Año 1 | #3 | Marzo 2011 | Public. Mensual
Quiere ser CAMPEÓN César Milla “Para soñar hay que soñar”: charla con César Milla
Cine en el parque junto a los chicos de la escuela de box
Debut profesional y empate con sabor a triunfo
Testimonio del hijo de un desaparecido villeguense por Pedro Satragno
15 años de Colifatos El comienzo de la era Colifatos Es la murga quinceañera
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Índice Editorial: Realidad e imaginación por Patricia Bargero
Editorial 3
“Para soñar, hay que soñar” Charla con César Milla 5 por Ariel Quiñones
César Milla: debut profesional y empate con sabor a triunfo
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por Pedro Satragno
Testimonio del hijo de un desaparecido villeguense por Pedro Satragno
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Paseo de la Memoria en General Villegas 14 Un premio para Lucy 14 Militar, boxeador, defensor de DD.HH. 15 por Patricia Bargero
Quiere ser campeón 16 por Pedro Satragno
El comienzo de la era Colifatos 17 por Ruly Pinedo
Es la murga quinceañera
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por Elías Aguirre
Encanto y brillo 20 por Sofía Pontiggia
Cine en el parque: junto a los chicos de la escuela de box
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Diario de una estudiante recién llegada a Buenos Aires
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por Albertina Peralta Moreno
SI DESEA PUBLICITAR... Tel: (03388) – 15670351 / 42-0327 E-mail: entrelascuerdas.revista@gmail.com San Martín Nº 492 - General Villegas - Buenos Aires
DATOS IMPORTANTES Tirada: 500 ejemplares por esta vez.. Frecuencia: mensual, en lo posible .Valor: $10, de los cuales $9 son para los chicos de la Escuela de Box que venden la revista.
Realidad e imaginación Cuando se trata de entender la realidad, sobre todo cuando esa realidad es ajena a la nuestra, cuando está plagada de situaciones que escapan al sentido común o lo aceptable, o cuando está atravesada por la catástrofe o el horror, es absolutamente necesario poner la imaginación en juego. No tenemos otro modo de acceder a lo real más que imaginándolo.
Imaginar para entender: Ante realidades duras, difíciles de sobrellevar, los involucrados suelen enmudecer. Pero mudo, el individuo no experimenta, no tiene posibilidad de ver o analizar la realidad en la que se encuentra o se ha encontrado. No sufre una verdadera experiencia de lo vivido. Sin experiencia, el hombre no puede modificar la situación que lo envuelve y se instala en un lugar cada vez más atroz. El individuo necesita decir para que esa realidad se convierta en experiencia con sentido. Para que el otro, para que el que observa o escucha, forme parte de esa experiencia de comunicación, es necesario antes vaciarse de contenidos, sospechar de “la única historia” que conoce al respecto y, entonces: desplegar la imaginación a pleno y hacer carne lo imaginado. Escuchar al testigo de esa realidad, tan distinta a la nuestra, sabiendo que habla de sí mismo, pero también habla del mundo. De esa parte del mundo al que no hemos accedido con nuestra experiencia. Escuchamos a los chicos que asisten a la escuela de box, leemos acerca de sus vidas, de las duras situaciones que han sido o son parte de su experiencia, pero el circuito se cierra recién cuando imaginamos esa realidad relatada y la incorporamos en nuestros saberes, y en ese acto la convertimos en experiencia propia. Leemos lo que cuenta Pedro acerca de su padre y de su vida como hijo de un desaparecido, pero su texto adquiere sentido recién cuando ficcionalizamos esos hechos, cuando creamos la ficción que nos permite entender y comprender la realidad de la que habla.
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Necesitamos incorporar eso que oímos o leemos de modo creativo. Debemos dejar que esos hechos movilicen el lugar cómodo y seguro que hemos aceptado hasta el momento. Necesitamos permitir que esos nuevos contenidos cuestionen nuestro presente y nuestro pasado. Sólo así, traspasados por esa experiencia, abriremos un espacio nuevo: un lugar en el que el horror pasado o presente dé lugar a una certeza, o, al menos, a una esperanza: el horror no volverá a repetirse.
Pedagogía de la catástrofe: ¿Por qué necesitamos hablar del pasado atroz o del presente extraño? ¿Por qué multiplicar esos testimonios? ¿Qué sentido tiene volver una y otra vez sobre relatos que, a veces, no queremos escuchar? Es necesario escuchar, leer, y dejarnos afectar por esos testimonios, modificarnos con ellos, conmovernos, para que ya no tengan lugar sobre el suelo que pisamos. Todo habla, pero no alcanza con escuchar o leer testimonios, con mirar o visitar espacios que recuerden el horror. Porque esos relatos y esas imágenes no cuentan toda la verdad: son sólo un jirón, una parte. Es necesario montar la ficción que nos permita imaginar el horror en su totalidad. Como ante un iceberg, situados ante una imagen, un relato, no estamos más que ante una mínima parte de lo sucedido. A una mayor amplitud de lo real sólo
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STAFF Consejo Directivo Pedro Satragno Ariel Quiñones Patricia Bargero
Diseño Lucas Jaymez - Algo Amarillo
Fotografía accederemos a través de la imaginación.
Ana Pontiggia
Profundizando estas cuestiones, el escritor Daniel Link, que visitó Villegas dentro del marco Puig en Acción 2010, compara a la memoria con el sonido. Sostiene que se propagan del mismo modo: cada molécula transmite su energía a la vecina, y si en el camino el sonido encuentra un obstáculo, lo rodea y avanza. Así se comporta la memoria: transmite su energía a través de las moléculas sociales y avanza, aun con obstáculos. Nada la detiene: rodea a cuanto intente frenarla en su camino y sigue propagándose.
Sofía Pontiggia
Ahora bien: cuanto más sólidos sean los cuerpos sociales, más posibilitan la propagación de la memoria. Cuanto más lejos llegue ésta, más garantías tendremos de que esos hechos no volverán a repetirse. Cuanto más involucrados haya, tanto más extenso será el territorio dentro del cual el respeto por el otro y la solidaridad quedarán garantizados.
Valeria Lascuraíñ
Marianela Arfenoni
Ilustraciones Albertina Peralta Moreno
Textos Albertina Peralta Moreno Ariel Quiñones Fermín Méndez María Cecilia Gonella Patricia Bargero Pedro Satragno
Cultura Marianela Arfenoni Sofía Pontiggia
Colaboraciones Elías Aguirre Ruly Pinedo
Patricia Bargero Lugar de venta fijo: Club Sportivo, San Martín 350, General Villegas. Ante los pedidos de un lugar fijo donde comprar la revista Gonzalo Villalba se sumó.Vende la revista en la cantina y colabora con los chicos.
