Coapan. Revista de Literatura y Otras Reflexiones

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SECCIONES

Número 1, septiembre 2020 UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO Rector Enrique Graue Wiechers ENP PLANTEL 5 JOSÉ VASCONCELOS Dirección Velia Carrillo García COAPAN REVISTA DE LITERATURA Y OTRAS REFLEXIONES Dirección general: Hernández Sánchez Érika Comité editorial: Delgado Díaz Alejandra Hernández Sánchez Érika Ibáñez González Alejandra Mayté Rosete Olvera Leonila Hortensia Toledo Cortés Anahí Vargas Jiménez Edith Edición y corrección de estilo: Delgado Díaz Alejandra Hernández Sánchez Érika Vargas Jiménez Edith Diseño: Delgado Díaz Alejandra

1. FACULTAD DE COAPA (EDITORIAL) Pensada como la sección editorial, este apartado estará a cargo de la directora y/o editores de la revista (docentes pertenecientes al Colegio de Literatura de P5). Lleva el nombre de “Facultad de Coapa” debido a la porra de la preparatoria y a que es un nombre representativo tanto académica como institucionalmente; es decir, refleja que quienes escriben son los docentes o representantes de la institución. 2. DESDE LAS TUMBAS (FICCIÓN) Este apartado está pensado para reunir los trabajos de creación literaria, tanto de alumnos como de trabajadores y docentes. Lleva este nombre por las jardineras que son llamadas así por los preparatorianos, debido a que “van a matar” el tiempo en ellas. Este nombre se antoja menos formal y refleja un aire familiar para la comunidad de prepa 5. Los contenidos propuestos para albergar son: poesía, cuento y minificción. 3. JOSÉ VASCONCELOS (ERUDICIÓN) Esta sección lleva el mismo nombre que la preparatoria. Debido a que este apartado contendrá trabajos más tendientes a lo académico, se le dio el nombre de José Vasconcelos, en la medida en que refleja justamente el trabajo intelectual más riguroso y representativo de la UNAM. Los contenidos propuestos para albergar son: ensayo, artículo y crónica. 4. ALFALFA (ICONOGRAFÍA) Este apartado está pensado para toda la producción gráfica de la revista. El nombre se deriva también de la porra de la preparatoria y remonta a los orígenes de ésta, cuando era una hacienda. Se propone como la sección visual y los contenidos propuestos para albergar son: fotografía, pintura, caricatura y cómic. 5.VAQUEROS PREPA 5 (RECOMENDACIONES) Finalmente, se propone una sección de recomendaciones de libros, películas, cómics, autores, etcétera. El título del apartado se deriva del nombre del equipo del fútbol de la preparatoria, además de que hace alusión también a los tiempos en que vacas y alumnos convivían en los primeros años de creación del plantel.

PORTADA Doctor COVID AÑo: 2020 Alejandra Delgado Díaz Collage digital Coapan es una publicación fundada en 2020, editada por el Colegio de Literatura de la ENP 5, José Vasconcelos, de la UNAM. Calz. del Hueso sn, Coapa, Tlalpan, 14300 Ciudad de México, CDMX.

BLOG https://revistadeliteratur.wixsite.com/prepa5unam Colegio de Literatura P5 UNAM Colaboraciones y correspondencia: revistadeliteraturaenp5@gmail.com

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ÍNDICE

Facultad de Coapa Editorial

En tiempos de COVID, CON-VIDA Érika Hernández Sánchez

Desde las tumbas Ficción

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José Vasconcelos

Erudición De la pandemia a la extinción Jesús Alejandro Peña Carmona , Joshua Alejan- Cartografía del COVID-19 dro Marín Toski,Yael Eduardo Wido Velázquez, Rafael Ernesto Sánchez Suárez Juan Antonio Mendoza Victorino, Mauricio Elsa Mireya Alvarez Cruz Flores Noguez

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Una muerte anhelada en tiempos de pandemia

La ventana Edith Vargas Jiménez Laura Vargas Alba

Lo que el Covid se llevó Por favor, no llegues a casa y nos trajo

Tonas Lima Rosa María Rangel Mondragón

La historia no predice, pero

Vida en pandemia nos informa Gabriela Ortiz Carrillo Enrique Esqueda Blas Mutación Alejandra Delgado

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Vaqueros Prepa 5 Recomendaciones

La peste y el mar Rosa Mendoza Valencia

La peste de Albert Camus Arwen Gutiérrez

El precio a pagar Itzak Mozarat En medio de la pandemia Spider Vega

En tiempos de pandemia, leamos a Saramago Leonila H. Rosete Olvera

Un poco de historia y un poco de abejas Ana Patricia García García

De ti se precisa Érika Hernández Sánchez

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Iconografía La galería de las pestes Antígeno Carlos González Fernando Reyes Varela

Sin título Las últimas cuerdas del mundo Valentina Medina Fernando Rocha Rosario

Días normales Alejandra Delgado

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Facultad de Coapa Editorial

En tiempos de COVID, CON-VIDA Editorial La revista digital Coapan. Revista de Literatura y otras reflexiones nace como una propuesta de difusión cultural de la ENP Plantel 5 “José Vasconcelos”. Su mayor propósito es fomentar el hábito de la escritura y la lectura en los alumnos, los docentes y los trabajadores de esta institución educativa. La comunidad Coapa puede colaborar en la revista con diversos prototipos textuales como el narrativo, el poético, el argumentativo y el expositivo, en torno a distintos temas. Además de la escritura literaria y académica se busca el desarrollo y la práctica de otras artes como la pintura, la fotografía, el cómic y el cine. La escritura de la literatura es uno de los ejes principales, no obstante, la revista está abierta a otras reflexiones muy importantes para el desarrollo de los alumnos universitarios de Prepa 5, como la filosofía, la historia, la sociología, el derecho, la biología, la química, la física, la música, la danza, los idiomas, la psicología, los deportes y todas las ramas del saber. La revista también nace para apoyar el ejercicio de la publicación de textos de los jóvenes universitarios de Prepa 5, así como la lectura, la reflexión, la valoración y la apreciación de las artes, las humanidades, las ciencias y los deportes. Con esto, esperamos contribuir gustosamente en su formación humanística, social y científica. En definitiva, a su formación interdisciplinaria, pues la ENP ofrece un conocimiento multidisciplinario. Nos hubiera gustado que el primer número fuera acerca de un tema más agradable, sin embargo, escribir, leer y reflexionar acerca del COVID-19 nos recuerda que somos vulnerables, que debemos parar un momento y observar el mundo, apreciar nuestro planeta, valorar la naturaleza, cuidar nuestras vidas y la vida de los demás. Son momentos difíciles, sí. No obstante, escribir y leer son formas también de mirarnos, pensarnos y combatir esta pandemia. Esta revista digital la hicimos con mucho cariño para toda la comunidad de Coapa. Esperamos que la disfruten, se apropien de ella, que forme parte también de su identidad preparatoriana y que la vean como un espacio para dar a conocer sus ideas y creaciones. Agradecemos a todos los que colaboraron arduamente en esta primera edición, a la maestra Velia Carrillo por el apoyo que nos brindó para la difusión de la revista en los medios oficiales de la prepa. Muchas gracias también a los estudiantes y docentes que enviaron sus colaboraciones. Los invitamos a conocer las secciones de la revista en las siguientes páginas y a que se animen a participar en los sucesivos números. Érika Hérnández Sánchez Coapan

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Desde las tumbas Ficción

POESÍA CUENTO MINIFICCIÓN Coapan

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De la pandemia a la extinción Por Jesús Alejandro Peña Carmona , Joshua Alejandro Marín Toski,Yael Eduardo Wido Velázquez, Juan Antonio Mendoza Victorino y Mauricio Flores Noguez.*

Bien, aquí vamos. Iniciar grabación. Me llamo Alejandro, estoy a bordo de un transbordador espacial con destino a Keppler-186f, con 500 personas más y hoy se cumplen 10 años desde que salimos de la Tierra… Recuerdo mi adolescencia, era un joven común con una vida común, sin nada más que hacer que ir a la escuela y a una que otra fiesta… ustedes saben, preocuparme por entrar a la universidad en mi último año de preparatoria. Hasta que llegó el 2020, ese maldito año donde, en solo algunos meses, se derrumbó en pedazos el mundo entero.

Pero, ¿cómo y dónde empezó todo?

¡Todo este “problemita” surgió porque a alguien, algún brillante chino, se le ocurrió que comer murciélagos era una buena idea! Ya saben cómo son. O tal vez simplemente una mariposa batió sus alas en algún lugar del mundo y desencadenó esto, por lo del efecto mariposa y esas cosas... Bueno, no importa.

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Al principio recuerdo a mis amigos bromeando. Cuando alguien tosía, cuando veíamos a alguien con ojos rasgados, decíamos que tenía coronavirus, y bueno, al final no sabíamos a lo que nos íbamos a enfrentar. Lo que empezó como el COVID-19, en 2 años llegó a ser un COVID-30, convirtiéndose, de un virus poco mortal, en la causa de la exterminación del 90% de la población mundial. Pero, ¿qué era este dichoso “COVID o coronavirus”? Era un virus que afectaba las vías respiratorias principalmente, extremadamente contagioso, por medio del aire, podía entrar por las vías respiratorias y ojos, solo que al principio presentaba una tasa de mortalidad del 10% aproximadamente. En pocos meses logró mutar tan rápido gracias a nosotros. Un virus relativamente nuevo, sin alguna cura o tratamiento… Pues bien, empezaron a tratarlo


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con lo que curan la influenza. ¿Saben qué le hacía al virus? ¡No le hacía NADA! solo hacía más fuertes las proteínas de su capa lipídica, haciendo más estable su estructura de corona para atacar a las células mucho más rápido. Hay tantas cosas que se pudieron hacer, decretar una cuarentena y así reducir la mortalidad, pero ¡no! el humano tiene que ser necio y cuando ve el peligro busca una solución desesperada, en lugar de salvar al mundo, prefiere buscar otro, como si fuera desechable. ¡ESTOY HARTO! ¿Cómo pudimos terminar así? En un maldito transbordador hacía el supuesto planeta gemelo de la Tierra.

Bueno, primero que nada, no somos solo personas comunes, somos los sobrevivientes. Somos el producto de la evolución, ley del más fuerte, fuimos pocos los que pudimos sobrevivir, el virus arrasó con la población, excepto nosotros, porque nuestro cuerpo pudo resistir el virus, al grado de combatirlo, solo sobreviven los más saludables, fuertes y todos de 20 a 30 años, en ese entonces solo teníamos 10, 12 y hasta 19 años, no más. Nos encontramos en el espacio, en busca de un nuevo comienzo, un nuevo hogar. Realmente ya no sé si solo estamos evadiendo a la muerte o al destino, hemos estado viviendo limitados por el pasado y el incierto futuro, lo único claro aquí es que dentro un par de meses no tendremos nada, y si en el próximo planeta no encontra-

Imagen: www.freepik.es/fotos-vectores-gratis/estrella’>Vector de Estrella creado por dgim-studio - www.freepik.es

Después de los primeros tres meses de que el virus se esparció, las personas empezaban a morir. Tras un año, había muerto 35 por ciento de la población y al cabo de otro año solo quedaba 10 por ciento. Sin duda hubiera preferido morir a ver a la gente fallecer delante de mí, hubiera preferido morir a ver a mi familia desvanecerse. ¿Pero cómo es que sigo aquí con otras 500 personas?, ¿por qué solo 500 sí sobrevivieron?, ¿solo el 10% de la población mundial?, ¿solo 500 en toda América?

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Después de la crisis en China, el virus no tardó en expandirse a cada rincón del mundo.

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Desde las tumbas

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Ficción

mos un hogar, temo que la muerte es más que un hecho. Se siente la inquietud y el miedo en la nave por saber que, en cuestión de horas, el destino de los seres humanos será definido por lo que encontremos en el siguiente planeta. El cuerpo de reconocimiento fue enviado a investigar, y esta angustia es insoportable, el temor a no saber si podremos dejar esta lata o si moriremos asfixiados, por hambre, incluso con una nueva forma de vida y ahora seremos dominados ¡Ayyy! La verdad ya no sé ni qué pensar, no me puedo imaginar cosas peores. Sea cual sea el destino de esta grabación, quiero que sepan que alguna vez, la raza humana fue próspera, con una mentalidad tan egocentrista que la hacía sentirse invencible, pero algo tan simple que ni siquiera consideramos nos exterminó y derrumbó nuestros imperios, nos hizo abandonar el planeta que nos dio vida y ahora eso mismo nos lleva al borde de nuestra extinción. Creo que es el momento de entender y aceptar lo pequeños que somos ante la naturaleza, y las consecuencias de nuestros propios actos. Es momento de despertar o terminarán como nosotros, a punto de llegar a un planeta que desconocemos, pero tenemos la esperanza de que la raza humana sobreviva.

* “De la pandemia a la extinción” fue escrita por un grupo de quinto año de Prepa 5, a partir de sus experiencias y sentimientos surgidos de la contingencia sanitaria del COVID-19, además de su gusto por la ciencia ficción y la astronomía. Asesorados por el profesor Carlos Cortés. Puedes encontrar la grabación de esta historia en: https://url2.cl/SfYlB

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Alfalfa

Iconografía

Autor: Fernando Reyes Varela* Serie: “Antígeno” Técnica: Imagen trabajada digitalmente Medidas: 25 x 30 cm Año: 2020

* Fernando Reyes Varela es licenciado en Artes Visuales por la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM, diplomado en Historia del Arte Mexicano. Actualmente es Profesor “B” Definitivo en la ENP, donde imparte las materias de pintura y grabado, dentro del Colegio de Educación Estética y Artística. A la fecha cuenta con 16 exposiciones individuales y más de 100 exposiciones colectivas en las que ha participado.

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La ventana

Por Laura Vargas Alva Profesora apasionada de la literatura, lectora incorregible; feminista en construcción.

Escribo con tinta invisible, mientras miro por mi ventana. Trazo signos para abrir mundos dentro de mí…

Más laberintos por desandar, también Asterión precisa ser liberado del mito que lo encadena. Y si en este recomenzar la ternura se sienta entre nosotros y nos vuelve a habitar la inocencia. Y nos avergüenza la hoguera que quemó a la bruja y la hechicera.

Y para saciar oídos sedientos con un mismo latido, con un mismo aliento, con los ojos insomnes, escuchamos El “Érase una vez” en la dulce voz de la abuela Sherezada y esta vez no olvidamos… y esta vez no erramos el camino. Y el “Pienso luego existo” ya no es nuestra prisión perpetua y al fin Platón acepta el yerro de desterrar el alarido y la locura del poeta. Deletreo más signos de la venida y el nacimiento de esta otra epifanía y la tierra huele a nueva.

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Imagen: Kaitlyn Jade

Y si después de tanta oscuridad, volvemos al principio… Y reverenciamos el fuego primigenio, bendecidos otra vez por el sermón de la montaña.

Y si creemos la fábula kafkiana y la sirena en esta otra odisea vence a Ulises con toda su soberbia y miramos el tejido arrumbado y la túnica ligera de una Penélope libre de la carga de la espera. Y si esta vez nos atrevemos a defender la utopía llamada Barataria y la gobierna el tonto y bueno de la aldea. Entonces y sólo entonces valdrá la pena renacer de otra manera.


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Iconografía Autora: Alejandra Delgado, serie: “Días normales”, técnica: fotografía digital, año: 2020.

