LA SELECCIÓN DE TÍTULOS PARA INTEGRAR LA COLECCIÓN LIBROS DEL RINCÓN DE LAS BIBLIOTECAS ESCOLARES Y DE AULA, TRES DÉCADAS DESPUÉS Parte I
Amílcar Saavedra Rosas amilcar99@hotmail.com
México, mayo 2018
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RED MOVIMIENTO DE COOPERACIÓN PEDAGÓGICA, 2018
Todos los derechos reservados por el autor: Amílcar Saavedra Rosas
Primera edición digital: mayo de 2018 El autor da el permiso para la reproducción total o parcial de este material, por cualquier medio o procedimiento, respetando los créditos y SIN fines de lucro.
Hecho en México Liberado en la CDMX el 15 de mayo de 2018
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AMÍLCAR SAAVEDRA ROSAS
Presentación En el año 2016, la Colección de los Libros del Rincón cumplió treinta años, a partir de que la maestra Marta Acevedo dio inicio al proyecto editorial que buscaba garantizar que las escuelas públicas ofrecieran libros relacionados con la cotidianidad de los niños y jóvenes, y apelaran a su inteligencia, con temas de interés para los lectores, pero también con el propósito de desarrollar nuevas perspectivas de vida, más inclusivas, a partir de reconocer la diversidad cultural y las problemáticas que enfrentan los infantes de nuestro país. La presente narrativa es un ejercicio personal de recopilación de experiencias y reflexiones, por lo tanto no pretende ser exhaustiva, ni en los procesos, ni en las personas que se enuncian; en todo caso que sea una invitación para que los diferentes participantes cuenten la parte de la historia que les correspondió vivir en relación con la conformación del acervo de libros y de la promoción para su uso en las escuelas. Más importante aún es que los docentes y promotores en las entidades compartan las experiencias que se suscitaron a partir de contar, inicialmente, con los Libros del Rincón en su salón de clase, y posteriormente con las bibliotecas escolares y de aula, y de cómo en muchos casos se incidió en la vida de los lectores en formación.
Nació en el Valle del Popocatépetl México, en Ayotla Textil. Profesor de educación básica, Licenciado en Psicología Social-UAM, Máster en Literatura Infantil y Juvenil por la Universidad de Castilla-La Mancha, España, Maestro en Ciencias de la Educación y especialidad en Formación de Docentes por el ISCEEM. Becario del FONCA. Ha desarrollado diversos proyectos relacionados con los jóvenes y la cultura escrita. Además, colaboró en los programas Libros del Rincón, Bibliotecas Escolares, Escuelas de Tiempo Completo y Estancias Infantiles de la Delegación Coyoacán en la CDMX, donde elaboró materiales de apoyo y capacitó a docentes. Integrante de la RED Movimiento de Cooperación Pedagógica.