Impresión: Lorenzo Benedetto España 472 - Rufino - Santa Fe. (03382) 42-1035
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Nota de tapa
“Para soñar hay que soñar”
Por Ariel Quiñones
Charla con César Milla No lo conocía a César, o creía no conocerlo. Cuando llegó y se sentó lo reconocí como parte del grupo y me acordé de que habíamos charlado una vez. Habíamos compartido esa tarde de enero en el parque con el resto de los chicos. Fue cuando tratamos de organizar con Pato (Bargero) esas charlas para “traer las palabras directas de ellos” al mundo de la revista (ver en el número anterior la nota “De almas en palabras”). Entonces me vino a la memoria su participación en ese encuentro. César había pasado su infancia en el campo y eso nos había ayudado a establecer un montón de comparaciones con las infancias urbanas de los otros chicos. Empiezo a escribir de esta manera porque ahora que tengo que introducirlos a esta entrevista se me ocurre invitarlos a recorrer el mismo camino que yo hice para conocerlo a César. A saber, a partir de esta misma charla. Creo que a medida que vayan avanzando van a entender por qué no quiero predisponerlos a un tipo de lectura, por ejemplo, describiendo algún aspecto de su personalidad. Él mismo hizo ese trabajo de manera gradual y serena durante esta charla; y acaso sean esas dos palabras una pequeña clave de anticipo. Pasen y lean…
Cuando estuvimos en el parque charlando con los chicos vos habías contado unas cosas muy piolas de tu infancia… César: Sí, mi infancia fue muy linda. Dentro de todo, divertida. Creo que la infancia en el campo tiene eso, jugaba mucho y con todo lo que había. Qué se yo, me
acuerdo que jugábamos a las bochas con esos zapallos amargos. O a la taba con un hueso, creo que es de la rodilla, se tira y tiene que caer parado. Me acuerdo de jugar con la caña a sacar la araña: se hacía un ruido tipo mosca soplando la puntita, y salía la araña, para joder ¿no? También me hacían unas trompetas bárbaras con una parte del zapallo, con
Compañeros los perros en el campo ¿no? Seguro que de alguno te acordás más en especial… César: Sí, me acuerdo de El Payaso, un galgo muy ligero, muy compañero. Con El Payaso y El Bayo salía solo a recorrer todo el lote del campo y siempre algo me traía, el peludo es muy rico. ¿Escuelita rural? César: Iba a la “Escuela de chapa” (Escuela N° 16). Hice todo el primario ahí, de primero a séptimo. ¿Aprendiste oficios en el campo? Ah, contame hasta qué edad anduviste por ahí… César:Y…, hasta los 12. Después lo echaron a mi padrastro, se quedó sin trabajo en ese campo y tuvimos que venir para Villegas… Trabajos de campo hice un montón. Ahí aprendés, vas haciendo todo: la guachera ¿viste?, darle de tomar leche a los terneros; ordeñar, andar a caballo con la hacienda, de todo un poquito…
las ramas creo. Mi padrastro me hacía juguetes con todas las cosas del campo que andaban por ahí. Por suerte me tocó un padrastro muy bueno, no como pasa muchas veces que son medio jodidos, fue muy buen tipo conmigo. Salíamos a cazar peludos, íbamos con el agua y los perros, teníamos galgos. Bah, trece perros teníamos, y yo los conocía muy bien a todos, la personalidad, ¿no? Todos servían para algo: algunos para la hacienda, otros para los peludos y así…
Y cuando pasaste a la ciudad y se terminó toda esa burbuja de la vida en el campo: ¿cómo fue ese cambio? ¿cómo te acomodaste? César:Y…, tenía más o menos doce años. Fui a parar al Fonavi (barrio de nuestra localidad). Para esto todavía me vestía como en el campo, viste. Si yo desfilaba y todo… Entonces apareció la cosa del barrio ¿no?, los pibes, juntarse por ahí…, y el cambio… Bueno, a los trece ya empecé a salir al boliche. Es distinto, qué se yo, para mí en el campo viví mejor, viví más “la vida”. Acá cambia, tenés de todo ¿no? Tenés lo bueno y tenés lo otro,
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Entonces ya de pibe la escuela no anduvo y empezó el laburo César: Después de la escuela de chapa yo primero fui a la Agraria, hice medio año de octavo y ahí peleé, y bueno, me echaron. Ya empezaba a aparecer el boxeo…
todo junto. Por ahí me pasó de tener un par de quilombitos por eso, por andar con alguien. ¿Los amigos del barrio eran chicos como vos o te juntabas con pibes más grandes? César: No, más grandes, enseguida empezamos a salir. Y cuando empecé con el boliche, 13 o 14 años, no paré más. Aparte era jueves, viernes, sábado, domingo… ¿Y cómo hacías con la guita? César:Trabajaba de albañil, horario corrido. Mi viejo (no el padrastro) trabajó siempre en la obra y enganché. Ahora está mejor, labura bien y puede ayudarnos. Pero antes no, estaba jodido todo. Parece que tenés buena relación con tu viejo y con tu padrastro, ¿no? César: Sí, tuve suerte. Con ellos bien. Hacé de cuenta que tuve dos padres. A pesar de que el otro es mi padrastro fue también como un padre. Él fue muy importante en mi infancia porque estábamos en el campo, juntos. Pero mi viejo también siempre estuvo ahí. Me iba a buscar todos los fines de semana al campo, me llevaba a pasear, me apoyaba.
César: Sí, ja… Bueno, entonces fui a la Escuela Industrial y abandoné porque a mí me gustaba la escuela de campo. No estudié más. Y a laburar, a laburar para mí, qué se yo. Para poder comprarme las cosas yo; las zapatillas, todo eso. Aparte con mi vieja éramos cinco hermanos, no se podía. Si yo quería las zapatillas caras que me gustaban no se podía, viste. Ponele que las zapatillas que me gustaban valían 200 pesos, claro, ella compraba cuatro pares con esa guita. Y entré a trabajar para poder yo con eso: mis salidas, mi ropa, todo… ¿Qué te gustaba tanto de la noche y el boliche? César: ja… No, yo era re-plaga. Aparte ya empezábamos a joder desde el jueves. Hacíamos el asado, y bueno, unas curdas nos agarrábamos… Laburar y salir. Se iba haciendo rutina ¿no? César:Yo trabajaba con mi viejo y después salíamos con mis primos. Muchas veces sin dormir. Ahora no. Sigo laburando de albañil pero ahora estoy en el parque; estoy por temporadas ahí, si no vuelvo con mi viejo. Pero la noche ahora ya no. Llega un momento que te cansás. ¿Cómo es eso? César: Imaginate que por ahí me levantaba en mi casa y no me acordaba nada, ni dónde había estado, ni cómo había llegado. Y así nomás a laburar, reventado, sin saber nada lo que pasó.
¿Y no hubo algo que te pasó para que hicieras crisis? Digo, alguna situación, alguna experiencia… César:Y, no, yo empecé a dejar la joda así, a cambiar, cuando vine acá a boxeo ¿no? Siempre me gustó pero no me animaba a venir, y bueno, entré. A los 15 o 16 entré, cuando recién se mudaba la escuelita acá, al club (Sportivo Villegas). Y cuando entrené y después con las primeras peleas me empecé a alejar de la joda, así, se dio solo. ¿Cómo recordás esos primeros tiempos en la escuelita? ¿Te acordás de quiénes estaban en ese momento? César: Uy sí, estaba el Puma que recién empezaba, iba en serio, Marcelito Lucero, El Chima de La Trocha. Yo al principio seguía saliendo. Siempre con los pibes del barrio. Con la gente humilde, porque así es mi vida ¿no?; y al Puerto, claro. Pero cuando empecé a comprometerme con el boxeo, con entrenar, y al estar mucho con los chicos de acá, veía menos a los amigos del barrio, tenía menos tiempo. Tengo amigos de hace muchos años. En ese momento era como que estaba empezando algo nuevo, otra cosa que aparecía, con esto del boxeo. Se da la vida así; y cambiás un poco por lo que
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estás haciendo. ¿Qué sentís que te dio todo ese paso a la Escuela de Box? César: Y…, todo ¿qué se yo? Acá es muy lindo. Venís de donde venís y te descargás todo acá; te hacés bien. Otro mundo, para mí esto es como un mundo aparte. Llegás con los problemas de tu casa y venís acá; chau, te olvidás todo. Te desquitás haciendo lo que te gusta. ¿Tenés bronca?, y bueh…, le pegás con todo a las bolsas. Salís de acá reventado pero de descargar. Dormís mejor… César: Sí, te sirve un montón. Aparte del tema de la amistad que hay acá, que es muy importante. Más que una amistad acá es como una familia; en serio, hacé de cuenta que es como si tuvieras otra familia más acá. ¿Se siente ese apoyo que se dan entre todos, no? César: Sí, ni hablar, te da la fuerza. Nos apoyamos ¿entendés? Sentís que vamos todos para el mismo lado, y es así. El grupo siempre está, siempre… Y Kaíto ni hablar. Hacé de cuenta que es el padre de todos nosotros acá: lloramos, reímos, nos contamos todo. Es otro padre, medio psicólogo. Compartimos los problemas, los consejos. Aparte si te tiene que re-cagar a pedos lo hace, y eso es importante también. ¿Llegaron rápido las peleas? César: Sí, yo ya a los cuatro meses tuve la primera, como amateur ¿no? ¿Cómo estuvo esa experiencia? César: Y…, la primera la perdí. Pero fue con uno que tenía ya cinco peleas, era de Villa Cañás, creo. Kaíto me dice: -¿vamos peleando?, es uno que tiene algunas peleas- Y yo le dije que sí, ni hablar. De corajudo nomás. Ah, también, las primeras peleas… Uh, cuando recién empecé uno me cagó a palos acá, mal. Jaja, esa fue la primera en realidad… Kaíto decía: -mmm, vamos, que este deja ¿eh?- Jaja, me habían roto la nariz y Kaíto siempre decía “mmm, este deja”. Él pensaba eso,
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que no iba a ir más a entrenar después de la paliza que me dieron. Pero anduve mejor, después pegué yo, ja. ¿Y cómo fue ese momento en que llegaste molido a palos a tu casa? ¿Cómo la piloteaste? César: No… Es que mi mamá no quería. Yo venía a escondidas al principio a boxeo. Y cuando empecé a pelear ella no fue nunca a verme, ni a palos. Claro, imaginate el sufrimiento, es tu vieja che… César: Y claro. Yo le dije que peleaba y que estaba en boxeo justo cuando venía esa pelea, así que imaginate, y encima me cagaron a palos. Mientras tanto, antes, nunca le había dicho nada. Todo de golpe. ¿Pero pensaste en dejar realmente en ese momento? César: No, a mí me dio bronca, pero eso me dio más ganas. Estaba convencido. Fijate, después de esa ya casi no perdí. Tuve una carrera bastante buena como amateur… César se acomoda en la silla, está tranquilo, sentado junto a quien escribe en una mesa del Club Sportivo, pero aún dentro de su sabia serenidad, se percibe un dejo de ansiedad cuando llegamos a este punto de la charla. Claro, sucede lo siguiente, esta entrevista la hicimos cuando todavía faltaban unos días para su debut profesional en Catriló (encima eso, de visitante). Sin embargo, por esto de los tiempos de una revista, esta charla saldrá publicada luego de ya concretado ese esperadísimo debut; y a poco de concretar su primera pelea como local (segunda como profesional). Es por eso que sugiero aquí que busquen y lean la nota escrita por Pedro (Satragno) sobre dicho evento. Termino de escribir este paréntesis aclaratorio y me siento una especie de capitán de los tiempos: de aquel presente de la charla, que ahora es pasado mientras escucho la grabación y la transcribo, a este presente en el que, mientras escribiendo, tengo que proyectar esta indicación al futuro (esa primera pelea
de César) que, a su vez, es el presente de la revista y del lector, ya que este último contará con dicha información. Cierro así este tango-mambo sobre el tiempo, aunque quede mal: Fuerza César, aguante!