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Por favor no llegues a casa Bitácora de un año inesperado Por Tonas Lima Yo quisiera ignorar este destino impreciso y degradante. Yo quisiera acercarme a un huerto y hundirme en la tierra fértil hasta morir de asfixia. Roberto García de Mesa

Abril He salido solo a recorrer la ciudad en bicicleta. Imaginaba que el Centro Histórico estaría desolado, como si lo que hubiera en el aire no fuera un virus, sino un gas tóxico que al respirarlo automáticamente te fulmina. Esas calles, hace poco repletas de gente, como el cruce de Eje Central y Madero, ahora están cercadas y custodiadas por policías. No exagero cuando digo que el centro está atestado de policías y patrullas que hacen sonar por las calles una tétrica grabación que dice: ¡Quédate en casa! La tensión es más fuerte que la de una película de terror. La dureza de las circunstancias se ve, se respira. Huele al polvo sedimentado que las pisadas humanas ya no esparcen. Esta soledad vaticina futuros desastres. ¿Pero cuáles? ¿Cuáles más grandes que los que ya tenemos? Siento miedo. Pero también emoción. Hay algo en las calles que no me quiero perder. Los que deambulan por aquí son gente sin hogar que va arrastrando sus pocas pertenencias —el terror de su alma, su desesperación, locura y soledad— en bolsas negras o cajas de cartón. El Teatro Blanquita, que fue hogar de muchos, está enrejado, vacío. La colonia 2 de Abril está tomada por el cuello; se muere sin su fauna habitual. Voy hacia Avenida Juárez a ver si está la señora de las aguas de sabor que se pone afuera del Little Cesar`s. Afortunadamente está. Le pregunto cómo le ha ido. — ¡Gacho! Los almacenes ya no tienen botellas, niño. Se las llevaron los cabrones que andan ven-

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diendo gel antibacterial. Chance y hay en la Meche, pero ¡ñá! qué voy a andar yendo... Ya ves que no les gusta asaltar por ahí. Me tocó el mes pasado mientras caminaba Circunvalación. Mejor así la dejamos. Óra tuve que ir a Bodega Aurrera, comprar botellas de agua, reutilizar el agua y usar la botella. Pero no me desanimo. Hice esta agüita de mazapán. Pruébala, mi niño, quedó bien buena. Me despido y me siento afuera de la estación. Pasan dos tipos con la mona pegada a la nariz escuchando a la Santa grifa en una bocina. “Vida… déjame volver a ser un niño de nuevo”. Aquí hay mucha gente destruida y mucha gente que viene y va del trabajo a sus hogares, y aún éstos con ciertas comodidades parecen desdichados. Se emborrachan cada viernes, tienen una pareja, comen tacos afuera de la estación. Todos pasan a mi lado y dejan una estela de desdicha. Y la música de esa bocina suena, haciéndome dudar de mi suerte. Tengo un terrible presentimiento. A la semana siguiente ya no está la señora de las aguas ni ningún puesto ambulante. En la calle Artículo 123 mandaron patrullas para alejar a la gente que vive en la banqueta. ¿Pero qué hicieron en realidad? Sólo motivan el errar de muchos. Las personas sin hogar ahora tienen que permanecer más escondidas que nunca, más vulnerables, más solas y abusadas. Cada vez a un paso menos de la muerte.


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Imagen: https://es.vecteezy.com/vectores-gratis/city”>City Vectores por Vecteezy

Mayo Conseguí trabajo en el Wal-Mart de Avenida Universidad. Me dedico a hacer los carritos de despensa que la gente pide por internet. Me pagan $30 por carrito. Quien me paga es una aplicación. Mi dinero se acumula en una plataforma virtual. Así de ridículo como suena. No tengo patrón, ni empresa. Dependo de mi celular para comprobar lo que hice en mi jornada. Si el teléfono falla, perdí mi tiempo. Todo aquí es artificial o intangible. Diría un sociólogo: soy un brazo ejecutor de la inmaterialidad del trabajo. A veces me embolso más de $300 en un día. Los trabajadores de Wal- Mart están encabronados porque los de la aplicación ganan muchos más que ellos. Y cómo no estarlo, sus jornadas son duras, mal pagadas, con supervisores y guardias de seguridad que no te quitan los ojos de encima. Aquí todos llevamos cubrebocas, pero siempre estamos conglomerados. Las medidas de protección son imposibles para un espacio tan reducido. Mi trabajo es sencillo: recorro toda la tienda con un carrito, buscando los productos que el cliente encargó. Tengo una lista y un aparato electrónico que me enseña la descripción de cada artículo y su posible ubicación. Al principio es difícil, pero al pasar tantas horas en este supermercado te familiarizas con la tienda, ubicas las secciones y aprendes de memoria los pasillos. Por la tarde el supermercado está llenísimo. Esto complica mi labor. Necesito azúcar. Agarro una Coca Cola de los estantes y me la bebo cuidándome del personal de seguridad. Mi celular, que es mi principal herramienta de trabajo, está mal de la batería. Me encabrono. Olvido comer. Olvido ir al baño. Quiero que llegue la noche para beberme una cerveza, meter los pedidos que hice y pensar en qué

haré con el dinero que gané en el día. Imagino salir con Gabriela, ir a la panadería de su colonia, comprar una botella de vino y comer en su casa. ¡Ah! Trabajar para eso vale la pena. Cosas simples que ahora son realmente complicadas, con decir que ya ni siquiera hay cerveza en las tiendas. Aquí también me persiguen las grabaciones que todo el tiempo te recuerdan las medidas de seguridad. Miro la luz de este lugar tan artificial, los estantes casi vacíos de los productos esenciales, la gente aterrada por tocarse unos a otros. Observo mi precariedad y los ridículos artículos que suelen pedirme, porque claro, quienes tienen dinero son los únicos que pueden darse el lujo de que les lleven una botella de vino, condones y comida light hasta su casa. ¿Cómo vine a parar a este momento de la historia del mundo? ¿De qué escribir ahora? A mí me tocó esto, caminar con un carrito por un supermercado en medio del terror vivo. No estoy para imaginar historias. Estoy, tal vez, para explicarme la propia. Y lo hago a través de las letras. Llovió y ahora estoy mojado en un andén de metro Zapata, luego de once horas de estar en WalMart. Al terminar con mi trabajo fui a comprar algo que tuviera alcohol. No tenía más que $20, así que sólo me alcanzó para una lata de tequila con refresco. La cola de las cajas era larga. Por el cansancio que tenía fui a formarme a la primera que vi. Había dos señoras gordas con el carrito repleto. Estaban malhumoradas. ¡Eran lentas! Desechaban una cosa tras otra porque no les alcanzaba el dinero. Las señoras miraban con odio a la cajera, como si ella fuera la responsable de los precios o de la pinche pobreza. Yo empecé a ver a las señoras de la misma forma, Coapan 15


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hasta que me di cuenta de que eso significaba formar parte de la absurda cadenita de desprecio. Al salir a la lluvia abrí la lata. Aún no salía de la entrada de empleados cuando di el trago de los desesperados. Llevaba la capucha y el cubrebocas. Me movía de una forma violenta y rápida. No he metido los pedidos que realicé hoy y para eso necesito llegar con el teléfono a salvo. Temo a los policías y temo a los rateros. Sólo en eso pienso mientras camino. Perdí el trabajo en Wal-Mart por emborracharme con Mario. Falté un solo día y me echaron. No me importó. Seguimos bebiendo hasta el siguiente amanecer.

Junio No tengo dinero. No hay nada que hacer. Entre más leo me doy cuenta de cuán insatisfecho me deja la vida real. Necesito agarrarle el gusto a este pedazo de existencia que me otorgaron. No hundirme en

depresiones, no dominarme por la desesperación. Ahora que no puedo sentirme libre intento consolarme con el aire del sur de la ciudad. Tomo mi bicicleta y me dirijo a Xochimilco. A las siete de la mañana aún hay niebla, un humo blanco que sale de los lagos y de la pista de canotaje. Cientos de aves de cantos que no entiendo y colores que no había visto se pasean a las orillas o se posan en las copas de los árboles. Doy dos vueltas a la pista en un trote lento. Pienso, aunque no demasiado. Este movimiento estimula mi imaginación. Estoy en un ring haciendo sombra, riendo. Estoy en Oaxaca tomando chocolate caliente frente a la iglesia de Juquila. Camino tomado de la mano de Gabriela a una pulquería, al llegar pido un pulque vampiro y luego, bailamos… Comienzo a reconocer los rostros de todos los que hicimos el hábito de correr en Cuemanco al amanecer. Los mismos a la misma hora. La mayoría son señoras de cuerpos delgados y hombres gordos que llevan a sus hijos. La ropa deportiva nos hace ver ridículos, resalta las pretensiones de cada uno

Autora: Alejandra Delgado, serie: “Días normales”, técnica: fotografía digital, año: 2020.

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de nosotros. Están los que incluso llevan puesto un cubrebocas Adidas. Y los leggins fosforescentes y el brazalete para portar el celular. Esta es una pasarela. Pero de repente aparece una vieja envuelta en rebozo, con sombrero de paja y bastón hecho de la rama de un árbol. Ella sale de una casa que está flotando sobre una chinampa, muy cerca de la pista. Camina lento. Nos observa a todos. Tiene un rostro duro y profundo que me hace sentir juzgado. Yo le doy los buenos días pero nunca me responde. Imagino que se siente invadida por la presencia de los corredores. ¿Qué queda del Xochimilco de su infancia? Me pregunto. La mayoría de los adultos en estos meses está aterrada con la idea de la muerte. En cambio esta anciana se pasea entre nosotros sin temor. Se mueve como un fantasma recorriéndonos con su hálito, con su mirada de un México indígena que contempla cómo todo se destruye, sin salvación posible. Luego de una hora me escondo entre el tule que se da a la orilla del embarcadero. Frente a mí están las balsas que alquilan a los turistas, ornamentadas con nombres como Afrodita, Laura, Diana, La más bonita. El reflejo del sol en el lago me golpea. Aquí el agua es verde. Verde pasto o verde vómito. Vale la pena estar aquí. Enciendo un porro. Fumo mirando las ondas de agua que provocan el viento y las balsas. Saco mi pluma y escribo: La garza Xochimilca permanece imperturbable en medio del lago. Concentra su vista en el horizonte. Estira el cuello. Escucha. El reflejo de los árboles en el agua hace que la garza parezca estar suspendida en sus copas. No parece prestar atención a los humanos que la observamos a unos metros. Se basta a sí misma. Se cuida sola. Se va cuando quiere. Tal vez sin razón. Yo quisiera aspirar a la autosuficiencia de la garza. Algo falta en esta reflexión. Miro las ondas que se expanden por el lago. Son como mis pensamientos, escurridizos, concéntricos. Se pierden en la inmensidad de las ideas. Se pierden entre las ideas de otros seres. Entre ideas y color entrelazado, igual que las copas de los árboles que semejan neuronas, sinapsis. Ha partido la garza y también es hora de que me vaya.

Pero en realidad no sé Por qué chingados Me voy Ni a dónde.

Este periodo de aislamiento es como una lesión. Me jode no poder moverme porque sé que de no estar lastimado podría hacer mucho, y quiero hacerlo. Tal vez deba aprender a detenerme, aunque yo no lo quiera. No siempre está en mis manos controlar lo que me pasa, pero sí disfrutar lo que me pasa más allá del dolor. La garza es mi mantra: llegando a un sitio se encoge y clava su mirada en un punto. Puede permanecer así mucho tiempo. Después vuela, caza un pez y vuelve a su quietud natural. En la soledad del Monumento a la Revolución pienso que poco importa lo que suceda con la humanidad. A mi lado una pareja se besa después de trabajar. Algunos juegan con sus perros aventándoles pelotas. Los cristianos predican y a continuación, escuchan a Joaquín Sabina. Cantan burlándose, parecen borrachos. El sonido del viento es débil. Apenas siento su brisa. Lloverá, lo promete el color del cielo. El sonido más fuerte es un silbido y el pajarito del semáforo para ciegos. La vida es más que vida humana (parece que a veces se nos olvida), pero hemos inundado el mundo de calles y monumentos, lo hemos colmado de sonidos, de significados y explicaciones. Cuando todo esté desolado por mi especie, siento que habrá un rastro imborrable. Que de mi escritura no queden ni hojas amarillas pudriéndose en el suelo. Poco importa al Universo todo lo que vi: este olor a mona mojada que percibo, ese perro que menea la cola jugando con su dueño, el cucú del semáforo para ciegos que tal vez siga sonando por un tiempo que para mí será la eternidad. Alguien se me acerca para venderme cigarros. Le compro uno y, después de utilizar su encendedor, me dice: Por favor, no llegues a casa. Claro, me digo, para qué llegar. Este podría ser el último día que camino por aquí.

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Iconografía Autora: Alejandra Delgado, serie: “Días normales”, técnica: fotografía digital, año: 2020.

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Vida en pandemia Por Gabriela Ortiz Carrillo* Cuando cae una tormenta y no tenemos paraguas, mejoras, árboles o situaciones vitales bajo la terrible tempestad, pero sí tenemos un hogar, no tentamos a la suerte, conociendo que nos mojaremos. Mientras, podemos resguardar el sueño, vivir el cuento, dibujar el vuelo, estrujar el veneno, laborar el conocimiento, ayudar al derrotado y curar al indispuesto, así, pronto dejará de llover. *Nació el 23 de junio de 2004 en la Ciudad de México, con pasión por los cuentos fantásticos y películas animadas. Orgullosa de haber ingresado a la ENP 5 con buen desarrollo académico. Responsable en cualquier aspecto con un gran amor hacia su familia y amigos.

Autora: Alejandra Delgado, serie: “Días normales”, técnica: fotografía digital, año: 2020.

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Mutación Por Alejandra Delgado*

…a veces también, prefiero no pensar, sólo tumbar mi cuerpo cálido junto a otro cuerpo cálido y olvidarme que existe una realidad fuera de la piel. Diana J.Torres

Ulises,

Imagen:<a href=’https://www.freepik.es/vectores/fondo’>Vector de Fondo creado por starline - www.freepik.es</a>

Prometí escribirte. Lo sé. Perdí la cuenta del tiempo que he pasado dando vueltas a esta carta, tratando de juntar las palabras justas. No se me olvida tu obsesión por el lenguaje, esa necesidad tuya de colocar siempre el signo preciso en el lugar perfecto, y aquí me tienes otra vez, cediendo a tus caprichos. Accediendo a tus deseos aunque ya no estás, aunque no sé si estas palabras te llegarán algún día. Decían que esto duraría poco, unas cuantas semanas, un par de meses cuando mucho, decían… Todavía pienso en la última vez, en tu pequeño cuarto. Tus manos, el calor que producía tu piel, el olor de mi cuerpo en tu boca; todo sigue aquí, fijado en este nudo de información en el que se ha convertido mi memoria. Todo, incluso la despedida, se repite. Algo me decía que esa tarde había sido la última, pero no imaginaba lo que eso significaría. — Me extrañas—, me dijiste, y yo supe que lo haría. Entonces el mundo era otro, más cercano, más ruidoso, algunos dirán que más sucio. En fin, éramos cuerpos chocando y encontrándonos vertiginosamente, o quizá nunca nos encontramos de verdad, tal vez todo era una ilusión creada por el contacto, un engaño de la piel que nos daba la sensación de estar acompañados. No importaba, la ficción era suficiente.

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Son curiosos los detalles que guarda nuestra mente, aún ahora, después de que todo ha cambiado, recuerdo vívidamente el viaje de vuelta a casa, apretujada entre el sudor propio y ajeno. No puedo decir que lo extraño, pero esa también era la vida, nuestra vida, la de antes. No me di cuenta cuándo, pero las noticias comenzaron a ser cada vez más alarmantes. Llevábamos meses escuchando rumores sobre el virus, murmuraciones de los vecinos y los compañeros de trabajo. Las tías preocupadas desinfectándolo todo. De repente ya no hubo más rumores, sólo cifras de contagios y defunciones. El informe diario con curvas que subían aceleradamente. Así empezó la mutación. No sé por qué te cuento todo esto. Conoces la historia. Estuviste allí, o al menos eso creo. Cada vez es más borrosa la frontera entre aquello que ocurrió y lo que imaginé. Lo que soñé. Todo se ha vuelto un flujo imparable de información y ruido, un torrente de signos e imágenes que no se detienen nunca. Pienso en ti, en escribir. Regreso una y otra vez a estas líneas que jamás terminan. Me resguardo en tu silencio, en los recuerdos de aquellas sensaciones, residuos de lo que alguna vez fue piel y cuerpo, deseo. ¿Recuerdas tu también?


