Entre las Cuerdas #6

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Año 1 | #6 | Julio de 2011

La noche de un guerrero

“Como le gané a Emanuel Peralta Por Claudio Olmedo

Sueño y realidad caminan de la mano MI PRIMERA VEZ EN EL BOX

Golpes de una noche victoriosa GERARDO CHICHIRI

“Algo del destino se fue imponiendo” ROBERTO CEJAS PINCÉN

El aliviador de penas



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Índice Editorial: Sueño y realidad caminan de la mano por Pedro Satragno

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“Cómo le gané a Emanuel Peralta”

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La noche de un guerrero

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Mi primera vez en el box por Lucía Cognini

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Golpes de una noche victoriosa por Albertina Peralta Moreno

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“Algo del destino se fue imponiendo” Charla con Gerardo Chichiri por Ariel Quiñones

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Cenizas en el paraíso Desde Villa La Angostura

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El Aliviador de penas Roberto Cejas Pincén

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Pincén “El que dice de los abuelos”

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El Hip-Hop como estilo de vida Entrevista a Federico Mackay

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La Visita

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El Boxeo... ¿un deporte peligros?

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Diario de una estudiante recién llegada a Buenos Aires

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por Claudio “Pumita” Olmedo por Kaíto Valdebenito

por Cintia Vogel y Walter Pinedo

por Patricia Bargero

por Marianela Arfenoni por Marianela Arfenoni por Germán Beneitez

por Albertina Peralta Moreno

SI DESEA PUBLICITAR...

Tel: (03388) – 15670351 / 42-0327 E-mail: entrelascuerdas.revista@gmail.com San Martín Nº 492 - General Villegas - Bs. As.

DATOS IMPORTANTES

Tirada: 500 ejemplares.. Frecuencia: mensual, en lo posible. Valor: $10, de los cuales $9 son para los chicos de la Escuela de Box que venden la revista.

Sueño y realidad caminan de la mano Una nueva noche boxística memorable y esplendorosa vivimos en nuestra ciudad el pasado 9 de julio. Adrenalina altísima, corazones latiendo apurados, gargantas emitiendo gritos, brazos en alto, pechos inflados, retinas impregnadas con imágenes que perdurarán por un largo tiempo, fueron algunos de los “síntomas” experimentados por quienes presenciamos este magnífico evento en el cual triunfaron los 4 boxeadores villeguenses. Claro que el generador principal de esas emociones fue Claudio “Pumita” Olmedo, que estuvo fantástico y bestial, porque libró una batalla explosiva y sangrienta que quedará en el recuerdo por mucho tiempo. Vimos a nuestro guerrero en su batalla más tremenda. Su rostro es testigo de ello. Olmedo sufrió a Emanuel Peralta hasta que pudo resolver cómo entrar en la media y corta distancia. Le llevó un par de rounds, o quizás tres. Cuando lo resolvió se acabó la pelea porque el cordobés no pudo soportar los golpes de su rival. Olmedo es demoledor, inaguantable, intratable. Y cuando le encontró la vuelta a la pelea, en un round y medio la liquidó. Su rival terminó nocaut parado, lo que habla de su dignidad, amor propio, fortaleza y valentía. Y mientras pudo, demostró sus importantes cualidades boxísticas. Olmedo se recibió de campeón y pide pista internacional. Es una de las promesas más importantes del boxeo argentino. Nadie lo pone en duda a esta altura. Aguanta los golpes que recibe y no pueden resistir los suyos. Esta pelea, arriba del ring, duró 13 minutos y 27 segundos, pero su realización, que pensábamos estratégica, tuvo más de un año de gestión. Recuerdo que desde el día que Olmedo firmó contrato con su manager Osvaldo Rivero, allá por mayo del año pasado, empezamos a sugerir que el villeguense debía cruzarse con Peralta, propuesta que Rivero no aceptaba, hasta que recién en febrero obtuvimos su consentimiento para poder negociarla. Inmediatamente iniciamos las conversaciones con el manager de Peralta hasta que en mayo pudimos llegar a un acuerdo para realizar la pelea y para hacerla en General Villegas, porque ellos también querían llevarla a cabo en su ciudad. Y después había que ganarla, pero para eso está Olmedo, que simplifica rápidamente las dificultades que se le presentan. Porque pega como una mula, porque es guapo,

Editorial

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rápido, intuitivo, inteligente y porque tiene un equipo detrás que le aporta lo que necesita para poder explotar sus capacidades, para pulirlas, para redimensionarlas. Ese equipo lo encabeza su entrenador Oscar “Kaito” Valdebenito y lo integran su preparador físico Gerardo Chichiri, su psicoanalista Marina Eguren, su nutricionista Valeria Penacino y sus compañeros de la escuela de box que hacen de sparring. En esta oportunidad también Sebastián Heiland, que vino a General Villegas la semana previa a la pelea para trabajar como sparring de Olmedo. El pupilo de “Kaito” se tomará un par de semanas de merecido descanso para luego volver al gimnasio para prepararse para su próxima pelea. Aún no sabemos quien será su próximo rival y donde se desarrollará. General Villegas se consolida como plaza boxística. Organizamos un nuevo evento televisado por TyC Sports para todo el país y parte del continente americano, que tuvo un estadio prácticamente colmado por 1500 espectadores, un público efusivo, peleas de nivel, una organización acorde al nivel del espectáculo, elogios del productor de TyC Sports y de sus periodistas. Silvana Carsetti, una de ellos, escribió este domingo en su muro de Facebook: “Un espectáculo el marco en General Villegas y creo que es la mejor plaza boxística del interior del país”. Un reconocimiento de la bella ragazza que nos llena de orgullo. Voy a cerrar esta nota haciendo un llamado a la reflexión. Entre todos hemos conseguido que General Villegas se convierta en una importante plaza boxística que nos permite gozar de las ventajas (ventaja de no sufrir las desventajas que debemos soportar cuando somos visitantes) y comodidades de ser locales. Acontecimientos como los sucedidos al finalizar la última pelea, protagonizados por un puñado de personas, ponen en peligro a General Villegas como sede boxística. Cuidémosla entre todos. Vale demasiado.

STAFF Consejo Directivo Pedro Satragno Ariel Quiñones Patricia Bargero

Textos Albertina Peralta Moreno Ariel Quiñones María Emilia de la Iglesia Patricia Bargero Pedro Satragno

Cultura Marianela Arfenoni Sofía Pontiggia

Colaboraciones Kaíto Valdebenito Cintia Vogel Germán Beneitez Lucía Cognini Marcelo Massarino Walter Pinedo

Diseño Pedro Satragno

Lucas Jaymez - Algo Amarillo

Fotografía Germán Garat Elías Aguirre

Ilustraciones Albertina Peralta Moreno

Lugar de venta fijo: Club Sportivo San Martín 350 General Villegas.

Impresión: Lorenzo Benedetto España 472 - Rufino - Santa Fe. (03382) 42-1035


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NOTA DE TAPA

“Como le gané a Emanuel Peralta”

Por Claudio “Pumita” Olmedo

Cuando me levanté a la mañana sentí una gran adrenalina que era difícil de controlar. Había llegado el día. A medida que pasaba el tiempo me pasaban muchas cosas por la cabeza, pero nada se comparó con lo que sentí después, en la pelea. Estaba muy preocupado, sé que nadie se dio cuenta, pero tenía una lesión sobre la costilla derecha que podría haberme jugado en contra si hubiera recibido un golpe justo en donde tenía el dolor. Pero también por otra parte me sentía muy seguro de mí, del rendimiento físico que había logrado y del estado mental. Sabía que la pelea iba a ser dura pero igual sentía que la victoria era mía. En el primer round me di cuenta de que Peralta es un buen boxeador, pero también asumí que soy más rápido, más fuerte y estaba mejor preparado que él para la pelea que yo propuse esa noche. Sus golpes me lastimaban, pero no lo suficiente como para ponerme en

condiciones de Knock Out. En segundos la molestia que sentía me hizo pensar que tenía que terminar la pelea lo más rápido posible, y eso es lo que salí a buscar desde el segundo round. Fue difícil pero lo logré en el quinto 5 round, y vale la pena destacar que la mano que definió la pelea no fue de casualidad, la practicamos mucho con mi entrenador Caito.

Ahora me río, pero podría haber sido diferente. Cuando en el ring el que está enfrente quiere lastimarte, no hay que perder tiempo saludando, sólo hay que pensar rápido cómo ganar la pelea y armar una buena estrategia. Por todos estos condimentos que tuvo esta pelea, es una de las victorias que más disfruté. Espero que ustedes también.


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La noche de un guerrero Mi rol no da para ningún tipo de sentimiento que no sea el de subir y hacer lo que tengo que hacer, convencido. Todos los seres humanos tenemos nuestras miserias y en la semana previa aparecen. Bruno subía para mostrarse ante la gente de Buenos Aires, la gente que anda en el negocio del boxeo probando talentos, nuevos futuros boxeadores, y tener la responsabilidad de caer bien a los ojos de esa gente no era fácil. César, que tenía que revertir la derrota que tuvo acá en Villegas, y empezar a armar su propio record. Estaba con una pelea perdida y una pelea empatada, así que también tenía lo suyo.

También a mí me gusta demostrar todo el tiempo. Siempre tuve que demostrar todo lo que fui ganando, nada me vino de arriba gratis y nada me fue fácil. Sabíamos que teníamos que ganar, trabajar para un 4 a 0. Trabajamos para un 5 a 0 y salió todo bien. Bruno ganó su pelea amateur, ante 2 mil personas; César ganó por primera vez como profesional; Lucas demostró lo que tenía que demostrar, con la calidad, esa alegría, esa estética que le pone al boxeo. Y después la frutilla del postre, que terminó poniendo Claudio con esa tremenda pelea, terrible pelea. Una pelea electrizante que demostró todo lo que es.

Luquitas que no venía al 100 %, y tenía que superar la prueba del rival que le había ganado. Todo el mundo pensaba que ese chico de Neuquén era un mediocre, un don nadie, y no. Resultó que no era un don nadie, un chico experimentado, un chico que sabe hacer bien las cosas, y que esforzó a Lucas para que pudiera ganar la pelea. ¡Ni hablar de Claudio!, por lo tanto no me queda margen a mí para ningún tipo de actitud que no sea la fe ganadora, el optimismo. No puedo darme el lujo de dejarme ganar por mis cuestiones blandas. Y también sufro mucho, sufro mucho porque a mí también me entran las dudas. Todas las presiones y todo lo que tiene que ver con lo extra boxístico, esta apuesta que hacemos nosotros en nuestro pueblo, si la gente nos va a acompañar o no, si las cosas van a salir bien o no, la organización, el desarrollo. Ese es mi rol, del cual estoy muy feliz y orgulloso. Que todo cierre en una noche como la de anoche, mucho mejor. Porque salió redondo. Pedro nos decía “quiero un 4 a 0”, que significaba ganar las cuatro peleas.

Olmedo es, por no decir que es un salvaje, un ser humano en el mejor momento de su naturaleza. Olmedo tiene el hambre que tienen que tener los que quieren ser campeones. Tiene hambre de campeón, hambre de gloria. Piensa y quiere y necesita la gloria. Esa es la esencia de los guerre-

Por Oscar “Kaito” Valdebenito ros. Siempre nacen guerreros, siempre hay guerreros entre nosotros, siempre, convencidos de lo que quieren. Claudio es eso. Tiene muy bien en claro lo que quiere y sabe cómo hacer para conseguirlo. Ambos nos sentimos guerreros. La pelea de anoche fue una batalla más que libramos y la vivimos como eso. Cuando terminó, cuando le levantaban las manos a Claudio, ahí volvimos a la realidad, ahí supimos que estábamos en Villegas, y que estábamos boxeando y que era una disputa deportiva. Así que ahí vino el desborde de alegría, de orgullo de ser el conductor de todo esto. Pero uno solo no lo hace, todos lo hacen. Desde los chicos de la escuela que estaban recibiendo con tanta alegría a la gente que llegaba y la acomodaba, hasta el que limpiaba el baño, el que iba a hacer los mandados y Claudio, que era el protagonista principal. Todos hicieron lo que tenían que hacer y todo salió perfecto. No hay ninguna posibilidad de que las cosas, cuando se hacen así, con trabajo, puedan fracasar. También lo tenemos claro. Así que todo el mundo muy contento, muy feliz. Quedaron en Villegas las coronas que estaban en disputa, quedó la gloria en Villegas. Ahora hay que seguir caminando, ahora todo el mundo exige más. Es natural y es muy bueno. Ya hemos bajado a tierra, hemos dormido lo que teníamos que dormir, hemos festejado, y estamos muy contentos, cayendo a la realidad. Atrás quedaron las miserias, atrás quedaron las dudas, atrás quedó la euforia... Ahora hay que seguir e ir por más.


