El cielo sobre Berlín

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Sebastiano Toma (1955) ha desarrollado su labor dramatúrgica tanto en Italia como en Alemania. Ha sido autor, actor, escenógrafo, productor, director de escena y fundador del grupo Fliegende Bauten (Edificios volantes), en el que explora un nuevo concepto de circo, aún más cercano al teatro. Ha dirigido, entre otras, las obras Tiger Lillies Freakshow y Little Big World, que también se han estrenado en otros países europeos. Su hijo Lorenzo (1994) ha realizado prácticas de dirección artística en cine y teatro, y en la actualidad estudia diseño en la Universidad de Ciencias Aplicadas de Hamburgo, ciudad en la que ambos viven y trabajan. En esta obra, padre e hijo homenajean a Wim Wenders al actualizar la vigencia de este clásico del cine de autor, reescenificado en el Berlín del presente. Desde la puesta en escena, su proceso creativo ha seguido las líneas artísticas de la película: acróbatas y actores —algunos participantes del film original— representaron las acciones que, a través de fotografías, sirvieron como modelo para el trabajo de ilustración. Este, además, reproduce en blanco y negro el lenguaje fílmico del cineasta alemán. Con ellos se entrelaza el ocre, moderado, como elemento novedoso de un Berlín ya sin muro (aunque la cicatriz, indeleble, perviva): el otoño como parte del renacer, como primavera invertida.

«Decídete. Nosotros somos ahora el tiempo.» El cielo sobre Berlín es la obra maestra de Wim Wenders y uno de los éxitos internacionales más importantes del cine alemán. En sus imágenes inolvidables y el lirismo de sus monólogos se profundizan dilemas humanos imperecederos. Un ángel, conmovido por los efectos del amor hacia una trapecista de circo, trocará el vuelo perpetuo y en solitario por otro bien diferente: finito y de a dos. La experiencia humana atravesará a quien renuncie a ser un eterno testigo de vivencias ajenas —«Mirar no es contemplar desde lo alto, es mirar a la cara, de igual a igual»—, para sentir en la carne el dolor y el júbilo, el frío de la pérdida o el calor de una caricia correspondida en el laberinto de la felicidad compartida.

© 1 9 8 7, W i m We n d e r s S t i f t u n g / A r g o s F i l m s

EL CIELO SOBRE BERLÍN......

SEBASTIANO Y LORENZO TOMA

SEBASTIANO Y LORENZO TOMA

© ARRY

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EL CIELO SOBRE BERLÍN (1987)

SE BA ST IA NO y LO RE NZO TO M A

EL CIELO SOBRE BERL Í N BASADA EN L A PELÍCUL A DE

WIM WENDERS

La mirada poética y la reflexión filosófica se engarzan como piedras preciosas complementarias en esta joya del cine europeo. Los monólogos interiores de los protagonistas dan cuenta de conflictos universales y sempiternos, que se desarrollan en el Berlín de los últimos años del muro, y cuyo correlato pictórico se da a través del uso del blanco y negro, cuando la mirada es fría, o del color, cuando el que mira lo hace desde la pasión que lo involucra. Estampas en las que Wim Wenders rinde tributo a la fotografía, el otro arte que siempre ha sabido cultivar. En este sentido, el dilema —de Berlín, de la existencia del ser humano— cobra un valor que excede el tiempo de la obra. La ciudad se insinúa como «un concierto de penas de amor» en donde la aventura de la vida supone riesgos, sin más garantías que las alas del deseo como elemento irrenunciable y la experiencia del amor como marca sin retorno. La apuesta de los personajes es vivir cada instante, conscientes de la finitud propia y del azar como factor irreductible: «Entrar al río es entrar al vacío, sin la otra orilla como horizonte palpable. El río del tiempo, el río de la vida». Berlín es la colmena humana —disgregada, inarmónica, por un lado; con territorios propicios para la libertad y las decisiones, por otro—; el organismo que reproduce en su seno el devenir no escrito de los derroteros humanos: —Quiero saberlo todo. —Eso debes descubrirlo por ti mismo. Berlín también.