Palabras clave o o o o o o o
Correo electrónico: amilcar99@hotmail.com
Libros del Rincón Biblioteca escolar Selección de acervos Desarrollo de colecciones Biblioteca de Aula Unidad de Publicaciones Educativas Programa Nacional de Lectura
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La selección de títulos para integrar la colección Libros del Rincón de las Bibliotecas Escolares y de Aula, tres décadas después Parte I En memoria del Maestro Tomás Saavedra Blancas, mi padre. Para distinguir los libros, hace tiempo que tengo en uso una clasificación que responde a las emociones que causan. Los divido en los libros que leo sentado y los libros que leo de pie. Los primeros pueden ser amenos, instructivos, bellos, ilustres, o simplemente necios y aburridos; pero en todo caso, incapaces de arrancarnos de la actitud normal. En cambio los hay que, apenas comenzados, nos hacen levantar, como si de la tierra sacasen una fuerza que nos empujan los talones y nos obligan a esforzarnos como para subir. En éstos no leemos: declaramos, alzamos el ademán y la figura, sufrimos una verdadera transfiguración. José Vasconcelos Libros que leo sentado y libros que leo de pie
Libros del Rincón Recuerdo la primera vez que entré al cubículo de la maestra Marta Acevedo, en la Coordinación de Medios para Niños, de la Dirección General de Publicaciones y Medios, en un edificio de avenida Revolución, al sur de la Ciudad de México. Libros apilados en proceso de ser seleccionados para integrarlos a la colección Libros del Rincón. El propósito de mi visita era solicitar algunos libros en donación para una biblioteca comunitaria de la vecindad de San Antonio Tomatlán, en el barrio de la Merced, en el centro de la ciudad, que fue afectada por los sismos de 1985 (Saavedra, 2011).1 Después de un breve interrogatorio, donde se enteró de las razones de mi presencia y de que yo era docente en una escuela secundaria, la maestra Marta terminó por darme una de esas pilas de libros, no con el propósito de ser entregados en donación, sino con una consigna: “Lee estos libros y me dices qué te parecen; nos vemos después…” Días después acudí puntual a la cita, la mayoría de las lecturas resultaron un banquete, entendía que eran libros para niños de las escuelas. Al explicar mis preferencias y motivaciones lectoras encontré razones desde mi formación docente, que me permitieron comprender su pertinencia para los alumnos, pero tenía más que decir desde la Psicología Social (carrera que estaba concluyendo), y no así desde lo literario, ya que no era mi área de conocimiento, pero sí desde mi experiencia de vida, pues provengo de un barrio obrero. 1
Las referencias bibliográficas se presentarán en el último artículo.
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En realidad, a partir del diálogo, yo me pude escuchar estableciendo correlaciones sobre el curso de vida de los protagonistas y de las transiciones que sufrían ante cada evento, más aún, sobre los valores y juicios que motivaban su actuar. La parte estética de las ilustraciones no estaba ajena a la comprensión del texto, pues mi padre era maestro de artes plásticas por la Normal Superior, lo cual me había permitido tener algunas escaramuzas con el lenguaje iconográfico, claro faltaban los engranajes para comprender cada texto a plenitud. Escapaba a mi comprensión la perspectiva de género, la construcción de identidades, la pluriculturalidad…, por citar algunos considerandos relacionados con la lectura y los lectores. Lo que sí puedo decir es que las preguntas de la maestra Marta iluminaban los recovecos del texto que habían quedado ininteligibles en mi lectura. Apenas pasados ocho meses me integré de medio tiempo al equipo de la maestra, pues seguí impartiendo clases. En mi nueva actividad se discutían de manera habitual los textos que formarían parte de la colección de Libros del Rincón. Escuchar a Luz María Chapela, TEXTOS ENTRAÑABLES Martha Romo, Guillermo Cordero, María DE LOS LIBROS DEL RINCÓN Luisa Valdivia, Marinés Medero y Aureliano García hablar de la selección de Pateando Lunas los libros, fue mi ocasión para tomar Galileo Lee conciencia de las implicaciones de leer.
En la producción editorial de esos años reconocí la incidencia ideológica de lo que se enseña en las escuelas, puestas en un proyecto editorial intencionado para mover nuevos aprendizajes que se gestaban a partir de un acervo para las escuelas públicas; se lo escuché a la maestra Marta Acevedo, como parte de sus argumentos para ofrecer soluciones gráficas y narrativas diferentes a las que había hasta ese momento en las escuelas de México, ni qué decir de los temas propuestos, que hasta ese momento no se habían abordado en el mundo editorial de nuestro país, “no se trata de proponer temas rositas o azules” —como ella decía—, se requería hablar de la cotidianidad de los niños y jóvenes, y apelar a su inteligencia, por eso se elaboraron libros que hablaban de los derechos de los infantes, la migración, la paternidad responsable, la violencia
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El rey mocho Rafa el niño invisible Macaquiño La calle es libre Cuentos de Pascuala Recetas y secretos (para crecer) El manchas El oso que no lo era Hazlos tú Lilus Kikus Charlie y la fábrica de chocolates Cuando Hitler robó el conejo rosa ¡Córrele! Rolin el ombligo Un tiesto lleno de lápices Del topito Birolo y de todo lo que pudo haberle caído en la cabeza Nuestra calle tiene un problema El niño de los cuadritos Leonardo Camilón, comilón
intrafamiliar, la exclusión social, las dificultades en el aprendizaje, la diversidad cultural y más temas de interés. Se buscaron y produjeron libros que interpelaran a los lectores de los años noventa, incluso en la Feria del Libro de Frankfurt. Muchos títulos resultaron entrañables.