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Mi primera vez en el box

Lo primero que me llamó la atención fue la gran alegría de la gente y el estallido de voces y emoción cuando el Pumita entró acompañado de Los Colifatos. Me había acomodado esperando una larga pelea, sin embargo todo empezó y acabó en menos de veinte minutos que superaron todas mis expectativas.

Los boxeadores se levantaron y los gritos de la gente aumentaban con cada movimiento. Antes de que me diera cuenta, había subido el volumen al máximo y estaba sentada en el borde el sillón, alentando al Pumita… Los minutos pasaron asombrosamente rápido, y pronto estaba festejando la victoria y compartiendo la euforia de todos los presentes.

El primer round no fue exactamente emocionante, pero me sirvió para entender que el boxeo tiene sus tácticas y sus secretos y para eliminar mi errónea creencia de que simplemente eran dos personas tratando de lastimar a su oponente.

No deja de sorprenderme la mezcla de cansancio y alegría que vi en el rostro del Pumita cuando levantó triunfante los brazos para recibir la ovación de su público. Creo que esa imagen es la que me quedó más grabada en la memoria.

Tengo que admitir que me senté frente al televisor con bastantes prejuicios. Siempre odié la violencia, por lo que no lograba entender cómo el boxeo podía ser considerado un deporte y motor de tantas pasiones. Sin embargo, ésta era la primera vez que prendía el televisor con el puntual objetivo de mirar una pelea.

Por Lucía Cognini

En resumen, fue una experiencia diferente que modificó mi forma de entender este deporte y me ayudó a abrir un poco más la cabeza a nuevas cosas. Podría escribir varios párrafos más sobre este tema, pero ya sería abusar de la bondad de Patricia, que me invitó a colaborar con la revista con una pequeña nota sobre la primera vez que vi una pelea de boxeo.


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Golpes de una noche victoriosa

ahora como animal furioso, rabioso (pegue, pegue si quiere ganar).

Tengo en mi haber en este momento tres cosas, para ser sumamente sincera: uno, mi abuelo era boxeador y lo único que conocí de su carrera fue su pantaloncito con su apellido grabado; dos, si miraba boxeo por tv cubría mis ojos, me parecía muy bruto; y tres, es la primera vez que vengo a un evento boxístico, es la primera vez que voy a ver box. Hombres, mujeres y niños están llegando. El salón se va colmando de gente y los chicos de la escuela bien uniformados disponen simpáticamente de su ayuda a quien la necesite. Poco a poco se empieza a sentir el calor y algo más. Se apagan las luces generales, se oyen abundantes silbidos y chiflidos, aplausos y una cordial bienvenida a la gran noche de box.

Como un lobo.

Lo veo a él en su esquina, sin dejar de escuchar a su entrenador mira fijo al rival. Mientras, este se persigna antes de comenzar. Campana. Con cautela lanzan algunas piñas, duras. Los ojos siguen clavados, profundos y encuentro ahí la inmensidad misma. Hay cierto brillo, parecen esperar algo (saque, vamos, saque, saque!). Pienso que en ese momento no hay otra cosa más que esperar que golpes, golpes que te generen ese algo que te permita resistir y continuar, tolerar el dolor. Aunque tal vez no se trate de dolor, seguramente no lo sabré… Él esquiva y me imagino un pequeño travieso que juega, se escuda entre sus brazos, se esconde atrás de un árbol y ataca,

Por Albertina Peralta Moreno los que chocan su cuerpo parecen hacerlos sentir vivos. El rival cae al suelo y la gente pide más; él avanza y no para.

Como un ágila.

Mira hacia arriba, al cielo y se lanza. Y su contrincante a la pachamama. Dos fuerzas diferentes, pero acá no juega la naturaleza, creo… En el cuadrilátero dos cuerpos delgados, prontos a enfrentarse, para chocarse y romperse. Vuela alto y va con todo (dale, dale!). No está furioso, su mirada pasiva se encuentra ahí, clavada como espinas.

Como un león.

Un hombre sólido, tranquilo, serio y sumamente concentrado. Por el otro lado un rudo, cabrón, que besa su guante en un acto que parece darle cierta fortaleza. Él se mueve con mucha cautela, podría pasar desapercibido por cualquier cazador. En pocos segundos una vibración acelera la respiración; la fuerza y la voluntad se notan en cada músculo del cuerpo. Son tres los pasos, en uno esquiva, en otro lanza y luego da y da sin parar (rompele las costillas!). Con cada puño que lanza parece tener bien claro qué es lo que está haciendo. Es el tercer round y ambos cuerpos están marcados. No hay látigos, pero cada cual quiere amaestrar al otro. Los golpes al aire los llevan al vacío y

Parece tener a su presa, se mueve a alta velocidad y pasea al rival por el cuadrilátero (apure, apure, vamos que ya lo tenemos). El público se emociona y percibe ahí un acto hermoso. La pelea da más: él se lanza con todo cual demonio y deja al otro minúsculo, que frunce el ceño, pero aun sostiene su vista, sus ojos brillan y parece pedir compasión (para mí se tiene que caer). Siento a lo lejos golpes cada vez más duros y ahora quienes están en el ring son hombres de hierro (ole, ole, ole, oleeee!). Los cuerpos están rojos, hay cierto fuego que no se puede apagar. Aunque hay sangre en sus rostros dan más y más, hasta que la campana pone el fin.

Como un búfalo.

Todos de pie, gritos y aplausos colman el salón (puma, pumaaa!!!); colifatos rodean el cuadrilátero, bombos y platillos para recibirlo. Ovación total de un pueblo deseoso de triunfo. Dos boxeadores en el centro, mien-


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tras uno sonríe egocéntricamente el otro sostiene una seria mirada. Esta vez son 12 los rounds a resistir, no sé que esperar. Bueno, sí… pueden ser tranquilos al principio e ir levantando temperatura cerca del final, pero no. Contrariamente, duro y parejo, golpe va, golpe viene y va y va, con potencia (tranquilo que está asustado). La nariz del puma empieza a sangrar levemente hasta que logra desparramarse por su cara, pero él no se achica. Es un toro bufando, tiene a su rival enfrente y entre sus cejas está su objetivo, es claro. El momento es muy intenso y se transporta con facilidad a las tribunas; desde el temor y el dolor, a ese afán de fuerzas para que nuestro animal saque otra piña y deje en el piso a su contrincante (vamos Claudio!). Ambos están en sus esquinas. Sus respectivos técnicos les hablan y ellos asienten; me imagino en su lugar y sé que yo podría estar pensando en cualquier cosa, sin escuchar a mi director, seguro la calentura del momento me

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a otro y su persona, la que los lleva a estar ahí poniendo el pecho, con todo el corazón y toda la fuerza. Un nuevo movimiento hace que una gota de sudor caiga en mi brazo; finalmente entiendo la pasión. La cosa se pone espinosa, los golpes van unos tras uno dejando a alguien fuera de sí y es una nueva campana la que revela la ansiada victoria.

cegaría. Entro en razón de que esta es una de las cosas que hace al boxeo deporte y no otra pelea más en el barrio. Dejo de volar y vuelvo a mi lugar, en la “plaza”. Admiro la destreza con que mueven sus cuerpos, con que dan cada golpe en el lugar indicado y con el impulso necesario, con la rapidez que sus pies los llevan de un lugar

Y de esto, me quedo con los saludos y los abrazos, con el fulgor, los gritos de la gente y sus sonrisas, con sus manos agitando, pidiendo más. Con sus aplausos a los victoriosos y el noble acto de ovación a los perdedores que todo dieron. Me quedo con la voluntad, con la resistencia y el dolor de cada boxeador, con su serenidad, su fuerza y su locura, sus lágrimas, sus miradas y su respiración, con cada gota de transpiración y con la sangre caliente. Me quedo con esta fiesta del triunfo, con una noche fantástica en la que todos estuvimos Entre las cuerdas.


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CHARLA CON GERARDO CHICHIRI

“Algo del destino se fue imponiendo” Me cuesta introducir esta charla con Gerardo. Chichiri es un personaje sumamente querido y popular en nuestra comunidad. Su reconocimiento se palpa aquí, allá y en todas partes. De hecho, pareciera que allí donde se lo encuentra trabajando o aportando lo suyo, él ya se hubiera vuelto parte del lugar. Acaso, como si nunca hubiese estado en otra parte. Pero el caso es que, también por destino, no tuve hasta esta charla el placer de tratarlo personalmente. Me queda, entonces, decirles a todos los lectores que están a punto de sumergirse en una hermosa historia, en una verdadera lección de vida. Después de escribir, releer y corregir el texto de esta conversación con Gerardo, uno se queda con la sensación de haber participado de una maravillosa enseñanza. La comparto con ustedes: <hay que creer en lo que se hace, siempre, y hay que hacer las cosas desde el propio amor por lo que ellas son. Eso es lo que despierta los sueños, acercándonos sus horizontes>. Adelante. Disculpame por mi ignorancia: ¿Vos sos de acá?

No, yo soy de Junín, y el comienzo de todo fue allá. Todo lo que me gusta tiene un montón de influencia Juninense, quiero decir que tuve grandes maestros allá. Después estuve en Lincoln, ahí viví y trabajé en un centro para discapacitados, el director era Puchi Chemes.

Contanos un poco cómo empezaste

Te cuento un poco el origen, donde empieza todo. Yo era chico, y como todo chico vivía en la calle, andaba atrás de la pelota todo el tiempo. Y mi mamá se empezó a preocupar porque no tenía el control, no podía andar atrás mío. Yo creo que entonces ahí ella pensó por mí, y pensó bien. Se le ocurrió que lo mejor para mí era llevarme a un club. Agarró

Por Ariel Quiñones

Entonces en un segundo me salió como un pensamiento: bueno, me sereno. Ahí me relajé un poco y se me ocurrió llegar hasta el fondo y saltar. La verdad que funcionó: fui al fondo, pateé y así fui llegando al borde, y me salvé. Creo que ahí descubrí algo importante. Si me relajaba, y si tenía otra relación con el agua, iba a andar mejor. A los dos o tres días de eso ya andaba nadando.

Autodidacta con el agua, ja!…

y me llevó de la mano, nos tomamos el colectivo verde y nos bajamos en calle Alem, caminamos un par de cuadras y fuimos al Club Newbery,

El club reemplazó a la calle…

Ahí empieza mi historia. Porque yo hasta ahí había jugado sólo con mis amigos y en cambio ahí, en ese club, es adonde empiezo a tener mi primer contacto con el deporte, con el aprendizaje. Y aparecen muchos profesores, entrenadores, gente del deporte. En lo primero que me anotó fue en natación. Fuimos una mañana, me acuerdo como si fuera hoy, era el principio de la temporada. Entonces me anota y yo estaba muy ansioso por estar en la pileta ya. Llegué a mi casa, comí dos bocados y me volví al club, porque a la una volvíamos. Pero fui tan temprano que era el primero en entrar. Recién abrían las puertas de la pileta, imaginate, entré y no había nadie: ni guardavidas, ni gente, ni nada… Estaba solo con la pileta y me tiré nomás; la veía tan impecable al agua, tan limpia. Guarda, yo no sabía nadar y me mandé en la parte honda. Y encima no me tiré cerca del borde, me largué de una y casi me la como, o por lo menos casi me la tomo. Empecé a patalear y me hundía, no tenia opciones, me estaba ahogando y no había nadie en el lugar.

