo ordenado, se quedase dando vueltas alrededor del punto durante una semana i después fuese al
pondencia
di' la
la
orden no era
esa,
corbeta, le hizo presente a su
Callao a reunirse con
él,
— En entraba la
navegando en escuadra en el Mediterráneo, se i como uno de los buques no cumplió
otra ocasión, al
—
243
puerto de Siracusa,
orden de fondeo
como
tal
se le habia indicado, la señal del almi-
rante no tardó en salir para mandarlo a cruzar fuera del puerto, durante cuatro dias, pero siempre a la vista do la escuadra, que estaba
tranquilamente fondeada.
con
Si
los jefes
i
comandantes
son ellos los que deben dar
se
observa tanto rigor, es porque
ejemplo
el
i
los
llama a observar igual
proceder con sus subalternos.
Antes de cerrar este bosquejo de lo que es en lo que cousiste alma de esa armada, la primera del mundo, voi a citar un hecbo, que encierra en sí la esencia de lo que son su obediencia, orden disi
el
i
ciplina.
Allá por
año 1893,
el
la
escuadra inglesa del Mediterráneo, com-
puesta de trece buques, entre blindados
mirante Tryon, quizas
el
mas
evolucionaba para tomar fondeadero en
seis
i
cruceros, al
prestigiado de el
la
mando
armada
del al-
británica,
puerto de Trípoli.
La formación que tenia era en dos columnas de filas, es decir, buques a un lado siete al otro, dejando entre las dos líneas un i
intervalo de 1,200 metros.
El almirante Tryon montaba su insignia en
el
«Victoria»,
bu-
que puntero de una fila i el contralmirante Markam, en el «Camper down», puntero de la otra. Los buques, cuando navegan en escuadra, gradúan su timón, de tal manera que todos describan su círculo evolutivo de las mismas dimensiones; en este caso, El almirante iza
contra marchen,
da por si la
los
la
la
de
el
diámetro evolutivo era de
una señal en que ordena que la
derecba por
derecha, es decir, que
distancia entre las dos
filas
la
izquierda,
las i
la
Sil!)
de
buques podrían ejecutar su evolución
Cuando
i
el
sin
izquier-
inconveniente; la
pero
evolución
forzosamente tiene que concluir en un fracaso.
buque
jefe iza
una
señal, el
comandante de
visión la repite en su buque, en señal de comprensión,
ambas, se ejecuta
En
la
ambas deben hacerlo hacia adentro; hubiese sido mayor de 1,(500 metros,
estando a 1,200 metros se comprenderá fácilmente que es imposible
metros.
dos columnas
este caso
el
i
al
la 2. a di-
bajarse
movimiento.
Markam no
la
der con esto que no comprendía
levantó hasta arriba, dando a enteu la
orden..
-
-
244
•Tryon, por semáforo, le pregunta
con esto que ejecute Tryon, en un la
lo
que qué espera, indicándole
ordenado.
momento de
orden que estaba dando
paralojizacion, no se dio cuenta de
cuando Markam
i
izó su señal
indicando
que estaba listo para cumplir lo ordenado, la mano de Tryon ella también la infausta señal, que torció la brida a esos dos monstruos para irse uno sobre el otro!
con
ello
bajó
con
i
En que
mas de 7,000 hombres i en cataclismo que se les venia en
toda esa escuadra tripulada por
mayor
parte de ellos veian
el
cima, no hubo uno solo a quien se
le
la
pasara por
el
biar lo ordenado por su almirante; él lo disponía
Ciérranse los timones,
como dos
pensamiento camasí tenia
i
ambos buques en rápida
i
que
ser
caída se preci-
tremendo encontrón. Tryon despierta de su paralojizacion, pero ya es tarde; revérsanse las máquinas con todo su poder para aminorar el golpe, pero éste siempre tiene que ser fatal i de muerte. pitan
Un
toros a darse el
12,000 toneladas
i
conmover aterrados a
que formados cual batallones no
que ta
un
la señal del
se
los
miles de espectadores
mueven de
sus puestos, hasta
almirante ordena arriar los botes para,
el salvataje.
Los buques quedan mancornados, uno embutido en el otro, hasque las máquinas logran desprenderlos. El «Victoria», buque de Tryon, rápidamente, inclinándose sobre costado, principia a hundir su proa
en posición vertical, se
mas de
golpe seco, horrible, hace temblar esas moles de
hunde en
el
i
i
antes de diez minutos, casi
con sus hélices jirando vertijinosas en
el aire,
abismo, llevándose en su vientre 22 oficiales
i
336
tripulantes.
Guando
se dio la
orden de
en su puesto, impertérrito
i
quien pueda, un
los botes, o sálvese
guardia-marina, ayudante del almirante,
le [tasa
un
salvavidas,
i
éste,
a brazos cruzados, contesta al guardia
marina:
—
«It is entirely
«Yo
lo lie
my
doing, entirely ray
t'ault».
hecho, es enteramente culpa mia».
hundió con su buque. «Después de hechas las mas
I se
prolijas averiguaciones,
descargos, la opinión espresada por rente al orden te
i
el
Consejo de
cargos
Gmrra en
i
lo refe-
disciplina mantenidos a bordo del «Victoria», duran-
su hundimiento, mereció
la
mas amplia confirmación de
los lores
-
'245
-
Fué, en todo sentido, altamente honroso para quedará para siempre como noble ejemplo en el- servicio». El comandante, por su parte, dice:
del Almirantazgo.
dos
i
La conducta
de toda alabanza,
tranquilidad de todos en sus puestos, fué fuera
i
no hubo
i
to-
el
mas mínimo amago de pánico
ni de-
sorden de ninguna especie».
¿Habrá un ejemplo mas grande convincente del espíritu de disciplina que el demostrado en tan tremenda i
orden, obediencia
i
prueba?
Xo
que
sé
Ese es la
exista
alguno parecido en
summum
el
del
esencia de tantos desvelos
bieron del gran Xelson
i
loa anales
de
la
historia.
poder naval de esa gran Armada, esa es i
sacrificios, esa es la
herencia que reci-
que sus capitanes han seguido
i
siguen in-
terpretando.
Díganme ahora esos discntidores de poderes navales: ¿Han encontrado en algún libro, o en algún astillero elementos de poder tan nobles de tanta disciplina como la desplegada por esas i
tripulaciones?
Para con
decir:
tal
honra para esa
supremacía por mas de un tes,
siglo,
i
i
honra para sus sabios gobernan-
que, interpretando en lo que vale su marina de guerra
comercio, las la
debemos contentarnos gran Marina que ha sabido mantener su
pregunta no hai contestación
mano
la
han atendido
i
batuta del comercio universal, haciendo
cidad de su patria!
i
flotas
de
estimulado, para mantener siempre en la
grandeza
i
feli-
1 0^=<5)0^r=<pxa^<5)g^
Visita a
En
minutos antes de
invitó a pasar con
Acepté gustoso,
8 A. M.,
las
ingles
me
de Malta, un amigo
isla
dia a bordo del «Minotanro».
él el te,
Valeta, en la
un blindado
llegaba a
la
i
al
día siguien-
cubierta del blin-
dado.
La guardia de al i
mando de
su
militares,
oficial,
con
la
banda de músicos a
miraba hacia popa, como para alinearse. Con sonar la primera campana de las
mi cabeza, un par de nido; el
al
tiros
mismo tiempo que
Himno
Nacional; todo
niéndose de
pié,
con
la
la
cabeza
i
en perfecta formación, presentaba sus armas
de
me
los tiros,
el
mano
ven hacia popa para mirar
riíle
el
8,
rompe
la
la
casi por
encima de
banda de músicos con
mundo suspende en
i
hace brincar; estaba despreve-
gorra,
sus quebaceres
i
po-
respetuosamente se vuel-
pabellón, que pausadamente va ascen-
diendo izado por dos timoneles, que a cabeza descubierta,
lo
largan
al viento.
Llegado
men
al tope,
para
la
banda, se dispersa
la
guardia
i
reasu-
sus quehaceres.
Pasada esta ceremonia, diviso a mi amigo cicerone que con otro oficial
viene abajo por una de las escotillas de popa;
al
pisar la cu-
ambos se llevan la mano a la gorro, saludando a alguien, pero como yo no viese a quién saludaban, les pregunté el significado de bierta,
ese saludo.
— —El
recinto on
que estamos
lugar donde se da carácter te;
el
248
— me
se llama alcázar,
dijeron,
que en
a cualquier acto
i
es el
él se
ejecu-
la seriedad, se obliga
a todo
mundo a que, al llegar aquí, salude militarmente. Ya en manos de mi amigo cicerone, nos encaminamos
hacia
oficial
por eso es que para darle
i
conservar
i
donde debíamos bajar, siento un murmullo o ruido como de un colmenar; bajamos a la batería i ine doi cuenta que el murmullo era producido por mas de 600 hombres diseminados, o mas bien dicho, amontonados en el amplio i prolongado entrepuente, que, a medio vestir, están afanados en su aseo i arreglo personal para presentarse a la revista que debe tener lugar a las 9 A. M. proa. Al llegar a
una
escotilla por
i
Para pasar
de esa nata de sacos
a través
i
hombres, teníamos
que ir haciendo quites a un lado a otro; al fin llegamos al estremo, bajamos por otra escala entramos a la cámara de oficiales; estaban i
i
todos sentados a
nosotros
lo
mesa tomando su
la
llamamos; a mí también
cuenta de un «liam and eggs» siste este
A
i
breakfast, o desayuno,
me
una taza de
té,
que
es
en
como
i
luego di
lo
que con-
dieron colocación
almuerzo.
la mesa estaba completamente limpia i no como pasa entre nosotros, que el que llega atrasado, con un buen grito al mayordomo, sin importarle la hora, el atraso de los "mozos cocinero, manda hacer un buen beefteak u otra
las
8^ en punto, ya
todo concluido,
i
i
golosina de su paladar.
Como ya no la
mayor dí
teníamos nada que hacer en
otra cubierta, a popa,
el
i
-allí,
parte de los oficiales
al
la
cámara, subimos a
rededor de una candela, estaban
fumando
la
su cigarrito; yo también encen-
mió; pero cuando estaba en lo mejor, suena una corneta
i
un mu-
chacho que cerca esperaba, apaga i quita la candela, al mismo tiempo todos los oficiales i yo también, mui a mi pesar, tuve que arrojar mi pitillo. Ese toque se llama «out pipes», que equivale a decir que no se debe fumar mas; este vicio se ejercita en los buques de guerra ingleses sólo en horas de comida, cigarros por todas partes, ni nadie tiene
i así no se ven colillas de que preocuparse del ciga-
rro estando de servicio, ni fuera de los lugares desiguados para ese objeto.