Tiempo después, en un círculo de lectura con adolescentes (Saavedra, 2014), obtuve un testimonio de esta interpelación lectora, cuando en una de las sesiones una chica señaló: “lo leí, y lo leí, varias veces”, se refería a uno de los párrafos del libro Pateando lunas (Berocay, 1992: 15-17). Este texto le había dado la oportunidad de aprender y ensayar habilidades para establecer límites con su hermano; en su comentario expresó:
Al leer el libro Pateando lunas me imaginé a mi hermano que siempre me está molestando, siempre me hace enojar y me da mucho coraje, y el otro día, le dije que me dejara de molestar, como Mayte le hizo, y entonces que se burla, y entonces que le doy una patada en la mera espinilla y no me eché a correr, le dolió mucho porque se puso a sobar y luego le dije que ya no quería que me molestara, mi mamá me regañó poquito, pero mi hermano ya no me molesta.
Al preguntarle que cómo había descubierto el texto y cómo se imaginó emplearlo, contestó: “estaba leyendo el libro en mi casa y me dio gusto de cómo se defendía Mayte del Gordo, y lo leí, y lo leí, varias veces, así me imaginé a mi hermano para que no me molestara, pero me daba miedo y dije que no me iba a echar a correr, eso era lo que más miedo me daba.”
Es precisamente aquí donde la lectura, como lo señala Petit (1999: 104):
[…] contribuye a crear un poco de “juego” en el tablero social; a que esos jóvenes se hagan un poco más actores de su vida, sujetos de su destino...(la lectura) los ayuda a salir de los puestos prescritos, a diferenciarse de las imágenes estigmatizantes que los excluyen.
En 1989, Mabel Piccini realizó una investigación Rincones de Lectura y escuela primaria: entre las culturas tradicionales y las culturas electrónicas, donde reconoce cómo las culturas electrónicas iniciaban un nuevo modelo de comunicación, incidiendo en los 5
comportamientos lectores de los niños y jóvenes de educación básica. Asimismo, a principios de los noventa se hizo corte de caja de lo ofrecido a los alumnos, se analizaron los libros con un esquema muy sencillo, pero sistemático, entre las conclusiones comparto tres: en su mayoría los personajes principales eran masculinos y generalmente las historias se desarrollan en ambientes urbanos, también se identificó el tiempo en que se desarrollan las narraciones. Eso sirvió para estar atentos a la selección de los libros, al poner énfasis en los contenidos temáticos y narrativos.
La Campaña de Lectura y Escritura La maestra Marta Acevedo —en la inauguración de la Campaña Nacional para Fortalecer la Lectura y la Escritura, ante el Secretario de Educación Pública, Ernesto Zedillo— recapitulaba los logros del Programa Rincones de Lectura hasta 1992, de la siguiente manera:
Desde su fundación, la Secretaría de Educación Pública ha producido y distribuido libros y otros materiales educativos. Esta función es indeclinable. Los logros han sido muchos. Los niños de las escuelas primarias cuentan con libros de texto gratuitos, y miles de escuelas tienen ya acervos para su Rincón de Lectura. Los resultados son alentadores, pero insuficientes. La producción de Libros del Rincón se ha diversificado e incrementado en los últimos años. Hay un acervo básico de 380 títulos que incluyen coediciones con 17 instituciones; 173 títulos se han coeditado con las editoriales mexicanas; con 18 latinoamericanas se han producido 60 títulos; con 5 españolas, 14; 20 títulos con 4 editoriales europeas, y 4 títulos con editoriales chinas y australianas. De ellos, la SEP tiene la titularidad de 138 obras (Acevedo, 1992).
