AYUDANDO A NUESTROS HIJOS CON TDAH A CONTROLAR SUS CONDUCTAS.
INVESTIGADO POR CYNTHIA FLORES LILIAN RIVERA CARMEN ORTEGA
INDICE GENERAL INTRODUCCION……………………………………………………………… 4-5 Historia del Tdah….………………………………………................................
5
Causas, síntomas, elección del tratamiento…………..………………………… 6 ¿Qué es el Tdah?...............................................................................................
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Síntomas………………………………………………………………………..
6
Atención………………………………………………………………… 6 Impulsividad……………………………………………………………
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Hiperactividad…………………………………………………………… 7 Comportamiento………………………………………………………… 7 Aprendizaje……………………………………………………………… 8 Desobediencia…………………………………………………………… 8 Estabilidad Emocional…………………………………………………… 9 Características según sus edades…………………………………………………. 9 De 4 – 6 años……………………………………………………………… 9 De 7 – 12 años…………………………………………… Diagnóstico…………………………………………………………………
10 – 11 11- 12
Enfrentando el Diagnóstico………………………………………………………. 12-13 Cuando el Tdah presenta características comorbidades………………………… 14-15 Factores asociados al aumento de comorbidades en el Tdah…………………… 16 Trastornos combinados asociados al Tdah según el DSM 1 5 …………………
16
Trastorno Negativista Desafiante………………………………………… 17 Trastorno de Conducta Disocial………………………………………… 17 Trastorno Depresivo……………………………………………………….17 Trastorno de Ansiedad……………………………………………………. 18 Trastorno del Aprendizaje………………………………………………… 18 Trastorno del Aspecto Autista……………………………………………. 19 Trastorno del Uso de Sustancias…………………………………………. 19 Trastorno Bipolar………………………………………………………… 19
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Trastorno de Tic…………………………………………………………. 20 Estrategias de apoyo en el aula de clases……………………………………….. 20-25 Estrategias de apoyo en el área social…………………………………………..
26-29
Estrategias de apoyo en casa……………………………………………………
29-32
¿Cómo ayudar a mi hijo con Tdah a mejorar su conducta?..............................
32-39
Bibliografia…………………………………………………………………….
40-41
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Introducción Es un trastorno crónico, de carácter neurobiológico (es decir, relacionado con biología del cerebro, en concreto con una producción insuficiente de dos neurotransmisores- dopamina y noradrenalina-, sustancias químicas que intervienen en la comunicación entre neuronas), y con un componente hereditario muy importante (si el padre o la madre lo padecen, los hijos tienen un 75% de probabilidades de padecerlo). Por lo general, se detecta por primera vez cuando los niños están en edad escolar, aunque también puede diagnosticarse en personas de todas las edades. Según las investigaciones, en un salón de clases promedio de 30 estudiantes, por lo menos uno padecerá TDAH.1 Es normal que muchos niños tengan altos niveles de actividad y les cueste prestar atención durante períodos prolongados, pero quienes padecen TDAH, presentan una hiperactividad y falta de atención excesivas que interfieren con el comportamiento cotidiano. Algunos niños que sufren TDAH sólo tienen problemas de atención; otros sólo tienen problemas de hiperactividad e impulsividad; otros niños tienen ambos problemas. Con el tiempo, los niños que padecen TDAH tienden a ser menos hiperactivos e impulsivos, pero, con frecuencia, siguen teniendo problemas de falta de atención, distracción y organización. El TDAH puede interferir con el rendimiento del niño en la escuela y la capacidad de desarrollar y mantener relaciones sociales (con sus pares). El TDAH puede aumentar el riesgo de que un niño deje la escuela o tenga problemas de disciplina. Padecer TDAH también aumenta el riesgo de tener problemas de conducir, fumar cigarrillos y abusar de drogas Esta guía está diseñada para ayudar a los padres, y miembros de la familia a comprender mejor los tratamientos para los niños que padecen TDAH. Sin embargo,
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antes de comenzar el tratamiento, debe revisarse cuidadosamente la historia clínica de cada niño y debe realizarse un examen físico. Los síntomas del TDAH deben ser evaluados por un profesional del cuidado de la salud calificado para evaluar niños que padezcan TDAH. Es necesario que el profesional que trate a su hijo esté capacitado para diagnosticar y tratar el TDAH. Además, el profesional debe conocer profundamente el desarrollo normal de un niño (como es el caso de los pediatras, los pediatras de desarrollo, los psiquiatras de niños y adolescentes y los neurólogos pediatras). Es posible que el tratamiento consista en la administración de medicamentos, una terapia conductual o una combinación de ambas.
Historia del TDAH La hiperactividad es un trastorno de la conducta de los niños, descrito por primera vez en 1902, por Still. Se trata de niños que desarrollan una intensa actividad motora, que se mueven continuamente, sin que toda esta actividad tenga un propósito. Van de un lado para otro, pudiendo comenzar alguna tarea, pero que abandonan rápidamente para comenzar otra, que a su vez, vuelven a dejar inacabada. Esta hiperactividad aumenta cuando están en presencia de otras personas, especialmente con las que no mantienen relaciones frecuentes. Por el contrario, disminuye la actividad cuando están solos
Causas, síntomas y elección del tratamiento.
¿Qué es el TDAH? pág. 5
El TDAH es una enfermedad neuro conductual cuyos síntomas consisten en una inquietud excesiva, falta de atención y actos impulsivos. Se estima que entre el 3 y el 7 por ciento de los niños en edad escolar y alrededor del 4 por ciento de los adultos padecen TDAH.3 No se ha hallado ninguna causa biológica del TDAH. Sin embargo, la mayoría de los investigadores indican que la principal causa del TDAH son los genes heredados de los padres. Por ejemplo, los estudios muestran claramente que el TDAH es una cuestión de familia: el 66 por ciento de los niños que padecen TDAH tienen un familiar que también padece la enfermedad.4 En la actualidad, los científicos buscan qué genes, o combinación de genes, influyen sobre la manera en que el TDAH afecta el comportamiento de quienes padecen la enfermedad. El nacimiento prematuro, fumar o experimentar estrés extremo durante el embarazo, estar expuesto a sustancias alcohólicas en el útero y las lesiones cerebrales traumáticas también pueden contribuir al desarrollo del TDAH.