A
las
9 en punto, otro cornetazo hace aclarar completamente los
entrepuentes,
i
los
800 hombres de tripulación, formados en compac
249
tas hileras
con sus
de
a cuatro, llenan
respectivos;
oficiales
ambas bandas de la cubierta superior, otra formación mas abierta no daría
cabida a tanto tripulante.
El Almirante, acompañado de su Comandante, que también
ya han almorzado, se pasean a estribor de la toldillo, para demostrar con su presencia, que también ellos son ordenados puni
tuales.
Mientras los oficiales en sus brigadas, revistan e?crupulosamente la banda ejecuta algunas piezas apropiadas, el 2.° Comandante, acompañado de su Estado Mayor, calzado de guante blanco, baja a los depaitamentos, cámaras camarotes, a revistar el estado de aseo hasta el último rincón, donde divisa algo que no
a sus marineros
i
i
i
i
está limpio, olla pasa su
dedo,
i
si
éste sale
teñido, se lo muestra al
responsable. Suficiente castigo, la próxima vez el dedo no se ensuciará. Después de la inspección del 2.° i cuando ya ha dado cuenta a su Comandante, la campana horaria, con tañidos cortos pausados, anuncia al capellán que ha llegado la hora de su misión, revestido de estola, con su Biblia en la mano, se coloca al pié del palo mayor mirando hacia la bandera; ésta se arria a media asta, reemplazándoi
i
se al tope por la de misa; de
mundo
se descubre
Los
católicos,
i
Almirante a último grumete, todo
el
ora a la par de su capellán.
en grupo aparte, dirijidos por sus
oficiales,
tam-
bién hacen oración.
Concluida esta ceremonia, se da principio a
los ejercicios jene-
digamos por ejemplo, que se toca a zafarrancho: todos esos 800 hombres, que hasta hace un momento estaban tranquilamente orando, ahora se les ve como locos corriendo en todas direcciones; unos rales,
suben a
la
arboladura para echar abajo los masteleros, otros en los
botes jirándolos adentro, a los cañones,
etc., etc.,
cada uno a cubrir
su puesto; cuando todos van corriendo en este desorden ordenado,
un punto agudo de corneta detiene a todo el mundo como sujeto por una máquina; no se ve un movimiento ni se siente un ruido mas,manteniéndose inmóviles como estatuas hasta que otro golpe de cor neta, después de dada una orden verbal, pone otra vez en rotación los engranajes de esa complicada máquina de tantas voluntades, que obedecen religiosamente a la de un solo hombre.
El ejercicio jeneral continúa hasta nistración de justicia,
de
que
1
1,
hora en que se reparsalvo
es atendida con especial
depende en gran parte
ella
las
menor importancia,
ten otras distribuciones de
la
disciplina
admi-
la
confianza en que nun-
la
i
de
la
cuidado, porque
ca se estralimitan en la aplicación de los castigos.
Poco después de cabo
las 11, el sarjento
de armas, acompañado de un
seguido de todos los anotados con faltas durante
i
24 horas, vienen a formar pués de oida
acusaciones
las
•>
de penas
la tablilla
alcázar donde
al
en
i
i
descargos,
so aplica la
ella
el 2.°
el
las
últimas
Comandante;
sarjento muestra
que corresponde
a
des-
al 2.°
la.
falta
cometida.
Con ni
exageraciones en
bai verdadera
A basta
el
i
pareja.
lei
todo
las 12,
mundo va
el
pretesto;
la
el
reposo de nadie por bai honores ni nada
ese orden establecido.
para adelante, se sigue con ejercicios aislados, enseñan
1
zas individuales
Los
i
se establecen los trabajos.
oficiales francos
dos de franelas practicar
comería permanecer en descanso
aunque venga quien venga, no
que signifique cambiar
De
a
durante este tiempo, no se perturba
la 1;
ningún
no bai acaloramiento del primer momento castigo, puede decirse, con seguridad, que ahí
este proceder,
i
en
sport,
el
polígonos de
tiro
van
a tierra, la
mayor
aperados de sus raquetas, las
parte de ellos vesti-
«bats»,
rifles,
canchas de tennis, cricket,
que abundan en
a
etc.,
pelotaris
i
arsenales, para hacer la distrac-
ción de los oficiales de las escuadras que siempre frecuentan este puerto.
Es tanto
man
lo
que
se estimula el sport,
que hasta
los
almirantes
to-
parte en las partidas de competencia.
En una Almirante
ocasión, tuvo lugar
un match de
Lord John Hay, Vicealmirante parte de un team,
i
como cualquier
diendo con
bai las
i
el
el
pelotazo en
i
el
buque
Jefe de la Escuadra, formaba*
era de ver a ese viejo, con
canas, vestido
descuidó
cricket entre
otro.
i
bells
oficial,
(JO
años
diaciones, llamó la
cargado de
con su par de canilleras, defen-
de su wicket; buho un
momento que
esperto guardia-marina que tiraba la pelota,
el tobillo.
i
le
El teniente-ayudante que estaba en
asestó las
se
un
inme-
atención del Almirante que ese guardia-marina
— había ganado un almuerzo;
le
sentaba Fin
mesa invitado
a la
otra ocasión
que
se usa aquí
tal
día siguiente el
tenia lugar 1
suelo
el
En
i
Sé
un torneo de roghy, es decir, una mucho mas esforzada de lo
ludia es
la
mancornados
manera que cuando concluyen,
rasmillado
«nhdshipman
jefe.
en Chile; en ese juego se va cuerpo a cuerpo,
batalladores ruedan por
de
al
almorzar con su
a
partida de foot-ball, én que
—
251
es
i
los
que la pelota, raro que salga uno sin estar a la par
todo revolcado. ocasión,
esta
el
capitán del team del «Mktotauro» era
el
un esforzadísimo muchacho. Cuando ya concluyó el match, se vivaban ambos partidos, la princesa rusa María, esposa del duque de Edimburgo, que había teniente Xicolls,
i
ido especialmente a presenciar la partida, hizo acercarse a su coche
a los dos capitanes para estrecharles
con
la
mano
Así se estimulan estos juegos, que son
que enseñan a
En
la
ser esforzados
i
riguroso traje de
momento de
salud
i
a esos revolcados
i
la
base de
la
valientes.
tarde todos regresan a
sudorosos at'etas, a las 7
en
comer
e invitarlos a
ella.
su buque,
en punto, se
les
etiqueta, para asistir
mas
i
ve alrededor de
la
mesa
a la comida; este es
el
Ahí no se fuma, no se lee, ni se hace nada que desdiga de la buena compostura; nadie llega atrasado, como tampoco puede pararse de la mesa hasta que el oficial que la preside no lo disponga, se cierra este acto con una corta oración dicha por el capellán con una copa que se toma sociabilidad
i
del
estricto orden.
i
i
a
la
salud del Rei.
Concluida la comida, al rededor de la candela donde en la mañana fumábamos un cigarrito, ahora hai colocadas confortables poltronas, mesas para jugar cartas, leer hacer la charla de la noche. i
A
las
10 en punto, «out pipes
ftr.d
good nights».
Ocupación de Chipre por los ingleses
La Armada en todos
tida
británica del servicio activo, está dividida
los
mares, en escuadras
lugar donde son destinados. diterráneo,
temente i
que
De
buques
i
éstas, la
mas poderosa
tiene por base de operaciones
artillada,
Jibraltar, que, a
con abundantes diques
mas de
sueltos,
i
la isla
i
repar-
según
es la del
el
Me-
de Malta, fuer-
toda clase de elementos,
ser base de operaciones, es la llave de este
mar.
La misión de en
hace
esta
Escuadra es mantener siempre
Mediterráneo, que es
el
el
el
la
supremacía
canal comercial obligado por
acarreo de los productos de
la
India,
que son
la
donde
se
principal
fuente de riqueza de Inglaterra.
La que
que
le
sigue en
poder es
está destinada a resguardar
el
la
llamada Escuadra del Canal,
Canal de
la
Mancha,
de Irlanda e Inglaterra, ejerciendo su vijilancia hasta
Las otras escuadras están destinadas a cífico,
Australia,
etc.;
el
las costas
Portugal.
las Antillas, ('hiña. Pa-
en una palabra, abarcando todos
los
mares
del
mundo. Las escuadras lejanas cia.
i
tejer
se diseminan en las costas de su vijilancuando en algún punto son requeridos sus servicios para prolos intereses británicos, el cable no tarda en concentrarlas,
—
254
—
para de esta manera hacer respetar sus derechos,
fuese menes-
si
i
Escuadra del mar vecino viene también en su ausilio
la
ter,
i
re-
fuerzo.
Todas
i buques sueltos, repartidos en el orbe, sinnúmero de compañías de vapores i veleros cubiertos por bandera británica, podríamos decir con propiedad que son el sistema arterial del mundo comercial, que por ellas nutren
estas escuadras
en conjunto con
el
i
músculo principal, radicado en el pulmón o corazón del reino de Inglaterra, donde sus sabios doctores, a cada movimiento irregular, los auscultan cuidadosamente para poner pronto remedio o prevenir la enfermedad que pueda aquejar a un órgano lejano o darle un tónico oportuno que refuerce i vitalice al que no se muestre sufial
cientemente fuerte. por
Allá
año 1878, cuando
el
oso ruso, trasmontando los
el
a Constantinopla
Balkanes, estiraba su garra para llegar
con que
tarse la llave
Bosforo
arreba-
tratado internacional de 1856 cerró en el
el
puerta que desde entonces
la
i
libremente sus naves de guerra,
el
le
león
impidió transitar por ahí británico
no pudo mirar
con indiferencia ese avance, que venia directamente no sólo a acercarse a sus dominios, sino también a poner en
peligro su predo-
minio.
Por
eso, antes
a poner fin a
que
la celebración del tratado
de Berlín, que iba
guerra ruso-turca, tuviese lugar, para afianzar
la
i
se acercó ai poner mas peso, a su voto, dio los pasos necesarios campo de operaciones, para desde allí estar también listo a contestar i
con un zarpazo
A
buques
diez
i
oso ruso,
al
mediados
del
año
no disminuía sus pretensiones. Escuadra del Canol, compuesta de
éste
si
78, la
Lord John Hay, entraba al pasando por Malta, tomó fondeadero en puerto
a cargo del vice-ahnicante
Mediterráneo,
i
Said, en la boca del Canal de Suez.
A bordo nadie
pabia, escepto el almirante,
qué nos llevaba por
aquellos lugares.
En .de
so
habia puesto un cuerpo de señaleros al lado del
cuanta,
comunicación llegaba de Londres, fuese de dia o al almirante, de tal ma-
tierra
telégrafo,
i
noche, inmediatamente era comunicada
licia
que
este
caballero tenia
en su
mano
«the
tail
of the wire»,
i
quedábamos en ayunas como lo haciendo mil comentarios; hasta que una noche, cuando menos lo que llegaba era en clave, todos nos
— pensábamos,
we
off
go¡
—
255
nos dijo una señal,
i
.salimos con
rumbo
al norte.