Después pasó que, claro, no me alcanzaba ir a la tarde, iba a la mañana también. A la mañana iba a clases de natación y a la tarde tenías canchas y deportes para jugar. Era nadar y nadar esa época, entraba a las diez de la mañana y a las doce seguía nadando. Violeta me sacaban de ahí. Abajo enseñaban básquetbol y la pileta estaba en el tercer piso, en la terraza. Yo escuchaba que rebotaban las pelotas y una vez bajé las escaleras para ver cómo era eso. Me acerqué y ahí mismo me engancharon, ya no me dejaron ir. Y así fui sumando disciplinas, de curioso, después el fútbol, etc. Cuando me quise acordar estaba tiempo completo con el deporte.

¿Qué te llamaba la atención de tantos deportes distintos? Digo: ¿el tema de las reglas, las canchas, la gente? Uno tiende a pensar, sobre todo de chico, que una vez que entrás en un deporte específico al resto lo mirás como de costado ¿no? Vos ya tenías curiosidad con todos.

Es que me divertía, me gustaba mucho, era por gusto, por placer. Pero qué pasa: otro juego de mi infancia consistía en correr largas distancias. Por ejemplo una carrera de mi casa hasta la Laguna del Carpincho, debe haber fácil 4 o 5 km. Era mucho para un simple juego, es raro que alguien se proponga esas cosas, pero nosotros allá lo hacíamos y yo siempre ganaba. Entonces, al básquetbol jugaba más o menos; al fútbol más o menos, y así. Pero jugaba, siempre estaba en el equipo. Yo sabía que en el fondo siempre quería algo más. Entonces un día me anotan en la escuela en un intercolegial.


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Creo que ahí descubrí lo mío: corrí 1500m en pista, largamos un montón y yo no tenía mucha idea de la cosa, salvo la experiencia del barrio, correr nomás. En todo eso siempre hubo algo instintivo.

¿Cómo si te guiara un cierto instinto, decís?

Y por eso me fue muy bien, creo. Porque, cuando me quise acordar, en los últimos 300m de la carrera estaba 2º, en los últimos 200m iba 2º. Claro, en esos últimos 200m estaba 2º pero el 1º ya estaba llegando: ¡mirá si era bueno! Y fijate que en los últimos segundos, cuando voy a llegar, me pasan dos y quedo 4to. Hice un tiempo de 4:50, no me voy a olvidar nunca en mi vida. Estaba tan enojado de que había perdido esos dos puestos al final…, salí furioso de la pista y me atajó uno. Por eso digo que tuve suerte, porque en la puerta había mirando alguien, un muchacho joven que hoy es médico, que había estado en la carrera. Era universitario el muchacho, pero era un atleta de los Flamencos de Junín, el club en el que yo correría toda mi vida. Me dijo: ¿no querés correr con nosotros? Mirá que podría haberme agarrado cualquier otro club… La suerte, el destino, a mí me agarró este muchacho de Los Flamencos.

Un nuevo club, otra gente…

Sí, otro club, pero en Newbery jugaba al básquet, al fútbol. Esto era atletismo puro. Los Flamencos de Junín: ¡qué grande! El logo es un flamenco con unas zapatillitas de atletismo. Espectacular. Porque, mirá vos qué cosa, los Flamencos arrancó como un grupo de corredores amateurs que se juntaban en la Laguna de Gómez; y en ese lugar había una colonia de flamencos. Entonces le pusieron ese nombre y la cosa terminó con un poema, pero se lo hicieron en el año 70 y pico. Yo arranco en el 80 y pico.

Aceptaste ese desafío, entonces

Claro, te decía: salí tan enojado de la pista que le dije que sí. Quería revancha, quería empezar con todo eso en serio…, y empecé. El primer día que voy tenía mucha expectativa, mucha ansiedad. Quería ver de qué se trataba todo eso.

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Se te abría algo nuevo: ¿y cómo fue el contacto?

Llovió, el primer día llovió. Pero yo fui igual, y en la posta no había nadie. No sabés. Pero te digo que esperé, esperé, y esperé. Me mojé mucho, estaba en la pista solo y me mojaba, encima en Junín la pista quedaba del otro lado, es muy lejos y llegar era muy difícil. No era para decir: -bueno, después vuelvo-. No, si quería volver tenía que esperar hasta el otro día. Y cuando ya me resignaba y estaba a punto de volverme…, en un momento, los veo. Sí que los veo. Eran un grupo de 5 o 6 corredores que venían por la ruta e iban a entrar al complejo. Cuando los veo llegar me doy cuenta: esa imagen era la que yo quería para mí. Los veía ágiles, una postal; y me quedé encantado con lo que vi. Me dije enseguida: -eso es lo que yo quiero para mí-. Esos sí que eran atletas, vos lo veías, lo sentías.

Como un cuadro, ¿no? Y en medio de un paisaje natural

Claro. Eran profesionales. Después me entero de que ahí había corredores olímpicos, tipos que después fueron mis maestros. Quedé encantado. Me invitaron a pasar y no me pude ir más. Porque…, la contención que tuve con ellos. Yo tenía una infancia bastante complicada. A los 11 años mi mamá falleció. Fue el día de mi cumpleaños. Ahí perdí todo. Yo era un chico normal como todos hasta ese momento. De la noche a la mañana mi vida cambió. No sé si decir para mal, o para bien. Pero ya nada iba a ser lo mismo. Fue todo muy difícil. Así que andaba en la calle, volví a la calle, estaba solo. En realidad mi vida era andar siempre solo: salía de la escuela y en mi casa no podía estar; mi viejo tenía camiones. Entonces me iba con mis amigos. Lo más triste que me pasaba era que a las siete en invierno las madres empiezan a llamar a sus hijos para que se vuelvan, porque ya es tarde. Entonces mis amigos se iban uno a uno y yo me quedaba solo, o bueno, con este deporte. Y con esta gente yo volví, recuperé ese lugar, me sentí yo otra vez. Además ellos me brindaban todo sin pedir nada. Yo siempre me acuerdo de ellos, los sigo viendo.

Entonces además de atletas te dejaron algo humano, una influencia como personas ¿no?

Como personas, sí. Eran maravillosos. Aparte, todo ciencia. Maestros eran. Cuando yo te conté que iba segundo mientras faltaban 200m, ese 1º que iba llegando, ese muchacho; bueno, entrené como dos o tres años para poder ganarle. Ese que te digo era campeón, y todos los que habían llegado y me habían ganado eran atletas federados. Yo no lo sabía, por eso salí tan embroncado. Después, cuando empiezo a entrenar y los empiezo a conocer, claro: ¡con razón! Empecé a valorar lo que había hecho que, claro, no estaba mal. Así que ahí cuando no estábamos entrenando, estábamos tomando mate y hablando de atletismo. O mirando videos de grandes atletas. Ellos eran mucho más grandes; yo era el benjamín, como la mascotita de todos. Había muchachos grandes, muy sanos. Cualquiera podría haber estado en otro ambiente, pero ellos estaban en una cosa sana, que además les apasionaba. Además de mirar videos y de charlar de atletismo, me pasaban libros, me pasaban revistas. Que después me empecé a comprar yo también. Una de las cosas que hice bien fue haber ido a inglés, entonces el que viajaba al exterior traía unas publicaciones que se llamaban The Run. Yo me las devoraba. Ahora vienen las The Run Square, que están en español. Ahí me metí en la lectura también, y bueno, leer y practicar ¿no?

Pasaste la adolescencia así, entonces

Toda mi adolescencia, y en ese club. Me llevaban a competir a todos lados. Como además eran profesionales (si no eran ingenieros agrónomos eran médicos, administradores) tenían una situación económica buena. Ellos no tenían que pedirle dinero o sponsors a nadie para poder viajar y competir. En el auto de quien se fueran a mí me llevaban. Y así me recorrí el país.


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Qué bueno eso: re-corriste corriendo… ¡Y a competir donde sea! ¿no?

A competir, sí. Si no, iba a mirar. Ellos iban a algún lugar y yo no me lo quería perder. Pero sí, en general a competir. Me sentí muy a gusto en todo ese tiempo. No hay día que no los recuerde, estoy muy agradecido. Mirá vos, nunca pude agradecerles públicamente por todo esto, pero en algún momento lo voy a hacer. Cuando me reencuentre con algunos de ellos. Porque todo eso fue lo que a mí me impulsó, lo que me llevó a lo que hago hoy. Estoy muy agradecido.

Por lo que decís, te mostró una forma de vivir que a vos te cautivó, te llenó

Me gustó muchísimo, es lo que sigo haciendo, porque hoy sigo haciendo atletismo y, por suerte, me va muy bien como entrenador. Pero lo que más trato de enseñar, incluso más que un entrenamiento, es a que sientan este amor por el deporte. El resultado viene solo, porque es una consecuencia de lo otro. No sé si busco el resultado. Yo enseño y transmito esto que sentí, ¿viste?, y lo demás es una consecuencia. El que se hace apasionado como yo va a notar que los resultados no tardan en aparecer, vienen solitos.

¿Y cómo llegó el momento en que tuviste la oportunidad de estudiar?

Cuando tenía que estudiar yo quería algo que, por un lado, me dejara seguir corriendo. Pero, por otro lado, a mí también me gustaba volar. Yo quería ser piloto. Otra de mis pasiones era cargar nafta en los aviones o helicópteros del aeródromo de Junín. Era las dos cosas que más me gustaban. Y bueno, lo segundo no pudo ser, porque mi padre no tenía recursos. Yo había pensado la posibilidad de estudiar como militar, porque de esa manera no tenía que pagar. Pero no, me saltaron todos a la culata: que no que vas a ser milico, que milico no. Y la mamá de una atleta que fue compañera mía me dijo: -vos tenés pinta de profesor de educación física- Y ahí claro.

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Como una madre te observó

Tuve mucha suerte. Cuando me dijo eso, a mí me quedó. Y me invita un amigo. Un amigo de la infancia: la primaria, la secundaria, todo junto. Si vos le preguntabas cuál era su objetivo en la vida siempre decía lo mismo: ser profesor de educación física. Desde 6to grado lo repetía.

¿En Junín estudiaste?

No, tuvimos que estudiar en Lincoln, en Junín se abre un año después. Entonces él me dice: -¿me acompañás?-. Y…, bueno, lo acompañé, ya que estaba. Pero no estaba muy convencido. Y a rendir.

¿Una prueba?

Eran varias. O sea, el primer encuentro era llevar un estudio médico completo, porque antes eran más selectivos: si no medías tanto, o si no te daba el perfil, chau, afuera. No permitían que fueras obeso, ni sobrepeso, ni petiso, ni nada; muy riguroso. Yo emboqué todo bien, perfecto. ¡Sigue participando! Y a la siguiente instancia natación. También había que saber nadar, si no pasabas natación ya estaba, directamente te echaban. Pero aprobé todo. Me quedaba la última instancia. Era una semana donde nos bailaban tipo militar, y lo fui aprobando todo. De yapa bato el record del Test de Cooper. Quedé bien ubicado.

¿Y tu amigo?

Mi amigo entró también, y ya había conseguido pensión

Se instaló en Lincoln. Y vos: ¿podías ir y venir o era muy difícil?

No, tenías que instalarte. Era todo el día que cursábamos. Porque Lincoln no es como Buenos Aires que tenés o a la mañana o a la noche. Lincoln es todo picoteado de horarios, y todos los días, no podías hacer prácticamente nada.

¿Cómo saliste de esa?

Teníamos que arrancar el 3 de abril, lunes 3 de abril. El domingo anterior a ese día, a las 23hs yo ya estaba convencido de que no podía. Mi viejo no tenía recursos. Pensé: no puedo, no puedo, listo, ya está. Once y pico de la noche suena el

timbre en mi casa. Mi viejo: -Gerardo, para vos, te buscan-. Salgo y había un loco con unos pelos larguísimos, en una moto y con una rubia atrás. Ahí me digo: -ja, me gustó esa onda, me encantó, un bohemio total, una onda el camino del Che Guevara todo completito. Y el loco me dice: -che, me enteré que vos vas a estudiar educación física a Lincoln (él estaba en segundo año); bueno, no sé, yo tengo un lugar en mi casa: ¿querés venir conmigo?-. Imaginate: -sí loco, dale- Y al toque me dice: -bueno, mañana a las 7 de la mañana te paso a buscar-. El tipo me fue a buscar a mi casa y me llevó en el auto. Increíble. Por eso te digo de esta cosa del destino, ¿no? Porque, de alguna manera, mi madre aún faltando me encausó en un camino, en un riel seguro del que ya no podía zafarme. La suerte o algo del destino se fue imponiendo. Bajo todo concepto yo no tenía que haber estudiado, porque no daban los recursos, y


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sin embargo estudié. Primero la dificultad estuvo en que no sabía que podía estudiar, que era capaz de hacerlo; y después porque no podía económicamente…, pero pude.

