REVISTA UMBRAL
N.4 mayo 2011, pp. 95-132
ojs.uprrp.edu/index.php/umbral Universidad de Puerto Rico Recinto de Río Piedras
ISSN 2151-8386
Un reto para los Estudios Generales: El Movimiento Estudiantil Latinoamericano (MELA) como cantera de líderes políticos para el continente Enzo Pittari P. enzopittari2004@yahoo.com
Luis Ordóñez V. lordonezv@gmail.com Universidad Simón Bolívar, Sartenejas, Venezuela
Resumen El presente trabajo propone un esquema que organiza y engloba los distintos elementos y aspectos relevantes a ser considerados en el diseño de un programa de trabajo que, concibiendo el Movimiento Estudiantil Latinoamericano como una cantera de recursos humanos valiosos para la política, permita identificar, seleccionar, capacitar y comprometer dentro del mismo, a la dirigencia política que la región necesita. Ofrece, además, el basamento conceptual para el planteo de ulteriores estudios e iniciativas que, faciliten y promuevan el surgimiento de liderazgos eficaces, capaces de abocarse a los cada vez más exigentes retos que supone el desarrollo político y social de la región. Palabras Clave: Movimiento estudiantil, participación política, dirigencia política, Latinoamérica Resumen This paper proposes a framework that organizes and encompasses the various elements and aspects to be considered for a program oriented to identify, select and engage, from the Latin American Student Movement -concieved as a valuable pool of human resources-, the political leadership that the region needs. It also provides the conceptual basis for the proposition of further studies and systematic initiatives, in order to coordinate, facilitate and promote the emergence of an effective leadership, able to concentrate on those more demanding challenges to the political and social development of the region. Key words: student movement, polítical participation, political leadership, Latin Amierica
Introducción Los alcances del presente trabajo se circunscriben, por una parte, a la Conceptualización de los distintos elementos estratégicos que pueden intervenir en 95
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forma directa o coadyuvante para conseguir que, a partir del Movimiento Estudiantil Latinoamericano
(MELA),
pueda
constituirse
una
sistemática
suficientemente
coordinada y compartida por sus distintos componentes, que propicie el surgimiento ordenado de los liderazgos políticos que nuestros países y la región entera necesitan. Por otro lado, pretende identificar una lista de tareas de investigación que, bajo el marco conceptual aquí propuesto, puedan ayudar a comprender mejor las potencialidades del MELA a la vez que facilitar el diseño de programas de trabajo concretos
tendentes
a
realizaciones
mensurables
con
objetivos
y
metas
preestablecidas. Creemos, a los efectos, que un esquema conceptualizador es de mucho valor para unificar criterios y hacer más eficiente el esfuerzo necesario. De eso se trata. Comenzamos repasando aspectos propios de la organización estudiantil, sus formas y alcances. Damos algunas referencias históricas del MELA y de su impacto en la política de la región; referimos su vinculación con los partidos políticos y la participación misma de los estudiantes en la política, los factores que la pueden determinar, vocacionales y de entorno. Conceptualizamos el flujo del estudiante a lo largo de su proceso formativo y hacemos mención a la evolución que puede ir sufriendo la noción de ciudadanía a lo largo de ese tránsito y bosquejamos el peso que tiene la Universidad en la educación ciudadana y en la búsqueda de un universitario formado como Ciudadano Integral. Organizamos luego los componentes del sistema, identificando actores y entornos, dentro de los que destaca, la Sociedad, las familias, el Sistema Escolar, las instituciones de Servicio Social, los Partidos Políticos y la Universidad; esta última nos interesa, tanto en su rol de academia, como en su condición de campo de proyección y experimentación de la acción social y política de los distintos países y de la región. A partir de allí, abordamos el concepto de Movimiento Estudiantil como Cantera de Líderes. Referimos aspectos conocidos a partir de la experiencia de los autores así como los resultantes de un conjunto representativo de investigaciones realizadas tanto en el ámbito latinoamericano como del resto del mundo, ponderando cualitativamente 96
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tanto la fuerza contenida en la vocación política propia del estudiante, como el desarrollo de su liderazgo a través de ejecutorias o de experiencias formativas. Esquematizamos los aspectos vinculados a personalidad, aptitudes, actitudes, influencia del entorno,
oportunidades, incentivos y recursos dirigidos al desarrollo
político del joven, para pasar a consignar, por último, un cuadro de competencias deseables en el estudiante para su desempeño eficaz en la política. Con la base conceptual aportada en este trabajo, se puede pasar a diseñar sistemas y procesos específicos destinados al aprovechamiento de la “cantera”. Es así que, para cerrar, y a manera de conclusión, presentamos una lista sin priorizar de los proyectos que pueden acelerar, de una manera sistemática, la incorporación de la élite social que constituyen los estudiantes y sus movimientos organizados a la acción política real de nuestros países latinoamericanos. 1
Preliminares
A continuación aludiremos a una serie de aspectos propios de la participación política estudiantil y que le sirven de marco. Repasaremos asuntos como la Organización del ME, sus orígenes históricos, su relación con los partidos políticos, y señalaremos alguna idea sobre el carácter transitorio del estatus de estudiante en la vida de la persona y de la evolución de su noción de ciudadanía durante ese tránsito. 1.1 El Movimiento Estudiantil como Organización Estructurada El Movimiento Estudiantil (ME), no necesariamente se corresponde con una organización delimitada, con bordes, actores y relaciones precisos y perfectamente identificables. Y, cuando ampliamos el ámbito desde nuestro país hasta el Movimiento Estudiantil Latinoamericano (MELA), extendemos más aún los bordes e indefiniciones, haciendo más abstractos los conceptos. En Venezuela, al referirnos al ME, estamos citando el conjunto no necesariamente articulado de Centros de Estudiantes que típicamente funcionan en cada una de las Facultades o carreras en nuestras universidades, especialmente las públicas autónomas, y en las Federaciones de Centros Universitarios (FCU’s) que en cada 97
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universidad agrupan dichos centros. Sobre la actividad del MELA, es valioso referirse a la compilación dirigida por Aldo Solari (1968), que nos ofrece un balance sobre el MELA que, en muchos aspectos, creemos aún vigente; señala Solari: “Las organizaciones estudiantiles y la actuación de los estudiantes como grupo, si no son exclusivas de América Latina constituyen por cierto una de las características más notables de la región”, y cita a Fischer (1963), quien piensa que América Latina posee, probablemente, el “cuerpo de estudiantes universitarios más activo y poderoso políticamente en el mundo.”
Distingue Solari dos dimensiones fundamentales en la
actividad de las organizaciones estudiantiles: a) La gremial y b) la política. En la primera engloba: conquista de beneficios y medidas de protección, gratuidad de la enseñanza, textos baratos o gratuitos, comedores estudiantiles, becas, etc. En la dimensión política, incluye los comportamientos y las ideas referidos a la definición de los fines de la Universidad y de la sociedad entera, de los medios para implementarlos, y de las decisiones que concretan unos y otros. En sitios Internet afines al tópico, puede encontrarse detalle más reciente sobre cómo es hoy día la organización típica de un centro de estudiantes.
Hemos revisado
algunos1 de interés. En la mayoría de los casos, los centros de estudiantes tienen por objeto, o misión, los siguientes: –
Representar formalmente a la comunidad estudiantil ante las autoridades universitarias de su respectivo centro, especialmente ante los órganos que prevé la ley, Consejos de Escuela, Consejos de Facultad, Consejos de Universitarios; además de otras representaciones menores sin mayor formalismo legal, como pueden ser las ejercidas por Representantes de Curso, o Representante de Graduandos y otras.