A partir de ese momento se produjeron materiales para los habitantes de las comunidades, la premisa era sencilla pero de gran implicación. Los padres de familia modelaban comportamientos lectores ante sus hijos al atender las necesidades de información propia de 6
su género, rol social, intereses productivos y necesidades económicas. Así se integraron libros y materiales, por ejemplo:
LIBROS Y MATERIALES PARA LOS HABITANTES DE LAS COMUNIDADES Donde no hay doctor: una guía para los campesinos que viven lejos de los centros médicos Donde no hay abogado El arquitecto descalzo Hijo de tigre… pintito: hablemos de sexualidad Más barato por docena: formemos una cooperativa o grupo para comprar Consejos para almacenar el maíz en casa Cómo sacar más provecho del huerto y los animales Sinfonola de cantares México desconocido (compilación)
Los títulos reconocían la diversidad temática, la cual se correlaciona con las necesidades de las comunidades rurales e indígenas, es de mencionar que en la Unidad de Publicaciones Educativas (UPE) se consolidó un equipo editorial coordinado por María Luisa Valdivia e integrado por Noemí Ávila Torres, Ricardo Campa, María Sánchez de Tagle, Francisco Hernández Avilés y Ernestina Loyo, así como la parte pedagógica con Georgina Merino, Laura Valverde y Esmeralda Viñales, entre otros. Por otra parte, las escuelas conformaron Comités de Lectura, donde participaban los maestros y los padres de familia y, en algunos casos, también los alumnos. Una hoja tamaño doble carta, con el escudo nacional en la parte superior derecha, contenía el testimonio para adherirse al Programa por medio de la constitución de los Comités de Lectura en las escuelas de las entidades, bajo una consideración: “La nación, sus indígenas, sus comunidades, sus niños, jóvenes y adultos necesitan ejercitar permanentemente su derecho a escribir su propia historia en un país moderno, la memoria colectiva tiene todo el derecho de transformarse en historia escrita”. (Acevedo, 1992).
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Además, para los docentes, se ofrecieron recursos “con el propósito de apoyar a los maestros en las actividades que realizan con sus alumnos en la escuela”; materiales que atendieran las preocupaciones didácticas de los docentes en el aula. Así, se integró la colección Biblioteca del Maestro, en la que los especialistas de las diferentes áreas de conocimiento hicieron suyas las preocupaciones pedagógicas de los docentes. David Block, Irma Fuenlabrada, Emilia Ferreiro, Cecilia Fierro, Alejandra Pellicer, Hugo Balbuena, Beatriz Rodríguez, entre otros, dialogaron con los docentes en sus propios términos. Algunos títulos de esta colección:
LIBROS Y MATERIALES PARA LOS DOCENTES
Ser maestro rural ¿Una labor imposible? Haceres, quehaceres y deshaceres con la lengua escrita en la escuela primaria El Consejo Técnico: un encuentro entre maestros Los números y su representación: propuesta para divertirse y trabajar en el aula Lo que cuentan las cuentas de multiplicar y dividir: propuestas para divertirse y trabajar en el aula Lo que cuentan las cuentas de sumar y de restar: propuesta para divertirse y trabajar en el aula Juega y aprende matemáticas: actividades para divertirse y trabajar en el aula Los descubrimientos de Cristóbal o historias sobre una Historia
Después de la entrega de estos acervos a las escuelas, se realizó un ejercicio de acercamiento a las escuelas rurales e indígenas, que llevó, en 1993, al equipo del programa de los Libros del Rincón, coordinado por Pedro Gerardo Rodríguez y Gloria Elena Bernal, a realizar un trabajo de indagación comprensiva basado en la observación etnográfica, con el fin de conocer los retos de gestión que enfrentaban los directivos para instalar la biblioteca, así como las prácticas pedagógicas que desarrollaban los docentes con el apoyo de estos libros. Esta investigación, en la que participaron 21 observadores, se realizó durante un ciclo escolar en varios centros educativos de cuatro estados de la República Mexicana: Chiapas, Guerrero, Hidalgo y Oaxaca. A mí me correspondió coordinar el equipo de seis observadores que se instalaron en diferentes comunidades del Valle del Mezquital, en Hidalgo. Acudíamos a las escuelas de manera sistemática. Incluso, nuestra compañera Rocío Vargas, quien coordinó el trabajo en Chiapas —en lo que después resultó ser la zona de conflicto del Movimiento Zapatista— realizó la investigación sobre el inicio de la alfabetización en niños tzotziles (Vargas, 1996), para lo cual empleó el acervo de los Libros del Rincón (Ferreiro, 1996). Georgina Merino y Tonatiuh Gómez coordinaron el trabajo en Oaxaca y Guerrero, respectivamente.
