Don Quijote de la Mancha

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Don Quijote de la Mancha


En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme, vivía un hidalgo caballero llamado don Alonso Quijano al que le gustaba mucho leer libros de caballerías, y así del mucho leer y del poco dormir perdió el juicio, llénesele la fantasía de todo aquello que leía en los libros, así de encantamientos, como de batallas, desafíos, heridas y disparates y en su locura decidió hacerse caballero andante y echarse a los caminos en busca de aventuras.



Imaginaba se el pobre ya coronado por el valor de su brazo, lo primero que hizo, fue limpiar unas armas, que habían sido de sus bisabuelos, que estaban olvidadas y puestas en un rincón. Fue luego a ver a su rocín y le vino a llamar Rocinante, nombre a su parecer alto, sonoro y significativo de lo que había sido cuando fue rocín, antes de lo que era ahora. Puesto nombre y tan a su gusto, quiso ponerse nombre a si mismo y al cavo de ocho días se vino a llamar don Quijote de la Mancha, con que a su parecer declaraba muy al vivo su linaje y patria.



Se dio a entender que no le faltaba otra cosa, sino buscar una dama de quien enamorarse, porque el caballero andante sin amores, era árbol sin hojas y sin fruto, y cuerpo sin alma. En un lugar cerca había una moza labradora de muy buen parecer y a esta le pareció bien darle título de señora de sus pensamientos; y buscándole nombre que no desdijese mucho del suyo, vino a llamarla Dulcinea del Toboso.



Hechas, estas prevenciones, no quiso aguardar más tiempo a poner en efecto su pensamiento, según eran los agravios que pensaba deshacer, tuertos que enderezar, sin razones que enmendar, abusos que mejorar y deudas que satisfacer; y así sin que nadie le viese, una mañana, antes del día, se armó de todas sus armas, subió sobre Rocinante, embrazó su adarga, tomó lanza, y por la y asísusin que nadie puerta falsauna de un corral, antes salió al le viese, mañana, delcampo día, con grandísimo contento y alborozo de ver con se armó de todas sus armas, subió cuánta facilidad había dado principio a su sobre Rocinante, embrazó su adarga, buen deseo. tomó su lanza, y por la puerta falsa de un corral, salió al campo con


Hechas, estas prevenciones, no quiso aguardar más tiempo a poner en efecto su pensamiento, según eran los agravios que pensaba deshacer, tuertos que enderezar, sin razones que enmendar, abusos que mejorar y deudas que satisfacer; y así sin que nadie le viese, una mañana, antes del día, se armó de todas sus armas, subió sobre Rocinante, embrazó su adarga, tomó su lanza, y por la puerta falsa de un corral, salió al campo con grandísimo contento y alborozo de ver con cuánta facilidad había dado principio a su buen deseo.


Cabalgando llego a una venta que el imagino castillo, al posadero alcaide y a las mozas de labor altas damas. Don Quijote pidió al posadero le hiciera la gracia de armarle caballero, a lo que este, bromista y socarrón accedió. Según había leído en los libros de caballería era costumbre velar las armas durante toda la noche. Antójesele a uno de los arrieros dar agua a sus mulos, acerco se al pozo para sacar agua, teniendo que apartar las armas. Al verlo don Quijote cogió la lanza dándole tremendo golpe. Al ruido acudió el posadero y determino hacerlo caballero, antes que otra desgracia sucediese; lo mando hincar de rodillas y dióle sobre el cuello un buen golpe, y tras él con su misma espada un gentil espaldarazo, y a si fue nombrado caballero don Quijote.


Cabalgando llego a una venta que el imagino castillo, al posadero alcaide y a las mozas de labor altas damas. Don Quijote pidió al posadero le hiciera la gracia de armarle caballero, a lo que este, bromista y socarrón accedió. Según había leído en los libros de caballería era costumbre velar las armas durante toda la noche. Antójesele a uno de los arrieros dar agua a sus mulos, acerco se al pozo para sacar agua, teniendo que apartar las armas. Al verlo don Quijote cogió la lanza dándole tremendo golpe. Al ruido acudió el posadero y determino hacerlo caballero, antes que otra desgracia sucediese; lo mando hincar de rodillas y dióle sobre el cuello un buen golpe, y tras él con su misma espada un gentil espaldarazo, y a si fue nombrado caballero don Quijote.


