Crónicas de la Marina Chilena

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Almirante Silva Palma

=Š

@E


XX DEDICATORIA .

Señor Alíiirante doh

Mi

Jitah

Williams Rebolledo.

respetado Almirante:

Desde que cargué mi primer uniforme, de la Escuela

Naval, sentí en

el

ambiente de

ese

cadete,

para ingresar a

establecimiento flotar

el

nombre de Ud, con un prestijio como marino i como hombre de guerra, que nos lo hacia mirar como una personalidad.

Mas

tarde,

los buques, esa

ver

cómo

cuando abandone las aulas para entrar

al servicio

dé-

aureola de que Ud. venia revestido, la sentí ereeer, al

los oficiales

i

jefes de la

Armada

lo

apreciaban

¡-espe-

i

taban.

Mi ñeros

i

Almirante, las condiciones de Ud. han sido para sus compa-

subalternos, las de un verdadero maestro,

esa enseñanza, tra-

i

zada con su ejemplo i conocimientos, ha dejado en la Marina una verdadera estela, por la cual liemos procurado caminar, para no perder el

norte

de rectitud

i

verdadera concepción

del

cumplimiento del

deber.

A

Ud.,

mi Almirante, me permito

en tal concepto, en

sí,

d

lo

considero como padre de la Marina,

dedicarle este pequeño

único objeto de rememoren- algunos hechos históricos

jar las figuras de algunos compañeros,

uji

tanto

i

trabajo, que lleva

horradas

q

i

bosque-

no

diseñadas.

A. Silya.

bien


Almirante Juan Williams Rebolledo


PRÓLOGO

Con

el título

de «Crónicas de

en esmerada edición,

i

la

Marina Chilena» dánse a

con ilustraciones debidas

al pincel

luz,

de conno-

tados artistas nacionales, los artículos que de tiempo atrás ha venido

publicando

Contra-almirante don Alberto Silva Palma.

el

Las obras de este jénero son raras entre nosotros; no así en otras señaladamente en la inglesa, que las tiene con razón por

literaturas,

ausiliares preciosos de la Historia.

Hasta necen

al

cierto punto,

puede decirse que

jénero llamado

sobre sucesos en que

el

estas

Memorias, o sea

autor ha intervenido

«Crónicas» perte-

narraciones históricas

mas o menos

directa-

mente. de obras el detalle, que no cabe en la histoque a menudo presta a los sucesos colorido i ria vida de que la Historia, por la magnitud de sus cuadros, suele carecer. I de allí su importancia para el historiador futuro, que a veces encuentra en el pequeño detalle la esplicacion de hechos que no la tienen dentro de la lójica que seria natural atribuirles. La historia de la Humanidad es una cadena de causas i de efectos. Pero no llegará a conocerla en su vasto campo quien sólo toma

Cabe en

este jénero

propiamente

en cuenta

las

tal,

i

grandes causas

i

los

grandes efectos. ¡Cuántas veces


6

una guerra ha, enrabiado el mapa del mundo! ¡T cuántas veces la gueha tenido prvr palanca la ambición de un hombre, la ide^" torpe de un mandatario, o el capricho fugaz de una mujer! ;¡I-qrie#e":vede la batalla una piedra, ces, de la guerra ha decidido una batalla, una bala disparada al acaso, un soldado que al huir ha contajiado a rra

i

su

fila!

Ese pormenor que se pierde en el infinito, como el grano de oro en las aguas del océano, es lo que recojo el libro de Memorias para que a su tiempo el historiador lo coloque en la balanza. De allí el interés que en jeneral despiertan esas pajinas, vivo i palpitante en las «Crónicas» que ha escrito Silva Palma, porque en ellas alientan el corazón i el temperamento del autor.

Su tema es el de muchas plumas, el de muchos libros, pero conmueve, singularmente porque a pesar de ocasional desaliño en sus renglones, hai en el fondo la obra de un artista, que supo ver, que sabe sentir que sabe decir. Quien conmueve tratando un tema traído llevado, es artista; si con la pluma conmueve, es escritor. T que lo es el Almirante Silva, lo dirán conmigo todos aquéllos i

i

que ante sus cuadros sublimes de porfiadas enerjías, de anónimos sacrificios, de vibraciones profundas del patriotismo, hayan sentido como yo que. el corazón se sacude que los ojos se llenan de sileni

ciosas lágrimas.

Ante

eso,

nimiedades son

preceptos de

los

También

jencias del decir clásico.

la retórica

i

las exi-

emocionar Sarmiento,

así solía

que a despecho de Villergas será siempre un ejemplar macho del talento Hispan q-americano, i que si pudo pecar contra la gramática, tuvo el privilejio cíe abrir con su pluma horizontes al «alma i de producir con su fuego

¡Qué

se

gramatical es raro

de

i

que

sin los

echó bello I

i

incendio en los espíritus.

llegar a los

agravio a los

moldes aprieten

moda puede

la

el

puede

el

garboso

al

práctica,

i

un lenguaje que no

i

deformen la idea, tal como en aras deformar el cuerpo que Dios i

mundo.

incurriríamos los chilenos, i

resultados con

preceptistas! ¡Se puede! Bien

corsé apretar

en .menos delitos contra

racional

mismos

nó a

si

la

mos, para tortura del niño

i

la

gramática

i

demás

artes adjetivas

que ellas fueran enseñadas en forma manera de escolásticos que acostumbrapara que pueda ganar sueldo el funcioes

nario que irónicamente llamamos

profesor. I digo «irónicamente»


porque, fuera

«lo

de "gramática o en

campo

el

contabas escepciones, "no son

(le letras.

!os

ni fn.o;*

>:

profesores

i

pocos chilenos que ganaron un nombre

ingrato de las producciones del espíritu.

Educador

es el libro del

Almirante Silva, no sólo en cuanto saca

del olvido hechos dignos de recordación, sino en cuanto vivifica en

nuestros compatriotas

que por

como en

rra,

el

sentimiento de gratitud para con los héroes

la patria se sacrificaron, así

i

monótonos de

El autor de estas «Crónicas» es Contra-almirante de nacional,

i

por su brillante hoja de servicios se

por una de todavía,,

las

la

tiene

le

Armada

con razón

Es hombre de espíritu joven enfermedad ha podido arrebatarle al mar a

reliquias del pasado.

sólo porfiada

i

la gue-

la paz.

II

.

.

en los dias gloriosos de

oscuros

los dias pesados,

i

sus naves.

Perteneció a un curso que fué llamado «de lo* siete infantes de meritorios jefes qUe, cual mas o mei que produjo no pocos han dejado un nombro en nuestros fastos militares. Silva Palma es el único que llegó a cargar las anheladas palas de Almirante: de sus compañeros, sólo sobreviven dos; los demás fueron muriendo en Jas etapas de la larga jornada. Al cargar Silva Palma las rojas palas, la eufermedad hizo presa de él, como si hubiera esperado ese momento para arrebatar a la Armada una de sus personalidades mas

Lara» nos,

prestigiosas .

..El

mal

i

queridas. se

cebó en

cuerpo

el

i

dejó sana

veces los estragos del uno reflejan en tan

amargan!

i

A

la otra,

alma; pero ¡qué

el i

esa jeneral tendencia salvó

le

desalientan, debili-

la

almirante Silva,

el

apelando a su reconocida enerjía, que parece reconcentrarse en su espíritu. Si ya no le obedecen sus piernas, ^s en cambio mas dueño que nunca de su alma de su brazo. Xo puede mandar en el puente i

de su nave

pero se

manda

a

mismo. Impúsose

algo de lo que vio en su larga carrera de marino, ^brillo

la

tarea de contar

ha cumplido con

i

su voluntaria labor.

Ñarra. como alientan

si

los sucesos

el. alma sana,

la

mirada

fueran de a ver; intelijente,

el.

i

en

la

narración

concepto de justicia,

que antes hicieron tan querido de los suyos al marino, que hoi en jendrau Jas simpatías del que lee por el, autor de esas pajinas. i


«

Quien tenga mediano temperamento de

ha de

crítico,

elojiar

en las «Crónicas» una gran cualidad del escritor: supo ver, que no

común

a todos los que tienen ojos en la cara, sino privilejio porque sólo el talento ve bien, recojiendo las impresiones útiles i desechando las demás. El vulgo de las jentes almacena detalles incoloros, no selecciona, no forma juicio rápido ni exacto de es cosa

del talento,

en una palabra, no sabe ver,

las cosas;

contar. Se dice

por tanto después no sabe

i

que en todo eso no hai sino

moria. ¡Error! ¡grave error! Sólo

el

facilidad

i

poder de me-

talento recoje las impresiones; la

memoria no hace mas que guardarlas.

Quien no sabe

recojer,

mal

puede guardar. III

No

es fácil dar

una pauta para poder medir

valor de una obra

el

literaria.

Suele pasar que un libro provoca

en

el

sueño en unos

i

vivo interés

otros.

un libro vale cuando Para producir ese resultado son

Sin embargo, puede decirse en jeneral que

abre horizontes a parte

el lector

i

el

la

meditación.

libro

mismo;

el

niño

i

el

hombre

ciben bellezas ni aquilatan cualidades que percibe consciente e ilustrado.

De modo que

el juicio

i

iletrado

aquilata

no

per-

el lector

sobre un libro es obje-

mismo, subjetivo en cuanto difieren las falector. Prueba elocuente de lo que digo da «Don Quijocultades del te», que muchos no pueden leer, que otros leen sin esplicarse la fama que ha alcanzado, i que tantos injenios han declarado la mejor obra tivo en cuanto al libro

de todas

las literaturas.

Que quienes

i

las

«Crónicas» son un libro que vale no podrán negarlo

lo lean.

¡Cómo no convencerse del sacrificio inútil que se hizo en el ataque a Pisagua! La plaza, que pudo caer como el fruto maduro, fué tomada a viva fuerza, con la natural cohorte de vidas de sangre. ¡I cómo no pensar en la proporción con que la suerte contribuye al éxito de las armas! Ella resalta en las animadas pajinas que detallan la labor que cupo en la guerra a la corbeta O'Higgins, que aun en el combate de Aligamos hubo de seguir al norte, ocupada en osi

cura, pero

no por eso infructuosa comisión, mientras otras naves

i


— otros jefes llenábanse de gloria 1?.

SI

i

enriquecían de laurel

Colorido intenso hai en

el

de

capítulo que nos cuenta la calaverada

de Moquegua; prueba inequívoca de la

las sienes

Patria.

vaina del sable, fiando a su ruido

que vale arrastrar a tiempo que no puede fiarse al arma-

lo

lo

mento escaso de diminuta i aventurera división. La pintura de la vida que se hace dentro de una torpedera pone de relieve el sacrificio enorme de esos héroes del mar, ora transidos de

dentro de

frió

la

estrecha caja de fierro, ora desesperados por

el

como en horno. Todo eso resulta de la lectura como si el lector mismo estuviera viviendo esa vida. ¡Cuan conmovedor cuan grande en su sencillez suprema es el cuadro que dedica Silva Palma a Guillermo Peña, a Pablo de Ferrari calor

que

los tuesta

i

i

a Arturo Whiteside, muertos en aras del deber sobre las cubiertas

del Loa, de la Covadonga

i

del Pinto: desaparecidas

parecieron con ellas sus jefes,

fuesen cuerpo

i

alma que

como

si

sólo en vida

las

naves

pueden

i

las naves, desa-

sus comandantes

coexistir!

En su cuadro sobre la muerte de Nelson en Trafalgar, sobre el choque del Camperdotcn con el Victoria, sobre el desembarco de los ingleses en Chipre, Silva Palma ha arrancado a la Marina británica lecciones elocuentes de lo que son el homenaje a la gloria, el rigor de

la disciplina, las

maravillas de

la

organización, factores todos cuyo

cultivo

i

desarrollo es la piedra angular de

misión

i

que corresponde a

los

una escuadra que

llena su

anhelos de la Patria.

IV

En

las «Crónicas» hai

capítulos interesantes,

que por

solos

constituyen un poema.

De

ellos

son ejemplo los consagrados a Jorje Slight;

tín Meteoro: al lejendario

Ño

Brito,

al

bergan-

pobre cabo de cañón, cuyo cadá-

ver quisieron cargar en hombros todos los almirantes de Chile; al injenioso ardid de que se valió

un

oficial

para sacar a Lautrop de un

barco ingles; a los funerales de Avelino Rodríguez, celebrados en

momento mismo en que

llegaba su propio

zo después de la victoria; car cuando

el

al

hermano a

darle

bravo Orella, que quiso abordar

monitor peruano se llegaba

a prestar ausilio a

el

un

abra-

al

Huás-

losnáu-


10

<ie la Independencia; & los trabajos casi faraónicos que impuso desembarco el de nuestra artillería en la caleta de Ite; i por fin, al buzo Saberny, dispuesto a morir en el fondo de los mares a trueque de alcanzar para Chile otra hoja de laurel. Todas estas pajinas dejan en el lector un sentimiento purísimo,

fragos

de amor a

bandera,

la

i

de gratitud a

los

que por

ella

sacrificaron

Levantan el espíritu i confortan el corazón, porque prueban cuánto hai de grande i aun de sublime en el fondo de las sangre

i

vida.

almas.

El pais que produjo los hombres de la guerra del Facífico,

que produjo

los

hombres que prepararon

la

Escuadra

i

la

el

Marina de

entonces, es pais que puede esperar del porvenir. Los leones retoña-

ron leones,

i

vivificaron

mar

i

suelo con su sangre;

i

si

la Patria

ha

de atravesar por nuevos dias de prueba, esos manes destellarán luces

que sean guía ¡Honor a

i

la

enseña de

pluma

en prosa a las enerjías i

los

futuros guerreros.

del almirante Silva, i

que ha cantado himnos compañeros de labor

a los sacrificios de sus

de gloria!

Carlos Luis Hübnee. Santiago,

Mayo de

1900.


La

a

1.

Escuadra Nacional


INTRODUCCIÓN Achaques de salud pesar mió, a abandonar

mi agotada naturaleza. Pasando el tiempo, ron

i

i

de

i

que

servicio de la

me

mui a

obligaron

Armada, para venir

tranquilo retiro

i

a bus-

descanso para

sentí nostaljia de la separación

las brisas del

estimularon

entusiasmo,

el

motivos personales,

Mapocho un

car a las márjenes del

pañeros

i

de mis com-

mar, que durante cuarenta años entona-

la

vocación que desde joven abracé con gusto

me

fueron siempre un campo de triunfos

i

i

satis-

facciones.

Esta nostaljia

me

hacia sentir la necesidad de comunicarme

ellos para descargar los mil recuerdos que constantemente taladraban mi imajinacion, buscando salida para hacer llegar hasta

con

ellos

la

manifestación del agradecimiento sincero, por los cariños

que en toda ocasión, aun después de retirado, nunca escatimaron, con el objeto dé hacérmelo sentir como alivio a tantas otras preocupaciones i tropiezos que nunca faltan en el camino de i

afectos

la vida.

El Mercurio me facilitó sus columnas, para de cuando en cuando publicar uno que otro artículo, sin imajinarse que hacia una obra éstas me servían como puente de comunicación con la Armada, defendiendo sus fueros i desenterrando episodios históricos que faltaban para perfilar con verdad las figuras de otros tantos bue-

de bien,

i

nos servidores.


12

Los amigos

compañeros, con sus benévolos conceptos

i

ciaciones sobre estos trabajos, folleto

me

apre-

estimulaban a colectarlos en un

hacerlos servir de lectura

i

i

i

aprendizaje para la jnventud

venidera.

El temor natural, ya que nunca he sido literato ni escritor,

hacían retraerme

i

esquivarme de

este

compromiso, hasta que

me me

lanzándome a navegar en un mar completamente lo que pido a los que me honren con su lectura, crean que el que ha escrito estos artículos lo ha hecho sin pretensiones de literato, procurando sólo ser un narrador sencillo i declaré vencido,

desconocido para mí, por

verdadero.

Para corresponder a

los

amigos en

un poco de adorno i valor a caseaux, Casauova Foradori,

le

i

ración,

en

tal

i

la

mejor forma posible

i

dar-

este trabajo, pedí a los artistas Suberse sirvieran

ayudarme con su

todos ellos accedieron gustosos, haciendo realzar

forma, que puede decirse que

la delicadeza

el

colabo-

trabajo

de sus pinceles ha

venido a darle vida e importancia.

Séamc permitido dar en estas líneas, mis mas espresivas gracias como asimismo al amigo Carlos Luis Hübner, que con cariñoso empeño se me ofreció para prologar mi trabajo, i con a estos señores,

bien cortada pluma, estralimitándose de los límites necesaha llegado hasta colocarme al lado de otros que conquistaron por sus obras el título de literatos, asimismo para tributarme alabanzas que no merezco, ha llegado quizas, sin quererlo, a revelar su fina

i

rios,

i

al través

de su pluma

la

savia pura

i

patriota

que corre por sus

venas.

A. Silva.

W


Capitรกn

Aptupo Ppat


HÉROE Veinte veces be tratado de trasmontar jo

i

otras tantas

lie

el

umbral de

este bosque-

retrocedido ante tan temeraria empresa; creo ba-

berme sentido con el mismo temor c incertidumbre que debe sentir un aprendiz de pintor al pretender copiar un Rubens o un Miguel Anjel.

Cada vez que be tomado la pluma para principiarlo, ésta se me rompe el papel, como le sucede a un princicuando bace sus primeros palotes. piante Han sido tantos los poetas prosistas que lo lian tratado, que es casi una petulancia ponerse, no al paralelo de esos artistas, sino a enreda entre los dedos

i

i

sus inmediaciones.

Es

tan grande

la

itnájen, tan finos

para trazarlos con vcnl-id, pureza la imajinacion

i

i

sus perfiles, que

delicados

corrección, seria menester tener

de un Isidoro Errázuriz

i

la

pluma de un Pérez

Galdos Sin embarco, sin pretensión de ninguna especie, arriando pabellón ante todos los

que antes

ridad que se inspira en

el

lian

tratado la materia,

patriotismo, la simpatía

se tiene por aquella itnájen, voi a

i

i

permitirme vaciar en

estas líneas algunos recuerdos de observaciones propias,

dos cou factores desconocidos por

mo

la jeneralidad,

i

fuego en que se han fundido un sinnúmero de

se alzan en toda la República, se alce este también,

con

la since-

adoración que el molde de que mezcla-

calentados

al

mis-

monumentos que no aspirando que'


14

sea

una

escultura, pero

concluirla

fabricarla

con un metal puro

'i

bien aquilatado.

El personaje a quien

edad fluctúa estatura

al

mas

ciendo sonar

funda por su

pretendo describir, e« un hombre cuya

rededor de los treinta años; de aspecto varonil; de

bien alta que baja; de andar pausado pero firme, hael taco;

su semblante blanco mate; frente amplia

calvicie,

que ya

le ralea

i

pro-

su castaña cabellera; patilla

cerrada, negra, robusta, tirando para colorína; su mirada firme hace

juego con

músculos de su cara, que parecen no doblegarse a la ombargo, aquel conjunto de seriedad cubre un corazón

los

sonrisa; sin

dulce, caritativo

i

de nobles sentimientos.

Sus costumbres son puritanas casi hasta el exceso; no fuma ni bebe, solamente un poco de vino con agua, cuando tiene algún invitado a comer. Jamas frecuenta los clubs, restaurante u otros lugares donde la

juventud pasa sus ratos de

Sus horas de descanso

ocio.

ocupa en estudiar para abogado, proque quiere juntar con la de marino, que es la propia, para en conjunto formarse un buen auditor de marina. Su conversación es fácil e ilustrada en su lenguaje jamas usa las

fesión

i

palabras que no sean completamente urbanas, llamando la atención

a sus subalternos cuando no

lo

hacían

como

él;

i

a veces hasta a sus

superiores solia hacerlos volver discretamente sobre ciertas espresio-

nes que

le

disonaban.

Su tenida era siempre limpia

bien llevada; las composturas

i

i

mismo. En una ocasión en que la silla le habia gastarlo i roto el pantalón, no tuvo inconveniente i fué bastante diestro para colocarle un parche con tanta perfección, pegaduras de botones

como un verdadero Todas ante

el

se las hacia él

sastre.

estas condiciones de carácter

i

modales,

público que no lo conocía a fondo,

lo

hacían parecer

como un hombre dama,

afeminado i nunca creyeron hubiese sido capaz de llevar a cabo empresas de arrojo o actos de valentía. casi

hombre a quien

Sin embargo, ese

desde su juventud demostró todo El año 58 se incorporó

las

apariencias condenaban,

lo contrario.

como

cadete a la Escuela Naval

cluyó satisfactoriamente sus estudios. El año 66 ya

como guardia-marina paña

d-e

aquel año.

i

lo

vemos

tomar parte en algunas comisiones en

i

con-

figurar la

cam-


15

Allá por los años de 1H62 un pontón de guerra francos llamado «Infernal», que estaba Fondeado en

nes i

fiscales, principió a incendiarse.

elementos de

el

Valparaíso frente a los almacé Por mas que se reunieron botes

buques nacionales

los

i

extranjeros surtos en

tomando cuerpo

elemento destructor siguió

la

bahía,

estremo que todo

al

trabajo fué inútil.

A al

bordo del citado pontón habia una gran cantidad de pólvora,

rededor do 15 a 20 toneladas. Esta circunstancia daba al incendio un carácter bastante serio

para los buques inmediatos

población.

la

i

Cuando las autoridades vieron el peligro, se dispuso que una lancha armada de cañón, al mando del teniente don Enrique Simpel persoson, acompañado de los guardia-marinas don Luis Pomar i

naje de que

me

estoi

ocupando, se trasladasen

al

costado del pontón

para echarlo a pique a balazos.

Se realizaba esta operación, ruando

como muchas balas

papirotes,

rpia esos eran

recibido

i

(pie su

sin conseguirse el

comandante francés dijo buque en Trafalgar habia objeto que ahora se preten-

el

día con esta lancha.

•se el

El vapor cMaipú», a cargo del comandante Williams Rebolledo, también principió a darle de balas; todo inútil, al costado

vino

i

buque

se

mantenía a

lióte

i

el

incendio cundía.

Este espectáculo gratis, atrajo a los malecones tos, miles

de personas;

el

i

cerros inmedia-

moví:. liento de embarcaciones también era

inusitado.

La humareda llamas producidas por la conflagración en un buque viejo, de madera de puentes altos, era inmensa, formando UI*. cuadro digno de mi buen pintor. Cuando todos admiraban este fuego artificial, pocas veces viste. vino de repente una descomunal esplosion: las toneladas de pólvora hecho volar el buque en rail ¿le sus bodegas habían tomado fuego pedazos, sembrando de trozos de madera todos los contornos lanzando un gran numero hasta tierra. Los vidrios de los almacenes i

i

«

i

i

.

fiscales

i

casas del puerto cayeron todos en mil pedazos,

.cubrió de

ban

el

al

cielo se

una inmensa nube de humo.

El pánico fué todo

el

mundo agua

se

terrible;

echó a

en los malecones

tierra;

en

los botes;

para salvarse de la lluvia

i

en

las

inmediaciones

sus tripulantes se

tira-

de trozos que caían; sin em-


16

bargo, en la embarcación del cañón, i

tranquilamente tendió

puesto en

momento

el

mano

la

— hubo uno

solo

que quedó en

pié,

a aquellos que abandonaron su

del peligro.

El año 66, cuando las escuadras aliadas del Perú i Chile se mantenían ocultas dentro del tenedero de Abtao, las fragatas españolas «Blanca»

«Villa de Madrid», se presentaron frente al puerto,

i

trabando cañoneo con flotación

la aliada.

«Blanca» recibió un proyectil bajo la línea de se vio obligada a cobijarse tras una isla, para tumbarse,

Al poco i

rato, la

valiéndose de su

artillería,

así

i

poder reparar

comandante de la «Covadonga», creyó que rado,

i

la avería.

en su brioso carácter, pide permiso

Thompson,

«Blanca» se habia va-

la

al jefe

para

a caño-

ir

nearla.

Apena? principiaba

esta operación, la

sentando su costado a la «Covadonga», toda su

le

«Blanca» se adriza

i

pre-

una andanada con

larga

artillería.

La

tripulación

de

la

«Covadonga», que no estaba preparada

para recibir tan sonoro saludo, se

Thompson

tiró al suelo;

al

volver-

se para increparlos por no haber recibido aquel saludo como era debido, notó que uno solo habia quedado en pié, i ese uno era el

mismo guardia marina que no

se habia

echado

al

agua en

la esplo-

sion del «Infernal».

Con

constancia, buena conducta

paso a paso abriéndose camino en vuelta la

ele

pocos años ya

lo

vemos

i

el

pericia, el

guardia-marina fué

escalafón de la Marina,

figurar

como

i

a la

oficial del detall

en

corbeta OTliggins.

En una

ocasión en este buque, dirijiendo una

difícil

maniobra

tomó un movimiento dcsenvol vente vertijinoso, en que los hombres volaban por la tanjente, a no haber sido por el valor i enerjía con que tomó instantáneas i eficaces medidas, habríamos tenido que sufrir un grade anclas,

cabrestante, que estaba lleno de marineros,

el

i

ve accidente.

En

otra ocasión, siendo

segundo jefe de

la

corbeta «Esmeralda»,

mandando una salva. Marcaba el isocronisnúmero de sus pausados pasos, cuando a me-

se paseaba en el castillo,

mo

de los

tiros

dio tiempo

nazo por

mala

el

i

por

el

prematuramente, entre

lado opuesto

clase entregada

por

i

el

cinco

por donde no era la

i

el seis,

esperado:

sale

un caño-

la franela

de

casa proveedora, habia hecho estallar


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17

espontáneamente los

la

carga

al ser

cargadores volaron por

— el ánima del cañón; uno fué a parar al agua, el otro

introducida en

el aire,

quedó en cubierta con nn brazo de menos, i el guardia-marina Borkoski, que tapaba el oido, quedó con su pulgar destrozado. El que mandaba la salva, continuó sus pasos, en tono firme siguió contando, hasta que concluyó con ¡veintiuno, fuego! i

Mientras tanto cerle la

El i

el

mutilado era llevado a

la

enfermería para ha-

primera operación. oficia]

que mandaba,

constituyéndose

al

lado del

ayudante

se trasladó

presuroso a

la

enfermería,

cirujano, no tuvo inconveniente para

ejecutar la amputación del brazo. que tuvo nervios suficientes para no inmutar sus A pasos i segu r contando hasta 21 cañonazos, sabiendo que un mutilado derramaba allí su sangre, desde ese dia se le veía con frecuencia servirle de

aquel

i

oficial

:

llegar al hospital a consolar a aquel desgraciado.

Posteriormente, cuando la los destrozos sufridos

«Esmeralda» reparaba en

con su naut'rajio

el

cruel entusiasmo que tenia por

dique

24 de Mayo del 75, en

puerto de Valparaíso, también se encontraba a bordo este tal

el

la carrera

i

oficial,

el i

cariño por su buque,

que no dejaba cosa por hacer; tan luego se le veia brocha en mano al lado de un pintor, como con la azuela emparejando la cubierta cou la prolijidad do un carpintero; otras veces en el fondo del dique junto con inedia docena de carpinteros, gorra atrás todo sudoroso, a la par que esos compañeros, labrando un enorme trozo de roble, que iba a servir de quilla a su «Esmeralda Quilla es en náutica, el espinazo, el cimiento o la base fundamental sobre la cual se apoya toda la construcción para formar lo que se llama un buque; es decir, que ese oficial con toda buena fe estaba afanoso trabajando para afianzar el fundamento de su buque; pero no era para su buque para el que estaba trabajando; ese oficial estaba labrando la primera piedra de otro fundamento; esa quilla, no fué quilla, sino que fué el pedestal que ese mismo oficial i por su voluntad, colocó en el fondo de la rada de Iquique para arbolar sobre él, el mástil en que el 21 de Mayo clavóse la bandera nacional para jamas ser arriada. ¿Ahora, queréis que os diga quién es ese hombre-dama, como acostumbraban llamarlo? i

.

C.

i>KLAM.Ch.2


18

¿QuePéis qué os diga quien es ese obrero con uniforme de manilo?

¿Queréis que os diga quién es ese abogado cargando espada? Es el nombre de un héroe i ese héroe se llamó «Arturo Prat».


Batería de

la

«

Esmeralda

Sacatrapos, Lanada

i

Carguen

Mucho se ha escrito al rededor de la epopeya de Iquique, se han relatado sus episodios hasta en los menores detalles; a cada sobreviviente se le ha abordado de todas maneras, tratando de descubrir un detalle nuevo, cualquiera que él sea; a los principales héroes se les ha" estudiado

i

seguido su vida desde su nacimiento, observan-

que hicieron como niños, como hombres, hasta que rindieron su vida o hasta que cumplieron la consigna que les

do paso a paso

lo

dejara su jefe, haciendo de aquel hecho de armas la principal epo-


20

peya o acción de armas de

la

guerra del Pacífico, no por su impor-

tancia material, sino por el alcance moral

que seguían tras de ellos. Puede decirse con seguridad que está perfectamente diseñado,

i

de enseñanza

[Mira los

tema, los personajes

el

pintado

i

todo

i

Ya

del todo concluido.

ese

cuadró no necesita nada, teniéndose guardado no en un museo ni

en la galería donde deben guardarse como reliquias históricas i de enseñanza los laureles que forman la corona de gloria de la patria; np, no está guardado allí, sino que está guardado en el templo donde cada ciudadano guarda sus sentimientos mas sinceros. puros, grabado en el rincón mas e^tá guardado en la mente de cada uno i

i

delicado de su corazón.

Sin embargo,

al

sacudir ese cuadro con

aniversarios anteriores, para refrescar episodios, se del marco, él

me

i

mas esmero que en

admirar

la

figura haber descubierto alia, en

un algo que

el

un rincón

le falta, insignificante si se quiere;

vendrá a engrandecer o a hacer sobresalir mas

término

i

los

grandeza de sus

avanzar

i

cerca

pero que a

primer

conjunto de todos esos jigantcs.

Sabemos cuándo Condell ar.unció los humos enemigos al norte; sabemos cuándo se tocó zafarrancho; sabemos que la jente comió; cómo se inició el combate; la arenga la conocemos con puntos comas; parece que vemos cómo Prat saltó al abordaje, seguido en el segundo espolonazo por el teniente Serrano; vemos hundirse a la i

corbeta,

i

Pero

formarse el

que

el

gran cuadro.

meralda», sus cañones, su eficacia Este es

el

cómo era

lee estas líneas, ¿sabe

pequeño

detalle,

la

i

la

batería de la «Es-

manera de manejarlos?

que encuentro hace

quede completo. Momentos después de avistarse

los

carse sobre el horizonte, los mástiles

chimeneas primero,

a diseñarse

la silueta

su redonda torre,

i

el

de

la

i

para que

falla

humos, principiaron a i

desta-

en seguida

bien conocida figura del «Huáscar», con

trípode afianzador del palo trinquete.

Los anteojos de los buques bloqueadores no se despintaban de aquel enemigo que se les venia encima, sin esperanzas de poder batirlo en forma, ni evitar un combate que a todas luces tenia forzosa-

mente que

La

ser desastroso

silueta,

i

fatal.

momento a momento

entilados los palos con

la

se le ve crecer, viéndosele casi

chimenea, un tanto abiertos para alcanzar


— a percibir algo de la

ya

anteojos; i

|>:irle

de babor de

Cuando

la

baranda de

correr

v'e

i

el

monitor se ha tocado a zafa-

se afirmaban, se

disminuir

el

las

barandas u obra

ven desaparecer: es que sobre sus

gras han caido hacia afuera, para dejar claro i

blanco que se ofrece

el

al

campo de

ha

trasfigurado; la cubierta suporior

un bajísimo

blanco,

i

a sus estreñios,

perstructuras, se levantan el castillo raro;

está poco

que

del agua, a la distancia en

tro sobre la línea

senta

que

a media distancia entre

i

el castillo

como

toldilla, i

bisa-

tiro a

su

enemigo.

Ahora, ese buquecito en traje de guerra, es completamente se

los

espuma del mar, al romper hasta ese momento observaba, se

desaparecer; es que en

muerta en que artillería,

campo de

obra muerta, en los costados.

la

cada uno va a su puesto de combate;

i

el

hai en el castillo, toldilla,

ya principia a percibirse la

contra su ariete, toda la jente que,

rrancho,

En

la torre.

que

se va percibiendo la jente

afirmados en

le

L>1

otro,

mas de un me-

se encuentra pre-

encastilladas su-

dándole un aspecto

toldilla, se

levanta la chime-

mando del comandante. que se refleja en el campo de los anteojos de los chilenos; no se ve alma viviente sobre cubierta; aquello parecía un fantasma andando solo, la jente toda estaba dajo cubierta protejida tras coraza blindada; sin embargo, en las dos torres habia ojos que observaban hacia afuera, uno, el jefe de los cañones, que de cuando en cuando asomaba su cabeza -por el escotillón que hai sobre ella para dirijir la puntería, i otro, en la de mando, donde el comandante, a través de una rendija tan angosta como la de una celosía, dominando todo el horizonte, manejaba su buque i obserbaba los movimientos del enemigo, en la seguridad de que diez pulgadas de fienea

la torre,

i

i

entre estas dos la torre de

Esto es todo

lo

i

rro le tenían bien protejida su vida contra cualquier proyectil de la

vieja «Esmeralda».

A

medida que

lá sección

el

monitor avanza

al sur,

acercándose a Iquique,

de su costado va presentándose mas de frente a

la

«Esme-

ralda », hasta que en concepto quizá de su comandante, debía iniciar el

combate.

En

ese

momento

se ve jirar la

torre,

i

los

nes con sus cañones estirados hacia afuera, se

un 3 to,

i

otro lado,

como

ojos de

dos elípticos portalo-

mueven lentamente a

un octopus que busca algún

obje-

mientras los cañones en forma de tentáculos también buscan

algo.


22

mantenerse firmes, como que ya han encontrado lo que buscaban; realmente, ya con su distancia tomada, elevados apuntados los cañones, no faltaba mas que tirar la rabiza Se

ve detenerse

les

i

i

para dar cuenta de su ¡I

en

la

como

aquellos preparativos i

amarrado

fácil presa.

pobre «Esmeralda», todos a pecho descubierto miraban

al

el

ajusticiado

banquillo, espera sólo que

que

sin

el jefe

vendas en

los ojos

del pelotón baje su

tierra con la vida de un hombre que en su pecho un gran corazón! Cuando todos en la «Esmeralda», firmes e impertérritos en sus puestos de combate, i en el silencio mas profundo, esperaban el desenlace de aquella muda escena, en menos tiempo que un pestañeo, se ve al monitor completamente oculto tras un enorme cúmulo de humo tan blanco como los que en el cielo anticipan la bonanza después de la borrasca; pero en esta ocasión, no era. bonanza la que anunciaba; era el principio, la iniciación de la borrasca que se llamó

espada para dar en

lleva

contienda del Pacífico.

Cuando

se

hacen salvas o

niobras o ejercicios,

el

se siente el

ruido del cañón en ma-

estampido produce cierta impresión en

el sis-

tema nervioso; pero cuando el trueno i el rebujo rasga el aire con su proyectil para matar esterminar, persiguiendo la defensa de-la bandera i la integridad de la patria, la sensación es completamente dii

versa: bulle la sangre, se redoblan las palpitaciones, se siente venir a la

garganta tanto poder de voz, que uno cree ser capaz de suplantar

aquel estallido con un tremendo viva Chile. Estoi firmemente convencido, de que todos los que

pisaban

la

cubierta de

el 21 de Mayo «Esmeralda», habrían eclipsado aquel reto la disciplina no les hubiese obligado a cerrar

la

con un viva a su patria si con candado sus gargantas i mantenerse firmes i mudos como estatuas. Al levantarse el penacho de agua producido en las inmediaciones de la «Esmeralda» por

el

proyectil enemigo, principió a formar-

se e inmortalizarse la figura de Prat;

abandonase

el

tímpano de

i

antes que

los oidos, el corneta

el silbido de la bala de órdenes repitió la

jefe: ¡Romper el fuego! Con dar el corneta la última nota de

de su

W*fr^


23

«Esmeralda» contestó al monitor, siguiendo un nusostenido fuego graneado; pero desgraciadamente todo aquel trido empeño era completamente inútil; muchos de sus proyectiles daban i

batería de

la

la

i

en

como un puñado de

tanto efecto

blanco, pero hacia n

el

arrojados contra un vaso de agua; metían bulla

de rebote para

En

mas

efecto

que

convirtiéndose cada

que punto so

la

la

corbeta, hacia en su

hubiesen estado a campo

si

amuradas o enmaderaciones, volaban por

car en las llas,

una de

el

facilitando su estraccion

mientras que

de su ubicación,

el sitio

se reparten,

dividen, haciendo

libre, al

cho-

aire mil asti-

en un proyectil mas pernicio-

ellas

bala misma; la bala penetra, traspaza o se

del cuerpo,

porotos

resbalaban

perderse al fondo del mar.

cambio, cada proyectil que daba a

tripulación

con

ir a

al chocar,

tan

luego

aloja en

un

como

da

se

los astillazos al penetrar,

sumamente

su completa

difícil

esr

tracción.

Insensiblemente voi saliéndome del objeto de estas líneas, que es hacer ver es

cómo

que dejemos

se

manejaban

a esos

cañones de

los

la

«Esmeralda», así

héroes en su titánica lucha

i

entremos en

materia.

Un

cañón moderno, digamos de 6 pulgadas o de 100

puesto a bordo en cubierta los

de

la batería

en situación similar a los

i

libras,

que ocupaban

por de pronto está protejido,

de la «Esmeralda»,

él

una pantalla o coraza de acero de 2, 3 o mas pulgadas, en situación inclinada que desvia cualquier proyectil de la dimensión indicada, que choque contra ella. Los sirvientes que manejan esta pieza no pasan de siete, i el servicio i movimientos se hacen con tanta facilidad como si fuera un

i

todos los sirvientes, por

juguete de cartón.

El sirviente apuntador, que es

que antiguamente se llamaba pieza, ahora no hace mas

el

que manejaba todo el servicio de la que apuntar i dar fuego, i para ejecutar

esta

hombro

el

cabo

i

i

izquierdo sobre

una

en esa posición juega con

un

rifle; el

índice de la

tan sensible

como

el

que

muletilla

derecha, lo coloca en

de una pistola,

i

están en línea de su vista, da fuego,

i

sigue apuntando al enemigo hasta que

que ya

está

lleva a la culata

con tanta facilidad como

la pieza

mano

operación, afirma su

cañón

nuevamente cargado

i

si

fuese

un disparador

cuando las miras i el blanco sin moverse de esa posición, el

ruido de la culata

que debe hacer fuego;

le

indica

es tal el


— injenio

i

24

— que un buen tiramas -tiros, logrando blanco

prolijidad alcanzado en esto mecanismo,

dor puede en un minuto disparar 10. 15

i

en un 70XLas correcciones del alza, que son algunas

mayoría de

en

la

lis

h&ce otro individuo por medio de correas

los casos,

coi todo ese conjunto

Vamos aliora a En este buque, tos

bastante delicadas,

i

i

tornillos,

perfeccionamiento del

casi el

la batería

de

la vieja

obteniendo

tiro.

«Esmeralda».

toque de zafarrancho, todos van a sus pues-

al

de combate, que no son bajo cubierta ni tras sólido blindaje; nó,

estos chilenos tienen por cubierta, al cielo,

por blindaje

i

la

indoma-

pechos; ahí se ve a Prat, con su ayudante

ble resistencia de sus

guardia de bandera en la

de todo

toldilla, a la vista

mundo;

el

i

los

catorce cañones de cubierta con sus ocho o diez sirvientes cada uno,

esperando

i

la

la

orden de su jefe para lanzarse a

La única jente que queda abajo, que allí tiene puestos especiales.

la

es la de

Al toque de zatarrancho, se destrinca

la

que en

el

dia sólo se

artillería, se carga,

i

un sinnúmero de obven figurar en los museos de antigüe-

apertrecha de atacadores, tinas, palanquines jetos,

muerte.

máquina, ambulancia

i

dades.

Los cañones son rayados, disparando proyectiles de 40 Las cureñas deben haber sido del tipo de

las

libras.

que usó Nslson en

Trafalgar; estas son unos pesados carricoches de gruesos tablones de

madera, que descansan en su parte delantera en ruedas pochas gruesas

como

las

de nuestras carretas de campo;

descansa en un ancho

i

tosco zoquete

ción con la cubierta, aminore

i

Los movimientos de elevación i

i

los

que tenia que

la pieza.

puntería habia que hacerlos a

de cufias.

Después de tantos

trajines con cufias

tirón a la rabiza; pero en vez de salir ¡se

fric-

sacar los cañones de batería habia

esfuerzo de los diez sirvientes de

fuerza de palancas

la parte trasera

de madera para que, en

que ejecutarlos con palanquines o aparejos, en el

tan

el retroceso.

Los movimientos de entrar usarse

i

i

palancas,

el tiro, el

chingó! principiamos la cuenta, hasta

el

estopín

que

al fin

le

cabo pega

hace

el

ptsz...

da fuego,

i

el

cañón da un brinco tal, que si no es por el braguero (cabo grueso como el pufio de la mano) que lo detiene en su salto, habría ido a parar al medio -del buque. En ese momento el cabo manda ¡Sacatra-


CD

o



— pos, lanada

men

i

carguen! para que los sirvientes cargadores se aproxi-

a la boca de la

cañón esos

Con

25

pieza

i

sucesivamente metan en

el

ánima

del

tres largos aparatos destinados a la carga.

lo

poco que se ha descrito de

lo primitivo, burdo i rudimencomprenderá fácilmente la enorme armas que en ese combate se iban a medir; uno, era

tario de aquel antiguo sistema, se

diferencia de las

un jigante movedizo, ájil e invulnerable, mientras que el otro era un niño que gateaba, rasguñaba; pero en cambio tenia alma i temple para hacerse matar antes que rendirse o entregarse. Así se ve, que los proyectiles de Grau i Buendía diezmaban, des trozaban

lema

i

i

aniquilaban a

corbeta

la

i

sus titanes; pero éstos tenían

un

una consigna que cumplir.

Como

muerte no podían doblegarlos, se busca primero i Serrano en seguida, saltan al buque enemigo, para allí, cuerpo a cuerpo i en su guarida, cruzar sus sables con los de los ocultos encastillados conlos proyectiles

i

la

otro medio, el espolón; pero al aplicarlo, Prat

i

tendores.

La

corbeta es un hacinamiento de destrozos, heridos, mutilados,

esparcidos en charcos de sangre; pero no por eso deja de haber vigor, vida

La

i

allí

patriotismo.

lejendaria, la gloriosa corbeta, herida está de muerte, de proa

principia a hundirse; pero no por eso deja de dar señas de vida;

que otro cañón dispara. El agua principia a inundar cañones de proa

i

muchos

la batería;

objetos flotan;

el

uno

ya están sumerjidos los agua se enrojece con la

tomando el buque, hace rodar que caminan al abismo, pero aun queda allí un Riquelme, que rabiza en mano, parece esperar que a él le llegue sangre; la inclinación vertical que va

en cubierta

los objetos

el

agua, para con

lo

ordenó su jefe antes de morir.

el

último cartucho afianzar

la

bandera

al

tope

como



21 de Mayo ¿Habrá alguien en Chile que ignore

lo

que

esta fecha significa?

Imposible, con sólo enunciarla, basta para que se 3sperirneute una

como

sensación estraña, una conmoción algo interna

en

corazón; es que

el

sino

la

ella trae envuelta,

en

epopeya mas grande que rejistran

si

repercutiese^

no un simple recuerdo,

los anales

de nuestra

his-

toria.

¿Quién no tiene aun fresco en su mente el recuerdo de los mil episodios de lágrimas de alborozos, de delirios de locura, que en todo el pueblo de Chile produjo el sacrificio de esos héroes?

En aquel

entonces, nadie podía aquilatar en su justo valor la

que no sólo engrandeció a la patria sino que marcó el rumbo que tenían que seguir sus hijos. Preguntad a esa lejion que se llaman veteranos del 79, si antes de entrar en combate no se les presentó la imájen de Prat a estimu-

importancia de esc glorioso

larlos

sacrificio,

con su ejemplo.

Preguntad a Ferrari ques, no fué

el

i

a Peña,

si

hundirse con sus bu-

antes de

ejemplo de Prat quien

los

indujo a

ir

al

sacri-

ficio.

Preguntad a esoá miles que cayeron en

el

campo

del honor,

si

hicieron por imitar a sus compañeros del 21 de Mayo. Por eso es que la nación, para perpetuar el nombre de ese gran capitán, le erijió un monumento i cobijó bajo él los restos de los-

no

lo


28

héroes de aquella jornada, para que en toda época,

en

i

principalmente

pueblo vaya a aquella cripta a presentarle laureles que tan legítimamente se conquistaron.

los aniversarios, el

petuoso los

res-

Por eso es también que el Gobierno, por leyes especiales, vela por los que heredaron su nombre i sus virtudes. Por eso es también, que de año en año, a medida que vamos aquilatando mas aquel

sacrificio, vamos también sintiendo engranasimismo sentimos la necesidad de dar mas espansion i grandeza a su conmemoración. Concurriendo en este sentimiento, vemos a la nación entera, o

decer su recuerdo

i

mas bien dicho al pueblo, que de norte a sur se prepara a fin de conmemorar este tercer decenio de una manera digna. Así vemos que en Iquique se inagurará un monumento a la memoria de Prat; en Valparaíso se preparan fiestas especiales i en casi todos los

pueblos de

la

República algo se hace para su conme-

moración. I

aquí en Santiago, residencia del Gobierno,

estimular, inducir

encaminar

entidad llamada a

sentimientos patrióticos para que no dejeneren, i por el contrario, para hacerlos crecer i aumentar, ¿qué es lo que se hace? Por el momento, no pueden distraer su tiempo en cosas patriótii

mucho que

cas, los políticos tienen

otros caballeros están

los

hacer, están calificando poderes,

dando banquetes a amigos que

se

van

tranjero o a alguno que se va a matrimoniar; todo eso tiene

importancia que rememorar

la

al es-

mas

epopeya de Iquique o estimular

el

patriotismo.

Los Gobiernos i los dirijentes parece que estuviesen dejenerando en este sentido; cada vez que se trata de la Patria se gasta mucha elocuencia

i

no se ve, i por el contrario, con ese proceder despilfarramos la he-

palabrería, pero lo práctico

se nota descuido, frialdad,

i

rencia que recibimos de nuestros antepasados.

En

este pueblo,

que

es esencialmente

patriota,

con cualquier

cosa que se hiciese, tendríamos siempre latente ese gran manantial

de engrandecimiento

i

de riqueza nacional, manantial que en otros

países procuran formar

i

estimular.

Ahí tenemos, por ejemplo, a los americanos, a los que han seguido los arjentinos, que desde niños en el colejio, procuran inculcarles

el

respeto a su bandera

i

el

amor a

su patria.


29

En los

esos paises, antes de abrir las clases, en

alumnos

bandera,

se iza la

presencia de todos

todos esos niños, descubiertos

i

i

a

cargo de sus maestros, entonan un corto himno a su bandera, del

mismo modo que

se reza una oración al levantarse. vamos dejenerando: recuerdo que ahora años, cuando era niño, en las fiestas patrias no habia quién no tuviese una bandera para izarla al frente de su casa,' disputándose a quién la tenia mas grande bonica. Ahora eso ya es casi desconocido i las únicas banderas que se ven izadas son las de la Moneda las de los cuarteles, cuando éstas Sí,

i

i

se izan, la jente

mas

i

que pasa mira aquella operación con

la

indiferencia

glacial.

¿Por qué no enseñamos, acostumbramos

mos que cuando

como

se ice el pabellón,

seúnte se detenga

i

se

se

Porque hai desidia

En

la

si

es

posible ordena-

descubra?

¿Por qué no hacemos que e?e emblema

tes, es el

i

hace a bordo, todo tran-

e indiferencia;

i

celebración de este aniversario,

pueblo quien se prepara,

i

lo

se respete

como

es debido?

es necesario reaccionar.

vemos que en todas

hace porque

así

par-

se lo indica

su patriotismo. I

sa,

i

que

aquí en Santiago, ¿qué se va a hacer? hasta ahora nada te divi-

lo

único que hai de positivo, es que

los colejiales

el

viernes 21 es festivo,

i

tienen asueto.

¿Por qué entonces

la

prensa

i

los directores

de establecimientos

de enseñanza no hacen algo para conmemorar esa fecha?

¿Por qué, por ejemplo, no se ponen de acuerdo para destinar unas dos horas de ese asueto, i formando en la Alameda se les hace desfilar frente a la mansión donde viven los herederos de ese queri-

do nombre de Prat? ¿Por qué no hacemos que esos niños entonen allí los himnos que a su memoria se han hecho? ¿Por qué no hacemos que las niñas lleven Mores i tapicen el frente de esa casa donde vive la gran señora viuda que con tanta nobleza ha sabido guardar el nombre de su ilustre esposo? Hagámosle sentir a esa digna señora, que todo el pueblo la quiere

i

desea conservarla

como una de

sus reliquias

mas

preciosas.



NaufrajicTde la ''Esmeralda"

El 24 de

mayo de 1875

en Valparaíso

al

«Valdivia» con

la

La mañana

la

corbeta «Esmeralda» estaba amarrada

norte de los diques,

i

por delante de

ella el

vapor

Escuela de Grumetes a su bordo.

amaneció

atemporalada

i

con

tiempo amena-

zante.

A

las 9

A. M., cuando su comandante señor Luis A.

Lynch

ya el temporal estaba declarado, los vapocaldeaban sus máquinas, i todos los buques se preparaban a re-

Z. llegaba al muelle,

res

sistirlo.

El «Valdivia» garreando sus anclas, principiaba a venirse sobre la

«Esmeralda», rompiéndole primero

el

botalón de foque

i

bauprés

en seguida. El comandante Lynch toma una chalupa

medio camino,

los fleteros se

atemorizan con

el

i

se dirije a bordo; a

temporal

i

se

niegan a

seguir adelante; pretenden regresarse a tierra; Lynch, a su vez, se i armándose cíela bayona, la alza amenano seguian adelante, estaba dispuesto a rom-

niega a permitirlos volver, zante, diciéndoles que

si

perles la crisma.

Los

fleteros,

ante razón tan contundente, tuvieron que ceder

guir avante hasta dejar a

Lynch en su buque.

i

se-


32

seguia moliendo

El «Valdivia»

ralda»,

i

momentos de

a los pocos

el

tajamar

cadenas de ambas anclas también cedían

La máquina no estaba

lista

i

proa de

llegar a bordo su

«Esme-

la

comandante,

las

se cortaban.

i

para moverse, a pesar de los esfuer-

zos que se hicieron para levantar vapor.

Como faltan las cadenas, el buque se atraviesa a la mar como ya se encontraba,

desgaritado

de

tierra

permitían ver completamente toda

Atravesado iba encaminándose sobre

un momento a

derrumbándose sobre

da uno de

Todo

los el

el

principia,

que

des-

la cubierta. i

de

palo trinquete,

}*a

proa de los diques

la

otro parecía acercarse a su

sin sujeción a proa, por la cortadura

base,

i

a dar tremendos balances,

el

fin;

de los estayes, se troncha por su

costado de babor

i

llevándose en su

caí-

cañones de esa banda.

mundo daba ya

por perdida

corbeta: sólo

la

un milagro

o una casualidad podría salvarla.

El capitán Prat,

oficial del detall

de

rior

había avisado que estaba enfermo

Con

este permiso,

i

la

«Esmeralda»,

ya quedaba exonerado de toda obligación

como Prat manera como

sabilidad; pero

tenia

tinta de la

la

una concepción

vendabal, sin saber lo que en

abandona

se alista

lecho

i

para

ir

esposa, la señora Carmela Carvajal,

paso

i

dia ante-

del deber,

i

respon-

mu

i

dis-

interpreta la jeneralidad de las jentes,

al sentir el rujir del el

el

que tenia que guardar cama.

la

bahía acontecía,

a cumplir con su deber. le

abre

la

Su santa

puerta, le franquea

el

despide a su querido compañero con una dulce mirada, que

envolvía en

sí el

cariño

Al llegar Prat

la

i

resignación.

muelle,

al

el

cuadro que se presenta a su

por demás aterrador. Temporal deshecho, diques, desgaritada

i

i

allá

vista, es

por delante de los

desmantelada, su otra esposa que

lo

habia hecho

abandonar su lecho de enfermo. Conseguir bote para difícil,

ir

a bordo en esas circunstancias era bien

por no decir imposible; felizmente, después de súplicas

i

de

una fuerte prima, consigue una chalupa aparejada de cuatro buenos remeros; ganar el bote en las rompientes del muelle, no era cosa fácil, pero con decisión i no importándole el verse bañado por las olas, pronto vimos a Prat airoso navegando hacia su buque. Llegó al costado de la «Esmeralda» cuando ésta ha'.jia ya rebalofrecer

sado los diques hacia

el

Almendral.


33

Pretender subii a su bordo por escalas o sus costados, habría sido tratar de cojer desde la playa la torre del

Espíritu Santo; los

buque se encontraba, Se lo amarró a la cintura i se"

balances eran tan grandes, en la posición que

el

que tuvo que pedir le tirasen un cabo. hizo izar como un fardo. Pero consiguió constituirse a bordo para compartir con sus compañeros el peligro, i en cumplimiento de su deber hundirse con su buque

La «Esmeralda»

si

fuese necesario.

siguió su via-crucis, llevando a la rastra en el

agua, las jarcias, arboladura

i

palo trinquete. Entre las

iba pesadamente corriéndose hacia

el este; al

filas

de buques

llegar a las inmediacio-

nes del pontón «Maipú», su antiguo consorte de

la

campaña

del 66,

compañera en lugar de ayudarla en su desgracia, la recibió en la punta de su lanzado tajamar, incrustándoselo por debajo de la bovedilla para destrozarle la popa

"parece que éste desconoció a su vieja

i

e inutilizarle el timón.

Ya

con este nuevo percance, perdieron por completo

ranzas do controlar los movimientos del buque,

cuando

la

las espe-

máquina

hubiese estado en condiciones de moverse.

Sigue

i

sigue corriéndose lentamente hacia

tiempo no amaina; por Llega

la tarde, se

el

un

Almendral. El

contrario, parece gozarse en la desgracia.

acerca la noche, la

vecino, logra tirarle

el

mano

caritativa de

un buque

cable, el que, reforzado con otro, los detiene

momentáneamente. cuando en todos los buques se arria la bandera, en esta ocasión es otra bandera la que tenemos que ver, ¡no es bandera que se arria! ¡es bandera que se iza, es la bandera grande de la «Esmeralda», que en medio de la bruma i de la lluvia, se le divisa izada al revés en el tope de mesana. Es ausiiioque piden esos náufragos i ayuda que solicita la lejendaria «Esmeralda»! No hai un bote salvavidas, no hai una brigada salvadora con qué socorrer a aquellos infelices ni con qué ausiliar a esa gloAl ponerse

el sol,

riosa.

Todos en tierra nos miramos, i parece que hasta el habla se. nos enmudece ante tan tremenda espectativa. El sol se pone i la noche nos deja en la mas amarga incertidumbre. C.

ms laM.

Cli.

3


— Desde por

en los balcones de la Bolsa Comercial ha-

la raafiana,

que paso a paso seguían

bia tres oficiales de marina,

de aquel naufrajio. Esos

Aguayo

34

oficiales

Ramón

eran

las peripecias

Serrano, Guillermo

Silva Palma.

i

Cuando

bandera se puso en ausilio i sobrevino la noche, aquellos oficiales no pudieron permanecer indiferentes ante la suerte la

que en esos momentos estaba corriendo su simpática escuela queridos maestros,

i

sin

instintivamente

consultarse,

hacia las playas de Jaime, probable

i

sus

se" trasladaron

donde tendría que encallar

sitio

la corbeta.

Momentos después de

como

medio de la oscuridad i sobre la reventazón de las olas, se divisa una masa negra que poco a poco va creciendo: esa es la «Esmeralda», que guiada por su comandante Lynch, la embarranca en ese sitio para salvar su tripulación; su casco estaba tan averiado i llenándose de agua, que habría sido temeridad aguantarse toda la noche flotando en mucho fonllegar,

a las 7.30, en

do, con peligro de irse a pique.

Tan pronto como advertimos

mos grandes

fogatas

de

tierra

su varadura, encendí,

para hacer ver a los de a bordo que

jente dispuesta a ayudarlos

Los

los

tres tenientes

i

allí

había

prestarles ausilios.

ya nombrados

i

el

capitán Hudson, principia-

ron a ver manera de establecer comunicación con los de a bordo

amarrados de

al efecto,

la

cintura

i

tomados de

la

mano

arrollados por las olas, se metían a la reventazón para pescar los

deros que de a bordo estaban arrojando largas

i

1

i

jeras.

al

i,

para no ser

agua amarrados

ma-

a piolas

.

Después de algunas tentativas, revolcaduras i zabullones, conuna de ellas, i por ésta les mandaron de .a bordo una espía de cinco pulgadas; la pasaron por sobre la muralla de la estación, aseguraron su chicote a los rieles, i a bordo por medio del cabrestante, se tesó hasta dejarla bien templada; un grillete corredizo una línea a bordo i a tierra dieron por concluido el andarisiguieron traer a tierra

i

vel de salvamento.

De ser

el

a

bordo avisan que jalemos, corremos con precaución, por

primero,

i

con temor de tener un percance; se ve que un bulto

viene colgando; es un hombre, es tantos que hai a bordo que

el

primer náufrago de

ponemos en

salvo;

los ciento

i

media docena de vo-


35

Júntanos se precipitan a recibirlo en brazos, es

un hurra

Ya

i

un contento

con esto

el

el

teniente Chaigneau;

jeneral se hace sentir.

correo quedaba establecido

i

seguimos con

el tira

de la madrugada, en que llega el penúltimo; comandante Lynch. Quedaba un último, el de mas fuerzas, para que sólo, pudiese cobrar la línea por última vez; este era un enorme negro yankee, de apellido Kelson; como se demorase mucho en avisar que cobrásemos, i

afloja hasta las cuatro

este es el

principiamos a entrar en cuidado, pero luego salimos de dudas:

el

señor negro, no queriendo perder su equipo, venia cargado con un.

enorme atado hecho en una sábana. Ya con esto quedó todo concluido, esperando la claridad del dia i el buen tiempo para seguir con la corbeta. El almirante Williams, llegó uno de los primeros i se constituyó \

a firme a

bordo para salvar su «Esmeralda».

Se trajo jente de todos remolcadores, lanchas rarla de peso

i

i

los

buques

i

se

arrimó a

la

«Esmeralda»,

toda clase de elementos para achicarla,

hacer todo

lo posible

por salvarla; ese dia

i

la

alije-

noche

i no interrumpido trabajo. Al dia siguiente, se aumentaron los elementos i se desarrolló mas actividad para estar listos i aprovechar la alta marea dsl dia.

fué de asiduo

El «Ancud», a cargo del capitán Pomar, se fondeó por delante i

mandó un buen

calabrote.

Los remolcadores, las lanchas, los botes que van que vienen, el sinnúmero de trabajadores espectadores, hacen de aquella escena un verdadero enjambre, en que todos trabajan con anhelo por salvar i

i

a su reina, por salvar a

la

querida «Esmeralda», que es la reina del

Pacífico.

La hora que el

se

aproxima;

el

humo

de

las

bombas

se activan sus fuegos para desarrollar el

momento necesario. La nerviosidad se

i

vapores anuncia

máximum

de poder en

pinta en todos los semblantes.

El Almirante Williams se pasea en cuando consulta su reloj, para que no

la toldilla

i

de cuando en

se le pase la

hora de

la

marea. Faltan veinte minutos, i

con sonora voz

le grita a

molcadores. Todo

el

el

Almirante no

Pomar:

mundo

listo,

resiste a su

comandante,

está en suspenso;

impaciencia

listo

a los re-

parece que todos

es-


3G

tuviesen listos para hacer cada uno

suprema

llega,

a

i

la

un esfuerzo

La hora

voz de adelante, todo se revuelve, se estiran

crujen los calabrotes, la «Esmeralda» se mueve, iba a zafar,

personal.

un tremendo

estallido,

anuncia que

i

cuando ya

el

i

se creia

calabrote del «An-

cud» se habia partido en dos. Gran descepcion; las esperanzas se pierden por el momento, pero como el caso e°taba previsto, inmedia-

tamente

el

i en dos botes se le lleva «Esmeralda». Faltan cinco minutos, ya parece que

«Ancud>; entrega otro calabrote,

nuevamente a

la

se va a perder esta

mente, ahora

la

oportunidad; faltan tres minutos;

lista

nerviosidad es aun mayor. ¡Adelante! grita

nueva-

la

sono-

Los cables crujen, la corbeta mueve, pero siempre firme, hasta que de repente, con un brusco movimiento, rompe el encadenamiento que la tenia ligada a esa playa, para volver airosa al elemento en que meció a nuestros heroicos

ra voz del Almirante. ¡Toda fuerza!... se

capitanes.

Los vivas, burras

i

gritería

de

la

multitud que habia en la pla-

ya, la de las tripulaciones de todos los buques,

vivando aquel acontecimiento, revelaban

pitos,

los

que subian a

remolcadores

la sinceridad del regocijo

i

los palos

lanchas con sus

de ver otra vez a

flote

su

vieja «Esmeralda».

Pero sobre ese cuadro de loco entusiasmo

patrio, hai dos granAlmirante Williams que, gorra triunfo obtenido sobre los elementos,

des figuras que se destacan: una es

en mano, blandiéndola por el se olvidaba que en esa misma

el

toldilla,

quistado para su pecho la gloria

frente a Papudo, habia con-

mas pura que siempre

mimado del pueblo chileío. La otra figura está allá, a proa, en

lo

ha hecho

ser el

no; ese

hombre,

los

el castillo,

en lugar subalter-

parecer severo, austero, tiene alma

i

corazón muí

supo cubrirlas con el manto de la modestia, hasta enemigos de su patria, el 21 de Mayo, frente a Iquique, lo

grandes; pero

que

al

él

obligaron a descubrirse de cuerpo entero. Entonces, entregándolo en la cubierta de esa misma «Esmeralda» al cuidado de sus compañeros,

lanzóse a lo desconocido, para traer de allá del firmamento; la

estrella

mas

brillante con

glorias nacionales,

que adornamos

la constelación

de nuestras


COMBATE DE PAPUDO ¡g©

Permítame

el

viejo

i

BE XGYIESaBRE

querido Almirante Williams hacer un

re-

cuerdo de su hazaña de Papudo.

A

principios del

la corbeta

los

mes de Setiembre de

1865, llegaba a Valparaíso

«Esmeralda», después de haber desembarcado en

miembros de

la

Callao

el

comisión que debia representar a Chile en

Con-

el

greso Internacional reunido en Lima.

El

mucho tiempo que

se le había

dejado de carenar,

i

las fati-

gas del último viaje, la precisaban con urjencia una recorrida,

i

en

consecuencia, se le principiaba a preparar para entrarla al dique.

Se

le

sacó la artillería, las municiones,

carbón,

i

para

los pesos

alijerarla.

La

fiestas patrias

estaban encima,

ción paseaba en tierra, participando

nuestro pueblo celebraba

Llega

la

el

mayor

parte de su tripula-

la alegría

i

fragata española «Villa de Madrid»,

caban un ultimátum,

i

jolgorio con

que

dieciocho en aquellos tiempos.

signia del Almirante Pareja

lo sentir

la

de

i

montando

portadora de documentos que

la in-

signifi-

parece que con premeditación para hacérnos-

en pleno dieciocho de Setiembre.


38

El 17, don Juan Williams Rebolledo, comandante de la «Esmeda», es llamado a Santiago con toda urjencia, para conferenciar con él

i

tomar resolución sobre

la situación

en que se nos colocaba con

Almirante Pareja. Por pronta medida, se decide hacer salir a la «Esmeralda» i «Maipú», a la brevedad posible, i preguntado a Williams en qué tiempo podría hacerlo, contestó que en el término de veinticuatro el

bloqueo del puerto, notificado por

el

horas.

Incontinenti regresó AVilliams a su buque, ros:

embarcar

montar

i

la artillería,

i

principian los apu-

tomar carbón, llenar calderas,

traer víveres para tres meses, en fin, todo cuanto es menester,

bre todo, teniendo presente que

el

buque estaba completamente

so-

i

des-

valijado para entrar al dique.

Las

que en

seguían en tierra en

fiestas

En horas,

se

mejor,

estaba sucediendo,

las altas rej iones

momentos pronto

lo

i

el

pueblo ignoraba

que

la alegría

cambiaría en un negro despertar.

noche del dieciocho, momentos antes de cumplirse

la

lo

de esos

Williams se traslada a

tierra a pedir las últimas

las

24

órdenes,

porque en momentos mas zarparía del puerto.

Don Ramón lliams que

Comandante Jeneral de Marina,

Lira,

seria conveniente

así las cercanías

de

por

saliese

la fragata «Villa

el

dijo a

Wi-

Almendral, esquivando

de Madrid», que se encontraba

por delante de la «Esmeralda».

El Comandante Williams contestó que el «Maipú» saldría por donde se le indicaba; pero que él con su «Esmeralda» i en son de combate pasaría bajo las baterías do la fragata española i, si fuese necesario, allí se hundiría con su buque.

Lo

dicho, hecho,

metros de los de

los

i

la fragata,

la «Esmeralda» pasaron a 100 que también estaban cargados i en son

cañones de

de combate.

Cuando a Pareja con tono despreciativo quiltro, dijo:

narse que

se le avisó i

«Esmeralda» iba saliendo, como quien se lo da a un

tarde ese quiltrillo le hiciese apretar

arma homicida, que puso antes.

la

el pié,

déjenla que salga, que no será por mucho, sin imaji-

mas

la insignia

que

levantando

fin

el

disparador del

a sus dias, haciéndole arriar en duelo

que con tanto orgullo

i

menosprecio

la

mirase dias


39

Fuera del puerto, se juntó con donde debían esperar órdenes.

«Maipú»

el

i

siguieron a Ohiloe,

El 3 de Octubre recibió comunicaciones, que declaratoria de guerra a España,

para juntarse con la

la

Escuadra de ese

le

anunciaban

ordenaba trasladarse

pais,

i

al

la

Perú,

en conjunto hostilizara

enemiga.