–
Atender los intereses de los estudiantes, tanto de carácter académico como
1
http://es.wikipedia.org/wiki/Centro_de_estudiantes. (vista el 28-06-10, a las 5:25pm.) http://www.fau.ucv.ve/cea.htm (vista el 28-06-10, a las 5:35pm.) http://www.ceim-usb.com/ (vista el 28-06-10, a las 5:45pm.)
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social, a fin de facilitar su desempeño dentro de la vida universitaria. –
Canalizar intereses que trascienden el ámbito de la universidad misma y tienen que ver con su entorno político y social, de manera de convertirse el ME en portavoz referencial de una comunidad de intereses formadas por personas que desde su proceso formativo se visualizan participando en la vida activa del país, tanto en lo económico, como en lo político, así como en la toma de decisiones en general.
Cada miembro de esta gran comunidad estudiantil universitaria, si se quiere nebulosa, tiene su propio tamaño, historia e importancia; no necesariamente mantiene comunicación formal con otros miembros, y tiene horizontes, tanto de espacio como de tiempo, generalmente limitados. 1.2 Referencias históricas del MELA y su participación e impacto en la política Históricamente, el MELA está muy vinculado al concepto de autonomía, al de gobierno universitario y, a la relación entre Universidad y sociedad. En las referencias que sobre el devenir de las organizaciones estudiantiles en América Latina hace Solari en su obra ya citada, se consigue que “El gobierno de las universidades es incomprensible, al menos en América Latina, si no se relaciona con el problema de la autonomía. (…) La autonomía está constituida, esencialmente, por los poderes de decisión que la sociedad entera entrega a la Universidad. No es independencia completa, tampoco la simple latitud administrativa. (…) una universidad autónoma no es necesariamente pluralista, una universidad no autónoma puede serlo”. Sugiere que “La Universidad debería ser un factor dinámico que contribuyera al desarrollo económico y social”. También afirma que en América Latina los universitarios están convencidos de que sus universidades marchan a la cabeza de los procesos de transformación, a veces olvidando que una reforma profunda de la universidad implica cambios en las relaciones de poder tanto dentro de la institución como con respecto al resto de la sociedad. Sobre la particular autonomía del ME, dice también Solari que la misma es relativa: Hay 99
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que evitar creer que el ME carece siempre de fuerza propia o es un simple instrumento manipulable sin límites. En la oscilación de su presencia, hay momentos en que el ME adquiere singular importancia participando en actos decisivos para la vida pública nacional, acompañado por muchos otros grupos y movimientos para quienes, inclusive, es conveniente que sea el ME el que aparezca en un primer plano, como protagonista. Son múltiples los ejemplos. Uno emblemático es el llamado movimiento de Córdoba, en 1918, considerado como el que sentó las bases y estableció la Carta Magna de las aspiraciones del ME en las universidades latinoamericanas. Desde la Argentina, se extendió a casi todas las demás universidades; aunque es bueno señalar que la semilla de este movimiento estuvo en la plataforma ofrecida por el Congreso Interamericano de Estudiantes, en Montevideo, 1904, que prosiguió con la Ley Universitaria uruguaya, la cual, en 1908, estableció que debía haber un representante estudiantil en el gobierno de las facultades. Este movimiento de Córdoba, contó, para el triunfo de la reforma universitaria, con el apoyo de grupos políticos como el Partido Radical. La reforma conseguida, abre, a los inicios de siglo, el acceso de
las clases medias a la
universidad. En Venezuela, particularmente, el ME tampoco ha sido “puro”, en el sentido de ocuparse de y de estar movido y guiado por asuntos exclusivamente estudiantiles. Al contrario, siempre ha estado permeado, y muchas veces influido, orientado, conducido y dominado, desde las planas mayores de los partidos políticos, legalmente establecidos o actuantes desde la disidencia. Como ilustración de la importancia que el movimiento estudiantil ha tenido para la definición de los rumbos políticos en Venezuela, basta recordar las acciones en pro de la democratización de Venezuela y de su modernización política, llevadas adelante por la llamada “generación del 28”. Con ese denominativo se conoce un movimiento formado principalmente por estudiantes de la Universidad Central de Venezuela, -además de algunos jóvenes cadetes de la Academia Militar-, a quien se le atribuye haber “inventado la política” en el país (Caballero, Manuel. 2010, pp. 101-106)). Dicho
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movimiento se expresó claramente en el proceso de creación de los partidos políticos de masas a partir de la caída de Juan V. Gómez, los cuales, y no obstante su legalidad formal, sólo consiguen alcanzar la aceptación nacional a partir de octubre 1945, a la caída del presidente Isaías Medina Angarita (Caballero, Manuel, 2010, pp.137-139). Otros ejemplos se podrían referir, pero nos desviaríamos del objeto principal de esta investigación. Por todo lo anterior, en este trabajo, cualquier referencia al MELA, la consideraremos vinculada, de alguna forma, más o menos blanda, más o menos formal, a otro concepto que también adolece del mismo carácter nebuloso al que hacíamos referencia antes, que es el de “Sistema de Partidos Políticos” vigente en Latinoamérica; concientes de lo difícil que resulta hablar de “sistema” con todo el rigor o alcance que la palabra amerita. 1.3 Los Partidos Políticos, la caza de talentos y la promoción de la Participación Estudiantil Los partidos políticos, durante los últimos 20 años han ido perdiendo sustentación popular y erosionando su comunicación y relaciones con la ciudadanía. (véase: Ordóñez S., L. y Ordóñez Luis A.-2004-
y Coppedge M. -2001-); los motivos son
múltiples, predominando la no resolución de los problemas económicos no resueltos por los partidos en función de gobierno (P.Ej.: los procesos inflacionarios). Un fenómeno de interés observado, es que independientemente de la importancia que el partido otorgue a la cuestión ideológica, su sustentación está basada en procesos clientelares destinados a estrechar lazos en la base de votantes, descuidándose la calidad de la militancia y, por ende, debilitándose la incorporación de prospectos con genuina vocación política y nivel de formación, técnica y gerencial, acorde con los retos que en lo social y en lo económico son cada vez más exigentes en la región. Esta falta de perspectiva estratégica, hace que los partidos se concentren más en garantizar la posibilidad de ganar procesos eleccionarios, que en alimentar procesos políticos de verdadera trascendencia, liderados por la gente mejor dotada y mejor preparada para ello.
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De aquí surgen preguntas como: ¿Cuánta atención se presta en los partidos a la aproximación sistemática, orientada y motivada, hacia los estudiantes universitarios en general y, especialmente, hacia aquellos cuyas aptitudes y vocación los hacen más sensibles hacia los procesos sociales y hacia un trabajo político de valor y consideración? Aunque lejos del contexto latinoamericano, y apartando cualquier sesgo ideológico, la creciente conectividad visible en el mundo nos invita a referirnos a la experiencia del Partido Comunista de China (PCC), y su sistema de formación de cuadros: Cuenta, este partido, con tres mil escuelas de nivel distrito y seis escuelas de nivel nacional. Su función consiste en educar a los miembros del partido y unificar sus conocimientos y su ética en torno a los grandes temas del país, conforme a los lineamientos del PCC. Actualmente se enfatizan las estrategias de resolución de conflictos para mantener la estabilidad social, la relación con los medios de comunicación, la procura de la eficiencia económica, la campaña por la ecología y las energías renovables, y la lucha contra la corrupción 2. Pero volviendo a nuestro ámbito latinoamericano, vale preguntarse: –
¿Cuántos recursos dedican los partidos al reclutamiento clientelar y masivo, comparativamente con los dedicados a la captación de una militancia élite, capaz de liderazgos sólidos y de responder por el diseño sustentado de políticas que signifiquen progreso y bienestar social?