Desde las tumbas

Muy pronto se hizo evidente que eso no sucedería. Tras el desconcierto de los científicos siguieron las medidas inmunitarias. Distanciamiento social y confinamiento. No hubo mucho tiempo para prepararse; un día no volvimos a salir. El trabajo, el afecto, la vida comenzó a volverse remota. Las rutinas a través de las cuales organizábamos nuestros días habían cambiado para siempre y ya no había marcha atrás. En ese momento aún creía que volvería a verte, a tocarte. Recuerdo nuestros breves mensajes sobre ese encuentro que llegaría el mes siguiente, o el próximo, hasta que dejamos de contar el tiempo. —Se va a acabar el mundo y no te he vuelto a ver—, me escribiste una vez bromeando. Pero el mundo no se acabó, solo cambió. Nada, absolutamente nada, volvió a ser como antes de la mutación. Todo procedimiento inmunitario implica siempre un sacrificio; elegir qué vidas vale la pena salvar y cuáles no; privilegio o exclusión, vida o muerte. El combate del virus fue sólo un pretexto que no hizo más que evidenciar esta verdad. Estábamos en guerra, una nueva guerra cuyo campo de batalla era el cuerpo de cada uno de nosotros. Poco a poco las fronteras se fueron haciendo más estrechas, nos fueron cercando, de la puerta de la casa hacia afuera todo era un campo minado de peligros donde el otro era el principal enemigo. La frontera no se quedó allí, nos fue empujado cada vez más dentro de nosotros mismos hasta que quedamos atrapados en los límites de nuestra propia piel, nos convertimos en organismos privados de todo contacto: una gran colectividad de individuos aislados, ultraconectados e infinitamente solos.

Desde hace tiempo no hago más que escribir esta carta. Sé que no la escribo de verdad, que estos signos se perderán en el infinito mundo de datos del que no puedo liberarme. Eso ya no importa. Ahora creo que nunca exististe, que siempre fui esta memoria parlante que una vez soñó que tuvo un cuerpo. El sueño se repite nuevamente, tú y yo en esa pequeña habitación, cuerpos, olor, piel, despedidas. No puedo parar, debo seguir escribiendo, encontrando las palabras justas, creo que lo conseguiré pronto, quizá esta sea la línea final, quizá…

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Al principio los cambios fueron sutiles. Ya estábamos acostumbrados a depender de nuestros dispositivos, a vivir adheridos a una pantalla que hacia las veces del mundo. Convivíamos naturalmente con esas pequeñas prótesis que nos facilitaban las tareas cotidianas. Quizá por eso la transición fue tan rápida y casi indolora. Muchos, yo incluida, vimos en la situación una oportunidad, la posibilidad de volver a crear una comunidad mundial. La humanidad entera, ahora vinculada por la tragedia, se uniría finalmente en una causa común.

Ficción Tus mensajes dejaron de llegar. Nunca supe si fue el virus o simplemente el tedio. En cierto modo agradezco que haya sido así. Sobrevivimos la pandemia pero fuimos condenados a sobrevivir sin tacto, sin piel. La amenaza de ese otro, ese virus incontrolable se volvió tan grande que no hubo más remedio. Renunciamos a nuestros cuerpos para convertirnos en esta conciencia digital. Una mente inmortal conectada a un servidor. Ahora somos intocables, no tenemos labios, ni lengua, no tenemos rostro. Ahora somos solo un conjunto de datos y recuerdos convertidos en código.

Alejandra Delgado es docente, fotógrafa y artista visual. Estudió la Licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México y la Maestría en Artes Visuales en la Escuela Nacional de Artes Plásticas, de la UNAM. Ha participado en diversas exposiciones colectivas en México y España.

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La peste y el mar Por Rosa Mendoza Valencia*

Del cinema al aire libre vengo, madre, de mirar una mar mentida y cierta que no es la mar y es la mar. Rafael Alberti

Las primeras noticias llegaron en diciembre, lo recuerdo bien pues entonces cumplí ocho años y mis padres, en franca rebeldía, me llevaron a conocer el mar. En la carretera, durante horas percibí el sabor árido del desierto, pero luego, sin darme cuenta, se me pegó su olor en las manos, en el cabello, en la ropa. Sin verlo, sabía que estaba tras la siguiente colina pues a mí llegaba su música de oleaje suave con un regusto a azahares recién florecidos, a sal y a algo más que no pude identificar, fuerte pero agradable a los sentidos. Y llegamos al mar, un mar que no admite adjetivos pues sólo el absoluto tiene su magnitud, sólo la oscuridad impenetrable se le equipara. Mi cuerpo de niña en la arena. Los atardeceres rojivioletas o las noches plagadas de estrellas tan cercanas que parecían besar mi frente. Mis padres abrazados en una playa desolada que llegaba hasta donde mi vista se perdía...

por cadáveres en bolsas de hule, pues los muertos se contaban por millares y no había panteones disponibles ni sepultureros que hicieran el trabajo. Donde las entradas de los hospitales estaban convertidas en campamentos sembrados de enfermos abandonados de dios y de sus hijos, esposos, hermanos o padres, que llegaban casi como delincuentes, tendían un plástico en el suelo y acostaban ahí a su familiar, después se iban fingiendo que habían olvidado algo urgente y no regresaban. Donde los pocos supervivientes del Servicio Nacional de Salud, sucios de sangre y de heces, continuaban en pie de guerra con las manos vacías, pues no existía un medicamento que detuviera el mal. En su desesperación, algunas personas bebían cloro y jabón y otras mil sustancias, y todos, con paliativos o sin ellos, llegaban al mismo fin. En las carreteras, había grandes caravanas rumbo a las montañas, a una vida campestre y saludable, pero en su fuga llevaban la muerte cosida a la espalda.

Mis días en el mar son un remolino de sensaciones placenteras en la memoria. Luego de esa tregua, el horror. El regreso custodiados por la policía a una metrópoli de calles vacías habitadas

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Y todo empeoró. Los cadáveres putrefactos y los alimentos y el agua contaminados acarreron otra


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peste: la tifoidea, a la que se sumó, no se sabe cómo, el cólera. Los antibióticos fueron insuficientes y los enfermos pretendían aminorar los estragos bebiendo agua de los grifos, fuente de reinfección. En las calles, los perros antes famélicos, gordos y feroces recorrían en manadas la ciudad, atacando a quien se aventuraba a salir de casa; incluso en las redes se dio noticia de una jauría que atacó la entrada de un hospital y dio muerte a cincuenta y tres pacientes que aguardaban consulta. Y los perros competían por los cadáveres con los delincuentes. En gavillas entraban a las casas, y no conformes con robar, se ensañaban en la violación y en el asesinato. Y esa fue la peor peste de todas. El ser humano, hombres y mujeres, destruyendo a sus semejantes por el placer de copular y matar con furor a los más débiles, a las más indefensas. Si ante la peste nos invadía la desesperanza, veíamos a los servidores de salud y a nuestros pares en el dolor y nos apoyábamos unos en otros, compartíamos el pan, un medicamento cualquiera, y rezábamos a un dios sordo e indiferente y nos sentíamos uno en la desgracia, y eso nos hacía fuertes. Pero llegaron los gavilleros y el terror individual se sumó al de todos. Veíamos con desconfianza a los otros que nos daban fuerza, y los atacábamos y los destruíamos antes de que ellos acabaran con nosotros. Las disminuidas autoridades implantaron un toque de queda riguroso: el ejército dispararía a quien estuviera fuera de casa. ¿A qué ir al hospital si no había medicamentos

ni quién los recetara? ¿A qué ir a las tiendas a abastecerse de alimentos si estaban vacías? Los primeros meses fueron de pavor. ¿Y qué si un malo burlaba la vigilancia y entraba al edificio? ¿Y qué si un día las autoridades olvidaban el racionamiento y teníamos que salir a buscar comida? ¿Y qué si nos contagiábamos? Los muertos tirados en las calles, sus miasmas, y los perros jalando sus intestinos poblaban mis pesadillas. Entonces mi madre, para aminorar mis miedos, bordó de luces navideñas una tela negra y la puso sobre mi cama, así, cuando tuviera miedo podía imaginar que era de noche y estaba en la playa; por su parte, mi padre tiñó de negro los vidrios de las ventanas para olvidar la fealdad del mundo. Con el tiempo, las puertas tampoco fueron necesarias pues se instalaron pequeños elevadores de aprovisionamiento, por lo que alguien tapió todos los accesos. Por fin nos sentimos seguros y comenzó la adaptación a los espacios reducidos de nuestro departamento. Pintamos las paredes, reordenamos los muebles, cultivamos alimentos en la zotehuela y ahí mismo purificamos el agua con energía solar y, los tres al parejo, aprendimos los rudimentos de la nueva vida a través de Internet, misma que con el paso de los años se fue perfeccionando. Mis días de escuela transcurrieron frente a una pantalla en la que aprendí lo necesario para hacer mi vida placentera y feliz, objetivo único que persigue la Generación E a la que pertenezco, pues en el mundo virtual que creo y recreo todos los días no existen Coapan 23


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límites para los anhelos. Compañía, amistad, amor, sexo, todo cabe en los límites de una computadora. Soy capaz de construir realidades absurdas, paranoicas, delirantes, de poblarlas de seres estrambóticos o heroicos del pasado, del presente o de la fantasía, y de vivir en ellas y olvidar por completo este espacio que habito. Mis padres siempre estaban tristes y continuamente se preguntaban si la epidemia habría terminado, cómo se veía el mundo vacío, quién se encargaba de nuestra alimentación y de dotarnos de los últimos adelantos tecnológicos. En su estrecha visión no comprendían que eso resultaba intrascendente ante el nuevo orden global, que el trabajo que hacían en la red no era un pasatiempo, sino que reportaba grandes sumas que otros, como ellos, pagaban, en un nuevo sistema económico en el que no es necesario el antihigiénico dinero que pasaba de mano en mano.

Tenía diecisite años cuando me invitaron a partir con ellos. Me negué. Al día siguiente hicieron un agujero en la puerta y salieron con la promesa de regresar por mí si el mundo era bello, el agujero sigue ahí pero ellos nunca volvieron. Hace tantos años de eso que ya sus rostros se perdieron en mi memoria. Para verlos, a veces les pongo rostros que no reconozco, y platico con ellos o los llevo al mar que me mostraron. Disfruto sus cuerpos abrazados mirando al infinito y el viento en la piel y en los oídos. Otras veces, los llevo a fiestas donde mis amigos les dan la bienvenida o hacemos una excursión a las profundidades de la tierra o a los picos más elevados. Sin embargo, a pesar de su presencia constante, a veces me siento sola o me asalta el insomnio, entonces enciendo la noche que tejió mi madre y sueño que estoy con ella frente al mar.

* Rosa Mendoza es maestra en Literatura Mexicana. Profesora de Carrera de Tiempo Completo del Plantel 5 de la ENP-UNAM. Forma parte del Comité Editorial de la revista electrónica Cultura ENPalabras. Ha publicado diversos cuentos y artículos en periódicos y revistas del país, entre ellos La Jornada, El Regional del Sur y El Sol de Morelos. Es autora de libros de texto, de antologías literarias y del blog Parapasarlite, http://parapasarlite.blogspot.com.

Imagen: VisionPic .net

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El precio a pagar Por Itzak Mozarat

En un día muy tranquilo La noticia llegó a la ciudad En Asia un virus comenzaba a brotar Miles de vidas se perdían sin dudar. Pero en México la gente lo ignoraba con totalidad Nadie acataba la orden nacional Y en el mundo la crisis se expandía más y más. Una cuarentena era la solución Pero no bastaron los pocos días de contención Ya que la pandemia no tenía dirección. Incluso en una pequeña casa de Montreal Un abuelo muy alegre comenzó a enfermar Con fuertes fiebres y poca claridad Él comenzó a desvariar. En una tarde de primavera al 911 decidió llamar Para que alguien lo pudiera ayudar Una ambulancia corrió al hospital Y la vida de todos comenzó a cambiar. Dos noches tardaron en dar Un resultado con claridad La prueba del covid-19 era positiva.

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En medio de la pandemia Por Spider Vega

Esta historia no cuenta la vida de un protagonista, no hay héroes funcionales o villanos circunstanciales, sino que, cuenta la perspectiva y la desgracia de desafortunadas víctimas de la conspiración, la censura de información y el fin del mundo. Todo esto empieza en el año de 2019, en la Ciudad de México, durante el mes de noviembre, con un estallido en el cielo. De ese estallido cayó un objeto desconocido en el centro de la ciudad de México, alrededor de las diez de la mañana. Las autoridades desconocen qué era ese objeto. ¿Acaso era un arma experimental defectuosa del gobierno de los Estados Unidos, la falla de un satélite, basura espacial que cayó de regreso al planeta? Muchas posibles historias, solo una verdad. Y las verdades nunca salen en los periódicos o en las noticias. La UNAM ofreció las instalaciones de la Facultad de Criminología y la Facultad de Ingeniería para poder tratar el asunto, y con base en los resultados, el gobierno y los diplomáticos “tomarían decisiones” y actuarían.

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Varios estudiantes se ofrecieron como voluntarios para formar parte del equipo de investigación. Aquellos individuos no sabían que esa iba a ser la última acción que realizarían en vida, ya que tres días después, dentro del laboratorio, algunos de los voluntarios fueron encontrados muertos de una forma brutal, como si de un animal se hubiese tratado. Del grupo de ocho individuos, solo sobrevivieron tres, con la distinción de estar enfermos de gripe; registraban una temperatura de 42°. Por desgracia, terminaron muriendo una semana después en el hospital general, de una manera poco usual. O al menos es lo que fue redactado por la prensa. Pasaron algunas semanas, entonces el verdadero infierno se empezaba a desatar por si solo, ya que en China un usuario compartió en sus redes sociales un video en el que aparecían unas feroces y violentas criaturas deformes, de color verde oscuro, que expulsaban un gas de color gris como si fuera insecticida, causando que las personas en China enfermaran y murieran. Las noticias catalogaron el video como un “montaje para asustar” a la población en Wu Han.


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Las redes sociales solo divulgaban memes y burlas al respecto, muy pocos individuos se tomaron en serio aquel video. En el mes de enero del año 2020, se registró la presencia de un virus en Italia, bastante agresivo, muy similar al que se había visto en “el supuesto montaje” del usuario en China. Entonces las autoridades de la OMS, se vieron en la necesidad de realizar un paro de las actividades alrededor del mundo, generando una cuarentena obligatoria. Como era de esperarse, las personas hicieron caso omiso a los comunicados en la noticia. Por desgracia, murieron alrededor de 15 millones de personas en un solo día alrededor del mundo a causa de aquello que sería posteriormente conocido como Covid-19.