El 28 de Octubre llegó a

las

cuadra peruana, compuesta de

de

se le

i

Chinchas, donde encontró a

las corbetas

la

fragata «Amazonas» que arbolaba

«Union»

i

la

Es-

«América»,

la insignia del

i

Almirante

Montero.

Inmediatamente de llegado,

se

trasladó Williams al

«Amazo-

nas» a conferenciar con Montero.

Desde que puso pié en cubierta del buque peruano, dice Williams quela impresión fué desastrosa, el buque en estado lamentable de desaseo, los cañones en abandono,

dos en cubierta, desuniformados,

i

i

por marinería, individuos tendi-

muchos hasta con ponchos.

cámara con Montero, para allí ponerse de acuerdo, i en combinación, formar un plan de ataque. En todas las maneras que Williams abordó la cuestión, no enBaja a

la

contró sino inconvenientes

que

los

i

dificultades,

marinos peruanos no querían

alojar al

común enemigo de

Viaje, tiempo

i

las costas

ir

a

de

llegando a la conclusión

acompañarlo a batir

i

des-

arabos paises.

paciencia perdidos, tienen que regresar

sur

al

Pero Williams, en su carácter valiente i emprendedor, no podia quedar tranquilo con tanta ida i venida para

tal

como

se fueron.

obtener nada tanjible.

Como queaba

el

a la salida de Chinchas supiese que la «Verenguela» blo-

puerto de Caldera, antes de llegar a esa altura llamó a

so-

bordo al Comandante Costa del «Maipú», para proponerle atacarla i tomarla si fuese posible. Como no llegasen a un acuerdo, siguieron al sur, el «Maipú» para recalar a

Ancud

i

la

Esmeralda a Lebu, donde

llegó el 19 de

Noviembre.

tomó un poco de carbón para seguir a Lota. En Lebu se le dijo que la fragata «Resolución» cruzaba en la bahía de Arauco, i que le sería peligroso ir a Lota. Williams no hace caso, i fiándose de su pericia i valor, burla la vigilancia de la fragata española, tomando la bahía de Arauco por Allí


— boca chica, en noche cerrada resplandor de las chimeneas de

la

Allí fué recibido

ra

i

40

oscura, guiándose solamente por

i

el

la fundición de Lota.

por Cornelio Saavedra, quien con toda premumas esencial para que

patriotismo apertrechó a la corbeta de lo

siguiera sus correrías.

Como

buque no pudo carenarse en Valparaiso, con estos viajes i malos tiempos que tuvo que soportar, sus condiciones de navegabilidad se habían empeorado de una manera notable; la máquina, a toda fuerza, escasamente podia dar siete millas; menos andar que cualquiera de las fragatas buques españoles, que escalonados bloel

i

El agua en sentina llegaba hasta queaban los puertos de la ocho pies en 24 horas, de tal manera que las bombas trabajaban noche i dia; en fin, sus condiciones si eran malas para navegar ¿serian buenas para combatir? ya el buque no iba estando bueno ni para una ni para otra cosa; pero para don Juan Williams eso no costa.

importaba, se había forjado en su corazón de chileno un propósito i tenia que llevarlo adelante, aunque fuese en las mismas barbas de su poderoso enemigo.

Cuando Saavedra atendía los diarios

a Williams en

en busca de noticias,

vadonga» con

el

i

al leer

«Matías Cousifio»,

capturado

Lota, éste se pescó de

en uno de

ellos,

que

bloqueaba

despachase inmediatamente,

una vez tomado su carbón

la

i

i

el

puerto

pidió a Saavedra que lo

de Coquimbo, casi no cupo en

de gusto,

la «Co-

se hizo a

mar.

El 23 de Octubre pasa a ra»,

la vista

que estaba fuera del puerto,

de Valparaiso;

la persigue;

separarla de la «Villa de Madrid», se hace seguir tirla

en alta

mar

i

la

«Vencedo-

pero Wixliams, para i

ver

modo de

ba-

fuera del alcance del «Almirante Español».

La «Vencedora» vuelve

al

El 24, a las 10 P. M.,

la

puerio.

«Esmeralda» entraba

al

puerto de

Tongoi; la noche estaba mui oscura; Williams, personalmente se dirije

a tierra en su

guig, a inquirir noticias; Barbosa, jefe de las

fuerzas que guarnecían aquel lugar, creyéndolo enemigo, lo recibe

con una lluvia de balas, que

si

no es por

los gritos

de Chile, «Esme-

ralda», dados desde el bote, quién sabe cuántas desgracias habría-

mos

tenido que lamentar.

Ahí inquirió

noticias

que

la

«Covadonga» habia sido reforzada insistencia que de un

por la fragata «Blanca»; pero se corría con


r

->



— momento el

«Covadonga»

a otro la

41

tenia

que

salir

para

bloquear

a

ir

puerto de San Antonio.

Williams sale esa misma noche

se dirijo al sur; a la

i

mañana

un humo a la distancia en su mismo derrotero; máquina i principia a darle caza, creyendo sea la «Covadonga». El humo, al verse perseguido, rodobla también su marcha; siguiente se divisa

i

forza su

la distancia

mantiene con poca alteración; pero

se

al fin

que que huia, creyendo enemigo a

horas, con gran descepcion de Williams, descubre era el vaporcito «Fósforo»,

noche

ralda»; la

Al amanecer, se divisa un

un vapor ds

es

a reconocerlo

con

la noticia

i

Al poco

de que el

Es

distinguir.

«Esme-

al norte.

humo

la carrera;

el

por

la

teniente

proa;

se

va en su de-

Thompson

es enviado

rato,

el

«Covadonga» habia salido de Coquimbo dos i que venia con rumbo al sur.

el

vapor

nuevamente

distancias

las

él;

la

a tomar noticias; vuelve apresuradamente a su buque

horas antes que

cia

dé algunas perseguido

sorprende frente á Quintero.

los

Nuevamente cambia rumbo manda;

el

se

otro

humo

estrechan, las

«Covadonga»!

al norte; se

gobierna ha-

arboladuras se principian a

grita el tope...

El viejo almirante, ya un tanto cansado con tan larga narración, al llegar a este

de se

risa su

arrugado

descorre,

punto

rostro,

se incorpora en su poltrona, se le llena

i

el

octojenario velo que cubre su ojos,

para hacer brillar aquel par de pupilas, que en otro

tiempo parecían un par de faros de enerjía

i

valor en la firmé

i

vigorosa 'contestura de aquel hermoso atleta.

Cuándo Williams, joven

de uniforme pasaba por la calle, se daba vuelta a admirar aquel precioso marino. I en Williams, aquello no era hojarasca o apariencia; nó, era vigoroso, forzudo, i hasta el mismo se tenia miedo al desastroso efecto qué producían los proyectiles de su puños.

camino

le abria

En una función en

un

el

i

i

la jente se

ocasión,

el

Teatro de

capitán de corbeta Williams, asistía a una la Victoria,

en Valparaíso.

Allí,

habia tam-

famoso boxeador, i al saber que a Williams se le tenia también por bueno, procuraba ponérsele en su paso i provocarlo; Williams esquivaba, no quería armar escándalo, hasta que agotada su paciencia aceptó el reto, cruzándose esos gladiadores en bién

una de

estranjero,

las calles inmediatas.


42

Williams tenia razón, a los primeros golpes dio cuenta en tierra

con su provocador, retirándose tranquilamente a ocupar su butaca.

A

vuelta de algunos años de ausencia, al regresar al pais ese

la

estranjero,

buscó hasta encontrar a Williams,

poniéndosele por delante

que nó; entonces

le

preguntó

estranjero,

el

cuando dio con

i

él,

conocía. Williams le dijo

si lo

sacándose una corrida de dientes

postizos, riéndose, le dijo a Williams:

— «Esta batería postiza

es la

que Ud. me obligó a comprar para tapar los portalones, que sus puños hicieron en mi dentadura, i ahora vengo a estrechar la mano del que en buena lid me venció. Pero ¿a qué diantres

me

salgo de las aguas ce la «Esmeralda»,

para venir a narrar cosas tan ajenas

al

objeto de este artículo?

qué quiere Ud., cuando uno tiene admiración

Pero,

i

cariño

por una persona, no puede prescindir de contar sus proezas.

Como

decia, el almirante

corporaba en su

silla

i

decia:

entusiasmado en su narración, se

— Cuando

in-

que

se vio positivamente

«Covadonga», todos a bordo corrían contentos, i esos rotitos de marineros, presurosos, alistaban los cañones i se calaban al cinto puñales i revólvers para el abordaje, esta era la enseñanza que se les habia hecho i la consigna con que debían ir hasta la muerte, era era

el

patria ..Chile.

Los buques, que caminaban en rumbos opuestos, se aproximaban rápidamente, i lo que mas preocupaba a Williams, era que fuese a pasársele;

si

conseguía

escapaba

esto, se le

la presa; el

«

Co-

vadonga» con diez millas de andar i la «Esmeralda con siete, en muí poco tiempo se distanciarían i Williams quedaría burlado.

Lo

principal era poder acercarse lo

iniciar el combate, ¿i jero,

para

lando el

la

lo

cómo

cual se presentó primero

bandera de aquella nación,

En

este

posible, para lograr

i

buque

como buque

estran-

ingles, arbo-

cuando estuvo a 800 metros,

contador David Rodríguez, encargado de

cambio de banderas,

mas

conseguirlo? Simulándose

la delicada

comisión del

arrió la inglesa, arbolando la chilena.

mismo momento,

la

«Esmeralda» cambia su rumbo,

atravesándose por delante del «Covadonga» para interceptarle paso, iniciando bor.

el

combate con

la 1. a división

de

la batería

de

el

estri-


— Ferri,

Comandante

43

«Covadonga», que ya había conocido a percibido sus movimientos, cambió también su del

t Esmeralda» i rumbo, contestando inmediatamente al fuego que se le hacia. Como el «Covadonga» era mas rápido que la «Esmeralda», luego quedó por delante; pero en este movimiento perdió las condiciones de sus colisas cañones, que no podían aprovechar hacia las aletas, punto en que quedó la «Esmeralda» i que Williams supo

la

aprovechar admirablemente.

Desde poca

la jarcia

distancia a

que

de mesana, donde se colocó Williams, se encontraban, percibía

i

a la

con anticipación los

de timón que en el «Covadonga» se iba manera que antes que éstos tuviesen efecto, ya la «Esmeralda» estaba gobernando para el otro lado, i agregando a estos hábiles i seipentíneos movimientos de la «Esmeralda», el continuo fuego que le hacia con sus cañones cazadores, se comprenderá los apuros en que estaba Ferri. Arrió un calabrote por la popa para enredar la hélice de la «Esmeralda»; pero Williams, desde su encumbrada posición, burlaba fácilmente aquella estratajema, hasta que Ferri, viéndose imposibilitado para esquivar el ataque i movimientos de la «Esmeralda», tuvo que parar i arriar bandera. En ese momento, la distancia no pasaba de 150 metros, i como Williams observase que aun cargaban uno de los colisas, por su bocina gritó a Ferri que si seguían ese movimiento, les lanzaría una andanada, a lo que contestó el Comandante español, que se suspendería i que estaba rendido. Se arrió embarcaciones, i el teniente Manuel Thompson fué el oficial que recibió de Ferri el mando del «Covadonga», arbolando la

movimientos de

a ejecutar, de

artillería o

tal

simpática bandera de la patria.

Cuando Thompson

llegó

a bordo, el

buque ya

tenia en setina

cuatro pies de agua, la que ya lamia las parrillas de los fuegos,

i

si

anda tan rápido en cerrar las válvulas, en momentos mas se el «Covadonga». Williams, con ambos buques se aproxima a Papudo, en un modesto i lacónico parte, comunica a su Gobierno el triunfo alcanzado.

no

se

habría hundido

i

Pero éste

i

el

pueblo, interpretando en su justo valor tan seña-

lada hazaña, la ha calificado brillante con

que

la patria

como una de

adorna su

las piedras

frente.

de gloria mas


44

El capitán Williams, que cuando joven se abría paso con su gallardía

hermosura, ahora es

i

apoyado en

el

tiago, siendo

el

brazo de su cariñosa

una

viejo almirante hija,

Williams, que

cruza las calles de San-

reliquia venerada a quien todo el

mundo mira

i

saluda con respeto.

Que Dios le conserve su vida por muchos como ejemplo de patriotismo.

sirva

años, para que nos



nerse de las privaciones

46

sufrimientos de los marinos que llevan so-

i

bre sus hombros esa responsabilidad, para poder rematar satisfacto-

riamente su viaje

llevar a

i

buen término

la

nave

vida del perso-

la

i

nal confiado a su cuidado.

Pero, por ción,

mui

mucho que vean

raros

son

que hacen esa navegaque afrontan las trasnochadas e

los pasajeros

aquellos

inclemencias de esos climas, para formarse vijilias

un

que tienen que soportar esos hombres

juicio cabal de las

del mar.

Basta imajinarse uno de esos vapores de mas de una cuadra de largo, con

un pesado cargamento que

unos ocho metros

i

les

sumerje

el

que en medio de un temporal

casco en

se

el

agua

ve precisado a

embotellarse dentro del Estrecho, a pesar de las cerrazones produci-

por

las neblinas, lluvias

i

nevadas.

Los capitanes tienen que afrontar i vencer todas esas dificultano hai sueño, salud, nada que los haga abandonar el puente de mando; parece que estuvieran clavados junto a su compás La nieve los entume, i a cada plumilla que punzante les clava los des; para ellos

ojos,

que

en lugar de hacérselos cerrar para librarse de

ellas,

mas

tienen

abrirlos para evitar el peligro.

Saben que están rodeados de costas i arrecifes por todos lados; saben que su escandallo no alcanza a indicarles el punto donde se encuentran, i a pesar de esto tienen que seguir adelante. Si para su máquina, parece que debieran quedar en seguridad, pero como corrientes son tan fuertes, irregulares

i

variables, el peligro

de desaparecer, aumenta, porque entonces trol,

a merced de ellas

i

La

los oficiales

puentes listo

de

vijilancia i

no de

la

el

buque queda

las

en lugar sin con-

voluntad del capitán. i

serviolas, se multiplica

por los

estremos del buque. El maquinista con su manubrio está

para obedecer

al

primer aviso del telégrafo del puente. i por consiguiente, se centupli-

Este peligro existe de dia claro, ca con la oscuridad de

la

noche.

El andar se disminuye i se marcha a nocer esta puuta o aquella piedra.

No

tientas,

procurando reco-

hai sirenas, no hai campanas que indiquen

gro; son el nervio tos auditivos,

navegación,

i

pericia, los

que priman sobre

que en otros países

tal

o cual peli-

la falta

de elemen-

se multiplican,

para facilitar la


47

El vijilante de proa percibe entre la bruma, tancia,

un objeto negro;

Este, con serenidad,

si la

según convenga, o

do,

grita,

si

Si esa operación se el

vijilante

avisando

tiene,

i

no a macha

dis-

la proa!

gobierna su buque a uno o a otro

máquina,

no, para la

i

la-

atrás a toda fuerza.

hace en canal angosto, entonces mui luego

de popa es posible que anuncie tierra por

neje usted ahora esa enorme mole

la

popa. ¡Ma-

sáquela con bien!

i

Corriente, viento, cerrazón, tierra por todos lados, casi

por

al capitau: ¡tierra

i

el

buque

como una boya. ¡Pobre capitán!

si

salva, nadie lo sabe,

según

i

él,

ha cumplido

con su deber. ¿I

si

No

embarranca sobre una roca

competente, le

i

naufraga?

hai clemencia; se le juzga, se le suspende del i

quizas hasta se

le

mando por

in-

cancele su patente de capitán, que

ha costado tantos años de estudios, trabajos i sufrimientos. Calma el tiempo; desaparecen esos peligros i feliz sigue su nave-

gación.

Entra a

las angosturas,

con habilidad Llega

la

puntas

las

noche,

de nieve hasta

la

i

haciendo eses

así tiene

i

i

curvas, pasa barajando

peligros.

que

playa, los cabos

i

seguir: los cerros están cubiertos

montículos que dan a conocer los

manto blanco que los como en tiempos que los haópticos, efectos ordinarios; la nieve engaña, produciendo cen aparecer a veces mas cerca i a reces mas lejos. Todos estos factores tiene que tomar en cuenta el capitán para parajes por donde se va, se confunden por

el

cubre; la distancia a Ja tierra no puede apreciarse,

llegar a su destino.

Al dia siguiente por

la

mañana,

los pasajeros,

que durante

la

no-

che han estado confortablemente abrigados en sus camarotes, suben a cubierta a admirar el panorama i a hacer al capitán mil preguntas aquel buen lobo, con los ojos

sobre esto o aquello,

i

jecidos por la nieve

el insomnio, tiene

i

que

i

ser cortés

el rostro i

enro-

cariñoso con

esos preguntones.

Felizmente, a cabo con tesón

el i

dia va facilitando

avalizamiento

i

alumbrado de sos parajes, llevado la Armada, de dia en

empeño por el personal de mas su navegación.

Sobre todo, con ese famoso faro de primer orden colocado en uno ele los peñones de los Evanjelistas. Es tan grande su importan-


— cia,

,43

que pescar en una recalada sus

para abrirse

La

la

puerta de entrada

al

— destellos, es

como tomar

la llave

Estrecho de Magallanes.

colocación de ese faro ha sido

una obra monumental, a

la

ha dado su verdadera importancia. Todo su cual en material de manipostería en piedra i fierro, ha habido que acumularpais

el

lo allí a fuerza

no

se le

de un trabajo

i

constancia ímprobos, que hace verda-

dero honor a su constructor, don Jorje Slight, que por espacio .corno

de dos años se llevó metido en aquella inhospitalaria rejion, aprove-

chando

oportunidades de desembarque, que

las cortísimas

el

oleaje

i

continuas tormentas imposibilitan en absoluto su atraque.

En

el

puerto Cuarenta Dias, que está a doce millas de distancia,

semanas enteras

se llevaba

i

a veces hasta

recalmón para trepar como gato

La

enerjía, constancia

i

un mes, en acecho de un

e iniciar los trabajos.

voluntad desplegadas por este británico,

para llevar a buen término esta obra, merecía que se

aunque hubiera

le

hubiese pre-

documentos que le sirviesen como de medalla honorífica; pero para vergüenza nuestra, fué a otros a quienes se les ocurrió hacer este acto de justicia. El Lloyd de Liverpool hizo a Slight un valioso obsequio, acompañado de una significativa carta.

miado en forma

especial,

Para hacer ver

cho que aseverará

la

lo

importancia de este faro, voi a relatar un he-

que digo.

Al poco tiempo de anunciado

miento de esa

pa por esa

luz, a

sido con

uno de

los

vía, frente a Chiloé,

al

mundo marítimo

el

funciona-

grandes vapores que iba para Euro-

tomó una

lo

serie

no imterrumpida

de temporales.

Durante cuatro dias no tuvo sición; el oleaje

i

cerrazón eran

sol ni tierra

mui

grandes,

en que orientar su poel

buque

se revolcaba

en un mar de espuma,

la tierra

lutamente se veia,

noche era mui oscura. El capitán se muestra en esas condiciones en busca de la

inquieto tierra;

i

no

la

debia estar ya cerca; pero nada abso-

se atreve a seguir

una equivocación cualquiera podría

encallarlo,

i

en

tal caso,

ni los ratones habrían salvado.

Su estaban dando

la máquina i alistando todo para maniobra de atravesar el buque, a la mar para ponerse a capear, cuándo a través de la espesa cerrazón i no a mucha distancia, un poderoso resplandor vino a sacar al capitán

llevar a

cabo

las

órdenes a

la peligrosísima


o o

ce

"cD

^3

ÜQ

O

-a CD IZJ

CD CD



— de' su

crítica situaciacion,

49

indicando con su posición que

estaba

allí

puerta del Estrecho.

la

El capitán, tan luego como se cercioró de que era el faro, no pudo por menos de esclamar: ¡Thanks, Slight, that you have given us such a light! i llegando a Punta Arenas, su primera visita fué a Mr. Slight, para

i

darle las gracias por su gran obra.

ahora que Magallanes está mas o menos poblado, que hai un

Si tráfico

felicitarlo

continuo de naves que navegan con sus máquinas, que

la

ma-

yor parte de sus peligros están avalizados; ahora que hai telégrafo toda clase de recursos, la navegación es siempre

difícil

i

i

peligrosa,

¿qué no sería en aquellos tiempos en que los buques no tenían mas motor que sus velas donde no habia mas valizas que las traidoras corrientes ocultos arrecifes? ¿Qué no seria en aquellos tiempos en que no habia refujio ni recurso de ninguna especie, i por el contrario, era menester llevarlos del norte para que de hambre no se mui

i

riesen los habitantes de la naciente colonia?

Los que sabemos lo que es navegar i barajar todos esos peligros; que sabemos lo que cuesta soportar a cuerpo firme la crudeza de aquel riguroso clima para vencerlo, ayudados por la autonomía i control que da la mano puesta en el telégrafo de la máquina, podemos en conciencia apreciar i admirar el trabajo de acarreo, que los atletas los

del

mar

llevaron a cabo en aquella época en la

flotilla

de bergantines

de que estaba compuesta nuestra escuadra,

Con seguridad, que todas aquellas personas que por necesidad tenían que embarcarse en esos buquecitos destinados a la navegación

de

las encrucijadas

de Magallanes, bien hechos deben haber dejado

sus testamentos antes de la partida. Allá por

el

año

al

gobernador de Magallanes

i

después de un rapidísimo

cho,

mandado

56, el bergantín «Meteoro»,

pitán de corbeta don Juan Williams Rebolledo,

i

"por el ca-

llevando a su bordo

su familia, llegaba a la boca del Estre-

medio de un fumui conocedor de esas rejiones,

viaje (cinco dias), en

rioso temporal. El capitán Williams,

aun no se divisaba. gobernador por aquella imprudencia, se apersocomandante, diciéndole que pusiese proa afuera i que él como

impertérrito le tenia dirijida la proa a la tierra que

Atemorizado

al

el

gobernador, a cuyas órdenes venia

no podia

él

el

buque, se

lo exijia,

puesto que

hacerse responsable de su vida.

C deuM.C.

4


— Williams

buque

contestó que

le

también de

i

la

50

el

comandante era

él

i

respondía del

vida propia.

Posteriormente, en Diciembre de 1858, este

mismo «Meteoro»,

comandados respectivamente por los capitanes de corbeta don Martin Aguayo i don Francisco Hudson, zarpaban de Valparaíso llevando víveres para la colonia. La navegación hasta Punta Arenas no presentó mayores dificul-

acompañado

del «Pizarro»,

tades, los vientos en esa dirección son

trecho,

i

en

los

siempre favorables en

meses de verano, en que

hacerse jornadas largas,

i

los días

el

Es-

son largos, pueden

a veces, sin tomar puerto, se puede seguir

hacia adentro, favorecidos por la corriente.

Después de entregar su cargamento, juntos zarparon de regreso a Valparaíso.

Aquí principió la batalla. Los vientos en el Estrecho son jeneralmente de los cuadrantes del oeste, toman a veces tal fuerza, que se trasforman en verdaderos huracanes; no hai vela que resista en su palo, no hai bote que pueda ni pretender echarse al agua, porque jugaría con él como con una pluma; de la cresta de las olas el agua vuela como una neblina, es el agua pulverizada, que en ocasiones i

llega a cubierta de los buques;

como

i

éstos,

tumban

estando fondeados, se

estuvieran navegando de bolina.

si

Este es

el

motor de que

los

bergantines van a usar para po-

derse mover.

un tanto favorable, pueden manejarlo a bocuando el eje del Estrecho principia a desviarse, también principia el manejo de las brazas i el continuo virar por Al principio

lina allí

les es

abierta; pero

avante dias tras dias citos

i

noches tras noches; ahí se ve a

los bergantin-

con su jente de guardia, vira para un lado, vira para

eso es interminable,

docena de

muchas veces

i

dias, se pierde

lo

que

se

el otro,

ha ganado en media

en unas cuantas horas. Bórrase

la

cuenta

i

vamos principiando de nuevo.

A

cuando ya habían franqueado hasta cerca de i vientos les hacen retroceder nuevamente i tienen que fondear en puerto Famin, no a mucha distancia de Punta Arenas.

las

los veinte dias,

angosturas, las corrientes

En

ese fondeadero se dieron

pulaciones

i

oficiales

un descanso de dos

estaban rendidos.

dias; las tri-


51

Los comandantes conferencian sobre el resto de la navegación, tomando en consideración que ya los víveres principian a escasear, i convienen en que si para tal fecha aun no habían podido salir del Estrecho por

oeste, amollarían

el

tratarían de dar

la vuelta al

Levan sus anclas ve, viento,

Ya

en popa,

i

saliendo

por

el este,

Cabo de Hornos.

nuevamente principia la lucha; no hai nada que los detenga; ¡siempre adelante! noche,

mes

nie-

i

aun siguen en la misma; pero ya han logrado pasar las angosturas i no faltan muchas millas para llegar al famoso Cabo Pilar; se imajinan que el término de esa lucha está ya próximo. llevan

medio

i

i

Están ya frente a Cabo Tamar, como quien dice en para torcer por los canales; ya

mar

Pacífico para al fin hacer

taban con velas

i

la

huéspeda: se

sacrificios,

rumbo

firme

siguiendo

echan espías segundo.

el

al

i

norte;

calabrotes por la la

Felizmente,

el

la

clote

i

los

chupa hacia

el

del fondo.

i

embudo de

el escandallo, para ver

agarrarse

las

si

popa para ami-

se

al

poco

huracán no alcanza a calma los deja ahora

a medio canal, sin gobierno, por falta de viento

que se busca fondo con

pero no con-

primera se corta

meterlos en las angosturas; pero en cambio,

corriente,

esquina

desencadena un huracán, vuela con

norar la rapidez con que son arrastrados, rato,

la

parecía que tenían agarrado el

a palo seco; para no perder lo ganado a costa

los deja casi

de tantos

les

les

a merced de la

las angosturas.

Se

puede largar un an-

¡Cien brazas! (200 yardas). Imposible,

allá va un anclote con dos espía»; buque hace cabeza aproándose a la corriente; gusto de pocos minutos, se estira como cuerda i allá voi, dijo una

tiempo perdido; sin embargo, parece que agarra,

el

fuerte sacudida: ¡perdido el anclote!

Viene

la

noche,

i

dándose vuelta como trompo, sigue

hacia adentro, arrastrados por

a

la isla

de Carlos

Ya

agotados

la

corriente, hasta dejarlos

i

sigue

próximos

III. i

descorazonados, tuvieron que doblegarse,

biando de rumbo, se dirijieron hacia

la

i

cam-

boca oriental del Estrecho.

En San Gregorio permanecieron varios dias rellenando la aguaembarcando leña i alistando el buque para resistir i afrontar ahora los temporales del temible Cabo de las Tormentas, después da,

de haber perdido dos meses en lucha

inútil.


— 52 A

los

pocos dias de

-r

juntos los dos bergantines de puerto

salir

Famin hacia el oeste, cada uno tomó por su cuenta, probablemente el «Pizarro» debe haber pasado por las mismas peripecias que el «Meteoro», i anticipándose en unos dos dias a éste, tomó también rumbo del este para dar vuelta al Cabo de Hornos, como i

estaba convenido.

El 23 de Febrero,

por

la

Aseguraron

la

leros de juanete la

madera de

las

«Meteoro» dejó su fondeadero,

el

boca este del Estrecho, siguió rumbo

i

respeto; se desguarnieron las

mangueras de lona. En una palabra, resistir

saliendo

arboladura con jarcias estraordinarias, los mastebotalón de foque se echaron dentro

anclas; se cerraron

nes para

i

al sur.

escotillas,

embarcase, no llegase a

las

i

cadenas

i

trincaron a

echó dentro

dejando sólo dos bajadas por

se dejó el buquecito

temporales

los

las

i

en

las

mejores condicio-

preparado para que

las

mares que

bodegas o entrepuentes.

Todas estas medidas perecautorias no fueron inútiles, porque segundo dia ya empezaron a batallar. Por la mañana, el viento era fresco i aumentando progresivamente, al anochecer }^a era temporal deshecho, que tenian que caal

i una cuchilla. que raro era el dia en que podían encender los fuegos de la cocina, para tomar un caldo o una taza de agua calientelas ollas se vaciaban i el fuego se corría: no había mas alimento que

pear con la gavia en terceros rizos Inútil

galleta,

es

decir

charqui

En

la

que votar

i

cosas secas.

descubierta de la

cabos de maniobra; de

De

la

mañana,

nieve de los motones

dia en dia,

i

la

los capitanes

de alto tenian

para poder hacer correr los

cubierta habia que botar a palas la nieve.

mientras

mas

al

sur se iban corriendo, parece

mares tomaban mas ímpetu i el tiempo se hacia mas duro, hasta que el 8 de Marzo la cosa tomó un aspecto sumamente grave: el barómetro a 28.15 pulgadas, altura mucho mas baja que la indi-

que

las

cada por

los derroteros

Todo

el

mundo

en las grandes tormentas. estaba en continua zozobra;

un verdadero juguete de

el

buquecito era

montañas de olas: cuando bajaba al seno de dos de ellas, parecía que calmaba un tanto el viento, pero llegando a la cresta, el choque de viento que recibía casi lo daba vuelta.

esas


— Las mares para desahogar

Ya

inundaban;

lo

53

las

salidas de

agua eran estrechas

la cubierta.

nadie tenia esperanzas de salvar,

i

en

tal

emerjencia, cada

uno se encomendaba al santo de su devoción, e hicieron un voto, una manda, que si lograban salvar, todos se comprometían a cargar en hombros la gavia que hasta ese momento se mantenía firme, dando al buque un pequeño manejo, i llevarla a pié descalzo a una iglesia en el primer puerto a que recalasen.

A

la tarde, para colmo de la desesperación, una tre rompió sobre el buque, tumbándolo de tal manera, que casi lo da vuelta; pero si no lo dio vuelta, lo dejó tendido sobre un costado; con tal sacudida removió el lastre, apagó las luces de abajo dormido en esa posición sin poderse adrizar; por minutos i quedó

las

menda

4 de

ola

esperaban

el

desenlace

fatal.

Haciendo un gran esfuerzo, darle salida salido de las

No dos

i

se

mandó

largar el trinquete para

poder gobernar para amollar en popa; pero no habia

i

manos de

los

sabían ya qué ha

transidos de

frió;

marineros cuando voló en mil pedazos.

^er;

todos estaban aterrorizados, empapa-

pero era menester tocar un último recurso,

envergar un nuevo trinquete: ¿cómo

i

quién iba a hacer aquella

maniobra? El Comandante Aguayo pide, ya no es posible mandar ante

como nunca hace falta un valiente, allá salió un joven marinero de 23 años, llamado José Francisco Brito, quien dijo al Comandante: «Señor, yo iria si tuviese un abrigo con que aquel cataclismo; pero

aguantar

el frió allá arriba»,

Aguayo, corbeta

i

señalando

la arboladura.

sin pérdida de tiempo, se sacó su levita de capitán

Algunos otros anochecer, ya con

su lugar, recuperó

se envalentonaron

el el

con ese ejemplo

nuevo triquete envergado

i

parecían querer tragarse

al

i

antes de

lastre llevado

el

bergantín su posición derecha

carrera amolló en popa, perseguido por la

Lra

de

se la entregó a Brito.

i

a

en vertijinosa

montaña de

olas,

que

bergantín

fuerza del huracán

i la velocidad que daba al berno tenia línea suficiente para marcar su andar; parece que a bordo no habia memoria de tanta rapidez, i

tal

gantincito,

como

la

que

la corredera

es natural,

en esas condiciones de marcha,

el

buquecito iba


54

con balances tan desmesurados, que en cada barquinazo casi metía los penóles en el agua, i las batayolas a cada rato se veian sumergidas en las rompientes de las crestas de

como a su

a cubierta

las olas, las

que

se

metían

casa.

dormida que tuvieron durante la .capa i que casi los manmundo, ahora se veian en otro gran peligro, tener que temporal en tales condiciones.

Si la

otro

al

correr el

El mas leve descuido del timonel

po

grandes guiñadas que

las

suficiente para atravesarlo,

segura,

rueda,

i

que

es

así

al

mares

gobernar lo

i

barajar a tiem-

hacían dar, habría sido

en ese caso, la pérdida habría sido

mejor jente

la

Comandante no

el

i

las

se relevaba

de hora en hora en la

se despintaba del lado, ejerciendo la

mas

estricta vijilancia.

Con todas

que una

La

velas

las

que

se

tomaron

falla cualquiera fuese a hacerlos perderse.

salvación del

rrota iba

mui mal, a

como 300 millas témpanos de dad de hacer

hielo,

i

buque iba mui bien; pero lo que era la demenos se alejaban de su destino a razón de

lo

ya principiaban a meterse en la rejion de los llegando allí, no habríamos tenido la oportuni-

diarias,

i

esta narración.

Cerca de dos dias dónde, hasta que por se

también

los llevaban en salvo,

precauciones, reforzando sus escotas, brazas, para evitar

las

el

buquecito siguió volando quién sabe a

fin aflojó el viento,

en condiciones navegables

i

calmó

i

les

permitió poner-

dejar a los infortunados navegantes

tomar un descanso.

Una

encaminaba hacia el N.; pero esto poco nuevamente tuvieron que deterse a sostener otra lucha con esos porfiados elementos, que parecía no querían largar esa presa de la que casi habían dado cuenta. La odisea siguió por algunas semanas, hasta que al fin en el mes de Junio, cuando ya tenían agotados sus víveres, pudieron recalar en el puerto de Ancud. Con largar el ancla, la tripulación se acercó a su Comandante para recordarle la manda que habían hecho si escapaban de esa

les duró,

tormenta,

brisa del SO. los

i

i

le

suplicaron diera los pasos necesarios para su cumpli-

miento.

Al día siguiente se desenvergó los botes,

i

en

los

demás toda

la

la vela, se le colocó

en uno de

tripulación con sus oficiales la

,


00 -

escoltaron

hombros

a tierra,

i

la llevaron

al

la

allí

tripulación, descubierta

Nota.

—En

esas

rejiones i

descalza, a

templo de San Francisco, donde con todo

fervor oyeron una misa, cumpliendo así la

sucumbió el «Pizarro» do noticias.

i

i

manda

prometida.

bajo la influencia de esos mismos temporales,

ocho buques mercantes, de

los cuales

nunca se ha

teni-



Üíaufrajta

í)c

h

barca "Jcanne Jlmclic"

Estábamos de sobremesa. Los viciosos habían encendido gruesos habanos i lanzaban al aire, llenos de satisfacción, grandes bocanadas de humo. Todos alegres i contentos animaban la conversación con risas i carcajadas, resultado directo de una reunión de hombres solos donde se ha bebido bien i comido mejor. La charla jiro sobre diferentes temas, que se trataron concienzudamente. Se habló de filosofía, literatura, artes e historia. Por cierto que el tema predilecto de los hombres fué discutido hasta el cansancio. ¡Qué de opiniones mas diversas no se emitieron acerca del

amor

i

las

mujeres!

Haciendo escepeion de uno hombre ya cincuentón i padre de algunos hijos todos los demás eran solteros, ninguno de ellos mayor de veintiséis afios, llenos de ánimo i gusto por la vida. Infundía la presencia de aquella persona ya mayor, cierto respeto que todos sentíamos, pero que desaparecía en parte dado el carácter franco i

hombre de mundo.

sincero de aquel vicisitudes del

cabellos blancos

i

cutis

arrugada por

las


58

Durante toda su vida habia sido marino, empezando su carrera Escuela Naval, donde hizo sus primeros estudios, hasta llegar a conquistar uno de los grados mas altos existentes en el escalafón de la Armada Nacional. En su larga vida de marino durante la cúaí habia andado por muchas partes del mundo, ya a la vela, ya a vapor i visitado en

la

en muchas ocasiones el

Ejipto,

los

i

otros

de gloriosas hazañas de combates en

do parte en uno de

ellos,

i

tar con su lenguaje rudo de

mando. Todos nosotros entusiasmo

al

le

terminar

convidados para que a ria

la

— habia sido

de hechos importantes, que solia

hombre acostumbrado

relato de sus

el

testigo ocular

guerra Ruso-Turca, toman-

escuchábamos con los

Mundo, como

históricos paisés del Viejo

Grecia, la Palestina

la

pocos dias nos

placer, le

rela-

a dar voces de

aplaudíamos con i quedábamos una nueva histo-

impresiones refiriese

de su inagotable repertorio.

mudo

Aquella noche habia estado

durante

la

comida. Varias

veces su silencio nos habia llamado la atención, sin que nos atrevié-

ramos

a dirijirle la palabra.

Llegó un momento en que

el

entusiasmo en

los

jóvenes decayó por completo. Entonces

jo,

produciendo con su garganta una carraspera

poró en su asiento

i

sonriendo nos propuso

él

la

conversación de

frunciendo

el

entrece-

artificial, se

la relación

incor-

de una aven-

tura desconocida para nosotros.

Aceptamos gustosos. Aquel viejo lobo de mar empezó a hablar pausadamente, con acento firme

i

entero.

* *

A

*

mediados del año 1875, cuando Chile ejercía dominio sobre

patagónica hasta el río Santa Cruz, llegó a conocimiento del gobernador de Magallanes, en aquel tiempo don Diego Dublé Almeida, que en la isla Monte León, en la boca del rio Santa Cruz, habia la costa

un buque cargando clandestinamente guano en abundancia.

blanco, que

allí

existia


— El señor Dublé,

59

poniéndose de acuerdo con

el

capitán de fra-

que en ese entonces comandaba la cañonera «Magallanes», surta en Punta Arenas, acordaron que este buque zarpase hacia Santa Cruz, averiguase de visa lo que estaba sucediendo i tomase las medidas del caso para impedir i prohibir ese carguío, i tomase posesión del buque, si así lo exijiesen las cirgata don Juan

J. Latorre,

cunstancias.

A

brevedad posible,

la

una vez

lista,

iba a marcar

corrió el

la

veloz en

«Magallanes» rellenó sus carboneras,

demanda de

principio de las hazañas que

para su comandante e historia para la

i

primera comisión, que

ía

mas

tarde fueron gloria

Marina Chilena.

Después de una feliz navegación, al cabo de dos dias, llegaba a la desembocadura del rio Santa Cruz, i en el fondeadero de Monte León encontró agazapada i con su buche casi lleno a la «Jeanne Amélie», barca francesa como de rail toneladas, que ya habia embodegado unas seiscientas toneladas del codiciado cargamento. Pronto se le

abordó por un

oficial,

como

i

se le

preguntase qué hacia

con qué permiso cargaba guano, contestó que

lo hacia

con

el

allí i

permi-

so del Gobierno arjentino.

El comandante, en vista de esta respuesta, hizo saber

de

la

barca que ese territorio era chileno,

se le habia pedido

como

las autoridades

i

la

al

capitán

a este Gobierno

autorización para llevar a cabo

suspenderlo inmediatamente

para que

i

el

no

carguío, debia

barca seria llevada a Punta Arenas

chilenas tomasen alguna resolución sobre

ella.

Como

el

capitán protestase por

tal

procedimiento,

tomó la providencia de tripular «Magallanes». Al efecto, nombró capitán

te Latorre

Custodio Lynch; primer

Palma; contramaestre,

oficial, al

al

el

comandan-

barca con jente de la

la

al teniente

segundo don

guardia-marina don Alberto Silva

guardián Francisco Brito,

barca de una tripulación de ocho marineros chilenos.

i

dotó a la

Con

este gru-

po de jente debia marinarse hasta la boca este del Estrecho, donde la «Magallanes» la esperaría para remolcarla hasta Punta Arenas.

En

el

alistamiento para hacerse a la mar,

el

teniente

Lynch hizo

presente al comandante Latorre que la barca carecía de anclas

barcaciones menores, a lo que contestó

el

comandante, que

i

emno

él


— podia desprenderse

de

suyas

las

GO

que

i

se hiciese a la

mar

sin

mas

preparativos.

La «Magallanes»

levó su ancla

i

zarpó,

dejando a

barca bre-

la

gando por levar un par de anclotes engalgados, que vinieron arriba hechos una compasión de vueltas i de enredos Felizmente, toda la como vulgarmente tripulación era compuesta por jente de «ñeque» se dice

con su empeño

i

todos alegres

i

contentos pegados a

canto fueron desplegándose

nían a

la

barca a todo

hora, impulsada por afianzar

niente

todo el

i

al

trapo,

una

las drizas

i

de gavia, que

viento una a una.

de tener

i

al

sen de

Antes de poco,

corriendo a razón de once

brisa fresca

movible

lo

antes de oscurecer, estaban

entusiasmo,

i

te-

millas por

Después de buen rumbo, el te-

clara del norte.

el

buque

guardia-marina se juntaron en

el

ner una sonrisa de satisfacción, propia de

la

a

puente sin poder contesituación en que se en-

contraban. Cielo limpio

turas de luna

i

i

horizonte claro les permitieron tomar buenas

planeta para obtener

al-

un buen punto observado.

Esa noche i ei dia siguiente pasaron sin novedad. En la tarde, con el Cabo Vírjenes a la vista, procuraron divisar a la «Magallanes», la que según lo convenido, debia esperarles en las inmediaciones. Pero como no la descubrieran, supusieron que ellos con su buen andar se habían adelantado.

El resuelto i buen marino Lynch, no se hizo esperar para tomar una pronta resolución luego salió de su boca la voz de mando: «¡Brazas por babor!» «Orza, timonel!» E hicieron rumbo firme al Cabo Vírjenes. i

Cualquier marino que conozca aquel lugar, puede creer que

rumbo

se hacia a pasar

un par de

Nó, señores. El hizo rumbo

millas al sur de la roca Nassan.

canalizo que

al

el

queda entre

la

roca

i

el

cabo, pues el capitán-teniente en toda conciencia hizo esta atrevida

maniobra para barloventear

i

poder tomar fondeadero en Dun-

genes.

Ya ro lo

la

noche

mas pronto

se venia encima.

posible.

Era necesario

Amurados por

estribor

llegar al fondeade-

como

iban, forza-

andar posible i alcanzar el fondeadero interior de punta Uungenes, que era el que convenia para quedar a ron de vela para dar todo sotavento de la punta.

el


— Ya los

oscurito

i

el

bien cerca de Dungenes, orzaron todo

famosos anclotes en

Como

61

i

largaron

fondeadero conveniente.

el

tenedero era correntoso, las amarras malas

amenazante, se estableció una

estricta vijilancia

i

tiempo

el

para tomar medidas

oportunas, en caso necesario.

noche el viento saltó al O. N. O i principió a que sabe hacerlo en esas rejiones, i que por lo jeneral pone en aprietos a cualquier embarcación que encuentra mal

A

las

once de

soplar con

la furia

la

prevenida.

Con

este

cambio de

viento, la

punta que dejaron por

proa

la

para resguardarse, quedó ahora por sotavento, haciendo peligrosa

la

situación del buque.

El cataclismo no se hizo esperar. Poco después de media noche buque principió a garrar. Bracearon las vergas convenientemente para que en combinación con el timón que obedecia a la corriente los hiciese garrar paralelos a la costa. En un principio todo iba mui el

bien; pero al doblar la

sobre

puntilla, el desvío

La mar estaba ya mui

ajitada; las olas

tado, saltando sobre la cubierta; el

zos

de

la

corriente los echó

la tierra.

empezó

a desquiciar

i

reventaban contra

buque con

los golpes

desconcertar la arboladura.

i

el

cos-

barquina-

En

pocas pala-

un

bote,

bras: estaban perdidos.

La situación era por demás

difícil,

no tenían

ni

no

se

divisaba un buque, ni alma viviente que pudiese siquiera compadecerse de aquellos náufragos.

ni i

la

La noche era oscura como boca de

se veía, sólo se sentía el estrépito

el crujir del

de las

lobo,

olas, el rujir del viento

buque revolcado por aquella reventazón. la barca, que iba como pasajero, el teniente Lynch

El capitán de i

el

guardia-jiiariua tídva Palma, se reunieron en

consejo para ver

qué resolución podían tomar. No había mucho que discutir, lo único que podían pretender i con mui problemático resultado, era ganar la playa. ¿Cómo hacer esto cuando la reventazón entre la playa el buque formaba un inmenso toibellino? Así i todo habia que intentarlo. Se hizo formar la tripulación, se les impuso de lo difícil del caso, haciéndoles presente que para poder salvarse era necesario que alguien se prestase para ser arrojado al agua, amarrado a un cabo, para llegar a nado hasta tierra. El hombre que espusiese su vida en un acto de tanta abnegación, seria el salvador i


62

de un puñado de jente desamparada. La oficialidad con su mirada serena contempló a la tripulación. Estos miraron a sus jefes. Cada corazón

latia

do hacia

el

con violencia

i

en cada uno de

ellos brotó

un

recuer-

hogar lejano, donde una madre o una esposa velaría por

ellos.

La respuesta hacia

Brito, lleno

liente Francisco

uno

aquella pregunta casi muda, que cada

se hacia en su interior, no se hizo esperar mucho. El famoso

de coraje, dirijiéndose

i

va-

al

comandante,

esclamó:

— ¡Yo voi, señor! Momento solemne,

aterrador...

amarró un cabo a la cintura, subió a la borda, desafiando con su mirada el peligro, i con el pensamiento en Dios, el cuerpo de aquel valiente se hundió en el agua. Se

le

Parece que intencionalmente la noche habia oscurecido mas, mar aumentaba gradualmente.

el

ruido sordo del

La zozobra ban

la cubierta

i

la

de

congoja invadieron los ánimos de cuantos pisa-

la

«Jeanne Amelie».

Trascurridos algunos minutos, tiempo suficiente

aquel dilema de vida o muerte, se pensó

en recojer

el

para decidir cabo^ creyen-

do fracasado aquel intento. El grito de «¡Ya estoi en tierra!» dado por Brito desde la playa, sobrepujó al bramido del mar i al rujir del viento, llevando un soplo do vida a aquellos hombres que, estáticos e inmóviles, esperaban oir el bramido del contramaestre con la misma ansiedad que el reo escucha la lectura de las últimas palabras de su sentencia.

Una

vez comunicados

otro cabo mas grueso rivel

i

con

tierra,

no fué tarea

los útiles necesarios

para

difícil

enviar

establecer el anda-

de salvamento. Antes de media hora todos estaban en salvo,

con escepcion del cocinero, que anduvo con menos suerte que

los

demás. Se refujiaron en una pirámide de madera, señalar a los

navegantes

la

que servia para i somera pun-

posición de aquella baja

tilla.

Con

sus ropas humedecidas,

galletas, se cobijaron al socaire

vivieron dos dias

i

un

de

la

barril de

agua

i

medio saco de

desvencijada pirámide, donde

sus noches, teniendo por lecho la arena, por co-


— bija el cielo

i

por calentador

el

63

huracán, que con su ímpetu los tenia

llenos de arena.

La (Magallanes» llegó al siguiente dia, i aunque se impuso del n mfrajio de la situación de sus tripulantes, no le fué posible prestarles socorro ni ausilio de ninguna especie. Antes de terminar esta narración, un deber de gratitud i justicia me obliga a dedicar unas cuantas palabras a aquel marinero Francisco Brito, que be llamado famoso i valiente. El nombre da Brito está inscrito en la memoria de todo el personal de la Armada. No hai en vida Almirante ni oficial que no haya servido junto a ese hombre; no existe uu comandante ni marinero viejo, que no lo reconozca como a un maestro. Sus servicios, proezas, actos de valentía i arrojo, son tantos, que seria tarea larga enumerar sólo unos pocos. Con su altruismo, conocimientos marineros i especialmente i

por su valentía,se había conquistado en

Armada un derecho

la

es-

pecial.

No

habia jefe que no lo reclamase para su buque, pues sabian

mui bien que en temporal o en casos difíciles, Brito, para su comandante era un perro fiel, que no sabia dormir cuando sus servicios eran necesarios.

¡Cuántas veces i

desde

la

decir a su fio le

puerta, jefe:

llevándose

¿Ss puede,

respetuosamente la

mi comandante?

contestaba: Sí, Brito, entra,

con sus dedos torcidos

i

c >n su atado de tilástica

do su gorra vis al

al sucio

cámara

llegar a Brito a la

vi

siéntate,

quebrados, por

que nunca

le

i

i

del

comandante

mano

éste

a la gorra,

con todo

cari-

aquel rudo marinero,

lo jeneral

todo empapado

i

hacia falta en la mano, tiran-

antes de entiar, tomaba asiento haciendo vis-a-

comandante, dejando su

rollo

de

filástica

sobre la

mesa

i

esperaba.

mayordomo, que sabia lo que aquella visita significacon un vaso i una botella de vino i le servia al guardián Brito. Este lo tomaba a la salud de su comandante i se reEl

ba, luego aparecía

tiraba.

En una

ocasión en que yo mandaba

el

«Abtao», en viaje

al

Me-

diterráneo, al pasar frente a Dungenes, con las gavias arrizadas, el

trinquete en calzones

i

andando 10^

millas, el

guardián Brito, que


64

también era mi compañero de puente, testo:

me

Sí,

viaje,

acercándose a

la escala del

habla desde abajo: ¿Se puede, mi comandante? Le con-.

¿qué quiere?

Este sube tranquilamente

derecha a

la gorra,

con

i

llevándose militarmente la

la izquierda

me indica

la

mano

punta en que juntos

habíamos naufragado, i con tono satisfecho me dice: ¿Se acuerda, mi comandante? Apretando la mano áspera de aquel rudo marinero, le contesté: Sí, hombre, gracias! Esa tarde Brito comió en compañía de su comandante.




;?'^,.x <> <>¿»

La Toma de Pisagua

i

el

•;

:•

-

guardián Brito

Al amanecer del dia 2 de Noviembre de 1879, parte de cuadra de Chile, al

i

un buen número de

puerto de Pisagua

la

>.

la

Es-

trasportes, presentaba Érente

primera división del Ejército chileno que iba

a operar en la provincia peruana de Tarapacá.

Tan pronto como

las

primeras claridades del alba rompieron

el

empinados cerros del puerto, el «Cochrane» i la «O'Higgins», que componían la primera división; la «Magallanes» i «Covadonga» la segunda, se lanzaron resueltamente dentro del puerto para batir los fuertes que a norte i sur defendían

velo calimoso que cubría los

la entrada.

El silencio

mas al

ruido que

i

el

la

de

calma eran completos, a bordo no las máquinas i el producido por

se sentía las

aguas

chocar contra los costados. Ni una voz de mando, ni una cor-

neta,

nada que significase que allí dentro de esos buques iban hombres llenos de vigor i de vida, dispuestos a renpor la bandera, que en esos momentos se izaba para cu-

cientos de dirla

brirlos

i

servirles de mortaja,

si

así lo exijiesen las

condiciones del

combate.

Todo a

la

mano

el

mundo en

del cabo, se

la dirección del fuerte

sus puestos, los cañones cargados

i

obedientes

ronzaban lentamente, siguiendo con sus miras

que iban a

batir.

C DÉLA M. Ch. 5


Los comandantes, a su vez, de sus buques hacia

Desde distancias

sus fuegos

paro fué

que i

¡rail

¡tres

novecientos metros!

rail

el

las

quinientos me-

—El fuerte sur

su granada pasa silbando por sobre

i

empezara

El «Cochrane» sur,

rumbo

con su pizarra iba indicando

separaban del fuerte:

los

el

rompe

buque. Este

dis-

palabra de orden para que los cuatro buques rompiesen

la

sus fuegos

mismo

las cofas, el oficial piloto

¡tres mil!...

tros!...

el

por indicaciones, dirijian

i

objetivo.

con su nutrido

el

la

i

i

duelo.

«O'Higgins», que estaban dedicados

certero

fuego,

lo

al

fuerte

mantenían constantement e

i humo, producido al reventar la? granadas contra La lucha seguia, hasta que un preciso certero disparo de la colisa mandada por el guardián Francisco Brito, pegándole sobre la muñonera del cañón, lo inutilizó i dio de baja casi a toda la dotación del fuerte, quedando con esto cumplida la misión de los

cubierto de tierra

sus parapetos.

i

buques para con los fuertes. Por esos momentos, ya los trasportes acercándose al puerto, habían tomado en las embarcaciones menores el primer continjente de tropas, que debia poner pié en tierra. Los buques de guerra, ya desocupados de los fuertes, se acercaron a tierra para protejer el desembarco contra las fuerzas enemigas, ocultas tras las piedras, casas montones de salitre. Antes de llegar las embarcaciones a tierra, ya el cañoneo i el combate se habian hecho jenerales, entrando en acción los buques, todas las fuerzas enemigas i los chilenos, a medida que iban desemi

barcando.

El incendio de

población

la

i

del salitre

no

se hizo esperar, pro-

humareda que en muchos lugares era asfixiante. La configuración de la bahía, espaldeada por cerros mui altos,

duciendo esta combinación una conflagración

formaba de todo

este

nazo, descarga de veces, haciendo

i

conjunto un tremendo saco, donde cada caño-

rifle

o detonación de salitre repercutía cientos de

un ruido

infernal

i

aterrador: era aquello

un verda-

dero infierno.

Como

mas

el primer continjente fué desembarcano fué desembarcado, sino tirado a las rocas de un lugar, que no es desembarcadero, i mas que todo, lan-

do en

decia

los botes;

zado en

arriba,

digo mal,

las astas del toro,

que

allí,

a mansalva, bien atrincherado

si


hacían de los nuestros una matanza segura; pero

a corta distancia,

no por

esto faltó

-

67

un Amador

Barrientes,

que arrancando

la

bandera

de su bote, saltó sobre una colina, enarbolando por primera vez en aquella tierra el tricolor chileno, para indicar a los de a bordo que

camino de la gloria. El segundo continjente principió a llegar al mismo lugar i en peores condiciones que el primero. Estos eran apiñados en lanchas allí

estaba

planas

i

el

remolcados hasta

las

rocas,

se les largaba el

remolque,

i

¿Qué sucedería con esos pobres que no podian desembarcar, ni hacerse mar afuera, ni siquiera hacer uso de sus armas? No podian hacer otra cosa que esperar i encomendar su alma a Dios. ¡adiós!

Mientras tanto, los enemigos se habían atrincherado arriba, en camino de zig-zag del ferrocarril i dominando desde allí completamente la pendiente del cerro, no permitían subir a ninguno de los el

nuestros.

La

situación era por

bia quién no censurase la

demás difícil, el clamoreo manera inconsulta cómo

jeneral,

i

no ha-

se inició aquella

operación de guerra.

Aquel puñado de valientes estaba metido en una ratonera; ni desembarcadas ni los buques podian desalojar aquel atrincheramiento que estaba haciendo tantos perjuicios i estragos. Ayudantes del Estado Mayor fueron a todos los buques casi a suplicar que hiciesen fuego sobre aquella altura. En todos se les daba la contestación de que los cañones no podian dar esa elevación. Ya la cosa iba siendo grave i las caras se ponían largas i acontecidas. Felizmente, en la «O'Higgins» hubo una buena idea. El oficial de artillería indicó a su comandante Montt la conveniencia de colocar todos los pesos i artillería, menos un cañón, al costado de babor, para así tumbar bien el buque, i con el único cañón que quedaba al otro lado i a toda elevación, hacer la prueba de si así se al-

las fuerzas

canzaría.

Antes de cinco minutos ya a completamente acostada, i sólo una

do

al cielo

por

el

el

«O'Higgins se

le

veia

asomaba como apuntan-

oficial-piloto, dio la distancia:

cabo de ese cañón, saca

Brito,

culata sobre la esplanada

que

colisa se

costado de estribor.

El teniente Herrera, cincuenta metros!

la gallarda

i

la

¡novecientos

cuña, asienta la

cruzándose de piernas, sin preocuparse

retroceso podia dar cuenta de

él,

puso su alma en aquella pun-


68

Todos a bordo estábamos pendientes de aquel tiro; Brito, con calma de un aguerrido, no se precipita con su mano de dedos torcidos, manda a la derecha, a la izquierda; todos estamos suspentería.

la

sos

i

i

fijos

en ese hombre. Tira

retroceso; se para erguido

i

la

mira

diana de todos los buques fué

rabiza

Brito es

i

la trinchera.

el

Un

arrollado por el

hurra jeneral

i

una

que aquel hombre recibió

festejo

por tan famoso disparo.

campo enemigo, con esa se nuestros subiesen sin mas inconve-

La granada reventó en medio encontró la clave para que los

del

i

niente.

Por esos momentos,

los

botes que habían llevado

el

continjente, principiaban a llegar a sus buques para enviar

primer

mas

re-

fuerzos.

La «O'Higgins» habia enviado doce remeros, un patrón

i

el

varios

teniente

J.

i

entre ellos

una falúa de

M. Santa Cruz, a cargo de

ella.

Esta embarcación, que momentos antes salia de a bordo carga-

da de corazones que

latían por

zo

bueno que

rido,

i

el

le

quedaba

al

regresaba ahora pesada-

su Patria,

mente, impulsada sólo por cuatro remeros

i

diri jida

teniente Sania Cruz;

resto de la dotación

yacia en

el

el

por

el

único bra-

otro lo tenia he-

fondo del bote, muertos o

nadando en un mar de sangre. Inmediatamente se la alijeró de aquel lúgubre cargamento, dándole una nueva tripulación para seguir el desembarco. Brito, que ya habia concluido su trabajo en la artillería, fué el primero en saltar a la falúa i apoderándose de su caña de gobierno, nuevamente iba en

heridos,

busca del peligro.


Primera bandera chilena en

El año 79, cuando se rompieron

el

de

Alto

Pisagua

las hostilidades

con Bolivia, a

tomó posesión de Antofagasta se arrimó allí nuestro diminuto Ejército, compuesto entonces mas o menos de unos 2,000 hombres de las tres armas. Al iniciar este movimiento guerrero; se tocó llamada en los cuarteles para enrolar a los defensores de la patria. No hubo necesidad principios de Febrero, se

porque todo

de

repetirlo,

de

la victoria,

i

i

el

mundo

al sentir los clarines

presurosos corrieron a llenar las

filas

de

precursores

los batallones,

pronto sus cuadros se vieron completos.

Mas

tarde, al ver

que no era

sólo Bolivia con quien

temamos que

vérnoslas, sino también con su aliado el Perú, entonces el patriotismo

hizo esplosion,

i

pedia armas para I

en entusiastas pobladas se vivaba a ir

la patria

i

se

a su defensa.

movimiento no era de bullanga, sino que era positivo, demostrándose antes de mucho en fuerzas efectivas, que en

este

tanjible,

compactos batallones cada provincia se esmeraba en mandarlos con sus nombres a hacerse representar en las se a estos batallones elcontinjente

filas del

Ejército. Agregúe-

de ciudadanos chilenos espulsados

Perú que también acudían a los cuarteles, se comprenderá la prontitud con que Antofagasta se vio convertido en un verdadero campamento, i aquel diminuto Ejército lo vemos incrementarse en 7, 10, i hasta cerca de 15 mil hombres. del

i


70

Durante

prolongada paz que reinó en

la

conflicto, el Ejército

país antes de este

el

siempre se mantuvo diseminado en guarnicio-

nes poco numerosas repartidas en varios- puntos de

la

República.

Las necesidades de esos cuerpos, eran fácilmente atendidas por sus jefes en sus propios cuarteles, rales

i

las inspecciones

de

ellos,

estado de cosas la indiferencia

i

i

el

contacto con los oíiciales jene-

eran casi nulas,

i si

se

agrega a ese

poca atención que se prestaba a las

fuerzas armadas, se comprenderá las grandes dificultades que ahora se iban a hacer sentir al reunir

un

Ejército numeroso.

El peso de responsabilidad que se iba a echar sobre

hombros

que asumiese su mando, era enorme.

del Jeneral

Se

los

entregaba un grupo de hombres armados, pero de ahí a

le

que fuese un Ejército de cohesión flexible, de movilidad i de fácil manejo, habia un gran mundo de distancia. Ese Jeneral tenia bajo sus órdenes muchos soldados; pero no tenia una intendencia con que abastecer sus necesidades, no tenia un parque, no habia ambulancia, no habia trenes de bagajes, no habia nada. I no era eso lo peor, sino que ni aun habia reglamentos, libros o algo que les pudiese enseñar

cómo remediar

Mas

no se tenia una táctica adecuada al armamento moque iba a tener que batirse. El existente entonces era usó con el fusil de chispa.

todavía,

derno contra el

que

se

esos defectos.

el

Pero, a pesar de tantas deficiencias, con todo patriotismo

puso hombros a ganización

En un

i

la

empresa para subsanarlas

i

salir

se le

airoso en su or-

cosechar con ese trabajo laureles para la patria.

principio

Estado Mayor, que tampoco

el

cual no habia reglamentación, asumió en

nejo de tantas

i

sí el

existia,

engorroso

i

i

para

difícil

el

ma-

tan variadas distribuciones, hasta que poco a poco

fueron segregándolas

i

entregándoselas a las personas para ellas

nombradas. Felizmente

los

hermanos Diego

i

Baldomero Dublé Almeida,

quienes poseían un valioso libro reglamentario, escrito por

el

famo-

so Jeneral ingles Sir G. Wolseley, subsanó en parte muchas de estas deficiencias, de ese libro se sacó reglamentos i consejos para todo lo

concerniente a un Ejército disperso,

i

su movilización; de

novedad entonces entre

los nuestros,

i

él se

sacó

el

orden

que en un principio

encontró gran resistencia su aceptación entre los antiguos jefes,

i

de


-ílesc

nuevo sistema fué que a esos instruidos

llamase

oficiales se les

con sorna «los dispersos».

Como

comprenderá, para hacer calzar ese rodaje en nueva

se

formación, se presentaron grandes dificultades, sobre todo para encontrar las personas adecuadas; de ahí los trajines de Ministros, ajentes

de Gobierno

llevaban

i

otras personas que, en continuos viajes a la capital,

traían ideas planes,

i

Felizmente

aminoró ni perturbó jefes

oficiales se

i

etc., etc.

organización

la

el

i

formación de esas distribuciones no

entusiasmo, constancia

dedicaban a

dos; así se les veia desde

el

evolucionando cerro arriba

i

enseñanza

i

aclarar, tarde

i

la

i

enerjía, con

que

los

disciplina de sus solda-

mañana, trabajando

i

abajo en los cálidos arenales de esas

playas.

Era retreta

tal el

todo

cansancio con que se concluía

el

mundo dormía profundamente,

diana nuevamente, se

En otros,

esta

el dia,

dura

la

sarrollar los planes de

toque de

al

al despertarlos

la

imajinaba que acababan de acostarse.

les

penosa tarea trascurrieron

i

esperando que

i

que

escuadra aclarase

los

la ruta del

meses unos

mar

campaña concebidos; pero también

i

tras

poder de-

la

escuadra

tropezó con múltiples inconvenientes; unos debidos a la falta de ele-

mentos

preparación, otros a equivocaciones

i

concurriendo todos

Con

la

dó espeuito

ellos

a demorar

captura del «Huáscar», i

se principió a

la el

acumular

mentos necesarios para conducir

errores

8 de Octubre, ya el i

estratégicos,

campo que-

organizar los trasportes

Ejército

el

i

movilización del Ejército.

i

ele-

donde fuese necesario.

*

* *

A

de Octubre se encuentran ya reunidos buques que debían componer el convoi.

fines

trasportes

i

Siguiendo un detallado

i

el

último

la

tropa

i

cerrando

«manco Escala», como

el

un

brazo, perdido en acción de guerra. los

últimos dias del mes, perturbando

embarque de una manera estraordinaria

i

el

el

em-

caballada, dejando

embarque con

Jefe,

*e

i

el

Comandante

llamaba a este Jeneral por

en

En

todos los

estudiado plan, se principió por

barque del parque, víveres, material de guerra para

casi

faltarle

plan, se precipitó el

mui apurada.


— Esto obedeció, según se

72

dijo,

a órdenes perentorias del Gobierno,

Cuerpo Diplomático de Santiago, que principiaba a jestionar para que la espcdicion sobre el territorio peruano no se llevase a efecto, ofreciendo que aquel pais pagaría los para así desbaratar la petición del

gastos e indemnizaciones.

Al ser esto efectivo,

la

determinación del Gobierno para seguir

adelante no pudo sino ser aplaudida;

se hubiere

si

hecho caso a

aquella intromisión, los peruanos habrían ganado tiempo para rehacer su escuadra, te

mas

con

i

los

mayores recursos que tenían, posiblemen-

tarde nos habríamos visto envueltos en idénticas complicacio-

nes, pero en peores condiciones.

El 28 de Octubre, con todo ya embarcado, se dio la orden de zarpe;

vapor «Copiapó», con

el

que, debia

buco;

«Angamos»

el

velero «Elvira Alvarez» a remol-

el

a Mejillones a tomar los batallones Zapadores

ir

«Covadonga» a Tocopilla a tomar

i

de Marina; estos buques debían juntarse a Mejillones

i

40 millas

al

El 29 en la tarde, como se demorase demasiado

«Amazonas», buque

nes en su buscaa; no lo encuentra en oeste,

allí

lo

divisa siguiendo

ahora va a Tocopilla en busca de

poco

los encuentra;

se

la Artillería

grueso del convoi, frente

al oeste.

llegar al rendez-vous, el

al

Chaca-

i

dirije

«Copiapó» en

nuevamente el «Amazonas», «Angamos», tam-

puerto; vuelve

rumbo

la

al norte;

«Covadonga»

2.°

al

el

el

regresa a Mejillo-

jefe,

i

rendez-vouz, frente a Pisagua,

donde debian reunirse todos los buques; tampoco los encuentra. Ahora vuelve al sur, se le descompone la máquina al «Amazonas». El Jeneral se manifiesta sumamente contrariado, a

que en una reunión a el

raiz

tal

estremo

al

Ministro

de estas dificultades, propone

regreso del Ejército a Antofagasta; felizmente la calma

terio

i

buen

cri-

de don Rafael Sotomayor, reforzado por Baquedano, que en su

cortado

i

conocido lenguaje decia: nó, nó...

a esta oposición

no cometimos

el

en esa gran empresa que iba a ser

Al amanecer del

1.°

el

plan, el plan;

i

gracias

grandísimo disparate de volver atrás la

decisiva en la suerte de la patria.

de Noviembre, se avistan

humos en

varias

buques del convoi; a Dios gracias, ya todos eetán aproximan al buque Jefe. Gran contento, canciones na-

direcciones; son los

juntos

i

se

cionales, burras

i

momento supremo

manifestaciones de regocijos por todos lados, se aproxima.

el


Torre Blanea eoloeando

la

primera bandera en

Alto de Pisagua

el


— te:

a

me

74

encontraba, señor, a inmediaciones de mi ambulancia, cuando

no mucha

distancia se

me

presenta

un soldado medio desnudo, con

al cinto i el rifle en la mano, se lleva éste a la cara i me apunta en actitud de dar fuego; no teniendo yo defensa alguna, se me ocurrió descubrirme i mostrarle la corona; el soldado, probable-

su canana

lo

mente, conoció en mi tonsura que yo no era un soldado de guerra, sino de Cristo,

Retiró

el

representante de

i

la Iglesia.

dedo del disparador

que andaba también

casi

i

juntándose con otro compañero

desnudo, entraron a una casa inmediata.