Solicitó don Quijote que fuese su escudero a un labrador vecino suyo, hombre de bien, pero de muy poca sal en la mollera. Decíale, don Quijote que se dispusiese a ir con él de buena gana, porque tal vez le podía suceder aventura que ganase, alguna ínsula, y le dejase a él por gobernador de ella. Con estas promesas y otras tales, Sancho Panza, que así se llamaba el labrador, dejó su mujer y hijos y asentó por escudero de su vecino.


Solicitó don Quijote que fuese su escudero a un labrador vecino suyo, hombre de bien, pero de muy poca sal en la mollera. Decíale, don Quijote que se dispusiese a ir con él de buena gana, porque tal vez le podía suceder aventura que ganase, alguna ínsula, y le dejase a él por gobernador de ella.

Con estas promesas y otras tales, Sancho Panza, que así se llamaba el labrador, dejó su mujer y hijos y asentó por escudero de su vecino.


Caminando por los Campo de Montiel, se toparon con unos molinos. En ellos, don Quijote creyó ver a gigantes amenazantes, con la lanza en ristre, arremetió a todo el galope de Rocinante, y embistió con el primer molino que estaba delante; y dándole una lanzada en el aspa, la volvió el viento con tanta furia, que hizo la lanza pedazos, llevándose tras sí al caballo y al caballero, que fue rodando muy maltrecho por el campo. Acudió Sancho Panza a socorrerle a todo el correr de su asno, y cuando llegó, ayudándole a levantar, tornó a subir sobre Rocinante, que medio despaldado estaba; y hablando en la pasada aventura, siguieron su camino.


Caminando por los Campo de Montiel, se toparon con unos molinos. En ellos, don Quijote creyó ver a gigantes amenazantes, con la lanza en ristre, arremetió a todo el galope de Rocinante, y embistió con el primer molino que estaba delante; y dándole una lanzada en el aspa, la volvió el viento con tanta furia, que hizo la lanza pedazos, llevándose tras sí al caballo y al caballero, que fue rodando muy maltrecho por el campo. Acudió Sancho Panza a socorrerle a todo el correr de su asno, y cuando llegó, ayudándole a levantar, tornó a subir sobre Rocinante, que medio despaldado estaba; y hablando en la pasada aventura, siguieron su camino.


¿Ves aquella polvareda que allí se levanta, Sancho?, nuevamente, don Quijote, con sus alucinaciones, confundió unos rebaños de ovejas con dos ejércitos rivales enfrentados en el campo de batalla, se entró por medio del escuadrón de las ovejas, y comenzó a alancearlas con tanto coraje y denuedo, como si de veras alanceara a sus mortales enemigos. Los pastores y ganaderos que con la manada venían, dábanle voces que no hiciese aquello; y comenzaron a saludarle los oídos con piedras como el puño. Llegárosle a él los pastores, y creyendo que le habían muerto, y así con mucha prisa recogieron su ganado, y sin averiguar otra cosa se fueron.


¿Ves aquella polvareda que allí se levanta, Sancho?, nuevamente, don Quijote, con sus alucinaciones, confundió unos rebaños de ovejas con dos ejércitos rivales enfrentados en el campo de batalla, se entró por medio del escuadrón de las ovejas, y comenzó a alancearlas con tanto coraje y denuedo, como si de veras alanceara a sus mortales enemigos. Los pastores y ganaderos que con la manada venían, dábanle voces que no hiciese aquello; y comenzaron a saludarle los oídos con piedras como el puño. Llegárosle a él los pastores, y creyendo que le habían muerto, y así con mucha prisa recogieron su ganado, y sin averiguar otra cosa se fueron.


A la mañana siguiente, se cruzaron con un barbero que llevaba una bacía sobre la cabeza. Don quijote la confundió con el yelmo de Manbrillo y le ataco. El barbero asustado echo a correr y don Quijote cambio su celada por la bacía que creía era el mismísimo yelmo de Manbrillo.


A la mañana siguiente, se cruzaron con un barbero que llevaba una bacía sobre la cabeza. Don quijote la confundió con el yelmo de Manbrillo y le ataco. El barbero asustado echo a correr y don Quijote cambio su celada por la bacía que creía era el mismísimo yelmo de Manbrillo.


