Era de noche, la ciudad sin fin mostraba su fisonomía, a zonas de casas bajas las sucedían tremendas torres de departamentos, cada departamento con su balcón, cada balcón con su luz encendida, perfectamente alineadas en vertical, todas las luces de los balcones estaban prendidas, ninguna lamparita quemada. A un edificio con luces cálidas le sucedía otro con iluminación fría, en un mismo edificio las luces de sus balcones eran cálidas o frías, no había lugar para la conjunción ‘’y’’. Esas luces eran un indicio de que el cosmos existe.
Después de infinitas e interminables horas de viaje estaba en el punto exacto donde el sueño amenazaba con tomar el control de mi, en esa especie de duermevela fui capaz de percibir por la ventanilla del tren que ahí afuera había orden. Una sociedad ordenada. Que alivio!