Las superaciones personales, con El Puma habíamos hablado de eso en la entrevista…

Era como algo predestinado. Lo único que me incomodó fue que estudiando no podía correr. Hacía de todo pero no podía: estudiaba, tenía que entrenar, esto, aquello y lo otro. Y correr se me complicó.

Competir era casi imposible así, ¿no?

Sí, porque al nivel que estaba ya no podía llegar, ya no me daban los tiempos. Me iba bastante mal en la carrera, no me gustaba del todo.

Pero, ¿no pensabas en lo que ibas a poder hacer después con eso?

No, no lo pensaba todavía. Eso se dio más adelante, cuando tuve la materia “Entrenamiento”. Había materias que me gustaban y otras que no. Recién a lo último, con “Atletismo”. Ahí fue, en 4to, que empieza a encajar todo dentro de mi vida. Y yo digo: -bueno, acá sí, ahora estoy en lo que yo quiero-. Y ya para cuando estaba estudiando conseguí trabajo. Tenía pocas horas, pero zafaba. Entonces cuando egreso ya estaba lleno de trabajo. Había un club de fútbol con todas las inferiores, hasta la primera.

¿Arrancaste como entrenador de fútbol?

Sí, en Juventud Unida. “Los Tapiales” le dicen. Es un club bastante pobre, pero más popular

¿Tipo cómo el Pulpo acá? Humilde pero fervoroso y popular…

Sí, yo venía más por el lado de lo popular, siempre.

¿Y el flaco de la moto, el que te llevó a estudiar?; ¿Terminó?

Le quedaba una materia, pero no sé si la

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pudo aprobar. Lo de él era viajar, la última noticia que tuve fue que viajó a dos o tres países para terminar de recorrer todo el mundo.

¿Dónde te asentaste una vez egresado?

Primero en Lincoln, ahí tuve mucho trabajo. Yo egreso en el 90, pero a fines del 91 me voy de ahí porque quería volver a Junín, tenía proyectos.

¿Seguían Los Flamencos por tus pagos?

Sí, seguían. Peo yo ya no estaba corriendo activamente. Tenía cosas para hacer. Pero ahí no se me dio porque no había retirado el título. Yo no sabía cómo era trabajar en las escuelas: el tema de los listados y qué sé yo cuanto.

Lo burocrático no era tu fuerte.

No, no me gustan los temas de papeles, no me gusta todo ese sistema. Pero bueno, en Junín me alquilé un club y lo trabajé. Me fue muy bien. Era un club al que no podían hacer andar. Lo limpié, lo organicé, hasta a la pileta la puse en condiciones yo mismo. Me fue tan bien que, claro, después…

Muchas gracias y hasta la vista…

Estuve ese verano nada más. Pero nació mi hija, la primera, y yo entonces no tenía trabajo en las escuelas, estaba complicado. Ahí tuve que trabajar de lo que sea, lo necesitaba para sobrevivir. Estábamos en temporada de verano y trabajaba en el peaje de la Ruta 7, en Junín. No me gustaba, y estaba 12hs corridas.

Muchísimo tiempo, encerrado en una cabinita, vos que corrías y usabas tanto lo físico…

Sí, 12 hs. Me sentía muy mal, pero era lo que había. O sea, no había muchas posibilidades porque yo me había mandado el moco de haberme ido de Lincoln, donde había mucho trabajo. En Junín me encontré con otra realidad, y con muchas necesidades. Por entrar en un club de fútbol perdí todo, porque yo pedí un dinero y el que me gané fue como

para una cuota de una Zanellita 50. No estábamos en la misma sintonía.

Aguantaste un tiempo así entonces

Aguanté un tiempo así. Sobreviví un poco más porque, después de las doce horas esas en el peaje, me venía a mi casa y me iba al gimnasio. Hacía box, con Arano, que tenía su primer gimnasio. Pero igual no había plata, y no lo pude sostener. Enseguida estaba de vuelta sin trabajo y sin nada; ya había nacido mi hija, año 92. En un momento se hicieron como 5 meses sin trabajo, pero con lo que había ganado en el verano todavía me mantenía, apenitas. Y se me terminaban las reservas. Así que un buen día me paré en la ruta 188, a la salida de Lincoln, y me dije: -bueno, voy a hacer dedo; el primero que pare para allá vamos-. Y subí, el destino me arrimó para este lado. Primero no, pasé de largo: paré en La Pampa. Pero ahí la cosa estaba dentro de la misma situación. Ya estábamos en junio, quién iba a arrancar a trabajar en las escuelas, nadie. Entonces me volví, con la frente marchita, entregado. Pensé: - ya está, no sé qué voy a hacer, pero acá no se puede trabajar-. Y me volvía nomás, en una camioneta que me levantó. La persona que manejaba esa camioneta, que es de acá, me dijo que paraba en Villegas. –Bueno, me quedo en Villegas-, le digo. En ese momento todavía estaba el Automóvil Club. Las cosas estaban dadas así, como no había forma de ir ni para atrás ni para adelante, entro en Villegas como a una ciudad fantasma, y llego a la plaza. Entonces, ¿qué veo desde la plaza?: “Papillón Deportes”. Imaginate, fue como una señal para mí: deportes. Algo tienen que saber o conocer-, pensé. Y andaba el gordo Bordachar, re bien. Mauro García, recién estaba acá. Y yo me acordaba de Mauro por Lincoln. El Goico también estudió conmigo. Entonces, de ahí me fui a lo de Mauro. Él me dio asilo por una noche y, bueno, antes de irme me tiré una vueltita por el consejo escolar.

Ahora sí andarías con el título

No, jaja, andaba con la fotocopia. Entonces paso por el consejo escolar y, mirá vos, me dicen: -¿trabajo? Si querés


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empezar ahora mismo tenés un cargo en Charlone o un cargo en Santa Regina-. Y yo ansioso digo: -¿Charlone dónde queda?-. Pero en ese momento, y vuelve el destino, justo entra Andueza, un comisionista. Y señalándolo a él enseguida me dicen, con una confianza hermosa, que él me podía llevar. Y bueno, vamos entonces, y me llevó nomás. Al mediodía, a las doce, salgo de ahí. Di unas vueltas hasta que se hizo la hora, y salimos. Yo iba en la caja, atrás. Alguna vez tendría que contar anécdotas de los viajes a los pueblos para las clases porque tengo un montón; y ahora que me acuerdo una vez escribí una, que salió publicada en Charlone, donde yo me fui corriendo por las vías una noche de lluvia con mucho frío.

Una postal: tipo Rocky de las pampas, ja!

El asunto es que llego a Charlone y todos con cara de “ah sí, el <profesor de educación física>”. Porque cuando me ven estaban todas/os espantadas/os. Claro, la imagen del profesor de educación física no era justamente la que yo tenía, jeje. Yo nunca encajaba con el perfil, el perfil era el profesor prolijito: pelito al rapé, remerita blanca, pantalón azul y zapatillas. Yo venía lanudo, patillas grandes, pantalón largo medio viejo, camperón, mochila 40 litros y borceguíes. No sé cómo habré caído, la verdad que andaba muy jipi (hippie). Claro, hay que admitir que yo no me había preparado en esos detalles, je. Imaginame a mí entrando en un pueblo de 1.000 habitantes, con esas características de que todos se conocen, y salir de atrás de la camioneta con las lanas revueltas. En serio: ¡parecía un tipo que venía de haber estado picando un cielorraso! Blanco de tierra salí de la cajuela de la camioneta, tenía todo el polvo del camino encima, un fantasma. Bueno, pero me di cuenta, es cierto: la primera impresión es lo que vale, lo aprendí ahí nomás.

Pero con esa facha caíste bárbaro igual, ¿o no?

Sí, no pasó nada, la gente fue adorable conmigo. Pero bueno, yo me di cuenta de que los había desilusionado un poquito. Pero creo que lo compensé enseguidita después con el trabajo. Me fue muy bien.

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Bueno, la directora, impresionante cómo me atendió: Mirta Velurtas De Calvo, ella fue la que me llevó hasta Santa Regina para que me presente con la otra Directora. Así se dio, pero era mediados de junio y me dijo: -¿por qué no empezás el 2 de julio así ya hacemos contralor?- Claro, qué sé yo: -bárbaro-, le dije. Pero había que sobrevivir: primero había que llegar a julio no sé cómo; y encima cobraba en agosto recién. Uf…, esos dos meses…, fueron terribles, pero tenía algo que ni me esperaba un poco antes, y de ahí saqué las fuerzas. A la vuelta, cuando tengo que volver, me vengo con Galmes, que hacía el correo. Él también se acuerda de eso. Siempre me dice: -¿te acordás del piojo que tenías? Ni hablar, me voy a acordar toda la vida. Y ¡ojo! que no fue el primero ni el último, pero fue especial por cómo encajó todo, y porque ahí arranca toda esta historia mía de acá. Yo acá tuve un reconocimiento que no había esperado, como profesional. Pero lo tuve a partir de la continuidad. Eso me enseñó lo importante que es, para todo, tener continuidad en lo que hacés. A partir de que yo pude estar un tiempo sin irme es que pude llevar a cabo un proyecto, dejarlo crecer y estar ahí en todo. Porque en esos años yo nunca había parado de estudiar, yo estudié muchísimo, horas y horas, me levantaba a la mañana para poder estudiar casi todos los días. Y la continuidad me dio todo para poder aplicarlo, cumplir esos sueños. Así que, aunque yo estudiaba porque me gustaba realmente, sabía que algún día lo iba a poder aplicar. Y eso llegó después de andar, ese tiempo de aplicar llegó acá. Yo sabía que me iba a seguir cultivando, que iba a querer seguir sabiendo y leyendo sobre lo que había del tema. Pero acá empezó la aplicación, y ya enseguida empezaron unos ensayos en Charlone. Empecé a hacer algunas estadísticas, a observar todo. Eran cositas muy rudimentarias al principio, muy simples, pero me di cuenta por dónde iba y quería ir.

Me hablaron mucho de esa mirada aguda que tenés para detectar potenciales atletas o deportistas de alto rendimiento. ¿Ahí se empezó a desarrollar eso, entonces?

Los medía, los pesaba, evaluaba distancias, comparaba cuál era la mejor edad para empezar con algo, la cantidad de estímulos, y un montón de cosas más. Así fui haciendo este proyecto.

Primero en Charlone

En Charlone, sí, fui a un laboratorio incluso. Y en Santa Regina. Entonces fui separando: de 60 chicas que evalué me quedé con 6; y con esas 6 empecé a trabajar y trabajar. Fuimos creciendo juntos. Y bueno, así empezó, porque yo estuve hasta el año 96 o 97. Inclusive, en una época me iba corriendo hasta allá. Después, el proyecto de la Escuela Municipal de Atletismo. No es que a mí me trajeron para hacer atletismo; yo lo hacía porque me gustaba. Yo era un empleado que colaboraba, pero como ya había empezado con lo del atletismo le quise dar continuidad. Entonces, cuando vieron que funcionaba, pude seguir con más facilidades. Pero al principio era todo una prueba, por eso te decía que lo fundamental es el amor por lo que hacés; los resultados son consecuencias naturales. Imaginate que yo me iba a dedo, era un sacrificio, en serio. A las 6 de la mañana salía con el correo de la Municipalidad, congelado, en una Saveiro. Iba en la caja de la camionetita, llegaba a Santa Regina y no podía ni abrir la puerta. Bajaba y no podía ni abrir el gas para calentarme las manos de lo congelado que estaba. Porque me daban la llave de la casa, ni prender el encendedor podía. Después, cuando lograba encender una hornalla era como que me volvía el alma al cuerpo. Aparte yo trabajaba todo el día. Y para continuar con el proyecto que había empezado terminaba a las 5 o 5 y media. Entonces entrenaba a los chicos de Santa Regina, y salía para Charlone corriendo: unos 25 km, más o menos. No tenía opciones, tenía que ir corriendo, yo no tenía casa en Charlone. Entonces me iba a entrenar a esos chicos. Algunos de ellos me daban albergue, me quedaba a comer, y a dormir hasta el otro día. Ahí me venía con un comisionista hasta acá. Llegaba 24 hs después. Ese sacrificio lo hice porque creía, es ese amor por lo que uno hace. Todo eso lo hice, no fue nada fácil, pero me dio resultado.