Síntomas
ATENCIÓN
Lo que más caracteriza al niño hiperactivo es su falta de atención cercana a
detalles. La distracción más vulnerable es a los estímulos del contexto ambiental. En casa tienen dificultades para seguir las directrices que se le marcan, para
organizarse y parece que no escuchan cuando se les habla. En el colegio cometen errores por no fijarse en los trabajos o en las diferentes
actividades. Con frecuencia saltan de una tarea a otra sin terminarla, ya que evitan situaciones que implican un nivel constante de esfuerzo mental.
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IMPULSIVIDAD
Con frecuencia actúa de forma inmediata sin pensar en las consecuencias. Está inquieto con las manos o los pies y no puede sentarse quieto. Está activo en situaciones en que es inapropiado. Habla de forma excesiva, responde antes de que la otra persona termine, tiene dificultad para esperar su turno y frecuentemente interrumpe.
HIPERACTIVIDAD
Lo más característico de estos niños es la excesiva actividad motora. Siempre están en continuo movimiento, corren, saltan por la calle, nunca quieren
ir cogidos de la mano... Su excesivo movimiento no persigue ningún objetivo, carece de finalidad.
COMPORTAMIENTO
Su comportamiento es imprevisible, inmaduro, inapropiado para su edad. No son malos pero sí que son traviesos. Se muestran violentos y agresivos verbal y físicamente. Con frecuencia mienten y cometen hurtos.
APRENDIZAJE
La mayoría de los niños hiperactivos presentan dificultades en el aprendizaje. El 40 ó 50% de los niños hiperactivos tienen un bajo rendimiento escolar. Tienen dificultades perceptivas, con lo cual no diferencian bien entre letras y líneas y tienen poca capacidad para estructurar la información que recibe a
través de los distintos sentidos. Las dificultades de los niños hiperactivos estriban en la adquisición y el manejo de la lectura, escritura y el cálculo.
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Son torpes para escribir o dibujar, tienen mala letra y cometen grandes errores de
ortografía. En cálculo, se olvidan de las llevadas y operaciones básicas. En lectura, omiten palabras, sílabas e incluso renglones, no comprenden lo que
leen, pueden identificar las letras, pero no saben pronunciarlas correctamente. Tienen dificultad para memorizar y para generalizar la información adquirida.
DESOBEDIENCIA
Como dijimos anteriormente al niño hiperactivo le cuesta seguir las directrices
que se le marcan en casa. El niño hace lo contrario de lo que se dice o pide. Los padres tienen especial dificultad para educarles en adquirir patrones de conducta (hábitos de higiene, cortesía...).
ESTABILIDAD EMOCIONAL
Presentan cambios bruscos de humor, tienen un concepto pobre de sí mismo y no aceptan perder, por lo que no asumen sus propios fracasos.
Características según sus edades
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DE 4 a 6 AÑOS.
Según la valoración de los profesores del niño hiperactivo, se muestra inquieto,
impulsivo, con falta de atención, agresivo y desobediente. Los padres lo describen como impulsivo, desobediente y agresivo. Con frecuencia está distraído. No parece escuchar cuando se le habla, no sabe jugar sólo y las relaciones con sus compañeros se caracterizan por peleas y
discusiones. Es característico el juego de estos niños. Por un lado, no saben jugar solos y además tienden a apartarse con los juguetes que son más novedosos para ellos.
Los manipulan hasta que se cansan y los dejan destrozados. Cuándo juegan solos no admiten perder, no son capaces de seguir las reglas del juego. Esto hace que sean rechazados por sus compañeros.
DE 7 a 12 AÑOS
A esta edad el niño hiperactivo pasa e ocupar el primer plano de la clase. Su problema le hace que no sepa mantener la disciplina en clase y además tiene más dificultades de aprendizaje que sus compañeros.
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Para los profesores es un "mal educando" Piensan que los padres tienen la culpa de su comportamiento, por lo que encarece y dificulta la relación entre el colegio y la familia. Esto a su vez incrementa la conducta hiperactiva en el
niño. En algunas ocasiones, los profesores, pensando que es un problema de inmadurez le aconsejan a los padres que el niño repita curso. Esto no
soluciona nada, ya que la hiperactividad no es sólo una cuestión de curso. A esta edad se manifiestan las dificultades de aprendizaje en el niño. La relación con sus compañeros no es buena, lo rechazan, por las
diferentes actitudes que manifiestan ante el grupo (agresividad, impulsividad...) -En otras ocasiones se inviertan los papeles y pasan a desempeñar el papel líder de la clase ya que sus actitudes son vistas como hazañas y como algo que
divierte. A esta
por cometer pequeños hurtos. Todo esto genera en el niño sentimientos, estados y sensaciones de inseguridad,
fracaso e insatisfacción. No es fácil percibir en el niño una autoestima
edad, debido a
su
impulsividad,
también
se
caracterizan
concepto bajo debido a que
frecuentemente mienten para ganarse la aprobación de todos los que le rodean
(profesores, padres, compañeros…) A partir de los siete años, si no se le ayuda puede tener síntomas de depresión, consecuencia de su fracaso para adaptarse a las demandas de su
entorno. La conducta distructiva del niño hiperactivo se agrava a partir de los siete años, sus intereses cambian y todo se hace más complejo.
Diagnóstico La hiperactividad es un trastorno que no es fácil de medir, ya que la conducta no suele ser extraña o inusual en niños de la misma edad. La edad crítica son los cinco ó
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seis años. A ésta edad se le exige un comportamiento disciplinado en el colegio y el niño hiperactivo no es siempre capaz de ajustar su conducta a las reglas de la clase, con lo que si a partir de esta edad hay un comportamiento extraño conviene que se le diagnostique cuanto antes. El diagnóstico del niño hiperactivo obliga a una valoración rigurosa de los distintos
contextos (colegio, hogar, social) y por los diversos responsables (padres,
profesores), que conviven con él.