EL CIELO SOBRE BERLÍN LAS ALAS DEL DESEO


«Porque el amor, amigos míos, no nos ciega, como dice el absurdo refrán, sino que, al contrario, nos abre los ojos.»


S EB ASTI A N O Y L O R E N ZO TO M A

EL CIELO SOBRE BERLÍN LAS ALAS DEL DESEO B ASADA EN L A P EL ÍC UL A DE W IM W EN DER S Y EL GUIÓN DE W IM W EN DER S, P ETER H AN DK E Y RICH AR D R EITIN G ER

TR ADUCC I Ó N D E C A R ME N G AUG E R


Los ángeles están entre nosotros. De día y de noche. De vez en cuando sentimos su presencia, como si nos envolviera un soplo de amparo y consuelo. Son invisibles y no pueden intervenir en el destino de los hombres. Los niños pueden ver a los ángeles, pero solo mientras son niños. Daniel y Cassiel son nuestros ángeles, y los acompañamos por Berlín. Ellos escuchan atentamente los pensamientos de las personas. Son archiveros de nuestros cuidados y aflicciones, coleccionistas de grandes y pequeños episodios de nuestro pensar y obrar. Desligados del tiempo y del espacio, vuelan a través de las épocas, de los lugares y de la vida de los mortales con el irresistible deseo de prestarles ayuda. Son inmortales, pero cuando quieren formar parte de nuestra vida mortal, han de pagar por ello un elevado precio.


Cuando el niño era niño, caminaba con los brazos colgando, quería que el arroyo fuera un río, que el río fuera un torrente, y ese charco, el mar. Cuando el niño era niño, no sabía que era niño, para él, todo estaba vivo, todo tenía alma, y todas las almas formaban una unidad...

Cu ac m ando in e aab cl niño o e ln os ra n iñ abr zoo, s


Cuando el niño era niño no tenía opiniones, no tenía hábitos.


Muchas veces se sentaba en el suelo con las piernas cruzadas, echaba a correr, tenĂ­a un remolino en el pelo y no posaba para las fotografĂ­as.


¡MAMÁ!... ¡MIRA AHÍ ARRIBA! ¡UN ÁNGEL!

«


El gozo de alzar la cabeza hacia la luz aquí fuera, al aire libre; el gozo de los colores, iluminados por el sol, en los ojos de las personas. §

§

TÚ ERES UN ÁNGEL. VEN, TENEMOS QUE SEGUIR.

§

Loco por fin, por fin no estoy solo. Por fin loco, por fin liberado. Loco por fin, por fin sereno. Por fin un lunático, por fin una luz interior.

«



Tienen que despedir a más gente. ¡Seguro que será otra vez a las mujeres mayores! Ahora que tengo por fin el piso... ¿Cómo voy a pagar todo eso? Lo mire como lo mire, la pequeña jubilación no da para nada. ¡Ay... por qué no tendré suerte alguna vez! §

§

...y corrió hacia él, y corrió, ...y luego le abrazó. Allí hay una casita, y también hay dos pisos... y una terraza, y allí también vamos a bañarnos cada día. Y el hombre que vive allí se llama Pedro...


El niño lee... piensa... sueña ...y crece y crece y llega a la edad adulta... Una lástima en el fondo, pronto ya no me verá. ¿Es su inocencia perdida lo que me hace invisible? Son las preocupaciones, seguro... Sí, las preocupaciones...

...un autobús lleno de preocupaciones... Solo el niño no las tiene aún... las preocupaciones... Cumpliré entonces una vez más con mi deber y me iré a ver a los adultos...


No sé cómo hacer con esas montañas de ropa, no sé el tiempo que me llevará... Ahora además guisar, fregar la vajilla, arreglar la casa, y después bañar al niño, ser cariñosa con él... ¡Jugar! § §

Luego llega a casa mi marido, antes tengo que terminar todo... Seguro que tendrá hambre... y... ¡Dios, hoy hay programa deportivo, entonces ya sé dónde está...! §

Oigo penas de amor... Hace tiempo que no vengo a este barrio...


Un bloque de viviendas en Kreuzberg. Daniel escucha los pensamientos de una joven del tercer piso... y muchos otros tambiĂŠn...