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Al terminar el proyecto de investigación, de manera inmediata una nueva generación de promotores se incorporaron al programa, los mismos que habían recorrido las brechas y veredas de los cuatro estados: Gildardo Rodríguez, Fausto Martínez, Viviana Quaranta, Estela Santana y Laura Aguirre.
A partir de lo observado en las escuelas, en la selección de libros se recuperaron otras consideraciones, tanto sobre los lectores como sobre las prácticas pedagógicas que desarrollaban los docentes con la biblioteca. Se reconoció la importancia de los procesos de gestión, por tal motivo se generaron guías para los directivos y manuales para los supervisores, que consideraban las condiciones de las escuelas, las prácticas y representaciones sociales de lo educativo y, en particular, de la instalación y accesibilidad del acervo de la biblioteca. En lo pedagógico, partiendo de la pregunta: ¿cómo hacer para que los niños lean y escriban?, se elaboraron propuestas de trabajo para el salón de clases, por ciclo escolar. Ese trabajo estuvo coordinado por Gerardo Ciriani y Gloria Elena Bernal. Los maestros conocieron estos materiales como Actos seguidos. Además, se integró al acervo el libro El nuevo escriturón, donde Maite Alvarado y Gustavo Bombini, ofrecían actividades lúdicas y desafiantes para que los alumnos leyeran y escribieran.
Actos seguidos I, II y III, y El Nuevo Escriturón son materiales que ofrecen actividades lúdicas y desafiantes para invitar a leer y escribir a los alumnos.
En ese momento la industria editorial mexicana ya se interesaba en buscar y proponer materiales con nuevos temas y soluciones gráficas novedosas, aceleró el tiempo para traducir materiales de diferentes lenguas y culturas del mundo y realizar coediciones con editoriales que no operaban en nuestro país, de esta manera el tema de la literatura infantil y juvenil encontraba un espacio en la escuela y en el universo editorial de México.
El buen lector se hace En 1995 el maestro Felipe Garrido tomó bajo su coordinación la Unidad de Publicaciones Educativas (UPE), dos grandes acciones caracterizaron su gestión, la consolidación del acervo de la colección de los Libros del Rincón y un diálogo intenso con autoridades educativas y maestros de grupo. Angélica de Icaza, Guillermo Samperio, Claudia Gaete y Carola Diez, entre otros, se incorporarían como parte del equipo de trabajo. Invariablemente el día viernes, el profesor, escritor, traductor, mediador de la lectura e integrante de la Academia Mexicana de la Lengua (2003), Felipe Garrido, con prosa certera y diálogo comprensivo se encontró con docentes de banquillo, en sus entidades, el propósito era mostrarles la fuerza de la palabra. En sus exposiciones nunca empleó algún soporte electrónico. Ofrecer una lectura en voz alta y contar experiencias de vida fueron sus recursos 9
para ejemplificar cómo un mediador puede compartir y enriquecer el lenguaje de los niños, y más adelante cómo puede ayudar a que los jóvenes se reconozcan como aficionados de la literatura, bajo la premisa de que “un buen lector se hace, no nace”. Desde el área editorial de la UPE se continuó la selección de acervos basados en los planteamientos de las necesidades temáticas expresadas por los maestros, los requerimientos del currículo y la complementariedad bibliográfica de la colección de los Libros del Rincón.
