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INTRODUCCIÓN
Por alguna razón, al ir creciendo pensé que no era correcto traer colgada una cruz en una cadena alrededor de mi cuello. Quizá mis antecedentes evangélicos, en contraste con la cultura católica de mi entorno tuvieron algo que ver.
Entonces viví cuatro años en Oriente Medio y mi percepción cambió. En un evento, me detuve frente a una mesa donde dos hombres sonrientes vendían pequeñas cruces de madera que pendían de sencillas tiras de cuero.
Los dos eran pastores iraníes que habían huido de su país debido a la persecución religiosa y ahora, además de liderar una iglesia en crecimiento, tallaban pequeñas cruces con los restos de madera fina que una constructora desechaba. Se habían convertido en carpinteros, como su Maestro.
Cuando notaron mi titubeo por comprar una pieza me dijeron algo que nunca olvidaré: «En estos lugares, una gran forma de testificar es portando una cruz. La gente tendrá curiosidad y preguntará: ¿quién murió ahí? ¿Por qué la usa? No se sienta apenada. Si bien para muchos la cruz es símbolo de dolor, para nosotros es un canto de victoria».
La cruz en la antigüedad era un instrumento de tortura, sufrimiento y vergüenza. Sería como hoy decorar una bolsa con una inyección letal. No obstante, para nosotros, los cristianos, es también el símbolo del amor más grande que hemos conocido y llegaremos a conocer en este mundo.
Quizá sientas un poco de temor al comenzar este estudio. No nos gusta pensar mucho en el dolor de los otros, menos aún en el de Jesús. Tal vez también te llegues a sentir un poco ofendido o desafiado al contemplar el arte que sugerimos o te sientas conmovido hasta las lágrimas al leer las poesías. Como me dijeron mis amigos iraníes, no te sientas apenado.
Los teólogos nos han enseñado que podemos estudiar la Palabra de Dios utilizando diversas llaves o lentes: la salvación, la Trinidad o el futuro. En estas sesiones usemos como clave la cruz y el sacrificio de Jesús; que sean como un lente para mirar la Escritura. ¿Qué dicen los textos sagrados de ella?
A final de cuentas, la cruz de Cristo es el medio por el cual obtuvimos nuestra redención. El día de hoy, se le ha restado importancia, pero no permitamos que eso suceda. Contemplemos nuevamente la cruz y al estudiar estas doce lecciones pidámosle a nuestro Padre celestial una visión renovada de lo que le costó a nuestro amado Salvador sufrir y morir en nuestro lugar.
Keila Ochoa Harris