El diagnóstico del niño hiperactivo no cuenta con
pruebas o técnicas que confirmen de una manera precisa y evidente el trastorno como cuando, por ejemplo, se hace un análisis de sangre. La presencia o no de la hiperactividad no puede establecerse a través de un test de inteligencia, una cartografía cerebral o una nueva entrevista con los padres. Los instrumentos y las sucesivas fases que se siguen para el diagnóstico serían los siguientes: 1.-Entrevista clínica. 2.-Observación de la conducta del niño. 3.-Evaluación Individualizada del niño hiperactivo. Psicológica, Médica. Académica.
Afrontando el Diagnóstico.
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Para los padres nunca es fácil enterarse de que su hijo sufre TDAH. Sus reacciones ante esta situación suelen ser parecidas, siendo las más comunes: Desconcierto Se da en aquellos padres con niños muy pequeños cuyos síntomas son controlables en el ámbito familiar. Por esta razón, no pueden comprender que el niño tenga problemas en el colegio.
Negación “Esto no le puede estar pasando a mi hijo, a mi familia”. La negación surge del miedo a que su hijo sea rechazado por amigos, familiares y profesores. En estos casos, negar los síntomas de TDAH no protege al niño del rechazo social, sólo le impide recibir ayuda adecuada. Enfado Tiene que ver con la frustración ante la sospecha errónea de que el niño podría superar su problema si se esforzara lo suficiente. Por otra parte, los padres sienten rabia hacia sí mismos, por sentir que le han fallado a su hijo.
Culpa De entre todas las preguntas que podrían llegar a surgir ante un diagnóstico de TDAH, la más angustiante es: “¿Es culpa mía que mi hijo sufra este trastorno?”. De ahí, surgen dudas sobre cualquier hecho que haya podido generar un TDAH en su hijo (descuidos durante el embarazo, la educación que le han proporcionado al niño o posibles traumatismos que éste haya podido sufrir).
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Miedo Esta sensación se produce ante el desconocimiento del TDAH y suele paralizar a algunos padres. Surge el miedo al rechazo social, temor ante la posibilidad de que ellos mismos padezcan TDAH, preocupaciones acerca de si el niño tendrá amigos, si llegará a tener pareja, si podrá ir a la universidad o sabrá ganarse la vida.
Rechazo Puede estar dirigido hacia el niño, hacia el personal médico o hacia otros miembros de la familia. La sacudida de sus expectativas hace que a muchos padres les cueste aceptar al niño como una persona con capacidad plena de desarrollo.
Desilusión Ante la posibilidad de que su hijo no sea perfecto. Los padres deberán tener mucho cuidado a la hora de enfrentarse a este sentimiento. Su frustración puede llevarles a no aceptar al niño tal como es y a exigirle cosas que él no puede hacer, lo que le generará sentimientos de hostilidad y resentimiento.
Alivio Algunos padres sienten un verdadero alivio al enterarse del diagnóstico. Al ser el TDAH un trastorno de carácter genético, se sienten menos culpables e incompetentes en cuanto a la educación de su hijo.
Además, la identificación del trastorno los hace conscientes de la posibilidad de recibir ayuda es importante que los padres que se enfrenten a un diagnóstico de TDAH conozcan la cadena de reacciones que este trastorno puede generar sobre ellos; éstas pueden dar lugar a conductas paternas ansiosas o agresivas que resultan muy perjudiciales para el niño. Además, de esta forma se sentirán menos solos y podrán reflexionar sobre las causas y consecuencias de su comportamiento. A su vez, les será más fácil aliviar su ansiedad y encauzar sus esfuerzos hacia la búsqueda de la mejor forma de educar y comportarse con su hijo.
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Cuando el TDAH presenta comorbilidades
Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad puede presentarse junto con otros trastornos psiquiátricos asociados. Estos trastornos son lo que llamamos trastornos comórbidos. Cuando nos encontramos con un TDAH con comorbilidades se complica el diagnóstico, empeora la evolución y puede que exista una menor respuesta al tratamiento:
Se complica el diagnóstico Si se juntan varios trastornos, a la hora de realizar el diagnóstico es más difícil saber cuáles son los síntomas principales, cuales son causados por un trastorno o por otro, y cuál es el trastorno principal. Por eso es de vital importancia acudir a un especialista que pueda hacer las pruebas clínicas oportunas para hacer un diagnóstico certero.
Empeora la evolución
Cuando se juntan varios trastornos, también su evolución se hace más difícil. En estos casos, no sólo nos enfrentamos a los síntomas propios de un trastorno, si no a un
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conjunto de síntomas añadidos que acentúan los problemas propios del TDAH y que, además, requieren tratamientos diferentes. El abordaje se complica y las mejoras son más difíciles de alcanzar.
Puede disminuir la respuesta al tratamiento
Cuando se presenta un caso de TDAH con trastornos asociados, nos enfrentamos a diversos síntomas y patologías que requieren tratamientos específicos. Si no se tratan los otros trastornos asociados correctamente, puede verse disminuida la respuesta al tratamiento del TDAH.
Factores asociados al aumento de comorbilidad en TDAH:
-Diagnóstico tardío -Bajo cociente intelectual (CI) -Bajo nivel educativo y cultural -Trastornos específicos del aprendizaje - TDAH combinado (inatención – hiperactividad/impulsividad), grave y de larga pág. 15
evolución. - Presencia de antecedentes familiares con TDAH, trastorno bipolar y/o depresión.
Trastornos comórbidos asociados al TDAH según el DSM1-5
Es importante tener en cuenta que sólo podemos hablar de trastorno cuando las manifestaciones de éste se presentan con mayor frecuencia que las observadas en niños de su edad y con su mismo grado de desarrollo.