–
¿Visualizan los partidos al ME como verdadera cantera para su dirigencia del futuro?
–
¿Cuánto dedican los partidos para la formación en su seno de los llamados think tanks?
–
¿Promueven los partidos, de una manera estructurada y formal, la participación política de los jóvenes mejor preparados y sensibles por vocación?
–
¿Cuánto es el esfuerzo dedicado a captar el voto clientelar de los más pobres comparado con el dedicado a la población mejor educada?
Éstas y otras preguntas son importantes de formular y resolver bajo el paraguas de una ambición democrática, participativa e inclusiva de la sociedad. 2
Tomado de: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=107888 consulta: 6-10-10, a las 10 am.
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Afirma M. Coppedge, que en la medida en que la plaga de las iniquidades y de la pobreza abunden en Latinoamérica, el clientelismo permanecerá como herramienta política favorita. Se trata, justamente, de revertir esta constatación. 1.4 La condición transitoria del estudiante y las posibilidades de la Universidad para reforzar en él la noción de ciudadanía Un elemento constituyente, que dificulta aún más identificar en el ME una estructura sólida y perdurable, es el hecho de que, por una parte, sus elementos –centros de estudiantes, federaciones, etc.-, lejos de contar con procesos formales de funcionamiento, se guían por el uso y costumbre; inclusive, sus métodos cambian dependiendo de las personas que conforman sus directivas. Son raros los procedimientos escritos y la documentación, tanto de la actividad política-gremial realizada como de la administrativo-financiera. La experiencia personal de los autores indica carencias de registros históricos de actividades y actuación.
Afirma Albert
Meister (1962), que la investigación sobre las asociaciones, “…choca inmediatamente con la falta de informaciones sobre los mismos grupos: las que están a nuestra disposición son fragmentarias y se encuentran en la mayoría de los casos en los anuarios, en los registros, en las declaraciones propagandísticas, o “informes morales” que no nos muestran gran cosa sobre el funcionamiento de tales asociaciones, sobre la manera como integran a sus miembros y sobre el grado de su adhesión”. Es muy posible que esta debilidad estructural-organizativa, se deba a que el estudiante se sabe en condición pasajera, transitoria. Ser estudiante es un estado no perdurable; es un estatus que se ostenta en espacio y tiempo limitado. Claro, espacio y tiempo que son vitales en la formación de la personalidad y de la capacitación del individuo para la vida social activa. En ese lapso, vale preguntarse, ¿Cuánto hace el sistema para reforzar la noción de ciudadanía que trae el individuo desde su medio de proveniencia y entorno? En la Figura 1 representamos el “tránsito” del joven universitario desde sus antecedentes familiares hasta que “sale” del sistema educativo para asumir un rol
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profesional en la sociedad. Reflejamos, además de la condición transitoria del status de estudiante, el carácter acumulativo de los distintos factores determinantes de la noción de Ciudadanía en quién, de adulto formado, va ejercer no sólo como especialista en la carrera seguida, sino como ser político consciente que, como parte de un todo social, busca construir bienestar/felicidad para sí y para sus semejantes. Resalta que en la formación de esta noción, y de la consiguiente actuación política activa del individuo, intervienen elementos que arrancando desde la misma familia, van sumando: –
las concepciones de ciudadanía que el joven posee a título de genética cultural y habidas directamente de su entorno social de extracción;
–
las que adquiere en la escuela básica y media con la influencia de sus maestros y sus pares.
Fig.1-. Flujo Parcial del tránsito del joven en su formación ciudadana. (Fuente: Elaboración propia)
Ambos elementos, constituyen el bagaje de partida con que el individuo se incorpora a la vida universitaria, donde será influido, en primer lugar, por las nociones de ciudadanía a las que resulte expuesto por parte de la estructura académica (pensum de
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estudio, actividades organizadas por la academia). Al respecto, es valioso citar un proyecto escocés que ha repercutido internacionalmente, el cual, está recogido en un papel de trabajo del año 2002 citado abajo 3. En los EEUU, lo ha desarrollado la Universidad de Pensilvania, bajo el programa: “Universities as Sites of Democratic Citizenship,”4, y ha sido promovido por consorcios universitarios de ese país creados para tal fin. La segunda fuente de influencias para el estudiante que se incorpora a la vida universitaria, la constituye la organización estudiantil. De manera directa o indirecta, el prospecto se incorpora al ME. En tal sentido, y en el ánimo de esquematizar mejor el asunto, en la Fig. 2, graficamos la pregunta: ¿La Universidad forma ciudadanos? Nuestras buenas universidades, por años han entregado a la sociedad profesionales técnica y formalmente idóneos; en Venezuela y, sin duda, en toda Latinoamérica, hay muestras contundentes del significado este proceso de formación de recursos humanos para el progreso social de los países. Sin embargo, la pregunta cabe porque, en muchos casos, hay oportunidades de mejorar lo referente a la construcción de la noción de ciudadanía y de la concepción “humanista” de las profesiones, en el sentido que Jaguaribe le otorga al término5.
3
“Education for Citizenship in Scotland, a Paper for Discussion and Development, LTS Scotland 2002.” Ver: http://www.ltscotland.org.uk/ , (consultada el 19-10-10, a las 10:20am. Caracas) 4 “Political Science 291 Mission Statement”. http://www.google.co.ve/#hl=es&source=hp&biw=1280&bih=547&q= %E2%80%9Cresponsible+democratic+citizens. %E2%80%9D+PS+291&aq=f&aqi=&aql=&oq=&gs_rfai=&fp=c57c408d95e98ab2 (Consultada el 19-1010 / 10:15am. Caracas) 5 “América Latina y los procesos de Integración”, diciembre 2001. Artículo de H. Jaguaribe publicado en la página de la organización AMESUR, http://www.amersur.org.ar/index.htm
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Fig. 2.- ¿La Universidad Forma Ciudadanos? (Fuente: Elaboración propia)
A fin de detallar este aspecto, y en busca de los “cómo” para dar lugar a una noción fuerte de ciudadanía, proponemos, en la Fig. 3, un juego de vías para reforzar la formación un universitario que sea un Ciudadano Integral. La idea es que todo el bagaje, teórico/práctico fundamentará la acción participativa del universitario en su comunidad, en la cumpla, con responsabilidad social, su rol asumido, aportando los resultados que su entorno aspira y necesita, los cuales serán objeto de una evaluación o rendición de cuentas no siempre directa o formal, sino perceptible por las solas consecuencias de su actuación. Vale mencionar sin embargo que, aunque en este artículo pretendemos sólo hacer una propuesta sobre acciones deseables y factibles de desarrollar dentro de la universidad para fomentar la noción de ciudadanía, simultáneamente, en la formación de dicha noción influyen un cúmulo de factores que escapan del alcance de la universidad pero que ésta, comprendiéndolos, puede tomarlos en cuenta cuando busca proveer a la sociedad un recurso humano especializado que, más allá del dominio de las tecnologías,
ciencias
y
demás
destrezas
propias
de
su
profesión,
en
su
desenvolvimiento práctico debe encajar en una realidad política dinámica en la cual, él no debe ni puede ser pasivo.