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Puede que sea casualidad, karma divino, un plan oculto de las superpotencias, no se sabe mucho al respecto. Solo se sabe que nosotros, los humanos, somos demasiado cerrados y limitados para comprender esta clase de sucesos. Eventualmente, los visitantes de aquel estallido en el cielo se decidieron a aparecer frente al mundo entero, como si fuesen personas. Para ser extraterrestres, que supuestamente eran catalogados como salvajes, su apariencia física no era tan diferente a la de los seres humanos. Su compostura era erguida, en su cabeza poseían una gran cresta hecha de hueso, no tenía ojos ni nariz, su boca estaba conformada de dos hileras de largos dientes, sus manos simulaban ser las patas de una tortuga, sus dedos tenían enormes garras retráctiles, los brazos llevaban una especie de aletas, muy similares a los peces de agua dulce. Su forma de andar variaba mucho, cuando estaban cazando solían moverse con sus cuatro extremidades. En cambio, si estos seres estaban relajados y muy tranquilos se desplazaban erectos, con dos patas. Estos seres no conocían ningún concepto de sociedad, solo se limitaban a reunirse en una zona en específico y realizaban una especie de ritual con Coapan 27 Coapan 27


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cánticos espeluznantes, parecían ranas en un pantano a la media noche. Eran muy tranquilos y no causaban problemas durante la noche. Era curioso. Porque, al mínimo rayo de sol, estos seres rompían la armonía, rugiendo fuertemente y desplazándose de un lugar a otro en sus cuatro extremidades. En cuanto a las víctimas que llegaban a ser atacadas por las criaturas, la mayoría no vivía para contar los sucesos, porque les devoraban la cabeza y dejaban su cuerpo completamente mutilado. Mientras que las víctimas que quedaban heridas o infectadas con el gas que expulsan de la boca enfermaban durante el lapso de una semana. Al primer día, las víctimas sufrían síntomas como gripe, vómito con sangre y su cuerpo registraba una temperatura alta que oscilaba entre los 38 y los 45° centígrados. Al segundo día, la víctima empezaba a sufrir insomnio y un dolor desagradable en las venas, además de escalofríos. Al tercer día, los sentidos del olfato y el oído se agudizaban, sin embargo, el sentido del tacto, la vista y el gusto empezaban a fallar, hasta que el infectado quedaba ciego. Al cuarto día, la víctima empezaba a perder el vello corporal y sus distinciones sexuales visuales comenzaban a desaparecer. Al quinto día, la piel de la víctima se endurecía y cambiaba paulatinamente su color original hasta adquirir un tono de color verde. Si la edad de la víctima oscilaba entre los 15 y 28 años, se volvía de un tono claro, cuando era mayor de 30 años, su piel se volvía de un tono oscuro. Al sexto día, los labios, la dentadura y la nariz de la víctima desaparecían, siendo sustituidos por dos orificios pequeños y dos hileras de colmillos largos y delgados. Al séptimo día una estructura ósea le empezaba a salir en la cabeza, con cuernos pequeños, de alrededor de dos centímetros de largo, y en los dedos de sus manos le crecían garras de hasta 15

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centímetros, y una especie de aletas hechas de cartílago, tanto en los brazos como en la espalda. Cuando pasaba el séptimo día, si la víctima respondía bien a las modificaciones que sufrió su cuerpo, revivía y se volvía un individuo más de la especie de los seres extraterrestres, perdiendo su conciencia y personalidad distintiva. En caso de que este no aceptara esas nuevas modificaciones, el cuerpo de la víctima infectada empezaba a disolverse como si de ácido fuera su sangre, destruyendo evidencia de que alguna vez llegó a existir esa persona. A estos seres se les conocía por tener una reproducción ovípara. Cuando buscaban una pareja reproductiva, las hembras emitían hormonas que daban a conocer a los machos que estaban en condiciones de poder procrear, mientras que los machos solían mandar señales psíquicas hacia sus compañeras, que generaban color en su cerebro, muy similar a los camaleones. Si en algún momento dos machos coincidían con una misma hembra, estos recurrían a combatir brutalmente, hasta que solo uno de ellos quedaba con vida. El macho triunfador entonces ofrecía el cadáver de su rival a la hembra y empezaba el proceso de cortejo. En el mundo se registró un gran cambio, al percibir que los niveles de contaminación estaban en cero, la fauna natural se desenvolvía en el ambiente abandonado por el ser humano, criaturas que se creían extintas reaparecieron ante los ojos del público. Estos seres no interferían con ellas, existía una armonía que hace millones de años no era posible. A diferencia del ser humano, estos seres solo atacaban para cazar y sobrevivir, permitiendo el balance de la cadena alimenticia. El que exista paz no significa que en el futuro no estalle una guerra. Ellos lo saben, nosotros lo sabemos. Esta historia no es de héroes o villanos en una lucha constante por el control del mundo. Se trata de la especie más apta en el planeta. Tarde que temprano esa guerra estallará. Y solo una especie será la dominante y la más apta.


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Iconografía

Autora: Alejandra Delgado, serie: “Días normales”, técnica: fotografía digital, año: 2020. Coapan 29


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De ti se precisa Por Érika Hernández Sánchez *

Se precisa del viento rozando las pestañas, anidando en la cabellera, de la lluvia cayendo sobre el rostro y aprovechar la situación para llorar. Se precisa con quién ir de la mano y hablarle al oído, abrazar al amigo espontáneo y pasajero, al que se presenta por primera vez, poner la cabeza sobre el hombro del amado, dar un beso, dos o más al saludar o despedir. Se precisa mirar de frente, sin clausurar las bocas, ni asfixiar la palabra. Al aire libre se precisa del Cinema Paradiso. No alcanza la imagen devuelta por el espejo, hacer zoom limita la extensión de la mirada… Precisamos del otro, la otra, de ti, precisamos de nosotros. *

Érika Hernández Sánchez estudió la carrera de Lengua y Literaturas Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras, UNAM. Actual-

mente cursa la Maestría en la Enseñanza de la Educación Media Superior en la misma casa de estudios y es profesora de Literatura en la ENP “José Vasconcelos”. Ha cursado diplomados y talleres de cine. Le gusta escribir poesía, cuento y guiones cinematográficos.

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Imagen: fotografierende en Pexels

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Desde las tumbas Alfalfa Iconografía Ficción

Autora: Valentina Medina, técnica: fotografía digital. Coapan 31


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La galería de las pestes Por Carlos González*

El hospital está al final de la calzada. Caminarás hacia él, como siempre lo haces al regresar de la escuela, y te detendrás para admirarlo (ha pasado un rato desde que alguien repintó la fachada del color crema que lo caracterizaba). La primera vista del interior son las camas de hierro pegadas a los dos costados de la pared, separadas por lo que queda de desgarradas cortinas que pretendían ser azul cielo, pero que ahora se acercan más a un sucio gris. A esta sala, que solía ser la de urgencias, volverás más tarde. Seguirás de frente hasta cruzar la puerta que conecta con los consultorios, cuidando rodear la pequeña central donde se realizaban los reportes de ingreso de los pacientes. A lo largo de las paredes, junto a la puerta, están los cubículos correspondientes a los consultorios de medicina general y de especialidades, que flanquean un pequeño jardín cuadrado. Frente a ti, uno de los cuatro ventanales que dan al jardín, tan largo como el pasillo se encuentra repleto de polvo y, sin embargo, las peque-

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ñas corrientes de aire frío que circulan por ambos lados del ventanal mueven las partículas a través del vidrio; en ese vaivén cuasi dancístico se forman unas figuras bastante peculiares. Te recargarás en la pared contigua a la puerta del acceso a emergencias y mirarás el polvo, míralo con atención… «Hace mucho tiempo, la catedral de Santa Sofía se hallaba sin una sola alma en su plaza principal, la vista que había de ella desde Palacio causa una gran tristeza a la emperatriz Teodora, quien no solo lloraba por su pueblo, sino también por el emperador que había caído enfermo. La emperatriz oraba por el imperio y por su líder con locura durante siete días y siete noches, y en cada noche, ayudada por las antorchas que alumbraban la vía, se proponía intentar contar los cadáveres visibles para recordarse que sus rezos debían ser más intensos. Dios la escuchó, porque a la mañana del octavo día Justiniano obtuvo la curación a sus bubones, a sus fiebres y a sus pústulas (con el tiempo se recuperaría totalmente). Pero los súbditos no fueron parte de los


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Imagen: Josh Sorenson

planes divinos, pues aquellos quienes vieron sanar a su Justiniano tuvieron que seguir viendo mal descansar a sus difuntos por varios años más en el cementerio que era la principal vía de Constantinopla.»

bernante de “ellos” y, sin embargo, no duró. Uno de los extranjeros: hombre alto y de complexión gruesa, tan oscuro como el zapote, acompañante de los hombres blancos, bastó para evitar que la sangre se anegara en las calzadas. Uno, solo uno fue suficiente para postrar Te incorporarás lentamente, ya que es proy asesinar a los más valientes guerreros del imperio bable que estés algo desorientado. Una vez recusin siquiera tocarlos. Los Jaguares sucumbían lenta y perado, caminarás hacia la izquierda siguiendo los dolorosamente a las pústulas de la huey záhuatl (me ventanales hasta que te encuentres con la entrada al parece que tú la conoces con el nombre de «viruela»). jardín y, frente a él, estará un pasaje que desemboca No quedaron suficientes, ¿y qué consuelo queda si tu en un pasillo bastante largo. Una vez en ese pasillo, comandante y máximo Tlatoani ha caído junto con sus considerarás dar vuelta a la izquierda, pero te arrehermanos? Ninguno. No quedó consuelo. Y para cuanpentirás e irás en la dirección opuesta. Al fondo está do la peste siguió su camino hacia Chalco, y los pocos la sala principal que, junto con la sala de urgencias, guerreros que quedaban hubieron sanado, no quedó era donde se atendía a los enfermos en tiempos más nada por defender: el imperio había caído.» álgidos; donde las metrallas volaban primero que los discursos, o donde un agente invisible decidió Una vez que los efectos de la flor hayan pasaque alguien debía de sufrir teniendo forjas en lugar do por completo, entrarás a la sala. El ambiente se de cabezas, acompañadas de bultos dolorosos. En sentirá pesado, tanto que hasta las charolas emanaambos casos, al final de la jornada, cuando el silencio rán una energía muy particular, y ni se diga de las se cernía tajante, las familias tenían que romper el camas y camillas, porque en ellas tu visión se nublará silencio para derramar lágrimas en honor al difunto. y no te dejará distinguir si es que hay algo en ella. Te adentrarás en la habitación, la contemplarás entera y Antes de entrar a la sala te sentarás junto a experimentarás, ahora sí, todo el conjunto de sensaun pequeño brasero que expide un humo de ololiu- ciones que fluyen en el aire, dejarás que se apoderen hqui concentrado al máximo tolerable, y que inhade ti, navegarás con ellos e intentarás comprenderlarás profundamente en tres grandes aspiraciones. los. No tardarás mucho en ver diferente el cuarto: las Tras unos minutos, comenzarás a ver. sombras que creíste captar cuando llegaste se han desvanecido, y ahora se definen mejor los bordes de «Cuitláhuac había reunido una armada que ni las cosas. en sus más grandes sueños habría imaginado el goCoapan 33


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No detengas la sensación, continúa, ve más allá; imagina una escena que ejemplifique lo que las paredes y los objetos te están gritando. Tómate tu tiempo para crearla, recréala tan bien que creas que estás allí; cierra los ojos si es necesario. Intégrate y camina junto con la fantasía. — Tú, no te duermas que estás en servicio. Revisa el respirador del seis, necesito averiguar si ya se va a tronar para ver qué le decimos a la familia. ¿Me habla..., me habla a mí, señor? —¡Pues a quien más le voy a estar hablando si no es a ti! Llevo cerca de veinte horas partiéndome la vida en este lugar como para que me vengas con tibiezas. A propósito, ¿quién demonios eres tú? No eres parte de mi equipo, ¿qué estás haciendo aquí? No tenemos aquí a nadie con las palancas como para permitir fisgones en mi UCI. Ya tengo suficiente con estas máquinas que apenas sirven, con la gente que dice estupideces sobre el COVID y viola la cuarentena como para que me vengas a molestar a mi unidad. Muchos colegas han muerto y no quiero ser

uno de ellos por culpa tuya… Carajo, el cuatro está en paro respiratorio. ¡No estorbes y lárgate ya! Será mejor que salgas de allí porque es probable que si el paciente de la cama cuatro no muere, tú seas el muerto; no, el asesinado. Abandonarás la sala por la puerta a tus espaldas. En la habitación contigua adaptada, te despojarás, con mucho cuidado y manteniendo el orden, de la máscara, la gorra de trabajo, las gafas, la bata, la ropa protectora junto con los protectores de zapatos, y los guantes. En cuanto te retires una prenda, y antes de seguir con la próxima, tendrás que desecharla y lavarte las manosCuando hayas terminado, tomarás y colocarás una mascarilla del estante junto a la puerta y saldrás del cuarto sin que nadie te vea. Regresarás por el pasillo por el que llegaste, pasarás de largo la entrada a los consultorios y, casi topando con pared, verás una puerta lateral que lleva a urgencias, donde te recargarás discretamente en una esquina y mirarás la escena: las cortinas de los cubículos se abren y cierran evidenciando el

Imagen: Wendelin Jacober

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paso de las enfermeras y doctores, cada uno con sus respectivos instrumentos, dando apariencia de portar una espada y de que ellos fuesen guerreros intentando derrotar a un enemigo venido de tierras lejanas, junto con su ejército de fiebres, de dolores de pecho e incapacidad de respirar. Abandonarás el lugar y te dirigirás a tu hogar. Mientras más tiempo demores en llegar, más ambulancias y carros funerarios verás yendo y viniendo cargados de cuerpos. Ya en tu casa, antes de ponerte a reflexionar sobre este día, en la mesa de tu comedor, encontrarás un fragmento de carta de 1665, la cual dará significado a tu última vivencia del día. «[…] Me alegro al saber que nuestro pequeño sacrificio llegó al Palacio de Buckingham. Tal parece que un comerciante de telas le contó de Eyam a un Lord y este, a su vez, contó al rey una vez que la corte regresó a Londres. El Rey Carlos nos visitará el mes entrante para darle reconocimiento al pueblo por enorme servicio brindado al pueblo de Inglaterra al encerrarse en su templo por más de un año evitando así la propagación de la peste. Es hermoso, no hay más que decir, es hermoso pensar que 260 funerales significarán más que eso […]»

Imagen: Josh Sorenson

Ahora, cada vez que veas una ambulancia sabrás lo que verdaderamente significan los sacrificios y penurias enlatados en un auto. Ayuda o no estorbes —según la ocasión— hasta que dejes de oír sollozos y ver carrozas fúnebres, hasta que un día despiertes y el hospital vuelva a su abandono, y por tu ventana reconozcas que alguien entra a vivir la misma aventura que tuviste en la galería de las pestes.

* Estudiante recién egresado de 5º año. Sus intereses rondan el mundo de las ciencias, pero también el mundo literario. Le gusta escribir para dar rienda suelta a su imaginación y desarrollar sus habilidades para materializarla.

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Las últimas cuerdas del mundo Por Fernando Rocha Rosario

Si la cocina no era inundada por un danzón de la radio o el patio no era mecido por la sinfonía de los canarios, entonces Lelis reía como una marimba en trajinera y espantaba a las tormentas. Mi abuelita era un roble juguetón. No la pinto con nieve, jarabes o cayados porque me jalaría las orejas desde las nubes, allí donde ahora alburea a los ángeles y vende relámpagos a los serafines. La pinto como lo recitaron sus cazuelas humeantes, su bastidor donde encerraba el arcoíris y su andar sobre las escaleras, alba que ascendía a mi puerta. Cuando me pidieron tocar la viola, me alegré amargamente. ¿Ahora yo debía amortajar a mi abuela entre corcheas? ¿Yo tendría el honor de guiarla hacia Dios, convirtiendo mi violín en su carroza melodiosa? Lelis nunca juzgó ni calló mis balbuceos con el arco. ¿La habré acompañado, alejado en mi habitación, mientras lavaba los pañales del sol y desnudaba al granado de sus dulces rubíes? Si fue así, entonces este sería un concierto más, sólo que en vez del tiempo, el compás serían las insoportables paladas. Pero existía un problema, dos cadenas invisibles. La y Sol. Semanas antes, Bach me arrancó dos cuerdas. Mi viola estaba coja, como para caminar sobre el crepúsculo con Lelis. Mi viola era muda y la muerte, una maldita soprano. Si hubiera sido enero o cualquier otro año, habría bastado con tomar el bus y comprar cuerdas. Pero era mayo de 2020 y en la calle la tos era como puñaladas. El mundo estaba secuestrado por una gripe. Los pobres se ahorcaban con sus intestinos, los ricos morían en un bostezo y las avenidas eran

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legiones de ambulancias. Nadie vendía cuerdas porque la gente no come ni se cura con cuerdas. Nadie pensó en nosotros: los desgraciados y sus fantasmas. Si el corazón nos hubiera avisado antes de dormir, hubiera podido rescatar un par de cuerdas de alguno de los cinco continentes y habría vuelto con una filarmónica estelar para el réquiem; pero aunque toda mi familia hubiera estado engalanada de noche, mis tías armadas con el rosario, letanías memorizadas para sobornar a San Pedro y lágrimas afiladas para excavar un abismo en el pecho, nada. Nadie hubiera hablado, el cielo seguiría cerrado y mi viola, aunque parlanchina, callaría, porque habríamos salvado a Lelis. El destino estaría sometido. Pero este no es el mundo donde Dios refunfuña porque mi abuelita sigue tan colorida como una canela, nos alumbra con su mirada, maldice su tropiezo, limpia su raspón y vamos a desayunar licuado de manzana, riéndonos porque ignoramos la vida que puede robar un segundo. ¿Dónde encontraré a La y Sol? ¿En las tripas de un gato, en la geometría del trino de los canarios? Podría destruir las tiendas, teatros, la ciudad, para hallar esas dos avenidas de la viola donde será escoltado un féretro. ¿Qué lucero debo esquilar para las cuerdas perfectas? No soy Paganini como para sacar una orquesta de un simple Re. Desempolvo amistades. Llamo a los trotamundos de las partituras. Me saludan, algunos buscan urgentemente un recuerdo, maldecimos la gripe, les narro mi oscura semana, me abrazan telefónicamente y les pregunto sobre La y Sol. Exhalan, algunos temen acercase a su puerta, otros no pueden interrumpir la gimnasia de sus dedos y hay quienes mañana también arrullarán un féretro. ¿La serenata de los cirios será la última de Lelis?