Trastorno Negativista Desafiante (TND) Presentan cóleras frecuentes, pataletas, rechazan las órdenes de los adultos, se niegan a cumplir las peticiones que se les hacen, molestan a la gente de su entorno, se muestran muy susceptibles cuando se les molesta y le echan la culpa de sus errores a los demás. Pueden ser rencorosos y vengativos. En España se estima que entre un 9,7% y el 16,5% de los escolares padecen este trastorno2. Entre la población con TDAH, la prevalencia
de
comorbilidad
con TND está entre
el
40%
y
50%.
Trastorno de Conducta Disocial (TC)
Suelen ser bastante protestones, con una conducta un poco chula, amenazan e intimidan a los demás. Se meten en peleas y pueden tener conductas crueles con los demás o con animal2es. En la época adolescente pueden saltarse las clases, escaparse de casa y dormir fuera de casa sin consentimiento.
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El porcentaje de población con TDAH que puede padecer un trastorno disocial es del 40%-50%
Trastorno Depresivo Se caracteriza por un estado depresivo crónico, que se manifiesta la mayor parte del día la mayoría de los días. En niños y adolescentes, pueden estar irritables y presentar mínimo dos los siguientes síntomas: pérdida o aumento del apetito, falta de energía, baja autoestima, dificultades para concentrarse, insomnio o hipersomnia. Los síntomas de la depresión pueden fácilmente confundir al observador, puesto que la agitación se puede confundir con hiperactividad y el retraso psicomotor con la falta de atención. La prevalencia de este trastorno es de un 26,8%.
Trastorno de Ansiedad Presenta inquietud o impaciencia, cansancio frecuente, problemas para concentrarse irritabilidad, tensión muscular o alteraciones del sueño (dificultad para conciliar
el
sueño,
sensación
de
falta
de
descanso
al
despertar).
Los trastornos de ansiedad más frecuentes en personas con TDAH son: ansiedad por separación, trastorno de angustia, trastorno obsesivo compulsivo (TOC), ansiedad generalizada. El trastorno de ansiedad tiene una prevalencia de 34% en niños con TDAH pasando a un 40% en la población adulta con TDAH.
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Trastorno del Aprendizaje Interfiere significativamente en el rendimiento escolar o en las actividades de la vida cotidiana que exigen habilidades para la lectura, escritura, cálculo matemático y desarrollo del lenguaje narrativo. Afecta también a la productividad y fluidez en el desarrollo de tareas que requieran organización. Presentan un vocabulario muy limitado, mala construcción de las frases y conjugan mal los tiempos verbales.
Los niños con TDAH que presentan mayor nivel de déficit de atención tienen más problemas asociados a trastornos de aprendizaje, que los que son hiperactivosimpulsivos. Se estima que afecta al 20% de los niños con TDAH.5
Trastorno del Espectro Autista (TEA) Presentan problemas de interacción social, problemas de comunicación y un patrón repetitivo de conductas6. Según un estudio, el 33% de los niños con TEA presentan síntomas de TDAH de tipo inatento, el 26% de tipo combinado (déficit de atención e hiperactividad/impulsividad), el otro 41% no presenta comorbilidad.
Trastorno por Uso de Substancias (TUS) Tener TDAH aumenta el riesgo de desarrollar un trastorno por consumo de sustancias adictivas. Además el TDAH se ha asociado con un inicio más temprano del abuso de sustancias, con un mayor número de diagnósticos comórbidos de TUS y con mayores dificultades para mantener la abstinencia tras las desintoxicaciones.
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Resulta complicado identificar a los pacientes con abuso de sustancias que también padecen TDAH, porque a menudo se asocian a otros trastornos psiquiátricos que se solapan con muchos de los síntomas del TDAH. Se ha estimado que un 52% de pacientes diagnosticados con TDAH presentan un trastorno por uso de substancias.
Trastorno Bipolar El niño o adolescente con Trastorno Bipolar, se caracteriza por haber padecido más de dos episodios en los que su estado de ánimo y nivel de actividad parecen alterados. Cambios de humor extremos, aumento del nivel de energía, pensamiento acelerado, disminución del sueño, síntomas psicóticos como alucinaciones o delirios. Existe un solapamiento entre los síntomas del TDAH y del Trastorno Bipolar en niños, por lo que el diagnóstico es bastante controvertido. La prevalencia de este trastorno asociado al TDAH es del 10% siendo más frecuente en los niños.
Trastorno de Tics (Tourette) Se caracteriza por movimientos o vocalizaciones involuntarias de forma rápida y recurrente, no rítmica que comienza repentinamente y en apariencia carece de finalidad. El estrés aumenta su frecuencia de reproducción y desaparecen durante el sueño. Este trastorno crea un gran malestar y deterioro de las relaciones sociales.
La mitad de los niños con TDAH presentan tics transitorios o crónicos. Un 11% de los niños con TDAH padece este tipo de trastorno asociado.
ESTRATEGIAS DE APOYO EN EL AULA DE CLASE
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1.
Cree un grupo de apoyo informal en el que usted pueda apoyarse. El tener niños con un TDAH en el aula puede ser agotador. Solicite ayuda de los especialistas (del aprendizaje, psicólogos, médicos). Haga que los padres participen (¿cómo manejan ellos ciertas situaciones en el hogar?; ¿qué pueden hacer ellos en el hogar para facilitar el trabajo de usted como maestro?). Haga que otros maestros participen en la búsqueda de soluciones a problemas específicos: el buscar ayuda no es un signo de debilidad.
2.
Sepa cuáles son sus propios límites, y acéptelos. Será más fácil para usted mantener su cordura general si acepta que no hay nada de malo en sentirse airado, cansado, frustrado, o hasta un poco enloquecido, que si usted piensa que tiene que ser perfecto.
3.