Y ahora el gran paso ¿no? César: Sí, ahora el 5 de marzo es mi primera pelea como profesional, afuera, en Catriló… César se queda medio pensativo. Y yo me lo imagino tratando de controlar su cabeza y seguir preparándose como nunca. La cosa es acá, en este mundo, y eso él lo sabe bien porque así es su forma de ser, con los pies bien en la tierra. No debe ser fácil tratar de controlar la imaginación en un momento así. Pero César tiene todo muy claro, sabe que su fantasía lo quiere llevar por los aires ante semejante oportunidad, pero sigue acá, firme, con serenidad…
¿Y…? César: Uhh, imaginate. Llegué… esto es algo que vos siempre soñás, y lo ves siempre allá arriba, lejos. Fijate, seis o siete años me costó llegar hasta acá. Vos ves pibes mejores que por ahí no llegan, y pensás: no, yo no llego más. Y de repente ellos no llegaron y llegaste vos. Pero bueno, es el sueño y ya está acá. Yo siempre veo eso: el esfuerzo, es siempre el esfuerzo. Por eso te digo, ves chicos con unas condiciones… Y llegué yo… Pero le meto che, le meto… ¿Qué se sueña después que llegaste a un sueño? ¿cómo sigue esto? César: Y ahora, no sé, una buena carrera, y algún título. ¿Por qué no? Para soñar hay que soñar. Yo con el boxeo, lo que realmente quisiera, es tener mi casita. Que me dé mi casita el boxeo. Yo con eso, estaría satisfecho. Después voy por más, claro, todo, y si viene más mejor, bienvenido sea. Pero es eso, mi casita con el boxeo. ¿De qué forma te estás preparando? ¿Algo especial? César: Con todo, estoy entrenando doble
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turno siempre, guanteando con El Puma (Olmedo) a full. No, muy bien por suerte. ¿Y la cabeza? ¿Te sentís listo? César: Bien, bien. Como ser, fijate, yo estaba para debutar ya el año pasado. Pero hablé con Kaíto y le dije que todavía no me sentía profesional. Sentía que me faltaba un poco todavía ¿entendés? Yo lo sentía, veía que me faltaba. Porque te das cuenta, ves como que progresás, y si estás tranquilo te das cuenta cuando ya estás. Te sentís profesional. Entonces el año pasado yo mismo me paré, pero ahora estoy, lo siento así… Estoy ya en otro nivel.Yo lo veo con los chicos que han arrancado conmigo y cuando guanteamos me doy cuenta que estoy igual o un poquito más que algunos. No es que sea más, somos todos iguales acá, pero es eso, siento que estoy para dar el paso. Es entrenamiento.
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¿Vos mismo te pusiste el límite? Es fuerte eso…
humano del grupo, la contención y todo eso?
César: Sí, creo que está bien. Me sale ser así. Y ahora esta pelea la veo linda. Hay un reto ahí, porque con este chico ya peleé, hace dos años más o menos, como amateur.Y llegamos ahora a vernos de vuelta pero como profesionales. Él y el entrenador siempre me decían que iban a entrenar para ganar… Y bueno, se dio el cruce, hay un reto ahí, lindo. Y yo estoy entrenando a full…, para dar pelea. El chico ya tiene cinco peleas como profesional, y viene bien, pero le va a costar si me quiere ganar, le va a costar.
César: Y…, no, las dos cosas. Las dos cosas son muy importantes. Es como te decía antes con el entrenamiento y las condiciones. Las condiciones son espectaculares pero si a eso no lo apoyás con la parte física no llegás. Con lo que decís es igual. Tienen que estar las dos partes tirando para el mismo lado.
¿Formaste familia durante todo este camino? César:Tengo un hijo de dos años. Sí, estuve con una chica de Ameghino durante un tiempo. Después tuve un par de problemas y bueno, la vida. Nos peleamos pero todo bien. Todos los fines de semana voy a ver a mi hijo, o me lo trae ella. ¿Te tocó hacer como hizo tu viejo con vos? César: Es verdad, me tocó algo parecido, sí, el destino. Se dio todo bien dentro de todo, porque tengo buena relación con ella. ¿Y si el día de mañana tu hijo te dijera que quiere empezar boxeo? ¿Qué harías? César: Sí, le diría que sí. Me encantaría. Muchas personas dicen o ven el boxeo como algo muy violento pero yo no lo veo así. Y más acá, como se da en esta escuela, que aprendés un montón; y no sólo de boxeo, claro. Para mí el boxeo es lindo, es limpio Decime una cosa: ¿qué sería lo más importante para vos dentro de este mundo del boxeo: cómo se da el entrenamiento y la parte física o lo
César se tiene que ir a entrenar. Mientras nos despedimos subo con él a la planta alta del Club Sportivo, donde El Pumita ya está entrando en el ritmo de un entrenamiento cada vez más exigente. Ahora, mientras escribo este cierre, pienso que la entrevista dejó muchas cosas para pensar y para tomar buenos ejemplos. El camino de cualquiera, ante sus sueños y sus metas, pasa por muchas pruebas y situaciones como las que le tocó enfrentar a César. Él sí que puede mirar su vida de frente: le metió y llegó. Ahora empezará algo nuevo y eso será una nueva historia, abierta y atractiva. Pero creo que sorprende verlo tan serio y consciente de todo; sin levantarse del piso ni medio milímetro. En la vida nadie regala nada, se sabe. Y cuando César tuvo lo que tanto quería, cuando estaba en las puertas del profesionalismo, supo regularlo por sí mismo. No debe haber sido nada fácil bajarse de la ansiedad de empezar a pelear profesionalmente y decidir esperar un año más a puro esfuerzo. César lo hizo. Se miró a sí mismo, se analizó sin vueltas y decidió esperar un poco; pero para redoblar la apuesta. Y la apuesta llega ahora. Pero ojo, va con toda la garra. Va con esa convicción motora del sacrificio para forjarse la vida. Lo demás, destino.
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César Milla
Debut profesional y empate con sabor a triunfo
Cuando el viernes 4 de marzo retiramos de la terminal la licencia profesional de César “Acerito” Milla, Claudio Olmedo realizó una ceremonia de graduación en el gimnasio de box del parque municipal, donde declaró a César boxeador profesional y le entregó su Licencia-libreta. Formalmente “Acerito” se había convertido en boxeador profesional, luego de seis años y medio de aprendizaje y cincuenta y pico de peleas como amateur. Los
En realidad, Milla se recibió de profesional al día siguiente, cuando realizó su primer combate en tal condición, enfrentando al pampeano, invicto en 6 actuaciones (todas ganadas), Nelson “Sapito” Pilotti, en Catriló, La Pampa. Es decir, que la prueba de iniciación era con un boxeador que llevaba 6 victorias acumuladas en el plano profesional sin empates ni derrotas; era de visitante, ya
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utopía y es por ello que trató de convencer con esfuerzo dialéctico al boxeador y a su entrenador Kaíto Valdebenito, sin resultados positivos. Sin dudar de las condiciones y preparación del púgil villeguense, creía que era mejor esperar al evento del 26 de marzo para su debut, a sabiendas que de visitante, sin jurados de la FAB, es muy difícil obtener un buen resultado. Pero César prefería debutar antes de
A la izquierda, Kaíto Valdebenito prepara a César. A la derecha, a punto de comenzar la pelea
trámites para la obtención de esta licencia los habíamos iniciado hacía un año, pero la negligencia primero y la burocracia después de la Federación Argentina de Box, habían demorado excesivamente la profesionalización de César.
que Pilotti está radicado en Santa Rosa a escasos 70km de Catriló, y con jurados locales, es decir, pampeanos. Para este cronista, integrante de la Escuela de Box, traer un resultado positivo era una
pelear en Villegas para no tener la presión del debut de local y Kaíto confiaba en las condiciones de su pupilo para salir airoso en ese combate. Ambos conocían a Pilotti, ya que César lo había vencido hacía unos años en combate amateur y Kaíto además
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Izquierda: Emanuel Giménez. Derecha: Bruno Hong
A la izquierda, el empate con Pilotti, en Catriló (LP). A la derecha, Elías Vallejos, con quien Milla se enfrentará el 26 de marzo
lo había visto en otras oportunidades. Lo de César, el sábado 5 de marzo en Catriló, fue un debut auspiciante y conmovedor. Porque realizó una gran pelea a 6 round, en la que obtuvo un empate en la decisión dividida de los jurados, pero en la que lo vimos dominar a su rival en el primer, segundo, quinto y sexto round y no perder el tercero y el cuarto. Los dos periodistas pampeanos que estaban cubriendo la pelea para sus medios también vieron ganar al boxeador de Villegas y así lo reflejaron en sus tarjetas. Los jurados fallaron así: Fabián Kunush vio ganar al villeguense 59,5 a 58; Carlos Duarte vio ganar a Pilotti 59 a 57 y Roberto Martinez falló empate en 58.
