HEMOS
GUARDADO UN LUGAR PARA USTEDES Una invitaciรณn a volver a congregarnos. Por Jana Magruder
EN
mi familia, comenzamos la cuarentena el 19 de marzo de 2020, después de unas rápidas vacaciones de primavera en la playa (que, ahora en retrospectiva, nos preguntamos si deberíamos haber ido). Durante 61 días seguidos, nos quedamos en nuestro hogar (salvo para ir al supermercado). Al principio, era algo novedoso y divertido. Sentíamos alivio por no tener nuestra rutina ajetreada normal y dedicábamos tiempo a cosas que disfrutábamos como la cocina, el jardín y el arte e incluso el estudio de la Biblia en familia. Pronto, lo que parecía relajado en un principio se volvió aburrido y mundano. La escuela dominical por Zoom era interesante. Luego, dejó de serlo. Mis hijos extrañaban a sus amigos. Mi marido y yo extrañábamos el ritmo de la vida que nos mantenía en movimiento, y todos extrañábamos a nuestra iglesia. Estimo que la nuestra fue una experiencia de cuarentena bastante típica. Si bien no conocíamos personalmente a víctimas del virus, estábamos al tanto de casos que estaban a solo uno o dos grados de separación de nosotros. Veíamos los informes diarios con gráficos y curvas. Escuchábamos los alarmantes números de lo que debíamos esperar que el virus hiciera y nos pusimos nerviosos. Empezamos a preguntarnos cómo viviríamos en el desconocimiento de lo que le depararía a la economía y cuál sería el futuro de las escuelas y de la Iglesia.
VENGAN, postrémonos REVERENTES,
DOBLEMOS LA RODILLA ante el
SEÑOR
NUESTRO HACEDOR. Salmos 95:6
Poco a poco, sin embargo, las noticias empezaron a ser más sobre cómo reabrir la economía y menos sobre el virus en sí. Parecía que la curva se había aplanado y que ahora era momento de asomarse por la ventana y ver cómo podríamos emerger. Se han anunciado fases, se han hecho planes y ahora nos enfocamos en las autoridades locales, mientras vemos cómo podría ser el desarrollo diario de una vida más normal. Las personas como nosotros, en un ministerio, seguimos viendo cuáles serán las regulaciones respecto a los «lugares de adoración» ahora y en adelante. Así que acá nos encontramos. En todo el mundo, esperamos y vemos, respondemos y re-concebimos (otra vez) cómo será el ministerio con un virus y sin una vacuna entre nosotros. Para algunos de nosotros, el momento de volver a congregarnos en nuestras iglesias es ahora. Para otros, será muy pronto y, para otros, mucho más adelante. Igualmente, volveremos a congregarnos. Entonces, ¿y ahora qué? La palabra «virar» se ha usado en demasía, pero sigue haciendo referencia a una medida que debemos adoptar. Es momento de virar, de cambiar de rumbo, después de haber cortado de imprevisto los encuentros en persona, después de llevar a cabo el ministerio estrictamente en el hogar, después de adoptar un nuevo modelo de ministerio con algunos parámetros establecidos. Con cautela, debemos pasar de esperar con ansiedad una invitación de vuelta a nuestras iglesias a un plan de acción esperanzador que acoja de forma segura a los miembros de todas las edades de nuestra congregación. Si bien queremos abrir de par en par las puertas y gritar desde los techos, nuestra estrategia para volver a congregarnos puede parecerse más a una sutil invitación para nuestros hijos y familias que diga: «Está bien volver ahora. Hemos guardado un lugar para ustedes. Siéntense aquí y adoremos juntos. Solo queda esperar un poco más y hallaremos la forma para que ustedes se reúnan con sus amigos también, pero por ahora regocijémonos en la provisión que Dios nos ha dado. Adoremos juntos, en persona, como hermanos». Amigos, el resto en efecto llegará, pero por ahora me llena de gozo que hayamos vivido en este tiempo y este lugar. ¿Pueden apreciarlo junto conmigo?
Jana Magruder se desempeña como directora de LifeWay Kids/Niños. Se ha graduado de Baylor y tiene una amplísima experiencia y pasión por el ministerio de los niños, la educación y la edición. Es autora de Kids Ministry that Nourishes [Un ministerio de los niños que nutre la vida] y Life Verse Creative Journal [Diario creativo de versículos para la vida], en el que fue coautora con su hija adolescente. Ella y su marido, Michael, junto con sus tres hijos, viven en Nashville.