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Fig 3.- Estrategias para reforzar la noción de ciudadanía en la universidad. (Fuente: elaboración propia)
La importancia del background del joven al momento de ingresar a la Universidad, la resalta el artículo de Dostie-Goulet (2009). Se trata de un estudio basado en un panel de 499 jóvenes del Quebec, en cual, reporta el peso que tienen sobre los intereses políticos de los estudiantes, las discusiones con padres, amigos y maestros: los jóvenes que tienen frecuentes discusiones con sus padres desarrollan mayor interés por la política; son estimables las influencias ejercidas por otros agentes de socialización, como los profesores, quienes pueden influir mucho a partir de sus clases de Historia. Resalta este trabajo dos hallazgos importantes: 1) El interés político crece durante el “high school”, 2) El desarrollo del interés político fluctúa en el transcurso del ciclo de vida del estudiante y puede variar según el nivel de educación alcanzado luego de la secundaria. Otro artículo que refiere las influencias del entorno social es el de Pancer et al, (2007): A partir de un análisis de cluster realizado sobre jóvenes canadienses, identifica cuatro grupos: 1) Los Activistas, 2) Los Ayudantes, 3) Los Reactivos y 4 ) Los No comprometidos. Correlaciona la pertenencia a los cuatro grupos con la interacción entre los jóvenes y sus padres y sus pares. 107
También desarrolla una medida
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cuantitativa, tanto del involucramiento de los jóvenes, como del nivel de influencia de los padres y relacionados. 1.5 Actores y entorno En la Figura 4, representamos los actores principales.
La Sociedad es el todo,
incluyendo sus organismos e instituciones, formales o no. En ella resaltamos: a) Las Familias, en su doble rol de nido y semilla de muchas de las actitudes de la persona en su actuar político a lo largo de la vida; b) el Sistema Escolar, escuela básica y media, como la siguiente instancia de socialización y de formación de ciudadanía a la que la persona accede; c) Las instituciones de Servicio Social, como las instancias donde la persona puede practicar la solidaridad más allá de su entorno cercano, y d) Los Partidos Políticos, como los entes que tienen por misión básica organizar, ordenar, orientar y dirigir toda la actividad política de la sociedad democrática, especialmente, la relativa a la gestión formal de gobierno y de la Administración de lo Público y del Estado como un todo. Dentro de este primer nivel, destacamos la Universidad como el actor fundamental que nos mueve. Señalamos allí las actividades con impacto en la participación política del estudiante, tanto en su etapa formativa, como en su rol profesional actuante: Así, distinguimos a) La actividad académica ordinaria (cumplimiento de programas de estudio); b) Las actividades complementarias o extracátedras, (P. Ej. deporte y artes, no entendidos profesionalmente; y c) Las actividades de responsabilidad social, relacionadas con acciones coordinadas que la organización universitaria realiza en la comunidad a la que sirve y en su entorno en general.
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Fig. 4.- El Movimiento Estudiantil y su entorno. (Fuente: elaboración propia)
En el siguiente eslabón de la jerarquía, y por último, resaltamos el Movimiento Estudiantil, para el cual, distinguimos dos roles, a) la Actividad Reivindicativa y Gremial y b) la Actividad de Involucramiento Social y Político, dos ámbitos de acción que se explican por su propio título. 2 Sistemática conceptual A continuación identificamos
las articulaciones entre los elementos hasta ahora
identificados. A partir del análisis lógico del deber ser, resulta nuestra propuesta conceptual, la cual, admitirá revisiones futuras provenientes de la verificación empírica que tenga lugar. 2.1 El Movimiento Estudiantil como Cantera de Líderes Son muchos los líderes o gestores de la sociedad civil surgidos del ME. Lo que es común en muchos de ellos, es que llegan a la política formal por su fuerte vocación o por las circunstancias situacionales, más que por el paso por un proceso sistemático de formación, formal o no, a lo largo su vida universitaria. representamos
A continuación,
cuatro grupos de elementos que, agregados de una manera no
necesariamente lineal, consideramos básicos de desmenuzar para el examen de las posibilidades de potenciar el rol del ME como una verdadera Cantera de Líderes. 109
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Fig. 5.- El Movimiento Estudiantil como Cantera de Líderes (Fuente: elaboración propia)
En primer lugar: Por mucho esfuerzo sistemático que haga cualquier organización estudiantil, ninguna persona carezca de “Aptitudes” para la política, podrá ser candidato a líder político con probabilidades de éxito.
Así que, para reforzar el ME como
“cantera”, es preferible dedicar recursos sobre los prospectos más idóneos.
El
segundo sumando a considerar, lo constituye el inventario de Oportunidades e Incentivos ofrecidos por el entorno para que un prospecto de líder se ponga a prueba en el ejercicio de un rol dirigencial. Es lo que hemos llamado el Caldo de Cultivo. En tercer lugar, para el desarrollo político de la persona, se requiere de una serie de recursos idóneos que es importante prever a la hora de una conceptualización como la propuesta. Por último, y en gran medida como resultante de los tres anteriores grupos de elementos, debe considerarse minuciosamente el juego de Competencias observables en el prospecto para asumir liderazgos sociales o políticos en la sociedad civil que le incumbe. Desglosaremos a continuación cada componente. 2.2 Aptitudes políticas del Estudiante En la figura 6, a continuación, presentamos de manera jerarquizada, los elementos
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que entranen juego para la formación de estas aptitudes, las cuales, lucen debidas a cuatro grupos de factores: •
Rasgos de Personalidad
Para examinar los rasgos de personalidad que harían al joven proclive a la política, referiremos el
artículo del profesor Mathew Mahler, de la Stony Brook University,
Nueva York (2006). El mismo, a partir de una referencia al ensayo de Weber, “Política como Vocación”, construye el concepto de “Pasión Política”. Menciona el carisma, como compensatorio de ciertas deficiencias de la burocracia, y trata de establecer un nivel de “Atractivo Moral o Sensual” que la política pueda tener para quien participa en ella, denotándolo como una fuerza interior que promueve y auspicia dicha participación.