Milla fue a buscar la pelea desde el inicio contra un rival que también es de ir a buscar a su contrincante, pero que esta vez se vio desbordado por su rival y debió retroceder constantemente ante un César que descargaba golpes variados incansablemente, acertando con gran parte de ellos y esquivando o cubriendo con los brazos la mayoría de los que tiraba su rival. Prueba de fuego superada con creces y mucha alegría en todo el grupo allí presente. Su próxima presentación será el próximo 26 en General Villegas, donde enfrentará al quilmeño Elías Vallejos, que es entre-
nado en la Academia de Boxeo del Racing Club de Avellaneda y cuyo récord es de 4 victorias y sólo una derrota en su debut. Además en Catriló boxearon Emanuel Giménez, Bruno Hong y Tamara Rosales, resultando todos victoriosos y dejando muy bien parada a la Escuela de Box Sportivo Villegas, ya que los tres pupilos amateurs de Kaíto Valdebenito se destacaron en sus combates. Para resaltar de sobremanera fue el triunfo de Tamara Rosales, de 15 años, sobre la pampeana Laura Zalazar, de 19 años, que llegaba invicta en 11 peleas a ese combate y que fue vencida por puntos por la villeguense en combate a 4 round.
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Testimonio del hijo de un desaparecido villeguense
Por Pedro Satragno
Pedro con su papá y su mamá
En el mes en el que se cumple un nuevo aniversario del nefasto último golpe militar acaecido el 24 de marzo de 1.976 y en el que se inaugurará en nuestra ciudad el Paseo por la Memoria recordando a los 8 desaparecidos villeguenses por esa dictadura militar, entre ellos mi papá; decidí, por ser integrante de una revista que busca abordar temas con conexión local y por ser el único hijo de los desaparecidos villeguenses que habita por estas pampas, tratar de ponerle palabras a mis vivencias como hijo de mi papá y así brindar mi testimonio. Nací en 1973. En aquellos años, miles de jóvenes con sueños de alcanzar un país justo, igualitario y sin pobres, se comprometieron por la misma causa, con algunos matices diferentes, pero con ilusiones en común. Jóvenes sensibles al dolor, que sentían en carne propia el dolor del otro Fue así como mi papá Juan Miguel Satragno, periodista del Diario La Nación, hijo de estanciero, y mi mamá, su esposa desde 1970, proyectaron realizar en el año 1972 una revista literaria que nunca se llevaría a cabo por divergencias respecto al nivel de
complejidad que debía tener su contenido, pero que derivó en la militancia y en el compromiso político. En 1975 por un episodio desafortunado debemos abandonar nuestra casa y a partir de ese momento y durante el año y medio siguiente vivimos en más de una decena de lugares distintos. A mediados de 1976 mi mamá decide apartarse de la política y se lo propone a mi papá, contestando él que ya era demasiado tarde, que había muchos compañeros muertos. Mamá le dice que eran muy grandes los riesgos y que tenían un hijo y mi papá le contestó “Pedrito lo va a entender”. Claro que lo entendí.A los dos. De diversas formas, ambos pensaron en mí. Ella, con instinto de supervivencia y pensando en su hijo, decidió abandonar la militancia en un momento en que ya sabían que a los desaparecidos los mataban.Y él, pensando que el mejor legado que podía dejarme era enseñarme que había causas que merecían la vida, literalmente. El 26 de febrero de 1978, papá y mi tía Silvia desaparecen en Mar de Ajó cuando un
grupo de 16 personas armadas identificadas como fuerzas de seguridad ingresaron a la vivienda que habían alquilado para vacacionar y los secuestraron, transformándose en Desaparecidos desde ese momento, hasta el día de la fecha. Mi viejo fue visto en la Base Naval Mar del Plata que funcionaba como centro clandestino de detención, tortura y exterminio, por un compañero de militancia que recuperó la libertad. Mi tía Silvia, en la Base Naval Mar del Plata y La Cacha, La Plata.
MIS VIVENCIAS Mis recuerdos con papá no son tantos. Lo secuestraron cuando yo tan solo tenía 5 años recién cumplidos. Igual algunos tengo. Nos recuerdo yendo al parque a jugar a la pelota, allá en Villa Devoto, a una cuadra del departamento en el que vivimos por algunos meses cuando yo tenía 3 años y que reconocí como 20 años más tarde al pasar por la puerta de entrada sin siquiera saber que había vivido en ese barrio. También me acuerdo cuando íbamos a la cancha a ver a nuestro rojo de Avellaneda intentando
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transmitirme la pasión tempranamente, tal vez sabiendo que no habría otros momentos. Un día me regaló la camiseta de Independiente con el número 8 que en esos tiempos usaba Larrosa y nuestro ritual era ponérmela para ir a la cancha. Lo recuerdo tocando la guitarra y fumando habanos. También llevándome sobre sus hombros cada vez que se lo pedía, que era cada vez que salíamos a caminar, porque me encantaba mirar desde allá arriba. También tengo grabado en la memoria el día que vino a buscarme para irnos de vacaciones a Mar de Ajó, en febrero de 1978. Lo esperaba con el bolsito y le di un fuertísimo abrazo cuando llegó. Esperaba esas vacaciones, supongo que como cualquier chico. Fuimos a la terminal, mamá nos acompañó y emprendimos lo que sería nuestro último viaje juntos. Allí disfrutamos un montón de días, acompañados por mi tía Silvia (hermana de mamá) cuyo marido había desaparecido hacía dos meses, y su hijo Guille (que sería luego mi hermano de la vida). Papá y mamá habían convenido que yo regresaría a Buenos Aires para mi cumpleaños y fue así que el 22 de febrero, un día antes de que cumpliera 5 años, viajé rumbo a Baires. Cuatro días después pasó lo que conté más arriba. A mi tía Silvia le permitieron dejarle, al encargado de las casas donde habitábamos, el teléfono de sus padres para que les avisaran que fueran a buscar a su hijo. Con mamá en situación comprometida luego de la desaparición de papá, viví unos meses con unos tíos abuelos y sus hijos, en la Capital Federal. A mediados de 1978 mamá consiguió alquilar un departamento y nos fuimos a vivir juntos. Por esos días, una tardecita, mamá fue hasta la pieza en la que yo estaba jugando, y me dijo que tenía que hablar conmigo. -”A tu papá se lo llevaron” me dijo. -”Quiénes” pregunté. -”Los militares” contestó. -”Está preso?” le pregunté. -”Algo así” dijo mamá.- “Quiero ir a verlo” -”No podemos”. -”Por qué?”. -”Porque no sabemos dónde está”. Mamá empezó a instruirme. No hables con extraños ni con compañeros ni con la maestra sobre tu papá. Cuando este-
mos juntos y pase un Ford Falcon verde (eran los vehículos usados por la policía, servicios de inteligencia o militares de civil) no te pongas nervioso, hablame o hacete el distraído. Ahora mi nombre es tal y el tuyo tal otro. Se lo decía a su hijo de 5 años, que entendía y no preguntaba por qué. Ese nene que cada vez que veía un Falcon verde sentía que el peligro y la muerte estaban rondando, ese nene que nunca se equivocó al decir su nombre sustituto, que decía presente cada vez que su maestra de primer grado lo nombraba al tomar lista. Que el único nombre y rostro que recuerda de sus compañeros de primer grado es el de un niño de apellido Massera. Finalizando 1979 mamá consiguió asilo político en Brasil y me dejó con sus padres, mis abuelos Pepe y Sofía, ya que era muy riesgoso pasar la frontera. Acordó con un hermano de mi papá que él me llevaría a Brasil cuando ella hubiera logrado llegar a salvo. El miedo, justificado y entendible, invadió a mi tío que no se animó a llevarme, y entonces me quedé con mis abuelos, en Morón. Allí vivíamos mi abuelo, mi abuela, su hija menor de las tres que tuvieron (la mayor era mamá, exiliada; y la del medio Silvia, desaparecida) y mi primo Guille, hijo de mis tíos Silvia y Rubén, ambos desaparecidos cuando Guille tenía sólo 1 año. Mi abuela debía resolver cómo hacer para que yo ingresara a segundo grado de una escuela en Morón, ya con mi verdadera identidad, cuando no podía acreditar que había cursado primer grado en otra escuela, ya que lo había hecho con otro nombre. Y fue entonces que mi abuela