Estos soldados, al desembarcar, tuvieron que echarse

como

el

peso del uniforme mojado

se habían desprendido de

En

la

les

agua,

al

impedia ascender con

i

lijereza,

él.

casa donde entraron, encontraron un piano,

i

los

dos ha-

ciendo sonar las teclas, entonaban a su manera la Canción Nacional.

Un himno

con algunos soldados que venia llegando,

oficial

nacional, se acerca,

brando

i

al oir

encuentra a aquellos descamisados

el

cele-

el triunfo.

Los hizo

salir,

i

juntos con los recien llegados se acercaron a un

poste del telégrafo, de donde se

dominaba

la bahía;

subiéndose uno

sobre los hombros de otro, hicieron la escala humana, hasta que

el

de mas arriba alcanzase a

la

la

punta del

palo,

i

allí

desplegaron

bandera chilena.

— Bueno, señor sacerdote, nocer a ese —El semblante de ese mientras viva, — Bueno, entonces vaya con

le dijo el

Coronel,

¿i

podría Ud. reco-

oficial?

oficial,

señor Coronel, no se

me

olvidará

contestó.

i

este oficial

ayudante para buscarlo

hacerlo venir; lo necesito.

A

poco andar, en una herrería, había un

puño de su espada en

la

El clérigo dijo a su acompañante: ahí

Se

le

llama

lleva a presencia de

i

oficial

componiendo

el

punta de una bigornia. está, señor, ese es.

don Emilio Sotomayor.

Interrogado sobre aquel suceso, lo corroboró en todas sus partes, i

dijo

haber sido

él el

que

izó la bandera.

— cómo llama Ud., señor? —Rafael Torreblanca. ¿I

se


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«ce

cIjVcíoVcIj

El

Por jente,

lo

Guardian Alvarado

j enera!,

en

los batallones,

el

i

Alcoholismo

buques o congregaciones de

siempre bai individuos que por su intelijencia, su carácter o

común de

por condiciones especiales, saliendo del

pasan a ocupar puestos de preferencia ante el

sus compañeros,

el resto

de los suyos

i

concepto de sus superiores.

Los que lian hecho campañas i vivido bajo la tienda o a la sombra de un velámeu, ¿cuántas veces entre esos cientos de hombres no han visto salir un payaso que es el reir de todos? ¿Cuántas otras un orador que los seduce con su palabra i cuentos?

un hombre buen saber?

¿I cuántas otras

su valor, criterio

i

pausado

serio,

i

que

se

impone por

Cipriano Alvarado, individuo de quien voi a ocuparme, con

propiedad puede contarse entre los de este último

tipo.

El año 79, en la campaña del Pacífico, a bordo de la corbeta «O'Higgins», Alvarado ocupaba el puesto de guardián 1.°; sus condiciones físicas,

mos de

precisamente, correspondian a aquellos que llama-

raza chilena; de regular estatura, ancho de espaldas, ner-

vudo, enjuto de caderas, pelo negro color trigueño labio superior

i

tostado por

el

aire

i

como el de su bigote, una partidura en el de la profesión; en una

tieso

del mar,

marcaba alguna peripecia


— palabra,

un bonito

era

todo este aspecto con "mientos

pericia en el

i

bra habia que dejarlo, jica voz

de marinero chileno, corroborándose

fama adquirida lealmente con sus conociarte; cuando Alvarado dirijia alguna maniose imponia no sólo por su vibrante i enér-

la

de mando, sino también porque todo

Sus jefes tenían llamado

tipo

76

tal

hacia bien.

lo

aprecio por este hombre, que siempre era

elejido para ponerlo a cargo de cualquier operación deli-

i

cada.

Como N.°

3,

no habia quien se le pusiese al lado; el colisa 1.°, era no sólo renombrado en su buque,

artillero,

del cual era su cabo

sino en la Escuadra,

i

de este cabo de cañón fué de donde nació la

fama adquirida por la corbeta de ser la de mejores artilleros. El Comandante de un buque ingles que presenció la toma de en carta particular, refiriéndose

Pisagua,

al

fuego de

de

artillería

la

«her firing was splendid and as

«O'Higgins», decia lo siguiente: accurate as posible».

Cuando

los jefes del

«O'Higgins» fueron trasbordados

dado «Blanco Encalada» no pudieron desprenderse de varon consigo. Pero, desgraciadamente, ese roble,

de marinero a

Cuando vérsele;

tenia en

flote,

hombre

este

él

i

al blin-

se

lo. lle-

ese hércules, ese ejemplar

un abominable

vicio: el alcohol.

iba a tierra con permiso, era digno de

su traje limpio, correcto, su buen pito de plata, su guapo

pañuelo de seda; era un gallardo marinero; pero con poner pié en tierra se tropezaba

con ese rosario de pocilgas

i

podredumbres que

están siempre con su hocico abierto para absorberse, robar tir

a esos pobres trabajadores del mar, que van

producto de su trabajo

i

a destruir

allí

a

i

perver-

malbaratar

el

organismo.

el

Aquel guardián, que a bordo era una potencia, aquel Alvarado i respetado de sus subalternos, media hora después de estar en tierra, no era el mismo hombre; i de intelijente i bravo se convertía en bruto e idiota; del flamante traje, ya no le querido de sus jefes

quedaba en

el

cuerpo sino

para cubrirle

lo preciso

i embadurnado. Embotados ya sus sentidos por

las carnes,

i

éste,

sucio, estropeado

que llevaba,

los usufructuarios

que alguien daba mas de sí.

arrojarlo a la calle para

que para

ellos

no

les

el vicio

i

esquilmado de todo

lo

de aquel crimen no tardaban en se hiciese cargo

de aquello, ya


— ¡Pobre Al varado!

77

El hércules,

el

guardián del «O'Higgins»,

descalzo, sin sombrero, en camiseta, entrilintrollado por dos policiales

rodeado por un número de curiosos, era conducido a

i

bozos de

Rescatado de su buque, venia en seguida de noche veia perseguidores

Sus calmar

oficiales,

la

la

parte terrible, la

no habia cómo contener aquel hombre, que de dia

furia del delirio; i

los cala-

la policía.

i

fantasmas.

sus compañeros, procuraban

de alguna manera

exaltación de aquel loco; todo era en vano,

agua donde

sicario varias veces del

habia que amarrarlo

i

después de

se arrojaba en su desesperación,

como a un animal.

Sus jefes no hallaban cómo encarrilar aquel desgraciado, tocando en él todos los recursos imajinables; en algunas ocasiones, cuando ya se

le

llegar en el

maestría del oido

el

nuevamente se le veia mismo estado de miseria, hasta que alguien, con la confesor i el cariño de la amistad, pudo soplarle al

creia

«horro

i

sometido

el

i

a

tado en

el vicio,

otro

cuando

se habia triunfado, arrojando

veneno cojido en

tierra,

las bacanales,

prosperó rápidamente,

Cipriano Al varado yacía bajo

tantos otros segados alcohol.

i

habia cimen-

aquella constitución de acero, la tuberculosis, prohijada

como en buena meses,

la razón,

afecto a la familia; pero, desgraciadamente, aquel

arrepentimiento vino tarde,

un lado

dado a

en

i

tierra,

temprana edad por

la

a la vuelta de pocos

haciendo compañía a maldita guadaña del



DAR LA VELA Es

<

posible

que

al

leer este título

i

ver su desarrollo marinero,

i con justa razón: ¿a qué nos mete en este tecnicismo nombres i maniobras que nada nos importan? Para el lego que no las entiende o que .las mira con indiferencia, forzosamente tienen que ser una lata insípida con gusto a nada; pero para el que es o ha sido marino, o para el que ha andado en la mar, entre velas cordeles, con seguridad que esos recuerdos le saben a mar le traerán a la memoria mil epi'sodios e incidentes que le han hecho sentir emociones completamente distintas de las que se sienten en tierra o en cualquier otro mediun de vida. Desde que se leva las anclas o se larga de la boya para hacerse

el

i

lector

diga,

entra en

.i

i

i

a la mar, todo es novedad.-

A den

la

voz de

mando del Comandante, pesadamente se desprenlas manos de los marineros que en las vergas las

velas de

las

tenían asidas esperando esta orden.

Al mismo tiempo en cubierta,

el resto de la tripulación, en meuna confusión de cabos que suben i bajan, de las voces de mando pitos de los guardianes, la jente que corre por todos lados, amarrando unos cabos i soltando otros, hasta que después dé tanta confusión, las velas quedan completamente desplegadas, estiradas i llenas con la brisa que las infla, moviéndose en suave vaivén, como

dio de

i


— si

80

sueño en que hasta ese momento habían estado

esperezaran del

obligadas por las amarras que las tenían sujetas.

El que por primera vez presencia esas operaciones, no com-

prende cómo

se entienden

en

tal

laberinto de cabos, velas

i

variedad

de objetos en que cada uno, llamado bajo nombre especial, dejan en ayunas

al

que

0}r e ese lenguaje,

que obedece a un vocablo espe-

cial.

enjambre era en tiempo no muí lejano, los elementos marino echaba mano para combinarlos con el viento i sacar de esa combinación el motor con que se movían los buques.

Todo

de que

ese

el

El estudio detallado

i

escrupuloso de ese material,

i

mas que

i constante que ^llos requerían para dar segubuenos resultados, hacían de la navegación un verdadero arte, arte que no se aprendía en los puertos ni en los libros, sino que era menester adquirirlo a fuerza de comer mucha galleta i curtirse la cutis con el sol i el agua sajada. Cuando un marino llegaba a adquirir reputación de tal, a ese hombre se le miraba con respeto i admiración, porque se comprende cuántos sacrificios i penalidades habría tenido que esperimentar para llegar a manejar i dominar los elementos. En aquel entonces no había telégrafo, ni máquina para impulsar los buques, no había hélices con qué hacerlos virar, no había

todo, L\ práctica tenaz

ros

i

propulsor para sacarlos de las calmas, ni ausiliarlos en un temporal, i

sin

embargo, esos buques entraban

precisión

para salvar

que ahora

se

los obstáculos,

i

i

salían de puerto, viraban con

con sólo sus

velas, hacían lo

hace a fuerza de máquinas, mecanismos

i

mil otros

artificios.

año 60, i por delante de los diques, en el puerto de Valparaíso, habia amarrada entre boyas i aproada hacia el sur, una Allá por

el

preciosa corbeta de guerra.

Era pasado

el

medio

día, el

movimiento comercial del puerto,

estaba en su apojeo.

La

corbeta,

se

conocía estaba

lista

para hacerse a

la

mar; sus

claraboyas carradas, dentro de los tangones, en fajados los botes

todo guarnido

tado,

como para dar

i

la vela.

El aspecto estenio de ese barco era digno, no sólo de ser pinsino también para hacer el deleite de cualquier profesional o

de persona acostumbrada a juzgar

las cosas del

mar.


o 'cd

Ph cd

> CD

O £=!

CD

c/2

cd

^3 "cd

CD x/i

cd



81

El cobre de su costado, limpio

estremo de rever-

brillante, al

i

como en en un espejo las ondulaciones del mar; la obra muertersa i limpia como un zapato bien lustrado, se destacaba cual

berar ta,

azabache entre

La ba a

blancas fajas de la cinta

las

arboladura, ríjida, recta

las parejas

La

i

i

batayola.

perfectamente amantillada, anda-

en tenida con la nitidez de su costado.

cabullería,

mas que de cáñamo, parecían

barras de acero;

sus vergas, desde los sobres hasta las bajas, tan paralelas estaban

unas con

que

otras,

confundían

se

La blancura de

al mirarlas

de frente.

sus bien aferradas velas, no parecían tales; los

negros tomadores que con cuidadoso esmero gas, las hacían asemejarse a

un

le

quitaban sus arru-

corbata bien arreglada en

cuello de

el

elegante.

En

fin,

todo

conjunto de ese precioso barco arreglado tan

el

cuidadosamente, con seguridad habría dejado satisfecho

al

mas

(xi-

jente inspector.

La suave

i

ondulosa marejada matutina hacia balancearse a

corbeta cual elegante niña que frente

un lado

i

otro, se

observaba hasta

al espejo,

menores

los

la

contorneándose de

detalles antes de lan-

zar sus pasos al bortejeo donde iba a cautivarlas miradas

i

halagos

de sus admiradores.

A

su bordo, la persona que se destacaba de preferencia era

Comandante con su segundo, que a algún rato se paseaban,

i

lo

el

largo de la toldilla hacia ya

cada vez que llegaba a

la

baranda de proa,

levantaba la vista hacia los cerros o a los buques del Almendral,

como

si

de esos parajes esperara algo que necesitase.

En

cubierta, la oficialidad

memente, repartidos

i

i

toda

la tripulación,

vestida unifor-

diseminados en grupos, también estaban

a la

espectaíiva.

El viejo contramaestre, mordiendo su inseparable

en

el

castillo,

mas

a

la

par que

el

Comandante en

pito,

la toldilla;

reinaba

pero a ese

preocupaba la arboladura i su cabullería, antes que toda otra cosa, i de cuando en cuando, sin largar su pito, daba una u otra orden, que salia confundida con las pifias de su pito, en dis-

lobo

lo

tintos tonos

del

i

descompases.

A eso de las dos de la tarde, cuando las banderas de los buques Almendral principiaron a moverse con el viento, el Comandante ('.

I>K I.A

M.

Cll.

'I


— detuvo su marcha,

como para

82

afirmándose en

i

la

hasta que

olfatear la brisa,

baranda, levantó la cabeza

el

cabrilleo de ésta en la su-

comprobó que el tan deseado motor principiaba a entablarse del sur, cuando se afirmó, sin lugar a dudas, en sonora voz, qu3 repercutió de uno a otro estremo, el Comandante dio la mar,

perficie del

le

i

orden de «¡Dar

La

la vela!»

revolución a todo

tomar

el

A tropel,

mundo

el

puesto que

la

a bordo,

i

disputaba

la

i

corrió presuroso a

marinería

i

en verdadero

subida para cuanto antes,

i

en verdadera

menos de un minuto

preferencia

cada uno

correspondía.

le

voz de ¡arriba! gran parte de

se

carrera, en la

de esta voz dada por los guardianes, puso en

repetición

la

cobijar hasta los topes para obtener

ser los primeros en la faena de estar listos para lar-

mismo tiempo de soltar las velas, los marineros mas lijero, se desprendieron guarda abajo, para

gar las velas. Al largadores, a cual

continuar en cubierta las subsiguientes maniobras.

Desde ese instante la nítida i correcta arboladura se convirtió en un verdadero eruirigai, las verbas subían a su reclam a cual mas torcida i al parecer desvencijada, los puños de las velas corrian a su caza dura, los motones, cabos, rolletes, todo crujía hasta que

la

orientación perfecta del velamen,

i

rechinaba,

nuevamente dejó

las

cosas en silencio.

En

buques vecinos, en los muelles, malecones i embarcacomentaban aquellas maniobras, muobservaban chos criticaban de imprudente esa salida; a ambos lados tenia buques tan cerca, que materialmente no habia espacio suficiente ciones,

los

todos

para bornear

jirar hasta

i

pasar por entre

mandante

la

fila

maniobras. Cuando presión

poner

sobre

el

el

i

calle;

pero ese Co-

con sonriente satisfacción seguía sus

viento estaba completamente decidido

velamen hacia que

potrillo

proa hacia afuera para poder

la

de buques que formaban

sabia lo que hacia,

cuando un

i

i

la

corbeta pidiese rienda,

va a principiar su carrera, es decir, que

i

su

como al lar-

garse de sus amarras, pudiese tener bastante salida para gobernar

bien con su timón, sólo entonces

amarras, menos una

que era la amarra Desprendida

un

costado,

el

especial que de

Comandante ordenó la

popa iba a

la

largar las

boya de proa

i

del secreto de esa difícil maniobra. la

corbeta de sus amarras, cayó con fuerza sobre

retenida siempre por

la

de popa, hasta que pudo llenar


— completamente todo por entre

las lilas

el

Era

mar de

la

aparejo en cruz

de buques

daron por tan preciosa

83

i

al

i

lanzarse veloz

mar

son de los aplausos que se

afuera, le

brin-

salida.

simpática «Esmeralda)

sus dominios.

<5áB*

que principiaba a recorrer

el



ÑO BRITO Desde hacia dos

dias,

una de nuestras corbetas manteníase a

capa con sus gavias en terceros rizos

i

la cuchilla

El viento del noroeste ruje sin cesar, valos de nieve,

hace juego con

el

con

la lluvia fria,

hasta sus regalas, crujir la enmaderación de adoloridas,

i

inter-

viento; la mar, con dos dias de

temporal continuo, es tan gruesa, que hace balancearse

como

la

de capeo.

sus cotillas

i

el

buque

rechinar

defendiéndose de ese elemento que a toda costa

parece querer tragársela.

Las olas pasión

i

la

ponen a merced de prueba,

brincan por sobre todo, inundan

i

la

estremecen sin com-

arrebatan cuanto pillan

a su paso.

Las portezuelas de escurran tro,

las

amuradas- se han abierto para que se

salgan por ellas las moles de olas que se encapillan den-

perturbando

meten en i

i

las

el

cámaras

equilibrio i

clavadas las escotillas.

i

manejo de

la

nave,

i

que

si

no

se

entrepuentes, es porque ya se tienen tapadas


— Los cañones, botes

8G

cosas sueltas de cubierta

i

han

sido amarra-

dos a morir, para que, formando como un solo cuerpo con

no

se

muevan

En haber.

cámaras

las

mesas, las

No

buque,

camarotes también está todo amarrado;

i

los libros, las botellas,

sillas,

que tomar en cuenta

hai

ha suprimido,

el

ni se destrocen.

i

el servicio

un

se logra servir

si

las

cuanto objeto suelto* pueda de mesa, porque se

plato de sopa, es fuerza pasár-

con él hacer pruebas de equilibrio para de mano en mano" que no caiga encima. El agua que se había querido evitar bajara de la cubierta, por alguna parte ha encontrado camino corre por las cámaras, haciendo también allí dentro pequeños temporales, que los mozos quieren selo

i

i

a toda costa contrarrestar con sus baldes

Otra vez se ha entrado la

la

i

larapasos.

noche, oscura

como boca de

lobo.

En

cubierta no se ve una luz, porque ésta en candelilla e impediría

ver bien a los que vijilan en aquel recinto. Se han tapado hasta las luces del compás,

i

para observar

pequeño agujero que Parece que con

la

noche,

todo en rededor es agua, lluvia Pero, a pesar de

puente de mando,

se

el

rumbo, hai que hacerlo por un

vuelve a cubrir apenas ya se ha mirado.

se

el

tiempo ha- redoblado su ímpetu;

huracán.

i

todo, allá arriba, en

uno de

los estreñios del

ve desde hace muchas horas, un hombre ves-

completamente con ropa de agua, las piernas calzadas con cubierta la cabeza de un casquete, también de hule con orejeras que le cubren casi por completo el rostro, dejando ver apenas los ojos, la boca i las negras patillas que chorrean agua i de cuando en cuando se le cubren de nieve. Acercándose a él se siente

tido

altas botas

el

i

castañeteo de sus dientes, que

están ateridas

i

necido espuestas

el frió

hace entrechocar, sus manos

casi inútiles, por efecto del al

viento

i

a

tiempo que han perma-

la lluvia.

Parece que para aquel hombre no hubiera descanso, porque en su presencia, unos tras otros, se relevan los turnos de guardia, él

siempre permanece en su

poro

sitio.

El único descanso que suele permitirse, es entrar de tiempo en

tiempo

al

sacudirse

cuarto de cartas, en el

el

mismo

puente, donde después de

agua que chorrea, toma una taza de café i prende un en seguida a su punto de observación. Parece

cigarro, para volver

que esperase algo que hubiese de arrancar de aquel brumoso

hori-


87

zonte, pues de

cuando en cuando saca sus jemelos, observa

los

i

vuelve a guardar bajo su ropa.

Comandante del buque, el único responsable del barco i hombres que van dentro de él. Suenan las doce de la noche, un rayo un relámpago queman el horizonte, i mil truenos retumban en el espacio, como preludiando mayor furia en la naturaleza. Trascurre una hora el t'rio se hace mas mas intenso. Allí, Es

de todos

el

los

i

i

i

bajo

puente hai otro hombre, también en

traje de agua; que ronda como para hacerse ver de su comandante que como no pudiese desde allí llamar la atención, sube pesadamente la escala toel

i

i

mándose de

las

barandas, poco a poco se va acercando, hasta que su reconoce. Es

guardián Brito.

jefe lo nota

i

cido, da las

buenas noches a su jefe e

lo

el

inicia

Este, al verse cono-

respetuosamente

la

con-

versación siguiente:

— ¡Vaya con es,

el tiempo duro, mi comandante! ¿No? hombre, i no hai mas que aguantar.

es.

señor; pero este frió de repente, los truenos

-

— Así — Así

i

aque-

que quiere asomar por el suroeste parecen señas de que ya va a concluir, i si no nos viene un contraste, raspándole

lla

claridad

pasa.

El comandante, volviéndose a popa i levantando cerse oir en oficial

medio

la

del temporal, grita hacia la toldilla

voz para ha-

donde

—¡Guardia-marina de guardia..., baje a mi cámara están

está el

de guardia.

el

barómetro

i

el

i

vea cómo

termómetro!

El aludido atraviesa la cubierta, después de cumplir la orden, i tomándose de aquí de allá para no ser arrollado por los balances, llega al puente i dice al comandante: El barómetro hace dos horas que no se mueve, tiene tendencias a subir, el termómetro ha bajado grado medio. El comandante entonces, dirijiéndose a Brito. que aun permai

i

necia de pie a dos pasos,

le dice:

— Realmente, hombre,

estos son indicios de cambio. ¿Está todo

si viene cambio o un contraste? Acabo de dar vuelta por todo: las brazas están claras, i toda la maniobra que por ahora no se necesita, está colgada al cabulero, lo único que falta es llamar la jente.

listo

para nianiobrar

— Sí,

señor.


— — Bueno, anda,

i

88

proviene a

guardia que esté pronta cuando

la

se la llame.

Contraste es un fenómeno metcorolójico que en la mar,

todo para los buques que navegan a i

cambio brusco

i

suele ser

la vela,

a veces llega a ocasionar la pérdida

de

mui

i

sobre

peligroso

Consiste en

los barcos.

repentino del viento, que de un lado salta

un

diame-

al

tralmente opuesto.

Se comprenderá entonces que en dos dias de mal tiempo,

i

caso que se refiere, llevando

el

de estar soportando mar gruesa, viento

i

toda clase de elementos contrarios, se babian concentrado a bordo

todos los medios disponibles, para

condiciones de que pudiese barajar

amura,

i

de repente calmara

si

bruscamente

estaba bácia

el

el

buque en por

la

no

se obra

viento que se babia estado sopor-

el

viento quedaría

parte débil, para descontrolar

el

inútil

i

buque,

tomando

lo

el

que velamen por la

atraviesa a la

mar

i

lo

deja

las olas.

con rapidez

i

conciencia, los masteleros cbicos se

como todos están ligados entre sí, unos tras otros van derrumbando i en mucbas ocasiones, llegan a desmocharse

rinden se

manejar

i

las olas, es decir,

se fuese al lado contrario, toda la resistencia

becbo un juguete de Si

montar

sesgo o de soslayo.

al

Pero tando

resistirlo i

i

quiebran,

i

completamente.

Los que hemos vivido en Valparaiso hemos

visto con

mucha

frecuencia llegar buques verdaderamente despedazados, con su arbo-

ladura arreglada a parchas,

i

como mejor

se habia podido. Si se iba

a averiguar el orí jen de aquellos desastres, se

eran debidos

Con

al

fenómeno de

esta corta esplicacion se

servación modesta

i

comprenderá el alcance de la obal comandante de la nave.

respetuosa de Brito

Apenas media hora después de

la

conversación entre los dos mari-

nos, se produjo el contraste temido, pero

contrarrestarlo estaban

mas

allá

de

las

comprobaba luego que

los contrastes.

como

tomadas de antemano,

pérdidas de dos botes,

el

las

providencias para

las averías

no pasaron i un raas-

botalón de foque

telerillo.

Si

no hubiese sido

del desastre?

así,

¿quién habría podido prever

la

magnitud


— Va desde

momento

ese

el

-

80

tiempo amainó

con

i

la

primera luz

del dia se dio principio a la tarea de arreglar los desperfectos produ-

cidos por la tormenta.

A

A.M.,ÑoBrito llegaba a

las seis

la cubierta,

echado unas pocas horas de sueño que harto

Lo primero que

después de observar

hizo,

rar su aparejo, sus velas,

i

con

después de haber

precisaba.

le

horizonte, fué mi-

el

de águila que caracteriza

la vista

esperimentado hombre de mar, inmediatamente divisó en

al

la altura

que una de sus gavias, esas velas que habían servido de sujeción manejo durante el mal tiempo, se principiaba a desrelingar o desapretinar en uno de los lados si no se le ponia pronto remedio al mal, con una sacudida cualquiera podia cundir hasta provocar la pérdida i

i

de

vela toda.

la

Así

mo

lo advirtió al oficial

tomar

sin

i

de gavia, de de

resuello,

allí

i

con

rapidez de un ga-

la

se descolgó entre la relinga de la avería

cabo que corre paralelo con

rizo,

cosidura se enrolló

que

de guardia,

trepó por la jarcia hasta llegar a la verga

se sujetan así

relinga,

la

i

i

el

al llegar

amante

a

la des-

como aquellos acróbatas para pedir con ambas manos un aplauso al púel

cabo en

las

piernas,

blico.

Pero en este caso no eran aplausos

los

que iba a pedir Brito;iba que dice: «Las piernas

a poner en práctica aquel proverbio marinero

para mí

Ya ra,

dio

i

las

manos para

el

buque».

sujeto de las piernas, con el rebenque

una

fuerte

amarra a

la

relinga

que tenia en

acercándola a la vela

la cintui

sacan-

do de su gorra una aguja i un rempujo, se puso a trabajar sin tomar en cuenta que allá abajo tenia el abismo del mar, que seria su

tumba

si

un sacudón de

la vela lo hiciese

desprenderse de su débil

seguridad.

En

aquellos tiempos en que por acá no se

de escafandra, era preciso echar

conocían los buzos

mano de hombres de buen

resuello

debajo del agua cada vez que se necesitaba ejecutar trabajos en sumerjido.

Ño

Brito

tampoco era ajeno a

ellos.


— Una

vez saliendo del Callao,

ciertos-enredos,

i

éstos

90

levar

al

el

cadena traia medio de la super-

ancla, la

quedaban como a metro

i

ficie.

Se trabajó con ganchos sin

poder conseguirlo.

contener ropa,

su

Ño

Brito

se

puso nervioso,

echó su gorra a un

impaciencia,

se lanzó de cabeza

i

vicheros para amarrar una espía, pero

i

en

no pudiendo se

bravo lobo de mar,

alijeró

de

mano. A trabajo quedó

agua con una espía en

el

las tres o cuatro zabullidas del

i

lado,

el

la

espedito.

En Ahí do

una espía tomó con varias vueltas

otra ocasión en Valparaíso,

a la hélice del

buque en que

Brito estaba embarcado.

se le vio otra vez trabajar

a la superficie

de tiempo en

lagunas, a descansar

i

tomar

durante mas de una hora, salien-

como un

tiempo,

resuello, hasta

pato de nuestras

que con su

afilada nava-

ja logró quitar aquel estorbo.

Con

las balas se

daba sus confianzas.

El 5 de Octubre del 79, cuando

do

«Huáscar», sin encontrarlo,

al

Escuadra fué a Arica buscan-

la

«Pilcomayo»

la

salió del

puerto

i

sostuvo con nuestra «O'Higgins» un corto cañoneo. Brito servia de cabo en

una

colisa de esta nave.

Cuando

los pro-

«Pilcomayo» principiaron a pasar por encima de las ca" bezas, algunos bisónos de a bordo se agachaban guiados por un na" yectiles

de

la

movimiento.

tural

Brito, entonces dio a

dente,

que

uno de éstos una razón un tanto contuni una esplicacion que él creia mui sin-

lo hizo tastabillar,

cera en estas palabras:

— ¿No

vis,

hombre, que

los

cholos no hacen

mas que meter

bulla?

Podría seguir citando mil otros hechos para personificar a este lobo de mar; pero

como

lo

moria aquellos episodios de

ya dicho sobre todo trayendo a la mela «Jeanne Amelio», en la punta Dungei

Cabo de Hornos, en que, gracias a este motivos mas que suficientes para comprender la justicia con que ha procedido la Dirección Jeneral de la Armada, perpetuando su nombre en uno de sus remolcanes,

i

del «Meteoro»,

hombre salvaron

en

el

sus tripulaciones, hai

dores.

¿Por qué

el

Supremo Gobierno no

obra? Hai en Valparaíso en

el

es

jeneroso

i

completa esta

cementerio de Playa Ancha una tum-


— bn que se

Pama de

la.

91

— una plataforma que un monumento. Por qué no se

marinería, cubierta por

parece esperar que sobre

ella se erija

votan unos pocos pesos

se coloca allí la figura

i

vo lobo de mar que fué

el

de

No

Brito, del bra-

maestro de toda una jeneracion

i

cuyo

ca-

rácter sintetiza el espíritu de todos nuestros marineros?

José Francisco Brito

En la Armada Nacional, creo que raro será el que no haya No Brito, que es a quien representa este retrato.

cono-

cido a

De i

los

Almirantes retirados i en servicio activo, de todos

tripulantes antiguos, difícil será encontrar alguno

litado junto a

los jefes

que no haya mi-

él.

Muí joven

como marinero en los buques de la Armada, i ya en 1858, con 23 años de edad, lo vemos figurar en el bergantín «Meteoro» como marinero primero. I cuando este buquecito estuvo al perderse, en un temporal de equiuoccis en el Cabo de Hornos junto con su compañero el «Pizase enroló


92

odio buques mercantes que corrieron esa suerte, gracias *] pericia desplegada por Brito, que abrigado con el paltó galoneado de su comandante, subió a la arboladura a ejecutar la maniobra salvadora, pudiendo sus tripulantes mas tarde llegar a pié rro»

i

valor

i

des-

calzo a

una de

las iglesias

de Ancud a pagar

la

manda

afrecida

si

se

salvaban de ese cataclismo.

En 1876, lo vemos nuevamente ofrecer su persona para que amarrada de un cabo en medio de un temporal fuese arrojada al agua salvando la tripulación de la barca francesa «Jeanne Amélie», naufragada en la punta Dungenes en el estrecho de Magallanes. En la toma de Pisagua, después de haber figurado con brii

llo,

como "cabo

"en uno

de los cañones déla «O'Higgins», decicuando vio que ahí sus servicios no eran necesarios, se lanzó a manejar uno de los botes que debia hacer el desembarco i que llenos de muertos i heridos acababan de llegar a

diendo

la victoria,

i

su buque.

Estos actos de heroismo

i un sinnúmero de hechos marineros que vida de este lobo del mar, hicieron que la Superioridad Naval, para perpetuar su nombre, llamase «Guardian Brito» a uno de sus remolcadores.

adornan

la

Cuando los achaques de la vejez le obligaron a retirarse de la Armada, no por eso podia este hombre prescindir de seguir en contacto con sus buques i compañeros. Con frecuencia casi a la rastra, se le veia llegar ya a un buque i

o a otro a visitar a sus jefes

La muerte

i

compañeros.

sorprendió en Quillota, privando a algunos Almirantes i jefes superiores, el llevar a cabo un compromiso que tenían hecho, de cargar a hombros a su última morada a este buen servidorde la Armada i de la Patria. le




m

%,

EL CAPITÁN ORELLA A

principios de

Enero

Joaquin Orella abandonaba corporarse a

la

Armada

del

año de 1866,

las aulas

de

la

el

joven don Manuel

Escuela Naval para

in-

Nacional, en calidad de guardia-marina sin

examen.

Como

por aquel entonces

puerto de Valparaíso,

el

la

Escuadra española bloqueaba

joven guardia marina tuvo que

playas de San Antonio en busca del agua salada

mer uniforme con que mas jarlo escrito

con

En

dia,

el

letras

i

bautizar

tarde iba a ennoblecer su

de oro en

cuando un cadete concluye sus le

provee de

libros,

cuanto. puede~nece:itar un guardia-marina en

Con

anterioridad, la Dirección de la

pri-

el

nombre

i

de-

de su patria.

la historia

estudios, antes

desprenderlo del tu telaje escolar, escrupulosamente se todas sus necesidades, se

el

a las

ir

le

de

atiende en

instrumentos, ropa

el servicio

i

de a bordo.

Armada ya ha hecho

pre-

buque escuela que debe llevarlo pii viaje de instrucción. Allí se encontrarán con un Comandante, instructores oficiales elejidos, que velen por el aprendizaje de esos jóvenes, encuadrándolos dentro de los reglamentos programas prolijamente estudiados, no sólo en los conocimientos teóricos prácticos, sino también en la enseñanza moral en los deberes que ineumb?n al marino i al hombre de honor, que dedica su vida al servicio del pais. Injentes sumas se gastan en rematar satisfactoriamente los parar

el

i

i

i

i

prolongados

i

benéficos viajes de instrucción a países estranjeros,


94

procurando por todos estos medios, llegar a formar de esos jóvenes i buenos oficiales, que con el tiempo puedan corres-

unos cumplidos

ponder a esos

sacrificios.

Cuando a eso habia;

Orella se

lanzó

lo

guardia marina

el

mar por primera

al

al llegar a

lo

indujesen

i

mas apropiados para encaminarlos por De tal manera, que cuando un niño salia de bailar un sendero que le sirviese de guia liaba un estéril desierto donde iba a tirar el el

suyo,

le

consejeros,

i

en lugar

enseñasen; no era raro encon-

i

trarlos

Al jugar Orella

nada de

bordo, jeneralmente encon-

traba a sus jefes, ogros en lugar de maestros

de compañeros que

vez,

rumbo de

errado.

Escuela, en vez

la

para su porvenir, ha

dado de su fortuna. el marcado con

cara arriba

salió

Marina-Patria, quedando por los lados los libros

tentaciones

las

i

compañeriles.

Ya

desde ese dia su rumbo quedó trazado

firme en

amigo

supo mantenerse

como comandante

basta que la guadaña lo podó

él,

puente de su buque, a pesar de

i

los esfuerzos

del

desplegados por su

doctor del Sol, para arrancarlo de la maligna fiebre ama-

el

rilla.

Por marino:

de su

año 70 ya

el

vemos hecho un hombre 2.°

adornaban

i

un verdadero bocamangas

las

levita.

Era bastante usaba con

lo

dos galones de teniente

los

el

alto,

pelo largo

fijeza,

sin

que

i

mas bien delgado que

sus ojos grandes miraban

barba de candado;

ésta fuese

mas bien bondadosa, como

grueso; por lo jeneral

una mirada

fuerte ni imponente; era

era su carácter.

Tenia un vozarrón de trueno; cuando gritaba, hacia temblar aire

i

a veces repercutía

En

el

puente,

mandando una

virada o maniobra, era de verlo:

parecia que crecía, estaba en su elemento, el

entrecejo

dominar con bía

i

con su mirada

i

le

volaba

el

pelo, fruncía

con su tremendo vozarrón, parecia

los elementos.

que

Su

afición

el

arte del marinero, eran sus verdaderas inclinaciones;

a

la

mar,

cosa marinera que

los botes

el

como cañonazo.

a la vela los

al

alquitrán

i

a todo

lo

se relaciona

no hano supiese hacer con sus propias manos; manejaba con verdadera maestría, dándole él

con razón todo ese conjunto

la

fama de buen marinero,

i

como en


— ello

95

mezclaba también su buen ojo para dar en

por buen

el

blanco, se le tenia

artillero.

Cuando

de

se iniciaron las hostilidades

la

guerra del Pacífico, a

Orella le tocó trasladarse al norte en la corbeta «Esmeralda?, bajo

órdenes del Comandante Thompson, a principios de Mayo, cuando Williams preparaba su espedicion al Callao, Orella fué trasbordado a la «Covadonga», bajo las órdenes del Comandante Condell, buque que le sirvió de arena i para desplegar en él el ímpetu de su valor demostrar públicamente la sinceridad de su aquilatado las

i

i

patriotismo. Air.. que

de tumba

la

combate de Punta Gruesa, que

historia del

blindado peruano «Independencia»

al

«Covadonga», ha sido tan estudiada

leta

plumas

i

daciones

pince'es;

narrada por toda clase de

i

figura de nuestro actual protagonista.

la

la

«Covadonga», perseguida por

dependencia», daba vuelta rozando al sur, se inició

desigual: era el

la go-

embargo, no estará demás sacar a luz apre

sin

El 21 de Mayo, cuando

en

sirvió

de gloria a

episodios de carácter íntimo, que contribuirán en algo

i

para retocar

rumbo

i

el

las piedras

de

la isla

la «In-

para seguir

una lucha en estremo

entre esos dos buques

elefante persiguiendo a la hormiga, para anonadarla

primer momento en que lograse llegar a su contacto.

Pero en esa hormiga habia hombres de temple de acero corazones

sangre bullía de patriotismo,

la

i

i

en sus

con su chivateo supieron

mantener hasta lo último el mismo entusiasmo i decidida resolución. Esc chivateo no debe existir en un buque de guerra, como no existió en

la

«Esmeralda»; pero con

el

carácter jovial, alegre

i

casi

de un niño, que siempre caracterizó a Condell, no sólo toleró sino

que fomentó con su actuación, i quizas en ello hacia bien, pues así no dejó por un momento que se adormeciera ni aconchase ese espíritu, sino que por el contrario, lo supo mantener siempre en continua ebullición.

Cuando ría,

recía

ño

i

se

«Independencia» palpaba

la ineficacia la'ío,'

de su

artille-

parece que se enfu-

lanzaba a fondo para ultimar de una estocada a su peque-

e insolente

Pero te,

la

largada por andanadas de uno u otro contendor.

los defensores

jadeante

i

rabioso,

de

mas

la goleta, al

se

ver casi encima a este jigan-

entusiasmaban,

i

en esos momentos se

Yeia a Condell desenvainar su espada, afilarla en los

pasamanos

del


96

puente para en seguida amenazar

al

encastillado

Moore

del «Inde-

pendencia». su vez, sin largar la rabiza de su cañón

Orella, a

cargaba nuevamente

sus tripulantes, en lenguaje bien franco migos con quienes se las tenían que ver. i

Cuando

Moore

ineptitud de

la

mientras se

i

con su vozarrón hacia saber a Moore

la pieza,

i

castizo, la clase

de ene-

dio al diablo con su poderoso

sus pasos, hasta que a cañonazos

blindado, la goleta volvió sobre

obligó a su enemigo a cambiar por blanca la bicolor bandera, que

antes tremolaba con tanto orgullo en su pico de mesana.

momente a bordo de

Este

me;

un mismo marinero,

hormiguita debe haber sido

i

la

en

en

a éste este

los

de un

delirio,

se

él

desenvaina su espada, blandiéndola de

el

lo

abraza

i

la cara,

i

pide mil per-

ensangrentaba su rostro con

la

sangre

(1)

Restablecida la calma, Condell llama

con

un

oficial.

sangre principiase a manar, Orella

del marinero.

oficiales

subli-

confundían en

se

en un descuido hiere a uno de sus marineros en

dones, sin fijarse que

i

i

abrazo; tan luego se veia a Coudell en los brazos de

como

Orella,

gusto,

como

la

entusiasmo era delirante, todos gritaban

el

para resolver

lo

«Huáscar» que

reúne en consejo a sus

i

que debían hacer viéndose solos, averiados de Iquique en su persecución después

salia

de haber hundido a

la gloriosa «Esmeralda». Condell, Estanislao Lynch, Eduardo Valenzuela i Sanz, opinaron por hacerse inmediatamente mar afuera, para con la noche despistar a su perseguidor. "

que

Orella, radiante

i.

desenvainando su espada, protesta

suerte está con nosotros, yo soi de opinión

la

encuentro del «Huáscar»

Por supuesto,

i

nos

lo

tomemos

i

dice:

«Ya

que salgamos

al

al abordaje.»

mayoría se impuso, i Orella, mal que le pesase, tuvo que envainar nuevamente su victorioso sable, para ocuparse de poner en salvo su averiada goleta. (1)

Nota.

Orella la

la

—Esa espada

había hecho

ofensa que se capitán Délano,

para cuando

le

estaba tan cortante, porque no hacia

afilar esprofeso,

para lavar en

había hecho; pero felizmente

la

el

campo

no necesitase de sus servicios.

del

honor una

intervención amistosa del

de los Navales, consiguió que ese incidente

la patria

mucho tiempo

lo

dejase Orella


Orella subiendo la artillerĂ­a en

Ite



ITB

En

EL CAPITÁN OKELLA

I

primeros días de Enero de 1880,

los

el

coronel don Arístides

Martínez llegaba a Pisagua, después de la escursion

al

interior de

Pacocha, espedicion que se llamó calaverada de Moquegua.

Comprendiendo miento,

el

sobre todo,

i

definitiva de

esa

la

Gobierno

la

importancia de este reconoci-

necesidad de tomar cuanto antes posesión

importantísima línea estratégica, que debia servir

no sólo de base de concentración a nuestro Ejército, sino también que nos hacia dueños de Moquegua i el Alto de los Anjeles, puerta única

i

obligada del Ejército aliado del sur, para comunicarse con

Arequipa

i

Como

el

norte de su pais.

digo,

comprendiéndolo

así el

Gobierno, dispuso

el alista-

miento de un Cuerpo de Ejército para llevar a cabo esa operación. El 12 de Febrero, Baquedano, a cargo de este Ejército, nueva-

mente ponia

pié en tierra

en

las playas

de Pacocha

i

principió a

organizar su espedicion.

Los desperfectos producidos por línea férrea,

i

los

el

enemigo en

las locomotoras,

inconvenientes propios del desierto, no sólo retar-

daron

el desenvolvimiento de esta evolución, sino que provocaron una penosísima marcha, que por poco no fué una hecatombe. C.

DE LA M. Ch.

7


-

98

Gracias a la resistencia de nuestro roto, a la actividad

desplegados por Stuvpn

de Marzo llegaban a

las puertas- de

bravos atácamenos, en nocturna

i

Moquegua, difícil

poco después los

i

Alto de los Anjeles,

el

Posesionados a firme de esta línea, se esploradoras elijiendo

hacia

a la

centración, desde

En

sur,

el

i

manió

para tomar contacto con

espediciones el

enemigo,

mejores puntos de escalonamiento para la

vez los

próxima marcha,

sobre todo, para elejir

donde tenían que dar

el

último lugar de con-

el salto final

para

ataque.

el

Buenavista, nuestra caballería, a cargo de don José Fran-

cisco Vergara, después de dar a conocer al

vista

i

de esa puerta, para entregársela a su glorioso jeneral.

la llave

sables,

tesón

mismo

ascensión por empinados

lograron arrebatar al enemigo en

precipios,

i

lo declaró el

sediento Ejército, a mediados

regocijo de ese

i

como

fueron los salvadores de aquella situación,

jefe de la espedicion,

con gran contento

sus ayudantes,

i

como

indicó

lo

cercanía de la caleta

la

enemigo

el

filo

de sus

a propósito para concentración, teniendo en

de

Ite,

por donde se creia poder no

sólo tener comunicación con la Encuadra, sino

car la artillería, dado caso que su

también desembar-

acarreo por

el

desierto fuese

difícil.

A

mediados de Abril, cuando ya estaban distribuidos i preparados para emprenderla marcha, los reconocimientos dieron a saber que los caminos para la artillería arrastrada eran intransitables, i en tal emerjencia se dio orden de hacerla retroceder para nueva-

mente embarcarla en darla a

Ite,

i

allí

lio,

en

el

trasporte «Itata»,

que debia

desembarcarla para juntarse con

el

trasla-

Ejército en

Buenavista.

Con

esto se inició la

marcha

i

movimiento

el

se hijo jeneral

en

toda la línea.

Las secciones poco

avanzando llegando al lugar de campaña, a la que le corrie-

a poco fueron

de su rendez-vous, menos

la artillería

i

ron malos vientos.

El «Itata» llegó afortunadamente a su destino, pero una de esas bravezas

durante varios

de mar, frecuentes en dias,

i

la

carse con

Perú,

le

impidió

en absoluto, toda comunicación con

El capitán Stewart, viejo

diendo

las costas del

i

tierra.

esperimentado marino, compren-

importancia de su comisión, quiso a toda costa comunitierra,

pero con tan mala suerte, que la embarcación se

le


99

volcó en la reventazón, a la vista de las tropas en tierra, sin que

ninguna especie, i si no hubiese sido por otro bote del mismo buque, que fué en su ausilio i que casi corrió igual suerte, habríamos perdido al capitán Stewart. Mientras tanto, Baquedano i Yelásquez clamaban por su artiéstas pudiesen prestarles ausilios de

que aun no daba señales ni siquiera de ser desembarcada. mes, aprovechando un recalmón, se logró echar a tierra los 24 cañones de campaña con todo su equipo. Cuando quisieron ponerse en marcha para subir a la altiplanicie, vieron que no habia camino ni elemento de ninguna especie, quedan-

llería, la

En

los últimos dias del

un

do, por consiguiente, la artillería del ejército metida en salida;

por un lado,

el

mar,

i

por

un

el otro,

círculo sin

cerro paredón de 300

metros de altura, que no habia como subirlo. Mientras tanto, Velásquez venia clamando por su

En

desesperación de este conflicto,

la

dante del «Covadonga», que

allí

el

artillería.

capitán Orella, coman-

estaba presente, salió al frente para

hacerse cargo del trabajo.

en persona, con sus marineros

El, bleció,

desde

la

playa hasta

la

i

elementos de

la goleta, esta-

cumbre, un servicio de aparejos

i

an-

dariveles.

El comandante Ricardo Santa Cruz, con sus zapadores, dirijidos por Orella, uno a uno cada cañón, cada armón, eran tirados pendiente arriba,

escalonando en

labrados en

los cortes ex-profeso

el cerro,

hasta hacerlos llegar a la cima.

La cosa

Una

urjía

tarde

i

de luz a luz se trabajaba sin cesar.

Orella

flaqueó, le faltaron

las

fuerzas

i

cayó ren-

dido.

Don

Rafael Sotomayor lo hizo levantar

su propio lecho, en su tienda de campaña,

Guerra en campaña, veló por

el

llevarlo a acostarse a

i

el

i

mismo

Ministro de

reposo de ese patriota

i

esforzado

trabajador.

Cuando

se levantó,

un

tanto restablecido,

que por su trabajo era acreedor tar en el

campo de

la artillería

ron a cabo.

vez, en

por

la

el

Ministro

le

declaró

ascenso que se conquista un mili-

batalla en actos

Baquedano, a su paso de

al

de arrojo

su parte

i

oficial,

cuesta de Ite

valentía.

decia también que el

honraba a

los

que

lo lleva-


100

El 8 de Mayo, con llegar arriba

el

último cañón, una salva ma-

yor anunció a Ba queda no que ya tenia

artillería

quedando desde ese momento grabado en una de historia ei nombre de don Manuel Joaquin Orella.

W

para su Ejército, las

pajinas de

la,


Calaverada de Cuando

la

guadaña de

la

muerto nos arrebató

Arístides Martínez, quise dedicar a su

encaminadas a

Moquegua al brillante jeneral

memoria unas cuantas

líneas,

una de sus actuaciones que en su hoja deser-

relatar

vicios pasó desapercibida.

Motivos ajenos hicieron perder a esas líneas su oportunidad

hubo que las

dianas

relegarlas al fondo de i

un cajón; mas, como en

tambores han estado haciendo vibrar

soldados de los Tejimientos Tacna escribe, i

i

i

Arica,

i

los corazones

asimismo

el del

van esos recuerdos que fueron

de

que

deseando contribuir con un grano de arena a festejar

patriótica celebración, allá

i

estos dias

el

los

esto

la justa

primer

paso de aquella campaña.

Al no estampar en lla

la

hoja de servicios del jeneral Martínez aque-

campañita, he querido creer qua ha sido un olvido, modestia del

mala apreciación de su importancia; pero como yo siempre el primer paso, la primera antena de observación que nuestro Ejército envió hacia esa zona, que en poco tiempo mas tenia que ser nuestra base de operaciones i punto de concentración para reunir las tropas que debían encerrar i atacar al Ejército Aliado, concentrado en Tacna i Arica, me permito hacer en estas líneas una pequeña narración i probar que fué Arístides jeneral o

he creído que aquella operación fué

Martínez quien ideó

i

esploró de su cuenta

aquella útil espedicion,

llevando a su jeneral en Jefe noticias tan importantes, que precipi-


J02

taron, por decirlo así, las operaciones

— que

el

Ejército debia llevar a

cabo en cumplimiento de órdenes del Gobierno.

Durante el mes de Diciembre de 1879, las corbetas «O'Higgins» «Chacabuco» bloqueaban el puerto de lio, para impedir que por allí llegasen refuerzos i recursos a las tropas enemigas acantonadas en el i

cuadrilátero

Moquegua

a Tacna.

El bloqueo se hacia tranquilamente, sin mas preocupación que un par de compañías de "infantería enemiga, que todas las mañanas, a

la vista

paciencia de los bloqueadores, se adiestraban -en la plaza

i

que

del pueblo, sin

Como

las corbetas las

incomodasen en

lo

menor.

aquello iba pareciendo contemplación quijotesca, la opi-

nión a bordo fué tomando un aspecto definido dantes, impregnados de

ella,

i

luego sus coman-

idearon un plan, que resolvieron some-

ter a la consideración del Jeneral

en Jefe.

Los oficiales subalternos, en previsión de aceptarse el plan i para que tuviese un feliz éxito, con mucha frecuencia recorrían en botes las playas

inmediatas para posesionarse bien de

los

mejores lugares

para efectuar rápidos desembarcos.'

El 26 de Diciembre, ladarse a Pisagua cía

en Uo,

i

i

la

«O'Higgins» fué comisionada para

poner en conocimiento del Jeneral

tras-

que aconte-

lo

a la vez someter a su consideración un plan de ataque

para apoderarse de esas compañías enemigas. El plan consistía en desembarcar a media noche, por sur del pueblo; hasta rebalsar

un

norte

el

i

batallón de infantería se internaría sijilosamente

el caserío,

darse la

mano

los dos pelotones

i

al

amane-

cer dar el ataque por todos lados a la vez.

El Jeneral en Jefe, de acuerdo con el señor Ministro en campadon Rafael Sotomayor, aceptaron el plan e inmediatamente se dispuso el alistamiento de un batallón del Tejimiento Lautaro a cargo del rnayor don Ramón Carvallo Orrego. ña,

mandada por el coronel Arístides Martícomo primer ayudante, don Federico Stuven. Comunicada la orden al cuartel del Lautaro, de alistar uno de

La

es pedición debia ser

nez, secundándolo

sus batallones, ésta no tardó en llegar a conocimiento del último tam-

bor con la velocidad del rayo,

momento

se

vida pesada

i

a aquellos soldados que antes de ese

mostraban macilentos, carilargos i

monótona

del

campamento,

i

aburridos de aquella

se les veia

ahora

ajiles,


— alegres

i

contentísimos

como

103

se les hubiese invitado a

si

una gran

fiesta.

Ese

es el

momento de poder

apreciar

el

verdadero valor de nues-

tro roto: se le verá enfermo, herido, agobiado por los sufrimientos privaciones de una campaña; pero que no oiga el toque de tropa

i

i

sepa que se trata de una espedicion, es como quitar un hombre i poner otro, las caras se ven contentas, sus dichos i contestaciones

son vivaces otra

i

olvida lo

picarescas,

que un sendero de

cosa

sufrido

glorias

i

i

por delante no divisa

proezas,

para su patria

i

su bandera. Si nuestros poetas

soldado,

i

i

escritores hubiesen estado bajo la tienda del

hubieran entintado

pluma con que han cantado las acentuación de sus versos i alma de

allí la

glorias de nuestros soldados, la

sus prosas, serian capaces de hacer palpitar

hacer rodar las lágrimas del

mas

al

mas

corazón

inerte

i

indiferente.

que me salga del objeto de estas líneas; pero qué queréis, cuando uno ha militado con ellos, presenciado sus sordos sufrimientos i sentido de cerca el latir patriótico de sus corazones, no puede por menos que dedicar a esos héroes estos mal hilaDispensad, querido

lector,

dos pensamientos.

El 29 de Diciembre zarparon de Pisagua las

que 150 llevaba

la

El «Copiapó» se hizo gar a lio la noche del 30,

no dar sospechas a

la

el

plazas,

mar afuera i se dirijió al como viniendo de aquella

norte parra

lle-

dirección, para

los habitantes del pueblo.

llegó a lio en la tarde

espedicion que

i

«O'Higgins».

La «O'Higgins», ocultando te,

«O'Higgins»

fuerte de 600

trasporte «Copiapó» trasportando al Lautaro,

de

la

se tenia

los

150 lautarinos en su entrepuen-

del 30, para

comunicar a

que llevar a cabo

i

la

«Chacabuco»

prepararse con tiempo

para evitar los inconvenientes

La el

tarde pasó

sin

novedad; desde a bordo se mantuvo sobre

pueblo una continua observación, para vislumbrar

algo pudie-

si

sen sospechar de nuestros movimientos; pero nada nos manifestó tal

temor

i

la

usual tranquilidad nos dio a comprender que la cosa

iba bien.

Al anochecer, uno a uno fuimos arriando

los botes

i

colocándo-

los al lado afuera del buque, para que no fuesen vistos de tierra

sintiesen aquella operación

que siempre

es ruidosa.

i

no


— A medianoche

el

104

«Copiapó», simulando un vapor de

la carrera

tomó fondeamayor tranquilidad. A las 3 de la madrugada, en el mayor silencio, sin una luz nada que indicase movimiento, principió el embarque de la tropa en todos que llegaba dero

del norte, entró

con

luces encendidas,

las

todo quedó aparentemente en

i

la

i

los botes disponibles

A

de

las corbetas

i

del «Copiapó».

3^ en punto, hora convenida, todos los botes repartidos en dos divisiones, con sus remos forrados i procurando hacer el menor las

ruido posible, se largaron del costado de sus buques hacia

el

norte

i

se dirijieron

para en seguida desde fuera hacer rumbo a las

sur,

i

caletas elejidas para desembarcar.

A las

4 poníamos pie en

tierra,

i

a medida

playa se iban tendiendo para esperar que todo

que saltaban a

el

la

continjente estu-

viese desembarcado.

A

la

voz de mando,

en

casi

de sus respectivos jefes'

secreto,

las fuerzas se pusieron en marcha directamente hacia adentro,

vez

rebalsada la población

mano ambos

pelotones,

i

repartidos en

dándose

guerrilla,

marcharon todavía con

el

una

i

mayor

si jilo,

la i

al

venir la luz del día al son de la corneta, se lanzan sobre la población

creyendo encontrar

allí las

famosas dos compañías, oríjen de esta

espedicion.

Los lautarinos, que venían deseosos de encontrar un enemigo, aparecen a

plaza por todas las bocacalles, asaltan

la

el

cuartel

don-

i

de se dan vuelta no pueden encontrar un enemigo. El chasco ha sido grande

Llegan a

la

ferencian sobre Martínez,

para

rada vivaz que

el

fracaso completo.

el

con-

i

tablean que hacian en esos momentos.

hombre de

salir airoso

i

plaza los jefes Martínez, Viel, Montt, Stuven,

de

recursos

las situaciones

le caracterizaba,

i

i

a quien nunca

difíciles,

le

habían faltado

de pronto

como despejando

i

con ssa mi-

la incógnita

de

esta ecuación, llama a Stuven, el injeniero obligado de todas las es-

pediciones,

i

le dice:

— «Vaya a

máquinas disponibles

No

tánico, jefe de

Lautaro.

si

se

la estación del ferrocarril

la

i

vea

si

hai

podrán usar»,

mucho Stuven en

tardó

derse armar

i

maestranza,

acompañado de un brila buena noticia de po-

volver

quien dio

un par de convoyes, capaces de conducir

al batallón


Mientras se prepara han

«O'Higgins»

i

105

las

máquinas, se desembarcaron de

dos piezas de

«Chacabuco»

artillería,

la

a cargo del te

Palma guardia-marina Eduardo Piquelme, para que acompañasen a la espedicion. Al medio día, al son de la Canción Nacional, de los nms entuburras, Arístides Martínez, con ese puñado de aventusiastas vivas niente Silva

i

i

reros, se largaban sierras adentro

en busca de

lo desconocido, procu-

rando encontrar algo con que borrar el chasco sufrido. Como no ha biese personal para el manejo de las máquinas, Stuven no se hizo esperar para empuñar la manivela de una de ellas, un lautarino de la otra,

i

para

el

servicio de carboneros

i

palanqueros sobraron ofre-

de sus soldados habían sido trabajadores de

cimientos; gran parte

aquellas tierras.

La

novedad; en

salvar, se efectuó sin

banderas de línea franca;

las estaciones se

las seis

de

la tarde

llenos de familias

i

i

que

su equivocación, al grito de

i

desierta.

lo .

Echado pie a tierra, montículo que domina

se

i

son loschileíos!

¡si

en menos de

los

andenes estaban

iban a recibir los trenes,

eran tropas peruanas que esperaban de Tacna,

da fué jeneral,

como prime-

en Moquegua misma, cuan-

llegábamos ala estación,

jentes

nos recibía con

cortadura de los telégrafos,

la

ra providencia, nos dio esta franquicia,

do a

que teníamos que

travesía de los 80 kilómetros de desierto

que canta un •

creyendo que

cuando descubrieron el

sálvese quien pue.

gallo, la estación

que-

'

tomó inmediatamente posiciones en un

al

pueblo, se cerró todos los pasos

i

colocó

centinelas avanzados para evitarnos cualquier sorpresa.

Por algunos prisioneros que logramos tomar, supimos que los mil i tantos hombres de tropa qre habia en el pueblo, tan pronto

como supieron nuestra

llegada, se habían retirado al Alto de los Alí-

jeles.

La noche que

trascurrió sin novedad, salvo

los lautartnos

no° sorprendieron

nuevo, pues estábamos a

Al amanecer, se inmediata rendición,

1.°

i

una que

festejaron para saludar

testación, iniciaríamos

si

en

el

año

de Enero.

mandó un parlamentario i

otra cazuela con

el

al

pueblo, exijiendo

término de dos horas no se tenia con-

un bombardeo de

artillería.

Después de despachado el parlamento, no pudimos por menos que reírnos de la amenaza; los tales cañones no pasaban de ser unas


106

de 6, que habrían hecho tanto efecto en la población, como hubiésemos hecho con hondas; pero nuestra situación nos obligaba a representar gran aparato. pistolitas si lo

A

las

dos horas llega contestación;

Después la plaza.

A

medio

del

la cabeza, la

Estado Mayor i la artillería

i

el

dia, se

ei

pueblo se entrega.

organiza una columna para entrar a

banda de músicos,

jefe de la fuerza con su

el

En

batallón de infantería.

el

campamento dejamos

una columna de centinelas para que nadie

pudiese descubrir

el total

se acercase

i

de nuestras fuerzas.

En la plaza, donde entramos a son de marchas triunfales, mandó llamar al jefe de la plaza; mas como éste se habia ido con

se

su

que hacer venir a los notables. Reunidos en la sala de la Prefectura, el coronel Martínez declaró tomar posesión de Moquegua. en nombre del Gobierno de Chile, i como se tenia que proseguir con su avanzada algunas operaciones de guerra, antes que llegase el grueso de la división, quería

tropa, tuvimos

dejar una autoridad constituida para que velase por

orden del

el

pueblo.

Establecida ya esta seguridad, hizo saber nuestro jefe que se retiraría

con

las fuerzas al

campamento, para

así evitar

desmanes de

la tropa.

medidas tenían por único objeto cubrir con una mási movimientos i preparar el terreno para tomar inmediatamente las de Villadiego; pues podíamos decir con propiedad que andábamos con lo encapillado; no teníamos víveres; municiones, las de la canana, ni elemento alguno de movilidad; así es que, tan

Todas

estas

cara nuestra debilidad

pronto como salimos de

Moquegua. La huida tenia que

lijero,

la población,

tomamos

los trenes,

mas que

i

adiós

ser lijera

porque estábamos metidos en una

ratonera.

Ya íbamos

después de haber hecho

contentos valle abajo,

calaverada, cuando de repente, a la vuelta de

una

puntilla,

a un precipicio, fuimos bruscamente detenidos: cuatro

de

la línea

te la

por

máquina

el

enemigo descarrilaron

se enterró al

el

rieles

primer convoi,

i

la

que daba sacados

felizmen-

borde del precipicio, que a no ser

eso,

me-

dio Lautaro habría pasado a mejor vida.

Stuven, que iba de maquinista en der a su máquina, saltó a tierra

i

el

primer

a todo lo que

le

tren, casi sin aten-

daban

las piernas


107

que venia de atrás, i si no es por esa ejecución, habríamos tenido un tremendo choque

corrió a encontrar al otro convoi

rápida concepción

i

encima del descarrilamiento. Los tiradores salieron al les

creyó cómplices

i

frente, se dio

después de establecer

de baja a algunos que se

las

seguridades necesarias,

procedimos a componer la línea i encarrilar el tren. Al amanecer, ya estábamos nuevamente en marcha, de vencer algunas dificultades por falta de agua,

mos en

a

lio,

donde ya estaban

al

i

después

medio dia

llega-

llenos de zozobras por nuestra tardanza

llegar.

La Canción Nacional

i

burras de alegría fueron la conclusión

de aquella calaverada, que abrió

la

puerta

i

señaló

el

camino por

donde'en pocos dias mas, debia venir a concentrarse, para marchar sobre Tacna.



MÁRTIRES DEL DEBER Cuando uno desea chico, lo atiende

criar

bien

una planta o un

cuidadosamente, removiéndole

dole tutores para hacerlo crecer derecho, se secas

i

aquellas que desperfeccionan

una palabra,

se le trata

desarrollo, para entonces

ción

i

le

la

árbol,

tierra,

desde

colocán-

cortan sus ramas

simetría de su follaje: en

la

con cariño hasta que llegue a su pleno

poder cojer

i

gozar del fruto de su aten-

trabajo.

De

manera pasa con un niño en su tierna edad: recien ayudan a pararse, lo cojen de la mano para que dé sus primeros pasos aprenda a caminar, a medida que su intelijeneia se desarrolla, se le va aumentando la igual

principia a andar, sus padres o tutores lo

i

enseñanza objetiva, para formarle

el

i

carácter e inclinaciones, de tal

manera que cuando llegue a edad de poderse manejar por sí mismo, se tenga en él un hombre de bien, de buenos principios, que pueda ayudar a sus padres servir a la humanidad i a la patria. Con nuestra Marina de guerra ha pasado algo parecido; en su nacimiento, cuando se echaron a flote las primeras tablas que fueron su oríjen. gracias a la buena madera de que fueron formadas, dieron su fruto; pero no por eso constituían un árbol bien formado o un elemento robusto; e^e sembrado no podia constituir cohesión o unidad de ideas, necesitaba un algo que lo indujera, que lo uniera, i


— que ello

le

un serum o un imán coherente

inculcara

un

110

solo ideal:

el

cumplimiento del deber

el

i

i

formar de todo

servicio incondi-

cional a su bandera.

Nuestros hombres dirijentes de entonces, verdaderos patricios, inspirados en

que para

el

buen deseo

rina, hicieron toda clase

sobre bases sólidas

Entre

avanzado

i

i

comprendiendo

seguridad nacional significaba

la

de

sacrificios

gran importancia

la

formación de su Ma-

la

para constituirla

formarla

i

duraderas.

i

muchos pasos dados para llenar esos ideales, el mas quizas el mas sabio i del cual hasta el dia estamos sinlos

tiendo sus benéficos efectos, fué la conquista que se hizo en atraer

hacia estas costas

que viniese a

un

culase

al valiente

i

renombrado Lord Cochrane, para Marina,

servir de tutor a nuestra naciente

tanto del espíritu que

en Inglaterra se rememora en medio de la Plaza de Trafalgar.

la

él

i

nos ino-

a su vez aprendió de aquel que

dolumna mas

alta colocada

en

Cuando Cochrane llegó a Chile, el Almirante Blanco Encalada mandaba en jefe la Escuadra, i con toda la caballerosidad que siempre lo distinguió,

e inspirado

en

patriotismo, no tuvo inconve-

el

en arriar su insignia para ceder su lugar a

niente

Cochrane, que venia a organizar

i

la del prestijioso

fomentar nuestra diminuta Es-

cuadra.

Mucho tuv3 Cochrane que en

Escuadra; sin

trabajar para

aquella época todo era escaso

medio organizar su

de conseguir; embargo, a principios del año 1819 ya andaba en la mar con

sus discípulos, enseñándolos a caminar en

el

i

difícil

océano

i

a ser buenos

— «Con

de poco tiempo se le oia decir: estos que tienen en Magallanes, se puede formar los mejores marinos del mundo.» marinos, chilenos

El toda

a

i

i

la

1.°

la vuelta

escuela

de Noviembre de ese año, después de haber recorrido

la costa del

Perú hasta Guayaquil,

empresa, aparece sorpresivamente en puerto atacó,

i

de Corral,

desembarcó

i

i

poder acometer ninguna noche de ese dia en el

sin la

para enseñar algo práctico a sus discípulos,

tomó

los fuertes

de esa plaza.