Evite las expectativas injustas. La mayoría de los niños con un TDAH son listos,
y
debido
a
que
su
conducta,
desempeño
y
rendimiento
son
incongruentes/inconstantes, con frecuencia los maestros creen que los problemas del niño son debidos al no cumplimiento o a la haraganería, expresando esta idea con la siguiente frase estándar: “Sabíamos que si hacías un mayor esfuerzo podías lograrlo”. Pero esto no siempre es así. A veces el niño que saca 98 puntos en un día dado no puede, en otro día, pasar de 65 puntos. “No puede”, NO ES QUE “no quiera“. El mismo niño que responde a preguntas difíciles puede trabarse con las preguntas fáciles. ¡Y ellos se sienten tan frustrados como usted!
4.
Asegúrese de captar la atención del niño. El niño no podrá aprender a menos de que preste atención. De modo que, antes de comenzar una lección o una tarea,
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establezca contacto visual con el niño para que así pueda usted tener la seguridad de que esté concentrado. Con frecuencia, los niños con un TDAH tienen dificultad en diferenciar el elemento fundamental (el maestro) del fondo (los otros niños que estén en el aula, ruidos en los pasillos). Utilice con frecuencia el contacto visual y toque ocasionalmente al niño en el hombro para mantener o reorientar su atención.
5.
Siente al niño cerca de su escritorio y alejado de las puertas, ventanas, calefacción, y aire acondicionado.
6.
Mantenga cerrada la puerta del aula, en especial durante las pruebas/exámenes.
7.
Minimice las distracciones en el aula misma.
8.
Siente al niño cerca de otro niño que constituya un buen ejemplo a seguir, tanto por lo que se refiere a las destrezas relativas a la conducta como a las relativas a la organización.
9.
Ayude al niño a mantener su pupitre despejado. Asegúrese de que tenga disponibles todos los artículos necesarios (lápices con buena punta, papel, etc.). Si la lección comienza y el niño sigue buscando su libro, no podrá nunca ponerse a la par del resto de la clase.
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11.
Explique todo en forma directa y en detalle, sea preciso en sus instrucciones. No diga: “Prepárense”, sino subdivida esa instrucción en diferentes pasos, tales como: “Ahora, siéntense en el pupitre con los pies en el suelo; miren hacia el frente de la clase; tengan listos sobre su pupitre el libro de ejercicios y el bolígrafo”. Haga una pausa entre cada instrucción para darle tiempo al niño a seguir el paso indicado.
12.
Repita las instrucciones. Escríbalas. Dígalas en voz alta. Repítalas. Entonces, haga que el niño le repita a usted las instrucciones, manteniendo en todo momento el contacto visual.
13.
Mantenga al niño concentrado en la tarea y reoriente su atención cada vez que sea necesario, lo cual implica supervisar al niño con una frecuencia superior a la normal.
15.
Haga listas con las reglas a seguir y colóquelas donde sean visibles. El niño debe entender con toda claridad qué es lo que se espera. Al establecer y definir los rituales que se deban seguir en el aula, los muchachos se sienten entonces más cómodos y dispuestos a correr riesgos a partir de una base segura.
16.
Tenga un horario que sea lo más predecible posible. Colóquelo en un sitio visible y refiérase al mismo con frecuencia. Si usted va a variar el horario, como lo hacen la mayoría de los maestros que despiertan el interés de los alumnos, haga muchas advertencias al respecto. Las transiciones y cambios no anunciados son difíciles para este tipo de niños.
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17.
Haga que los niños elaboren sus propios horarios para después de la escuela, tanto para ayudarles a aprender el concepto de manejo del tiempo, como para evitar una de las principales características del TDAH: el posponerlo todo.
18.
Establezca límites y restricciones. Tiene que haber un sistema definido de las conductas aceptables e inaceptables, junto con las recompensas y las consecuencias (incentivos, refuerzos). Esto debe ser un elemento para contener y calmar, NO DEBE SER PUNITIVO. Sea congruente y predecible. (Más adelante se analizan en detalle los sistemas de recompensas.)
19.
Asuma el mando. Aplique las consecuencias (positivas o negativas) en forma inmediata. Evite los sermones tipo abogado sobre lo que es justo o no. Los muchachos con un TDAH son notorios por su capacidad para negociar.
20.
Su meta es ayudar a MOLDEAR la conducta. Usted no puede ser responsable de cambiar la conducta. El niño que golpea no dejará simplemente de golpear, ya que ése es un acto de reacción e impulsivo. Trate de alcanzar efectos graduales.
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21.
Disciplinar significa enseñar, NO castigar. Los niños con un TDAH son impulsivos, por lo que con frecuencia hacen cosas que los meten en problemas aun cuando estén tratando de comportarse bien. Ellos necesitan de su apoyo.
22.
Déle al niño la posibilidad de escoger entre comportarse en la forma correcta o, de continuar comportándose en forma indebida, enfrentar las consecuencias preestablecidas: no un castigo, sino consecuencias que se relacionen en forma lógica con la conducta y que se le hayan explicado con claridad al niño por adelantado. Ejemplos: si el niño inclina la silla continuamente, se le quitará la silla (“Eres tú quien decide si prefieres estar de pie durante toda la lección”). Si maltrata un juguete favorito, se le quitará el mismo al niño de inmediato (colocándolo en el estante): “Obviamente, tú has decidido no jugar hoy con este juguete, de lo contrario, no lo habrías maltratado, por lo que eres tú quien decide guardarlo”.
23.
Nunca le diga al niño que es bueno o malo, sino refiérase a la conducta (no aceptable). Evite las acusaciones que hagan que el niño sienta que no es bueno, que no vale nada como persona, y que hagan que levante sus defensas: “Yo me siento mal cuando tú no comienzas a trabajar para responder las preguntas”, en vez de “Tú no estás haciendo un esfuerzo”.
24.
Concéntrese en las acciones y no en las motivaciones. Diga: “Es hora de empezar tu trabajo”. NO: “Deja de ser tan perezoso”.
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25.
Reconozca y aprecie las luchas por las que tenga que pasar el niño. Todo es el doble de difícil para un niño con un TDAH. Demuéstrele respeto y aprecio por sus esfuerzos. NUNCA lo ridiculice.