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abuelita no la guía a la escuela, no le regala sandía y no la defiende de este cuento. Estoy en un anfiteatro de mármol, naufragando en una nebulosa. Es mi recital solitario. La viola conversa con los luceros. Cuando callo, Lelis aplaude desde la última esquina del universo. Entonces corro hacia ella, venciendo a los escalones infinitos y gritándole “¿Dónde estás? ¿Qué pasó? Te busqué y no estás”. Empiezo a recordar un sol azul, macetas quebradas, un quejido, sirenas, la derrota de los paramédicos y, cuando llego, tiro una rosa sobre una puerta de tierra. Mis lágrimas relevan a las corcheas. Un mes después mis tíos llevaron serenata a Lelis. La viola se rompió.

Los cadáveres se han vuelto bombas de gripe y para muchos hoy el cementerio es su propia sala. Desde una esquina gobierna una helada urna, falso sepelio, edén enjaulado. Pero nosotros somos más sabios que la ley y más sigilosos que el virus, así que discurrimos por la ciudad. Réquiem impune. Dijeron que sólo entrarían diez, llegamos treinta y entramos cincuenta. No es de verdugos candar el panteón a un cortejo de enlutados y su ataúd de lágrimas. 66 años no caben en un foso de dos metros y una tonelada de tierra y cemento no podrán amansar al jilguero de mi abuelita. Alzo la viola, deslizo el arco y dejo que se desahogue. Toco recordándonos que Lelis nos amó y dejó a su manera, que hoy no la sepultamos sino que sembramos una gardenia. Las corcheas rebotan entre las cruces y los pirules, los lamentos se aferran al féretro, la tierra cae. Lelis se acerca al centro del mundo. Mi mano tiembla, asustada por ver a los más fuertes desmoronarse, abrir el féretro y pedir un último beso. Asustada porque mi Coapan 37

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Hay un ángel que, aunque permanece atascado en los mismos recuerdos, salva el presente. En la adolescencia su violín jugaba con mi viola hasta que se mudó a otro corazón. Preparo mi odisea: un cubrebocas, muralla portátil, gel, sangre de ángel, y un impermeable. Es una madrugada submarina, la noche reza a mi abuelita y ha inundado el país. Lo encuentro desvelado por su propio brillo. Me abraza con sus pestañas y yo con mis palpitaciones. En esta época hay 150 centímetros que, si no se respetan, se vuelven las fauces del paraíso o del infierno. La tormenta de mis ojos me delata y le pregunto sobre La y Sol. Sin demora, me ofrece su violín para desdentarlo. Son cuerdas igual de altas que las de mi viola, serán una sonrisa apretada. Un exceso al afinarlas y mi puente con las estrellas se quebrará. Una fuerte arcada y nos ensordecerá la tierra. Me despido de sus hombros de nardo. Más tarde, una vida quizá, hablaremos sobre los secretos que no estallaron hoy. La luna es nuestra veladora. Algunos hacen una fogata para quemar memorias, borrachos de café. Otros duermen, escoltando a Lelis, y amanecerán vueltos claveles. Yo me desvelo torturando partituras y amaestrando dos cuerdas infinitas; su vibración es un sismo del cielo, derrumbo galaxias para sepultar al sol antes de que exhume nuestro futuro: uno donde almorzamos con un retrato, faltan pasos en la casa, reacomodamos al mundo para no escuchar un silencio, volviendo nuestro error sabiduría de Dios. Pero llega el alba apestando a rosas.


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ENSAYO CRÓNICA ARTÍCULO Coapan 39 Coapan 39


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Cartografía 1 del COVID-19 Por Rafael Ernesto Sánchez Suárez y Elsa Mireya Alvarez Cruz *

La Geografía, como disciplina vinculada al análisis del espacio y el territorio, ha jugado un papel muy relevante durante la emergencia sanitaria generada por el COVID-19 (coronavirus disease 2019), tanto durante la expansión territorial de la pandemia y las medidas adoptadas para su contención como en el proceso de desconfinamiento que se empieza a implementar en varios países del mundo. El efecto más significativo para la Geografía es el incremento vertiginoso de la utilización de los mapas para analizar la expansión territorial del virus (tanto en mortalidad, como en morbilidad y en los impactos socioeconómicos), la exposición por la movilidad e interacción de la población y la vulnerabilidad de los equipamientos sociales y de las actividades económicas de los diferentes territorios. Aspectos que resultan cruciales a la hora de tomar decisiones encaminadas a la resolución de los distintos escenarios que se están planteando desde la irrupción del COVID-19. Todos estos análisis forman parte de una rama de la disciplina que se denomina Geografía de la Salud, un campo científico poco conocido hasta entre los profesionales de la geografía. La Geografía de la Salud, frecuentemente se divide en dos principales campos de investigación: la Nosogeografía o Geografía Médica tradicional, encargada de la identificación y análisis de patrones de distribución espacial de enfermedades; y la Geografía de la atención médica o de salud, ocupada en la distribución y planeamiento de componentes infraestructurales y 1 La cartografía incluida en el artículo se encuentra actualizada hasta el 3 de julio de 2020.

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de recursos humanos del Sistema de Atención Médica (Kotlyokov y Komarova, 2007). La cartografía del COVID-19 Al tratarse de una emergencia global que ha afectado a todos los países, aunque de forma distinta, hay diferencias en las maneras en qué se ha gestionado la emergencia sanitaria, la movilidad de la población y los impactos el mercado laboral y las economías, la vulnerabilidad a ciertos sectores de la población afecta, la relación con el cambio climático, la nueva educación, el trabajo a distancia, la gestión de recursos humanos, el suministro de recursos sanitarios o el comercio internacional; sin embargo, a pesar de las diferencias, en todos los países se han elaborado mapas. Por ello, es evidente que desde el inicio de la propagación del COVID-19 en todos los medios de comunicación se presenta información cartográfica, un panel de control o una frase que habla en terminología propia de la Geografía (escala, distribución o tendencia). La vasta producción de mapas digitales generados durante la emergencia sanitaria mediante Sistemas de Información Geográfica (SIG) constituyen una herramienta fundamental en el análisis de la situación de salud, en la vigilancia, planeación y evaluación de intervenciones en el Sector Salud ya que ofrecen la posibilidad de manejar y representar grandes volúmenes de información georreferenciadas con rapidez (Molina, 2001).


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Así, los mapas contribuyen con agilidad y resolución mediante técnicas de análisis espacial, tratamiento de datos y tecnologías de información territorial avanzadas capaces de generar herramientas para identificar zonas críticas con alto grado de detalle, lo que permite tomar decisiones y priorizar la gestión y las decisiones. En los mapas se enfatiza la escala de análisis, de lo global a lo local, material cartográfico generado por datos obtenidos a través de aplicaciones móviles geolocalizadas. Por esta razón, a continuación, se presentan algunos de los mapas más representativos sobre el COVID-19. La Organización Mundial de la Salud (OMS) cuenta con un visor online con la situación del COVID-19 para mostrar el estado actual de la pandemia, para la generación del mapa emplea datos recopilados por la institución y actualiza la información varias veces al día.

Fuente: WHO (2020) WHO Coronavirus Disease (COVID-19) Dashboard. Disponible en: https://covid19.who.int/

Uno de los mapas más citados y visitados en el mundo es el desarrollado por la Johns Hopkins University (Estados Unidos) que incluye mapas, gráficos y datos de la población infectada confirmada, los casos de recuperados y fallecidos por países y fechas. Este mapa emplea la plataforma ArcGIS Online. Entre sus características primordiales es que su información se actualiza casi en tiempo real.

Fuente: Johns Hopkins University (2020) COVID-19 Dashboard by the Center for Systems Science and Engineering (CSSE). Disponible en: https://url2.cl/ishzE

Además, de la cartografía en la escala mundial, cada país ha empleado mapas para las diversas etapas, por ejemplo, el Ministerio de Salud y Fuerza Laboral de Japón difunde información sobre estadística de la población infectada para cada prefectura del país; mientras que el Ministerio de Salud de Rusia ha diseñado un mapa que muestra el levantamiento de las medidas restrictivas en las regiones, para el cálculo de este indicador se considera la evaluación de parámetros como el coeficiente de propagación de la infección (número promedio de personas infectadas por paciente, la capacidad hospitalaria y la cobertura de las pruebas aplicadas). Coapan 41


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Fuente: Tokyo Metropolitan Infectious Disease Surveillance Center (2020) Japan COVID-19 Coronavirus Tracker Disponible en: https://covid19japan.com/

De igual manera, el Gobierno Federal, mediante la colaboración del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), el Centro de Investigación en Ciencias de Información Geoespacial (CentroGeo), el Laboratorio Nacional de Geointeligencia (GeoInt) y el Laboratorio de Datos del GeoInt (DataLab) han generado un mapa que muestra la distribución de los casos confirmados a nivel municipal, en la página también se pueden consultar gráficos interactivos con las características de la población que ha padecido esta enfermedad.

Fuente: Gobierno de México (2020) COVID-19 México. Disponible en: https://coronavirus.gob.mx/datos/ Fuente: Ministerio de Salud de Rusia (2020) Карта выхода из самоизоляции (Carta de salida de autoaislamiento). Disponible en: https://url2.cl/m8dsJ

La cartografía del COVID-19 en México En México, el Gobierno Federal presentó mapas de distribución de las infecciones desde que se conoció el primer caso positivo, el día 28 de febrero de 2020. A partir de ese día, se hizo cotidiano el uso de cartografía en las conferencias de prensa diarias, los mapas empleados representan los casos acumulados, casos activos y la tasa de incidencia; éstos se encuentran disponibles en el sitio de la Dirección General de Epidemiología de la Secretaría de Salud.

La UNAM, mediante el Instituto de Geografía ha implementado la Plataforma Universitaria iCOVID-19, que consiste en un visualizador de información de los casos positivos, la red hospitalaria en el país y los índices de vulnerabilidad para los 2570 municipios del país. Adicionalmente, presenta la vulnerabilidad por AGEB (Área Geoestadística Básica) a COVID-19 para 54 ciudades del país.

Fuente: Instituto de Geografía, UNAM (2020) Visualizador de datos geográficos iCOVID-19. Disponible en: https://www.gits.igg.unam.mx/iCOVID-19/home

Fuente: Dirección General de Epidemiología (2020) Mapa interactivo COVID-19 en México. Disponible en: https://covid19.sinave.gob.mx/

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En tanto que, el Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental (CIGA) ha puesto en marcha un visualizador par el monitoreo de casos en México por municipios, que muestra la dinámica de casos positivos y defunciones, así como indicadores como los casos recuperados, incidencia, letalidad y mortalidad.


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Con esto el análisis espacial de los contextos que se presentan en la sociedad globalizada y los trabajos de la disciplina se evidencian como necesarios en muchas escalas de la vida pública y privada, como en este ejemplo que involucra los servicios de vigilancia epidemiológica y de salud pública.

Fuente: CIGA, UNAM (2020) COVID-19 Monitoreo de Casos en México por Municipios. Disponible en: https://url2.cl/kvctp

Finalmente, el pasado 29 de junio, el Gobierno de la Ciudad de México dio a conocer el portal Transparencia COVID-19 que incluye datos de todos los casos asociados al COVID-19 en la ciudad; el sitio ofrece información sobre los casos confirmados acumulados por alcaldía, mientras que el aspecto cartográfico se encuentra en un mapa que muestra los casos activos por colonia.

Todas las aplicaciones de la cartografía en el contexto de la pandemia del COVID-19 demuestran la utilidad de los mapas como instrumento de comunicación. Además, la variedad de mapas, de usos y de actores que los generan debe promover la reflexión sobre la importancia sobre el análisis territorial que se puede hacer al revisar el contenido representado y la información que se posea sobre cada espacio.

Fuentes de consulta INEGI (2008) Cartografía censal: Área Geoestadística Básica. Recuperado de: http://mapserver.inegi.gob.mx/geografia/espanol/ prodyserv/cartocen/ Kotlyokov,V. y Komarova, A. (2007) Elsevier´s Dictionary of Geography. Moscú: Elsevier. Recuperado de https://www. elsevier.com/books/elseviers-dictionary-of-geography/kotlyakov/978-0-444-51042-6 Molina, I. (2001) “Los Sistemas de Información Geográfica en epidemiología” en Revista Salud Publica y Nutrición; 2(2). Recuperado de: https://www.medigraphic.com/pdfs/revsalpubnut/spn2001/spn012f.pdf

Fuente: Gobierno de la Ciudad de México (2020) Transparencia COVID-19. Disponible en: https://url2.cl/fPvuT

Conclusiones La Geografía es una disciplina científica plenamente consciente de su papel en la sociedad y en esta ocasión muestra su importancia a través del uso de una de sus herramientas más valiosas, la cartografía, la forma de visualizar al mundo en cualquier escala territorial, y con esto ayudar a la interpretación de procesos que se presentan en el planeta como es el caso de la distribución y el avance de una pandemia, aunado a los avances tecnológicos que permiten visualizar con rapidez y exactitud el fenómeno, para dar origen a su análisis científico, proyecciones de impacto y toma de decisiones, además de otros aspectos de interés por especialidad que aborde el tema.

* Rafael Ernesto Sánchez Suárez. Doctor en Geografía. Profesor de Tiempo Completo Titular A del plantel 5 José Vasconcelos de la ENP. Cuenta con 13 años de antigüedad en el plantel impartiendo las asignaturas de Geografía, Geografía Económica y Geografía Política. Ha publicado diversos artículos de investigación y de divulgación científica, libros de texto para niveles de educación básica y media superior. Elsa Mireya Álvarez Cruz. Maestra en Geografía. Profesora de Tiempo Completo Titular C del plantel 5 José Vasconcelos de la ENP, cuenta con 27 años de antigüedad impartiendo las asignaturas de Geografía y Geografía Económica y participa en diversas actividades de la vida académica de la institución.

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Una muerte anhelada en tiempos de pandemia Por Edith Vargas Jiménez*

Iniciemos recordando los postulados de Immanuel Wallerstein, sociólogo para quien el sistema capitalista es un todo holístico en el que las interacciones del mercado producen resultados interdependientes entre los países. A eso le denomina economía-mundo (Wallerstein, 2006): una red totalmente interconectada y vinculada en su división del trabajo, su producción, sus rendimientos y su desigualdad. Por ejemplo, lo que se invierte en Norteamérica, se maquila en África y se vende en Europa, pero sus ganancias siempre regresan a

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Norteamérica. La economía-mundo capitalista no es distributiva y se basa en un sistema monopólico que produce una situación de dependencia de los países no tecnificados: siempre hay un centro y una periferia. Y en un contexto de pandemia, esa dinámica no cambia, más bien se intensifica. Imagen: Miguel Á. Padriñán

Desde la peste negra en el siglo XIV (y quizá mucho antes) el ser humano ha sabido de su fragilidad ante los virus y bacterias y ha librado prolongadas batallas en contra de estos asesinos. Nuestra civilización ha obtenido victorias importantes como la vacuna contra la rabia o la erradicación de la viruela. Sin embargo, así como nosotros evolucionamos, los patógenos también están en constante transformación y la pandemia actual de SARS-CoV-2 así nos lo demuestra. No obstante, la crisis actual va más allá, pues no solo pone en riesgo la vida del ser humano, también devela los conflictos y contradicciones que vulneran al sistema económico que nos rige: el capitalismo (en su faceta neoliberal). La pandemia actual nos lleva a entender las profundas desigualdades de este sistema y a vislumbrar posibles alternativas, entre las cuales existen dos visiones encontradas: la del filósofo Slavoj Žižek, quien augura el fin del capitalismo, y la del también filósofo Byung-Chul Han, quien precisa que esta crisis solo aumentará el individualismo y el consumismo.