Al año siguiente, en noche oscura, se dejó caer sobre el Callao, con sus embarcaciones menores se tomó al abordaje la fragata

«Esmeralda», que estaba defendida por

los fuertes

de

la plaza.


111

Los buques de guerra neutrales, por entre sacó a remolque su presa, no pudieron por

audaz

los cuales

Cochrane

menos de aplaudir tan

bien ejecutada hazaña.

i

Años mas tarde, cuando ya Cochrane no divisaba para él mucho campo de acción, &e retiró de nuestra Armada, dejando en manos deSimpson,Bynon i otros, trazado el rumbo sobre el cual debian seguir para mantener latente el espíritu que él supo inculcar a sus subordinados.

Estos capitanes

i

demás

demostrar en

ron, supieron

que los acompañaron i sucediecampañas del Perú, que fueron

jefes las

buenos discípulos del Almirante Cochrane. Tras de aquella pléyade, viene otra que en el momento del peligro supo cosechar, para ofrecer a la patria, el ramillete mas hermoso que esos, nuestros padres, pudieron recibir de sus hijos agradecidos.

Que

digan Williams, Uribe

lo

en medio de al altar i

el

de

i

Latorre,

los vítores delirantes de

la patria, la rosa

de Papudo,

que cada uno de ellos, trajeron en andas

un pueblo,

de Iquique,

la victoria, reina

tulipán de 'Aligarnos.

En

todo cuadro, para hacer resaltar sus figuras

necesario darle luz

i

sombra:

la

i

primera acerca, da vida;

perfiles, es la

segunda

aleja, oculta.

Hemos ya la

sombra Así

i

visto lo que nos hace ver la luz; penetremos ahora a veamos qué es lo que hai mas allá.

como

el

vendaval en su furor troncha

i

derriba las mejores

también el vendaval del destino troncha en su plenitud al que nació para ser desgraciado. A mediados del año 80, el grueso de nuestra Escuadra bloqueaba el puerto del Callao; todos los buques, menos el «Loa», que se mantenía sobre sus máquinas, por estar de guardia, estaban fondeados en la isla de San Lorenzo. El «Loa» divisa cerca de la costa i hacia el norte, una lancha a la vela, como que fuera escurriéndose del puerto, el «Loa» forza su máquina i le da alcance; en una pequeña embarcación, los tripulantes de la lancha huyen hacia tierra, abandonando ésta con un cargamento de provisiones. Peña, comandante del «Loa», la hace traer al costado, i después de un pequeño reconocimiento, ordena se trasborden las provisiones. flores, así


Entre

un cierto desagrado por aquella una trampa peligrosa.

se notó

los oficiales

orden, que podia envolver

El trasbordo

rodeaban

el

-

112

se ejecutaba

oficiales que,

sa—era hora de comida— también fueron a

Ya no

muchos mirones abandonando la me-

sin inconveniente,

hubo

portalón, hasta

curiosear.

unos pocos sacos para acabar aquella

faltaban sino

faena; arriba subió la penúltima lingada; pero al levantar la última,

conmovió como un volcan todo aquel recinto; el traidor torpedo, que hizo volar la lancha en mil pedazos, abriendo en el costado del «Loa» un gran uraco, que lo sumerjia rápidamente, no dando ni tiempo para arriar

un tremendo ligado

al

estallido

último saco estaba

embarcaciones; todo

las

cada uno se asía de salvo del

mundo

el

gritó

«sálvze quien pueda»,

el

i

que podia para arrojarse al agua i ponerse a hundimiento del remolino que forma un buque al sulo

i

mí erj irse. i un Comandante Peña, que estaba con una oreja colgando. «Comandante,

Leoncio Scñoret, teniente del buque, con un salva-vidas enjaretado de madera, se acerca

todo chorreando en sangre

tome,

le

Peña, con

i

al

dice Señoret, pasándole la

seriedad

me

«Nó... gracias,

i

enjaretado, échese al agua»

el

sequedad que

lo caracterizaba,

hundiré con mi buque»;

El 18 de Setiembre del

mismo

I

contestó:

le

se hundió.

i

año, la goleta «Covadonga», en-

cargada del bloqueo de Chancay, después de gastar unos cuantos de cañón para inutilizar

tiros

el

puente del ferrocarril que hai

al

donde siguió haciendo fuego sobre unas lanchas i un pequeño esquife mui bien pintado i arreglado, que se encontraban fondeados a no mucha distancia de sur de ese luga]

1

,

se acercó

al

puerto,

tierra.

Las lanchas fueron echadas gase a seguir igual suerte,

de i

la

un

«Covadonga», mandó

carpintero,

le recorrió

a

al

Se atraca

los el

que

el

botecito

oficiales

bote

al

i

como

el

esquife se ne-

Comandante

guardia-marina don Meliton Gajardo

por dentro, por fuera; se

que no todos

pique,

capitán don Pablo Ferrari,

que fuese a hacerle un

a la conclusión do

rejos.

el

le

prolijo reconocimiento; se

pasó hondas de cabo

no envolvía

peligro; sin

i

se llegó

embargo,

tenían confianza en ese reconocimiento.

costado para izarlo, se

le

enganchan

los apa-

i




113

El Comandante Ferrari en esos

momentos

popa hacien-

está a

do arreglar una ametralladora; una feroz detonación vuelta i grita: ¿Quién ha hecho fuego sin mi orden?.

contesta:

le

ofícia]

La

— Es

el

lo

A

hace dar lo

que un

torpedo del bote que nos echa a pique.

uno busca su un bote de doble bancada, cargado de marineros, se da vuelta antes de caer al agua i casi todos se ahogaron. La canoa del Comandante, cargada de jente i oficiales, se separaba del costado en el mometo en que el Comandante Ferrari se asomaba al portalón; el teniente Merino Jarpa le gritaba desde el bote: «Comandante, aun jente se va a los salva-vidas, a loe botes; cada

salvación;

es tiempo, éehece

agua, yo

al

lo

salvaré.»

Ferrari,

en su postura

arrogante, mira la bandera, mira a sus compañeros que lo llaman,

con

da contestación negativa, se saca

les

i

firmeza del que tiene una resolución tomada, con su cabeza

la

la

gorra para despedirse

i

se

hunde con su buque, sumido quizas en los recuerdos de su idolatrada madre i en los de su prometida, que lo esperaba para desposarse.

Aun queda mártir de

El

otro mártir; pero éste

no es mártir de

guerra, es

la

la paz.

oficial

de que voi a

de un

tratar, era

oriente tan raro, tan

puro, que dentro de esa perla se encerraban absolutamente todas las

condiciones que pueden exijirse de un

mas

cumplido jefe. cadete, su chaqueta

perfecto

Como

i

oficial

para obtener de

so le hacia estrecha para colgarle el

sinnúmero de premios, que nadie podia arrebatarle. de enseñanza, AVhiteside era las

gradas de

público con

Como Como

mucha

oficial

En

esos torneos

palabra de orden; todavía no bajaba

la

cuando nuevamente tenia que

la tribuna,

él el

.

justicia lo aplaudía

i

lo

subirlas; el

aclamaba.

fué siempre cumplido, severo

i

correcto.

El,

profesor, no habia tema que no abordase con sabiduría. cambió el rumbo de la enseñanza técnica de la navegación.

La

balística, la

química,

Los estantes de testos

i

la

construcción naval, todo lo conocía.

Escuela Naval guardan gran número de

redacciones preparadas por

Como firme

la

director de la

él.

Escuela de

para llegar a cosechar

los

Mecánicos,

frutos que

él la

encarriló a

ahora se están reco-

jiendo. C. he

u M.Ch.

8


114

Como Comandante,

en

cada

enseñanza, resultado de sus conocimientos

En

redactó

observación.

un

las

comisiones que en ella se

artículo sobre ciertas islas del sur,

que

los ar-

querían adjudicarse como propias; un artículo escrito bajo

jentinos

argumentos tan pia de una Cancillería. bases

i

campaña de un año a Magallanes, después de

su última

haber cumplido brillantemente todas le dieron,

un tema de

viaje traia siempre

Concluida

una verdadera defensa,

era

sólidos,

i

pro-

campaña de Magallanes, regresaba ya al Departael crucero «Pinto», un buen número

la

mento, trayendo en su buque,

de trabajos completamente finiquitados, fruto de su laboriosidad

i

constante empeño.

En

Chiloó salia del puerto de Quellon,

puerto de

rejion

la

de esos lugares;

el

austral;

como quien

ya podían despedirse de

Comandante

torcia

el

la

dice último

inclemencia

rumbo de su barco para

barajar los bajos que bai a su salida, cuando una traidora calma paralojizó a Whiteside,

mo

haciéndolo encallar en un lugar que

él

mis-

habia esperado.

Después de agotados todos

los

recursos

i

cuando

él

ya vio

la

mas absoluta de su esposa en una mano, quizas

imposibilidad de salvar su buque, con la tranquilidad

va a su camarote, toma lo besó,

mientras con

cerebro

el

el

retrato

la otra

apretaba

el gatillo

nefasto proyectil que nos -arrebató al

raleándonos

las filas

que incrustó en su mas cumplido jefe,

dejándonos un vacío que con dificultad podrá

i

llenarse.

Cuando en Valparaíso, con todas le

comunicó

a la esposa de

las

Whiteside que

precauciones del caso se el

«Pinto» habia naufra-

mano, esclamó: No me digan mas: si el buque está naufragado, mi marido también está muerto; él me lo tenia dicho: el dia que oigas decir que mi buque esta perdido, yo también naufragaré en esta vida.»

gado,

ella,

levantando

la

¿Qué pensar ahora de pudieron haber salvado, conducir a

Esos

la

i

estos tres jefes, que sin inconveniente que por su propia voluntad se dejaron

muerte?

oficiales,

desde que principiaron a educarse en

las aulas

Marina, principiaron a aprender las nociones del deber, i el deber le hace saber al marino que su persona se identifica con su de

la

buque

i

que

él

no

se pertenece,, sino

que debe correr

la

suerte de


— ese pedazo de territorio que

el

115

Supremo Gobierno ha confiado a su

custodia.

Ese deber fué

que a Uribe hizo hundirse con su «Esmeralda», i ese deber hará que cualquier otro jefe, en iguales circunstancias, haga igual cosa. Es mui posible que muchas jentes miren estas cosas con mas egoísmo i las traten bajo otro punto de vista; pero nuestros hombres el

dirijentes

sabrán apreciar estos principios

latentes

estimularlos, para

i

que no

i

herencia que nos legaron nuestros antecesores; pierda,

se

perderá

manda hacer

un

factor,

deben

mantenerlos

se despilfarre ni pierda la rica

como

lo

i

el

dia que ésta se

he dicho antes, que no se

a las fábricas ni a los astilleros.



Después de ocupar definitivamente la el

provincia de Tara paca

año 1879,

i

antes

de

principiar las operaciones

contra

a establecer dra

al

Tacna Arica, se procedió puerto, con una división de la Escua-

Ejército enemigo, acantonado en

el

el

mando

bloqueo de ese del

i

Almirante Riveros.

El dia que se hizo efectiva esta operación, habia dentro del puer-

un vapor de la P. S. N. C, es decir, de la Pacific Steam Navigation Company, que traducido al lenguaje vaporino, o mas bien dicho,

to

pasajerino, esas letras eran descifradas por: «Poca será nuestra comi-

da»; a lo que los de la

pero con

la

guerra se

letra el apellido

con

le

será no comer»;

dio otra acepción, colocando en lugar de cada

de cuatro capitanes de esa Compañía, que siempre

manifestaron

se

Compañía contestaban: «Peor

los aliados;

hostiles a la

estos

causa de Chile,

capitanes

eran Petrie,

simpatizando con

Steadman, Naoden,

Gross.

El vapor que habia dentro del puerto i que esa tarde zarpó para

comandado por uno de

norte, era

Una el

vez fuera délas aguas territoriales de Arica, se hizo detener

vapor, haciéndosele por un

de bordo

i

oficial del

buque almirante, una

visita

de reconocimiento.

Despachado

buque

el

esos cuatro capitanes.

éste,

jefe, avisó al

siguió su

marcha

i

el

teniente, al regresar al

Almirante que ese vapor conducía a don Pedro


118

Lautrop, ex-capitan del trasporte «Rimac», que habia sido tomado

por

los

peruanos frente a Antofagasta, con

el

Rejimiento de Carabi-

neros a su bordo.

Tan pronto como el Almirante tuvo conocimiento del prisionero que se llevaba el vapor, ordenó a la corbeta \<0'IIiggins», comandada por el capitán Montt, que lo siguiese, que rescatase al capitán i

Lautrop.

La «OTIiggins» siguiente en

el

siguió tras

puerto de

lio,

el

P.

&

N. C, dándole alcance

dia

al

donde acababa de fondear.

un bote de doble bancada, se le armó en guerra mandó un teniente que luciese la visita de reconocimiento, con Se arrió

i

orden especial de sacar

al

se la

capitán Lautrop.

El teniente fué recibido

i

atendido

pañía se revisaron los papeles, patente,

por

el

capitán,

rol, etc.,

i

en su com-

i

por último,

la lista

de pasajeros; en esta última se puso especial cuidado, allí debia encontrarse la X de la ecuación que el teniente tenia encargo de resolver; pero

por mas que

conducía.

Como

daba vueltas al derecho i al revés, la incógnita no parecía: el capitán Lautrop no figuraba en la lista i no se le divisaba en ninguna parte. Al fin, apersonándose de frente al capitán del vapor, i con firmeza, le dijo que esa lista no estaba correcta, en ella no figuraban anotados todos los pasajeros que

aun con mas

el

la

capitán protestase de esa aseveración,

el

teniente

que de Arica habían sacado un capitán Lautrop i tenia orden de lle-

firmeza, hizo presente

pasajero, ese pasajero era

el

várselo.

Entonces

el

capitán

vino a confesar la partida, diciendo que

Lautrop en esos momentos andaba en tierra con el contador, i que respecto a estraerlo de a bordo, él no lo permitiría, bajo protesta de

que ese pasajero estaba cubierto por se llevaba a cabo, lo consideraría

tablaria reclamo

el

i

si

ese acto

por

el

cual en*

pabellón ingles,

como un

atropello,

ante su Ministro en Lima,

i

podría llegar a ser

un

conflicto internacional.

El asunto se presentaba en forma bastante delicada, te,

no atreviéndose a tomar en

i

el

tenien-

esa responsabilidad, subió al puen-

por medio de banderolas semafóricas, comunicó a su comandante lo que ocurria i las dificultades que encontraba para el desempeño de su comisión; obteniendo por contestación;

te del vapor,

i

desde

allí,


— para

de iadifíultad,

salir

119

comunicación siguiente: «Obre como sea

la

mas conveniente». La

tabla

de salvación que

«O'Higgins» para suelo,

i

quedaba

Si sacaba a

un nuevo

el

teniente había tendido

paso, con

del

salir

esta

hacia

la

contestación se vino al

en situación peor.

así

Lautrop con

la

protesta del capitán, metía al

paifj

en

que podria enturbiar las buenas que nos ligaban a Inglaterra, mas que todo, perderíamos las simpatías que en muchas ocasiones nos brindaran con tanta oportunidad nuestros buenos amigos los británicos, hubo conflicto

internacional,

relaciones de amistad

i

i

casos en que, gracias a ellos

que nos pudieron

i

indicaciones, evitamos peligros

a sus

ser fatales.

Lautrop no era rescatado,

I si

el

teniente no habría cumplido

con su deber.

Ahí tienen ustedes vertido en lo

al teniente

mas delgado

en un verdadero conflicto

del hilo; pero

i

con-

como mas puede un ham-

briento que cien letrados, después de media docena de paseos por

sin

que

ni

ma mas En

el

demonios del infierno, unos ni otros viniesen en su ausilio, hasta que un emble-

puente, invocando a los santos del cielo

i

a los

cercano vino a iluminarlo.

mirando para tierra a ver si venia su prisionero i a la «O'Higgins» donde su comandante lo observaba, de repente como fulminado por un rayo, la vista de la tricolor flameando en la gallarda corbeta, le dio en la en realifrente como para decirle, «yo, yo soi quien te salvará», aquel volcan de

los paseos sobro

la dificultad,

i

i

dad, esa bandera, que a otros

cubrió con sus pliegues

al

lleva al sacrificio, en esta ocasión, apurado teniente para sacarlo de aquel

atolladero.

Con gusto

el

problema en la cabeza, sentía volcársele de pausado e inconsciente paseo so'^re el puente,

la solución del

corazón,

se convirtió

i

el

en dilijente

i

casi juvenil carrera.

Al divisar a Lautrop, que de bandera inglesa, de dos saltos

que

se habia

costado

el

el

tierra venia

en bote arbolado de

teniente se constituye en su falúa,

mantenido atracada a

la escala del vapor.

Llegado

contador acompañado de Lautrop, pide despejemos

cala para atracar su bote; pero

baba en esa operación, con

la

al

la es-

como la estratajema del teniente estrimayor inocencia del mundo, indico al


120

contador que atracase a su bote pasase por sobre espedito

el

mas

así era

reembarque.

Momento e inocente,

que

él,

i

crítico

para

el

que hacer cara tranquila hacia tun...,tun..., i ya

teniente, tenia

cuando adentro tenia uno que

le

se le salia por la boca.

El contador accedió,

i

junto con poner

el

pié en

el

bote,

cayó en

el garlito.

En ciales

i

la

baranda del vapor, escala

hasta

el

habia pasajeros,

puente,

i

mirando hacia ese lado

capitán, todos

ofi-

bote que iba

al

llegando.

Gomo turno

digo,

pa a ó

contador

el

i

trepó por

la

tocó su

escala; le

capitán Lautrop.

al

El teniente estaba a saltar sobre

niente que se

listo

le

i

agazapado, así cómo

el

Lautrop que pone pie en

su presa;

gato cuando va la

falúa,

mano

cuadra de frente afirmándole una

i

el te-

sobre su

hombro. El capitán se asusta de bra, el teniente,

con

la

la

brusquedad,

mano desocupada,

i

le

antes que articule pala-

muestra

lena que tremola cubriendo su embarcación,

i

le

la

bandera

dice:

chi-

— «Capitán,

— señor, es chilena», contesta capitán. — «¡Entonces reconocerá usted que está en chileno, en hago a usted mi prisionero»! — «¡Pero, señor, usted no tiene manera!» — «Así derecho motivo alguno para proceder de ¿conoce esta bandera?»

el

«Sí,

territorio

tai

i

virtud, lo

esta

ni

capitán, pero

yo

hago

a usted

será,

mi prisionero».

— Pero, señor, yo voi prisionero bajo mi palabra de honor para presentarme en Lima. —Así señor capitán; pero yo nada tengo que ver con su será,

palabra de honor; al

i,

a

la

razón del fuerte, tuvo que ceder

i

sentarse

lado del teniente.

Mientras tanto, los curiosos del vapor se aglomeraban en

las

cercanías de la escala presenciando aquel incidente.

Una teniente,

vez sentado el

i

en seguridad

la presa,

bote se separó del costado

captain!»

el

teniente con toda picardía,

capitán del vapor

en sonora voz

le

dio

que fué escuchado con una carcajada por

los

descubriéndose, se dirijió

un «¡good by

i

a la voz de larga del

al

i

espectadores de esta escena.

El capitán Lautrop era un viejo pericia, constancia

i

i

esperto marino; gracias a su

condiciones de carácter, habla llegado a colocarse


— como comodoro en

mundo que

la

Compañía Sud-Americana de Vapore?,

lo conocía, lo

estimaba

Era un setentón, que

vado cia

le

i

de

121

el

i

todo

i

el

respetaba.

peso de

años

los

lo

tenia

ya encor-

hacia arrastrar los pies; su cara tostada por la inclemen-

los

mares, su rostro surcado de profundas

hacian

arrugas,

de

i

multiplicadas

un verdadero lobo de mar, que infundía

él

no sólo por sus años, sino por los sacrificios privaciones que ese atleta del mar debia liaber esperimentado en sus años de respeto,

i

servicios.

El bote estaba ya a medio camino de

«O'Higgins», bastante

la

dis-

que desde él no se apercibiesen de lo que él podia hacer; parece que aguardaba esta circunstancia para dar desahogo a tante del vapor, para

sus sentimientos.

Todo emocionado rodándosele una lágrima por su tostado

rostro,

i

se levanta del asiento,

teniente,

i

i

mano

estirando su

en voz conmovida

temblorosa, recibe

la del

le dice:

qué podré pagar lo que usted ha hecho conmigo! Su actuación, salvando mi palabra de honor comprome¡Teniente..., gracias, con

no

tida,

sólo

me

liberta

del cautiverio, sino

para llegar a mi hogar, donde en estos

deben

llorar

que

me

abre

el

momentos mi esposa

camino e hijas

por mi ostracismo.

El teniente, contajiado ron la emoción de aquel veterano capi"

«Tengo gran satisfacción en que haya sido a mí a desempeñar la delicada comisión de liber tar a usted; ella me ha proporcionado la oportunidad de hacerme grato a los ojos de un respetado i afamado marino. Su recuerdo i este apretón de manos, quedarán para siempre grabados en mi metan, le replica:

quien

le

tocase en suerte

moria».

Mientras tanto, ciente. se

el

paseaba en

el

capitán

con

Montt,

ceño duro e impa"

puente de su «O'Higgins», esperando

el

resultado de esta comisión, que a todas luces tenia que ser desagradable.

El teniente, revistiéndose de

la

mayor

indiferencia posible para

no revelar su contento, sube

al

ante su comandante,

«Sin novedad, comandante; aquí está

le dice:

puente

i,

cuadrándose militarmente el

capitán Lautrop».

— ¿Cómo, testa?

sin

novedad, dice Montt,

i

en qué quedó

la

pro-


— — Todo nó. I

se arregló

agachando

la

telégrafo de la

cabeza

i

retorciéndose

pasos mas,

i

lo orde-

a veloz

máquina, dio un «rin rin»

al

timbre, que fué la

marcha nos dirijimos a Arica para entregar

prisionero recatado.

el bigote, alio

apretando con nerviosi-

contestado por un zapateo de la hélice. «¡Estribor i

me

convenientemente, como usted

ra con cara sonriente, dio dos el

después de relatar la argucia de que se había valido para salir

del paso, Montt,

dad

122

caña!» «¡así!»

al

Almirante

el


ün estraojero que espone su vida por

En Perú

i

íica se

Chile

Abril del año 1879, cuando se declaró la guerra contra

Bolivia, la representación diplomática de Chile en

encontraba acéfala por

el

fallecimiento de

el

Norte-Amé

don Ignacio Zente-

no, nuestro Ministro acreditado ante aquella nación.

Don

Carlos R. Flindt, ciudadano americano

Grace Brothers tro

i

Cía.,

único representante

Como

la

i

jete de la casa de

cónsul de Chile en aquella metrópoli, era nuesoficial.

casa que representaba este caballero tenia

una sucursal

en Lima

i

mente

imposibilitaban para seguir desempeñando aquellas funcio-

lo

mantenía gandes

jiros comerciales

con

el

Perú, honrada-

nes; fué bastante hidalgo presentando su inmediata renuncia,

pudo en un principio haber trabajado hacia reses le favorecían. Pero al

mientras llegaba

la

el

cuando

lado en que sus inte-

mismo tiempo que envió

su renuncia

i

cancelación de su patente consular, buscó un chi-

leno a quien confiar las operaciones consulares,

sin

que por

esto el

señor Flindt dejase de mantener arbolado su escudo.

El chileno mas acreditado que encontró, fué don Abelardo Nú-

que por aquel entonces estaba en Nueva York. El señor Núñez no tuvo ningún inconveniente i, muí por el contrario, tratándose de su pais, se entregó de lleno, no sólo al desempeño consular, sino de todo aquello que fuese necesario para descubrir lo que el enemigo hiciese en esos centros comerciales, como compra ñez,


124

de armas, elementos de guerra, i cuanto condujese a mantener bien informado, no sólo a nuestro Gobierno, sino también al señor Francisco Valdes Vergara, nuestro ájente en i

entorpecer su tránsito por

el

Panamá, para

allí

dificultar

istmo.

El señor Núfiez, por mui buena voluntad que tuviese, no podia,

como

estranjero i menos como ájente chileno, andar por los buques, embarcaderos o fábricas de armas, averiguando los movimientos o

de armas que hiciese

adquisiciones

valerse de otras recursos.

enemigo,

el

i

menos podia

personas en un principio, por no poseer muchos

Sin embargo, a medida de

sus

fuerzas,

hacia cuanto

podia.

En la

este estado,

cuando ya

hostilidades se habían iniciado

las

guerra era un hecho conocido por todo

americano,

oficial retirado del ejército

mucho

leído

sobre Chile

i

el

de ese

i

mundo, un ciudadano pais que decia haber i

tener simpatías por nosotros, se presentó

voluntariamente a ofrecerle sus servicios en favor de nuestra causa e*i la

forma que fuese necesario. Don Abelardo, después de tomar

algunas averiguaciones sobre este voluntario, no tuvo inconveniente

en aceptar sus servicios.

Desde ese dia el señor James Me. Cutcheon, que este era su nombre, principió su misión, i a diario recorría los embarcaderos i buques con viaje a, Panamá. Gracias a sus dilijencias i avisos, se tuvo conocimiento de cuanto armamento pasó por

el

istmo con des-

tino al Perú.

El señor Me. Cutcheon permaneció

al

cargo de esta comisión

embarcó para Chile a bordo del buque «Santa Lucía», conduciendo un cargamento de armas. Desprendido ya de esta comisión, siguió como ájente viajero hasta que se

recorriendo cias del

le

la

costa entre

enemigo

Panamá

comunicárselas a

i

i

Valparaíso, para adquirir noti-

la

Escuadra;

i

para poder darse

a conocer de los oficiales que abordaban los vapores en que

teníamos

donga». De

por seña tal

i

contraseña

las palabras

manera, que cuando un

*

él iba,

Esmeralda», «Cova-

oficial oia la

palabra «Esme-

ralda» de algún pasajero, con coutestar «Covadonga», ya se ponían

en comunicación

i

se

cambiaban

las noticias,

por reservadas que

fuesen.

la

Cuando la escuadra enemiga quedó aniquilada i bloqueados mayor parte de sus puertos, la misión de Me. Cutcheon era casi


— nula a

por

flote,

que pidió

lo

125

— incorporase al Ejército, pira

se le

en forma reser-

poder, en tierra, seguir prestando sus servicios

vada.

segunda campaña a Moquegua, lo vemos figurar en las avanzadas, i un dia que se adelantó demasiado, fué tomado prisionero por los peruanos i llevado preso a Arequipa, donde se le sen-

En

la

tenció a muerte

cuestión seria, se

por espía. Pero como fusilar a un estranjero era le bajó a la costa i con busna custodia se le embar-

có en Quilca para conducirlo a Chancay e internarlo a

Lima para su

fusilamiento.

que la corbeta «O'Higgins» bloqueaba el puerto de Anmomentáneamente su bloqueo para seguir tras un vapor de la Compañía Inglesa, que se dirijia al puerto de Chancay, llegando juntamente con él al fondeadero. Se arrió una embarcación se mandó en ella un teniente para hacerle la visita de reconoci-

Un

dia

cón, dejó

i

miento.

Apenas del vapor

con

recibido por

llegó a cubierta el teniente, fué

capitán

el

reconoció en éste a uno de aquellos cuatro capitanes que

i

la letra inicial

bandera de

de sus apellidos formaban

Compañía

la

i

las cuatro letras

que con sus antipatías

se

de

la

demostraron

«ienipre adversos a la causa de Chile.

Ya de

con esto

el

teniente comprendió que poco o nada podria sacar

allí.

Salia de la oficina del contador

cuiíndo siente

que alguien

le

llama

meralda»; se miraron con inteligencia

después de revisar los papeles, la i

atención con la palabra «Es-

disimuladamente buscaron un

lugar donde poder hablar sin ser observados.

Cuando ya el

Me. Cutcheon, que era

se vieron sin testigos, el señor

pasajero que habia dado la seña, con voz

i

cara acontecida, dice

al teniente:

— Sálveme, señor, me llevan preso en Lima; los que

larme

do por

no

i

las

me

me

custodian, no

permiten

salir

me

por espía

i

me van

a fusilar

dejan dar un paso sin

viji-

de a bordo; a mas vengo recomenda.

autoridades peruanas

al

capitán para ayudar a mis cus-

todios.

No

atreviéndose

el

teniente a tomar resolución por

subió al puente, para por medio de semáfora, comunicar a su

mismo,

coman

-


— ríante Montt, en la «O'Higgins»,

so por espía, para fusilarlo,

i

126

que a Me. Cutcheon

llevaban pre-

le

pedia lo salvásemos.

El teniente, tranquilamente principiaba a hacer sus señales,

cuando de repente

en voz imperiosa siente que alguien

i

que ese lugar no

detras: vea, oficial, bájese de ahí,

para

el

capitán del vapor.

Con tan brusca

e impertinente orden,

señales para ver quién lo trataba de esa

era

uno de

teniente paralizó sus

el

manera;

cuando vio que

i

esos cuatro famosos capitanes, también levantó

dándole por contestación un redondo «no quiero bajarme, cree capaz,

bájeme Ud.», siguió impertérrito con sus

niendo de su comandante Montt por contestación dio en otra ocasión en que

como

situación: «obre

el

mismo

la

i

el

gallo

si

Ud. se

i

señales, obte-

misma que

le

teniente se encontró en idéntica

sea conveniente».

La estratajema de que en al

dice por

le

es para L'd. sino

la

vez anterior se valió, de hacer pasar

preso por su bote cubierto por su bandera, no podia aplicarse en

este caso, en

que

la dificultad

estaba en

el

Sin embargo, cuando hai voluntad

de una empresa

nunca

difícil,

falta

buque mismo. i

en

decisión

un

ardid

de

bien

salir

que echar

mano.

Cuando

vapor estaba ya por

el

salir, el

teniente con su plan ya

formado, se embarca en su bote, arbola sus palos, pia de bordada

i

i

a la vela princi-

bordada a barloventar para llegar a su buque que

estaba a alguna distancia.

Cuando bote con

el

el

vapor levaba ancla

i

de su costado se desprendía

bote se arriaron en un segundo, se echaron abajo los palos

remo

el

preso bien custodiado llevándoselo a tierra, las velas del

se lanza

como

flecha tras el

bote que llevaba

al

preso

i

i

a todo

su co-

mitiva.

Llegado los custodios

al i

costado, lo detiene

i

lo aborda,

con gran sorpresa de

tripulantes.

El teniente, apoyado por su jente armada, se apersona a Me.

Cutcheon

i

haciéndose

el

enojado,

lo

apostrofa

i

trata

de espía

que iba a tomarlo preso, para sentenciarlo a bordo de una verga. nalla,

i

i

ca-

colgarlo

Me. Cutcheon, a su vez, protesta de este tratamiento i sacando papeles del bolsillo dice ser corresponsal del New York Herald i que

no acepta

ser

tomado

prisionero.


127

--«Corresponsal, o no corresponsal,

de dos segundos

A

lo

si

no quiere por bien, antes

trasbordaré por la fuerza».

no tuvo mas que obedecer. «O'Higgins» no se cruzó una palabra. En Me. Cutcheon parecía estar tomándole el peso a la escapada. Al llegar a bordo, sube el teniente i tras de él el prisionero, i esta orden

el tránsito hasta la

éste, al pisar la cubierta, se te,

detiene

descubriéndose respetuosamen-

i

sigue con la vista al teniente que en

el

puente da cuenta a su

co-

mandante del desempeño de su comisión. Cuando Me. Cutcheon se da cuenta que

el

teniente ha concluido

de dar su parte, levantando

al

Comandante

la

voz se dirije

i

le dice:

permítame, señor, que delante de Ud, délas gracias a ese joven oficial

serve

por haberme salvado muchos años».

El teniente, a su vez, tiene

que

d.ir las gracias,

le

la vida,

i

hago votos porque Dios

contestó, diciendo

que no

lo

con-

es a él a quien

sino a su jefe que se lo ordenó!


*




Avelino Rodríguez González Con

mismas palabras con que

las

cipiaba también su testamento

el

se

inicia este artículo, prin-

teniente 2.°

de Marina de ese

no. ubre.

Cualquiera persona que lo lea a esto joven, podría

de fanfarrón; pero

podemos

con justicia

los

que

lo

i

que no haya conocido a fondo

calificarlo

de ridículo

conocimos de cerca

i

quizas hasta

i

en

la

intimidad,

que en esas pocas palabras se pinta de cuerpo entero. Avelino Rodríguez; era un espléndido muchacho, buen compañero mejor hijo; de temperamento amistoso, carácter tranquilo i patriota, como creo habrá pocos; tratándose de Chile o de la patria, decir

i

era

hombre

agua; perdía por completo su serenidad, era

al

se le aplicase

una máquina

loco de júbilo, rra al suelo

que

i

saltaba

i

eléctrica;

gritaba

como un

hacia cuanta niñada se

como

si

con buenas noticias, se volvía

las noticias fuesen adversas; habia

chiquillo, arrojaba su go-

Pero cuidado con que hacerse a un lado de su

le

ocurría.

camino.

Al hacer su patriótico testamento en víspera de grandes acontecimientos, parece

que

él

no

sólo presajiaba, sino

que tenia

tima convicción de que debia sacrificarse por su patria. C,

DI

M

M. Cb.

'.'

la ín-


130

La primera fué en

la

vez que tuvo que desempeñar comisiones difíciles, toma de Pisagua. A cargo de un bote de la «O'Higgins»,

fué uno de los primeros en llegar a tierra con

cuando cerca de

i

playa la lluvia de balas enemigas sembraba su

la

cuando su tripulación empezaba a Maguardia marina Rodríguez sacaba de bandera del bote con su asta i levantándola en una

bote de muertos

heridos,

i

i

quear en ánimos, entonces su quicio la

mano, mientras con laba a los

primer continjente,

el

soldados

empuñaba

la otra i

el

la

espada, peroraba

a sus tripulantes con su entusiasmo

i

i

estimu-

valentía.

El dia 12 de Enero de 1881, cuando nuestro Ejército se movia

de Lurin para

ir

a arrebatar

al

enemigo

el

atrincheramiento que

nos ponia como valla para impedirnos llegar a Lima, Rodríguez,

que desde a bordo veia interminable ser

fila

desfilar

de cañones

i

son de marchas triunfales esa

al

soldados, habría

dado un mundo por

también uno de aquellos soldados.

En

la

noche, cuando a la Escuadra

le llegó

su turno de dejar

tomar colocación frente al migo, ya Rodríguez no pudo mas, i en un arranque permiso al Comandante don Luis A. Castillo, pasó Almirante Riveros, que arbolaba su insignia en el el

fondeadero para

ir

flanco del ene-

a

nervioso, pidió a hablar con el

«Blanco Enca-

— —

¿Puede dirijiéndose a su jefe, le dijo: cámara mi Almirante, oirme dos palabras? Riveros, que tenia estimación por Rodríguez, le contestó: ¿Qué se le ofrece, teniente? Señor: los grandes acontecimientos que en estos dias van a desarrollarse harán llegar a su término la guerra, i yo siento pena por no haber lada»; entró a la

i

hecho nada, deseo hacer algo'i vengo a pedir a usted me dé la oportunidad. Pero hombre, ¿qué quiere que le dé cuando ya todo está en movimiento? Rodríguez, en tono suplicante, le pidió la lancha

con una ametralladora para

ir

a batir desde

la

playa

i

de cerca

el

flanco del enemigo.

Riveros, ante tan se,

i

patriótico

i

valeroso pedido, no

Rodríguez, saltando de gusto, salió de

su camino con

el

la

pudo negar-

cámara, topándose en

aspirante Luis A. Molina, a quien

le dijo:

— «Ma-

ñana temprano, en la lancha voi a cañonear al enemigo desde la playa, ¿quiero usted acompañarme?» — Molina no pudo negarse, i después de haber aceptado, fué donde sus compañeros i les dijo:

;<Estoi frito; el loco

barbas

del

enemigo».

Rodríguez

me

va a llevar en

la

lancha a las


— Son

4.40 de

las

querer dar paso

asomando

la

131

madrugada,

— la

oscuridad de

la

noche parece

primer albor del crepúsculo matutino, que viene

al

tras la cordillera

de

los

Andes.

La silueta del cordón de cerros que arranca de la playa con el pasa por sobre el montículo Santa Teresa, para morro del Fraile morir en el cerro de San Juan, apenas se percibía tras brumosa i

calima que

cubría cual tenue

la

i

finísimo velo.

El silencio es profundo, no se siente ruido alguno que revele

que en un momento mas, aquel tranquilo desierto se verá convertido en un tremendo escenario, donde miles de hombres se disputarán

la

vida cuerpo a cuerpo. esas colinas

tras

Allí,

i

en poderosos atrincheramientos, hai

hombres que, arma al brazo, esperan a los veintitrés mil chilenos, que desde Lurin i a pecho descubierto, atraviesan la pampa para encumbrarse por los faldeos de esos cerros i arrebatar al enemigo su escondida madriguera. Las columnas de nuestros batallones, desplegadas en línea de estiradas cual serpiente movediza, jadeantes cansadas, combate avanzan rápidas a paso firme, para cuanto antes cumplir la consigna hacer sentir de cerca al enemigo el peso de nuestras armas. El momento supremo se aproxima; pero aun parece faltar algo mas que avanzar, cuando de súbito la luz del día, que paso a paso treinta mil

i

i

i

i

.

viene subiendo tras descorriendo

el

telón

la cordillera,

nos lanza

el

primer rayo de

bocas de fuego, que coronan las colinas

las treinta mil

lleantes luminaria

i

luz,

i

de aquel escenario, de un solo golpe enciende

vomitan muerte

i

como

cente-

esterminio, pretendiendo dete-

ímpetu empuje de nuestros soldados. La Escuadra, que permanecía a la espectativa, se aproxima también i principia a tomar parte en esa función, hasta que señales de tierra le ordenan no seguir, para no dañar a los nuestros. La lancha con ametralladora de Aveliuo Rodríguez, esa sí que desde cerca, en la playa, hacia un nutrido i mortífero fuego; concluye una tras otra sus cajas de municiones, con el aplauso de todo ner

el

el

mundo

i

i

con

Aveliuo, en

la la

mas amplia aprobación de mar, fué

el

héroe de eee

dia.

su viejo Almirante.


132

El Ejército peruano, que las bayonetas chilenas barrieran de las líneas

de San Juan, se replegó tras

donde

trincheras de Miraflores,

los

formidables bastiones

i

poderosos refuerzos de las

recibió

reservas de la capital.

La intervención oficiosa del Cuerpo Diplomático de Lima, coneme Baquedano detuviese su marcha i el despliegue de su Ejército para celebrar un armisticio, precursor, según decian ellos, de un próximo arreglo de paz. El Ejército chileno quedó en mui malas condiciones; sólo la a 3. División alcanzó a desplegarse frente al ala derecha del enemigo apoyando su ala izquierda en la barranca de la costa su derecha siguió

i

en

camino de Barrancos.

el

La rretera,

a

columna de marcha, hacia alto en esta cahaciendo martillo con la 3. a La 2. a quedaba bastante dis1.

División, en

.

tante por la derecha

i

a retaguardia.

Los ejércitos estaban cara a cara i a tan corta distancia, que a simple vista podían observarse los movimientos personales.

la

La Escuadra, recelosa de esta situación, se mantenía sobre sus i mui inmediata a la costa; los cabos de cañón, con la rabiza

fuegos

en

mano, tenían todo preparado para actuar incontinente en caso

la

necesario.

La

situación era por

demás

podríamos decir con pro-

delicada,

piedad, que la espada de Damocles pendía

allí

de un pelo para

decidir la suerte de dos naciones.

Al medio

dia,

Baquedano con su Estado Mayor

i

tremolando

su gran insignia con las letras, también grandes, de E. M. rría el •

campo

Un

J.,

reco-

entre las líneas de los dos ejércitos.

susurro sordo de desaprobación se hacia sentir por aquella

imprudencia, que podría ser hasta provocadora. Casi con llegar

Baquedano por aquel campo

peligroso, de aspi-

enemigas salieron unos cuantos tiros, que fueron la chispa que encendió en unos pocos segundos el reguero de pólvora de las dos líneas de combatientes, precipitándose con esa imprudencia un

lleras

combate desprevenido la férrea resistencia 1.

a

hizo bajo

de

i

en pésimas condiciones; que

la 3. a

División

un nutrido fuego, quizas

el

i

el

si

no

es

por

rápido despliegue que la

platillo

habria cargado del lado adverso a nuestra causa.

de

la

balanza se


— Felizmente, a la caída de

133

la tarde,

nuestros valientes ya habían

nuevamente barrido al enemigo, para armar pabellones en sitio de donde salió el primer dardo que rompió la buena

el

mismo

fe del ar-

misticio.

La escuadra, con su pronta eficaz ayuda, contribuyó de una manera especial a mantener al fiel la aguja de la balanza, mientras sus compañeros de tierra, con su decidido valor i empuje, resolvían qué platillo debia primar, hasta que el iris de la tarde, con los colores de nuestra bandera proyectados sobre el nuevo campamento, cual enseña de victoria, regocijó a los que habían peleado por ella i cerró los ojos de tantos otros que allí rindieron su vida. Uno de los cañones de la Escuadra que mas trabajó se distinguió por su rapidez certeza de los disparos, fué una colisa de 6 pulgadas, que el «Blanco» montaba en su castillo que era manejada por el teniente Rodríguez, acompañado por el aspirante Emilio Garin i

i

i

i

i

condestable Vargas.

Cuando

se hizo alto el fuego, por conclusión del combate, el te-

niente Rodríguez avisa que

ha quedado cargada pide autocontesta que nó i que se le estraiga el

la colisa

rización para dispararla. Se le

i

proyectil.

Gomo el

saquete

el i,

cañón era de retrocarga,

para sacar

po, se le introduce

el

la

se le abre la culata, se le estrae

granada, que estaba con espoleta de tiem-

atador por la boca,

comprimiéndolo sobre

cabeza del proyectil; pero como éste no aflojaba,

dor

mas

le

da un golpe, a

fuerte

recibe

el

que

le

proyectil,

Cirilo Didier,

lo

des i

i

la

individuo carga-

que Rodríguez le dice: «Bárbaro, un poco nos matas a todos». El sirviente trasero

apenas

lo

tiene

que estaba de mirón,

en los brazos,

grita

está encendida la espoleta!» ¡Al agua! lo

el

el

injeniero

todo asustado: «¡Ghirrea,

ordena Rodríguez;

levanta para arrojarlo, cuando una tremenda

el

individuo

esplosion deja

un

montón de muertos i heridos. Rodríguez salió mortalmente herido con un casco en la cabeza; Vargas, también mui grave en la cabeza; Garin, que estaba próximo al individuo de la granada, de pies a ca-

beza quedó inundado con

el

cerebro de aquel hombre, que se

le

vació

completamente.

Garin corre hacia popa, hasta que dia-marina Fuentes lo detienen, lo tranquilizan.

i

el

comandante

limpiándole

la

Castillo

i

guar-

cara con su pañuelo,


134

combate a bordo del «Blanco» no mido ser mas espeluznante i conmovedora: una docena de buenos servidores menos, por la miserable economía de un proyectil. Al dia siguiente, los médicos rodean el lecho del infortunado Rodríguez, para hacerle un prolijo reconocimiento de la heric'a i ver si pueden salvarlo. Cuando van a aplicarle cloroformo, Rodríguez, que aun estaba en su conocimiento, se incorpora en la cama, enojándose con las médicos por la aplicación del cloroformo. «¿Qué es eso?» les dice; no soi mujer, metan su fierro, aquí tienen la herida. Pero como no era posible cometer esa crueldad, sorpresivamente lo adorme-

La conclusión

del

cieron.

Scherbakoff,

de salvarlo,

lloró

médico de cabecera, cuando vio

como un niño por

la

la

imposibilidad

pérdida de su compañero

i

amigo.

Cuando en

tierra

muere alguna personalidad,

el

templo que

!o

recibe para hacerle sus honras, gasta lujo de ornamentación [tara dar

mayor solemnidad. Ricos tapices cubren su ocultan los adornos que puedan perturbar

a ese acto la

suelo, negros

cortinajes

el

aspecto de

seriedad que se persigue con esos preparativos. T

l

n empinado catafalco recibe

con profusión de

cirios

i

la

caja mortuoria que, rodeada

cubierta de riquísimas coronas, ostenta en

nombres de tantas personas que al dia siguiente con avidez buscan en el diario la lista que el cronista recoje, uno por vistosos .letreros los

uno,,

para satisfacer esa vanidad.

las naves de deudos i acompañantes en rigurosa tenida de duelo. Numerosos coros, en armonía con el órgano, hacen temblar el aire con sus cánticos sagrados. Todo ese lujo ostentación no pasa de ser vanidad mundana;

Llénanse

i

todo aquel jentío

cumplir un deber

que rodea social;

el

catafalco va por curiosidad o por

pocos son los que llevan

la

pena en

el co-

razón.

Los funerales de Rodríguez no revistieron esa grandeza; pero en cambio, se hicieron con la grandeza de la sinceridad i del verdadero sentimiento.


I3ñ

Al día siguiente de su muerte, se preparó una solemne misa de

réquiem, a

que concurrieron marinería

la

i

oficiales

de todos

los bu-

ques; querían tributar a ese héroe su último homenaje.

Ese templo

mas mas

tapiz

(pie el

techo que

el

para Avelino, no tenia no habia meció en su juventud, firmamento, donde encontró el rumbo del he-

improvisado

flotante,

mar que

lo

i

roísmo.

La co,

caja mortuoria siempre se hace descausar en

para cubrirla de coronas

i

Avelino no tenia mas catafalco que

no tenia mas incienso que la patria,

i

el

por única corona

de la

un

alto catafal-

perfumarla con incienso santo; aquí la

la cubierta

que

lo recibió al caer;

pólvora gastada en holocausto de

rama de

laurel

que

él

mismo

se con-

quistó con su heroísmo.

¿En qué templo mas grandioso podía hncércele honras a un soldado que buscaba la muerte por servir a su patria? ¿En qué templo habría juntado mas compañeros que los que, con todo recojimiento

i

sinceridad, iban

allí

a orar en el

mismo

lugar

en que rindió su vida? se le habría arriado la bandera (pie lo vio moque ahora bajaba para cubrirlo con sus pliegues? sincero adiós de Si Avelino viese desde donde está, el relijioso compañeros, de seguro que estaría contento de haber muerto en

¿En qué templo

rir

i

i

los el

campo

del honor.

Cuando

la

misa principió,

la cubierta

estrecha para tanto

era

oyente; todas las oficialidades rodeaban a su viejo

Almirante,

pulación estaba formada en estrechas columnas, con sus armas

la trilistas

para rendirlas. Parecía que todo ese grupo de valientes estaban embebidos en el mismo i triste pensamiento: la pérdida i despedida de

un querido compañero. Suena caerá todo

corneta con su estridente toque, hace

la

campanilla,

i

el

mundo

rodillas,

de

la

descubrirse

i

presentar armas al

Santísimo.

Los oficiales apoyan la frente en el puño de sus espadas, la mayor parte pretenden ocultar las lágrimas que inundan sus ojos i riegan con ellas, cual agua bendita, el último cariño que dedican a i

su compañero.


136

Todos esos corazones palpitan

al

mismo diapasón parece que momentos llega a la Eucai

todos pidiesen al Santísimo que en esos ristía, se lleve al

El silencio es llo

del

agua,

al

alma de ese compañero. profundo, no se siente mas que

descanso

el

flancos blindados

besar los

arru-

el

de ese catafalco

flo-

tante.

manos

La

hostia cruje en las

Do

improviso, cual tiro

del sacerdote.

suena

escapado,

que en cumplimiento de su consigna,

grita:

centinela,

voz del

la

¡Bote a bordo, cabo de.

guardia! El teniente Leoncio Valenzuela, que es

el

de servicio, va al

portalón a recibirlo.

Es un alférez de Ejército, del 3.° de línea; es un oficial en traje de campaña, barba crecida rostro tostado; viene de Lurin, atravei

sando sobre por

la

lacio

las líneas

plaza de

de Chorrillos

i

Miraflores,

Lima para saludar su bandera,

i

después de pasar

arbolada, en

el

de los Virreyes, viene ahora a bordo a dar un abrazo de

citación a su

querido hermano,

por

el

triunfo

pafeli-

de las armas de

Chile.

El oficial parece risueño, contento,

entrando por

el

i

de dos saltos sube

portalón. -Al ver a Valenzuela descubierto

nidad del momento en que

llega,

cambia de fisonomía

i

i

la escala la

solem-

hablando en

voz baja dice a Valenzuela: Vengo a dar un abrazo a mi hermano. Valenzuela no pudo contestar; pero, con la mirada i el silencio, Juan

Agustín comprende que, en lugar de dar a su hermano un abrazo de felicitación,

habia llegado

i

alcanzado por casualidad a darle

el

abra-

zo de la eterna despedida.

Querido Avelino, permitid que con estas líneas sacuda el polque cubre las hazañas de tus últimos dias, para que vo tus amigos compañeros dediquen unos cuantos minutos a tu medel olvido i

moria.


Testamento del teniente Avelino Rodríguez González

TESTAMENTO

A

bordo de

1879.— A

En

las 7

la

de

(* Q. E. P.

«O'Higgins», en

corbeta

D.)

la

mar, Octubre 3 de

noche.

la

nombre de Dios Todopoderoso, yo, Avelino Rodríguez la Armada de la República de Chile, hijo lejítimo de don Agustín Rodríguez B. i de doña Teresa González, mayor de edad i en entera posesión de sus facultades, declara que es ciudadano chileno en el servicio activo de la Armada, católico el

González, guardia-marina de

i

apostólico chileno,

previsión del fin

ataque a

i

que

dicta

disposiciones en

estas sus últimas

mas o menos desgraciado que

le

pueda caber en

el

i escuadra peruana abrigada bajo sus forEscuadra chilena de operaciones debe acometer en la madrugada de mañana. A mas, ha creído salvar con este documento

talezas,

la

la

que

plaza de Arica la

tranquilidad de su conciencia, tanto en lo que

ciones sagradas de la familia,

amistad

i

como a

las

que

mira a las obliga-

se relacionan

Declaro en este acto solemne, que creo en Dios uno

amo entrañablemente cia

con

la

los intereses pecuniarios.

de su buena causa por la cual

guerra con -el Perú

i

i

trino,

a mi Patria, que tengo conciencia de

Bolivia,

ella se

que

la justi-

encuentra actualmente en

que confío en

el

buen

éxito de la con-


— tienda,

me

que

creo

feliz

138

orgulloso con derramar mi sangre por

i

asegurar su autonomía de nación, que

le

deseo

mas

el

brillante por-

que tengo confianza en sus destinos, pues espero que Dios lia de concederle a sus hijos todas las grandes cualidades que enaltecen a los buenos ciudadanos hacen felices a los pueblos, i, por último, que me halaga la fundada esperanza que en el dia de mañana, Chile ha de obtener una de las victorias mas espléndidas que se rejistrarán en los anales de su ilustre historia que la .Marina Nacional se ha de cubrir de gloria en tan memorable jornada. Declaro, con la mano puesta en el corazón, que durante toda mi vida le he profesado el mas solícito abnegado cariño a mi familia i que mi único afán mas empeñado anhelo ha sido contribuir a su venir,

i

i

i

i

bienestar Si

i

felicidad.

muero, muero con

sentimiento de no haber hecho todo lo

el

pues reconozco en mis queridos

posible por habérselos asegurado,

padres

a los

modelos mas acabados de amor, de ternura, solicitud

abnegación, debiéndoles en este sentido mi

mas

espresiva

comodidad atenincorporación en la Marina les

gratitud por los inmensos sacrificios de bienestar,

que mi educación de marino ha demandado.

ción

e

i

i

eterna i

A

mi hermano José Agustín le ruego se empeñe por consolar a hacerles mas soportable llevadera mi muerte, por medio de un trabajo honrado laborioso, una honradez acrisolada una mis padres

i

i

i

i

ilimitada adhesión a nuestra pobre

A

mis hermanas Fortunata

dos llenos del mas afectuoso les

deseo tranquilidad

i

i

i

desgraciada familia.

María Teresa,

les

dejo mil recuer-

vivo cariño. Les pido sus oraciones

i

i

ventura en esta vida, para que sean las inse-

parables compañeras de mi pobre mamita.

A mi hermano

Custodio

sejo sean juiciosos, estudiosos

sirvan de sosten

A

i

amparo a

sebrino

i

i

Armando

Olavarría, les acon-

honrados para que dentro de poco

le

la familia.

mis parientes, que reciban mi mas sentido adiós

i

me

recuer-

den en sus oraciones, aun cuando mas no sea por otro título que por el buen deseo que siempre me animó de contribuir a su bienestar i tranquilidad.

A

mi querida Victoria Sepúlveda, que divida mi último suspiro

con mis padres, en recuerdo del cariño que mutuamente nos pro-


— rogándole

Pesamos,

13i>

conforme con mi pérdida

se

i

olvide mi me-

moria.

A

todos mis amigos

i

compañeros, mi último saludo

sión del vivo anhelo que tengo de verlos grandes, felices

i

expre-

la

i

útiles a la

Marina Nacional, tuvo engrandecimiento i esplendor deseo mas que nadie. Habiéndome despedido ya de mi familia, amigos compañeros, declaro con sinceridad que no rae reprocho de haberlo hecho mal a Patria, sobre todo a la

i

hijo,

mi vida fué tratar un buen amigo, un buen compañero un ino-

De

todos modos, pido mil perdones por los dichos o

nadie, pues siempre la regla de conducta de toda

de ser un buen

fensivo prójimo.

i

hechos con que hubiese inferido agravio o perjuicio a tercero.

DISPOSICIONES Dejo en primer lugar a mis ancianos queridos padres, mi cuerdo la evocación de mi último suspiro. i

re-

i

Nombro to Silva

mis amigos

a

i

compañeros Carlos M. Herrera

i

Alber-

Palma, ejecutores de estas mis últimas disposiciones, cuyo

cumplimiento

en nombre de

les suplico

la

antigua

i

no interrumpida

amistad que en vida nos ligaba. Si

muero, muero con

deber, tanto por

amor

la satisfacción

por legarle a mi familia un nombre puro Por,

fin,

llono de fe

i

esperanza en

despido de mis queridos padres ternura de mi corazón

de caer cumpliendo con mi

a mi Patria, por mi satisfacción personal,

i

les

i

i

la

como

mancha.

sin

misericordia divina, rae

hermanos,

los

deseo conformidad

abrazo con toda

la

resignación por los

i

implacables fallos del Eterno. Si la Patria

ha exijido mi

vida,

para hacer respetar su integridad

i

es

porque

soberanía.

era

ella

necesaria

Repito una vez

mas

que me considero muí feliz i orgulloso con ese pequeño sacrificio i QUE CONFÍO EN QUE EA PATRIA HA DE SER BASTANTE MAGNÁNIMA I .ÍENEBOSA PARA APRESURARSE A SUBVENIR A SUS APREMIANTES NECESIDADES.

Muero creyendo en Dios e invocando su nombre Avelino Rodríguez González.

querida Patria.

i

el

de nuestra


140

— Un abrazo entusiasta una ardorosa a de corbeta «O'Higgins».— Avelino Rodríguez González. — Bicardo Ekers, l

n otrosí.

felicitación

i

los gloriosos sobrevivientes

la

testigo.

Cumplida

ejecución de

la

estas disposiciones,

ruego a mis examigos Herrera i Silva Palma, se dignen hacer llegar este documento al poder de mis padres.— Avelino Rodríguez Goncelentes

zález.

Haber dejado

oculto o guardado en

habría sido robarle a la historia de

la

un cajón este documento, Marina Nacional una de sus

principales pajinas.

Cada palabra, cada

frase,

suena tan pura, como salida del mas

fino cristal.

Desde

el

pensamiento:

principio hasta

el fin,

no

se siente ahí

mas que un

solo

la Patria.

Sus queridos padres, hermanas i familia, apreciando en lo que valían sus condiciones morales afectuosas, le hacían un dulce i

hogar.

Su prometida, esperando

el desenlace de los acontecimientos, su corazón abiertos tenia para brindarle el mas puro hacerlo un dichoso esposo.

sus brazos

amor

i

i

Sus compañeros i

sincera amistad,

le

i

la

Marina toda, donde era conocida su franca el compañero predilecto.

hacían

Inteligente, estudioso, ilustrado, ¡qué condiciones mas esplendí das tenia a su disposición para hacerse un porvenir feliz! ¡Qué puñado de semillas escojidas para sembrar con fruto en el amplio horizonte de su vida i conquistarse una espléndida posición

donde poder

servir a su Patria

i

ayudar a sus queridos padres, que

era su principal anhelo!

Todo

esto él lo veía,

había acariciado

el

i

ya en

sendero que

lo

lo

que llevaba corrido de conduciría

al final

la vida,

de sus espe-

ranzas.

Nada parecía que pudiese venir a perturbar el rumbo trazado de sus justas aspiraciones. Pero el dia en que la Patria tocó los clarines de guerra llamando a sus hijos para defender su honra, el teniente Rodríguez, dejando a un lado todos esos halagos, no se contentó con formar en primera fila, como lo hizo todo chileno, sino que fué aun mas allá,


— buscando siempre

como

Patria, o

-

puesto del peligro donde rendir

el

él lo

141

llama en su testamento,

la

vida por su

hacer esc pequeño

sa-

crificio.

El heroísmo, jenerahnente, es un acto que se ejecuta sin preme-

que viene de súbito o que se desarrolla paulatinamente, a medida que se van presentando los acontecimientos; pero en el caso de Avelino Rodríguez, no vino de una ni otra manera; en él era innato, lo dijo en su testamento, lo hizo cada vez que se le presentó la oportunidad, cuando esta no estaba cerca de él, la buscaba, la ditación,

i

heroísmo en ese hombre estaba en su alma. Preguntad a cuantos le conocieron, os aseguro que no habrá uno solo que no le haya reconocido esta condición. pedia;

el

i

De tal manera, que todos sus mismo fin, de rendir su vida por la

vinieron convergentes

actos Patria,

tal

como

lo

al

habia pro-

metido. I al

disponer Avelino con tanta lijereza de su vida, cuando

indispensable paraTustentár

i

aliviar a sus padres

en

la vejez,

lo

era

¿qué

bienes de fortuna tenia para proceder de esta manera?

Absolutamente ninguno, en su testamento lo único que pide que la Nación, en recompensa de ese sacrificio, vele por su fai

es

milia.

Cualquiera que se haya impuesto de los importantes servicios prestados

por este

habría sabido

oficial

cumplir

lo

hasta

sucumbir,

que

único

creería

que

Nación

la

héroe pedia en su

este

testa-

mento. ¡Equivocación! [Gran equivocación!

La ingratitud

i

el

desden con que se ha tratado este asunto, son

tan grandes e injustos, que mi

pluma

se resiste a aplicar aquí el vo-

cablo que debía darle: no quiero ser yo quien lo diga; se

pluma de

la

única heredera de Avelino, espresado en

lo

dejo a la

la carta

que va

en seguida:

«Curicó, Agosto 14 de 1908.

go la

— Mi respetado

señor:

gran satisfacción de leer

blemente dedica a lino.

la

— Señor

Alberto Silva P.

En El Mercurio el

del

— Santia-

domingo último tuve

importante artículo que Cd. tan no-

memoria de mi

inolvidable

hermano Ave-


142

Aseguro a Ud., señor, que todos esos recuerdos han llenado de emoción mi alma, jamas olvidaré, ni me cansaré de agradecérselos a Ud. Adjunto me permito incluirle el testamento orijinal, i por él puede ver que Avelino nombró ejecutores de sus disposiciones a don i

Carlos Herrera

i

a

[Jd.

Antes de ahora, jamas quise molestara Ud. con

el

encargo pos-

tumo de mi hermano; pero ya que deUd. ha nacido renovar sus cuerdos, por

la

amistad que se tuvieron,

i

re-

teniendo presente que sus

amistades e influjos pudieran hacer algo por

mejorar mi precaria

situación, le ruego encarecidamente consiga se

me aumente

tepío de

S

17

para calzado

que actualmente gozo,

me

i

de Ud. respetuosa

Bien

triste es la

nombrarme

monni

alcanza.

Repitiéndome su mui agradecida, por sus bondades soi

el

como Ud. comprenderá,

i

S.

S.=M.

i

molestias,

Teresa Rodríguez»,

misión que Avelino

me da

en su testamento:

ejecutor.

¿I qué voi a ejecutar para aliviar la situación de sus herederos, cuando no deja mas que deudas? Si fuese egoísta i mal compañero, con quedarme callado i no hacer caso, todo quedaría concluido; pero un deber de conciencia me manda otra cosa, ese mandato me obliga a acercarme a un amigo i pedirle me permita apoyarme en su brazo ayudado de mi bastón, Hogar hasta el congreso i, golpeando a sus puertas, pedir oigan la súplica de un inválido que casi a la rastra viene a implorar justicia para la única heredera del heroico compañero, que rindió su vida en la creencia de que su patria velaría por el porvenir de los sui

i

yos.


Buques viejos de En La Union viejos de

la

del Miércoles

Armada», entre

11,

la

bajo

el

Armada de «Los buques

título

otras cusas, se dice lo siguiente:

mucho que

«Cabalmente, pienso que por ese lado no hai

per-

pues en realidad, esas dos corbetas, como glorias, valen bien poco. Ustedes recordarán que hicieron la campaña bajo las órdenes der,

que mandaba la Chacabuco», del capitán Montt, que mandaba la «O'Iliggins». Los marinos de aquel tiempo esperaban mucho de esos dos buques, porque eran los mejores, después

del capitán Viel,

de

los blindados,

tocó la mala

i

<

por su armamento

i

por su rápido andar; pero les

que siempre llegaban atrasados

suerte de

i

nunca

se

encontraron en acción de guerra de mediana importancia.»

El señor que ha escrito do, trata

el

artículo a

que nos estamos

a aquellas pobres corbetas, «O'Iliggins»

a sus comandantes Viel

i

Montt, con

tant?, lijereza

i

refirien-

«Chacabuco»,

i

falta

i

do verdad,

que uno que estuvo en ellas sirvió bajo las órdenes de esos comandantes, no puede permitir ni dejar pasar desapercibidos cargos tan i

injustos.

En

tísimos, que

esta vida, la suerte a

veces

la

i

la

fortuna son factores importan-

preparación, los elementos

i

cuanto se aeu-


— mulé con

el fin

144

de llegar a un objetivo determinado, es nulo cuando

aquéllas vienen en su contra.

Tanto en holgazanería,

mui

difícil

la suerte

no

los

poder hacer llegar a

de obstáculos El

guerra como en

la

si

la

paz, en el trabajo

acompaña para

la

como en

la

llegar al triunfo, es

meta con fortuna

carro cargado

el

de jettatura.

i

señor articulista dice: «que estas corbetas tuvieron la mala

suerte de llegar siempre atrasadas

i

que nunca

se

encontaron en

acción de guerra de importancia.»

Es

efectivo

que

corbetas

estas

no encontraron

Condell, de medirse cuerpo a cuerpo con

la

la

suerte de

«Independencia»,

i

en

unas cuantas horas llenarse de gloria i de prestijio guerrero; pero eso no quita que esos comandantes hubiesen hecho otro tanto, ni que siempre buscaron la oportunidad de hacer una obra como la de su compañero Condell.

no pudieron medir de cerca sus armas con que soportar con resignación dos años de privaciones, vijilias i bloqueos, que si bien no son actos gloriosos como el de la «Covadonga», en cambio son buenos servicios que no pueden mirarse con el menosprecio que lo hace el señor articulista. Respecto a que estos buques siempre llegaron atrasados i nunPero en cambio,

el

si

enemigo, tuvieron

ca se encontraron en acción de guerra de importancia, voi a hacerle

ver que está en un completo error. El 8 de Octubre de 187U, antes de amanecer,

co

«Covadonga»

Encalada»,

saron allá en

la

oscuridad

i

i

el

blindado «Blan-

«Matías», frente a Antofagasta, divi-

entre brumas, dos bultos echando hu-

mo. Pronto fueron reconocidos: eran ellos, a

La

el

«Huáscar»

i

la

«Union»;

su vez, también reconocieron a sus enemigos.

que componían el mucho humo, como para demostrar a los enemigos que iban dando todo su andar; pero lo que realmente estaban haciendo, era empaquetando presión dando tiempo para que viniese el dia, a fin de que la división Latorre, compuesta del «Cochrane», «O'Higgins» i «Loa», que 30 millas al oeste de Punta Angamos esperaba la venida de los enemigos que, según los avisos, debían venir del sur, pudiese división Ri veros, que así llamaremos a la

«Blanco», «Covadonga»

i

llegar a tiempo.

i

«Matías», principió a echar también


145

Los enemigos, desde que divisaron a Riveros, principiaron a manteniéndose a cierta distancia i sosteniéndola, como

tantearlo,

que fuesen

ellos los

que consultasen

Mientras tanto, Riveros

taban

la

brida

no llegase

i

la situación.

todos los suyos, impacientes aguan-

i

procuraban no hacer sonar

las

espuelas hasta que

la ocasión.

La aurora

principia

a clarear, los enemigos parecen

reírse,

i

van descansadamente.

Como por

a las 5.30 A. M., cuando ya

se.

NO., se divisa un humo, otro

allá al

Grau se da ahora cuenta de que estaba metido. Principia

la carrera

i

destaca bien otro

el

horizonte,

la

trampa en

humo.

la estratajema

de

i

todos clavan a todo lo que dan sus cabal-

gaduras.

Grau, con su «Huáscar» Riveros

le

sigue de atrás,

que se le La mañana era

zarlo antes

i i

«Union», costea

va recto

i

al norte.

Latorre aguijonea para llegar a cru-

pase.

preciosa, calma absoluta, la mar tan tranquila, que en su superficie no se veia una arruga, tersa cual un terciopelo. Los buques poco a poco estrechaban su distancia, sus arietes, cubiertos por montañas de espumosa agua, revelaban la potencia que miles de caballos interiormente iban desarrollando para mover sus máquinas i revolcar con rabia en el agua esas hélices empeña-

das en hacer llegar cuanto antes a su término

barco que impul-

el

saban.