Fig. 6.- Elementos que permiten entender las aptitudes políticas del Estudiante (Fuente: elaboración propia)
•
Nivel de Evolución Moral
Existe un conjunto de factores psicológicos explicativos del activismo político de las personas. El artículo de Alker y Poppen, de Cornell University (1974), propone la existencia de una relación entre la ESTRUCTURA DE LA PERSONALIDAD de un
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individuo y las ideologías abrazadas. Al respecto, cita particularmente una variable determinada por Kohlberg en 1963 que mide el nivel de “Madurez Moral” de los individuos. Esta medida se fundamenta en las teorías de Piaget e involucra tres (3) etapas de “desarrollo moral”: el “Pre-moral”, el “Moral convencional” y el “Moral por principio”. •
Sistemas de Creencias y Entornos que definen la adopción de Ideologías
El mismo artículo de Alker y Poppen, recién referido, establece un concepto de “Resonancia” entre la estructura de la personalidad y la ideología. Al mismo asocia elementos como, Sistema de Creencias, Escalas de Dogmatismo y, la relación con actitudes de extrema derecha o izquierda. Este estudio, que es una referencia obligada para profundizar en lo determinante que es la personalidad en la definición de las aptitudes de un individuo para la política, además de precisar las relaciones entre Ideología y Sistema de Creencias, también consigue tres (3) entornos que representan la naturaleza de una escogencia ideológica: 1) el Entorno de Valor, que enfoca la consistencia de la escogencia ideológica con los propios estándares de emoción y experiencia, 2) el Entorno de Control, que enfoca las relaciones de causalidad entre las propias acciones y las metas propuestas con su escogencia y 3) el Entorno de Responsabilidad, que enfoca cuánto el individuo acepta o no la responsabilidad de su escogencia. Todos ellos inciden en la indiferencia o en el grado de participación de los estudiantes en la política y, aún cuando los resultados publicados aplican a una realidad distante, la propuesta metodológica luce muy aplicable. Vale puntualizar que, para Latinoamérica, el impacto que tienen estos entornos, especialmente los dos últimos, ha sido estudiado por cientistas sociales como Helio Jaguaribe (1970) y Carlos Rangel (2005), al tratar el tema de la Dependencia. Ambos, con enfoques dialécticos, debaten sobre si la dependencia y falta de desarrollo de Latinoamérica es un resultado automático del Imperialismo de las potencias extranjeras o si de la indolencia de las élites dirigentes latinoamericanas. ¿Quién debe accionar para resolver nuestros problemas? ¿Nosotros mismos o “alguien”, de los que están en el gobierno? ¿De quién
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es la responsabilidad del fracaso sostenido? ¿De un “ente externo” como “el imperio”, o de las propias políticas y a la gestión propia de la dirigencia local y regional, la cual, con sus prácticas de política clientelar y populista no han hecho sino fomentar la Dependencia, que en teoría se combate? El estudio de estas referencias es obligado para entender muchas actitudes que no nos han permitido desarrollar condiciones para ser aptos para la gestión de nuestras propias situaciones. Finalmente, para ahondar en el tema de la personalidad, referimos el artículo de Bailón (2006), quien introduce la idea de que “no basta pensar la política, hay que medirla, analizarla y devolverla a la ciudadanía, para transformarla”. El estudio, realizado en México, relacionó dos (2) inventarios: 1) el 16FP*, que mide los rasgos de personalidad, y 2) el del constructo creado ad hoc, de Orientación y Participación Política (O/PP) que no refleja “sólo una actitud (interna), ni una conducta (externa), sino la conjunción de ambas”. El trabajo parte de los presupuestos teóricos de Sartori, en cuanto que “la política es el hacer del hombre que, más que ningún otro, afecta e involucra a otros” y que “lo que hacen los hombres está siempre influido de distinta manera por lo que piensan”, “no es que la realidad ‘entre en la cabeza’ de los hombres; es que el mundo del hombre está hecho por lo que los hombres tienen en la cabeza”. •
Expectativas propias de participación política
Sobre las concepciones de los estudiantes respecto a sus responsabilidades ciudadanas y sus expectativas de participación política, en la figura 6 reflejamos resultados de los estudios llevados a cabo por Kennedy, del Hong Kong Institute of Education (2007), apoyado en data de diversos países. Dicho autor hace referencia al concepto de “Ciudadanía Activa”, y determina que los estudiantes asumen compromisos y obligaciones políticas antes que obligaciones sociales. Además, cita experiencias donde se cuantifica la “Expectativa de Participación en Actividades Políticas” a partir de la unión de tres (3) ítems: a.- “incorporación a un partido político”, b.- “publicación de artículos en la prensa sobre temas sociales” y c.- “ser candidato *
FP está por Factores de Personalidad. El 16FP es un tipo de test típicamente usado, el cual, explora 16 rasgos.
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para una posición o cargo público”. El estudio advierte que, aunque la escala puede ser válida en cualquier país donde se use, los resultados serán sensibles a la localidad. Sobre la concepción de la Participación Política por parte de los estudiantes, es de considerar el trabajo de O’Toole, de la University of Birmingham (2003), quien examina data de múltiples países y continentes, estableciendo la necesidad de desarrollar una aproximación y una metodología para investigar las concepciones de los jóvenes sobre la política. También el trabajo de Longo6, quien a partir de un estudio local realizado sobre jóvenes del Wisconsin, recoge un fenómeno que consiste en que, en la misma medida en la cual el voluntariado entre la gente joven se difunde, la participación política se reduce drásticamente. Los expertos señalan que los jóvenes abdican de la participación política a favor del servicio comunitario como una manera de evitarse confrontaciones con el mundo de la política convencional. Este documento también hace referencia a una suerte de Manifiesto, resumido así: 1) “La democracia, más participativa que procedimental. El trabajo de negociar es distinto al trabajo de la democracia”. 2) “Reconocemos y aprovechamos la oportunidad de colocar nuestras actividades de servicio a la comunidad en contexto, de modo que nuestras acciones adquieran perspectivas de politización del servicio” 3) “No nos sentimos comprendidos por quienes miden la participación o el compromiso del estudiante por estándares convencionales que no siempre se ajustan con nuestra concepción de la participación democrática” y 4) “Tenemos un sentido claro de cómo la educación superior puede cambiar para ofrecer un entorno más afín con el compromiso cívico”. Otro valioso aporte sobre la propensión de la participación política de los estudiantes, aparece en el artículo Kandel y Cortés, de la Universidad de Buenos Aires (2002): concluyen que la juventud universitaria, lejos de permanecer apática frente a la política, desarrolla nuevas modalidades de Participación en medio de un nuevo abanico de posibilidades, formas de expresión y canalización de sus inquietudes. Señala como 6
Nicholas V. Longo. (2002). “The New student Politics: Listening to the Political Voice of Students. The Journal of Public Affairs.
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algo pendiente, el desafío de construir lazos con la sociedad en la que la universidad se halla inserta, tópico este último que lo abordaremos más adelante. 2.3 Oportunidades e incentivos ofrecidos por el Entorno (Caldo de Cultivo) Sobre el inventario de Oportunidades e Incentivos ofrecidos por el entorno para que un prospecto de líder se aproxime al ejercicio de un rol político, nos preguntamos: ¿Cuál es el Caldo de Cultivo que le ofrece el entorno a un estudiante con vocación, inclinaciones y aptitudes para la política, a fin de que se realice en dicho campo? A tal efecto hemos identificado los cuatro vectores que se reflejan en la próxima figura 7.
Fig. 7.- Elementos del Entorno que representan oportunidades o incentivos para la realización de las aptitudes políticas del Estudiante (Fuente: elaboración propia)
•
Existencia en la universidad de Programas que promuevan en involucramiento social del estudiante
Por su naturaleza, la universidad posee amplias posibilidades de actuar como incubadora de pensamiento político y como escenario de socialización política.
Las
dos principales aristas que visualizamos son: 1) Por la naturaleza misma de los 115
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estudios universitarios: independientemente de la carrera seguida por el estudiante, científica, técnica o humanística, quien vincule los conocimientos adquiridos con su futuro ejercicio profesional, no puede menos que visualizarse como un ser político, cuando autorizado por su competencia profesional, participa en la toma de decisiones que trascienden su propia persona y afectan lo público. Al intervenir directa o indirectamente en la asignación de recursos y bienes no propios, de otros, está haciendo política en su acepción más amplia.