Muchos zafarranchos de combate, muclins formaciones, todo nos hacia presumir algo, pero nadie sabia nada, «panics. van
«panics»
i
vienen.
Una
noche, navegando tranquilamente,
teniente-ayudante
pregunta:
le
i
Xo, mi almirante, contestó bien en
el
afirmativa; era otra escuadra,
almirante llama a su
— ¿No se ve nada en
teniente.
dirección. Antes de cinco
tal
el
que
— No puede
el
ser,
horizonte?
vaya
i
mire
minutos volvió con contestación
apagadas
a luces
se acercaba al
rendez vous de Lord John Hay.
Se llamó ción con
A
la
jefe de ella a bordo, recibió
al
órdenes
i
dos días fondeamos en Larnaca, puerto de
los
tomó
coloca-
la- isla
de Chi-
nuestra, para seguir la marclía.
pre, las autoridades nos pusieron en cuarentena, por venir
de puerto
infestado.
Tranquilamente aceptamos allí
soportando
jion es
mui
fuerte
la
orden de cuarentena
sofocante calor del
el i
i
seguimos
mes de Agosto, que en
esa re-
enervante; las fiebres malarias estaban a la orden
que cundían, que llegamos a tener mas de cien enfermos en un solo buque.
del dia; tanto era lo
Un en
dia llegó
tranquilamente, farol
un crucero con pliegos para el almirante. Seguimos media noche, cuando todo el mundo dormía
misterio; pero a
el
menos el almirante, fuimos de
ron simultáneamente los
nían
súbito despertados;
de destellos del buque jefe empezó a pestañear la
escuadra.
mediatamente
se
La
lo'
el
a él le siguie-
buques, que en esos momentos compo-
señal era jeneral,
desembarcase toda
la
da. apertrechada de víveres de bolsillo
La d^
i
i
en
ella se
ordenaba que
in-
tropa disponible, amuniciona i
lista
para marchar.
durmiendo ser despertado marcha a campaña, no es para menos. Como en todos estos movimientos la rapidez es un estímulo; cada buque quería ser el primero en estar listo, de tal manera que antes de una hora ya habían formados en tierra, con sus jefes todo lo al amanecesario, mas de 700 hombres; se dio la orden de marcha, para
salir
carreras no fué poca; de estar
incontinenti en
i
i
i
i
necer, ya estaban casi a las puertas de Nicosia, capital de la las
¡S
A. M.
el
pabellón británico ondeaba sobre su posesión.
isla,
i
a
-
256
—
Desde que las tropas inglesas desembarcaron en Larnaca, el aspecto muerto de ocio, que es innato en estas rejiones, desapareció i, en cambio, ahora se veia actividad mucho movimiento. i
i
Los carpinteros de todos
los
buques, mecánicos, marineros, he-
rreros con sus fraguas, perchas, tablones, todo lo necesario para hacer muelles, desembacaderos, preparando barracas para alojamiento
de tropas. El duque de Edimburgo, que mandaba uno de los buques, fué
designado como jefe de todos esos preparativos; tenberg, que
mandaba
trabajos. Parece
que
otro buque,
también
le
de mas pergaminos eran
los
peñosos en sobresalir en
de Bat-
al príncipe
tocó parte en aquellos los
mas
listos
i
em-
el trabajo.
Era do ver a todo un duque en traje blanco i con su buen cucadesde el amanecer i al rayo de ese sol abrasador, soportar todo un dia de trabajo, no dándose mas descanso que el estrictamente ne-
Ion,
cesario para sus comidas.
Las insolaciones no eran clima tan cálido,
i
raras;
muchos cayeron bajo
ellos
pasaron a mejor vida.
algunos de
el
rigor de
Tres dias después de iniciados estos trabajos, se avistó por
un otro
nal
sur
el
un buque de vela; al rato otro, un gran convoi, que de la India, i pasando por el cade Suez, trasportaba un ejército de once mil hombres. Casi al mismo tiempo que llegaban estas tropas, de Inglaterra trasporte trayendo a remolque i
otro, era
llegaba otro trasporte conduciendo al jeneral Sir Garnet Wollesly con
su Estado Mayor, que venia a
Tampoco jandría,
Eso
i
se hizo esperar
así seguir
ejército
No hubo
cable hasta Ale-
siempre en comunicación directa con su Gobierno.
no tardó en estar todo en
mento que ya estaba ninguna
mandar en jefe. un vapor para tender tierra
ocupar
i
el
campa-
elejido.
inconveniente
el
que menor,
ni atolondramiento de
especie.
Cada arma tenia su desembarcadero
especial,
i
embarcaciones a
propósito para que nada se estropease.
En
tierra, la línea
de campamento se
fijó
teniendo en vista la
dirección del viento reinante, para dejar en primera ñla las carpns viviendas, cocina.
i
a retaguardia, las caballadas
i
los servicios
privados
i
i
de
— Todo estaba
previsto
i
257
—
bien ordenado; nada faltaba, desde
rraje de la caballería basta el último utensilio la
i
el fo-
conforme a
víveres,
ración de campaña.
Ahora cabe preguntarse: ¿cómo pudo desarrollarse un movimiento tan estenso, con tanto material personal, sin que se trasluciera i sin que nadie llegara atrasado a su rendez-vous? Este es el secreto, este consiste en que cada uno tiene sus atribuciones responsabilidades, i en que cada uno debe velar porqoe su departamenio siempre i
i
i
esté bien provisto de los elementos Allí
no hai apuros
para vestir a Allí
que
son necesarios.
le
ni confusiones, allí
no
se desviste a
un santo
otro.
tampoco entra
los responsables; la
la
censura estraña a perturbar
censura
la
hacen
los técnicos
i
ellos
el criterio
dilucidan las responsabilidades.
('.
de
son los (pie
i.k i.a
M <h
17
Por
marina mercante nacional
la
«AMERICA MARU» (BUQUE AMÉRICA)
Este
es. el
nombre
primer vapor con que una Compañía
del
ponesa inicia carrera entre
No ca
deja de llamar
la
el
i
Chile.
atención que los nipones, con quienes nun-
hemos tenido intercambio
tas a trenzarse
Japón
comercial, lleguen hasta nuestras cos-
con otras compañías poderosas que hacen
do nuestros productos hacia
hacemos un poco de
las
historia,
como causará admiración
ja-
el
el
acarreo
naciones del Viejo Mundo; pero
iremos de sorpresa en sorpresa,
empuje
e intelijencia
en unos pocos años ha logrado colocarse militar
i
i
si
así
con que aquel pais
comercialmente
nivel de las primeras naciones, también nos causará
pena
i
al
decep-
indolencia falta de tino con que Chile ha ido perhombres i gobiernos anteriores habían encarrilado para hacernos grandes i únicos dueños de estos mares. ción
el
diendo
ver
la
i
lo (jue
Allá por los años 50, era costumbre en la celebración de nuestras fiestas patrias, dar
en
la
Universidad de Santiago conferencias
-
230
-
sobre temas de interés nacional para estimular
el
patriotismo
i
dar
desarrollo a las fuerzas vitales del pais.
Esas conferencias eran prestijiadas con
no
mas
lo
i
la asistencia del
Gobier-
selecto de la intelectualidad de la capital.
El señor García Reyes, catedrático de aquella institución, en
que teína muchos temas de que echar del 38 le darian i la campaña pero que en su enmuchos motivos para llenar cientos de carillas, tender habia otro mucho mas importante i que primaba sobre todos,
una de mano;
esas ocasiones dijo
la
guerra de
la
Independencia
puesto que en toda época significaría grandeza, seguridad
i
bie-
nestar.
Ese tema
del mar, ese elemento
es- el
no habriamos
sin el cual
llegado a conquistar definitivamente nuestra independencia; ese
mento
naciones hacen vida lenta
sin el cual las
i
ele-
grandes hori-
sin
ontes, por eso es que todas ellas procuran dominarlo o buscarse saz lida hacia
La
él.
historia del 'Universo
i
la
nuestra, llena sus pajinas, probán-
donos de una manera concluyente, que ess factor es hacer ricos
i
el
Las condiciones jeográficas especiales, con que
ha dotado a nuestro
Chile, por
sí
nos
solas
interminable cordillera que nos limita por
lo está el
bién la agricultura, las industrias tienen que buscar esa seria
misma
de éste Chile,
i
la
Providencia
indicando así esa
oriente al deshelar sus
eternas nieves en innumerables rios, se vacian hacia
¿Qué
principal para
prósperos a los pueblos.
el
mar, así tam-
riquezas del suelo, forzosamente
salida. si
en vez de mar tuviéramos otra cor-
dillera?
Seriamos un pais mediterráneo tendríamos que entrar a ser tributarios de un vecino, si perdemos el control o el dominio de ese i
i
una muralla, que sercompuerta a la salida de nuestras riquezas, compuerta que seria graduada a voluntad del poseedor de ella. La razón natural nos lo indica, que jamas debemos permitir se elemento, es
como
colocarnos nosotros mismos
viría de
nos oponga una muralla ños
i
i
debemos a toda costa
legisladores de ta) fuente de riqueza
i
ser nosotros los due-
seguridad.
— No hace muchos años
el
261
— De Guberunti,
sabio sociólogo, señor
dio en Valparaíso algunas conferencias sobre Chile,
i
entre otras co-
decía lo siguiente:
sas,
«Este pais de escepcionales condiciones jeográficas esta llama-
do a ser grande
a ocupar puesto preferente en
i
el
consorcio del
do; la diversidad de productos fáciles de desarrollar
climas desde
el tropical al
fríjido, las
mun-
en sus variados
inmensas riquezas que encie-
rran sus montañas, las industrias de fácil esplotacion con sus torren-
impulsado por una raza
tosos rios, todo esto
única, tienen forzosamente
de este bello
pais,
i
a ello
si
fuerte, emprendedora i que aunarse para hacer la prosperidad se agrega el estenso mar que baña sus
costas para constituirse en vehículo de trasportación
i
acarreo, pue-
den fácilmente ser los chilenos, los fenicios del Pacífico, si sus jentes esplotan con tino tal cúmulo de bellas condiciones».
El año 52;
el
Comodoro Perry, de
de una escuadra volante, dio
los
Estados Unidos, a cargo
mundo, escribiendo un
la vuelta al
teresantísimo libro, memorias de ese viaje,
i
en
la
le
in-
parte que corres-
pondía a Chile, todos eran encomios, haciendo hincapié en porvenir que
diri-
el
lisonjero
sonreía, dadas sus condiciones territoriales, jeográfi-
Con una Marina Mercante ya
poderosa, apoyada que de día en dia se iria acrecentando, dado el incremento natural de las famosas minas i espléndida agricultura; su población compacta i varonil, su sociedad culta e ilustrada, todo le hacia presumir que este pais, esencialmente marítimo, sabría sacar cas
i
de
por su
riquezri.
flota
de guerra,
i
provecho de sus condiciones...