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¿Eso era paralelo a tu trabajo como profesor?

Yo trabajaba mis horas en la escuela, pero eso era aparte, no tenía nada que ver con nada, lo hacía por gusto y porque creía en lo que se podía dar.

¿Cuál fue el primer grupito con el que empezaste?

Con este grupo, porque después todo fue creciendo. Después las chiquitas iban aprendiendo, se fueron sumando. Arranqué con el grupo de 6 que te decía, después se fueron sumando otros. Pero estas nenas empezaron con 10 años, y claro, después terminaron con 18. Ya

después podían viajar y competir, por suerte. Fue como que les pude pagar de esa manera digo yo. Porque me aceptaron en sus casas, me sentaban con los suyos, comíamos juntos, me daban un lugar para dormir. Me conocían, no era que llegaba un extraño porque yo había estado años ahí, pero fue muy importante todo eso. Entonces cuando yo estoy trabajando acá en el 98, y meto las chicas estas a competir, ganamos medallas: oro, oro y oro. Entonces ahí viene la Escuela Municipal. Pero te digo que todo empezó muy artesanal y porque hice el sacrificio: analizando, estudiando, congelándome. Todavía tengo el libreto de los ensayos que hacía, incluso las clases que faltaba. Claro, también faltaba, a veces cuando el

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tiempo no ayudaba, porque era una zona muy desfavorable, y veía como podía a lo mejor aprovechar el tiempo.

¿Y cómo fue, más o menos, la escalada de competencias? ¿Ya estaban los Torneos Bonaerenses?

A los torneos bonaerenses los anotaba. Ya estaban, sí, arrancaron en el 92. Pero yo empezaba todo como un proyecto más, no sabía qué quería todavía. Eso hasta que arranco con este grupo, en el 95, 96. Primero hubo unos años de no saber a dónde apuntarle. Quería hacer atletismo, pero no veía, no. Qué sé yo. Había estado hasta viviendo en el Cenard, tuve la suerte de haber visto lo más grande

que había en ese momento. Y de golpe, ir a estudiar a Lincoln, o venir a trabajar a Charlone o a Santa Regina. Era como que no terminaba de caer. Pensaba: a todo aquello yo no voy a poder volver más. Hasta que me di cuenta de que sólo había que hacerlo, con mucho sacrificio, claro. Si yo quería aquello, mejor que lo consiguiera, porque no existía, había que inventarlo en donde estaba trabajando, había que hacerlo de base porque todo estaba por hacerse. Entonces empiezo a meterme, de a poquito, con estas nenas. No sabía cómo lo iba a encaminar todavía, iba evaluando y pensándolo de a pasitos. Porque yo ya sabía cómo hacerlo, tenía los conocimientos y las ganas; pero no sabía cómo hacerlo ahí.

Tenía que pensar en cómo enseñarle a alguien que todo eso era posible desde lo más básico. Porque claro, si nadie lo conocía. Imaginate que vos vas a enseñar algo que nadie lo conoce, ¿por dónde empezás? Al principio vas viendo. O sea, en todos lados hacen atletismo, pero ese atletismo que te ponen en una fila de 30 o40 y te dicen: -salta fulano y se prepara mengano-. Nulo para lo que imaginaba. Y en general pasás por la escuela sin haber descubierto ese deporte. Es la verdad, el atletismo es mucho más que disciplina. Así que, bueno, arranqué con las chiquitas y los Bonaerenses me dieron la oportunidad que yo estaba esperando de movilizarlas, de que sintieran el camino al que podían abrirse. Porque si ellas andaban bien, iban a llegar mucho más arriba. A medida que compitieran tenía que darse eso, sentirse capaz y dispuesto a más y más. Y así llegaron a la instancia provincial, en Mar del Plata. Una vez que estuvieron ahí a las chicas les gustó, estaban motivadas y no querían bajarse más. Después, el trabajo era ese, la continuidad: un poco más, y otro poco más; y sí, terminaron ganando todo. Porque realmente ganaron todo: medallas de oro, a nivel nacional ganaron muchas medallas de oro, viajes y un montón de cosas. Yo debo llevar entre todos los grupos 50 medallas de oro, o un poco más. En Lincoln también entré y también me fue bien. Empecé en Lincoln, después lo dejo y siguió otro; pero arranqué yo y lo dejé funcionando. El presidente es el doctor Moran, el otorrino.

Probablemente se van a enojar. Pero, por una cuestión de espacio, aquí concluye la primera parte de esta charla con Chichiri. ¡Justo que le empezaba a ir bien, y después de pelearla tanto! No se impacienten queridos lectores, en el próximo número tendrán a su disposición la segunda parte de esta historia. Bastante más cortita, pero inevitablemente esencial. Hasta la vista, compadres…


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DESDE VILLA LA ANGOSTURA

Cenizas en el paraíso

Cintia Vogel y Walter Pinedo los empleados del EPEN, debieron limpiar uno por uno, hasta que una nueva erupción anulaba el trabajo realizado.

La mayoría de los angosturenses sabemos que vivimos en una región donde los sismos y erupciones volcánicas son posibles en algún momento de nuestras vidas. Es más, siempre pululan folletos con recomendaciones que terminan en un cesto, pero esta vez, debimos memorizarlas y buscar información para poder entender lo que nos está pasando. El gris no es agradable a la vista y menos aún cuando van pasando los días, pero es así. No es resignación, es aceptar la naturaleza misma. Como ex villeguenses, capitalizamos dos inundaciones que nos sirvieron para aprender y generar espacios de reflexión acerca de lo que significa vivir sin servicios básicos, cambiar las rutinas, solidarizarse con el otro, estar alerta ante cada cambio meteorológico, etc. Si el fenómeno es natural, será necesario. Es interesante, constructivo y mide permanentemente la esencia de las personas. Paradójicamente sufren los que más y menos tienen. Acopiamos miles de anécdotas en el seno de la familia y de vecinos que jamás vimos. Nos aferramos a la radio a pilas como la única lucecita que nos comunica con el mundo angosturense. Nos asombramos y admiramos de los tantos y tantos que lo ofrecieron todo. Adquirimos vocabulario técnico y hablamos de tremor, cristobalita y lahares como moneda corriente. El sábado 4 de junio, a media tarde, el cielo comenzó a cambiar tomando colores y formas para el asombro, las plantas de interior temblaban en forma intermitente (son para nosotros el sensor de los movimientos telúricos), lo primero que se nos ocurrió fue cargar combustible y al llegar a la estación de servicio, comprobamos que fue esta la idea de la mayoría. La gente estaba muy inquieta, con los celulares y las FM locales

en sintonía, el desconcierto y los rostros endurecidos se apoderaron de todos. A los pocos instantes comenzaron a caer trozos de piedra pómez de unos 2 cm, acelerando el pulso al soltarse la adrenalina y haciendo que no podamos permanecer quietos. Esta sensación nos condujo al supermercado, aquí la gente ya no caminaba, los carritos eran llenados con agua, velas y alimentos, dejando las góndolas vacías. El cielo, al mejor estilo de las películas de Harry Potter, acaparaba nuestras miradas y comenzó una lluvia de arena volcánica seca que rápidamente comenzó a cubrir el suelo y acumularse en los techos. Se hizo de noche, y nos refugiamos en nuestras casas a mirar el espectáculo por las ventanas, nos parecía interminable, queríamos compararlo con una gran nevada, pero no fue posible, era distinto, era nuevo. Los rayos, relámpagos, truenos y el rugido del volcán eran incesantes, cualquiera de ellos son una novedad en estas zonas, ya que las lluvias se producen generalmente sin descargas eléctricas. Los días que siguieron fueron siempre diferentes: nublados, oscuros, lluviosos, con cenizas, agua nieve, con arena y solo uno con sol. Estos fenómenos colapsaron los servicios y comenzamos a reemplazar la electricidad por velas y pilas, la tecnología por el diálogo, crucigramas, scrabel y las cartas, la heladera por las bajas temperaturas exteriores, racionar el agua y los alimentos. Fabricamos antiparras con la sugerencia de un vecino, limpiamos los techos por la arena acumulada, los accesos a la casa, alimentamos a los pájaros silvestres. Podamos árboles que significaban un riesgo para las viviendas, ya que se vencían por el peso de la arena. La arena depositada en los transformadores de las líneas eléctricas, debido a su composición química, provocaba cortocircuitos. Por ende, para poder brindar este servicio,

Una de las emisoras locales de radio se convirtió en el centro de información y comunicación entre los habitantes durante las 24hs, brindando partes oficiales sobre los cambios del volcán, pronósticos del tiempo, demandas y necesidades y música para levantar el ánimo, además de los mensajes de texto de distinto tenor, según el sentir del autor. Algunos de ellos fueron: “vivo en un Bº privado, privado de luz, privado de agua . . .” , “hace 6 días que no tengo luz, terminé de tejer la colcha de 2 plazas”, “evacúo chicas entre 18 y 25 años”.”llevamos una semana sin luz, ¿se llamará Lucecita o Lucerito?” , “¿puedo sacar agua del arroyo para hacerle la comida a mis perros?. Y otros tantos. El ritmo de actividades en la ciudad cambió radicalmente: llegaron los efectivos del ejército, gendarmería, cadetes de la policía, brigadas de bosques provinciales, funcionarios de gobierno de distintos ámbitos, corresponsales de diferentes agencias periodísticas, maquinarias viales y camiones con provisiones. En medio de este panorama, se realizaron las elecciones provinciales, pese a las protestas generalizadas, pues estando en alerta roja y sin servicios se habilitaron las escuelas, con grupos electrógenos y se brindó transporte público gratuito. Los votantes no llegaron al 40% del padrón. Se conformó un centro de operaciones en plaza Los Pioneros que cuenta con la aprobación de todos, por las actividades que desarrollan con profesionalismo y celeridad. Allí se nuclean los grupos de trabajo conformados por unos 500 voluntarios además de empleados municipales y de distintas fuerzas, que le dan a la ciudad el aspecto de “tomada”. Pasados 15 días de contingencias, sigue el alerta, las preocupaciones y la incertidumbre por el trabajo, el turismo, el ambiente, la salud, el volcán, la restauración total de los servicios y las rutinas que eran cotidianas. Se suma el buen ánimo y esperanza de mucha gente para superar el desafío de vivir en una zona de montaña privilegiada por el entorno natural que aún posee. Surgen cientos de preguntas sin respuestas, pero, ¿quién tiene el futuro asegurado?. Mientras tanto los lagos, más turquesa que nunca nos provocan. . . para evitar nuestra partida.


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ROBERTO CEJAS PINCÉN

El aliviador de penas Nació en Trenque Lauquen, tierra que tiempo atrás el entonces Coronel Villegas le arrebató a su gente. Hijo de una familia numerosa, tuvo escaso acceso a la educación, y el trabajo lo llevó a circular por muchos lugares junto a una empresa constructora. Cansado de esa vida, en la que “había que laburar, conseguir la comida, no sé, parecía un gitano”, se instaló en la ciudad que lleva el nombre de quien doblegó a los suyos. Sin embargo, otros fueron los motivos que pesaron en él cuando en 1980 decidió establecerse aquí. Ya hacía 6, 7 meses que veníamos a las vueltas, no teníamos un lugar fijo, nada. Faltaban dos meses para terminar… Le digo al paisano: “Mirá, yo me voy a quedar en Villegas”. “¡Eh! ¡Pero después de tantos años!”, “Bueno, me quedo acá, aparte puedo formar pareja con una mujer, ya estoy cansado de andar todos los días”. Y bueno, fui tironeando. Por ahí hacía changas. Me quedé y acá había un tal Vogel…

Bisnieto del Cacique Pincén, heredó de su madre el poder de curar y desarmar “gualichos”. Sin embargo, fueron otros los motivos que nos llevaron a entrevistarlo. Después de una vida un tanto nómade por cuestiones laborales, decidió instalarse en nuestra ciudad por una mujer. Años más tarde, disuelto el Pequeño Hogar, Roberto Cejas Pincén tomó bajo su tutela a los cinco nietos de su pareja que habían quedado huérfanos de madre y abuela.