2) En la universidad, el estudiante
encuentra el caldo de cultivo adecuado para el debate abierto y libre de ideas y de posiciones filosóficas, ideológicas o políticas, a la vez que, en su institucionalidad y gobierno, consigue maneras prácticas del ejercicio civilizado de la política. En el artículo de J. Pasek, et al, de la Universidad de Pensilvania (2008), se reportan resultados de una investigación aplicada en escuelas de Filadelfia, la cual, examina los beneficios de sostener la educación cívica una vez terminada la escuela secundaria. En el mismo se determina un modelo estructural para la Participación Política de los estudiantes, así como para el desarrollo de habilidades para el uso de los nuevos medios para el seguimiento de la acción política y de gobierno. •
Relaciones formales de la universidad con los principales actores de la comunidad a la que sirve
El mismo estudio recién citado, reporta que la generación de confianza y de auto valoración política de los estudiantes los hace más participativos. El trabajo menciona un programa denominado “The Student Voices Program”, el cual, combina actuaciones de servicio en la comunidad con foco en el sistema político de resolución de problemas. Igualmente el artículo de Kandel y Cortés, ya citado, afirma que la Participación Política es generadora de vínculos entre la Universidad y la Sociedad; a partir de lo cual, formula preguntas sobre las alternativas de participación, los vínculos generados, y las características de la misma. Menciona también el rechazo de las prácticas partidistas tradicionales y la búsqueda de la legitimidad en la dimensión crítica de la universidad.
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Todo lo anterior confluye en la importancia de la existencia en la universidad, de programas formales para la creación de conciencia sobre el peso de las decisiones tomadas o diseñadas dentro de cada una de las profesiones que conforman su oferta académica, sobre el Bien Común, así como una Oferta de Asignaturas relacionadas con las Ciencias Sociales y Políticas, abiertas a estudiantes de cualquier carrera, bien sea como electivas o bien como parte de Diplomados o Especializaciones. Por último, y desde un ángulo complementario, referimos los resultados recogidos en el artículo de Alvarado et al, (2008) referente al proyecto nacional colombiano “Jóvenes Constructores de Paz, el tema de la “escuela como escenario de socialización política”. En el mismo, se reporta cómo se re-significan en los jóvenes los sentidos y las prácticas de participación ciudadana cuando se transita desde una concepción “Estado-Céntrica” de la política a una concepción “performativa” desarrollada en el qué hacer cotidiano y centrada en la “construcción de acuerdos” en medio de una trama de: subjetividad política, autonomía, reflexividad, conciencia histórica, la valoración de lo público, la articulación de la acción vivida y narrada, y, la redistribución del poder. Se propone en el mismo superar la “banalidad y la precariedad de la política” practicando la equidad y la justicia social, la confianza social, la cooperación, la reciprocidad, la construcción de redes de acción social y política, todo ello como un acercamiento a un orden democrático, lejos de la adhesión a sistemas políticos formales, y fundado en la pluralidad como reconocimiento a la distinción y en las oportunidades reales de existencia en común, antes que en la igualdad jurídica. •
Nivel de confianza ofrecido al estudiante por las instituciones políticas formales
Una “constante” aparece frecuentemente en los estudios, y es la relativa al desencanto o la no identificación política del estudiante.
Hay al respecto apreciaciones
coincidentes y otras no tanto. De todos modos, es probable que tal desencanto dependa de cada situación particular por lo que no debemos universalizar los hallazgos, sino utilizarlos como punto de partida para desarrollar estudios propios. De seguidas, ofrecemos algunos resúmenes de publicaciones donde se pone de relieve el
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tema de la confianza en las instituciones. La primera referencia es la de González et al, Chile (2005). Aquí se analizan actitudes y orientaciones de quienes no se identifican con partidos o coaliciones. Los resultados confirman que quienes no se identifican con los partidos tampoco lo hacen con otros referentes colectivos como la Nación o la Religión y, su cinismo político es mayor y su eficacia política menor de los que sí se hallan identificados. También Rossi, Argentina (2009), refiere que los jóvenes expresan un rechazo creciente a la política institucional y sus actores clásicos que se asocia con apatía. La hipótesis principal es que, al interpretar los jóvenes su condición como transitoria **, no consideran la participación política como un fin en sí mismo. Refuerza la advertencia de no tomar al pié de la letra la universalidad de la desconfianza, el trabajo de Quintelier en Bélgica (2007), el mismo refiere tres (3) razones para el distanciamiento entre la participación de los jóvenes respecto a la de los adultos: 1) los jóvenes tienen pocas razones para participar: no tienen una casa, una residencia estable, niños… 2) El atractivo de las nuevas formas de participación, le hace diferir de las viejas formas: votar, inscribirse en el partido; en cambio los jóvenes prefieren comprometerse con acciones en la comunidad, nuevos movimientos sociales, política puntual, política de protesta,… 3) A pesar de que en la literatura abunda la mención al poco interés de los jóvenes por la política, no existe una prueba empírica sólida al respecto. Un referente encontrado, donde la desesperanza resulta poco relevante a la hora del ejercicio del derecho al voto es el trabajo de Vázquez en España (2008). El estudio muestra que los mejores predictores de participación electoral se encuentran en aspectos como: nacionalidad, situación económica, interés por la política, género o separación del domicilio. Advertimos que por lo visto en este artículo tendríamos una relación circular de factores, ya que cataloga, por ejemplo, “el interés por la política” **
Ya nos referimos a este asunto de la transitoriedad en el aparte 1.4 de este trabajo
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como una variable explicativa mientras otros la tienen como factor a explicar.
Un
artículo que ofrece una visión complementaria es el de Galindo y Acosta, en Colombia (2008), el mismo, pone en entredicho los análisis y discursos que postulan la apatía política de los jóvenes, “distorsionando la intensa y plural actividad reivindicativa juvenil en América Latina”. Está basado en un campo en el cual, como primer resultado relevante se obtuvo que el 100% de los jóvenes respondieron las preguntas sobre Política, a pesar del apoliticismo que se les endilga. Expresaron sus posiciones, mostraron no ser ajenos a la política, se interesan por el destino de su comunidad, hacen referencias críticas hacia el poder, etc. No es que haya una apatía por la política sino un rechazo por las estructuras tradicionales. En sintonía con lo afirmado en este trabajo colombiano, está el artículo realizado en la Universidad de Buenos Aires, de Kandel y Cortés, antes citado. •
Acción proactiva y organizada de los Partidos Políticos frente al ME
Los partidos, por sí solos, no suelen dedicar recursos de tecnología, científicos y de profundización teórica sobre el fenómeno de la participación política estudiantil; suelen conformarse con el método de ensayo y error y con algunas experiencias que empíricamente se han mostrado eficaces a través del tiempo. Sin embargo, creemos sería muy provechosa una interlocución entre los partidos, la academia y los investigadores que de algún modo hacemos esfuerzos de profundización teórica sobre este asunto. Referimos a continuación, dos trabajos que apuntan a la elaboración de mapas de conclusiones para facilitar decisiones en los partidos, a fin de mejorar la participación y a la formación de juventudes de relevo con competencias probadas. Un primer trabajo, de Enrique Cuna Pérez, en México (2006), analiza la ciudadanía estudiantil respecto las estructuras de los partidos. “La descripción de sus formas de participación y el análisis de la confianza-desconfianza hacia dichas estructuras es importante para reconocer no sólo la cultura política de los jóvenes, sino también para reflexionar sobre el necesario replanteamiento de las funciones vitales de los partidos políticos en México”. Indaga sobre el distanciamiento entre la población joven, a pesar de lo cual, muchos estudiantes se involucran cada vez más en conflictos y movimientos 119