Pasando
al
Japón, sus dificultades
i
apreciaciones fueron bien
con que no se los quería dar Japón era para los japoneses i no querían tener relaciones de ninguna especie con las otras naciones. diversas; desde luego, se encontraron
recepción,
el
No agradándole exijió
que
Comodoro tan i,
inhospitalaria contestación,
en caso contrario, se vería obligado a ha-
medio de sus cañones. Los nipones tuvieron que ceder, i después de algunas conferense llegó a combinar un tratado de amistad recíproca, por medio
cerse recibir por
cias,
al
se le recibiese
—
—
262
del cual se concedían ciertas franquicias de recepción
hospitalidad
i
para los subditos americanos.
Esa fué
do
esterior,
i
primera comunicación que
la
la enerjía
del
Comodoro,
Japón tuvo con el munllave con que abrió sus
el
la
puertas.
El año 56, cuando Chile contaba sus veleros mercantes por ciencuando constriña sus buques en astilleros propios, cuando la compañía Clippers acarreaba sus trigos a California, fondeó en el tos,
puerto de Valparaíso
do en Inglaterra
el
primer cañonero de guerra japones, construi-
que iba de paso para su pais. Este buque, de comandante a paje, iba marinado por ingleses, llevando a bordo sólo dos japoneses, como representantes del Japón, i estos señores, aun iban de trenza
i
i
con su traje nipón,
dad por nuestros
oficiales,
cias sin estrañeza,
cia
i
unos seres que
cuando
i
l,os
al
ser acariciados con
nuestros se las hacían
los
se les creia
como
curiosi-
visitaban, aceptaban esas cari-
indios
i
como con lástima
ha-
que vahan bien poca
cosa. I ahora, antes de medio siglo, qué dirán aquellos acariciadores mirando a Togo, Oyama, Ito i otros, que por su intelijencia, patriocolocádose tismo i buena concepción, han arrollado al Oso Ruso i
entre las primeras naciones del
mundo?
El Japón, desde que despertó de su asiático letargo
mundo
abrió los
i
comprendió la grande importancia del mar, del poder marítimo la grandeza que acarrea a las naciones; por eso desde un principio se le ve firme i constante en su idea principal, el mar, la marina, su dominio, por todos los medios ojos para observar al
civilizado, i
i
posibles incrementarla tilleros,
escuelas
i
i
fomentarla; repartió jente escojida en los as-
armadas de
las principales
naciones del viejo
a la vuelta de algunos años lo vemos bastarse a
mun-
mismo, hoi dia, no sólo construyen su artillería, sus vapores, dreadnoughts tan poderosos como los ingleses, sino que todas estas construcciones las pueden ejecutar un 8°, mas baratas que cualquiera nación do,
i
sí
i
europea.
Cuando
el
Japón abrió sus puertas, su marina mercante no pa-
saba de ser una simple pió su fomento las
i
flotilla
costanera; pero desde entonces princi-
reglamentación, asignando fuertes subvenciones a
empresas de aliento que significasen desenvolvimiento
dad comercial para su
tierra; gracias a tan sabias
i
prosperi"
medidas, hoi dia
la
—
263
—
marina mercante japonesa, representada por grandes compañías de vapores transoceánicas, hace casi todo el acarreo del mercado del Pa cífi2o.
Sus líneas van a Australia,
Europa, California
la India,
ra esta última la estienden hasta la
América
Sur por
del
i
los
aho-
dos
costados.
Sus ajenies comerciales, no descansan, buscando mercados en todos los continentes para surtir sus vapores, que son las arterias principales de la riqueza de su país.
Hace pocos buen número de
un velero japones, conduciendo a bordo un
dias,
pilotines, pasó
por nuestro puerto en viaje de
como para decirnos, esta es la manera de formar mercantes, no como ustedes, que la que tienen quieren trucción,
i
la,
ins-
capitanes suprimir-
para dar cabida a otra escuela. Seguir disertando sobre
en tan poco tiempo, es
mundo
la
inútil,
prosperidad alcanzada por
porque en
la
el
Japón
conciencia de todo
el
enorme sorpresa que de dia en dia nos ha venido dando en todos los ramos de su administración en la primoestá
grabada
la
i
rosa visión de su porvenir. ¿I nosotros
desde
hemos hecho? ¿Dónde se han con
el
mundo
i
titución *
La mirado
i
fecha con que iniciamos esta narración qué
ido los cientos de veleros que nos comunicaban
hacian
¿Dónde están
la
el
cabotaje?
los astilleros
los otros tantos
falta
en que se construyó
la
corbeta
«
Cons-
barcos que corrieron nuestros mares?
de atención, perspicacia
i
la
indiferencia con
pedidos de atención a
que han
Marina Mercante Nacional, los tiene ahora reducidos a unas cuantas docenas de agonizantes buques que bregan sin protección, batallando por su los reiterados
la
existencia.
Aun
mas, hemos llegado a conceder a
ciertos permisos para el cabotaje,
un obstáculo que nos impide
la
bandera estranjera
permiso que ahora es una amarra,
protejer
la
nuestra
como debemos
hacerlo.
La nave
estranjera, en
que su principal negocio
acarreo de mercaderías del viejo
mun
lo,
pronto
i
consistía en el
sin tropiezo algu-
no después de descargar sus mercaderías, para no irse en lastre al norte, arrebataban a huevo el cabotaje a nuestra Marina Mercante, i mas tarde no contentos con esa usurpación, han empezado a hacerlo
—
—
264
con enormes rebujas que van directamente a matar del todo nuestra Marina Mercante.
ahora ¿qué se piensa hacer para evitar
I
Algún de
porque
paliativo insignificante,
tal
ir
cuestión es bien delicado, porque ya nos
la
cuello, o Si
mas
mismos nos
bien dicho, nosotros
decimos a
los
al
fondo
han puesto la soga hemos puesto.
al
la
señores Kos.mos,que son los iniciadores de esta
competencia, que no se esa competencia,
catástrofe?
directamente
les
permite o se
no tardaría mucho
el
les
pone trabas para evitar
Kaiser, que protejo a outran-
ee su Marina Mercante, en decirnos: bueno; el
es
si ustedes nos impiden impondré en Alemania derechos a sus salitres, que el pais (pie mas lo consume. ¿I quién no diría que mas tarde viniese también en protección
cabotaje, yo les
alguna
de guerra,
ilota
así
como
se
manda
Señores gobernantes, delicada es ble ponerle
hombro
(irme para
a Venezuela o Nicaragua?
la cuestión,
enmendar
pero es indispensa-
ese entuerto.
No es posible permitir que esa brillante Compañía Sud- Americana de Vapores, que ha sido nuestro orgullo, que ha paseado por largos años nuestra bandera por las costas del Pacífico, para ser respetada es la
saludada con cariño por
i
chileno en tierra estranjera; no
el
posible permitir la liquidación de esa flota que fué
el
soporte de
guerra en toda contienda armada; no es posible permitir que esa
Compañía, dera
a
al tope,
la
cual perteneció
el
«Loa» hundiéndose con su ban-
pase a manos estranjeras.
Señores congresales, señores de Gobierno, pueblo chileno, oigan la
voz de alarma para evitar
el
peligro,
porque ese
es
un verdadero marina uno
peligro para nuestra seguridad nacional, arrebatarle a la
de
los principales soportes I
si
en caso de conflicto.
esta liquidación, por desgracia, llega a tener lugar,
nos garantizará que mañana, cuando plo, se
adueñen de
cuando
¿quién
Kosmos, por ejem-
no nos impongan su voluntad? en que la 'llave de la puerta se la haun estraño a la casa, para que nos la abriese
esta flota,
Ahí habría llegado bíamos entregado a
los señores
a él le agradase.
el caso,
CÍRCULO NAVAL La
nuevo local, refaccionado arrenuevas ideas que predominan en el Directorio, me
traslación del Círculo a su
glado según
las
ha hecho pensar en
la
marcha que
i
esta institución
ha seguido desde
su oríjen, primero editando una revista, impulsada por un grupo
de entusiastas
oficiales que, sin recursos ni
dificultades materiales
i
e impulsar
obstáculos para entonar Círculo Naval,
i
que a
elementos,
afrontando
i
de ideas, tuvieron que vencer toda clase de
la fecha
que
esta institución
se llama
cuenta ya con un cuarto de siglo de
vida.
Cuando mentarse cial
de
las
i
recien
tomaba cohesión
i
principiaba a caminar, regla-
dar frutos, hubo que batallar para evitar
presión
la
autoridades superiores, que pretendían manejar
de una institución que, aunque netamente de marinos
i
el
ofi-
timón
de asuntos
que tuviese autonomía propia, para poder con toda libertad estudiar, discutir asuntos que, aunque del personal de la Armada, sin embargo, podríamos calificar como de carácter íntimo o privado. Felizmente, esa primera campaña fué ganada i conseguimos atinjentes a esta profesión, sin embargo, era necesario
darle personería jurídica
i
responsabilidad propia.
Cuando el Gobierno i la superioridad vieron la seriedad i la marcha próspera que iba tomando el Círculo, no fué cosa difícil
—
266
hacerse subvencionar, para darle
—
mas impulso
i
fomentar algunas
ramificaciones a que era menester atender.
La cuestión local también ha tenido sus bemoles; en un principio andábamos como al garete sin rumbo fijo, hasta que por fin, i después de muchos trabajos, conseguimos se nos diese unas cuantas piezas en el edificio que ocupaba la Bolsa Comercial. Con artimaña, constancia empuje, poco a poco fuimos creciendo hastr que a la vuelta de algún tiempo, ya éramos dueños de casi todo el i
i
edificio.
Pero como en
la
confianza está
el
peligro,
samos nos encontramos con una orden de
cuando menos pen-
desocuparlo en gran
hubiese sido si no habríamos tenido que ir a porque nos agarramos a cuatro manos, buscar fondeadero en otra parte. Estos tres elementos: personería, subvención i local, son las principales piedras fundamentales sobre que descansa el edificio de esta institución. Pero estos elementos habrían sido nulos, si no hu-
parte, para entregarlo a otras oficinas fiscales;
biese existido
en
el
un mortero poderoso que
i
los uniera; ese
personal; ese mortero es la cohesión,
el
cariño
i
mortero está
el
entusiasmo
que siempre han manifestado los oficiales de Marina por todo aquello que tiene atinjencia con la Armada. No hai duda que en algunas ocasiones este mortero se ha manifestado un tando incoherente, ha tenido sus flujos i reflujos; pero también han venido algunos elementos de refresco a estimular. darle consistencia para resurjirlo.