me preparó durante el verano con la convicción de que si yo demostraba haber adquirido los conocimientos de un niño de segundo grado, deberían admitirme. Mi abuela, un ser con la inteligencia que te da la vida, pero sólo con estudios primarios, me enseñó, antes de que cumpliera 7 años, las tablas de multiplicar hasta la del 12, multiplicar y dividir números de 4 dígitos, potencia y raíz cuadrada, conjugar los verbos en todos los tiempos verbales, los regulares y los irregulares, identificar sujeto, predicado, objeto directo e indirecto en una oración, geografía argentina y mundial y que sé yo cuántas cosas más. Logramos nuestro objetivo. Me aceptaron en segundo grado luego de tomarme una prueba escrita que aún conservo, con el contenido de una prueba de cuarto grado, porque según cuenta mi abuela, no creían que era cierto lo que ella decía que yo sabía. Mamá consigue asilo político en Francia a finales de 1980, lo que le genera garantías de seguridad y vida estable, ya que Brasil estaba gobernado también por una dictadura militar, pero que la situaba a 14 mil kilómetros de Buenos Aires. Nos comunicábamos por carta y alguna vez cada tanto por teléfono, ya que el valor de esas comunicaciones era costosísimo, tanto para mamá como para mis abuelos. Mamá, con el retorno a la democracia en Argentina, lo que generaba garantías para mi salida del país, comenzó a proponerme que viajara a Francia, que fuese a vivir con ella a ese país del viejo continente, o que al menos probara si podía adaptarme a
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ello. Fui posponiendo un par de años su pedido y su deseo, hasta que acepté viajar a Francia con esos fines al terminar la escuela primaria. Fue así como a principios del año 86 viajé a La France junto a mi abuelo materno. Siete años lejos de mi madre; una hermosa relación con mis abuelos Pepe y Sofía, con mi tía Mónica y con mi primo Guille, que era mi hermano, y que conformaban mi grupo familiar actual; un país con una lengua distinta a la mía, que no me perdonaba que hablara medio atravesado las palabras que iba aprendiendo, y un montón de otras cosas más, hicieron que en 40 días sintiera que mi lugar debía seguir siendo Argentina, Morón. Duro para decirlo, más duro para escucharlo, terrible para sentirlo. Tan así, que mamá, a pesar de sus miedos, volvió a Argentina para vivir aquí, al año siguiente. Creo que a partir de los 8 años o tal vez a los 9, cuando los niños piden ir a un parque, de vacaciones, una golo o algún regalo, empecé a pedir ir a la Plaza de Mayo, a las manifestaciones de Derechos Humanos a las que mi abuela asistía y a convencerlos para que comprendieran mi necesidad. Lo logré y fue así como participé en muchas de esas marchas o manifestaciones, sufriendo más de una vez la represión policial e insistiendo en ir la próxima. El pañuelo blanco de mi abuela, una pancarta con las fotos y los nombres de papá, Silvia y Rubén (su hija y sus dos yernos desaparecidos), el grito de “Ahora, ahora, resulta indispensable,/ aparición con vida y castigo a los culpables” y tantos
Pedro a “cococho” de su papá
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otros; encontrarme con pares con el mismo dolor, formaban parte de ese ritual necesario para mi espíritu. La peregrinación de mi abuela por los distintos Juzgados presentando recursos de Habeas Corpus, cartas a los obispos pidiendo colaboración o ayuda, y la búsqueda y espera diaria por saber algo o encontrar a los que no estaban, eran parte de la vida posterior a la desaparición de nuestros familiares Los secuestradores, desaparecedores, torturadores, asesinos, ladrones de bienes materiales y de bebés no se conformaban con ello. También llamaban periódicamente a la familia de los desaparecidos para aumentar su sufrimiento. A nosotros, en innumerables oportunidades. A veces se escuchaba un jadeo y luego una voz que decía que habíamos escuchado a papá o a Silvia y que estaban bien; otra vez diciéndonos que fuéramos a una esquina céntrica para que pudiéramos verlos pasar en un auto y así saber que estaban bien. En otra oportunidad la voz en el teléfono decía que los iban a llevar a Italia y que podíamos ir a Ezeiza así los veíamos y ellos podrían vernos. Sin ser ingenuos, pero con la esperanza de que pudiera pasar lo que decían estos personajes siniestros, fuimos a esa esquina y también a Ezeiza. Por supuesto que luego de horas de espera parados en el lugar indicado, volvíamos con más dolor y sufrimiento a cuestas, y sin ver a nuestros seres queridos. Al día siguiente otra voz anónima aparecía del
otro lado del teléfono diciendo que papá, Silvia y Rubén nos habían visto, describiendo el interlocutor como estaba vestido cada uno de nosotros, pero que por razones X no habíamos podido verlos. Estas llamadas continuaron sucediéndose luego del retorno a la democracia durante toda la década del ochenta, con el objetivo de convencer a la familia de que estaban vivos, inventando distintas historias sobre ellos e inclusive, en 1999, mi abuela contó luego de una crisis en la que tuvo por unas cuantas horas amnesia temporal, que nuevamente estaba recibiendo llamadas de esa índole. El retorno a la democracia me generó alegría. El Juicio a los Comandantes de la Junta Militar ponía un manto de Justicia, aunque faltaban más, muchos más genocidas tras las rejas. Pero Las leyes de punto final y de obediencia debida, dictadas durante el gobierno de Alfonsín perdonaron en forma inexplicable e inentendible a cientos de autores de crímenes de lesa humanidad y años más tarde el presidente Menem indultó a los Comandantes condenados. La sensación de vivir en un país en el cual los máximos genocidas de su historia estuvieran impunes es indescriptible. Y esos genocidas habían matado, entre otros miles, a mi viejo. A su vez esa impunidad dispuesta por los gobiernos democráticos de turno produjo, entre otros efectos, la invisibilidad de esa masacre cometida desde el Estado apropiado por militares. El pueblo, en su gran mayoría sufría una especie de amnesia o de negación respecto de esos hechos. Era un tema tabú, no hablaban ni pensaban sobre ello, era como si nada hubiera pasado. Eso llevó a que, durante muchos años, sólo hablara de papá con mi mamá, mi familia materna o algún que otro amigo. Innumerable cantidad de personas que conocía que papá estaba desaparecido omitían hablar o preguntarme al respecto, inclusive toda mi familia paterna. A fines del siglo XIX el Estado argentino también creó campos de concentración, desapareció personas, torturó, asesinó y robó niños. El motivo mayor de ese exterminio había sido ser indígena y habitar territorios preciados. Sin embargo, aún hoy, un gran sector de la sociedad ar-
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base a pruebas pudiera demostrarse su culpabilidad, fueran condenados por haber cometido crímenes de lesa humanidad. El genocidio y robo de bebés perpetrado durante la última dictadura militar se transformó en cuestión de Estado, se lo trajo a la memoria, se instaló el debate, se abrazó a las madres y a las abuelas de plaza de mayo, se reivindicó la lucha de la juventud de los 70 por una Argentina más justa y con todo ello la causa tomó estado público. La sociedad recuperó la memoria y eso aleja las posibilidades de un nuevo genocidio en Argentina.
gentina niega que haya sido un genocidio. Y la negación es la madre de todas las represiones. El Estado construyó antes un discurso de negación de la realidad indígena del país, negando lo originario, haciéndolo invisible, tal vez como estrategia de dominación. Más tarde, el gobierno militar 76-83, con la figura del “desaparecido” y el terror engendrado a la población, intentó repetir aquella inconsciencia e invisibilidad en la población y los tres gobiernos democráticos posteriores aportaron lo suyo para que ello continuara en el olvido.Y la mayor gravedad de ello radica, a mi entender, en que un pueblo que no tiene memoria, que olvida o que niega, está propenso a permitir que se repitan esas prácticas genocidas. La primera vez, la causa del exterminio había sido ser indígena y habitar tierras preciadas. La segunda vez, tener ideales de un modelo de país no deseado por quienes los ejecutaron y por una parte de la sociedad civil que apoyaba esa masacre. La tercera podría llegar por
cualquier otra causa. Pero cuando Néstor Kirchner asumió la presidencia de la Nación, puso las cosas donde debían estar. Derogó los indultos y pidió a sus legisladores la derogación de las leyes del perdón, para que los condenados indultados volvieran a la cárcel y para que los demás pudieran ser sometidos a un juicio justo e imparcial, con el debido derecho de defensa y que si en
En diciembre del año pasado, los 3 militares máximos responsables de la Base Naval Mar del Plata, donde estuvo papá, fueron condenados a prisión perpetua en cárcel común. Aunque siempre sentí orgullo de ser hijo de un tipo como mi papá, por estos tiempos, por todo lo generado al respecto por el gobierno de los Kirchner, puedo respirar mucho mejor.