Los libros polémicos Un punto que causó cierta controversia, en estos primeros años de producción editorial, fue acerca de los libros polémicos, que eran aquellos textos que se encontraban en el lindero del canon literario o educativo. Algunos docentes y padres de familia, una comunidad, o incluso algún grupo de la sociedad civil, consideraban que tal o cual libro no debía pertenecer al acervo de las bibliotecas escolares, ya que chocaba con sus valores, por lo que en algunos casos estas discrepancias llegaron a la prensa nacional. Uno de estos libros fue Hijo de tigre… pintito. Hablemos de sexualidad, publicado en 1994 por la UPE-SEP, pero localizado por los lectores en diferentes momentos, entre algunos otros títulos con implicaciones diversas.
Un reconocimiento de las características de este texto lo podemos conocer por Mejía (1996):
Este libro es muestra de creatividad, de capacidad didáctica y de coraje: el tema es tan difícil de atrapar como se antoja que lo sea coger un puerco espín y un puerco espín furioso. Hijo de tigre… pintito es prueba de que se sortearon los obstáculos y se superó la soledad del gabinete de investigación…
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En 1996 sería cuestionado el libro Hijo de tigre… Pintito, por la Unión Nacional de Padres de Familia, en el contexto de una discusión acerca de la información sobre sexualidad presentada en un libro de texto de Ciencias Naturales, en la que señalaban que “esa gráfica, incluida en el libro […] es, junto con todo el texto, la prueba de que las autoridades educativas pretenden imponer conceptos contrarios a la moral” (Vargas, 1996). Se referían a una foto en la que el actor Pedro Infante se baña desnudo.
No puedo omitir una anécdota. Un día en una comunidad rural; mostraba el acervo que contenía ese título a hombres y mujeres, padres de familia de los alumnos, al explorar los diferentes materiales unas mujeres adultas descubrieron la fotografía de Pedro Infante, lo cual les causó sorpresa, inmediatamente se agruparon más mujeres en torno al libro, buscaban la razón de la presencia de la imagen, después de leer el título la respuesta fue contundente por parte de una de ellas “ese libro habla de sexualidad”... Las imágenes que ilustran el texto están retomadas de las películas de la época de oro del cine mexicano, y forman parte del imaginario del pueblo, por lo cual podían leerlas fácilmente.
Esto ocurrió porque, como lo cita Michèle Petit: “La literatura, no lo olvidemos, es un vasto espacio de transgresión y los escritores suelen llevarnos muy cerca de los deseos prohibidos. Esto es válido para la literatura en general como para la literatura juvenil: Alison Lurie lo ha señalado: ‘casi todos los grandes textos para jóvenes son subversivos de una manera u otra’” (Petit, 2002: 33). Finalmente, se sorteó la turbulencia de la valoración de los libros polémicos por parte de algunas autoridades educativas locales, docentes y algunos grupos de la sociedad.
Ya que los libros polémicos encontraron su lugar dentro del imaginario de una población que ensanchaba sus valores democráticos e inclusivos, como parte de un acervo bibliodiverso (Ibañez, 2008) de biblioteca escolar y de aula. Así terminaba el siglo XX.
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El Programa Nacional de Lectura El 1 de diciembre de 2000 inicia una nueva administración federal, a cargo de un presidente de un partido diferente al que había gobernado durante 71 años a México. A partir de 2001, en el marco del Programa Nacional de Educación 2001-2006, se consideró la creación del Programa Nacional de Lectura (PNL), que se presentó el 12 marzo de 2002. Este Programa redefinió los alcances de la colección de los Libros del Rincón en al menos tres sentidos:
• Ampliar la dotación de libros para conformar bibliotecas escolares en todas las escuelas públicas de educación básica —preescolar, primaria y secundaria— de México; • Dotar anualmente de acervos a 850 mil salones de clase de esas escuelas públicas, para crear en ellos bibliotecas de aula a lo largo de los once grados de la educación obligatoria: desde segundo de preescolar hasta tercero de secundaria; • Involucrar a un número creciente de personas en la selección de los títulos que conforman las colecciones nacionales y estatales para las bibliotecas escolares y de aula, respectivamente. (Bonilla, 2007).