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Sin embargo, Žižek expresa que la pandemia ha logrado detener el libre mercado, pues ha roto precisamente con su característica global: muchos Estados han cerrado sus fronteras ante la amenaza del virus. Este recrudecimiento de las fronteras que supuestamente se habían ido diluyendo con la globalización pone en cuestionamiento la división de la economía-mundo, pues la pandemia evidencia el peligro de depender de países manufactureros como China (Europa quizá ha sido la más afectada al no contar con una producción de insumos básicos como cubrebocas). Así, comienza nuevamente la proliferación de los nacionalismos: proteger a “nuestros” países del enemigo que son los “otros”. El discurso de la globalización solo funciona cuando se trata de apoyar a las economías primermundistas a reducir costos. En febrero de 2020 el filósofo esloveno sentenció que: “El coronavirus es un golpe a lo ‘Kill Bill’ al capitalismo y podría llevar a la reinvención del comunismo” (Žižek: 2020, s/p). En su razonamiento, Žižek hizo un símil entre la “Técnica del Corazón Explosivo de Cinco Puntos de la Palma”, y la pandemia actual. Esta técnica, que se presenta al final de Kill Bill 2, consiste en cinco golpes con la punta de los dedos en diferentes puntos. No causa una muerte instantánea, el contrincante puede seguir con vida durante un tiempo, sin embargo, la técnica surte efecto cuando éste da cinco pasos y su corazón explota. Žižek menciona que el capitalismo no sobrevivirá a esos cinco pasos, lo cual es: “una señal de que no podemos seguir como hasta ahora, de que se necesita

Imagen: Branimir Balogović

Imagen: https://es.vecteezy.com/vectores-gratis/city”>City Vectores por Vecteezy

un cambio radical” (Žižek, 2020, s/p). Dentro de su reflexión, el argumento más sólido que da a favor de esta muerte es que el virus nos puede infectar, a su vez, de otro virus ideológico que: “se extienda y nos infecte: el virus de pensar en una sociedad alternativa, una sociedad más allá del Estado-nación, una sociedad que se actualiza en las formas de solidaridad y cooperación mundial” (Žižek, 2020, s/p). Žižek se refiere a la necesidad de cooperación solidaria global al modo del comunismo de la Unión Soviética, iniciando con los servicios públicos fundamentales, como la seguridad hospitalaria. Y el filósofo europeo no está tan lejos de la realidad, ya que a inicios de la pandemia se pudo ver, por parte de los ciudadanos de diferentes partes del mundo, la exigencia de beneficios sociales que los Estados han abolido con el paso de los años. La catástrofe despertó la conciencia de muchos, pero entonces surge la pregunta: ¿esto es suficiente para que seamos Coapan 45


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capaces de replantearnos los cimientos de nuestra sociedad, tal como lo avizora Žižek?

Imagen: Miguel Á. Padriñán

Imagen: ClementePDai

La respuesta a esta pregunta no se hizo esperar, ya que un mes después Byung-Chul Han se encargó de contraargumentar a Žižek. El filósofo surcoreano posee una visión menos esperanzadora de lo que podría acontecer. Para él el cierre de las fronteras no representó más que: “una expresión desesperada de soberanía. […] Pero eso es una huera exhibición de soberanía que no sirve de nada” (Han: 2020, s/p). Han se expresa en términos de biopolítica y psicopolítica digital para explicar el mayor éxito de Asia en el combate al coronavirus: la estricta vigilancia y la nula protección de datos personales permite un mayor control de la población y, así, un freno a la propagación del virus. Irónicamente, el autoritarismo y la pérdida de libertad proveen de mayor seguridad a la población asiática. Pero esto no es gratuito, ya que para hacer que los ciudadanos acepten (e incluso exijan) este tipo de vigilancia se debe empezar por un concepto básico: el del enemigo, que en los años de la Guerra Fría era externo, pero que en los tiempos de la COVID-19 es interno: “Ya no guerreamos contra nosotros mismos, sino contra el enemigo invisible que viene de fuera” (Han: 2020, s/p). no les importaba desabastecer a sus conciudadanos mientras ellos tuvieran lo suficiente para su propia Entonces, este estallido del enemigo no subsistencia: “El virus nos aísla e individualiza. No provoca, como lo auguró Žižek, una mayor coopera- genera ningún sentimiento colectivo fuerte. De ción o solidaridad; por el contrario, se recrudece el algún modo, cada uno se preocupa solo de su propia individualismo, el consumismo y, por ende, el capisupervivencia” (Han: 2020 s/p). Por esto mismo, en talismo. Muestra de ello son las compras de pánico los países latinoamericanos con economías tendienen el que las personas dejaron de manifiesto que tes a la informalidad se presentó el fenómeno del “vigilante de balcón”, donde se exigía abiertamente la intervención de las fuerzas armadas en contra de aquellos sujetos que se veían en la necesidad de salir a buscar su subsistencia diaria en las calles. Lo que durante años había sido duramente criticado (los regímenes autoritarios) es lo que se exige hoy a gritos. Así pues, Byung-Chul Han expresa categóricamente que el virus no vencerá al capitalismo: “Ningún virus es capaz de hacer la revolución. […] Somos nosotros, personas dotadas de razón, quienes tenemos que repensar y restringir radicalmente el capitalismo destructivo, y también nuestra ilimitada y destructiva movilidad” (Han: 2020, s/p).

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En efecto, esta no es la primera crisis (y quizá no será la última) por la que atraviesa el sistema


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capitalista. Ya en 2004 Carlota Pérez, quien se ha enfocado en el análisis del impacto socioeconómico del cambio tecnológico, expresaba que dentro del ciclo capitalista constantemente hay una debacle financiera que produce ajustes institucionales (aproximadamente cada medio siglo): “En cada ciclo recurrente, allí donde la vieja economía había empezado a fallar, echa sus raíces lo que puede considerarse una ‘nueva economía’. Pero todo ello se logra de una forma violenta, con alto desperdicio y mucho sufrimiento” (Pérez, 2004: 27). Y en este preciso momento estamos en uno de esos ajustes institucionales. Entonces, ¿quién presenta el escenario más probable en esta crisis sanitaria? ¿Slavoj Žižek o Byung-Chul Han? A mi parecer, lo criticable de Žižek es que basa su alternativa en un modelo anterior: el comunismo, el cual tuvo razón de ser en otro contexto, atravesado por discursos ideológicos claramente definidos (lo que no corresponde a la realidad actual). Mientras tanto, Byung-Chul Han augura un futuro más sombrío, pero más probable: el recrudecimiento del capitalismo voraz, acompañado quizá de un Estado policial digital como el chino. La anhelada muerte del capitalismo no tendrá lugar aún. Lo que llegará es un reajuste de este sistema que continuará evidenciando la desigualdad propia de su naturaleza. No debemos olvidar que el sistema capitalista es dinámico y cambiante. Efectivamente, como lo expresa Han, solo el manifiesto deseo de cambiar el sistema podrá producir una revolución que cimbre las bases del sistema capitalista. La pregunta que queda en el aire es: ¿estamos preparados ya para asumir ese desafío?

Fuentes de consulta HAN, B-C. (Mar, 2020). “La emergencia viral y el mundo de mañana. Byung-Chul Han, el filósofo surcoreano que piensa desde Berlín”. El País. Recuperado en junio de 2020 de https://elpais. com/ideas/2020-03-21/la-emergencia-viral-y-el-mundo-de-manana-byung-chul-han-el-filosofo-surcoreano-que-piensa-desde-berlin.html PÉREZ, C. (2004). Revoluciones Tecnológicas y Capital Financiero: La dinámica de las burbujas financieras y las épocas de bonanza. México: Siglo XXI. WALLERSTEIN, I. (2006). Análisis de sistemas-mundo. Una introducción. 2ª ed. (Trad. Carlos Daniel Schroeder). México: Siglo XXI. ŽIŽEK, S. (Feb, 2020). “Coronavirus is ‘Kill Bill’-esque blow to capitalism and could lead to reinvention of communism”. RT. Recuperado en junio de 2020 de https://www.rt.com/ op-ed/481831-coronavirus-kill-bill-capitalism-communism/

* Edith Vargas Jiménez es licenciada en Lengua y Literaturas Hispánicas por la UNAM, cuenta con una maestría en Estudios Latinoamericanos por la misma casa de estudios y es especialista en Literatura Mexicana, la cual cursó en la UAM-A. Ha realizado estancias de investigación en la Universidad de Chile y actualmente se desempeña como docente de la Escuela Nacional Preparatoria (planteles 4 y 5).

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Lo que el COVID se llevó y nos trajo Por Rosa María Rangel Mondragón*

Con la aparición del COVID, hoy la vida nos impone una nueva manera de vivir y de valorar la existencia. Depende de cómo queramos afrontarlo, para unos puede ser una oportunidad, para otros, un mal del que ya no podrán recuperarse nunca. Quizá seremos recordados por la historia como “la generación COVID” pero también todo lo que hagamos de ahora en adelante, estará marcado, de una u otra forma, por esta época de reclusión forzada, por esa ausencia de un mundo lleno de excesos, violencia, contaminación, consumismo, miseria, soledad, abandono y mucho cinismo, apatía e indolencia frente al dolor y necesidades de nuestro prójimo con el que estábamos muy conformes y lo asumíamos como la “normalidad”. De repente todo se detuvo, como si en una película estuviéramos y alguien hubiera marcado una pausa para que pudiéramos decidir y emprender por fin una conversión cultural, social y ética, sin importar nuestra situación geográfica, económica o cronológica. A todos, sin excepción, se nos ha puesto en una coyuntura donde no es posible quedarse en el mismo lugar. Ya no podemos hacerlo pues la fuerza de la inercia con la que habíamos vivido como civilización se ha detenido. Frente a este cambio inesperado hay una primera posibilidad de interpretación: ¿será esta pandemia un primer ensayo mundial de exterminio de la raza humana? Durante siglos vivimos con la falsa creencia de que somos la especie dominante del

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planeta y, bajo esa ideología, hemos depredado la naturaleza, el aire, incluso la dignidad y la vida de los más débiles. Confinados por miedo al contagio en nuestros hogares, vemos ahora, a través de los medios de comunicación, que la Tierra no nos necesita para seguir su curso y salvarse a sí misma del peligro más difícil: el ser humano; que bastan 60 días para que la flora, fauna y todo el medio ambiente natural retome el orden único que les corresponde y que los excesos de la conducta humana han destruido y sobajado por placer e intereses nada o muy poco nobles. Si hoy, después de esta experiencia de la pandemia no somos capaces de lograr un cambio de conducta hacia la mejora de las condiciones de nuestros congéneres, sin importar su edad, estado físico, económico, académico o su origen, de nada habrá servido las cuarentenas que hemos padecido porque, a partir del día que salgamos de nuevo al mundo, sabremos claramente que no somos invencibles, que vendrán nuevas pandemias, plagas, sequías, inundaciones, terremotos, pero también guerras tecnológicas, ideológicas y biológicas que exigen de nosotros un cambio de conducta si queremos permanecer sobre la faz de la Tierra. El COVID debe servirnos de catalizador para cambiar nuestra conducta, adaptándola a ser solidarios, respetuosos, empáticos, generosos con todos aquellos que conviven y con quienes compartimos nuestro planeta. No


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hay otra posibilidad de evolucionar exitosamente. La empatía, solidaridad y generosidad surgen con el aprendizaje significativo de que todos tenemos los mismos derechos y dignidad, de que nos necesitamos los unos a los otros y, por lo mismo, no podemos optar por decisiones egoístas que empoderen a unos cuantos a cambio de hacer que la mayoría vegete, se animalice, pierda la capacidad de superar sus carencias. Las decisiones que deberemos tomar de ahora en adelante deben ser generosas, llenas de esperanza, sensatas, imaginativas, incluyentes. Sólo con la certeza de que, como especie, somos limitados, vulnerables y efímeros, comprenderemos que el único camino que nos queda transitar es el de la compasión, el amor y la paz.

El arte, en cualquiera de sus manifestaciones, puede ayudarnos en esta nueva etapa que nos toca comenzar. La experiencia de creación, análisis, reflexión y estudio de lo que es el hombre frente al mundo que lo rodea y a quien lo ha creado puede hacer a un lado la respuesta reptiliana con la que hemos venido respondiendo en los últimos siglos y, en su lugar, llenar nuestro espíritu de reflexión, cuestionamiento, esperanza, alegría, ritmo, perspectiva, metáforas y movimientos que lo enaltezcan y lo inclinen a lo que verdaderamente significa “humanidad”. El arte propicia una reflexión sin desesperación o agresión, nos permite conocer y tomar control de nuestros sentimientos y pasiones y no al revés. Resulta muy bueno, entonces, aprovechar Coapan 49


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estos días de confinamiento para mirar sin distracciones y ruidos exteriores hacia nuestro interior y aceptar la fragilidad de nuestro ser, lo efímero de nuestro tiempo y la igualdad con todos nuestros acompañantes en este viaje apresurado por este mundo, que no nos pertenece para aniquilarlo sino que nos ha sido confiado para conservarlo, cuidarlo y protegerlo. La experiencia estética nos ayudará, mediante el ejercicio continuo de la imaginación y el discernimiento, a despertar nuestra sensibilidad y empatía, el amor y la humildad sin los cuales no podremos sobrevivir. La Literatura, de entre todas las artes, tiene una gran responsabilidad. Ya existía aún antes de la invención de la escritura, nació acompañando a la música y, poco a poco, fue separándose de ella, aunque no del todo, pues el ritmo silábico y de acentuación sigue presente en la poesía como una reminiscencia de este origen común con la música. A lo largo de su historia, que es de la misma longitud que la de la historia del homo sapiens sapiens –hombre que piensa y se piensa a sí mismo- la Literatura ha atravesado muchos momentos de crisis y de cambios, pero su esencia siempre se ha mantenido igual. Mostrar lo que el hombre es, lo que el hombre interpreta de su mundo, tanto externo como interno, es una invitación para que el oyente o lector, según sea el caso, abra su mente, sus sentimientos y su espíritu a formas diversas de observar y resolver sus angustias vitales, sus sueños y fantasías en planos que no hagan daño a nadie, sino al contrario, lugares ficticios de donde se sale reconfortado, iluminado y enriquecido, tanto para surgir de nuevo a pelear las batallas cotidianas de la vida, como para actuar de la única manera posible para la libertad: optando por lo mejor, lo más noble y bello, pues de lo contrario, ya no podría llamarse libertad, sino libertinaje.