26.
Trate a los niños como individuos, no como un típico “esto” o “lo otro”. Conviértase en un detective. Descubra cuáles son las cosas que funcionan para el niño y ante las cuales responde, a diferencia de aquéllas que lo alteran.
ESTRATEGIAS DE APOYO EN EL AREA SOCIAL
Es importante trabajar en el área social del niño ya que ayudará a desarrollar y mejorar su propio auto concepto y el desarrollo de su autoestima, algo tan valioso y necesario para el desarrollo de todo niño. Por lo cual proponemos los siguientes dinámicas:
Primera dinámica: Me miro en el espejo I.
Para la primera dinámica que vamos a desarrollar, preguntaremos a los niños cómo están más cómodos para desarrollarla, si sentados, si prefieren en el suelo… La finalidad
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es
crear,
como
siempre,
un
ambiente
cálido
y
de
confianza.
Les daremos unas hojas con la premisa `Yo Soy` escrita muchas veces, y les explicaremos que deben completarlas con cualidades personales, pero evitando las características físicas, es decir que se describan por dentro. Si observamos que presentan dudas, podemos ponerles algunos ejemplos, como por ejemplo, soy simpático, soy agradable, etc.
Cuando acaben, uno por uno irán leyendo las características que han ido escribiendo y explicando al resto de compañeros por qué son así, por qué se consideran de esa manera.
Segunda dinámica: Me miro en el espejo II.
Continuaremos con una dinámica que ha dado muy buenos resultados, por la cantidad de información que nos brinda a los terapeutas, por ejemplo, el grado de timidez de los niños, aspecto relevante sobre el que también hay que intervenir.
Nos sentaremos en círculo en el suelo, para crear un clima de relajación y confianza, y con un espejo que pondremos delante de ellos, deberán ir describiéndose a ellos mismos, con la premisa de: `¿Qué veis en el espejo?`. Va a ser común que comiencen con los aspectos físicos de su persona, así como describiendo la ropa o los zapatos. Si observamos que se quedan ahí, que no continúan con el interior, emplearemos preguntas para guiarles en su expresión.
Una variante o actividad complementaria puede ser que después del espejo, sean el resto de compañeros los que vayan nombrando cualidades de cada uno de los niños, de
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forma que verán como son percibidos por los demás. Tendremos la premisa de aspectos positivos. No olvidemos que pretendemos trabajar sobre la autoestima y el autoconcepto positivo.
Tercera dinámica: Otra realidad.
Esta tercera dinámica que os presentamos trata de imaginar. Los niños tienen mucha imaginación, y a través de las historias que cuentan nos brindan la posibilidad de conocer mucho sobre ellos, sobre lo que desean, lo que les asusta, etc.
Los vamos a invitar a tumbarse en el suelo, con los ojos cerrados. Podemos poner una música suave, a bajo volumen, que invite a la tranquilidad. Las premisas que les daremos a los niños es que tienen que imaginar e inventar un personaje, y todo lo relacionado con él: cómo es, cómo es su familia, que cosas le gustan y que cosas no, cual es su deporte favorito, etc. Todo lo que se les ocurra. Cuando haya pasado el tiempo estipulado, cada uno deberá contar la vida completa de ese personaje que han inventado.
Cuarta dinámica: Me expreso con mi cuerpo.
En la dinámica que proponemos ahora, trabajamos también con la expresión corporal. Para ello, indicaremos a los chicos que en silencio deben expresar con su cuerpo cuál es su afición favorita. Los compañeros deben adivinar qué están representando sus compañeros. A continuación, deben salir y representar lo que ha
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hecho el compañero y luego lo que más le gusta a él, y así sucesivamente, deben recordar lo que han representado todos los compañeros.
Quinta dinámica: ¿Qué opinan de mí?
La siguiente actividad es genial para trabajar sobre la autoestima, ya que son los demás los que opinan sobre cada uno de los chicos. Con una hoja, realizaremos un abanico en el que los chicos irán escribiendo cualidades positivas de la persona a la que pertenezca el abanico.
Podemos sentarnos en círculo, comenzaremos haciendo los abanicos, de forma que el terapeuta explica como se hace (haciendo de modelo) y los niños los van haciendo personalmente. Luego, pondrán su nombre y entonces los iremos pasando, de forma que por cada niño vaya pasando el abanico de todos. Cuando acabe la ronda, irán leyendo en voz alta, uno a uno, las cosas que han escrito de cada uno, de esa forma trabajamos sobre la percepción que los demás tienen de nosotros mismos.
Sexta dinámica: Los siete deseos.
En esta actividad, los chicos deben ir poniéndose de acuerdo entre ellos, empleando estrategias de resolución de conflictos, escucha activa… para que entre todos decidan qué siete deseos pedirían a un mago que entrase por la puerta. Lo que pretendemos con esto es que debatan, se pongan de acuerdo entre ellos y nos dejen ver un poco más de las cosas que esperan y desean.
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ESTRATEGIAS DE APOYO EN CASA
La familia es el primer agente socializador de los hijos. Puede representar un factor protector para posibles dificultades de aprendizaje en el niño, pero también puede ser un factor de interferencia para su aprendizaje. Si éste requiere apoyo adicional para rendir de acuerdo a lo que se espera de él y no lo encuentra en sus padres, marcará el comienzo de dificultades escolares, fracasos, etc.
Por esto los padres tienen que estar permanentemente involucrados en el proceso de formación de sus hijos y para ello necesitan información y formación previa. El rendimiento escolar, junto con la opinión de los padres y lo adultos significativos, constituyen uno de los factores más decisivos en la formación de la autoestima.
La comunicación permanente con el colegio y los acuerdos que se logren en cuanto a normas mínimas de disciplina y convivencia potenciará los esfuerzos de cada uno de los padres. Los niños con TDAH tienen pocas destrezas y habilidades para detectar claves sociales finas que les indiquen qué hacer y qué no hacer en diferentes contextos.