El Programa Nacional de Lectura quedaría a cargo de la maestra María Elvira Charria, con el apoyo de Nora Rangel, Rubén Pérez y Olivia Villalpando, entre otros. La estrategia se definiría de la siguiente manera: “El objetivo ha sido rodear a los niños de libros de textos escolares y de una multiplicidad de otros materiales de lectura que cubren una variada gama de temas y de géneros literarios e informativos, con el afán de despertar, fomentar y alimentar en ellos el interés por la cultura escrita, desarrollando sus competencias lectoras, dentro de un ambiente de igualdad y equidad” (Bonilla, 2007). Así, se dio paso al primer proceso de selección de libros que integrarían el acervo de las Bibliotecas de Aula, el cual estuvo a cargo de 83 especialistas, divididos en equipos de trabajo, quienes se encargaron de la selección definitiva a partir de la preselección realizada por dos instituciones. Una vez que se dieron a conocer —en agosto de 2002— los libros seleccionados la respuesta fue inusual por parte de los intelectuales y hombres de letras, la polémica se extendió a los titulares de los diarios nacionales: Omitir literatura esencial “crimen” de la SEP: Fuentes, sería la portada de un diario de circulación nacional (Vargas, 2002), y el titular estaría flanqueado por la imagen de Octavio Paz, García Márquez, Juan Rulfo, Carlos Fuentes, Elena Poniatowska y Carlos Monsiváis.
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El hijo de José Vasconcelos, Héctor Vasconcelos, en ese momento embajador de México en Dinamarca, se adhirió a los comentarios: La lista no debe permanecer como está. Debe ser modificada o, al menos, adicionada. Cualquier proceso de selección de libros que lleva a la exclusión de La Odisea, por una parte, y El laberinto de la soledad, por otra, es un proceso fallido. Con ciertas salvedades, casi podría hacerse la biblioteca ideal con los textos excluidos. No puede haber justificación alguna para que no hayan quedado incluidos Cervantes y Shakespeare (Güemes, 2002).
Además, diversos intelectuales suscribieron una carta dirigida al presidente señalando su desacuerdo por los títulos seleccionados para las Bibliotecas de Aula. A lo lejos, resultó interesante, a propios y extraños, que la selección de libros escolares fuera motivo del diálogo público, y que intervinieran las mujeres y hombres de letras. Por ejemplo, en España se comentó:
Para un bibliotecario (y más, escolar) en España, ha de ser muy sorprendente que un programa de creación de bibliotecas de aula ocupe las portadas de los periódicos, que decenas de escritores y demás intelectuales opinen sobre el tema, que se publiquen comunicados a favor o en contra del proceso de selección de los libros que conformarán esas bibliotecas. Es, para envidia del bibliotecario español lo que ha sucedido en México el pasado agosto, mes de inicio del curso escolar. La Secretaría (o Ministerio) de Educación Pública (SEP) presentó, en los primeros días de agosto, la lista de 292 títulos que formarán las bibliotecas de aula de diez grados (preescolar, seis de primaria y tres de secundaria) de todas las escuelas públicas mexicanas. Esta acción se inscribe en el Programa Nacional de Lectura para la Educación Básica y Normal 2001-2006, cuenta con un presupuesto de 450 millones de pesos (unos 45 millones de euros) y, en palabras de la SEP, pretende “atender al cien por ciento de las aulas de las escuelas públicas de educación básica, lo que constituye un logro muy considerable, en virtud de que hoy sólo 2% de las aulas cuentan con una dotación semejante” (Salaberria, 2002).
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