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sociales que sobrepasan las tradicionales estructuras. Otro trabajo es el de Klesner, USA (2009, el cual explora aspectos socioeconómicos, demográficos, actitudinales, y sociales que explican la participación, la cual, queda precisada en “modos de participación”: voto, actividad comunitaria, elaboración de petitorios formales (petitioning), acción directa, membresía y organización política. Estas conclusiones y otras referidas en el presente trabajo, relacionadas con el desencanto y con la necesidad de renovar liderazgos que tiene la región, pueden ayudar a los partidos a fin de planear una estrategia de aproximación al ME, lo suficientemente exitosa como para entusiasmar no sólo a quienes tienen vocación y aptitudes para un liderazgo político, sino a la totalidad de los estudiantes quienes, una vez cumplido su ciclo de vida en la universidad, pasan a engrosar una élite profesionalizada que, sea como sea, influirá sobre el bien común al tener que tomar las decisiones que le correspondan por ser parte de las fuerzas activas de su país. Consideramos los autores, que aparte nuestro enfoque propuesto, nos hacemos eco de otras investigaciones hechas en Latinoamérica y el mundo que son valiosas como basamento conceptual para los partidos que deseen diseñar planes y programas de trabajo dirigidos al ME. No sólo en los programas de formación ideológica, sino en los dirigidos a la
aproximación a las comunidades empleando enfoques participativos
afines a los jóvenes de hoy. También creemos que, fuera del seno de la universidad, cada partido -o un grupo de ellos-, pudiera concebir un pensum de estudios que, administrado por una suerte de “Departamento de Formación de Dirigentes” del mismo partido, ofreciera a los dirigentes en formación, previa selección
vocacional y
aptitudinal, el acceso a un programa estructurado, con un cuerpo de materias accesibles a estudiantes de cualquier carrera. A título indicativo, hablamos de tópicos como: Comunicación para la Acción Política, Sistemas de Información para la Política, Historia del Pensamiento Político, Oratoria, Organización en la Política, Lo Público y lo Privado, Diseño de Políticas Públicas, Ejecución de Obras Públicas, Administración de lo Público. 120
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Sobre recursos para la formación de la dirigencia política, la OEA tiene propuestas 7. Nosotros, como pista para un ciclo formativo concebido de manera sistémica, proponemos un esquema como el de la figura 8. Si recorremos el diagrama en sentido horario, encontraremos subyacente un enfoque parecido al de la administración sistemática de los RRHH de una corporación que busca reclutar, seleccionar, formar, desarrollar y compensar a su personal de manera idónea. Hay que advertir, no obstante, que
en el mundo de los partidos políticos no siempre se tiene claro el
“objetivo corporativo” a maximizar. A fin de ahondar en el asunto, mencionamos a Duverger (1996) y Panebianco (1995), recogidos por Ordoñez (2007), quienes afirman: “…disponer de los recursos humanos con posibilidades de llevar adelante las tareas encomendadas… …representa uno de los retos de cualquier partido político en Venezuela al estar en capacidad de formar, preparar, orientar, coordinar este recurso de ciudadanos, militantes en la mayoría de los casos, que se incorporan de forma directa o indirecta al Estado para su control y movilización…” Una iniciativa de esta envergadura requiere de voluntad política dentro de los partidos, primero que nada. Y luego, un financiamiento que, no siendo despreciable, podría sin embargo entrar dentro de los patrones de muchas fundaciones e instituciones que en el mundo están interesadas en una racionalización de este tipo. Lo básico, creemos, no es sólo cómo lograr los recursos económicos, sino administrarlos bien y demostrar la eficacia de su uso a través de resultados8.
7
http://www.educoas.org/Portal/?culture=es revisado el 6-10-10 a las 11:30am. Schefold, citado por L. A. Ordóñez en el mismo trabajo de la referencia anterior: (La Organización Partidista. Principios de Organización, Gestión y Financiamiento de una Organización Política Venezolana de corte Progresista. Serie Diálogo Democrático, ILDIS, Caracas) 8
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Fig. 8.- La formación de líderes políticos dentro de una sistemática de recursos humanos para el MELA (Fuente: elaboración propia)
Por último, creemos importante considerar el carácter amplio y el espíritu democrático y cosmopolítico, que debe guiar una iniciativa de esta índole, la cual, como norte, debe tener la promoción de un recurso humano de calidad para el desempeño político que cada país y que la región como un todo requiere. 2.4 Recursos favorables para el desarrollo político del estudiante El presente punto es decididamente prescriptivo. Formulamos y recomendamos líneas de acción, tanto para la materia académica, propia de las autoridades universitarias, como para la dirigencia estudiantil, a cargo del ME. En la siguiente figura 9, ofrecemos un esquema con lo que creemos primordial para facilitar e impulsar el desarrollo de la conciencia de ciudadanía en los estudiantes universitarios. En primer lugar, consideramos pertinente la revisión de los pensa de estudio con el fin 122
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de reforzar la conciencia en el estudiante sobre peso de las decisiones de la profesión sobre el Bien Común. Vislumbramos dos vías expeditas para fortalecer este aspecto: Por una parte, dentro de la temática de cada asignatura cada profesor debe esforzarse por subrayar las facetas aplicativas y utilitarias del contenido, especialmente en aquellas materias relacionadas con el bien común, lo social.
Son objeto de
observación, tanto las materias del primer año de cada carrera, donde se sientan las bases motivacionales, como en las asignaturas del ciclo profesional, más cercanas a lo aplicativo y a la realidad circundante. Por otra parte, creemos valioso enriquecer los pensa con asignaturas relacionadas con las Ciencias Sociales y Políticas, abiertas a estudiantes de cualquier carrera, bien como electivas o bien como Diplomados formales. El estudiante de medicina hace sus prácticas en hospitales, el de ingeniería en la industria, el sociólogo en estudios de campo, pero en todos los casos, cada prospecto de profesional, no debe mirar solamente los aspectos técnicos de la clínica apropiada, del cálculo del puente, de la estadística para el levantamiento de información y diseño muestral, sino que debe tener conciencia del impacto social de las decisiones que toma él mismo o el equipo para el cual trabaja o con quién trabaja, sobre los resultados que entrega a sus clientes. El profesional, debe concientizar que en su ejercicio profesional son relevantes las responsabilidades sociales que trascienden a la mera técnica, las cuales, de manera directa o indirecta, están sujetas a una rendición de cuentas, sea directa y formal por vías de la supervisión del trabajo, o indirecta o informal, por el camino de las consecuencias positivas o negativas de la propia actuación del profesional.
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Fig. 9.- Disposición en el ambiente universitario de Recursos Favorables para el Desarrollo Político del Estudiante. (Fuente: elaboración propia)
Pudiera correctamente pensarse que los aspectos que nos ocupan son cubiertos en asignaturas como “Deontología”, sin embargo, queremos ir más allá. Afirmamos que cada profesor, en cada materia, en cada oportunidad que se le ofrezca, debe resaltar el impacto que tienen en el colectivo, en el bien común que muchas veces es difuso, las decisiones implicadas en la técnica o en la metodología que explica a sus alumnos. Y esto no se puede dejar al azar o a la libre elección de cada singular docente, sino que debe fomentarse, cultivarse y evaluarse. En cuanto a La Organización Estudiantil: lo que en este trabajo hemos designado con las siglas ME, MEV o MELA, es el otro brazo que tiene mucho que aportar en toda
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esta propuesta de valor orientada a su propio refuerzo y a su conversión en cantera y fuente privilegiada de recursos competentes para los altos y delicados compromisos y retos envueltos por la acción política. Si bien es cierto que al nivel más alto de la institución universitaria, en sus autoridades, debe haber conciencia de las motivaciones aquí plasmadas y de las necesidades y oportunidades que de ellas derivan, son los estudiantes organizados los actores naturales y los llamados a liderar un proceso de fortalecimiento del ME, de tal magnitud, que lo eleve a la más alta consideración social por parte de su entorno, de su comunidad, tanto en lo social como en lo político. ¿Quiénes, si no los estudiantes, deben desear y gestionar un fortalecimiento propio que les permita una actuación y un impacto social y político cada vez mayor? ¿No son los estudiantes Cantera por naturaleza? ¿No son los estudiantes universitarios los prospectos mejor formados para asumir roles tan delicados como los requeridos para dirigir social y políticamente su propia comunidad? Siendo así, el ME debe proponerse un trabajo organizado, de acercamiento primero y de diseño después, junto a las autoridades universitarias con el fin de: –
Revisar el espíritu de muchas de las asignatura, a fin de impregnarlas del contenido social que las mismas admitan
–
Diseñar un cuerpo de electivas en Ciencias Sociales y Humanidades que coadyuve la formación política de todos los profesionales independientemente de la carrera que estudien.