Paseo de la Memoria de General Villegas El Paseo por la Memoria fue gestionado por la Comisión por la Memoria, la Verdad y la Justicia local, aprobado por unanimidad por el Concejo Deliberante y levantado por la Municipalidad de General Villegas, dentro de la plaza principal. En él se encuentran los nombres de las ocho víctimas de la última dictadura militar, nacidos o vinculados al partido
de General Villegas: Juan Miguel Satragno Méndez (papá de Pedro, miembro del consejo directivo de Entre las cuerdas), Ángel Mario Pinedo Patterer (hermano de Ruly, colaborador de la revista, y Marcela, que partició en el número pasado con un texto conmovedor), Miguel Ángel Moussegne Irusta, Mario Eduardo Bagger Iriarte, Roberto Osvaldo Suárez, Héctor Manuel Irastorza Questa, Ricardo Pedro
Un premio para Lucy En el primer número de nuestra revista hablamos de Lucy Gutiérrez Giraudo, de sus gustos, de las cosas que hacía y mostramos su poema El problema es la memoria, en el que habla de los desaparecidos durante la última dictadura militar; texto que será leído por ella durante la inauguración del Paseo de la Memoria local.
Lucy vuelve a ser noticia. Su poema fue premiado por el Ministerio de Educación de la Provincia de Buenos Aires, y la entrega, hecha el 9 de marzo dentro del marco de entrega de medallas de oro a los ganadores de los Torneos Buenos Aires, la Provincia, la que contó con la presencia del gobernador Daniel Scioli.
Sáenz Compagnucci y Diego Muniz Barreto Bunge. El diseño del Paseo pertenece a Mariana Imbach, sobre una propuesta original de Miriam Pugnaloni, arquitecta de la Secretaría de Obras Públicas.
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Militar, boxeador, defensor de DD.HH. Algunos datos sobre José Luis D´Andrea Mohr, autor de Memoria debida y El escuadrón perdido, libro en el que investiga el secuestro y desaparición de 129 conscriptos mientras prestaban el servicio militar durante la última dictadura. Entre ellos: el villeguense Héctor Manuel Irastorza Questa. Se necesita mucha imaginación para abarcar a este militar descendiente del mismísimo comandante inglés Beresford que estuvo al frente de las invasiones inglesas de 1806; tataranieto del primer cónsul prusiano en la Argentina; bisnieto, nieto e hijo de militares argentinos; alguien que pasó desde muy chico su vida en los cuarteles, lugar donde aprendió a andar a caballo, a boxear, a fumar, a hacer esgrima y a tirar, como él mismo afirmaba. Así y todo, jamás permitió abusos sobre su persona y cuestionó desde el principio de su formación los abusos que se cometían dentro del Ejército. Se negó a arrastrarse durante la instrucción, a disparar contra otros militares argentinos durante los enfrentamientos entre azules y colorados, a disolver con violencia las movilizaciones que se trasladaban a Ezeiza a recibir a Perón, a formar parte de los “grupos de tareas” de 1976, cuya misión era “detectar, detener, interrogar, y eventualmente eliminar blancos”. Algunas veces fue premiado y destacado como ejemplo. La mayoría, castigado. Pero demostró que un militar sí se podía negar a cumplir órdenes que violaran los derechos civiles de los ciudadanos.
Enterado de los 129 conscriptos secuestrados y desaparecidos mientras hacían el servicio militar, se puso a investigar cada uno de los casos. Eso nos permitió conocer cómo el villeguense Héctor Manuel Irastorza Questa, recién recibido de veterinario, motivo por el cual había pedido prórroga, fue enviado en misión a una semana de su baja del servicio que cumplía en Puerto Deseado. Secuestrado en el camino junto a otros conscriptos, fue declarado desertor. Sin embargo se lo vio en un Centro de Detención Clandestina de La Plata y nunca más se supo de él.
D´Andrea Mohr boxeador: Cuando tenía 23 años, y a raíz de haber desobedecido acatar a los “azules” (1) durante el segundo enfrentamiento entre militares, D´Andrea Mohr fue destinado a Río Gallegos. Allí, entre otras cosas, se dedicó a boxear por dinero y en cuatro oportunidades fue llevado a pelear a Chile. Su pelea más amarga fue, sin embargo, contra la misma fuerza a la que pertenecía. Consultado acerca de qué haría si tuviera que remodelar el Ejército, respondió: Si tuviera esa posibilidad lo disolvería. No creo ni en las guerras ni en los ejércitos. (1) Los Azules se decían legalistas y aperturistas respecto del peronismo, que estaba proscripto. Los Colorados eran fundamentalmente antiperonistas. Según D´Andrea Mohr “ambos son iguales, lo que los separa es la lucha por el poder. Ninguno es legalista”.
Por Patricia Bargero
Datos para pensar D´Andrea Mohr ha dicho que los militares consideraban que la guerra se daba en las mentes: “A partir de concebir al enemigo de tan difusa manera, el enemigo era todo aquel que pudiera oponerse, aun mínimamente, a los objetivos que llamaban básicos del Proceso de Organización Nacional. Eso está escrito en las órdenes secretas que recibía. En esas órdenes se hace referencia al enemigo armado -ERP y Montoneros- y qué curioso, no llegan a 800. Si uno suma los muertos atribuidos a la guerrilla, son 734 desde 1970 hasta el final. Desde el 24 de marzo del ‘76, los muertos atribuidos a la guerrilla son sólo 56. Sin embargo, los desaparecidos después del ‘76 alcanzan el 94 por ciento del total de los desaparecidos. A guerrilla nula mayor cantidad de desaparecidos.” En otras palabras: el 94 % de los desaparecidos fueron personas no armadas. Interesante. Sobre todo porque algunos siguen pesando que se trató de una guerra.
Héctor Manuel Irastorza Questa, conscripto villeguense desaparecido en 1977
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Nota de tapa
Quiere ser campeón pelea que hemos denominado “La Batalla Final” y que será televisada en directo por TyC Sports. Un Olmedo motivadísimo espera ansiosamente este desquite para demostrar y demostrarse que es mejor que Paz y así recuperar su cinturón y su prestigio. El estudio minucioso de su último enfrentamiento con el santiagueño Guillermo de Jesús, el entrenamiento intenso y continuo y el peso bajo control, llevan tranquilidad a todos los que esperamos su reivindicación.
Un par de peleas frustradas en el verano, la sangre en el ojo por aquella derrota en el Luna Park, un “Pumita” enchufadísimo que ruge que quiere volver a ser campeón, nuestro oído que escuchaba a Olmedo que decía que quería la revancha con Paz, una ardua y prolongada negociación con el manager de Guillermo Paz que finalmente llegó a buen puerto, el ingenio que ayudó a resolver la manera en que el evento pueda ser televisado por TyC Sports sin arrojar pérdidas económicas, el apoyo espiritual y económico del Intendente Municipal y la percepción de que era la pelea que la gente de Villegas esperaba, hicieron que el próximo 26 de marzo, en General Villegas, Claudio “Pumita” Olmedo y Guillermo de Jesús Paz vuelvan a enfrentarse, esta vez a 12 round, estando en disputa nada menos que el título Sudamericano y el título Latino del Consejo Mundial de Boxeo, en
Claro que Paz intentará volver a complicar a Claudio, confiado en que ya sabe cómo hacerlo. Además el santiagueño “no se cae” y el noqueador villeguense, acostumbrado a tumbar rivales, tendrá que contemplar en su plan de pelea, la posibilidad de que el resultado del combate se decida con el fallo de los jurados, y por tanto, hacer los méritos suficientes para ganar round a round y así no verse obligado a meter una mano salvadora.
Por Pedro Satragno importante de los que realizamos hasta la fecha, verá en acción a Lucas “El Príncipe” Carranza, de nuestra escuela de box, enfrentando al chubutense Mario Narváez, hermano del campeón del mundo; también a “nuestro” César “Acerito” Milla que medirá fuerzas con el quilmeño Elías Vallejos y a Martín “Principito” Coggi, que enfrentará en el combate de semifondo al buchardense Miguel Leonardo “La Cobra” Cáceres, “probador” exigente, complicado y muy querido por la gente de su pueblo que seguramente viajará para alentarlo.