Sí, arquitecto. Que se fue a vivir al sur.

Bueno, terminé con él y me dice “Me quiero ir de acá, vamos”. “Bueno, vamos”. Y fuimos allá, a Villa La Angostura, pero después me tuve que venir, por los chicos (los hijos de su mujer), por todo.

¿Cuántos chicos?

Y… tenía siete chicos. Entonces me vengo para acá de vuelta y empecé a trabajar de albañil. En el 85, 86 por ahí, y empecé a trabajar acá, con el IMI (Instituto María Inmaculada), que tenía todo lleno de cañas.

Por Patricia Bargero Me acuerdo, la casita esa tapada por las cañas Todo cañas, eucalipto, todo. Empecé a sacar las cañas, todo afuera. Y bueno, al tiempo, un día me dice la Madre: “Don Cejas quiero hablar con usted”, y bueno, empecé a trabajar ahí con ellos.

¿Y cuánto se quedó?

20 años me quedé. Me dice “Usted se va a jubilar acá” y yo lo aguanté.

HERENCIAS MILENARIAS:

Los manuales escolares nos enseñaron que los nativos que circulaban por nuestra zona, pampas o ranqueles, más al sur los mapuches, eran nómades. Sin embargo, cada cacique estaba instalado en determinada zona, con su gente, hasta que el avance del blanco los fue corriendo. El comercio o la defensa de su tierra eran los motivos que los ponían en movimiento. Don Cejas lleva en su rostro las marcas de su origen y de tanto en tanto algo heredado de sus ancestros lo pone en camino hacia algún lugar. Cada dos o tres meses voy a San Rafael… por la gente que voy a curar.

¿Eso en qué consiste? ¿Cura a gente enferma?

Sí, sí, por ahí son más graves. Yo me doy cuenta, cuando entro a la casa, qué es lo que pasa. Por ahí hay cosas insólitas, yo siento qué le pasa. Yo le digo: “A vos te pasa esto, esto, esto”.

¿Se dio cuenta hace mucho tiempo de que puede sentir eso?

Sí, yo sí, de chico, porque mi mamá


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Hay una anécdota de su entrega. Dicen que se dejó ver para esconder a la familia. La protegió para que lo agarraran a él y no a su familia…

era curandera. Como yo era el más chico, el más travieso, yo tuve muy poca escuela. Cuando iba a la escuela, agarraba para otro lado. Fui a primero superior, nada más.

Sí, hizo que se escondan. Y ahí lo agarraron a Pincén. Pero después agarraron también a la familia y los llevaron con él a la isla Martín García.

¿Eso mientras estaba en Trenque Lauquen?

Sí, mis hermanos sí hicieron hasta 6to grado. Los que hacían hasta 6to grado era la gente que tenía plata, era muy difícil llegar.

Nosotros vivimos bastante bien, a comparación de la vida de ellos. Gracias a Dios mis hermanos hicieron estudios.

Fue el menor de diez hermanos, pero su madre descubrió pronto en qué se diferenciaba de los demás.

¿Y sus hermanos dónde están?

Ellos están en Trenque Lauquen, quedan dos: mi hermana mayor y Lorenzo, que es el tercero de los varones. Después los demás están en el cielo.

Cuando yo me acostaba sabía lo que iba a pasar al otro día. Entonces le preguntaba a mi mamá qué era. Y me decía: “Vos vas a tener videncias, vas a ser diferente a todos tus hermanos, a toda la familia”. Cuando yo me acostaba, venía y me ponía la mano en la cabeza, y me hablaba en indio, y yo no le entendía.

¿Su madre ya curaba gente?

Sí, mamá sí. Mi mamá vivió 90 y pico de años. Murió en el ‘88.

Usted es descendiente de Pincén, el cacique. El bisnieto. Esa es una historia…

¿Cómo es esa historia?

Yo sé hasta la parte de la historia que estaba en la Isla Martin García. Lo llevaron allá.

¿La familia quedó ahí?, ¿qué pasó con el resto de la familia?

Bueno, después creo que se fueron para Trenque Lauquen.

¿Su mamá le hablaba de Pincén? Sí, sí.

¿Le contaba la historia de su

EL QUE SE HIZO ABUELO

familia? ¿Las cosas que le hacía a Villegas?

Sí, lo volvía loco. Porque Villegas combatía a los indios, era el coronel. Entonces le dijeron: “Si vos combatís a los indios, te vamos a hacer general”. Bueno, quedó ahí, no sé quién fue que le dijo “el que sabe todas las paradas de los caciques es Coliqueo”.

El traidor…

Era el único cacique que sabía dónde se escondía Pincén. Y Pincén se escondía en una laguna, se escondía ahí, vendía comida, vendía armas. Según lo que me contó mi mamá…

Estaba enfermo, tenía un tumor, ¿no? Sí, un tumor en la rodilla.

Aquella mujer que lo había retenido en el lugar le fue cambiando la vida poco a poco. Cuando la posibilidad de un buen trabajo lo llevó al sur, con su hilo de Ariadna lo hizo regresar. Años más tarde ella murió, sin embargo él no abandonó el lazo, y siguió atándose a su vida y la de sus hijos y nietos.

Ahora usted está de abuelo. Abuelo, bisabuelo…

Familia grande

Y sí, sí, yo con 7 hijos. “Si te gusta la gallina te tienen que gustar los pollitos”. Pero gracias a Dios, tienen su laburo.

Pedro Satragno, que fue quien hizo el contacto, también interviene:

¿Y cuántos son los chicos que viven con vos? Cinco.

Pedro aclara que los chicos son los nietos de su mujer y que estuvieron a su cargo desde que su hija murió en


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PS: ¿Al final le dieron materiales para hacer una pieza más?

el parto, cuando tuvo mellizas, ocho años atrás. Dos años más tarde los cinco hermanos se quedaron también sin su abuela y estuvieron en el Pequeño Hogar durante un tiempo.

Sí, tengo ahí para hacer otra pieza. La voy a levantar yo, voy de a poco.

¿Recibe alguna ayuda económica para los chicos?

Porque mi mujer después se enfermó de los pulmones y la internaron. Después, cuando se deshizo el Pequeño Hogar tuve que ir a buscarlos. Estaba muy jodida, tenía problemas de columna. Un día vino y me dijo “¿Por qué no me hacés masajes?” Se dio vuelta para que le haga masajes y en la columna vertebral tenía una mancha negra, y le digo “¿Vos te golpeaste?”, “No”. Y se murió de cáncer de pulmones…Ya hace seis años.

Uno de esos planes. Asignación universal.

¿Cómo les va en la escuela?

Bien, les va bien. A esa edad los chicos son medio peligrosos.

¿A qué escuela van?

Al industrial y las chiquitas van a la 17. La escuela es como todas. A esa edad tienen por ahí problemas con la junta, las peleas.

Desde entonces quedó con los chicos a cargo…

Y en eso tiene que estar atento.

Sí. Ahora la mayor tiene 19 años y las mellizas, 8.

Pero no, no son de pelear con los compañeros. Se portan bien. Se levantan a las 6 de la mañana, entran 7:30, les preparo el café, té y van al colegio.

¿Y qué tal? ¿son complicados?

No, no, en mi casa no. Yo les pago ahí en el almacén, para que compren para comer, entonces sé que gasto $ 400, $ 500 ahí. Compramos todo.

PS: ¿Gloria (una tía de los chicos) vive de nuevo ahí? Sí, Gloria sí. Tiene tres hijos. Tienen una pieza, la cocina es aparte y el baño.

PS: ¿Walter (hermano de Gloria) también vive ahí? Sí, Walter vive aparte.

Entonces son mucho más que cinco…

Sí, somos muchos más. Cinco son los que yo tengo a cargo. Somos muchos más.

PS: Y Belén (Giménez, alumna de la escuela de box) los fines de semana…

Sí. Es muy buena, ayuda, lava la ropa.

Tiene voluntad.

¿Y cómo es un día suyo?, ¿quién cocina en la casa? Cocina Gloria.

¿Y cómo es usted?, ¿es muy recto?

No, son buenos los chicos. Sí cuando van al baile. Sí, “ojo la calle”, “ojo esto”.

PS: Y los mellizos ahora empiezan a salir…

Sí, pero está una que cumple 15, que quiere la fiesta.

PS: ¿Yanina por qué no estaba en el Hogar con ella?

Yanina siempre estuvo con nosotros, pero después se fue con una tía. Iba un tiempo, volvía.

Antes (cuando su mujer estaba enferma), salía de la escuela (IMI), me iba al hospital, salía a las 3 de la mañana, sin dormir, o dormía en el suelo, era difícil, pero uno tiene que hacerlo…

Mientras nos cuenta su vida va y viene a las curaciones que lleva a cabo. Se detiene en ellas y explica en detalle qué tipo de “daños” suele tratar y los modos de desarticularlos. No ha tenido una vida grata, pero acepta lo que ésta trae consigo. Se ve que ha aprendido varias cosas: sabe que cada elección puede abarcar mucho más de lo que muestra a simple vista, que esos chicos lo necesitan, que algunos ya tienen el destino marcado y el suyo es aliviar las penas ajenas


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El cacique Pincén, con su familia, en la Isla Martín García

Pincén “El que dice de los Abuelos”

Pincén o Pin-then era llamado “Vicente” por los blancos. Poseía una prodigiosa memoria, relataba las legendarias historias de su tribu, que hablaban del valor, el coraje y la astucia de su raza. Según algunos autores, Vicente Catrinao Piseñ, nacido probablemente en 1820 en la zona de Carhué, es el cacique de la dinastía Pincén más conocido. Se cree que fue hijo del cacique Vuta Pincén y de madre cristiana, una cautiva oriunda de Renca, provincia de San Luis. Pincén no pactó ni recibió nunca dádivas del gobierno, según Oribe: “…no traicionó a su estirpe vistiendo uni-

forme castrense (…) sólo se lo conoció con chiripá y bota de potro…”. Fue el blanco de una enconada persecución, sus adversarios engrandecieron su figura denominándolo como “bravo” o “héroe”. De mediana estatura, cuerpo delgado, indio cabal, baqueano consumado y un cazador de fama. Desde 1869 se opuso al avance de la frontera centro-oeste. Reacio a los tratados de paz, participó en malones junto a Calfucurá. Movilizó mil indios hasta la zona de Ancalú o Lavalle (hoy General Pinto), que participaron en el combate de “La Picaza” en 1871. Siguió maloqueando e intentando arrebatar caballadas (se le atribuye ser el autor del robo de “Los Blancos de Villegas”, los caballos de Villegas, en el año 1877), en la frontera oeste y norte

de la provincia de Buenos Aires hasta el año 1878 que fue tomado prisionero por Solís, hombre del coronel Villegas. Fue recluido y confinado en la isla Martín García. La última etapa del cacique Vicente Pincén no fue documentada. Fuentes: Hux, Meinrado. Caciques Borogas y Araucanos. Buenos Aires, El Elefante Blanco, 2004. Uriarte de Gómez, Hebe y Castillo, Nieves. Hechos que no se llevó el tiempo. General Villegas, Biblioteca Pública Municipal, 2003. Gracias a: Sandra Moreno y el Centro de Historia Regional, Biblioteca P M P “D. F. Sarmiento”


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ENTREVISTA A FEDERICO MACKAY

El Hip-Hop como estilo de vida El joven asiste a 3° año del ex Colegio Nacional, y con tan sólo 14 años ya sabe que su estilo de vida está en el mundo del hip hop, específicamente en el rap y el beat box. Sacó su 1° CD y ya tiene en proceso el 2°. Es el retrato de una realidad que circula underground en General Villegas.