El cuarto do siglo que lleva de existencia, das, las pruebas
sometido,
primera tos
las alternativas sufri-
repruebas a que durante este tiempo ha sido
i
manifiestan claramente que su
que hayan influido en su
clase, sin
que ocasionalmente suelen
base fundamental es de solidez algunos elemen-
buen
brotar, para morir al influjo del
compañerismo. Sobre 'estos cimientos se han levantado diversos edificios, obe' deciendo a las ideas predominantes, unas veces en una forma otras en otra, pero siempre impulsadas con el mismo buen espíritu de i
progreso.
mente
el
Los departamentos de esos edificios han sido principaldesarrollo de la intelectualidad, fomentando por certámenes,
bibliotecas,
revistas,
nal de oíieiales
i
i
etc.,
por instalación de tumbas para
el
perso-
narineros, por salones de solaz, recepciones
i
dis-
— por alojamiento
tracciones,
i
20?
—
pensión, por polígonos de tiro
ramificaciones, tendientes todas días
otras varias
al
i
por
mejoramiento
i
Armada. Los beneficios de todos estos elementos lian sido no sólo para el personal de la Armada, sino también para muchas otras personas e instituciones; el Círculo Naval ha sido el crendez-vous» oblij bienestar del persona) de
la
de toda recepción oficial, ya en honor de nacionales, ya de estranjeros. Así, nos han honrado con bu presencia todos ;los Presidentes, Ministros
altos personajes.
i
no haya hecho de
los
No ba habido
almirante estranjero que
salones del Círculo su punto
espera
di-
i
Hin-
chas veces de recepción.
han retornado las suntuosas manifestaciones ern que nuestros compañeros lian sido agasajados en paises estranjeros. Allí se lian depositado los restos de hombres ilustres o marinos muertos en cumplimiento de su deber, para que recibieran el bomenaje que esas personas merecían. se
Allí
En
fin,
se
allí
lia
hecho todo
posible por atender las múl-
lo
tiples
necesidades de una sociedad que está llamada a servirse no
sólo a
sí
misma, sino también
a ciertas obligaciones respecto
paises con que continuamente está en contacto
En
tiempo que lleva de vida se
el
por su progreso
i
mejoramiento
i
lia
i
trabajado
aun siempre
de los
relaciones. i
hecho mucho con esa mis-
se sigue
ma
idea; pero es menester no desmayar, seguir adelante esplorando nuevos horizontes, que den mas unión i bienestar. La misión del Círculo no es solamente atender lo que ya hemos mencionado: su
mucho mas
vasta mas noble que todo eso. miembros deben esforzarse unirse para que bajo ese techo sé sienta un ambiente de hogar, donde se olviden las asperezas del servicio; allí el jefe que en la mañana amonestó a bordo a un subalterno, debe tenderle la mano, para hacerle comprender que a bordo era su superior, que tenia que velar por la disciplina, ahora, al tenderle la mano, es el amigo con quien quiere compartir un rato de charla i suavizar la dureza del servicio. Asimismo, debe hacerse comprender al subalterno que esa caballerosidad del superior no debe deperdiciarse ni abusarse de ella, que así como él ha sido noble, sepa también pagar con la misma moneda, guardando el respeto i las consideraciones debidas a
verdadera misión es El
Directorio
i
sus
i
i
i
i
la
edad
i
jerarquía.
268
Asimismo debían unirse comprometerse a desterrar esa mala costumbre, que poco a poco ha ido tomando cuerpo creciendo como la bola de nieve: me refiero a la murmuración a la costumbre de hai
i
i
blar del compañero.
A
debíamos adoptar la escuela que con su mandato.
este respecto,
Prat imponía con su ejemplo Prat,. siendo jefe
muró de
de cámara, jamas habló mal de nadie, ni mur-
sus superiores,
como
así
i
las camarillas
i
de sus su-
exijia
él lo hacia., lo
balternos; su lenguaje Fue siempre correcto
Que
capitán
el
i
urbano.
politiquería no llegasen hasta aquel recinto,
i
van siempre aparejadas de rencillas, enemistades mentos que perturban la buena marcha de las sociedades.
pues
ellas
Por
contrario,
el
buyan a la unión que conduzcan a
i
ele-
búsquese todos aquellos factores que contri-
mano de
échese
bienestar;
al
ese
i
todos los resortes
hágase del Círculo una especie de
fin;
mano
protectora, cuya influencia se
no
sólo en
el
ficios
hasta
haya
alejado.
Que ga
de
el
la
hogar de aquellos compañeros a quienes
Directorio, con la prudencia
el
contrariedades
las
oficiales,
cuerpo de
haga sentir con un soplo de bondad, Marina, sino que también lleve sus bene-
i
que puede
entusiasmo de un buen
que
encuentren
se
los
oficial,
aburrirlos, perturbar el criterio
hasta hacerlo salir de las
de desear también que
el
sona adecuada, se acercase hasta
el
Seria
llegar
impon-
tino necesarios, se
en
para que, acercándose a la superioridad, ponga remedio
a esa mala condición
ausentes,
i
dificultades
el servicio
i
escuchando con perspicacia
hasta
él
elementos o
aquellos
i
filas.
Directorio, valiéndose de per-
hogar de aquellos i
oficiales
tino sus necesidades, hiciese
ayuda que pudiesen sumi-
nistrarse sin herir susceptibilidades.
Seria también
loable
que
al fallecer
un
quien se hicese cargo de atender en todo a
oficial,
las
fuese
el
Círculo
necesidades de ese
hogar en duelo; que no se concrete solamente, como
lo
hace ahora,
a correr con
el
enjugue
lágrimas de esa familia, que la atienda en todo
las
entierro
i
diligencias propias de este acto, sino
sea menester, hasta dejarla en
sus hijos vida.
i
lo
que que
posesión de su pensión, coloque a
dé otros pasos hasta que quede normalizada
la
nueva
_
269
—
En ana palabra, debia el Círculo abarcar todos aquellos medios que contribuyan a unir a los socios de la corporación, que es la Marina,
trabajando con toda decisión, entusiasmo
guir este
Que que
la
i
empeño para
perse-
fin.
esta
unión sea tan
Nación siga teniendo
que trascienda al esterior, para la Marina es i será siempre el honra nacional, como asimismo el
sólida,
fe
en que
principal baluarte defensor de la
mantenedor del orden público. ambiente dominante en ese directorio sea como el suave alisio que, con su constante amoroso soplar, barra todas las nébulas que pretendan entorpecer la buena marcha de tan noble institución, con este empeñoso trabajo lleguemos a hacer predominar un sólo pensamiento, que seria como el lema de la Marina: principal
Que
el
i
i
«Patriotismo, altruismo, deber».
Reliquias históricas
«Víctor}'», Trafalgar, 21 de
A
mediados del año 1805,
Octubre de 1805.
almirante Xelson haciendo uso de
el
licencia, llegaba a Inglaterra gastado, fatigado
luchar
i
batallar con los
minio de
A
los
ese
enemigos de su
patria,
enfermo de tanto
i
para mantener
el
do-
mares.
hombre que,
repentinamente
i
tanto anhelaba
i
necesitaba de un descanso,
cuando principiaba a paladear
el
bienestar del re-
un llamado urjente del Almirantazgo lo hace trasladarse a Londres. Xelson comprendió que no podía ser con otro objeto, que con el de arbolar nuevamente su insignia i asumir el mando de la escuadra. Su perspicacia no lo había engañado. Noticias recien llegadas del continente hacían presumir que luego tendrían que desarrollarse en el mar grandes acontecimientos, en consecuencia, era menester acumular todos los elementos disponibles en previsión de poso,
i
ellos.
La
llegada a Londres de aquel héroe del mar, fué
acontecimiento nacional. Todo
mas que
él
el
mundo quería
bre.
a borbo,
A
por
procuraba evitar toda manifestación.
El día de su partida hizo que cirlo
un verdadero
verlo, vitorearlo,
lo
la
embarcación que debía condu-
esperase en otro lugar que no fuese
pesar de esta precaución,
allí
el
de costum-
había un sinnúmero de jente
que no contenta con
272
—
vivarlo, se descubría,
se
arrodillaba a su paso
para vesarle
el
uniforme.
Cuando
el
bote desatracaba do la ribera llevándose para siem-
pre su venerado Almirante,
el
pueblo roció con sus lágrimas aquel
último adiós.
El «Victory», mandado por
el
comandante Hardy,'que
lo espe-
raba en franquía, zarpó para las afueras de Cádiz, donde debia reunirse con la escuadra a cargo del almirante Collingwood,
que desde
hacia tiempo vijilaba a las escuadras combinadas de Francia
i
Espa-
ña a cargo de los almirantes Villeneuve Gravina, que dentro del puerto se preparaban para salir i arrebatarle a la británica el tan anhelado dominio del mar, único factor que hacia falta al gran Napoleón 1 para imperar sin contrapesos en los destinos del mundo en i
tero.
El dia 19 de Octubre la monotonía de aquel prolongado bloqueo fué interrumpida por una de sus fragatas vijilantes, que, a
demanda de su almirante, al parecer con notique comunicar. Nelson sube al puente con aquel ojo que en Copenhague no vio las señales que el jefe le hacia, ordenan
todo trapo, venia en cias urjentes
i
que ya lo tenían anonadado, no tardó en ser el primero en dscifrar el significado de las señales que su fragata traía desplegadas: «El enemigo se mueve». Después de tantos dias de vicisitudes meses de correría para do!c retirarse del fuego de los fuertes
esta vez
i
encontrar sólo parciales desenlaces, llegó I
por eso, cuando
nificado
me
señal se corroboró
que envolvía, Nelson
reola patriótica
que
la
i
el
se transfiguró
tan esperado momento.
comprendió
i
i
gran
sig-
rodeándose de unana-
entusiasta esclamó: «Gracias te doi,
dais la ocasión de cumplir con
el
Gran Señor,
mi deber!»
Desde ese momento la agobiada escuadra británica por los bloqueos i vijilancia, inspirándose en el patriótico sentir de su jefe,
cambió
la
monótona rutiua en
actividad para llevara la
frenética
victoria los colores de su patria.
Esta escuadra compuesta de 27 buques, leva sus anclas de combate avanza a cortar
el
paso a
la
navios. Las escuadras no se divisan, la distancia
que
las
marcha
mu
lenta.
de unas 20 millas, Dia 20. ta.