El combate está armado, tiene fecha, lugar y campeonatos en juego. Un triunfo será muy importante en la carrera deportiva de quien lo logre y una derrota alejará a quien la sufra de peleas importantes. Resulta evidente que es muchísimo lo que está en juego y que es un paso necesario para empezar a transitar el camino a la gloria. Olmedo sueña con llegar a la cumbre, pero para ello tiene que escalar la montaña. Aunque allá por agosto tuvo un resbalón por algunos descuidos, se promete a sí mismo que ello no volverá a ocurrir y que vencerá a la montaña. Además este evento boxístico, el más
Arriba: Lucas “Principe” Carranza Abajo: Martín “Principito” Coggi
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15 años de la murga
El comienzo de la era Colifatos
Como consecuencia de un pedido de Caito Valdebenito, integrante de un grupo de teatro y compañero de militancia en la Juventud Radical de esa época, (hoy director de la escuela de box) viajé a la ciudad de Laprida para participar de Las Jornadas de Educación Por el Arte, con la idea de replicar esa experiencia en Villegas en caso de que siguiera el Partido Radical en la gobierno local. Nada de eso pasó, pero al año siguiente volví a Laprida con Jesús Pascual, entrañable compañero de aventuras. Allí conocimos a Coco Romero, investigador del carnaval de centro cultural Ricardo Rojas ofreciendo talleres de murga rioplatense y ese fue el puntapié inicial. Llegamos a Villegas y Jesús insistía con hacer una murga rioplatense aquí. Antecedentes había: el año anterior un grupo de músicos había salido al corso con sus instrumentos marchando a contramano y un par de años antes Carlos Aguilar había escrito una obra de teatro llamada “la última Murga”, con dirección de Jorge Aimeta. Este mismo grupo de gente también se había relacionado con Mario Holmer, más conocido como el Payaso Patagonia del circo del mismo nombre. Teatro, Circo, Música, Murga. Además, estábamos estudiando en la universidad a distancia Hernandarias: él, Ciencias Sociales y yo, Comunicación y Leguajes, o sea que estábamos leyendo
Por Ruly Pinedo
Historia, Psicología, Sociología y sobre todo Pedagogía y teníamos muchas ganas de aplicar esos conocimientos nuevos.
2003. La murga con “Boquitas Pintadas” en el Centro Cultural Rojas
Los condimentos estaban, faltaba un empujoncito. Jesús, con su enorme capacidad de liderazgo, trajo a sus amigos y ...
Romero grabó la canción de homenaje al Chato Aguilar, estuvimos presentes con el Chato en la presentación del disco “La sopa de Solís” en el teatro Presidente Alvear de Capital, convocados por la Biblioteca nos desdoblamos en Escrachados de la Trucha, para los homenajes a Manuel Puig: Boquitas pintadas: el crimen perfecto y Affair son obras de estilo único, no es teatro, no es murga, pero tampoco teatro murga, Coco las bautizó como ”murga trágica”.
LARRRRGAROOOONNNN La Municipalidad nos prestó el local de Vieytes y Arenales, donde hoy hay una estación de servicios, trajimos a Coco Romero para seguir profundizando en los toques del bombo con platillo, empezamos con el ensayo de las canciones y se fue armando un grupo de gente muy heterogéneo, y eso fue lo más rico. En el primer Corso que participamos ganamos el primer premio y la gente nos acompañó durante todas las noches con aplausos. Rápidamente nos empezaron a llamar de otras ciudades para ofrecer talleres de murga. Creamos agrupaciones en casi todas las escuelas de la zona y actuamos en el sur de Santa Fe, Córdoba, La Pampa y la provincia de Buenos Aires. Con la murga de los jubilados “Los Retirados” llegamos a la final de los torneos Bonaerenses. Trabajamos con una Granja en la recuperación de enfermos de sida terminales y con adictos;tomamos cursos de sicología social con Alfredo Mofat, incorporamos jóvenes con capacidades especiales, participamos en el cierre de los torneos juveniles bonaerenses, Coco
Mientras tanto seguíamos participando en los corsos locales y viajando por los pueblos y ciudades de la zona, enseñando y a prendiendo, tomando cursos y talleres en Laprida y ofreciendo a otros lo que íbamos tomando, porque para nosotros estaba claro: Los Colifatos de la Llanura, por encima de todo, siempre fue un proyecto pedagógico, un modo de criticar la realidad y de promover el cambio con las armas del Rey Momo, la burla y la parodia, la risa y la alegría. Después de 15 años, el contexto histórico cambió, el menemismo es pasado, el neoliberalismo fracasó rotundamente y la murga en su etapa adolescente busca su identidad, con temores y con dudas, pero con bases bien aferradas a nuestra tradición Nacional y Popular.
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Es la murga quinceañera
Por Elías Aguirre*
*Centro Murga “Los Colifatos”
Festejar genera, a veces, cierta incertidumbre. Que el lugar, que los invitados, que todo listo. Al carnaval de Colifatos lo precedió otro carnaval: el de las emociones que cierran la garganta. Cuando se pensó en la celebración de los 15 años de vida, muchos abrimos los ojos con esa mirada que busca en el tiempo, tratando de recortar recuerdos. ¿Cómo se llamaba? ¿Dónde vivía? ¿Seguirá en Villegas? ¿Alguien puede ubicarlo/la? Preguntas como esas, todo el tiempo. Nadie debía quedar fuera. El sábado 5 de marzo de 2011 quedará asentado como un formidable día de sol en los archivos meteorológicos. Para nosotros fue mucho más que eso.
El Río de colores El comienzo de la fiesta estaba acordado para las 18hs, pero, como todos sabemos, las emociones no cumplen horarios. Por la mañana habían llegado los Caídos del Puente (murga rosarina que cuenta en sus filas a 2 colifatos). Mal dormidos, con ganas de habitar un espacio más amplio que la parte de atrás de un hermético colectivo escolar, los murgueros ya estaban acá, dando forma a una gran ronda de mate, despertando al bombo de a poco y dando los primeros saltos para calentar el cuerpo. Pero no serian los únicos. Cerca del horario de comienzo un camión estaciona en la esquina de partida (Paso
y Arenales). Se abre una puerta detrás y no eran más que colores y colores. Del camión goteaban murgueros como de una canilla mal cerrada. La Rompe y Raje (murga rufinense creada por ex integrantes de colifatos) había llegado, luego de un viaje que solo el amor por la murga puede concretar. Todo listo. Colifatos, Rompe y raje, Caídos del Puente, maquillaje, bombo y plato. ¡A marchar! El desfile por las calles fue una premonición. El mejor comienzo posible estaba ocurriendo esquina tras esquina. Nadie quería dejar de bailar, ni de tocar, ni de agitar su bandera. Los colores compartidos por rosarinos y villeguenses (violeta y amarillo) se fundían en ese río donde ya habitaba el rojo incandescente característico de la Rompe y Raje. Que todo era ya una fiesta, no había duda. Cerca de las 20hs se concretó el arribo al escenario central: la cancha del Club Sportivo Villegas. Cerca de allí, la murga infantil Pojaí (primer premio en los carnavales villeguenses) se había unido a la marcha, con sus pigmentos vivos y sus ritmos inconfundibles.
La fiesta Allí estábamos. Murgueros de la guarda vieja mezclados con los incipientes. Las risas, los abrazos desempolvando años de no verse, de no escucharse, de no pintarse la cara hombro con hombro.
El festejo comenzó con un recibimiento por parte de Colifatos y el posterior despliegue de toque y baile colectivo. El público, guiado por la voz de los bombos, se iba arrimando al lugar con su alimento o útil escolar. La Rompe y Raje dio el puntapié de inicio. Un maravilloso espectáculo de canto y toques incrustó su magia en la retina de los presentes. La marea de levitas y saltos no paró ni un minuto. Fue una poderosa contribución de esta murga que ya lleva muchos años trabajando con la pasión murguera en la vertebra. Luego de ellos, la posta la tomaron los Pojaí. Estos increíbles murgeritos (me refiero a su edad, y no a su pasión, a la que le queda chica esta etiqueta), influenciados por ritmos contemporáneos sudamericanos, que dieron una demostración perfecta de entrega y amor (y de la justa combinación de ambas cosas) que enriqueció el alma de todos. Posteriormente, hubo entrega de recordatorios para ex murgueros y gente que contribuyó a la historia de Colifatos. Aplausos, abrazos y emociones se hicieron presentes. La fiesta colifatera llevaba ya un buen tiempo de desarrollo cuando fue el momento de los Caídos del Puente. Esta murga que (como ya mencioné) cuenta con la contribución de 2 colifatos en su
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estructura, presentó una red de creatividad perfectamente tejida. El elaborado juego de percusión y baile dejó con la boca abierta a más de uno. Otra maravillosa contribución a la fiesta que hemos de agradecer los colifateros eternamente. Pasaron videos, recuerdos, anécdotas y más reconocimientos. Cosas que hacen a uno olvidar por un momento el sabor amargo que segregan los festejos cuando van llegando a su conclusión. Pero aún faltaba la quinceañera. Se encendieron las bengalas. Los bombos tartamudeaban un ritmo que, luego del silbatazo, se convirtió en una compacta rumba de inicio. Desde un costado del predio, Centro Murga Los Colifatos hizo su arribo esperado con intensa alegría. El círculo de espectadores abrió paso a la murga que tomó el centro de la escena. Luego de una breve presentación instrumental y de baile, vinieron las canciones que en su interior contenían desde un
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abrazo fraternal a los presentes hasta la crítica política que nunca debe faltar. Pasados los acordes y el coro colifatero, la presentación de Colifatos siguió con el baile y toque.Y allí explotó todo. Históricos murgueros mezclados con los más nuevitos, rufinenses y rosarinos, los más pequeños y los más grandes, todos, absolutamente todos contribuyeron al festejo de Colifatos. Una gran masa de sonrisas y bailes constantes brillaron a la par de la presentación.