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Erudición Con respecto a estos momentos de epidemia, aprendido a través de las propuestas de sus obras, la Literatura ha sido fiel reflejo de nuestra trayectoria podremos volver una y otra vez más fortalecidos y humana y propositiva para sacar de ellos lo mejor creativos a cambiar lo que el mundo está haciendo de nuestra especie: Edipo rey, de Sófocles presenta mal. El arte está hecho de juego, pero éste siempre cómo una epidemia hace que el parricida Edipo, debe ser creativo, inteligente, limpio, novedoso, ágil, tome conciencia de su hybris y rectifique su conduc- todo lo cual nos permite revisar nuestros recursos, ta, que sólo perjudica a su pueblo; en la Edad Media, analizar el problema desde ángulos que a lo mevarios poemas y narraciones presentaron a la peste jor nunca nos hubiéramos imaginado, lo que hace como un anuncio del juicio final si la sociedad no a nuestra mente flexible, pero no voluble. El arte tomaba consciencia de sus excesos, se arrepentía y siempre ha sido búsqueda y escudo para aquel que rectificaba su conducta. Así, por ejemplo, tenemos busca y sueña con la verdad, la bondad, la magnaniEl Decamerón de Boccaccio donde se nos cuenta midad, que siempre piensa en grande y eso significa cómo algunos padres, preocupados porque sus jóve- pensar como Dios lo soñó para su criatura. Y Dios nes hijos (hoy diríamos, adolescentes) se resguarda- nos pensó en grande para ser felices haciendo felices ran frente a la peste negra que asolaba Florencia los a los demás, nunca para destruirnos o destruir a su mandaron a la campiña donde, lejos de los adultos, creación. estos muchachos se propusieron una manera de conjurar al miedo y la angustia ante la muerte: con Ahora, más que nunca, debemos acercarnos tarse, unos a otros, cuentos; Shakespeare escribió su al arte pues con él se fortalecen nuestras virtudes Enrique VIII en medio de una cuarentena en Londres; humanas. Muy posiblemente, deberemos desaUn enemigo del pueblo, del noruego Henrik Ibsen prender lo aprendido que tiene negatividad y así tiene como tema los dilemas de un villa frente a una podremos dar cabida en el corazón y el espíritu a contingencia sanitaria; ya en el siglo XX, la celebérri- valores que, con el tiempo, se conviertan en virtuma novela de Albert Camus, La peste, relata la mades. De esta manera, podremos desarrollar nuevas nera en que todo un poblado, desde médicos hasta conexiones neuronales y enseñar eso a los que nos turistas fugitivos, se ven igualados en circunstancias rodean, mediante nuestro comportamiento. Ellos por esta enfermedad. El premio Nobel, José Sarama- y las nuevas generaciones necesitan de nosotros, go, también nos habla de una pandemia en Ensayo los que hacemos y enseñamos cualquier arte, para sobre la ceguera, donde toda una nación pierde la que aprendan que es posible ser otros, que no está vista sin que nadie, ni las mismas autoridades, puemal reinventarse, que la resiliencia es una capacidad dan evitarlo, mientras que la cuarentena hace que humana que muchos se han empeñado en ocultaraflore de los personajes la solidaridad, no sin antes les porque no les conviene hacer hombres y mujehaber intentado la sobrevivencia con los peores res fuertes que puedan adaptarse y defenderse de comportamientos. Por su parte, el estadounidense adversarios negativos, enajenantes y esclavizantes. Jack London escribe, en 1912, La peste escarlata, una Que es posible y deseable crear un mundo mejor, novela situada en 2013, cuando en las principales ca- que el mundo puede transformarse y, dentro de él, pitales del mundo se propaga una peste fulminante lo más grande es que cada uno de nosotros puede que no discrimina edades, géneros ni clases sociales. convertirse en una mejor versión de sí mismo. También el genio norteamericano del suspense, Stephen King, desarrolla el tema de la pandemia en su novela La danza de la muerte, que relata la huida de una familia ante la propagación de un arma biológica, el virus de una gripe conocida como el “proyecto azul” o “el capitán trotamundos” que mata * Rosa María Rangel Mondragón es maestra en Letras Hispánial 99,4% de quienes la contraen, no sólo en Estados cas y labora en la ENP-5 desde hace 32 años, en el Colegio de Unidos, sino también en China, la Unión Soviética, Literatura, turno vespertino. Perú y Senegal. Para re-crear a la vida nos basta el arte y, una vez que hemos experimentado, analizado, sufrido y Coapan 51


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La historia

no predice, pero nos informa Por Enrique Esqueda Blas *

Así como se ha abierto un subcampo historiográfico conocido como Historia Contrafactual (un ejercicio hipotético sobre cómo se habrían configurado procesos históricos, si algunos hechos hubieran cambiado); la Gran Historia (un macrorrelato, a la manera de una cosmogonía contemporánea), así como la Historia del Tiempo Presente y los Estudios de los Futuros nos posicionan en la perspectiva del porvenir. Ya sea desde la subdivisión en futuro próximo (los siguientes cien años), medio (los siglos y milenios venideros) o remoto (el tiempo cósmico), tanto el pasado posible, como el futuro probable despiertan severas dudas y cuestionamientos, por no decir, descalificaciones y rechazo. Y no es para menos, se acepta que en ambas perspectivas abundan las conjeturas. En su artículo “El futuro, ¿un nuevo dominio del tiempo histórico?” Navajas (2018) nos invita a re-

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pensar si el porvenir puede ser comprendido desde la historia. Refiriendo trabajos de Reinhart Koselleck subraya que si el pasado puede segmentarse teóricamente en real, recordado e histórico e implicar tanto los vestigios, como la memoria y la refiguración de los acontecimientos; el pasado cercano y el presente extendido abren caminos a lo imaginado (como futuro próximo). Es entonces, que desde un tiempo y espacio determinados se entreven porvenires susceptibles de historización, lo que supone un “nuevo cruce de dominios temporales”.

Imagen: Jimm Chan

Una vez que los combates intelectuales entre académicos historicistas y marxistas terminaron hace décadas a favor de los primeros, y se llegara a la convención de que la historia carece de leyes, es desde otras naves que se timonea por los océanos de la experimentación. Se trata de un territorio que aterra: de osados aventureros dispuestos a zarpar de sus puertos conocidos, para cruzar, pese al miedo al fracaso, los confines de la tradición.


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Así como la Historia del Tiempo Presente ha logrado su fundamentación, los estudios históricos sobre el futuro seguirán, con cierta seguridad, una ruta semejante. Si los periodistas se adelantaron a los historiadores como intérpretes del presente; los literatos, filósofos y científicos han revelado su vocación por el mañana. Los presentistas apelan a las nociones de causalidad y proceso; los futuristas, me parece, recurrirán al método comparado, la deducción lógica y la intuición. Dado que varias teorías holísticas fallaron en su capacidad predictiva de las sociedades humanas (por tratarse de sistemas abiertos); las visiones del futuro, aún las mejor fundamentadas, son altamente falibles. Lo valioso de ellas, al menos para mí, radicar en dos sentidos. Primero, en cuanto a lo que nos permiten comprender sobre el presente de las mujeres y hombres que los vislumbran, y, segundo, respecto a lo que las imágenes del mañana suponen como promesas y riesgos para nuestras sociedades. A la espera de libros prospectivos que ya comienzan a editarse, me interesa revisar reseñas, notas periodísticas y entrevistas accesibles a cualquier internauta, que refieren el pensamiento de intelectuales de varios países del mundo. He rescatado algunas opiniones de los filósofos José Ignacio Murillo, Fernando Savater y Amelia Valcárcel, así como de los historiadores Namiq Musali y Yuval Noah Harari. Sin

embargo, debo prevenir sobre la mediación de los recursos consultados y del sesgo de mi lectura. Dicho lo anterior, desde el punto de vista estrictamente historiográfico, la pandemia por covid-19 implicará para los historiadores debatir sobre la categoría que mejor describa los cambios que estamos viviendo. Partiremos de nociones amplias, aunque quizá imprecisas, como Gran Confinamiento o Gran Pausa, en el contexto de una “Gran crisis” de orden ambiental, energético, alimentario, migratorio, bélico y económico, como ya planteaba Bartra (2009). Reflexionaremos si este fue o no un auténtico tiempo de inflexión siguiendo a Harari (s/f ) en “Superaremos la pandemia, pero corremos el peligro de despertar a un mundo diferente” (citado por Smicht). Por otro lado, museos y centros de investigación histórica acopiarán documentos personales como diarios, testimonios y audiovisuales para preservar la amplia gama de respuestas humanas que estamos advirtiendo (desde las más tristes y desoladoras, hasta las más creativas y heroicas). Disponemos también de ejemplos como el de Namiq Musali (2020) (citado por Cagatay en “¿Qué le espera al mundo después de la pandemia?”), donde se pondera un enfoque comparado del impacto de varias pandemias en la historia de la humanidad. Si bien, estas son causa de muerte y deCoapan 53


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Erudición vastación, también son ponderadas como catalizadoras de transformaciones macrosociales. Si hemos de dar crédito a sus afirmaciones, el nivel de desarrollo de nuestra civilización, quizá haga que los efectos de la actual crisis sanitaria sean aún más rápidos que los observados en eventos parecidos en otros estadios. Esto se debería, en parte, a que estamos en una coyuntura de estrecha e intensa interconexión mundial.

Dado que la pobreza y el hambre crearán la desigualdad, la migración y el descontento social, lo harán también, especialmente en América Latina y África. Las tensiones entre Estados Unidos y China escalarán y Rusia volverá a tener un protagonismo internacional. Habrá espacio para los levantamientos cosmopolíticos (principalmente de mujeres y en contra del cambio climático) y un cierto margen para la caída de gobiernos. Se seguirá avanzando en la inteligencia artificial y esta restará empleos; las sociedades postindustriales se encaminarán en las

Imagen: abhishek goel

Pero Musali realiza otras observaciones. Nos dice que hay dos referentes históricos para suponer escenarios: la gripe española de 1918 y la Gran Depresión de 1929. De ahí que, desde la primera posguerra del siglo XX se hayan creado las condiciones sociales para los extremismos nacionalistas, desde los nazifascistas y bolcheviques, hasta los franquistas. Si consideramos la eventual recesión mundial en la que estamos entrando, y que llevará al límite a los gobiernos, ya de por sí debilitados por sus elevados niveles de deuda pública y baja recaudación fiscal; y si sumamos los despidos de millones de personas, el encarecimiento de productos de consumo básico, además de los efectos del virus, podría coincidirse con el académico, de que hay condiciones para el ascenso de líderes populistas y nuevos extremismos xenófobos y fundamentalistas. Ese panorama refuerza lo anunciado por Eric Hobsbawm desde finales del siglo XX, y que vuelve sobre un escenario menos globalizado y más autoritario bajo el pretexto de la seguridad nacional.

Ahora bien, los avisos de este desconcierto colectivo se habían dado, pero poco se hizo para destinar recursos para la investigación y fortalecer los sistemas de salud pública. La respuesta de los organismos internacionales y los gobiernos nacionales, que en general ponderaron el aislamiento, más que la medida de “inmunidad de rebaño” está impactando negativamente en la economía. Se estima que, ante la falta de oportunidades laborales, la mano de obra se depreciará y habrá un margen más grande para el trabajo en casa. Los estados deberán elegir entre apoyar a las corporaciones que intentarán recuperar sus ganancias y reactivar las frenéticas cadenas de producción y comercio con costos humanos y ecológicos enormes o estimular políticas de regulación, brindar incentivos a las empresas y cooperativas, además de promover políticas de seguridad social y para el crecimiento del mercado interno.

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rutas transhumanas, se buscarán nuevas fuentes de energía y se competirá por la conquista del espacio. Quizá, un escenario bastante distinto del humanismo que a Valcárcel (s/f ) le gustaría (citado por Uribari en “Después de la pandemia: hacia un nuevo humanismo”). Para ella, esta filosofía occidental de reminiscencia grecolatina y judeocristiana enfrentaría la embestida de las autocracias y sistemas jerárquicos orientales y, podría sumarse, del posthumanismo, que, al parecer, socavará los cimientos de este pensamiento. Si bien Savater (2020) (citado por Alconada en “Vamos a seguir siendo lo mismo, pero un poco peor”) duda del impacto positivo a largo plazo de la pandemia, en los comportamientos humanos; Murillo (2020), en cambio (citado por Rouzaut en “La pandemia del coronavirus, un antes y un después en

Erudición los hábitos de la humanidad contemporánea”) cree que esta puede ser la oportunidad para rupturas, especialmente del individualismo. En ese mismo sentido, tal vez hay otras dimensiones en el terreno microsocial que se verán afectadas. Nos replantearemos el sentido de la vida y nos preguntaremos qué es lo esencial. Revaloraremos las presencias y el amor humano. Apreciaremos el espacio doméstico, pero seguiremos precisando de la comunidad y su solidaridad. Tenderemos a relaciones sexoafectivas más estables y agradeceremos más las vidas de quienes han hecho que lo simple, pero fundamental, siga funcionando. Viajaremos menos al exterior, pero profundizaremos en el interior, retomaremos viejos proyectos y tal vez, nos quitemos del peso de rutinas que sofocaban nuestra libertad. El pasado tiene mucho que aportarnos, aunque solo sea como una representación mental.

Fuentes de consulta (8 de abril, 2020), “La vida después de la pandemia: 15 perspectivas que analizan si el mundo cambiará con el coronavirus”, en Infobae. Recuperado de: https://www.infobae.com/america/ mundo/2020/04/08/la-vida-despues-de-la-pandemia-15-perspectivas-que-analizan-si-el-mundo-cambiara-con-el-coronavirus/ Alconada, H. (4 de julio, 2020). “Fernando Savater: «Vamos a seguir siendo lo mismo, pero un poco peor»”, en La Nación. Recuperado de: https://www.eltiempo.com/cultura/musica-y-libros/ fernando-savater-habla-del-futuro-de-la-humanidad-tras-la-pandemia-514376 Bartra, A. (10 de abril, 2009). “La Gran crisis”, en La Jornada. Recuperado de: https://www.jornada.com.mx/2009/04/10/index. php?section=politica&article=010a1pol Musali, N. (13 de abril, 2020), “¿Qué le espera al mundo después de la pandemia?”, en AA News. Recuperado de: https://www. aa.com.tr/es/mundo/-qu%C3%A9-le-espera-al-mundo-despu%C3%A9s-de-la-pandemia-/1803475 Navajas, C. (5 de octubre, 2018), “El futuro, ¿un nuevo dominio del tiempo histórico?”, Mélanges de la Casa de Velázquez, Recuperado de: http://journals.openedition.org/mcv/8415

Rouzaut, N. (24 de marzo, 2020) “La pandemia del coronavirus, un antes y un después en los hábitos de la humanidad contemporánea”, en Vida universitaria. Recuperado de: https://www. unav.edu/web/vida-universitaria/noticia-pestanas6/2020/03/24/ la-pandemia-del-coronavirus-un-antes-y-un-despues-en-los-habitos-de-la-humanidad contemporanea?articleId=25667959#:~:text=Universidad%20de%20Navarra-,La%20pandemia%20 del%20coronavirus%2C%20un%20antes%20y%20un%20despu%C3%A9s%20en,h%C3%A1bitos%20de%20la%20humanidad%20 contempor%C3%A1nea&text=Asimismo%2C%20analiza%20 el%20impacto%20de,est%C3%A1n%20influidas%20por%20nuestros%20h%C3%A1bitos. Smicht, M. (s/f). “Yuval Noah Harari: “Superaremos la pandemia, pero corremos el peligro de despertar a un mundo diferente”, en XLSemanal. Recuperado de: https://www.xlsemanal.com/personajes/20200412/yuval-noah-harari-despues-coronavirus-mundo-crisis-historia.html Uribari, F. (s/f). “Después de la pandemia: hacia un nuevo humanismo”, en XLSemanal. Recuperado de: https://www.xlsemanal.com/ conocer/sociedad/20200714/yuval-noah-harari-humanismo-despues-coronavirus-salvar-humanidad-amelia-varcarcel.html

* Enrique Esqueda Blas realizó estudió en la UNAM y El Colegio de México. Es profesor del Colegio de Historia de la ENP 5. Correo: enrique.esqueda@enp.unam.mx

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La peste de Albert Camus Por Arwen Gutiérrez*

A continuación les comentaré un poco sobre el libro La peste del filósofo y escritor francés Albert Camus. Esta novela filosófica está ambientada en el mundo que dejó la Segunda Guerra Mundial. El libro está dividido en cinco apartados y consta de trescientas cincuenta y un páginas (dependiendo la editorial). En él, el autor nos describe cómo las personas del pequeño pueblo de Oran deben enfrentarse a la peste. El relato inicia introduciéndonos a dicho pueblo (ubicado en Argelia), y nos cuenta cómo son sus pobladores, lo que normalmente hacen todos los días, etc. La historia gira principalmente en torno a cinco personajes y está relatada desde diferentes puntos de vista, ya que se agregan algunas notas de los personajes a la historia principal. El narrador nos cuenta un poco de la vida del doctor Rieux, quien tiene una esposa enferma y, por ello, días antes de la plaga, ella sale del pueblo para tratar su enfermedad. Se describe cómo, de unos días hacia el presente de la historia, empieza, a haber una plaga de ratas que solo salen para morir, ya que siempre las encuentran recostadas en un pequeño charco de sangre. La gente no le da importancia a esta situación, hasta que un día los pobladores empiezan a presentar síntomas de una enfermedad y días después comienzan las muertes.