En
la
el
viento flojo hace la
— Se aproximan
tarde-,
las
escuadras,
una claridad permite
a
i
en son
escuadra compuesta de
las
pero
la
i
separa es
calima
fragatas
«le
33
las ocul-
Nelson
di-
u O
p O •H
—
273
—
enemigo como a diez millas. Viene la noche, las escuasin verse, marchan paralelas, pero las vijilantes fragata;- no
visar al dras,
pierden
el
contacto del enemigo, comunicando a su Almirante su
posición.
Dia 21.
— Clarea
mañana. Nelson, de gran parada, con su
la
cho cubierto de medallas, desde visa en el
horizonte,
dra aliada que, en tórico
mas grande
sobre
el
puente de
su« Victory»
un fondo ceniciento,
la
gran
pedi-
escua-
momentos mas, iba a ser la base del cuadro hismundo, en el que Nelson iba a ser su } rimer
del
término.
Las escuadras se aproximan i preparan sus mejores armas para arrebatarse el dominio del mar, que es el mundo. Son las 11 de la mañana. Las escuadras están a 4 millas de distancia. A Nelson se le ve alegre hasta jovial. Tal es su entusiasmo, que i
al
ver que a proa se hace mal una maniobra de
ala?, él,
en persona, va
a apurar su ejecución.
Ya
sólo faltan dos millas. Nelson, lleno de entusiasmo, dice a su
la Escuadra una última entretención». Hizo desplegar aquella famosa señal, que desde entonces todos los que mandan en jefe, han pretendido parodiar: «England spects that
ayudante: «Ahora voi a dar a
every
man
will
do bis duty».
Momentos después de medio
dia, las
«mellée» se hace jeneíal. El cañoneo,
el
escuadras se cruzaron.
humo,
el
La
crujir de los másti-
que caen, el rechinar de los navios al chocar unos contra otros, hacen de aquella escena una lucha jigantesca, en que miles de hombres se disputan la vida cuerpo a cuerpo.
les
Desde que la lucha se inició, ya la misión de Nelson era sólo de Cada capitán sabia de antemano cuál era su deber: pegarse al lado de un enemigo i no separarse de él hasta rendirlo o hundirse. Nelson veia caer on« a uno a los que lo rodeaban, hasta que a él también le Llegó su turno; una bala dirijida desde cofa eneespectador.
miga, penetráudole por
el
hombro
ciéndole una herida que. desde fatal,
i
él,
comprendiéndolo
así,
el
se
alojó en la espina dorsal, ha-
primer momento, fué declarada
decía al cirujano:
«No pierda su
tiempo en mí, ya no tengo remedio; atienda a otros que tienen vación».
C.
DKl.AM.Ch.
18
sal-
~- 274
Trasladarlo a lugar
día su carácter
mar
mas seguro rodeado i
A
fuerza de voluntad.
i
del estado del
del
mas
cariñoso
aten-
i
abandonaba rápidamente, poro no por eso
to cuidado, la vida lo
combate
duba órdenes para
i
per-
cada momento se bacia inforser
cumplidas una
vez concluido,
Harly, para aliviar a su querido Almirante i amigo, le propone advertir al Almirante Collingwood para que asuma el mando de la Escuadra, viva,
i Nelson, con toda enerjía, le contesta: «Nó, mientras yo yo mando», Poco mas tar.ló en este estado, La agonía principiaba i la respi-
ración se dificultaba.
Repentinamente, se sienten repetidos ¡burras! Nelson, haciendo esfuerzo para incorporarse, pregunta su significado; se
un enemigo.
es la rendición de
Un
le
contesta que
tanto tranquilo, apretando
la
ma<
no de Hardy, pregunta: — «¿lia arriado bandera alguno de los mios?»
— Nó, contesta Hardy. —
—
«I enemigos, ¿cuántos han cai lo? 18, entomados hundidos Un brillo de satisfacción corre por sus ojos, haciendo un gran esfuerzo, dice a media voz: «¡Gracias a Dios, he cumplido con mi deber!» Trascurre un último instante, haciendo tre
i
i
i
esfuerzos para incorporarse, sin conseguirlo,
mano
de Hardy,
i
siempre asido de
que han quedarlo grabadas para siempre en aquel que repercutieron en el mundo entero: «Muero por Dios
sas palabras to,
mi
i
recini
por
Patria».
Todos
que
los
rojeaban
lo
dose sobre aquel ilustre muerto,
en
la
con un último suspiro, pronunció aquellas famo-
i
la frente, selló
para siempre
la
se le
postraron
i
Hardy, inclinán-
cierra los ojos,
vida victoriosa
i
i
con un beso
brillante
de aquel
marino.
Hace mas de un
siglo, el
llevaba la insignia de Nelson, militar de Portsmouth,
i
mismo «Yictory», que en Trafalgar aun permanece fon leído en el puerto
en lugar de preferencia.
Quien quiera que allí llega, tendrá que llamarle la atención un enorme navio de tres puentes, con la insignia de Vicealmirante al tope mayor: ese es el «Victory», la insignia del jefe del puerto, que i
siempre tremola
a
su
tope
como guardián de
donde sucumbió el gran Nelson. El respeto que se guarda por aquel lugar,
esa reliquia
i
del
recinto
tiene por el de
un templo;
allí
e? el
mismo que
se
llegan los Soberanos a honrar con su
— presencia cerca
i
ver
i
lii memoria de aquel héroe. Al palpar de donde Xelson dio su último aliento, parece oirse ambiente las heroicas patrióticas palabras con que
recojimiento el sitio
repercutir en ese
i
ese bravo selló sus labios: «Dios
La delicadeza var te
—
275
i
i
Patria
.
respeto con que la nación
bautismal, donde ?e bautizan
su noble carrera,
i
donde
los
bebe
se
el
sabido conser-
lia
una verdadera fuengalones del malino al iniciar ejemplo que aquel Xelson les
guardar esa reliquia, han hecho de
i
ella
dejó grabado,
Mayo de
«Huáscar», Iquique, 21 de
nosotros, ¿qué
I
hemos hecho con nuestra
1870.
principal reliquia his-
tórica?
¿Qué hemos hecho con aquel «Huáscar», de fama mundial, que eu Pacocha se batió contra
el
«Sha>
i
el
*Amathista», que
Octubre, en Aligamos, vio desaparecer a Gran
sucedieion en
el
mando defendiendo
i
a todos los
el
8 de
que
le
su bandera?
¿Qué hemos hecho con aquel «Huáscar» que, bajo los fuegos a su Comandante Thompson en el puente del mando, con Condell que, frente a los fuertes del Callao, el 10 de Mayo, conquistó una barra mas para sus gloriosas -'el
Morro.de Arica vio pulverizado i
medallas? I
principalmente, ¿qué
hemos hecho nosotros para conservar
aquel buque, que en Iquique ovo cubierta
la
sangre
i
el
arenga de Prat
la
i
recibió en su
último suspiro de nuestro gran Capitán, mar-
cando con su ejemplo el rumbo que dehian seguir los soldados de Chile para no arriar su bandera? Era de suponer que la nación el pueblo hubiesen sido bastani
te Jojicos
histórica
que
en conservar aquella prenda, no sólo como una reliquia i
de curiosidad, sino que era justo
sirviese de
respeto
i
ejemplo
i
para que
i
patriótico cuidarla, para
al llegar a
su bordo, se sintiese
recojimiento ante aquel lugar que fué testigo de
mas sublime que
rejistra la Historia.
la
escena
— Habria sido
lójico
276
—
suponer que hubiésemos sabido mantener con
decencia aquel escenario donde se han desarrollado tantos actos heroicos.
Pena da tener que decido; rrer el velo
i
hacer ver claro
se resiste la
mano
negra indiferencia
la
tener que descoabandono en que
al i
se tiene nuestra delicada reliquia.
¿Sabéis dónde se encuentra ahora aquel «Huáscar», que en otra
época tenia conmovido a todo tero? Allí, en Talcahuauo,
pais
el
i
en espectacion
mundo
al
arrumbado en un rincón donde
mismo
sitan los escluidos;
que equivale
donde en una casa
se botan los trastos rotos e inútiles, en
a decir,
botado en
el
en-
se depositio
un rincón
del último patio.
No hai para él una brochada de pintura que lo conserve, no hai un guarda que lo cuide. La plancha conmemorativa donde cayó Prat se confunde con la mugre de la cubierta; la espada de Thompson, que en otra época se conservaba bajo un fanal, ahora no es mas que un oxidado acero, i el buque todo marcha a su completa ruina. ¿Por qué no seguimos conservándolo como se hacia antes, fondeado en medio del puerto, con la insignia del Almirante al tope, para que al amor de aquel ambiente se preparasen los elementos de defensa nacional, pava que su personal se inspirase en ese santuario d heroísmo? ¿Por qué no se aprovechan en él las calderas nuevas que se le hicieron, para tenerlo en condiciones de movilidad en caso ne i
i
cesario?
¿Qué habrían dicho cuadra,
si
al
Almirante Evans
el
pasar frente a nuestro
do a su encuentro, para saludarlo,
el
su
brillante
Es-
puerto militar,
hubiese
sali-
i
«Huáscar», escoltado por los
nuestros?
A
buen seguro, que todos nuestros buques habrían sido mi
rados con indiferencia por aquellos miles de tripulantes; pero, en
cambio, todos los anteojos se habrían concentradlo sobre lado veterano; las insignias
tremolada por briars
el
i
«Huáscar»,
pendones i
los
se habrían
el
mati
arriado ante
la
guardias, con todo respeto, ha
presentado armas en honor del heroísmo simbolizado en aque
Ha reliquia,
—
211
—
¿Por qué somos tan indiferentes? ¿Por qué no sabemos conservar los elementos que tenemos para mantener latente
que
es el
alma
i
la
vida de las naciones'-
¿Por qué somos tan pequeños es debido la
memoria de
los
que
se
e injustos
han
el
patriotismo,
1
en no conservar como
sacrificado
i
sucumbido por
la Patria?
No
nos
durmamos
sobre los laureles, no desperdiciemos con
indiferencia la savia de patriotismo que los antepasados nos
la
han
legado.
Volvamos sobre nuestros pasos, no sigamos profanando la tumba de tanto héroe, saquémosla de donde está hagamos con ella lo que Francia ha hecho en la Isla de Santa Elena con el i
donde Napoleón I murió i permaneció sus últimos días, designando una guardia encargada de velar por su cuidado conrecinto
i
servación.