Sin dejar de tocar ni bailar, nos trasladamos hacia afuera. Y ya la garganta era un nudo; y ya no importaba más nada. El Momo brilló en nuestros ojos, consumiendo todas las penas y las etapas para que floreciera un tiempo nuevo. El tiempo que nosotros juzgamos válido para entender y transformar. Para crear una forma nueva, edificar una vista distinta.Y aunque seamos consientes de nuestra finitud, aún el final está lejos. Como lo estará siempre para quien sienta el cosquilleo de la murga en sus venas.
Queríamos que el tiempo se quedara ahí y no molestara más. Que se estancara un buen rato y que nos dejara con nuestra inocente creencia de sentirnos infinitos, aunque no lo seamos. Pero no lo logramos pese al deseo. Y así fue que las ruedas del carro que trasladaban al Momo se perfilaron hacia la calle. Hacia aquella oscuridad que bordea los pueblos flotando en los caminos de tierra.
Agradecimientos: Ex integrantes, allegados a la murga, murga Pojaí Samba Show, murga Rompe y Raje (Rufino), murga Caídos del Puente (Rosario), Comedor “Manuelita”, Comisión de artesanos, Comisión por la Memoria, la Verdad y la Justicia de Gral. Villegas, Posta Cultural gente del Club Sportivo Villegas y a todo el público que se hizo presente. Gracias por festejar con nosotros.
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Reina del Carnval 2011
Encanto y Brillo La Reina del Carnaval 2011 de General Villegas tiene nombre y apellido: Antonela Stabulari. Desde el día 1 sorprendió y ya nadie pudo quitarle la vista de encima. Ella, con sus 18 años, pasaba y todas las miradas la rodeaban, el público aplaudía y los niños bajaban a la calle para verla bailar. Los canutillos y brillantes al compás de sus curvas deleitaron a quien se atrevió a mirarla fijo y recibir un beso de lejos desde sus manos. Nunca se la vio cansada o seria. Saludando a la gente y pidiendo palmas llevó adelante a la batucada Filhos Do Acapú a través de todas las noches de carnaval. Los jueces dieron la nota esta vez, premiando la alegría, simpatía y curvas de Antonela. Los participantes del Carnaval comprendieron concretamente la esencia del festejo y de las bailarinas principal-
Por Sofía Pontiggia atrevieron a dejarse contagiar por sus encantos. Evangelina Lemos, Primera Princesa también de Filhos Do Acapú y Sofía Ibarra, Segunda Princesa de Samba Caramba, y alumna de la escuela de box, completan el plantel de elección.
Antonela Stabulari, reina de Carnaval 2011
mente. El público apoyó la elección y una vez entregada la corona la gente se paraba para saludarla, aplaudirla y felicitarla. Antonela Stabulari es nuestra flamante Reina de Carnaval 2011 y, me atrevería decir, que por votos unánimes de todos aquellos que presenciaron los festejos y se
Cabe destacar que este año no hubo postulantes, sino que cada una de las bailarinas del carnaval tenía la posibilidad de acceder al premio. El jurado integrado por Luis Cuello, Darío Piaggio, Mirta Remedio y Bibiana Busso, fue el encargado de elegir a las chicas premiadas de entre la gran cantidad de bailarinas. Felicitaciones a Antonela, Evangelina y Sofía.
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Cine en el Parque
Junto a los chicos de la Escuelita de Box Estimulados por las peleas que se venían: el debut de César Milla como profesional y el combate de Claudio Olmedo, decidimos juntarnos con los chicos de la escuelita para ver la película El ganador (The fighter) en el gimnasio del parque. Y para que todo supiera mejor, sumamos los choripanes. Conseguimos una copia con audio en español que se entendía bien, y planificamos pasar un buen rato, conmoviéndonos con esos tensos momentos de la historia, analizando los vaivenes de la vida de los
personajes principales, charlando después sobre lo que habíamos visto. Eso pensábamos.
Ese día: Kaíto se hizo cargo de la parrilla y Ariel, del proyector, que probó varias paredes hasta quedar apuntando hacia la de color amarillo. De a poco se fueron acercando
los chicos, que habían entrenado hasta ese momento. Una vez devorados los choris, el tablón que había servido de mesa se convirtió en banco y llegó la hora de la película. Pero ahí empezaron los problemas. A pesar de todos los intentos de Ariel, cortes, detenciones, toqueteo de cables y botones, resultó prácticamente imposible entender algo, más que el “golfa” que le decían las hermanas del boxeador a su bella novia; el “Micky” y “Dicky” que sonaban de igual modo y no dejaba saber a cuáles de los
dos hermanos se estaban refiriendo; o el “te animas a pelear por el título”, dicho por el ceremonioso mánager de Las Vegas. Por suerte las imágenes fueron más que elocuentes y resultó fácilmente entendible cómo terminaban las peleas y cómo cerró su carrera el antes tan vapuleado protagonista.
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Marzo de 2011
Diario de una estudiante recién llegada a Buenos Aires Sábado: primer día en la gran ciudad, ¡abrumador!!! ¡Qué mudanza! ¿Cómo me ven, cómo nos ven? Llegué con una sonrisa, ¿se puede ver? Hay mucha gente y la gente es linda, se ve linda. ¿Eso es natural? Todos se visten bien, ¡cuánto que consumen, eh!
Domingo: El carnaval está en la calle, el recital en la plaza, los acróbatas en las esquinas, y todo el rock nacional en una sola sintonía radial. Me encanta que la cultura esté casi al alcance de la mano. Casi… Lunes: arrancamos. Llegué temprano, fue tarde igual. Me senté en el piso, en el fondo. No escuché nada. Poco para decir. Martes: Tengo ojeras y nariz grande y no soy flaca. Pero eso tampoco importa acá. Por lo menos no para quienes son de acá. Hay mucha gente, gente, gente. Linda y fea, gente. Aunque para ser gente linda solo hace faltan unos mangos y linda pilcha. Pero no me interesa, no me gusta tener que pensar qué me pongo antes de salir de mi casa para ir al supermercado. No me gusta no poder escuchar la música a todo volumen y cantar. No me gusta que el vecino de enfrente cierre las ventanas
para no verme. Es triste sentarse solo en una mesa para cuatro. Es decepcionante salir a la calle y que nadie se preocupe por el otro. Nadie te saluda, nadie es amable. Nadie es alguien.
Por Albertina Peralta Moreno
El olorcito me tentó, me comí un choripán. Paaaaaaaaa, qué asco!
Jueves: vi hormigas en un árbol, me sonrío… Me siento una hormiga.
Lunes: Mi segunda y ¡última semana en la escuela!! No, facultad todavía no. Sí, me abstengo. ¿Que no quiero crecer? ¡Qué sabrás…!
Sábado: Extraño caminar por la ciudad con lento andar, disfrutar del cielo y los
Martes: No me siento bien, me duele el alma y quiero llorar.
árboles, llegar a casa y que Oliver, mi perro, mueva su cola feliz por mi entrada. La calidez del hogar y de cada mañana allá. El colectivo es frio y por suerte no voy en subte, sería helado. Miro a través del cristal y la realidad es… Parece que la gente se quiere en cada esquina, en algunas puertas, hasta en las paredes… y las paredes también sienten, tienen vida propia. Expresan dolor, piden justicia. Al igual que muchas personas en las calles, mujeres que corren gritando o tan solo se consuelan llorando bajito. Hombres que se consumen en alguna que otra botella de alcohol, pequeños que buscan refugio en techos de cartón. A todos les pasan cosas y yo llego acá esperando que me pase algo. Domingo: Hoy me siento bien. ¡Sí! Tengo que estar acá.
Miércoles: Lloro, lloro que se me caen las lágrimas… Viernes: Siento que todos se pelean por ser alguien; no me gusta. No entiendo, ¿por qué ahora? ¡Basta de trajes y caretas, basta de teatro! Quiero estar desnuda y que todos me quieran como soy. ¿Es mucho pedir? Esto es lo que ahora me pasa, no sé si lo esperaba…
Marzo de 2011
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