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El doctor Rieux, junto con personajes muy importantes para la historia, deben poner su vida en riesgo para intentar ayudar a las personas, dado que los síntomas corresponden a la enfermedad que tiempo atrás había exterminado a pueblos enteros… La plaga. Gracias a esto, el gobierno y los doctores deciden aislar al pueblo, y a los habitantes se les prohíbe tener contacto con gente que esté fuera de la localidad, esto crea caos entre las personas, ya que nadie está listo para salir de la rutina en la que vivía. A partir de este momento, se describen las etapas del encierro y las fases por las que pasan los habitantes del pueblo (como la esperanza, la soledad, la angustia, el miedo, el cambio, la felicidad, entre otras). En un inicio, el escritor no nos hace saber por quién está narrada la historia, ya que considera que esta debe ser muy realista, objetiva y debe contar lo que ocurrió y no lo que sintió el narrador, aunque posteriormente se nos permite saber quién es dicho narrador y cuál es su importancia en la historia. A pesar de ser una novela que se ve desde un punto de vista bastante objetivo, también podemos notar en el transcurso de la historia los sentimientos y pensamientos de algunos personajes, logrando que el lector los comprenda y entienda lo que sufren. Los principales temas que trata esta obra son el amor,


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el tiempo y un poco de religión. Además, el autor hace que los personajes y el lector se cuestionen el motivo de su existencia y si nosotros estamos en una derrota constante contra la vida, como lo menciona Rafael Narbona en su reseña: “Para Rieux, la existencia solo es una interminable derrota” (Narbona, 2020). Además, durante la historia se debate el pensamiento filosófico contra el religioso, cuando dos de los personajes nos llevan por un camino de conocimiento hacia la perspectiva y creencias de cada uno. El autor también pone énfasis en cómo las personas no son conscientes y siempre anhelan lo que no tienen “Impacientados por el presente, enemigos del pasado y privados por el porvenir” (Camus, 2019, p.84). Para concluir, decidí hablar de este libro ya que, aunque lo que estamos viviendo en la actualidad no es igual a lo que ocurre en esta historia, tiene muchas similitudes con nuestro presente. Cabe recalcar que en los tiempos de la peste no se tenía la tecnología que ahora tenemos, y por lo tanto las personas no podían comunicarse con sus seres queridos, y el autor te hace sentir la soledad de una manera muy real e incluso frustrante. Este libro me hizo entender un poco más que casi siempre nos preocupamos por cosas mundanas y nos concentramos en alcanzar metas “materiales” y dejamos de lado nuestro crecimiento interno, haciendo que cada día perdamos el verdadero sentido de la vida. A nivel personal, no considero que este libro sea en su totalidad esperanzador, para mi es una bomba de realidad que nos recuerda que debemos avanzar hasta el final. Este libro demuestra la esencia de las personas y nos hace reflexionar sobre lo que somos y qué es lo que vamos a hacer con el tiempo que tenemos.

Fuentes consultadas: Frolov, Ivan T. (1984). Diccionario de filosofía. México: progreso.Versión digital disponible en: http://www.filosofia.org/ enc/ros/camus.htm. Consultado el 7 de junio de 2020 Camus, Albert (2019). La Peste. Barcelona: Edhasa.

Albert Camus (1913-1960) Escritor y filósofo francés, representante del existencialismo ateo, premio Nobel (1957). Las concepciones de Camus se formaron bajo la influencia de Kierkegaard, Nietzsche y Dostoievski, así como de los filósofos existencialistas alemanes. El tema central de la filosofía de Camus es el problema del sentido de la existencia humana, la cuestión de si “vale la vida para que se viva”.

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* Arwen Gutiérrez es estudiante en Prepa 5 y está por iniciar quinto año. Hace poco descubrió un nuevo mundo en los libros y en la escritura. Le gusta escribir porque mediante la escritura puede ser ella misma y decir lo que de otra forma no se atrevería. Le gusta leer textos de fantasía porque le encanta conocer diferentes ideas de la realidad y de lo que no es posible. También le gusta la literatura de misterio y, en ocasiones, la de terror.

Si desean leer más sobre el autor, y sobre este libro en particular, pueden consultar esta fuente donde se exploran, más a profundidad y en un nivel más filosófico, los sentimientos y conocimientos que dejó Camus en este libro: Narbona, Rafael (17 de marzo de 2020) ‘La peste’: Albert Camus en los tiempos del coronavirus. El Cultural. Disponible en: https://elcultural.com/la-peste-albert-camus-en-los-tiempos-del-coronavirus. Consultado el 7 de junio de 2020.

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En tiempos de pandemia leamos a Saramago “Escribo para entender qués es un ser humano”. José Saramago Por Leonila H. Rosete Olvera*

Narrar es reflexionar sobre la naturaleza humana, plantea Alberto Paredes (2015) en su interesante libro Las voces del relato. También señala que “las novelas magistrales son actos de lucidez” (p. 14). Yo añadiré que en los grandes relatos encontramos no solo una propuesta ética sino también estética. Con esto quiero decir que en estos extraordinarios textos se plasma una “visión ética del mundo, de la historia y del individuo” (Costa, H. 2004.p. 314) donde los lectores nos confrontamos con un espejo que obliga a mirar tanto a la sociedad como a nosotros mismos. Por otro lado, está la propuesta estética en la que el autor despliega su creatividad lingüística y las estrategias narrativas que pone en juego para atrapar a su lector y para obligarlo a leer de principio a fin el texto que tiene ante sus ojos. Este preámbulo sirve para ponderar una de las grandes novelas del escritor portugués José Saramago (1922-2010), Ensayo sobre la ceguera publicada en 1998. Su lectura o relectura sale al encuentro de nuestra sensibilidad a flor de piel, en estos difíciles tiempos en que el mundo entero sufre una grave pandemia que nos ha obligado a un confinamiento inimaginable que ya dura meses y meses y que aún no se vislumbra cuándo acabará. Esto ocurre porque el eje temático de este relato gira en torno a una extraña epidemia de “ceguera blanca”, que se va extendiendo por toda la ciudad.

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Una vez abierto el libro, o bien, colocados frente a la página electrónica, advertimos el sentido que reviste el título. El autor nos invita a formar parte del ensayo imaginario que implicaría, en el plano individual y social, que los habitantes de una ciudad, uno a uno, fueran perdiendo la vista sin ninguna posibilidad de frenar el contagio. Al igual que nuestra pandemia, la epidemia de Saramago es una enfermedad desconocida, de la que no se sabe nada, ni por qué se originó ni cómo se propaga. Tampoco respeta edad, sexo ni condición social. Hay un primer hombre que pierde repentinamente la vista en su auto, frente a un semáforo. Su esposa lo lleva al oftalmólogo y todos los que se encuentran allí se contagian, inclusive el médico. Son el primer grupo de ciegos que el gobierno decide aislar y confinar en el edificio de un manicomio abandonado, para evitar la propagación de la enfermedad. Inexorablemente todos en la ciudad van perdiendo la vista, menos la esposa del médico quien de forma inexplicable, para ella misma y para el lector, no queda ciega; sin embargo, ella decide fingir invidencia para poder acompañar a su marido y ayudarlo en su discapacidad. Así inicia la historia. A partir de aquí el destino de los personajes se enmarca en un manicomio, el cual empieza a llenarse de contagiados a los que el ejército conduce hasta allí. La mujer del médico asume un papel


Vaqueros Prepa 5 protagónico, pues no solo ayuda a su esposo a moverse en un mundo de tinieblas blancas, también, fingiéndose ciega, ayuda a quienes comparten la misma sala. El manicomio es el espacio narrativo en donde Saramago coloca a sus personajes sin nombre: la chica de las gafas, el primer ciego, el niño estrábico, etc.

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En un principio los enfermos reciben la comida que el gobierno les hace llegar a través del ejército, pero el desinterés de las autoridades y la propagación del contagio trajo consigo el desabasto. Dentro del manicomio comienza una lucha feroz por la supervivencia, creando dos bandos. Por un lado, un grupo de ciegos malvados con un líder brutalmente perverso que controla la comida, y por otro, los ciegos sometidos y obligados, no solo a entregar sus pertenencias, sino a permitir la violación de las mujeres con tal de obtener comida. La propia esposa del médico, que simboliza la generosidad, la solidaridad y el amor incondicional, en su decisión de ayudar a las mujeres violentadas, utiliza la violencia para combatir la maldad de los perversos ciegos de la otra sala. Cada personaje asume una conducta moral que el lector juzga y evalúa de acuerdo a su propia visión del mundo y a los principios morales que seguramente rigen su vida. Los lazos de apoyo se estrechan entre el grupo de ciegos que la esposa del médico protege sin que sepan que ella ve. Los malvados reciben su merecido y como consecuencia el manicomio se incendia. La mujer del médico logra sacar a su grupo de amigos, y se inicia en esta parte el final de la historia. Entonces aparece el escenario de la ciudad que se ha convertido en un caos de suciedad y destrucción, de muertos por doquier, de perros que devoran cadáveres y ciegos que deambulan desesperados en busca de comida. El espectáculo es atroz para la única que ve.

Imagen: https://drive.google.com/drive/folders/1ye00cMPghf5w7LNPHkjM9cMxoItLIVBL?usp=sharing

¿Qué ocurre a los seres humanos cuando viven una experiencia de esta naturaleza? ¿Cómo se conducen ante sí mismos y ante los otros? ¿Qué conductas prevalecen y qué decisiones se eligen cuando se vive en una pesadilla? Sin duda alguna, la novela es una indagación ética sobre el comportamiento moral de las personas ante situaciones límite.

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Ella decide llevarlos a su departamento con la esperanza de que su hogar no haya sido invadido por otros ciegos. Por fortuna nadie ha entrado a la casa. Allí encuentra no solo agua y comida para todos y la oportunidad para asear sus cuerpos, sino también seguridad y tranquilidad. De manera repentina el primer ciego recobra la vista y después todos los demás, y más tarde la ciudad transita hacia la normalidad. Solo la esposa del médico teme que sea el turno de quedarse ciega. Es un final abierto, el lector decide. ¿Por qué la lectura de esta novela resulta fascinante y logra engancharnos de inmediato, después de tres o cuatro páginas? Sin duda se debe a la original propuesta estética. Tenemos un narrador que no forma parte de la historia, pero que asume el papel de autor implícito que critica, comenta, juzga y elabora juicios éticos a lo largo del relato. Al lector no le queda duda de que se trata de la voz del escritor que nos presenta un mundo que requiere ser interpretado. Los personajes no tienen nombre, son figuras alegóricas que simbolizan prototipos humanos. Las técnicas narrativas se vinculan con la tradición oral. Hay un rico refranero que el narrador y los personajes van entretejiendo en sus diálogos. Sabemos que los refranes resumen la sabiduría popular. Saramago los recrea literariamente utilizando muchas veces la ironía y el humor. Ensayo sobre la ceguera no es una lectura sencilla. Su escritura es compleja estilísticamente, pues las normas que rigen el idioma (inclusive en la traducción al español que nosotros leemos) se transgreden. Esto resulta evidente en el tratamiento especial que el autor da a la puntuación. Por ejemplo, se omiten los signos de interrogación y exclamación en los enunciados que lo ameritan, los diálogos de los personajes son introducidos por una coma y no por un guion, hay extensos bloques narrativos de un solo párrafo en donde solo se utilizan comas. Sin embargo, hay que reconocer que esta singularidad estilística no altera en lo más mínimo la efectividad comunicativa de la novela.

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Finalmente, cabe preguntar quién es José Saramago. Lo primero que tenemos que decir es que se trata de uno de los grandes escritores del siglo XX. En 1998 recibió el Premio Nobel de Literatura y en 1995 el Premio Camões que equivale al Premio Cervantes en lengua española, entre otros destacados galardones. Veinte universidades europeas y de América le otorgaron el reconocimiento Doctor Honoris Causa y fue miembro honorario de diversas academias e instituciones culturales. Escribió novelas, cuentos, ensayos, crónicas, teatro y poesía. Si tuviéramos que destacar un rasgo que singulariza su creación literaria, apuntaríamos sin duda alguna, que se trata de una penetrante indagación sobre la conducta ética de los seres humanos a través de una original propuesta estética. En Las voces del relato (2015), Paredes plantea que: “Las novelas no reportan acontecimientos efectivamente sucedidos, sino que versan sobre lo verdadero posible. Es así que nos abren los ojos y nos informan de la naturaleza humana” (p. 109). Saramago en su novela nos invita a realizar un viaje imaginario hacia una realidad posible que sin duda se asemeja a la que estamos viviendo.

* Leonila Hortensia Rosete Olvera es licenciada en Lengua y Literaturas Hispánicas por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y maestra en Literatura Iberoamericana por la misma Institución. Se desempeña como docente del Colegio de Literatura de la Escuela Nacional Preparatoria. Fuentes consultadas: Costa, H. (2004). José Saramago: el periodo formativo. México: FCE. Paredes, A. (2015). Las voces del relato. España: Cátedra. Saramago, J. (2009). Ensayo sobre la ceguera. México: Punto de Lectura.


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Iconografía

Autora: Alejandra Delgado Díaz Serie: “Días normales” Técnica: Fotografía digital Año: 2020 Alejandra Delgado es docente, fotógrafa y artista visual. Estudió la Licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México y la Maestría en Artes Visuales en la Escuela Nacional de Artes Plásticas, de la UNAM. Ha participado en diversas exposiciones colectivas en México y España.

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Un poco de historia y un poco de abejas Historia de las abejas ¡Un libro que no te puedes perder! Por Ana Patricia García García*

Sin duda el 2019 ha marcado nuestras vidas con la pandemia del COVID-19, cuyo brote inició entre noviembre y diciembre de ese año, pero, ¿qué había pasado antes?, ¿en qué andábamos durante los otros diez meses? Los concursos interpreparatorianos del Colegio de Biología de la ENP, así como varios eventos en todo el mundo, estuvieron enmarcados por la conmemoración del natalicio de uno de los grandes exploradores de la naturaleza: Alexander von Humboldt “sus viajes, sus exploraciones, sus aventuras, sus relaciones con los grandes personajes de su tiempo, sus actitudes y sus teorías. Te asomas a sus textos, y a lo que otros han escrito de él, y no puedes sino asombrarte por lo que hizo y lo que pensó, con tanta intensidad, y por la manera en que se adelantó en tantas cosas a su época —la concepción de la naturaleza como un todo interactivo, conectado, y como un organismo vivo; el cambio climático; la idea de especie clave; incluso el nature writing”. (Antón J., 2019) ¿El nature writing? Sí, resulta que desde hace algunos años se ha generado una corriente de

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escritores que retoman en sus libros problemáticas ambientales para invitar a la reflexión sobre nuestra conexión con la naturaleza. Así fue como conocí la Historia de las abejas de Maja Lunde (Oslo, 1975), un éxito desde que se publicó, en el 2016, en Noruega; el libro más vendido en Alemania en el 2017, un libro que ha recibido varios premios aquí y allá, ¿y yo apenas me entero? Pues sí, de inmediato siento un gran entusiasmo en mi interior, neurotransmisores recorriendo mi estómago hasta mi pecho, quiero conocer la historia de las abejas, ¡claro! Todos hemos escuchado que las abejas son súper importantes para la polinización de las flores y la producción de aquel líquido exquisito, espeso, dulce y saludable: la miel. De inmediato voy a la librería, lo pienso: ¿hay algún descuento? No, en fin, sí quiero leerlo. Desde que lo tengo en mis manos empiezo a sumergirme y, desde las primeras páginas, me engancha…


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Recomendaciones

Tao, Distrito 242, Sirón, Sichuan, 2098… ¿Cómo? ¿Ya no hay abejas? ¿Las personas polinizando los cultivos manualmente?... William, Maryville, Hertfordshire, Inglaterra, 1852… ¿La domesticación de las abejas? ¿Inventando las primeras colmeneras?... George, Autumn Hill, Ohio, Estados Unidos, 2007… ¿Seguir el negocio familiar como apicultor o seguir tus sueños universitarios? ¿Trabajar o estudiar? Tres narraciones entrelazadas que me tienen en ascua. Y en eso llega la cuarentena, justo el tiempo que necesitaba para seguir con mi emocionante lectura. Los libros que se han convertido en mis mejores amigos, en estos tiempos de aislamiento social te invito a sumergirte en esta aventura de las abejas, estoy segura que no te arrepentirás.

Fuentes consultadas: Antón, Jacinto, (2019). “Humboldt, el genio romántico que anticipó el cambio climático”. El país. Artículo publicado el 22 de septiembre del 2019. Consultado el 19 de agosto de 2020 de https://elpais.com/elpais/2019/09/20/ideas/1568980684_909618. html Lunde Maja, (2016). Historia de las abejas. Siruela. España.

* Ana Patricia García García es maestra en Ciencias Biológicas, egresada de la Facultad de Coapa (la victoriosa Prepa 5) y más tarde de la Facultad de Ciencias. Al inicio de su profesión se dedicó al estudio de la microbiología ambiental, bichos invisibles a nuestros ojos, pero la mayoría indispensables para el flujo de materia y energía en los ecosistemas. Después inició su aventura docente en la Facultad de Ciencias y actualmente en la ENP 5 “José Vasconcelos”.

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