Entrada la noche se refugiaron en una venta, don Quijote se retiro a descansar entre sueños y pesadillas se levantó creyendo estar en el reino de micomicon, luchando con un gigante. En esto oyeron un gran ruido en el aposento, y parecía que daba grandes cuchilladas, que me maten, dijo a esta sazón el ventero, si Don Quijote no ha dado alguna cuchillada en alguno de los cueros de vino tinto que a su cabecera estaban llenos, y el vino derramado debe de ser lo que le parece sangre a este buen hombre, el barbero trajo un gran caldero de agua fría del pozo, y se la echó por todo el cuerpo de golpe; con lo cual despertó Don Quijote.


Entrada la noche se refugiaron en una venta y don Quijote se retiro a descansar pero entre sueños y pesadillas se levantó creyendo estar en el reino de micomicon, luchando con un gigante. En esto oyeron un gran ruido en el aposento, y parecía que daba grandes cuchilladas por las paredes, que me maten, dijo a esta sazón el ventero, si Don Quijote o don diablo no ha dado alguna cuchillada en alguno de los cueros de vino tinto que a su cabecera estaban llenos, y el vino derramado debe de ser lo que le parece sangre a este buen hombre, el barbero trajo un gran caldero de agua fría del pozo, y se la echó por todo el cuerpo de golpe; con lo cual despertó Don Quijote.


Después de pasar muchas aventuras don Quijote y Sancho se encontraron con unos Duques que sabían mucho de la vida del Quijote y los invitaron a su palacio. En el palacio de los Duques fueron tratados como mismísimos caballeros cosa que gustó mucho a don Quijote porque siempre había soñado con algo parecido. Los criados junto con los Duques se pusieron de acuerdo para gastar una broma a don Quijote y a Sancho, les hicieron montarse en un gran caballo de madera para salvar a unas Doncellas de su encantamiento. Don Quijote que no sabía que todo era una burla lo aceptó y se lo creyó todo.


Después de pasar muchas aventuras don Quijote y Sancho se encontraron con unos Duques que sabían mucho de la vida del Quijote y los invitaron a su palacio. En el palacio de los Duques fueron tratados como mismísimos caballeros cosa que gustó mucho a don Quijote porque siempre había soñado con algo parecido. Los criados junto con los Duques se pusieron de acuerdo para gastar una broma a don Quijote y a Sancho, les hicieron montarse en un gran caballo de madera para salvar a unas Doncellas de su encantamiento. Don Quijote que no sabía que todo era una burla lo aceptó y se lo creyó todo.


Los Duques sabían que don quijote había prometido a Sancho ser gobernador de una ínsula, por eso decidieron gastar otra broma a Sancho. Un buen día le propusieron ser el gobernador en una ínsula donde ellos tenían un reino. Los primeros días fueron buenos pero después de un tiempo rechazó seguir como gobernador, estaba cansado y echaba de menos a sus amigos.


Los Duques sabían que don quijote había prometido a Sancho ser gobernador de una ínsula, por eso decidieron gastar otra broma a Sancho. Un buen día le propusieron ser el gobernador en una ínsula donde ellos tenían un reino. Los primeros días fueron buenos pero después de un tiempo rechazó seguir como gobernador, estaba cansado y echaba de menos a sus amigos.


Después de salir de casa de los Duques don Quijote sé dirigió a Barcelona allí se encontró al caballero de la Blanca Luna y en una lucha por el honor de su bella dama Dulcinea don Quijote perdió y el caballero que en verdad era el bachiller le impuso como perdedor que don Quijote debería volver a su pueblo y dejar de ser caballero andante. Don Quijote aceptó y volvió a casa.


Después de salir de casa de los Duques don Quijote sé dirigió a Barcelona allí se encontró al caballero de la Blanca Luna y en una lucha por el honor de su bella dama Dulcinea don Quijote perdió y el caballero que en verdad era el bachiller le impuso como perdedor que don Quijote debería volver a su pueblo y dejar de ser caballero andante. Don Quijote aceptó y volvió a casa.