•Con

los

honores de ordenanza, para afianzar

de esos gladiadores, sión,

del

ordena izar

se

los pabellones;

la

nacionalidad

pero en esta oca-

en que en pocos momentos mas iba a pelearse por el dominio i en que se tenia que decidir de la suerte de dos naciones,

mar

ese acto revestía escepcional alcance.

Todo tos

de

patria,

la

el

mundo

corneta,

de

pié,

ana voz oculta que

estoi colocada

en

descubierto

i

mas que oyendo los acenemblema de la

parecía que oía de aquel querido

alto

que no permitáis que

le

hablaba dentro de su corazón: «Aquí

para ver que cumpláis con vuestro deber, se

me

baje,

como

lo

i

supieron hacer vuestros

Compañeros en Iquique.»

C.

DBLA M. Ch.

10


-

146

El círculo se va estrechando rápidamente. rre,

«O'Higgins» tiene

la

mente,

el

lado norte,

lado sur; la «O'Higgins» va

el

rumbo que

norte en su

primero

el

En

la división Lato-

«Cochrane», paralela-

un poco mas inclinada

al

su consorte, posición que la permite llegar

contacto de su enemigo,

al

el

i

poder, por consiguiente, iniciar

i

combate. El «Uochrane», por algunos minutos tuvo que cambiar su rum-

bo

i

marchar paralelo

En

i

por detras del «Huáscar».

estas condiciones, estando la

«O'Higgins»

3,000 metros

distante del «Huáscar»,

el teniente de artillería con la rabiza en la cañón cargado con proyectil perforante, pregunta a su camandante: ¿Doi fuego, señor? Estamos dentro de tiro eficaz.

mano

i

el

que sabe lo que está haciendo, i quizas aquilatando a su íntimo amigo don Juan José, contestó: ¡Nó, que se lo coma solo Latorre! i torció rumbo al Montt, con tranquilidad

i

con

la conciencia del

norte en persecución de la «Union».

Otro comandante de cascos mas

el comcomprendiendo importancia de aquella acción, pospuso su per-

lijeros

habria iniciado

bate, llenándose quizas de gloria barata; pero Montt,

bien su deber

sona a su

go,

i

la

los intereses patrios,

rumbo al norte para Todo el mundo en

dejándole su lugar a Latorre,

i

torciendo

seguir a la «Union». cubierta tenia fijos sus ojos en aquel enemi-

buque fantasma, que durante tanto tiempo tuvo en alarma al i que llegó a hacer que muchas personas de alta coloca-

oais entero,

ción en la idea

el

Gobierno, llegaran no sólo a pensar, sino hasta insinuar

de entrar en arreglos con

el

Perú, dado lo infructuoso de la

persecución de nuestros blindados. Allí estaba

ahora ese jigante en precipitada fuga, como también

su consorte, que, aprovechando de su veloz andar, pasando por

el

lado de estribor del «Huáscar», redobló su marcha, escabullendo

el

cuerpo de su perseguidora. El

momento supremo

se

aproxima;

el

«Cochrane»

¡toco a

poco

ya está a poco mas de 3,500 metros; la torre del «Huáscar» se ve jirar, i sus cañones abocados en sus portas, se ve <]iie están apuntándose un tanto hacia atrás de la cuadra; va acortando

la distancia;

cuando mas se le observa, el «Huáscar» desaparece tras un enorme cúmulo de humo, blanco como algodón: era el primer de súbito

i

disparo iniciador del combate, que

momentáneamente

lo

oculta,


147

— l

(liando segundos después un alto penacho de agua, a corta distancia del tCochrane», indica

que

el tiro

de honor ha sido dedicado a este

buque.

Juntamente con el penacho, un formidable estallido no sólo las ondas tranquilas de ese tremendo cuadro histórico, sino que también llega hasta los confines de todos esos barcos, para comunicar a sus tripulantes que la lucha a principiado i que cada cual tiene que desarrollar su máximum de empeño por la suerte de la patria, que eu esos momentos se pone en la balanza del porvenir. T I n segundo tiro, también fué incierto, hasta que un tercero, chocando contra la batería del «Cochrane», parece que hubiese

conmueve

venido a despertar a Latorre de su pertinaz

i

porfiada carrera en

seguir acortando su distancia, sin hacer caso de los disparos ene-

migos.

Ahora dieron en

el

le

tocó su turno a Latorre; los dos primeros tiros

no

blanco, pero los que siguieron fueron precisos, sublimes,

matemáticos: ni uno se perdió. El tercer

dio en

tiro

tante, el quinto ¡soberbio!

Con dante,

volar ésta por

la torre

de proa,

el

cuarto en

el

cabres-

de mando.

en mil pedazos junto con su coman-

el aire

buque quedó como una perdiz cuando se le da un ojo, revoletea sin rumbo fijo al rededor de un mismo punto,

el

vuela

i

volver a caer rendida a los pies del cazador.

i»ara

El proyectil

mató a Grau de

el castillo

en

e

que derrumbó inutilizó

el

la torre

de

mando

en

el

«Huáscar»,

gobierno del buque, que estaba debajo

la torre.

Se .mandó jente a guarnir

la

caña de respeto en

comandante; una nueva granada, penetrando parte, revienta

en

La cámara de ridos,

cámara

la

i

la

cámara del

blindaje en esa

el

destroza cuanto habia en es3 recinto.

oficiales convertida

en hospital

también fué visitada por otra granada,

la

i

que

ya liena de hela

redujo a un

hacinamiento de muebles, trozos humanos, ropas, herramientas de cirujía

i

La de

los

una mezcla espeluznante. torre de la artillería fué perforada cerca de la porta de

cañones

i

al

chocar contra

inutilizando la torre nes, entre los

muerto por

la

que

i

la

muñonera

uno

del cañón, reventó

dando de baja a la dotación de ambos caño" un oficial, que sin herida alguna yacía

se contaba

concucion de

la esplosion,


— Desde que

148

«Huáscar» perdió a su jefe

el

gobierno del

el

i

timón, siguió en una carrera loca e inconsciente, seguido de cerca

por

el

«Blanco»

a balazos,

«Coclirane», que a corta distancia lo acribillaban

i

unos

i

naban con rapidez

en medio de esa espesa humareda, gober-

i

otros,

i

cuidado para evitar un encontrón, que en esas

condiciones de velocidad habría sido de fatales consecuencias para

que hubiesen chocado. En medio de esta mélée, a corta distancia de la batería de uno de los blindados i tras densa humareda, se ve pasar por su campo de tiro en la porta, un buque a gran velocidad, le dispara creyéndolo enemigo i se dice fué a dar en la popa de nuestro «Cochrane». liaste incidente, fácil de concebirlo, mucho se ha discutido i nunca ha quedado bien esclarecido. En el «Huáscar» comprenden al fin su impotencia, i mal que les pesara, tuvieron que parar su máquina i arriar bandera. Los nuestros también se acercan a su presa paran las málos

i

quinas.

Era de ver aquel grupo, nuestros blindados, llamaba

la tropa,

con sus portas

ceniciento, con el

humo

i

i

máximo de

la

como

el

vapor

salia a borbotones,

drilla

para

presión con que venían las calderas para dar su

andar.

Aquello se asemejaba a una corrida de zorros, en que

ha encerrado

corrida,

los

esplosion de los fogonazos; de las chime-

por sus válvulas de escape,

neas,

dar desahogo a

los ñatos,

cachetes todos teñidos de plomo

al

animal en su cueva,

esperan que

el

i

la cua-

jadeantes después de

la

cumpla su misión sacando su

foxterrier

presa de su madriguera.

Cuando

se

pararon

las

máquinas,

para tomar posesión del buque; diato, i

embarcaciones

los tenientes

el

mas inme-

Juan M. Simpson

Rogers.

Al subir a bordo,

buque

*e arriaron

«Cochrane», que es

en sus dos botes armados, van

Tomas

el

el

se

va a pique

el oficial i

que

el

peruano que

los recibe, les dice

incendio está cerca de

la

que

Santa Bár-

bara.

Simpson, que era

-te:

— «Bien,

señor;

I al efecto, dio

si

el

mas antiguo,

es así,

da

le

volaremos

i

la

contestación siguíes

nos hundiremos juntos».

orden a sus embarcaciones de separarse del buque,

para hacer ver

al

señor peruano (jue su amenaza de nada serviría-


149

Mientras Simpson personalmente va a sofocar el incendio, Rogers con los injcnieros del monitor, bajaba a las máquinas, obligándolos a cerrar las válvulas que esprofeso habían abierto para

hundir

el

buque.

Llega un bote del «Blanco»

i

en

él

viene

el

maestro de señales

Sibbald, con su bandera chilena debajo del brazo, para arbolarla en

mismo

el

El

de

la

pico

1.°

donde momentos antes tremolaba

la

peruana.

de Noviembre de 18T J, antes de amanecer, una fracción (

Escuadra

i

un couvoi de

trasportes conduciendo parte de

nuestro Ejército, viniendo del oeste, hacian

rumbo sobre Pisagua;

«O'Higgms», que también venia con ellos, forza su máquina, i acercándose al «Cochrane» hasta ponerse a la voz, su comandante Montt grita a Latorre: ¡Comandante Latorre: vamos mal, estamos

la

haciendo rumbo diez millas mas

A

norte del puerto!

al

pesar de haberse cambiado

O'Higgins»

el

rumbo después de

esa indica-

pero no por eso

la

dejó de ser la primera en entrar juntamente con

el

ción, siempre se llegó atrasado

i

del

norte;

«Cochrane». El combate se que pudieron sernos i

concentrarse en Allí

en

muí malas condiciones por torpezas

pero en

fin,

se logró

poner pié en

tierra

parte norte.

como acorralados, sin un ataque en forma. del ferrocarril, en la parte superior del cerro, un mantenía firme, sin dejarnos mover i haciéir

estaban nuestros pobres soldados

poder ascender

En

la

inició fatales;

el

el

zig-zag

núcleo enemigo se

empinado

cerro,

ni hacer

donos a mansalva considerables bajas. Estado Mayor clamó a

buques que cañonearan i despecontestaba, que los cañones no podían dar esa elevación, hasta que, gracias a una buena ocurrencia de un oficial de la «O'Higgins», pudo habilitarse uno de sus cañones, que fué el encargado do aclarar aquel enemigo, en medio de los El

los

jaran aquella posición; en todos se

le

aplausos de nuestro Ejército.

Ahora, usted:

señor articulista de

La

Union,

me

permito preguntar a


150

— Las

acciones

acciones importantes

¿Llegó a

de Angarrios i

i

Pisagua, ¿las considera usted

«O'Higgins» atrasada para tomar parte? lo único que seria de desear, es poco exacto para echar sombras personas que no lo merecen.

ellas la

La contestación es escusada, i que no sea en adelante tan lijero sobre hechos

i

gloriosas?

i


Bloqueo del Callao

La mayor parto de

la jente

que no

lia

visto de cerca esta ope-

ración de guerra, debe imajinarse que bloquear un puerto debe ser

algo parecido a cerrar

un paso por medio de guardias, palizadas o el tránsito o pasada por un lugar

algunos obstáculos que impidan determinado.

Realmente,

el

bloqueo tiene ese principal objeto, impedir

salida o entrada al puerto

que

se bloquea,

i

esto sólo

1h

puede efectuar-

cuando el bloqueador concede permiso para ello. A primera vista, parece que no fuese difícil, i que con poner allí unos cuantos buques, esa operación estaría suficientemente bien desempeñada. Pero llevada al terreno de la práctica i teniendo que luchar con un enemigo vijilante, astuto i que siempre está al asecho para tender una celada o un ataque contra fuerzas inferiores, la cosa cambia de aspecto, i para que el bloqueo sea efectivo, es menester no descuidarse i mantener a firme una estricta i bien prepase

rada vijilancia, para evitar sorpresivos

descansado jencia la

i

la

burla del bloqueo

i

a

la

vez los ataques

que a cada momento deben esperarse de un enemigo que no piensa mas que en aprovechar con toda inteii-

manera cómo burlar

a sus guardianes.


— Como

152

ha sido conocido a medias i de una manera muí j enera!, por las cartas, reseñas .lisiadas parciales, sin llegar a formar un criterio cabal i un juicio exacto de las privaciones, peligros i sinsabores que durante meses i años han tenido que esperimentar sus guardianes, sin que esos servidores hayan sido jamas remunerados, ni siquiera apreciados en su justo valor, para satisfacer en parte a esos servidores, que jamas pensaron en solicitar mas recompensa que el reeonomiento de estos servicios que la paen

este servicio

pais

el

i

i

tomase en cuenta como buenos.

tria los

Para do

ciudadanos de

los

la

de aquellos que van

la fila

aun quedan

i

nueva jeneracion, que vienen llenancayendo, como asimismo de los que

que no conocieron esos

sacrificios, voi a

hacer una relación sencilla, pero verdadera de

El 5 de Abril de 1880, Escuadra,

no

para

llegaba

ser apercibido desde tierra, ni

pudiesen

se

a

las

allí

pedo, para acabar con

el

la

mui

entrar sigilosamente al fon-

«Union»

corbeta

i

aplicarle

un

tor-

unos buquecitos largos,

débiles en su

construcción

ajiles

protejidos

i

en su

por una

de acero, que mas que protección era un remedo de

lijera cubierta

para tapar sus máquinas

consistía en

l.

i

08

poder marítimo movible del Perú.

Estas embarcaciones eran

pero

«Janequeo»

órdenes délos tenientes

Estas torpederas debian avanzar,

i

Su

tripulantes.

principal

armamento

un par de torpedos de botalón, es decir, unos tarros de libras, mas o menos, de algodón pólvora, he-

conteniendo 50

chos firmes, en hacia adelante; afuera, tros,

vapores (pie por

los

Luis A. Goñi.

i

deadero del Callao, buscar a

latón,

bloqueo.

pero a bastante distancia

de

las topederas

destacó a

«Guacolda», respectivamente,

Manuel Señoret

tal,

el

traficar.

Antes de anocher,

andar,

permitirme

con paite déla

almirante Riveros,

el

la latitud del Callao,

a

que fué

lo

la

el

estremo de unos botalones de madera, corredizos

de

tal

punta con

separándose de

En

la

el

manera que cuando

se

torpedo se hundía en

el

zallaba éste hacia

agua unos dos me-

torpedera unos tres o cuatro metros.

automáticamente al no nó, a voluntad, por medio de una llave eléctrica manejada por el oficial comandante. Con esta pequeña descripción, se comprenderá fácilmente la esta posición, el torpedo debía reventar

chocar contra

el

costado del enemigo,

delicadeza, pericia

i

o

si

valor que se requieren para llevar

a

cabo esa


153

Primero hai que descubrir

operación.

por éste, acercarse hasta toparlo

enemigo,

el

i

entonces reventarle

i

sea o uo visto

torpedo.

el

Si le hacen fuego i lo reciben a balazos, no debe importarle, porque va prevenido sabe que tienen que hacerle ese recibimiento. Si es afortunado en llegar a aplicar el torpedo, con seguridad que. si no se hunde con su enemigo, quedará en el mejor de loa casos, si no lleno de agua producida por la esplosion, con serias i

averías en su proa, donde también rebibc parte de

la

concusión del

torpedo.

Esa

que va a ultimar a un da

Si

me

clase de operaciones se

la

concluya con

figura

jigante.

puñalada, es posible, que el

un pigmeo con un puñal,

pigmeo,

el

no da bien

si

i

jigante dé

el

un manotón i no baria el

guipe, ¿qué

jigante con aquel insolente enemiguillo? -

Como

rumbo

A tacto

i

decia «antes,

dos torpederas se destacaron e hicieron

las

al Callao.

poco andar, una densa camanchacha las hizo perder su concada una tuvo que marchar de su cuenta.

Señoret, perdiéndose en

aunque

se

vio sin su compañero,

servido de ausilio, siguió

Con entrando

el

sijilo

el

al puerto, vio

los

que

el

le

ellos, los el

reconoció

gato va tras la

rumbo hacia la dársena, donde sospecha debe «Union». Toda la jente en la torpedera, en sus puestos de

laucha; hace

Gofli,

convertido en

Gofli,

habría

comisión.

cuidado con que

el

puerto;

caso requería, poco a poco fué

buques, se acercó a

mercantes; siguió adelante con

el

que en caso de apuro

rumbo de su

silencio

i

no dio con

neblina,

la

ojos, los palanquines

listos

para botar

estar la

ataque; el

bota-

el injeniero en su máquina, con oastante procurando no echar una chispa por su chimenea para no ser descubierto. Ya creían casi llegado el momento, cuando un bote

Ion a la voz de mando;

presión

i

pescador, atravesándose por delante, le fracturó

un botalón enredán-

dose en su proa. Goñi tomó a los individuos que iban en

el bote,

i,

revólver en mano, los obligó a decirle donde estaba la «Union».

Se hizo un lado

el

botalón averiado

i

nuevamente

en busca de su enemigo; ahora sabia ya donde

Avanza poco a poco en medio de cador

le

dice a Goñi:

estar listos;

se acerca,

«allí

está,

ya está

encaminó

la oscuridad; el italiano pes-

señor». Goñi,

casi

se

ir.

encima;

nuevamente ordena

¡zalla afuera!

ordena Go-


154

ñi,

en

el

i

la

botalón so alarga

i

torpedera aguantan

que avanza para dar

hunde en el

la estocada,

mundo

agua;

lista la

máquina, todos

una tremenda detonación

i

en

el

Callao.

La palizada con que

la

«Union»

pierta a todo el

sión de estos ataques, hizo reventar la

el

resuello esperando el resultado. Goñi,

circundado en previ-

se había

el

des-

torpedo casi en

el

costado de

«Union».

que también tenia listos sus cañones i ametralladoras, tapó con una granizada a ¡a torpedera, que ahora sin arma alguna, tenia que zafarse de aquel círculo de luego en demanda del apoyo Esta,

de

la

Escuadra.

Aunque

la [torpedera fué acribillada a balazos

lladora, logró escapar

con averías

del dia, se replegó a su almirante, la

de

rifle

i

ametra-

i cuando llegó la claridad que a esas horas se avistaba en

lijeras,

boca del puerto. Se hizo

la notificación oficial del

establecido de hecho.

bloqueo,

i

desde ese dia quedó


Bloqueo

Es pasado

el

meridiano. Riveros, con media docena de buques,

algunas torpederas

deados en

escampavías, a anclotes

i

cabezo de

el

ciendo efectivo

el

la isla

bloqueo

Un i

al puerto,

i

calabrotes, están fon-

de San Lorenzo, manteniendo

i

ha-

del Callao.

L"no de sus buques,

inmediato

bombardeo

i

monta

sobre la máquina, a media bahía

i

mas

la guardia.

vapor carbonero tiene atracados a un costado una corbeta

al otro

una

ambos reciben carbón.

torpedera;

Las maestranzas, tripulaciones i personal de los buques están movimiento. Los no ocupados en trabajos de repai

en actividad

raciones, asolean los víveres, jeneralmente apolillados, nas, se les

ocupa en

ejercicios

La preocupación que nadie hastío

i

esté

Pero antes de

sobre todo,

i

otras fae-

segundos comandantes, es

preferente de los

desocupado; este es

aburrimiento,

i

tiro al blanco.

i

las cinco, al

el

gran

él trae

secreto para evitar el

beneficios para el servicio-

toque de rancho, todo

el

mundo, de

almirante a último grumete, va a tomar su frugal comida; se acer-

can

las

horas de peligro

Con aproximarse

i

vijilancia.

el sol al

horizonte, se nota

que

las

de los buques principian a humear, anunciando con activan los fuegos para salir a hacer la cotidiana ronda.

chimeneas ello

que

se


156

buque almirante liace señales de en seguida número 28, que quiere decir, tomar colocación. levar, Tras de arriar esta señal, los buques se ponen en movimiento, en cada uno de ellos se toca zafarrancho de combate. Todo el mundo acude a sus puestos, se abre la Santa Barbara, Casi con ocultarse

el

el

sol,

i

i

se carga la

nes

artillería

i

ametralladoras, se alistan ías armas, municio-

todo lo necesario para rechazar los ataques de torpedos

i

i

dejar

buque en condiciones de defensa.

el

El comandante, con sus anteojos

i

abrigo, se alista para per-

noctar en la casa del puente; los oficiales francos, a medio vestir

espada en

con su

tripulación

frazadas

estas

pederas hacen

menor

mano,

recuesta

para saltar

primer llamado;

al

i

la

lado de sus cañones, cubiertos por sus al

menor amago.

condiciones, los buques se acercan al puerto; las torel

a mayor,

contacto

i

con

el

enemigo,

i

demás buques, de

los

manteniéndose a cierta para llevarse durante la noche haciendo

se estienden hacia afuera,

distancia unos de otros, líneas paralelas

A

al

listos

prontos para hacer fuego

i

En

se

la

concéntricas con

el

ningún buque debe vérsele

enemigo. luz;

sólo de

cuando en cuando,

momento de virar para cambial- de rumbo, sólo entonces rápidamente, se da el número con un farol chico de destellos.

al llegar el i

A

las

asechanzas del enemigo, agregúense ahora

camanchacas

i

que se encuentran, buques en movimiento.

peligro continuo en

derá

el

tarlo

con

los

las corrientes,

se comprenque hai que afron-

neblinas tan frecuentes en esta rejion, i

i

Con mucha frecuencia acontecía que por las voces, en medio neblina, se conocía la proximidad de un buque amigo; otras veces casi encima uno de otro, tenían que maniobrar para evitar de

la

colisiones.

En tes

de

los

ataques o alarmas, para hacer incorporarse a los sirvien-

la artillería

i

que todo

el

mundo

acudiese a sus puestos de

combate, no habia necesidad de corneta; con que

el oficial

de guar-

dia repitiese el toque del telégrafo de la máquina, bastaba para

antes de un minuto estuviesen

Con mucha frecuencia ban

listos

las torpederas,

combates con los fuertes o

en su contacto, provoca-

embarcaciones enemigas, a

habia que acercarse para ausiliarlas,

que

para dar fuego.

si

fuese necesario.

las

que


— Toda hasta

sa,

e

la

noche había que mantenerse en esta excitación nervioclaridad del dia les hacia concentrarse

([lie la

ira fondear

nuevamente

a la isla.

comandantes podían bajar a sus camarotes,

Sólo entonces los

para dar descanso a sus nervios

A

157

i

preocupación de vijilancia.

las 9.30 se tocaba rancho para almorzar.

jeneralmente, consistía en valdiviano, hecho con un mal

Este,

acompañado de cebollas; papas con arroz, un peuna taza de té puro, confeccionado con dazo de charqui asado agua resacada, que en aquellos tiempos salia con un gusto aceitoso; leche condensada solíamos conseguir a la pasada de un vapor; pero charqui

rara vez

i

i

la

leche fresca va no sabíamos qué gusto tenia, a que no la veíamos

desde

la salida

En sacado

comida,

la

al

de Valparaíso, que ya hacia mas de un año. sopa, por lo jeneral, era de arroz, con caldo

la

charqui que iba a servir para

en charqui, papas

Después de

el

puchero,

el

que consistía

arroz.

i

los porotos,

pedazo de charqui asado,

i

que no faltaban nunca,

se servia

un

para concluir, una taza de café.

Estos eran los únicos elementos alrededor de los cuales los ma-

yordomos

i

cocineros tenían que aguzar sus intelijeneias para hacer

variación en las comidas.

la

Los dias de regocijo eran cuando llegaba algún trasporte para Este era portador de unos cuantos animales en pié,

Escuadra.

que nos permitían comer carne fresca por un par de

dias;

nos rega-

laban unos pocos barriles de agua de Valparaíso, para mejorar tá;

nos refrescaban un poco ¡os víveres,

correspondencia, para refrescarnos

dos de las familias

allí

el

ti

todo, nos traían

el

alma con

la

correspondencia, de todos los

Almirante

se iba a su bordo,

se hacia el reparto,

mas que

los cariños

i

recuer-

seres queridos.

i

Al rato de recibir

buques

i

i

a

traer las tan deseadas comunicaciones;

cada uno

se.

encerraba en su camarote, para

a solas gozar con esos recuerdos,

i

muchas veces humedecer sus

portadoras de tantos afectos

i

cariños, únicos consuelos

pajinas

venían a aminorar en parte

los sufrimientos del

que

interminable blo-

queo.

Leídas

las

cartas, las

para dar cabida a

la

mesas de

las

cámaras se hacían estrechas

cantidad de diarios, alrededor de las que nos


— reuníamos para devorarnos

158

las noticias

de Chile

i

hacer sus comen-

tarios.

Los enemigos, por su

parte,

tampoco

dormían;

se

poniendo

i

en juego toda su astucia e intelijencia, procuraban de cualquier manera tendernos celadas para echarnos a pique los buques. El trasporte «Loa», cayendo en atracar

una de

estas trampas, se hizo

costado una lancha cargada de provisiones frescas

al

i

de

artículos tentadores para los hambrientos bloqueadores.

Pero estas provisiones no eran sino el dorado con que venia infernal máquina, que en poco mas de cinco minutos

revestida la

mandó Peña

i

fondo del mar

al la

mayor

de su comandante

En

i

comandante

casi

En una

minas

del «Covadonga», por

la

Escuadra, también

flotantes.

ocasión se divisó no a

mucha

distancia,

entre aguas. El Almirante ordenó sacarla del camino isla;

pero

al

también

sólo la pérdida del buque, sino

toda su tripulación.

inmediaciones del fondeadero de

las

se «encontraban

comandante

trasporte, con su

bien pintado botecito, cayó también en la

i

que costó no

celada, celada

hermoso

Pablo Ferrari,

El capitán

apoderarse de un bonito

la

al

parte de su tripulación.

chocar ésta en

la playa,

i

una lancha

vararla en la

reventó en mil pedazos; era una

gran mina.

Una de

las

veces que

se llevaba a

remolque para echar mar

afuera unos maderos flotantes, también hicieron esplosion.

i

Cuando vieron los peruanos que ya no nos tentaban que tomábamos toda clase de precauciones para evitar

sus cebos, estos peli-

el buque no hubiese sido por el oportuno aviso dado por un oficial amigo de un buque neutral, con seguridad habríamos tenido que deplorar una gran desgracia. La trampa consistía en hacer llegar al costado del Blanco v una lancha a vapor, enarbolando bandera francesa, como que venia

quisieron ensayar otro medio para arremeter contra

gros, jefe,

i

si

<

de

la dársena,

entonces propiedad de esa nacionalidad.

Esta lancha debia entregar rarse

del costado

al

buque-jefe

oficio,

i

al sepa-

para retirarse, por medio de un escape arreglado

esprofesp, dejar caer de debajo de su quilla la

que por medio de un mecanismo de nutos después.

un

reloj,

máquina

infernal,

debia esplotar pocos mi-


159

Antes que llevasen a cabo esta estratajema, nuestro Almirante comunicó a los buques neutrales que en adelante no permitiría llegar ninguna embarcación a su costado; cuando quisieran comunicarse con él, lo hiciesen saber izando una bandera a su tope rúa i

yor, para enviar

una torpedera a

recibir a la neutral.

* *

El Almirante,

*

para responder a estos actos de hostilidad, de

cuando en cuando hacia sentir enérjica la voz de sus cañones. El 10 de Mayo, por ejemplo, les dio un concierto a orquesta completa mantuvo a los artilleros de los fuertes, bastante ocupados i

durante toda

Ese

la tarde.

fuertes de la plaza

En

desperfectos,

i

que quebrantó

un

i

los

se produjeron algunos incendios

fuertes

bordo del «Huáscar», con su arrogante Condell,

la

consigna de

i

una de

distancia, tuvo muertos, heridos,

la

pudo haber

ellas

sido de fatales conse-

de grueso calibre chocó contra

proyectil

por debajo del

blindaje

i

de

la

el

línea de agua, perforando

costado el

forro

llenando de agua un departamento longitudinal, que

i

i

a

algunas averías,

esterior

i

población

la

cuencias;

buques bloqueadores avanzaron contra provocaron un combate a larga distanda.

todos los

dia,

penetra unas cuantas pulgadas mas, habría llenado de agua

el

perforando

departamento de

la

el

si

forro interior,

máquina,

i

el

buque.

irremisiblemente, por su antigüedad de construcción, se habría ido a pique,

i.

dada

la

proximidad a que se encontraba de

los fuertes,

habría sido imposible recuperarlo.

El ^Yugamos», por su parte, todos los dias con su nueva coliza

de largo alcance, dársena,

prodigaba a la «Union» encastillada dentro de la buenas tandas de disparos que, a pesar de su escondite,

solían hacerle algunos daños.

Por

la

manera curiosa como

se

daban

estas tandas, conviene

hacerlo saber.

Como

M

cuando el sol declinaba 1<» suficiente para en el mar, el «Auganios» se acercaba a 4,000 metros de la dársena i tomaba colocación en la misma línea del sol con la c Union»: de esta manera, el blanco se alumbraba de lleno i se hacia rielar

a eso de las

.'i

1\

,


— pecfectamente

«Union»

para

visible

a los fuertes,

i

160

— mientras tanto a la

«Aligarnos»,

el

daba de lleno en

el sol les

los ojos

i

no po-

dían disparar.

Cuando

esta ventaja principiaba a desaparecer, el

«Aligamos»

se retiraba tranquilamente. i que don Carlos Moraga,

Para no perder proyectiles se elijió al capitán

para que todos los dias hiciese esta

que

la

jente en

el

bombardeo fuese

este

eficaz,

mejor ojo de la Escuadra, operación. Era tal su precisión, el

Callao iba a ver caer los proyectiles, porque nun-

un determinado círculo. En una de estas ocasiones, cuando ya

ca salían de

timo ese

tiro,

Moraga entregó

tirito.

para ver

Tomas

teniente

el

el

la

2.°

se iba a disparar el úl-

Pérez pidió a Moraga que a Pérez

rabiza

i

se

retiró al

le

diese

puente

resultado.

dar mal;

los tiros de Moraga i para dejar bien mayor cuidado esmero, no quería quecuando creyó llegado el momento, tira de la rabiza, en

lugar de

ir

no desdecir de

Pérez, para

sentado su nombre, puso

en dos;

al

el

caña

por

proyectil a su destino, i

parte delantera

la otra

desgraciado Pérez

agua por con su

i

i

la

la culata

el

la otra

reventó

cayeron

mitad, llevándose i

i

al

la

cañón, partiéndose

agua por una banda,

i

destrozando en su carrera

otros sirvientes de la

banda, quedando en

el

pieza, fué

a caer al

los

muñones

mantuvo

silenciosa

cureña sólo

anillo.

Desde ese

dia, la artillería

de

la

Escuadra

se

por algún tiempo, dejándose oir solamente de noche, los cañoncitos i

ametralladoras de las guerrilleras del bloqueo.


¿«Mr--

W

Torpedera en alta mar acompañándose de un blindado

Guerrilleras del bloqueo

Mas con lias,

los

o menos, ya hemos visto en qué consiste el bloqueo hecho buques grandes; asimismo sabemos cuáles han sido sus viji-

peligros

Perú

desvelos.

i

do que él fué queo positivo sión de

las torpederas o guerrilleras, como ahora las hemos mencionado masque somera mente, sienmas duro, mas peligroso i eficaz para hacer el blo-

el servicio

no

clasificaremos,

los

el i

de

lo

verdaderamente efectivo,

mismos enemigos,

la

impidiendo, según confe-

evasión

de

la

«Union»

i

tras-

portes.

Para ser

justos,

i

que

que valieron

los sacrificios

valientes servidores,

es necesario

se aprecie

de esos abnegados, infatigables

i

en

lo

C. i.Ki.AM.f'h. 11


— qué consistieron,

hacer ver en

de todos

162

ellos

al

i

el

peoho.de

mismo tiempo dar pública, con

para que la opinión

considere ver en

sobrevivientes

los

los

nombres

su reconocimiento, el distintivo

merecieron, ya que la Nación no supo apreciarlos

que

se

premiarlos en la

i

forma especial con que se premian esos servicios i que en cualquier otra Nación se les habría dado ascensos i condecoraciones. Las torpederas de aquel entonces, «Janequeo», «Guacolda», «Fresia», «Colocólo» i «Tucapel», eran embarcaciones ajiles en su andar, al rededor de 20 millas, hechas de acero, pero de construcción

sumamente

lijera,

propias

para efectuar operaciones inmediatas,

pero no prolongadas.

De proa a popa cerradas con una delgada cubierta de acero, en forma lomo de ballena, resaltando a proa, a cierta distancia de la roda una torrecita, que era la de mando, donde se encerraban el timón, telégrafo aparato para zallar i manejar los botalones donde iban los torpedos, que era en lo que consistia su principal armai

mento.

Mamparas

dividían interiormente en distintos

trasversales las

compartimentos, instalando en

ellos

vivienda para

la

marinería, car-

boneras, calderas, máquinas, cámara de oficiales, etc..

La entrada a redondos, de pie la

departamentos se hacia por unos escotillones medio de diámetro, con una tapa de resorte, que

estos

i

cerraba herméticamente para

paseaban

i

impedir

la

reventaban sobre cubierta, como

entrada de las lo

olas,

que

hacen contraías rocas

de una costa, cada vez que estas embarcaciones navegaban en tiem-

po un tanto escarceado.

Con un poco de

viento por

proa,

la

el tráfico

por cubierta era

i siempre habia que hacerlo forrado en ropa encerada, porque con seguridad tenia que ser bañado por las mares, i si se navegaba en rej iones frías, se usaban trajes especiales hechos

hasta peligroso,

de pelo de camello,

que

para

así

pudiesen

resistir

esas

incle-

mencias.

Para comer, tenia siempre que hacerse con no, porque de otra

manera

los

el

plato en la

ma-

balances daban cuenta del plato

i~

comida.

que acaba de dejar desocupada su compañero, que ha entrado en servicio, que mas que litera parece ataúd, Para dormir, en

la litera

i


_

163

había que acuñarse contra sus barandas para que los balances no lo arrojasen

Con

al suelo. sol, la

cuoierta se caldea de

tal

manera que reverbera impi-

marinero descalzo soportar esa candente plancha, ahajólos departamentos se convierten en verdaderas cámaras de baños turcos,

diendo

donde

al

minutos

a los cinco

se

traspiraba

mas que en

los trópicos al

rayo del sol

En

tiempos

fríos

pasa

Están sacrificada de nada se puede hacer i

lo contrario.

anti-hij iónica la vida en esos barquitos,

sin asirse de algo

don-

para no caerse, donde las

donde las comidas se hacen en forma tan irregular, que la esperiencia ha demostrado que, pasado cierto tiempo, la tensión del sistema nervioso se excita de tal mane-

temperaturas son tan estreñías

ra,

quü por

i

variadas,

lo jeneral, si ese servicio es

jenación mental o

la parálisis

muí prolongado, viene

la

ena-

progresiva.

ahí que en la Armada británica no se permite que ese seramas de un tiempo lijo, que llega a tres meses como má-

De vicio se

ximum. Pregúntese ahora: ¿se tenia en aquellos tiempos en factores o algunas consideraciones especiales para con los

vista estos

que hacían

ese servicio? Nó, señor, absolutamente nó; todas las tardes, las mis-

mas

torpederas, con sus

mismos

que

tripulantes, tenian

las lanchas

enemigas, cuando lograban llegar

importándoles un ardite

el

el

a la van-

inmediaciones,

a sus

fuego de los fuertes o

ir

como perros con

guardia, a observar de cerca, a veri hasta agarrarse

estar en la

misma

boca del león. Esta vijilancia tenia que ser personal, activísima

a cada

momento

i

sin descanto,

estaban sobre las armas.

Cuando amanecía; se acercaban a la Escuadra allí sus tripunuevamente se apertrechaban para seguir como la noche anterior, como la semana, como los meses anteriores, hasta completar casi un año. i

lantes

i

Eran innumerables los tiroteos combates cuerpo a cuerpo, en que no sólo se producían sensibles bajas, sino que sus mismas embarcaciones, después de reñidos combates, se hundían en el fondo i

del mar, llevándose valientes,

en su seno

las preciosas

vidas de otros tantos


164

al bombardeo del 10 de Mayo, los enemigos un ataque de torpederas en la noche del 12; pero Señoret Goñi, vijilantes como siempre en su «Janequeo» i «Guacolda», aunque contra fuerzas mas numerosas, les salieron al encuentro i trabaron con ellas un reñido combate, que duró algunas horas; la

Para corresponder

quisieron dar i

«Janequeo», en una de

las

trenzaduras que tuvo con la torpedera

empezaron a timonel Manuel Henríquez gobernar

«Independencia», recibió de ésta serias averías, que sumerjir. Seftoret ordena

al

Manuel

s>brc

poJia

el

dique

seguir

Henríijutiís

flotante,

para salvarse; pero

adelante

i

como

apenas gobernaba,

atracarse a

una lancha de

torpedera,

teniendo

sólo

la

la

torpedera ya no

casi a gatas llegaron a

cabotaje, al lado de la cual se hundió la

tiempo para

saltar

sus

tripulantes

i

lie-


165

el remordimiento cíe no haber salvado a dos compañeros gravemente heridos que se hundieron con su torpe-

vanelo on su corazón

dera.

De

como pudieron,

allí,

abordaron

i

se hicieron

atracaron a la chata

se

dueños de

(orno pudo,

ella,

el

«Callao», la

doctor Oyar-

zun curó a sus heridos, i se preparaban para lo que podia venirles en seguida, que con seguridad era tener que caer como prisioneros; la chata sólo tenia un insignificante botecito que apenas daba cabida a cuatro personas.

Se estaba en estas ineeitidumbres, cuando se ve aproximarle un bote con un individuo.

Después de

recibirlo

examinnrlo con

i

se llegó a la conclusión (pie

por su esposa, iba a ofrecer

que salvaran sus

las

precauciones del caso,

individuo era un griego que, inducido

el

el

bote a esos valientes lidiadores para

vidas.

Esa mujer llevaba en sus venas la sangre de aquella pléyade de indoniitables araucanos, que han dado su nombre a la flotilla de nuestras torpederas: era chilena.

Goñi, aunque solo, siguió

el

combate hasta poner en fuga a los la «Independencia» i tomán-

enemigos, echándoles a su vez a pique doles ocho prisioneros.

Desde el dia siguiente, los peruanos, que tenian a la «Janequeo» hundida en sus aguas i bajo el fuego inmediato délos fuertes, principiaron a trabajar activamente por reflotarla aumentar sus i

fuerzas con

un

valioso elemento.

Nosotros tampoco nos dormimos,

comisionó

«Huáscar», «Guacolda»

al

rastrear la «Janequeo»

que fuesen a trozarla antes

que

la

aprovechase

el

El timonel Henríquez, vendado

cuando se vio ese peligro, se buzo Juan Soverny, para reventarle una mina para des-

i

i i

al

enemigo. i

herido

como

estaba, salió de la

enfermería para servir de práctico en tan delicada comisión.

Después de algún ba estrovada por bajar con

la

mina

los i

rato, se dio

enemigos,

i

con

«Janequeo», que ya

buzo Soverny

el

cables eléctricos

la

i

se

alistó

esta-

para

colocarla dentro de la torpe-

dera.

Cualquiera que sepa

prenderá fácilmente que

es el trabajo de buzo,

com-

vida de esos hombres pende de un

pelo;

lo delicado la

que


un estorbo en

bomba de

la

1(56

un enredo cualquiera, antes de mebuzo, ellos mas que nadie

«ñire,

dio minuto puedo causar la muerte del

comprenden

¿Quiere usted,

ny cuando

i

ese peligro.

saber cuál fué la última palabra de Sover-

lector,

ponía

se le

la mina? Esa palabra fin'-

escafandra para hundirse en

la

agua a

el

lin

de colocar

«Si vienen

los

la do un chileno. enemigos a atacar

narme para combatir,

corten

cumpliré cu

ven obligados a abando-

se

i

manguera

la

cumplan con su deber,

i

fondo del mar».

el que yo también La mina so colocó dentro de la. «Janequeo», salió el buzo, se un apretón del botón eléctrico la desretiraron las embarcaciones

lo

i

trozó en mil pedazos.

Henríquez,

Ese buzo si

i

mi buquecilo! combatientes habrían obtenido una Victoria Cross casi llorando, dijo: ¡Pobre

hubiesen estado

de Inglaterra; pero como estaban

al servicio

servicio de Chile, los

que

los dirijian se

al

olvidaron no sólo de recom-

pensar sus hazañas, sino hasta del nombre de esos héroes.

Un

amanecer, bajo densa

la «Fresia»,

muí

improviso se descorre

la

neblina

vio de proyectiles de los fuertes

En

la

Morel bajo

i

que

corta distancia a

blanco seguro; otros

la

acribillaron,

tripulantes,

la flotación

neblina,

Alvaro Bianchi, mandando

cerca de la dársena, combatía con los enemigos; de

un

i

en

de súbito

i

i

le

viene encima un dilu-

torpederas.

se

encontraba,

hirieron

su

hacían

mortalmente

forzosa

proyectil de 70 libras

retirada,

que

la

de

ella

un

al

aspirante

le

metieron

inundaba

rápi-

damente.

Las compañeras la ausiliaron pira remolcarla fuera de la «Princesa Luisa» la tomaron entre los el «Toro» dos para ponerla a salvo; pero todo fué inútil, antes de llegar a la isla, se hundió llevando a su bordo a los injenieros, que hasta el último no abandonaron su puesto, trabajando en las bombas de zona peligrosa;

i

i

achique.


— Cuando la

A

se reflotó, se encontró a los infelices

tud de íorzar

mente

167

la

injenieros en acti-

buscando su escape; pero probable-

tapa escotilla,

presión del agua se los impidió.

bloqueo, las pobres guerrilleras ya no de-

las postrimerías del

ban mas de

sí,

varadero en

la isla.

i

para poder limpiarlas

repararlas, se improvisó

i

un

limpieza en el varadero. La «Guaoolda» estaba de descanso Los enemigos vieron en esto una oportunidad propicia para dar un golpe de mano: aprovechando la noche oscura, una flotilla con i

fuerzas de desembarco la

i

haciendo de jefe

Ureos»,

la

barcar para inutilizar

la

«Guacolda».

El escampavía «Princesa Luisa», que rondaba la

alarma, a cuyo llamado vino la «Fresia»,

marina Hecaredo Amengual, que enemiga, obligándola a

tilla

el

varadero, dio

mandada por

sólo, trabó

el

guardia-

combate con toda

la flo-

retirarse.

Después de dos horas de combate a uno el timón averiado todo acribillado,

Ion roto, al

aprovecharon

ausencia del fondeadero délos bloqueadores, pretendiendo desem-

i

otro lado, con el bota-

i

al

amanecer, se replegó

fondeadero.

La pobre cojo, tuerto

i

«Fresia» llegó a

la

casa

como un perro

acuadrillado;

lleno de mordeduras.

El comandante, que en ese dia hacia de jefe del bloqueo, pro-

bablemente no conociendo

tampoco

zas la

vida bajo

lo

que

es

lo que es el servicio de torpederas i quihaber estado mas de dos horas peleando por

un mortífero

que volviese sobre

el

estaba malo, roto

el

fuego, recibió mal a

enemigo; Amengual botalón

le

Amengual

i

le

ordenó

contestó que su timón

todas las municiones agotadas; pues,

i

i decidoras que justificaban Amengual, tuvo que reemplazar las municioel comportamiento de nes i a medio reparar las averías, salir nuevamente tras el enemi-

señor, a pesar de pruebas tan elocuentes

go,

que va felizmente

se habia

metido en su escondite.

Desgracias personales no las hubo, lista

de

las tripulaciones

en ese

dia,

i,

cosa curiosa, al pasar

la

en lugar de haber disminución,

su número se habia aumentado en uno.


— Con

ruido

el

iris

alarma del ataque, una cantinera que en

i

para lavar ropa de

se había establecido

capellán, con todas las formalidades del caso,

varón, al que

el

do padrino

jefe de su guarnición, le echó el

dole por

el

nombre San Lorenzo, en recuerdo de

Lorenzo nacido

allí,

Los episodios principales;

bajo

el

un Lorenzo

zo mártir, sino

i

i

sien-

agua bautismal, dánSan

esta isla; pero el

ruido de las halas, no fué

un San Loren

victorioso.

combates contados en esta narración, fueron

todos los pequeños encuentros, estratagemas

de que se valían para llamar su

la isla

a luz un hijo

oficiales, dio

atención

la

escondite, fueron innumerables,

i

i

hacer

salir al

i

los

argucias

enemigo de

entre los oficiales que hicieron

mas de los ya nombrados, hai que contar a Víctor M. Eduardo Riquelme, Silva Várela, i como aspirantes, Osear Señoret, García Pica, David Rodríguez Roberto Goñi, lioi jeneral este trabajo, a

Donoso,

i

del Ejército.

Mister Whright, lio:

como

Yo también me hundí

puede también decir con orgu «Janequeo» junto con Señoret i sus

injeniero,

en

la

valientes compañeros.

Antes de concluir,

me hago un

deber en volver a nombrar

al

marinero Manuel Henríquez. Este sujeto es un chileno, con su constancia, firmeza

i

valor,

el

verdadero tipo araucano,

no desdice su

tipo con

la

i

por

sangre que

lleva en sus venas.

Salió de Valparaíso en la «Janequeo», sirvió en ella

che

al

noche a no-

lado de Señoret, hasta que se hundió.

Después que mejor*) de sus heridas en ese encuentro, nuevamenmanejando el timón en la «Fresia», haciendo de esta manera un servicio de mas de un año bajo la cubierta de esos matado'

te se le ve

res barquichuelos.

Ahora Henríquez está viejo, achacoso i estirando la mano a sus directores para que se le dé un retiro apropiado a sus servicios, poder comer un pan dar descanso a sus fatigados enfermos huesos, i

i


169

-

Señores directores, compadézcanse de ese servidor no se olviden que también él en su baja esfera, contribuyo en gran parte para que Uds. conquistasen los galones que ahora lucen con orgullo, mieni

tras el

pobre Hnríquez

llora miseria e

implora caridad.



&-

^=>)(£>=&

^

&£>=^)(<=>

<5 Xcfc=<5)

A

cortar el telégrafo

campaña del 70, tan pronto como se establecía el bloqueo de algún puerto, una de las primeras medidas que se tomaba era cortar el cable, para de esta manera cortarles también la comuDurante

la

nicación telegráfica, esta operación, por lo

menester bacer

dias; era tierra,

do

i

i

por consiguiente,

manejar

so en

el

que

la

brote con que se trabajaba,

tarlo

los

la rastra tenia

aun mas

de abordo,

la

lo

i

máquina

el i

momento no cortar

quizás también tronchar

operación, porque

qu3

duraba algunos de

que echarse en mucho fon-

operación con tino, para observar

se cojia el cable, para parar la

dificultaría

jeneral,

rastreo fuera del tiro de las baterías

si

el

preci-

el cala-

cable, lo

que

éste se cortaba, sin no-

es fácil pase desadvertido, se seguiría la

operación, debiendo trasladarse a otro punto para iniciarla

allí.

quedaron sometidos a la incomunicación marítima; pero desgraciadamente para nosotros, les quedaba aun el telégrafo terrestre, por medio del cual la corbeta Iquique, Arica, Moliendo

«Cnion», en

i

las caletas al norte

Chorrillos,

de Moliendo, se noticiaba de

ción de los bloqueadores, para lanzarse en incursiones que no

la posile fue-

sen peligrosas ni difíciles para burlar a los bloqueadores.

que en esos pesados, monótonos e interminables escudriñaban lo que ocurría en el puerto i sus vecindades, aguzaban sus sentidos para descubrir alguna novedad o Los

oficiales,

bloqueos vijilaban

i


172

discurrir algún plan de desembarco, operación terrestre,

en caso necesario

los hiciese salir

o algo que

de aquella desesperante inactividad.

El comandante, de cuando en cuando, en las veladas, acompa-

ñaba en su

solitario turno,

en

el

puesto,

e.-¡n

— ¿No cree usted

un empuje de

estas ocasiones

medio de sus meditaciones, acompañado

su juventud, planteó a su jefe

am-

i

o aquello, de lo ocu-

una de

rrido o con probabilidades de ocurrir; en teniente, en

de guardia,

al u'icial

bos solían compartir ideas o planes sobre

del

siguiente plan:

el

mi comandante, que en un dia propicio hiciéramos en la caleta Manzano, al norte de Moliendo, un rápido desembarco con nuestros marineros, basta llegar al telégrafo, que está a

posible,

un par de kilómetros de

la

costa para echar abajo postes

i

substraer aisladores, para cortar ese telégrafo que tantas utilidades presta al enemigo?

El comandante Montt, que era este jefe «O'Higgins»,

do bigote,

le

clavólos ojos

al teniente,

i

que comandaba la el manosea-

retorciéndose

i

se sonrió diciéndole:

— Realmente

mui

es

practicable, pero a la vez peligroso,

fuerzas enemigas a las inmediaciones que podrían hacer

ño a

los

da-

desembarcados.

Parece que este plan te,

hai

mucho

le

quedó haciendo cosquillas

porque cada vez que subia a cubierta,

acercábamos a aquella

caleta, lo cual

i

al

comandan-

sobre todo cuando nos

ahora era con mas frecuencia,

sus jómelos trabajaban asiduamente hacia

el

punto indicado por

el

teniente.

El teniente, que de reojo observaba a su jefe en este escudriñeo, se decia

en sus adentros.

— Rico, ya mos

a tener

No

está caido; el dia

menos pensado,

rataplun, allá va-

una entretención.

dejaba de tener razón este subalterno; un dia que

porte «Amazonas»,

comandado por

el

capitán

acompañar a Montt en su bloqueo, ambos encontraron bueno,

i

sin

mas

ni

J.

el

tras-

Molinas, vino a

jefes trataron el plan, lo

mas, resolvieron

ir

adelante con los

faroles.

Una

comida de la jente, es decir, después de aquella lejendaria operación, que Prat con su laconismo i alto significado grabó en el cerebro de todo chileno, antes de emprender tarde,

después de

la


173

una operación, también en ese pequeño raid, se tuvo presente, i Montt en idéntica señal preguntó a Molinas: ¿comió la jente? Para no llamar la atención del enemigo, durante algunos dias los dos barcos perezosamente se les hacia revolcar sus cascos en la cercanía de la caleta Manzanos, arriándose siempre embarcaciones para hacer ejercicios de boga, tres.

Pero en uno de estos dias

mas de

botes grandes, a

bres armados

cargo de un

i

i

la

así despistar a los vijilantes

terres-

boga se cambió en otra cosa,

tres

su dotación de bogas, embarcó veinte hom-

con material de zapa; cada uno de estos grupos iba a

olicial.

Estos eran: Dionisio Olavarría, Silva Palma

i

el

guardia marina Avelino Rodríguez. El ejercicio de boga, que simuladamente hacían, de repente se interrumpió,

i

los tres botes

clavaron sus quillas en

Dioni-

la playa;

un montículo a media distancia, entré playa ser punto de observación, debia servir de repliegue para los otros dos, en caso necesario; Silva i Rodríguez siguieron adelante, hasta llegar al telégrafo, allí se bifurcaron: uno corrió al sur otro al norte, en su operación destructiva; todo anduvo bien i sin inconvenientes. El enemigo no daba señales de vida. sio Olavarría trepó

el telégrafo; éste,

a

la

i

mas de

i

i

Destruidos un par de kilómetros

i

a la hora convenida, se hacia

el

repliegue sobre Olavarría; mas, antes de haber ejecutado la reunión,

una redoblada descarga de

fusilería,

do las quebradas inmediatas,

i

desde su escondite, nos prodigó con furia un piquete enemigo ¡Adiós

mi plata! Eáta no es con nosotros, nos dijimos, como ya la misión que llevábamos estaba concluida, masqueli jero emprendimos las de Villadiego, para tomar nuestras embarcaciones. La «O'Higgins» i «Amazonas», que no estaban mui lejos vijilaban con escrupulosidad, rompieron sus fuegos en nuestra defensa, hasta dejarnos en sali

i

vo de tan intempestiva res,

fué de risas

dores,

i

lluvia; esa noche, a

jarana, en

que nos servían como

medio de

bordo de

los rollos

los

bloqueado-

de alambres

trofeos de esa jornada

i

aisla-



MORRO SOLAR Vista

tomada

Reiimientof!

Coquimbo

el

i

mismo

dia del

combate

Melipilla

detenidos por ametralladoras

ebemigas

l'IhCOMAYO»

iO'BIGGINS'

Con don

BLANCO»

Patricio

rCOCHRANB»

Lynch

DE LURIN AL CALLAO

El 11 de Enero de 1881, cuando el jeneral Baquedanp estaba dando remate a los últimos preparativos de su Ejército para mar-

char sobre Lima,

el

vijilaba los trasportes

Almirante Riveros, con parte de i

la.

ayudaba a esos preparativos en

Escuadra,

la

caleta de

C'urayaco.

A la

la

1

I\

O'Higgius

Almirante Esta cativos:

lo

se enviase

a

una señal

del buque-jefe ordenaba a

su bordo al teniente Silva Palma;

el

necesitaba.

clase

ellos

Mr, de ese dia,.

de llamados a

vienen

oficiales subalternos

son mui

jeneralmente aparejados de una

arresto o alguna comisión de importancia,

signifi-

raspa,

un


— Inmediatamente que calaba mi levita cia,

par ver

me comunicó

se

la

espada, principié a hacer

i

descubría

el

orden

i

mientras

me

un examen de concien-

objeto de llamado tan perentorio.

buque insignia, fui llevado por el ayudante a preAlmirante, i aun no podia adivinar qué chubasco me iría

Llegan sencia del

si

176

lo

al

a venir encima. Al entrar a ser anunciado,

sentía

un

Al

sonó

i

tín

la i

cámara,

ajusticiado, la

viejo Almirante detuvo su paseo al

el

tranquilamente i

no veia

me

miró. Mientras tauto, yo

horas de

las

salir

voz del Almirante: psro esta vez no

ahuecada, como

lo era, sino

como un

que, por

el

de

la

la sentí

contrario,

me

me

curiosidad.

cavernosa

pareció clara

cuando llama a sus puestos de combate. Baquédano rae ha mandado una comunicación, en que, a pedido de don Patricio Lynch, jefe de li 1. a División, rae manifiesta que usted sea enviado a tierra para incorporarlo a esa División como ayudante i como jefe de señaleros para comunicar con la Escuadra. Casi doi un brinco; un golpe eléctrico no rae habría hecho mas i

sonora,

clarín

—-Vea teniente,

efecto; la

rae dijo; el jeneiul

de pies a cabeza sentí una corriente, que por poco se

espada de

la

me

cae

mano.

— Qué esa comisión? — ¡Mi Almirante! dice,

¿está prepáralo

teniente,

siento orgulloso de

No

que

sólo estoi se

haya

i

listo

preparad)

fijado

i

para desempeñar

listo,

sino que

me

en mí, para honrarme con

esta distinción.

— Entonces, teniente, manos a Una

Sibbald, antiguo marinero de la

de imponerlo de mi comisión tenia

que

la

obra

vez en cubierta, hice llamar

recibir

i

al

Armada

i

felicidad.

maestre de señales, Jorje británica,

con

el

objeto

ponernos de acuerdo, ya que

él

mis mensajes.

Como me llevaría

preguntara qué señales iba a usar, le contesté que una bandera grande para hacer destellos a larga distancia, i

un juego de banderolas para semáfora a corta distancia. A las 3 de la tarde, acompañado del aspirante Ernesto Herrera grumete Padilla, desembarcábamos en Curayaco, apertrechados de anteojos, banderas una frazada, por todo equipo. Allí buscamos al señor Bascuñan, jefe de bagajes, a fin de que

i

i

nos diese cabalgaduras para incorporarnos

al Ejército,




177

Esto no era niui vilidad estaban

conseguimos un mal

Aunque

fácil,

fíenle;

al

porque ya todos esos elementos de moembargo, con un poco de majadería,

sin

caballo,

una ínula

«embarcaciones»

estas

un burro. no eran homojéneas i

ni

mui

preparar sus aparejos, para haque aceptarlas cerlas navegaren convoi, de la mejor manera que nos fuese posible. •Antes de las 4, ya zarpaba de Curayaco ese escuadrón de cabaelegantes, tuvimos

llería

i

de marina.

Hubiera pagado por que un fotógrafo hubiese dejado constancia

de esos risueños centauros.

Cuando en éste

buques heterojéneos de distinto andar marchan andar debe regularse por el del mas porro, como

varios

en escuadra,

el

i

i

mas despacioso

el

era

el

burro, tuvimos que amoldarnos a

su lenta marcha.

Antes de de carpas

las

5 llegábamos

campamento,

al

ramadas, tuvimos que

i

para presentarnos

ir

comandante en

al

i

por ese laberinto

en busca del cuartel jeneral,

jefe.

Aquello fué una via-crusis; no había uno que no nos lanzase

una

cuchufleta.

Uno yendo a

decia:

la bolina.

Otro por

— Mira hom, mete timón — Abájate pantalones, que ya

al otro lao,

el

los

allá:

que

te vais

las canillas

van

pareciendo obenques.

llegamos donde

el

señor tuvo una sonrisa para

la

Al

fin

Me apee del caballo Como la Escuadra zos,

i

me

jeneral

mi

Baquedano,

también este

i

generis caballería.

presenté

al jeneral.

en ese momento disparaba algunos cañona-

me

Baquedano, un tanto contrariado,

preguntó:

— ¿Qué son esos cañonazos? — La Escuadra que tira

al

blanco,

mi Jeneral.

— Malo... malo, cañonazos, cañonazos, prevenir enemigo. De

allí

me

trasladé a la

cuyas órdenes debia

Don rador en

me

dijo:

Patricio la

tienda

Lynch

recibió afablemente a

espedicion merodeadora

— «Por ahí anda

almirante ingles;

del jefe de la

1.

a

División, a

servir.

al

su antiguo colabo-

norte del Perú,

i

al

saludarme,

comandante del buque vea modo de encontrarlo para que se acompañen». el

señor Acland,

2.°

C,

pELAM.Cb.

13


Después de buscarlo por aquí inglés; golpeé

Un ción

a

la

puerta

británico alto

me

i

178

por

i

pregunté

hizo la siguiente pregunta:

llegué a la carpa del

me miró

bien plantado,

i

allí,

estaría ahí el señor Acland.

si

rijo,

i

por contesta-

¿I es Ud., señor Silva,

quien

pregunta por Acland? ¿No se acuerda Ud. que con Nicholds, Foot otros,

i

en mi casa en Portsmouth, teníamos de cuando en cuando

que Ud. nos acompañaba con su violin? Un fuerte abrazo unió nuevamente a estos antiguos amigos, que ahora iban a oír juntos un concierto de muí distinta índole, en que bien podian cortarnos las cuerdas del instrumento de nuestra nuestros conciertos,

i

existencia.

12

ENERO.

OJO

— «KAN

DÍA

El estrecho valle de Lurin, entre sus márjenes i

i

en mil rústicas

mas de 23,000 chilenos. amor de su bogar, hasta

caprichosas viviendas, encerrado tenia a

Todos estos hombres, que vivieron al que el clarín guerrero los llamó al cumplimiento de su deber, deben haber regado con lágrimas el regazo de una madre o de una esposa, i muchos de ellos humedecerían con sus labios la frente de un tierno pedazo de su corazón, meciéndolo en su cuna, quizas para no volverlo a ver mas, después de darle

Esos 23,000 hombres que,

el

abrazo de despedida.

por cerca de dos años lian venido,

paso a paso, atravesando desiertos, sui'iiendo hambres

de privaciones; esos hombres a quienes

toda clase

i

rigor de la disciplina

el

ha

tenido encuadrados dentro de su ríjido márjen, han casi perdido la

noción del placer

zado ejercicio corneta

i

No

el

i

i

de

la

alegría;

enseñanza

siempre

militar.

No

hai

siempre

mas vida para

el esforél

que

la

campamento.

sin

razón se

les ve,

por lo jeneral, taciturnos, serios

i

pen-

Lo único que de cuando en cuando viene a amortiguar

sativos.

ese sórdido sufrimiento,

brazos de la esperanza

queridos que

;i

La tarde

i

es el soplo

guaje lacónico i

fija

de consuelo, de aliento, que en

en forniade misiva,

les

toda hora ruegan por su vida del dia anterior

i

1¡i

i

i

mañana de

debe haber sido testigo de opiniones

minada

la lista,

i

envían aquellos seres' su fortuna. ese, el cuartel jeneral

discusiones; pero en el len-

militar del Jeneral, siempre se percibió

resolución, hasta

que en ese famoso

dia,

una

deter-

apretando en


— sd

mano

izquierda

derecha

el

espada

la

sus labios para, a

la

179

asunto de su absoluta responsabilidad,

i

en su

con que debía hacer imperar su voluntad, abrió sola voz de ¡en marcha!, electrizar a esos 23,000

corazones, que hasta ese instante estaban

como adormecidos.

Desde ese momento, el tranquilo campamento se convirtió en un enjambre de locos; las bandas de músicos, los tambores i cornetas, todos, i por todas partes sonaban las dianas i canciones nacionales; los enfermos i heridos sanaron, todo el mundo se alistaba; unos limpiaban cuidadosamente sus rifles, otros contaban afianzaban sus municiones; unos corrían por aquí, otros por allá, no había i

enojados, todos se reían

i

abrazaban, sobre todo aquellos que habían

tenido antes algún digustillo,

i

para complemento de alegría, no

daron en pegar fuego al laberinto do rucas, que antes vido de abrigo de albergue.

les

habia

tar-

ser-

i

¡Qué cuadro más grandioso berante de patriotismo;

poderse contar entre

el

el

i

patético,

qué esplosion mas exu-

corazón se sentía henchido

número de

esos valientes;

veian ojos humedecidos de hermanos, amigos

i

orgulloso de

a cada paso

compañeros

se

(pie

se

Este cuadro no se puede pintar, ni describir; era un cuadro

in-

i

despedían!

terminable no habrá tela, ni pluma que puedan, que hagan sentir como se siente viendo la realidad. A las 5.30 de la tarde, ya la 1. a división concluía de pasar el puente de Lurin, un poco al norte de su ribera se le hacia formar en tres grandes pelotones o escalones esceptuando el Coquimbo i i

i

Melipilla,

que

se les destacó, para

sen por la playa hasta llegar fuese

el

momento

que independientemente marchaMorro Solar, cuando les

al asalto del

oportuno.

Antes de dar

la

orden de marcha, don Patricio observó perso-

nalmente

<pie su tropa estuviese bien

dispuso

conveniente para que no se focase corneta, no se diese

lo

formada conforme a su plan,

voces de mando, no se encendiese fósforos,

ninguna

especie,

que pudiese anunciar

al

i no se metiese ruido de enemigo nuestra proximi-

dad.

Entre estas disposiciones también cayeron las muías

i

burros,

haciéndoles retirarse a retaguardia de la caballería para que con sus

sonoros cado.

cantos

no

fuesen a

denunciar en

el

momento mas

deli-


— Cuando ya

180

de que todo estaba provisto i en buen ormedio de los escalones, como quien se coloca adelante en el puente de mando de un buque. Don Patricio debe haberse hecho cuenta de que aquello era un buque i como tal quería manejarlo. se cercioró

den, se colocó delante

Sacó su

reloj

i

i

al

adelante!

Aunque

la

marcha era pausada

desahogo, ninguno salia de su formación; pareciendo

movimiento en

el

campo de maniobras

i

el

i

con

conjunto un

no una marcha contra

el

enemigo.

A

los tres cuartos

de hora,

último tambor, estiraba

¡alto,

a tierra!

desde

i

hasta

el jefe

el

descansaba sus músculos sobre esa sábana

i

de arena.

Un

cuarto de hora de descanso,

i

nuevamente adelante.

Aquello era matemático, era realmente una navegación; salia

de sus puestos, esceptuando

jefe de

tia,

el

movedizo

activo coronel

i

Estado Mayor, que con sus ayudantes iba por uno

lado en observación de las patrullas de descubierta se

con

las

A da

i

i

que

Urru i

otro

se cumplie-

órdenes dadas.

Poco después de suello,

nadie

para dar las 3,

el

mas

las

12 P. M. se hizo

asalto en

del

el alto final, el alto

re-

buenas condiciones de descanso.

o menos, cuando ya la tropa estaba bien descansa-

desprendida de

los pesos

i

prendas

inútiles,

don Patricio llamó

a su alrededor a todos los jefes de cuerpo.

Momento supremo,

señores, les dijo;

tres montículos, está atrincherado

el

allí, al

enemigo,

i

frente, tras

de esos

para asaltarlo, las

manera siguiente: el 2 ° i el Colchagua el Atacama i Talca el del medio, i 4.° el Chacabuco con el el de la izquierda; la marcha se hará con el mayor silencio posible i el fuego no se romperá en ningún caso an-

fuerzas se distribuirán de

atacarán

tes

de

los

el

la

cerro de la derecha,

300 metros.

Momentos después desplegadas las fuerzas en líneas de combarompían la marcha, en busca de la muerte o de la gloria. Es de imajinarse la sensación que aquello produce, ver cómo 9,000 hombres en completo silencio, no sintiendo mas que el tractrac de las botas i el tric-tric de los yataganes al ir marchando cuesta arriba contra aquel atrincheramiento, donde un enemigo oculto los espera para ultimarlos; tengo la plena seguridad que al mus vate,


181

liento, le

tiemblan

espuelas

las

i

siente helársele

la

sangre en

las

venas.

A

las 4.50 se

combate en toda

despejó

la línea

trabándose

incógnita del silencio,

la

el

la 1. a división.

de

Don Patricio en esos momentos, debe haber pensado lo que Nelson dijo en el puente Victory, cuando hizo entrar en combate su escuadra en Jrafalgar: «pegarse al costado de un enemigo basta rendirlo u hundirse con él».

«Ya yo no tengo nada que plir

hacer, ahora cada

Poco después de

las 5.30,

nuestra ala izquierda

maba la trinchera fuerte artillado del Don Patricio también llegaba casi i

Las fuerzas del centro do, sin

que

los

i

quedaron

aficionado llo,

i

to-

al

mismo

tiempo.

derecha seguían batiéndose i ascendien-

enemigos largasen sus trincheras.

listos

i

el

enemigo en su trinche

con un buen surtido de municiones, yo como

arma no pude resistir, me tenté, i bajándome del cabaun cañón de la tronera, lo cargué i, apuntándolo

a pulsos saqué

ahora por ras

al

montaba

ala derecha del enemigo.