La uniformidad en las reglas y las consecuencias de transgredirlas, produce un efecto muy positivo en el desempeño social del niño.
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La imagen de una familia estable, que protege pero a la vez fomenta la autonomía, constituye el pilar, a partir del cual el niño, más tarde adolescente y adulto, construirá una capacidad crítica que le permita desarrollarse de manera segura a lo largo de su vida. Ambos cónyuges deben estar implicados a la hora de ayudar a su hijo.
Es conveniente que los integrantes de la familia compartan sus experiencias, fortalezas y carencias con grupos de familias que viven situaciones similares, ya que al escuchar a otras personas, les es posible identificarse y abordar la situación familiar de manera diferente y más funcional.
Decálogo de la intervención familiar
1.
Aceptar y conocer el trastorno. Para todos los padres puede ser muy complicado, pero lo más difícil esta hecho, porque encontrado el problema, podemos aplicar la solución.
2. Reforzar lo positivo y obviar lo negativo. La familia debe ser observadora de sus propias conductas y reflexionar sobre sus consecuencias, para conocer y trabajar sus fortalezas y debilidades.
3. Establecer unos límites y normas y las consecuencias de no cumplirlas. Estos niños deben tener claro cuáles son las normas a cumplir, y para ello se tienen que prefijar con antelación mediante consenso. Deben estar siempre.
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en lugar visible
4. La comunicación debe ser asertiva y empática, evitando cualquier tipo de mensaje crítico ante sus fracasos e intentando ponerse en el lugar de los niños.
5. Establecer planificaciones diarias. La organización diaria del tiempo y del espacio creando rutinas, será necesario para facilitar la adquisición de hábitos de autonomía en los niños.
6. Distinguir persona de conducta. No debemos olvidar que estos niños tienen la autoestima debilitada debido a todos los fracasos que han ido acumulando en su vida, por eso cuando les hagamos una crítica, esta debe ir dirigida a su conducta. Por ejemplo, le diremos: "tu cuarto esta desordenado", en vez de "Eres un desordenado".
7. No olvidar que los padres son sus mejores modelos a seguir. Nosotros debemos ser su guía en sus actuaciones día a día.
8. Contacto continuo entre familia y colegio. La coordinación y la intervención en ambos ámbitos será la mejor herramienta para paliar las dificultades que se irán encontrando a lo largo de su vida escolar.
9. Mejorar su autoestima. Es necesario compensar sus dificultades proporcionando los apoyos necesarios haciendo hincapié en sus potencialidades. Debemos exigirles en función de sus posibilidades.
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10. Paciencia y constancia serán fundamentales para conseguir nuestros objetivos y unas mejores relaciones familiares.
¿Cómo ayudar a mi hijo con TDAH a mejorar su conducta?
Con un niño o adolescente con TDAH en el hogar, muchas familias ven su casa más como un campo de batalla que como un lugar apacible. El niño o adolescente infringe las normas de la casa, se resiste hacer los deberes y por regla general perturba la tranquilidad del hogar. No existe una cura para el TDAH, pero sí es posible mejorar su conducta, las relaciones sociales y la adaptación general en casa mediante la aplicación de determinados principios. Para un niño o adolescente, y más para los afectados por el TDAH, tener puntos de referencia claros sobre lo que debe o no debe hacer es tan vital como alimentarse. Para ellos tener claros los límites educativos es importante por tres motivos fundamentales: 1. Porque le ayuda a entender e integrar las normas que rigen el mundo en el que viven.
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Un sistema de normas que no sea cambiante le ayuda a saber predecir las consecuencias de su propia conducta. Le ofrece la seguridad de saber a qué atenerse en todo momento. 2. Porque le ayuda a sentirse seguro. Todo ser humano necesita un punto de referencia. Un camino señalado por donde crecer para después, al hacerse autónomo, decidir si quiere continuar por él o si prefiere tomar otro derrotero. 3. Porque les ayuda a portarse bien, a ser mejores personas y, por lo tanto, a tener un buen concepto de sí mismos. Al igual que nos sucede a los adultos, al niño le resulta más fácil portarse bien si tiene los límites claros y si tiene incentivos que le animen a hacerlo. Para educar a los niños y niñas con TDAH se hace necesaria la disciplina. Los jóvenes necesitan saber lo que pueden y no pueden hacer. Aprender que son responsables de sus actos y que toda acción tiene por lo tanto una consecuencia. La disciplina les ayuda a aprender las formas adecuadas de comportarse y actuar. En los primeros años, la existencia de disciplina y normas les aportará seguridad, ya que tendrán una guía para saber cómo actuar. Toda medida educativa depende del contexto, del niño y de lo que queremos conseguir. Por este motivo, las modificaciones en nuestra manera de educar deben provenir del conocimiento de ciertos principios educativos básicos y del análisis de cuáles son las respuestas más adecuadas para cada situación concreta. Esto nos ayudará a desarrollar una especie de sexto sentido que nos ayude a tomar decisiones correctas en el momento oportuno. pág. 33
Si lo que nos proponemos es enseñar al niño con TDAH a ser más reflexivo y, por lo tanto, menos impulsivo, los primeros que debemos de actuar de esta manera somos los padres, docentes y profesionales que trabajemos con el niño. La mejor manera de ayudar al niño es siendo un buen modelo, actuando de la manera en que queremos que actúe el niño. Por ejemplo, si estamos inculcando al niño a mantener el respeto del turno de palabra, levantando la mano para que se le escuche, nosotros también deberemos hacerlo, respetaremos los turnos cuando mantengamos conversaciones con otras personas. Hay que ayudarle a controlar e inhibir la conducta, a controlarse. Para ello se le enseñara a pensar antes de actuar, que se tome su tiempo antes de responder, etc. Con esto, a lo que nos estamos refiriendo es, evidentemente, a instruirlo en el uso de las autoinstrucciones. Además, generaremos estrategias de entrenamiento para ayudarle a entretenerse mientras demora la respuesta. Por ejemplo, con los niños pequeños podemos llevar siempre en el bolso una libretita. Entonces, cuando ellos se aburran podrán pintar en ella. A los más mayores podemos enseñarles, por ejemplo, que mientras espera una cola, vaya planificando lo que tienen que hacer luego. Estas estrategias dependen, evidentemente, de cada niño y de cada situación. Debemos buscar, o mejor, que ellos busquen estrategias que les sirvan para controlar la conducta y la impulsividad. Por ello, las auto instrucciones les van a proporcionar, de manera paulatina, una serie de pasos que deberán seguir, hasta el momento en que los interioricen e incorporen a sus rutinas, para que sus actuaciones sean más reflexivas y menos impulsivas poco a poco.