EJEMPLOS Hojeando el libro de memorias del teniente retirado de la Armada, don Samuel Yávar,en una de sus pajinas encontramos la descripción torv
que hace
del puerto de Portsoaouth
en que murió
La que en
sencilla
i
espontánea relación demuestra, por
joven marino
el
la visita al
i
navio «Yic-
\r¡ce-alrairante Nelson.
el
cuánta razón ha tenido
la
impresión
causó ese sagrado templo del heroísmo,
el
pueblo ingles en conservar aquella reliquia
para ejemplo de sus ciudadanos
i
de
los
que
allí
lleguen a honrar su
memoria. «El año de 1899, dice
diamarinas de
la
el
teniente
trarnos presente en Portsmouth batalla de
Tra taiga r
conservado
i
i
el "2\
poder pisar
la
solitarias cubiertas
almirante concluyó su brillante
cuerdo
En e
i
de octubre, aniversario de
cubierta del famoso
descubriéndonos respetuosamente, en
tre
i
la
«Yictory»,
cuidado como preciosa reliquia nacional.
Recorriendo sus hoi i
Yávar a los oficiales guarcupo en suerte ^encon-
corbeta «Baquedano», nos
i
nos encontramos luego,
el sitio'
mismo donde tan
gloriosa carrera
para ser
el
ilusre-
motivo de veneración de todo un pueblo. tales
conmovido
momentos, i
mas aún
el
corazón del hombre se siente sinceramen-
el del
marino chileno
al
recordar que noso-
—
280
—
r
tros
en nuestra historia marítima tenemos también héroes a quienes de ellos nobles ejemplos de abnegación sacrificios que sir-
venerar
i
i
van de guia en
el
futuro n todos los buenos ciudadanos.
Recorriendo las diversas cubiertas, vimos en la primera una pequeña plancha de bronce con la inscripción «Here Nelson foll», que está atornillado a un pedazo de tablón de la cubierta que tenia el buque en aquel tiempo, pues todas las cubiertas lian sido cambiadas excepto
la cuarta,
Debajo de restos de
la toldilla está la falúa
donde fueron conducidos
Nelson hasta Whitehell, para ser enterrados en
de Westminster donde se colocan
de
los restos
los
la
hombres
los
abadía ilustres.
Esta falúa fué obsequiada por la reina Victoria.
En
la segunda cubierta está aun la bomba u^ada en aquella époque todavía presta servicios. En la tercera vimos la vela velacho usada el dia del combatí también habia un tambor, porta cartuchos varios artículos usadi s
ca
i
i
en ese combate.
En
cámara de oficiales hai varios cuadros representando las diversas fases del combate i en otro la muerte del almirante. En la cuarta cubierta, que es la única existente de aquella época, se ven a la simple vista los estragos de los cascos que incendiaron la
pues está agujereada en varias partes.
En
la
mitad de esta cubierta
al
lado de babor, está
el
recinto
donde murió Nelson, es decir, el sitio donde fué trasladado después de herido. Hai aquí una plancha que dice: «Here Nelson died.»
La combate
célebre señal izada por el almirante está pintada en la rueda de gobierno
porque
ta del orijinal, la
la
momentos antes del es una copia exac-
que
otra voló junto con los cuatro
hombres que
gobernaban.
La
señal
es:
«England espeets thatevervman
Para dar por conchuda
la visita,
will
do hisduty.»
todos los guardiamarinas se
proveyeron de fotografías.
Luego que hubo terminado la guerra entre la Rusia el Japón, que como se sabe fué desastrosa para la primera de estas naciones, el Mikado ordenó se trajesen al Japón todos los trofeos tomados al enemigo, sin esceptuar uno sólo; así pues se trasportaron los cañoi
— ametralladoras,
lies,
rifles,
—
281
carabinas, sables, lanzas quitados
rusos para acarrear
Todos en
el
calibres, lo
400, 1)00
e*tos trofeos se limpiaron
i
los
el
pintaron para ser exhibidos
i
Palacio Imperial.
cañonea en número de 1,100, clasificados por
los
mismo que
rifles
ven-
agua.
el
gran parque que rodea
Ahí estaban,
al
que usaban
cido, sin olvidar los barriles colocados sobre ruedas,
ametralladoras; luego so veían después
las
armados en pabellones, junto con
las
carabinas, sables
lanza?, todos ellos arreglados artísticamente, en cuarteles cerrados
por alambres.
En
Mikado invitó a todas las autoridades civiles para vi.- itar en una fecha dada los trofeos aludidos, Des
seguida
militares,
el
pues fué invitado
el
pueblo japones, también por
cual se hicieron grandes rebajas en los vapores
Terminada
i
el
Mikado, para
musco de
el
guerra, procediendo luego después a repartir los cañones lladoras en todos los pueblos, ciudades
i
lo
ferrocarriles.
separaron ciertas armas para
la fiesta
i
aldeas del
ametra-
i
para
pais,
«pie
fuesen colocadas al frente de los edificios públicos, intendencias, gobernaturas,
etc., etc.,
que recuerde a
i
los
ahora puede verse en cualquier pueblo un trofeo
ciudadanos aquella tremenda guerra,
trofeos las jeneraciones venideras retemplarán el
defender
i
morir por
la patria
i
ante cuyos
patriotismo para
en cualquier circunstancia.
*
*
A
de Portsmouth, que puso término a
raiz del tratado
ruso japonesa,
el
jeneralísimo Kuropatkine, que
citos moscovitas, publicó
zas
i
*
la
comandaba
un concienzudo informe sobre
las
guerra
los ejér-
enseñan-
conclusiones que les diera aquel sin igual desastre, en este in-
forme que fué
la
resonancia universal, hai párrafos que también son
de enseñanza para todo
En uno
el
mundo.
de la manera siguiente: «Los defectos de nuestras tropas de línea como también de nuesde
ellos se espresa
tras reservas, son los defectos
En
el
Japón, Alemania
inculcar al pueblo
amor a su patria
un
i se
i
de todo otros
el
pueblo ruso.
países, se
hacen esfuerzos para
espíritu patriótico. Se despierta en los niños el
estimula su orgullo.
— En
estos paises se
patrióticas.
ayuda a
Se protejen todos
28<2
— a fundar asociaciones
los habitantes
los
ramos de deporte
físico; el
Gobier-
no no teme entregar en manos délos pobladores cientos de miles de Nosotros no hacemos nada de eso, i
fusiles para la práctica del tiro.
tenemos miedo de hacerlo porque por todas partes vemos visiones de los fines que persiguen las sociedades políticas i separatistas que existen entre nosotros,
* *
Con lo
estos ejemplos,
que hacemos
por
*
veamos ahora, qué
los chilenos
es lo
que hemos hecho
por conservar esas reliquias
i
i
trofeos,
i
estimular el espíritu patrio.
campaña
que fué para Chile empresa que se arrojó por la ventana el máximum del vigor nacional, en la que el espíritu patrio brotaba al encuentro de cada obstáculo, en la que el lejendario jeneral Pililo, por su valentía e iniciativa propia dio señaladas pruebas de que en la sangre de todo chileno hierve el amor por esa tierra que llamamos nía dre, ¿qué es lo que han hecho los gobernantes que durante mas de treinta años se han ido sucediendo en la dirección de los destinos Concluida
de gran aliento
la
i
del Pacífico,
esfuerzo, en la
del pais? ejército dominó por completo el territorio eneno se movia un sólo hombre sin la voluntad de nuestro jeneral, cuando teníamos en nuestras manos el numerosísi-
Cuando nuestro
migo, cuando
mo
i
allí
valioso botín de guerra, debió haberse recojido
i
seleccionado
para formar un museo conmemorativo de la gran hazaña- llevada a
cabo por nuestros ciudadanos; debieron haberse confeccionado gran des cuadros históricos de las principales acciones de guerra,
que
el artista
Crosso
lia
hecho para
el
Japón,
i
como
los
esos cuadros haberlos
multiplicado en miles do copias para difundirlos en toda
la
Repúbli-
sinnúmero de cañones haber formado una gran columna con las inscripciones de los cientos de hechos de armas que rejistra nuestra historia; muchas, muchas cosas debieron haberse hecho; pero desgraciadamente todo aquello se miró con indiferencia, i como cosa inútil, en tal concepto la subasta pública hizo pasar a manos estraca; del
i
das
la
mayor parte de
ese material pesado de guerra,
i
como
fierro
—
—
¿«a
viejo on cargamentos fué trasladado
como materia ]>rima en sus mucho que se trajo al país, una que oirá cosa se llaman Museo Militar.
Aun
mas,
que no
esa la echarnos a
En un
difícil seria
joya de nuestras
la
hai en
un
el
Jupón para
allí
hacerlo servir
i
ese lejendario «Huás-
reliquias,
mundo quien no conozca
su nombre, hasta
ese buquecito restaurado
principio,
espada de
la
hendiduras
cristal; las
torre,
lo
lado.
de Prat rindió su vida; en su
de
decir
i
refaccionado era
nuestro orgullo nacional; se colocó una plancha de oro en
urna de
i
dónde se encuentra, podrá ver aglomerada en ese cuarto que
sólo
car»,
r1
nacientes construcciones navales;
eran miradas
aquello era historia viva
i
(pie el
Thompson «Shah>
i
la
el sitio
«Araathista>, hicieron
observadas con curiosidad; en
i
don-
cobijaba delicada
todo
fin,
catecismo de enseñanza.
Pasando el tiempo, la plancha de oro se reemplazó por una de cuando el buque salió del servicio activo, fué a parar al Apostadero de Talcahuano, para allí arbolar la insignia del jefe de bronce,
i
ese puerto militar.
Pero dado nuestro carácter de desidia, poco duró en ese recinto, resolviendo sacarlo de
allí
i
arrumbarlo
a
un rincón como
costilla
inútil.
La espada de Thompson dicen que está guardada, la plancha conmemorando señalando un i
de oro que se colocó en su cubierta sagrado lugar, bajo llave está en la
de bronce, que
la
i
la caja
reemplazó como
partida que se llevó a Caleta
Coloso,
de
fierro del
Apostadero,
para emplearla
como
allí
i
en una
fierro viejo, apareció
ele-
mento de fundición. Los estranjeros que van a conocer nuestro puerto pre manifiestan deseos de ver
bordo es bastante jeneral tienen
que
difícil,
desistir;
el
porque
militar, siem-
«Huáscar»; pero como llegar a su ni escalas tiene para subir,
llegan a su cubierta, es para sufrir tremenda descepcion,
de encontrar
que
les
las
allí
llamen a
la
rrollados, se siente
Cuando
los
por lo
pero cuando a pesar de esas dificultades,
reliquias,
un
i
recinto de veneración
meditación por los actos de heroísmo
vergüenza de ver tanta desidia
boy-scouts
dos hicieron a Talcahuano,
e
en lugar i
objetos
allí
desa-
inmundicia.
regresaron de su jira que en dias pasa-
me
apersoné
al
preguntarle por la visita hecha al «Huáscar»,
doctor Vicencio para i
por contestación
me
— dijo:
— No
me
284
—
pregunte, Almirante, por que se
me
cae la cara de
vergüenza, fui a bordo con mis scouts para hacerles una conferencia sobre aquella epopeya, pero ;:1 pisar la cubierta, creyendo llegar a
un buque de guerra, me encontré con una verdadera letrina. ¿Será posible, señores gobernantes, que no se haga caso a las pedidos patrióticos del pueblo, en que pide la restauindicaciones i
ración de esa reliquia?