Los cañones recien abandonados por ra,

uno sabrá cum-

con su deber».

el

que aun

La cosa

flanco, principié a

hacer fuego sobre

las otras trinche-

se resistían.

que caia aluno de mis fogonazos prendió fuego al armón del cañón siguiente,produciendo una gran esplosion. Don Patricio que estaba tras la trinchera, creyó que yo había volado dijo: voló Palma, como le contestase negativamente, me dijo: bueno siga eniba a pedir de boca, a pesar de la granizada

rededor, hasta que

i

i

tonces.

Momentos después, como

a las 6, ya todas las trincheras ataca-

das estaban en nuestro poder; se ordenó a los cuerpos cargarse hacia

para seguir con el empinado Morro Solar i Salto c'el que aun estaban a alguna distancia i cuesta arriba hacia el

la izquierda

Fraile,

norte.

Poco antes de

6 A. M.

que la escuadra habia iniciado sobre el Morro Solar, fué detenido por una orden comunicada desde tierra por señales, a una distancia como de cinco mil metros. Señal que fué tomada por Sibbald en el buque-jefe antes de los cinco minutos de principiada. las

el

fuego de

la artillería,


La ascención el

fuego enemigo

al la

i

Morro

miento, bajaron tras los

por llos,

empezó con empuje, pero

sin éxito;

configuración del terreno obligaron a retroce-

der a nuestros soldados, va, a cargo

se

-

182

enemigos saliendo de su atrincheranuestros, hasta que la preseucia de la reseri

los

de Arístides Martínez,

i

la 2. a división,

de

la artillería

que

desde San Juan venia amenazando encerrar a Chorri-

el valle

obligó al enemigo a ceder en toda la línea.

Poco después de medio dia bajamos donde el jeneral Baquedano, en la casa de

pueblo de Chorrillos,

al

recibió a lodos los

Pézet,

jefes superiores para conferenciar sobre la jornada.

Poco antes de anochecer, gran número

ríe

soldados disemina-

dos en ese Versalles de Lima, se desenfrenaban en las libaciones que esos ricos

i

bien ataviados palacios, brindaban a

tros sedientos

Al caer

i

discreción

a nues-

victoriosos soldados.

el sol,

ya Chorrillos ardía por las cuatro puntas

i

du-

rante toda la noche se vio convertido en descomunal hoguera, en

medio de

tiroteo loco

i

el

desorden mas tremendo.

tropas sin comer desde la salida de Lurin, amunicionaban reorganizaban para afrontar cualquiera emerjencia del momento. La Escuela de Cabos, gran edificio cuadrado de dos pisos, esta-

Dia

14, dia triste; las

apresuradamente

se

i

sus custodias, a mas de los dos momento en momento aumentaban de una ma-

ba repleto con miles de prisioneros mil heridos que de

i

nera alarmante.

Todos los médicos del Ejército y Armada eran insuficientes; por mas que trabajaban, no tenían tiempo para dormir ni echarse un bocado, para poder hacer las primeras curaciones a lo.^ heridos que a cada momento llegaban por docenas.

Dia

15.

La

3. a

división se

desplegó frente

enemigo, atrincherado en sus bastiones, zanjas

que afirmaban su

ala derecha en la ribera del

al i

ala

derecha del

tapias aspilleradas

mar.

La 1. a división, amontonada en la carretera de Barranco, hacia un pequeño descanso para continuar su despliegue. Don Patricio no se descuidaba; se trepó sobre el techo de una casa, de c de 400 metros, anteojo en mano, observaba con recelo los i


movimientos del enemigo, hasta que to del armisticio, lo obligó

sión

183

el

repentino

i

brusco rompimien-

a bajar apurado para desplegar su divi-

hacerla entrar en combate.

i

Desde la esquina por donde la división torcía a la derecha, allí estaba don Patricio, apurando el destile; el batallón Qui Ilota, recién desembarcado ese «lia, se incorporaba a la división para recibir su bautismo de fuego; en el momento que torcía por esa esquina, una granada, de grueso calibre, disparada de los bastiones, reventó sobre

nuestras cabezas,

sobre los estribos,

que entusiasmó

i

El valiente

tras la esplosion, se ve a don Patricio empinarse con gorra en mano, dar un sonoro ¡Viva Chile! contaminó a los quillotanos. i

i

buen soldado Lagos, comprendiendo

i

la

gran im-

portancia que tenia la defensa de la posición confiada a su cuidado

con

la 3. a división,

no permitía perder una pulgada de terreno, auneran diezmadas i raleadas, sin embargo no faltaban i

que las filas émulos de los caidos para reemplazarlos con a esta tenaz resistencia, reforzada por despliegue de

la

1.

a

división,

el

pudo

se

igual heroísmo, gracias

fuego

oje la

Escuadra

i

del

contrarrestar la sorpresa

enemiga.

A

la

caída de la tarde, cuando la victoria estaba ya decidida en

nuestro favor, un fuerte enemigo de sos cañones, hizo reventar

neladas de

Don

Patricio, al ver aquello,

de inutilizar

Vino

con grue-

los aires to-

tierra.

acompañado con un piquete de cluir

la izquierda, artillado

una gran mina, que voló por

la

ordenó

al teniente Silva

que

fuese,

tropa, a clavar los cañones para con-

el fuerte.

noche,

i

cada uno durmió o pernoctó donde estaba. *

*

El día 18,

el

jeneral

*

don Cornelio Saavedra, como

de Lima, con su Estado Mayor, se acercó a para recibir

i

la

jefe militar

carretera del Callao,

despachar a Lynch, que con su primera división, dehia

marchar sobre el Callao para tomar posesión de fse puerto. Los Tejimientos, baterías i escuadrones en correctas columnas de honor i con la firmeza i arrogancia del soldado victorioso, al pasar frente a sus jenerales, hacían la admiración de cuantos presenciaron

aquel

desfile.


En

cuando

el dia,

al

Í84

-

son de músicas especiales se hace desfilar

nuestro Ejército frente a autoridades superiores, los soldados brillan

en limpieza tas,

compostura; cada botón es un espejo, los

i

trajes, las bo-

todo es ñamante, sin desdecir uno de otro. El pelo igualmente

coitido, los mostachos levantados

i

amantillados

como unos verdade-

ros Guillermos.

Realmente, esas paradas hacen honor

que da esos resultados.

I

de orden e instrucción, aquel sólo

espíritu de orden

el

mundo

como

así

destile

de

entero lo que puede

lo

i

organización militar

primera división reveló no

la

disciplina, sino

i

a la

estas paradas reflejan el espíritu

que vale

que hizo ver i probó al empuje del patriotismo

el

chileno.

Esos soldados no iban afeitados ni amantillados, pero en cambio iban negros

por

el

tostados por las privaciones de una larga

i

campaña

i

fuego de dos titánicos combates.

Sus polvo de yectiles

no relucían, pero en cambio iban cubiertos por

trajes

la victoria,

i

muchos de

que respetaron sus

ellos

agujereados o

el

rotos por pro-

existencias.

Esos soldados no hicieron temblar

el

suelo con su paso de para-

uno a que fué nuestra enemiga Concluido el destile, después de un corto alto, emprendimos camino del Callao. Era ya necesario llegar a un cuartel, a un campamento donde poder dar un buen descanso a nuestros pobres rotos, que hacia tantos dias que no comían, ni aflojaban sus correajes, da,

pero en cambio con

el

patriótico latir de su corazón, de

otro confín, hicieron temblar la tierra

siempre con

arma

el

al

lado

i

listos

para sacrificarse; en

fin,

con esta

ya (brisábamos un posible desahogo. Cuando concluyó de destilar la división al ponerse en marcha, don Patricio divisó un alférez de caballería que, con avidez, se comia última jornada

al Callao,

i

cebolla cruda. Como ya el hambre nos iba apurando, don Patrino pudo resistir aquella tentación, i me dijo consiguiese de ese señor una cebolla para él.

una ció

El alférez

me

alargó una,

i

don

Patricio,

amigablemente,

la

com-

partió conmigo.

Sin pan ni tré

deliciosa,

i

sal, sin

me

mas

aliño que

el

hambre, aseguro

habría comido media docena

dulces de la Antonina Tapia.

la

encon-

como quien come

t




1S5

Al ponernos en marcha, se nos incorporó

Guerra, don José Francisco Vergara, Patricio la conveniencia

queaba

hacer avisar

señor Ministro de

don

a

Almirante que aun

al

blo-

puerto.

el

Don

<le

el

poco andar advirtió

a

i

que tomase un piquete de Callao a comunicarse con

Patricio ordenó al teniente Silva

caballería

que adelantándose fuese

i

al

1

Almirante.

Aqui me

tiene ahora a cargo de caballería; pero

había voluntad, no tardó en i

me

rumbo

lancé

Al llegara incendios

a

la

eso,

mar.

por todos lados; pero como mi misión nada tenia

ordené a mi piquete: ¡Al galope! hasta que llegamos

dársena. estaba nuestro vapor «Rimac» a pique, varios buques ar-

Allí

diendo, la «Union» incendiándose

i

naufragada en

mac». La escuadra estaba en San Lorenzo; guardia, a vueltas,

me

al trote!

afueras del pueblo, nos encontramos con saqueos,

los

tiros

i

que ver ron

al

como para todo

voz de mando: ¡Piquete,

salir la

mucha

la

boca del «Ri-

«Pilcomayo», buque de

la

no babia; por mas que me daba bordo, hasta que un alto martinete

distancia; botes

no encontraba cómo

ir a

saco del paso.

Me

trepé al último peldaño,

montándome

a caballo en él

i

afian-

zándome, como quien está en peñol de gavia tomando rizos, desenvainé mis banderolas i principié a llamar la atención de la «Pilcomayo», que estaba poco

Don

mas

allá

de tres mil metros de distancia.

Carlos Moraga, que la mandaba,

i

que siempre tuvo buen

ojo no sólo para disparar proyectiles sino también para vijilar

servar a la distancia, no tardó en verme

Almirante, en que se

suspendiese

el

le

comunicaba

i

la

recibir el

mensaje para el que

ocupación del Callao

«Fresia»,

que hacia compañía a

se lanzó a toda fuerza, para ser la primera en entrar les

ob-

i

bloqueo.

La torpedera que

i

causó tantos trabajos

i

la

«Pilcomayo»,

a esa

dársena

desvelos.

Al entrar la torpedera, fué gran sorpresa para los peruanos, porque esa «Fresia» habia sido echada a pique por ellos i ahora era ella la primera en entrar, para hacerles ver lo que puede el empuje i trabajo de nuestros hombres.



DE ENERO

13

LA PARTIDA

Tengo plena seguridad de que por esta fecha no habrá uno de que Baquedano condujo a Lima, a

sobrevivientes del Ejército

los

quien no

le

cosquillee

el

cerebro con los mil episodios

sensaciones

i

memorable jornada de aquel dia. Por el hecho mismo de ser ajenos a la vida ordinaria del hombre, tales recuerdos tienen que quedar grabados en la imajinacion de tan honda manera, como las letras de la lápida funeraria en que perdura la memoria del que de

la

bajo

ella reposa.

¿Cómo podrán Vergara hizo

olvidar los miles de hombres,

desfilar frente a su

que

el

campo sino como

embutirlos en uno de los buques que debían conducirlos del

honor, aglomerándolos a bordo no

revuelta

ducían el

el

como

pasajeros,

al

i

apretada carga? Porque rara vez nuestros trasportes con-

el

continjente de tropas proporcionado a su capacidad; por

vapor «Itata»,

T

L na vez, por ejemque tenia cabida para un rejimiento de mil

contrario, siempre se les cargaba con

plo,

Ministro

miradero en Arica, para en seguida

exceso.

doscientas plazas, llegó a Pisco con dos mil hombres,

i

como

si

esto

fuera poco, llevaba también de aditamiento 300 muías. Considérese

ahora los resultados de

tal

amontonamiento, con un clima

cálido,


— con dificultades para

el

buque

aseo del

de departamentos para tanta jente, irremediable

con escasez

del personal,

i

agregando todavía

i

el

mareo

circunstancia de que la tropa hacia sus comidas en

la

i

18S

mismo

recinto en que dormia i tenia su equipo... Es de imajinarse el producto de todos esos factores reunidos, i tengo la seguridad de que cualquiera a quien con los ojos cerrados se le llevase a inmediaciones de semejante barco, no encontraría el

*

1

ne

el

ambiente

A

olía

pesar de

en nuestro buen le

vio contento

Xo

precisamente a ámbar... el buen humor no decayeron en

todo, roto,

el

i

él

entusiasmo, proverbiales

un

instante,

siempre se

i

ocurrente.

i

obstante de que con anticipación se había procedido a

bar a bordo los víveres,

las

municiones

dimenta, se demoró varios dias batallones

Tejimientos,

i

i

el

i,

en jeneral, toda

la

esti-

impe-

embarco de todo ese reguero de

junto con pisar la cubierta

el

último

sol-

dado, «¡allá voi!» dijo también nuestro Ministro en campaña.

Entre veleros, remolcadores, trasportes

buques de guerra, Por supuesto, para llevar sin contratiempo aquella preciosa carga, era menester tomar toda clase de

aquel convoi

sumó 24

precauciones; por esto, la vanguardia,

resguardados por

iban

den

i

barcos.

la

los

vijilancia de los

flancos

i

la

retaguardia,

buques de guerra. El

or-

disposiciones internas de seguridad, se habían decretado con

i

escrupulosidad de detalles; cualquiei percance o contrariedad hubiera sido

para

la patria

Maniobrar

jéneo, que carecía

mación compacta tarea

mar

fácil,

de funestísimas consecuencias.

manejarse en

i

i

afuera, para de

vapores que hacían

Hasta

las la

i

mar con un conjunto de

tan hetero-

costumbre de viajar en

la

for-

hacer los cambios de rumbo con precisión, no es

por eso se tomó

dad; mas, a

la

de disciplina

este

modo

el tráfico

dos de

de

la tarde

hora en que

determinación de hacerlo navegar

la

el

evitar

también

el

encuentro de

los

la costa.

de aquel dia todo marchaba sin novesol

se

disponía a desaparecer tras

el

encumbró en su tope mayor, una señal para el almirante, que decia lo siguiente: «El rumbo está equivocado: vamos sobre tierra». Tal noticia debió caerle al viejo Riveros como un mazaso en la cabeza, para el piloto seria un golpe bochornoso, por el peligroso error en que habia incurrido. Si hubiéramos seguido aquel rumbo, horizonte, la corbeta «O'Higgins»

i




noche nos hubiéramos visto empeñados en

a inedia nillos,

quien sabe

i

189

no para esa espedieion, que habría tenido

Armada de

cible

No

habia tiempo que perder; ya teníamos encima

líneas

hacer

i

ordenó

el infier-

la

inven-

i

brevísimo

el

para evitar señales

equivoca-

i

cambio de rumbo con prontitud seguridad, se «Aligarnos» que a toda máquina recorriese las

el

i

rápido

al

de

el triste fin

Infier-

Felipe II en las costas de Irlanda.

crepúsculo propio de estas rejiones, ciones

punta

la

aquel lunar no hubiera sido también

si

comunicando

orden de cambiar

la

el

rumbo. ¡A Dios gracias,

salimos con bien!

VA DE SUSTOS

I

Algunos dias de pausada en

i

poco

partamento de Lima. Se fondearon de

costa para efectuar el

la

Inmediatamente

se

bía hacer de avanzada

guerra. Se

mandó

i

nos pusieron

tranquila navegación,

caleta de Curayaco, situada

la

los

al sur del rio Lurin, en

buques

lo

mas

el

desembarco con toda rapidez. el primer continjente, que

echó a tierra servir de

de ronda

la

«Magallanes»

de-

en esa operación de

protección

por en previsión de cualquier sorpresa. Todo

de-

cerca posible

algunas lanchas a va-

i

el

mundo

estaba tran-

quilo haciendo conjeturas sobre lo que vendría en seguida.

Las nueve de la

la

noche... ¡Tan!... tan!... Siniestra

alarma de incendio en uno de

botes, etc., etc. Se rarlo.

Que

el

los

buques.

ponen en juego todos

los

campana da

(Jarreras,

bombines,

elementos para conju-

fuego hubiese aparecido en un trasporte o en cualquier

otro buque, la cosa

que

revistió,

no habría revestido los caracteres de seriedad dado el lugar donde se produjo, nada menos que en el

velero «Elvira Al-vares», buque-depósito del Parque Jeneral del Ejercito.

A

buque,

haber tomado proporciones la

temente

el

incendio hasta consumir

situación del Ejército espedicionario

crítica;

va con

podernos mover por

el

falta

el

habría sido eminen-

pié en tierra, a las puertas

de Lima,

i

sin

de municiones...

buena fortuna seguía acompañándonos, a despecho de los dos grandes peligros que habíamos corrido, a vuelta de pocos dias todo aquel Ejército pudo desembarcar sin mayores inconFelizmente,

venientes,

la

i


190

¡Qué de comentarios, qué de movimiento i de bullicio en los del último golpe! Todo el inundo está ocupado en

preparativos algo.

Baquedano, como primera dilijencia, llamó al alférez Almarza i «Mi alférez, aquí tiene este oficio. Tome 25 hombres de

le dijo:

caballería

i

láncese al interior a encontrar la división Lynch, que por

viene desde Pisco».

tierra

Ese centauro de nombradla en aquella época, con la alegría del cuando se Je preséntala oportunidad de una empresa difícil

valiente

que acometer, montó en su fogoso bridón,

i

¡adelante! hasta cumplir

fielmente la orden de su jeneral.

Entre tanto,

campamento de Lurin se iba poblando de caruna la inolvidable banderita chile-

el

pas, chozas, rucas, luciendo cada

na. Las músicas, la alegre vocinglería de las cornetas, los

ayudantes que van

can su colocación..

amor de una

,

idea, la

i

tráfago de

el

vienen, los batallones, las baterías que bus-

todo aquello es una pequeña ciudad surjida al

de

la Patria.

Hasta

los esclavos chinos, liberta-

dos con nuestra presencia, pudieron manifestar sus agradecimientos i

participar de aquel

bullicioso júbilo.

Al

efecto,

una comisión de

individuos de esa nacionalidad se presentó a la Jefatura, riedad

ceremoniosas fórmulas de su

i

derramando

vivo,

la

ritual,

i

con

la se-

decapitaron un gallo

sangre sobre un plato, en señal de adhesión

i

íidelidad al Ejército de Chile. I

realmente. los servicios

prestados por estas jentes, fueron de

indiscutible importancia en la piadosa faena de recojer heridos

i

dar

sepultura a los muertos después de las batallas.

A

medida que las tropas llegaban al campamento, se iban congregando en pequeños grupos, i procurando sus comodidades de la mejor manera posible. Con los elementos de que disponían, se enobra de construcción de sus ramadas,

tregaban a

la

balando

equipo, instalaban su nueva casa; entraban en funciones

el

i

luego, desem-

panaderías, etc., se desatalajaban las armas montadas, enganados a pastar en los potreros vecinos; en una palabra, establecía un servicio regular ordenado de campaña.

las cocinas,

viando se

los

i

¡Dia 22!... Allá por ciales; se

laja el

suspende

el

medio dia

ganado, se recojen

i

mar-

se sienten dianas, canciones

funcionamiento de

las cocinas, se junta

i

ata-

arrollan los equipos, se colocan las fornj-


— turas

i

mente

En suma,

cananas. el

se

-

191

interrumpido

lia

d<3

hecho

repentina'

i

servicio establecido poco tiempo antes.

¿Qué

significa este repentino

contento jeneral? todo ha dado

la

Nada mas que

cambio que da nuevo que el que allí

aliciente al

ésto:

dispone

lo

orden.

EN MARCHA Poco antes de

de

las cuatro

su Estado Mayor, atraviesa

donde tiene que

salida del puente por

último tambor. ¡Qué momentos jefe,

tor

i

(pié

Baquedano, a

la tarde,

Lurin, apostándose

el

[tasar

todo

al el

la

el

a la

i

ejército hasta el

mas solemnes para un

asunto mas grandioso para inspirar

cabeza de

lado norte

jeneral en

pincel de

un

pin-

de batallas. El gallardo conductor de aquellas huestes, montado

en su caballo de guerra, alta

dando uno

a

uno

la frente

los estandartes,

en su amplio conjunto a todo

mino de

de

la victoria o

la

la

i

espada desnuda, va salu-

a los jenerales, jefes

el ejército,

que

oficiales,

i

desfila delante del

i

ca-

reproducir con

muerte! ¿Podría alguien

que ese guerrero siente en esos instantes dentro su pecho, las emociones que lo ajitan? ¡Imposible! Sólo es dado imajinar lo que pasaría por su mente en esos precisos momentos en que el ejército que contemplaba pasar por delante de [él, dependía de su sola voluntad, de un jesto suyo, i que detrás de ambos, del ejército i de su jeneral en jefe, la Patria esperaba anciosa la noticia que defidelidad lo

bía decidir de sus destinos

Al ponerse

dimenta,

el sol,

i

a escepcion de la caballería, bagajes e impe-

divisiones estaban

las tres

desplegadas en orden de

ya

marcha.

Envuelto

i

zaba

me

sij liosamente

i

Antes de rayar

figuraba

paso a paso hacia su presa. el

festín se aparraga, se

so

momento en que

treinta mil ritles,

i

ya de su victoria, husmeando el encoje contrayendo los músculos, en el precialba, cerca

i

i

i

va a dar

la súbita

luces de color, denuncian es fácjl (je cojer

camanchaca i oscuridad de la noche, un jaguar que con toda cautela abali-

oculto por la

aquel ejército se

la

i

el

asalto,

el

horrísono estampido

profusa iluminación de

la

proximidad del peligro: ya

entonces se traba

la

de

escena con la

presa no

encarnizada lucha,,,,,,


192

Los nuestros trepan, embisten, pelean cuerpo ventajas estratégicas de las posiciones del enemigo

plomo, diezman nuestras

filas

i

doblegan a

los

a i

cuerpo. Las

su mortífero

primeros valientes.

Quién no recordaba a aquellos lejendarios buines que después de porfiada lucha, sembraron el recinto de aquellas trincheras con sus numerosos cadáveres? ¿Quién no recuerda al sarjento Rebolledo que desde lo alto de las trincheras, tremolando la bandera de Chile, indicó al Ministro en campaña que habia sido el primero, i no para recordarle los galones prometidos

considerándose

enseña de recuerda

si

llevaba a cabo esa hazaña, sino

más que premiado con

la Patria

al viejo

en

ser el primero

en clavar la

formidable reducto enemigo? ¿Quién no

el

coronel Gregorio Urrutia, en aquellos aciagos mo-

mentos de derrota en

la

1.

a

división,

cuando, prescindiendo de su

puesto de jefe de Estado Mayor i apoderándose de una recua de mulas

con municiones,

i

en medio del fuego llegó hasta

las

líneas de-

rrotadas nuestras, para rellenar sus cananas ya vacías por la prolon-

gación de

la

lucha?

¿Quién no recuerda nez dio a

la 1. a

el

nuevo impulso que

división para arremeter contra

Solar; barriéndolo

la el

reserva de Martí-

empinado Morro

de enemigos?

¿Quién no recuerda a

la batería

Wood, de

la 2. a división;

cuan-

do con sus certeros disparos venia acorralando a los enemigos de Chorrillos, hasta que una bandera chilena flameando en el Salto del Fraile, a 1,500 metros le indicaron que eran ahora chilenos no peruanos los que allí dominaban? i

i

Antes de poner punto final a estas reminiscencias, permítaseme rogara nuestros actuales dirijentes que no echen en olvido tantos sacrificios i tanta sangre como costó a aquella jornada, ni que ya van trascurriendo 30 años sin que se le vea término a la cuestión del norte. Nunca han faltado subterfugios para demorar la solución, cada vez que se ha pretendido arribar a ella. No nos dejemos seducir por el halago de risueños tratados de co-

mercio recíproco

i

otras falsas combinaciones

que nos conduzcan

a




193

otra etapa do dilaciones en la solución de este negocio.

un millón de

libras,

si

los obtáculos, pero dése',

por

termino definitivo, que aleje

tengan que cargar,

a

Entreguemos

son [tocas quinientas mil, para allanar todos fin,

la

su vez con

a esta

larga

i

odiosa cuestión

posibilidad de que

nuestros hijos

ella.

C.

DE

un

I.A

M Oh

13



13

15

I

DE ENERO

Cualquier sobreviviente de aquellas famosas jornadas, que fresque sus recuerdos con r.os

regalan en estos dias,

dón en su naturaleza heroicos desarrollados

al

re-

animadas narraciones que los diarios debe con seguridad sentir un gran saculas

memoria

trasladar su

a los mil episodios

desde Lurin, para llegar a izar

la

estrella

victoriosa de Chile en el Palacio de los Virreyes en Lima.

La

lectura de esa cantidad de

nombres grabados con

letras

de

oro en las pajinas de nuestra historia; la lectura del esfuerzo gas-

uno de aquellos soldados; el recuerdo de los miles de cadáveres heridos que marcaron la senda recorrida por nuestra bandera; el recuerdo de tanto último suspiro, entregado por un moribundo a un compañero antes de abandonar este muíalo en holocausto de la patria, todo esto conmueve, enaltece, hace sentir orgullo en haber sido compañero de aquellos bravos, mas que todo, en

tado por cada i

i

haber nacido chileno.

La de

lo

lectura de esas descripciones embebe, atrae, hace alejarse

mísero presente, para trasladarse a

puede con propiedad Chile,

calificarse ese

lo

grandioso, que así creo

momento en que

los hijos

de

olvidando todo halago mundano, se arrojaban en brazos del

sacrificio

para enaltecer

el

nombre de su

patria.


196

Esa marcha a través del desierto, era pausada, tranquila, como un desfile; pero esa tranquilidad aparente, era como la calma precursora de la tempestad. si

se fuese a

Así

como

factores climatéricos se contraen,

los distintos

unen, para producir

el

se

desequilibrio atmosférico provocador de la

tormenta, así también aquellos 23,000 chilenos se hacían compactos i

un

cual

solo

hombre impulsado por

raban dentro de sus corazones todo

mismo

el

el

vigor

para irradiarlo como centellas, cuando dijese: ¡Allá, a la

muerte;

División; las

clarín de su jeneral les

el

asalto de Santa Teresa por la

del

impertérrito despliegue

el

sentimiento, acapa-

entusiasmo patrios,

llama a su defensa!

la patria os

Las vividas narraciones

i

i

avance de

empinadas trincheras de San Juan;

la 2. a

los repetidos

1.

a

División sobre i

sangrientos

ataques al Morro del Fraile, son pruebas por demás elocuentes de

que aquellos hombres a toda costa querían cumplir con de su Jeneral:

Los

la victoria

oficiales

antes de las

mandato

peritos en

estranjeros,

arte de la guerra,

el

que

batallas visitaron aquellas formidables posiciones, pre-

paradas con ciencia

un

el

o la muerte.

i

tiempo,

las

calificaron de inespugnables para

Ejército desembarcado de pronto, para obrar con rapidez.

Los que después de aquellas jornadas han recorrido esos camadmiran cómo pudieron los chilenos, en tan poco tiempo,

pos, se

obtener un triunfo tan decisivo

i

en contra de un Ejército

mucho

mas numeroso. El que no haya visitado esos lugares

mado

i

cuyo juicio

se

ha

for-

la lectura de de de debe creer que en todo esto hai mucho de patriotería o exa-

por

ciones,

la historia,

las crónicas

i

estas narra-

geración.

que piensen así, porque casi i empuje; pero para aquilatar la veracidad de esas narraciones i para que esos incrédulos hagan honor a ellas, voi a permitirme relatar la impresión de un Hasta

no

es

cierto punto, es disculpable

creible

un cúmulo

tal

de heroísmo

enemigo, a raiz de aquellos episodios. la 1. a

Cuando Baquedano regresaba a Chile con riosa,

se

trajo

también algunos prisioneros,

secretario jeneral

Perú.

i

División victo-

entre ellos venia

el

4e 4on Nicolás de Piérola, Director Supremo del


197

Este señor se apellidaba Jaime, llamado comunmente Coico Jaime.

En

la

«O'Higgins», buque que a este señor

que pudo,

dió lo mejor

le tocó, se le aten-

las

francas

i

sinceras

también se manifestó espontáneo i llano, relatando combate de San Juan, se espresaba de la manera siguiente.

atenciones, el

para corresponder

i

él

i

«Al amanecer del dia 13, acompañando recorríamos nuestras líneas,

i

cuando

la

desplegaba frente a las nuestras para

2.

el

a

al

Director Supremo,

División de ustedes se

ataque, estábamos en las

trincheras de San Juan.

Estas trincheras las habíamos preparado con anticipación; todo parecia estar previsto para evitar nos las quitaran;

la

fosa estaba

defendida por una no interrumpida línea de soldados, todos

ellos

armados con fusiles modernos de largo alcance; municiones, ademas de las cananas, se habian repartido cajones abiertos colocados de trecho en trecho; la artillería, emplazada en los lugares bien

i

i

mas adecuados.

En

todo nos hacia creer en la imposibilidad de que pudiera

fin,

llegar hasta allí

prolongada

el

Ejército

chileno,

porque tenia que atravesar

pendiente pampa, que hacia

i

las veces

la

de glacis a nues-

tras trincheras.

El amanecer sorprendió a

la

2. a

División de ustedes fuera del

alcance

de nuestros rifles; pero luego se hicieron ver desplegando sus líneas se preparaban al ataque.

los soldados

i

Nosotros estábamos persuadidos de que triunfaríamos, dadas las condiciones ventajosas

Concluido

el

de nuestras posiciones.

una larga línea en formación paralela marcha hacia nosotros en el mas correcto or-

despliegue,

a nuestras trincheras,

den de formación.

Cuando ya la teníamos a tiro de rifle, rompimos sobre ella un tremendo fuego de toda nuestra línea; la 2. a División parecia no hacer caso i seguía avanzando; los nuestros redoblan el ímpetu; pero en nada cambia la situación; esa División, con sus famosos Buines >

seguía impertérrita; aquellos soldados parecían fantasmas o

que fuesen de plomo Siguen metros,

i

i

que

las balas

no

les hiciesen

como

daño.

siguen avanzando, hasta que, llegando a los 300 o 400

rompen

el

fuego

i

se nos vienen

encima como unos

leones.


108

Aseguro que no tiemble

como esc. no hai carne que es bien difícil resistir tal empuje. saltan la trinchera; se les derriba, pero otros Llegan, suben nueves los reemplazan antes de mucho después de una encarnizada lucha cuerpo a cuerpo, tuvimos que ceder el campo». Díganme ahora esos señores, que duden de esas narraciones, ¿habrá exajeracion en lo que el señor Jaime nos relata a raiz de los hechos, cuando aun no restañaba la sangre de las heridas, ni se habia dado sepultura a los gloriosos caídos? ustedes que ante un ataque

¡i

i

i

i

Imposible, imposible,

i

i

ahora con

esos cantores de las glorias

de nuestros soldados, descubrámonos en homenaje los caídos

pecho

las

a la memoria de entonemos himnos de gloria a los que aun lucen en su medallas con que la Patria premió sus hazañas. i


15

DE ENERO ACTO DE JUSTICIA

cuando aun no se restañaba la sannuestro Ejército i cuando tuvo que repentinamente descansaba a la sombra de un armisticio, romper sus pabellones para nuevamente ir al combate; las condiciones de sorpresa en que esa lucha se inició hicieron que los cuerpos Tal dia

como

este el

año

81,

gre de tanto herido caldo en Chorrillos,

entrasen a la línea en relativa revoltura; pero a pesar de todo

gran desventaja para

los chilenos, a la caída

de

la tarde

ya

i

de

la

la victo-

cernió sobre nosotros, restando sólo rendir los fuertes del ala

ria se

izquierda peruana.

Como

era natural, nuestras

filas

quedaron en desorden

i

la

ma-

yoría de la tropa en verdadera dispersión; nuestros jefes, previendo lo

que

dispersos se lanzasen sobre

como

mas para impedir que estos Lima a producir una nueva hecatombe,

esta situación podia traernos

la del

i

a

pueblo de Chorrillos, se dieron

la tarea

de juntar

i

or-

ganizar aquella sedienta tropa.

Mientras en

el

centro se hacia esta operación, allá por nuestra

derecha un grupo de tropas, atácamenos en su mayoría, atacaban

el

fuerte Mercedes para rendirlo, logrando después de algunas embestí-


200

das apoderarse de tricolor;

en

el

él

i

hacer tremolar sobre sus cañones

la

bandera

fondo de nuestros anteojos se diseñaba perfectamente

la silueta del oficial

que llevaba a cabo tan heroica acción; pero prei vivábamos aquel acto, una tremen-

cisamente cuando aplaudíamos

da conmoción

esplosion nos silenció aquel regocijo:

i

una mina,

sido volado por

el

fuerte había

ahora, en vez de aquellos valientes, veía-

i

mos

volar por el aire, en medio de un volcan de tierra, un hacinamiento de hombres, armas cuanto encontró en su paso aquella ini

fernal máquina*

Llegó

la

noche

i

todo quedó cubierto por

el

manto de

la oscu-

ridad.

Los que contribuimos a reunir lecho en aquella tierra todavía

aun no pegábamos

cálida

los

dispersos,

por

el

buscamos un

fuego del combate;

cuando sentimos en las inmediaciones los quejidos de alguien que traían un grupo de compañeros; ese desgraciado era el oficial Juan L. Rojas, del Atacama, el misino que se diseñó en nuestros anteojos, arbolando la bandera chilena sobre los cañones del fuerte Mercedes: ¡Pobre muchacho! Compadeciéndonos del deplorable estado en que llegaba a presentarse a su jefe, Dublé, éste dispuso fuese llevado a la ambulancia; mas, cuando Rojas oyó esta determinación, solicitó de su superior que no se le llevase a la ambulancia i que si no podia entrar a Lima en la filas de su Tejimiento, se le permitiese entrar, aunque fuese amarrado, sobre un los

ojos,

burro. Pues, así entró ese valiente a la ciudad de los virreyes.

Concluida

la

campaña i no siendo ya necesarios los servicios de i como buen chileno o aventurero, hizo male-

Rojas, colgó su casaca tas

i

se

ésta le

fué a rodar tierras en busca de fortuna; desgraciadamente, fué adversa,

años ausente de

i

ahora pocos dias después de mas de treinta

la patria,

vuelve a

ella, viejo,

inválido

i

cargado de

una pensión con que darles de comer. No dudo que nuestros congresales, inspirándose en la justicia, sean amplios en premiar a ese valiente que fué a la guerra sólo a hijos a pedir

cumplir su deber de patriota.


Almirante Don Jorje Montt



Rasgos de un hombre honrado

buen servidor

i

cuando nuestra

Allá por los primeros años de la decuria del 70, gloriosa «Esmeralda» correteaba desafiando las

furias

igualmente que nuestras beldades corretean airosas

i

del

océano

elegantes nues-

paseos desafiando los galanes que voltejean tras aque-

tros

parques

llas

simpáticas avecillas, la gallarda corbeta en una de sus escursio-

i

nes llevaba por segundo

jefe, oficial del detall,

a

un cbicoco

i

narigu-

do teniente 1.°; no sé, si esas condiciones del físico tengan influencia en el carácter de las personas, pero el hecbo era que el citado teniente lo tenia bien duro i de reconocida enerjía. El viento era del NO; ya su fuerza babia obligado a disminuir considerablemente el velamen; las mares subían sacudiendo con ruduza

el costillar

i

maderamen de

la

«Esmeralda» obligando a

los

marineros del barco a tomar medidas precautorias; su comandante,

marino de

menos

juicio del el

la vieja escuela,

de no

mucho

carácter

esperienciá marinera, pretendió ejecutar

segundo

jefe,

no encuadraba con

i

al

parecer de

una maniobra que a

las necesidades, sino

contrario podia ser peligrosa para la nave;

el

por

citado teniente frun-

asumiendo actitud resuelta, insinuó a su jefe la incon veniencia del pretendido movimiento, i como éste, con la timidez en el semblante de quien no está seguro de lo que va a hacer, insistie-

ciendo

el cejo

i

ra en llevar a cabo la peligrosa maniobra,

en

la

el

teniente afirmándose

baranda del puente, frente a frente se apersonó

al

comandante


202

i

con toda

la

enerjía de una resolución tomada, le dice que

maniobra no puedo asumirá

aquella

i que él tomará de su cuenta i mando, ob!i._r mdo al comandante, ca-

llevarse a cabo

la responsabilidad del

pitán de fragata, a tomar refujio abajo en lo; sillones

de su confor-

table cámara.

Como

el

Dios Cupido es un intruso rapaz que a todas partes se

al grande, al fuerte que al también se le introdujo a este joven oficial, i allá por el año 7b, juntamente con una palomita negra, los metió dentro de sus redes para irlos a posar en un modesto nido situado en la calle de

mote, e igualmente flecha al chico que

débil, así

Lira N.° 9 de la ciudad de Valparaíso.

Recien empezaba la amorosa pareja a paladear la miel de su nueva existencia, cuando al segundo dia importuno mensajero golpeando la puerta vino a turbar su paz. De la Comandancia Jeneral llamaban con toda urjencia al enamorado pichoncito. ¡Qué realidad mas amarga! haber traqueteado meses, años, uno tras el otro, cuani

do después de vencidas todas

las

dificultades

i

recien

estaban so-

llamaba con toda urjencia para ese mismo dia mandarlo de comandante en una corbeta para ir a sofocar un motin en la colonia de Magallanes; no habia que pensarlo, e interrumpiendo licencia i

los, se le

i

luna de miel,

lió

deber que todo

maletas

lo

i

adiós amor;

el

deber así

manda mantuvo separados

lo

exijía,

i

este

a los dos palomos cer-

ca do un año, i cuando volvieron a juntarse ya eran padres de una nueva avecilla. Durante aquella penosa campaña que entonces era de hielos i eseorbuto, tuvo que ir al Cabo de Hornos en busca de un desmantelado barco abandonado por sus tripulantes; traido éste de remolque hasta Punta Arenas, allí lo entregó a la autoridad, para que la justicia

tomase determinación sobre Intertanto

i

él.

mientras esto se resolvía, un recádente de

la colonia

comandante salvador i le propuso hiciese la vista gorda para sacar del velero parte del cargamento de harina participándole con el 50 en cambio de aquel disimulo; tal proposición fué suficiente para no sólo aumentar la vijilancia en el velero, sino tamse acercó al

X

bién impedir

el

acercamiento a

Durante

la

guerra del 79 tuvo mala suerte nuestro protagonista,

él

de persona o bote estraños.

armas en que dar a conocer sus condiciones de guerrero; en cambio tuvo que hacer penosos i prolongados bloqueos

sin tocarle acción de


— de lugares sin espectativa molestos

.su

situación jeográfica los hacia

solitarios.

i

en esta ocasión a que me medio en completo abandono sin habersiquiera con los vapores, que de cuando en cuan-

Moliendo Eué uno de referiré, lo tenia

se

que por

i

203

comunicado

va mes

ni

los principales

i

i

i

do nos llevaban alivios de cosas frescas de noticias. Después de la toma de lio i Moquegua, se resolvió efectuar un con raid sobre Moliendo, operación que se hizo a media noche grandes dificultades por haberse ejecutado el desembarco sobre las no en Tslay, como lo había aconrocas en medio de las rompientes i

i

i

sejado I'

esperimentado bloqueador.

el

na vez tomados

apoderaron de allí

el

puerto

i

población, nuestras fuerzas se

correcto era que las provisiones

existentes viniesen con todo derecho a satisfacer las necesidad'

de los bloqueadores, que por tados sus ranchos i

la

i

aduana; lójico

la

¡

ya

galletas apolillados,

el

momento

mantención reducida

la

que

lo

que

s

tenían completamente ago-

es vino, té

i

al lejendario

charqui

otros artículos eran de

verdaderos contrabandos.

Con

la

autorización debida, las cámaras rellenaron en parte sus

necesidades, pero el señor comandante, a pesar de estar igualmente necesitado, no aceptó ni

un terrón de azúcar.

*

En

otra ocasión, recien

reflotar el trasporte

ocupado Lima,

«Rimac», a pique en

puestas que debían presentarse ante

el

la

se pidió propuestas para

dársena del Callao, pro-

jeneral en jefe don Patricio

Lynch.

Uno

de los proponentes, se acercó a nuestro hombre para que

le sirviera

de jestor en aquella negociación, ofreciéndole interesarlo

en una buena cantidad. ¡Pobre proponente! No sabia en que lío se iba a meter. Aun no concluia su proposición, cuando tuvo que salir mas que lijero de aquella cámara donde no había puerta ni entrada alguna, sino para lo correcto

i

honrado.


204

cuando

El año 91,

en desacuerdo

medio de

i

poder Ejecutivo

el

i

el

armas, buscó un hombre honrado, valiente

las

para entregarle

la

en

i

se

equivocaron en

i

poderes de primer majistrado de

Armada

a

a pe-

la elección;

resueltos para en Setiembre de ese

misino año darlo satisfactoriamente terminado

la

medita-

i

mil dificultades que encontró aquel mo-

vimiento, todos fueron zanjados

regresó a

prestijiado

protagonista.

el

Los señores congresales no sar de la falta de recursos

i

después do detenido estudio

dirección;

ción, recayó la designación

los

Legislativo entraron

éste último resolvió hacer respetar sus derechos por

la

i

después de delegar

República, tranquilamente

tomar su puesto en

las lilas

de esa

institu-

ción. elejir un Presidente; nuevamente se fijaron en el que los habia traido triunfantes ala Moneda; pero como este señor insistiese en no aceptar tan honrosa distinción, al fin tuvo que ceder razonamientos que se le hacían valer. a la presión Después de aceptada tal designación, un compañero de armas le escribía dándole el pésame a propósito de ella, haciéndole ver las dificultades, sinsabores sinnúmero de obstáculos que encontraría en el camino de la Presidencia i de la enmarañada política, que

Los

políticos se

pusieron en lucha para

mas, después de muchas idas

i

venidas,

i

i

i

todo ese conjunto echaría

por tierra su último triunfo

i

el prestijio

el mar como marino. La contestación a estas observaciones fué la siguiente: «Mi buen amigo, yo, como usted, he pensado en todo lo que me dice: sé que voi quizás a perder lo ganado en el mar i en el servicio en tantos años de trabajo; sé que voi a un puesto que no es para mí i que me traerá muchos sinsabores; pero es deber de ciudadano sacrificarse por su patria, mas que llevo en mí el principal propósito de unir

adquirido en

»

i

la

familia chilena, separada en ezte último movimiento».

El pais sabe como cumplió su misión, saliendo de

con

el

aplauso de los amigos

Desocupado de i

con

tal

la

llamado fué a

i

la

Moneda

de los que ayer fueron sus enemigos.

Moneda, la Armada reclamaba sus tomar las riendas de su dirección.

servicios,


205

Ocupando este puesto, antiguos enemigos le atacaron en el Concomo el Ministro de Marina no defendiese los injustos car-

greso,

i

gos que se

le

hacían,

llamó a su alrededor a todos los almirantes

para comunicarles que en vista de

la silenciosa

conducta del Minis-

tro iba a presentar su renuncia.

Uno

de los compañeros

le

hizo ver la inconveniencia de

tal re-

que ella -signiticaba un gran perjuicio para la Marina, puesto que su presencia en la Armada como director, era no sólo garantía para ella sino también que su entusiasmo esperiencia hasolución

i

i

rían

mucha

falta.

El almirante no desoyó

tal

insinuación, dejando sin efecto

el

propósito de retirarse.

En

la

administración de don Pedro Montt, nuevamente quiso

pero tuvo que desistir a pedido de don Pedro que acompañase en su período presidencial. Todos estos rasgos i servicios parecen no ser aun suficientes para algunos exi jentes que ladran por buscar algo con qué empañar su reputación; pero todo es completamente inútil i en vez de encontrar adictos en tan ingrata campaña, parece que por el contrario, la reputación que aquí no quieren concederle, ha crece su figura atravesado los océanos, otros hombres ajenos a las miserias de nuestra politiquería i sin nías interés que el reconocimiento del mérito, han querido agraciarlo i distinguirlo en forma tan sumamente especial, que ha llegado a despertar el asombro i quizás hasta la enirse al descanso,

le

dijo lo

i

i

vidia en las cortes europeas.

El Red de Inglaterra lo condecora con je

i

la

gran cruz de San Jor-

San Miguel. Condecoraciones de esta importancia no hai ninguna en toda

aun en Europa son contados Lástima es que aquí en Chile no

América, ción

i

como

era

Albion hacia

cho de

ello

debido; pues

los (pie

se

deferencia de

ne distinción.

f

distin-

la

Gran

mundo que debimos haber

un reclamo para hacer comprender

la

la

lucirla.

haya recibido esa

ella significa tal

este último rincón del

pueden

he-

valía de tan insig-



"

i-c^>

SABER LEER Cuando era niño, i ya en edad de empezar a leer, mi madre pumanos el primer silabario, con toda voluntad se dio la tade enseñarme las primeras letras; yo debí babor sido mui torpe

so en mis rea

i

i

cerrado de mollera, porque después de cada clase raro era

no

con

salia

acardenalados

madre que

la

las orejas coloradas los brazos;

pero

i

dia

que

también con alguna frecuencia la paciencia de mi buena

mas pudo

cerrazón de mi torpeza,

me

el

i

a

la

vuelta de algún tiempo

manos do un escolástico para concluir con osa enseñanza. Este señor encontró menos dificultad, porque ya la dureza propia do un cerebro inculto empezaba a ceder, sabiondo

el

silabeo,

entregó en

gracias a la jimnasia ejecutada para

miento de

las

primeras

mantener dentro de

él el

conoci-

letras.

corrido, me llevaron donde don José María Fredes, director de aquel colejio que ha sido el cedazo por el cual se lian tamizado la mayor parto do los hombres que han figurado en la política destinos del pais.

Leyendo mas o monos do

i

Adquiridos

los

conocimientos necesarios para ingresar ala Es-

cuda Naval, me desprendí con

la

del

regazo de mis padres para cubrirme

túnica de los servidores do la patria,

nes de ancla fueron para mí

ranzas do mi porvenir,

el

i

desde ese dia los boto-

emblema de mi consigna

i

las espe-


208

i

En i

aquel establecimiento retemplé mi espíritu

enseñanza de mis superiores, se

empeño con que mas

me formó

con

i

vocación

la

el el

i

tarde afronté gozoso los sacrificios

i

ejemplo decidido

múltiples

sufrimientos propios de la vida del marino.

Como

cadete cursé todos los ramos que en aquella época se en-

soñaban, hasta que llegué a graduarme

como

de

oficial

la

Armada.

Diversidad de viajes, campañas con su cohorte variable de bo-

nanzas

i

sufrimientos, al fin

una corbeta daba

o pisaba

me el

hicieron surjir,

i

con

primer peldaño de

la detalia

de

puestos su-

los

periores.

El

que do;

oficial del detall

él dirije,

maneja,

en un buque, es como

vijila

dueña de

la

casa, por-

ordena cuánto tiene que hacerse a bor-

i

no hai cosa por pequeña que

para la cual no se tome su ve-

sea,

nia para ejecutarla.

Las limpiezas, cuanto

la

disciplina, ejercicios,

castigos,

licencias,

un

hai.

I así

como

dueña de casa a

la

habitantes para bajo su nes, así

también

mando

el oficial

ciertas horas junta

hacerles rezar

del detall,

i

el

a todos sus

rosario

con especialidad

mundo, para hacerles imponen las ordenanzas

i

el

las oracio-

dia domin-

go, reúne en cubierta a todo el

rezar las ora-

ciones de enseñanza que les

jenerales de la

Armada. Esta ceremonia es a bordo una de las sólo

por

porque en la

va a enseñar

formalidad con que se

le lleva

el

mas

importantes, no tan

catecismo del deber, sino

a cabo.

comandante i oficiales con sus espadas, la tropa marinería con su armamento menor. Al toque de atención i silencio, el oficial del detall, tomando un Allí

i

ella se les

concurre

el

dominante, abre

lugar prominente

i

las leyes penales

los

i

deberes de

las

ordenanzas

las distintas

en voz

i

alta lee

personas en servicio de

a bordo.

La primera vez que tuve que desempeñarme en de leer en alta voz tir la

i

esas funciones

delante de tanta jente, sólo entonces vine a sen-

necesidad de saber leer ante público numeroso

i

de una mane-

ra correcta.

La enseñanza mediocre descuidada que i

i

la

poca importancia que en jeneral se da a

se

hace en

la lectura,

pocas personas sepan hacerlo como es debido,

las escuelas,

hace que mui


— A

romo

mí.

mayoría

a la

pasaba que atrepellaba consecuencia

las

Correjir este defecto en

Armada,

Dando la

i

comprensión de las frases

difícil,

i

un hombro ya maduro

me

i

en

solía hacerse

camino mas 'elevados

que" va

i

veía llegar a loa- puestos

sin saber leer.

vueltas

rueda de los destinos, llegué a ser director de

la

Escuela Naval.

me

Se

hacia cargo de conciencia asumir

los principales establecimientos

que debía

resquisito

que va

me

defecto

indujo

subalternos

el

ser

de

la

en

i

el

uno de

estranjero; pero el reconocimiento de ese

dio valor para

i

mas

tarde procurar correjir en mis

defecto que no corrijieron en mí.

sido también descuidada

como

la

150 caiicies bien raro era

los

dirección de

de -primordial importancia en una persona

Asistía a las clases para cerciorarme

de

la

República, careciendo de aquel

enseñanza de jóvenes que mas (arde tendrían que

a dirijir la

figurar en público

i

me

no acostumbradas,

entes.

de viejo, es harto de" la

las jeútefl

<!<•

comas, hacia pausas donde no debía,

Las inflecciones

imposible par

209

mia; no el

que

si

aquella juventud habia

me

fué difícil corrobararlo,

leía bien.

cómo remediar correjir aquel defecto? No era fácil tarea; en primer lugar, no habia

¿I

i

profesor, asignatu-

tiempo que dedicara algo que debían saber antes de entrar i en segundo lugar, ¿como encaminar a una enseñanza

ra ni

escuela,

maria

a jovencitos

que ya

a la pri-

se creían tan sabidos?

Sin embargo, dándole vueltas a la cosa

manejándola con tino, encontró una solución que fué coronada con el mas feliz rei

sultado.

Para dar forma

na que

a

ñanza, tuviese

voluntad la

a ese proyecto, era necesario

mas de poseer i

el

tino

i

los,

buscar una perso-

conocimientos propios de aquella ense-

carácter adecuados con que guiar

entusiasmo de jóvenes a quienes se

les

i

atraer la

hacia retroceder a

instrucción primaria después de estar cursando ramos superiores.

El joven Carlos Cabezón acudió a mi llamado,

siasmo

i

el

desinterés

mas absoluto

se

i

con todo entu-

echó encima aquella tarea.

Reuní en una clase los tres cursos mas jóvenes, en número de tte mas o menos, les presenté al señor Cabezón les esplique el i

C.

pe la M. Ch. 14


210

objeto de aquella presentación, que les enseñase alesr correctamente.

Las sonrisas

i

estrañeza pronto se manifestaron en los labios de la

mayoría de aquellos jóvenes; pero como ya iba preparado para ello, desentendí, fijándome sí, en el que mas demostraba estrañeza; lo llamé al frente, i pasándole un libro abierto le rogué tuviese la

me

bondad de

un

leer

capítulo.

Antes de articular palabra, ya

un

niño estaba nervioso,

el

i

desde

no hizo sino atropellar puntuaciones, equivocar palabras i hacer en resumidas cuentas una pésima lectura. Otro alumno, que se sonreía de los apuros del compañero'lector, fué llamado en su lugar i tampoco lo hizo mejor. Estas muestras eran una prueba práctica de que yo tenia razón, mismos i para hacérselas resaltar mas, el señor Cabezón les leyó los principio basta

el fin

capítulos.

La

clase se siguió

con constancia,

i

aquellos,

que en un principio

sonreían desdeñosamente, poco a poco fueron tomando gusto a la

amena

mo

lectura

i

declamación que se

con que aquello

les era

les ofrecía,

para concluir

un verdadero pasatiempo,

i

en

el

al últi-

dia esos

alumnos, cada vez que encuentran a su profesor Cabezón, no se cansan de darles las gracias por aquella desinteresada enseñanza.


'

Primer viaje de instrucción (dedicado a los cadetes navales)

Antiguamente,

antes del año 1870, los jóvenes que Naval con sus estudios concluidos, o los guar-

es decir,

salian de la Escuela

dia-marinas, no tenían

como

ahora, las facilidades para llevar

terreno de la práctica sus conocimientos

al

sino que inmedia-

teóricos,

al servicio de los buques de guerra, salvo una que otra escepcion, en que a bordo de algún velero mercante de a uno o dos compañeros se les hacia verificar un viaje redondo al estranjero, sin mas vijilancia que la del capitán del buque, ni mas programa de instrucción que el que buenamente pudiese desarrollar el empeño o entusiasmo de cada guardia-marina.

tamente eran entregados

Antes de

la

techa indicada,

de cadetes, fué en bién se llevó

íi

mas fué para tro

Pero

el

«O'HiggiUs», a

único viaje hecho con un curso la isla

cabo otro viaje que se

instruir el personal de la

corbetas («O'Higgins»,

que para los

la

le

de Juan Fernández; tam-

llamó de instrucción; pero

Escuadra

i

movilizar las cua-

«Chacabuco», «Abtao»

i

«Esmeralda»)

instruir guardia-marinas. la

Superioridad, comprendiendo la necesidad de afianzar

conocimientos de los guardia-marinas e inducirlos desde jóvenes

a comprender los deberes

i

obligaciones del

oticial

de marina, tomó


— el

212

acuerdo de destinar una corbeta,

la

«O'Higgins», para que efec-

tuase un viaje de instrucción a la isla de Pascua,

ron

las

i,

al

efecto, se die-

órdenes del caso para que zarpase de Valparaíso en

los pri-

meros dias del mes de Enero de ese año. Como por aquella época los buques de nuestra Escuadra rara vez salian de los límites de nuestra costa, un viaje de esta especie, i sobre todo para ir a un lugar apenas conocido, produjo entusiasmo i fué mui bien recibido en el personal de la Armada. Aunque entonces no habia gratificaciones especiales, sueldos en oro, ni mas aliciente que el de hacer ese viaje, todos se manifestaban deseosos de formar parte de la dotación del buque, i creo no equivocarme al decir que se notaba tanto entusiasmo como ahora despierta un viaje a Europa o al rededor del mundo. viaje, que se nombró como Comandante al prestijioso jefe, don José Anacomo oficial del detall, al teniente 1.° don Arturo

Se consideraba de tanta importancia ese especialmente cleto

Goñi,

i

Prat.

Se embarcaron 22 alumnos en

tres

llevando a su Director don Luis A. Lynch,

total,

como ayudantes Lynch I..

a

cursos de la Escuela Naval compuestos de

los

Se embarcó también

oficiales

la

don Javier Molina

i

i

don Luis

Escuela de Grumetes con 52 alumnos, a

cargo de su Director don Ignacio L. Gana.

Agregúese a nal estraordinario tal

la i

dotación completa de se

comprenderá

el

la corbeta,

todo este perso-

que tenia que

pastel

salir

de

aglomeración.

En o dos, se

En

cámara del.Comandante, donde habia comodidad para uno acomodaron cuatro.

la

la

de

oficiales,

aunque habia

exceso, no baria gran diferen-

mayor número; no así en la de guardia marinas, en esa camadonde cabían apretados 8 jóvenes, ahora habia que acomodar a 22, lo que equivaldría a meter 30 sardinas en una caja donde apenas hai capacidad para una docena. cia ese rita

Caminando para llenas con la

proa, seguiremos en

la

apretazon; las chazas

número de mesas de rancho que quedan dotación completa, ahora de alguna manera habría que

para colgar los coyes

i

el

compartirlas con los cadetes

i

aprendices de marineros.


— En

la

cámara de guardia-marinas,

mas

cadetes

rancho en

el

to llenaron cinco

la

corriéndose

antiguos,

el

acomodó un grupo de

se

resto a

ocupar

tres

entrepuente. Los aprendices de marineros

tes desalojados

a

213

mesas de

tropa

la

i

fogoneros

i

los

al

los

mesas de

lado opues-

pobres tripulan-

de sus pertenencias, tenían que amontonarse a proa

i

de Dios.

En

fin,

ya quedamos instalados en el lccal; pero ¿i lo demás, donde guardar el equipo, libros e

servicio de mesa, rancho, local

instrumentos? Todo eso era secundario,

bordo

hacerlos salir a

i

Como

en

la

había lugar para

que

se

la

la

cuestión era meterlos a

mar.

antecámara

lugar designado para los cadetes no

i

las cajas, se

dispuso que una de

usaban en aquel tiempo,

ropa de dos no cabia en una, se redujo ésta a algunas piezas que para

las

la

i

como

la

mitad, suprimiendo

caso eran consideradas

el

diminutas cajas

sirviese para dos cadetes,

como de

lujo.

Por

ejemplo, las camisas planchadas fueron reemplazadas por dos de lana i

una docena de

nían

el vicio del

así como estas otras, la cuestión un lugar destinado para uno, i como algunos te-

cuellos de papel,

era meter a dos en

cigarro

i

a otros

i

no

les

faltaban golosinas dadas por

mamas, todo habia que apelmazarlo para que no se perdiese. ¿I qué importaba todo esto, cuando íbamos a salir a viaje, a conocer el mar i, sobre todo, ¡a una isla en la Oceanía! donde habia las

indios

i

Xo mayor

¿quién sabe cuántas otras cosas? habia uno que no estuviese

feliz

i

contento. Habría sido

el

castigo habernos privado de esas ilusiones.

Todas

estas correrías

Enero, día en que ya todo

preparativos quedaron concluíaos

i

mundo

el

el

8 de

estaba a bordo.

Se nos repartió en brigadas, se nos distribuyó trincas, bolinas

i

dio nuestras colocaciones de alojamiento; se designó algunos mari-

neros para que nos ayudaran ellos

fué

el

tán de alto de la gavia

a quienes nos tocó

En

i

enseñaran a trincar

los coyes;

uno de

lejendario Francisco Brito, que en ese entonces era capi-

el

i

en ese puesto fué

el

maestro de

los cadetes

palo mayor.

la tarde, al llegar la

de mesa de

hora de

la

comida, principiaron los apu-

cámara de guardia-marinas, que era reducidísimo i escaso para la dotación de 6 que era la reglamentaria i que en ese tiempo era costeado por los mismos guardia-marinas, ahora habia que repartirlo entre 22, de tal manera que muchos queros; el servicio

la


— daron sin parte,

i

214

había que esperar que uno desocupara

para que otro la tomara a su turno; los vasos zados por los tarros desocupados de sido lo de menos, siempre lar rancho;

de

la

i

tazas eran reempla-

conservas. El servicio habría

que hubiésemos tenido siquiera un regu-

porotos de

la

ración de armada,

hicieron

él

fuerte

jornada; por pan se nos daba un amasijo capaz de romper la

cabeza de un peñascazo;

por

i

cuchara

pero desgraciadamente andaba en peores condiciones; la

charqui

galleta,

las

la

la

mañana

i

azúcar negra de

la

cada uno tenia buen

la

ración se nos repartía

cuidado de guardar su parte

en un cartucho, para evitar que algún estraño diese cuenta de

ella;

el té, confeccionada con esa malhadada agua que daba la resacadora, nos era objeto de contrabando sólo olíamos o veíamos por el cubichete cuando la usaban en la cámara

leche condensada para aceitosa la

de

i

oficiales.

Como

se

comprenderá,

los

comentarios desagrados

i

dificulta-

des proveniente de estos banquetes marítimos que se nos proporcio-

naba para que tomácemos, práctica en

el arte

culinario del marino,

eran los innumerables,

Cuando uno mascaba las crujir

esas duras galletas, otro por allá, al sentir-

contra los dientes,

le decia:

cuidado hombro que aquí no

hai dentista. Otro que por no tener tenedor usaba

el

cuchillo,

era'

amonestado por un compañero para que no se cortase la boca, o le llamaba la atención de Carreño por usar el puño de la mano en reemplazo de la servilleta; en fin, esas bromas al menos servían para ablandar un

tanto la dureza de aquella prueba.

Apenas salimos del puerto, rros corrió un fuerte viento sur de verano, que movía revolcaba a la corbeta mas de lo necesario, haciendo que aquel tropel de noveles cayeran como gavillas arrollados por las primicias de la navegación; raro fué el quedó en pié sin mala picardía del bellaco Custodio Lynch, que ya era avezado rearse, en la mar, contribuía en gran manera a hacer sufrir i aumentar el número de los mareados. Como no teníamos literas, bancos, ni nada en que recostarnos, las cajas i rincones de la antecámara servían de lecho a estos desgraciados; Lynch se colocaba en el medio con un balde, cuando la fuerza del balance nos hacia temblar el estómago con las náuseas, Lynch, que no se mareaba, simulaba con toda fuer za estar arrojando en el balde, entonces por reflejo uno tras otro i

i

i


iban de cabeza a pagar la

el

tributo

donde

el

bellaco les habia puesto

trampa, retirándose a un lado a reirse de sus

En

otra ocasión en

que comían en

afiijidos

Cámara

la

compañeros.

mas

los

antiguos,

Lynch, en puntillas se acercaba a las celosías, quitaba el corcho a una botella donde hacia varios dias tenia guardado huevos en mal estado, soplaba hacia los comensales i se retiraba, repitiendo la operación hasta que los hacia reventar.

Otras veces de noche, cuando uno estaba entregado en los brazos de Morfeo, dentro de su encartuchado

i

hondulado lecho, Lynch

amarra de una de las cabeceras, dando al tranquilo dormido un brusco despertar, con el golpe dado en cubierta por aqueaflojaba la

lla

traicionera

mano.

cada uno tenia que acarrear con que le correspondia. Los coyes quedaban tan cerca unos de otros, que no habia palitos para abrir las cabeceras, i para treparse, tenia que empujar a su vecino i hacerse camino antes del salto. Al desnudarse, como no habia donde dejar la ropa, tenia que dársele colocación dentro del coi mismo, porque si no, posiblemente, Al toque de coyes, por

su

cama

i

la tarde,

colgarla en el lugar

al dia siguiente se

encontraría con un zapato de menos.

Así que antes de hacerse

la señal

de

la

cruz de las buenas no-

ches, se colocaba la gorra inmediata a la cabeza,

un zapato con su

correspondiente media adentro, a arabos lados

cargados con

chón,

de

el resto

la ropa,

doblada

Al amanecer siguiente, a

la

i

i

sobre los pies.

voz de: ¡Alza arriba, trinca coyes!

habia que atrincar cama abajo, amarrar nuevamente su coi al

hombro

ir

el col-

a formar a cubiertas, para entregarlo

i

con

brigadier

al

él

esti-

vador, después de haberlos revistado.

Los

ejercicios, cálculos

lo era hasta el

i

trabajos, éstos

si

no eran escasos, como diminuta

agua, la que también se nos entregaba en

ración.

Quince dias de trajines entre forzados por aquellos suculentos

i

las velas,

cañones

i

cálculos,

re-

sabrosos manjares, nos llevaron a

vista de la tan deseada isla de Pascua.

Con largar el ancla en la ensenada de Hanga Roa, a nado se nos dejó caer a los contornos del buque, un cardumen de indios, llevando cada uno de

ellos,

a remolque o amarrados a la cabeza, pláta-

nos, camotes, gallinas u otros artículos, para cambalacharlos por ro-


21G

pas o comestibles. Compadeciéndonos arriaron las escalas llena de

i

<le

aquellos

se les dejó subir a cubierta, la

se

infelices,

que luego

les

se vio

hombres desnudos, llevando como única vestimenta un

pe-

queño tapa-rabo. Aquella exhibición, en un principio era curiosa por su novedad; pero,

como

agua

i

a

el

misma

la

ría

esa visita se prolongase demasiado,

hacerlos retirarse del buque.

de 12 a

Como

hubo que echarlos

al dia

majadería, se les hizo comprender que sólo so les recibidel dia; pero,

1

como

estos

hombres eran incansables en

agua, desde una o dos horas antes del permiso, ya se les veia

voleteando a

Desde

al

siguiente volviesen

la

el

re-

espectativa de hacer su negocio.

dia siguiente de nuestra llegada, se desprendieron

de

a bordo las distintas comisiones que debian informar sobre la historia

botánica

i

demás

condiciones* de aquella

botes para contornearle

A anclas

los siete dias, i

i

ya con todos

emprendimos

isla;

asimismo salieron

hacer un croquis de circunvalación. los datos

recolectados,

levamos

viaje de regreso.

Las condiciones a bordo en vez de mejorar iban a peor; ro de tripulantes

i

el

encierro de los

la

tem-

númeentrepuentes formaban un am-

peratura elevada de estas rejiones aumentada con

crecido

el

biente nada agradable.

La

falta

de peluqueros,

la escacez

de agua para

lavar las ropas usadas, que dentro de las cajas se iba

el

aseo

i

para

aumentando

sin ventilación, hacían juntarse todos esos factores para

con

i

facili-

dad desarrollar enfermedades. Los víveres ya iban concluyéndose, los nobles, como el té i el café; los otros principiaban ya a apelillarse, a aecharse a perder. En una palabra, ya iba siendo tiempo que ese viaje llegase a su conclusión; felizmente, en la primera quincena de marzo después de haber pasado por Mejillones largamos ancla en el puerto de Valparaíso. La dura prueba, a que se sometió a ese grupo de jóvenes, regalones en su mayor parto, no los desalentó ni aminoró su entusiasmo por la carrera; mui por el contrario, parece que el sufrimiento les hubiera dado bríos para seguir adelante; así se ve, que casi todos ellos siguieron militando en las filas de la Marina algunos han llegado a ocupar los mas altos puestos i aun, a cargar las palas rojas i

i

de almirante.