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Cuando lo que queremos no es modificar una conducta, sino cambiarla por completo o hacer que desaparezca, lo mejor es la ignoración. Muchos de los comportamientos disruptivos que tienen los niños, tienen un propósito, generalmente la búsqueda de una respuesta por parte de los mayores, los compañeros de clase, los amigos, etc. Si el niño no obtiene esa respuesta que busca, que para él es como una recompensa, poco a poco irá eliminando la conducta puesto que no le reporta ningún beneficio, hasta el momento en que se elimine por completo. Existen dos modelos de educación funcionales para ayudar a controlar su conducta:
Disciplina Inductiva: Razonamiento de la Autoridad y participación del Educando.
En este modelo de educación el apoyo emocional es el principal mecanismo. El desarrollo socioemocional del niño y el adolescente se considera muy importante o clave. Su objetivo es transmitir afecto y aceptación, y por eso los padres se muestran disponibles e interesados en informar u orientar a sus hijos. Como figuras de referencia de los hijos en el que ven a los padres como `la voz de la experiencia`, y modelos en los que apoyar sus aprendizajes. Este modelo fomenta la comunicación afectiva y emocional. Esta es la clave de la educación de los hijos, la comunicación y el cuidado de los afectos y las emociones. Dominando el lenguaje emocional.
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En este modelo es importante señalar las consecuencias objetivas que puede tener para el hijo y los demás, su conducta, a la vez que se centra en el valor (sentido de la norma). El conocimiento social de las normas y su aprendizaje para que sean cumplidas, se hace fundamental que se trasmita a través de la familia y la escuela, aunque no solo. El cumplimiento de las normas debe ser vigilado y las conductas de los niños y adolescentes
premiada
(no
mercantil)
o
castigada
(rehabilitadores).
La meta de la disciplina inductiva es su desaparición. Ir dando paso a la autonomía de los niños y adolescentes, a medida que van creciendo (razones interiorizadas; aprender a autorregularse)
Apoyo Conductual Positivo:
Es un Método de Intervención con la Conducta que consiste en Enseñar las Habilidades necesarias para que los/as niños/as y adolescentes no necesiten expresarse de forma desafiante. Es decir, prevenir y educar más que corregir o controlar. Queremos que los niños y adolescentes aprendan a controlar su conducta, no queremos que dependan siempre de alguien que lo haga. Por lo cual, una vez estudiada la función que tienen sus conductas problema, desarrollaremos intervenciones proactivas que buscan prevenir la conducta problemática antes de que ocurra. Las Conductas Problema suelen aparecer por la falta de habilidades para comunicar sus deseos o necesidades, por lo que en ese momento podemos tranquilizarle y ofrecerle un modelo adecuado para comunicarse y posteriormente plantearnos la necesidad de
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enseñar esas habilidades que no tiene para que no necesite de nuevo realizar esa conducta. Los niños y adolescentes necesitan límites claros y que no sean variables. Lo ideal es que la madre y el padre decidan cuales van a ser y que va a pasar cuando esos límites se superen. Todo ello debe hacerse antes de necesitarlos para que en ese momento no surjan discusiones. Las normas de la casa deben ser las mismas para todos los miembros de la familia y es mejor que estén escritas. Así pues el Protocolo de Intervención ante conductas disruptivas o conductas problema de niños o adolescentes con TDAH será:
Identificación de la Conducta Problema.
Evaluación Funcional (sistema de observación y registro).
Elaborar las Estrategias de Intervención.
Ejecución de las Estrategias de Intervención.
Seguimiento del Plan Planteado, adaptación curricular
Dado que los niños con Tdah les encanta la estructura familiar y las rutinas, el control de su comportamiento puede formar parte de una estrategia que incluya no solo el tiempo que pasa en el colegio, sino también el anterior y el posterior. Es importante que los maestros y padres acuerden la adopción de estrategias que hagan que el niño se mantenga las conductas positivas, a través de:
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Reforzar las conductas positivas
Explicar las consecuencias de las conductas inadecuadas Actuar con rapidez Firmeza en la adopción de castigos Instrucciones claras y precisas Evitar el enfrentamiento
Es importante no permitir que el niño no nos enfrente para lo cual podemos:
Emplear un lenguaje corporal que no resulte amenazador Evitar los gestos que se hagan con las manos (apuntar con el dedo), expresiones
faciales y verbales (gritos), resulten amenazadoras Ofrecer apoyo de manera calmada
Las estrategias que se llevaran a cabo deben tener coherencia entre la casa y el colegio, es importante establecer mecanismos de comunicación entre el maestro y los padres, ya esto facilitara para las dos partes el mejoramiento de la conducta y se podrá realizar re ajustes a las estrategias planteadas. Las alabanzas de los padres y maestros pueden ser muy eficaces en el mejoramiento de la conducta del niño, porque promueven su desarrollo de su autoestima, confianza en sí mismos, repetición de las conductas deseadas. También es importante tomar en consideración los siguientes puntos:
Las respuestas positivas ante una conducta deseada deben darse con mucha frecuencia.
Se debe prestar atención a los aspectos positivos
Debemos dar un apoyo adecuado, sin irritarnos.
Hay que permitir que los niños asuman sus responsabilidades
Debemos potencializar las destrezas y habilidades que el niño presente
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