Me parece que aquĂ­ hay muchas penas de amor... Un concierto de penas de amor... en tono menor...




Sebastiano Toma (1955) ha desarrollado su labor dramatúrgica en Italia y luego en Alemania. Ha sido autor, actor, escenógrafo, productor, director de escena y organizador del grupo Fliegende Bauten (Edificios volantes), en el que explora un nuevo concepto del circo que lo acerca aún más al teatro. En su método de trabajo utiliza la fotografía y la realización de bocetos como forma representativa de ideas, escenas, planos corporales. Vive y trabaja en Hamburgo, al igual que su hijo Lorenzo (1994), quien ha realizado prácticas de dirección artística en cine y teatro. Actualmente estudia diseño en la Universidad de Ciencias Aplicadas. En este trabajo, padre e hijo rinden homenaje a Wim Wenders al actualizar la vigencia de este clásico del cine de autor, reescenificado en el Berlín del presente. Desde la puesta en escena, su proceso creativo ha seguido las líneas artísticas de la película: acróbatas y actores —algunos participantes del film original— representaron las acciones que, a través de fotografías, sirvieron como modelo para el trabajo de ilustración. Este, además, reproduce en blanco y negro el lenguaje artístico escogido por el cineasta alemán. Con ellos se entrelaza el ocre, moderado, como elemento novedoso de un Berlín ya sin muro (aunque la cicatriz, indeleble, perviva): el otoño como parte del renacer, como primavera invertida.

«Decídete. Nosotros somos ahora el tiempo.» El cielo sobre Berlín es la obra maestra de Wim Wenders y uno de los éxitos internacionales más importantes del cine alemán. En sus imágenes inolvidables y el lirismo de sus monólogos se profundizan dilemas humanos imperecederos. Un ángel, conmovido por los efectos del amor hacia una trapecista de circo, trocará el vuelo perpetuo y en solitario por otro bien diferente: finito y de a dos. La experiencia humana atravesará a quien renuncie a ser un eterno testigo de vivencias ajenas —«Mirar no es contemplar desde lo alto, es mirar a la cara, de igual a igual»—, para sentir en la carne el dolor y el júbilo, el frío de la pérdida o el calor de una caricia correspondida en el laberinto de la felicidad compartida.

SEBASTIANO Y LORENZO TOMA

SEBASTIANO Y LORENZO TOMA

EL CIELO SOBRE BERLÍN......

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EL CIELO SOBRE BERLÍN

S E B A ST I A N O y L O R E N Z O TO M A

EL CIELO SOBRE BERL Í N B A S A DA E N L A P E L ÍC U L A D E W IM W E N D E R S

La mirada poética y la reflexión filosófica se engarzan como piedras preciosas complementarias en esta joya del cine europeo. Los monólogos interiores de los protagonistas dan cuenta de conflictos universales y sempiternos, que se desarrollan en el Berlín de los últimos años del muro, y cuyo correlato pictórico se da a través del uso del blanco y negro, cuando la mirada es fría, o del color cuando el que mira lo hace desde la pasión que lo involucra. Estampas en las que Wim Wenders rinde tributo a la fotografía, el otro arte que siempre ha sabido cultivar. En este sentido, el dilema —de Berlín, de la existencia del ser humano— cobra un valor que excede el tiempo de la obra. La ciudad se insinúa como «un concierto de penas de amor» en donde la aventura de la vida supone riesgos, sin más garantías que las alas del deseo como elemento irrenunciable y la experiencia del amor como marca sin retorno. La apuesta de los personajes es vivir cada instante, conscientes de la finitud propia y del azar como factor irreductible: «Entrar al río es entrar al vacío, sin la otra orilla como horizonte palpable. El río del tiempo, el río de la vida».Berlín es la colmena humana —disgregada, inarmónica, por un lado; con territorios propicios para la libertad y las decisiones, por otro—; el organismo que reproduce en su seno el devenir no escrito de los derroteros humanos: —Quiero saberlo todo. —Eso debes descubrirlo por ti mismo. Berlín también.


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