¿Cómo nace tu interés por el hip hop?

A los 11 años, llegando la navidad, prendí la televisión y estaban pasando un video clip de Cypress Hill. Me interesó el estilo y empecé a descargar música. Ahí empecé a escuchar a Eminem, Frescolate… Empecé a escuchar rap inglés, mexicano, chileno, de Estados Unidos… y me metí más adentro cuando conocí bien la cultura hip hop. Empecé a practicar solo en mi casa con instrumentales, con bases libre de uso.

¿Y cómo definirías esta cultura?

Es la que sostiene cuatro elementos: el rap, el graffiti, el dj (disc jockey) y el break dance. De ahí salen ramas como el freestyle, que es improvisación en el momento con rimas, que se hace en las batallas, o el Beat Box que son los sonidos con la boca, o la práctica del graffiti en papel, que serían bocetos.

¿Cómo es la parte de la escritura?

Luego de escuchar su música y ver sus videos en youtube, compruebo el talento y amor al arte de “Mc Mackay”, su nombre artístico en la red, y le propongo hacer una entrevista. Se presenta con un amigo, que también rapea, luego vienen dos más, y más, hasta que terminamos siendo más de ocho. “Vinimos a apoyar” me dicen. “Genial, quédense” les respondo. Comienzo con las preguntas a Fede; el resto, tímidamente, al principio sólo están de espectadores, luego comentan y se integran en la ya informal entrevista.

Empecé a escribir temas, tengo muchísimas letras, un montón, y no se me daba por grabar porque pensé que no era lo mío… en parte porque no tenía los medios básicamente. Después se dio de comprar un micrófono profesional y yo dije: “esto es mi vida y lo tengo que hacer”. Yo tengo 14 años, y le estoy dedicando a algo que me da autoplacer. Si tengo que hacer un tema y no mostrárselo a nadie lo hago, porque es algo que me hace bien, lo hago, porque me hace bien a mí mismo. Yo tengo temas escritos y nunca los grabé, que los escribo sólo para desahogar en ese momento y estar tranquilo. Después a veces los practico aunque no los grabe.

¿La parte musical de estas letras la hacés vos?

Hay productores de todos lados que te hacen los instrumentales o los hacés vos. Yo los hago yo, en mi casa, que sería como un home estudio lo que

Por Marianela Arfenoni tengo. Aprendí a masterizar por videos en internet. En mi CD hay doce temas: nueve que mastericé yo, uno lo hizo un puertorriqueño y dos un chico de Buenos Aires. Las letras son todas originales que las hice yo.

¿Cómo pudiste elegir esas doce de todas las letras que tenés?

Fueron las que más me gustaron. El segundo tema que escribí en mi vida está en ese CD. Empecé a escribir hace un año y medio más o menos. Antes escuchaba, investigaba, hacia beat box.

¿Cómo fue el proceso del CD?

Compré el micrófono nuevo profesional, no era como los otros que tenía… Después conseguir las instrumentales, grabé todo en casa, tardé alrededor de un mes y medio. Los regalaba, o me daban $2.-, era algo que me gustaba, no era para venderlo. Colgué todos los temas en internet y en páginas de hip hop.

Me imagino que tu viejo te influyó con la música…

Sí, muchísimo. Fue él el que me dijo: “sí, vos podés seguir”. Aunque a veces me peleo. Ahora empecé con mi tío a hacer las instrumentales de guitarra para un segundo disco, tengo dos temas grabados recién. Ya hice instrumentales con guitarra, es medio difícil. Tardábamos cinco horas, parece poco pero no es así.

En el video clip de youtube de tu tema “Intro” figura Bautista Barrios en producción, cámaras y edición. ¿Quién es?

Él me ayudó, tiene 12 años, va a 1° año de Secundaria del IMI, edita videos por gusto. Porque él quiere ser productor de video y sabe muchísimo. Aprendió por internet, se mataba horas y horas… toca la batería. Lo conocí por chat. Un día me dijo si me gustaría que me haga un video clip y yo dije que sí, y lo hicimos. También me hizo el diseño de la portada del CD.


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Contame sobre la noche anterior al primer día de clases de este año, que había una movida en la plaza…

¿Dónde lo filmaron?

En las vías, los galpones de la estación de tren porque decía “Villegas”. Una parte afuera de mi casa, que es una toma sola, y una que se ve que estoy pintando mi apellido en una pared.

¿Te identificás con la vestimenta propia de esta cultura? Es a gusto. Yo no me visto tan ancho.

¿Qué bandas seguís?

SFDK, Cypress Hill, Frescolate, Tote King.

¿Con qué banda te gustaría compartir escenario? Frescolate, es un sueño.

¿Cuál es la música con la que no compartís nada?

Reggaeton. Y la cumbia también (aportan los otros). A veces me siento incómodo en el boliche, porque no me gusta ni el ambiente ni la música, más que nada.

¿Vas a hacer un nuevo video clip?

Estoy esperando porque le van a comprar una cámara nueva a Bautista porque quiere hacer cosas más grosas: cortos, películas, documentales. Uno solo hicimos hasta el momento. Tratando de incluir al resto del grupo, les comento que tengo entendido que rapean hasta en los recreos en la escuela.

¿Lo hacen en todos los recreos?

(Se ríen) Sí, en todos. Tuvimos un inconveniente. Aparte que decíamos malas palabras, estábamos en los pasillos y no dejábamos pasar a nadie porque nos juntábamos muchos…

ahora sí nos dejan. Ahora lo hacemos en un rincón que nos dio la directora, al lado de los baños.

Supe que tienen como lugar de encuentro para rapear y bailar break dance en la terminal. ¿Qué es lo que pasa en la terminal? ¿Cómo encontraron ese lugar?

Porque era el indicado. Viene gente de otros lados que se baja de los colectivos y dice: “mirá, están rapeando” y así se difunde. Los de la terminal nos han echado, incluso vino la policía, porque creen que rompemos vidrios. Pero mentira, nunca rompimos nada… sólo hacemos graffiti, que es parte de la cultura que profesamos. Poníamos nombres de grupos. Había cuatro chicos que bailaban, pero no se pudieron juntar más ahí para bailar, y no se hicieron más juntadas por ahora.

Comenta uno de los amigos: “Ahora hay muchos andando en bici, y la gente se queja… pero tampoco tenemos dónde andar en bici, en la plaza hay carteles que no se puede. Tampoco skate, tendría que haber un lugar donde se pueda ir a practicar bici y skate. Una vez presentamos una carta, éramos chicos, y la aprobaron, pero nunca se hizo”. La charla sigue muy amena. Todos aportan algún comentario para contarme qué piensan y cuánto apoyan y siguen la cultura hip hop, todos concuerdan en que el promotor es Mc Mackay.

¿Bailás?

No, no me sale, es re difícil. Otro amigo comenta: Es cuestión de práctica.

Ah sí, cuando fuimos a la plaza, recibo un mensaje que me dicen que están en la terminal… éramos 15, y después empezó a caer gente… estaba lleno… la gente iba a mirar cómo rapeábamos. Algunos venían de tomar un helado y se quedaban… estuvimos como hasta las 12… re tarde. Era martes para miércoles (recuerdan) … estaba lo de los corsos (dice otro)… Yo ya tenía grabados cinco temas ahí. Estaban todos callados, nos escuchaban, cantaban… Estaba también otro chico, que le dicen Delta (21 años), que hace break dance muy bien.

¿En qué momentos escribís?

En momentos de depresión, a la noche… en realidad cuando te pasan cosas, buenas o malas… hay que escribir lo que uno piensa…. Uno dice: “¡cuánto tarda uno en escribir un tema!”. La última vez tardé una hora y media para escribir un solo párrafo de un minuto.

¿Sobre qué hablás en las letras?

Sobre la vida, la justicia. En un tema nuevo hablo sobre sentimientos que uno piensa, el rap en mi vida afectó, historia. También hago rap hardcore que va con un mensaje un poco agresivo pero no es un mensaje claro.

¿Qué significa el rap en tu vida? Todo… bastante, mucho. En momentos de tristeza y llanto nunca me dejó solo, como digo en una letra… porque es algo que se lleva en todo momento. No es que vos decís: “yo soy rapero”, no, “yo soy rap”. No es todo canciones, canciones…. Es muy integrador: es baile, es beat box, es improvisación, es batalla...

¿Qué te gustaría hacer con tu expresión artística?

Me gustaría ir a competir. Vas te inscribís y participan todos los que quieran. Para ir a una batalla tengo que viajar a Rosario o Buenos Aires, o Córdoba, es un movimiento underground. En las batallas todos gritan y alientan al rapero, se han hecho competencias demasiado grandes. No he ido. El hip


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hop es una forma de vida. Si yo viviera en Capital, iría de competencia en competencia, eventos, vería a raperos por todos lados, formás grupos…. Yo plantado en Villegas ¿qué puedo hacer? Si yo viviera en Buenos Aires sería otra cosa.

Pero estamos acá. ¿Y si esto crece y se difunde acá? Se pueden hacer cosas igualmente interesantes, ¿no te parece?

Si crece acá y yo sé que en tres años se arman grupos, habrá posibilidad de hacer un tema, de formar un grupo y de irse a competir, muchas cosas.

Se identifica al rap con las malas palabras e insultos…

Es que a veces en competición es donde más se utiliza, usás muletillas, el famoso “hijo de puta”, es un insulto, pero es algo que te da tiempo para pensar otra cosa y largar en la improvisación. Sería como humillarlo con rimas (comenta otro) … el insulto se utiliza para demostrar rabia más que nada… es como quién dice más cosas, quién tiene más ingenio, para ganar. Calculás un minuto cada uno, y te ataca… hay una defensa que tiene que ver con adivinar la rima. A veces se utiliza la estrategia de que ya conocés la vida del otro. Pueden ser batallas de uno contra uno, de dos contra dos, hasta de tres contra tres. Pueden ser de más, pero esto es lo común.

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¿Siempre terminan en buenos términos?

Para mí lo que se tiene que decir, se tiene que decir… no te podés quedar resentido… él otro tiene el derecho de decirte lo quiera pero después es al revés. La batalla termina con un abrazo o te das la mano, nunca en golpearse.

Sin pedirle, me hace una demostración de beat box en medio de la informal entrevista. Quedo atónita. ¡Me encanta! La gente que está a nuestro alrededor nos mira… Nosotros rapeamos en cualquier lado, en el parque, con parlantes y micrófonos en el patio de mi casa... Esta cultura genera amistad, por el hecho de estar metido en esto, conoces más gente, compartimos este estilo.

Sí, queda demostrado en que todos ustedes siendo de distintas escuelas están unidos por este tipo de manifestación. Contame Fede ¿qué significa “Mc”?

misma cultura te socializás con todos. Tengo como 1300 amigos en FB, pero de Villegas serán 450 ó 500 por decirte.

¿Te ves como para hacer algo en escenario?

Sí, sí. Necesitaría un corista. Hoy por hoy no tengo. Sino con pista, o con beat box. Nunca subí a un escenario. ¡Pero me gustaría! Sí, en cualquier lado. Si uno quiere llegar a hacer algo tiene que tener fe en sí mismo para llegar a lo que quiere ser… así empieza mi tema “Intro”, el que está en youtube, el que viste vos. No decir: “yo no puedo”, porque ¿de qué te sirve?

Es verdad. ¿Y cuál sería tu sueño?

Llegar a representar a Argentina. Otro compara: como todo jugador de fútbol que quiere jugar en la selección. También que me fiche un sello discográfico y hacer temas con grandes exponentes de esto.

Mc significa maestro de ceremonias que es igual a rapero... ya por el hecho de ponerte “Mc” conocés un montón de gente en redes. A través de Facebook conocí al puertorriqueño que me hizo la base, a chicas que hacen graffiti y más… ya que vos agregás como amigo a uno que lleva puesto Mc y ese tiene otros amigos, y como están en la

Beatccionario

Son cosas que uno siente

RAP: recitación rítmica de rimas, juegos de palabras y poesía surgido a mediados del siglo XX entre la comunidad negra de Estados Unidos.