Después de volver al pueblo don Quijote enfermó, durante su enfermedad recobró la sensatez y volvió a ser don Alonso Quijano. -Yo, señores, siento que me voy muriendo a toda priesa; déjense burlas aparte, y tráiganme un confesor que me confiese y un escribano que haga mi testamento. El cura hizo salir la gente, y quedose solo con él, confesó le. El bachiller fue por el escribano. Verdaderamente, como alguna vez se ha dicho, en tanto que don Quijote fue Alonso Quijano el Bueno, a secas, y en tanto que fue don Quijote de la Mancha, fue siempre de apacible condición y de agradable trato, y por esto no sólo era bien querido de los de su casa, sino de todos cuantos le conocían.


Después de volver al pueblo don Quijote enfermó, durante su enfermedad recobró la sensatez y volvió a ser don Alonso Quijano. -Yo, señores, siento que me voy muriendo a toda priesa; déjense burlas aparte, y tráiganme un confesor que me confiese y un escribano que haga mi testamento. El cura hizo salir la gente, y quedose solo con él, confesó le. El bachiller fue por el escribano. Verdaderamente, como alguna vez se ha dicho, en tanto que don Quijote fue Alonso Quijano el Bueno, a secas, y en tanto que fue don Quijote de la Mancha, fue siempre de apacible condición y de agradable trato, y por esto no sólo era bien querido de los de su casa, sino de todos cuantos le conocían.


Entró el escribano–es mi voluntad que de ciertos dineros que Sancho Panza, a quien en mi locura hice mi escudero, después de habersele pagado de lo que le debo, el restante sea suyo, que será bien poco, y buen provecho le haga; y, si como estando yo loco fui parte para darle el gobierno de la ínsula, pudiera agora, estando cuerdo, darle el de un reino, se le diera, porque la sencillez de su condición y fidelidad de su trato lo merece. Y, volviéndose a Sancho, le dijo: –Perdóname, amigo, de la ocasión que te he dado de parecer loco como yo, haciéndote caer en el error en que yo he caído, de que hubo y hay caballeros andantes en el mundo.


Entró el escribano–Ítem, es mi voluntad que de ciertos dineros que Sancho Panza, a quien en mi locura hice mi escudero, tiene, que, porque ha habido entre él y mí ciertas cuentas, y dares y tomares, quiero que no se le haga cargo dellos, ni se le pida cuenta alguna, sino que si sobrare alguno, después de haberse pagado de lo que le debo, el restante sea suyo, que será bien poco, y buen provecho le haga; y, si como estando yo loco fui parte para darle el gobierno de la ínsula, pudiera agora, estando cuerdo, darle el de un reino, se le diera, porque la sencillez de su condición y fidelidad de su trato lo merece. Y, volviéndose a Sancho, le dijo: –Perdóname, amigo, de la ocasión que te he dado de parecer loco como yo, haciéndote caer en el error en que yo he caído, de que hubo y hay caballeros andantes en el mundo.


El cura, pidió al escribano le diese por testimonio como Alonso Quijano el Bueno, llamado comúnmente don Quijote de la Mancha, había pasado desta presente vida y muerto naturalmente; y que el tal testimonio pedía para quitar la ocasión de algún otro autor que Cide Hamete Benengeli le resucitase falsamente, y hiciese inacabables historias de sus hazañas. Este fin tuvo el Ingenioso Hidalgo de la Mancha, cuyo lugar no quiso poner Cide Hamete puntualmente, por dejar que todas las villas y lugares de la Mancha contendiesen entre sí por ahijársele y tenérsele por suyo.


El cura, pidió al escribano le diese por testimonio como Alonso Quijano el Bueno, llamado comúnmente don Quijote de la Mancha, había pasado desta presente vida y muerto naturalmente; y que el tal testimonio pedía para quitar la ocasión de algún otro autor que Cide Hamete Benengeli le resucitase falsamente, y hiciese inacabables historias de sus hazañas. Este fin tuvo el Ingenioso Hidalgo de la Mancha, cuyo lugar no quiso poner Cide Hamete puntualmente, por dejar que todas las villas y lugares de la Mancha contendiesen entre sí por ahijársele y tenérsele por suyo.


Yace aqu铆 el Hidalgo fuerte que a tanto extremo lleg贸 de valiente, que se advierte que la muerte no triunf贸 de su vida con su muerte. Tuvo a todo el mundo en poco; fue el espantajo y el coco del mundo, en tal coyuntura, que acredit贸 su ventura morir cuerdo y vivir loco.



Miguel de Cervantes Saavedra


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