¿Será posible que ese sinnúmero de trofeos anden aun disemi-
nados
que estudie, venere i manera cómo debe servir a su Pa-
fuera del alear. ce del pueblo, para
i
aprenda en su contemplación,
la
tria?
Si el
Congreso votó un puñado de pesos para formar un Museo qué no se activa i emplea de una vez ese dinero?
Militar, ¿por
No
será
nada
dos pasen a arcas I
así
como
estrafio
que concluya
el
año,
i
entonces esos fon-
fiscales.
se votó dinero
para Museo, por qué no se hace otro
tanto para restaurar el «Huáscar»
i
dejarlo accesible
nes fáciles para que en los aniversarios del 21
de
i
en condicio-
Mayo
se
hagan
romerías populares a ese templo?
No seamos
descuidados con
la
enseñanza
patriótica, factor tan
indispensable para la grandeza de los pueblos.
Oigamos no
i
lo
que
el
«Pongamos desde cartillas
en
jeneralísimo Kuropatkine dice a su Gobier-
a su pueblo:
Italia
las
que desde jóvenes los
primeras letras en manos de los niños los
eduquen enese sentimiento, así como forman el
cuentos patrióticos de Amicis robustecen
alma del ciudadano
italiano.»
i,-
9w©^- "
mmmmm
"
MUSEO MILITAR Hace
dias, «El
dimos tregua». Ese
Mercurio» publicó un editorial bajo
ha sido
editorial
escrito
el título
«Pe-
con pluma delicada e
inspirado en sentimientos patrios, 'que revelan ser arrancados del
mas oculto donde se guardan las lágrimas que al rodar no caen como perlas en las rosadas mejillas de joven hermosa, sino que queman candentes en la desesperación de uo divisarse la manera cómo secarlas o enjugarlas, i divisar un horizonte limpio con esperanzas de alcanzar a ver un porvenir tranquilo feliz para esta que rincón
i
i
rida patria.
Cada
frase,
cada 'sentencia, todo
nua por
las desgracias e infortunios
destino.
Busca responsables
i
que
se
él
es
una lágrima
conti-
han cebado en nuestro
culpables para descargar sobre ellos
duros anatemas como castigo; pero esos culpables son tantos que ria
menester fundirlos a todos en
dríamos sanción
mismo
el
tiesto
i
aun
así
se-
no ten-
suficiente.
Los médicos i'remedios aplicados durante tanto tiempo a este desgraciado Chile, son tan variados numerosos, que ya nohai cueni
memoria para indicarlos. que dejemos Con razón «El Mercurio» pide paz, pide tregua, esperemos que la naturaleza obre con seguridad, sólo al enfermo que ella será mas sabia que todos esos médicos aficionados que no han hecho sino enturbiar aguas, que si se las hubiese dejado correr
ta ni
i
i
naturalmente, ya estaríamos gozando de
la
pureza de ese manantial
de riquezas especiales con que Dios dotó a este sin igual Chile. Ese llanto de «El Mercurio» contajia i hace pensar en el sinnú-
mero de
errores
i
equivocaciones cometidos,
i
en que muchos de no-
286
no alcanzaremos a divisar
sotros
solución de tanto problema dé
la
importancia pura hacer marchar en prosperidad continua a
vital
pais de condiciones tan especiales
Esas quejas sin esperanzas de
un
ricas para hacerlo feliz.
i
alivio,
desvelarse alrededor de tanto tropiezo
i
enterman,
hacen sufrir
i
cataclismo.
Se da vuelta hacia los cuatro cardinales, buscando, pidiendo un
calmante para esta enfermedad;
los cuatro
rumbos están
mu-
sordos,
no son médicos que pueden decir a Ud. vayase a tales baños, le hagan olvidar tanta pena. Nó, no hai pronto remedio; pero buscando un alivio, se me vino a la monte un calmante que nos indicó el jeneral ingles Badén
dos;
refresque su espíritu en distracciones que
Powell, en i]
la
rápida visita con que nos
muchos
honró, no hace
>eses.
Cuando
ose soldado de
fama mundial
visitaba nuestros estable-
cimientos militares, pidió con insistencia que
le
mostráramos
Mu-
el
seo Militar.
Allá se
le llevó.
Desde que trasmontó sus umbrales se vio, se notó en él que su jovialidad acostumbrada se había cambiado en respefisonomía tuosa se"iedad, como cuando se entra a un templo o recinto sai
grado.
Comprendí
que ese cúmulo de objetos históricos debían de
ser
mirarlos con respeto, puesto que ellos simbolizaban la historia de
un
pais,
i
i
eran a la vez
la
representación viva de mil proezas
hazañas
i
de heroisidad. ral
Cada bandera, cada objeto, era mirado la mayor escrupulosidad.
i
examinado por
el
jene-
con
I este
uniforme ¿de quién es? preguntó al uniforme
de O'Higgins, haciéndole trente
respetuosamente su cabeza, saludando a
la
el jeneral. I
se descubre
con decirle inclina
e
memoria de nuestro gran
capitán jeneral.
Mas da: es
allá, este
del
2."
cañón, esta otra cosa,
nuevamente vemos
al
esta,
bandera
tai
'güjerea-
cuales eripecias: ha pasado por tnles estandarte mijeneral cuadrado frente a ese
oe línea
i
i
i
litarmente lo saluda.
Raro fué
el
objeto que no vio
i
preguntó por
cepto del director del Museo, nadie habla mirado
él, i
con tanta minuciosidad como ése jeneral estranjero.
según
el
con-
observado todo
— Concluida la
¿87
—
no se cansaba de manifestar con admiración
la visita,
fuente de riqueza patria tan grande que
Todo
de
toria viva
padres de
los
Aquí debe venir aquí debe venir
que
el
resistencia
i
se tenia reunida. la his-
la patria.
niño a aprender
la historia,
i
a ser patriota;
memoria de
los
aquf deben venir a fortalecerse, imitando
la
joven
el
le dieron libertad;
allí
un catecismo donde puede enseñarse
esto, decia, es
el
i
viejo a reverenciar la
de sus capitanes; aquí encontrareis retem-
sacrificios
pianza en los sufrimientos que os aquejen
Todas estas divagaciones del distinguido jeneral, me hicieron encaminarme hacia el museo a retemr.lar mi contristado espíritu. Al tor,
puerta fui recibido
Ilegal' a la
quien con
el
i
conocimiento de todo
•?
guiado por su atento direclos objetos
nes dadas con oportunidad reemplazaban
la falta del
en todo museo es lo primero que se pone en
C'uamlo
me
como qne una
vi
i
manos
las
espiracio-
catálogo
que
i
del visitante.
dentro de esa pieza que llaman museo, sentí frió
corriente surcase por mis venas; aquella sensación
no era producida noria baja temperatura, sino por lo mismo que al jeneral lo hizo revestirse del respeto que todos aquellos objetos imponen al que verdaderamente comprende lo que ellos significan. Verse cobijado por un sinnúmero de banderas que han visto correr a torrentes la sangre de otros tantos valientes sucumbiendo en su defensa; ver
i
reconocer cañones conquistados con las bayonetas
de nuestros soldados; ver sables que parecen aun estar húmedos des.pues de haberse abierto camino a través de compactas gas; ver
i
reconocer
colgada
llevó
la
mismo
el
tilas
enemi-
pico de mesana, que en su estremo
bandera con que se hundió
la
«Esmeralda»
en
Iquique.
Quien tiene a su alcance para palpar tanta preciosa reliquia, no puede mirarlas con indiferencia, forzosamente al recordar su orijen, siente algo que lo sujestiona i le haca palpitar con fuerza el órgano del sentimiento, admirando a los héroes que nos han regalado esos i
:
r
troteo
i'-
.
.
símbolos del valor
i
.
del patriotismo.
¿üfónde podrá encontrarse una cartilla mas sencilla, clara jetiva
para enseñar
el
i
ob-
patriotismo?
¿Dónde podrá encontrarse un templo de doctrina mas pura verdadera para dirijir encarrilar a los perturbadores de la marcha
i
i
próspera de
la
1
nación'.-
•
—
—
288
Estos elementos en todas partes del
que
cipal de to
se
mano
echa
para inculcar
mundo al
son
la
palanca prin-
niño como primer alimen-
que lo hicieron los que cargaarmas o llevaron esos uniformes. así como al niño le sirve de enseñanza, también lo sirve al
servir a su patria con la decisión
i
ron osas I
hombre para ir allí a retemplarse i a reverenciar la memoria de osos servidores como a santos de ese templo de la patria. Concluida la visita, me retiró un tanto tranquilo; pero a la vez con pena de ver la indiferencia con que hasta hoi se ha mirado que llaman Museo Militar; por mas voluntad i empeño que pon-
salí
lo
ga u las pocas personas encargadas del cuidado de tanta reliquia, es imposible que puedan conservarlas con seguridad i en forma conveniente para que
público pueda verlas sin destrozarlas o es-
el
traviarlas.
Lo que ahora llaman Museo, no donde
pieza
de
se
es museo ni es nada; es una han acumulado o hacinado muchos objetos para que
dé cuenta
ellos
Allí
la
humedad
no hai vitrinas para
o la polilla.
la
.
conservación de las banderas
formes; no hai barandas para impedir que
i
uni
público toque los obje
el
tos o se los eche al bolsillo.'
¿Por qué
los
hombres
dirijentes, así
como han votado
cientos
de miles de pesos en construir un Museo de Bellas Artes, en
no
el
que
hará sino una reducida enseñanza, no han votado también
se
cantidad
igual
Museo que
para un
es
enseñanza para
todo
el
mundo? ¿Por qué no hacemos un gran
mero de los
que ahora
mos Museo Si
¡
'*
existiese,
podríamos decir que en
*
i
i
como a
así
en esa otra catedral se
mos
el
sinnú-
juntándolos con
iria
iria
tendríamos
él
la iglesia se
en romería los dias de
otros lugares
que no son de enseñanza
pié de la bandera, óríjen de
la*
lu
la Patria,
las
Patria
i
calles,
las
han
esa
hipódi
patria, se reunirían al
Patria, para entonar el
f ir*
Cate-
la
va a orar por Dio?,
a orar por- los que por
niños, en lugar de andar revoloteando por i
i
formásemos un gran conjunto que llamaría-
existen,
'.'*.sucumbido. A ese templo se
las
donde recojer
Histórico?
dral del patriotismo, allí
edificio
objetos esparcidos en toda la República
Himno
Nació-
y多M
%L
#