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Agradecimientos

Prólogo 15

una vida dedicada a buscar cumplir nuestros sueños? Una vida dedicada a dar gloria al Dios que trasciende.

Esta es la buena vida. Esta es la mejor y más hermosa historia.

Bienvenidos a la fiesta.

—Jen Wilkin

Llevar este mensaje a las manos de los lectores ha sido un gozo y un placer. Estoy muy agradecida de que el Señor me haya permitido este regalo de gracia. Que Él sea glorificado. Este libro no habría sido posible sin el ánimo de autores experimentados y las puertas que me abrieron quienes ya están en el mundo de la escritura. Gracias, Melissa Kruger, por invitarme a escribir en Coalición por el Evangelio, por tu amistad y por tu ejemplo al defender la Palabra de Dios mientras ministras a las mujeres. Gracias, Shanna Davis, por leer mis palabras, creer en mi mensaje y hacer esa conexión. Gracias, Tim Challies, por leer mi blog y compartirlo con el mundo. Has impulsado a tantos nuevos escritores y me siento conmovida al estar entre ellos. Gracias, Andrew Wolgemuth, por ayudarme a entender este mundo de la escritura, todavía un poco extraño para mí. Gracias por tu incansable orientación y tus comentarios sobre cada una de las preguntas que he tenido, ya sean grandes o pequeñas, y por darme confianza para seguir adelante. Y gracias, Chrissy Wolgemuth, por saludarme hace casi cuatro años y convertirte en mi amiga. Gracias, Tara Davis, por compartir conmigo tu don de la edición. Tu cuidadoso trabajo hizo que este libro fuera tan fuerte.

18 Agradecimientos

Gracias, Jen Wilkin, por tu ministerio para las mujeres centrado en la Palabra. Has sido una mentora desde la distancia. Gracias por liderar bien y por tu generosidad al escribir el prólogo de este libro. Por último, gracias, Dave DeWit, por arriesgarte con un autor nuevo. Has sido un sabio y amable pastor para mí en cada paso.

Gracias a los que nos apoyan con sus oraciones y sus finanzas, que se han derramado en nuestra vida de misiones y de plantación de iglesias durante dos décadas. Su inversión en el reino, a través de nuestro trabajo con Cadence International, Pioneers International y Redemption Parker, ha sido de gran aliento para mi familia. Realmente no podríamos estar en el ministerio si no fuera por su compromiso con el evangelio y con los Oshman. Gracias por permitirme escribir este libro.

Estoy eternamente agradecida por los amigos que han persistido a lo largo de los años y de los kilómetros. Gracias, Jen Rathmell y Kristie Coia, por ser fuentes constantes de fuerza, gracia y verdad. Y a todas las mujeres de nuestros años en el puerto de Okinawa y en Betanie, República Checa, porque han contribuido a mi crecimiento y a dar forma al mensaje de este libro. Las echo de menos.

Gracias a mis amigos cercanos, que perseveraron durante las conversaciones y los momentos de oración en los que me preguntaba si debía siquiera intentarlo. Gracias, Sue Toussaint, Alivia Russo y Allie Slocum, por memorizar Colosenses conmigo —sin duda fue la semilla de este libro—. Gracias, damas de Redemption Parker, por permitirme intercambiar ideas con ustedes, y por su entusiasmo por este mensaje. Gracias por estudiar la Biblia conmigo, por orar conmigo y por mí, y por su aliento en estas páginas. Gracias, Joe y Whitney Finke, por leer mis primeros capítulos y

Agradecimientos 19

compartir sus habilidades de fotografía y escritura. Gracias a las mujeres de mi comunidad evangélica por ser animadoras incansables. Gracias, Sandie Dugas, por tu colaboración en el evangelio, tu amistad permanente y por ser piadosa y divertida por igual.

A mis editores, gracias por su devoción y cuidado. Gracias, Kim Forney, por tu incansable apoyo y por presionarme cuando mis palabras son débiles: me haces mejor escritora. Gracias, Carrie Abraham, por más de lo que puedo decir. No solo has leído cada palabra de mi manuscrito con escrutinio y amabilidad, sino que tú y Chris han dado su vida por nosotros una y otra vez.

Gracias, mamá, por llevarme a la iglesia hace tres décadas. Me permitiste escuchar el evangelio y recibir la gracia de Jesús que transforma la vida. Gracias también por inculcarme el amor por la lectura y la escritura desde una edad temprana. Gracias, Rebekah, Zoe, Abby Grace y Hannah, por ser hijas que dan vida. Me encanta ser su madre. Gracias por permitirme el espacio y el tiempo para escribir este libro y por estar tan emocionadas como yo. Gracias, Mark, por amarme como Cristo ama a la Iglesia. Has invertido en mí más que cualquier otro ser humano: las palabras de este libro vienen de ti tanto como de mí. No podría haber imaginado o pedido un mejor colaborador para la vida a través de tres continentes, con cuatro hijas, y más de dos décadas de matrimonio hasta ahora.

Y a mi Dios en el cielo, sin ti no puedo hacer nada. Gracias por rescatarme y redimirme.

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