(…) La vida no es maravillosa / tampoco color de rosa / encima es corta. / Si la vida fuese una cárcel / sáquenme ya las esposas, / quisiera ser libre como una mariposa, / a vos te cuesta admitir / o aceptar la realidad porque te da cosa, / son cosas que suenan incoherentes / me parece que tendríamos que ser más inteligentes / o aprender a ser gente, / hace falta coeficiente intelectual, / tendríamos que tratarnos todos por igual, / antes de hablar / pónganse en el lugar de otro / que le falte todo, / yo conozco mucha gente con odio / que no lo demuestra, / eso ya es como parte de la naturaleza / y cuando tenés que actuar odio / que utilices ese dicho: “me da vergüenza”. /

GRAFFITI: pintadas o inscripciones en muros y paredes de mobiliario urbano. DISC-JOCKEY: (también conocido como DJ): es la persona que selecciona y reproduce música grabada para una audiencia. BREAK DANCE: baile urbano que combina una serie de movimientos aeróbicos y rítmicos, influenciados desde bailes aborígenes, artes marciales, gimnasia, y el funk. FREESTYLE (estilo libre): estilo en que se hacen las letras del rap, es creado en el momento, improvisando a la vez que se rapea. BEAT BOX: producción de sonidos musicales con la boca, es una forma de percusión vocal.

En este mundo hay mucha pereza, / no se hace realidad todo lo que sueñas.

(fragmento)

/ Y los que buscan venganza: / que haya menos envidia y más eficacia! / Porque sé que todo argentino / busca revancha / y en las ciudades chicas / corre todo rápido como una avalancha, / y ya estoy cansado de escuchar / el sonido de la ambulancia, / pero todos necesitamos ayuda, / todos tenemos una duda, / eso es lo que yo pienso (…) / Son cosas que uno siente…/ La vida es corta. / Quién no quiso volver el tiempo atrás / para arreglar las cosas. / Está bien si alguien piensa diferente, / son cosas que uno siente (…) / Mc Mackay


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ESCUELA Nº 1

La Visita Breve relato de una visita en la clase de Educación Artística en 3° II de la Escuela N°1. Desde principio de clases mis alumnos fueron demostrándome su interés por el hip hop y el rap. Esto me hizo recordar todas las películas de baile de la cultura hip hop que he visto: Step Up 1, 2 y 3, Baile Urbano 2, Pasión y Baile 1 y 2, 8 millas, Honey… Me puse a investigar más profundamente y bajé música.

Conocí a Mc Mackay porque alguien en el chat me lo mencionó y me pasó un link a youtube. Vi su material y me gustó. Instantáneamente se me ocurrió invitarlo a una clase para que mis alumnos tuvieran contacto directo con alguien involucrado en la cultura hip hop. El encuentro ocurrió el viernes 10 de junio durante casi 2 horas. Mis alumnos

Por Marianela Arfenoni lo esperaban ansiosos. Esta vez no fue necesario pedirles que prestaran atención. Mc Mackay se posicionó frente al curso, tal cual un maestro, y les empezó a explicar sobre los cuatro elementos del hip hop. Luego realizó un graffiti en el pizarrón y ya cada uno quiso que “Fede”, como empezaron a llamarlo, les hiciera uno en su carpeta. Llevó CD´s originales de diferentes bandas de hip hop para que vieran sus tapas y luego las escuchen. Hizo también varias demostraciones de beat box, a pedido

de los niños/as, y todos quedaron con los ojos bien abiertos y las orejas muy atentas para tratar de entender cómo esos sonidos salían de su boca. Practicaron los movimientos con la boca una y otra vez bajo la directiva de Fede. Después vino el rap, que también los dejó boquiabiertos, porque lo que hizo fue improvisarles. Les pidió que le fueran diciendo palabras, con el fin de que tam-

bién se sintieran partícipes, y en base a ellas componía las letras. En su improvisación hablaba de estudiar, de la escuela, del amor al arte, de los delantales, de ser compañeros, del futuro… Los alumnos comprendieron que el rap es mucho más que malas palabras, como hasta entonces ellos creían. La visita se llevó a cabo exitosamente.

Tal es así que no hay viernes que no me pregunten: “¿Y Fede cuándo vuelve?”. Nota de agradecimiento: A la EEM N° 7 por autorizar a su alumno Federico Mackay a realizar esta actividad con los alumnos de la Escuela N°1.


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El Boxeo ... ¿un deporte peligroso? Es cierto que es un deporte peligroso, pero accidentes ocurren en todas las actividades de la vida, además existen oficios mucho más peligrosos y con menos remuneración económica. Incluso otros deportes están por encima del boxeo en las estadísticas de accidentes fatales.

Pocos deportes generan la controversia que genera el boxeo, detractores que hablan de agresividad y brutalidad, inclusive cuestionan si se lo debiera considerar un deporte. En contrapartida aquellos que disfrutan del pugilismo y que destacan un gran entrenamiento psicofísico y una ventana abierta para jóvenes humildes, la única posibilidad de cambiar el rumbo de su existencia.

Los deportes son la sublimación de la guerra. Todos tenemos en nuestra génesis un cierto grado de agresividad, que podemos dirigir de distintas maneras. El boxeo disciplina a los jóvenes, canaliza sus instintos agresivos, los transforma en deportistas que aprenden que no se le puede pegar al adversario en inferioridad de condiciones, que no se deben usar golpes prohibidos ni recurrir a malas artes para conseguir el triunfo. Entonces, a niños que les gusta pelear sin ninguna razón, en la calle o con sus compañeros, la práctica del boxeo “los doma”, les enseña que sólo se pega en el ring, con guantes y bajo ciertas reglas establecidas. Este niño adquiere una disciplina espiritual inestimable. Muchas personas piensan que el boxeador es violento; en realidad no es el atleta el que es violento, es el hombre abrumado por las presiones, deportivas, sociales, etc, el que puede ser violento, y esto no es patrimonio del boxeador. El boxeo puede ser violento como cualquier otra actividad social, “sólo destilan violencia quienes ya han sido atrapados por esa epidemia”. La mayoría de los hombres no son violentos,

Por Germán Beneitez

lo mismo sucede con los boxeadores y otros deportistas. No se puede negar que el boxeo es un deporte, ya que por definición se trata de “una situación motriz sujeta a reglas que definen una competición”. Además, muchos sostienen que “el boxeo es un deporte agresivo y no violento”, esto es, consiste en dar golpes a alguien que posiblemente no te ha hecho nada pero siempre dentro de lo meramente deportivo. El deporte es vida, consecuentemente el boxeo también y además un acto deportivo. “Los deportes promueven la salud mental, la paz del espíritu..., pueden aliviar las hostilidades naturales, la agresividad y la competitividad. Reducen la delincuencia, la criminalidad y la violencia”. (Singer, 1975). En mi opinión se debería cambiar el eje del debate, para aportarle riqueza a los beneficios que le otorga al individuo este deporte, me refiero específicamente a mejorar la formación no sólo atlética del boxeador, incentivarlo a que estudie, a que crezca como persona, a que se prepare para la vida, porque cuando llega el momento del retiro, cuando no quedan elogios ni ovaciones, se necesitan otro tipo de herramientas para afrontar los desafíos diarios. * Médico psiquiatra.


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Diario de una estudiante recién llegada a Buenos Aires Falta un mes para que lleguen las vacaciones; 4 semanas de trabajo, 28 días de lectura, 672 horas de concentración, dedicación y esfuerzo. Martes 7

Tengo las imágenes, me faltan las palabras. Encuentro peces en las nubes, formas en la ruta, personas en los muebles y un crimen que se avecina a 120km/h. La taquicardia que me acosa y una luz roja que cesa y me cesa…

Jueves 9

Si pasé un día sentada en la silla no quiero volver a hacerlo otro. De repente tengo ganas de limpiar, lavar y hacer cosas que no impliquen ponerme en riesgo. Luego de rendir bien siento la obligación de caminar por esa cuerda y es duro, duro, duro…

Viernes 10

Fue sólo un hecho, pero no sé qué pensar... Ahora ya no quiero pensar, tampoco; estoy más tranquila, pero me dolió y le agradezco a los profesores que me secaron las lágrimas. Me siento molesta conmigo por trabajar hasta tarde, por descansar mal y levantarme tan dormida. Por haberme subido a ese colectivo y sin ganas de estar alerta me eché con ganas de seguir descansando. Me siento

molesta porque en un colectivo casi lleno no miré a los demás. No sé quiénes me acompañaban, pero recuerdo esa energía negativa que había en el lugar, el momento en que alguien se apoya contra mí y me empuja y como yo, con mal humor, prefiero no darme vuelta. Llegué hora y media más tarde a la clase y los profesores me reciberon igual con una sonrisa; minutos más tarde trataron de tranquilizarme… igual me duele, porque en ese acto tan simple, en el colectivo, se llevaron parte del trabajo y el esfuerzo de mis padres.

Martes 14

Hay veces en las que es mejor callar, como un mimo. Y su sonrisa me dice que lo bueno tiene que llegar.

Sábado 18

Fin de semana a go bian te !!! Arriba; levantar persiana, calentar agua y té. Leo, leo, leo. Tipeo, tipeo, tipeo. Leo, almuerzo. Leo, una frutita. Leo, tipeo tipeo, paquete de galletitas. Leo, leo, leo, tipeo tipeo. Tecito. No prendo al radio porque si canto me voy, me voy y no vuelvo… Descancito! Un buen viaje no le toca a cualquiera: música brasilera, rock y latina, y un chofer que no solo iba al compás con su silbido, sino también acompañando con percusión “panelera”. No está de más decir que la gente cantaba. Una verdadera genialidad!

Martes 21

Que te ignoren, que te critiquen, que te subestimen, que te maltraten. Si el agua está sucia, limpiarla y recibir a la de la lluvia, transparente. Rodearse de amigos, pensar en positivo. Levantarse con el pie derecho, tal vez, o escuchar una buena canción. Asentir, sonreír y seguir. Un perro rabioso muerde a un tipo con sus dientes blancos y filosos. Una ambulancia, dos, tres; alguna debe ir en busca de ese h o m b r e que hace pocos minutos vi tirado en medio de la calle, desangrando, luego de un accidente y rodeado de policías que cuidaban de él. Una

Por Albertina Peralta Moreno

calle gris, una avenida que había dejado de recorrer por un amor desafortunado y los recuerdos que un barrio guarda. Nuevas sirenas aturdidoras, quince policías con patrulleros y motos azules. Tres nuevos hombres y una señora. Ella, mayor, con lentes de sol, entra a las ocho de la noche a la verdulería, al mejor estilo trance. Uno de ellos, no entiendo por qué, está tirado en la vereda, como haciendo angelitos en la nieve; otro loco que se queja de un chiflado y el último, un conductor que discute con mi colectivero y se enfurece tanto que busca causar algún daño. La gente abordo está paranoica, se paran, se chocan, miran y una mujer grita “¡está loco este tipo!”. Y yo creo que la ciudad está furiosa.

Jueves 23

Fue raro. Por un segundo me imaginé terminando mi trabajo por la madrugada en mi casa, imaginé a mi familia descansando. Volví rápidamente a la realidad y asumí que estoy sola… apagué las luces para mí y ni siquiera me deseé las buenas noches. Nunca lo hago. Acostada, aturdida en la oscuridad de una noche larga escucho un grito. Un zumbido y un nuevo grito en el que reconozco la voz de alguien cercano. Me concentro un poco más y oigo a mi tía; luego a toda mi familia, hablando fuerte como de costumbre, uno sobre otro… ellos no se escuchan, pero yo desde acá puedo hacerlo.

Viernes 24

¿Serán los parciales? Ya no estamos en el colegio, pero la palabra universitarios nos queda grande… Igual estoy contenta y feliz, no lo puedo negar. Feliz de ser parte de esta escuela que crece y crece, de aprender y formarme en esto que tantos placeres me da… Dejo de lado el cansancio, exprimo las horas de trabajo y el jugo es dulce y quiero más por un buen rato.

Martes 04

Llegar y volver. Duro lo que una hoja tarda en caer al suelo y, mientras se humedece entre la gramilla, vuelvo… habiendo disfrutado mi vuelo, para desparramarme en mi tierra.


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