Aspirantes de Marina en

Allá por el año

gado

«le

actualmente está tuaba como dantes

i

la

i

el

Casa de Corrección; al

esta exigüedad,

del Hospital,

la calle

el

rededor de cuarenta;

profesores era bastante reducido, i

Armada, funciodonde número de alumnos fluc-

servicio de la

estaba ubicada en

máximum,

su mobiliario

del Pacifico

1869, la Escuela Naval, establecimiento encar-

suministrar oficiales para

naba en Valparaíso

Campaña

la

el

personal de ayu-

andando también

elementos de enseñanza;

en concepto del Gobierno

sin i

de

a parejas

embargo, a pesar de las

comisiones nom-

bradas esprofeso para estudiar su estado económico, concurrieron en decir

que era demasiado dispendiosa, tomando en consideración

precaria situación de la Hacienda Pública,

i

cedentes se resolvió disolverla; los cursos superiores salieron vicio de los

buques

corporándolos a

la

i

a los inferiores se

la

en vista de estos ante-

les trasladó

al ser-

a Santiago,

in-

Escuela Militar.

Desde esa fecha,

el

aprovisionamiento de guardia-marinas

como

si-

no podia satisfacer las necesidades de los buques, en la corbeta. «Esmeralda» se formó una pepueña escuela, a la que se hacia ingresar alumnos paisanos que se presentasen con conocimientos apropiados que les guió siendo en estremo reducido,

i

permitiese adaptarse a los matemáticos

i

la Iíscuela Militar

profesionales.


— (Jomo

218

Erario Nacional no mejoraba, todos los servicios pú blicos languidecían, tocándole también nvn de cerca a los de la Ma-

de abí que en

rina; la

el

la

Armada, de

dia en día se iba haciendo sentir

necesidad de oficiales subalternos.

A

principios del año 79, cuando

Patria

la

hizo

redoblar

los

llamando a sus hijos en su defensa, un buen número de jóvenes no trepidaron en. abandonar las comodidades i caricias del hogar, para ir al cumplimiento de su deber, formando todos ellos en las filas de la Marina con el rango de aspitambores

i

clarines,

rantes.

Aspirante en

Armada

la

es,

mas

o menos,

que un chupe o

lo

último empleado; pero para ellos eso no significaba nada, puesto

que en esa ocupación iban a servir a su Patria, i aun mucho peor el chupe en tierra hace su trabajo, ínfimo si se quiere, pero en seguida tiene una tranquilidad i descanso del hogar; mas, no así con el aspirante; estos jóvenes a bordo viven aglomerados en un recinto llamado cámara, donde alredor de una mesa tienen que

todavía:

hacer todos los servicios del trabajo

hacen sus labores pueden, echan sus

i

allí

circundan,

la

para descansar

siestas,

comen, escrioen, i esto cuando recuperar las fuerzas de

del vivir;

en los bancos que

i

i

insomnios; las camas o coyes en que duermen, por las mañanas

los

se trincan

i

guardan de

manera que en el dia tienen que buscar donde hacer descansar los huesos;

tal

esos asientos o algún otro rincón el

aspirante es

la

vez

el

el

trasmisor

i

ejecutor de las órdenes superiores

portavoz de los recados tanto de arriba para abajo,

de abajo para arriba;

al

embarcarse un bote, es

haga pronto

correr para que esa operación se tar

con su tripulación para cumplir

i

i

a

como

primero que debe

el

bien

i

él

mismo

sal-

comisión que tenga que de-

la

sempeñar, sea buena o mala, sea de dia o de noche; esos jóvenes tienen que ser

para de,

ajiles, intelijentes,

comprender porque a la

requisitos, pobres

ejecutar

i

hora de

vivos

que flaqueen o

ellos; si

aporreada de por

proporciona su servicio, entonces

con

la facilidad del

palomo

la

la

es la vida

que

les

cosa les irá de mal en peor,

se les hacia

hasta llegar a un lugarcito llamado cofa

haber conocido en

mui buena voluntad, lo que se les manno cumplan con ésos

de

i

correctamente

i

dar un volido por las alturas, i

que muchos de

intimidad. Esas mentadas

i

ellos

deben

temidas cofas de

aquellos tiempos, eran unas platormas colocadas arriba en los palos»


219

cuando algún aspirante o guardia-marina llegaba a ellas a purgar como poner a un loro en una jaula muí encumbrada ver hacia abajo todo lo que está pasando; pero como i desde allí sin que nadie pudiese ir en jeneralmente era bastante duradero, su ausilio, el pobre lorito cuando bajaba venia mansito i dispuesto a i

sus culpas, era

i

que no lo hiciesen volar nuevamente. Todas esas penas i sufrimientos son poco conocidos de tes,

por eso

me

las jen-

permito esbozarlas para que, apreciándolas en su

justo valor, agradezcamos a esos jóvenes tantos sinsabores.

no se crea que esa tarea fué de meses o un año, sino que que aquella prolongada campaña, sólo vinieron a colgar su chaquetita i espadin cuando ya la Patria se ciñó los laureles de la victoria, envainando su espada vencedora. I

duró

lo

i

Como

la

mayor

parte de los jóvenes de aquella pléyade, actual-

modestamente por las calles de la capital i otros lugares, cargándola túnica honrada del ciudadano i del trabajo, me haré un deber en publicar sus nomores para que todos los miremos con respeto e imajinemos ver colgadas en sus pechos las honrosas medallas con que la Patria premió sus sacrificios. Para mejor comprensión dividiremos esta lista en tres seccioen la primera se enumerará los que siguieron al servicio de la nes: Armada; en la segunda, los que se retiraron para buscarse la vida en tierra, i en la tercera, los que rindieron sus vidas en holocausto

mente

de

trafican

la patria:

PRIMERA Don Héctor Uribe »

Arturo Cuevas

»

Jorje

»

Hernández Alberto Chacón

»

Meliton Gajardo

»

Alberto Fuentes

»

Luis V. López

»

Emilio Garin

»

José Iglesias B.

»

Florencio

Guzman


— Don

220

Alberto Linaere

Gómez

»

Luis

»

Miguel Aguirre

»

Osear Señoret

C.

SEGUNDA Don Ramiro

Infante

»

David 2." Rodríguez Fernando Edwards

»

Amador Elgueta

»

Ernesto Cisterna

»

»

Abelardo Pizarro

»

Benjamín Martínez

»

Ricardo

»

Esteban Errázuriz Roberto Goñi

«

Ahumada

»

Manuel Aldunate Juan B. Villa

»

Víctor M. Fernández

»

»

Manuel A. Castro Martin Olmedo Manuel Errázuriz

»

José

»

Manuel A. Bruna

»

Luis Izquierdo

'»

»

S.

Ossa

»

Clodomiro Palacios

»

Daniel Rojas

»

Enrique Gallo

»

Luis Lagarrigue

»

Ignacio C. Cañas

»

Ramón

»

Roberto Prado Puelma

»

Jerónimo Cimasosti

»

Julio E. Díaz

»

Anjel C. Bazan

»

Guillermo Benítez

2.°

Cabieses


2:i

Don Eduardo Donoso »

José M. Cabezón

»

Alborto Poblete

» »

Cristian Schumacher Eduardo Ibáñez

»

Alejandro Escobar

»

Enrique Uriondo 2.° Lulo Gilberto Baeza

»

Luis A. Molina

»

Benito García

» •»

Ensebio

»

Eduardo Pérez

»

Salvador Concha

»

C. Ernesto

I

Terrera

»

Carlos Keitel

»

Juan Mateo Olmedo

»

Daniel Gacitúa

» »

Pedro Campos Cisternas Antonio Guseí'i" C.

»

Neineeio Pacheco

TERCERA Don Juan

Letts

é A.

Morel

»

J<i.

»

Miguel Izaza

»

Enrique Guimper

»

Eulojio Goicolea, muerto valientemente a

«Huáscar»

que

Cuando

la

el

27 de

Febrero de 1880, poco antes

Comandante Thompson.

O'Higgins

la corbeta peruana

dad que

el

bordo del

Cnion»,

i

¡Amazonas» fueron el

a

Magallanes tras

joven Letts contrajo una enferme-

lo llevó al sepulcro.

More],

en un combate en

íatel herida, a la

el

Callao, entre torpederas, recibió

que sobrevivió pocos momentos,


222

Izaza, joven entusiasta, intelijente

i

de

de los primeros que con su bote tocó

mucho

las

porvenir, fué

uno

playas de Pisagua para

echar a tierra su continjente de tropas; en esta dificilísima operación

de guerra recibió tremenda herida a través del estómago; con todo

cuidado se

le trajo

Comandante el

a

«O'Higgins», su buque,

la

se le hicieron

desenlace tenia que ser

de los dolores

i

de

la

también

así lo

Al caer do, Izaza

cámara del

la

aliviarse;

se le

inútil;

desesperación

pero como

negaba

i

como

comprendiese, desistió de seguir pidiéndola.

la tarde,

cuando ya

pregunta por

el

como

tomar completamente nuestro, las alturas;

mui próximo; en

i

pedia agua para muerte inmediata,

la

la

primeras atenciones; todo era

fiebre,

dársela habría producido él

las

fatal

en

i

llaron de entusiasmo,

i

el

fuego del combate habia silenciai

si

hemos ya logrado

que ya

el

triunfo era total

estado del combate,

se le contestase los

hermosos ojos de ese valiente joven

olvidando sus sufrimientos, pidió se

i

bri-

le diese

agua para morir tranquilo i de una vez. Los que lo rodeábamos, presenciábamos aquella escena de despodida con el sentimiento propio del que despide a un amigo i ser

el

querido. ¡Terrible

Llega

el

momento! vaso de agua,

i

de

la

ba, Izaza lo arrebata con firmeza,

ma

gota, dice

Póngase,

i

mano

temblorosa que se

lo pasa-

después de beberse hasta

la últi-

con enerjía: ¡Adiós, gracias! ¡Viva Chile! lector, al

lado de ese héroe,

i

diga

si

podría sujetar las

lágrimas agolpadas en sus ojos.

¡Hurra a todos esos jóvenes que han merecido bien de i

gloria a los

que por

ella

sucumbieron!

la patria,


mecánicos de

Injenieros

la

Cuando un barco de guerra o escuadra lles,

malecones

i

Armada

entra a puerto, los mue-

miraderos se llenan de jente a presenciar sus manio-

bras de fondeo.

Es imponente ver cómo esas enormes moles de ahora hasta de veintiocho mil toneladas, se mueven deslizan cual

uno

si

diez, i

quince

suavemente

i

se

fuesen cosas vivas; caminan hacia adelante, atrás, a

otro lado, sin divisárseles ruedas, alas, velas o músculos

ejecuten esos uniformes

i

que

exactos movimientos. Todos mantienen

gurosamente sus distancias entre

ellos,

i

si

uno

jira o cae a

un

ri-

lado,

parece qne se estuviesen cateando, pues, simultáneamente todos ha-

mismo, como cuando una bandada de pájaros, obedeciendo a filas como movidos por resortes. Concluidos esos movimientos, con largar sus anclas, ya quedan tranquilos para luego ser inundados por numerosos curiosos i visitancen

lo

su jefe, marchan en alas o

t

.

mo

quienes en grupos, acompañados de un guia o cicerone del mis-

buque, principia su romería recorriendo

las cubiertas, puentes.

numerosos obque les son verdaderas novedades; por aquí un cicerone con una de sus manos, le mueve en puntería un cañón de tiro rápido, con tanta facilidad como si fuese un juguete; allá otro con no mas di ti-

torres,

jetos

cámaras,

etc.,

etc.. encontrando en cada lugar


perforar las

mas

Entran a

del tuvo del

resistentes corazas a flote.

del comandante; ahí se

sólo

mui gruesa

coraza,

ordena todos

Un man

la

el

no

está el

Santa Bárbaras, cofas, baterías, etc

rres,

i

tanto apa-

i que está timón del buque, telémáquinas, teléfonos para las to-

allí

grafos con sus repetidores para las

lugar se encierra

abisman

hombre puede manejar o dirijir de dos metros cuadrados mas o menos

en ese recinto

protejido por

mando

de

la torre

comprende cómo un rato;

un enorme monstruo de doce pulgadas para ánima que arroja proyectiles para

cuitad, abre la culata de

que mire por dentro

224

..

en una palabra, en ese

cerebro del buque; pues, desde

allí

se

maneja

i

movimientos.

lo

toque de corneta, seguido de carreras

i

voces de mando,

atención en la cubierta superior; es la guardia

i

lla-

banda de

músicos que se forma para hacer honores a un almirante que viene a bordo a cumplimentar al recien llegado.

Con poner armas

i

el jefe

a

los

almirante pié en cubierta, la guardia presenta sus

el

músicos tocan

dueño de casa

la visera

i

la

marcha correspondiente; mientras tanto

su Estado Mayor, cuadrados,

saludan militarmente.

i con su diestra Después del «Shake hands», am-

bos jefes escoltados por sus respectivos Estados Mayores, se dirijen

a

la

cámara principal

ofrecen amistad

i

bajo los vapores del espumoso champaña, ge

hospitalidad.

Hasta aquí, todo i

i

lo

que hemos

por no estar en orden o en su lugar; te

visto, brilla,

relumbra de limpio

bruñido, no hai una mancha, ni un objeto que llame la atención

uniformada

calzados por

i

los oficiales, marciales

un mismo

i

correctamente vestidos como

sastre

que jeneralmente ven los visitantes, es decir, lo beque impresiona por hermosura, es mui raro el (pie curiosidad de pedir se le lleve a las partes bajas i que

Todo

esto es lo

llo, lo llamativo, lo

tiene

la

toda perfectamen-

la marinería,

i

cubiertas por gruesas planchas de blindaje; pero nosotros, sos

que

ellos,

vamos a pedir

se nos guíe a esas oscuras

rejionos; se nos abre pasad;) por

una

escotilla

ros peldaños de su escala, sentimos írsenos

i

al

i

descender

mas

curio-

profundas los

prime-

la brillantez del dia

i

la

aire, para zabullirnos en una impregnada de olores a aceite caliente o a grasa quemada; al principio uno se detiene con el golpe de ese ambiente, pero seguimos adelante i luego a la luz artificial de un buen número de bujías olee-

pureza de su cante,

atmósfera pesada, sofo-


225

nos encontramos en un gran departamento donde están máquinas motrices del baque.

tricas,

No abrimos

los labios,

para no parecer estúpidos;

si

las

en cubierta

o arriba íbamos de sorpresa en sorpresa, ahora con lo que se nos presenta a

era de irse de espaldas.

la vista

[Qué cúmulo de ciencia, de mecánica Múltiples nes,

de

i

cer incomprensible;

mas de

fuerza de

que mueve

reunido!

el

vapor trabajado

i

como

volverlo

bombas centrífugas i de aire, un enjambre al parese pone en movimiento bajo

a las calderas evaporadoras,

vastagos, cigüeñas, ejes,

la

allí

de baja presión, sendos condensadores con

millares de tubos para condensar

agua dulce

de esperiencia hai

arte!

poderosos cilindros verticales de distintas dimensio-

i

de media

alta,

i

¡Qué jigantesca obra de

i

etc.,

etc.. Aquello es

cuando todo eso

veinte mil caballos para rotar el eje principal

las hélices propulsoras,

entonces

si

que eso

reviste gran-

deza e imponencia.

A

la

de un estraño, parece seria imposible acercarse a

vista

aquel loco ¡¡gante, que con sus rabiosas

como un átomo

esforzadas

i

revoluciones

que pretendiese allegarse a su vertijinosa atracción: Sin embargo, no pasa así: en cada vericueto i tras de cada articulación, hai un injeniero, un mecánico o individuos encargados de vijilar, tocar observar cada una de sus piezas, para lubricarlas a tiempo e impedir sus calentamientos; el aceite, la grasa, el agua, corren a torrentes, produciendo evaporaciones i salpicando aquella mezcla en todas direcciones para cambiar esos hombres en verdaderos pinta monos. Esa vijilancia i cuidado debe ser tan delicada, que un sólo mecanismo que se desperfeccione, perturba por completo la buena marcha (Te la máquina en jeneral.

harían añicos

i

al

i

Cada émbolo, cada bomba," cada articulación tiene su movimienel conjunto una verdadera pauta musical, en que el injeniero jefe es el director de la batuta.

to

i

ruido especial, haciendo todo

Es tanta los el

la

práctica

i

conocimiento que estos señores tienen de

acordes de su orquesta, que cuando una de sus piezas no sigue

ritmo debido, sin trepidarjun instante se

to para remediarlo, así

llama

al

orden

al

como un

les

ve inmediato

director de orquesta con

al

defec-

su batuta

instrumento que desatina.

0.

PK LA

3J.

Cb. 15


225

hombres duermen

es

— Cuando

estos

porque todo anda bien; pero

como si le golpeasen a la puerde un salto están ya. en su máquina.

en su sueño algo se descompasa, es

si

ta,

porque antes de un segundo Allá por los años 80,

el

i

bordo era

servicio de los injenieros a

pesado, abrumador, no sólo por la persistente tenacidad de su labor i

responsabilidad, pues de su competencia e idoneidad dependía la

eficacia

de las comisiones confiadas a su barco, sino que

número

de su personal hacia

En

ese entonces,

mas duro su en ningún buque el

turnos de guardia, los que de dia

i

noche

el

escaso

servicio.

mayor de

servicio era i

por meses

i

tres

años enteros

no tenían mas alivio en sus relevos, i con mucha frecuencia la enfermedad de uno de ellos les obligaba a recargar mas el trabajo. Como antes de esa época no se habia aquilatado i apreciado la importancia de esa distribución, en el escalafón de marina nadie se preocupaba de su fomento, incremento

que el

el

máximum

de injenieros

l.

i

atención debidos; de ahí

de graduación a que esos oficiales podían llegar era os ,

es decir, aquivalente a simple teniente 1.°

de

tal

manera que cuando uno llegaba a esa graduación, ya su porvenir estaba concluido, no tenia mas espectativas. ¡Bien triste cosa! Así se cargados de familia, reducidos a efímeros veía hombres viejos emolumentos, remuneración miserable comparada con su trabajo e i

importancia de su cargo. Felizmente, mas tarde, cuando principiaron a llegar barcos de mas poder i de gran velocidad, se fué pensando en la necesidad de prestar mas atención al personal, del cual pendía en absoluto el principal factor de esas

máquinas de guerra.

Se principió por quitarles o distribuir un tanto dades que antes se

les

las responsabili-

echaba encima; en aquel entonces,

el injenie-

un torpedo, allá tenia que estar el injeniero para su desarme; habia que prender los focos eléctricos, que venga el injeniero; se; descompuso el cabrestante, que venga el injeniero; el doble fondo tiene tal o cual inconveniente, que vaya el injeniero; en una palabra, el pobre con la humildad buena voluntad que siempre los ha caracterizado, siempre estuvo listo para todo. Felizmente, como digo, esos cargos fueron segregándose repartiéndose en forma mas equitativa, i ellos mismos, con su conducta abro debia servir para todo. Se lanzaba

i

i

negada rioridad

con

i

i

sin

la

importancia de su misión, reconocida por

pecha de empeños

la

Supe-

ni esfuerzos personales, se abrieron


-

-

227

Camino, para que se aumentasen no sólo sus sueldos nes, sino

Marina.

también

En

la

formación de nuevas plazas en

gratificacio-

i

Escalafón de

el

aquella época, en que este cuerpo era reducido

i

que no

daba gran importancia, poco se preocupaba la Superioridad de i fomento; de ahí que sus vacantes fuesen llenadas con alumnos de la Escuela de Artes <> con operarios venidos se le

atender a su formación

de

las fábricas o

maestranzas.

Como

se

comprenderá,

personal ad-

quirido de esta manera, forzosamente tenia que ser deíicieute en

el

máquinas navales, que hasta el momento de su embarque eran completamente desconocidas para ellos, i sólo con algún

servicio de

tiempo de familiaridad con ellas, podian llegar a conocerlas hacerse peritos en su manejo. Esa era la razón por qué casi todo el personal i

superior de injenieros estaba entrata; solo

después del año 91

la

manos de

jente estranjera

i

a con-

fuerza de las cosas obligó a pensar

en formar

la primera Escuela de Aspirantes a Injenieros, Escuela que tuvo grandes tropiezos en su nacimiento; falta de recursos, falta de uua mano enérjica, que comprendiendo su importancia, le hubiese dado decidido impulso {tara sacarla de sus pañales; pero, a pesar

délas múltiples contrariedades no decayó, do,

i

i

poco a poco fué surjien-

aunque en pobre local, su plantel como educación i marcha paralela con la Escuela Naval, uno de los prime-

a la fecha,

disciplina,

ros establecimientos de educación de

la

República.

Ayer no mas vimos aquí en Santiago esas dos instituciones,

dente de

la

la

marcial apostura de

haciendo guardia de honor a

República en

Apertura del Congreso,

la

tudiar a fondo la interioridad de sus eonocimientos

luego se posesionarán de su avance tura do los adelantos de

Ya no cabe la

los

es

i

se va a es-

educación,

progreso para ponerse a

mui

la al-

esta en el concepto del Gobierno, de

mundo, que esa distribución en la que sin ella, el servieio manejo careciendo de ella, seria como tener un

de todo

el

por demás importante,

buques

i

si

la ciencia.

menor duda,

Superioridad Naval

Artnada de

la

i

8. E. el Presii

es imposible,

i

i

i

cuerpo sin alma. ca

en

i

Los jóvenes que entran en esos colejios, en ambos, enseña los mismos principios, sus conocimientos

la parte

i

técnica

correspondiente a su ramo,

tudios llegan a bordo en un rango equiparado,

un mismo

colejio.

i

i

se les incul-

difieren sólo

concluidos sus

como

si

es-

viniesen de


— Allí

228

en los barcos, desde que pisan sus cubiertas, los trabajos,

que tienen que someterse, es casi la mismarcha paralela hasta llegar a los rangos supema, i así siguen en riores, con la diferencia que los injenieros tienen su meta, en el de sufrimientos

i

disciplina a

capitán de navio,

i

navales hasta

los

el

de Vice -almirante.

Antiguamente, se concebía esta diferencia, pero ahora en que ambas distribuciones son igualmente importantes no puede existir, i así

como esos

laboriosos injenieros con su intelijencia

se abrieron

camino para

en duda ni por un momento que saber, siga abriéndose

sejo

Naval

la silla

cánico; para

i

meritorios trabajos

llegar a capitanes de navio, la

camino hasta

no puede ponerse

punta sólida de esa cufia del

llegar a conquistarse

en

el

Con-

en que debe sentarse un Almirante injeniero me-

que desde ese dia esos

.conséjales,

en sus reuniones

re-

servadas, no tengan que asesorarse con informes estemos saliéndose

de

la reserva

que

ellos exijen.


Condestables instructores de la

Armada

un oficial de la Marina chilena, embarcado en un acorazado Armada británica i comisionadopor el Supremo Gobierno para

Soi

de

la

perfeccionar los conocimientos náuticos, estudiar

i

recopilar todas

aquellas novedades que pueden servir de adelanto i progreso en nuestra Marina.

todo

Recién embarcado se llegó a bordo, como pollo a corral ajeno; el mundo lo miraba de reojo i como pájaro raro; no teniendo

ningún amigo saba en

ni

recomendación para nadie,

casi todo

el

tiempo pa-

la berlina.

El que en esos buques es teniente, tiene

la

cámara cámara

i

como

refu-

acomodos propios a su rango; pero un estranjero alojado en la cámara de oficiales i sin camarote es lo mismo que un pollo sin tener un mal palo en que pararse. Las exijencias de etiqueta en esa asociación son mui delicadas; hai que afeitarse todos los dias i a la mesa se tiene que concurrir en tenida de smoking; eso está mui bien para el que tiene comodidades para atender tales necesidades pero a uno que no las tenia, no le quedaba mas recurso que su caja de equipo, única compañera sacadora jio;

su camarote;

i

el

que

es guardia-marina, su

i

los

de apuros.

Por cama se tenia un coi i por lavatorio un jarro de agua fria, una esponja i a las G de la mañana en camisa de dormir al baño de asiento en comunidad con los desnudos guardia-marinas.


230

Poro, para quien tenia entusiasmo

sonrisa,

como

de conducta

cachimba,

si

la

wisky,

el

habría camino

al

decidida voluntad de apren-

fuesen cosas inherentes

con

i

i

incomodidades eran tomadas con alegre

der, todas esas molestias e

al

oficio;

la

afeitadura del mostacho

compañerismo

i

amistad, de

de un mes, ya se bailaba, o se jugaba foot-ball

como verdad-ros

tados ellos bres

no

i

llamaba

reas, sino

por

acompañaba, las puertas

(Jomo

la

el i

de

atención

la

contrario,

i

i

se

manera que antes nos mezclábamos con ya en sus

colum-

vida íntima diaria, no sólo i

mirón cuando no

falta el

ta-

los

amistosa ss abrieron hasta

reservado.

buque a que nos estamos

el

la

otras pringadas,

presencia en todos sus quehaceres

les hacia,

con esta táctica franca lo

i

ser: la

tal

gringos. Asimilados

amigablemente familiarizados en

los

con esta norma

adaptación de todas sus costumbres, como

refiriendo, recién salia

senales, armándosele.para incorporarse a la escuadra

mayor parte de su

tripulación era novicia,

i

del

de

ar-

Canal, la

después de dárseles sus

puestos habia que empezar con su disciplina

i

Actualmente en nuestro Ejército, cuando

educación militar. se principia la educa-

un continjente, se hace primero la. enseñanza individual, así también en aquel barco se hacia de manera parecida: tenemos por ejemplo el ramo de artillería. ción de

El teniente artillero tomaba un par de cañones con su dotación de sirvientes

i

principiaba

¡Fuera gorra, traje lijero para

A

las

chompa

el ejercicio. i

zapatos! dejándolos de esta

poder ejecutar

voces de

¡fall in! ¡fall

los

movimientos con

out¡

manera en

ajuiciad.

que equivalen a las nuestras de que brincar i co-

¡formar! ¡despejar! los sirvientes de la pieza tenían

movimientos a satisfacción del teniente. Después del medio d¡a, con nuevas dotaciones vuelta a los mis-

rrer para ejecutar los

mos

blancos

¡fall in! ¡fall

out! hasta dejar traspirando

i

casi tendidos

a los novicios artilleros.

Al dia siguiente,

al

sub-siguiente

i

algunos mas,

la

jarana

si-

misma; aquello ya iba pareciendo ridículo perder tanal parecer tan supérrluos, no concluyendo con ellos sino cuando ya habían pasado por ese training los 300 individuos que componían la dotación de la batería. También entonces, principié a comprender la importancia de aquello que en un principio parecía majadería, i ésta consistía en

guió siendo to

la

tiempo en movimientos


— que ese cúmulo de jeute la

531

movía rápida

se

mando de su jefe. Cuando la instrucción llegó

como un

i

sólo

hombre

a

voz de

a su pleno desarrollo, era aquello

digno de verse; parecía que cada individuo se esmerase en ser mas ájil i activo que su compañero, de tal manera que aquello, para un estraño, mas era un celemín de locos que una tripulación disciplinada sólo así se concibe que con cañones de 9 pulgadas i cargados por la boca, se llegase a disparar con el buque en marcha, ocho tii

menos de cinco minutos con cada uno de

ros al blanco en

los

ca-

llones.

Nichols,

nombre de

ese teniente de artillería, a fuer de tesón

actividad, habia conseguido su objeto: inocular a el espíritu,

gar de

la

Nichols era

el

concurso anual de

pulosamente que éstas los

en meterse bajo

tiro

primer

actividad: servia para todo

la

mañana, en las limpiezas,

la

el

se hiciesen

bien

i

etc.,

vijilaba escru

engrasándose todo

las cureñas,

si

fuera necesa-

así

siempre

fiestas relijiosas;

en

tocaba

le hacia:

dirijio los

el

piano,

coros de oficiales

i

igua-

lo

capitán del team de foot-ball; en tiro al blanco

i

para

i

mero; como músico, a todo corneta,

i

sin usar ingredientes

para los sports en jeneral, con dificultad habia uno que

lase; él era el

lu-

de competencia.

que que no fuesen propios; cuando desarmaban i cañones para recorrerlos, no tenia inconveniente

causasen desgastes

desmontaban

de

la esencia

todo se daba tiempo; por

rio;

subordinados

sus

para así llegar con su tripulación a obtener

escuadra en

i

el pri-

flauta,

la

también en

las

la

tomándose de una buena bailadora,

las tertulias,

incansable para lucir su compañera, perdiéndose con maestría en el torbellino de las parejas.

notable

i

tructor del «Exellent», al

En una

palabra, era

un verdadero hombre nombrado como ins-

estas condiciones le valieron para ser

que van

buque-escuela de

sólo aquellos

que

se

artillería,

establecimiento

hacen acreedores a esa distinción,

puestos en los cuales se enseña no sólo por sus conocimientos sino

también por sus condiciones

físicas

i

morales.

Esa es la manera cómo en la Armada británica, que es la primera del mundo, seleccionan sus instructores i no como en otras en que se suele dar preferencia a los que tienen un nombre sonante o que es empujado por ciertos influjos.

Con

lo

absorvido en las observaciones de estas enseñanzas

resultados, fué

que

allá

por

los

años 86, en

el

Callao, a

bordo

i

sus

del cru-


cero «Esmeralda», formamos,

primera escuela de

Una

porque

i

sin indicación superior,

la.

artilleros.

veintena de muchachos, a cargo del condestable Sibald, se

pusieron a la obra,

i

a la[:vuolta de algunos meses, previo

examen de

competencia, fueron titulados artilleros de preferencia para mas

de calificarse como condestables bles instructores de la

llegar en el dia a ser los

i

Armada.

@üaH

he

tar-

condesta-


PLl

C3



La Escuadra Americana Desde que el almirante Kvans enarboló su insignia en la for niidable Escuadra que en estos momentos surca nuestros mares, la vista de todo el mundo, i principalmente de los sud americanos, está fijada en ella, con admiración observan cuidadosamente sus cronométricos i puntuales movimientos, que viene desarrollando en cumplimiento de un bien meditado concienzudo programa de marcha. Los políticos i los legos miran aquellos movimientos cada uno bajo el punto de vista que le atañe a sus inclinaciones: los primeros por la influencia que esta evolución pueda ejercer en el predominio sobre el Pacífico, evitar con su presencia que los amarillos desborden su excesiva población, no sólo en las costas norte-americanas", sino también en las sud-americanas, donde ya han tirado sus catalejos, mandando no sólo sus antenas de observación, sino que ya i

i

i

piensan en mandar sus representantes

oficiales

ante estos gobiernos.

Los legos, sin fijarse en la perspicacia i previsión de la diplomacia americana, miran aquellos buques como se mira las películas qué pasan por el objetivo de un cinematógrafo, con admiración i curiosidad. Pero bai otros que, con riores,

mas conocimiento que

estamos no sólo admirados, sino abismados de

significa esta

los ante-

que en

gran demostración naval.

Nosotros los marinos, que sabemos los

lo

planos de un buque

i

lo

que cuesta confeccionar

encuadrar dentro de una fórmula

el sin-


234

número de

factores

tribuciones, etc.... r/j

i

de maquinas,

detalles,

que todos

i

ellos

artillería, blindaje, dis-

conrírran matemáticamente a

cambiar en un milímetro sus centros cL oquilibrio. Nosotros, que sabemos lo que cuesta desarrollar un poder dado

el andar salga como se ha ideado; que sabemos cuánto cuesta mantener en perfecto estado de funcionamiento cientos de maquinarias, calderas, cascos, departamentos, mas que todo esto, lo que cuesta reunir, enseñar, disciplinar esa numerosa tripulación i proveer convenientemente de tan variadísimos elementos i en su debido tiempo, a una Escuadra como esta, no podemos por menos que admirar con sorpresa tan estupendo desarrollo en tan poco tiempo. Los que conocimos el año 82 i antes, aquella Escuadra americana, compuesta de fragatas i corbetas de madera, con sus cañones de ánima lisa, como el «Pensacola», «Pocahontas» i otros, podemos establecer un verdadero punto de comparación con estos brillantes blindados, que pueden competir con los mejores del mundo. Ahora se preguntarán muchos, ¿cómo por qué se ha efectuado esta evolución i en tan corto tiempo? Hagamos un poco de historia, veremos que nosotros los chile-

de caballos de fuerza para que nosotros,

i

i

i

i

nos hemos tenido gran parte en este desenvolvimiento. Allá por

el

año

82,

cuando ocupábamos

el

Perú, nuestros ene-

migos, para dificultar aquella ocupación o para crearnos complicaciones esternas, pretendieron sigilosamente ceder a Estados Unidos

un puerto en su territorio, para formar en él un depósito de pertrechos para sus buques i con otro objeto. El hecho era que aquello estaba acordado entre esos dos gobiernos.

Felizmente,

el

nuestro

lo

supo a tiempo,

i

con toda oportunidad

don Patricio Lynch, quien, con todo sijilo i con la rapidez que el caso exijia, dio orden al «Blanco Encalada», entonces comandado por el capitán se dio órdenes terminantes a nuestro jeneral en jefe,

Montt, de trasladarse inmediatamente

Chimbóte, lugar que

la corbeta

i

a toda fuerza,

al

puerto de

americana «Pensacola» debia ocupar

que también iba ya en camino. Como se ve, era ya cuestión de quien llegaba primero; pues si los americanos hubiesen puesto primero que nosotros pié en tierra, i

la

complicación habría sido inevitable; felizmente,

primero

i

el

«Blanco» llegó

enarboló en tierra la bandera de la Patria. Horas después


— llegaba

la

«Pensacola»,

235

con gran sorpresa encuentra aquel puerto

i

en nuestra posesión, cuando se imajinaba hallarlo desocupado teramente a

la

El tablean no pudo ser mas perfecto. Durante

buques

se

mantuvieron en son de combate

didos, de tal

la

noche, ambos

con sus fuegos encen-

en esos momentos un mal intencionado de un cañón, habríamos tenido otro Mi-

pero de mui distinta manera.

mejor material,

i

i

si

Esta coartada tan eficaz cia

en-

la rabiza

manera que

hubiese tirado de raflores,

i

disposición de ellos.

les hizo

momento no estaban en rada de esta especie,

i

i

oportuna llevada a cabo con

dilijen-

probablemente pensar que por

el

mu-

condiciones de embarcarse en otra calave-

desde ese

momento no

se

oyó mas hablar de

cesiones territoriales.

nueva «Esmeralda» a relevar a Panamá una revuelta, que represencia de una nave chilena para de-

Posteriormente, cuando llegó la

la

gloriosa de Iquique, sobrevino en

clamaba en aquel lugar fender

la territorialidad

mas rápido a

flote

de aquel Estado. lisa «Esmeralda»,

el

crucero

en aquella época, haciendo uso de sus buenas

condiciones de andar,

sionado para que, a

la

la

al

mando

del capitán J. E. López, fué comi-

brevedad posible, llegase a aquel escenario

de disturbios.

A

su arribo, supo con sorpresa que ya los americanos habían

desembarcado al otro lado del istmo, en Colon, fuerzas de desembarco con la intención de ejercer dominio o presión sobre uno de los contendores, o con el objeto de guardar o resguardar los intereses americanos.

De

este lado, en Panamá, el capitán López, poniéndose al habla comandante de una corbeta francesa, i como jefe mas caracterizado, comunicó al jefe de las fuerzas americanas en Colon, que ellas no eran embarcadas, él se vería obligado a desembarcar si igual número en el puerto de Panamá. Planteada la cuestión en esta forma, si no se retiraban les americanos, el asunto podia complicarse. La justicia de esta actitud, o quizas la conveniencia de no indisponerse con naciones de Sud-América, que por el momento estaban en el mar mejor armadas que ellos, resolvieron embarcar sus tropas, quedando con esto concluida la intervención estraña, en ese asunto

con

el

interno de

un

pais independiente.


Este segundo fracaso que los americanos tuvieron con naves

mas poderosas de un incomodarlos

pais

mucho mas

llamarles la atención,

i

con mui justa razón, hicieran

i

chico que ellos, no dejó de no faltaron congresales que,

ver a su Gobierno

prescindible e inmediata, de pensar de

necesidad im-

la

una manera

en

seria

la

for

construcción de una Escuadra, .que estuviera no

sólo a la

altura de la importancia de su pais, sino en condiciones de

no estar

macion

i

disimulando fracasos impuestos por buques de una nación que no podia de ninguna manera entrar a competir con los poderosos del norte.

Ese llamado

del

Congreso

al

Ejecutivo produjo su resultado,

formulándose desde entonces un programa

un impulso

i

a sus instituciones navales.

Al poco tiempo llegaban a bordo de llao,

serio de construcciones

injenieros americanos que

la

venían a

«Esmeralda», en

medir

visitar,

i

el

Ca-

tomar

todos los datos necesarios para construir buques similares o pareci-

dos a nuestra «Esmeralda».

Eso fué

allá

por

el

año

85,

i

ahora

el

Pregunte

el

sucedido, ¿qué

pais

a los

¿Qué diremos

908.

ver pasar frente a nosotros sólo una punta de la

al

Armada americana?

gobiernos que desde entonces se han

han hecho en

el

sentido de establecer astilleros de

construcción, ya sea fiscales o privados, para desarrollar no sólo las industrias que son inherentes a ellos, sino también para propender

a la seguridad

i

grandeza de

¡No hai que mirar ¡nada!

I

nación?

mucho para

contestar

sin

equivocarse!

ha hecho, ha sido para peor, para descoraque, por iniciativa propia, han embarcado en esas em-

cuando algo

zonar a los

la

se

presas no sólo sus capitales, sino su paciencia. Allí

tenéis la construcción

del escampavía

«Meteoro»,

el

que

después de mucho empeño para conseguir fondos e iniciar construcciones en el pais, se encargó a la casa Lever Murphy su ejecui

ción. es alabar el empeño, desinterés i entusiasmo con que hombres de hierro acometieron la empresa; para ellos no habia a la perfección; nunca dificultades ni objeciones, todo lo hacían

Escusado

estos

i

para poder dar

los inspectores

dieron quejas de esos empresarios,

cumplimiento

satisfactorio a tanta exijeucia, tuvieron que preparar

i


— gradas, encargar

237

hacer herramientas especiales, que demandaban

i

obras nuevas de esa especie.

Todos esos la

gastos, desvelos

esperanza que mas tarde se

ciando así en

el

pais

molestias, se hacían con gusto,

i

les

encomendarían nuevas obras,

un nuevo ramo de

en ini-

industria.

¡Gran decepción! El buque fué entregado coudiciones, i

allí

está

los constructores

i recibido en buenas en Magallanes prestando importantes servicios,

¿qué suerte corrieron? Se quedaron con

de hacer nuevos buques; se quedaron con das

con un

i

déficit

sobre lo que costó

la

las

las

ganas

herramientas guarda-

construcción del «Meteoro,

de mas de $ 100,000.

¿Creen que

el

Gobierno hizo algo para estimular o compenLo único que hizo fué poner un tremendo

sar aquellos sacrificios?

«no há lugar» a

las solicitudes

que esos señores hicieron para con-

seguir aminorar un tanto las pérdidas que aquella construcción les

demandó. Ahora, con

la Escuadra americana a la vista, nos cabe pre¿qué guntar: han hecho esos hombres para conseguir tan tremendo

triunfo?

La contestación

es

mui

industria nacional en forma

fácil. tal,

Lo que han hecho,

que

la

es protejer la

estranjera casi no tiene en-

trada en los Estados Unidos.

("uando se iniciaron las construcciones de esos barcos que van pasando, que tcdos son hechura americana, costaban ricano

al Erario ameque en cualquier astillero estranjero; pero como americanos no era cuestión de precio, sino de progreso

f)¡)

para los

V

nías

i

aprendizaje, dejaron de tomar ese factor en consideración,

con

la

tros

gobernantes que imiten ese ejemplo,

lo

obra

i

allí la tenéis,

i

adelante

pueblo de Chile, para que pidáis a vuesi

no hagan

lo

de siempre

i

que ahora mismo están haciendo.

Mirad el presupuesto de este año i veréis con rabia al preseuciar Escuadra brillante que nos deslumhra, qun hai una partida en este famoso presupuesto, 3 75,000, para encargar a Europa la consesa

t'ücciou de

un remolcador.

Consígase borrar esos S 75,000 truir

i vótese un millón para consno un remolcador, sino media docena de escampavías, formei


— mos de

esta

manera

factorías

ocasión, reparaciones

amontonen notas para

como

i

238

personal suficiente para que en otra del

la

decidir

si

«Prat», se ejecuten aquí

deben hacerse en

el

el pais.

Ya que tenemos un

ejemplo

al frente,

manos

i

no

se

estranjero o en

a la obra.


^^ÉÉ#^:M::tJxixf::i;#:$:;i:i;i;*

ARMADA BRITÁNICA Es creencia jeneral que el poder de las escuadra? consiste en la número de sus buques, sin hacer mucho caso del personal

potencia i

i

de su preparación.

Como mas él se

qué nación es Naval Anual, en

regla jeneral, entablándose discusión sobre

la mesa el número de buques, sus corazas, cañones, etc., por dejan como superior a la que en el libro citado supera en po-

poderosa, salta inmediatamente a cotejan

último,

der material a

Hasta

i

el

i

las

demás.

cierto punto, hai en ello

mucho de

esos discutidores olvidan por completo

un

razón; pero casi todos

factor

que siempre ha

mado sobre aquél, cuando no ha primado, al menos ha en mucho para decidir cuál es la mas poderosa. i

La preparación técnica, disciplinaria los personales, eso sí

que

es poder, ese sí

i,

que

sobre tudo, es

pri-

constribuido

el espíritu

de

un verdadero elemen-

se manda hacera las fábricas ni a los astilleros; ese muchos años de trabajo, esa es la herencia que de jeneracion en jeneraeion vienen dejando los que vivieron bajo el misto;

ese elementó

no

es el resultado de

mo

techo de aquellos capitanes que con su ejemplo escribieron páji-

n:ts gloriosas

en

la

historia de su Patria.

Pero es menester que ese material vivo no sea dejado de es indispensable atenderlo

mui de

cerca

dolo para que no pierda su espíritu

i

i

la

mano,

seguir siempre estimulan

su vigor,

porque de

-

lo contra-


— pasará lo que a

rio, le

un

240

árbol sin riego, que se seca

i

después no

sirve sino para leña.

ahí

el

verdadero secreto del poder naval de Inglaterra:

se-

cuidadosamente incrementando su guir manteniendo eso personal; éste no es traído de la calle en levas o por conscripciones; él es formado desde la semilla que se siembra, se riega con espíritu

cuidado

poco a poco,

i,

mente para que no

se

sus

i

van guiándose convenienteque puedan llegar a dar el fruto

brotes

quiebren

i

deseado.

Todo ese personal es una masa compacta, educado de la misma manera en el sinnúmero de escuelas que rodean su estensa costa, donde la materia prima se recibe cruda, para desde un principio inoconjuntamente con su educación

cular,

i

disciplina, el patriotismo

i

cumplimiento del deber; de tal manera, que cuando son entregaal verdadero servicio de los buques de guerra, nada les toma de nuevo, allí se sienten bajo el mismo ambiente i costumbres en que

el

dos

se i

han

iniciado,

poco a poeo

de

ir

no encontrando dificultad para seguir su aprendizaje, progresando en las distintas etapas i especialidades

la carrera.

En el personal tes,

de oficiales sucede la misma cosa: los jóvenes cade-

seleccionados siempre con escrupuloso cuidado de entre la mejor

como «ocialmente hablando, son recibidos en la Escuela Naval, donde después de aprender lo mas esencial, siguen a bordo de los buques de la Armada, en grupos no mui numerosos;

jente, tanto física

i tutelaje de profesores escojidos, que no se ocupan de otra cosa, hasta que al fin, cuando } a están suficientemente preparados i en condición de manejarse por sí solos con cri-

pero siempre bajo la dirección

r

terio propio, solo entonces

son largados al servicio franco délos buques,

sueltos o en escuadras.

Al

de

lo

fin

que

de cierto tiempo de navegación

es el servicio del

mar,

nocimientos, cuando ya tienen

i

el

i

de haberse posesionado

de haber practicado sus cortos coseso

mas maduro

i

firme, vuelven

otra vez a las escuelas de especialidades: artillería, navegación, torpedos, etc....

Concluidos éstos con sus exámenes, se

nuevamente

a ser tenientes,

envia a bordo

i

mientos suficientes para desempeñarse con teórica

les

número de años; de tal manera que cuando llegan ya son hombres oficiales competentes, con conoci-

otro

que sus obligaciones

les exijen.

la esperiencia práctica

\


— Como

este sistema

-

241

de mantenerlos siempre bajo nn tutelaje

di-

simulado, se obtienen dos cosas de capital importancia: no hacerlos

perder

el hilo

de sus estudios e inducirlos

canso, en cosas sanas

Desde niños rencia,

i

i

a

ocupar su tiempo de des-

útiles para su desarrollo físico

intelectual.

e

de prefe-

se les estimula al spoit corno distracción

consiguientemente osos mismos grupos van en conjunto, en

compañía desús maestros i oficiales, a gozar de hijiénieos juegos, no como sucede en otras marinas en que cada uno va a buscar la distracción en los lugares a que mas le inducen sus sentidos e inexi

periencias.

Este espíritu sportivo, que es de moralidad, domina absoluta-

mente en todo

el

rantes hasta

último cadete.

el

llega a puerto,

primero que hacen sus

lo

campos de lucha

Armada británica, desde los almiDe ahí que cuando uno de sus buques

personal de la

de competencia

i

trenzados con sus conjéneres de los

conocimientos sociales Así

lo es

como

el

i

las

,

buscar los

oficiales es

a los pocos dias ya. se les

i

tierra,

ve

siguiéndose en consecuencia

honradas distracciones.

personal es compacto en estos principios, ta mbien

eu disciplina

i

en cumplimiento de los reglamentas

i

disposi

ciones.

A

bordo, cada uno hace lo que

mente a nadie

la hora;

le

corresponde,

no hai necesidad de que nadie

i

matemática-

se lo advierta ni

que

lo vijile.

Las inspecciones son

casi

mera fórmula, porque, por

lo jeneral,

todo está perfectamente conforme con las disposiciones; los ejercicios, los

consumos,

las limpiezas,

las

máquinas,

listo;

de ahí que nunca se sorprenda ni

a un

buque

pille

etc.,

todo siempre

desprevenido en nada

ingles.

Recuerdo una ocasión, en Tolón, el almirante español Cervera, espresándose de la escuadra inglesa fondeada en esc puerto, decia: «Estos diablos de gringos, no sé cómo son; parece (pie no hubiera una alma a bordo, i en un decir Jesús, los vemos a todos en cubierta; nunca están desprevenidos, todo 1<> ven i lo hacen primero que nadie». Esto es tan dos, por ser

cierto,

famosos

i

que podiia

citar mil

casos;

pero sólo citaré

porque sus resultad os comparativos no dan

lugar a dudas. e. !iki, a

.\J

O).


242

El año 68, cuando tuvo lugar

el

terroraoto en

Arica, había

allí

i otro americano. Esos fondeado dos buques de guerra, uno cataclismos, como se comprenderá, no dan mucho tiempo para pensar ni para obrar; el ingles gracias a sus medidas prontas i oportu-

ingles

nas, salvó su buque,

están

allí

en

previsión que en

En un

el

así el

americano Wateree, cuyos restos aun bordo no hubo la

el ingles.

de Samoa, en otra ocasión sobrevino un tremendo

las islas

ciclón; en

no

playa, para mostrarnos que a su

la

puerto Labia algunos

buques alemanes, americanos

i

ingles.

El único que

mar

a fuera,

fué

salió el

haciendo una hábil maniobra

i.

lanzándose

de esta última nacionalidad.

El comandante e injeniero de ese buque fueron inmediatamente

premiados por su Gobierno.

En

buques ingleses todo debe estar listo para ejecutar cualallí no se concibe preparar tal o cual cosa .anticipadamente, para que la maniobra salga buena; no hai mas cuando durante ella se nota preparativo que la voz de ejecución, los

quier maniobra u operación;

i

atraso o inconveniente, hai que remediarlo para que la próxima voz salga bien.

En

cuestiones de disciplina, obediencia

i

puntualidad, son en

estremo delicados, no dejando jamas pasar desapercibidas

las faltas;

la leí es absolutamente pareja para todo el mundo. De esa exactitud viene aquel dicho universal, «ser puntual como un ingles».

Allá por

el

año ochenta

i

tantos,

el

almirante Lvon, jefe de

la

comandanto de la corbeta «Kinglisher», un cablegrama en que ordenaba tomar la correspondencia, que en un dia hora lijos, lo fuese a encontrar frente a Pisco, en un punto determinado. El almirante, como buen ingles, llegó matemáticamente al luescuadra del Pacífico, dirijió desde Valparaíso

al

«Kingfisher» no estaba precisamente

la

punto ordenado, pero perfectamente

Callao

i

i

gar del rende/ -vous;

al

sí,

a unas tres

millas de

distancia,

en

el

viéndose

las señales del almirante.

Pero como

una vez que recibió la correscomandante que, como no habia cumplido exactamente con lo ordenado, se quedase dando vueltas alrededor del punto durante una semana i después fuese al

pondencia

di' la

la

orden no era

esa,

corbeta, le hizo presente a su

Callao a reunirse con

él,


— En entraba la

navegando en escuadra en el Mediterráneo, se i como uno de los buques no cumplió

otra ocasión, al

243

puerto de Siracusa,

orden de fondeo

como

tal

se le habia indicado, la señal del almi-

rante no tardó en salir para mandarlo a cruzar fuera del puerto, durante cuatro dias, pero siempre a la vista do la escuadra, que estaba

tranquilamente fondeada.

con

Si

los jefes

i

comandantes

son ellos los que deben dar

se

observa tanto rigor, es porque

ejemplo

el

i

los

llama a observar igual

proceder con sus subalternos.

Antes de cerrar este bosquejo de lo que es en lo que cousiste alma de esa armada, la primera del mundo, voi a citar un hecbo, que encierra en sí la esencia de lo que son su obediencia, orden disi

el

i

ciplina.

Allá por

año 1893,

el

la

escuadra inglesa del Mediterráneo, com-

puesta de trece buques, entre blindados

mirante Tryon, quizas

el

mas

evolucionaba para tomar fondeadero en

seis

i

cruceros, al

prestigiado de el

la

mando

armada

del al-

británica,

puerto de Trípoli.

La formación que tenia era en dos columnas de filas, es decir, buques a un lado siete al otro, dejando entre las dos líneas un i

intervalo de 1,200 metros.

El almirante Tryon montaba su insignia en

el

«Victoria»,

bu-

que puntero de una fila i el contralmirante Markam, en el «Camper down», puntero de la otra. Los buques, cuando navegan en escuadra, gradúan su timón, de tal manera que todos describan su círculo evolutivo de las mismas dimensiones; en este caso, El almirante iza

contra marchen,

da por si la

los

la

la

de

el

diámetro evolutivo era de

una señal en que ordena que la

derecba por

derecha, es decir, que

distancia entre las dos

filas

la

izquierda,

las i

la

Sil!)

de

buques podrían ejecutar su evolución

Cuando

i

el

sin

izquier-

inconveniente; la

pero

evolución

forzosamente tiene que concluir en un fracaso.

buque

jefe iza

una

señal, el

comandante de

visión la repite en su buque, en señal de comprensión,

ambas, se ejecuta

En

la

ambas deben hacerlo hacia adentro; hubiese sido mayor de 1,(500 metros,

estando a 1,200 metros se comprenderá fácilmente que es imposible

metros.

dos columnas

este caso

el

i

al

la 2. a di-

bajarse

movimiento.

Markam no

la

der con esto que no comprendía

levantó hasta arriba, dando a enteu la

orden..


-

-

244

•Tryon, por semáforo, le pregunta

con esto que ejecute Tryon, en un la

lo

que qué espera, indicándole

ordenado.

momento de

orden que estaba dando

paralojizacion, no se dio cuenta de

cuando Markam

i

izó su señal

indicando

que estaba listo para cumplir lo ordenado, la mano de Tryon ella también la infausta señal, que torció la brida a esos dos monstruos para irse uno sobre el otro!

con

ello

bajó

con

i

En que

mas de 7,000 hombres i en cataclismo que se les venia en

toda esa escuadra tripulada por

mayor

parte de ellos veian

el

cima, no hubo uno solo a quien se

le

la

pasara por

el

biar lo ordenado por su almirante; él lo disponía

Ciérranse los timones,

como dos

pensamiento camasí tenia

i

ambos buques en rápida

i

que

ser

caída se preci-

tremendo encontrón. Tryon despierta de su paralojizacion, pero ya es tarde; revérsanse las máquinas con todo su poder para aminorar el golpe, pero éste siempre tiene que ser fatal i de muerte. pitan

Un

toros a darse el

12,000 toneladas

i

conmover aterrados a

que formados cual batallones no

que ta

un

la señal del

se

los

miles de espectadores

mueven de

sus puestos, hasta

almirante ordena arriar los botes para,

el salvataje.

Los buques quedan mancornados, uno embutido en el otro, hasque las máquinas logran desprenderlos. El «Victoria», buque de Tryon, rápidamente, inclinándose sobre costado, principia a hundir su proa

en posición vertical, se

mas de

golpe seco, horrible, hace temblar esas moles de

hunde en

el

i

i

antes de diez minutos, casi

con sus hélices jirando vertijinosas en

el aire,

abismo, llevándose en su vientre 22 oficiales

i

336

tripulantes.

Guando

se dio la

orden de

en su puesto, impertérrito

i

quien pueda, un

los botes, o sálvese

guardia-marina, ayudante del almirante,

le [tasa

un

salvavidas,

i

éste,

a brazos cruzados, contesta al guardia

marina:

«It is entirely

«Yo

lo lie

my

doing, entirely ray

t'ault».

hecho, es enteramente culpa mia».

hundió con su buque. «Después de hechas las mas

I se

prolijas averiguaciones,

descargos, la opinión espresada por rente al orden te

i

el

Consejo de

cargos

Gmrra en

i

lo refe-

disciplina mantenidos a bordo del «Victoria», duran-

su hundimiento, mereció

la

mas amplia confirmación de

los lores


-

'245

-

Fué, en todo sentido, altamente honroso para quedará para siempre como noble ejemplo en el- servicio». El comandante, por su parte, dice:

del Almirantazgo.

dos

i

La conducta

de toda alabanza,

tranquilidad de todos en sus puestos, fué fuera

i

no hubo

i

to-

el

mas mínimo amago de pánico

ni de-

sorden de ninguna especie».

¿Habrá un ejemplo mas grande convincente del espíritu de disciplina que el demostrado en tan tremenda i

orden, obediencia

i

prueba?

Xo

que

Ese es la

exista

alguno parecido en

summum

el

del

esencia de tantos desvelos

bieron del gran Xelson

i

loa anales

de

la

historia.

poder naval de esa gran Armada, esa es i

sacrificios, esa es la

herencia que reci-

que sus capitanes han seguido

i

siguen in-

terpretando.

Díganme ahora esos discntidores de poderes navales: ¿Han encontrado en algún libro, o en algún astillero elementos de poder tan nobles de tanta disciplina como la desplegada por esas i

tripulaciones?

Para con

decir:

tal

honra para esa

supremacía por mas de un tes,

siglo,

i

i

honra para sus sabios gobernan-

que, interpretando en lo que vale su marina de guerra

comercio, las la

debemos contentarnos gran Marina que ha sabido mantener su

pregunta no hai contestación

mano

la

han atendido

i

batuta del comercio universal, haciendo

cidad de su patria!

i

flotas

de

estimulado, para mantener siempre en la

grandeza

i

feli-



1 0^=<5)0^r=<pxa^<5)g^

Visita a

En

minutos antes de

invitó a pasar con

Acepté gustoso,

8 A. M.,

las

ingles

me

de Malta, un amigo

isla

dia a bordo del «Minotanro».

él el te,

Valeta, en la

un blindado

llegaba a

la

i

al

día siguien-

cubierta del blin-

dado.

La guardia de al i

mando de

su

militares,

oficial,

con

la

banda de músicos a

miraba hacia popa, como para alinearse. Con sonar la primera campana de las

mi cabeza, un par de nido; el

al

tiros

mismo tiempo que

Himno

Nacional; todo

niéndose de

pié,

con

la

la

cabeza

i

en perfecta formación, presentaba sus armas

de

me

los tiros,

el

mano

ven hacia popa para mirar

riíle

el

8,

rompe

la

la

casi por

encima de

banda de músicos con

mundo suspende en

i

hace brincar; estaba despreve-

gorra,

sus quebaceres

i

po-

respetuosamente se vuel-

pabellón, que pausadamente va ascen-

diendo izado por dos timoneles, que a cabeza descubierta,

lo

largan

al viento.

Llegado

men

al tope,

para

la

banda, se dispersa

la

guardia

i

reasu-

sus quehaceres.

Pasada esta ceremonia, diviso a mi amigo cicerone que con otro oficial

viene abajo por una de las escotillas de popa;

al

pisar la cu-

ambos se llevan la mano a la gorro, saludando a alguien, pero como yo no viese a quién saludaban, les pregunté el significado de bierta,

ese saludo.


— —El

recinto on

que estamos

lugar donde se da carácter te;

el

248

— me

se llama alcázar,

dijeron,

que en

a cualquier acto

i

es el

él se

ejecu-

la seriedad, se obliga

a todo

mundo a que, al llegar aquí, salude militarmente. Ya en manos de mi amigo cicerone, nos encaminamos

hacia

oficial

por eso es que para darle

i

conservar

i

donde debíamos bajar, siento un murmullo o ruido como de un colmenar; bajamos a la batería i ine doi cuenta que el murmullo era producido por mas de 600 hombres diseminados, o mas bien dicho, amontonados en el amplio i prolongado entrepuente, que, a medio vestir, están afanados en su aseo i arreglo personal para presentarse a la revista que debe tener lugar a las 9 A. M. proa. Al llegar a

una

escotilla por

i

Para pasar

de esa nata de sacos

a través

i

hombres, teníamos

que ir haciendo quites a un lado a otro; al fin llegamos al estremo, bajamos por otra escala entramos a la cámara de oficiales; estaban i

i

todos sentados a

nosotros

lo

mesa tomando su

la

llamamos; a mí también

cuenta de un «liam and eggs» siste este

A

i

breakfast, o desayuno,

me

una taza de

té,

que

es

en

como

i

luego di

lo

que con-

dieron colocación

almuerzo.

la mesa estaba completamente limpia i no como pasa entre nosotros, que el que llega atrasado, con un buen grito al mayordomo, sin importarle la hora, el atraso de los "mozos cocinero, manda hacer un buen beefteak u otra

las

8^ en punto, ya

todo concluido,

i

i

golosina de su paladar.

Como ya no la

mayor dí

teníamos nada que hacer en

otra cubierta, a popa,

el

i

-allí,

parte de los oficiales

al

la

cámara, subimos a

rededor de una candela, estaban

fumando

la

su cigarrito; yo también encen-

mió; pero cuando estaba en lo mejor, suena una corneta

i

un mu-

chacho que cerca esperaba, apaga i quita la candela, al mismo tiempo todos los oficiales i yo también, mui a mi pesar, tuve que arrojar mi pitillo. Ese toque se llama «out pipes», que equivale a decir que no se debe fumar mas; este vicio se ejercita en los buques de guerra ingleses sólo en horas de comida, cigarros por todas partes, ni nadie tiene

i así no se ven colillas de que preocuparse del ciga-

rro estando de servicio, ni fuera de los lugares desiguados para ese objeto.

A

las

9 en punto, otro cornetazo hace aclarar completamente los

entrepuentes,

i

los

800 hombres de tripulación, formados en compac




249

tas hileras

con sus

de

a cuatro, llenan

respectivos;

oficiales

ambas bandas de la cubierta superior, otra formación mas abierta no daría

cabida a tanto tripulante.

El Almirante, acompañado de su Comandante, que también

ya han almorzado, se pasean a estribor de la toldillo, para demostrar con su presencia, que también ellos son ordenados puni

tuales.

Mientras los oficiales en sus brigadas, revistan e?crupulosamente la banda ejecuta algunas piezas apropiadas, el 2.° Comandante, acompañado de su Estado Mayor, calzado de guante blanco, baja a los depaitamentos, cámaras camarotes, a revistar el estado de aseo hasta el último rincón, donde divisa algo que no

a sus marineros

i

i

i

i

está limpio, olla pasa su

dedo,

i

si

éste sale

teñido, se lo muestra al

responsable. Suficiente castigo, la próxima vez el dedo no se ensuciará. Después de la inspección del 2.° i cuando ya ha dado cuenta a su Comandante, la campana horaria, con tañidos cortos pausados, anuncia al capellán que ha llegado la hora de su misión, revestido de estola, con su Biblia en la mano, se coloca al pié del palo mayor mirando hacia la bandera; ésta se arria a media asta, reemplazándoi

i

se al tope por la de misa; de

mundo

se descubre

Los

católicos,

i

Almirante a último grumete, todo

el

ora a la par de su capellán.

en grupo aparte, dirijidos por sus

oficiales,

tam-

bién hacen oración.

Concluida esta ceremonia, se da principio a

los ejercicios jene-

digamos por ejemplo, que se toca a zafarrancho: todos esos 800 hombres, que hasta hace un momento estaban tranquilamente orando, ahora se les ve como locos corriendo en todas direcciones; unos rales,

suben a

la

arboladura para echar abajo los masteleros, otros en los

botes jirándolos adentro, a los cañones,

etc., etc.,

cada uno a cubrir

su puesto; cuando todos van corriendo en este desorden ordenado,

un punto agudo de corneta detiene a todo el mundo como sujeto por una máquina; no se ve un movimiento ni se siente un ruido mas,manteniéndose inmóviles como estatuas hasta que otro golpe de cor neta, después de dada una orden verbal, pone otra vez en rotación los engranajes de esa complicada máquina de tantas voluntades, que obedecen religiosamente a la de un solo hombre.


El ejercicio jeneral continúa hasta nistración de justicia,

de

que

1

1,

hora en que se reparsalvo

es atendida con especial

depende en gran parte

ella

las

menor importancia,

ten otras distribuciones de

la

disciplina

admi-

la

confianza en que nun-

la

i

de

la

cuidado, porque

ca se estralimitan en la aplicación de los castigos.

Poco después de cabo

las 11, el sarjento

de armas, acompañado de un

seguido de todos los anotados con faltas durante

i

24 horas, vienen a formar pués de oida

acusaciones

las

•>

de penas

la tablilla

alcázar donde

al

en

i

i

descargos,

so aplica la

ella

el 2.°

el

las

últimas

Comandante;

sarjento muestra

que corresponde

a

des-

al 2.°

la.

falta

cometida.

Con ni

exageraciones en

bai verdadera

A basta

el

i

pareja.

lei

todo

las 12,

mundo va

el

pretesto;

la

el

reposo de nadie por bai honores ni nada

ese orden establecido.

para adelante, se sigue con ejercicios aislados, enseñan

1

zas individuales

Los

i

se establecen los trabajos.

oficiales francos

dos de franelas practicar

comería permanecer en descanso

aunque venga quien venga, no

que signifique cambiar

De

a

durante este tiempo, no se perturba

la 1;

ningún

no bai acaloramiento del primer momento castigo, puede decirse, con seguridad, que ahí

este proceder,

i

en

sport,

el

polígonos de

tiro

van

a tierra, la

mayor

aperados de sus raquetas, las

parte de ellos vesti-

«bats»,

rifles,

canchas de tennis, cricket,

que abundan en

a

etc.,

pelotaris

i

arsenales, para hacer la distrac-

ción de los oficiales de las escuadras que siempre frecuentan este puerto.

Es tanto

man

lo

que

se estimula el sport,

que hasta

los

almirantes

to-

parte en las partidas de competencia.

En una Almirante

ocasión, tuvo lugar

un match de

Lord John Hay, Vicealmirante parte de un team,

i

como cualquier

diendo con

bai las

i

el

el

pelotazo en

i

el

buque

Jefe de la Escuadra, formaba*

era de ver a ese viejo, con

canas, vestido

descuidó

cricket entre

otro.

i

bells

oficial,

(JO

años

diaciones, llamó la

cargado de

con su par de canilleras, defen-

de su wicket; buho un

momento que

esperto guardia-marina que tiraba la pelota,

el tobillo.

i

le

El teniente-ayudante que estaba en

asestó las

se

un

inme-

atención del Almirante que ese guardia-marina


— había ganado un almuerzo;

le

sentaba Fin

mesa invitado

a la

otra ocasión

que

se usa aquí

tal

día siguiente el

tenia lugar 1

suelo

el

En

i

un torneo de roghy, es decir, una mucho mas esforzada de lo

ludia es

la

mancornados

manera que cuando concluyen,

rasmillado

«nhdshipman

jefe.

en Chile; en ese juego se va cuerpo a cuerpo,

batalladores ruedan por

de

al

almorzar con su

a

partida de foot-ball, én que

251

es

i

los

que la pelota, raro que salga uno sin estar a la par

todo revolcado. ocasión,

esta

el

capitán del team del «Mktotauro» era

el

un esforzadísimo muchacho. Cuando ya concluyó el match, se vivaban ambos partidos, la princesa rusa María, esposa del duque de Edimburgo, que había teniente Xicolls,

i

ido especialmente a presenciar la partida, hizo acercarse a su coche

a los dos capitanes para estrecharles

con

la

mano

Así se estimulan estos juegos, que son

que enseñan a

En

la

ser esforzados

i

riguroso traje de

momento de

salud

i

a esos revolcados

i

la

base de

la

valientes.

tarde todos regresan a

sudorosos at'etas, a las 7

en

comer

e invitarlos a

ella.

su buque,

en punto, se

les

etiqueta, para asistir

mas

i

ve alrededor de

la

mesa

a la comida; este es

el

Ahí no se fuma, no se lee, ni se hace nada que desdiga de la buena compostura; nadie llega atrasado, como tampoco puede pararse de la mesa hasta que el oficial que la preside no lo disponga, se cierra este acto con una corta oración dicha por el capellán con una copa que se toma sociabilidad

i

del

estricto orden.

i

i

a

la

salud del Rei.

Concluida la comida, al rededor de la candela donde en la mañana fumábamos un cigarrito, ahora hai colocadas confortables poltronas, mesas para jugar cartas, leer hacer la charla de la noche. i

A

las

10 en punto, «out pipes

ftr.d

good nights».



Ocupación de Chipre por los ingleses

La Armada en todos

tida

británica del servicio activo, está dividida

los

mares, en escuadras

lugar donde son destinados. diterráneo,

temente i

que

De

buques

i

éstas, la

mas poderosa

tiene por base de operaciones

artillada,

Jibraltar, que, a

con abundantes diques

mas de

sueltos,

i

la isla

i

repar-

según

es la del

el

Me-

de Malta, fuer-

toda clase de elementos,

ser base de operaciones, es la llave de este

mar.