En las universidades autónomas venezolanas y en otras latinoamericanas existe una ventaja importante para este trabajo organizado y conjunto, y es que en sus órganos rectores, Consejo Universitario, Consejos de Facultad, Consejos de Escuela, existe, por ley, una representación estudiantil formal, la cual, es ejercida siempre por un representante democráticamente elegido del ME. Por otro lado, ejerciendo la participación y el involucramiento social y político, el ME debe valerse de su capital relacional y de su fuerza de convocatoria para sensibilizar en su entorno a quienes tienen influencia e impacto en el funcionamiento de las
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comunidades, para que hagan sentir su deseo de que los refuerzos de la organización estudiantil tienen gran sentido, actual y de futuro. Estamos refiriéndonos a entes tanto públicos como privados, alcaldías, concejos comunales, asociaciones de vecinos, colegios profesionales, asociaciones empresariales, de productores y comerciantes, etcétera. Por último, y enfatizando la importancia de que el ME se visualice y realice como un verdadero recurso para el estudiante que tenga vocación y aptitudes para la acción social y político, consideramos que centros de estudiantes, federaciones y agrupaciones afines, tienen el reto de reforzarse a sí mismos. En este sentido, y como hemos destacado en la figura 9, planteamos, como mínimo, prestarle atención a lo referente a los siete aspectos en la misma indicados, a saber: Estructura, Capacidad Organizativa, Fuerza y Respaldo Logístico, Poder Financiero (ver nuestros wiki sobre cooperativas estudiantiles)9, Capacidad de Convocatoria, Autonomía y Capacidad de Negociación. 2.4 Las Competencias políticas del Estudiante En los anteriores puntos 2.2 y 2.3, planteamos un plano de ataque el diagnóstico y entendimiento de la realidad; en el punto 2.4, esbozamos y recomendamos líneas de acción tanto para la actividad académica a cargo de las propias autoridades universitarias como para la dirigencia estudiantil o para el ME.
En el presente aparte,
presentamos, de una manera estructurada, cuáles serían las competencias políticas deseables en el estudiante. En otras palabras, el output deseado de toda la sistemática antes desarrollada. Muchas de estas competencias políticas deseables, pueden formar parte del bagaje del estudiante o de sus talentos propios, otras son moldeables y, por lo tanto, susceptibles de ser enseñadas o aprendidas. Concientes que una discusión detallada 9
http://www.ciudadaniaestudiantil.com/drupal_CL/?q=node/158 ; http://es.wikieducator.org/Conectividad_para_Dirigentes_Estudiantiles/Organizaciones_Estudiantiles_y_D irigencia_-_Conectividad_para_dirigentes_estudiantiles
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escapa del alcance de este escrito, de manera titular esbozamos en la figura 10, un esquema orientador sobre los atributos que consideramos importantes considerar para la gestión del problema y para el diseño de indicadores gerenciales que nos permitan medir la eficacia y la eficiencia de los recursos que, por ejemplo, los partidos políticos, el ME, y la universidad misma, utilicen para elevar el nivel de participación ciudadana, el nivel de sensibilidad social y la calidad de la actuación política de los jóvenes del futuro, tanto mientras transitan dentro de su ciclo de vida estudiantil, como cuando egresados, asumen la responsabilidad de tomar decisiones de cualquier naturaleza, propias de su profesión, que afecten los intereses y los recursos del colectivo, el bien común.
Fig. 10.- Las Competencias políticas deseables en el Estudiante Universitario. (Fuente: elaboración propia)
Queda para las siguientes etapas de esta investigación precisar sobre esta materia, y sobre otras que surgen de este abordaje sistemático e integral que pretendemos dejar plasmado en este trabajo.
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3. Conclusiones y Recomendaciones. Áreas de investigación a futuro A partir de esta revisión extensa sobre la literatura que vincula a los jóvenes estudiantes a la política, hemos llegado a la convicción de que, en virtud de las múltiples aristas que envuelve el tema, es sumamente importante para los grupos de investigación interesados en el asunto, ponerse de acuerdo, primeramente, sobre un esquema general, conceptual, lo más completo e incluyente posible, a manera de mapa de ruta que sirva para ordenar los esfuerzos investigativos. Nosotros, dejamos sobre la mesa el presente aporte, el cual, es bien susceptible de incorporar otros pareceres. Mientras, y sin una prioridad definida aún, la cual, puede estar determinada por las disponibilidades de financiamiento posibles, de las anteriores referencias nos permitimos destacar, a nivel simplemente titular, no exhaustiva, las siguientes líneas de trabajo: a. Revisión de las materias que, en los programas ordinarios de la Universidad, resalten el valor aplicativo de las disciplinas en la toma de decisiones que afecten el bien común. Diseño de refuerzos. b. Revisión de los programas vigentes en la Universidad que promueven el involucramiento social de los estudiantes. c. La Formación Social, Moral y Cívica en la Familia y en la Escuela básica y media ¿Cómo puede influirse desde la Universidad? d. Sistema de creencias y entornos que definen la adopción de ideologías del estudiante: Entorno de Valor, Entorno de Control y Entorno de Responsabilidad. e. Detección de los rasgos que hacen al estudiante candidato potencial para la Dirigencia política. f. Estudio de expectativas de participación y actuación en política de los estudiantes universitarios. g. Partidos políticos y su actuación frente a la participación ciudadana juvenil. h. Ciudadanía Política en los Jóvenes y Estudiantes. i. Financiamiento de los Movimientos Estudiantiles. j. Financiamiento de una Escuela de Formación de Dirigentes Políticos a partir del Movimiento Estudiantil en Latino América. k. Negocios y Política. Corrupción. l. Elitismo y Tecnocracia como paradigma para la dirigencia política del futuro. 128
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m. La Universidad y el Movimiento Estudiantil como parte de las redes sociales en la explosión de la Internet 2.0 n. La Comunicación Política para los jóvenes en la era del 2.0. Las tecnologías como respaldo logístico a la participación política. Telecracia. o. Actitudes, comportamiento político y Redes Sociales. p. Desencanto democrático y Desesperanza en los jóvenes. Elecciones y Participación Juvenil.
Pero naturalmente, mas allá de las investigaciones a realizar y de las decisiones que deban tomarse, las estructuras más directamente relacionadas con la temática tratada por este trabajo y con los potenciales aportes que vale la pena hacer sobre la misma, son las estructuras académicas que en cada universidad están vinculadas al área típicamente denominada como “Estudios Generales”. Creemos que en el ámbito de los Estudios Generales es donde existe la mayor sensibilidad y donde caben mayores posibilidades para reforzar en los profesionales universitarios el perfil de un ciudadano consciente de su potencial y de su responsabilidad hacia la administración idónea del bien común, y hasta capaz de liderar nuestras sociedades.
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