La misión de en

hace

esta

Escuadra es mantener siempre

Mediterráneo, que es

el

el

el

la

supremacía

canal comercial obligado por

acarreo de los productos de

la

India,

que son

la

donde

se

principal

fuente de riqueza de Inglaterra.

La que

que

le

sigue en

poder es

está destinada a resguardar

el

la

llamada Escuadra del Canal,

Canal de

la

Mancha,

de Irlanda e Inglaterra, ejerciendo su vijilancia hasta

Las otras escuadras están destinadas a cífico,

Australia,

etc.;

el

las costas

Portugal.

las Antillas, ('hiña. Pa-

en una palabra, abarcando todos

los

mares

del

mundo. Las escuadras lejanas cia.

i

tejer

se diseminan en las costas de su vijilancuando en algún punto son requeridos sus servicios para prolos intereses británicos, el cable no tarda en concentrarlas,


254

para de esta manera hacer respetar sus derechos,

fuese menes-

si

i

Escuadra del mar vecino viene también en su ausilio

la

ter,

i

re-

fuerzo.

Todas

i buques sueltos, repartidos en el orbe, sinnúmero de compañías de vapores i veleros cubiertos por bandera británica, podríamos decir con propiedad que son el sistema arterial del mundo comercial, que por ellas nutren

estas escuadras

en conjunto con

el

i

músculo principal, radicado en el pulmón o corazón del reino de Inglaterra, donde sus sabios doctores, a cada movimiento irregular, los auscultan cuidadosamente para poner pronto remedio o prevenir la enfermedad que pueda aquejar a un órgano lejano o darle un tónico oportuno que refuerce i vitalice al que no se muestre sufial

cientemente fuerte. por

Allá

año 1878, cuando

el

oso ruso, trasmontando los

el

a Constantinopla

Balkanes, estiraba su garra para llegar

con que

tarse la llave

Bosforo

arreba-

tratado internacional de 1856 cerró en el

el

puerta que desde entonces

la

i

libremente sus naves de guerra,

el

le

león

impidió transitar por ahí británico

no pudo mirar

con indiferencia ese avance, que venia directamente no sólo a acercarse a sus dominios, sino también a poner en

peligro su predo-

minio.

Por

eso, antes

a poner fin a

que

la celebración del tratado

de Berlín, que iba

guerra ruso-turca, tuviese lugar, para afianzar

la

i

se acercó ai poner mas peso, a su voto, dio los pasos necesarios campo de operaciones, para desde allí estar también listo a contestar i

con un zarpazo

A

buques

diez

i

oso ruso,

al

mediados

del

año

no disminuía sus pretensiones. Escuadra del Canol, compuesta de

éste

si

78, la

Lord John Hay, entraba al pasando por Malta, tomó fondeadero en puerto

a cargo del vice-ahnicante

Mediterráneo,

i

Said, en la boca del Canal de Suez.

A bordo nadie

pabia, escepto el almirante,

qué nos llevaba por

aquellos lugares.

En .de

so

habia puesto un cuerpo de señaleros al lado del

cuanta,

comunicación llegaba de Londres, fuese de dia o al almirante, de tal ma-

tierra

telégrafo,

i

noche, inmediatamente era comunicada

licia

que

este

caballero tenia

en su

mano

«the

tail

of the wire»,

i

quedábamos en ayunas como lo haciendo mil comentarios; hasta que una noche, cuando menos lo que llegaba era en clave, todos nos


— pensábamos,

we

off

go¡

255

nos dijo una señal,

i

.salimos con

rumbo

al norte.

Muchos zafarranchos de combate, muclins formaciones, todo nos hacia presumir algo, pero nadie sabia nada, «panics. van

«panics»

i

vienen.

Una

noche, navegando tranquilamente,

teniente-ayudante

pregunta:

le

i

Xo, mi almirante, contestó bien en

el

afirmativa; era otra escuadra,

almirante llama a su

— ¿No se ve nada en

teniente.

dirección. Antes de cinco

tal

el

que

— No puede

el

ser,

horizonte?

vaya

i

mire

minutos volvió con contestación

apagadas

a luces

se acercaba al

rendez vous de Lord John Hay.

Se llamó ción con

A

la

jefe de ella a bordo, recibió

al

órdenes

i

dos días fondeamos en Larnaca, puerto de

los

tomó

coloca-

la- isla

de Chi-

nuestra, para seguir la marclía.

pre, las autoridades nos pusieron en cuarentena, por venir

de puerto

infestado.

Tranquilamente aceptamos allí

soportando

jion es

mui

fuerte

la

orden de cuarentena

sofocante calor del

el i

i

seguimos

mes de Agosto, que en

esa re-

enervante; las fiebres malarias estaban a la orden

que cundían, que llegamos a tener mas de cien enfermos en un solo buque.

del dia; tanto era lo

Un en

dia llegó

tranquilamente, farol

un crucero con pliegos para el almirante. Seguimos media noche, cuando todo el mundo dormía

misterio; pero a

el

menos el almirante, fuimos de

ron simultáneamente los

nían

súbito despertados;

de destellos del buque jefe empezó a pestañear la

escuadra.

mediatamente

se

La

lo'

el

a él le siguie-

buques, que en esos momentos compo-

señal era jeneral,

desembarcase toda

la

da. apertrechada de víveres de bolsillo

La d^

i

i

en

ella se

ordenaba que

in-

tropa disponible, amuniciona i

lista

para marchar.

durmiendo ser despertado marcha a campaña, no es para menos. Como en todos estos movimientos la rapidez es un estímulo; cada buque quería ser el primero en estar listo, de tal manera que antes de una hora ya habían formados en tierra, con sus jefes todo lo al amanecesario, mas de 700 hombres; se dio la orden de marcha, para

salir

carreras no fué poca; de estar

incontinenti en

i

i

i

i

necer, ya estaban casi a las puertas de Nicosia, capital de la las

¡S

A. M.

el

pabellón británico ondeaba sobre su posesión.

isla,

i

a


-

256

Desde que las tropas inglesas desembarcaron en Larnaca, el aspecto muerto de ocio, que es innato en estas rejiones, desapareció i, en cambio, ahora se veia actividad mucho movimiento. i

i

Los carpinteros de todos

los

buques, mecánicos, marineros, he-

rreros con sus fraguas, perchas, tablones, todo lo necesario para hacer muelles, desembacaderos, preparando barracas para alojamiento

de tropas. El duque de Edimburgo, que mandaba uno de los buques, fué

designado como jefe de todos esos preparativos; tenberg, que

mandaba

trabajos. Parece

que

otro buque,

también

le

de mas pergaminos eran

los

peñosos en sobresalir en

de Bat-

al príncipe

tocó parte en aquellos los

mas

listos

i

em-

el trabajo.

Era do ver a todo un duque en traje blanco i con su buen cucadesde el amanecer i al rayo de ese sol abrasador, soportar todo un dia de trabajo, no dándose mas descanso que el estrictamente ne-

Ion,

cesario para sus comidas.

Las insolaciones no eran clima tan cálido,

i

raras;

muchos cayeron bajo

ellos

pasaron a mejor vida.

algunos de

el

rigor de

Tres dias después de iniciados estos trabajos, se avistó por

un otro

nal

sur

el

un buque de vela; al rato otro, un gran convoi, que de la India, i pasando por el cade Suez, trasportaba un ejército de once mil hombres. Casi al mismo tiempo que llegaban estas tropas, de Inglaterra trasporte trayendo a remolque i

otro, era

llegaba otro trasporte conduciendo al jeneral Sir Garnet Wollesly con

su Estado Mayor, que venia a

Tampoco jandría,

Eso

i

se hizo esperar

así seguir

ejército

No hubo

cable hasta Ale-

siempre en comunicación directa con su Gobierno.

no tardó en estar todo en

mento que ya estaba ninguna

mandar en jefe. un vapor para tender tierra

ocupar

i

el

campa-

elejido.

inconveniente

el

que menor,

ni atolondramiento de

especie.

Cada arma tenia su desembarcadero

especial,

i

embarcaciones a

propósito para que nada se estropease.

En

tierra, la línea

de campamento se

fijó

teniendo en vista la

dirección del viento reinante, para dejar en primera ñla las carpns viviendas, cocina.

i

a retaguardia, las caballadas

i

los servicios

privados

i

i

de


— Todo estaba

previsto

i

257

bien ordenado; nada faltaba, desde

rraje de la caballería basta el último utensilio la

i

el fo-

conforme a

víveres,

ración de campaña.

Ahora cabe preguntarse: ¿cómo pudo desarrollarse un movimiento tan estenso, con tanto material personal, sin que se trasluciera i sin que nadie llegara atrasado a su rendez-vous? Este es el secreto, este consiste en que cada uno tiene sus atribuciones responsabilidades, i en que cada uno debe velar porqoe su departamenio siempre i

i

i

esté bien provisto de los elementos Allí

no hai apuros

para vestir a Allí

que

son necesarios.

le

ni confusiones, allí

no

se desviste a

un santo

otro.

tampoco entra

los responsables; la

la

censura estraña a perturbar

censura

la

hacen

los técnicos

i

ellos

el criterio

dilucidan las responsabilidades.

('.

de

son los (pie

i.k i.a

M <h

17



Por

marina mercante nacional

la

«AMERICA MARU» (BUQUE AMÉRICA)

Este

es. el

nombre

primer vapor con que una Compañía

del

ponesa inicia carrera entre

No ca

deja de llamar

la

el

i

Chile.

atención que los nipones, con quienes nun-

hemos tenido intercambio

tas a trenzarse

Japón

comercial, lleguen hasta nuestras cos-

con otras compañías poderosas que hacen

do nuestros productos hacia

hacemos un poco de

las

historia,

como causará admiración

ja-

el

el

acarreo

naciones del Viejo Mundo; pero

iremos de sorpresa en sorpresa,

empuje

e intelijencia

en unos pocos años ha logrado colocarse militar

i

i

si

así

con que aquel pais

comercialmente

nivel de las primeras naciones, también nos causará

pena

i

al

decep-

indolencia falta de tino con que Chile ha ido perhombres i gobiernos anteriores habían encarrilado para hacernos grandes i únicos dueños de estos mares. ción

el

diendo

ver

la

i

lo (jue

Allá por los años 50, era costumbre en la celebración de nuestras fiestas patrias, dar

en

la

Universidad de Santiago conferencias


-

230

-

sobre temas de interés nacional para estimular

el

patriotismo

i

dar

desarrollo a las fuerzas vitales del pais.

Esas conferencias eran prestijiadas con

no

mas

lo

i

la asistencia del

Gobier-

selecto de la intelectualidad de la capital.

El señor García Reyes, catedrático de aquella institución, en

que teína muchos temas de que echar del 38 le darian i la campaña pero que en su enmuchos motivos para llenar cientos de carillas, tender habia otro mucho mas importante i que primaba sobre todos,

una de mano;

esas ocasiones dijo

la

guerra de

la

Independencia

puesto que en toda época significaría grandeza, seguridad

i

bie-

nestar.

Ese tema

del mar, ese elemento

es- el

no habriamos

sin el cual

llegado a conquistar definitivamente nuestra independencia; ese

mento

naciones hacen vida lenta

sin el cual las

i

ele-

grandes hori-

sin

ontes, por eso es que todas ellas procuran dominarlo o buscarse saz lida hacia

La

él.

historia del 'Universo

i

la

nuestra, llena sus pajinas, probán-

donos de una manera concluyente, que ess factor es hacer ricos

i

el

Las condiciones jeográficas especiales, con que

ha dotado a nuestro

Chile, por

nos

solas

interminable cordillera que nos limita por

lo está el

bién la agricultura, las industrias tienen que buscar esa seria

misma

de éste Chile,

i

la

Providencia

indicando así esa

oriente al deshelar sus

eternas nieves en innumerables rios, se vacian hacia

¿Qué

principal para

prósperos a los pueblos.

el

mar, así tam-

riquezas del suelo, forzosamente

salida. si

en vez de mar tuviéramos otra cor-

dillera?

Seriamos un pais mediterráneo tendríamos que entrar a ser tributarios de un vecino, si perdemos el control o el dominio de ese i

i

una muralla, que sercompuerta a la salida de nuestras riquezas, compuerta que seria graduada a voluntad del poseedor de ella. La razón natural nos lo indica, que jamas debemos permitir se elemento, es

como

colocarnos nosotros mismos

viría de

nos oponga una muralla ños

i

i

debemos a toda costa

legisladores de ta) fuente de riqueza

i

ser nosotros los due-

seguridad.


— No hace muchos años

el

261

— De Guberunti,

sabio sociólogo, señor

dio en Valparaíso algunas conferencias sobre Chile,

i

entre otras co-

decía lo siguiente:

sas,

«Este pais de escepcionales condiciones jeográficas esta llama-

do a ser grande

a ocupar puesto preferente en

i

el

consorcio del

do; la diversidad de productos fáciles de desarrollar

climas desde

el tropical al

fríjido, las

mun-

en sus variados

inmensas riquezas que encie-

rran sus montañas, las industrias de fácil esplotacion con sus torren-

impulsado por una raza

tosos rios, todo esto

única, tienen forzosamente

de este bello

pais,

i

a ello

si

fuerte, emprendedora i que aunarse para hacer la prosperidad se agrega el estenso mar que baña sus

costas para constituirse en vehículo de trasportación

i

acarreo, pue-

den fácilmente ser los chilenos, los fenicios del Pacífico, si sus jentes esplotan con tino tal cúmulo de bellas condiciones».

El año 52;

el

Comodoro Perry, de

de una escuadra volante, dio

los

Estados Unidos, a cargo

mundo, escribiendo un

la vuelta al

teresantísimo libro, memorias de ese viaje,

i

en

la

le

in-

parte que corres-

pondía a Chile, todos eran encomios, haciendo hincapié en porvenir que

diri-

el

lisonjero

sonreía, dadas sus condiciones territoriales, jeográfi-

Con una Marina Mercante ya

poderosa, apoyada que de día en dia se iria acrecentando, dado el incremento natural de las famosas minas i espléndida agricultura; su población compacta i varonil, su sociedad culta e ilustrada, todo le hacia presumir que este pais, esencialmente marítimo, sabría sacar cas

i

de

por su

riquezri.

flota

de guerra,

i

provecho de sus condiciones...

Pasando

al

Japón, sus dificultades

i

apreciaciones fueron bien

con que no se los quería dar Japón era para los japoneses i no querían tener relaciones de ninguna especie con las otras naciones. diversas; desde luego, se encontraron

recepción,

el

No agradándole exijió

que

Comodoro tan i,

inhospitalaria contestación,

en caso contrario, se vería obligado a ha-

medio de sus cañones. Los nipones tuvieron que ceder, i después de algunas conferense llegó a combinar un tratado de amistad recíproca, por medio

cerse recibir por

cias,

al

se le recibiese


262

del cual se concedían ciertas franquicias de recepción

hospitalidad

i

para los subditos americanos.

Esa fué

do

esterior,

i

primera comunicación que

la

la enerjía

del

Comodoro,

Japón tuvo con el munllave con que abrió sus

el

la

puertas.

El año 56, cuando Chile contaba sus veleros mercantes por ciencuando constriña sus buques en astilleros propios, cuando la compañía Clippers acarreaba sus trigos a California, fondeó en el tos,

puerto de Valparaíso

do en Inglaterra

el

primer cañonero de guerra japones, construi-

que iba de paso para su pais. Este buque, de comandante a paje, iba marinado por ingleses, llevando a bordo sólo dos japoneses, como representantes del Japón, i estos señores, aun iban de trenza

i

i

con su traje nipón,

dad por nuestros

oficiales,

cias sin estrañeza,

cia

i

unos seres que

cuando

i

l,os

al

ser acariciados con

nuestros se las hacían

los

se les creia

como

curiosi-

visitaban, aceptaban esas cari-

indios

i

como con lástima

ha-

que vahan bien poca

cosa. I ahora, antes de medio siglo, qué dirán aquellos acariciadores mirando a Togo, Oyama, Ito i otros, que por su intelijencia, patriocolocádose tismo i buena concepción, han arrollado al Oso Ruso i

entre las primeras naciones del

mundo?

El Japón, desde que despertó de su asiático letargo

mundo

abrió los

i

comprendió la grande importancia del mar, del poder marítimo la grandeza que acarrea a las naciones; por eso desde un principio se le ve firme i constante en su idea principal, el mar, la marina, su dominio, por todos los medios ojos para observar al

civilizado, i

i

posibles incrementarla tilleros,

escuelas

i

i

fomentarla; repartió jente escojida en los as-

armadas de

las principales

naciones del viejo

a la vuelta de algunos años lo vemos bastarse a

mun-

mismo, hoi dia, no sólo construyen su artillería, sus vapores, dreadnoughts tan poderosos como los ingleses, sino que todas estas construcciones las pueden ejecutar un 8°, mas baratas que cualquiera nación do,

i

i

europea.

Cuando

el

Japón abrió sus puertas, su marina mercante no pa-

saba de ser una simple pió su fomento las

i

flotilla

costanera; pero desde entonces princi-

reglamentación, asignando fuertes subvenciones a

empresas de aliento que significasen desenvolvimiento

dad comercial para su

tierra; gracias a tan sabias

i

prosperi"

medidas, hoi dia

la


263

marina mercante japonesa, representada por grandes compañías de vapores transoceánicas, hace casi todo el acarreo del mercado del Pa cífi2o.

Sus líneas van a Australia,

Europa, California

la India,

ra esta última la estienden hasta la

América

Sur por

del

i

los

aho-

dos

costados.

Sus ajenies comerciales, no descansan, buscando mercados en todos los continentes para surtir sus vapores, que son las arterias principales de la riqueza de su país.

Hace pocos buen número de

un velero japones, conduciendo a bordo un

dias,

pilotines, pasó

por nuestro puerto en viaje de

como para decirnos, esta es la manera de formar mercantes, no como ustedes, que la que tienen quieren trucción,

i

la,

ins-

capitanes suprimir-

para dar cabida a otra escuela. Seguir disertando sobre

en tan poco tiempo, es

mundo

la

inútil,

prosperidad alcanzada por

porque en

la

el

Japón

conciencia de todo

el

enorme sorpresa que de dia en dia nos ha venido dando en todos los ramos de su administración en la primoestá

grabada

la

i

rosa visión de su porvenir. ¿I nosotros

desde

hemos hecho? ¿Dónde se han con

el

mundo

i

titución *

La mirado

i

fecha con que iniciamos esta narración qué

ido los cientos de veleros que nos comunicaban

hacian

¿Dónde están

la

el

cabotaje?

los astilleros

los otros tantos

falta

en que se construyó

la

corbeta

«

Cons-

barcos que corrieron nuestros mares?

de atención, perspicacia

i

la

indiferencia con

pedidos de atención a

que han

Marina Mercante Nacional, los tiene ahora reducidos a unas cuantas docenas de agonizantes buques que bregan sin protección, batallando por su los reiterados

la

existencia.

Aun

mas, hemos llegado a conceder a

ciertos permisos para el cabotaje,

un obstáculo que nos impide

la

bandera estranjera

permiso que ahora es una amarra,

protejer

la

nuestra

como debemos

hacerlo.

La nave

estranjera, en

que su principal negocio

acarreo de mercaderías del viejo

mun

lo,

pronto

i

consistía en el

sin tropiezo algu-

no después de descargar sus mercaderías, para no irse en lastre al norte, arrebataban a huevo el cabotaje a nuestra Marina Mercante, i mas tarde no contentos con esa usurpación, han empezado a hacerlo


264

con enormes rebujas que van directamente a matar del todo nuestra Marina Mercante.

ahora ¿qué se piensa hacer para evitar

I

Algún de

porque

paliativo insignificante,

tal

ir

cuestión es bien delicado, porque ya nos

la

cuello, o Si

mas

mismos nos

bien dicho, nosotros

decimos a

los

al

fondo

han puesto la soga hemos puesto.

al

la

señores Kos.mos,que son los iniciadores de esta

competencia, que no se esa competencia,

catástrofe?

directamente

les

permite o se

no tardaría mucho

el

les

pone trabas para evitar

Kaiser, que protejo a outran-

ee su Marina Mercante, en decirnos: bueno; el

es

si ustedes nos impiden impondré en Alemania derechos a sus salitres, que el pais (pie mas lo consume. ¿I quién no diría que mas tarde viniese también en protección

cabotaje, yo les

alguna

de guerra,

ilota

así

como

se

manda

Señores gobernantes, delicada es ble ponerle

hombro

(irme para

a Venezuela o Nicaragua?

la cuestión,

enmendar

pero es indispensa-

ese entuerto.

No es posible permitir que esa brillante Compañía Sud- Americana de Vapores, que ha sido nuestro orgullo, que ha paseado por largos años nuestra bandera por las costas del Pacífico, para ser respetada es la

saludada con cariño por

i

chileno en tierra estranjera; no

el

posible permitir la liquidación de esa flota que fué

el

soporte de

guerra en toda contienda armada; no es posible permitir que esa

Compañía, dera

a

al tope,

la

cual perteneció

el

«Loa» hundiéndose con su ban-

pase a manos estranjeras.

Señores congresales, señores de Gobierno, pueblo chileno, oigan la

voz de alarma para evitar

el

peligro,

porque ese

es

un verdadero marina uno

peligro para nuestra seguridad nacional, arrebatarle a la

de

los principales soportes I

si

en caso de conflicto.

esta liquidación, por desgracia, llega a tener lugar,

nos garantizará que mañana, cuando plo, se

adueñen de

cuando

¿quién

Kosmos, por ejem-

no nos impongan su voluntad? en que la 'llave de la puerta se la haun estraño a la casa, para que nos la abriese

esta flota,

Ahí habría llegado bíamos entregado a

los señores

a él le agradase.

el caso,


CÍRCULO NAVAL La

nuevo local, refaccionado arrenuevas ideas que predominan en el Directorio, me

traslación del Círculo a su

glado según

las

ha hecho pensar en

la

marcha que

i

esta institución

ha seguido desde

su oríjen, primero editando una revista, impulsada por un grupo

de entusiastas

oficiales que, sin recursos ni

dificultades materiales

i

e impulsar

obstáculos para entonar Círculo Naval,

i

que a

elementos,

afrontando

i

de ideas, tuvieron que vencer toda clase de

la fecha

que

esta institución

se llama

cuenta ya con un cuarto de siglo de

vida.

Cuando mentarse cial

de

las

i

recien

tomaba cohesión

i

principiaba a caminar, regla-

dar frutos, hubo que batallar para evitar

presión

la

autoridades superiores, que pretendían manejar

de una institución que, aunque netamente de marinos

i

el

ofi-

timón

de asuntos

que tuviese autonomía propia, para poder con toda libertad estudiar, discutir asuntos que, aunque del personal de la Armada, sin embargo, podríamos calificar como de carácter íntimo o privado. Felizmente, esa primera campaña fué ganada i conseguimos atinjentes a esta profesión, sin embargo, era necesario

darle personería jurídica

i

responsabilidad propia.

Cuando el Gobierno i la superioridad vieron la seriedad i la marcha próspera que iba tomando el Círculo, no fué cosa difícil


266

hacerse subvencionar, para darle

mas impulso

i

fomentar algunas

ramificaciones a que era menester atender.

La cuestión local también ha tenido sus bemoles; en un principio andábamos como al garete sin rumbo fijo, hasta que por fin, i después de muchos trabajos, conseguimos se nos diese unas cuantas piezas en el edificio que ocupaba la Bolsa Comercial. Con artimaña, constancia empuje, poco a poco fuimos creciendo hastr que a la vuelta de algún tiempo, ya éramos dueños de casi todo el i

i

edificio.

Pero como en

la

confianza está

el

peligro,

samos nos encontramos con una orden de

cuando menos pen-

desocuparlo en gran

hubiese sido si no habríamos tenido que ir a porque nos agarramos a cuatro manos, buscar fondeadero en otra parte. Estos tres elementos: personería, subvención i local, son las principales piedras fundamentales sobre que descansa el edificio de esta institución. Pero estos elementos habrían sido nulos, si no hu-

parte, para entregarlo a otras oficinas fiscales;

biese existido

en

el

un mortero poderoso que

i

los uniera; ese

personal; ese mortero es la cohesión,

el

cariño

i

mortero está

el

entusiasmo

que siempre han manifestado los oficiales de Marina por todo aquello que tiene atinjencia con la Armada. No hai duda que en algunas ocasiones este mortero se ha manifestado un tando incoherente, ha tenido sus flujos i reflujos; pero también han venido algunos elementos de refresco a estimular. darle consistencia para resurjirlo.

El cuarto do siglo que lleva de existencia, das, las pruebas

sometido,

primera tos

las alternativas sufri-

repruebas a que durante este tiempo ha sido

i

manifiestan claramente que su

que hayan influido en su

clase, sin

que ocasionalmente suelen

base fundamental es de solidez algunos elemen-

buen

brotar, para morir al influjo del

compañerismo. Sobre 'estos cimientos se han levantado diversos edificios, obe' deciendo a las ideas predominantes, unas veces en una forma otras en otra, pero siempre impulsadas con el mismo buen espíritu de i

progreso.

mente

el

Los departamentos de esos edificios han sido principaldesarrollo de la intelectualidad, fomentando por certámenes,

bibliotecas,

revistas,

nal de oíieiales

i

i

etc.,

por instalación de tumbas para

el

perso-

narineros, por salones de solaz, recepciones

i

dis-


— por alojamiento

tracciones,

i

20?

pensión, por polígonos de tiro

ramificaciones, tendientes todas días

otras varias

al

i

por

mejoramiento

i

Armada. Los beneficios de todos estos elementos lian sido no sólo para el personal de la Armada, sino también para muchas otras personas e instituciones; el Círculo Naval ha sido el crendez-vous» oblij bienestar del persona) de

la

de toda recepción oficial, ya en honor de nacionales, ya de estranjeros. Así, nos han honrado con bu presencia todos ;los Presidentes, Ministros

altos personajes.

i

no haya hecho de

los

No ba habido

almirante estranjero que

salones del Círculo su punto

espera

di-

i

Hin-

chas veces de recepción.

han retornado las suntuosas manifestaciones ern que nuestros compañeros lian sido agasajados en paises estranjeros. Allí se lian depositado los restos de hombres ilustres o marinos muertos en cumplimiento de su deber, para que recibieran el bomenaje que esas personas merecían. se

Allí

En

fin,

se

allí

lia

hecho todo

posible por atender las múl-

lo

tiples

necesidades de una sociedad que está llamada a servirse no

sólo a

misma, sino también

a ciertas obligaciones respecto

paises con que continuamente está en contacto

En

tiempo que lleva de vida se

el

por su progreso

i

mejoramiento

i

lia

i

trabajado

aun siempre

de los

relaciones. i

hecho mucho con esa mis-

se sigue

ma

idea; pero es menester no desmayar, seguir adelante esplorando nuevos horizontes, que den mas unión i bienestar. La misión del Círculo no es solamente atender lo que ya hemos mencionado: su

mucho mas

vasta mas noble que todo eso. miembros deben esforzarse unirse para que bajo ese techo sé sienta un ambiente de hogar, donde se olviden las asperezas del servicio; allí el jefe que en la mañana amonestó a bordo a un subalterno, debe tenderle la mano, para hacerle comprender que a bordo era su superior, que tenia que velar por la disciplina, ahora, al tenderle la mano, es el amigo con quien quiere compartir un rato de charla i suavizar la dureza del servicio. Asimismo, debe hacerse comprender al subalterno que esa caballerosidad del superior no debe deperdiciarse ni abusarse de ella, que así como él ha sido noble, sepa también pagar con la misma moneda, guardando el respeto i las consideraciones debidas a

verdadera misión es El

Directorio

i

sus

i

i

i

i

la

edad

i

jerarquía.


268

Asimismo debían unirse comprometerse a desterrar esa mala costumbre, que poco a poco ha ido tomando cuerpo creciendo como la bola de nieve: me refiero a la murmuración a la costumbre de hai

i

i

blar del compañero.

A

debíamos adoptar la escuela que con su mandato.

este respecto,

Prat imponía con su ejemplo Prat,. siendo jefe

muró de

de cámara, jamas habló mal de nadie, ni mur-

sus superiores,

como

así

i

las camarillas

i

de sus su-

exijia

él lo hacia., lo

balternos; su lenguaje Fue siempre correcto

Que

capitán

el

i

urbano.

politiquería no llegasen hasta aquel recinto,

i

van siempre aparejadas de rencillas, enemistades mentos que perturban la buena marcha de las sociedades.

pues

ellas

Por

contrario,

el

buyan a la unión que conduzcan a

i

ele-

búsquese todos aquellos factores que contri-

mano de

échese

bienestar;

al

ese

i

todos los resortes

hágase del Círculo una especie de

fin;

mano

protectora, cuya influencia se

no

sólo en

el

ficios

hasta

haya

alejado.

Que ga

de

el

la

hogar de aquellos compañeros a quienes

Directorio, con la prudencia

el

contrariedades

las

oficiales,

cuerpo de

haga sentir con un soplo de bondad, Marina, sino que también lleve sus bene-

i

que puede

entusiasmo de un buen

que

encuentren

se

los

oficial,

aburrirlos, perturbar el criterio

hasta hacerlo salir de las

de desear también que

el

sona adecuada, se acercase hasta

el

Seria

llegar

impon-

tino necesarios, se

en

para que, acercándose a la superioridad, ponga remedio

a esa mala condición

ausentes,

i

dificultades

el servicio

i

escuchando con perspicacia

hasta

él

elementos o

aquellos

i

filas.

Directorio, valiéndose de per-

hogar de aquellos i

oficiales

tino sus necesidades, hiciese

ayuda que pudiesen sumi-

nistrarse sin herir susceptibilidades.

Seria también

loable

que

al fallecer

un

quien se hicese cargo de atender en todo a

oficial,

las

fuese

el

Círculo

necesidades de ese

hogar en duelo; que no se concrete solamente, como

lo

hace ahora,

a correr con

el

enjugue

lágrimas de esa familia, que la atienda en todo

las

entierro

i

diligencias propias de este acto, sino

sea menester, hasta dejarla en

sus hijos vida.

i

lo

que que

posesión de su pensión, coloque a

dé otros pasos hasta que quede normalizada

la

nueva


_

269

En ana palabra, debia el Círculo abarcar todos aquellos medios que contribuyan a unir a los socios de la corporación, que es la Marina,

trabajando con toda decisión, entusiasmo

guir este

Que que

la

i

empeño para

perse-

fin.

esta

unión sea tan

Nación siga teniendo

que trascienda al esterior, para la Marina es i será siempre el honra nacional, como asimismo el

sólida,

fe

en que

principal baluarte defensor de la

mantenedor del orden público. ambiente dominante en ese directorio sea como el suave alisio que, con su constante amoroso soplar, barra todas las nébulas que pretendan entorpecer la buena marcha de tan noble institución, con este empeñoso trabajo lleguemos a hacer predominar un sólo pensamiento, que seria como el lema de la Marina: principal

Que

el

i

i

«Patriotismo, altruismo, deber».



Reliquias históricas

«Víctor}'», Trafalgar, 21 de

A

mediados del año 1805,

Octubre de 1805.

almirante Xelson haciendo uso de

el

licencia, llegaba a Inglaterra gastado, fatigado

luchar

i

batallar con los

minio de

A

los

ese

enemigos de su

patria,

enfermo de tanto

i

para mantener

el

do-

mares.

hombre que,

repentinamente

i

tanto anhelaba

i

necesitaba de un descanso,

cuando principiaba a paladear

el

bienestar del re-

un llamado urjente del Almirantazgo lo hace trasladarse a Londres. Xelson comprendió que no podía ser con otro objeto, que con el de arbolar nuevamente su insignia i asumir el mando de la escuadra. Su perspicacia no lo había engañado. Noticias recien llegadas del continente hacían presumir que luego tendrían que desarrollarse en el mar grandes acontecimientos, en consecuencia, era menester acumular todos los elementos disponibles en previsión de poso,

i

ellos.

La

llegada a Londres de aquel héroe del mar, fué

acontecimiento nacional. Todo

mas que

él

el

mundo quería

bre.

a borbo,

A

por

procuraba evitar toda manifestación.

El día de su partida hizo que cirlo

un verdadero

verlo, vitorearlo,

lo

la

embarcación que debía condu-

esperase en otro lugar que no fuese

pesar de esta precaución,

allí

el

de costum-

había un sinnúmero de jente


que no contenta con

272

vivarlo, se descubría,

se

arrodillaba a su paso

para vesarle

el

uniforme.

Cuando

el

bote desatracaba do la ribera llevándose para siem-

pre su venerado Almirante,

el

pueblo roció con sus lágrimas aquel

último adiós.

El «Victory», mandado por

el

comandante Hardy,'que

lo espe-

raba en franquía, zarpó para las afueras de Cádiz, donde debia reunirse con la escuadra a cargo del almirante Collingwood,

que desde

hacia tiempo vijilaba a las escuadras combinadas de Francia

i

Espa-

ña a cargo de los almirantes Villeneuve Gravina, que dentro del puerto se preparaban para salir i arrebatarle a la británica el tan anhelado dominio del mar, único factor que hacia falta al gran Napoleón 1 para imperar sin contrapesos en los destinos del mundo en i

tero.

El dia 19 de Octubre la monotonía de aquel prolongado bloqueo fué interrumpida por una de sus fragatas vijilantes, que, a

demanda de su almirante, al parecer con notique comunicar. Nelson sube al puente con aquel ojo que en Copenhague no vio las señales que el jefe le hacia, ordenan

todo trapo, venia en cias urjentes

i

que ya lo tenían anonadado, no tardó en ser el primero en dscifrar el significado de las señales que su fragata traía desplegadas: «El enemigo se mueve». Después de tantos dias de vicisitudes meses de correría para do!c retirarse del fuego de los fuertes

esta vez

i

encontrar sólo parciales desenlaces, llegó I

por eso, cuando

nificado

me

señal se corroboró

que envolvía, Nelson

reola patriótica

que

la

i

el

se transfiguró

tan esperado momento.

comprendió

i

i

gran

sig-

rodeándose de unana-

entusiasta esclamó: «Gracias te doi,

dais la ocasión de cumplir con

el

Gran Señor,

mi deber!»

Desde ese momento la agobiada escuadra británica por los bloqueos i vijilancia, inspirándose en el patriótico sentir de su jefe,

cambió

la

monótona rutiua en

actividad para llevara la

frenética

victoria los colores de su patria.

Esta escuadra compuesta de 27 buques, leva sus anclas de combate avanza a cortar

el

paso a

la

navios. Las escuadras no se divisan, la distancia

que

las

marcha

mu

lenta.

de unas 20 millas, Dia 20. ta.

En

la

el

viento flojo hace la

— Se aproximan

tarde-,

las

escuadras,

una claridad permite

a

i

en son

escuadra compuesta de

las

pero

la

i

separa es

calima

fragatas

«le

33

las ocul-

Nelson

di-


u O

p O •H



273

enemigo como a diez millas. Viene la noche, las escuasin verse, marchan paralelas, pero las vijilantes fragata;- no

visar al dras,

pierden

el

contacto del enemigo, comunicando a su Almirante su

posición.

Dia 21.

— Clarea

mañana. Nelson, de gran parada, con su

la

cho cubierto de medallas, desde visa en el

horizonte,

dra aliada que, en tórico

mas grande

sobre

el

puente de

su« Victory»

un fondo ceniciento,

la

gran

pedi-

escua-

momentos mas, iba a ser la base del cuadro hismundo, en el que Nelson iba a ser su } rimer

del

término.

Las escuadras se aproximan i preparan sus mejores armas para arrebatarse el dominio del mar, que es el mundo. Son las 11 de la mañana. Las escuadras están a 4 millas de distancia. A Nelson se le ve alegre hasta jovial. Tal es su entusiasmo, que i

al

ver que a proa se hace mal una maniobra de

ala?, él,

en persona, va

a apurar su ejecución.

Ya

sólo faltan dos millas. Nelson, lleno de entusiasmo, dice a su

la Escuadra una última entretención». Hizo desplegar aquella famosa señal, que desde entonces todos los que mandan en jefe, han pretendido parodiar: «England spects that

ayudante: «Ahora voi a dar a

every

man

will

do bis duty».

Momentos después de medio

dia, las

«mellée» se hace jeneíal. El cañoneo,

el

escuadras se cruzaron.

humo,

el

La

crujir de los másti-

que caen, el rechinar de los navios al chocar unos contra otros, hacen de aquella escena una lucha jigantesca, en que miles de hombres se disputan la vida cuerpo a cuerpo.

les

Desde que la lucha se inició, ya la misión de Nelson era sólo de Cada capitán sabia de antemano cuál era su deber: pegarse al lado de un enemigo i no separarse de él hasta rendirlo o hundirse. Nelson veia caer on« a uno a los que lo rodeaban, hasta que a él también le Llegó su turno; una bala dirijida desde cofa eneespectador.

miga, penetráudole por

el

hombro

ciéndole una herida que. desde fatal,

i

él,

comprendiéndolo

así,

el

se

alojó en la espina dorsal, ha-

primer momento, fué declarada

decía al cirujano:

«No pierda su

tiempo en mí, ya no tengo remedio; atienda a otros que tienen vación».

C.

DKl.AM.Ch.

18

sal-


~- 274

Trasladarlo a lugar

día su carácter

mar

mas seguro rodeado i

A

fuerza de voluntad.

i

del estado del

del

mas

cariñoso

aten-

i

abandonaba rápidamente, poro no por eso

to cuidado, la vida lo

combate

duba órdenes para

i

per-

cada momento se bacia inforser

cumplidas una

vez concluido,

Harly, para aliviar a su querido Almirante i amigo, le propone advertir al Almirante Collingwood para que asuma el mando de la Escuadra, viva,

i Nelson, con toda enerjía, le contesta: «Nó, mientras yo yo mando», Poco mas tar.ló en este estado, La agonía principiaba i la respi-

ración se dificultaba.

Repentinamente, se sienten repetidos ¡burras! Nelson, haciendo esfuerzo para incorporarse, pregunta su significado; se

un enemigo.

es la rendición de

Un

le

contesta que

tanto tranquilo, apretando

la

ma<

no de Hardy, pregunta: — «¿lia arriado bandera alguno de los mios?»

— Nó, contesta Hardy. —

«I enemigos, ¿cuántos han cai lo? 18, entomados hundidos Un brillo de satisfacción corre por sus ojos, haciendo un gran esfuerzo, dice a media voz: «¡Gracias a Dios, he cumplido con mi deber!» Trascurre un último instante, haciendo tre

i

i

i

esfuerzos para incorporarse, sin conseguirlo,

mano

de Hardy,

i

siempre asido de

que han quedarlo grabadas para siempre en aquel que repercutieron en el mundo entero: «Muero por Dios

sas palabras to,

mi

i

recini

por

Patria».

Todos

que

los

rojeaban

lo

dose sobre aquel ilustre muerto,

en

la

con un último suspiro, pronunció aquellas famo-

i

la frente, selló

para siempre

la

se le

postraron

i

Hardy, inclinán-

cierra los ojos,

vida victoriosa

i

i

con un beso

brillante

de aquel

marino.

Hace mas de un

siglo, el

llevaba la insignia de Nelson, militar de Portsmouth,

i

mismo «Yictory», que en Trafalgar aun permanece fon leído en el puerto

en lugar de preferencia.

Quien quiera que allí llega, tendrá que llamarle la atención un enorme navio de tres puentes, con la insignia de Vicealmirante al tope mayor: ese es el «Victory», la insignia del jefe del puerto, que i

siempre tremola

a

su

tope

como guardián de

donde sucumbió el gran Nelson. El respeto que se guarda por aquel lugar,

esa reliquia

i

del

recinto

tiene por el de

un templo;

allí

e? el

mismo que

se

llegan los Soberanos a honrar con su


— presencia cerca

i

ver

i

lii memoria de aquel héroe. Al palpar de donde Xelson dio su último aliento, parece oirse ambiente las heroicas patrióticas palabras con que

recojimiento el sitio

repercutir en ese

i

ese bravo selló sus labios: «Dios

La delicadeza var te

275

i

i

Patria

.

respeto con que la nación

bautismal, donde ?e bautizan

su noble carrera,

i

donde

los

bebe

se

el

sabido conser-

lia

una verdadera fuengalones del malino al iniciar ejemplo que aquel Xelson les

guardar esa reliquia, han hecho de

i

ella

dejó grabado,

Mayo de

«Huáscar», Iquique, 21 de

nosotros, ¿qué

I

hemos hecho con nuestra

1870.

principal reliquia his-

tórica?

¿Qué hemos hecho con aquel «Huáscar», de fama mundial, que eu Pacocha se batió contra

el

«Sha>

i

el

*Amathista», que

Octubre, en Aligamos, vio desaparecer a Gran

sucedieion en

el

mando defendiendo

i

a todos los

el

8 de

que

le

su bandera?

¿Qué hemos hecho con aquel «Huáscar» que, bajo los fuegos a su Comandante Thompson en el puente del mando, con Condell que, frente a los fuertes del Callao, el 10 de Mayo, conquistó una barra mas para sus gloriosas -'el

Morro.de Arica vio pulverizado i

medallas? I

principalmente, ¿qué

hemos hecho nosotros para conservar

aquel buque, que en Iquique ovo cubierta

la

sangre

i

el

arenga de Prat

la

i

recibió en su

último suspiro de nuestro gran Capitán, mar-

cando con su ejemplo el rumbo que dehian seguir los soldados de Chile para no arriar su bandera? Era de suponer que la nación el pueblo hubiesen sido bastani

te Jojicos

histórica

que

en conservar aquella prenda, no sólo como una reliquia i

de curiosidad, sino que era justo

sirviese de

respeto

i

ejemplo

i

para que

i

patriótico cuidarla, para

al llegar a

su bordo, se sintiese

recojimiento ante aquel lugar que fué testigo de

mas sublime que

rejistra la Historia.

la

escena


— Habria sido

lójico

276

suponer que hubiésemos sabido mantener con

decencia aquel escenario donde se han desarrollado tantos actos heroicos.

Pena da tener que decido; rrer el velo

i

hacer ver claro

se resiste la

mano

negra indiferencia

la

tener que descoabandono en que

al i

se tiene nuestra delicada reliquia.

¿Sabéis dónde se encuentra ahora aquel «Huáscar», que en otra

época tenia conmovido a todo tero? Allí, en Talcahuauo,

pais

el

i

en espectacion

mundo

al

arrumbado en un rincón donde

mismo

sitan los escluidos;

que equivale

donde en una casa

se botan los trastos rotos e inútiles, en

a decir,

botado en

el

en-

se depositio

un rincón

del último patio.

No hai para él una brochada de pintura que lo conserve, no hai un guarda que lo cuide. La plancha conmemorativa donde cayó Prat se confunde con la mugre de la cubierta; la espada de Thompson, que en otra época se conservaba bajo un fanal, ahora no es mas que un oxidado acero, i el buque todo marcha a su completa ruina. ¿Por qué no seguimos conservándolo como se hacia antes, fondeado en medio del puerto, con la insignia del Almirante al tope, para que al amor de aquel ambiente se preparasen los elementos de defensa nacional, pava que su personal se inspirase en ese santuario d heroísmo? ¿Por qué no se aprovechan en él las calderas nuevas que se le hicieron, para tenerlo en condiciones de movilidad en caso ne i

i

cesario?

¿Qué habrían dicho cuadra,

si

al

Almirante Evans

el

pasar frente a nuestro

do a su encuentro, para saludarlo,

el

su

brillante

Es-

puerto militar,

hubiese

sali-

i

«Huáscar», escoltado por los

nuestros?

A

buen seguro, que todos nuestros buques habrían sido mi

rados con indiferencia por aquellos miles de tripulantes; pero, en

cambio, todos los anteojos se habrían concentradlo sobre lado veterano; las insignias

tremolada por briars

el

i

«Huáscar»,

pendones i

los

se habrían

el

mati

arriado ante

la

guardias, con todo respeto, ha

presentado armas en honor del heroísmo simbolizado en aque

Ha reliquia,


211

¿Por qué somos tan indiferentes? ¿Por qué no sabemos conservar los elementos que tenemos para mantener latente

que

es el

alma

i

la

vida de las naciones'-

¿Por qué somos tan pequeños es debido la

memoria de

los

que

se

e injustos

han

el

patriotismo,

1

en no conservar como

sacrificado

i

sucumbido por

la Patria?

No

nos

durmamos

sobre los laureles, no desperdiciemos con

indiferencia la savia de patriotismo que los antepasados nos

la

han

legado.

Volvamos sobre nuestros pasos, no sigamos profanando la tumba de tanto héroe, saquémosla de donde está hagamos con ella lo que Francia ha hecho en la Isla de Santa Elena con el i

donde Napoleón I murió i permaneció sus últimos días, designando una guardia encargada de velar por su cuidado conrecinto

i

servación.



EJEMPLOS Hojeando el libro de memorias del teniente retirado de la Armada, don Samuel Yávar,en una de sus pajinas encontramos la descripción torv

que hace

del puerto de Portsoaouth

en que murió

La que en

sencilla

i

espontánea relación demuestra, por

joven marino

el

la visita al

i

navio «Yic-

\r¡ce-alrairante Nelson.

el

cuánta razón ha tenido

la

impresión

causó ese sagrado templo del heroísmo,

el

pueblo ingles en conservar aquella reliquia

para ejemplo de sus ciudadanos

i

de

los

que

allí

lleguen a honrar su

memoria. «El año de 1899, dice

diamarinas de

la

el

teniente

trarnos presente en Portsmouth batalla de

Tra taiga r

conservado

i

i

el "2\

poder pisar

la

solitarias cubiertas

almirante concluyó su brillante

cuerdo

En e

i

de octubre, aniversario de

cubierta del famoso

descubriéndonos respetuosamente, en

tre

i

la

«Yictory»,

cuidado como preciosa reliquia nacional.

Recorriendo sus hoi i

Yávar a los oficiales guarcupo en suerte ^encon-

corbeta «Baquedano», nos

i

nos encontramos luego,

el sitio'

mismo donde tan

gloriosa carrera

para ser

el

ilusre-

motivo de veneración de todo un pueblo. tales

conmovido

momentos, i

mas aún

el

corazón del hombre se siente sinceramen-

el del

marino chileno

al

recordar que noso-


280

r

tros

en nuestra historia marítima tenemos también héroes a quienes de ellos nobles ejemplos de abnegación sacrificios que sir-

venerar

i

i

van de guia en

el

futuro n todos los buenos ciudadanos.

Recorriendo las diversas cubiertas, vimos en la primera una pequeña plancha de bronce con la inscripción «Here Nelson foll», que está atornillado a un pedazo de tablón de la cubierta que tenia el buque en aquel tiempo, pues todas las cubiertas lian sido cambiadas excepto

la cuarta,

Debajo de restos de

la toldilla está la falúa

donde fueron conducidos

Nelson hasta Whitehell, para ser enterrados en

de Westminster donde se colocan

de

los restos

los

la

hombres

los

abadía ilustres.

Esta falúa fué obsequiada por la reina Victoria.

En

la segunda cubierta está aun la bomba u^ada en aquella époque todavía presta servicios. En la tercera vimos la vela velacho usada el dia del combatí también habia un tambor, porta cartuchos varios artículos usadi s

ca

i

i

en ese combate.

En

cámara de oficiales hai varios cuadros representando las diversas fases del combate i en otro la muerte del almirante. En la cuarta cubierta, que es la única existente de aquella época, se ven a la simple vista los estragos de los cascos que incendiaron la

pues está agujereada en varias partes.

En

la

mitad de esta cubierta

al

lado de babor, está

el

recinto

donde murió Nelson, es decir, el sitio donde fué trasladado después de herido. Hai aquí una plancha que dice: «Here Nelson died.»

La combate

célebre señal izada por el almirante está pintada en la rueda de gobierno

porque

ta del orijinal, la

la

momentos antes del es una copia exac-

que

otra voló junto con los cuatro

hombres que

gobernaban.

La

señal

es:

«England espeets thatevervman

Para dar por conchuda

la visita,

will

do hisduty.»

todos los guardiamarinas se

proveyeron de fotografías.

Luego que hubo terminado la guerra entre la Rusia el Japón, que como se sabe fué desastrosa para la primera de estas naciones, el Mikado ordenó se trajesen al Japón todos los trofeos tomados al enemigo, sin esceptuar uno sólo; así pues se trasportaron los cañoi


— ametralladoras,

lies,

rifles,

281

carabinas, sables, lanzas quitados

rusos para acarrear

Todos en

el

calibres, lo

400, 1)00

e*tos trofeos se limpiaron

i

los

el

pintaron para ser exhibidos

i

Palacio Imperial.

cañonea en número de 1,100, clasificados por

los

mismo que

rifles

ven-

agua.

el

gran parque que rodea

Ahí estaban,

al

que usaban

cido, sin olvidar los barriles colocados sobre ruedas,

ametralladoras; luego so veían después

las

armados en pabellones, junto con

las

carabinas, sables

lanza?, todos ellos arreglados artísticamente, en cuarteles cerrados

por alambres.

En

Mikado invitó a todas las autoridades civiles para vi.- itar en una fecha dada los trofeos aludidos, Des

seguida

militares,

el

pues fué invitado

el

pueblo japones, también por

cual se hicieron grandes rebajas en los vapores

Terminada

i

el

Mikado, para

musco de

el

guerra, procediendo luego después a repartir los cañones lladoras en todos los pueblos, ciudades

i

lo

ferrocarriles.

separaron ciertas armas para

la fiesta

i

aldeas del

ametra-

i

para

pais,

«pie

fuesen colocadas al frente de los edificios públicos, intendencias, gobernaturas,

etc., etc.,

que recuerde a

i

los

ahora puede verse en cualquier pueblo un trofeo

ciudadanos aquella tremenda guerra,

trofeos las jeneraciones venideras retemplarán el

defender

i

morir por

la patria

i

ante cuyos

patriotismo para

en cualquier circunstancia.

*

*

A

de Portsmouth, que puso término a

raiz del tratado

ruso japonesa,

el

jeneralísimo Kuropatkine, que

citos moscovitas, publicó

zas

i

*

la

comandaba

un concienzudo informe sobre

las

guerra

los ejér-

enseñan-

conclusiones que les diera aquel sin igual desastre, en este in-

forme que fué

la

resonancia universal, hai párrafos que también son

de enseñanza para todo

En uno

el

mundo.

de la manera siguiente: «Los defectos de nuestras tropas de línea como también de nuesde

ellos se espresa

tras reservas, son los defectos

En

el

Japón, Alemania

inculcar al pueblo

amor a su patria

un

i se

i

de todo otros

el

pueblo ruso.

países, se

hacen esfuerzos para

espíritu patriótico. Se despierta en los niños el

estimula su orgullo.


— En

estos paises se

patrióticas.

ayuda a

Se protejen todos

28<2

— a fundar asociaciones

los habitantes

los

ramos de deporte

físico; el

Gobier-

no no teme entregar en manos délos pobladores cientos de miles de Nosotros no hacemos nada de eso, i

fusiles para la práctica del tiro.

tenemos miedo de hacerlo porque por todas partes vemos visiones de los fines que persiguen las sociedades políticas i separatistas que existen entre nosotros,

* *

Con lo

estos ejemplos,

que hacemos

por

*

veamos ahora, qué

los chilenos

es lo

que hemos hecho

por conservar esas reliquias

i

i

trofeos,

i

estimular el espíritu patrio.

campaña

que fué para Chile empresa que se arrojó por la ventana el máximum del vigor nacional, en la que el espíritu patrio brotaba al encuentro de cada obstáculo, en la que el lejendario jeneral Pililo, por su valentía e iniciativa propia dio señaladas pruebas de que en la sangre de todo chileno hierve el amor por esa tierra que llamamos nía dre, ¿qué es lo que han hecho los gobernantes que durante mas de treinta años se han ido sucediendo en la dirección de los destinos Concluida

de gran aliento

la

i

del Pacífico,

esfuerzo, en la

del pais? ejército dominó por completo el territorio eneno se movia un sólo hombre sin la voluntad de nuestro jeneral, cuando teníamos en nuestras manos el numerosísi-

Cuando nuestro

migo, cuando

mo

i

allí

valioso botín de guerra, debió haberse recojido

i

seleccionado

para formar un museo conmemorativo de la gran hazaña- llevada a

cabo por nuestros ciudadanos; debieron haberse confeccionado gran des cuadros históricos de las principales acciones de guerra,

que

el artista

Crosso

lia

hecho para

el

Japón,

i

como

los

esos cuadros haberlos

multiplicado en miles do copias para difundirlos en toda

la

Repúbli-

sinnúmero de cañones haber formado una gran columna con las inscripciones de los cientos de hechos de armas que rejistra nuestra historia; muchas, muchas cosas debieron haberse hecho; pero desgraciadamente todo aquello se miró con indiferencia, i como cosa inútil, en tal concepto la subasta pública hizo pasar a manos estraca; del

i

das

la

mayor parte de

ese material pesado de guerra,

i

como

fierro


¿«a

viejo on cargamentos fué trasladado

como materia ]>rima en sus mucho que se trajo al país, una que oirá cosa se llaman Museo Militar.

Aun

mas,

que no

esa la echarnos a

En un

difícil seria

joya de nuestras

la

hai en

un

el

Jupón para

allí

hacerlo servir

i

ese lejendario «Huás-

reliquias,

mundo quien no conozca

su nombre, hasta

ese buquecito restaurado

principio,

espada de

la

hendiduras

cristal; las

torre,

lo

lado.

de Prat rindió su vida; en su

de

decir

i

refaccionado era

nuestro orgullo nacional; se colocó una plancha de oro en

urna de

i

dónde se encuentra, podrá ver aglomerada en ese cuarto que

sólo

car»,

r1

nacientes construcciones navales;

eran miradas

aquello era historia viva

i

(pie el

Thompson «Shah>

i

la

el sitio

«Araathista>, hicieron

observadas con curiosidad; en

i

don-

cobijaba delicada

todo

fin,

catecismo de enseñanza.

Pasando el tiempo, la plancha de oro se reemplazó por una de cuando el buque salió del servicio activo, fué a parar al Apostadero de Talcahuano, para allí arbolar la insignia del jefe de bronce,

i

ese puerto militar.

Pero dado nuestro carácter de desidia, poco duró en ese recinto, resolviendo sacarlo de

allí

i

arrumbarlo

a

un rincón como

costilla

inútil.

La espada de Thompson dicen que está guardada, la plancha conmemorando señalando un i

de oro que se colocó en su cubierta sagrado lugar, bajo llave está en la

de bronce, que

la

i

la caja

reemplazó como

partida que se llevó a Caleta

Coloso,

de

fierro del

Apostadero,

para emplearla

como

allí

i

en una

fierro viejo, apareció

ele-

mento de fundición. Los estranjeros que van a conocer nuestro puerto pre manifiestan deseos de ver

bordo es bastante jeneral tienen

que

difícil,

desistir;

el

porque

militar, siem-

«Huáscar»; pero como llegar a su ni escalas tiene para subir,

llegan a su cubierta, es para sufrir tremenda descepcion,

de encontrar

que

les

las

allí

llamen a

la

rrollados, se siente

Cuando

los

por lo

pero cuando a pesar de esas dificultades,

reliquias,

un

i

recinto de veneración

meditación por los actos de heroísmo

vergüenza de ver tanta desidia

boy-scouts

dos hicieron a Talcahuano,

e

en lugar i

objetos

allí

desa-

inmundicia.

regresaron de su jira que en dias pasa-

me

apersoné

al

preguntarle por la visita hecha al «Huáscar»,

doctor Vicencio para i

por contestación

me


— dijo:

— No

me

284

pregunte, Almirante, por que se

me

cae la cara de

vergüenza, fui a bordo con mis scouts para hacerles una conferencia sobre aquella epopeya, pero ;:1 pisar la cubierta, creyendo llegar a

un buque de guerra, me encontré con una verdadera letrina. ¿Será posible, señores gobernantes, que no se haga caso a las pedidos patrióticos del pueblo, en que pide la restauindicaciones i

ración de esa reliquia?

¿Será posible que ese sinnúmero de trofeos anden aun disemi-

nados

que estudie, venere i manera cómo debe servir a su Pa-

fuera del alear. ce del pueblo, para

i

aprenda en su contemplación,

la

tria?

Si el

Congreso votó un puñado de pesos para formar un Museo qué no se activa i emplea de una vez ese dinero?

Militar, ¿por

No

será

nada

dos pasen a arcas I

así

como

estrafio

que concluya

el

año,

i

entonces esos fon-

fiscales.

se votó dinero

para Museo, por qué no se hace otro

tanto para restaurar el «Huáscar»

i

dejarlo accesible

nes fáciles para que en los aniversarios del 21

de

i

en condicio-

Mayo

se

hagan

romerías populares a ese templo?

No seamos

descuidados con

la

enseñanza

patriótica, factor tan

indispensable para la grandeza de los pueblos.

Oigamos no

i

lo

que

el

«Pongamos desde cartillas

en

jeneralísimo Kuropatkine dice a su Gobier-

a su pueblo:

Italia

las

que desde jóvenes los

primeras letras en manos de los niños los

eduquen enese sentimiento, así como forman el

cuentos patrióticos de Amicis robustecen

alma del ciudadano

italiano.»

i,-


9w©^- "

mmmmm

"

MUSEO MILITAR Hace

dias, «El

dimos tregua». Ese

Mercurio» publicó un editorial bajo

ha sido

editorial

escrito

el título

«Pe-

con pluma delicada e

inspirado en sentimientos patrios, 'que revelan ser arrancados del

mas oculto donde se guardan las lágrimas que al rodar no caen como perlas en las rosadas mejillas de joven hermosa, sino que queman candentes en la desesperación de uo divisarse la manera cómo secarlas o enjugarlas, i divisar un horizonte limpio con esperanzas de alcanzar a ver un porvenir tranquilo feliz para esta que rincón

i

i

rida patria.

Cada

frase,

cada 'sentencia, todo

nua por

las desgracias e infortunios

destino.

Busca responsables

i

que

se

él

es

una lágrima

conti-

han cebado en nuestro

culpables para descargar sobre ellos

duros anatemas como castigo; pero esos culpables son tantos que ria

menester fundirlos a todos en

dríamos sanción

mismo

el

tiesto

i

aun

así

se-

no ten-

suficiente.

Los médicos i'remedios aplicados durante tanto tiempo a este desgraciado Chile, son tan variados numerosos, que ya nohai cueni

memoria para indicarlos. que dejemos Con razón «El Mercurio» pide paz, pide tregua, esperemos que la naturaleza obre con seguridad, sólo al enfermo que ella será mas sabia que todos esos médicos aficionados que no han hecho sino enturbiar aguas, que si se las hubiese dejado correr

ta ni

i

i

naturalmente, ya estaríamos gozando de

la

pureza de ese manantial

de riquezas especiales con que Dios dotó a este sin igual Chile. Ese llanto de «El Mercurio» contajia i hace pensar en el sinnú-

mero de

errores

i

equivocaciones cometidos,

i

en que muchos de no-


286

no alcanzaremos a divisar

sotros

solución de tanto problema dé

la

importancia pura hacer marchar en prosperidad continua a

vital

pais de condiciones tan especiales

Esas quejas sin esperanzas de

un

ricas para hacerlo feliz.

i

alivio,

desvelarse alrededor de tanto tropiezo

i

enterman,

hacen sufrir

i

cataclismo.

Se da vuelta hacia los cuatro cardinales, buscando, pidiendo un

calmante para esta enfermedad;

los cuatro

rumbos están

mu-

sordos,

no son médicos que pueden decir a Ud. vayase a tales baños, le hagan olvidar tanta pena. Nó, no hai pronto remedio; pero buscando un alivio, se me vino a la monte un calmante que nos indicó el jeneral ingles Badén

dos;

refresque su espíritu en distracciones que

Powell, en i]

la

rápida visita con que nos

muchos

honró, no hace

>eses.

Cuando

ose soldado de

fama mundial

visitaba nuestros estable-

cimientos militares, pidió con insistencia que

le

mostráramos

Mu-

el

seo Militar.

Allá se

le llevó.

Desde que trasmontó sus umbrales se vio, se notó en él que su jovialidad acostumbrada se había cambiado en respefisonomía tuosa se"iedad, como cuando se entra a un templo o recinto sai

grado.

Comprendí

que ese cúmulo de objetos históricos debían de

ser

mirarlos con respeto, puesto que ellos simbolizaban la historia de

un

pais,

i

i

eran a la vez

la

representación viva de mil proezas

hazañas

i

de heroisidad. ral

Cada bandera, cada objeto, era mirado la mayor escrupulosidad.

i

examinado por

el

jene-

con

I este

uniforme ¿de quién es? preguntó al uniforme

de O'Higgins, haciéndole trente

respetuosamente su cabeza, saludando a

la

el jeneral. I

se descubre

con decirle inclina

e

memoria de nuestro gran

capitán jeneral.

Mas da: es

allá, este

del

2."

cañón, esta otra cosa,

nuevamente vemos

al

esta,

bandera

tai

'güjerea-

cuales eripecias: ha pasado por tnles estandarte mijeneral cuadrado frente a ese

oe línea

i

i

i

litarmente lo saluda.

Raro fué

el

objeto que no vio

i

preguntó por

cepto del director del Museo, nadie habla mirado

él, i

con tanta minuciosidad como ése jeneral estranjero.

según

el

con-

observado todo


— Concluida la

¿87

no se cansaba de manifestar con admiración

la visita,

fuente de riqueza patria tan grande que

Todo

de

toria viva

padres de

los

Aquí debe venir aquí debe venir

que

el

resistencia

i

se tenia reunida. la his-

la patria.

niño a aprender

la historia,

i

a ser patriota;

memoria de

los

aquf deben venir a fortalecerse, imitando

la

joven

el

le dieron libertad;

allí

un catecismo donde puede enseñarse

esto, decia, es

el

i

viejo a reverenciar la

de sus capitanes; aquí encontrareis retem-

sacrificios

pianza en los sufrimientos que os aquejen

Todas estas divagaciones del distinguido jeneral, me hicieron encaminarme hacia el museo a retemr.lar mi contristado espíritu. Al tor,

puerta fui recibido

Ilegal' a la

quien con

el

i

conocimiento de todo

•?

guiado por su atento direclos objetos

nes dadas con oportunidad reemplazaban

la falta del

en todo museo es lo primero que se pone en

C'uamlo

me

como qne una

vi

i

manos

las

espiracio-

catálogo

que

i

del visitante.

dentro de esa pieza que llaman museo, sentí frió

corriente surcase por mis venas; aquella sensación

no era producida noria baja temperatura, sino por lo mismo que al jeneral lo hizo revestirse del respeto que todos aquellos objetos imponen al que verdaderamente comprende lo que ellos significan. Verse cobijado por un sinnúmero de banderas que han visto correr a torrentes la sangre de otros tantos valientes sucumbiendo en su defensa; ver

i

reconocer cañones conquistados con las bayonetas

de nuestros soldados; ver sables que parecen aun estar húmedos des.pues de haberse abierto camino a través de compactas gas; ver

i

reconocer

colgada

llevó

la

mismo

el

tilas

enemi-

pico de mesana, que en su estremo

bandera con que se hundió

la

«Esmeralda»

en

Iquique.

Quien tiene a su alcance para palpar tanta preciosa reliquia, no puede mirarlas con indiferencia, forzosamente al recordar su orijen, siente algo que lo sujestiona i le haca palpitar con fuerza el órgano del sentimiento, admirando a los héroes que nos han regalado esos i

:

r

troteo

i'-

.

.

símbolos del valor

i

.

del patriotismo.

¿üfónde podrá encontrarse una cartilla mas sencilla, clara jetiva

para enseñar

el

i

ob-

patriotismo?

¿Dónde podrá encontrarse un templo de doctrina mas pura verdadera para dirijir encarrilar a los perturbadores de la marcha

i

i

próspera de

la

1

nación'.-


288

Estos elementos en todas partes del

que

cipal de to

se

mano

echa

para inculcar

mundo al

son

la

palanca prin-

niño como primer alimen-

que lo hicieron los que cargaarmas o llevaron esos uniformes. así como al niño le sirve de enseñanza, también lo sirve al

servir a su patria con la decisión

i

ron osas I

hombre para ir allí a retemplarse i a reverenciar la memoria de osos servidores como a santos de ese templo de la patria. Concluida la visita, me retiró un tanto tranquilo; pero a la vez con pena de ver la indiferencia con que hasta hoi se ha mirado que llaman Museo Militar; por mas voluntad i empeño que pon-

salí

lo

ga u las pocas personas encargadas del cuidado de tanta reliquia, es imposible que puedan conservarlas con seguridad i en forma conveniente para que

público pueda verlas sin destrozarlas o es-

el

traviarlas.

Lo que ahora llaman Museo, no donde

pieza

de

se

es museo ni es nada; es una han acumulado o hacinado muchos objetos para que

dé cuenta

ellos

Allí

la

humedad

no hai vitrinas para

o la polilla.

la

.

conservación de las banderas

formes; no hai barandas para impedir que

i

uni

público toque los obje

el

tos o se los eche al bolsillo.'

¿Por qué

los

hombres

dirijentes, así

como han votado

cientos

de miles de pesos en construir un Museo de Bellas Artes, en

no

el

que

hará sino una reducida enseñanza, no han votado también

se

cantidad

igual

Museo que

para un

es

enseñanza para

todo

el

mundo? ¿Por qué no hacemos un gran

mero de los

que ahora

mos Museo Si

¡

'*

existiese,

podríamos decir que en

*

i

i

como a

así

en esa otra catedral se

mos

el

sinnú-

juntándolos con

iria

iria

tendríamos

él

la iglesia se

en romería los dias de

otros lugares

que no son de enseñanza

pié de la bandera, óríjen de

la*

lu

la Patria,

las

Patria

i

calles,

las

han

esa

hipódi

patria, se reunirían al

Patria, para entonar el

f ir*

Cate-

la

va a orar por Dio?,

a orar por- los que por

niños, en lugar de andar revoloteando por i

i

formásemos un gran conjunto que llamaría-

existen,

'.'*.sucumbido. A ese templo se

las

donde recojer

Histórico?

dral del patriotismo, allí

edificio

objetos esparcidos en toda la República

Himno

Nació-


y多M

%L

#


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